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1. Introducción
Los graves accidentes ocurridos en varios países en las décadas de los setenta y ochenta
dejaron en evidencia que este tipo de evento con sustancias químicas peligrosas podría
causar muertes y provocar lesiones significativas en las personas. Weyne (1988 apud
Serpa y Prado-Monje, 2000) comenta que la gravedad de estos accidentes se volvió una
preocupación permanente de las autoridades gubernamentales, de la misma comunidad y
de la industria, la cual ve su imagen afectada en estos episodios frente a los medios de
comunicación.
2. Conceptos y definiciones
Comunicación de riesgos: una de las definiciones más adoptadas, incluso pelo Curso
de Autoaprendizaje en Comunicación de Riesgos de la OPS, es de National Research
Council de los Estados Unidos (1989): un proceso interactivo de intercambio de
Información y de opiniones entre individuos, grupos e instituciones. Es un dialogo en el
cual se discuten múltiples mensajes que expresan preocupaciones, opiniones o
reacciones a los propios mensajes o arreglos legales e institucionales del manejo de
riesgos…"
Para efectos de este texto se entenderá como el flujo de mensajes entre todos los
involucrados, directa e indirectamente, en las acciones de prevención y en las
operaciones de respuesta a emergencias y desastres químicos.
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La opinión pública, la comunidad científica y la prensa se manifestaron “acaloradamente”
después de tales ocurrencias y, entre otras críticas, sostuvieron que si se hubiera
informado previamente a la sociedad sobre los riesgos a los que estaba expuesta y
orientado sobre cómo proceder en situaciones de emergencia, se hubieran podido evitar
muchas muertes. En relación con esto, se comentarán dos casos con énfasis en los
aspectos de información y comunicación de riesgos: el de Seveso, en Italia y el de Bhopal,
en India.
Dado que los animales domésticos empezaron a morir y los niños empezaron a presentar
problemas en la piel (Cloracné), las personas entraron en pánico y no sabían qué hacer,
ya que había una falta total de información sobre el escenario del accidente dentro de la
industria y sobre los efectos tóxicos de la dioxina a los seres humanos.
La empresa solo emitió un comunicado público oficial sobre el asunto nueve días después
del accidente, es decir, nueve días después de que las personas habían sido expuestas.
Según Marchi (2002), a pesar de tener conciencia de la gravedad del accidente y de los
riesgos que podrían sufrir las personas, se decidió reservar esta información debido a que
había mucho clamor público y tanto las autoridades como los representantes de la
empresa no sabían cómo proceder.
Las autoridades decidieron evacuar solo a los habitantes más cercanos de la industria,
obligándolos a salir de sus casas de manera apurada y llevándolos a un lugar con poca
infraestructura. El gobierno italiano llegó a permitir que mujeres embarazadas practicaran
aborto si lo deseaban. La situación acabó generando más pánico y revuelta, considerando
que los movimientos sindicalistas y feministas eran muy fuertes en la región.
Directiva de Seveso
Trás este episodio, consciente de los peligros a los cuales estaba expuesta, recordando
también el accidente ocurrido dos años antes en Flixoborough (Inglaterra), la sociedad
creó un movimiento popular que exigía medidas para prevenir estos accidentes o para
limitar sus consecuencias. Por ello, la Comunidad Europea, actualmente Unión Europea,
desarrolló un documento legal, común a todos los países europeos, el cual quedó
conocido como la Directiva de Seveso (Directiva 82/510/CEE de 24.06.1982). La finalidad
de este documento es “prevenir accidentes graves con sustancias peligrosas y limitar sus
consecuencias para el hombre y el ambiente, considerando asegurar, de manera
coherente y eficaz, niveles de protección elevados para toda la Comunidad Europea”
(http://europa.eu/scadplus/leg/pt/lvb/l21215.htm).
De acuerdo con Marchi (2002), la versión original tuvo varias alteraciones. La primera en
1988 y la segunda en 1996, después del incendio en una industria en la ciudad de
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Schweizerhalle (Suiza), cuya sustancia involucrada no había sido considerada
inicialmente peligrosa, y del accidente de Bhopal (India). La versión más actual es la de
2003 (Directiva 2003/105/CE), disponible en:
(http://europa.eu/scadplus/leg/pt/lvb/l21215.htm).
3.3. Repercusiones
Las críticas de los científicos y de los medios en la época consideraron que las
autoridades y las empresas demoraron en publicar la noticia de los accidentes, tanto en
Italia como en India. Marchi comenta que si se le hubiera avisado más temprano a los
italianos y a los indios sobre las nubes tóxicas, sus posibles consecuencias y cómo
deberían haber actuado, los impactos sociales habrían sido menores. Sostiene que se
podrían haber dado orientaciones simples a las personas, como cerrar las ventanas de
sus casas, cubrirse el rostro y el cuerpo con toallas y sábanas humedecidas para evitar
problemas respiratorios y lesiones en la piel. Sin embargo, la investigadora recuerda la
necesidad de considerar las diferencias socioeconómicas de las dos regiones, es decir, en
Bhopal las personas no podían encerrarse en sus casas porque no tenían ventanas y no
se podían cubrir porque probablemente no tenían toallas.
Con base en estos hechos, la Directiva de Seveso incluyó un artículo específico sobre
comunicación preventiva de riesgos, el cual indica que se debe informar a las personas
sobre los riesgos (peligros) a los que están expuestos, sobre las medidas de seguridad
que haya implementado la industria y sobre cómo deben proceder en el caso de un
accidente. Es decir, es una combinación de dos principios, como comenta Marchi (2002):
“el derecho de saber” a qué riesgos están expuestos y el “de la necesidad del saber”,
considerando que cuando las personas saben pueden prepararse para actuar mejor en
caso de un desastre.
Sin embargo, esta no fue una tarea fácil. La investigadora cita que en la época hubo
mucha resistencia en Europa, porque tanto las autoridades como los representantes de
las industrias partían de la premisa de que no se debería informar a las personas sobre
los riesgos a los que estaban expuestos, “ya que no entenderían”. No obstante, había
otros factores implícitos: el recelo de que la imagen de las industrias pudiera
comprometerse con la divulgación de esta información, la incertidumbre de que la
información transmitida pudiera generar desconfianza y pánico y la falta de preparación
del gobierno y de las empresas para dialogar con la población, la falta de recursos
financieros y las divergencias entre los especialistas sobre las siguientes preguntas:
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- ¿Qué información se debería transmitir a la comunidad?
- ¿Qué se podría abordar y qué no?
- ¿Cómo se deberían transmitir estas informaciones?
- ¿Qué tipo de accidente se debería abordar? ¿El más probable (menos peligroso) o el
menos probable (más peligroso)?
- ¿A quién se debería transmitir esta información (público destinatario)?
- ¿Solo se debería informar o es necesario que se haga seguimiento?
- ¿Cuáles son los medios que se deben emplear en este proceso de comunicación?
- ¿Cómo se debe preparar a la comunidad para actuar en situaciones de emergencia?
- ¿La comunidad también podría colaborar comunicando un derrame?
Las respuestas a estas y otras preguntas son fundamentales para nortear y fundamentar
el proceso de información y de comunicación de riesgos.
Asimismo, después de Bhopal, el congreso de los EEUU exigió que se hicieran públicas
todas las informaciones sobre riesgos industriales que acompañaban los planes de
emergencia. En 1986, surgió el decreto Community Right to Know Act y después, en
1990, la sección 112 del Clean Air Act (JOHNSON y CHESS, 2003). Así, las industrias
químicas deberían elaborar programas de gestión de riesgo (PGR) que contemplaran los
peores escenarios de accidentes con sustancias químicas tóxicas o inflamables para la
población vecina y divulgarlos públicamente. Al menos un “grupo activista local”, es decir,
asociación de habitantes o grupos ambientalistas, deberían trabajar con la industria para
publicar la “Guía del Ciudadano” donde constarían las explicaciones sobre el PGR y
sobre las consecuencias de los accidentes.
Como ejemplo de lo que ocurrió en Europa, Johnson y Chess (2003) comentan que esta
exigencia generó mucha polémica en EEUU. Las industrias pusieron resistencia pensado
en su imagen y seguridad, con la excusa de que la divulgación de los peores escenarios
podrían alarmar a las personas y facilitar eventuales ataques terroristas. Los
ambientalistas sostuvieron que el conocimiento de tales informaciones era importante
como medio de protección a la salud pública. La Agencia Ambiental de los Estados
Unidos (USEPA) a su vez, trató de convencer a la industria sobre la utilidad de este
proceso. El gobierno decidió limitar la publicidad sobre los detalles de los peores
escenarios. Finalmente, se publicaron varios folletos sobre el tema, los cuales recibieron
críticas de sindicalistas y ambientalistas. A lo mejor el trabajo fue hecho.
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Programa de recomendaciones para la prevención de accidentes industriales ampliados
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), orientado a ayudar a los países en el
control de la manipulación de sustancias peligrosas, a fin de proteger a los trabajadores,
la población y el ambiente. Para saber más: http://www.ilo.org/global/lang--en/index.htm;
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Acciones de prevención Acciones de respuesta
Desarrollo de estudios de percepción de riesgos Evaluación de las consecuencias (daños a la
con los funcionarios de la misma empresa salud pública, a la seguridad, al ambiente)
Identificación y caracterización de la población Contacto con la comunidad
vecina a una planta industrial o semejante
Desarrollo de estudios de percepción de riesgos Diseminación de informaciones técnicas a los
con la población vecina medios de comunicación
Preparación de la comunidad para actuar en Divulgación de informaciones e imágenes por
situaciones de emergencia los medios de comunicación
Capacitación de profesionales involucrados en Decisión para el cierre de los trabajos y
las emergencias químicas para comunicación evaluación de los pros y contras de la
operación
Teniendo como base el Estudio de Análisis de Riesgo, la empresa debe tener mejor
conocimiento sobre los posibles escenarios de accidentes y sobre los riesgos sociales y
ambientales relacionados con su actividad y así justificar el plan de comunicación con la
población vecina de la empresa. Por consiguiente, es necesario definir claramente si el
escenario de peor descarga será el enfoque principal o no y cuál será la comunidad
objetivo.
Entre los principales temas que se van a abordar en este trabajo destacan: la evaluación
de los escenarios de accidentes, la elaboración de los criterios de tolerabilidad, la
identificación de los riesgos objetivos y subjetivos, la evaluación de los impactos
socioambientales previstos, el conocimiento sobre las hojas de seguridad de los productos
químicos manipulados por la empresa, la evaluación de los procedimientos de seguridad y
la divulgación del contenido del plan de acción de emergencia de la empresa,
procedimientos de abandono y rutas de fuga. Estos temas también pueden incluir el
proceso de comunicación con la comunidad, el cual se podrá guiar mediante los
siguientes procedimientos, elaborados con base en las metodologías que se están
usando para implementar el programa APELL.
A. Identificación del público objetivo: con base en los estudios de análisis de riesgos
se pueden identificar los distritos o áreas más vulnerables en el caso de un accidente
considerado peor caso (situado en la zona caliente y tibia).
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deficiencias de movilidad (personas con muletas o en silla de ruedas), deficiencias
visuales y auditivas, presencia de animales domésticos, disponibilidad de medios de
locomoción propia, medios de comunicación más usados (radio, televisión), posibles rutas
de fuga. En esta fase también se puede identificar a personas que presenten un perfil de
liderazgo.
De acuerdo con Marchi (2002), también es importante desarrollar este tipo de actividades
para que las personas puedan oír, comprender y confiar en las informaciones recibidas y
después asimilarlas e implementarlas en su vida diaria. Ella cree que no basta proveer la
información a las personas, es necesario crear mecanismos de aprendizaje para fijar
estos conceptos, partiendo del presupuesto de que las personas olvidan la información
recibida y que es necesario actualizarla en función de los cambios de las actividades de la
empresa.
Nardocci (2002) comenta que las personas tienden a percibir riesgos menores cuando
perciben beneficios mayores, es decir, si perciben que hay algún tipo de compensación.
Sin embargo, alerta que no siempre esta asociación es directamente proporcional, es
decir, la población no siempre estará dispuesta a cambiar un riesgo por un beneficio y no
todos los riesgos se podrán compensar. Johnson y Chess (2003) identificaron que las
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personas que de alguna manera dependen de la industria (funcionarios o pariente de
funcionarios) tienden a presentar una visión más positiva de la instalación que las que no
tienen ningún vínculo.
En Brasil, este procedimiento es obligatorio por la Ley Federal n.° 9.605/1998 - Art. 14
(BRASIL,1998) y la Ley Federal n° 9.966/2000 - Art. 22 (BRASIL, 2000).
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El plan de comunicación da empresa incluye preparar una lista con los nombres y medios
de contacto (números de teléfono y frecuencia de radio) que se van a usar en caso de una
emergencia y colocarla en un lugar fácil de visualizar. Una vez que se haya preparado
esta lista, se debe crear el hábito de promover pruebas de comunicación entre los
operadores y los gerentes (dentro y fuera de las horas de trabajo) y evaluar los puntos de
mejora: lenguaje usado, cantidad y calidad de los instrumentos usados e identificación de
puntos neutros donde no funcionen radios ni teléfonos mobiles.
Según Henderson (2004), frecuentemente se asume que las principales causas de los
accidentes, por ejemplo en las industrias y en los terminales químicos, están relacionadas
con deficiencias por parte de los individuos involucrados, como fallas en cumplir
completamente su trabajo, imprudencia en los procedimientos operacionales, falta de
competencia, entre otros motivos. En general, se da poca importancia a otras causas,
como deficiencias en la capacitación, deficiencia en las instrucciones por parte de los
supervisores, falta de seguimiento gerencial, errores en los procedimientos operacionales
y fallas en el modelo de comunicación, que pueden crear las condiciones que causan los
accidentes. Según este autor, la calidad de la comunicación es fundamental.
Para evitar fallas de comunicación y errores operacionales, es muy importante que las
informaciones y las instrucciones sean eficientes y claras, entre la sala de control y los
operadores que están en el área externa de la instalación, así como entre la sala de
control y todos los demás sectores de la empresa. Además, la calidad de la comunicación
también depende del buen funcionamiento de los radios comunicadores y de los
instrumentos telefónicos disponibles. De no ser así, en el caso de una emergencia
química es probable que la eficiencia de las acciones de combate no sean eficaces y que
se puedan agravar el impacto socio ambiental.
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- Un camión tanque con producto químico se chocó con otro camión tanque que estaba
vacío. Las primeras informaciones que llegaron sobre el número ONU del producto
derramado fueron del camión vacío o sea, de un producto inflamable y toxico pero en
verdad era sólo inflamable.
Por lo tanto, las acciones de combate se empezaran demasiado tarde y Henderson (2004)
estava certo por afirmar que la calidad de la comunicación es fundamental.
.
Así, para evitar el agravo de los riesgos y de sus consecuencias es fundamental que las
fuentes potenciales de accidentes ambientales, como industrias, terminales químicos y
petroquímicos, empresas responsables por el transporte de cargas peligrosas, entre otras,
cuenten con un buen plan de comunicación interno, con procedimientos que se deben
adoptar internamente, accionando a las personas responsables dentro de la empresa,
incluso en caso de duda de una ocurrencia real. Además, también es esencial que
contenga procedimientos para accionar a las instituciones competentes sobre las
emergencias químicas, como los órganos ambientales y de salud, el cuerpo de bomberos,
la defensa civil, empresas especializadas en acciones de combate, hospitales, entre otros.
Dado que la magnitud de la ocurrencia varía de acuerdo con el volumen liberado, el tipo
de sustancia química involucrada y la sensibilidad del área afectada, existen dos procesos
diferentes de comunicación en emergencias químicas: uno con ocurrencias de poca
magnitud y otro con ocurrencias de magnitud mediana a grande, teniendo en común
solamente procedimientos iniciales.
El primer caso cubre mensajes sobre la detección e interrupción de la fuente del derrame,
el tipo de producto involucrado, las acciones de combate pertinentes y las consecuencias
generadas, las cuales se espera que sean mínimas y con pocas probabilidades de causar
daños ecológicos y sociales. La dinámica es mayor en los casos de ocurrencias de
magnitud mediana y grande. En el segundo caso, el proceso de comunicación inicial es
idéntico al anterior. Sin embargo, como el volumen liberado es mayor y se trata de una
sustancia peligrosa, será más difícil contenerlo y removerlo en la fuente del derrame
durante las primeras horas, por lo que es necesario usar y orientar más trabajadores en
esta operación, algunas veces debidamente equipados.
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Las posibilidades de impacto ecológico y social también serán mayores debido a la
amenaza de que algunas áreas sensibles sean afectadas, como residencias, fuentes,
plantas de captación de agua, playas, manglares y unidades de conservación, entre otras.
Dado que es muy probable que haya víctimas y mortandad de aves y peces, es necesario
crear más frentes de trabajo y solicitar la presencia de especialistas. También se podrán
llamar a voluntarios para que ayuden en los trabajos. Será necesario capacitarlos para
que sepan cómo deben actuar. De hecho, estos accidentes atraerán la atención de los
medios de comunicación, de curiosos, de oportunistas y de las autoridades.
Como cita Amaral y Silva (2004), los choques de estas influencias pueden ocasionar
situaciones conflictivas entre los involucrados que muchas veces no se pueden negociar y
que, incluso, pueden influir en el buen desempeño en los trabajos de campo. Sin
embargo, con el pasar de los días los frentes de trabajo disminuyen, la operación de
emergencia termina y todos regresan a las actividades rutinarias.
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- comunicación no verbal: manifestada por las diversas formas de expresión facial,
como cansancio, irritabilidad, descontento, alegría y satisfacción, entre otras.
13
- representantes de organizaciones no gubernamentales;
- empresas diversas, prestadoras de servicio, y
- equipos técnicos, especializados en emergencias químicas.
Algunos casos reales, citados por estos autores ilustran ejemplos de ruidos de
comunicación relacionados con las emergencias químicas:
Lecciones para aprender: 1) hubo ruido de comunicación, ya que el receptor del mensaje
no escuchó todas las recomendaciones del órgano ambiental o no se dio cuenta de que
se trataba de un producto inflamable y, por lo tanto, no informó correctamente a la
persona que determinó la señalización de la pista; 2) falla en la comunicación por
símbolos, ya que no se vio la placa de identificación del producto inflamable en el camión
(o no conecía su significado), y 3) baja percepción de la posibilidad de explosión, con lo
que se expuso la seguridad de muchas vidas.
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Aristóteles definió el estudio de la retórica (comunicación) como la búsqueda de “todos los
medios disponibles de persuasión”, es decir, el intento de llevar a otras personas a
adoptar el punto de vista de quien habla (Roberts, 1946 apud BERLO, 1989). Esta forma
de ver el objetivo de la comunicación permaneció hasta fines del siglo XVII, a pesar de
que el énfasis cambió un poco con tendencia a buscar percibir el lado “bueno” del orador.
En pleno siglo XXI, pese los avances tecnológicos en los medios de comunicación, no
desapareció el énfasis persuasivo de la intención comunicativa.
Muchas veces, el periodista es percibido como alguien que causa problemas y que puede
perjudicar los trabajos que se están realizando. Esto puede deberse al recuerdo de
experiencias desagradables que los mismos técnicos o sus colegas hayan tenido que
pasar frente a los medios; por la tendencia de los periodistas de “distorsionar” las
informaciones suministradas por el cuerpo técnico, de manera tendenciosa de acuerdo
con sus intereses; o incluso por la inseguridad de dar una entrevista.
Sin embargo, es necesario considerar que el periodista es una persona que ejerce su
actividad profesional con la obligación de preparar ese reportaje. Es muy cierto que tanto
los entrevistados como los entrevistadores necesitan preparación para transmitir hechos y
opiniones relacionadas con las emergencias químicas. Este problema se podría
solucionar con cursos de capacitación para ambas partes.
Otro tema de conflicto se debe al hecho de que los técnicos no siempre disponen de
informaciones precisas cuando son entrevistados, por ejemplo, al depender de la
respuesta de los equipos que están evaluando el área afectada. Por otro lado, los medios
necesitan respuestas inmediatas para elaborar rápidamente la materia y divulgarla y, en
esa ansiedad de obtener hechos e imágenes inéditas, muchas veces pueden colocar en
peligro su propia seguridad y perjudicar el trabajo de los equipos.
Se podría invitar a los periodistas a visitar los lugares de trabajo, siempre que acepten
seguir los procedimientos básicos de seguridad, por ejemplo, evitar acercarse a áreas
extremadamente peligrosas y, si fuera el caso, usar equipos de protección personal. Dado
que ellos necesitan tener buenas imágenes, se pueden sugerir puntos de filmación y
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fotografía en áreas seguras, preferiblemente acompañados de técnicos que puedan
proveer las aclaraciones necesarias.
También se sugiere a las personas que darán las entrevistas que dispongan previamente
de informaciones básicas para responder a las preguntas más frecuentes:
- ¿Qué sucedió?
- ¿Qué se derramó? ¿Es peligroso? ¿Cuándo se derramó? ¿El derrame se detuvo o fue
controlado?
- ¿Qué se está haciendo para controlar la situación?
- ¿Hay muertos y heridos? ¿Cuántos? ¿A donde se les está llevando?
- ¿Hay animales muertos o moribundos? ¿Cuántos? ¿Hay centro de rescate? ¿Donde?
- ¿Qué áreas fueron afectadas? ¿La población será evacuada? ¿A dónde se le llevará?
- ¿Hay áreas de importancia socioeconómica que hayan sido afectadas? ¿Se ha
calculado el daño?
- ¿Hay áreas de importancia ecológica que hayan sido afectadas? ¿Qué se está
haciendo?
- ¿Las playas están contaminadas? – caso de derrames de aceite.
- ¿Cuál es el valor de la multa?
Estas son solo algunas de las preguntas que los periodistas están acostumbrados a
formular. Se recomienda que cada institución, dentro de sus competencias legales, se
prepare adecuadamente para responder lo que sea más pertinente y evitar conflictos
entre los demás órganos involucrados.
aclarar que hubo fugas del producto "x" y que están siendo adoptadas medidas
necesarias para controlar la situación;
revelar algunas características del producto, para la adopción de medidas de
protección tales como alejarse del lugar del derrame para evitar la contaminación, no
beber agua si una fuente o lago haya sido contaminada, no pescar si una fuente, lago
o mar haya sido contaminada, cerrar las ventanas y poner un trapo mojado si la
dispersión aérea del producto ocurrir hacia las residencias;
proporcionar un número de teléfono de contacto para obtener más información, este
teléfono sería, bajo la dirección de la coordinación de las operaciones de emergencia;
orientación a buscar ayuda médica en caso de malestar.
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Recursos que pueden ser utilizados para la comunicación con la población incluyen:
En ciertas situaciones, cuando hay una necesidad de evacuar las viviendas y cuando un
incendio o de explosión ocurrir, es recomendable llamar la policía para garantizar la
evacuación de personas y la seguridad pública.
8. Consideraciones finales
Los casos citados ilustran la necesidad de que los técnicos involucrados en las
emergencias químicas tengan una mayor preparación para saber comunicarse con la
comunidad y con los medios de comunicación, ya sea en las acciones de prevención o en
las acciones de combate. Por otro lado, es necesario que los profesionales de los medios
de comunicación estén mejor preparados para actuar en situaciones de emergencia,
principalmente con el fin de informar y no generar pánico.
9. Bibliografía
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