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AGRADECIMIENTO
RESUMEN
El individuo pasa por distintas etapas de evolución en las que se producen cambios, en el
mismo y sus relaciones con los demás. Estas son denominadas etapas de evolución de la
libido; la libido es la energía que corresponde a la sexualidad.
En estas etapas el individuo busca distintas formas de satisfacción de la sexualidad y de las
fantasías.
Freíd describió las etapas y las zonas donde se centra el placer en cada momento del
desarrollo. Estas etapas nos permiten comprender las características de la personalidad y el
comportamiento.
En la presente monografía se hace un estudio del desarrollo psicosexual del ser humano.
La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano, necesaria para
identificar al ser humano como tal y para permitirle realizarse en el amor. La sexualidad está
íntimamente relacionada con la afectividad, la capacidad de amar y la aptitud para
relacionarse con los demás. Incluye el funcionamiento del propio cuerpo, el género
(masculino o femenino), la identidad de género (cómo nos sentimos acerca de ser mujer u
hombre), la orientación sexual (heterosexual, homosexual), los valores sobre la vida, el amor
y las personas. La sexualidad está inmersa en nuestras vidas y se expresa desde que nacemos
a través del desarrollo psicosexual.
PALABRAS CLAVE: Desarrollo psicosexual, etapa oral, etapa anal, etapa fálica.Sigmund
Freud.
INTRODUCCIÓN
Antes de hablar sobre el desarrollo sexual desde el inicio de la niñez hasta la adultez debemos
conocer que es la educación sexual y porque el término de desarrollo Psicosexual, la
Educación Sexual: Trata de impartir una información progresiva y adecuada de lo que es la
sexualidad humana para su formación, tanto en lo biológico como en lo afectivo-social. Debe
perseguir la realización de una sexualidad plena y madura que permita al individuo una
comunicación equilibrada con el otro sexo, dentro de un contexto de afectividad y
responsabilidad.
Desde épocas remotas, la sexualidad se trataba como un tema reservado sólo para la etapa de
pubertad y adultez, evitándose cualquier tipo de conducta en la cual el niño expresara su
sexualidad espontáneamente. Ahora sabemos que la sexualidad no se inicia con la vida
reproductiva, la vida sexual del ser comienza desde el día de su nacimiento y termina el día
de su muerte.
Con estos términos podemos comenzar a entender lo que a continuación se le quiere explicar
con el texto siguiente, dando al lector una visión de la educación sexual.
EL DESARROLLO PSICOSEXUAL
El individuo pasa por distintas etapas de evolución en las que se producen cambios, en el
mismo y sus relaciones con los demás.
Freud describió las etapas y las zonas donde se centra el placer en cada momento del
desarrollo. Estas etapas nos permiten comprender las características de la personalidad y el
comportamiento.
ANTECEDENTES
Freud observó que durante el temprano desarrollo, el comportamiento de los niños se
orientaba alrededor de determinadas partes del cuerpo (la boca durante el amamantamiento,
el ano durante el baño o la higiene y luego los genitales). Habiendo observado en sus trabajos
anteriores con pacientes histéricas, que las neurosis adultas tienen sus raíces en la sexualidad
infantil, Freud propuso que esos comportamientos de los niños eran expresiones de sus
fantasías sexuales y deseos. Sugirió que los seres humanos, durante su primera infancia, son
"perversos polimorfos", significando esto que los infantes pueden derivar su placer sexual
desde cualquier parte del cuerpo, y que es sólo a través de la socialización que las pulsiones
libidinales son sofocadas en la heterosexualidad adulta.
Debido a que pudo predecir una línea de tiempo de los comportamientos de los niños, Freud
desarrolló un modelo a través de cual consideró lo que sería el desarrollo "normal" del niño,
al cual denominó "desarrollo libidinal". De acuerdo a esta teoría, cada niño atraviesa cinco
fases psicosexuales. Durante cada etapa, la libido tiene diferentes zonas erógenas de acuerdo
a la fuente de sus pulsiones. La libido se refiere a varios tipos de placeres y satisfacciones.
Sin embargo, durante esta búsqueda de satisfacción de las urgencias sexuales, el niño
experimenta fracasos y reprimendas por parte de sus padres o la sociedad y debido a esto
termina asociando angustia con la zona erógena en particular. Para evitar esta angustia, el
niño comienza a preocuparse con los temas relacionados a esta zona, un fenómeno que Freud
denominó fijación. Freud creía que la fijación persistía en la adultez y subyacía a la estructura
de la personalidad y la psicopatología incluyendo neurosis, histeria y desórdenes de la
personalidad. Freud llamó a esto infantilismo psicosexual.
La sexualidad humana es una dimensión fundamental del ser humano, necesaria para
identificar al ser humano como tal y para permitirle realizarse en el amor. La sexualidad está
íntimamente relacionada con la afectividad, la capacidad de amar y la aptitud para
relacionarse con los demás. Incluye el funcionamiento del propio cuerpo, el género
(masculino o femenino), la identidad de género (cómo nos sentimos acerca de ser mujer u
hombre), la orientación sexual (heterosexual, homosexual), los valores sobre la vida, el amor
y las personas. La sexualidad está inmersa en nuestras vidas y se expresa desde que nacemos
a través del desarrollo psicosexual.
Existen características esenciales relacionadas con la sexualidad, en cada etapa del desarrollo
del niño. Desde los estudios de Freud, máximo representante del psicoanálisis y sus aportes
a la psicología, se sabe que existen zonas erógenas, estas son, regiones del cuerpo
susceptibles de producir placer, preponderantes, según la edad. Lamentablemente el placer,
ha estado cargado por nuestra sociedad negativamente de prejuicios, pero en realidad es una
función fundamental en la vida de los seres humanos en la búsqueda de la satisfacción de sus
necesidades. Sentimos placer al comer si estamos con hambre, cuando vemos una buena
película o cuando logramos alguna meta; el placer nos motiva y dirige nuestra conducta. Las
primeras experiencias placenteras del bebé serán la amamantarían y chupar el chupete de
entretención, la región peri bucal se constituye así en la primera fuente de vivencia
placentera, es el órgano de alimentación y la principal fuente de conocimiento del bebé.
a) Desde el nacimiento hasta los seis meses de edad: Ya desde el nacimiento las glándulas
sexuales en el bebé funcionan y sus órganos sexuales ya están desarrollados y es común ver
en los recién nacidos erecciones, así como también es común que el bebé tenga sensaciones
de placer (alimentación, baño). En el momento del nacimiento, el primer objeto de
satisfacción es el seno de la madre que le alimenta y reconforta. Es la boca la primera zona
de su cuerpo que le proporciona este placer (a través del seno, la tetina del biberón, el chupete,
la succión en su conjunto). Satisfaciendo estos deseos de alimento, de respiración, el bebé
recoge sus primeras impresiones sobre el mundo y el lugar que ocupa. Si la madre le coge
tiernamente cuando le da el pecho, el niño vivirá este período oral en un clima de felicidad y
confianza.
A los 6 meses, va siendo capaz de sentir un amor muy emocional con sentimientos de
rivalidad y de posesión (específicamente por la madre). Sus comportamientos se centran en
su propio cuerpo, repiten comportamientos placenteros que primero se presentan al azar.
b) De los seis meses al año de vida: Una fase caracterizada por el mordisqueo de objetos
(debido al crecimiento de los dientes), el primero de los cuales es el seno materno,
complementando la simple succión del estadio anterior. La zona erógena de esta etapa (zona
de placer) es la boca y el aparato digestivo. Se obtiene placer a través de la comida. A los
nueve meses el registro emocional se enriquece, aparece la cólera, la ternura y un interés
nuevo por el padre.
c) Del primer año de vida a los dos años: El niño comienza a interesarse por los otros niños
pero no se trata más que de relaciones paralelar. En esta etapa los niños experimentan
sensaciones placenteras al retener y evacuar la orina y los excrementos, así como en observar
y tocar sus genitales y deposiciones. Todo esto constituye la forma en que los niños van
aprendiendo a reconocer su cuerpo, sus necesidades y sensaciones de placer.
d) De los dos años a los tres años de vida: Se aguda la formación del "yo". Progresivamente
aparece el "mío". El niño repite a veces inoportunamente algunos gestos. Los signos afectivos
se hacen más convencionales, descubren las diferencias entre los hombres y mujeres,
observarán que los varones tienen pene y las mujeres tienen vagina, tendrán mucha
curiosidad, les llamará la atención por ejemplo el hecho que los varones orinen de pie y las
mujeres lo hagan sentadas, se darán cuenta que existen diferencias entre sus cuerpos y el
cuerpo de los adultos.
e) De los tres a cuatro años: Después de los 3 años se manifiesta la curiosidad por las partes
corporales y paralelamente, como una expresión bastante elaborada de la curiosidad,
comienzan a aparecer los llamados "juegos sexuales", al doctor, a la mamá, etc.
f) De los cuatro a cinco años: Comienzan las teorías infantiles acerca del origen de los niños.
Estas teorías se van haciendo cada vez más realistas, pero siempre ingenuas y fantasiosas.
Esto depende del grado de información que tenga el niño, de la presencia de hermano y
hermanas, de las conductas y actitudes de los padres, etc. Esta etapa, la niña y el niño
descubren sus órganos sexuales, a causa de la excitación de la micción y por los tocamientos
repetidos que tienen lugar durante el aseo. Los niños de esta edad empiezan con los "porque".
Cuando los adultos responden las preguntas sexuales, el niño percibe lo prohibido. El papel
de las relaciones sexuales entre los padres todavía les resulta oscuro. Aparecen otros tipos de
preguntas acerca de la diferencia entre un niño y una niña.
Freud describió las etapas y las zonas donde se centra el placer en cada momento del
desarrollo. Estas etapas nos permiten comprender las características de la personalidad y el
comportamiento.
CAPITULO II
FREUD Y EL DESARROLLO PSICOSEXUAL
El yo, sin embargo, está bajo formación durante esta primera etapa. Hay dos factores que
contribuyen a la formación del mismo. En primer lugar, la imagen corporal es desarrollada,
lo cual implica que el niño reconoce que su cuerpo se diferencia del mundo exterior. Por
ejemplo, comenzará a darse cuenta que uno siente dolor solamente cuando éste se aplica al
propio cuerpo. A través de la identificación de los límites de su cuerpo, uno comienza a
desarrollar el sentimiento del yo. Un segundo factor al que le es atribuida la formación del
yo son las experiencias implicadas en el retraso de la satisfacción que conducen a la
comprensión de que conductas específicas pueden satisfacer algunas necesidades. El infante
gradualmente se da cuenta de que la satisfacción no es inmediata y que tiene que producir
determinados comportamientos para iniciar acciones que conduzcan a esa satisfacción. Un
ejemplo de conducta semejante es el llorar, que parece no tener finalidad durante los primeros
dos meses de vida, pero luego parece ser usado productivamente y está conectado con
determinadas necesidades.
La experiencia clave en esta fase es el destete, durante el cual el niño pierde mucho del
contacto íntimo con su madre y esto da lugar al primer sentimiento de pérdida. El destete
también le provee al bebé conciencia de sí mismo, desde que aprende que no todo está bajo
su control, y tampoco la satisfacción es siempre inmediata.
El conflicto más importante de esta etapa es el llamado complejo de Edipo, nombre derivado
de Edipo, quien asesinó a su padre e involuntariamente durmió con su madre. Freud usa el
término Edipo para ambos sexos pero otros analistas propusieron un variante femenina
denominada "Complejo de Electra". En un comienzo, para ambos sexos la primera fuente de
cuidados (al menos en la mayoría de las sociedades) y satisfacciones es la madre. A medida
de que los niños se desarrollan, sin embargo, comienza a formarse una identidad sexual y la
dinámica para varones y niñas se altera. Para ambos sexos, los padres devienen el foco de su
energía pulsional.
2.2.1. Etapa oral: Desde el nacimiento hasta el destete. El niño poco a poco se va
identificando con su madre; si ella sonríe el también, si ella habla el balbucea, etc. Durante
la dentición el sufrimiento es calmado al morder. El mordisco es su manifestación agresiva
y su impedimento o no tendrá importancia en el desarrollo de su agresividad. Por eso el
destete debe comenzar antes de este periodo para que el bebe pueda chupar y morder no solo
objetos sino comida sólida, sin provocar prohibiciones.
2.2.2. Fase oral: El bebe se encuentra en un estado de desamparo total y esto hace que
dependa de su madre, a través del llanto el recién nacido pedirá para obtener la satisfacción
de sus necesidades. Ejemplo: cuando llora le responden con un biberón, así a través de la
satisfacción de sus necesidades se construye un vinculo con su mama, el cual será de gran
importancia para su desarrollo.
El juego en esta etapa es una actividad que proporciona placer autoerótico porque se lleva al
cabo en el propio cuerpo. Por lo general esta relacionado con la alimentación. Poco a poco al
separarse de su madre el niño comienza a transferirle las propiedades de su cuerpo a "objetos
transicionales" (un pañal, una sabanita, un oso de peluche, etc.) ya que permiten crear un
espacio intermedio entre el bebe y la mama. Estos objetos son acariciados y maltratados
(libido y agresión) para expresar su ambivalencia afectiva.
2.2.3. Etapa anal: En esta etapa el niño descubre junto con el control del esfínter
el poder que esto le trae, dar o no dar según quiera. Se adueña de su cuerpo el decide si quiere
ir o no ir al baño. Su independencia comienza a tomar forma.
La expulsión de los excrementos produce emociones contradictorias en el niño, por un lado
intenta recompensar a la madre con ellos y por el otro, cuando se constipa expresa el
desacuerdo o la negación a someterse a la negación de los deseos de la madre.
El niño siente placer cuando es higienizado por su madre, esto es una de las dificultades que
el niño sufre al pasar a esta etapa, al no tener esa satisfacción el niño se niega a controlar el
esfínter y esto dificulta aun más el desarrollo.
Por otro lado el niño al descubrir este poder de manejo de su cuerpo se siente grande, mayor
e importante como algún hermanito o amiguito mayor que ya aprendió a hacerlo, y si es
alagado, felicitado y hasta recompensado por ello la satisfacción de haber superado esta etapa
es aún mayor que la satisfacción al ser higienizado por su madre.
El control del esfínter requiere dos renuncias: por un lado debe renunciar a jugar con sus
propios excrementos y por otro debe renunciar a hacer sus necesidades en cualquier sitio y
horario.
El niño trata de imitar al adulto en sus gestos, en sus conductas y en sus palabras.
2.2.4. Fase anal: Esta fase se inicia por el avance de maduración. En esta fase la "caca" para
el niño adquiere un importante valor, ya que le otorga un carácter de "regalo" que entrega
como signo de amor a su madre. Pero también cobra una carga agresiva, constituyendo un
elemento a través del cual se descargan las desilusiones y frustraciones con los objetos
amados. En esta etapa cobra importancia la ambivalencia afectiva: amor-odio.
El juego en esta fase es donde el niño le da un enorme placer por la suciedad y el desorden,
así como por el dominio y la destrucción, que están relacionados con la zona corporal
dominante y la actividad que se despliega el niño en esta etapa.
En este juego se utilizan varios objetos como por ejemplo: juguetes para llenar-vaciar, que
puedan rodar (a partir de los cuales el niño experimenta un gran placer), etc.
2.2.5. Etapa fálica: Esta etapa dura entre los 4 y 6 años; la niña y el niño descubren sus
órganos sexuales, a causa de la excitación de la micción y por los tocamientos repetidos que
tienen lugar durante el aseo.
Los bebes tienen juegos eróticos manuales y generalmente esta actividad que ellos realizan
cesa por si misma y vuelve a aparecer a los 3 años. Descubren la diferencia de los sexos.
Los padres le imponen una renuncia al interés que tienen por tocarse en nombre de
la estética y la moral; y el niño se adapta a dicha imposición a fin de retener el amor paternal.
Cuando lo logra, se vuelve a centrar en su interés por los genitales.
Los niños de esta edad empiezan con los "porque". Cuando los adultos responden las
preguntas sexuales, el niño percibe lo prohibido. El papel de las relaciones sexuales entre los
padres todavía les resulta oscuro.
Entre los 4 y 5 años aparecen otros tipos de preguntas como el de: ¿Cuál es la diferencia entre
un niño y una niña? Los padres intentan explicar que la niña no tiene pene. El niño trata de
negarlo pensando que tienen uno más pequeño o que le va a crecer. Sin embargo, piensa de
que la madre también tiene pene, pues al niño le resulta imposible creer que la madre carezca
de el.
Hacia los 3 o 4 años, el niño se comporta en relación con la madre como un adulto, quiere
ocupar el lugar del padre. Para el niño, hasta esta etapa, el más importante amor ha sido la
madre y sigue siéndolo.
2.2.7. Etapa de latencia: Es una etapa que se emplea en la adquisición de los conocimientos
necesarios para la vida. Se olvidan las vivencias sexuales infantiles y este olvido posibilita la
escolarización.
A esta edad, pueden aparecer trastornos escolares o dificultades para expandirse socialmente,
porque el niño no tiene confianza en si mismo. La causa puede ser de una deficiencia
intelectual real; pero generalmente las dificultades obedecen a conflictos emocionales que
padecen los niños debido a distintas situaciones, tales como divorcios,
duelos, enfermedades y/o peleas que perturban la atmósfera familiar.
La libido que antes estaba depositada en el progenitor del sexo opuesto, ahora esta puesta
al servicio de actividades escolares de aprendizaje.
De este modo el niño queda libre para establecer vínculos con grupos de pares, maestros y
otras personas.
2.2.8. Adolescencia o genitalidad: Durante esta etapa se produce una transformación, por
lo cual la consideramos como un tiempo de cambio, aparece el despertar sexual, pero no el
primero. Se llama "secundario" porque ya durante la primera infancia el niño ha atravesado
por un prime despertar sexual.
Adolescencia se refiere a hacerse grande, estar en crecimiento, lo cual ha llevado a considerar
la adolescencia como la etapa previa a la adultez. Freud no habla de "adolescencia" sino de
"pubertad". Y nombra la metamorfosis que se produce con el despertar sexual: la
resignificación de la dramática edipica.
En este momento se alcanzan la amplitud para el coito y la capacidad reproductora. Pero la
inmadurez psicológica del adolescente hace que este fin no sea logrado tan fácilmente.
La pubertad se presenta entonces como un salto, una irrupción que discontinua los tiempos
de la infancia.
Los cambios más importantes son: la liberación de la autoridad de los padres; el
sepultamiento del complejo de Edipo, el encuentro de un objeto de amor en el mundo exterior
al familiar y que se accede a la conformidad sexual definitiva.
Se espera del adolescente una inserción autónoma en el medio social y que alcance el estatus
primario: asumir una independencia que lo exprese personalmente y dirigirse hacia roles y
metas que tengan consonancia con sus habilidades y que estén de acuerdo con las
probabilidades ambientales. El joven procura que sus sentimientos de adecuación
y seguridad provengan de sus propias realizaciones, las que confronta frecuentemente con su
grupo de pares o compañeros de edad similar.
En la adolescencia temprana se tiende a establecer una relación cercana de amistad con uno
o más amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho y el contacto con miembros del otro
sexo suele hacerse en grupo. Hay una fuerte desidealización de las figuras de autoridad,
tendiendo al distanciamiento, desobediencia y evitación de dichas figuras.
En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor relevancia. Es
aquí donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio, grupos deportivos, grupos
de amigos, etc. Estas pertenencias desempeñan variadas funciones, siendo las principales:
- Proporcionarle al individuo la oportunidad de aprender a relacionarse con sus compañeros
de edad.
- Aprender a controlar su conducta social.
- Adquirir destrezas e intereses propios de la edad.
- Compartir problemas y sentimientos comunes.
En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de pares, lo que aumenta
la distancia con los padres, existiendo una tendencia "anti-adulto".
En la adolescencia tardía los valores del grupo dejan de tener tanta importancia, siendo los
propios valores acordes a la identidad los que se privilegian. Respecto a las figuras de
autoridad, se comienza a producir una reconciliación y reparación.
Como ya se ha mencionado, una de las tareas más importantes del adolescente es consolidar
su identidad. Esta supone identificarse permanentemente con sus objetivos, con sus
ambiciones relativas a la sexualidad, con el tipo de relaciones que establece con los otros,
etc.
La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las bromas groseras
respecto al sexo, la falta de información, las vivencias desagradables o inesperadas con el
otro, etc. pueden afectar una sana identidad sexual. Incluso las experiencias traumáticas en
esta etapa pueden complicar la identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones
psicopatológicas.
2. El individuo pasa por distintas etapas de evolución en las que se producen cambios, en el
mismo y sus relaciones con los demás. Estas son denominadas etapas de evolución de la
libido; la libido es la energía que corresponde a la sexualidad.
BIBLIOGRAFÍA
2. Martínez, W.. (1995). Sexualidad: Sus conceptos básicos. Río Piedras, Puerto Rico: Editorial
Cultural.
3. http://html.rincondelvago.com/desarrollo-psicosexual-del-ser-humano.html
4 http://www.buenastareas.com/ensayos/Desarrollo-Psicosexual-Sigmund-Freud/1699990.html
Desarrollo psicosexual
es un concepto central de la teoría psicoanalítica de las pulsiones sexuales que supone que el
ser humano está dotado, desde el nacimiento, de una libido (energía sexual) que se desarrolla
en cinco etapas (fases oral, anal y fálica, período de latencia y fase genital), de las cuales las
tres primeras y la última están caracterizadas por el predominio de una zona erógena rectora,
que es la principal fuente de las excitaciones pulsionales durante esa etapa, mientras que en
el período de latencia se produce un aquietamiento de la pulsión. Freud creía que si el niño
padecía una frustración sexual en cualquier punto del desarrollo psicosexual, podía
experimentar ansiedad y existía la posibilidad de que esta se prolongara en la edad adulta
como una neurosis, un trastorno mental funcional.12
Sigmund Freud observó que durante las diferentes etapas del desarrollo en la primera
infancia, el comportamiento de los niños se organizaba en torno a las excitaciones
procedentes de determinadas partes del cuerpo, por ejemplo la boca durante
el amamantamiento o el ano durante la enseñanza del control esfinteriano. Argumentó que
la neurosis adulta tiene sus raíces en la sexualidad infantil y que, por lo tanto, las conductas
adultas neuróticas eran expresiones de sus fantasías y deseos sexuales. Esto se debe a que los
humanos son en su infancia perversos polimorfos: los niños pueden extraer placer sexual de
cualquier parte del cuerpo y la socialización dirigiría los impulsos libidinales hacia
la heterosexualidad adulta.3 Dada la predictibilidad de la evolución del comportamiento
infantil, propuso el desarrollo libidinal como un modelo de desarrollo sexual infantil normal.
Faces del desarrollo psicosexual
La primera parte del cuerpo que cobraría importancia en calidad de zona erógena,
desempeñando esa función desde el momento mismo del nacimiento, es la boca, de suerte
que, de inicio, toda actividad psíquica persigue el propósito de una ganancia de placer oral.
Aunque la satisfacción pulsional en esa parte del cuerpo se apuntala en la de las necesidades
nutricias, Freud advierte que no ha de confundirse fisiología con psicología, dado que el
chupeteo del niño no tarda en hacerse independiente de la alimentación, procurándole una
prima de placer que cabe denominar sexual. El surgimiento de las primeras mociones sádicas
tiene lugar durante esta fase oral y da ocasión de ello la aparición de los dientes. Bien es
sabido, sin embargo, que es en la etapa sádico-anal cuando tales impulsos adquieren mayor
vigor: la satisfacción queda entonces enlazada a la agresión y la función excretoria. El autor
aclara que el carácter libidinal de la agresividad es correlato de la indisoluble mezcla
pulsional entre tendencias eróticas y destructivas en la que el sadismo consiste. La
satisfacción de una aspiración pulsional netamente destructiva o de aquella porción de la
pulsión de muerte que no ha atravesado las fronteras del yo no sería apta para producir
sensaciones placenteras, lo que no quita que el masoquismo revele una constitución híbrida
similar a la del sadismo. La fase fálica prefigura la conformación sexual adulta y en ella se
destaca solo la función de los genitales masculinos, dado que los femeninos son aún ignotos
para el niño. Freud considera que es probable las tempranas excitaciones vaginales de las que
se habla correspondan en realidad al clítoris, hecho que ―tratándose el clítoris de una
estructura homologable al pene― no opone reparos a la designación de esta etapa como
fálica. El niño, en su intento de representarse la posibilidad del nacimiento, todavía presta
creencia a la teoría de la cloaca, a la cual Freud ―acaso preso de un sintetizador afán
biologicista― concede “justificación genética”.4
El primer embate pulsional llega a su punto culminante en la fase fálica, después de la cual
se precipita su aplacamiento. Si bien tanto el niño como la niña habían subordinado desde el
inicio su actividad intelectual a la investigación sexual y creído en la premisa universal del
pene, el desarrollo psicosexual de uno y otra divergirá de aquí en más. El varón ingresará en
el complejo de Edipo y comenzará a masturbarse, hábito sostenido en fantasías referidas a
alguna clase de actividad que involucre a su pene y a su madre ―hablar de coito sería
precipitado dado que el niño aún no ha llegado a colegir la existencia de abertura vaginal―
y a menudo interrumpido cuando la amenaza de castración sumada al descubrimiento de la
ausencia de pene en la niña lo sumen en un gran trauma que dará lugar al período de latencia.
Ella, en cambio, extraerá indelebles improntas en su carácter del reconocimiento de estar
desprovista de pene o, en los términos del autor, de “su inferioridad clitorídea”, el cual con
frecuencia conduciría a que se distanciase de la actividad sexual.5
Estas tres etapas no vienen a sustituirse entre sí, sino que toda nueva etapa se superpone a la
anterior. En los primeros tiempos del desarrollo psicosexual, cada pulsión fragmentaria se
preocupa por granjearse la satisfacción de manera independiente de las otras, y no es sino
hasta el advenimiento de la fase fálica cuando se aprecian los primeros esbozos de una
constitución pulsional en la que los genitales ganan preeminencia por sobre las aspiraciones
correspondientes a otras zonas erógenas. La definitiva conformación sexual solo se instala
en la fase genital, sucesora del período de latencia, durante la pubertad. En esta cuarta y
última etapa del desarrollo libidinal, aún producen efectos muchas de las primigenias
investiduras infantiles, algunas de los acciones destinadas a la satisfacción de los afanes
pulsionales parciales son incorporados al comercio sexual en calidad de actos preparatorios,
preludios del coito que acarrean la producción de un placer previo, y a otros requerimientos
pulsionales no se les admite en la plasmación definitiva de la vida sexual y sucumben a
la represión, pudiendo también ser sublimados o contribuir en la formación de rasgos de
carácter.
Las inhibiciones en este intrincado desarrollo se manifiestan como lo que Freud denomina
“las múltiples perturbaciones de la vida sexual”, las cuales presuponen fijaciones libidinales
en fases primitivas, cuyos fragmentarios afanes pulsionales querrán conquistar la satisfacción
en perjuicio de la “meta sexual normal”; en esto último consistiría la perversión. Lo más
habitual es que los procesos necesarios para alcanzar una constitución normal ni se ejecuten
de manera perfecta ni falten por completo, de suerte que el resultado habrá de ser analizado
en términos de un relativo fracaso o éxito de tales procesos, cobrando así gran importancia
el factor cuantitativo. Una consumación parcial permitiría una instauración de la genitalidad
que se vería, empero, empobrecida debido a la incapacidad de buena parte de la libido para
sustraerse de las fijaciones y al menoscabo que ello representaría para la síntesis pulsional.
Esto también provocaría que, en caso de que el individuo encuentre obstáculos que afecten
sus posibilidades de satisfacciones genitales, la libido tienda a regresar a posiciones pre
genitales de origen infantil. Freud agrega que los fenómenos, sean normales o no, han de ser
analizados tanto desde una perspectiva dinámica como desde una económica, concerniendo
esta última a la distribución cuantitativa de la libido; y que las perturbaciones de las que el
psicoanálisis se venía ocupando hallaban su etiología en la primera infancia del individuo.
Para Freud, la sexualidad humana es una de las principales vertientes de la energía vital
que mueve el comportamiento del ser humano. Esta energía, a la que se le puso el nombre
de libido, es la fuente de los impulsos que para el padre del psicoanálisis hacen que tendamos
hacia ciertos objetivos a corto plazo y, a la vez, obligan a otras instancias de nuestra psique
a reprimir estas tendencias para no ponernos en peligro o no entrar en conflicto con el entorno
en el que vivimos.
La energía vital que se expresa a través de la sexualidad, según Freud, está presente ya desde
las primeras semanas de nuestra vida, lo cual significa que nuestra vertiente sexual no nace
en la adolescencia, tal y como muchos investigadores de su época sostenían.
Pero las repercusiones de esto no tienen que ver simplemente con localizar el inicio de
nuestro desarrollo sexual en uno u otro punto de nuestro calendario vital. Tiene implicaciones
profundas en el modo en el que freud relacionaba nuestra personalidad con nuestra
vertiente íntima, afectiva y basada en impulsos.
Una de las ideas esenciales detrás de la teoría del desarrollo psicosexual de Freud es que el
modo en el que gestiona la satisfacción de la libido durante la infancia deja unas huellas en
nuestro inconsciente que se harán notar durante la vida adulta.
Así, si los factores externos a un niño hacen que no pueda satisfacer estas tendencias tal y
como se desearía (por ejemplo, a causa de las reprimendas de sus padres), esta angustia se
traduce en una fijación que tiene que ver con ideas relacionadas a una zona erógena en
concreto (que no tiene por qué estar en el área genital). Para Freud, por tanto, en el
desarrollo psicosexual interviene tanto la biología como la crianza.
Otros seguidores de la corriente psicodinámica terminaron rechazando la visión determinista
de Freud, según la cual la parte inconsciente de nosotros mismos nos manipula
constantementesin que podamos hacer demasiado al respecto. Sin embargo, esta forma de
pensar hizo que Freud crease la teoría del desarrollo psicosexual, una de mas más recordadas
en la historia de la psicología.
Las etapas del desarrollo y sus fijaciones
A partir de los diferentes modos en los que la etapa de crecimiento de los menores condiciona
la aparición de uno u otro tipo de fijación, Sigmund Freud formuló la teoría que uniría la
sexualidad con el desarrollo del inconsciente freudiano.
En ella, se propone que en los primeros años de nuestras vidas atravesamos distintas etapas
de desarrollo vinculadas a la sexualidad y a distintas fijaciones, y que lo que ocurra durante
ellas influirá en el modo en el que el inconsciente condicione a la persona una vez haya
llegado a la adultez. Es decir, que cada una de las etapas del desarrollo psicosexual marcarían
los tempos que delimitan qué tipo de acciones son necesarias para expresar la líbido de
manera satisfactoria y cuáles pueden llegar a crear conflictos que queden enquistados en
nosotros de manera inconsciente.
Según la teoría freudiana, las etapas de desarrollo psicosexual y sus características son
las siguientes.
1. Etapa oral
La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen
los primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la boca
es la principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las principales
zonas del cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto explicaría la
propensión de los más pequeños a intentar "morderlo" todo.
Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para satisfacerse, esto podría
producir un bloqueo que haría que ciertos problemas quedasen fijados en el inconsciente
(siempre según Freud).
2. Etapa anal
Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trapa
de la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta
actividad está vinculada al placer y la sexualidad.
Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la
acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el primer
caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo.
3. Etapa fálica
Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de los
genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero también se
originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre hombres y mujeres,
niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la forma de los genitales y
terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.
Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de Edipo", en el que los
niños varones sienten atracción hacia la persona que ejerce el rol de madre y sienten celos y
miedo hacia la persona que ejerce el rol de padre. En cuanto a las niñas que pasan por esta
etapa del desarrollo psicosexual Freud "adaptó ligeramente la idea con Complejo de Edipo
para que englobas a estas, a pesar de que el concepto había sido desarrollado para que cobrase
sentido principalmente en los varones. Fue más tarde cuando Carl Jung propuso el complejo
de Electracomo contraparte femenina al Edipo.
4. Etapa de latencia
Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa
de latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general, por
representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por parte de
los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es por eso que
Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más camuflada que en las
anteriores.
La etapa de latencia ha estado asociada a la aparición del pudor y la vergüenza relacionada
con la sexualidad.
5. Etapa genital
La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con
los cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del desarrollo
psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no se puede reprimir
con la misma eficacia que en etapas anteriores.
La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales, pero a
diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las competencias
necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de carácter más abstracto
y simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con otras personas. Es el
nacimiento de la sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada solo a las simples
gratificaciones instantáneas y obtenidas mediante actividades estereotípicas.
La teoría freudiana, en contexto
La teoría del desarrollo psicosexual puede llevar a producir cierto alarmismo si se piensa que
una mal gestión de la educación de los menores durante estas fases puede dejarles
con traumasy todo tipo de trastornos si no se entienden bien las ideas de Freud. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que esta teoría durante fue formulada y desarrollada
en un punto en el que la psicología acababa de nacer.
Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos concretos de pacientes que
conocía, es decir, que su manera de investigar se fundamentaba en una mezcla de estudios de
casos e interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de las personas.
Apenas establecía hipótesis que pudieran ser contrastadas con la realidad, y cuando lo hacía,
se limitaba a observar, no a realizar experimentos. La teoría del desarrollo psicosexual no fue
una excepción a esta norma.
Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la teoría del desarrollo
psicosexual utilizando para ello análisis estadísticos, porque la formulación de estas ideas se
basaba en la interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y de su pasado.
En parte por esto y en parte porque el psicoanálisis freudiano no se ciñe a la epistemología
usada en la ciencia actual, no hay ningún motivo para pensar que esta teoría sirve para
explicar y predecir los problemas vinculados a la sexualidad y la socialización de las
personas. Eso significa que la teoría psicosexual no puede servir para detectar señales de
alarma acerca de si los niños o adolescentes se desarrollan correctamente o no, ni puede servir
para asegurar que los trastornos mentales se deben a esta clase de mecanismos.
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