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En los últimos años se han visibilizado casos en que las instituciones educativas, a

través de sus profesores y cuerpos directivos, han realizado acciones discriminatorias


contra sus estudiantes a causa de su orientación sexual o identidad de género. Muchas
de estas conductas han sido legitimadas en sus manuales de convivencia, los cuales,
a pesar de la existencia de una Constitución Política que reconoce la igualdad para
todos y todas, siguen reproduciendo normas de conducta donde se castiga la
diversidad; por otro lado, también se encuentra que las instituciones, más allá inclusive
de sus manuales y el ordenamiento jurídico, reproducen prejuicios y la discriminación,
poniendo en riesgo el ejercicio de derechos de sus estudiantes.

Estas situaciones en Colombia se pusieron en mayor evidencia después de los hechos


ocurridos en 2015, cuando Sergio Urrego Reyes, un joven gay que estudiaba en un
colegio en Bogotá, se quitó la vida luego de padecer y hostigamiento que realizaron
miembros del cuerpo directivo de la institución educativa donde estudiaba, quienes lo
acusaron de acoso sexual y de cometer una falta al Manual de Convivencia del colegio
– se prohibía la homosexualidad – por el hecho de haberse dado un beso con un
compañero, con quien sostenía una relación afectiva. Con su muerte, personas LGBTI
y organizaciones defensoras de derechos humanos iniciaron una batalla jurídica y social
para acabar la discriminación de los niños, niñas y adolescentes con orientación sexual
e identidad de género diversa en las instituciones educativas.

En consecuencia, para atender al caso de Sergio se presentaron acciones de tutela


contra el plantel educativo por la discriminación y hostigación que sufrió, con el
propósito que se reconociera que se vulneraron sus derechos sus derechos a
la intimidad y buen nombre, igualdad y no discriminación, libre desarrollo de la
personalidad, el derecho a la educación, la prevalencia de los derechos de los menores
de edad y el derecho al debido. Estos derechos finalmente fueron tutelados por la Corte
Constitucional de Colombia en la sentencia T-478 de 2015, que reconoce que casos
como el de Sergio no pueden seguir ocurriendo bajo la legitimación de manuales de
convivencia que no son coherentes con el ordenamiento jurídico colombiano, por lo que
ordenó al Ministerio de Educación Nacional que en un plazo no mayor a un año
realizara una revisión extensiva de los manuales de convivencia de los planteles
educativos en Colombia, con el fin de verificar y realizar las acciones pertinentes para
que estén en concordancia con Constitución Política y los principios de Colombia como
un Estado democrático, participativo y pluralista, fundado en el respeto de la dignidad
humana (Art. 1), la igualdad y prohibición de la discriminación (Art. 13).

No obstante el fallo de la Corte Constitucional, aún persisten escenarios de violencia en


los colegios e instituciones educativas contra los jóvenes con orientaciones sexuales e
identidad de género diversa, donde se presentan casos de bullying cuando son
atacados por sus compañeros y casos de discriminación por parte de directivos y
profesores, como en el caso de Sergio, quienes legitiman su actuar con base a
manuales de convivencia que desconocen los postulados de nuestra Constitución
Política.
SENTENCIA T-563 DE 2014

La corte reconoce la existencia de la Ley de convivencia escolar, cuando afirma que recientemente
y debido a las circunstancias de violencias generadas dentro de planteles educativos, se expidió la
ley 1620 de 2013, con el propósito de establecer mecanismo de prevención, protección, detención
temprana, y denuncia sobre la violencia escolar, entre las que se encuentra la censura.

Se define la censura como un fenómeno social y una forma de maltrato especifico, intencional,
perjudicial, reiterado, continuo, discriminatorio y persistente de un ámbito escolar.

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