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µ = µ0µ r = H/B
La que está representa por el área sombreada entre la curva y el eje de ordenadas en la
figura 9.
La energía anterior se puede expresar por unidad de volumen, también denominada
“densidad de energía”. La que está representa por el área sombreada entre la curva y el
eje de ordenadas en la figura 10.
Para reducir estas corrientes, se procede a aumentar la resistencia del camino que ellas
recorren, ya sea utilizando materiales ferromagnéticos más resistivos, como ciertas
cerámicas, tales como las “Ferrites”, utilizadas en altas frecuencias, pero la solución más
empleada desde frecuencias industriales hasta las audiofrecuencias es proceder a
laminar el núcleo y aislar las chapas entre sí, como se muestra en la figura 13.
El laminado del núcleo alarga los caminos que deben recorrer las corrientes y reduce su
valor y consecuentemente las pérdidas. Éstas resultan:
Tanto en la expresión (44) como en la (45) se puede observar que estas pérdidas
dependen del cuadrado del espesor de la chapa magnética. Desde este punto de vista
convendría hacerlas del menor espesor posible; pero lamentablemente esto tiene sus
inconvenientes: encarece la fabricación de la chapa, complica el armado del núcleo y por
sobre todas esas cosas, se reduce la sección efectiva de acero; en efecto si las chapas son
más delgadas, habrá mayor cantidad de ellas y también mayor cantidad de capas
aislantes entre las mismas, que no son ferromagnéticas y no contribuyen a la circulación
del flujo. Esto conduce a la definición de un “factor de apilado” que se estudiará más
adelante. Por lo expresado en el párrafo anterior se deduce que la elección del espesor
de las chapas es una solución de compromiso. En los reactores y transformadores de
potencia que trabajan a frecuencia industrial, se utilizan chapas de 0,25 a 0,45 mm de
espesor, este último valor para pequeños transformadores no muy exigidos. En las
máquinas eléctricas rotativas el espesor de las chapas varía aproximadamente entre 0,4
a 1 mm, dependiendo de la frecuencia del flujo en esa parte del núcleo. Las chapas se
comercializan recubiertas de un fosfatizado para evitar la oxidación de las mismas, lo que
por sí dificulta la circulación de las corrientes parásitas, pero esto no es suficiente. Para
garantizar la aislación entre las chapas, las mismas vienen cubiertas con una fina capa de
barniz, que les confiere un característico color amarillo verdoso. Esta capa de barniz debe
ser suficientemente fina para no desaprovechar mucho el espacio y suficientemente
gruesa como para garantizar su resistencia mecánica y la uniformidad de su espesor;
como las diferencias de potencial entre las chapas son fracciones de volt, el aspecto
dieléctrico queda garantizado por las condiciones mecánicas.
c) PÉRDIDAS TOTALES EN EL HIERRO: Las expresiones dan las pérdidas por unidad de
volumen, o sea que para obtener el valor total de pérdidas que le corresponde a un
núcleo, hay que multiplicarlas por el volumen del mismo.
En esta expresión VFe es el volumen real del núcleo, es decir sin contar las separaciones
aislantes entre chapas, para lo cual se debe tener en cuenta el, ya mencionado, factor de
apilado, que está definido por la relación:
Este factor de apilado solamente será igual a la unidad en el caso de tratarse de un núcleo
macizo. Valores típicos de factores de apilado se encuentran entre 0,85 y 0,95. Cuanto
más delgadas son las chapas, tanto más bajo es el factor de apilado y también si las
chapas se encuentran dobladas u oxidadas, baja este factor. Un bajo factor de apilado
hará que la máquina resulte más voluminosa, lo que implica mayores costos y mayores
pérdidas de energía. Por eso es importante el cuidado de las laminaciones y, como ya se
dijo, la elección de su espesor es una solución de compromiso que debe ser estudiada
detenidamente.
Donde la “sección aparente” y el “volumen aparente” son las obtenidas a partir de las
dimensiones del núcleo. De lo dicho resulta que el conocimiento del valor del factor de
apilado con que se trabaja es un dato importante en el diseño de una máquina. Una vez
construido el núcleo, o utilizando una muestra, se puede obtener dicho factor a partir de
la masa GFe del mismo y de su densidad γFe , valor éste dado por el fabricante de la chapa
magnética:
En la expresión anterior se desprecia el peso del material aislante entre chapas que, de
hecho posee una densidad y un volumen mucho menores que los del acero. En realidad,
las ya citadas expresiones dan las dependencias funcionales de las pérdidas en el hierro,
es decir de que dependen, y sirven para saber cómo reducirlas o analizar cómo va a variar.
Llegado el momento de calcular las pérdidas que le corresponden a un dado núcleo, se
debe recurrir a las curvas provistas por los fabricantes de las chapas magnéticas, estas
curvas son los resultados de muchas mediciones realizadas, en condiciones normalizadas,
sobre muestras de chapas de distintas aleaciones, espesores y a distintas frecuencias.
Entre las curvas características que suelen ofrecer los fabricantes de chapas magnéticas
se encuentran: las de magnetización con corriente continua y con corriente alterna, la
variación de las pérdidas con la frecuencia, lazos de histéresis, permeabilidad en corriente
continua e incremental, y otras para aplicaciones particulares. Con relación al tema en
estudio, interesan las que dan la potencia total de pérdidas y los volt ampere de
excitación, ambas en función del valor máximo de la inducción magnética, para chapas
de una composición dada (grado), un dado 17 espesor (calibre) y una dada frecuencia,
como se muestra en las figuras 14 y 15. A fin de generalizar su aplicación, en abscisas se
representan, en escala logarítmica, las pérdidas totales específicas, es decir en watt por
unidad de masa del núcleo. .