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Aunque parezca extraño, sentir ansiedad o estrés es parte de nuestra amplia gama de
mecanismos de defensa.
La ansiedad es una respuesta frente a las amenazas; está orientada a combatir el peligro
o a escapar de él de manera inmediata.
Desde tiempos remotos, el estrés actúa como una forma automática de activar la
ejecución de conductas de autopreservación.
En estos casos, es frecuente escuchar la expresión “tengo los nervios de punta”, la cual
alude a la ansiedad en su máxima expresión.
El problema radica cuando mal interpretamos la situación y ésta termina por controlarnos,
convirtiéndose en motivo de sufrimiento.
Cada uno de ellos, está ampliamente descrito en la bibliografía donde se puntualizan sus
particularidades.
Ahondar en los mecanismos que se activan en situaciones potencialmente generadoras
de ansiedad nos ayudará a comprender el alcance de nuestras reacciones.
Cuando identificamos una señal de peligro real o anticipada, el cerebro activa al sistema
nervioso simpático.
Con la puesta en marcha de este sistema, se agilizan los mecanismos necesarios para
prepararse para la acción e incrementar los niveles de energía corporal.
Adrenalina y noradrenalina son potentes mensajeros químicos del sistema nervioso que
permanecen en circulación durante algún tiempo.
Por otro lado, el cortisol favorece el incremento de los niveles de azúcar sanguíneo y
energía, a partir del metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos.
Con este efecto negativo, niveles elevados de cortisol generan una mayor incidencia de
infecciones, debido a los deteriorados mecanismos de defensa celular.
Éste restablece las variables vitales y devuelve al organismo sus niveles basales.
Sin embargo, tal y como veremos más adelante, la ansiedad desbordada excede la
capacidad de compensación y genera síntomas que van de lo físico a lo conductual.
En primer lugar, es necesario identificar los síntomas del estrés y la ansiedad para reducir
su impacto en nuestras vidas.
https://nutricioni.com/basta-de-tensiones-como-identificar-y-aliviar-el-estres/
Los síntomas físicos de la ansiedad pueden ser variables en número, frecuencia y forma
de presentación, dependiendo en gran medida de quien los experimenta.
Los síntomas físicos de la ansiedad se producen por respuestas fisiológicas que alteran el
funcionamiento normal del organismo.
Pulmones llenos de aire ocupan mayor espacio y chocan contra la parrilla costal,
otorgando una sensación de ahogo, opresión, fatiga y falta de aire.
Son el resultado del aumento de la presión arterial. Además de ello, este incremento
desvía la sangre al tejido muscular, tornando la piel mucho más pálida.
Sentir ansiedad durante tiempo sostenido, conlleva a sufrir dolores de cabeza y espalda
como consecuencia de la rigidez y tensión corporal.
Las molestias estomacales como diarrea, náuseas, estreñimiento o acidez son producto
de la redistribución del flujo de sangre al tejido muscular.
Esto hace más lento el tránsito digestivo y trastorna la función intestinal, reflejando la
extensa influencia del sistema nervioso.
Además de ello, las personas que sufren ansiedad tienen con frecuencia depresión y baja
autoestima.
Ambas condiciones forman parte de un círculo vicioso donde la baja autoestima conduce
a sufrir de depresión.
Además, con frecuencia se tienen pesadillas relacionadas con aquello que nos produce
ansiedad.
La tendencia es ver al mundo como un lugar atemorizante que forma parte de una horrible
pesadilla.
Todos estos síntomas acentúan la creencia de que se está en la ruta para perder la
cordura.
Restringirse al afán que trae consigo cada día, minimiza, al menos temporalmente, el
deseo de tener el control en situaciones futuras.
Irritabilidad y aislamiento: las consecuencias sociales de la ansiedad
Hacer valer los derechos de forma respetuosa sin temor excesivo a posibles conflictos es
un imposible para algunos individuos con ansiedad.
Evitarlos a toda costa, aparta del trabajo, la familia y el entorno académico, lo cual
deteriora aún más la condición psicológica.
Padecer ansiedad altera el normal desenvolvimiento de las personas desde todo punto de
vista.
Recurre a ayuda especializada y toma el rumbo de tus días; mejora tu existencia con
alternativas que proporcionen calidad a tu vivir.
Para contrarrestar este efecto, [asupa] contiene una potente mezcla de hierbas, vitaminas
y frutas que te harán sentir fortalecido.
Con este fin, [asupa] ofrece un mejor manejo de las situaciones estresantes a partir de
Eleutherococcus senticosus.
Esta planta reduce, adicionalmente, los niveles de azúcar en la sangre, mejora la memoria
y tiene un efecto relajante.
Por otra parte, el extracto de raíz de Rhodiola rosea reduce la fatiga y aumenta los niveles
de dopamina y endorfinas.
Este conjunto de frutas, hierbas y vitaminas aporta energía y longevidad a tus días. Di
adiós a las palpitaciones, falta de aire y tensión muscular.
[asupt] es el concentrado natural que mantendrá tus nervios bajo control, haciéndote
sentir cada vez más relajado. ¡Pruébalo ya!
Para ello, existen alternativas al alcance de la mano que mejorarán tu día a día, haciendo
tu vida más sana.
https://nutricioni.com/como-podemos-evitar-el-estres-y-tener-una-vida-sana/
-Acepta la ansiedad: reconocer las crisis de ansiedad es el primer paso para reducir el
efecto que el estrés genera en ti.
-Haz ejercicios: la actividad física otorga un cuerpo sano, altos niveles de autoestima y
relajación de la musculatura.
-Reemplaza los pensamientos tóxicos: al identificar ideas negativas, haz una pausa y
cámbialos por pensamientos positivos.
-Visualiza un lugar seguro: cierra los ojos e imagina un ambiente cálido y apacible que
te brinde la sensación de calma.
-Duerme bien: tener sueño nocturno, reparador y de calidad ayuda a pensar claramente y
a tener buen estado de ánimo.
-Escribe tus vivencias: tener un diario para explorar tus sentimientos y emociones,
contribuye a manejar el estrés.
Siguiendo estas pautas, conseguirás ser feliz y libre de tensiones. Porque una vida libre
de ansiedad es la meta. Haz lo necesario hoy. ¡Tú lo vales!