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Los teóricos del cognitivismo (Ausubel, Bruner, Piaget, Vygotski, entre otros)
entienden el aprendizaje como construcción del conocimiento, ponen su énfasis en las
informaciones y las habilidades previas que tiene el sujeto para llevarlo a cabo y consideran
al aprendiz como sujeto activo en el proceso. En consecuencia, el análisis que se hace del
aprendizaje es en términos de lo que se llama la estructura cognitiva del alumno. De forma
más coloquial, la estructura cognitiva es el contenido de nuestra mente, que incluye los
conceptos, las relaciones que el alumno establece entre los conceptos y las estrategias
empleadas para abstraer los conceptos y organizarlos en la memoria a largo plazo. Por ello,
los términos esquemas son frecuentemente usados por este tipo de teorías. Las teorías
cognitivas del aprendizaje enfatizan cómo el alumno procesa información. Intentan conocer
cómo extraemos información del ambiente, cómo la organizamos y cómo la interpretamos.
Se trata de conocer cómo somos capaces de extraer significados abstractos de nuestras
experiencias: cómo organizamos y almacenamos las cosas significativas y cómo nuestro
pensamiento hace uso de lo que hemos almacenado.
Entre las teorías del aprendizaje que tienen esta tendencia a utilizar ese conjunto de
procesos cognitivos está la de Jerome Bruner y la de David Ausubel. Ambas tienen
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elementos en común y otros claramente diferenciados. Bruner se inclina porque el alumno
sea guiado para alcanzar una capac idad propia de organizar el material de aprendizaje, una
vez que se le ha facilitado las herramientas para descubrir las relaciones entre la diferente
información que se le da. Ausubel defiende que en muchos casos el profesor puede organizar
el material y presentarlo a los alumnos en una forma relativamente acabada. En otras
palabras, Bruner es un claro defensor del aprendizaje inductivo o de descubrimiento,
mientras que Ausubel defiende el aprendizaje receptivo.
Figura 1.4. Representación de acción (lenguaje del mimo), icónica (Dalí y Gala) y simbólica
(lenguaje)
3.-Representación simbólica:
Aquí se da un paso más sobre los tipos de representación anteriores. Es el periodo
formal de Piaget, viene a ser la habilidad que tiene el niño /a de finales de la educación
primaria de estructurar jerárquicamente la realidad a través del lenguaje que es la herramienta
por excelencia donde se usan los conceptos y las categorías. El lenguaje es el amplificador de
la razón y sirve, como soporte de las explicaciones científicas, de las teorías y de los mitos.
Es evidente que esta herramienta (el lenguaje) es la más potente representación de la realidad
compleja de las tres analizadas y la más difícil de dominar. Así, y como ejemplo, el dominio
de la geometría descriptiva, inicio de la educación secundaria, cuyo objeto de estudio es la
representación de cuerpos geométricos sobre superficies planas y curvas mediante la
proyección, pide y exige que el alumno tenga una potente capacidad de representación
simbólica. El problema aparece cuando hay una resistencia a la comprensión de esta
disciplina. ¿Se podría, entonces, utilizar los otros tipos de representación para ayudar en la
comprensión de la geometría? Bruner piensa que si, ya que el docente debe tener en cuenta
estas maneras de representar la realidad que tiene el niño/a y potenciar y estimular cada una
de ellas, de este modo y resumiendo:
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La habilidad para manipular equivale para la representación de acción.
La habilidad para ver e imaginar equivale para la representación icónica.
La habilidad para las operaciones lógicas equivale para la representación simbólica.
Hemos asumido desde la psicología cognitiva que el alumno que está aprendiendo es
un activo procesador de información. Esto se refiere a cómo el aprendiz extrae información
del ambiente y cómo la organiza y la interpreta. Bruner sugiere una serie de respuestas para
estas preguntas. Aunque expondremos de forma concisa sus argumentos, si algún lector está
más interesado en conocer su teoría profundamente puede consultar la obra de Bruner y
Haste (1990). Desde el punto de vista del análisis psicológico, categorizar significa formar
un concepto o ser consciente de un concepto. Y un concepto puede ser definido por una
abstracción que representa objetos, experiencias o ideas que comparten características
comunes. El “rojo” es un concepto que representa todas las longitudes de onda percibidas por
los humanos que determinan el color rojo. “Humano” es un concepto que representa a todos
los organismos que tienen dos piernas, dos manos, visión bino cular y la capacidad de hablar.
Para Bruner categorizar es formar conceptos. Por ejemplo, “pájaro” es una categoría que
representa los animales con plumas, alas, dos patas, y pico. Pero también tiene otro sentido.
Una categoría es una regla, porque clasifica cosas con elementos equivalentes. De forma que
cuando dos objetos son incluidos en la misma categoría es porque tienen elementos en
común. Dos elementos que forman parte de la categoría “pájaro” son equivalentes en el
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sentido de que ambos comparten que tienen plumas, alas, dos patas, y pico. Es decir, están
relacionados entre sí.
Bruner sugiere que nuestras relaciones con el entorno siempre implican el uso de
categorías. Procesos como la percepción, la conceptualización o la resolución de problemas
pueden describirse en términos de formación y uso de categorías, las cuales son útiles para
entender el mundo que nos rodea. Para simplificar, la categorización activa en nosotros al
menos cinco procesos:
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REDUCE
COMPLEJIDAD
DEL ENTORNO
PERMITE PERMITE
RELACIONAR CATEGORIZACIÓN RECONOCIMIENTO
OBJETOS-CLASE OBJETOS
FACILITA REDUCE
ACCIÓN NECESIDAD
APRENDIZAJE
Las categorías que formamos sobre las cosas del mundo son organizadas en un
sistema de codificación con diferentes niveles de generalidad. Por ejemplo, la categoría de
los “problemas de una operación”, están codificados en un sistema más general que son los
problemas de cálculo que, a su vez, forman parte de la aritmética y que, a su vez, pertenecen
a una categoría más amplia que es la matemática. En ocasiones, para recordar alg o es
suficiente con acordarse del sistema de codificación al que pertenece. Por ejemplo, la palabra
plátano puede recordarse a partir de algunas de las categorías por la que podemos codificar
dicha fruta: sabrosa, crece en árboles, es amarilla, etc. El sistema de codificación está
relacionado no sólo con el aprendizaje, sino también con la transferencia de un aprendizaje a
otros contextos. Situando un determinado objeto en un sistema de codificación se facilita la
transferencia al poder relacionar ese objet o con otros pertenecientes al mismo sistema de
codificación. Por ejemplo las habilidades que aprendemos para patinar sobre ruedas, nos
sirve también (se transfiere) al aprendizaje del patinaje sobre hielo.