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RACONTO DE LOS CIELOS

Voy a hablar
De los cielos azules y de los cielos rojos
Y de los otros cielos,
Los que permanecen escondidos
A los ojos.
Cielos envueltos en un olor a nube ácida
Y un perfume que anduvo entre rosales.
Cielos de las ciudades
construidos
con muros /nubes
desnudos ladrillos
donde habitan
hombres y mujeres
suspendidos
frágilmente
dentro de transparentes jaulas
o
volando al viento:
(Estos
caminan casi desnudos
en su cielo de afiche
Mas allá del bien y del mal.
Tienen en sus rostros
grabados
La ansiedad
De los ángeles
y
miradas de eterno instante,
sólo el viento
fugaz, a veces
les da la ingrávida
Ilusión de alas y de vuelo)

Y son también cielo


las calles que caminamos
y los largos corredores entre muros.
Cielo son los pasadizos secretos
Y los túneles bajo tierra.
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Allí, a veces, arden luminosas
estrellas hechas con luces
o agujeros rasgados en cemento.
Allí he visto
oscuras aguas
y navegando aladas
Descomunales sombras
de pequeños hombres,
Agachadas figuras del olvido y del silencio
Pobladas de tiempo y de cansancio.

He visto también
los cielos rojos,
lechos de los amantes.
Cuando la noche se cierra
allí
se transfiguran la blanca Venus y el rojo Marte
expulsan sus colores
anudándose
yacen entre materiales,
hechos con sustancias terrestres.
A través de ellos se ven
Los siete cielos
tapados, a veces
por la sombra de lejanos dioses
que caminan entre otros,
allá lejos,
sin olvidos ni deseos.

Y he visto también aquellos otros cielos


El de los mares,
ayer poblados de tifones
y antiguos monstruos marinos
Hoy residuos de naufragios
que el salitre envuelve con blancos destellos
y rojos óxidos
y buscan
la serena presencia
de las esfinges de proa,
el tacto de los peces,
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el vuelo de las gaviotas,
mientras yacen entre
la abrazante sinfonía
del golpe y del abrazo,
la abrazante sinfonía del amor
y de la ira.

He caminado también
por calles que atesoran y ofrendan
los colores del otoño.
Fui testigo allí
del crujir de sus hojas
de su audaz fuga de las ramas,
con el horizonte a cuestas
y un presagio de grises en el cielo.
He caminado también
por calles verdes
rodeado por árboles,
por vagabundos,
por niños de ojos agudos
y junto a ellos,
y en todos esos cielos,
he tenido el asombro
De asistir al vuelo de los pájaros.

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