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ISSN 1695-730X · Número 4 (2006)

REVISTA INTERNACIONAL
DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

IN≈DAGA
INTERNATIONAL REVIEW
OF SOCIAL AND HUMAN SCIENCES

Foro de Investigaciones Sociales


Islas Canarias
NÚMERO 4 • FEBRERO DE 2006
IN≈DAGA
Revista internacional de Ciencias Sociales y Humanas
Periodicidad anual / published one time per annum
ISSN 1695-730X • DEPÓSITO LEGAL: TF-42/2003

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Səstêən. Tasγunt Tagraγlant n Tussniwin deg Temette d Ales, utêtêun 4, aseggwas 2006
Isekenen n Tkanaren
IN≈DAGA
ISSN 1695-730X  Número 4 (2006)

Artículos / Articles
005 JAMES PETRAS
El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?
Anti-imperialism: Is It Compatible with Foreign Investment ?
025 ED BROWN Y JONATHAN CLOKE
La cruzada internacional contra la corrupción: una respuesta crítica
The International Anti-Corruption Crusade: A Critical Response
053 RAIMUNDO CUESTA FERNÁNDEZ
La escuela y el huracán del progreso. ¿Por qué todavía hoy es
necesaria una crítica histórica de la escolarización de masas?
The school and the hurricane of progress. Why historical criticism of mass
education is still necessary ?
095 JOÁM EVANS PIM
D-learning = tecnología + educación + desarrollo
D-learning = technology + education + development
111 BÁRBARA KRISTENSEN
O mosaico lingüístico em Rayuela: a linguagem do exílio como
reflexo da (des)construção da identidade do exilado
The linguistic mosaic in Reyuela: the exile’s language as reflex of the
identity’s (de)construction of the person living in exile
131 PAOLA IVONE DRUILLE
Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado
The theory of Pornography: the disclosed space’s fissures
153 FERNANDO GONZÁLEZ GARCÍA
Accattone, de Pier Paolo Pasolini. Una solución provisional para una
encrucijada
Accattone, of Pier Paolo Pasolini. A provisional solution for a crossroads
171 MANUEL BOTE DELGADO
Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno
Urban language and complexity in the Modern Movement
183 JUAN RAMÍREZ GUEDES
Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo
Some considerations on the contemporary space
191 Mª REMEDIOS ZAMORA ROSELLÓ
Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias ante las crisis
marítimas
Critical perspective of the EU’s answers about the maritime crises
209 CARLOS M. RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ
Luces y sombras del Tratado constitucional europeo
Lights and shades of the European Constitutional Treaty

Homenaje / Honoring
223 SHEILA DELANY
La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes
Chaucer’s prioress, the Jews, and the Muslims

Islas Canarias / Canary Islands


243 CARLOS S. MARTÍN FERNÁNDEZ
Tres enfoques en el análisis geográfico regional: el caso herreño
Three approaches in the geographical regional analysis: El Hierro Island's case

Documentación / Documents
259 ORESTES GÁRCIGA GÁRCIGA
El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
The patrimonial value of Fernando Ortiz’s Archive

Recensiones / Reviews of Books


271 Friedrich Schiller, Escritos breves sobre estética
ENCARNACIÓN TABARES PLASENCIA
275 Raimundo Cuesta Fernández, Felices y escolarizados. Crítica de la
escuela en la era del capitalismo
MANUEL FERRAZ LORENZO

Información editorial / Editorial information

Nómina de colaboradores / Contributors roll


In≈daga (2006) 4: 5-24
ISSN 1695-730X

JAMES PETRAS

El antiimperialismo,
¿es compatible con la inversión extranjera?
Anti-imperialism : Is It Compatible with Foreign Investment ?

Traducido del inglés por Ignacio Reyes García.

INTRODUCCIÓN

Durante los últimos 40 años, muchos regímenes ‘socialistas’ y nacio-


nalistas intentaron conciliar la empresa pública con la inversión privada,
incluyendo la inversión extranjera. Al principio, se tomaron decisiones
para limitar el alcance de la inversión foránea a sectores particulares y,
en algunos casos, por un plazo de tiempo limitado a través de las “fór-
mulas de desaparición gradual” (con el tiempo las partes extranjeras se-
rían compradas por el sector público).
En la última década de los regímenes ‘socialistas’ (antes de su despa-
rición a finales de los años ochenta), las elites gobernantes extendieron el
alcance del capital privado y extranjero y, en algunos casos, firmaron
acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que aceleró el
proceso. Con la caída de los regímenes ‘socialistas’ de la Unión Sovié-
tica y la Europa oriental y la influencia de las políticas procapitalistas, las
elites dirigentes y el capital extranjero continuaron el saqueo del sector
público a una escala desconocida con anterioridad. El capital extranjero y
los oligarcas locales recién forjados se volvieron locos, asaltando y usur-
parndo los bienes y el erario públicos, apoderándose de los recursos natu-
rales, los servicios públicos, los medios de comunicación y los recursos
energéticos. Esto condujo a un empobrecimiento rápido y sin precedentes
de la gran mayoría de la población trabajadora, despojada de los salarios
sociales (fin de la sanidad, educación y cultura gratuitas, así como de
otras ventajas sociales), y al crecimiento de desigualdades socioeconómi-
cas monstruosas entre un estrato superior del 1 % de multimillonarios y
el inferior del 80 % de la población. Emigración a gran escala, corrup-
ción a un nivel nunca experimentado en la historia moderna, además de
6 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

poderosas bandas criminales de ámbito internacional organizadas y


dedicadas al tráfico de cientos de miles de mujeres y jóvenes (esclavas
sexuales para burdeles internacionales), drogas y venta ilegal de armas.
Liquidaciones similares de los bienes públicos en América Latina,
Asia y, en menor medida, África se asociaron a una corrupción a gran es-
cala y, en muchos casos, a la pérdida de control sobre sus economías a
largo plazo, causando estancamiento económico y desigualdades sociales
ignoradas hasta entonces.
Hacia finales de los años noventa, las desastrosas consecuencias polí-
ticas y socioeconómicas de la rápida y masiva conversión al capitalismo
y la desregulada invasión de capital extranjero en los antiguos países ‘so-
cialistas’ y nacionalistas, fueron reconocidas por varios de estos regíme-
nes que no habían dado el salto al abismo del capitalismo de “libre mer-
cado”. Debates y discusiones sobre el papel del capital extranjero surgie-
ron en y entre los dirigentes de estos regímenes y una amplia masa de
intelectuales, trabajadores y activistas políticos. Un grupo autodenomi-
nado “socialistas de mercado” abogó por un papel mayor o menor para el
capital extranjero, mientras otros, designados como “marxistas orto-
doxos”, que ponían como ejemplo el desastre de la ex-URSS, se pusieron
en contra de cualquier apertura a gran escala y a largo plazo.
El debate ha continuado, las cuestiones cambian con las circunstan-
cias y el contexto. Los “socialistas de mercado” acentúan una nueva di-
mensión, la ‘globalización’, que –según argumentan– “demanda” mayor
sensibilidad hacia las ‘señales del mercado’ (competitividad) por medio
de ‘vínculos’ con el capital extranjero. Por el contrario, los marxistas
“ortodoxos” rechazan la inversión extranjera (FI)* y advierten de la cre-
ciente amenaza que suponen los nexos entre las FI y el “imperialismo
militarista”, citando las guerras europeo-norteamericanas de los Balca-
nes, las invasiones practicadas por los EE.UU sobre Yugoslavia, Iraq,
Afganistán y Haití, así como el patrocinio estadounidense del golpe en
Venezuela y las abiertas amenazas militares contra Irán, Siria y Cuba.
Por motivos de seguridad nacional, los marxistas ortodoxos abogaron por
una menor apertura al capital extranjero.
Los “socialistas de mercado” han sido incapaces de contradecir efi-
cazmente los datos sobre la agresión imperialista, excepto para citar la

*
FI es la abreviatura inglesa de foreign investment, lo que equivale a ‘inversión extranjera’
en español. [N. del T.].

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J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 7

posibilidad de “separar” el papel del capital extranjero del comporta-


miento y los intereses del Estado imperialista belicoso –un argumento
que no carece de mérito en ciertas circunstancias. Sin embargo, los ar-
gumentos económicos del socialista de mercado todavía llevan el peso
del debate y han tenido una influencia considerable sobre las políticas
estatales, propiciando una adaptación ‘parcial’ de los marxistas orto-
doxos.
En las secciones siguientes perfilaremos los argumentos de los ‘so-
cialistas de mercado’, neoliberales y otros valedores del capital extran-
jero. Seguirá una crítica desde una posición marxista poco ortodoxa.
Concluiremos detallando las alternativas a la confianza en el capital ex-
tranjero, por lo menos en lo que se refiere a cualquier papel importante
en la economía y una discusión de los fundamentos políticos que sostie-
nen las posiciones antiimperialistas.

ARGUMENTO PARA LA INVERSIÓN EXTRANJERA

Los siete argumentos más comunes a favor del capital extranjero se


basan por lo general en las proposiciones siguientes:
1. Hay una escasez de capital, por tanto el capital foráneo tiene que ser
atraído para desarrollar la economía y animar el empréstito extranjero.
2. El país necesita capital extranjero como fuente de “know how” [‘saber
hacer’] –que proporciona habilidades gerenciales y mercadotécnicas–
para asegurar mercados de exportación y ventajas competitivas.
3. La inversión extranjera suministra tecnología avanzada para moderni-
zar la economía y elevar la productividad y, por tanto, la competitivi-
dad.
4. El capital extranjero aumentará la competitividad de los productores
locales, expulsando a las firmas ineficaces y animando a las firmas lo-
cales a hacerse más eficientes.
5. El capital extranjero bajará los precios, ampliará y mejorará los servi-
cios a los consumidores.
6. El capital extranjero aumentará la competitividad en los mercados glo-
bales, incrementará las exportaciones y asegurará cuotas de mercado
en el exterior.
7. El capital extranjero paga mejores salarios, proporciona mejores con-
diciones laborales y paga más impuestos que los productores locales.

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8 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

Hay diferencias entre los publicistas que defienden la inversión


extranjera. Las diferencias incluyen:
1. Si debería permitirse al capital extranjero las mismas condiciones que
a las empresas locales o si debería haber tasas fiscales diferenciadas,
restricciones en las áreas de inversión (algunos argumentan que las
‘áreas estratégicas’, como la energía, deberían permanecer bajo pro-
piedad estatal o nacional), etc. En el caso de las zonas de procesado de
exportaciones, los abogados de la FI alientan la disminución de las ta-
sas impositivas, los alquileres y las normas de trabajo que les sean
aplicables.
2. Si las empresas de propiedad extranjera sólo deberían producir para el
mercado de exportación o también para el mercado interno (zonas de
comercio exportador).
3. Si debería obligarse al capital extranjero a reinvertir un porcentaje de
sus ganancias en la economía local o si puede remitir todas las ganan-
cias a su sede central.
4. Si debería obligarse a las firmas de propiedad extranjera a invertir su-
mas substanciales para mejorar las empresas y modernizar la produc-
ción.
5. Si las compañías extranjeras pueden poseer la mayoría, la minoría o
todas las participaciones de una empresa. Diferencias similares existen
sobre los derechos de dirección entre propietarios foráneos y naciona-
les.
6. Qué clase de incentivos ofrecer a las firmas extranjeras, en términos de
beneficios fiscales, concesión de subvenciones, inversión estatal en in-
fraestructuras, formación laboral a cargo de la administración local,
etc.
7. La longevidad de la propiedad extranjera, especialmente de los dere-
chos sobre el mineral y el subsuelo; si debería ser a perpetuidad o me-
diante arriendos por períodos más o menos largos; si los contratos de-
berían permitir la renovación y opciones, sanciones por incumpli-
mientos, etc.
En otras palabras, entre los valedores de la inversión extranjera hay una
gama de posiciones sobre el alcance y la profundidad de las concesiones
que comporta la promoción del capital extranjero. Durante los años
ochenta, la tendencia general en los gobiernos fue la de ampliar las con-
cesiones a los inversores foráneos. Desde los años noventa, como las re-

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J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 9

gulaciones públicas se debilitaron severamente, las reglas que gobiernan


la entrada y las operaciones de capital extranjero han sido relajadas.
Por consiguiente, el debate sobre la inversión extranjera sigue hoy
generalmente las líneas de cuántos y qué tipos de incentivos ofrecer al
capital extranjero, sin evaluar si trae una estela de problemas de desarro-
llo mayores que los que pretende superar.

ARGUMENTO CONTRA LA INVERSIÓN EXTRANJERA

La decisión de abrir un país a la inversión extranjera plantea


profundas cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales que van
más allá del cálculo a corto plazo de los costes y los beneficios que
resultan para una firma o incluso para un sector económico. En la
mayoría de los casos, las “aperturas” iniciales conducen a subsecuentes
invasiones estratégicas a gran escala y a largo plazo, que causan toda una
serie de resultados inesperados pero predecibles.
Primero y ante todo, la propiedad extranjera de las industrias y
recursos estratégicos conduce a la pérdida de toma de decisiones por los
estados, a la hora de concebir decisiones en inversión, precios,
producción y futuro crecimiento. Los propietarios extranjeros deciden
qué empresa de su imperio se expandirá, se estancará o disminuirá
dependiendo de los costes laborales, impuestos, transporte y redes de
comunicación. Los nuevos propietarios deciden si hay que llevar la
investigación dentro de la empresa o en la ‘casa matriz’. La inversión
extranjera, especialmente las compras a gran escala de empresas
estratégicas, compromete seriamente la soberanía nacional y convierte a
los regímenes políticos en ‘rehenes’ de los propietarios extranjeros. Sin
duda, acuerdos previos entre los inversores foráneos y los regímenes
establecen las reglas que deben ser aplicadas en cada caso, pero están
subordinados a y condicionados por la buena voluntad y la capacidad
para ejecutarlos, así como por la disposición de los inversores extranjeros
para cumplir con ellos. Sin embargo, la experiencia nos dice que en la
mayor parte de los estados del Tercer Mundo los acuerdos iniciales para
privatizar están ligados a la corrupción, pues la consiguiente
omnipresencia de la empresa extranjera puede llevar fácilmente a influir
en los administradores y reguladores en cuanto a la ejecución laxa de los
contratos.

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10 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

La inversión extranjera trae capital inicial, pero ocasiona la salida a


largo plazo y a gran escala de los beneficios, a la sede matriz, contribu-
yendo a descapitalizar la economía y a generar problemas en la balanza de
pagos. El vuelco de las empresas estatales hacia los inversores extranjeros
(u oligarcas locales) conlleva una disminución del ingreso estatal, aumento
del paro y, en algunos casos, cierres de plantas en regiones donde las tasas
de retorno a la compañía están por debajo de las expectativas.
El resultado de la “racionalización” y “reestructuración” del capital
extranjero puede incrementar los beneficios de la empresa, pero activa un
efecto negativo multiplicador en los sectores primario y terciario. Por
ejemplo, una firma multinacional puede cerrar una línea ferroviaria y su
máquina asociada y el taller de mantenimiento porque la tasa de retorno
es sólo del 2 %, para aumentar el beneficio general al 15 %. Sin em-
bargo, estos cierres pueden originar una disminución del 25 % en la pro-
ducción comercial, industrial y agrícola de las regiones desfavorable-
mente afectadas; un aumento del 20 % de las quiebras de firmas locales y
un incremento del 15 % de paro. El beneficio neto para la corporación
multinacional (MNC)* resulta una pérdida absoluta para la región y su
mano de obra.
La inversión extranjera fomenta una producción desequilibrada y de-
masiado especializada, principalmente la expansión de mercancías su-
mamente volátiles en detrimento de una economía diversificada con una
producción y base comercial más vastas. La mayor parte de la inversión
extranjera intenta conseguir una divisa fuerte invirtiendo en mercancías
con un alto componente de exportación, como el petróleo, la soja, el hie-
rro o el cobre, que complementan sus objetivos nacionales o las de aque-
llas economías que se industrializan. La consecuencia clara es una eco-
nomía de boom and bust [‘alza y explosión’], en la cual las elevadas ex-
portaciones y rentas inflan el régimen de ingresos e importaciones antes
de una caída brusca de la demanda de mercancías que causa serios déficit
comerciales, agudos recortes en los gastos, paro creciente y aumento del
endeudamiento.
Las empresas extranjeras se aseguran beneficios fiscales a largo plazo
e inversiones públicas a gran escala en infraestructura (transporte y co-
municaciones) como condición para invertir. En otras palabras, el Estado

*
MNC es la abreviatura inglesa de multi-national corporation, lo que equivale a ‘corpora-
ción multinacional’ en español. [N. del T.].

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J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 11

pierde ingresos y socializa los gastos en beneficio del capital extranjero.


Además, mediante los precios de transferencia y la ‘contabilidad imagi-
nativa’ el capital extranjero practica una evasión fiscal de gran magnitud.
La consecuencia clara es que los pagos fiscales del capital extranjero no
son proporcionados a las subvenciones estatales requeridas para ‘atraer’
y mantener a los inversores foráneos.
En muchos casos, el capital extranjero no crea nuevas empresas o
amplía los mercados: en los últimos años, adquiere empresas locales, casi
siempre firmas rentables, a “precios políticos” –en subastas corruptas. En
otros casos, compra telecomunicaciones estatales o monopolios petrole-
ros y los convierten en monopolios privados, imponiendo así precios
monopólicos al margen de cualquier responsabilidad pública o necesidad
social. Además, el capital extranjero a menudo no trae ningún “capital
nuevo”: toma prestado de bancos locales (los ahorros de impositores
también locales), convierte el papel devaluado de las deudas para com-
prar empresas a precios nominales y recibe préstamos de instituciones fi-
nancieras internacionales respaldados por el Estado.
El capital extranjero tiende a crear “enclaves empresariales” que im-
portan la tecnología (para cobrar los derechos de patentes) y están liga-
dos a la producción y las redes de distribución exteriores, teniendo así un
impacto mínimo en la economía local. Hay numerosos ejemplos: el me-
jor conocido son las plantas de montaje en las cuales la fabricación y la
distribución se hacen en otra parte, por otras filiales de la MNC, y la
única contribución a la economía local es el pago de salarios de subsis-
tencia. Los exportadores de materias primas extraen hierro, cobre o soja
y la procesan en ultramar, donde el valor añadido y los empleos se acu-
mulan en el país receptor. Los exportadores de materias primas emplean
a pocos trabajadores, los países son convertidos en ‘monocultivos’ y sus
economías quedan sujetas a movimientos volátiles de su renta básica.
Hacer depender el ingreso de unas pocas exportaciones o de una sola
(como el petróleo) y de las remesas del exterior no constituye una polí-
tica económica.
La inversión extranjera ha capturado el importante sector bancario,
conformando el crédito estatal y la política de intereses y, lo que es aún
más trascendental, decidiendo qué sectores y empresas reciben créditos y
a qué tasas de interés. La propiedad extranjera de los bancos lleva a que
se privilegie y se preste a firmas también de propiedad extranjera ("las
más solventes”), las cuales ganan divisas fuertes (firmas de exportaciones

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agro-mineras) y excluyen sistemáticamente al pequeño negocio, la pro-


ducción de arrendatarios y campesinos para el mercado local y emplean a
la mayoría de la mano de obra. Esto traerá como consecuencia que se de-
penda de prestamistas usurarios o se desvíe el capital desde la producción
hacia la especulación.
Por otra parte, considerando la preferencia del capital extranjero por
las industrias extractivas, su influencia entre las elites de la administra-
ción local y el apoyo de la IFI*, los inversores foráneos se han situado a
la vanguardia de la devastación ambiental. Los capitalistas madereros y
los exportadores de soja están arrasando la selva tropical amazónica. Las
compañías petroleras arruinan la tierra y el agua en Nigeria y alrededor
del mar Caspio. El aumento de los ingresos del Estado federal casi nunca
es usado para compensar la destrucción de la economía agrícola y pes-
quera local. En cambio, los ingresos estatales se reciclan para construir
carreteras y puertos que unen a los depredadores ambientales con los
mercados externos.
La inversión extranjera juega un fuerte papel en el Tercer Mundo y
los países ex-comunistas, debido en gran parte a la política de liberaliza-
ciones impuesta o promovida por la IFI. Como parte del proceso de libe-
ralización, son levantadas las tarifas restrictivas y las regulaciones en re-
lación con la propiedad extranjera, pero también para la entrada masiva
de alimento subvencionado y productos industriales baratos. Indepen-
dientemente de las dudosas ventajas que los inversores extranjeros po-
drían proporcionar están más que compensadas por la pérdida de la agri-
cultura local, las manufacturas y los empleos, debido a las importaciones
baratas. Así mismo, la “competencia” extranjera entre la gran MNC y la
establecida en el ámbito local y las empresas que comienzan está tan de-
sequilibrada que pocos sobreviven. El objetivo claro no es elevar la com-
petitividad de las firmas locales, sino sacarlas del negocio o venderlas a
compañías mayores. Incluso cuando los propietarios extranjeros trasla-
dan las plantas a los países ex-comunistas y al Tercer Mundo, el movi-
miento está condicionado al mantenimiento de la mano de obra y los be-
neficios sociales en niveles bajos. Una vez que los trabajadores empiezan
a exigir aumentos de salario y el final de las vacaciones fiscales, el capi-
tal se traslada a un área más barata.

*
IFI es la abreviatura inglesa de Institution International Financial, lo que equivale a
‘Institución financiera internacional’ en español. [N. del T.].

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J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 13

La influencia política de los inversores extranjeros aumenta conforme


mayor sea su presencia en el mercado local, su control de los sectores
estratégicos de la economía y la aparición de líderes políticos occidenta-
lizados que promuevan la “libre empresa”. Igualmente importante es que
las empresas de propiedad extranjera emplean a ejecutivos, gerentes,
abogados, publicistas y economistas vinculados a la elite política, que
con frecuencia se mueven en posiciones políticas clave (presidentes de
los bancos centrales, ministros de Economía y Finanzas) y ponen en
práctica políticas macroeconómicas neoliberales que maximizan los be-
neficios de los inversores extranjeros a costa de la fuerza de trabajo local
y la hacienda pública.
Destaca también que las empresas de propiedad extranjera juegan un
papel puntero en las asociaciones bancarias, industriales y de otros nego-
cios, influyendo en ellas para asegurar políticas favorables a sus inte-
reses.
Finalmente, las firmas de propiedad extranjera poseen el control di-
rectivo de las empresas ‘nacionales’, ya sea mediante la compra directa
de participaciones, los ‘contratos de dirección’ o la subcontrata de em-
presas de tamaño medio como satélites que se convierten en
dependientes del ‘núcleo’ de las compañías foráneas, frecuente y eficaz
respaldo de sus responsables de formular políticas. Firmas de propiedad
extranjera, especialmente estadounidenses, las MNC actúan a menudo
como canales de la política imperial del Estado. Desinvierten en los
países que están en la lista negra del Departamento de Estado de los
EE.UU. y relocalizan las instalaciones productivas en países que
conceden facilidades a los EE.UU. Las corporaciones multinacionales
estadounidenses ‘alojan’ y proporcionan una tapadera a los agentes
secretos, pasan la información económica a la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) y rechazan suministrar recambios a países en
conflicto con los EE.UU. Los bancos estadounidenses facilitan la fuga
de capitales, la evasión fiscal y el lavado de dinero por las elites ricas y,
en el proceso, debilitan a los adversarios y competidores de los EE.UU.
reduciendo con frecuencia la producción, el refino o los servicios a los
países en conflicto contra el Estado imperial.
Raras veces las ‘corporaciones marginales’ o incluso las filiales de
corporaciones mayores no siguen la línea del Estado imperial, ya sea
porque las ganancias son demasiado lucrativas para dejarlas pasar, la pre-
sión competitiva de otra MNC es intensa y/o porque los incentivos a

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largo plazo ofrecidos por el Estado colocado en el punto de mira com-


pensan los riesgos de contrariar a los responsables de formular la política
imperial.
Las firmas de propiedad extranjera, por lo menos al principio y en sus
posiciones principales, son dirigidas por expatriados. Generalmente, se
contratan ejecutivos ‘nacionales’ para manejar (1) los vínculos con el ré-
gimen local, (2) las relaciones laborales, (3) la evasión fiscal o para ase-
gurar las exoneraciones de pagos y (4) las campañas de relaciones públi-
cas y el asesoramiento político.
Contrariamente a las “expectativas” o la propaganda de los ideólogos
neoliberales, las firmas de propiedad extranjera por lo general no trans-
fieren la investigación y el desarrollo tecnológicos (I + D) a los países del
Tercer Mundo. Más del 80 % de su I + D se controla desde la oficina
matriz en el Estado imperial. Lo que se transfieren en ocasiones son los
resultados de la I + D y a un precio firme por el pago de los derechos de
las patentes durante un período de tiempo prolongado. De hecho, los in-
versores foráneos compran a menudo participaciones de unidades pro-
ductivas locales, las despojan de sus activos, absorben sus clientes, mer-
cados y redes de distribución y, luego, o cierran la firma o la fusionan en
un conglomerado de propiedad extranjera, causando despidos en masa,
reducciones de servicios y elevación de precios al consumo.
En resumen, la inversión extranjera presenta desventajas estratégicas,
poniendo en peligro la independencia nacional, la soberanía popular y
comprometiendo severamente la capacidad del Estado para representar a
sus ciudadanos, especialmente a la clase obrera y los campesinos. Igual-
mente importante es que la inversión extranjera posee mecanismos aco-
plados, lo que contribuye a bajar las tasas de reinversión, descapitalizar
la economía y crear problemas en la balanza de pagos.
La inversión extranjera incrementa las desigualdades y produce una
estructura social polarizada, como consecuencia de las bajas tasas
impositivas, las altas tasas de retorno y la protección estatal del inver-
sor foráneo. Los “beneficios residuales” para el “país receptor” se con-
centran por lo general en las manos de los “intermediadores políticos”
locales, los ejecutivos medios y superiores y los subcontratistas y dis-
tribuidores. La inversión extranjera a gran escala y a largo plazo fo-
menta claramente los objetivos del Estado imperialista; esto incorpora
verdaderamente el imperialismo y es uno de sus instrumentos económi-
cos y fuerzas motrices.

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J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 15

ALTERNATIVAS A LA INVERSIÓN EXTRANJERA

La inversión extranjera en el sentido más amplio es incompatible con


cualquier noción de política antiimperialista. Lo que no quiere decir que
en circunstancias determinadas (de tiempo y lugar) y bajo condiciones
políticas específicas, bajo una serie de regulaciones particulares, admi-
nistradas por un grupo selecto de reguladores, la inversión extranjera no
pueda ser útil.
Ante las aplastantes limitaciones históricas y empíricas y los impac-
tos negativos de la inversión extranjera (FI), sus valedores recurren al ar-
gumento de que “no hay ninguna alternativa”. Aducen que sin FI no
puede haber desarrollo de ninguna clase, ningún acceso a los mercados y
ningún avance tecnológico ni progreso.
Por el contrario, nosotros pensamos que hay muy sólidas razones em-
píricas e históricas para demostrar que existen recursos financieros y
económicos substanciales que están a disposición de los regímenes po-
pulares, que son más eficaces para la producción de un crecimiento posi-
tivo y no originan ninguna de las negativas consecuencias sociales y po-
líticas que comportan las FI.

ALTERNATIVAS A LA INVERSIÓN EXTRANJERA

1. La reinversión de beneficios de las lucrativas industrias de exportación


y las empresas estratégicas nacionales a través de una titularidad pú-
blica reintegrada en la economía nacional. Las ganancias, que habrían
sido drenadas hacia el extranjero por el capital foráneo, se canalizarían
hacia el interior para la expansión de la producción local, originando
un efecto ‘multiplicador’ y el aumento de la demanda de consumo lo-
cal en un círculo virtuoso.
2. El control del comercio exterior incrementaría la retención de divisas
para evitar la filtración ultramarina, asignaría una divisa fuerte a las
empresas prioritarias que elevan la producción local, el empleo y el
consumo popular.
3. Invertir los fondos de pensiones en actividades productivas y de
distribución antes que retenerlos en bancos privados o fondos
fiduciarios.

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16 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

4. Crear bancos de desarrollo para encauzar las remesas de los trabaja-


dores emigrados hacia las actividades productivas y creadoras de em-
pleo. En muchos países, las remesas de la emigración como fuente
principal de divisas se usan para el consumo local de las familias y las
actividades económicas marginales. El Estado neoliberal emplea las
divisas para cubrir la deuda externa.
5. Moratoria para los pagos de la deuda, basada en la necesidad de in-
vestigar si los anticipos ocurrieron dentro de un marco legal, si gene-
raron una actividad productiva y si financiaron prácticas corruptas y
usos improductivos (gastos militares). Debería determinarse si el prin-
cipal originario ha sido pagado y si los préstamos fueron tomados por
firmas privadas, en cuyo caso los pagos de la deuda deberían ser can-
celados o retrocedidos a los prestatarios originales. El Estado no debe-
ría aceptar la socialización de las deudas incobrables del mal gobierno
de las firmas privadas y el funesto juicio en las decisiones inversoras,
ni las descuidadas decisiones de préstamo de alto riesgo por las insti-
tuciones acreedoras. Los antiguos prestamistas y los prestatarios debe-
rían asumir los riesgos de los resultados, antes que cargar a la pobla-
ción con el pago de préstamos acerca de los cuales no fueron ni con-
sultados ni beneficiados.
6. Recuperación de los fondos públicos robados y de la propiedad ilíci-
tamente privatizada por los regímenes anteriores. Las cuentas en el
exterior basadas en transferencias ilícitas, realizadas sobre todo por las
elites políticas y empresariales, deberían ser confiscadas como dili-
gencia de una comisión anticorrupción encabezada por fiscales inde-
pendientes y representantes de las organizaciones de masas. Las em-
presas privatizadas en circunstancias dudosas deberían ser nacionali-
zadas de nuevo.
7. Recuperación de los impuestos impagados, sobre todo por la evasión
fiscal de las corporaciones multinacionales (MNC) y las firmas inter-
nacionales. Los delincuentes deberían ser investigados y procesados,
incluyendo duras penas. El Estado debería exigir la recuperación
completa de los impuestos atrasados o proceder a la incautación del
activo físico y líquido de las empresas extranjeras delincuentes. El
Estado puede exigir que los libros de contabilidad de las MNCs se
abran a la inspección pública, para frustrar la práctica común de los
“precios de transferencia” intrafirma y así, artificial e ilegalmente,

In≈daga (2006) 4: 5-24


J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 17

bajar las ganancias y los ingresos para evadir los pagos fiscales co-
rrespondientes.
8. Las contribuciones territoriales graduadas y la expropiación por sub-
utilización o especulación inmobiliaria pueden proporcionar tierras
para la reforma agraria y viviendas protegidas para la población con
ingresos bajos. Esto aumentará la productividad agrícola y los ali-
mentos para el consumo local y las exportaciones. Las fincas y culti-
vos extensos que ocupan tierras públicas ilegalmente deberían ser ex-
propiados sin compensación. La compensación por la tierra expro-
piada debería ser pagada mediante obligaciones a largo plazo basadas
en el valor fiscal declarado en el pasado (o en el valor de mercado, si
los propietarios están dispuestos a devolver los impuestos atrasados
sobre la diferencia entre lo declarado y el valor de mercado).
9. Las posesiones o inversiones en el exterior de las compañías públicas
deberían ser liquidadas y los ingresos reinvertidos en la mejora de la
infraestructura productiva nacional y las industrias de transformación.
Las reservas exteriores excesivas deberían ser reducidas y aplicadas a
la diversificación de la economía. Las reservas deberían estar susten-
tadas en diversas divisas y no estar depositadas en bancos del exterior,
donde un adversario imperial podría retener los fondos. La tenencia de
una moneda “devaluada” debido a la antigua ‘reputación’ o a vínculos
‘neocoloniales’ es tanto una mala política como una mala economía.
10. Maximizar el empleo de mano de obra subempleada –que ronda en
algunos casos el 80 % de la fuerza de trabajo– en proyectos de in-
fraestructura a gran escala puede compensar la “escasez de capital” y
convertirse en una fuente para la acumulación de capital inicial. De
la misma manera, el subutilizado culto, los trabajadores cualificados
y los profesionales pueden proporcionar innovaciones y reformas
organizativas, que pueden aumentar la producción total y la
productividad.
Cualquier examen serio de la economía social de la mayor parte de
los países descubriría que hay múltiples fuentes nacionales de capital sin
necesidad de confiar en el capital foráneo. Estas fuentes tienen todas la
ventaja de elevar los índices de inversión de capital sin las incertidum-
bres políticas, vulnerabilidades económicas y desigualdades sociales que
acompañan al capital extranjero.

In≈daga (2006) 4: 5-24


18 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

LOS PEORES ESCENARIOS DEL CASO:


LAS FI COMO ÚLTIMO RECURSO

Aceptemos que un país del Tercer Mundo tiene pocas rentas


ultramarinas, fondos de pensiones escasos o inexistentes, una administra-
ción fiscal honesta pero pocas fuentes imponibles, aunque con recursos
valiosos que requieren altas inversiones de capital inicial y nueva tecno-
logía. Obviamente, precisa financiación externa o conocimientos exper-
tos. La cuestión estriba entonces en qué contratos son los estratégicos y
óptimos a corto plazo para reducir al mínimo los efectos negativos enu-
merados más arriba.
El procedimiento óptimo consiste en desmontar el “conjunto de in-
versiones extranjeras” –para minimizar la propiedad foránea directa y el
control directivo a largo plazo. Para maximizar la titularidad y el control
estratégico nacionales, es preferible firmar contratos de dirección a corto
plazo que incluyan la formación de los sustitutos nacionales durante un
período determinado, mejor de países con estados imperiales menos in-
trusos. De la misma manera, donde la ayuda técnica es necesaria, a falta
de procesos específicos de know-how, es preferible contratar asesores
técnicos para trabajar en tándem con especialistas locales, mientras la ca-
pacitación técnica local se prepara para una futura entrada en funciones.
Si se requiere una MNC extranjera para construir instalaciones producti-
vas locales, se deberían firmar “contratos de llave en mano” en el que la
MNC se garantice una cierta tasa de beneficio durante un período de
tiempo determinado, después del cual la titularidad se entregaría a los
propietarios nacionales. Los contratos específicos por tiempo limitado
permiten a la nación maximizar el empleo de profesionales, gerentes y
trabajadores nacionales expertos. El amplio abanico de especialistas de
alta cualificación disponible en el mercado global proporciona una varie-
dad de opciones y prácticamente elimina la dependencia de un solo país
(países imperialistas particulares) y ciertamente evita depender de la in-
versión extranjera con pérdida de la propiedad, el control y la planifica-
ción estratégica de la inversión a largo plazo.
Para limitar la implicación con el capital foráneo, es esencial para el
país invertir en formación profesional y técnica, investigación y
desarrollo, todo lo cual se puede hacer mediante estudios selectivos en el
exterior o importando especialistas del extranjero.

In≈daga (2006) 4: 5-24


J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 19

VENTAJAS DEL
CONTROL PÚBLICO POR INSPECCIÓN OBRERA (WEPC)*

Hay un número de ventajas significativas al confiar en el ‘Control


Público por Inspección Obrera’, o WEPC, sobre la MNC de propiedad
extranjera en la consecución de una estrategia de desarrollo.

EVASIONES E INGRESOS FISCALES

Las corporaciones multinacionales son maestras en el arte de evadir


impuestos y corromper a los reguladores locales. El WEPC, funcionando
con “libros abiertos” y auditores independientes que respondan ante los
trabajadores y consumidores, puede reducir al mínimo la evasión fiscal,
generando aumentos de los ingresos, balances fiscales saneados y bajos
niveles de corrupción.

INVERSIÓN SOCIAL CONTRA REMESAS DE BENEFICIOS Y SALARIOS


PRIVILEGIADOS

Conforme a la estrategia de la MNC-dependiente las ganancias son


ampliamente invertidas en el exterior, en salarios desorbitados, primas y
gastos del director ejecutivo (CEO)* y otras elites directivas. Con el
modelo WEPC, los beneficios son reinvertidos en la expansión de la
producción local, programas de desarrollo social y mejoras de las
condiciones de trabajo.

FUGA DE CAPITALES CONTRA ALTOS ÍNDICES DE REINVERSIÓN

El modelo de la MNC está basado en movimientos volátiles del


capital, incluyendo la fuga de capitales, lo que conduce a una mayor
inestabilidad de la inversión y fluctuaciones en los ingresos estatales. El
WEPC produce índices de reinversión más altos y seguros, mayor
estabilidad en el empleo, la inversión y las rentas públicas.

*
WEPC es la abreviatura inglesa de Worker-Engineer Public Control. [N. del T.].
*
CEO es la abreviatura inglesa de Chief Executive Officer, lo que equivale a ‘Director
Ejecutivo’ en español. [N. del T.].

In≈daga (2006) 4: 5-24


20 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

INVERSIÓN ESPECULATIVA CONTRA INVERSIÓN A LARGO PLAZO EN


INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO

Una de las demandas básicas de las MNC es la desregulación de los


mercados financieros, para hacer circular el capital de inversiones fijas a
‘líquidas’. Esto ha conducido al crecimiento de la inversión especulativa,
que ha provocado severas crisis por todo el mundo capitalista. Bajo el
modelo del WEPC, transacciones financieras fuertemente reguladas
minimizan el flujo de capital hacia la actividad especulativa y maximizan
la financiación de innovaciones productivas, investigación y desarrollo.

ASISTENCIA CAPITALISTA CONTRA ASISTENCIA SOCIAL

Bajo el modelo de la MNC, el Estado proporciona enormes


subvenciones a los inversores extranjeros, por la vía de las exoneraciones
fiscales, tierra sin arriendos, desarrollo de infraestructuras financiadas
por el Estado, préstamos a bajo interés y desregulación de las leyes
laborales y ambientales. Bajo el modelo del WEPC, tanto los costes
como los beneficios quedan socializados –proporcionando sanidad gratis,
empleo garantizado, pensiones apropiadas y estables, cuidado de niños,
condiciones de trabajo seguras, vacaciones adecuadas y educación
continuada para mejorar las capacidades y la productividad e incrementar
el ocio y el estudio.

CAPITAL MÓVIL / TRABAJO FIJO CONTRA CAPITAL FIJO / TRABAJO MÓVIL

Bajo el modelo de la MNC el capital se ‘relocaliza’ para maximizar


los beneficios, reducir los impuestos, socavar las condiciones de trabajo,
evitar las obligaciones en materia de sanidad y pensiones. Bajo el modelo
del WEPC, el “capital” se fija en una ubicación específica y la mano de
obra se forma y mueve, perfeccionando en el empleo el nivel de pericia,
asumiendo papeles de dirección, empeñado también en una educación
permanente y una formación en el trabajo. Bajo el WEPC, no hay nin-
guna ‘contratación externa’ o ‘externalización’ o ‘contratos temporales’.
Este modelo aprovecha una fuerza de trabajo estable y experta, que
aplica su conocimiento y experiencia a mejorar la producción sin la fre-
cuente desorganización causada por la rotación de trabajadores.

In≈daga (2006) 4: 5-24


J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 21

PROBLEMAS POTENCIALES DEL WEPC

Hay varios problemas que pueden ocurrir bajo el WEPC. Incluyen:


1. Decisiones que favorecen más al consumo que a la inversión produc-
tiva.
2. Burocratización organizativa.
3. Indisciplina del trabajador (retrasos, absentismo, etc.), que lleva a una
disminución de la producción y la innovación.
4. Pérdida de competitividad debido a la protección estatal.
5. Exceso o insuficiencia de impuestos al gobierno central.
6. Desigualdades intersectoriales ocasionadas por tasas diferenciales de
productividad o precios.
7. Énfasis exagerado en las ventajas sociales por oposición al consumo
individual.
8. Marginaciones por género, raza y ecología.
Para ser eficaz, el modelo del WEPC requiere que sus líderes y parti-
darios populares tengan una visión ‘holística’ a largo plazo del proceso
de desarrollo, para equilibrar las demandas del consumo inmediato con la
inversión productiva a medio y largo plazo. Inevitablemente, sobre todo
en la fase inicial del modelo, habrá fuertes presiones para ‘diferenciarse’
del inmediato pasado capitalista, que aplazó permanentemente la satis-
facción de la petición popular de ‘repartir la tarta’. El nuevo régimen
tendrá que adaptarse a esta demanda política, proporcionando al principio
programas de impacto social significativo –como asistencia médica y en-
señanza superior gratuitas, reducciones de alquiler y condonación de
deudas– para ganar la confianza de las clases trabajadoras y demostrar
que el nuevo régimen representa una ruptura con el pasado. Los progra-
mas de impacto social también asegurarán la lealtad de las clases popula-
res y les darán un motivo para defender el régimen, un aspecto impor-
tante dada la probable hostilidad de los poderes imperiales y la clase di-
rigente local.
El nuevo modelo tiene que protegerse contra las tendencias hacia la
burocratización basadas en la delegación de poder, la capacitación
diferencial y el prestigio de líderes particulares. Los procedimientos
formales, que incluyen las asambleas populares en barrios y lugares de
trabajo, el acceso popular a los medios de comunicación, el referéndum
sobre las decisiones socioeconómicas estratégicas y, por encima de todo,

In≈daga (2006) 4: 5-24


22 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

una clase obrera políticamente culta que esté expuesta al debate público,
son el mejor antídoto contra el burocratismo incipiente.
La indisciplina del trabajador no “debería” ocurrir bajo el WEPC,
pero sucede o sucederá: algunos trabajadores tratarán de disminuir su
trabajo oficial para continuar haciendo “cáncamos”; otros se aprovecha-
rán de un régimen laxo o de la manifiesta ausencia de sanciones e incre-
mentarán el absentismo o las bajas por enfermedad; otros pueden ser
permanentemente lentos o negligentes a la hora de cumplir con sus obli-
gaciones y descuidar el control de la calidad. La educación social sobre
los derechos y responsabilidades debe ser inculcada a todos los trabaja-
dores, apoyada por sanciones que incluyan la pérdida del salario, las
ventajas y el despido sin sueldo para los infractores crónicos. Una com-
binación de gratificación y multas deberá continuar durante un tiempo
indefinido, pues de otra manera la mayor parte de los trabajadores ten-
drían que sobrellevar cargas sociales suplementarias debido a una mino-
ría de gandules.
Mientras la economía del WEPC opere en una plaza del mercado ca-
pitalista mundial, las empresas deben combinar unas relaciones sociales
de producción más humanas con la mejora de la competitividad. Todo
WEPC de cualquier tamaño, recurso básico, proximidad a los centros
imperiales, nivel y diversidad de la producción, necesita invertir en in-
vestigación y desarrollo (I + D), alentar las innovaciones en productos
farmacéuticos, tecnologías, productos de calidad, etc. para estar en dispo-
sición de tener productos comerciales a precios competitivos. Debería
haber producción especializada en los países con favorables dotaciones
en cuanto a situación, recursos básicos o cualificaciones. Los aumentos
de productividad deberían reducir las horas y los años de trabajo, ampliar
el tiempo para las actividades de ocio y descanso, proporcionar oportuni-
dades para prolongar la formación así como el tiempo de calidad para las
relaciones personales, familiares y amistosas. Sin innovaciones y com-
petitividad constantes, las pérdidas del mercado obstaculizarán seria-
mente el crecimiento de relaciones sociales humanas.
La socialización de la producción no cambiará automáticamente las
desigualdades en las relaciones raciales y sexuales entre los trabajadores
y profesionales. Una ‘revolución cultural’ concertada, basada en iniciati-
vas legales, educativas y gubernamentales será necesaria para comenzar
el proceso de transformación del racismo y el sexismo institucional y de
los comportamientos en todas las esferas de la producción, el consumo y

In≈daga (2006) 4: 5-24


J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera? \ 23

las representaciones culturales. Los representantes directos de las organi-


zaciones de clase de las etnias y las mujeres deben estar presentes en po-
siciones clave. De la misma manera, la socialización de la producción re-
quiere la presencia directa de los representantes de las organizaciones
ambientales de masas para minimizar la sobreexplotación de los recursos
no renovables, la contaminación ambiental y el uso abusivo de los pro-
ductos químicos en la agricultura.
Finalmente, el WEPC afronta el problema de las desigualdades gene-
radas por los diferentes niveles de productividad, producción de valor y
demanda de mercado que ocasiona desigualdades entre las fábricas, sec-
tores y regímenes. El control descentralizado acentuará las ventajas de
unos frente a la desventaja de otros, conduciendo a la reproducción de
desigualdades regionales y de clase. Un sistema de progresividad fiscal y
de salarios y subsidios sociales, así como el incremento de la inversión
en la mejora de las industrias y regiones menos desarrolladas, puede
disminuir las desigualdades.

CONCLUSIÓN

Pruebas históricas y empíricas demuestran que las desventajas políti-


cas, económicas y sociales de la inversión extranjera exceden con mucho
cualquiera de los beneficios a corto plazo que contemplan sus defensores.
La investigación ha demostrado que la mayor parte de las economías po-
see los recursos financieros y de capital, así como capacidad humana y
productiva subutilizada, para emprender un desarrollo satisfactorio sin
los altos costes políticos que generan las FI. Un modelo alternativo, el
WEPC, proporciona numerosas ventajas sobre la dependencia financiera
y el capital inversor internacionales. Mientras las FI juegan un papel ne-
gativo en general, el modelo del WEPC no excluye totalmente las FI en
circunstancias específicas, limitadas en el tiempo y la situación para ins-
trumentar un desarrollo endógeno. Una estrategia dirigida al diseño de
una ayuda internacional que complemente el crecimiento endógeno in-
tensifica los contratos específicos con una variedad de proveedores, en
particular con aquellos que no están vinculados al Estado imperial.
Aunque el modelo WEPC aporta un procedimiento alternativo, que
maximiza los intereses de la clase obrera y los nacionales, tiene desven-
tajas potenciales y contradicciones internas que requieren constante re-

In≈daga (2006) 4: 5-24


24 \ J. Petras, El antiimperialismo, ¿es compatible con la inversión extranjera?

flexión, deliberación, debate y reformas. Sin embargo, el modelo propor-


ciona el camino más seguro y directo hacia el desarrollo con democracia,
justicia social e independencia nacional. El éxito del modelo WEPC, su
introducción y mantenimiento no depende simplemente de su viabilidad
socioeconómica, sino de la seguridad nacional y de las políticas e institu-
ciones culturales.
Mayo 1, 2005.

Ph. D. James Petras (EE. UU., 1937). Professor of sociology at Binghamton


University, State University of New York, Sociology Department – LT 407,
PO Box 6000, Binghamton, NY 13902-6000.
E-mail: jpetras@binghamton.edu

In≈daga (2006) 4: 5-24


In≈daga (2006) 4: 25-51
ISSN 1695-730X

ED BROWN y JONATHAN CLOKE

La cruzada internacional
contra la corrupción: una respuesta crítica
The International Anti-Corruption Crusade : A Critical Response

Traducido del inglés por Ignacio Reyes García.

INTRODUCCIÓN

Los últimos años han sido testigos de la progresiva generación de un


consenso entre instituciones internacionales, gobiernos donantes y una
gran cantidad de ONGs del Primer Mundo en cuanto a que muchos de los
problemas más importantes y esquivos que enfrentan los ‘países en
desarrollo’ provienen del impacto que produce la corrupción dentro de
sus fronteras. La corrupción en el Sur –tal es el argumento– aumenta la
pobreza y la marginalidad, desestimula la inversión extranjera, limita la
efectividad de las reformas económicas, disuade la ayuda internacional
(por los impactos que el asunto genera en la opinión pública de los países
del Norte) y ocasiona una dispersión de recursos (Doig y Theobald 2000:
1). Como consecuencia, los gobiernos del Sur son ‘incitados’ a demostrar
su compromiso con la eliminación de la corrupción por medio de la
adopción de medidas diseñadas para mejorar la transparencia y la
responsabilidad de sus instituciones públicas.

ESTRATEGIAS ANTICORRUPCIÓN EN CENTROAMÉRICA

La región centroamericana tampoco ha escapado a esta tendencia.


Terminados los conflictos que asolaron aquella zona en la década
anterior, los años 90 han visto cómo las clases políticas dominantes en
Centroamérica acogían con mucho entusiasmo el modelo de desarrollo
neoliberal, favorecido por las instituciones financieras internacionales.
Esto ha implicado la combinación de una liberalización económica (que
26 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

incluye amplios programas de privatización, eliminación de regulaciones


y liberalización del comercio) con la institucionalización de un sistema
político democrático-liberal y la ‘modernización’ de las instituciones
políticas de la región. Un componente central en estas últimas ha sido el
intento de optimizar la eficiencia, transparencia y responsabilidad en las
labores de gobierno, por medio del establecimiento de extensos
programas diseñados para mejorar el «buen gobierno»1. Tales programas
se han centrado en el perfeccionamiento de la gestión del sector público,
fortaleciendo los procedimientos contables y las auditorías, acelerando la
descentralización de los servicios públicos y la reforma judicial.
Los gobiernos centroamericanos también han asimilado sin dilación
esta nueva mentalidad anticorrupción. En consecuencia, el discurso de la
transparencia y la responsabilidad se ha convertido rápidamente en el úl-
timo de una serie de lugares comunes internacionalmente compartidos,
los cuales se pueden encontrar en abundancia en diversos documentos y
discursos gubernamentales. Juanto a la retórica florida, se han creado de-
partamentos nuevos en los gobiernos, ‘grupos de trabajo’ y oficinas anti-
corrupción, se han redactado planes nacionales contra la corrupción y se
han fortalecido algunas instituciones nacionales, como la Contraloría
General o el ombudsperson [‘defensor del pueblo’] (ver Gutiérrez 2001;
USAID 1999).
Y por citar tan sólo un ejemplo, a primera vista parece que, entre los
diversos países centroamericanos, es el gobierno de Alemán (en Nicara-
gua) el que más lejos ha ido en la preparación de un programa nacional
anticorrupción. En 1998 comenzó a funcionar un Comité de Integridad
Nacional, encabezado por el vicepresidente Enrique Bolaños y con apoyo
directo del Banco Mundial (por medio de su equipo sobre Gobernabili-
dad del Instituto de Desarrollo Económico). El comité se propuso esta-

1
El Banco de Desarrollo Interamericano es probablemente el contribuyente más espléndido a los
programas de gobernación en Centroamérica (ver <http://www.iadb.org/exr/topics/modstate.htm>).
No obstante, el Banco Mundial también tiene una cartera de proyectos relacionada
(orquestada bajo los auspicios de su Grupo de Sector Público formado en 1997: ver
<http://www1.worldbank.org/publicsector/>). Así mismo, la USAID también ha apoyado
programas de gobernación en varios países. En Nicaragua, por ejemplo, se programaron
proyectos USAID para el ‘Imperio de la Ley y el Buen Gobierno’ por valor de 43,6 millones
de dólares US entre 1998 y 2003 (ver <http://www.usaid.org.ni/devprogfeb2002.htm>). Estos
proyectos han sido apoyados por otros programas financiados (entre otros) por gobiernos
concretos de Europa y Asia (Taiwan, por ejemplo), la Unión Europea y el Programa de
Desarrollo de las Naciones Unidas.

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 27

blecer un foro en el cual «representantes de todas las dependencias del


gobierno y la sociedad civil nicaraguenses» pudieran colaborar en la
promoción de «la integridad y la transparencia en el ámbito nacional,
prevenir y combatir la corrupción y fomentar en la ciudadanía valores de
honestidad, vocación pública y ética» (RN 1999: 4). Este enfoque inte-
grador se unió a la continuación de aquellos programas, con financiación
externa, que buscaban la modernización institucional, incluyendo aspec-
tos tales como la reforma de los sistemas de gestión financiera y de au-
ditoría del Estado nicaraguense, las reformas del servicio civil y del sis-
tema tributario y ulteriores iniciativas privatizadoras.
La culminación de este enfoque de doble vía fue la articulación de un
Plan de Integridad Nacional (RN 1999), presentado al Grupo Consultivo
de Donantes en su Conferencia de Estocolmo en mayo de 1999. Es inte-
resante hacer notar que todas estas actividades le habían proporcionado
un significativo reconocimiento al gobierno nicaraguense por parte de un
cierto número de donantes y observadores. En abril de 1998, por ejem-
plo, la solicitud de presupuesto de la USAID en Nicaragua para el si-
guiente año financiero indicaba que el gobierno de Alemán había comen-
zado a dar «pasos audaces para aumentar la transparencia y la responsa-
bilidad en sus operaciones» y había «tomado una posición muy notoria
sobre la anticorrupción» (USAID 1998: 12)2.
No fue accidental que la preparación del Plan de Integridad Nacional
se acelerara con las consecuencias del huracán Mitch. La respuesta inter-
nacional al desastre generó ímpulsos adicionales al proceso de reformas
institucionales, al tiempo que los donantes exigieron garantías sobre la
responsabilidad en el uso de los fondos para la reconstrucción3 y pusie-
ron en práctica un sistema para el seguimiento de la ejecución bajo el
mecanismo del ‘Grupo de los Cinco’. En aquella época, la comunidad
internacional parecía ser relativamente optimista acerca de los resultados
potenciales de este enfoque mejorado sobre la transparencia, con una
USAID que utilizó sus experiencias en Centroamérica como modelo
cuando presentó el presupuesto de 2001 para América Latina (USAID
2000) e incluso con algunos comentaristas que sugirieron que Centroa-
2
Otros ejemplos de las evaluaciones favorables a los esfuerzos del gobierno Alemán inclu-
yen a Seligson (1996), Seligson (1998) y, en menor medida, a Langseth y Pezzullo (2000).
3
Ver las contribuciones realizadas a cualquier sesión por el Banco Mundial, USAID y el
Banco Internacional de Ayuda al Desarrollo en estas ediciones de la conferencia del Grupo
Consultivo celebrada en Estocolmo en mayo de 1999 (IADB 1999).

In≈daga (2006) 4: 25-51


28 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

mérica podría asumir un papel de liderazgo en el desarrollo de mecanis-


mos de responsabilidad (CLACDS-HIID 1999: 4).
Con todo, sin embargo, a pesar de tales predicciones y de las substan-
ciales cantidades que ahora están siendo gastadas en la reforma institu-
cional, todas las actividades parecen haber sido increiblemente lentas en
la producción de resultados (generando el temor de que los compromisos
retóricos de lucha contra la corrupción podrían no ser más que intentos
hábilmente construidos para captar los recursos internacionales ahora
disponibles para la reforma institucional). Y por tomar sólo un indicador,
reconocidamente defectuoso (ver los análisis que se presentan más ade-
lante en esta misma ponencia), las repúblicas centroamericanas continúan
mostrando pobres resultados en los índices anuales sobre transparencia
calculados por Transparencia Inernacional. Por ejemplo, en un reciente
Índice de Percepciones de la Corrupción, tres países centroamericanos fi-
guran en el tercio peor de los 91 países encuestados: Nicaragua (en el lu-
gar 14º), Honduras (en el 18º) y Guatemala (en el 24º) (Transparencia
Internacional 2001a).
Los escándalos de corrupción en la región continúan ocurriendo con
alarmante regularidad4. Los casos específicos incluyen al ministro de Fi-
nanzas de El Salvador, Miguel Lacayo, (Gutiérrez 2001: 154), el ‘booze-
gate’ en Guatemala (Hernández 2001) y una serie de acusaciones de ac-
tos irregulares durante el proceso de reconstrucción post-Mitch en Hon-
duras (Jeffrey 1999; Rodgers 1999 y Boletín de Transparencia Interna-
cional de junio de 1999). Sin embargo, estos casos tienden a parecer in-
significantes cuando se comparan con la avalancha de acusaciones for-
muladas contra la administración Alemán en Nicaragua. No tenemos es-
pacio aquí para pasar revista a todos los ámbitos que han cubierto estas
acusaciones, pero al final de la presidencia de Alemán un observador
manifestó que Nicaragua había caído en un «avanzado estado de corrup-
ción generalizada […] [en el que] la corrupción es promovida, facilitada
y protegida desde las más altas instancias del Estado, en este caso desde
la misma presidencia, y desde los diversos feudos que controlan los
compinches del presidente Alemán» (Rafael Córdova, citado en Envio

4
Hay una excepción. Costa Rica ha registrado constantemente índices de transparencia
mucho más altos que sus vecinos (40º en 2001); aunque informes recientes sugieren que la
corrupción también puede estar en aumento allí (Gutierrez 2001).

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 29

2002: 2)5. El incremento de la preocupación internacional sobre la


corrupción en Nicaragua se proclamó en diversas ocasiones después de
Estocolmo, pero de una manera u otra Alemán parecíó desviar todos los
cuestionamientos internos y externos6. Finalmente, fue el gobierno de su
sucesor, Enrique Bolaños, el que se lanzó a la persecución de Alemán y
consiguió encarcelarlo. Sin embargo, todavia tiene la capacidad de mani-
pular el sistema politico y su permanencia en prisión no está garantizada.
Casos de tan alto perfil como los mencionados, han contribuido a
extender la seguridad de que la población centroamericana se encuentra
lejos de estar convencida de que los programas anticorrupción hayan sido
realmente exitosos en esa tarea en la región. Las encuestas de opinión
revelan constantemente la percepción de que, en realidad, la corrupción
está cada vez peor, en vez de estar siendo superada7; no obstante, algunos
analistas (por ejemplo, Seligson 1999) sostienen que este hecho podría
reflejar un mayor conocimiento de la existencia de la corrupción (y, por

5
Los ejemplos incluyen la corrupción política presente en el vaciamiento del poder político
durante el pacto con Daniel Ortega y el FSLN (hay una cobertura substancial del pacto en
varias ediciones de Envio y Confidencial durante los últimos años); el socavamiento de las
instituciones que podían haber impedido el continuo uso personal de los recursos del Estado
(sobre todo la Contraloría General: ver El Nuevo Diario, 8-XI-1999); la cuantiosa
malversación de fondos públicos probada contra socios cercanos, tales como Byron Jerez
(Bodan 2000a; Miami Herald, 22-V-2000); evidencias crecientes de procedimientos
manipulados en la licitación de contratos, evasión fiscal y quiebras fraudulentas (Envio
2002) y la enorme fortuna personal de Alemán amasada durante su etapa oficial.
6
Donantes individuales expresaron fuertes reservas acerca de los niveles de corrupción de
los gobiernos nicaragüenses en los primeros meses que siguieron al Mitch (Vukelich 1999)
y, después de Estocolmo, diversos proyectos particulares fueron abandonados cuando los
donantes descubrieron irregularidades (e.g. Dinamarca – La Tribuna, 2-XI-1999), mientras
el desembolso de las cantidades de otros proyectos fue retrasado por temor a la corrupción
(El Nuevo Diario, 23-X-1999; La Prensa, 29-X-1999). Además, se plantearon nuevas
reservas en el mismo sentido antes de la aceptación de Nicaragua en la Iniciativa de Países
Pobres Altamente Endeudados (HIPC). Por ejemplo, en septiembre de 1999 el FMI tomó el
acuerdo sin precedentes de condicionar su apoyo al progreso de la lucha contra la
corrupción (Envio 1999). Finalmente, incluso el embajador de EE. UU., Oliver Garza,
comenzó a presionar a Alemán sobre las cargas de la corrupción en marzo de 2000. Todas
las advertencias y amenazas, sin embargo, parecen haber tenido muy poca influencia en el
comportamiento de la administración Alemán.
7
Para Nicaragua, los ejemplos incluyen: Seligson (1997 y 1999) realizado para la USAID;
CIET International (1998, citado en Langseth y Pezullo 2000) realizado para el Banco
Mundial y la vicepresidencia de Nicaragua; una encuesta de negocios realizada por M&R
Consultants para Confidencial (Bodan 2000b) y una variedad de exámenes realizados por
el IEN (Instituto de Estudios Nicaraguenses) – ver <http://www.ibw.com.ni/~ien/>.

In≈daga (2006) 4: 25-51


30 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

tanto, mostrar el éxito de los programas), en vez de un empeoramiento


del problema. ¡De hecho, Seligson parece sugerir incluso que la
corrupción estaba decreciendo en la Nicaragua del gobierno Alemán! Por
supuesto, los niveles de corrupción son muy difíciles de medir, más allá
del tipo de evidencia anecdótica ofrecido más arriba, pero inclusive una
percepción pública de que el problema está empeorando (a pesar de los
esfuerzos anticorrupción) podría ser una cuestión problemática en sí, toda
vez que estimula el cinismo y debilita el apoyo al cambio democrático
(Szeftal 1998). Se supone que dos componentes fundamentales de los
programas de ‘Buen Gobierno’ son: (a) la ampliación del escrutinio de la
población con respecto al ejercicio del poder, y (b) la acrecencia de la
intervención de la sociedad civil en la toma de decisiones. Con todo,
hasta las instituciones internacionales que promueven la agenda del
‘Buen Gobierno’ reconocen que la persistente carencia de participación
pública significativa en la inserción de los programas anticorrupción
dentro de los sistemas políticos locales continúa siendo un problema
insuperable (ver USAID 1999 y Langseth y Pezzullo 2000).
Finalmente, las afirmaciones acerca de los logros en el fortaleci-
miento institucional y en un mejor ejercicio del poder debieran mode-
rarse, pues la dura realidad vital de la mayoría de los centroamericanos
lleva a pensar que son pocos los que han sentido los beneficios de un
sistema político más abierto y fuerte allí donde sí existe. La insistencia en
que el fortalecimiento institucional debía producirse dentro del marco de
una liberalización económica neoliberal parece haber asegurado que
cualquier mejora en la responsabilidad y eficiencia de las instituciones
públicas de Centroamérica haya estado acompañada por crecientes nive-
les de pobreza, deterioro de los niveles de vida, reducción del acceso a, y
de la cobertura de, los servicios sociales básicos y un notable incremento
de las desigualdades (Brown 2000a).
Dentro de este contexto, la tendencia hacia el ‘Buen Gobierno’ puede
aparecer como algo que está muy lejos de haberse eliminado de las nece-
sidades de la mayoría de los centroamericanos; especialmente si uno sólo
considera la cantidad de dinero que se ha gastado en esos programas en
los años más recientes. Tales preocupaciones pueden llevar a plantearnos
algunas preguntas fundamentales acerca de las reformas institucionales
que, durante la década pasada, han sido ejecutadas en toda la América
Central. Nuestro breve análisis de las estrategias anticorrupción en el
contexto centroamericano revela una serie de contradicciones que son in-

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 31

quietantes, y también muestra brechas significativas entre lo que es apa-


riencia y lo que es realidad. Nuestra argumentación, por lo menos par-
cialmente, no está de acuerdo con los supuestos que subyacen tras la cru-
zada internacional contra la corrupción. Supuestos en los que la corrup-
ción se ve como un problema del sector público (más que del privado),
un problema del mundo en desarrollo (más que del desarrollado) y como
un problema que sólo puede ser combatido mediante la búsqueda de ma-
yores reformas económicas e institucionales y con la adopción de ‘mo-
dernas’ prácticas políticas y burocráticas occidentales. Las siguientes
secciones de este artículo se orientan a explorar, con más detalle, algunos
de estos supuestos. No obstante, comenzaremos por regresar al proble-
mático debate acerca del significado de la corrupción en sí.

SOBRE LA DEFINICIÓN DEL CONCEPTO


A pesar del hecho de que, con gran frecuencia, la mayoría de la gente
se da cuenta de la corrupción cuando la ve, el intento de definir el
concepto sí genera difíciles preguntas teóricas y empíricas. Es poco
probable que alguna vez lleguemos a una definición única que identi-
fique con precisión todos los casos posibles (Johnston 1998: 89).
Como sugiere Johnston, si bien la corrupción ha irrumpido en la
agenda política internacional de los últimos años, aún subsiste cierta con-
fusión en la bibliografía con respecto a una definición precisa del fenó-
meno. Buena parte de esta confusión surge del hecho de que la palabra
‘corrupción’ es utilizada como descriptor básico de una enorme cantidad
de fenómenos vagamente relacionados. El Banco Mundial (1997: 8) la
define como «el abuso del cargo público para obtener beneficios perso-
nales», incluyendo el soborno (para ganar contratos, negociar la factura
de los impuestos, obtener recursos y otros parecidos), la apropiación in-
debida (de bienes o ingresos del Estado) y la corrupción política del sis-
tema (por ejemplo, dentro del sistema electoral), como casos ejemplifi-
cadores de una diversidad de modalidades. Algo parecido a esta defini-
ción se utiliza con frecuencia en la bibliografía, lo que refleja un enfoque
común sobre la interpretación de las conductas de aquellas personas que
se encuentran en cargos públicos (y, en las mejores apreciaciones, de
aquellas que buscan influenciarlas). Si bien es cierto que tales aproxima-
ciones son útiles, dada su simplicidad, la mayor debilidad que tienen re-

In≈daga (2006) 4: 25-51


32 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

side en que se centran exclusivamente en el sector público y, de ese


modo, ignoran la voracidad de la corrupción en el sector privado, al
mismo tiempo que estimulan una desmesurada desconfianza (e incluso
antagonismo) hacia el Estado. Sobre esto volveremos más adelante.
Incluso si aceptáramos esta definición limitada de la corrupción,
como el abuso del cargo, poder o recursos públicos para el beneficio per-
sonal (Johnston 1996: 281), todavía nos quedarían algunos interrogantes
fundamentales. Por ejemplo, ¿quién define el abuso y cómo diferencia-
mos entre el ‘público’ y el ‘privado’? Las respuestas a estas preguntas se
pueden dividir entre aquellas que tratan de articular alguna norma obje-
tiva y universal de conducta para quienes poseen cargos públicos y aque-
llas que han propiciado un enfoque más relativo, basado en normas cultu-
rales ‘subjetivas’ y en la opinión pública. Con diferencia, las primeras
han sido las dominantes. Son diversos los criterios que se han utilizado
para definir las normas. Entre ellos, se incluyen:
• Una definición básicamente legal (es decir, la corrupción se define
por la violación de la ley; aunque, para tener sentido, esta idea debe
asumir que cualquier ley relacionada con la corrupción debería tener
su propia definición a priori acerca del fenómeno).
• La articulación de un conjunto de normas para los deberes formales
de un puesto público (es decir, se produce corrupción cuando se
rompe la norma).
• La identificación de cuándo las acciones de las personas se salen del
‘interés público’ con el objeto de obtener beneficios personales.
Obviamente, la definición estrictamente legal implica, por su natura-
leza, varios problemas: que los sistemas legales difieren de un país a otro;
que la ley no dice nada acerca de asuntos que la sociedad sí ve como
corruptos y, quizá lo más importante, el hecho de que los marcos legales
ciertamente no son «neutrales ni objetivos ni despolitizados» (Williams
1999: 512). La definición de las «normas del cargo público» también
tiende a asumir que el mismo conjunto de ‘reglas’ funciona en diferentes
sistemas políticos y condiciones culturales (y que, por defecto, las
expectativas y normas occidentales son las que se asumen como uni-
versales). Y por último, la definición del ‘interés público’ confunde de
alguna manera la corrupción con sus consecuencias (Philp 1997: 440) y
sufre de los problemas inherentes a tener que definir qué es lo que debería
ser el ‘interés público’ (Williams 1999: 513; Johnston 1996: 281-283).

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 33

Como respuesta a estas limitaciones, algunos observadores han in-


tentado articular un enfoque más ‘subjetivo’ –o quizá más relativo–, ba-
sado en la necesidad de reconocer la diversidad de comprensiones cultu-
rales de la corrupción y cómo evolucionan con el tiempo. El reconoci-
miento de esos factores ha sido importante para combatir algunas de las
generalizaciones que se hacen en el Sur acerca de la corrupción. Por
ejemplo, la denominada corrupción sistemática en el Sur ha estado fre-
cuentemente asociada a la insinuación de que ciertos ambientes socio-
culturales (o culturas políticas ‘naturales’) son más corruptos que otros,
en tanto que las formas en que esas mismas diferencias culturales sostie-
nen nuestras propias definiciones de lo que es aceptable y lo que no con-
tinuamente han sido descuidadas (Williams 1999). Con todo, esas visio-
nes aparecen muy a menudo como una crítica de las definiciones ‘objeti-
vas’ corrientes, más que como un intento de articular una definición al-
ternativa –culturalmente sensibilizada– de la corrupción (Johnston 1996:
282).
La reciente explosión de interés por la corrupción ha mostrado un
cambio en los enfoques tradicionales de la ciencia política, en la medida
que los economistas han incorporado perspectivas y definiciones nuevas.
En general, han sido justamente estos enfoques los que, durante los años
90, predominaron en la agenda favorable al ‘Buen Gobierno’ y contra la
corrupción. Y, de nuevo, estas definiciones se han focalizado casi exclu-
sivamente en la corrupción dentro del sector público, explicada sobre la
base de conductas que buscan un rédito personal (y extravagantes carac-
terizaciones del gobierno como si su funcionamiento fuera un monopolio
del sector privado)8. Parte del trabajo teórico más elaborado se ha produ-
cido mediante el desarrollo de la teoría del agente principal, que se con-
centra en las interrelaciones dentro de (y fuera de) los organismos públi-
cos. Sin embargo, como indica Williams (1999: 507), el punto central de
tales aproximaciones no es el de «definir la corrupción, sino el de expli-
car los imperativos económicos y las circunstancias políticas que esti-
mulan la ruptura de las normas y reglamentos en las oficinas públicas».
En este sentido, si bien estas aproximaciones pueden generar conoci-
mientos útiles, contribuyen muy poco a la clarificación del concepto de
corrupción (Williams 1999: 508), que sigue tan evasivo como siempre.
Problemas de definición que serán tenidos en cuenta en lo que sigue.

8
A continuación discutimos con más detalle ese acercamiento a la búsqueda del rédito.

In≈daga (2006) 4: 25-51


34 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

TEORIZANDO SOBRE LAS CAUSAS

Dada la confusión existente acerca de la definición del concepto de


corrupción, no es sorprendente que también haya poco acuerdo con res-
pecto a cuáles son exactamente las causas y sobre cómo se podrían abor-
dar de la mejor manera. Como lamenta Marquette (1999), «no importa
cuántas veces sea aguijoneada, atizada o dejada de la mano, más pre-
guntas que respuestas parecen surgir de la bibliografía». Una visión que
es respaldada por Robert Williams (2000: xi) en la introducción a una
colección de cuatro tomos con artículos sobre el tema, editada reciente-
mente. Sin embargo, cosa curiosa, son cuestiones que sólo se han dejado
ver de vez en cuando en los estudios de posguerra sobre el desarrollo y
esos casos a menudo revelan sólo poco más que las sobresimplificacio-
nes, generalizaciones y, a veces, las perspectivas completamente racistas
de la época. De ahí que mucha de la corrupción en el período de posgue-
rra haya sido vista como un problema propio del Sur, más que del Norte;
aunque, cosa interesante, el fenómeno no fue contemplado necesaria-
mente desde un punto de vista enteramente negativo9. En este sentido, la
corrupción fue vista como un síntoma de ‘sociedades inmaduras’ que re-
querían ser instruidas por aquellas instituciones y personas que ya habían
aprendido a vivir con las apropiadas normas y patrones del ‘mundo mo-
derno’ (Williams 2000: ix).
No fue sino hasta mediados de los años 60 que unos pocos investigado-
res de la política y economistas intentaron teorizar de forma más sistemática
sobre la incidencia de la corrupción en el Sur y sobre sus impactos en el
proceso de desarrollo; auque aquellos expertos y otros recientes han conti-
nuado describiendo la corrupción como un fenómeno típicamente sureño.
David Hall (1999) muestra, de manera muy experta, la falacia de este tipo
de juicios mediante una aguda exploración tanto de la gravedad de la co-
rrupción existente en las economías del Norte, como de la importancia cru-
cial que las actividades de sus multinacionales ejercen en los problemas de
corrupción en el Sur. El exagerado énfasis sobre la corrupción en el Sur tam-
bién es agudamente criticado por Hawley (2000), que propone lo siguiente:
una mayoría de quienes comentan sobre la corrupción –y acerca de
las iniciativas diseñadas para combatirla– residen en los países en de-
sarrollo, en los no industrializados. La mayoría investiga las culturas
9
Ver Goudie y Stasavage (1998: 138-141) para una discusión de esto.

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 35

políticamente viciadas en el Sur, no en el Norte. La mayoría llama la


atención sobre la corrupción de poca monta de los empleados públi-
cos mal pagados y no sobre la tremenda corrupción de las acaudala-
das multinacionales. La mayoría se concentra en los síntomas, como
los recursos desaparecidos, y no en las causas, como la desrregula-
ción de las empresas estatales. La mayoría se refiere a los sujetos de
soborno y no a los que ofrecen los sobornos.
Más recientemente (y con esto queremos decir los pasados cinco o
diez años), se ha producido un considerable crecimiento de la bibliogra-
fía académica sobre la corrupción. Este hecho coincide con una renovada
preocupación acerca de los impactos de la corrupción en las instituciones
internacionales, en los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil y
sobre los crecientes compromisos políticos para luchar contra el pro-
blema tanto en el ámbito regional como global. ¿A qué se debe este au-
mento de la preocupación? La respuesta refleja consistiría en argumentar
que surge de un incremento sin precedentes en la escala de los abusos du-
rante los últimos años –es decir, que la corrupción se está convirtiendo en
un problema cada vez más crítico. El Banco Mundial está claramente
convencido de que ése es el caso. En 1996, Raghavan Srinivasan, conse-
jero jefe de la procuraduría del Banco Mundial (citado en Hawley 2000),
indicó que «la corrupción ha estado aumentando geométricamente du-
rante los últimos 10 años»10.
Pruebas puntuales parecen apoyar estas afirmaciones. Durante los úl-
timos 15 años, ha habido una enorme cantidad de fuertes escándalos de
corrupción. Los ejemplos van desde las numerosas acusaciones contra
presidentes de América Latina, pasando por la masiva renuncia de muní-
cipes de Estados Unidos en 1999 (y el creciente número de casos de co-
rrupción esgrimidos contra políticos en Europa)11, hasta el denominado es-
cándalo Whitewater de Clinton y la reciente debacle de la Enron en los
Estados Unidos (Hall 1999; Heywood 1997; Little 1992; Pérez Liñán
1998). Sin embargo, dados los problemas implicados en la definición de la

10
Lógicamente, el Banco omite establecer cualquier conexión entre el crecimiento en la
dimensión del problema y el impacto de las reformas económicas que ha ‘inspirado’ por
todo el mundo durante el mismo período.
11
Los ejemplos incluyen la quiebra del sistema político italiano a principios de los años
noventa, las acciones practicadas contra Jacques Chirac y Helmut Kohl y las alegaciones
del ‘efectivo para preguntas’ [cash for questions] que desempeñaron un papel importante en
la derrota de los conservadores en las elecciones británicas de 1997.

In≈daga (2006) 4: 25-51


36 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

corrupción y las evidentes dificultades para medir su aumento o reduc-


ción12, la evidencia se encuentra lejos de ser clara en cuanto a si, en reali-
dad, lo que hay es un aumento en la corrupción o simplemente un creciente
reconocimiento legal y público de algo que ya existía con anterioridad.
Hay otros, sin embargo, que podrían argüir que la creciente disposi-
ción internacional a emprender acciones contra la corrupción proviene no
tanto de la percepción de un aumento del problema en sí, sino más bien
de cambios en el clima político internacional. En su forma más simple,
tales argumentos proponen que la expansión de la democracia y la libe-
ralización de las economías en las dos décadas pasadas han convertido
progresivamente la corrupción en un hecho simplemente menos acepta-
ble (ver la masiva exageración sobre este caso en Naim 1995). No obs-
tante, hay otras interpretaciones que apuntan a la importancia del cambio
de las prioridades geopolíticas, en particular, al término de la guerra fría.
Antes de esto, los gobiernos occidentales (en particular los Estados Uni-
dos) habían considerado consistentemente las preocupaciones geopolíti-
cas en un lugar muy superior a las cuestiones de si un régimen era co-
rrupto o no. Si bien la influencia de los criterios de estrategia geopolítica
no han sido totalmente abandonados, los niveles de tolerancia ante la co-
rrupción sí han declinado claramente (Williams 2000: x).
Una última razón para el incremento del interés en el control de la co-
rrupción se relaciona con los efectos de la globalización en la capacidad
reguladora del Estado. Hay una creciente preocupación de que los retro-
cesos del Estado dejen gobiernos mal equipados para luchar contra las
oportunidades que, facilitando el enriquecimiento ilícito, han sido crea-
das a través de los procesos de globalización (las dificultades de ejercer
una vigilancia policial sobre las prácticamente instantáneas transferencias
de dinero alrededor del mundo, la naturaleza propiamente global de mu-
chas actividades ilegales, tales como el tráfico de drogas y otras así).

INICIATIVAS INTERNACIONALES CONTRA LA CORRUPCIÓN

Cualesquiera que sean las razones fundamentales, el hecho es que


ciertamente los años 90 presenciaron un gran cambio en la actitud inter-
nacional hacia la corrupción y una expansión dramática de los esfuerzos

12
Para exámenes más detallados de este punto, ver Morris (1999).

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 37

para enfrentar el problema. La iniciativa más conocida que surgió fue


cuando ex-funcciónarios del Banco Mundial fundaron en 1993 la organi-
zación Transparencia Internacional –TI– (ver Galtung y Plattner 1999) y
comenzaron a producir su indicador anual de percepciones sobre la co-
rrupción. La publicación de este indicador todos los años recibe hoy una
considerable publicidad internacional. Sin embargo, también ha recibido
críticas por limitarse a percepciones13 de la corrupción que se da en los
gobiernos y en los funcionarios que aceptan sobornos, más que preocu-
parse de las acciones de las corporaciones que ofrecen la mayoría de los
sobornos. Hall (1999) aduce que el indicador de TI ‘identifica y culpa’
claramente a políticos particulares y entidades del sector público, pero
que omite la identificación de cualquier corporación específica. Este
analista también indica que esta organización tiende a enfatizar la apa-
rente corrupción de los gobiernos del Sur14. Cualesquiera que sean sus li-
mitaciones, no se puede negar que la publicación del indicador (y el tra-
bajo específico de las secciones nacionales de TI) ha contribuido bastante
a asegurar que la lucha contra la corrupción haya llegado a afincarse só-
lidamente en el escenario internacional, haciendo que los gobiernos se
preocupen de informarse del lugar que ocupan en la lista.
En los últimos años, también se han promovido otras iniciativas in-
ternacionales. La más conocida es la de la OCDE, organismo que en
1997 estableció su ‘Convenio Internacional para Combatir el Soborno de
los Funcionarios Públicos del Exterior en las Transacciones Comerciales
Internacionales’ (OECD 1997). En síntesis, este convenio intenta poner a
todas las economías industriales en línea con los EE.UU., donde hace

13
El índice se basa en las percepciones de personas «que trabajan para empresas e
instituciones multinacionales del nivel al cual la corrupción impacta en la vida comercial y
social» (Heywood 1997: 425). Estas opiniones son trazadas a partir de observaciones reali-
zadas por diversos consultores internacionales del riesgo y respuestas anónimas a encuestas
individualizadas de la propia Universidad de Gottingen. Esto tiene dos implicaciones parti-
culares. Primero, las evaluaciones de TI se fundan substancialmente (aunque no exclusiva-
mente) en percepciones de elites internacionales y regionales. Segundo, como precisa Hey-
wood (1997: 425), algunas observaciones se basan en un número muy pequeño de encues-
tados (como mucho, tres por país para una fuente), con el resultado de que una ausencia de
datos significa que una amplia gama de países queda excluida de las listas en años determi-
nados (e.g. Nicaragua en 2000 y Kenya en 1997).
14
Algunas de las críticas pueden ser respondidas por la publicación del nuevo informe
annual de TI, el Global Corruption Report, presentado en octubre de 2001 a la X Conferen-
cia Internacional Anticorrupción celebrada en Praga (Transparency International 2001b).

In≈daga (2006) 4: 25-51


38 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

mucho tiempo se considera que el soborno de los funcionarios de gobier-


nos extranjeros constituye un delito. En una situación parecida, y sobre la
base la Declaración de las Naciones Unidas contra la Corrupción y el So-
borno en las Transacciones Comerciales Internacionales, aprobada en
1996, la Asamblea General de la ONU acordó, en diciembre de 2000,
una resolución para iniciar el diseño de un instrumento efectivo, con va-
lidez legal internacional, para ayudar a combatir la corrupción mediante
el encaje de un conjunto de medidas más amplio que la iniciativa de la
OCDE. Este proceso se apoyó en una serie de foros globales que comen-
zaron en febrero de 1999 en Washington y continuaron en La Haya,
Holanda, a finales de mayo de 2001 (sobre la declaración final del se-
gundo, ver Global Forum 2001).
Pero, volviendo más específicamente a las Américas, encontramos un
flujo similar de actividades. El Centro Carter ha sido anfitrión de gran
cantidad de conferencias de alto nivel sobre el tema. La OEA, a través de
su fundación ‘Confianza para las Américas’, también ha desempeñado un
papel muy importante a través del desarrollo y promoción del ‘Pacto
Interamericano contra la Corrupción’, adoptado en 1997 (Robinson 1998;
Trust for the Americas 2001). Otra de las iniciativas importantes ha sido
la apertura de un sitio web (www.respondanet.com) a modo de centro de
consulta y foro sobre cuestiones relacionadas con la corrupción. Y por
último, el Banco Interamericano de Desarrollo también ha invertido
fuertes sumas en programas anticorrupción como parte de su orientación
hacia el fortalecimiento institucional (su perspectiva sobre este tema se
encuentra desarrollada en IADB 2001).
Esto nos trae de vuelta a los programas de ‘Buen Gobierno’, a los que
ya nos referimos en la introducción de esta ponencia. El resultado de
todas estas actividades es que, hoy por hoy, la mayoría de las reformas
institucionales apoyadas por las instituciones financieras internacionales
incluyen un componente anticorrupción considerable, que, algunas veces,
se incorpora como condición para mantener el acceso a las concesiones
financieras. Como consecuencia, la corrupción ya aparece en la agenda
de las reuniones de todos los grupos consultivos que existen entre
donantes y naciones deudoras particulares. Las naciones del Sur también
han aprendido el lenguaje de la transparencia y de las reformas estatales
y, como se puede apreciar en el ámbito centroamericano, hay pocos
estados que todavía no dispongan de algún tipo de programa
anticorrupción.

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 39

EVALUACIÓN DE LA NUEVA CRUZADA ANTICORRUPCIÓN

El hecho de que el problema de la corrupción esté recibiendo ahora


una atención tan significativa constituye, sin duda alguna, algo positivo.
Cualesquiera que sean sus causas o su definición precisa, la cuestión es
que la corrupción sí tiene importantes impactos políticos, sociales y eco-
nómicos negativos. Y más aún, esos impactos negativos de la corrupción
golpean, predominantemente, a los sectores más pobres y marginados;
por descontado, el pobre no puede pagar las comisiones que normal-
mente se requieren para acceder a los recursos o a los que toman las deci-
siones. Transparencia Internacional estima que el 5% de los presupuestos
públicos se extravían, lo cual añade tensiones adicionales a los ya insufi-
cientes recursos para los servicios públicos, desarrollo de infraestructuras
y otros capítulos similares. Por tanto, es evidente que cualquier progreso
en la situación debe ser bien recibido.
Es indudable que el programa de fortalecimiento institucional ha te-
nido, por lo menos, algunos éxitos parciales en contextos nacionales es-
pecíficos. Por lo demás, a los gobiernos no les agrada aparecer en el peor
lugar de los índices de Transparencia Internacional. Y dada la creciente
preocupación que los donantes manifiestan por la corrupción, quizá los
líderes políticos también están teniendo que pensar más cuidadosamente
en sus acciones. El derecho de los ciudadanos de cualquier nación a pedir
cuentas a quienes ejercen el poder político y económico sobre ellos es
algo que también se ha visto favorecido y los periodistas locales, las or-
ganizaciones de la sociedad civil y el poder judicial se han encontrado
inesperadamente con una amplia gama de potenciales aliados internacio-
nales en su lucha contra los regímenes corruptos.
Con todo, hay algunas cuestiones que deben ser respondidas. Por
ejemplo, ¿dónde está toda la producción de legislación y convenios in-
ternacionales que, en realidad, nos debería estar guiando? Y, como plan-
tea Williams (2000: x), ¿representan todas estas actividades una res-
puesta oportuna a un problema recientemente percibido o se trata de una
reacción refleja ante los frutos de años de políticas negligentes que no
tienen ninguna esperanza realista de éxito? Hay algunos indicios inquie-
tantes. Por ejemplo, la legislación internacional le debe mucho a los sis-
temas nacionales anticorrupción desarrollados en los Estados Unidos. No
obstante, las críticas internas a esos mismos sistemas concluyen que, a
pesar de todas las energías empleadas en su establecimiento, por ejemplo,

In≈daga (2006) 4: 25-51


40 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

la legislación contra el soborno, presenta como promedio el haber visto


un solo caso al año (Hawley 2000). Los observadores concluyen que lo
que ha cambiado después de la introducción de la legislación en los
Estados Unidos es cómo sobornan las compañías, no el hecho de que lo
hagan o no. Conclusiones así deberían ser suficientes para hacer sonar
algunas campanillas de alerta acerca de los probables resultados de la
legislación internacional.
Hall (1999) también se queja de la falta de entusiasmo real entre los
gobiernos occidentales para tomar medidas contra la corrupción, espe-
cialmente allí donde sus propias corporaciones se encuentran implicadas.
Muchas veces, los gobiernos occidentales parecen haber amparado pasi-
vamente (o incluso activamente en algunas ocasiones) las prácticas de
corrupción de sus multinacionales en el extranjero, al dejar de emprender
acciones contra ellas, no obstante las abrumadoras evidencias disponibles
(sobre las prácticas de empresas británicas en Pakistán, ver Hawley
2000). Por último, muchas de las organizaciones que han venido promo-
viendo campañas contra la corrupción en el Sur dejan mucho que desear
en cuanto a sus propios procedimientos de vigilancia, evaluación y audi-
toría15.
Sobre la base de estas preocupaciones, Szeftel (1998: 414) llega a la
desalentadora conclusión de que:
[…] a pesar de todas las reuniones, comisiones y condicionamientos,
la corrupción continúa prosperando e incluso aumentando. Por la na-
turaleza del tema, la evidencia es necesariamente anecdótica e impre-
sionista, pero nadie sostiene que la corrupción es en 1998 un pro-
blema menor de lo que era en 1990, y la mayoría consideraría que se
ha incrementado tanto en frecuencia como en escala.
Sin embargo, el problema más inaccesible para gran parte de la
bibliografía y las iniciativas recientes sobre corrupción es el hecho de
estar ampliamente descrito desde dentro de una poderosa corriente de
‘desarrollo’, que acepta casi como de ‘sentido común’ que los principios

15
Hawley (2000) plantea una discusión interesante sobre la falta de responsabilidad del
Banco Mundial en la inspección de sus propias actividades. Esto advierte de los impactos
masivos del cabildeo en la distribución del 45% de las actividades del Banco que están
sujetas a una oferta internacional competitiva. Indica también que las firmas que auditan los
proyectos del Banco son con frecuencia las mismas que establecieron los sistemas
financieros del propio Banco.

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 41

neoliberales de la desregulación, liberalización y privatización son fines


en sí mismos, a pesar de la creciente evidencia del papel que juegan en la
acentuación de las oportunidades de corrupción. Y éste es un tema al que
ahora nos referiremos con más detalle (haciendo un énfasis particular en
la implicación del Banco Mundial en las discusiones acerca de la
corrupción).

EL NEOLIBERALISMO, EL BANCO MUNDIAL Y LA CORRUPCIÓN

Incluso las primeras y más econocéntricas contribuciones al concepto


de desarrollo en la contrarrevolución neoliberal de comienzos de los años
80 ya anticiparon algunas reivindicaciones sobre los beneficios antico-
rrupción de la liberalización económica, la desregulación y la privatiza-
ción (ver Bauer 1984: 35, por ejemplo); aunque éste no era un compo-
nente particularmente central de sus análisis. En esencia, el punto de
vista sobre la corrupción era muy sencillo –las oportunidades para incu-
rrir en actividades corruptas surgen, en su mayor parte, de las distorsio-
nes del mercado generadas por las intervenciones del Estado. Las expli-
caciones del porqué ocurría esto se centraron en torno al análisis de la
‘búsqueda de ganancia’ difundido por Kruegar (1974). Este enfoque pro-
ponía que las intervenciones del Estado (mediante el control de los tipos
de cambio, subsidios, cuotas, etc.) distorsionaban los mercados y creaban
oportunidades para que los burócratas del Estado pudieran extraer réditos
económicos aprovechándose de su posición monopólica (para más deta-
lles sobre esto, ver Riley 1998; World Bank 1997; Colclough 1991 y
Moore 1991). Consecuentemente, en el marco de este enfoque, se afir-
maba que a una gran reducción de las intervenciones del Estado seguiría
una disminución de las oportunidades para la corrupción. (Williams
2000: xii). El resultado: como se asumía que la liberalización económica
se encargaría de tales problemas, los arquitectos de los programas de re-
forma neoliberal en esa época no consideraron de especial importancia la
generación de medidas directas contra la corrupción.
Sólo a mediados de los años 90 el Banco Mundial comenzó a
ocuparse más específicamente del combate directo contra la corrupción.
Llegó a esta reconsideración de su antagonismo hacia el Estado en los
comienzos de la década, a medida que se le hacía claro el papel
absolutamente crucial que tenían las instituciones estatales en el éxito de

In≈daga (2006) 4: 25-51


42 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

los objetivos de su agenda de reformas dirigidas al mercado (aunque sólo


fuera en términos de explicar sus evidentes y numerosos fracasos: Kiely
1998). Este reconocimiento condujo dentro del Banco a los ahora ya
familiares énfasis sobre la gobernabilidad, la democratización y la
construcción institucional; vinculando directamente en el proceso los
argumentos para la liberalización económica con los de la transformación
del sistema político y la reforma del sector estatal (Szeftel 1998).
A medida que esta nueva orientación política se consolidaba, el
Banco empezó a mirar más allá de la pura eficiencia de las instituciones
estatales y pasó a considerar también su transparencia y apertura al es-
crutinio público, en la medida que las personas u oficinas corruptas se
identificaban de forma creciente como serios impedimentos para la
agenda de reformas neoliberales. Consecuentemente, y a continuación de
la reunión conjunta anual del Banco con el Fondo Monetario Internacio-
nal en octubre de 1996, se estableció un grupo de trabajo sobre corrup-
ción, compuesto por 20 miembros y presidido por Mike Stevens (Riley
1998). Este grupo publicó sus observaciones en un documento del Banco
Mundial (1997) y tuvo una gran influencia en el Informe de 1997 sobre
el Desarrollo Mundial. Con todo, y a pesar del hecho de que el interés
del Banco en la corrupción surgió como parte de un renovado interés
acerca del papel del Estado, la mayoría de los pronunciamientos sobre
corrupción que hace el Banco todavía exhiben un evidente sesgo anti-
Estado. Por ejemplo, el Informe de 1997 sobre el Desarrollo Mundial
empieza con la premisa de que la localización (y, por cierto, la causa) de
la mayor parte de los problemas de corrupción se encuentra en el sector
estatal. Así, aunque el Banco tiene ahora una comprensión mucho más
madura acerca de las complejidades de la relación entre el Estado y el
sector privado, y sobre la importancia de algunas modalidades de inter-
vención estatal, todavía se permite hacer la increíblemente grosera afir-
mación de que:

[…] toda reforma que aumente la competitividad de una economía


reducirá los estímulos para los comportamientos corruptos. Por lo
tanto, las políticas que disminuyan los controles sobre el comercio
internacional, eliminen las barreras de entrada a la industria privada y
privaticen las empresas estatales como vía para garantizar la
competencia, todas ellas apoyarán la lucha (World Bank 1997; citado
en Hawley 2000).

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 43

A fin de cuentas, aunque el Banco ha reconocido la importancia del


fortalecimiento de las instituciones públicas, de los sistemas judicial y
electoral y del fomento de una cultura cívica dirigida a luchar contra la
corrupción, continúa siendo la perspectiva predominante el presupuesto
neoliberal de que la mayoría de los casos de corrupción se explican como
la búsqueda de ganancias por parte de funcionarios individuales y de que
esta situación puede ser superada mediante los procesos de liberalización
económica y desregulación (World Bank 1997).
De este modo, el esfuerzo contra la corrupción a finales de los años
90 y posteriores se puede considerar como parte de un modelo particular
de reforma estatal que, a pesar de todas las recientes conversaciones en
torno a un consenso postWashington, continúa siendo fundamentalmente
antagónico respecto al Estado. Un Estado que sólo es apoyado en la
medida que pueda administrar con efectividad su propia defunción
(Hawley 2000, Brown 2000b). Por su parte, Riley (1998: 138) resume
tales intereses de una manera muy realista:
[…] los cínicos podrían sostener que el tema de la corrupción no es
nada más que otro de los medios del Banco para garantizar su
verdadero objetivo: un gran ajuste estructural en aquellos estados
cuyos programas de ajuste se han frustrado por las presiones
políticas. La nueva política del Banco hace poco caso de otros medios
para reducir la corrupción.
Y aunque se nos ocurriera adoptar una visión menos cínica, resulta
claro que el empuje general de los programas anticorrupción dentro de
una administración de ‘Buen Gobierno’ es duramente impugnado por la
más amplia arremetida de las políticas de restructuración económica
prescritas por las mismas instituciones. Las instituciones que ahora se
consideran fundamentales en materia de transparencia y gobernabilidad
normalmente se encuentran entre aquellas que suelen ser las primeras
instituciones del Estado que sufrían recortes en los gastos estatales y son
el blanco principal de aquellos elementos antidemocráticos dentro de las
élites locales de las cuales depende la ejecución del ajuste estructural.
Y ahora, hasta el propio Banco ha sido obligado a reconocer que la
liberalización económica ha traído nuevas oportunidades para la corrup-
ción. Los extendidos recortes en los gastos estatales durante años sucesi-
vos han debilitado de manera creciente la capacidad del Estado para au-
torregularse y han socavado su credibilidad política. Los costos sociales

In≈daga (2006) 4: 25-51


44 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

de las reformas han aumentado la distancia entre los cada vez más
tecnificados asuntos del gobierno y la tarea de satisfacer las necesidades
básicas de los pobres. En una línea similar, no está claro cómo una
burocracia estatal que ha sido severamente reducida, que está pobremente
remunerada y que es tratada como un ‘enemigo’ por parte de las moder-
nizantes fuerzas neoliberales, va a ser un recurso más eficaz en la lucha
contra la corrupción que empleados estatales seguros y estimulados que
carezcan de motivos para meterse en una corrupción de poca monta16.
Además, la liberalización de los mercados financieros ha servido para
que las personas ya no tengan que proporcionar justificación económica
alguna para sus transacciones de dinero, lo cual ha hecho que los frutos
de las actividades de la corrupción sean más difíciles de rastrear.
Desgraciadamente, es muy frecuente que el papel de los agentes in-
ternacionales en la conformación de la naturaleza de las prácticas de co-
rrupción también sea pasado por alto17. En el propio lenguaje del Banco,
la expansión y liberalización exterior, el comercio y la inversión pueden
actuar como fuentes importantes para los comportamientos que buscan
ganancias. Tal vez el ejemplo más evidente de las oportunidades que han
suministrado las reformas económicas a las actividades de corrupción sea
el amplio número de privatizaciones de empresas y servicios del Estado.
Hay abundantes casos en que los servicios públicos fueron vendidos an-
tes de redactarse algún marco regulador aplicable a la venta; resultaron
así procesos de licitación corruptos conocidos por todos, robo de activos,
ventas a valores muy inferiores a los del mercado y otros casos por el es-
tilo (Bayliss 2000). Por su parte, Williams (2000: xii) afirma que «en
muchos casos, la privatización ascendía a poco más que los robos autori-
zados de la propiedad estatal». Además, una vez que los servicios públi-
cos han sido privatizados, los nuevos sistemas de contratación externa y
aseguramiento de concesiones abren gran cantidad de oportunidades para
el soborno y las ganancias ilícitas (ver Hall 1999). De esta manera, la

16
El propósito de la motivación se desmonta, además, cuando los empleados del Estado ven
los altos salarios pagados a los ‘expertos’ externos traídos bajos los auspicios de los
préstamos de ayuda técnica a las instituciones.
17
Una excepción a esto es el reciente trabajo dentro de la investigación del Banco Mundial
sobre el gobierno, que ha comenzado a explorar las vías por las cuales las grandes firmas
están en disposición de adquirir beneficios privados del Estado (ver Hellman, Jones y
Kaufmann 2000).

In≈daga (2006) 4: 25-51


E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción \ 45

afirmación del FMI/BM de que en el Estado se encuentra la fuente de la


mayor parte de la corrupción se ha convertido en una profecía autocum-
plida, como resultado directo del ajuste estructural. Entre los más depau-
perados de los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC), la fuente de
ingreso más rica y accesible para las elites estriba ahora en los préstamos
que el FMI proporciona al Estado, los cuales se convierten en coto de las
elites familiares y sus clientes. Mientras que los programas de privatiza-
ción y apertura de mercados son impuestos de un lado a otro, las elites
locales poseen las compañías que más se aprovechan de estas activida-
des, especialmente de las privatizaciones, allí donde las empresas exter-
nas en general no tienen interés en monopolios del Estado ineficientes y
endeudados, que terminan por caer en manos nacionales a precio de
saldo. Los préstamos facilitados para este tipo de ‘privatizaciones’ que-
dan bajo la responsabilidad del Estado (es decir, de los pobres del país,
porque el Estado aplica sistemas impositivos regresivos en los que el
IVA es la principal fuente de ingresos estatales, impuestos que van a ser-
vir al pago de la deuda externa).

CONCLUSIONES

Para concluir esta breve revisión del tema, creemos que la explosión
de las actividades anticorrupción en los últimos años, a pesar de los in-
dudables beneficios que se han derivado de la iluminación de un pro-
blema largamente descuidado, muy improbablemente llevará a resultados
significativos. Desde nuestro punto de vista, esto se debe a que el diseño
de tales programas (como es el caso de la totalidad de la agenda del
‘Buen Gobierno’) se ha levantado sobre bases muy frágiles. En primer
lugar, se abstraen de los contextos políticos y económicos concretos,
concediendo a las normas burocráticas occidentales el carácter esencial
de normas universales. Segundo, identifica inútilmente la corrupción
como causa de los ‘fracasos’ de la política y del desarrollo, en vez de
verla como una consecuencia. Esto impide observar los impactos que
otras políticas, derivadas de la misma orientación neoliberal, pueden te-
ner en la incidencia de la corrupción. Tercero, y como propone Szeftal
(1998: 420) en un contexto muy diferente, los promotores internacionales
del ‘Buen Gobierno’ han socavado el verdadero «desarrollo institucional

In≈daga (2006) 4: 25-51


46 \ E. Brown y J. Cloke, La cruzada internacional contra la corrupción

que se requiere para sustentar un sistema político más democrático,


transparente y responsable».
Por último, nuestro análisis propone que, si bien la creación de ade-
cuadas estructuras institucionales, el énfasis en los derechos y responsa-
bilidades de los ciudadanos y el ejercicio de condicionalidades por parte
de los donantes puede jugar un papel en el combate contra la corrupción
en algún país específico, no hay sin embargo ninguna garantía de que se-
rán exitosos. El caso del gobierno de Alemán en Nicaragua ofrece una
excelente ilustración acerca de esto. Esperemos que la actual cruzada de
Enrique Bolaños contra la corrupción que floreció bajo el tiempo de su
predecesor, sí podrá tener éxito en la generación de algún cambio político
real en Nicaragua; aunque, como nos recuerda Envio (2002: 8), la lucha
para vencer al cáncer será larga y, en ella, «[…] no hay lugar para la as-
pirina y la curita. Incluso, y aunque una dosis diaria de morfina podría
aliviar el dolor, el cáncer permanecerá allí, una realidad destructiva que
exige claridad, compromiso y acción de todos».

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Dr. Ed Brown. Department of Geography, room NN.1.12


Martin Hall, Building NN, grid ref: h3, East Park, Loughborough University,
Loughborough, Leicestershire, LE11 3TU.
E-mail: E.D.Brown@lboro.ac.uk
Dr. Jonathan Cloke. Department of Geography, Durham University, Science
Site, South Road, Durham, DH1 3LE.
E-mail: j.m.p.cloke@durham.ac.uk

In≈daga (2006) 4: 25-51


In≈daga (2006) 4: 53-94
ISSN 1695-730X

RAIMUNDO CUESTA

La escuela y el huracán del progreso.


¿Por qué todavía hoy es necesaria una
crítica histórica de la
escolarización de masas?
The School and the Hurricane of Progress. Why Historical
Criticism of Mass Education is still Necessary ?

Pensar es incómodo como caminar bajo la lluvia


(F. Pessoa, Un corazón de nadie).

Todas las cosas que duran largo tiempo se embeben


precisamente de razón hasta el punto que no se hace creíble
que hayan tenido su origen en la sinrazón
(F. Nietzsche, Aurora).

...Los bienes culturales que abarca con la mirada [el materialista histórico],
tienen todos y cada uno un origen que no podrá
considerar sin horror. Deben su existencia no sólo al esfuerzo
de los grandes genios que los han creado, sino también
a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. Jamás se
da un documento de cultura sin que lo sea a la vez
de barbarie. E igual que él mismo no está libre de barbarie,
tampoco lo está el proceso de transmisión
en que pasa de uno a otro. Por eso el materialista histórico
se distancia de él en la medida de lo posible. Considera
cometido suyo pasarle a la historia el cepillo a contrapelo.
(W. Benjamin, Tesis de Filosofía de la Historia. Discursos interrumpidos I).

Resumen. Este artículo muestra algunas razones e itinerarios de pensamiento que


hacen posible y aconsejable aquí y ahora una crítica histórica de la escuela en la
era del capitalismo. Para ello, se proyecta una suerte de mirada genealógica y
ambivalente sobre las relaciones entre Estado, Iglesia y procesos de escolariza-
ción, impugnando el consenso transcultural que sitúa a la institución escolar en
un flujo continuado de progreso, prosperidad y felicidad sin cuento. Las tradicio-
nes radicales y una cierta heurística de la sospecha autorizan el ejercicio de una
54 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

tarea de indagación histórica no complaciente con la educación de nuestro


tiempo, sin que ello sea impedimento para la defensa de una didáctica crítica ca-
paz de mover el deseo hacia otra escuela y otra sociedad.
Palabras clave: Método genealógico, modos de educación, didáctica crítica, crí-
tica de la educación y educación crítica.

Abstract. The aim of this paper is to present several reasons and lines of thought
that make possible and advisable right here and now to use historical criticism of
the school in the age of capitalism. In order to do so, we take a genealogical and
ambivalent view of the relationships among the State, the Church and the
education processes, challenging the transcultural consensus according to which
schooling institutions follow a continuous trend towards progress, prosperity and
endless happiness. Radical traditions and a certain heuristics of suspicion allow
for a historical research approach which is not satisfied with our current
education system. In this context, we advocate a critical didactics capable of
nourishing the desire to have a different school and a different society.
Key words: Genealogical method, modes of education, critical didactics,
education criticism and critical education.

I. MIRADAS GENEALÓGICAS SOBRE


LA ESCUELA Y EL ESTADO EN LA ERA DEL CAPITALISMO

La escuela es y ha sido un bien cultural por antonomasia, “el” bien


por excelencia de difusión de la cultura. De ahí que la crítica de la es-
cuela en la era del capitalismo pudiera resultar, a estas alturas, intempes-
tiva1 y hasta inconveniente. Claro que, si bien nos fijamos, «todas las co-
sas que duran largo tiempo se embeben precisamente de razón hasta el
punto que no se hace creíble que hayan tenido su origen en la sinrazón»
(Cruz 2005: 93). De ahí que el observador crítico de la historia de cual-
quier institución haya de tomar la distancia justa para saber que siempre,
de alguna manera, su tarea consiste e insiste en la «deseternización de lo
dado», en el desmantelamiento de las razones que envuelven aquello que
ha devenido en una suerte de obviedad natural, en una especie de con-
senso transcultural. Pero, como bien decía Benjamin en su tiempo (que

1
Mi libro (Cuesta 2005a), titulado Felices y escolarizados, lleva precisamente el subtítulo
de Crítica de la escuela en la era del capitalismo, y en este artículo pretendo efectuar una
explicación de las explicaciones que allí se dan, una suerte de metaexplicación que
contribuya a dar cuenta de la razón de mis razones.

In≈daga (2006) 4: 53-94


Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 55

sigue siendo el nuestro), jamás la cultura se ha dado al margen de la bar-


barie. La genealogía de cualquier valor e institución de nuestro tiempo
ostenta la huella terrible de los vencedores y aloja un cúmulo de sufri-
mientos, olvidos y servidumbres que no podemos ignorar. De ahí que la
tarea del historiador no historicista, no positivista, sea ingrata («pensar es
incómodo como caminar bajo la lluvia»), pues, hasta cierto punto, con-
siste en una lacerante labor de «pasarle a la historia el cepillo a contra-
pelo». Operación dolorosa donde las haya (para la historia y para el his-
toriador), pues el historiador crítico, el genealogista a la manera nietzs-
cheana, encuentra lamentos donde otros ven felicidad; ve dominación
donde algunos quieren percibir los valores más sublimes de la humani-
dad. Y esa paradoja se debe a que emplea sin contemplaciones la etimo-
logía, el etymos, que es una herramienta de corte afilado a modo de cepi-
llo a contrapelo, discerniendo, de esta manera, las voces de los ecos, las
palabras de las cosas, y los valores de la misérrima realidad donde en-
contraron cobijo. Cuando Nietzsche en su Genealogía de la moral inten-
taba la extenuante labor de captar críticamente y desenmascarar los orí-
genes de todos lo valores se topó con el hecho de que las palabras bueno
y malo, quintaesencia de la atribución y designación del lenguaje de la
moral, tenían su correlato etimológico con “noble” y “plebeyo”, de
modo que «fueron los “los buenos mismos”, es decir, los nobles, los po-
derosos, los hombres de posición superior y elevados sentimientos quie-
nes se sintieron y se valoraron a sí mismos y a su obrar como buenos, o
sea, como algo de primer rango, en contraposición a todo lo bajo, ab-
yecto, vulgar y plebeyo» (Nietzsche 1984: 31).
Si proseguimos con esta pretensión etimológica acerca del origen de
las palabras y de las representaciones con las que hemos cubierto las co-
sas, nos podremos topar, por ejemplo, con el vocablo schola2, ‘escuela’,
que en 1659, en el Orbis sensualium pictus, primer gran manual escolar
ilustrado de la edad moderna (junto a los catecismos) era designada (y
dibujada) de la siguiente manera:

Schola est officina, in qua novelli animi ad virtutem formantur, et


distinguitur in classes.

2
El término griego scholé se remite a ‘descanso’, ‘inactividad’, ‘ocio’. El helenista
norteamericano Moses I. Finley (1977: 299-300) ha sabido captar perfectamente la relación
del concepto con el ethos de las clases dominantes de la sociedad esclavista.

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56 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

Praeceptor sedet in cathedra, discipuli in subsellis, ille docet, hi


discunt.
Quaedam praescribuntur illis creta in tabella.
Quidam sedent ad mensam et scribunt; ipse corrigit mendas3
No se puede pedir más concisa y diáfana luz sobre los lejanos oríge-
nes de la escuela de la modernidad. Ni más ni menos. La escuela, en
efecto, nace como una taller (officina) de hombres4, de almas jóvenes que
se forjan en la virtud, ocupando cada cual su sitio (el maestro en la cáte-
dra; los discipuli en los bancos; uno enseña y otros aprenden; uno corrige
los errores y otros se esfuerzan en no cometerlos). Ciertamente, el peda-
gogo checo Jan Amós Comenius (1592-1670) es quizás el precedente
más conspicuo y directo del afán, propio de la actual escuela de masas,
de construir un gran artefacto educativo para todos. No por casualidad, su
Didactica magna lleva el subtítulo de Artificio universal para enseñar a
todos todas las cosas, de acuerdo con un método de validez general5. Un
“artificio”, como reconoce la Real Academia Española de la Lengua, es
algo hecho con arte (arte factus), un conjunto de indicaciones o precep-
tos para ejecutar algo bien. Repárese, no obstante, que este compuesto
pronto deriva en “artificial” y su significado se desplaza, dentro de un
campo semántico de cierta ambigüedad, hacia lo que se contrapone a
“natural” y, llevando las palabras hacia las cosas que designan (estamos
hablando de la cosa “escuela”), pudiera ser que detrás del “artificio” pu-
diera esconderse un artilugio, esto es, un ardid para conseguir un fin. Por
lo tanto, quizás la Didactica magna, como de todos los planes sistemáti-

3
Véase Agustín Escolano (2000: 17), donde junto al texto se muestran, tomadas de una
edición facsímil de 1970, en Praga, las figuras que representan el espacio escolar que
describe con palabras. Libro, por otra parte, muy recomendable de este historiador hispano.
4
«Llamo escuela, que perfectamente responde a su fin, a la que es un verdadero taller de
hombres, es decir, aquella en la que se bañan las inteligencias de los discípulos con los
resplandores de la Sabiduría para poder discurrir prontamente por todo lo manifiesto y
oculto (como dice el libro de la Sabiduría, 7.17); en la que se dirijan las almas y sus afectos
hacia la universal armonía de las virtudes y se saturen y embriaguen los corazones con los
amores divinos de tal modo que todos los que hayan recibido la verdadera sabiduría en
escuelas cristianas vivan sobre la tierra una vida celestial. En una palabra; escuelas en las
que se enseñe todo a todos y totalmente» (Comenius 1986: 82).
5
Este subtítulo seguido de un largo párrafo y un prólogo consta en la primera edición
española del texto realizada por Saturnino López Peces (Madrid, Editorial Reus, 1922) e
incomprensiblemente desaparecido de la reedición, con Introducción a cargo de Mariano
Fernández Enguita, publicada en editorial Akal en 1986. Para contextualizar la obra de
Comenius, vid. James Bowen (1985: 127).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 57

cos de escolarización pública universal dentro de la historia del capita-


lismo, albergue algo distinto de lo que promete, incluso es dado pensar
que un genealogista amigo de la heurística de la sospecha llegara a atis-
bar, como ocurre tras los preámbulos de todas las leyes educativas que en
el mundo han sido, que se da gato por liebre, y el artefacto bien pudiera
ser considerado un artificio para engañar u ocultar algo.
Ciertamente, en la Didactica magna de Comenius, fiel y muy devoto
creyente, se contiene un plan sistemático de enseñanza desde la cuna
hasta los veinticuatro años. Es una especie de gran ingenio mecánico que
se presenta como un todo orgánico, como una maquinaria de relojería a
la que da cuerda el relojero universal, y en la que los ciclos de seis años
de los cuatro grados escolares se presentan como una plasmación de los
ciclos estacionales del año astronómico. Esa voluntad casi celestial y
astronómica pretende dar carta de divina naturaleza a lo que es un puro
artificio humano, a lo que en realidad se configura como una máquina de
domesticación, lo que él mismo denomina, como se vio más arriba, en
muy interesante definición de escuela, ‘taller de hombres’ (y de mujeres,
a las que no excluye).
Pero, si bien se mira, las palabras que hablan del conocimiento esco-
lar también aluden a la forma en que ha de tener lugar esa domesticación,
de modo que la escuela, institución de cultura por antonomasia, ha sido
el lugar en el que la coacción y el castigo han encontrado una morada
cuyo rastro lejano, ya muy desvanecido en la escuela de muros de cristal
de nuestros días, todavía hoy se percibe. En efecto, la historia de los sig-
nificados asociados a la palabra disciplina exhibe perfectamente la esen-
cial ambivalencia de los saberes-poderes que, al normalizar a los sujetos,
al sujetarlos a las reglas de una violencia física y simbólica, recrean la fi-
gura de esas acuciantes criaturas monstruosas y goyescas que pueblan
todos los sueños de la razón6. En su origen, el término latino discipulus
(de discere, aprender) y sus derivados como disciplinatus, alude a hechos
relacionados con la educación (discípulo, aprendiz, instruido)7. En caste-

6
Immanuel Kant, en sus fragmentarios escritos pedagógicos, muestra ya una horma discursiva
que ha embebido el sentido común respecto al vocablo “disciplina”: «la disciplina convierte la
animalidad en humanidad» y «el que no es ilustrado es necio, quien no es disciplinado es
salvaje. La falta de disciplina es un mal mayor que la falta de cultura; ésta puede adquirirse
más tarde, mientras que la barbarie no puede corregirse nunca» (Kant 2003: 29 y 32).
7
Dice Isidoro de Sevilla, en sus Etimologías, que «el término disciplina tomó su nombre de
discere (aprender), ya que nadie scit (sabe), sino el que discit (aprende)», y añade una cu-

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58 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

llano junto a su prístino significado de doctrina, ciencia o enseñanza, se


rodea de otros atributos pasando a configurar un campo semántico que
expresa la violencia física y moral a que, por diversas causas, quedan
sujetos los individuos. Y es posible, por consiguiente, apreciar en estos
trazos etimológicos una proclividad, que se va imponiendo con el
tiempo, hacia la idea de «sujeción de las personas a normas severas»
(Moliner 1966: 1.010), de modo que ocurre como si, desde la primordial
procedencia latina, el arte y la práctica de enseñar fueran dotando al tér-
mino de una impronta cada vez más vinculada a los procedimientos coer-
citivos empleados para el aprendizaje de una determinada doctrina. Así
pues, el creciente marchamo punitivo de su significado corre paralelo a
los dispositivos civilizadores del mundo moderno, de modo que las pala-
bras hablan, en efecto, del ser de las cosas, y el trayecto etimológico del
vocablo descubre algunas de las huellas que nos facilitan la reconstruc-
ción de la historia de los procesos de producción de sujetos normaliza-
dos. En las acepciones actuales del verbo disciplinar se resume perfecta-
mente la naturaleza bifronte de la escuela de la modernidad: ‘instruir, en-
señar a alguien dándole lecciones’ o ‘imponer, hacer guardar la disci-
plina’ o ‘azotar, dar disciplinazos por mortificación y por castigo’ (Real
Academia de la Lengua 1992). Tremebundas designaciones que hunden
sus raíces en la milicia y en el mundo eclesiástico, en la “instrucción” y
la humillación, anverso y reverso de las maquinarias institucionales que,
dirigidas al amansamiento de cuerpos y almas en aras a bienes supremos
(el Estado y Dios), contienen el molde sobre el que se esculpen los ras-
gos de los sistemas educativos modernos. Y así ocurre que allí donde
habitan las disciplinas escolares, se desvanece el deseo, se oculta el pla-
cer y se va perdiendo, como temiera Nietzsche (1932), la «alegría del co-
nocimiento». Codificar y disciplinar el conocimiento. He ahí las opera-
ciones complementarias que peculiarizan la reproducción cultural y la
normalización de los sujetos a través de los procesos de escolarización.
Ya se sabe: toda salvación tiene un precio. El molde de la escuela de
la modernidad ha nacido dentro de dos principales discursos de salva-
ción, bien los de las iglesias que apelaron a la conquista de la felicidad en

riosa distinción que legitima con la autoridad de Platón y Aristóteles, entre disciplina y
arte: «Cuando algo se razona con argumentos indiscutibles, pertenecerá al campo de la dis-
ciplina; se hablará, en cambio, de arte, cuando lo que se debate es verosímil y opinable»
(Isidoro de Sevilla 2000, I: 277). Y ya se sabe... lo indiscutible por fuerza ha de ser im-
puesto.

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 59

un mundo ultraterreno, bien los de los estados que, desde las revolucio-
nes liberales, incrustaron el derecho a la felicidad en sus códigos legis-
lativos. Hasta cierto punto, la historia de la institución escolar del capita-
lismo ha discurrido entre Scilla y Caribdis, entre la Iglesia y el Estado.
Ambas, a menudo, lucharon entre sí por la imposición de un modelo de
sujeto sumiso y culpable. El individuo de la modernidad se forja así, en
tanto que sujeto mónada capaz de pensarse a sí mismo, entre la interiori-
zación de la culpa religiosa y la responsabilidad ciudadana, entre la sumi-
sión a Dios o al César. Los heraldos de la educación obligatoria, como
Lutero, percibieron tempranamente que si se podía obligar a empuñar las
armas para la guerra más todavía debía ser impuesta la asistencia escolar
pues en tal negocio se libraba «una guerra aún más terrible contra el sa-
tánico demonio»8. El sujeto escolarizado resulta así una encarnación del
hombre cristiano, semper peccator, marcado por la culpa y la búsqueda
de la redención por la gracia escolar. Pero también constituye la arcilla
blanda para inscribir en su cuerpo y marcar en su alma los signos que
permiten la erección y funcionamiento del Estado-nación. Según transcu-
rre el tiempo, el Estado, sin apartarse en lo esencial del molde de escuela
inventada por los clérigos, se va apropiando de una función de regulación
de las poblaciones conforme a una promesa de salvación terrenal y feli-
cidad material sin cuento. Es muy frecuente, muy especialmente en paí-
ses como España donde sólo hubo una y muy verdadera Iglesia, que,
cuando se estudia la historia de la educación, desde posiciones “progre-
sistas”, este cambio de patrón escolar se intuya como una conquista de
singular trascendencia. Por fin, el Estado constitucional y la escuela laica
habrían transportado, después de vicisitudes sin tasa, a la ciudadanía a un
horizonte de dicha sin límites. Desacralizado el artificio comeniano y re-
cuperadas las esencias republicanas de los primeros proyectos educativos
de la Revolución francesa, algunos de los cuales evocan el estremeci-
miento de los campos de concentración o los denostados precedentes de
la educación militarista espartana9, se accedería, por fin, a la soñada con-

8
Se trata de un fragmento de la obra de Martin Lutero Sermón sobre la necesidad de
mantener los niños en la escuela (1530), tomado de A. Querrien (1994: 14).
9
Me refiero al plan educativo del marqués de Saint-Fargeau, cuya propuesta, en 1793, de
crear établissements d´éducation nationale, repartidos estratégicamente por campos y
ciudades, en donde se impartiera una enseñanza común a todos los niños y niñas representa
una exaltación y consagración laicista del internado moderno. Las llamadas casas de la
igualdad donde, gratuita y obligatoriamente, se forjaba la moral cívica constituían una

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60 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

quista del derecho a la educación que hoy ofrece el actual Estado social y
democrático de derecho10.
Pero si la sospecha respecto a la escuela gobernada por las iglesias
entra en el terreno de lo razonable, resulta curioso cómo ese mismo pro-
cedimiento crítico se desvanece cuando es el Estado capitalista quien
toma las riendas de la vida escolar. Entonces ocurre como si para la doxa
liberal-democrática el Estado fuera una instancia neutral de la vida so-
cial, como si, una vez más, la cosa (el Estado) se hubiera embebido de
razón ocultando su indigno origen:
Una horda cualquiera de rubios animales de presa, una raza de
conquistadores y de señores, que organizados para la guerra, y
dotados de la fuerza de organizar, coloca sin escrúpulo alguno sus
terribles zarpas sobre una población quizás tremendamente superior
en número, pero todavía informe, todavía errabunda. Así es, como en
efecto, en la tierra se inicia el “Estado”: yo creo que así queda
refutada aquella fantasía que le hacía comenzar con un “contrato”
(Nietzsche 1984: 98).
En efecto, lo del “contrato” constituye poco más que una fantasía teó-
rica absolutamente vacua. Una cosa es lo que dice el liberalismo sobre lo
que es el Estado y otra cosa lo que realmente es. En efecto, el Estado
moderno representa una construcción política que perfecciona y amplía
considerablemente los espacios de intervención del antiguo aparato ins-
titucional absolutista. Lejos de ser progresivamente menos intervencio-
nista, como a menudo se dice, absorbe cada vez más facetas de la socie-
dad civil y esa apropiación se verifica en nombre de una racionalidad
dominadora de carácter burocrático, que se sustenta en la neutral probi-
dad de un ejército de expertos y en la gestación de subjetividades capaces
de soportar y tatuar en sus propios cuerpos las condiciones de domina-
ción. Las sociedades disciplinarias y de control del capitalismo tardío son
la desembocadura de un largo y contradictorio proceso de extensión de

auténtica pesadilla premonitoria de las formas de encierro realizadas en nombre de la


libertad y el progreso. Representaban auténticas factorías humanas dedicadas a difundir la
nueva religión laica basada en dos amores: la patria y el trabajo. Así pues, ya muy pronto,
el culto radical de las luces de la razón conducía al encierro como sombría utopía moral y
terrorífica metáfora de la modernidad.
10
Esta narrativa dominante es la de, entre otros, Manuel Puelles, cuyo canon interpretativo
de la historia educativa en España se puede ver en un célebre manual que ha tenido varias
reediciones (Puelles 1999).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 61

formas de sometimiento físico y simbólico a través de un expansivo bi-


poder estatal y sus correspondientes aparatos institucionales11. Sólo que
las formas más avanzadas de este fenómeno hacen que «el poder simbó-
lico no puede ejercerse sin la contribución de los que lo soportan porque
lo construyen como tal» (Bourdieu 2000a: 56) y esa reconstrucción sim-
bólica del poder en el interior del mismo sujeto, que es una auténtica ins-
cripción del orden social en su propio cuerpo, resulta cuestión de suma
importancia a la hora de comprender las políticas sociales y el proceso de
escolarización emprendido por el Estado capitalista, y es además el signo
que distingue al Estado absoluto de sus prolongaciones liberal-democrá-
ticas. Con el desenvolvimiento de la modernidad se asiste a una expan-
sión de los saberes y poderes encargados de la regulación de las pobla-
ciones, ocupando así la biopolítica el centro de una acción hacia los su-
jetos (entre ellos los escolarizados) según la cual cada uno debe ser cui-
dado, atendido y ubicado por diversas instituciones espacial y científica-
mente determinadas.
Entonces el problema del poder concebido como elemento omnipre-
sente en las relaciones humanas de cualquier ámbito de la vida social,
supera la simplista representación vertical de lo político en la que
arriba estaría el Estado que manda y abajo el individuo que obedece.
Una topografía de relieve y orientación más variada y multiforme,
donde las relaciones verticales del poder se crucen con las horizontales,
nos llevaría a entender que «las relaciones de poder son móviles,
reversibles e inestables» (Foucault 1994: 126) y que por ello mismo los
efectos de dominación de tales relaciones resultan, incluso en la esfera
de lo político, dinámicas. De modo que el Estado capitalista en sus
diversas etapas es una relación móvil que supone cambiantes dosis del
binomio dominación-aceptación. El Estado, en contra del asentado
prejuicio progresista, no es una cosa, sustancia inerte u objeto que se
ocupa y se utiliza como herramienta para la construcción de la felicidad
colectiva; por el contrario, es una relación de flujos de poder verticales
y horizontales de fronteras poco definidas, que propende a garantizar la

11
Ya el lector o la lectora avisados habrán podido colegir que utilizo libremente conceptos
procedentes de las formulaciones de Michel Foucault (1984 y 1998) a propósito de la géne-
sis de las sociedades disciplinarias, y de Gilles Deleuze (1999) en relación a cómo esas so-
ciedades se tornan más sutiles a través de un control cada vez más invisible, éste último
consustancial a lo que llamo actual sociedad educadora y su correlativo Estado evanes-
cente.

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62 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

existencia y reproducción de la estructura social. Hoy este fenómeno


adquiere la figura de un Estado evanescente, cada vez más invasivo,
envolvente y silencioso, al punto que se confunde, tras un ejército de
profesionales del cuidado de los demás, con el magma institucional de
la sociedad civil.
El hecho de que tal reproducción requiera, de modo creciente, el con-
senso social labrado sobre formas de legitimidad cada vez más sofistica-
das y simbólicas, sitúa a la escolarización y el resto de las políticas so-
ciales del Estado de bienestar en lugar preferente de una historia social
del proceso civilizador mediante el cual se entroniza un tipo soft power,
una suerte de sometimiento individual y “voluntariamente” aceptado. Se
diría que el Estado liberal, trasmutado en Estado social, culmina un pro-
ceso de gobierno cada vez más eficaz sobre la conducta de los seres
humanos economizando al máximo el gasto de coacción física e incre-
mentando la inversión en coacción psíquica12. Son esas regulaciones bio-
políticas de las poblaciones lo que Foucault llamaba gobernabilidad (o
gubernamentalidad), el «contacto entre las tecnologías de dominación de
los demás y las referidas a uno mismo» (Foucault 1991: 25; y 1996: 49),
es decir, el juego de las relaciones de poder externas e internas al sujeto
dentro de las que se edifican los estados de la era contemporánea. De ahí
que la historia de la escolarización no sea más que una porción, eso sí
muy importante, del curso que conduce a la erección de una autoridad
política proveedora, mediante la acción protectora de las leyes, de servi-
cios sociales a la ciudadanía. Sólo cuando el Estado (en las diversas for-
mas políticas en que se ha materializado históricamente) se encarga de
asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo regulando la vida fami-
liar, laboral y penal, sólo entonces se da la posibilidad histórica de una
educación de masas de nuestro tiempo, cuya premisa permite acotar jurí-
dicamente y establecer previamente espacios legítimos donde distribuir a
los sujetos según ritmos temporales reglamentados y automatizados: la
escuela, el trabajo, el hogar familiar, la cárcel.
Por tanto, la escuela actual, la del modo de educación tecnocrático de
masas, como todas las instituciones de nuestra sociedad, no es inocente,

12
Lo que creo haber demostrado en la historia de España, comparando la evolución y
distribución del gasto público, que se incrementa hasta llegar tardíamente al modelo de
Welfare State, al mismo tiempo que se dirige cada vez más hacia sectores no directamente
represivos (sanidad, educación y otros): vid. Cuesta (2005a: 209-217).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 63

y merece todavía hoy, pese a quienes ofuscados por los dones (el saber) y
los favores meritocráticos (el ascenso social) que a veces concede, una
crítica histórica a propósito de su significado. Y ello porque, entre otras
razones, los prejuicios complacientes y acríticos sobre la historia de la
escuela siguen en pie y su erosión está lejos de remitir, a pesar del
recurrente y aburrido tópico mediático y académico sobre la crisis de la
institución escolar. Tal persistencia ha cabalgado sobre el omnipresente
mito de la continuidad histórica (Citron 1982) esgrimido una y otra vez
por los apologistas de una concepción “progresista” del progreso. Ayer y
hoy, tal narrativa feliz acerca de la explicación del desarrollo histórico de
la escuela en la era del capitalismo se despliega en dos paradigmas
dominantes: el economicismo y el ideal-progresismo. Haz y envés de la
feliz escolarización.
El economicismo constituye una auténtica peste negra (mortal y
recurrente) de los teóricos sociales dedicados a relacionar la escuela con
las teorías de la modernización. Este paradigma, verdadera doxa
académica de los intelectuales que ocupan el campo de la educación, se
ha convertido también en la razón económica de las ideologías prácticas
y de sentido común, que representan la educación como un capital
personal y social, una inversión rentable y un medio de ascenso social, de
igualdad de oportunidades y de otros supuestos beneficios de una
felicidad social e individual sin barreras. Así, aplicando este molde
retrospectivamente, los especialistas en el campo de la educación más
comprometidos en difundir las teorías economicistas de la modernización
y de capital humano están ayudando a edificar un entramado de verdades
incompletas, acríticas, y mistificadoras de la escuela del capitalismo y de
los procesos de escolarización, que se presentan casi exclusivamente bajo
el único signo de la riqueza, la prosperidad y la felicidad.
El análisis de la escuela del capitalismo y del proceso de
escolarización queda así apresado bajo la racionalidad de un prejuicio
antropológico, el del homo oeconomicus. Metamorfoseado el sujeto de la
acción social en un optimizador de resultados individuales de carácter
material, inventado el mercado como burbuja protectora de las elecciones
libres y racionales, la escuela, entendida como inversión en capital
humano, no podría ser otra cosa que una imprescindible palanca de
prosperidad material de todos y fuente de felicidad individual y colectiva.
Así, desde la Ilustración hasta hoy, las representaciones de la escuela a
menudo se expresan, para utilizar literalmente dos célebres trabajos de

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64 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

historiadores españoles, como “fuente de riqueza” y la desescolarización


como la “maldición divina”13.
Epidemia tan agresiva o más que la anterior (pues coloniza más in-
tensamente el pensamiento de izquierda) es la que denomino paradigma
ideal-progresista. Esta segunda cara, ciertamente, del discurso feliz sobre
la escolarización está fabricada merced a un conjunto de supuestos iluso-
rios acerca de la entidad y funciones de la escuela y el Estado en la era
del capitalismo14, y, como no podía ser menos, comparte con la primera
los sobrentendidos de la idea de progreso. A ello se añade la considera-
ción de la escuela como un espacio vacío distinto de la sociedad y la
concepción cosificada (ahistórica y naturalizada) del Estado como un
ente institucional de poder arbitral y neutro.
El error consiste en atribuir a la escuela funciones (fuente de riqueza
y formación integral de los usuarios) aparentes, declarativas o que sólo
son tangencialmente ciertas. La escuela de la modernidad no es una crea-
ción transhistórica; es una realidad vinculada a los orígenes y desarrollo
del capitalismo, esto es, de un tipo de sociedad y de Estado. Es una parte
de esa sociedad y de ese Estado y, por lo tanto, desempeña funciones
muy distintas. Las funciones reales de la escuela de la era del capitalismo
no se limitan a transmitir conocimientos y a formar la dotación de la
mano de obra productivamente utilizable; por el contrario, sus finalida-
des componen un amplio abanico de utilidades de inculcación, reproduc-
ción y legitimación de las estructuras clasistas y de las formas de poder
dominantes. Diríase que la complejidad del fenómeno escolar no puede
ser desentrañada fijándonos en las apariencias de lo que ocurre y sí, en
cambio, ensayando el uso de imágenes dialécticas, como por ejemplo, las
empleadas por C. Lerena en Reprimir y liberar15, para captar la natura-

13
Éstos son los títulos de dos libros (Núñez 1992; y Tortella-Núñez 1993), que representan,
especialmente el primero de ellos, de forma sumamente ilustrativa la aplicación del
mencionado paradigma economicista a la historia de la educación en España. De ellos y de
sus implicaciones teóricas e historiográficas he dado detallada cuenta en Cuesta (2005a).
14
El canon de tal interpretación aplicada a la historia escolar en España creo que puede
apreciarse inmejorablemente en el conjunto de la obra de Manuel Puelles, que también es-
tudié con algún detalle (Cuesta 2005a), como ejemplo más preclaro del ideal-progresismo.
Uno de los últimos productos, excelente por cierto, de la concepción historiográfica del ci-
tado autor, puede consultarse en Puelles (2005).
15
Nadie mejor que Carlos Lerena (1976 y 1983) supo desentrañar las claves de esa
ambivalencia del sistema de enseñanza. La huella de su pensamiento está muy presente en

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 65

leza profundamente contradictoria y dicotómica de la escuela de la era


del capitalismo. En ese delicado espacio intersticial de la ambivalencia
funcional y ambigüedad discursiva es en el que hay que situar los análisis
históricos sobre la escolarización y donde ha de emplazarse todo afán de
transformación de la escuela. Esa perspectiva dialéctica nos ayuda a no
metamorfosear el estudio histórico de la escolarización en un relato his-
toricista, inevitable y legendaria sobre lo que nos ha costado llegar al
presente. Pero para ello hay que sacar a la escuela del ojo del huracán del
progreso. Con ese propósito ensayaré una especie de metalectura de mi
propio pensamiento a partir de mis lecturas más instructivas.

II. LA ESCUELA EN EL OJO DEL HURACÁN DEL PROGRESO

En la novena de sus inconmensurables y célebres Tesis sobre filosofía


de la historia, Walter Benjamin, realizando una muy original exégesis
del cuadro de P. Klee, Angelus Novus, imagina el progreso como un
viento huracanado que todo lo destroza ante la mirada espantada del án-
gel de la historia incapaz de recomponer «la catástrofe única que amon-
tona ruina sobre ruina» delante de sus ojos sin posibilidad alguna de evi-
tarlo, pese a sus desesperados esfuerzos por «despertar a los muertos y
recomponer lo despedazado»16. Estas ideas fueron escritas en 1940 y su
manuscrito fue guardado celosamente por su autor cuando le sorprendió
la muerte huyendo de la Gestapo, al tratar de pasar la frontera pirenaica.
Sorprende la convergencia del destino aciago de su suicidio con el prota-
gonizado en 1794 por el marqués de Condorcet, prominente ilustrado,
principal proyectista de reformas educativas durante la Revolución y uno
de los padres intelectuales de la idea de progreso, cuya fe en el destino
feliz de los seres humanos no decayó lo más mínimo ni siquiera cuando
él mismo estaba a punto de ser víctima de la persecución jacobina. De la
Francia revolucionaria a la ocupada por el nazismo iba, no obstante, el
vasto itinerario a lo largo del cual el mensaje contenido en el Bosquejo de
un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, de Condorcet,
se había degradado hasta extremos inverosímiles: de palanca de cambio

mi propia investigación histórica, que ha ensayado proporcionar una dimensión renovada a


alguna de sus categorías de análisis sociohistórico.
16
Citamos el texto por la edición castellana de Taurus (Benjamin 1973); y ampliamos por
la reciente edición del Libro de los pasajes (Benjamín 2005).

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66 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

social se había trasmutado en mera ideología de autosatisfacción bur-


guesa, como lúcidamente supo percibir un Walter Benjamin siempre si-
tuado en la exterioridad del mundo alemán de su época (judío, marxista,
revolucionario, exiliado...). Mucho había llovido, muchísimos sucesos
habían ocurrido, en efecto, desde que Immanuel Kant vaticinara que
«puede ocurrir que la educación se vea constantemente mejorada y que la
sucesión de generaciones avance paso a paso hacia el perfeccionamiento
de la humanidad, ya que en la educación está implicado el gran secreto
de la perfección de la naturaleza humana» (Bowen 1985: 282-284).
Las guerras del siglo XX, la crisis del capitalismo que trajo consigo la
revolución soviética, el ascenso del fascismo y finalmente el Holocausto
y una singular práctica concentracionaria y de exterminio de poblaciones,
levantaron tal vendaval que el «secreto de la perfección de la naturaleza
humana» se trocó en siniestro y oscuro misterio. Antes de que sucediera
la cadena de barbarie que nos permite designar a toda una época como la
era de las catástrofes, como siempre, hubo algunos aguafiestas intempes-
tivos que supieron ser «anunciadores del fuego». También W. Benjamin
pertenece por derecho propio a ese género de intelectuales que fueron
capaces, como F. Kafka, M. Weber o él mismo, en mitad de un tiempo de
maravillosas conquistas científicas e intelectuales, de adelantarse en las
sombrías consecuencias de una sociedad enferma de racionalidad instru-
mental, cuya verificación más espantosa luego iba a tomar cuerpo en la
experiencia nazifascista. Fue capaz de repensar la noción de progreso a
partir de la noción de catástrofe («hay que basar el concepto de progreso
en la idea de catástrofe», dice Benjamin en el Libro de los pasajes, 2005:
476), y así su obra acaba funcionando como un fanal que ilumina las es-
peculaciones de algunos de los más sobresalientes intelectuales críticos
judeoalemanes exiliados en Estados Unidos17. No deja de ser notable-
mente destacable que la impugnación sistemática de la idea de progreso
se cultivara en un nicho intelectual de exiliados vinculados a la Escuela
de Francfort y que el motivo más inmediato haya sido el convencimiento
de que el Holocausto, la más terrible de las catástrofes del catastrófico
siglo XX, fue algo más que un terrible accidente o una enajenación
mental transitoria. El pensamiento crítico de ayer y de hoy no podía dejar
de pensar que la barbarie, en realidad, estaba instalada en todas y cada

17
Una exposición muy pertinente acerca del potencial crítico de dichos intelectuales puede
consultarse en el libro ágil e inteligente de Enzo Traverso (2001).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 67

una de las instituciones de la sociedad democrática y liberal. No se olvide


que el nazismo nació, se extendió y triunfó en el seno de un Estado repu-
blicano, democrático y laico, donde la escuela constituía (¡cómo podría
imaginarlo Kant!) uno de sus más sólidos pilares18. Menos disculpa tiene,
sin duda, que los moradores de nuestro siglo XXI se nieguen a tenerlo
siempre presente.
La crítica premonitoria del aparato burocrático efectuada en los desa-
sosegantes relatos de F. Kafka y la no menos adelantada advertencia we-
beriana acerca de la posibilidad de una nueva alianza de racionalidad y
barbarie bajo el manto protector de la «jaula de acero» y la «petrificación
mecánica», hizo, antes del ascenso del fascismo, palidecer, bajo la som-
bra de la duda, las brillantes candilejas del capitalismo y de la moderni-
dad. «Lo que nos espera, anunciaba el sociólogo alemán, no es la flora-
ción del verano, sino ante todo su noche polar, glaciar, sombría y ruda»,
y aseguraba que la promesa de felicidad presuntamente garantizada por la
sociedad industrial, como en el infierno de Dante, debía ser abandonada:
lasciate ogni speranza (Traverso 2001: 53).
La imagen del infierno de Dante quedó pequeña para describir lo in-
descriptible que vino luego, pero quizás “infernal” sea el impotente adje-
tivo empleado para dar fiel noticia de lo sucedido en la época de las ca-
tástrofes comprendida entre la Primera Guerra Mundial y el lanzamiento
de las primeras bombas atómicas (1914-1945). Los textos de W. Benja-
min de 1940 conocidos como las Tesis sobre filosofía de la historia y el
libro de Max Horkheimer y Theodor. W Adorno, Dialéctica de la Ilus-
tración, escrito a cuatro manos durante la Segunda Guerra Mundial y pu-
blicado poco después en los Estados Unidos19, representan, todavía hoy,
a mi modo de ver, los dos apoyos intelectuales más clarividentes para no
seguir mirando hacia atrás como si estuviéramos delante del mejor de los

18
Las condiciones que hicieron posible la incubación de los huevos de la serpiente son, sin
duda, complejas, pero demuestran históricamente cómo de una democracia liberal demo-
crática puede llegarse, por vía parlamentaria, a un régimen de terror indecible. Cabe recor-
dar a los albaceas de los santos laicos de la pedagogía hispana, que la República de Weimar
fue un avanzado laboratorio pedagógico de la nueva escuela y la nueva educación, en la que
tantos intelectuales, desde Platón a Kant, por lo menos, habían depositado una desmesurada
confianza, confundiendo, como de costumbre, el rábano con la hojas. Confusión muy evi-
dente en la vida de la ILE y durante el bienio reformista de la II República española.
19
Publicado originariamente en el exilio americano (1944) con el nombre de Fragmentos
filosóficos, apareció como libro en 1947 con el nombre de Dialéctica de la Ilustración. Las
citas las hago por Horkheimer-Adorno (1998).

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68 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

mundos, porque ambos contienen un mensaje cifrado enviado no a las


generaciones pasadas, sino más bien a las del futuro, entre las que nos
encontramos. Para Benjamin, como ya vimos, «siempre la barbarie se es-
conde en el concepto mismo de cultura» (Benjamin 2005: 470) y los va-
lores dominantes celebran una suerte de apoteosis de la bestialidad.
Frente a la idea lineal de progreso y la falsa imagen de continuidad histó-
rica entre el pasado y el presente, propone una relación entre el ayer y el
hoy como «campo de fuerzas» entre el pasado y el futuro, donde pugnan
las voces de los derrotados y los proyectos emancipadores de hoy para
mañana. Esta ruptura del continuum histórico, esa denuncia de la mitolo-
gía de la continuidad, de la historia como un tiempo continuo y vacío
enlaza, sin violencia, con el método genealógico nietzscheano, revitali-
zado por la interpretación de M. Foucault (1992), que, en cierto modo,
entiende la historia como una crítica de la razón20. Mantiene asimismo un
puente tendido con la historia social de tradición marxista, como la prac-
ticada E. P. Thompson; atenta a las prácticas populares, a la «economía
moral de la multitud», que no iban en la “correcta” dirección del río de la
historia21. De ahí que, en ese surco intelectual, la escuela deba historiarse
teniendo presente tantos las razones de los vencedores como las resisten-
cias de los perdedores, las razones de la sinrazón, que no deben ser con-
sideradas, como habitualmente se hace, como excrecencias de un mundo
retrógrado reluctante a la mejora de las condiciones de vida. Las fre-
cuentes maneras campesinas y obreras de oponerse a la escolarización
obligatoria o incluso la tradición obrera de reclamar una educación de
clase, no constituyen románticas antigüallas del pasado; poseen una ló-
gica de sentido en sí mismas, en su tiempo y hora. Desde otro lado, un
estudio diferente, como el que tempranamente efectuó M. Foucault a

20
Este es el subtítulo de una interesante obrita de Francisco Vázquez Díaz (1995). También
utilizo a menudo con provecho propio el libro de Javier de la Higuera (1999).
21
Mi aprendizaje, en una ósmosis muchas veces inconsciente, ha sido muy fructífero al
lado de la tradición de los historiadores marxistas británicos, especialmente de Edward P.
Thompson, que tanto insistió en las formas de dominación de clase y resistencia popular en
términos de luchas por la hegemonía cultural. Siguiendo su rastro he podido entrever las
formas históricas en España de oposición popular a la escolarización obligatoria como
respuestas culturales de clase dentro de una economía moral distinta a la de la burguesía.
Las aportaciones de los estudios culturales, superadores de marxismo más vulgar, muy
particularmente las obras de Raymond Williams, me ayudaron a entender las tradiciones
como estructuras profundas que marcan profundamente la acción, la percepción y las
emociones de los participantes en los procesos históricos.

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 69

propósito de la locura en 1961 (Folie et déraison. Historie de la folie à


l´àge classique), contribuyó a abrir una brecha en la fortaleza de la racio-
nalidad progresista sobre la enfermedad mental y las instituciones encar-
gadas de su encauzamiento.
Las tentativas de una historia desde fuera de los marcos de la idea de
progreso hicieron entrar otro aire: el del historiador genealogista. Se diría
que el “sentido histórico” del historiador imbuido por el método genea-
lógico es que la historia no tiene sentido. Ni corre en una sola dirección
como la flecha ni se envuelve una y otra vez sobre sí misma como un cír-
culo recurrente. Ahora bien, la historia efectiva (Foucault la opone a la
historia metafísica que alimenta el mito de un todo continuo) «es un sa-
ber en perspectiva, un saber que toma partido, que no finge mirar más
allá de sí mismo, sino que se sabe situado...es conocimiento y arma de
lucha» (Higuera 1999: 98), porque «nada de lo que haya acontecido ha
de darse por perdido para la historia» (Benjamin 1973: 178-179) y, ya se
sabe, la empatía del historiador historicista se sitúa al lado de los vence-
dores y éstos son los herederos de los que han vencido una vez (Benja-
min 1973: 181), justamente lo contrario que le ocurre al historiador ge-
nealogista que voluntariamente se sitúa en el lugar opuesto. Hasta cierto
punto, éste procura capturar «la singularidad dispersa de los aconteci-
mientos», «descubrir entonces en el análisis del pequeño momento sin-
gular, el cristal del acontecer total» (Benjamin 2005: 463), rompiendo
con el modo de operar deductivista según el cual los hechos discretos y
los sucesos singulares han de ser apresados dentro de una red conceptual
previa, a modo de mecánica telaraña de pensar en virtud de la que la rea-
lidad se pesca a partir de categorías lógico-formales preestablecidas que
han de ser verificadas22.
Muy al contrario, la genealogía foucaultiana se define como una con-
tramemoria, una suerte de contrahistoria (de historia contrahistoricista),
capaz de derrotar esa vieja concepción evolucionista de la historia que
integra en un todo unitario el pasado en el presente, de modo que éste
aparece como una consecuencia necesaria de aquél. Una consecuencia
que, como hoy se afirma de la escuela, sería de suyo benéfica. Así, una y

22
Es discutible que la benjaminiana manera de captar el momento y el todo autorice, como
sostiene Josep Fontana (2001: 354), a pensar en un «nuevo tipo de historia total». La
historia total ya ha ejercido de paraguas para cosas tan distintas que quizás fuera mejor
hablar de “otra” historia.

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70 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

otra vez, las historias de la educación y de la pedagogía engarzan en una


larga cadena pensamientos y autores que actúan como figurantes de una
dramatización heroica con happy end: sus ideas e iniciativas, después de
las duras resistencias impuestas por las fuerzas de la reacción, al final, se
impondrían derramando por el todo social los copiosos bienes de la pú-
blica felicidad. Esta es la horma narrativa sea para glorificar la escuela de
masas de hoy, sea, pongamos por caso, para santificar la liberación de la
mujer. Pero la contemplación crítica y genealógica hacia el pretérito no
admite las lentes de una leyenda épica:
El concepto de progreso tuvo que dirigirse al instante contra la teoría
crítica de la historia, pues ya no se empleaba como escala de medida
de determinados cambios históricos, sino que debía medir la distancia
entre un origen y un final legendarios de la historia. En otras pala-
bras: tan pronto como el progreso se convierte en el rasgo caracterís-
tico de todo el curso de la historia, su concepto aparece en un con-
texto de hipostatización acrítica en lugar de uno de planteamiento
crítico (Benjamin 2005: 481).
Bien sabía Benjamin que el momento progresista de la idea de
progreso ya se había esfumado, tras las consecuencias de la implantación
de la sociedad capitalista. Y, no obstante, esta idea acrítica de progreso
estaba instalada en el pensamiento “progresista” de su época, que, como
en la nuestra, se componía de una suerte de liberalismo democrático y de
socialismo ortodoxo (entonces en sus versiones socialdemócrata y
estalinista, depositarias ambas de una incombustible fe en que el viento
de la historia soplaba a su favor y que las velas estaban en los dos casos
bien orientadas para recoger el impulso salvador). Las ideologías
liberalsocialistas de nuestro tiempo depositan y reformulan ese legado.
Ellas son fedatarias de una confianza ilimitada en los bienes de la
modernización y en el papel de la escuela como un tesoro que hay que
conservar. Hoy en plena catástrofe ecológica y ante la masiva exclusión
social de lo que se entiende por bienestar, persiste, entre los abanderados
de los valores del mundo occidental, una inquebrantable fe en el progreso
tecnológico como valor en sí mismo, como si todavía no hubieran nacido
y acampado a sus anchas suficientes monstruos engendrados por los
sueños de la razón. Todavía desde los ecos de la llamada Revolución
industrial se invita a escuchar más el ruido de las máquinas que los
lamentos de sus víctimas y a rendir adoración al torrente de bienes

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 71

materiales que apenas oculta la destrucción sistemática del patrimonio


natural de la humanidad. Y mientras, se siguen abriendo más escuelas,
como si fuera verdad, aquella vana pretensión filantrópica de que cuando
se abría una escuela se cerraba una prisión. La sociedad actual demuestra
que hay sitio de sobra para inaugurar cada vez más escuelas y más
presidios. Todo lo cual debería dar que pensar a quienes siguen
pronunciando loas a la escolarización obligatoria como culminación del
progreso y la felicidad.
La extensión de la educación básica hasta alcanzar a todos y cada uno
de los ciudadanos, constituye, sin duda, un hito histórico en el
progreso de las sociedades modernas. En efecto, el desarrollo de la
educación, fundamento del progreso de la ciencia y de la técnica, es
condición de bienestar social y prosperidad material, y soporte de las
libertades individuales en las sociedades democráticas. No es de
extrañar, por ello, que el derecho a la educación se haya configurado
progresivamente como un derecho básico, y los estados hayan
asumido su provisión como un servicio público prioritario.
Por las insuficiencias de su desarrollo económico y los avatares de su
desarrollo político, el Estado hizo dejación de sus responsabilidades
en este ámbito, abandonándolas en manos de particulares o de institu-
ciones privadas, en aras del llamado principio de subsidiariedad. Así,
hasta tiempos recientes, la educación fue más privilegio de pocos que
derecho de todos.
(Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la
Educación (BOE de 4 de julio).
En fin, como se ve, erre que erre. El texto legal congela y fosiliza el
sentido común y la doxa socialdemócrata imperante. En el texto más
“progresista” de nuestra reciente legislación escolar se manifiestan, sin
asomo de duda, las vetustas ideas de progreso. A la educación que suele
acompañar a este complaciente discurso, sus autores son capaces de darle
el nombre de “crítica”. Este simulacro de crítica esconde, por ignorancia
o simple mala fe, años de trabajo y de esfuerzo de lo que sí merece la
designación de “teoría crítica”.
La teoría crítica se discierne por su distanciamiento olímpico de la
lírica progresista al uso y por mostrar, sin piedad, la cara monstruosa de
la civilización técnica y los abusos de la racionalidad instrumental de la
modernidad. Eso representa la implacable denuncia contenida en la
espléndida obra de M. Horkheimer y Th. W. Adorno, La dialéctica de la

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72 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

Ilustración, en la que se exhibe un magnífico y aporético ensayo de


crítica de la razón desde la razón: «Lo que nos habíamos propuesto era
nada menos que comprender por qué la humanidad, en lugar de entrar en
un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo género de
barbarie» (Horkheimer-Adorno 1998: 51).
La Ilustración, en el más amplio sentido del pensamiento en continuo
progreso, ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los
hombres del miedo y constituirlos en señores. Pero la tierra entera-
mente ilustrada resplandece bajo el signo de una triunfal calamidad
(Horkheimer-Adorno 1998: 59).
Ese resplandor calamitoso interpela a la idea de progreso y los princi-
pios fundadores de la modernidad que ya no pueden seguir sin inmutarse
después de Auschwitz. Allí «la historia de la civilización es la historia de
la introyección del sacrificio», la historia de la negación del deseo y la
renuncia a la dimensión dionisíaca del ser humano. En la idea de cómo la
razón moderna se convierte en instrumento de dominación se condensa, a
mi modo de ver, todo el primer fundamento crítico de la educación es-
colar en la era del capitalismo. La crítica dialéctica de la escuela como
institución versa a propósito de cómo una promesa de liberación devino
en su contrario, en instrumento disciplinario de sometimiento. La imagen
de Odiseo debatiéndose, amarrado en el mástil, ante el seductor e irresis-
tible canto de las sirenas, resume metafóricamente la autoprivación re-
querida para el triunfo de la civilización, lo que de renuncia a la vida
tiene la propia vida guiada por la razón. Algo de ello se renueva en cada
infancia en un tributo de obediencia, trabajo y oclusión del deseo. La ra-
zón moderna, y la escuela como emanación de la misma, tienen mucho
de mástil donde se amarran las subjetividades, de modo que lo que la es-
cuela promete como conocimiento se paga con el precio de una renuncia.
Sólo en el arte es dado recordar el poder evocador de la naturaleza dioni-
síaca reprimida. En el mismo momento en que pensamos en la educación
como promesa emancipadora, como operación de «desencantamiento del
mundo», se reafirma la cara oculta, el lado burocrático y de dominio que
se dibuja junto al lado utópico23.

23
El libro de Eduardo Terrén (1999), esa irresuelta contradicción entre las dos caras de la
escuela: utopía y poder. Vid. la interpretación sumamente interesante del paralelismo entre
el texto de Horkheimer-Adorno y Nietzsche en Rüdiger Safranski (2001: 369-371). Ya
Jürgen Habermas (1989), en una de sus doce lecciones contenidas en El discurso filosófico

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 73

El libro de M. Hokheimer y Th. W. Adorno, Dialéctica de la Ilustra-


ción, que no por casualidad se subtitula Fragmentos filosóficos, repre-
senta para mí la recogida de los mejores destellos de lo que podría deno-
minarse como la clásica tradición de la sospecha. Allí, en efecto viven y
se reactualizan, muchas de las intuiciones críticas de Marx, Nietzsche y
Freud, la trilogía de “maestros de la sospecha” que fueron capaces de
elaborar un suelo de ideas y un fértil método de desconfianza y duda res-
pecto a la cultura dominante de su tiempo. Tuvieron la osadía de poner al
desnudo los mecanismos de explotación económica, de dominio del po-
der-saber y de represión psíquica que fundan la civilización capitalista.
Ninguno de ellos habló demasiado de educación, pero hoy todavía nada
se puede entender de la escuela de la era del capitalismo sin acudir a la
crítica de la cultura de cuyas entrañas es criatura el sistema escolar de
nuestro tiempo.
Esta herencia fue, pues, vivificada en la Escuela de Francfort que, en
sus pensadores de aristas más pronunciadas24, se exhibe la máxima
contradicción performativa, inherente a toda crítica de la modernidad:
cómo poner bajo sospecha la razón desde la razón, cómo traspasar los
valores dominantes desde un lugar trasvalorativo. Este peligroso filo de
la navaja es en el que se instala la reflexión teórica de M. Foucault, quien
recoge el desafío nietzscheano de trasvalorar todos los valores mediante
el empleo de la genealogía como método de crítica del conocimiento,
dando la vuelta a la clásica pregunta kantiana sobre el sentido de la
Ilustración e introduciendo un giro estratégico que desplaza el interés del
pensamiento desde la «analítica de la verdad» hacia la «ontología del

de la modernidad arremetía con la dependencia de Horkheimer y Adorno respecto a la


estela “negra” nietzscheana. Lo cierto es que muy a menudo la crítica radical del presente
lleva ineluctablemente a toparse con la obra F. Nietzsche.
24
En mi opinión, no es de esta naturaleza Jürgen Habermas, quien, en su intento de resolver
las aporías del pensamiento radicalmente crítico, produce un discurso más asimilable por la
razón dominante, pero que pierde filo crítico a medida que se torna más integrador.
Habermas (1989: 142-143) acusa a los autores de Dialéctica de la Ilustración de
simplificación, incompletud y unilateralidad a la hora de examinar la modernidad. Y recusa
su crítica a la Ilustración por cuanto su radicalidad pone en peligro al propio proyecto
ilustrado. Más bien, yo diría, con José Antonio Zamora (2004: 125), que sus colegas
cuestionaban radicalmente el pensamiento ilustrado para, de alguna forma, seguir
insistiendo en su necesidad. Ciertamente, la crítica de J. Habermas es muy agradecida para
ciertos pedagogos autocalificados de críticos que, apelando a la racionalidad comunicativa
habermasiana y cosas por el estilo, pretenden encontrar una salida falsa a la irreductible
paradoja dentro de la que, en cuanto profesionales críticos, nos movemos.

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74 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

presente» y de nosotros mismos (Foucault 2003: 69). La actualidad,


nuestro presente y nuestros problemas es lo que nos ocupa y preocupa.
La verdad, toda verdad (la escuela como verdad, diría yo), como la razón
misma, tiene su historia (interna y externa) y la forma de acceder a
aquélla (a la verdad) es pasando por ésta (la historia). Ahí reside el
método genealógico que brilla con especial intensidad en su obra La
verdad y las formas jurídicas.
El control de los individuos, esa suerte de control penal punitivo a ni-
vel de sus virtualidades no puede ser efectuado por la justicia sino por
una serie de poderes laterales, al margen de la justicia, tales como la
policía y toda una red de instituciones de vigilancia y corrección: la
policía para la vigilancia, las instituciones picológicas, psiquiátricas,
criminológicas, médicas y pedagógicas para la corrección. Es así
como se desarrolla en el siglo XIX alrededor de la institución judicial
y para permitirle asumir la función de control de los individuos al ni-
vel de su peligrosidad, una gigantesca maquinaria de instituciones
que encuadrarán a éstos a lo largo de su existencia; instituciones pe-
dagógicas como la escuela, psicológicas o psiquiátricas como el hos-
pital, el asilo, etc. Esta red de un poder que no es judicial debe de-
sempeñar una de las funciones que se atribuye la justicia a sí misma
en esta etapa: función que ya no es de castigar las infracciones de los
individuos sino de corregir sus virtualidades (Foucault 1998: 98).
Sin duda, la génesis de la escuela en la era del capitalismo25 cobra
una significación más precisa y menos ideológica si la comprendemos
como una parte de la construcción de una ortopedia social más perfecta y
la expansión de una nueva anatomía política que afecta a los cuerpos y a
las almas de los individuos. Dentro de ella la institución escolar
constituye un nuevo espacio social (escuelas hubo en tiempos más
remotos en Mesopotamia, Egipto, China o Roma, etc., pero estamos
hablando de “otra” escuela), que, nacida de la horma pedagógica de la
Salle, los escolapios y los jesuitas, representa una nueva economía
corporal y psíquica, una microfísica del poder en la que el tiempo y el
espacio es regulado milimétricamente en el seno de una lógica del

25
El planteamiento genealógico sobre este tema y otros puede consultarse en la colección
Genealogía del poder de la Editorial La Piqueta. Por ejemplo, para la génesis de los
sistemas educativos, interesa Anne Querrien (1994), y sobre todo los coordinadores de la
misma Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría (1991), asimismo el postfacio de la citada J.
Varela (1994) a la obra de A. Querrien.

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 75

encierro y la repetición mecánica de conductas. El estudio de los métodos


pedagógicos y las tecnologías del examen de la primera escuela
capitalista resulta sumamente elocuente de la contradicción que
permanentemente existe entre la felicidad prometida y la sumisión
practicada. Porque los que ven la escolaridad obligatoria como una
hazaña del progreso humano siempre quieren ignorar que, si bien se mira
(es decir, si se estudia sin prejuicios), se podrá comprobar cómo la
escuela es una forma disciplinaria de distribuir a los individuos en el
espacio social. Yo mismo, al estudiar el caso español me ha preocupado
subrayar las relaciones entre escolarización y subjetivación de los
individuos, tomando como base la historia de la educación en España y
poniendo de relieve cómo la escuela genera un nuevo estatuto de la
niñez. He tratado de demostrar que la progresiva expansión de la
educación obligatoria conlleva un programa subyacente de subjetivación,
de individualización y creciente infantilización de las poblaciones. La
infancia escolar es una creación que resulta, entre otros factores, de la
deliberada política gubernamental de normalización y acotación jurídica,
de tres edades: la escolar, la penal y la laboral. De este modo, las edades
legales que dividen, distribuyen y atribuyen a la población según
responsabilidades y obligaciones distintas, generan, junto a las prácticas
discursivas de médicos, pedagogos y psicólogos, una imagen social
homogeneizadora acerca de una supuesta e ideal infancia unificada y
abstracta que, más allá de las clases, géneros o etnias, se presenta como
aquella porción de la población irresponsable penal y laboralmente
hablando y, por ello mismo, obligada a acudir a centros de educación.
Así, una vez más la escuela está llamada a colaborar en la tarea de unir lo
que la sociedad separa en el seno de una espacio institucional común y de
acuerdo con una racionalidad que otorga a la educación una tarea de
salvación y redención individuales. Esta imagen unificada de la infancia
y de la escuela que hoy actúa como evidencia de sentido común ha sido
producto de un intrincado proceso de fabricación26.

26
Como he explicado con detalle en mi libro, entrelanzando la génesis de las edades de
obligatoriedad escolar, las de acceso al trabajo y las de imputabilidad penal de los menores.
Las tres edades normalizadoras (escolar, laboral y penal) dibujan la malla de posibilidades
discursivas y prácticas sociales que tejen las subjetividades y habilitan las instituciones
disciplinarias correspondientes (la escuela, la fábrica, la cárcel). Para una información más
precisa, véanse, por ejemplo, los cuadros que explican cómo, en el curso de la historia de la

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76 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

Estas afirmaciones a veces escandalizan a los ciudadanos bienpen-


santes, defensores del Estado social como agente de justicia y prosperi-
dad social, y habitualmente pertenecientes a las clases de la cultura (ya
que en ellas han realizado su ascenso social y forjado sus identidades),
que tratan de ver en la educación actual la realización de la idea de
derecho a la educación nacida en la Revolución francesa. Suelen
olvidar que la educación obligatoria fue antes cosa de clérigos
protestantes y estados de tipo prusiano que de organizaciones políticas
revolucionarias. Aunque cabe recordar que la gloria de algunas ideas y
experiencias de ingeniería social educativa también fueron obra de
revolucionarios de ayer. Quizás una expresión del mismo Foucault, en
Vigilar y castigar, contribuya a esclarecer este asunto: «Las Luces que
han descubierto las libertades han inventado también las disciplinas»
(Foucault 1984: 225)27. Y es que la promesa de igualdad universal de la
Revolución francesa no alcanzó en la sociedad burguesa realmente a
todos, y es más, podría decirse que, en cierto modo, acabó volviéndose
contra los “distintos”, cuya alteridad fue perseguida y, como bien
señala Adorno, se fraguó «una forma de “igualitarismo represivo” antes
desconocido que fue el fértil abono donde se desarrollan los gérmenes
del totalitarismo» (Traverso 2001: 150). La escuela de ayer y hoy es la
máxima institución donde se practica esta clase de igualitarismo,
mediante el cual se trata de manera igual a quienes son diferentes. Este

educación en España, se van configurando las tres edades normalizadoras (Cuesta 2005a:
223, 237 y 243).
27
«Históricamente el proceso por el cual la burguesía ha llegado a ser en el curso del siglo
XVIII la clase políticamente dominante se ha puesto a cubierto tras la instalación de un
marco jurídico explícito codificado, formalmente igualitario y a través de un régimen de
tipo parlamentario y representativo. Pero el desarrollo y la generalización de los dispositi-
vos disciplinarios han constituido la otra vertiente, oscura, de estos procesos. Bajo la forma
jurídica general que garantiza un sistema de derechos en principio igualitario había, subya-
centes, esos mecanismo menudos, cotidianos y físicos, todos esos sistemas de micropoder
esencialmente inigualitarios y disimétricos que constituyen las disciplinas» (Foucault 1984:
224-225). Al respecto, la historia del derecho penal, la laboral y escolar (y sus correspon-
dientes teorizaciones, tales como la pedagogía o la psicología) forman un suelo único sobre
el que estudiar la escuela de ayer y de hoy. Por mi parte, he intentado un paralelismo entre
formas pedagógicas y modelos de justicia (liberal, proteccionista y educativo) y de edad
penal dentro de la sucesión de dos grandes fases de la educación en España: el modo de
educación tradicional-elitista (entre mediados del XIX-mediados del siglo XX) y el modo
de educación tecnocrático de masas (desde los años setenta del siglo XX hasta la actuali-
dad).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 77

fue un tema siempre presente en la sociología crítica de la educación,


que se desarrolla desde los años sesenta y que no por casualidad sigue a
la crisis del paradigma cuantitativo y neopositivista reinante en las
ciencias sociales hasta finales de la década anterior.
En efecto, la sociología crítica y la historia social (y los estudios
culturales) completan las miradas que permiten sacar a la escuela del ojo
huracán del progreso y ponerla en su sitio. Los teóricos clásicos, como
Marx, Weber, Durkheim, entre otros, permiten el tratamiento histórico de
los problemas del presente (planteamiento que también rige los afanes de
una didáctica crítica) y todavía proporcionan (sobre todo para mí M.
Weber muy sugerentes intuiciones sobre cómo la escuela se convierte en
aparato de dominación y legitimación del orden social)28.
Mi pensamiento debe mucho a la sociología crítica de la educación y
muy especialmente a dos autores que frecuento a menudo. Uno de ellos
es P. Bourdieu, que ha sido adscrito a una suerte de estructuralismo
genético o constructivismo estructuralista, y del que destacaría su
perspicaz teoría de la práctica, su teoría de la acción humana y de los
campos en el espacio social. Ello por no referirme a sus ya clásicos
estudios de sociología crítica cuya temática aborda directamente el modo
en que se produce la reproducción, no tanto en su libro clásico y hoy
poco legible sobre este tema (La reproducción. Elementos para una
teoría del sistema de enseñanza), como en sus posteriores indagaciones y
materiales para la construcción de una teoría de la acción humana en el
espacio social. Para entender el desarrollo sociogenético de la escuela
creo que es imprescindible manejar un instrumental adecuado a propósito
de cómo los protagonistas de la institución escolar se mueven dentro de
la misma. Para ello siempre me parecieron sumamente atractivos los
conceptos de violencia simbólica y de habitus. El primero lo he utilizado
como una variable explicativa y envolvente de los procesos históricos
que en España se suceden en el trayecto que va de un modo de educación
tradicional-elitista a otro tecnocrático de masas, tracto en el que se
afianza la violencia simbólica como forma de dominación dentro de unas

28
Esta recuperación genealógica de los clásicos es tarea practicada con reiteración y fortuna
en la obra de Fernando Álvarez Uría y Julia Varela (2004). Por otro lado, para mi
periodización de la historia de la educación española me ha sido de ayuda inestimable la
conceptualización weberiana acerca de la escuela como aparato de coacción psíquica y, en
general, sus tres modelos de legitmación, algunas de cuyas categorías empleo libremente en
la sucesión de lo que llamo modos de educación.

In≈daga (2006) 4: 53-94


78 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

sociedades disciplinarias del capitalismo tardío que toman el rumbo de


sociedades educadoras de control, es decir, dentro de un proceso de
dominación cada vez más indirecta, sutil y psíquica hasta llegar al actual
Estado evanescente. La escuela de hoy, con el triunfo de las formas
blandas de persuasión (lo mismo que el sistema penal cada vez más
“educativo” y menos represivo), representa esa fantasmagoría de una
dominación sin dominio, de un sometimiento sin violencia externa, de la
sumisión voluntariamente aceptada.
Pero para comprender las razones de los agentes, y para entender
mejor la dinámica de continuidad y cambio dentro de la escuela, los
historiadores de la educación vienen a recurrir al concepto de cultura
escolar29. Ahora bien, aunque no sea incompatible con habitus, me
parece preferible hacer énfasis en este último.

¿Por qué fui a buscar esta vieja palabra? Porque esta noción de habi-
tus permite enunciar algo similar a lo que evoca la noción de hábito,
al tiempo que se distingue en un punto esencial. El habitus, como in-
dica la propia palabra, es lo que se ha adquirido, pero se ha encarnado
de forma duradera en el cuerpo en forma de disposiciones perma-
nentes. La noción recuerda así constantemente que se refiere a algo
histórico, que está vinculado a la historia individual, y que se inscribe
en un modo de pensamiento genético, en oposición a modos de pen-
samiento esencialistas... Además, la escolástica incluía también bajo
el nombre de habitus algo así como una propiedad, un capital. Y, de
hecho, el habitus es un capital, pero que, al estar incorporado, se pre-
senta bajo la apariencia de lo innato. ¿Y por qué no decir hábito? El
hábito se considera espontáneamente como repetitivo, mecánico, au-
tomático, más reproductor que productor. Mientras que yo quería in-
sistir en la idea de que el habitus es algo potentemente generador. El

29
Por ejemplo, véase Julio Ruiz Berrio (ed.) (2000), o más recientemente en la misma
editorial y colección la recopilación dirigida por Manuel Ferraz (ed.) (2005). El término
“cultura escolar” propuesto por Dominique Julia, en efecto, ha tenido una acogida muy fa-
vorable, unas veces usado en singular y otras en plural (un muy sobresaliente empleo se re-
fiere al estudio de las materias de enseñanza, tal como hace André Chervel (1998) entre los
más eminentes historiadores de la educación. Por su parte, Antonio Viñao (2001) tuvo oca-
sión de describir con detalle los límites y peligros del término cultura escolar. Para una
comprensión más amplia del significado y actualidad de la historia cultural a través del es-
tudio de la obra de ese excelente historiador puede leerse el trabajo de Raimundo Cuesta y
Julio Mateos (2002).

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 79

habitus es, en pocas palabras, un producto de los condicionamientos


que tiende a reproducir la lógica objetiva de los condicionamientos
aunque sometiéndola a una transformación... (Bourdieu 2000b: 133).

Así pues, esta especie de mecanismo infraconsciente es a la vez re-


productivo y creativo, es histórico y estructural. Permite, por tanto, una
mirada a la educación y la escuela, no como un gigantesco engranaje me-
cánico que da monótonamente las horas, sino como un campo de con-
frontaciones donde concurren los sujetos de la acción ni con entera li-
bertad ni sometidos a una necesidad absoluta. Justamente el capitalismo
es una cuestión de clase y la escuela y los distintos habitus y capitales
culturales que genera, también. A tal clase y tal género, tal escuela. Esto
es absolutamente perceptible en la estructuración dicotómica y fuerte-
mente segmentada del modo de educación tradicional-elitista (la escuela
para los pobres, entendiendo por tales los que trabajaban con sus manos;
y el bachillerato y la universidad para las clases de la cultura) y más ate-
nuada en la actual educación de masas, donde la circulación de capital
económico y cultural obedece a reglas más complejas pero también de-
sigualatorias.
Precisamente el otro sociólogo de mis preferencias es el español
Carlos Lerena, hoy desgraciadamente muy olvidado en los anaqueles de
unas facultades inclinadas al éxito fácil de las sociologías de salón y las
sociografías de mercado; él es quien más me ha ayudado, desde muy
pronto, a ver las falacias de las promesas de salvación incluidas en el
mensaje de los nuevos educadores y en los renovadores de la pedagogía.
Para mi trabajo resulta beneficioso regresar de cuando en vez a dos de
sus libros (Escuela, ideología y clases en España; y Reprimir y liberar).
El subtítulo del segundo de ellos (Crítica sociológica de la educación y
de la cultura contemporáneas), resulta exponente de cómo, casi sin
querer, la crítica de la educación nos lleva a la de la cultura y ambas a la
de la sociedad como un todo. Al final, el tic-tac, el reprimir y liberar de la
escuela capitalista, sigue componiendo el ritmo dentro del que Lerena
examina con rigor la lógica de la escuela y los discursos ideológicos (los
del idealismo pedagógico) con los que se ha pretendido vestir y ocultar
sus funciones reales. Ya, como nos recuerda, Marx y el pensamiento
crítico que siguió parte de su huella, guarda un elocuente silencio y no
pocas reservas a propósito de la escuela para “todos”, del lugar escuela y
del término “educación”.

In≈daga (2006) 4: 53-94


80 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

Para él [Marx], la educación –y dentro de ella lo que se denomina


escuela o sistema de enseñanza– constituye el particular modo de
formación que característicamente corresponde al capitalismo, éste
en tanto que particular régimen de producción. Como quiere la
secularización del apotegma eclesiástico: para la clase trabajadora
dentro de la escuela no hay salvación. Hay sólo huida a los
generosos brazos de las clases medias, a las que con Hegel llama
clases de la cultura. El nuevo régimen de producción supondrá un
nuevo modo de formación de los individuos que ya no girará en
torno de la educación y la escuela, sino en torno del medio propio
de reproducción de la clase obrera, a saber: no escisión entre niño y
adulto, ni entre teoría y práctica, ni entre enseñanza y producción;
proceso de formación por familiaridad, sobre el suelo de la
existencia real.
Sintéticamente, la global posición que ha defendido Marx (...)
podría expresarse...con esta fórmula: la menor cantidad posible de
infancia, la menor cantidad posible de escuela y la menor cantidad
posible de lo que se llama educación.
...No parece que quepa descubrir o reconocer ninguna contribución
específicamente marxiana a los altares de la nueva educación o de
la nueva escuela, por la sencilla razón de que estaba convencido de
la necesidad de derribar esos altares y sustituirlos por una realidad
en la que ni pueden ser posibles, ni se pueden pensar (Lerena
1983: 265).
En general, la sociología crítica me ha ayudado a comprender las fun-
ciones implícitas de la escuela, y los límites de la acción pedagógica en
su seno. Pero además me ha empujado a relacionar, siguiendo la tradi-
ción marxista y weberiana, formas de capitalismo (y tipos de sociedad) y
modelos de dominación-legitimación con modos de educación y escuela.
A partir del boceto de los sistemas de enseñanza de C. Lerena he podido
representar la evolución del sistema educativo en España por medio de
un esquema interpretativo que ha querido superar el estado meramente
evenemencial de la mayor parte de la historiografía educativa española,
que, a pesar de haber superado en lo declarativo la historia política tradi-
cional, sigue empleando las mismas categorías de periodización. El tema
no es baladí porque, no se trata tanto de crear un nuevo mecano todo-
loexplica (al vetusto estilo del estructuralismo marxista con su necesaria
sucesión de modos de producción y la letanía de correspondencias entre
base y superestructura) como sugerir las líneas de tendencia (que no son

In≈daga (2006) 4: 53-94


Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 81

irreversibles ni unilineales) que han configurado el decurso de la educa-


ción en España. De esta manera podremos entender mejor el ritornello en
torno a la permanente crisis de la educación que alcanza especial virulen-
cia discursiva en la actual sociedad educadora en la que la escuela ha
perdido toda o muy buena parte de su declarativa razón técnico-científica
y se ha transformado en reducto de una nueva familiarización consumista
de la mercancía “educación”.
Desde luego la relación entre capitalismo y escuela es algo que no
podemos obviar, porque una crítica de uno supone la crítica de la otra. La
crítica actual de la escuela además supone una impugnación de las
formas de estado social que han flanqueado su historia. Resulta curioso
cómo historiadores muy cuidadosos en ver en el Estado una palanca de
explotación en el pasado, un regulador interesado de las luchas de clase,
por ejemplo en la Edad Media o en los tiempos modernos, ahora tras la
experiencia del Welfare Stare, asimilan el actual Estado capitalista al
mejor de los mundos y neutralizan toda posibilidad crítica radical30. Es el
destino poco afortunado del historiador crítico con el pasado y
complaciente con el presente, es el historiador incapaz de sacar a la
escuela del ojo del huracán del progreso. Ese historiador está enfermo de
idea de progreso y de santa veneración por su vida y la de sus
contemporáneos. Es corto de vista y duro de oído, pues ni ve la miseria
del mundo como totalidad expresiva de nuestra actualidad ni se para a
escuchar sus lamentos, de modo que su punto de vista se torna
intensamente panglossiano, feliz y agradecido.
En fin, como afirmaba Sócrates en Fedro o la belleza es preciso
discriminar entre la sabiduría y la mera erudición. El pensamiento lo
formulamos individualmente, pero que, si la cosa se considera en
profundidad, en realidad constituye un producto social que se
desprivatiza y convierte en un bien público cuando usamos de él con

30
Cuando escribía este texto aparecieron sendos artículos en El País (27 de julio y 7 de
agosto) de Fernando Álvarez-Uría (“Londres: otros tiempos difíciles”) y Mario Vargas
Llosa (“Hacerse el sueco”), que nos invitaban a proseguir, en el primer caso, apuntalando el
Welfare State (como los londinenses en plena guerra bajo el mandato de Wiston Churchill),
y, en el segundo, a todo lo contrario, a hacer como los suecos (a “hacernos los suecos”),
desmantelando y olvidando el viejo jardín de su Estado de bienestar. Ambas posiciones
antagónicas niegan, sin embargo, lo mismo: la crítica radical (y global) del Estado y el
capitalismo en el mundo actual, que, ya se imaginará el lector, no puede ser solo cosa de
londinenses o suecos.

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82 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

libertad y confianza, sin obediencias, como le gustaba decir a Bourdieu,


«el aire que se respira». Para expresarlo en metáfora ya conocida, la
teoría (especialmente la crítica) es similar a una caja de herramientas y
los conceptos las llaves que nos permite abrir puertas y ventanas para
observar que las cosas no son como parece (principio número uno de la
heurística, del descubrimiento e investigación de lo social). Y sólo
sabiendo que la escuela no es lo que parece (ni lo que promete), sólo
sacando su existencia del ojo del huracán del progreso, con la ayuda de
las tradiciones críticas aludidas u otras, es factible pensar, sin idealismos
de ningún género, qué es lo que se debe hacer, aquí y ahora. Eso, y nada
más que eso, autoriza a erigir, en mitad de las ambivalencias de la
institución escolar, una didáctica crítica situada entre la necesidad y el
deseo.

III. ENTRE LA NECESIDAD Y EL DESEO

Proponer una didáctica crítica, como algunos hacemos desde Fedica-


ria31 entre la necesidad y el deseo constituye la mejor prueba de que la
radicalidad de la crítica de la escuela no tiene por qué representar un
freno para la acción y la resistencia dentro del espacio escolar, aunque sí
pretenda ser un fármaco para el desvanecimiento de los habituales exce-
sos del idealismo pedagógico, que reiteradamente se ha caracterizado
ayer y hoy por haber puesto el acento en la idea de que los problemas so-

31
Fedicaria es una federación de grupos de renovación pedagógica de toda España que
funciona como plataforma de reflexión y práctica colectivas de profesorado de todos los
niveles educativos empeñados en la búsqueda de espacios públicos para emplear la escuela
críticamente, es decir, para actuar contra la misma lógica de la institución escolar. En esta
federación se simultanea la investigación de tipo académico en formato, por ejemplo, de
tesis doctorales, con múltiples intervenciones, encuentros, producción de materiales
didácticos, etc. El lector o lectora interesados en conocer su trayectoria y producción
intelectual en sus diez años de vida puede consultar su página web (www.fedicaria.org) o
los números de su anuario, titulado Con-Ciencia Social, editado por Díada (Sevilla). Lo que
aquí digo sobre didáctica crítica, que por razones de espacio sólo queda meramente
esbozado, puede verse con mucha mayor amplitud en dos artículos publicados en nuestra
revista (Cuesta 1999, y Cuesta y otros 2005), especialmente el segundo de ellos firmado por
mí mismo y otros cuatro colegas que dentro de Fedicaria desarrollamos el Proyecto
Nebraska, que coordino y del que han salido ya dos libros (Cuesta 2005a; Merchán 2005),
dentro de un colección, Educación, historia y crítica, dirigida por Juan Mainer, uno de los
integrantes del mencionado proyecto.

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 83

ciales se solucionan con más escuela, más educación y más infancia in-
fantilizada. En cierto modo, esa tradición pedagógica ha reducido, si-
guiendo la estela platónica que asimila el conocimiento a la virtud, el
cambio social a un problema de difusión del conocimiento, como si cual-
quier tipo de conocimiento llevara ineluctablemente las señas de la
emancipación de las clases y otros grupos sociales subalternos.
Por tanto, es necesaria la crítica para actuar; no para invitar a la
resignación, aunque quien aumenta su ciencia, decía Descartes, aumenta
su dolor. En efecto, el conocimiento crítico nos libera de la ignorancia y
de las fantasmagorías con las que se mecen nuestros ingenuos sueños,
por ejemplo a propósito de lo que sea la institución escolar, pero al
tiempo nos arrebata la inocencia y nos sitúa ante la cruel cara del devenir
humano. En ese momento de angustia, allá lejos en el horizonte se dibuja
la trémula y prometeica esperanza de poder esgrimir un saber
desmitificador como herramienta para la acción colectiva; es entonces, y
sólo entonces, cuando se vislumbra una suerte de «utopismo racional
capaz de jugar con el conocimiento de lo probable para lograr que ocurra
lo posible» (Bourdieu 2000b: 78). Ese utopismo racional rechaza la
existencia de “una” alternativa escolar o pedagógica, que, una vez
descubierta por la razón, conduzca inexorablemente a la salvación, o que
sirva de norte seguro para reconciliar, de una vez por todas, la teoría con
la práctica. En esta perspectiva angustiosa que admite la contradicción y
la aporía como atributos del pensar y el hacer, y no en el de la mera
autocontemplación o el simple uso instrumentalista del conocimiento, se
sitúa el trabajo intelectual del que reclamo la condición de crítico.
De ahí que la concepción de la didáctica que conviene a esta manera
de pensar huya del sesgo tecnicista y metodologista que habitualmente se
asocia a esta palabra. Para mí la didáctica crítica representa una actividad
teórico-práctica muy lejana a la que se aloja en los nichos académicos
donde tal saber encuentra justificación y funcionarios a su servicio. Y así
como la crítica de la escuela no puede ser desgajada de la crítica de la
cultura (de la mentira, de la tartufería y la barbarie que tradicionalmente
se ha alojado tras esa palabra), tampoco la didáctica es nada fuera de una
determinada política de la cultura. Esta política de la cultura consiste en
una suerte de repolitización, de devolución a la arena de la polis, del
campo de fuerzas donde se relacionan, en sucesivos círculos envolventes,
la cultura, la escuela y la didáctica. Se trataría, como habitualmente re-
cuerda Apple (2002), de reordenar las estrategias de poder y saber dentro

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84 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

de una nueva alianza de fuerzas capaz de imponer contrahegemonía. Y


ello, ciertamente, significa politizar la didáctica crítica devolviendo su
sentido al espacio público propio de la comunidad política, pues «es ne-
cesario que las cosas comunes sean objeto de un ejercicio común… [ya
que] ningún ciudadano se pertenece a sí mismo, sino todos a la ciudad»
(Aristóteles 1997: 422).
De donde se infiere que el debate sobre lo que es o deba ser la escuela
(y el conocimiento que en ella se imparte) ha de efectuarse en la esfera
pública y, por consiguiente, los centros escolares han de ser como lugares
de interpelación laica, es decir, popular (retomando laos, vocablo griego
que significa ‘pueblo’) y espacios donde prolongar los usos democráticos
y su permanente aprendizaje. Está claro que, como sostenía en su tiempo
Aristóteles, el legislador debe regular la educación y «ésta ha de ser obra
de la ciudad» (Aristóteles 1997: 422), hasta el punto de que «para un
Estado idealmente socializado lo privado no exista, todo es público,
popular, laico. La moral misma se hace íntegramente moral pública,
moral política: la moral privada no sirve para fundar, sostener,
engrandecer y perpetuar ciudades; es una moral estéril, escrupulosa,
maniática y subjetiva» (Ortega y Gasset 1974: 59-60). Ahora bien, el
legislador aristotélico (el Estado de la polis griega) era el regulador de
una democracia esclavista en la que se consideraba embrutecedora toda
forma de trabajo manual (recordar scholé como lugar de calculada
ociosidad), donde el ocio era el bien supremo, no por lo que tuviera de
pereza, sino por lo que encerraba de libre disposición del tiempo (Finley
1977: 300). La escuela griega y las artes liberales (los saberes
pertenecientes a la condición de liber, de libre que no de libro como a
veces se cree)32 que defendía el Estagirita era una escuela de clase donde

32
En efecto, a veces siguiendo una senda etimológica errónea, como indica Moses I. Finley
(1977: 307), el adjetivo latino liberalis se derivaba, en la tradición cristiana postclásica, de
liber, en su significado de ‘libro’, y no en su genuina y prístina significación de ‘libre’. Por
ejemplo, Isidoro de Sevilla, en el siglo VII, distingue dentro de las letras latinas entre
“comunes” (las necesarias para leer y escribir) y “liberales”; estas últimas «son las que
conocen quienes redactan libros y practican el arte del bien hablar y declamar» (Isidoro de
Sevilla 2000, I: 282-282). Claro que precisamente éstos eran los hombres libres (hombres y
libres) de la antigüedad capaces de disponer de su tiempo y formación ejercitándose en la
economía de un calculado ocio a costa de las clases serviles. Cierto que el carácter libresco
de las artes liberales fue creciendo y convirtiéndose en signo de distinción a medida que se
insertaron en los niveles educativos no primarios de la escuela en las primeras fases del
capitalismo y durante el modo de educación tradicional elitista.

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 85

el espacio público representaba el escenario de los intereses privados de


los hombres (que no mujeres) libres. La escuela laica a la que se refería J.
Ortega y Gasset, en su juventud “progresista”, en una célebre conferencia
de 1910, era la escuela del renqueante capitalismo hispano donde el
interés público, colectivo y común, erosionado por una sectaria Iglesia
competidora de las funciones del Estado, brillaba por su ausencia. En
todo caso las consideraciones tan cercanas de filósofos tan lejanos en el
tiempo, venían a ignorar las determinaciones clasistas del Estado
educador y las asimétricas relaciones de dominación que poseían y
condicionaban todos los ámbitos de la vida social, tanto en el esclavismo
como en el capitalismo. Adolecían ambos pensadores de miopía pues no
veían más allá de sus ilustres narices, pegadas al estrecho recinto de la
polis y de la civilización occidental. Su patología visual también aqueja
hoy a los incansables apologistas del actual Estado de bienestar, que
ignoran no sólo a los excluidos de dentro de la polis, sino a la inmensa
multitud de amenazadores bárbaros que habitan allende sus fronteras
La apelación a la defensa, dentro de la didáctica crítica, de una
cultura común como cultura pública y civil, recuerda esa tradición
política y laicista clásica, pero sin caer en las ilusiones del pensamiento
liberal-socialista de nuestro tiempo, que imagina un Estado neutro y
benevolente (Estado social democrático y de derecho), que, como en las
teorías de los lugares centrales de algunos geógrafos, es instalado
idealmente en un espacio social plano sin desigualdades de clases,
géneros u otro tipo de discontinuidades. La idea de la cultura común y
civil se aleja del canon de cultura y de estado democrático imperantes.
No guarda semejanza alguna con la morfología hegemónica de una
cultura elitista y distante, impuesta desde arriba y legitimada por una
sólida alianza entre los poderes económicos, políticos y académicos.
Tampoco tiene parentesco alguno con la representación simbólica de
carácter nacionalista, clasista y sexista, o con otras figuraciones y
significados que presuponen un ciudadano receptor pasivo de un legado
eterno, sagrado y sublime proporcionado en modestas dosis, mediante la
escuela y otros aparatos institucionales, por las gentes de la cultura.
Cultura común, al decir de Raymond Williams, resulta de una práctica
continuamente reformulada y construida colectivamente, siempre
provisional y no definida previamente (Eagleton 2001: 17). Consiste,
pues, en un proyecto digno de ser pensado y realizado según las
diferentes coyunturas histórico-políticas dentro de una perspectiva

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86 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

supranacional y postnacionalista. Es, pues, una senda no predeterminada


y siempre por trillar. A esa aspiración hacia un conocimiento distinto
tanto en su contenido como en su uso y apropiación es a lo que llamo
cultura pública o cultura civil.
En esta encrucijada de la lucha por otra configuración cultural, dentro
de la política de la cultura y del campo de fuerzas que le otorga sentido,
se inscribe lo que denomino didáctica crítico-genealógica. La didáctica
interesa en cuanto permite el desenvolvimiento de un pensamiento y una
acción críticos frente a la realidad educativa y los discursos que la
justifican (incluidos, claro está, los provenientes de la didáctica instalada
en el poder académico dominante). Esa didáctica tiene como centro la
problematización genealógica del presente y como sujeto activo ese
docente que, hasta cierto punto, al seguir los dictados de un pensamiento
y una práctica críticos, ha de pensar contra sí mismo y contra su misma
labor, contra su habitus, y contra su posición en el juego de las relaciones
de poder dentro y fuera del aula. Porque nolis velis, también todo
profesor se comporta como guardián de la tradición y esclavo de la
rutina. Por lo que hace al profesorado, por consiguiente, la didáctica
crítica no promete, como suele hacer el idealismo pedagógico y los
defensores de la escuela como un bien transcultural y transhistórico, un
espacio teórico-práctico para la redención y salvación de sí mismo y los
demás; por el contrario, la didáctica crítica postula un lugar donde se dan
cita ideas y actos para la negación de uno mismo y los otros, para realizar
una especie de ejercicio de desidentificación.
En suma, mi concepción de la didáctica se aparta punto por punto del
discurso dominante, pero también se distancia de las modalidades crítico-
comunicativas, de raíz habermasiana, y de cualquier otra versión que
ponga el acento y tienda a confundir la parte (las formas de enseñar) con
el todo (las finalidades de toda educación). De donde se infiere una
renuncia a todo asomo de idealismo voluntarista y de optimismo
infundado, y, en última instancia, a cualquier clase de teleología histórica
“progresista”, prefiriendo el refugio en una mirada ambivalente,
desesperanzada y escéptica sobre el marco institucional ofrecido por la
escuela. Pero esta especie de esperanza desesperanzada (que invita a un
cierto aprendizaje de la decepción)33, en tanto que crítica, no elude una

33
El concepto acuñado por Fernando Bárcena (2004) alude a la dificultad que entraña el estu-
dio de las experiencias extremas como el Holocausto, que nos obligan a que nuestro alumnado

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Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 87

permanente reflexión sobre la práctica y la formulación de estrategias de


intervención en el ámbito escolar, que dentro de la política de la cultura,
colaboren a ocasionar saltos lógicos y cortocircuitos, con los que
desvelar e impugnar los códigos pedagógicos y profesionales imperantes
en los mecanismos de transmisión del conocimiento, en las relaciones de
poder y en los procesos de fabricación de las subjetividades. Ahí, en ese
momento de esperanza desesperanzada, de irresoluble y abismal
contradicción entre querer y poder, subyace y subsiste una moral
resistente que siempre cree percibir, detrás de toda dominación, su
contrario. Y en esa dialéctica, donde acuden siempre necesidad y deseo,
es donde emplazo las experiencias y estrategias de la didáctica crítica.
Todas ellas carecen de cualquier valor normativo o demostrativo de
cualquier teoría previa, por cuanto, siguiendo el rastro de la dialéctica
negativa, todo momento de impugnación tiene su amargo momento de
asimilación acrítica. Ello obliga, si admitimos las paradojas del propio
pensamiento crítico a recapitular y recomenzar siempre de nuevo.
En todo caso, y sin intención dogmática alguna, imagino cinco
postulados como plan de trabajo de otra didáctica: problematizar el
presente, pensar históricamente, educar el deseo, aprender dialogando e
impugnar los códigos pedagógicos y profesionales (Cuesta 1999). En
ellos he fundado la idea de una didáctica orientada al estudio de
problemas sociales relevantes de nuestro mundo, idea que ya constituye
patrimonio común de los grupos componentes de Fedicaria. Tales
enunciados y proposiciones han facilitado unas líneas orientativas para
afrontar el debate sobre el significado de la didáctica crítica y la
intervención en el marco escolar, otorgando una cierta intencionalidad a
la elaboración de materiales curriculares y a la propia práctica docente.
Pero más allá de esto, esos enunciados podrían ahora generalizarse como
ideas aplicables a la contestación ejemplar y circunstancial frente a las
reglas ordenadoras del sistema de enseñanza en la escuela. En cierto
modo, allí se conciertan el deseo de otro conocimiento en otra escuela y
en otra sociedad. Así, el deseo, la crítica y el cambio se solicitan como
líneas para anticipar un uso público de la escuela diferente en una

entienda una cierta captación de lo inhumano de la historia humana, de modo que el estudio
del pasado, en cierta manera, nos enfrenta a todos, con una recurrente decepción ante el com-
portamiento de nuestros congéneres. En tal sentido, la decepción posee un alcance crítico.

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88 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

sociedad más democrática, poniendo en cuestión los límites de la


institución escolar y preconizando una suerte de desaprender lo que la
escuela enseña, e imaginar, dentro de la misma, espacios y tiempos que
deslocalicen y descoloquen las relaciones dadas como inamovibles.
Naturalmente, y para ello, como decía Aristóteles, la educación debe
ser pública. No obstante, todavía sus dudas son algunas de las nuestras,
porque, no acabamos de saber del todo si «deben practicarse las
disciplinas útiles para la vida o las que tienden a la virtud», al
adiestramiento de la inteligencia o al corazón o al mero entretenimiento
(Aristóteles 1997: 423). Si parece razonable pensar que una didáctica
crítica haya de dirigirse a constituir un armazón capaz de hacer al
ciudadano digno de tal, no es menos cierto que tal fin no excluye las
otras dimensiones. En la tradición del propio Aristóteles el fin supremo
del ser humano es la felicidad y ésta se define como la virtud, y ambas, la
felicidad y la virtud, no se pueden dar al margen de la vida social, pues
requieren de una comunidad política capaz de proporcionar las leyes y la
educación necesaria a cada uno de sus miembros. Sin duda, ese bien
público (del que quedan excluidos en su tiempo los animales, los
esclavos, las mujeres y los bárbaros), imaginado y ampliado en las
sociedades de nuestro tiempo requeriría una extensión y universalización
de sus potenciales beneficiarios y una nueva ética del sujeto que, según
M. Foucault (1994), sustituyera el «conócete a ti mismo» por el «cuidado
de un mismo», al punto de que este último mandato llegara a ser fuente,
palanca y posibilidad de ocuparse de los demás en la vida política.
Ciertamente, el aprendizaje del cuidado de uno mismo como forja de
la subjetividad capaz de hacerse cargo políticamente de las necesidades
de los demás constituye una incitación a repensar cómo se construye la
ciudadanía virtuosa a través de los procesos de subjetivación. No
obstante, el camino hacia la adquisición de la virtud es muy dudoso y su
tránsito ha estado históricamente y se encuentra todavía hoy trufado de
dogmatismo y experiencias de ingeniería política de muy odioso y
amargo recuerdo. Además, en efecto, «sobre los medios que conducen a
la virtud no hay acuerdo ninguno» (Aristóteles 1997: 423). Por eso
reclamar la dialéctica negativa como contenido y forma del aprendizaje
crítico en la escuela, como sugiere Paz Gimeno (2005), ha de entenderse
en clave de antídoto contra el pensamiento autoritario, de modo que
siempre recordemos que «el adoctrinamiento es la manera de educar
según la lógica de Auschwitz» (Mèlich 2004: 93).

In≈daga (2006) 4: 53-94


Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso \ 89

Desde luego, a pesar del envidiable ambiente de indagación y


diálogo, ni el Liceo aristotélico ni antes la Academia platónica, fue un
modelo para explorar caminos por los que andar pensando y practicando
una educación crítica para las masas. Hoy todavía, sin embargo, en esas
veredas seguramente nos tropezaremos con el debate acerca de lo que ha
de entenderse por educación virtuosa, aquélla que persigue el ideal
clasicista de una vida buena. Entre el esencialismo totalitario que reclama
la sistemática e inmisericorde inculcación de la virtud y el accidentalismo
que defiende la educación como mera formación de competencias
cognitivas, la didáctica crítica de nuestro tiempo no puede (ni quiere)
renunciar a la educación de ese cuidado de uno mismo, que siempre
implica criterios de valor. Otra cosa es que, como ocurre a menudo, el
que se dice o presenta como maestro de la virtud no lo sea en absoluto, y,
por el contrario, quienes aparentan no serlo realmente lo sean. El carácter
dilemático de estos asuntos viene de lejos.
Si te hago estas preguntas-dije-es solamente para ver qué hay que
decir de la virtud y en qué consiste esta cosa que llamamos virtud.
Estoy seguro de que, una vez solventada esta cuestión, será fácil
poner en claro la que de nuestra parte ha provocado tan largos
razonamientos, defendiendo yo que la virtud no se puede enseñar, y
tú que sí se puede enseñar.
[...] Por mi parte, Protágoras, ante esta extraordinaria confusión de
todas nuestras ideas, siento el más vivo deseo de llegar a ver
claramente en ello, y me sería muy agradable, luego de haber
discutido de esta manera todas estas cuestiones, poder llegar al fin a
la naturaleza de la virtud y examinar nuevamente si puede ser
enseñada o no... (Platón 1991: 194-195).
Las dudas de Sócrates y Protágoras que empezaron defendiendo cada
uno de ellos una cosa para luego acabar sustentando la contraria, no de-
jan de ser, en parte, las nuestras. En todo caso, la didáctica nos ha de
ejercitar en una cierta manera de pensar y desear, que cultiva la paradoja,
la desconfianza de las respuestas definitivas y una suerte de dialéctica
negativa que nos faculte para, como quería Adorno, pensar contra noso-
tros mismos. Y no por afán de cultivar la indecisión y las almas de ca-
rácter inestable y flexible de un mundo capitalista postfordista, sino para
huir del totalitarismo de las verdades dogmáticas, pues el reducido espa-
cio de libertad y democracia del que podemos gozar hoy en ciertos países
no es un bien definitivo, sino una conquista perecedera de todos los días

In≈daga (2006) 4: 53-94


90 \ Raimundo Cuesta, La escuela y el huracán del progreso

y todos nosotros. Por ello, de momento, seguiremos el consejo de Pierre


Bourdieu-Jean Claude Passeron, quienes, hace ahora cuarenta años, en un
libro que ya tiene la pátina de lo clásico (Los herederos. Los estudiantes
y la cultura), defendían una suerte de pedagogía racional fundada en una
sociología atenta a la elucidación de las causas de las desigualdades cul-
turales (como expresión de otras de origen económico, de género, etc.) y
en una actitud sobre nuestro propio acceso al conocimiento que yo re-
sumo en una de sus sentencias más afortunadas: «es mejor dudar dema-
siado que dudar demasiado poco» (Bourdieu-Passeron 2003: 103). Desde
luego tengo para mí que todavía hoy dudar sobre la escuela del pasado y
del presente, estudiando su sociogénesis en la era del capitalismo y tra-
tando de arrancarla del huracán del progreso, representa un sano proce-
dimiento heurístico y una tarea todavía muy recomendable porque con-
lleva la garantía de imaginar otra educación y otra sociedad mejores.
Considero, en verdad, la oportunidad de mantener una vigilancia mental
y emocional a propósito de los peligros inherentes a un mundo progresi-
vamente dominado por poderosas fuerzas impersonales alejadísimas de
las necesidades de la gente corriente. Hoy como ayer vivimos en un
mundo capitalista en que todavía no ha cesado la amenaza de una regre-
sión a la barbarie, pese a un desarrollo científico técnico que sigue siendo
el espejismo detrás del cual avanza el tsunami del progreso. En fin, a
riesgo de exagerar conscientemente el lado negativo de la escuela, como
faceta de una sociedad que no nos gusta, prefiero moverme, como se in-
fiere de la argumentación sostenida en este texto, en el camino laberín-
tico de las aporías que en las vías de alta velocidad por donde circulan,
en una sola dirección y pagando un gravoso peaje, los dogmas panglo-
ssianos del progreso.

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E-mail: raicuesta@hotmail.com

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In≈daga (2006) 4: 95-110
ISSN 1695-730X

JOAM EVANS PIM

D-learning =
tecnología + educación + desarrollo
D-learning = Technology + Education + Development

Resumen. La aplicación de las nuevas tecnologías en la formación a distancia ha


producido grandes éxitos y mostrado nuevas posibilidades, surgiendo formas
como el e-learning y otros métodos de aprendizaje complementarios o substituto-
rios de las clases tradicionales. La formación en-línea puede suponer una drástica
reducción de costes (evitando desplazamientos, alojamientos, materiales im-
presos, etc.) lo que, sumado a la posibilidad de recurrir a un voluntariado virtual
altamente cualificado y contenidos (materiales docentes) de uso libre, resulta en
un modelo flexible y económicamente sostenible para la gestión de conocimien-
tos, aplanando jerarquías y descentralizando responsabilidades. Este artículo
busca analizar sumariamente las posibilidades que las nuevas tecnologías de la
comunicación ofrecen al ser aplicadas al campo de la cooperación para el desa-
rrollo.
Palabras clave: Tecnologías de la Información y Comunicaciones; Cooperación
para el Desarrollo; D-learning.

Abstract. The application of new technologies in distance learning has brought


great success and shown new possibilities with emerging forms as e-learning
and other educational methods that may complement or even substitute
traditional lessons. On-line education may bring a drastic reduction in costs
(avoiding travel, accomodation and printed material expenses) togheter with the
possibility of resorting to highly qualified virtual volunteers and free access
contents, translated into a flexible and economically sustainable knowledge
mannaging model, supressing hiererquies and decentralizing responsabilities.
This article seeks to briefly analyse the possibilities of new communication
technologies in the field of cooperation for development.
Key words: Information and Communication Technologies; Cooperation for
Development; D-learning.
96 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

INTRODUCCIÓN

A pesar de los abismales desajustes, los países en vías de desarrollo


se van haciendo cada vez más permeables, siguiendo las pautas globali-
zadoras, a la introducción de las nuevas tecnologías de la información y
comunicación (TIC). Todo parece indicar que tarde o temprano se llegará
a los mismos problemas que las TIC han generado en Europa, y particu-
larmente en sus sistemas educativos ante las diversas presiones políticas
y sociales existentes. De la misma forma que no se pueden introducir
tecnologías cuando no existen las infraestructuras básicas, tampoco hace
sentido implantarlas si no vienen acompañadas de una verdadera forma-
ción (especialmente formación de formadores) que posibilite su valori-
zación y aplicación real.
Antes de nada, y especialmente cuando abordamos el campo de la
cooperación para el desarrollo, se hace necesario tratar la propia de-
finición de las TIC. Generalizando, se podrían describir como aquellas
tecnologías posibilitadoras de la manipulación (en el sentido más posi-
tivo) de información con el fin de facilitar diversas formas comunica-
cionales (Hamelink, 1997). En ocasiones, con esto se hace referencia a
las tecnologías de la información en general (incluyendo lo que en los
países occidentales son consideradas ya tecnologías vetustas: radio, tele-
visión, teléfono, etc.) y en otras sólo a la red de redes, a Internet, y demás
tecnologías asociadas al mundo de la computación. Aunque medios
como la radio puedan resultar de gran utilidad para llevar a cabo proyec-
tos de formación e información a incidir en poblaciones alejadas y ex-
cluidas por barreras geográficas y de alfabetización, en esta ponencia nos
referiremos apenas al segundo uso del término, teniendo en cuenta, no
obstante, que muchas de las posibilidades para las que se apuntará
puedan ser igualmente válidas utilizando otras tecnologías ‘convencio-
nales’.
Cada vez más, los procesos educativos se sitúan fuera de los sistemas
tradicionales (o formales) de enseñanza debido a la implantación de me-
todologías de aprendizaje a distancia tecnológicamente mediadas.
Cuando se trata de implementar programas cuyo objetivo principal está
situado en los países en vías de desarrollo, aún sin excluir otros territo-
rios, se deben tener en cuenta criterios como el acceso, la calidad y los
costes, puesto que la incorrecta planificación de alguno de los compo-
nentes puede tener un impacto fulminantemente negativo en el conjunto

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 97

del proyecto, limitando considerablemente sus posibilidades de acceso y


éxito final. Las actuales infraestructuras y metodologías educativas sim-
plemente no están a la altura de las necesidades, retos y desafíos de la
nueva aldea global, en la que es necesario y urgente incrementar el ac-
ceso a la educación. El d-learning, que viene a englobar la enseñanza
abierta, a distancia y electrónica (e-learning), podría llegar a ser la he-
rramienta para crear esa fisura en el pequeño círculo contentor y exclusor
del conocimiento de modo que la educación, la gran fuente de igualdad,
abra sus puertas al mundo.

I. TECNOLOGÍAS E INNOVACIÓN PEDAGÓGICA


PARA EL DESARROLLO

Kirkman (1999) se preguntaba, entonces cuando se empezaba a


hablar de las TIC como una poción mágica para el desarrollo económico
y social en las regiones menos favorecidas, si el llamado ‘salto
tecnológico’ (o leapfrogging) fuese factible. Entonces como ahora, la
respuesta es ‘quizás’. Aunque existan ejemplos significativos, como
Estonia o los ‘tigres asiáticos’, en los que la incorporación de las TIC
estimuló decisivamente el progreso económico y social, no se debe dejar
de contextualizar esta diseminación en el marco de la expansión del
capitalismo, liberalismo económico, imperialismo cultural y modelos
políticos y financieros de corte occidental, como herramienta de enlace
entre los focos de urbanización vertical de los países en vías de desarrollo
y los faros de la expansión capitalista. Pero la discusión de esta
problemática, por razones de espacio, queda para otra ocasión.
Como decíamos, las TIC no dejan de ser simples herramientas que,
como tales, podrán tener o no un impacto más o menos positivo, y
incluso negativo, en función del uso que de ellas se haga. Aunque
resulten extremadamente útiles para el establecimiento de redes y canales
con un amplio abanico de funciones, su mera presencia no es garante de
nada, insertándose en el juego de la compleja red socio-institucional y de
los no siempre transparentes procesos políticos y financieros a través de
los que son finalmente introducidas y reguladas. Tal afirmación resulta
perfectamente aplicable tanto en países industrializados (con su acoplado
Cuarto Mundo) como en aquellos aún en vías de ‘desarrollo’. Las pautas

In≈daga (2006) 4: 95-110


98 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

de los procesos ya iniciados parecen indicar que es la educación uno de


los elementos cruciales para el correcto aprovechamiento de las TIC.
Aunque con ritmos variables, ciertos países en vías de desarrollo vie-
nen mostrando en los últimos años índices espectaculares de expansión
de las nuevas TIC. Ciertamente, existen enormes desigualdades (que al-
gunos incluso consideran insuperables) ya no sólo en función de los paí-
ses industrializados pero también entre y dentro de los propios países
mayormente desfavorecidos. Poco a poco, sea fruto de iniciativas propias
o a través de proyectos foráneos, se van implantando puntos de acceso en
estas regiones. Y la introducción y generalización de tecnologías WiFi,
GSM, modificaciones del XML como el IDML (International Develop-
ment Markup Language) o la expansión y difusión de software libre y
open source (Linux, por ejemplo) y contenidos de libre distribución con
licencias específicas abren nuevas posibilidades a tener en cuenta, sin
dejar de tomar en consideración la problemática de la denominada ‘bre-
cha digital’.
La ‘brecha digital’ hace referencia a una serie de factores complejos
determinantes del acceso de un individuo, grupo social, región o país a
las tecnologías asociadas a la economía de la información así como a las
capacitaciones educacionales necesarias para su aplicación óptima. Esta
brecha separa pues a aquellos que de hecho pueden usufruir las nuevas
TIC de aquellos que no. Y el problema no para ahí. Varios autores han
señalado la ligazón entre la reducción de la pobreza y la aplicación de las
TIC debido a su efecto catalítico y de arrastre en áreas como el bienestar,
la educación y el mercado laboral. Pero, entendiendo el desarrollo desde
una perspectiva holística, no podemos dejar de observar que el impacto
de las TIC sobre la economía y la reducción de la pobreza debe apoyarse
también, y sobretodo, en otro tipo de medidas. Esto es, no resuelve nada
proporcionarle a un agricultor información en-línea de última hora sobre
los precios de sus productos si no existen las infraestructuras que
permitan trasladar esos productos al mercado (Grace; Kenny; Qiang,
2001).
Nos enfrentamos, pues, por una banda a la cuestión del acceso (vin-
culada a la disponibilidad y posibilidades económicas) y de la capacidad
de utilización y, por otra, a que los servicios y aplicaciones que las TIC
aporten sean útiles y funcionales para las necesidades reales de los po-
tenciales usuarios, además de resultar sostenibles en el tiempo. No se
trata sólo de superar la barrera de (falta de) infraestructuras, pues utiliza-

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 99

das inteligentemente pueden incluso colocarse a la disposición de masas


iletradas en áreas como la agricultura, la medicina o la administración,
entre otros. Partiendo de ahí, las posibilidades que se presentan para los
segmentos alfabetizados y/o escolarizados en los distintos niveles del
sistema educativo parecen estar limitadas más por la imaginación que por
las propias tecnologías. De hecho, las organizaciones que implementan
proyectos de este tipo (la Humanity Digital Library, por ejemplo) han
calculado que, sea cual fuese el país en cuestión, un programa de 5.000
ordenadores distribuidos en 1.000 localizaciones (ONGDs, escuelas, etc.)
podría, correctamente gestionado, proporcionar educación continuada a
unas 60.000 personas.
Pero entonces, cuando un país o región está preparado para la
implantación de las TIC? La respuesta, tremendamente condicionada por
el propio término ‘implantar’, no tiene una respuesta simple y, el llamado
eReadiness, nos lleva de nuevo para la cuestión del salto tecnológico. Es
posible que el salto no sólo no garantice una mejoría, pues puede incluso
perjudicar la situación. Desde los albores de la humanidad, el proceso
creativo y de aprendizaje que implica el uso y desarrollo de sucesivas
generaciones de tecnologías deja en las sociedades un sedimento
nomotético que las capacita para ulteriores desarrollos e innovaciones.
Por eso, la introducción de tecnologías, de no estar acompañada de
procesos paralelos de entrenamiento, puede atrofiar de tal forma las
capacidades creativas de las comunidades destinatarias que el resultado a
medio / largo plazo no sólo será insostenible sino también nefasto para
los objetivos que se pretendían alcanzar.

II. D-LEARNING: ¿EL CAMINO A SEGUIR?

Ciertamente, salvando la ayuda humanitaria y otras intervenciones


similares, se puede decir que no hay desarrollo sin formación, de modo
que, cada vez más, este componente recibe más importancia en cualquier
proyecto de cooperación. Y ya no hablamos apenas de la formación a las
poblaciones destinatarias de los proyectos, sino también a los propios
cooperantes, sea ésta formación para la cooperación (inculcando
nociones instrumentales técnicas para la implementación de proyectos) o
formación de formadores. Precisamente uno de los problemas críticos en
la educación para el desarrollo es la escasa disponibilidad de más y

In≈daga (2006) 4: 95-110


100 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

mejores educadores, resultando las TIC una herramienta eficaz y


económica para la formación de formadores. Encontrar profesores
cualificados que quieran ejercer su profesión en países en vías de
desarrollo ya es complicado de por sí, resultando aún más ‘retenerlos’
allí, lejos de sus familias, vida y trabajo habitual, durante los periodos de
tiempo necesarios para la obtención de resultados mínimamente
aceptables.
Desde sus inicios, la Red y su desarrollo hacia las formas hoy
conocidas se fundamentó en el trabajo voluntario y cooperativo. Nada
indica que ahora vaya dejar de desarrollarse en ese camino, más bien al
contrario. Los movimientos por el software libre, aún sin estar ligados
necesariamente a las líneas de trabajo de las organizaciones no-
lucrativas, vienen funcionando de forma similar, creando redes de
‘voluntarios’ (hackers, entre otras ‘criaturas’ de la Red) productoras y
disponibilizadoras de servicios, utilidades, aplicaciones (software de uso
libre) y contenidos (manuales y guías). Así, surgieron proyectos de
colosales dimensiones como el GNU/Linux, un sistema operativo
‘gratuito’, libre y sostenible. Por otra banda, de forma similar a los
movimientos de creación y desarrollo de aplicaciones, encontramos las
nuevas formas de distribución de contenidos.
Para articular estos dos componentes es necesario otro recurso más,
en este caso humano, que además de tener carácter voluntario, esto es, no
lucrativo (aunque eventualmente sea necesario recurrir a personal
remunerado para ciertas funciones), debe poseer las calificaciones
necesarias que las tareas requieren. La ventaja, o las posibilidades, que
ofrecen este tipo de plataformas reside en el hecho de que la colaboración
no sea necesariamente presencial (hablamos así de eVoluntarios) por lo
que puede ser compaginada con otros trabajos o posiciones que de otra
forma excluirían la participación. De esta forma el trabajo voluntario
puede asumirse fácilmente desde el ordenador personal del hogar o
puesto de trabajo en los tiempos de ocio, presentándose las posibilidades
de asincronía y ubicuidad.
Cuando se trata de llevar la formación a regiones longincuas donde
no existen escuelas y otras estructuras educativas formales, las TIC tie-
nen mucho por ofrecer, y no nos referimos necesariamente a los países en
vías de desarrollo, pues programas de este tipo se vienen implementando
desde hace tiempo en países con poblaciones tradicionalmente dispersas
como Australia o Canadá. Combinadas con la educación presencial, las

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 101

TIC pueden ser utilizadas para trasladar materiales y métodos pedagógi-


cos de grande calidad o incluso impartir clases en las que alumnos y pro-
fesor se encuentren en hemisferios opuestos. La utilización de ordenado-
res en las (y para las) clases, en cualquier lugar del mundo, tienen una se-
rie de lógicas a explotar de forma integral y combinada:
1. Formar personal altamente cualificado en la utilización de las
TIC.
2. Proporcionar conocimientos básicos de informática de forma
extensiva.
3. Utilizar las TIC para ampliar las posibilidades curriculares.
4. Promover la incorporación de innovaciones en el nivel
curricular y del papel del educador.
5. Posibilitar el acceso a las fuentes de información, especialmente
a Internet.
6. Promover el contacto e intercambio con otros centros educativos
a través de las TIC.
Siguiendo los aspectos supracitados, las plataformas de aprendizaje
en-línea basadas en software libre y sostenible combinadas con conteni-
dos de libre acceso y recursos humanos voluntarios asentarían las bases
de los proyectos educativos que vamos a denominar d-learning o apren-
dizaje para el desarrollo. Las ventajas no son apenas las visibles a simple
vista (y no resulta necesario explicar como y porqué el software libre y
los demás elementos mantienen los costes bajos) puesto que, partiendo
de la no siempre seguida lógica de la cooperación al desarrollo de no
hacer más mal que bien, la utilización de este tipo de programas y siste-
mas evitan, tal y como acontecería de utilizar aplicaciones bajo licencia
‘tradicional’, el establecimiento de vínculos de dependencia con las em-
presas programadoras (habitualmente multinacionales) y el consecuente
impacto negativo sobre la economía. La posibilidad de tener acceso a la
fuente de la aplicación para modificarla y mejorarla adaptándola a las ne-
cesidades específicas fomenta además el desarrollo endógeno de los
sectores de programación autóctonos.
En la era de la información la formación se ha transformado en una
necesidad y, en este contexto, las nuevas tecnologías brindan la
oportunidad de acceder no sólo a una educación convencional sinó
también a otras posibilidades de desarrollo personal y profesional más
allá de la enseñanza tradicional. Así, hablar de la utilidad de las TIC en la

In≈daga (2006) 4: 95-110


102 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

educación a distancia ya suena a viejo, incluso porque desde sus inicios


se han utilizado habitualmente medios como la radio y la televisión y,
hoy, Internet se está manifestando de forma patente como un océano de
posibilidades en ese campo.
Entre las características básicas que ofrece la red para la formación
en-línea, según Peña (2001), están la accesibilidad (superando barreras
cronotópicas) así como nuevos modelos de aprendizaje y docencia en los
que los ‘educadores’ son más ‘facilitadores’ que ‘instructores’ en el sen-
tido más tradicional. A eso debemos acrecentar la drástica reducción de
costes (evitando desplazamientos, alojamientos, materiales impresos, etc)
que, sumada a la posibilidad de recurrir a un voluntariado virtual alta-
mente cualificado y materiales docentes de uso libre, resulta en un mo-
delo flexible y económicamente sostenible para la gerencia de conoci-
mientos, aplanando jerarquías y descentralizando responsabilidades.
Pero, cuando hablamos de proyectos d-learning se deben tener en cuenta
una serie de factores:
1. Centrarse en la educación, no en la tecnología.
2. Desarrollar proyectos con la masa tecnológica crítica.
3. Formar y perfeccionar la capacidad de uso de las TIC de los
educadores.
4. Garantizar la correcta monitorización de las actividades.
5. Incentivar la integración y apoyo comunitario.
6. Pensar en el impacto real.
7. Pensar de forma sostenible.
En lo referentes a contenidos, partimos por una lado de la existencia
de una cantidad significativa de recursos en la Red que, junto con otros
nuevos, deben ser adaptados a los entornos de aprendizaje virtuales desde
las perspectivas metodológicas, curriculares, técnicas, etc. Piénsese, por
ejemplo, en las propias comunicaciones de este evento, desde ya
disponibles en formato digital, podrían, sin grandes complicaciones,
fundamentar un curso básico en-línea sobre las posibilidades del tercer
sector. Obviamente, la labor a realizar es extensa, pero los avances
también son importantes, especialmente, como ya se ha indicado, en las
nuevas fórmulas de distribución libre. De la misma forma que hablamos
de contenidos libres, los voluntarios virtuales vienen siendo contenedores
y vinculadores de conocimientos libres, aunque, por el momento, la
tradición de trabajo en este campo sea aún muy reducida. El desarrollo y

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 103

profundización en las líneas generales expuestas en esta comunicación


podría dar lugar al modelo propuesto. Aplicado al ámbito de la
cooperación, el d-learning podría dar pie a:
1. Actividades de formación interactivas y viables en los países en
vías de desarrollo.
2. Aprendizaje basado en la experiencia real de expertos.
3. Fomentar las capacidades de actuación de campo.
4. Facilitar intercambios trans-regionales superando restricciones
cronotópicas y facilitar el acceso a los más avanzados conoci-
mientos en ámbitos de relevancia.

III. TECNOLOGÍAS Y DESARROLLO: ESTUDIOS DE CASO

En este epígrafe se pretende trasladar una serie de ejemplos


significativos de lo que ha sido comentado anteriormente. Para ello se
describen brevemente 12 proyectos que se han llevado a cabo o se están
llevando a cabo en otros tantos países alrededor del globo, en áreas como
educación, sanidad, agricultura, comercio, turismo, gobierno o resolución
de conflictos. Resultando especialmente preocupantes, dedicaremos un
espacio considerable a abordar los proyectos de carácter sanitario.
Sin duda alguna, la cuestione más sangrante que se plantea en el
campo de la cooperación para el desarrollo es el de la salud, cuando
mueren miles de personas diariamente por males de fácil erradicación
como son diarreas, infecciones, etc. Una alternativa en este sentido se
encuentra en la telemedicina, mediante la introducción de aplicaciones e
instrumentos tecnológicos en el plano local. Veamos algunos ejemplos.
En Campuchea, una pequeña aldea llamada Robib ha servido como
campo de experimentación para un amplio abanico de aplicaciones tales
como el comercio electrónico, uso escolar de ordenadores y telemedi-
cina. En este último caso, y desde febrero de 2001, se diseñó un proce-
dimiento mediante el cual una enfermera acompañada de un técnico se
desplazan una vez al mes desde Phnom Penh con una cámara digital.
En aquellos casos en los que la enfermera no conseguía realizar el
diagnóstico por su cuenta el técnico tomaba fotografías que se enviaban
vía Internet (disponible a través de un enlace satélite en la escuela local)
a Partners Telemedicine, una ONG estadounidense con colaboradores en

In≈daga (2006) 4: 95-110


104 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital General de


Massachusetts. Una vez examinadas, se realiza el diagnóstico y se indica
el tratamiento recomendado. Si este no estuviese disponible localmente
se traslada a los pacientes a las instalaciones sanitarias apropiadas.
Se intentó una aplicación similar en Etiopía, país con un déficit
crónico de profesionales sanitarios, especialmente en las zonas rurales
más remotas. Asimismo, existen sólo 10 radiólogos para una población
de 60 millones de habitantes, que deben viajar largas distancias para
examinar a sus pacientes. Por ello se ideó un proyecto de teleradiología,
de modo que dos equipos serían instalados en la región de Tigray
estableciendo conexiones con el hospital central de Addis Abeba y un
equipo móvil. Lamentablemente no disponemos información sobre el
estado del proyecto.
Otro proyecto interesante es el India Health Care Project, que
pretendía viabilizar el uso de las TIC en la recolección de datos de los
sistemas de salud pública reduciendo considerablemente el tiempo
empleado y aumentado la efectividad de los trabajadores sanitarios de
zonas rurales a través de las PDAs (Personal Digital Assistants).
En India, el sistema de salud primaria se organiza mediante los Pri-
mary Health Centers atendidos por enfermeras auxiliares y con una co-
bertura media de 5.000 personas. Estos centros tienen gran importancia a
la hora de proporcionar orientación sanitaria, primeros auxilios, diagno-
sis preliminares para males comunes, distribución de medicamentos bási-
cos y cuidado de la infancia. Se ocupan (a)demás de la elaboración de
estadísticas e informes utilizando sistemas tradicionales de registros y
diarios.
El problema que apunta esta iniciativa es el de la falta de tiempo del
personal, consumiéndose éste mayoritariamente en la elaboración de
informes y mantenimiento de registros, y no en velar por la salud de la
población bajo su responsabilidad. Capacitando al personal en la
utilización de las PDAs para procesar información no sólo se reduce
entre el 40% y el 60% el tiempo empleado en este tipo de tareas (tiempo
que pueden emplear en suministrar atención sanitaria de calidad) sino
que mejora la calidad y rigor de la propia información procesada. Para
ello se proporcionaron PDAs específicamente diseñadas para el personal
sanitario semialfabetizado que además generan calendarios de turnos
laborales, periodizaciones para campañas de vacunación, información
sobre el cuidado pre y postnatal, etc.

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Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 105

En la misma línea de apoyo a la gestión de información está el


programa MARA (Mapping Malaria Risk in Africa). Se sabe que la
presencia de la malaria en el mundo tiene en África sus más elevadas
cotas (hasta el 90%). Aunque se han desarrollado notablemente los
métodos de prevención, la gran dificultad continúa radicando en su
implementación en las poblaciones más afectadas.
El proyecto MARA pretende recoger información crucial que permita
la incorporación y planeamiento racional de estrategias de control y
prevención de la malaria mediante tres líneas básicas de actuación:
1. Trazar la presencia del riesgo de malaria en el continente reu-
niendo datos y elaborando pautas de distribución, periodización
y endemicidad.
2. Diseminar información en formatos accesibles entre los actores
clave y,
3. Desarrollar un GIS (Geographic Information System) que
permita integrar series de datos sobre incidencia y condiciones
ambientales, produciendo mapas de tipo y severidad en la
transmisión de la malaria.
Estos mapas así como otras informaciones suministradas facilitan el
proceso de toma de decisiones al respecto de la ejecución de una meto-
dología apropiada, efectiva y rentable (coste-efecto) bajo circunstancias
diversas, racionalizando así la distribución de recursos, más bien escasos,
de prevención y control.
También han sido realizados en el campo de la agricultura, facili-
tando notablemente la vida a comunidades rurales. En Senegal, por
ejemplo, se proporcionó a los productores teléfonos móviles WAP que
les permitían obtener información en tiempo real sobre los precios de sus
productos en los mercados de Dakar. Aunque en su mayoría eran iletra-
dos, aprendieron rápidamente a manejar la tecnología que les posibilitaba
negociar de forma más efectiva con los intermediarios, de los que pre-
viamente dependían para obtener estas informaciones.
El servicio lo proporciona Manobi, un operador de telefonía celular e
Internet de la capital que ha desarrollado un sistema que permite recoger
información en tiempo real sobre fluctuaciones y pautas de precios en el
mercado, al ser transmitidas de forma instantánea haciendo uso de
telefonía celular y la Red. No sólo se benefician los campesinos, pues los

In≈daga (2006) 4: 95-110


106 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

intermediarios también aprecian disponer de información actualizada y


veraz.
En la vecina Mauritania, la Facultad de Agricultura ha implementado
otro sistema de información agrícola, proporcionando esta vez consejos
prácticos para el cultivo de la patata a los campesinos iletrados de las
zonas rurales. Teniendo esto en cuenta, han desarrollado un particular
juego de iconos para representar las prácticas agrícolas tradicionales
junto con archivos de audio en las lenguas locales. El resultado ha sido
un producto (en forma de aplicación informática) con información de
máxima utilidad que puede ser manejado de forma relativamente simple
por agricultores iletrados.
En la línea educativa y formativa destacan otra serie de proyectos lle-
vados a cabo en el ámbito escolar. Aunque por fortuna cada vez hay más
y más variados proyectos en este campo, destacaremos tres que son pio-
neros, encontrándose en un grado más avanzado de elaboración. El más
antiguo es Telesecundaria, creado en Méjico en 1968, lleva la educación
secundaria a aquellas zonas rurales donde difícilmente se podrían instalar
centros tradicionales. El programa se basa en emisiones de televisión uti-
lizando el satélite gubernamental Solidaridad 1. Ha tenido tanto éxito
que, dada la cobertura del satélite, se ha ido extendiendo por otros siete
países de América Central fruto de un acuerdo de cooperación firmado
en 1996 (Panamá, 1996; Costa Rica, 1997; Guatemala, 1998; así como
Honduras y El Salvador).
Un proyecto similar fue ejecutado en Honduras por USAID. En este
caso se utilizaba la radio para que aquellos jóvenes que por edad habían
desistido de completar su educación en la enseñanza tradicional pudiesen
completar su formación. Además del éxito relativo experimentado, el
sistema ha resultado mucho más económico que las escuelas tradiciona-
les, aunque el país continúa sin disponer de los recursos necesarios para
alcanzar unas cotas ideales. Por otro lado, en Chile se inicia en 1993 el
plan piloto Enlaces que pretendía crear una red de telecomunicaciones y
computadores entre 100 escuelas primarias, aunque a finales de 1995 se
había superado el objetivo inicial con más de 180 escuelas de primaria y
secundaria conectadas. A partir de ese punto se dio un salto adelante
convirtiendo la iniciativa en un programa de escala nacional.
Pero no sólo la formación y educación son campos susceptibles para
la aplicación de las TIC en la cooperación al desarrollo. Un ejemplo
significativo es el programa Kiskaya en el que se utilizaron estas

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 107

tecnologías para establecer un turismo alternativo y/o sostenible creando


a través de Internet canales promocionales y de comercialización,
permitiendo formas de comunicación directa entre consumidores y
productores, procurando de esta manera sensibilizar, en la medida de lo
posible, sobre el impacto del turismo.
Los pilares sobre los que se asienta este proyecto desarrollado en
Haití y la República Dominicana son básicamente tres: comercio electró-
nico, trabajo cooperativo y en Red y promoción/marketing recurriendo a
Internet mediante un portal de recursos sobre las formas de turismo alter-
nativo, ecológico y sostenible que ofrece la isla. Introduciendo el comer-
cio electrónico pueden tramitarse también, y de forma directa, reservas,
pagos, diseño interactivo de rutas, venta de productos, etc.
En el campo de la prevención/resolución de conflictos y manteni-
miento de la paz destaca sin duda alguna el desarrollo denominado Radio
Studio Ijambo en la región de los Grandes Lagos (ver Hagos, 2001). Las
devastadoras imágenes de las matanzas de 1994 en Ruanda vagan aún
por nuestras mentes manteniéndose inmanentes en nuestra memoria.
Aquellos eventos ocurrieron de forma sistemática y sincronizada, lo cual
no es de extrañar si tenemos en cuenta el papel por emisoras como la Ra-
dio-Television Libre des Milles Collines (RTLM) fomentando el odio y
la violencia.
En 1995 se instaló en la vecina Burundi la emisora Studio Ijambo,
que en kirundi significa “palabras sabias”, empleando tanto a tutsis como
a hutus para producir una parrilla de unas 15 horas semanales de noticias,
actualidad en general, programación cultural y entretenimiento que podía
alcanzar una audiencia potencial de hasta doce millones de personas. Por
ejemplo, Umubanyi Niwe Muryango (Nuestros vecinos, nosotros mis-
mos) era una radionovela que abordaba los tiras y aflojas de dos familias
vecinas y el modo en el que afrontaban problemas como la sequía, falta
de comida, cotilleos desafortunados, una hija embarazada o discusiones
en la aldea.
Las aplicaciones de la radio siguen siendo de lo más variado. El pro-
yecto Kothmale Internet Community Radio en Sri Lanka es un ejemplo
significativo de como se puede utilizar este medio como interfaz entre las
comunidades rurales y la Red. Cada día, la radio local emite un programa
de dos horas durante las cuales los locutores comentan información reco-
pilada de páginas en la Red. Los oyentes pueden enviar preguntas o dar a
conocer sus diversas inquietudes al indagar en Internet, a las que los lo-

In≈daga (2006) 4: 95-110


108 \ Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo

cutores intentan responder, tras una pertinente búsqueda, traduciendo la


información a la lengua local y facilitando, por tanto, el acceso a un co-
nocimiento global. Poco a poco, la emisora ha ido construyendo su pro-
pia base de datos (también volcada a la lengua vernácula) con la infor-
mación solicitada de forma habitual. Además, la radio funciona también
como un ciber café y proporciona dos puntos de acceso gratuitos en las
bibliotecas municipales.
Por último, no podíamos dejar de mencionar el (casi) movimiento de
telecentros existente en gran parte de América Latina y el Caribe. Desde
sus orígenes, han estado basados en la comunidad local, proveyendo
formación y espacios de interacción, siendo, idealmente, ideados, im-
plementados, mantenidos y gestionados con la participación de la comu-
nidad, ya sean iniciativas de tipo privado (microempresas) o sin ánimo de
lucro (o ambas). Al igual que otras iniciativas hacia las que hemos apun-
tado en este apartado, los telecentros no son simplemente proveedores de
acceso. En algunos casos se han convertido en agentes de cambio social
desarrollando programas comunitarios incidiendo en las necesidades y
problemáticas locales.

IV. A MODO DE CONCLUSIÓN

Para finalizar, no podemos pensar que Internet y las TIC en general


son la solución mágica para las dificultades que atrancan el camino de las
organizaciones del Tercer Sector. Como hemos visto, el abanico de posi-
bilidades que ofrece es enorme, estando en la actualidad explorándose
una parte ínfima. Por eso, se hace necesario profundizar en el cono-
cimiento y utilización efectiva de las sinergias creadas por el trabajo en
red y en la Red. Dentro de las múltiples posibilidades que ofrece la red,
la formación constituye una componente más a desarrollar de forma pro-
gresiva y natural dentro de la lógica de intercambio e interacción que
fundamenta la propia arquitectura de redes (Peña, 2002). De la misma
forma, partiendo de que uno de los problemas críticos son las deficien-
cias en materia de financiación, podría pensarse en el d-learning apenas
como una alternativa económica para la implementación de proyectos de
educación al desarrollo. Ahora bien, el d-learning ni es gratis ni es tan
económico como puede parecer a primera vista, pues aunque sea adap-
table a las economías de escala, precisa, como cualquier otro proyecto,

In≈daga (2006) 4: 95-110


Joám Evans Pim, D-learning = tecnología + educación + desarrollo \ 109

recursos humanos, materiales y financieros. Son éste y otros aspectos los


que deben ser analizados con detalle y rigor con vistas a una futura apli-
cación práctica.

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lopment.pdf>. [Consulta: 30-IX-2005].

[\

Para la elaboración del presente artículo han servido como base los materiales
proporcionados por la profesora Barbara Fillip del Knowledge for Development
(LLC), en su Curso ICT4D: Information and Communication Technologies for
Development.

Lcdo. Joám Evans Pim. Instituto Galego de Estudos de Segurança Internacional


e da Paz. Rua Rinlo, 64ª 4ºA, Rianxo 15920, A Corunha (Galiza).
E-mail: evans@igesip.org

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ISSN 1695-730X

BÁRBARA KRISTENSEN

O mosaico lingüístico em Rayuela:


a linguagem do exílio como reflexo da
(des)construção da identidade do exilado
The Linguistic Mosaic in Reyuela : The Exile’s Language
as Reflex of the Identity’s (De)Construction of the Person Living in Exile

Abstract. Since the 19th century an exile tradition exists in Latin-American


literature. In spite of this, it is only from the sixties and onwards, with a changing
political panorama among American nations, the subject ignites its consolidation
process as one of most emblematic of this region. In this article some of the exile
matters present in Julio Cortázar's 1963 Rayuela are analyzed. As this is a wide
area and the novel may be on itself be studied from a vast range of perspectives,
this work has been focused, after a brief introduction to exile in general, on the
language of the exiled, as a fruit of the quest and Self transformation subsequent
to the departure from the Motherland, in the sense that Said (2003:50) expresses,
being a discontinuous and fragmented self constantly seeking himself and his
place of origin.
Key words: Rayuela, exíle, lenguage.

Resumen. Desde el siglo XIX la tradición del exilio existe en la literatura


hispanoamericana. Sin embargo, es sólo a partir de la década del 60 del siglo XX
que el tema entrará en un proceso de consolidación como siendo uno de los más
característicos de la producción literaria de esos países. En el presente artículo, se
analizan algunas de las manifestaciones del exilio en Rayuela, obra de Julio
Cortázar, publicada en 1963. Siendo este un tema amplio y la obra posible de ser
estudiada desde diferentes perspectivas, enfocamos el análisis, después de unas
breves pinceladas sobre el exilio en general, hacia el lenguaje del exiliado, como
fruto de esa búsqueda y transformación del ser que, habiendo pasado por la expe-
riencia de desgarramiento de su patria, se vuelve, en palabras de Said (2003: 50),
un ser discontinuo, fragmentado, en constante busca de su lugar de origen y de sí
mismo.
Palabras clave: Rayuela, exilio, lenguaje.
112 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

I. DEFININDO OS JOGADORES

Toda maneira de considerar e abordar a literatura se encontra presente


em estreita relação com as concepções estéticas vigentes em determinado
tempo. Estas são, de fato, as que presidem a seleção, o ordenamento e a
hierarquização do corpus, e também as que, em última estância, regem as
modalidades da significação e do efeito estético: por elas sabemos – ou
acreditamos saber – o que ler e como o ler, ou talvez melhor, como ler o
quê.
Baseando-nos nessas premissas, verificamos que, em torno dos anos
cinqüenta na América Latina, começaram a se produzir, no campo das
letras, uma série de rupturas que modificaram profundamente sua
estrutura e seu funcionamento e, com isso, a função ou as funções da
literatura atual e passada.
Com a libertação e efetiva criação de uma literatura original, de “ex-
perimentação formal”, na tentativa de “produzir uma visão totalizadora
da história e da cultura hispano-americanas” (González 2002), diversas
obras surgiram consolidando a revolução das letras e firmando ainda
mais o espaço da América literária, avançada, progressiva.
O presente artigo, propondo um direcionamento, numa tentativa ainda
em construção, analisa, em Rayuela1, de Júlio Cortazar (publicada em
1963 e talvez considerada o seu romance mais importante), a
problemática do exílio, comumente definido como uma experiência de
fratura e de trauma, um entre-lugar, um espaço e momento suspensos na
existência humana ou, conforme nos explica Said (2003: 50), “um estado
de ser descontínuo” e que, nessa obra, acaba se transformando num
agente impulsionador da reflexão e do questionamento existencial.
Conforme nos cita Pereira (1985: 92), esta reflexão (impulsionada
pelo exílio) funciona como uma mediação entre o sujeito e a vida e,
igualmente, confere a esse sujeito a individualização frente ao mundo.
Em suas palavras: “se acentúan las diferencias y el sujeto se escinde de
su colectividad, se aísla en su individualidad” (Pereira 1985: 93, grifo do
autor) e, nessa situação, incita a busca pela sua própria existência: exila-
se a fim de (re)encontrar-se.

1
Costuma-se traduzir Rayuela, em Português, como o jogo da amarelinha. A edição
traduzida desta obra de Cortázar tem esse nome, inclusive. Para este artigo, respeitando a
língua original, nos baseamos na edição em língua espanhola da editora Cátedra.

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 113

Concordando com Steiner (apud Said 2003: 47), acredita-se que a


presença decisiva e dominante do exílio e, por conseguinte, do exilado,
no panorama da literatura ocidental do século XX, era do refugiado, fez-
se criadora de uma situação lingüística chamada por ele de
“extraterritorial”, assim ilustrada pelo autor: “Parece apropriado que
aqueles que criam arte numa civilização de quase barbárie, que produziu
tanta gente sem lar, sejam eles mesmos poetas sem casa e errantes entre
as línguas”. (Steiner apud Said 2003: 47, grifo nosso), isto é, dotados de
uma língua materna que se funde e se “extraterritorializa”, se assenta em
um “não-lugar”2, para conseguir expressar as vivências múltiplas (e
vividas em múltiplas línguas) do sujeito.
Tal afirmação de Steiner, ao nosso ver, e em consonância com o que
já dissemos sobre o exílio e a Literatura hispanoamericana, são o eixo
condutor do presente artigo. Desta forma, após percorrermos
manifestações gerais do exílio em Rayuela, com o intuito de reconstruir e
ilustrar como tal situação é retratada por Cortázar, objetivamos
compreender a linguagem gerada por esta situação de “ser descontínuo”3,
baseando-nos conceitos propostos por Bakhtin de dialogismo,
intertextualidade, polifonia e plurilingüismo4.

II. LANÇANDO A PEDRINHA...

Dentre alguns movimentos importantes que a Literatura Hispano-


americana contemplou, costuma-se considerar como mais emblemático o

2
Cf. Vidal (1994: 45).
3
Cf. Said (2003: 50).
4
Apesar de explicarmos adiante cada um desses conceitos, vale já introduzi-los para melhor
compreensão dos objetivos da pesquisa: por dialogismo, estamos considerando a construção
– dialógica – que existe da existência, e conseqüentemente, da linguagem do ser humano.
Isto é, como ele (e seu discurso) se constrói através da visão de mundo que possui e através
da sua autovisão. Já a intertextualidade, a estamos considerando como a presença dos
variados textos na composição do discurso. Tal conceito acaba trazendo à tona o de
polifonia, que é justamente a explicação para essas as vozes que compõem os enunciados e,
por fim, plurilingüismo, que é, de certa forma, a perspectiva lingüística dessa variedade de
vozes nos discursos produzidos. Tais conceitos, trazidos à tona por Bakhtin, foram
abordados de maneira mais ampla essencialmente nas obras Marxismo e filosofia da
linguagem, Problemas da poética de Dostoievski, Questões de literatura e estética e
Estética da criação verbal.

In≈daga (2006) 4: 111-130


114 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

chamado boom. Ocorrido essencialmente na década de 60, o movimento


trouxe à tona dessa literatura toda uma revolução estética e temática.
Não se costuma definir um autor ou uma obra específicos que tenham
iniciado o boom, mas, sim, costuma-se enumerar uma série de obras e
autores fundamentais5 para ilustrar o que foi esta revolução literária. En-
tre elas, encontra-se Rayuela um dos “pilares” desta geração6 e objeto
deste artigo.
Resumindo a obra a simples fatos narrativos (o que é, diga-se de passa-
gem, uma tarefa praticamente impossível), pode-se dizer que Rayuela, em
três partes definidas (“Del lado de allá”, “Del lado de acá” e “De otros
lados”), narra episódios da vida de Oliveira, um intelectual argentino, que,
assim como o fez Cortázar, parte para Paris, onde, com amigos ali feitos –
também imigrantes e de diversas nacionalidades, componentes do Club de
la Serpiente – mergulha em uma busca existencial de algo que ele tam-
pouco consegue definir (ou, inclusive, dividir), mas que, a certa altura,
nomeia como “kibbutz do desejo” e cuja ausência já sente, antes mesmo de
encontrá-lo: “la nostalgia vehemente de un territorio donde la vida pudiera
balbucearse desde otras brújulas y otros nombres” (Cortázar 2000: 355).
Desta forma, e conforme explica Mora Valcárcel (1985: 50), o ponto
de partida de Rayuela é a “comprobación del absurdo de la existencia y
de la situación precária del hombre en un mundo fragmentario y
caótico”7. Por isso, explica-se, Oliveira busca com tanto afinco este
kibbutz, que seria, de certa forma, a metáfora de “un centro que devuelva
todo su sentido a la existencia del hombre junto con una visión
totalizadora de la realidad” (Mora Valcárcel 1985: 50).

5
Dentre muitas outras, Rodríguez Monegal (1972b) cita obras e autores que, anteriores ou
presentes conjuntamente com Rayuela e Cortázar, são considerados pilares do boom: Pedro
Páramo (1955), de Juan Rulfo; El sueño de los héroes (1954), de Adolfo Bioy Casares; La
región más transparente (1958), de Carlos Fuentes; Los ríos profundos (1959), de José
María Arguedas; 62, Modelo para armar (1968), de Cortázar; de Mario Vargas Llosa La
ciudad y los perros (1964), La casa verde (1966) e Conversación en la catedral (1968); de
José Lezama Lima, Paradiso (1966); de García Marquez (1967) Cien años de soledad.
6
Rodríguez Monegal (1972b) comenta a respeito do impacto de Rayuela, essencialmente
no que concerne à estrutura “externa e interna” da narrativa, chegando inclusive a enumerar
três obras posteriores que refletiram mais intensamente as influências desta obra. São elas:
Cambio de piel (1966), de Carlos Fuentes, Conversación en la catedral (1968), de Mario
Vargas Llosa, e El obsceno pájaro de la noche (1970), de José Donoso.
7
Octavio Paz (2000: 36), a respeito disso, comenta: “De esa conciencia ha nacido Rayuela,
del ‘sentimiento continuo de estar en un mundo que es lo que debería ser’”.

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B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 115

A primeira referência ao “kibbutz do desejo” aparece no capítulo 36,


de maneira, a certo modo, surrealista, já que se encontra pautada em uma
reflexão que, pelo menos aparentemente, corta os laços com a razão e se
torna um objeto de delírio, de sonho8:
Hacía menos frío junto al Sena que en las calles, y Oliveira se subió
el cuello de la canadiense y fue a mirar el agua. Como no era de los
que se tiran, buscó un puente para meterse debajo y pensar un rato en
lo del kibbutz, hacía rato que la idea del kibbutz le rondaba, un
kibbutz del deseo. ‘Curioso que de golpe una frase brote así y no
tenga sentido, un kibbutz del deseo, hasta que a la tercera vez
empieza a aclararse despacito y de golpe se siente que no era una
frase absurda, que por ejemplo una frase como: ‘La esperanza, esa
Palmira gorda' es completamente absurda, un borborigmo sonoro,
mientras que el kibbutz del deseo no tiene nada de absurdo, es un
resumen eso sí bastante hermético de andar dando vueltas por ahí, de
corso en corso. Kibbutz; colonia, settlement, asentamiento, rincón
elegido donde alzar la tienda final, donde salir al aire de la noche con
la cara lavada por el tiempo, y unirse al mundo, a la Gran Locura, a la
Inmensa Burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro.
Hojo, Horacio’, hanotó Holiveira sentándose en el parapeto debajo
del puente, oyendo los ronquidos de los clochards debajo de sus
montones de diarios y arpilleras (Cortázar 2000: 354-355).
Após o episódio da morte de Rocamadour, o filho de sua namorada,
chamada por ele de “La Maga”, um dos mais marcantes da obra devido à
carga densa que apresenta9, inicia-se a segunda parte do romance (“Del
lado de acá”), na qual Oliveira regressa a Buenos Aires, onde retoma o
contato com um amigo, Traveler, que se apresenta mais bem como seu
alter ego e sua mulher, Talita, que é o espelho de La Maga, ambos
administradores de um circo. Ali, Oliveira tenta voltar à sua vida anterior
ao exílio, retomando, inclusive, seu namoro (superficial) com Gekrepten,
a quem se refere no primeiro capítulo, quando está em Paris, como “una
muchacha irrecordable” (Cortázar 2000: 126).
Em sua terra natal, Oliveira adentra-se na vida de Talita e Traveler
constituindo com eles um triângulo existencial do qual não conseguem

8
Cf. Pereira (1985: 93).
9
A morte encontra-se narrada no capítulo 28 da obra, apesar de haver muitas outras
referências nos capítulos subseqüentes.

In≈daga (2006) 4: 111-130


116 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

- ou, inclusive, não querem - se libertar10. A um dado momento, o casal


troca as atividades de administração circense pela administração de um
manicômio, para o qual levam também Oliveira como funcionário.
É neste ambiente que a parte final da narrativa se desenvolve,
culminando com a discussão derradeira (e até certo ponto surreal) entre
Oliveira, Traveler e Talita (que, na visão de Oliveira, transforma-se na
Maga), norteada pela tentativa de suicídio de Oliveira, como o fim
repentino e único para a busca incessante, questão-chave da narrativa:
Era así, la armonía duraba increíblemente, no había palabras para
contestar a la bondad de esos dos ahí abajo, mirándolo y hablándole
desde la rayuela, porque Talita estaba parada sin darse cuenta en la
casilla tres, y Traveler tenía un pie metido en la seis, de manera que
lo único que él podía hacer era mover un poco la mano derecha en un
saludo tímido y quedarse mirando a la Maga, a Manú, diciéndose que
al fin y al cabo algún encuentro había, aunque no pudiera durar más
que ese instante terriblemente dulce en el que lo mejor sin lugar a
dudas hubiera sido inclinarse apenas hacia fuera y dejarse ir, paf se
acabó (Cortázar 2000: 509).

Inicia-se, a partir de então, a terceira e última parte da obra (“De


otros lados”), considerada ironicamente por Cortázar como prescindível
e constituída por diálogos omitidos durante a narrativa, recortes de
revistas, enciclopédias, jornais e de outros livros, além de anotações de
Morelli, um escritor parisiense que se reconhece em uma batalha
metalingüística acerca da construção do seu romance, reconhecido
constantemente pela crítica (e até mesmo por Cortázar) como um alter
ego do autor.
Uma obra de argumento simples, aparentemente. Sua complexidade,
no entanto, deixa-se desvelar a todo o instante, não só pela linguagem
que a permeia, mas por inovações que já aparecem na primeira página do
livro: um “tablero de dirección”, por exemplo. Nele, encontramos umas
poucas linhas escritas de Cortázar sobre as orientações à leitura, uma
infinidade de números e a certeza de que, a partir de então, inicia-se o

10
Ainda que se faça referência a esse “triângulo” em outros capítulos, é no 56 que,
principalmente Talita e Oliveira e, posteriormente, Talita e Travelver, se dão conta da
profundidade do relacionamento dos três. Pereira (1985), em sua obra Deseo y escritura (v.
Referências) usa todo um capítulo para descrever o processo de triangulação em Rayuela.

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 117

“jogo da amarelinha”11: este caos inconstante e fragmentado, que busca


chegar ao cosmos, percorrendo-se para construir uma “búsqueda superior
a nosostros mismos como indivíduos” (Cortázar apud Pereira 1985: 132).
Quebrando alguns paradigmas, principalmente lingüísticos e estrutu-
rais do modelo de narrativa comum na literatura da época, percebemos
aonde Cortázar nos quer levar. Propondo um roteiro para que sigamos
esse jogo a sua maneira (ou, como deixa claro, para que construamos o
nosso próprio), o autor nos leva a lançar as pedrinhas com as pontas dos
sapatos12, juntamente com ele, até chegar ao “Céu” ou ao “Inferno”.
Valendo-se de metáforas, artimanhas lingüísticas, de jogo e de
delírio13, Cortázar, ou mais bem Rayuela, leva-nos, suga-nos a um
intenso questionar da existência, à reflexão em busca de definir-se como
sujeito e de definir a vida14, até que consigamos (ou não) percorrer o
chão marcado com pequenos quadrados de giz; construindo o caminho
íntimo, mas ao mesmo tempo universal, que interroga a realidade
existencial.
Desta forma, Cortázar faz da realidade um monumento a ser
(des)construído; transformando a vida em momentos repetíveis mas
únicos a cada modo, e transformando o leitor (melhor chamado de
interlocutor, neste caso) no jogador principal, sujeito à intensidade do
toque desses sapatos, criando seu jogo sem uma seqüência definida. Em
um processo de, nas palavras de Jean Franco (1981: 410): “crear sin
destruir, (...) construir sin estructurar de una manera excesiva”.
A representação da dicotomia metafísica e, até certo ponto,
ontológica do “ser/não-ser” é presença constante e constituinte de

11
Conforme citamos na introdução a este artigo, a tradução para o título da obra de
Cortázar é justamente esta.
12
Julgamos ser importante, aqui, explicar como funciona, para Oliveira, o jogo da
amarelinha, conforme citado no capítulo 36, já que se difere, em alguns aspectos, da
maneira como se joga no Brasil:
“La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato.
Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente
de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita
al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo,
se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol,
rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra
y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo (...)” (Cortázar 2000: 367).
13
Cf. Pereira (1985).
14
Cf. Idem, Ibidem: 92.

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118 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

Rauyela e aparece traçada através de variados elementos simbólicos,


mais explícitos, como o próprio jogo que a constrói ou até mesmo a
busca constante e determinada de Oliveira pelo kibbutz, ou menos
explícitos, como algumas referências a episódios ou até mesmo alguns
pensamentos aparentemente soltos das personagens; isto é, de certa
forma alegóricos ou concretos. E dentre as referências usadas por
Cortázar para retratar a existência humana “em suspenso”, exposta em
Rayuela, destacamos o exílio15 tema freqüente em outras narrativas da
literatura hispanoamericana e, como já citado, o eixo norteador deste
artigo.

III. QUADRADINHOS RISCADOS EM GIZ:


O SER FRAGMENTADO NA VIVÊNCIA DO EXÍLIO

Definir o exílio, e especialmente defini-lo sob perspectivas artístico-


literárias, demonstra-se ser uma busca ampla, multifacetada, existencial.
Isso porque compreender a dimensão e profundidade desta experiência
exige, no mínimo, que se tenha passado por ela, que se tenha
fragmentado a identidade, deixando entrar, nos sulcos destas rachaduras,
para o eterno de si, as identidades alheias, naquilo que Martinez (apud
Vidal 1994: 14) chama de uma “brutal operação de inexistência”.
Concordando com isto, e conforme comenta Paloma Vidal (1994:
45), podemos considerar o exílio como “esse lugar qualquer onde a
realidade e a irrealidade se tocam. E onde a existência das pessoas fica

15
Rodrigues Monegal (1982) comenta a respeito do exílio na literatura hispano-americana:
“El tema de exilio y literatura es el tema de la literatura latinoamericana. La literatura
latinoamericana ha sido siempre exiliada. Cuando las circunstancias políticas ayudan, esto
resulta más notorio”. Costuma-se considerar que já a partir do século XIX a literatura
latino-americana se mostre marcada por uma tradição de exílio. Isso talvez se explique pelo
fato de os escritores românticos estarem preocupados com os destinos políticos dos países
aos quais pertenciam. Geralmente, tais escritores eram sociólogos, reformadores, e
propagandistas das novas idéias importadas da Europa. Alguns escritores dessa geração
fundacional participavam na vida da nação e distinguiam, na paisagem e no folclore local, o
que devia ser a essência da literatura latino-americana em sua essência e conseguiam
conjugar as atividades políticas com as literárias. Como exemplo desses autores,
encontramos na Argentina Estebán Echeverría, José Faustino Sarmiento, Mitre, Alberdi,
José Hernández, entre outros. Pensando-se em tempos modernos, o tema do exílio
continuou mostrando-se presente, como em El libro de los abrazos de Eduardo Galeano;
Primavera con una esquina rota e Viento del exílio de Mario Benedetti e outros.

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 119

suspensa como num sonho (...) No exílio, a utopia, esse espaço futuro de
redenção do presente, cede lugar à atopia, um não-lugar que congela o
tempo”.
E é neste não-lugar quase surreal que se desenvolve e se torna
complexa a trama de Rayuela. A condição de estar em exílio, neste
contexto, é a representação exata daquilo que Cortázar (1994: 170)
considerou como sendo uma revisão de si mesmo, como sendo uma
viagem iniciática, o acesso ao Santo Graal da existência, a busca pelo
kibbutz, pelo “céu” (ou, talvez, pelo inferno) do jogo da amarelinha.
Em Paris, Oliveira e seus amigos do Club de la Serpiente, todos
imigrantes, fundem-se em discussões intelectuais e ontológicas,
percorrendo o que La Maga chama de “ríos metafísicos”, que traçam esse
caminho de busca incessante, regado a vinho e jazz, consagrando o estar
distante como um espaço de diferença, de criação e consolidação de uma
identidade própria que se demonstra fundamentada por memórias
impessoais, citadas, reinventadas, transfiguradas no íntimo e procurando
retomar uma “tradição” de existência que a experiência do exílio
desequilibrou.
E nutrindo esse momento suspenso (como em um close up
fotográfico, em que por um instante a vida se congela por um curto
tempo, para se refazer imediatamente), o exílio se revela, então, como
um entre-lugar; como o que, em Rayuela, se conhece por “el lado de
allá”, “el lado de acá” e os “otros lados”, que representam um
movimento exploratório incessante, paradoxal, de caça e fuga. Uma
“sensação de desorientação, um distúrbio de direção” (Bhaba 2003: 19),
de dispersão, em um universo existencialista cujos caminhos precisam e
são constantemente (re)descobertos.
Intimamente, nas palavras de Oliveira: “(...) y todo eso va tejiendo un
dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos
puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí,
haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismo,
una interminable figura sin sentido (Cortázar 2000: 347)”
Na ânsia de definitivamente encontrar-se no fora-de-si, os
personagens de Rayuela se alicerçam como personificação da lembrança,
que fundamenta a nostalgia e a busca incessante, a qual, conforme
comenta Pereira (1985: 90), “no ocurre en otra región que en la de la
memoria”. Desta forma, percorre-se um caminho de procura pessoal,
retomando a todo instante um passado de identidade menos fragmentada,

In≈daga (2006) 4: 111-130


120 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

talvez pseudo-identidade, em que ainda se mantinha a história, a


estabilidade (apesar de estar em vias de instabilidade) do ser16.
Aprofundamos conforme diz Pereira (1985: 89): “(...) Solo se recuerda lo
que ya no está, lo que alguna vez fue presencia plena en nosostros, lo que
nos habitó hasta formar con el nuestro un solo cuerpo, lo que ahora, de
pronto, es sólo un hondo vacío en el que se abisma la memoria”.
Analisando a memória a partir da visão da condição de exilado e da
sua busca para retomar a identidade estável anterior à experiência do
exílio, Edward Said (2003: 59) explica que a essas pessoas, “os hábitos
de vida, expressão ou atividade no novo ambiente ocorrem
inevitavelmente contra o pano de fundo da memória dessas coisas em
outro ambiente”. E nesta procura constante e constituinte de Rayuela,
Oliveira, evoca a memória antiga de quando criança, sob a desculpa de
“pensar em coisas inúteis”, já no primeiro capítulo, e a agrega ao cenário
parisiense, onde vive no momento dos recordos:
Con un enorme esfuerzo, reuniendo imágenes auxiliares, pensando en
olores y caras, conseguía extraer de la nada un par de zapatos
marrones que había usado en Olavarría en 1940. Tenían tacos de
goma, suelas muy fines, y cuando llovía me entraba el agua hasta el
alma. Con ese par de zapatos en la mano del recuerdo, el resto venía
solo: la cara de doña Manuela, por ejemplo, o el poeta Ernesto
Morroni. Pero los rechazaba porque el juego consistía en recobrar tan
solo lo insignificante, lo inostentoso, lo perecido. Temblando de no
ser capaz de acordarme, atacado por la polilla que propone la
prórroga, imbécil a fuerza de besar el tiempo, terminaba por ver al
lado de los zapatos una latita de Té Sol que mi madre me había dado
en Buenos Aires. [...]. Convencido de que el recuerdo lo guarda todo
y no solamente a las Albertinas y a las grandes efemérides del
corazón y los rincones, me obstinaba en reconstruir el contenido de
mi mesa de trabajo en Floresta, la cara de una muchacha irrecordable
llamada Gekrepten [...] hasta que la Maga, besándome y echándome
en la cara el humo del cigarrillo y su aliento caliente, me recobraba y
nos reíamos, empezábamos a andar de nuevo entre los montones de
basura en busca de los del Club (Cortázar 2000, Cap. 1: 126).

16
A certa altura do primeiro capítulo, Oliveira comenta sua chegada a Paris, quando ainda
não tinha encontrado uma identidade, nem sequer para perdê-la - era o que os outros eram:
“Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo
que otros hacen y viendo lo que los otros ven” (Cortázar 2000: 123).

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 121

Desta forma, e no caso específico dos rio-platenses descritos na obra,


diversos são os elementos agregados à narrativa que desmascaram essa
procura identitária provocada pelo exílio. A começar pela memória dos
sapatos e do chá, o processo de citação dessas referências formam uma
das bases discursivas da narrativa e constituem-se, certas vezes, como
elementos centrais de alguns episódios.
O mate, elemento essencial da cultura dos países que corta o Rio da
Prata é um desses elementos que funcionam na narrativa como item de
lembrança e, principalmente, de busca e reflexão do ser exilado na obra
cortazariana. Presente em quase todas as ocasiões (desde os momentos de
“pensar em coisas inúteis” até os momentos de discussões aparentemente
mais sérias), é através dele e da sua comunhão com o rio-platense que
Oliveira também tenciona encontra-se, achar o “centro”, o “kibbutz del
deseo”:
Oliveira cebó otro mate. Había que cuidar la yerba, en París costaba
quinientos francos el kilo en las farmacias y era un yerba
perfectamente asquerosa que la droguería de la estación Saint-Lazare
vendía con la vistosa calificación de "maté Sauvage, cueilli par les
indiens", diurética, antibiótica y emoliente. [...] "Mi único diálogo
verdadero es con este jarrito verde." Estudiaba el comportamiento
extraordinario del mate, la respiración de la yerba fragantemente
levantada por el agua y que con la succión baja hasta posarse sobre sí
misma, perdido todo brillo y todo perfume a menos que un chorrito
de agua la estimule de nuevo, pulmón argentino de repuesto para
solitarios y tristes. Hacía rato que a Oliveira le importaban las cosas
sin importancia, y la ventaja de meditar con la atención fija en el
jarrito verde estaba en que a su pérfida inteligencia no se le ocurriría
nunca adosarle al jarrito verde nociones tales como las que
nefariamente provocan las montañas, la luna, el horizonte, una chica
púber, un pájaro o un caballo. "También este matecito podría
indicarme un centro", pensaba Oliveira [...]. "Y ese centro que no sé
lo que es, ¿no vale como expresión topográfica de una unidad? Ando
por una enorme pieza con piso de baldosas y una de esas baldosas es
el punto exacto en que debería pararme para que todo se ordenara en
su justa perspectiva. [...]" Pero esa unidad, la suma de los actos que
define una vida, parecía negarse a toda manifestación antes de que la
vida misma se acabar como un mate lavado, es decir que sólo los
demás, los biógrafos, verían la unidad, y eso realmente no tenía la
menor importancia para Oliveira. El problema estaba en aprehender
su unidad sin ser un héroe, sin ser un santo, sin ser un criminal, sin

In≈daga (2006) 4: 111-130


122 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

ser un campeón de box, sin ser un prohombre, sin ser un pastor.


Aprehender la unidad en plena pluralidad, que la unidad fuera como
el vórtice de un torbellino y no la sedimentación del matecito lavado
y frío (Cortázar 2000, Cap. 19: 214).
Este centro, esta unidade, no entanto, encontra-se desfocada, assim
como a identidade nacional do ser exilado, que a busca no contato com a
realidade do exílio, causadora da fragmentação e descontinuidade do
sentimento uno de nação e, conseqüentemente, de ser filho desta nação.
Assim, em Rayuela, e especificamente para Oliveira, a Argentina, seu
país de origem, passa a ser já algo somente presente na memória (e, por
isso, recorre às lembranças, cuja importância citamos anteriormente) e,
assim, abstrato e indefinido: “Oliveira escuchaba sin ganas, lamentando
un poco no poder interesarse; Montevideo era lo mismo que Buenos Ai-
res y él necesitaba consolidar una ruptura precária” (Cortázar 2000: 145,
grifo nosso).
A busca, palavra-chave de Rayuela, toma as dimensões do exílio e
adquire também o sentido de buscar um motivo plausível para o aban-
dono da terra natal que, na vivência e na lembrança, se encontra corrom-
pida pela experiência de desgarramento: “Bueno, él era un argentino que
llevaba un tiempo en París, tratando de... Vamos a ver, ¿qué era lo que
trataba de? Resultaba espinoso explicarlo así de buenas a primeras. Lo
que él buscaba era...” (Cortázar 2000: 258).
Esse buscar incessante que o momento de exílio provoca no sujeito,
essa ruptura e refração da identidade e da mundividência, acaba gerando,
inevitavelmente, um conflito17, inerente ao caráter descontínuo e fragmen-
tado do exilado, já que, efetivamente, não se reconhece mais em lugar al-
gum, ou, como diz Said (2003: 60), reconhece-se em casa em qualquer lu-
gar: “Acabaron por darse cuenta de que tenía razón, que Oliveira no podía
reconciliarse hipócritamente con Buenos Aires, y que ahora estaba mucho
más lejos del país que cuando andaba por Europa” (Cortázar 2000: 383).
Com essa adoção de uma pátria errante e, conseqüentemente,
descontínua, em Rayuela, ao exilado se lhe confere uma “pluralidade de
visão [que] dá origem a uma consciência de dimensões simultâneas”
(Said 2003: 59), através da qual a reconstituição da identidade torna-se
irreversível.

17
Pensou Oliveira narrando o que faziam e liam as pessoas ao seu redor, numa praça em
Paris: “estoy yo un argentino afrancesado (horror horror)” (Cortázar 2000: 229).

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B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 123

Conforme comenta Vidal (1994: 31), o sujeito volta-se para a nação,


“mas ela está em vias de dissolução, é uma espécie de fantasma”. Isto é,
ao exilado, depois de se lhe ter permitido uma outra realidade, alheia à
sua realidade de país único, se fundem os territórios, as imagens, as
vivências e as personalidades. Por isso, diz Oliveira: “En París todo le
era Buenos Aires y viceversa; en lo más ahincado del amor padecía y
acataba la pérdida y el olvido” (Cortázar 2000: 141).

IV. CALEIDOSCÓPIO DE PALAVRAS

Conforme se contextualizou, o boom da literatura hispano-americana,


do qual Cortázar se apresenta um ícone, trouxe para a arte literária
inovações principalmente no aspecto lingüístico da construção narrativa.
Com Rayuela não poderia ser diferente. Como explica Mora Valcárcel
(1985: 54), além da busca ontológica como tarefa prioritária desta obra,
um segundo eixo é proposto pelo autor: “la crítica del lenguaje para
restituir a las palabras, desvirtuadas por el uso y por algunas modas
literárias, su sentido original”.
Para cumprir com esta crítica, Cortázar estrutura toda a obra mediante
a desconstrução do mito da linguagem como a que representa a verdade
única, considerando-a como o que Octavio Paz (2000: 36) chama de um
“instrumento imperfecto, engañoso, desgastado por el uso común”,
diante do qual sempre se deve agir com desconfiança. Adotar essa
postura, diante de Rayuela, torna-se uma tarefa ainda mais árdua,
levando-se em conta que o papel da linguagem, dentro da obra, é
elemento constituinte e indissociável. Nas palavras de Cortázar, notadas
por Paz (2000: 39):
“Toda Rayuela fue hecha a través del lenguaje”, ha afirmado Cortázar
[...]: “hay un ataque directo al lenguaje en la medida en que, como se
dice explicitamente en muchas partes del libro, nos engaña
prácticamente a cada palabra que decimos. Los personajes del libro se
obstinan en creer que el lenguaje es un obstáculo entre el hombre y su
ser más profundo. La razón es sabida: empleamos un lenguaje
completamente marginal en relación a cierto tipo de realidades más
hondas, a las que quizá podríamos acceder si no nos dejáramos
engañar por la facilidad con que el lenguaje todo lo explica o
pretende explicarlo.

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124 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

A partir, então, dessa reconstrução da linguagem proposta por


Cortázar, a estrutura narrativa de Rayuela, que, deve-se comentar, adota
um caráter lúdico, de jogo, permite toda uma reconstrução de sentidos,
feita através do trabalho criador18, que subverte as normas lingüísticas
vigentes e inicia um processo de reestruturação de relações lógicas19, as
quais, explica Pereira (1985: 148), são “relaciones basadas precisamente
en la polisemia y plurivalencia del signo y a partir de las cuales los
significados se mezclan y confunden hasta hacer brotar de su inopitado
movimiento, significantes inéditos que fundan su sentido en el solo juego
de su fonética”.
Seguindo esta perspectiva, encontramos exemplificadas em Rayuela
essas novas relações. Um exemplo notório, deve-se dizer, é a presença do
glíglico20, ou linguagem musical, que se fundamenta na construção de
sentido justamente através das relações fonéticas entre as palavras, e não
pelo seu sentido próprio (até porque, em muitos casos, ele não existe).
Por esta linguagem é composto todo o capítulo 68, do qual
transcrevemos uma pequena frase: “Apenas él le amalaba el noema, a
ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes
ambonios, en sustalos exasperantes” (Cortázar 2000: 533).
A reconstrução das relações de sentido, contudo, não se centram so-
mente neste caso. Em Rayuela também encontramos a presença maciça
de referências às outras manifestações artísticas. Durante toda a narra-
tiva, os diálogos, reflexões e ambientes estão preenchidos por citações às
mais variadas obras pictóricas, literárias e musicais21, explicadas por Pe-
reira (1985: 148) como representações da cultura desenvolvida nesse es-
paço livre e espontâneo, metaforizado pelo jogo e proposto por Cortázar,
o qual proporciona uma “metaescritura que traduce incesantemente el
sentido – la significación – de otras escrituras” (Pereira 1985: 162).
Octavio Paz (2000: 51, grifo do autor) parece mais direto, quando
resume a presença dessas citações aos motivos seguintes:

18
Rodríguez Monegal (1982) a respeito do trabalho criador, confere este papel também ao
leitor: “El autor es apenas el padre o la madre natural de la obra. Pero son los lectores los
padres culturales de ella: los que la educan, orientan y sacan al mundo. Sin lectores podrá
haber obras pero no literatura que (como ha definido magistralmente Octavio Paz) es el
espacio donde las obras se relacionan y dialogan.”
19
Cf. Pereira (1985: 148).
20
Conforme comentamos já na nota 23.
21
Para ilustrar, vide capítulos 11, 26 e 31, entre muitos outros de Rayuela.

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 125

Sin hacer exhibiciones ni hurtar el bulto a los problemas:


simplemente, la vida de Oliveira es así. Mondrian, Jelly Roll Morton
o Rimbaud forman parte de su realidad tanto – por lo menos – como
los gruñidos de su portera, la niebla junto al Sena o el mal olor de la
clocharde... Por eso aparecen tanto en Rayuela.
A conclusão a que chega Paz nos traz à tona certos questionamentos
filosóficos. Pensando como pensou este autor, podemos crer que toda a
reconstrução que a linguagem de Rayuela demonstra é, na verdade, o
reflexo deste ser “descontínuo” em permanente busca (Said 2003: 50) e,
até certo ponto, de todo o universo constituído que o rodeia; universo
também fragmentado e suspenso.
A essa relação de construção do indivíduo, apoiando-nos em Bakhtin
(apud Lukianchuki 2001) damos o nome de dialogismo, isto é, a sua
constituição (e de seus discursos) através da relação mútua existente
entre sua visão do próprio eu e tudo o que o cerca e que, de certa forma,
o molda, o constitui, em um processo que busca “destruir a base das
palavras dos outros sobre si”22.
É através desse conceito que podemos compreender, também na
palavras de Lukianchuki (2001), o ser humano como um intertexto23,
que, assim sendo, não existe isolado: “Sua experiência de vida se tece,
entrecruza-se e interpenetra com o outro. Pensar em relação dialógica é
remeter a um outro princípio: a não-autonomia do discurso”.
À luz destes conceitos, e sempre pensando na condição de exilado
exposta nesta obra cortazariana, parece-nos menos complicado
compreender a subversão lingüística em Rayuela e torna-se possível,
indo mais além, perceber os motivos e a presença daquilo a que Steiner
(1990: 17) chama criptolíngua, que é justamente a “transparência”, na
narrativa, de outras línguas que não a materna do autor (ou da
personagem), provocada pela “enigmática coexistência de diferentes
visões de mundo24, lingüisticamente geradas” (Steiner 1990: 19) e

22
Bakhtin (1997: 50), grifo do autor.
23
A intertextualidade é, também, outro conceito proposto por Bakhtin e que foi
aprofundado e revisto por outros autores e consiste na interferência de variados textos e
discursos na produção de enunciados. Kahmann (2004) propõe, a fim de resumir, a
conceituação de Kristeva, que consiste em considerar todo o texto como um “mosaico de
citações”. É também desse conceito que parte o título deste artigo.
24
A essa afirmação de Steiner relacionamos o que disse Said (2003: 59) a respeito da
pluralidade de visão que a vivência do exílio fornece, transcrito na terceira seção deste artigo.

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126 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

geradora do que o autor chama de situação “extraterritorial”, já citado na


introdução do presente artigo.
Compreendendo a construção desta linguagem de Rayuela, é fácil
perceber que toda a obra de Cortázar é permeada pela presença
multilíngue. Grande parte dessa presença, vale dizer, deve-se às
conversas com os integrantes do Club de la Serpiente que, conforme já se
disse, eram imigrantes de diversas nacionalidades. No entanto, e o mais
intrigante quando se pensa nessa criptolíngua, não são poucos os
momentos em que somente uma personagem, geralmente Oliveira, em
monólogo, agrega ao seu pensamento de língua materna inferências
lingüísticas poliglotas:
Entender el puré como una epifanía. Damn the language. Entender.
No inteligir: entender. Una sospecha de paraíso recobrable: No puede
ser que estemos aquí para no poder ser. ¿Brisset? El hombre
desciende de las ranas... Blind as a bat, drunk as a butterfly, foutu,
royalement foutu devant les portes, que peut'être... (Un pedazo de
hielo en la nuca, irse a dormir. Problema: ¿Johnny Dodds o Albert
Nicholas?. Dodds, casi seguro. Nota: preguntarle a Ronald.) [...] The
doors of perception, by Aldley Huxdous. Get yourself a tiny bit of
mescalina, brother, the rest is bliss and diarrhoea. Pero seamos serios
(sí, era Johnny Dodds, uno llega a la comprobación por vía indirecta.
El baterista no puede ser sino Zutty Singleton, ergo el clarinete es
Johnny Dodds, jazzología, ciencia deductiva, facilísima después de
las cuatro de la mañana (Cortazar 2000: 208).
Através, então, da relação dialógica e intertextual, a criptolíngua, pro-
posta por Steiner (1990), traz à tona outro conceito abordado por Bakhtin
(1997), a polifonia, que é justamente essas confluências de vozes na for-
mação do discurso exposta, no caso específico de Rayuela, através do multi-
lingüismo (para Bakhtin apud Franco (2004), plurilingüismo), que seria o
conjunto de distintas línguas/linguagens na formação discursiva e identitária.
Desta forma, a linguagem de Rayuela, dialógica, intertextual,
polifônica e plurilíngüe, ao narrar a experiência de exílio, considerado por
Paloma Vidal (1994: 19) “um deslocamento discursivo entendido como
prática de linguagem que faz emergir o estranhamento”, participa como
agente formador e constituinte, além de efetivo reflexo, de metáfora, da
identidade do exilado, o ser fragmentado, descontínuo, “errante através das
línguas” (Steiner 1990: 21) que, dentro de uma mandala, faz-se sujeito, ao
mergulhar nos “rios metafísicos”, da busca ininterrupta pelo kibbutz do

In≈daga (2006) 4: 111-130


B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela \ 127

desejo, da ânsia vertiginosa de encontrar (-se) a (na) Maga25, ou a si, ou à


sua existência.

V. NEM AO CÉU NEM AO INFERNO: UM ENTRE-LUGAR

Escrever um artigo que busque analisar alguns aspectos de Rayuela,


como se deve ter percebido, não é uma tarefa fácil, já que a obra, como
Cortázar mesmo avisa no Tablero de dirección, tem a capacidade de
transformar-se em muitos livros e, com isso, permitir uma série de visões
e de abordagens distintas, todas elas profundamente instigadas no
decorrer da leitura.
Conforme buscamos salientar, Rayuela é considerada uma obra
emblemática (além de ser a obra-prima do autor) para a Literatura
hispano-americana porque consegue espelhar com excelência os novos
moldes de narrativa que alcançou novas formas e possibilidades
expressivas levando o romance, enquanto gênero, a cruzar os seus
próprios limites: uma narrativa que tenciona subverter o esquema já
proposto (principalmente através a inovação lingüística) e ser, também,
uma construtora de realidades26 e de sentidos. E com esse intuito, essas
“nuevas novelas”27 sempre trazem o leitor para uma reflexão intensa e
transformadora, traçando em termos de romance o que os filósofos já
traçavam em termos metafísicos, ou seja, tentando responder, por novos
meios expressivos, aos grandes interrogantes do homem.
No caso específico da obra analisada neste artigo, essa reflexão
aporta-se na vivência do exílio e nas transformações que esta experiência
consegue provocar no sujeito. Segundo comentamos, o exílio é sempre
um espaço onde se fundem realidade e irrealidade28, um impulsionador
de um “ser descontínuo”29, desorientado30 que busca na evocação da
memória a retomada de um passado relativamente estável, mas, como se
sabe, irreversível31.
25
Fazemos aqui referência à primeira frase do primeiro capítulo da obra: “¿Encontraría a la
Maga?” (Cortázar 2000: 119).
26
Cf. Vidal (1994).
27
Cf. Rodrigues Monegal (1972b).
28
Cf. Vidal (1994: 45).
29
Cf. Said (2003: 50).
30
Cf. Bhabha (2003: 19).
31
Cf. Said (2003: 56).

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128 \ B. Kristensen, O mosaico lingüístico em Rayuela

Essa sensação de fragmentação da existência, conforme buscamos


comprovar, se faz evidente em Rayuela através da linguagem, também
fragmentada e mesclada às representações lingüísticas das experiências
vividas pelo exilado. A construção dessa linguagem, como observamos,
desnuda-se diante de pressupostos bakhtinianos que buscam compreen-
der a obra literária, a linguagem e a formação do ser humano como
agentes de transformação e, ao mesmo tempo, transformados pelos meios
sociais em que estão inseridos.
Conseguindo resolver (ainda que parcialmente ou superficialmente,
dada a complexidade dos estudos literários) os questionamentos a que
nos propusemos, paira ainda, no entanto, a mesma sensação descontínua
que provavelmente guiou Oliveira pelas (muitas) ruas parisienses ou
portenhas. Sensação que tentamos justificar: desvelar o exílio, mesmo
que seja um tema constantemente abordado, e, em cima dele, repensar a
literatura e a linguagem, faz parte de um processo inerente à leitura de
Rayuela (quando se é o leitor construtor, o leitor partícipe que, num pro-
cesso dialógico, ergue a obra e ergue-se em conjunto) desde o momento
em que somos convidados a jogar a amarelinha e nos deixamos levar
pelo acaso das pedrinhas lançadas pelos sapatos.
E, adentrando nessa mandala de chão riscado de giz, nos tornamos,
também, autores descontínuos, suspensos, revendo e subvertendo, junto
com Cortázar, a seqüência estabelecida da nossa existência, feita de
compromissos e obrigações. Em outras palavras: aceitando, voluntária e
metaforicamente, a própria experiência do exílio - operação cujas conse-
qüências demonstram-se irreversíveis. Assim como o é voltar atrás de-
pois de se embrenhar em Rayuela.

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Lcda. Bárbara Kristensen. Instituto Galego de Estudos de Segurança


Internacional e da Paz (IGESIP). Rúa Rinlo, 64 a – 4° A Rianxo – Rianxo,
A Corunha, Galiza, Estado Espanhol – 15 920.
E-mail: kristensen@igesip.org

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ISSN 1695-730X

PAOLA IVONE DRUILLE

Teoría de la Pornografía:
las fisuras del espacio revelado
The theory of Pornography: the disclosed space’s fissures

Resumen. Existen dos conceptos directamente vinculados con el campo de la


sexualidad: erotismo y pornografía. Uno, analizado en todos los tiempos por
distintas corrientes de la crítica literaria y otro, escasamente profundizado.
Ofrecemos aquí un acercamiento al material vigente sobre teoría de la
pornografía que permitirá desvelar el funcionamiento de un sistema de vigilancia
bio-político impuesto por un poder hegemónico. Se trata de un material que no
analiza exclusivamente textos literarios o de difusión gráfica sino de naturaleza
ecléctica y abarcador de las diversas expresiones del arte. La metodología
incursiona en los aspectos históricos, legales y sociales del tema en cuestión. El
objetivo fundamental es indagar en las fisuras de un sistema semiológico-cultural
para arribar a una aproximación definitoria del tipo de literatura denominada
pornográfica.
Palabras clave: sexualidad, pornografía, erotismo.

Abstract. There are two concepts directly connected with the field of sexuality:
eroticism and pornography. The first has been ever analyzed by the different
streams of literary studies whereas the second has been scarcely delved into.
This paper is an attempt to evaluate the current literature available on the
theory of the pornography which will allow us to disclose the workings of a bio-
politic vigilance system imposed by an hegemonic power. The material examined
is eclectic, covering all the different expressions of art, from literary to graphic
design texts. By examining the historic, legal and social aspects of pornography
we intend to look into the fissures of a semiotic and cultural system to arrive at
an approximate definition of the kind of literature named pornographic.
Key words: sexuality, pornography, eroticism.
132 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

INTRODUCCIÓN

Mientras lo sexual se torna moneda corriente, atraviesa las redes del


espacio privado y alcanza un espacio popular que nunca dejó de
frecuentar, la desnudez del mundo deja perplejo hasta al más osado de
sus transgresores.
Desde una perspectiva genérica, la sexualidad implica tanto el
impulso sexual, dirigido al goce inmediato y la reproducción, como a los
diferentes aspectos de la relación psicológica con el propio cuerpo, en
concordancia con las expectativas del rol social. En la vida cotidiana,
incluye la finalidad reproductiva y las normas o sanciones estipuladas
culturalmente.
Cuando lo sexual incauta la imaginación de quien observa y consigue
conquistarla con imágenes sensuales –eufemísticas o provocativas– se ha
logrado erotizar la sexualidad. Por el contrario, si la voluptuosidad y la
fruición se apropian de la recreación imaginativa y los órganos sexuales
activos reciben la mirada del receptor sin ningún artificio metafórico, la
sexualidad erótica se torna sexualidad pornográfica.
Desde el comienzo, tenemos dos conceptos directamente vinculados
con el campo de la sexualidad: erotismo y pornografía. Uno, analizado en
todos los tiempos por distintas corrientes de la crítica literaria y otro,
escasamente profundizado. Cuando la conciencia crítica traspasa los
límites de la censura y de la obscenidad, revierte su intención de sondeo
interno y sólo consigue un escamoteo superficial.
Para evitar caer en tal dialéctica, sostenemos que la pornografía se
vale de un lenguaje referencial exclusivo, cuyas construcciones
eufemísticas descansan en el interior de las grietas que se abren en
cualquier instancia de una producción caracterizada como inquisidora,
mordaz y pecaminosa. Por su parte, sorprende la manera en que el
erotismo ha erosionado sus representaciones con connotaciones
obscenas. Incluso la Iglesia católica (por tomar una de las religiones más
ortodoxas y con poderío global) da lugar a la incorporación, luego de
débiles diatribas, de los escritos de San Juan de la Cruz, Santa Teresa y
San Agustín a la denominada literatura erótica.
No obstante, la pornografía y el erotismo no se limitan al acto sexual
con o sin eufemismos. El discurso político nos seduce con su lenguaje
erótico persuadiéndonos para la ejecución de una acción. Así, el lenguaje
obsceno propio de la pornografía permite la explicación clara y límpida

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 133

de imágenes sicalípticas tanto en el discurso literario como en el


periodístico serio o canónico.
En suma, el erotismo connota, sugiere, implica, mientras que la
pornografía denota, muestra, revela. Tanto en un caso como en otro, la
decodificación de sus representaciones en imágenes posibles parte del
receptor-lector que asume un papel voyeurista.
Aunque toda literatura procede de la intención del autor, tal
intencionalidad se limita a la escritura, a la producción del aparato de
significación investido del contexto paratextual del que surge el hacedor.
El lector decodifica las circunstancias de ensamblaje textual utilizando su
sistema de competencias psicológicas, sociales y literarias de manera
conciente o inconsciente. Sin más, el lector-voyeur decide cuándo una
representación es pornográfica y cuándo es erótica, consideración que
varía de acuerdo a la precognición de cada concepto en particular.
Más allá de la censura exterior, la mirada del lector colabora con la
recreación visual de un lenguaje imaginativo que engendra, silenciosa-
mente, el sitio de la transgresión. De esta manera podemos suponer la
existencia de otro lenguaje, el de la censura, que completa con palabras el
lugar silenciado, lo cual no implica la desaparición del lenguaje silen-
ciado de la representación imaginativa. De manera genérica, el lenguaje
de la censura recurre a expresiones que inculpan de mal gusto u obsceni-
dad a la escritura pornográfica, con el pretendido propósito de provocar
una acción de rechazo en el consumidor. Por lo tanto, quien es partícipe
de su existencia, escritor o lector, pasa a ser rotulado como pornógrafo
por partida doble. Estos agentes acusadores del mal gusto, sufragan en
favor de la proliferación estética de esta tendencia, colaboran con el mer-
cado de sexo gratuito y estéril de la mostración simple y llana del acto
sexual, y terminan siendo cómplices de la postración del orden estatuido.
Con estos argumentos minimalistas, el lenguaje de la censura desvaloriza
obras de arte porque recurren a representaciones catalogadas como obs-
cenas y horadan las fronteras del canon estético del buen gusto.
El problema reside en la falta de separación entre realidad objetiva y
realidad ficcional. Dos mundos distintos que sólo se reúnen en la
codificación del escritor y en la decodificación del receptor, pero que se
excluyen del producto en tanto unidad artística. Si los censores temen por
la integridad psíquica y física de quienes consumen literatura
pornográfica, confunden ficción con realidad, lo cual demuestra que la
verosimilitud alcanza un grado de veracidad inmanejable para quien lo

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134 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

juzga. Tal confusión deviene de fines del medioevo, momento en que


comienza la separación entre literatura e historia. La falta de disociación
entre ambos campos condujo a censuras inquisitorias carentes de
objetividad.
Si las palabras desnudan la realidad figurada, lo verosímil se
transforma en verídico cuando la ficción abre grietas en la realidad
experiencial del sujeto lector, favoreciendo a una conciente mirada
esquizofrénica que le permita discernir entre un contenido latente y otro
oculto. La puesta en relieve del contenido oculto a partir de la
nominalización del lenguaje del silencio asiste a la desocultación de
mecanismos coercitivos que tienden a disciplinar los cuerpos mediante la
represión de la imaginación recreativa. De este modo, un acercamiento al
material vigente sobre teoría de la pornografía permitirá arribar a una
aproximación definitoria del tipo de literatura denominada pornográfica.

CRITERIO LEGAL DE LA CATEGORÍA OBSCENA

La función estética, en tanto peculiaridad inherente a toda obra de


arte, ocupa un espacio protagonista o secundario de acuerdo a la
intención del autor y, en especial, a los sucesos culturales conformantes
del imaginario de la colectividad social. Si la función estética predomina,
puede suplir otras funciones sociales, resultar suspendida por éstas o
permanecer indeleble. De este modo, la presentación de un objeto propio
de la infraestructura arquitectónica de una vivienda, como un sanitario, a
modo de obra artística, muestra la extravagancia del autor (en este caso
Marcel Duchamp), pero, fundamentalmente, el desplazamiento de la
función social originaria (higiénica, práctica) por la función estética.
En otras palabras, las fuerzas contradictorias permisoras de un
acercamiento pasivo y un posterior alejamiento interpretativo de la obra
de arte, convergen en sensaciones de agrado y desagrado: choque entre la
habituación a un tipo de arte representativo de un período y el desagrado
proveniente del extrañamiento desautomatizante estimulado por la nueva
modalidad estética emergente y trasgresora del canon vigente. La
relación oscilante de la función y del valor estético con el resto de los
fenómenos sociales demuestra la fluctuante relación del arte con el
contexto cultural de gestación.

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 135

De esta manera, obras consideradas clásicas debido a su recurrencia en


el mercado comercial y a la secuela social cincelada en el cuadro dia-
crónico, aumentaron en el momento de su emergencia el número de pro-
ducciones prohibidas por el Index cultural, derogador de la posibilidad de
valoración artística en razón de enclaustrar la función estética dentro de
parámetros considerados lascivos, afrodisíacos u obscenos. Si Justine del
Marqués de Sade troncó la normativa estética del ideal romántico –debido
a su calidad de obscena y a su mirada séptica de la moral de la sociedad
francesa de fines del siglo XVIII– la voluntad de rescate intelectual, a
partir del sondeo noético del trasfondo cultural, permitió desviar la novela
de la clandestinidad –peregrina en el escrutinio académico legitimador de
la posición de la literatura sadeana– e incluirla en el grupo de obras
literarias como emblema estético anticipatorio del realismo naturalista.
Montgomery Hyde en Historia de la Pornografía (1973) naufraga en
un catálogo exhaustivo de distintas obras artísticas sucedidas desde la
antigüedad cristiana hasta la primera mitad del siglo XX, examinando su
efecto y situación social en el momento de aparición. En este sentido, en-
capsula dentro de la categoría pornográfica obras literarias congénitas de
la literatura erótica conforme a la normativa canónica. Conversión que
abarca el Decamerón de Giovanni Boccaccio, Fanny Hill. Memorias de
una cortesana de John Cleland, Ulysses de James Joyce y El Amante de
Lady Chatterley de D. H. Lawrence. En tales casos, alterna con minu-
ciosa especificidad las distintas instancias de repercusión consuetudinaria
y legal con la interpretación de la jurisprudencia de Estados Unidos de
América, en un período que abarca los colofones del siglo XVIII e in-
cluye la reforma de la Primera Enmienda en 1959, que se constituyó en
divisa legitimadora de la libertad de expresión proporcionada a las pro-
ducciones intelectuales sobre la base de los parámetros legales de lo
apreciado como obsceno o perjudicial para la moral pública.
Desde un principio, el término pornografía contiene una resonancia
molesta: se lo asocia con una sensación consciente o inconsciente de
vergüenza insinuante de un secreto culpable. Etimológicamente, el
vocablo proviene del griego pornógraphos, definido literalmente como
‘escribir sobre las rameras’. Por lo tanto, en su sentido original, la
palabra refiere a la descripción de la vida, las costumbres y las maneras
de las prostitutas y sus clientes. A partir de entonces, y luego de varias
alteraciones circunstanciales, el Oxford English Dictionary delimita la
pornografía en torno de la expresión y sugerencia de temas obscenos e

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136 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

impúdicos en obras de arte. Semejante delimitación incluye toda


referencia al comportamiento deshonesto, pues el diccionario cita como
ejemplos de pornografía las célebres pinturas murales de Pompeya,
ilustrativas de las variadas formas de accesión carnal en habitaciones
destinadas a bacanales.
Este argumento contiene en sus entrañas la valoración de la por-
nografía como obscena, la asocia llanamente con la función afrodisíaca o
genital y, por lo tanto, anula cualquier posibilidad de función estética. En
términos estrictos, cualquier descripción gráfica del cuerpo humano que
reproduzca o mencione las partes venéreas y pueda suscitar una reacción
erótica en el receptor quedará registrada con el rótulo de ‘pornográfica’.
La cuestión siguiente gravita en saber qué significa lo obsceno.
Havelock Ellis sugiere que el término deriva de una transformación del
vocablo latino scena, y su significado sería ‘fuera de escena’. En pocas
palabras, lo no presentado como normal en la escena de la vida. No
obstante, si bien la pornografía es obscena, no ocurre lo mismo a la
inversa. Por ejemplo, una descripción del acto de defecar puede ser
clasificada indudablemente como obscena, aunque su intención no sea la
de despertar apetito sexual, descartando en este caso particular las
referencias sádicas (Hyde 1973: 7-10).
En Inglaterra, la Ley sobre publicaciones obscenas de 1857 no estaba
destinada a examinar obras de reconocido mérito artístico o literario.
Sólo se consignaba para ser aplicada, de modo exclusivo, a obras escritas
que incurrieran en la falta de adulterar la moral de la juventud y los
sentimientos decentes de una mente bien disciplinada.
En ese momento, cantidad considerable de mercancía obscena (im-
presa y pictórica) se fabricaba en París y se importaba a Inglaterra, por lo
cual era menester que la legislación se interpusiera y salvara al público
de la contaminación perentoria. El gran defecto de la Ley de 1857 radi-
caba en convertir al magistrado conservador inglés en censor de la moral
artística y literaria, con suficiente decisión acusatoria e inquisitoria para
rotular de obscena una obra y ordenar su destrucción sin que pudiese
abogar su valor estético.
Una prueba sobre obscenidad vendría a coartar semejante régimen
dictatorial. Hacia fines de 1868, el criterio en relación con la obscenidad,
aplicado por los tribunales británicos y seguido, en términos generales,
en Estados Unidos, tomaba en cuenta a una hipotética niña de colegio.
En el caso de obras escritas o pictóricas se utilizaba la siguiente prueba

In≈daga (2006) 4: 131-151


Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 137

judicial: la obra acusada de obscenidad debía contener la contingencia de


corromper y pervertir las mentes susceptibles a ser desmoralizadas, los
niños y adolescentes. El efecto de tal criterio judicial residió en la
negación de todo propósito literario, mérito científico o educativo en la
obra o en el autor procesado. De esta manera, según una estricta
interpretación del procedimiento judicial, un libro podía ser condenado
por la existencia de un solo pasaje o incidente, y por la utilización de una
o dos palabras obscenas, aunque en términos generales, por su valor
artístico y literario, la obra fuera inatacable.
El siguiente paso importante acaeció en Estados Unidos en 1933,
cuando se levantó la prohibición esgrimida sobre el Ulysses de James
Joyce y se estableció una nueva prueba de obscenidad: el efecto se
mediría sobre l’homme moyen sensuel, abandonando la imagen de la
colegiala, tal vez por temor a ser acusados de paidofilia. Poco después, se
rechazó la costumbre de juzgar a un libro por un pasaje o pasajes
aislados, pues la prueba suficiente para saber si un libro incidía en la
obscenidad o no residía en determinar si la función dominante de una
publicación tomada en su conjunto contenía efecto libidinoso. (El libro
de Joyce quedó absuelto; se declaró que en su conjunto no se consideraba
pornográfico y, aunque tienda a lo obsceno por su carácter blasfemo e
injurioso, no promueve a la lujuria. Los pasajes eróticos quedan
minimizados por lo cotextual, perdiendo su especificidad lasciva).
La permutación efectiva de la ley se produjo al proclamarse el acta
sobre publicaciones obscenas de 1957. Aunque continuó con los
lineamientos expuestos en la enmienda de 1933, se incluyó un aspecto
tendiente a particularizar las distintas circunstancias del asunto. Una obra
podrá pecar de lujuria en caso de pervertir la mente de un individuo de-
terminado a partir del examen psicológico de su personalidad.
Mientras tanto la magnitud de la pena disminuyó alertando acerca del
cambio de concepción social y cultural. En 1952 la pena máxima por
publicación de material obsceno o importación ilegal radicaba en cinco
años de cárcel. En 1959 la condena se asienta en una multa indefinida o
tres años de cárcel como máximo, o ambas sanciones.
Durante este tiempo, la Corte Suprema dio un paso más, declarando
que la obscenidad ideológica no merecía censura, pues cualquier acción
contraria violaba la garantía esencial de la constitución: la libertad de ex-
presión, médula de su accionar liberal. Las reacciones ante semejante de-
cisión de la Corte de los Estados Unidos resultaron anatema para los tu-

In≈daga (2006) 4: 131-151


138 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

tores de la censura, quienes alegaron contra esta medida injuriándola


como anticristiana y de inspiración judía y comunista, momento histórico
en que se sospechaba una conexión razonable entre la literatura por-
nográfica y los elementos subversivos del país (Hyde: 1973: 177-235).
En los tiempos actuales, la mayoría de los países occidentales han
desplegado acciones punitivas para contrarrestar la sedición de la
obscenidad. En Argentina, según el Código Penal –modificado por ley
25.087, de 1999–, las penas resultan lacónicas con respecto a la historia
de las sanciones estadounidenses de la primera mitad del siglo XX. La
justicia de falta cohíbe con prisión de sólo quince días a un año para
cualquier individuo que publique, fabrique o reproduzca libros, escritos,
imágenes u objetos obscenos, incluso si los expone, distribuye o hace
circular. La represión con multa se aplica a todo individuo que, en sitio
público, ejecute o haga ejecutar a otro exhibiciones obscenas.
En el Código mencionado no se registra alusión que implique de
manera directa a la categoría pornográfica y su regulación respectiva. Si
bien la legislación argentina tiende a proteger, tácitamente, la integridad
mental del individuo con riesgo de quedar expuesto ante una peripecia
obscena, sus formulaciones constitucionales no se apoyan en pruebas
psicofísicas y sólo se dirigen a sancionar sin voluntad de inspeccionar el
valor artístico de la obra o el acto en cuestión, pues ni siquiera existe una
precisión sobre lo estimado como obsceno.
Siguiendo la evolución de la pornografía en materia legislativa esta-
dounidense, se puede colegir que la sugestión que provoca la pornografía
estriba en las restricciones a que está sujeta en las distintas culturas, junto
con la manera subrepticia de su propagación y la clandestinidad como
modalidad de difusión. Pues mientras el disfrute de la pornografía sea
una forma de actividad sexual extramarital, la infracción a las leyes para
obtener este material formará parte del placer inherente.
No obstante, como efecto dominó, la nulidad de la función estética
por parte de juez-censor de turno provoca en el receptor –inmerso en la
misma colectividad– una incapacidad de valoración estética más allá del
juicio moral determinante para una permanencia o destrucción de la obra
en cuestión dentro de una comunidad determinada. El individuo debe ser
educado sobre la base de perspectivas críticas facilitadoras de una
interpretación tolerante de la autonomía del arte como campo
relativamente alterado por las esferas sociales, pero no abolido por éstas.

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 139

DERECHO A LA IGUALDAD CONTRA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Si bien la categoría de persona como entidad holística, preparada para


abordar perspectivas críticas sobre la base de un eclecticismo ordenado
por las estructuras sistemáticas de las distintas instancias de cognición –y
con actitud facultativa de elección circunstancial– constituyó el tipo de
sujeto que los pensadores de la modernidad intentaron instaurar a través
de la educación para una vida civilizada, en el sector occidental las fe-
ministas nos advierten acerca de una verdad: tal actitud de mejoramiento
intelectual provenía de un discurso masculino que excluía a la mujer
como posible sujeto pensante dentro de una sociedad misógina y fuerte-
mente patriarcal.
La mujer consigue ocupar un papel distorsionado y dependiente res-
pecto del actuar masculino. Relación desigual con el otro que suspende
sus ventajas individuales y define su sexualidad como entelequia social.
El yo desvirtuado, recluido, carente de independencia, abandona su vo-
luntad de gozo en pro de la felicidad de la mayoría, mientras subsiste sin
espacio para el desarrollo personal. Pues todo discurso que se intenta ab-
sorber ha sido construido por la erecta virilidad masculina. La palabra
femenina se confina en un espacio tácito del significante saussureano, de
gesticulación onomatopéyica, sin significado ideológico, sin partici-
pación política o institucional, hacinada en lo doméstico y víctima de la
esclavitud como objeto de erotización fetichista y violenta.
En este sentido, Derecho y Pornografía (MacKinnon y Posner 1997)
nos acerca dos análisis antitéticos, con aproximaciones intelectuales
contundentes. Por un lado, la mirada feminista vitupera contra la situa-
ción de la mujer contemporánea en una sociedad que le saquea el derecho
a la igualdad de género, mientras la convierte en objeto estéticamente
erótico como argumento justificatorio de la sumisión inconsciente al po-
der patriarcal de la pornografía actual. Por otro, la visión masculina toni-
fica el debate feminista al intentar explorar la reproducción pornográfica
desde un enfoque histórico y con función estética, abarcadora de las pro-
ducciones de la cultura alta y de la baja, para evitar la valoración
axiológica, institutriz de la capacidad cognitiva sin fundamento.
La ideología feminista aparece plasmada en la candorosa
argumentación de Catherine A. MacKinnon, quien en su estudio «La
pornografía no es un asunto moral» (conferencia de 1983) no concibe la
participación pasiva de la mujer dentro del campo de la pornografía, en

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140 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

tanto aparato corruptor de la integridad física y política de la mujer. En la


otra vereda, Richard Posner en «Arte erótico, pornografía y desnudez»
(texto original de 1992), examina la funcionalidad de la pornografía
contemporánea a partir de una perspectiva estética y apoya la existencia
de un arte erótico y pornográfico que no tiende expresamente a una
denigración femenina, sino a cimentar un espacio de participación crítica
igualitaria, tomando al hombre y a la mujer como receptores activos de
los cambios culturales.
Para comenzar, el feminismo niega el argumento fascista que supone
como inevitable la superioridad del hombre tanto en el ámbito profe-
sional como en el personal, dominación masculina sobre la mujer que no
surge de una superioridad física o intelectual, sino de una amplia gama
de estereotipos culturales relativos al sexo. En este sentido, la crítica a la
pornografía y al discurso del liberalismo constituye la base de la crítica
feminista. Sólo desde esta perspectiva se consigue denunciar el silencio
forzado de las mujeres, además de los vicios del sistema liberal, como la
mendacidad y la avaricia de poder.
Sobre este contexto, las tentativas caducas por definir el término obs-
cenidad resultan comunes en el momento de proteger la participación
femenina en el campo de la pornografía. Perenne vaguedad revelada por
el feminismo con este procaz argumento: la legislación contra la obsce-
nidad se ocupa de la moral, entendida desde el punto de vista masculino
y su apetito viril de dominación (MacKinnon 1997: 48). Mientras la
moral refiere a lo bueno y lo malo, neta valoración axiológica e inactiva
para ejercer una actividad oficial inclinada a proteger a la persona de los
daños impuestos por terceros, la crítica feminista a la pornografía se es-
tablece como un problema político y representa la visión de la subordi-
nación de las mujeres a los hombres. La obscenidad, sin más, es una idea
moral y la pornografía una práctica bio-política de dominación: la
primera se queda en la pura abstracción mientras la pornografía aglomera
la concreción más explícita.
El aporte de Richard Posner en materia pornográfica resulta signifi-
cativo como visión ecléctica e intrínseca a la totalidad de los aspectos
vitales de la experiencia. Para el teórico estadounidense los términos
erótico, pornográfico y obsceno se entrecruzan de manera confusa. La
palabra ‘erótico’ describe las presentaciones que, en algún sentido, refie-
ren a la actividad sexual y aparecen en la pornografía a modo de repre-
sentaciones eróticas que contradicen la moral cultural. En tanto el tér-

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 141

mino ‘obsceno’ remite a los trabajos pornográficos que la ley intenta re-
primir.
Posner utiliza la categoría general de representación erótica, y le im-
pone distintas funciones: la función metafórica alude a categorías eróti-
cas, no necesariamente sexuales, que actúan como aparato de mostración
de la decadencia y la desecación de la sociedad moderna, des-erotizando
la representación al añadirle una dimensión formal de compromiso so-
cial; la informativa, satisface la necesidad de conocimientos registrados
sobre el campo de la sexualidad (variedad de cuerpos desnudos, dife-
rentes formas y tamaño de los órganos sexuales y prácticas sexuales) y
busca persuadir a partir de la creciente acumulación de hechos prefigura-
dos en la trama narrativa (Posner 1997: 86-93).
Estas funciones relacionan el término erótico con lo sexual pero no con
la función de excitación inclinada a la concreción por medio de la
violación, el daño corporal o la masturbación, como supone el feminismo
radical. Sin embargo, una de las funciones dominantes y performativas de
las representaciones eróticas es la estimulación del deseo sexual. En este
caso, Posner incurre en la falta de discutir acerca de la función afrodisíaca
de lo erótico sólo en términos del consumidor masculino, y lo justifica con
explicaciones provenientes del ámbito de la biología. Los hombres
contienen mayor fuerza del instinto sexual comparada con las mujeres, y le
procuran mayor importancia a las señales visuales para la receptividad
sexual. Perspectiva masculina dependiente de un pensamiento satiriásico
tributario de la condición lasciva del hombre adulto. No resulta difícil
imaginar la respuesta feminista sobre esta condición reluctante, receptora
del poderío masculino que amilana su inconfiscable supremacía.
El daño que la pornografía ejerce sobre la integridad física y
psicológica de las mujeres ha sido abordado en un marco legal, en
especial en Estados Unidos gracias a la presión ejercida por los grupos
del feminismo radical. Con este parámetro, se discute acerca de la
protección de la pornografía, amparada por el derecho a la libertad de
expresión consignada en la Primera Enmienda, y del derecho a la
igualdad consignada en la Decimocuarta Enmienda. No obstante, la
cosmovisión jurídica no resguarda a las mujeres del detrimento físico y
moral que la sexualidad pornográfica impone como unívoca posibilidad
de relación sexual.
La preocupación feminista en relación con este punto se concentra en
el circuito vicioso de la oferta y la demanda en el mercado occidental:

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142 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

venta de sexo forzado con mujeres reales que genera ganancias e incita a
más sexo forzado, operando como el origen de actitudes y conductas
violentas y discriminatorias que definen el lugar que ha de ocupar la
mujer en el mundo. Así, la pornografía termina siendo un patronato de la
desigualdad de sexos.
MacKinnon considera que las mujeres en la producción pornográfica
–expuestas en la pantalla de televisión, al usar una cámara o una im-
prenta– representan objetos predispuestos a ser violados y poseídos, do-
blemente cosificadas por el emisor-receptor masculino, cuya percepción
erotiza el sometimiento de la mujer. En este sentido, para Andrea
Dworkin la sexualidad deviene en una construcción social ancorada en el
género. La pornografía reproduce la realidad sexual. En su libro, Porno-
graphy: Men Possesing Women (citado por MacKinnon 1997: 50), pre-
senta una teoría sexual de la desigualdad de género en la que la por-
nografía se erige como la práctica constitutiva central. En tanto produce
su propio significado, la pornografía construye las categorías de hombre
y mujer, basada en una desigualdad genérica de los sexos.
En consideración de Posner, toda obscenidad impresa, las fotografías
viejas, los trabajos de artistas reconocidos y los trabajos de artistas
desconocidos con mérito artístico (ubicados canónicamente en la mal
reputada cultura baja) deberían estar eximidos de prohibición, aunque no
de la regulación tendiente a proteger a las audiencias o a los niños de una
exposición no deseada. Así pues, la Primera Enmienda protege las
representaciones ideológicas amparadas por el derecho a la libertad de
expresión. Las obras artísticas que provengan de un proyecto intelectual
y estético cuya decodificación abarque algunas de las funciones antes
expuestas, merecen ser resguardadas por su calidad artística y analizadas
en torno de tales categorías ideológicas. Por tal razón, Posner pretende
solevantar la protección del arte contra los efectos devastadores de la
censura (1997: 129-130).
En el razonamiento de MacKinnon la pornografía no puede ser re-
formada, suprimida o prohibida, y menos resguardada o protegida en
tanto emblema de la institucionalización de la superioridad del hombre
(1997: 46). Sólo puede ser cambiada. Actividad abordada por una doc-
trina legal incompetente, protectora de la libertad de expresión infun-
cional en tanto obstáculo central del proceso de salvaguardia de la in-
tegridad personal, libertad que escamotea la esclavitud femenina. De esta
manera, la sexualidad pornográfica priva de la categoría de humano a la

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 143

mujer, mientras la sexualidad erótica se iguala con la labor masculina


deshumanizante.
En nuestra consideración, existe una tendencia generalizada a expli-
car la pornografía en términos minimalistas y sólo abarcadora de un
mercado visual anulador, en la mente del espectador, de toda voluntad de
decodificación crítica, orientado hacia la inmediatez de la satisfacción li-
bidinosa a través del bombardeo explícito de cuerpos grotescos, seccio-
nados y voluptuosamente sexualizados. Tal mercado carnavalesco, su-
mido en la inversión sexual de sus participantes al pretender representar a
la mujer como imagen bufonesca y legitimadora de la superioridad mas-
culina, también presupone un espectador-objeto deshumanizado, com-
putador de imágenes sin discernimiento intelectual. El receptor objetuali-
zado deriva en habitáculo dual, tutor inconsciente de la dinámica inten-
cional de la macro-estructura del mercado capitalista de la producción
pornográfica.
Semejante problemática se dilata más allá de la falta de definición de
los conceptos pornografía y obscenidad. La raíz del conflicto no se puede
transformar ni extirpar sobre la base de normas jurídicas como pretende
MacKinnon pues, como sabemos, la práctica clandestina es una actividad
normal desde los tiempos inquisitorios. Una alternativa gravitaría en su-
ministrar a la sociedad otros obturadores performativos que le permitan
al individuo alejarse de la hostil cultura hegemónica, represiva y
misógina, hacia distintos ámbitos que ofrezcan recreación y catarsis de
tensión.

LA PORNOGRAFÍA UTILITARISTA Y LA IDENTIDAD INDIVIDUAL

Si la sexualidad se extiende sobre prácticas no consensuadas,


silenciadas por una sociedad que las condena como desviadas, la
pornografía emerge como una práctica sexual sancionada como obscena
y situada al margen de los límites consuetudinarios.
Desde una perspectiva psicológica, la pornografía deviene como
desviación del yo del sujeto practicante. Frances Ferguson, en
Pornography, the Theory. What Utilitarianism Did to Action (2004),
vincula esta forma de despersonalización con el utilitarismo de Jeremy
Bentham. La filosofía utilitaria permite a Ferguson entablar una
comparación entre el sistema jerárquico y social postulado por tal

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144 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

corriente y la pornografía literaria, en particular la literatura del Marqués


de Sade.
El utilitarismo, en teoría, supone llevar a cabo acciones que procuren
felicidad para el mayor número posible de personas. Bentham y su
Panóptico germinan como la puesta en práctica de tal razonamiento.
En un siglo gobernado por las luces, el Panóptico tiende a
incrementar la bibliografía escrita sobre ley criminal. Su propuesta:
colocar al criminal, y a otros individuos con similar conducta, en un
espacio cerrado y disciplinado. El objetivo consiste en mejorar el
comportamiento desviado del reo a partir de su interrelación comunitaria,
siempre bajo la vigilancia de un superior que gobierne su accionar.
De esta manera, el Panóptico es parte de lo que Foucault denominó
‘bio-política’ o ‘disciplina de los cuerpos’, pues se convirtió en una
máquina de fomentar y manipular acciones plurales. La individualidad se
trasviste de colectividad. La mutilación del yo, entendida como
cancelación del accionar normal dentro de los roles civiles, se reconoce
en la incautación del tiempo dentro de un espacio que objetiva las
percepciones del sujeto. El sujeto pasa a constituir un eslabón más del
sistema jerárquico. El valor de sus acciones deja de personalizarlo, sólo
importan los valores que benefician a los demás: el sujeto modifica su
identidad individual para subordinarse a la felicidad de la mayoría.
El análisis de Ferguson nos ayuda a entender el funcionamiento de la
maquinaria política puesta en marcha durante el siglo XVIII, manipulada
por corrientes filosóficas que buscaban una perfección idealizada de la
conducta humana por demás alejada de la realidad concreta. La filosofía
utilitarista y la sadeana entran en comunión en el momento de la escritura
(ambas filosofías pertenecen a un mismo tiempo de producción; se des-
carta la posibilidad de que Sade y Bentham hayan puesto en contacto sus
ideologías, por esto se deduce la importancia que reviste el conocimiento
de la cosmovisión cultural vigente en el momento de elaboración del
proyecto intelectual de cada autor, si se pretende su interpretación), y ahí
reside el acierto de Ferguson, pues consideramos esencial comprender la
literatura sobre la base del contexto social, político y filosófico de pro-
ducción, en cuyo caso la literatura pornográfica adopta una actitud con-
testataria, formulada a través de la manipulación exagerada (como se lee
en las obras del Marqués de Sade) del lenguaje obsceno con la intención
de denunciar las maniobras coercitivas puestas en funcionamiento por
una política dictatorial.

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 145

Finalmente, la posibilidad de un cambio de identidad mediante la


desviación del yo, da lugar a la consecuente alternativa de participar en
distintos roles dentro de la jerarquía social. En una palabra, el lenguaje
pornográfico cambia de superestructura participando tanto del discurso
cotidiano como del formal y literario.

EL INDIVIDUO AISLADO: DEFINICIÓN ANTROPOLÓGICA


DE LA PORNOGRAFÍA COMERCIAL

Recordemos que la acepción corriente considera a la pornografía


como una representación de un acto obsceno, especializado en imágenes
que alteran la integridad psicológica y social de la persona cuando
experimenta situaciones de naturaleza sexual. La alteración de la
integridad individual conduce a una modificación de la identidad social.
En este sentido ¿cuándo un objeto, cosa o acto puede calificarse como
obsceno, inmoral o efectivamente artístico? No existe un consenso al
respecto. Sin embargo parece claro que la pornografía es antes que nada
un producto comercial y, por consecuencia, fabricado para ser vendido.
De esta forma, la pornografía pone en peligro la manutención de las
relaciones con el grupo social y, por tanto, de las buenas costumbres.
La definición debe tener en cuenta, por ende, el contexto de
recepción. En este caso, el objeto mismo tiene menos importancia que las
circunstancias que lo rodean. Lo esencial resulta de la relación entre el
contenido y el contexto, pues la obscenidad deviene de la cercanía del
producto a lo público.
La pornografía recorre una línea fronteriza, la marginalidad es parte
de su atractivo. Bernand Arcand, en Antropología de la pornografía. El
jaguar y el oso hormiguero, nos acerca una definición primaria de
pornografía: el sexo sin otro artificio (1991: 30). Justo en el momento en
que se le agrega otra cosa, un contexto literario, un marco artístico, lo
sexual comienza a integrar un todo de significación, lo contextual y lo
cotextual adquiere predominancia. Sin más, el sexo sin otro artificio
perjudica la moral pública de la cultura tradicional cuando se utilizan
niños o ciertos personajes sagrados para la representación. En este caso
particular, debemos seguir la evolución de la censura, sistema portador
de la decisión final. De esta manera, la pornografía termina vinculándose

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146 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

con la política, con el poder del Estado. En una palabra, no es el sexo


sino la conjunción lo que parece intolerable.
Las prohibiciones provenientes del Estado con el propósito de
preservar la moral pública, no hacen más que mostrarnos la situación
actual de las sociedades en que tales interdictos se ejecutan. Para Arcand
las verdaderas prohibiciones no necesitan ser develadas o sancionadas
por la censura, descansan en el imaginario colectivo de la comunidad. La
censura se aplica a las cosas que están todavía subyacentes y de las que
se quiere ahogar la emergencia, o bien a lo que ha obtenido consenso
afortunado por largo tiempo y ahora se pretende silenciar.
Si bien el censor determina, siguiendo la moralidad vigente para cada
época particular, cuáles hechos o acciones deben catalogarse como
obscenas, no podemos deducir de sus calificaciones una definición sobre
pornografía –como pretende Arcand. A pesar de que el Marqués de Sade
haya sido encarcelado (o internado por demencia) por escribir acerca de
temas sexuales que atentaban contra la moral social de la Francia del
siglo XVIII, en la actualidad se lo revaloriza en razón de haber fundado
un proyecto contestatario, fiel a su necesidad de decirlo todo, de
contravenir las leyes imperantes en la monarquía, en la república y en el
imperio de Bonaparte.
Una segunda definición: la pornografía designa un argumento
(Arcand 1991: 61). En el campo literario funciona como encauce
positivo, como máquina artística productora de inversión: mostrar el acto
sexual y la desnudez humana para despojar al cuerpo social de todos los
prejuicios que hegemónicamente recarga sobre la incorporación cultural
del aprendizaje de la sexualidad. En este sentido, con el surgimiento de la
idea de individuo moderno –en filosofía, individualismo– el sujeto se
dirige hacia sí mismo en busca de algunas verdades fundamentales: si lo
decente se encuentra estipulado por la moral vigente, lo esencial debe
encontrarse por debajo de esa aparente decencia que no hace más que
sumirnos en la constante represión de nuestros deseos. De esta manera, la
pornografía propone la autoerotización del sujeto, libera el imaginario y
hace descubrir la riqueza de la autosexualidad, que conduce al hombre a
una mayor soledad, automarginación que arrastra al sujeto hacia el
aislamiento social (Arcand 1991: 235-266).
Arcand, situado en la década de 1990, no avizora un futuro próspero
para el campo de la pornografía si los inversores interesados en tales de-
mandas no trasforman su visión del sujeto con el fin de sacarlo del aisla-

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 147

miento eterno, reinsertarlo en la sociedad y favorecer la comunicación


emocional con los otros. En suma, la pornografía no ayuda al hombre a
evadir los problemas que el aprendizaje cultural de lo sexual le ha oca-
sionado, dando lugar a una libertad vigilada y destructora de la libre
elección. Por tal motivo, la pornografía surge como una mentira, pues no
permite la liberación del sujeto, sino la represión, termina por considerar
como perverso y desviado todo acto contrario a la moral pública.
Sin embargo, concluimos que la pornografía no conduce a la repre-
sión del sujeto ni a su automarginación. Existe el sujeto crítico, evaluador
de las acciones que el imaginario hegemónico estipula como obscenas.
La obscenidad parte del sujeto pensante. La pornografía comercial –del
mundo tecnológico de Internet, de los videos o de los DVD– aún perma-
nece vigente en el nuevo milenio, y su demanda permanecerá inalterable
mientras las personas sigan manteniendo relaciones sexuales y su efica-
cia necesite de fantasías recreadas por las imágenes virtuales.
La eterna confusión entre lo real y lo virtual conduce a suponer que el
sujeto se encuentra cada vez más recluido en su espacio personal pen-
sando o consumiendo material pornográfico y autocomplaciéndose en la
más intima soledad. Se teme así, no por la pérdida de la seducción, como
una forma de relacionarse con el otro, sino por el peligro que puede sufrir
el fenómeno de la reproducción. Pues desde siempre (como bien lo ar-
gumentara San Agustín en los primeros siglos del cristianismo) la comu-
nión sexual entre el hombre y la mujer debe efectuarse con el sólo fin de
la reproducción, no como simple y oscuro placer carnal. La realidad de-
muestra que cada vez son más las mujeres que eligen reproducirse o no,
tendencia in crescendo, si se estudian las estadísticas actuales.

EL SUJETO CRÍTICO COMO RECEPTOR HACEDOR

La pornografía no persuade hacia la autorreclusión; por el contrario,


la autosexualidad del sujeto permite develar secretos profundos tapados
por los telones levantados por el teatro occidental de la moral social. El
anillo de significaciones que rodea nuestro imaginario permite desnudar
nuestro cuerpo, el cuerpo de nuestra sociedad, con el fin de desmantelar
las ideologías que nos arrastran a la constante apariencia de la libertad de
expresión profesada por aquellos gobiernos respetados como democráti-
cos.

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148 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

En otras palabras, el sujeto decide cuándo una obra es pornográfica o


erótica. Carlos Pérez Jara en «La pornografía, o el erotismo del otro»
(2005) estima absurdo tratar de establecer una división exhaustiva entre
pornografía y erotismo. Ambos conceptos merecen la referencia a la
definición de lo obsceno. En todo caso, el peligro reside en fijar la
frontera, es decir, dónde comienza o termina lo obsceno. Una obra de
arte, de literatura u otra especie, deja de ser considerada obscena cuando
se le atribuye el adjetivo ‘artístico’, esto es, cuando su valor estético
supera, según el crítico-censor de turno, el artificio obsceno.
A pesar de la gran cantidad de estudios que analizan profundamente tales
temas, se continúa calificando al erotismo como sublime y estético, mientras
se acusa a la pornografía de regodearse en lo vulgar, oscuro e indeseable.
Tales observaciones se acumulan como resultado implícito de una
falsa conciencia. En consecuencia, la obscenidad no necesita de ninguna
definición absoluta, pues presume una condición de las competencias
psíquicas y fisiológicas del sujeto receptor. Finalmente, el erotismo es la
pornografía del otro, acción que sólo se alcanza cuando el sujeto crítico
muta en receptor hacedor de su propio imaginario de representaciones.
La vocación voyeurista conforma la parte fundamental de la
transformación. La práctica del voyeurismo, saturada de imágenes
absorbidas de la pantalla de televisión o del cine, es el núcleo de la
pornografía moderna (Pérez Jara) y el mismo acto que nos conduce a la
evasión completa de la realidad (Arcand). A este punto también alude
Ferguson cuando trata el proceso de control social como vigilancia de los
actos de sociabilidad.

LA PORNOGRAFÍA Y LAS VINCULACIONES SOCIALES

La sexualidad, en definitiva, no debe apartarse de dos principios fun-


damentales: el mutuo consentimiento y la superación de la autocensura,
para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque esto exija a veces
lograr el difícil equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos
prejuicios y atavismos sociales.
Michel Foucault en Historia de la sexualidad (1991, 1ª ed. 1976)
rastrea las etapas por las que la gente ha llegado a comprenderse a sí
misma en las sociedades occidentales como seres sexuales, y relaciona el
concepto sexual que cada uno tiene de sí mismo con la vida moral y ética

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Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado \ 149

del individuo. La libertad individual no es patrimonio de la cultura, per-


tenece a la conformación innata del sujeto. El esfuerzo por conseguir la
libertad se dirige, por tanto, hacia determinadas formas y exigencias de la
cultura, o contra ella en general. En este caso, Sigmund Freud, en «El
malestar en la cultura» (1996, 1ª ed. 1930), examina el sistema cultural y
lo reconoce en las alteraciones que emprende en las disposiciones pul-
sionales de los seres humanos cuando los obliga a sublimar sus deseos.
La cultura se edifica, legítimamente, sobre la renuncia de lo pulsional,
mediante la represión o no satisfacción de nuestros impulsos sexuales.
Esta denegación cultural domina el ámbito de los vínculos sociales
entre los sujetos. La cultura nos limita el amor sexual por medio del tabú,
de la ley y de las costumbres. La estructura económica de la sociedad, de
igual forma, influye sobre la medida de la libertad sexual restante, ex-
plota a la sexualidad y le resta energía para su accionar íntimo y personal
(Freud 1996: 96).
La inquietud ante una eventual rebelión de los oprimidos impulsa a
adoptar severas medidas preventivas, como bien lo manifiesta la cultura
occidental. Freud justifica por entero que se empiece por proscribir las
exteriorizaciones de la vida sexual infantil, pues los apetitos sexuales del
adulto no tienen perspectiva de éxito si no se los ha preparado a partir de
la niñez. La elección de objeto del individuo genitalmente maduro es cir-
cunscripta al sexo contrario; la mayoría de las satisfacciones extrageni-
tales se prohíben como perversiones (1996: 102), segregándolas del goce
sexual. Como resultado, los individuos volcarán su energía libidinosa, o
intereses sexuales personales, por los canales que se dejaron abiertos.

EL LENGUAJE PORNOGRÁFICO COMO FACTOR LIBERADOR

El hombre, cuando no soporta la cohibición de la libertad identitaria


que lo constituye como individuo, busca manifestar su descontento hacia
la sociedad coercitiva. En este sentido, deducimos que el proceso
cultural incorporado en el sujeto sufre fisuras por las cuales emana una
actitud contestataria: se desnuda de las investiduras sociales que ha
descubierto falsas. Este proceso edípico de anagnórisis, no es más que la
exaltación latente del inconsciente reprimido al ser percibido por la
conciencia. En otras palabras, el artificio pornográfico asiste a la ruptura
cultural que acontece en la conciencia del individuo. Semejante actitud

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150 \ Paola I. Druille, Teoría de la Pornografía: las fisuras del espacio revelado

de develamiento estimula una rápida proyección en los sujetos que


logran percibir su intención y una consecuente identificación amparadora
de una posterior desinhibición social.
En consecuencia, y sin exagerar en generalizaciones, toda actitud de
revelación adquiere connotación de obscena por acaecer contraria a los
preceptos que la cultura enseña. La obscenidad de la palabra no es más
que la desnudez del código de la lengua mediante un acto de extraña-
miento encargado de desautomatizar el accionar normal del individuo. En
otras palabras, la representación del acto sexual libre de eufemismos
abstentores provoca un síntoma de extrañamiento en la conciencia del
sujeto social, conmociona su inconsciente y lo ayuda a desnudarse sin
temor al ridículo.
La actitud de descubrimiento conduce, en primera instancia, a una
fragmentación del yo hacinado en la cultura contenedora y pasa, en una
segunda instancia, al reconocimiento de múltiples fisuras a través de las
cuales se expresa el accionar silenciado. El lenguaje pornográfico se
carga de palabras consideradas obscenas con la intención de descubrir los
mecanismos de disciplina bio-política coercitiva llevados a cabo por la
maquinaria cultural.
De esta manera, se pretende desmentir un fragmento de realidad
efectiva. En la literatura pornográfica, las fisuras se manifiestan como
palabras desnudas de artificios metafóricos, pues tiende a la pura referen-
cialidad de las representaciones que el conciente ha conseguido discernir
del inconsciente, proceso que sume a la hegemonía cultural en una per-
manente amenaza de disolución.
En último lugar, el desocultamiento de nuestro cuerpo nos ayuda a
develar el funcionamiento de un sistema de vigilancia bio-político im-
puesto por un poder hegemónico generador de ideologías morales so-
cialmente aceptadas como únicas verdaderas, y a exteriorizar las verda-
des profundas hacinadas en las fisuras de un sistema semiológico-cultural
vigente desde el surgimiento del cristianismo, reforzadas y reformuladas
por la filosofía religiosa y política dominante.

BIBLIOGRAFÍA

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E-mail: paodruille@yahoo.com.ar

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ISSN 1695-730X

FERNANDO GONZÁLEZ GARCÍA

Accattone, de Pier Paolo Pasolini.


Una solución provisional
para una encrucijada
Accattone, of Pier Paolo Pasolini. A Provisional Solution for a Crossroads

Muy recientemente se han celebrado en distintos países actos,


congresos y exposiciones en conmemoración de los treinta años de la
muerte de Pier Paolo Pasolini. Los nuevos datos que gotean acerca de su
asesinato apuntan de nuevo a los móviles políticos y en la prensa aquella
muerte se ha vuelto a poner de actualidad. No faltan las voces que añoran
una capacidad de análisis sociocultural, de riesgo y de polémica como las
suyas. Se revaloriza cada día el conjunto, por más que fragmentario y
contradictorio, profundamente coherente de su pensamiento acerca de los
cambios socioculturales que apuntaban en su momento, y un ejemplo es
la magnífica selección de artículos de Pasolini para el libro Pier Paolo
Pasolini. Palabra de Corsario, coordinado por Mariano Maresca, y
editado en el marco de la exposición recién celebrada en el Círculo de
Bellas Artes de Madrid en 2005, quien firma también, junto con Ignacio
Mendiguchía el aclarador capítulo titulado Léxico Pasoliniano.
Quiero contribuir hoy a estas conmemoraciones hablando de
Accattone, película con la que Pasolini inicia en 1961 su actividad en un
campo distinto de las letras. Una primera razón por la que elegir
Accattone es que se trata de una película que contribuyó a problematizar
el papel del intelectual en Italia. Pasolini era conocido entonces como el
poeta de Le ceneri di Gramsci, como el novelista de Ragazzi di vita y de
Una vita violenta. Un escritor que escribe argumentos o guiones, puede
ser visto, todavía a la altura de 1960, por muchos de sus colegas como
alguien que realiza una actividad que le es impropia. ¿Qué decir entonces
de un escritor que se lanza a dirigir cine? Gianpiero Brunetta (1994), en
la introducción a su selección de artículos polémicos de escritores e
intelectuales italianos contra el cine, se centra en Alberto Moravia, no
porque abanderase ninguna postura anticinematográfica, al contrario,
sino como un caso especialmente interesante de la distancia de muchos
154 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

intelectuales ante el cine. A pesar de su labor continuada durante muchos


años escribiendo sobre películas, de su posición a favor de un cine de
autor y de poesía, de sus alegatos contra el cine comercial y la censura,
da la impresión –dice Brunetta–, de que no “viese” las películas, sino el
mundo mediante o a través de ellas: parecen ser para él, como intelectual,
fundamentalmente un espejo, un papel tornasol, o un reactivo, un lugar a
partir del que comprender la historia colectiva, cultural e ideal (Brunetta
1994: 34-36).
Brunetta explica que, a pesar del entusiasmo de algunos intelectuales
y escritores, quizá más de los que se piensa y en todo caso en número
cada vez mayor, siempre hubo desde la Literatura ámbitos de rechazo y
de desconfianza ante un medio que se confirmó muy pronto como ma-
sivo y capaz de atraer a un público popular, más aún que la literatura de
folletín; actitudes de menosprecio ante un medio técnico y comercial que
pretende conquistar la categoría de Arte con unos recursos que, compa-
rados con los de la literatura, parecen muy limitados, y sentimientos de
vergüenza (en disminución), por parte de los literatos que participan en
él. Finalmente, aunque Brunetta no insiste especialmente en ello, hay que
tener en cuenta la tradicional identificación del intelectual con las letras,
con la lengua y la escritura, de manera que el escritor, en función del me-
dio que utiliza, es siempre, al menos, un posible intelectual, mientras que
un cineasta es, en principio, un profesional de la industria cinematográ-
fica.
Teniendo en cuenta la generación a la que pertenece Pasolini, hay que
añadir una cuestión, precisamente, de competencia profesional. Real-
mente, hay escritores que, con entusiasmo o por los rendimientos eco-
nómicos, trabajan en el cine, pero normalmente lo hacen como guionistas
o argumentistas. Pasolini es un caso raro, porque se lanza él mismo a la
dirección. La cuestión de la competencia profesional es aquí un problema
radical que incluye los mencionados anteriormente. La modernidad im-
pulsó la investigación en el interior de cada disciplina artística, la bús-
queda de lo esencial, de la pureza, pero también llevó a una complejidad
formal cada vez mayor. En consecuencia, también el lector debe ser cada
vez más competente, capaz de enfrentarse con obras que comportan una
mayor dificultad. Nos encontramos aquí ante una contradicción propia
del siglo veinte, que por otra parte, sigue sin resolverse en la actualidad:
porque al mismo tiempo se pone el acento en el papel social del arte, en

In≈daga (2006) 4: 153-169


Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 155

la necesidad de que este salga de la torre de marfil, de que deje de ser un


mundo aparte y se comprometa en la transformación de la sociedad.
En Italia, el modelo de artista comprometido viene dibujado por An-
tonio Gramsci, intelectual muerto en las cárceles del fascismo y que en-
tonces se estaba reivindicando, y al que aparece ligado –aunque contra-
dictoriamente– Pasolini, a través del libro de poemas citado anterior-
mente. Para Gramsci, el artista nacional-popular parece ser, fundamen-
talmente, el escritor. Es cierto que Gramsci hablaba en la época en la que
la novela y el teatro tenían un público amplio y sólo competía con ellos
un cine que se encuentra todavía investigando sus recursos retóricos.
Pero en el momento en el que Pasolini se lanza al cine este es ya un fe-
nómeno de masas que ha conquistado en Italia una importancia excep-
cional, hasta el punto de que el término Neorrealismo, nacido en el ám-
bito del cine, fue adoptado por otras formas de expresión más antiguas y
reconocidas, como la literatura o la pintura.
Gramsci se quejaba hacia 1933 de la inexistencia de escritores
nacional-populares en Italia:
no existe, de hecho, ni una popularidad de la literatura artística, ni
una producción indígena de literatura ‘popular’, porque no hay
identidad entre las concepciones del mundo de los ‘escritores’ y del
‘pueblo’; es decir, los sentimientos populares no son vividos como
propios por los escritores, ni éstos tienen una función ‘educativa
nacional’, esto es, no se han planteado ni se plantean dar forma a los
sentimientos populares después de haberlos vivido y asimilado (Solé
Tura 1967: 167).
Para Gramsci, los escritores no se identifican con la nación en tanto
que pueblo, sino como casta de tradición libresca y abstracta (Solé Tura
1967: 169). Los problemas que detectaba Gramsci en su momento,
pudieron verse aparente y momentáneamente solucionados en un ámbito
distinto del de la literatura: el del cine, al menos tal y como pudo ser
entendido entre 1945 y 1950. Entonces pareció que un arte, narrativo, y
precisamente de ascendencia popular, como el cine, podía ser un ámbito
de encuentro, de trabajo colectivo, nacido de experiencias compartidas,
entre intelectuales y pueblo. Pero tanto el ambiente derivado de la Guerra
Fría, como las tendencias autoriales (Sorlin 1995), y la natural
investigación en el territorio de un arte que cada vez se siente más
específico, terminan llevando al cine –no sólo en Italia–, en la década de

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156 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

los años cincuenta, a una nueva escisión entre lo que podemos denominar
de manera provisional como cine comercial y un cine “de autor” cada vez
más complejo, más necesitado de mediación, de interpretación. El
recorrido de Antonioni podría proponerse como un caso paradigmático.
Podemos intentar establecer una equivalencia ahora entre la nostalgia
del Neorrealismo que se vive en Italia hacia 1960, y la de aquella litera-
tura nacional-popular que reclamaba Gramsci, con la diferencia de que
Gramsci se quejaba de la inexistencia de ese tipo de literatura, y el neo-
rrealismo había sido un fenómeno concreto, datable, y específicamente
italiano. Lo que asimila ambos problemas, hacia 1960, es precisamente la
constitución de otro campo artístico específico, el del cine, que entra
ahora de lleno en los planteamientos de la modernidad artística, y co-
mienza a exigir un público tan competente como el de la literatura más
compleja.
Como vamos viendo, el problema de la competencia profesional o
artística, no puede deslindarse de la relación artista/medio intelectual, por
una parte, y artista/público, por la otra, sirviendo como puente entre
ambas relaciones el problema de la competencia lectora y ya, si se quiere,
espectatorial.
Pasolini no estaba satisfecho con las películas que habían resultado de
adaptar obras literarias o guiones suyos. Como autor literario, desde el
ámbito cinematográfico, se le considera lo suficientemente atractivo
como para adaptarlo, o lo suficientemente interesante desde el punto de
vista del posible impacto comercial de sus argumentos como para
solicitarle uno nuevo. Pero, cuando quiere hacer él mismo un película
tiene que entrar en una estructura que está muy alejada de la del mundo
literario. De hecho, Brunetta apuntaba que, para los escritores, en
general, el cine era lo Otro: algo semejante y a la vez muy diferente, algo
así como un doble liberado del marco del espejo. Lo que no sabemos es
cómo son considerados los escritores desde ese Otro, pero la aventura
inicial de Accattone podría sugerir alguna pista. Pasolini intentó llevarla
a cabo con la Federiz, una productora recién creada por Fellini y la
Rizzoli para La dolce vita. Antes de tomar una decisión definitiva, se le
permitió a Pasolini realizar unas tomas como prueba, pero, al parecer, la
empresa las consideró “inmontables”, “tecnicamente non sta in piedi”, se
dijo tras verlas proyectadas (Bini 1975). La inusual propuesta de un
estilo absolutamente fragmentario para Accattone, característica también
de toda la obra posterior de Pasolini pudo ser vista, en aquel momento, a

In≈daga (2006) 4: 153-169


Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 157

partir de aquellas pruebas, como demostración de que un escritor, en un


medio como el cinematográfico, no puede pasar de la noche a la mañana
a ser algo más que un aprendiz del oficio o, como mucho, un amateur.
La situación de crisis incipiente de la industria, sin embargo, facilitó
el surgimiento de productores independientes, que realizaban películas en
un marco de sobreproducción por causa de la búsqueda de nuevas vías.
Nunca se sabía de dónde podía llegar un éxito, y el público puede aceptar
voces nuevas, nuevos estilos. Además, la crítica cinematográfica habla ya
de autores, y asimila el autor cinematográfico al intelectual. Alfredo
Bini, a quien fue presentado Pasolini por intermedio de Mauro Bolog-
nini, decidió arriesgar, y Pasolini pudo hacer Accattone.
Volvamos al problema de la competencia profesional: cuando
Pasolini decide lanzarse a la dirección, con Accattone, asume el riesgo de
la distancia que separa los distintos ámbitos profesionales. Y también la
distancia que separa a un autor escritor, reconocido por su propio medio
como artista, como intelectual o ambas cosas, de un autor cineasta, que
debe ser reconocido también, pero en primer lugar, por la crítica y la
profesión cinematográficas.
El reconocimiento no le llegó a Accattone por esta vía, al menos en
un primer momento. Ni siquiera los críticos de los Cahiers du Cinéma,
como recuerda Pino Bertelli (2005), le prestaron atención con ocasión de
su estreno en el Festival de Venecia, en 1961. El impacto de Accattone
llegó, al principio, por otro lado. La película encontró dificultades para
ser seleccionada en Venecia, no obtuvo en un principio la vista de
censura y sólo fue permitido su estreno comercial tras las presiones de
intelectuales que claman contra la censura, como Moravia o Mino
Argentieri, y algunos políticos de izquierda. Accattone pudo llegar a las
pantallas, pero se convirtió en la primera película clasificada en Italia
para mayores de 18 años –conejillo de Indias de una legislación sobre
censura aún en trámite parlamentario–, por considerarse desde el
Gobierno que su contenido podía ser peligroso para personas inmaduras.
El día de su estreno comercial en Roma, grupos de neofascistas
intentaron boicotearla, y anular a su autor, ya procesado anteriormente
por su novela Ragazzi di vita. La película, vinculada indisociablemente al
nombre de su autor, era ya, pues, un fenómeno social antes incluso de
que hubiera podido ser efectivamente vista.
La respuesta del público fue bastante buena –al final de los primeros
cinco años de exhibición, la recaudación en taquilla había sido de ocho

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158 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

veces el coste de producción–, aunque es imposible decidir el papel que


tuvo en este relativo éxito aquella publicidad involuntaria. El primer
reconocimiento general, al nivel de la crítica cinematográfica le llegó a
Accattone a partir del Festival de Karlovy Vary, en 1962, donde
consiguió el premio a la mejor dirección, y desde entonces Pasolini
comenzó a ser considerado como un autor cinematográfico de pleno
derecho, más allá de su consideración como tal por parte de firmas
aisladas.
En este momento, encontramos un entramado que conviene
desenmadejar para poder pasar adelante. La película está a punto de ser
prohibida, y es permitida su exhibición restringida en nombre de la salud
pública por parte de un gobierno conservador. Desde el Partido
Comunista también hubo desconfianza: ya sus novelas anteriores habían
recibido un trato semejante en nombre de la moral comunista.
Como ejemplo, puede bastar este fragmento de una carta que el
senador comunista Mario Montagna envió al director de la revista
Rinascita, sobre Una vita violenta (En Naldini, 1989, trad. Esp. 1992:
207):
Pasolini reserva las vulgaridades y las obscenidades, las palabras
soeces, para el mundo de la pobre gente [...] Da la sensación de que
Pasolini no ama a la pobre gente, que desprecia en general a los
habitantes de los barrios bajos romanos, y aún más, desprecia (no
encuentro otra palabra) a nuestro partido [...] ¿Acaso no es bastante
para que te indignes?
Sin embargo, Mino Argentieri, en Cinemasessanta (Bertelli 2005)
defendía Accattone de la censura aludiendo a su “compiutezza d’arte”.
La justificación de Argentieri debería llamarnos la atención, no sólo por
el hecho de que una obra de arte no deba estar sujeta a censura, sino por
denominar como tal a esta película. Si ponemos todas estas variables en
relación con la buena respuesta del público, podemos concluir que, con
Accattone, Pasolini colocó en el mercado un artefacto capaz de funcionar
al mismo tiempo a distintos niveles: artístico, intelectual, y comercial.
Teniendo en cuenta los desajustes ya comentados entre estos niveles,
cabe concluir, de momento, que Accattone representa, en este sentido,
una solución provisional a los problemas de la distancia entre arte culto y
público popular, de la función social del arte y la competencia del lector
o espectador. A la altura de 1961, Pasolini identifica aún el público del

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Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 159

cine con un posible público nacional-popular, y su operación, con


Accattone, va a ser la de intentar responder a las carencias que detectaba
Gramsci en la Literatura de 1930, aunque con un matiz muy importante
que afecta a la función educativa del arte: para Pasolini, la única vía
educativa es la que pone en contacto con lo diverso: es decir, la poesía,
como veremos a continuación.
Decíamos al inicio de este artículo, y he insistido en ello varias veces,
que Accattone llega en un momento en el que en Italia hay nostalgia del
Neorrealismo. Se trata del recuerdo de su función como espejo y
denuncia de la situación social (y no hay que olvidar que la ley Andreotti
dificultó desde finales de los años cuarenta la exportación de este tipo de
películas, su principal fuente de beneficios, de manera que esta nostalgia
es también un modo de protesta), y también de aquella unión efímera
además de ideal entre intelectuales y pueblo. Desde 1961, algunos
críticos comienzan a hablar de un nuevo cine italiano, en relación con las
nuevas olas europeas. Este nuevo cine va a tener, en Italia, un cierto
carácter de recuperación de aquella función social perdida. Micciché
(1982: 51) afirma que parte del impacto de Accattone se debió a que puso
en circulación, en un medio de comunicación de masas, las imágenes de
la borgata y del subproletariado romanos:
Pasolini ha realizado una lucidísima operación ecléctica entre el
refinamiento estilístico de su moralismo estetizante, e imágenes
sociales escasamente introducidas todavía en los circuitos de
información.
En principio, Accattone parece entroncar con ese ideal de
recuperación del Neorrealismo: cuerpos, lugares y objetos tomados de la
realidad, de “la calle”, una mirada lanzada sobre las zonas ocultas del
desarrollismo, una crítica de la situación social.
Pero Accattone no es una película neorrealista. La difícil relación de
Pasolini con Anna Magnani en su siguiente película, Mamma Roma,
demostrará hasta qué punto la fragmentación pasoliniana entra en
conflicto con el ideal del plano secuencia neorrealista: la actriz se
quejaba de que el director no la dejaba actuar, interrumpiendo
constantemente el rodaje, dando por terminada una toma. Nadie ha
explicado mejor que el propio Pasolini la distancia de Accattone con
respecto al Neorrealismo, sobre todo el teorizado por Zavattini
(Romaguera; Alsina, 1989: 213).

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160 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

Para Zavattini, el plano secuencia permite analizar una acción com-


pleta, o incluso la falta de acción, los tiempos muertos de lo cotidiano,
las repeticiones del trabajo, oponiéndose así a la falsedad del montaje
continuo, al “sintetismo burgués”. Este método analítico permite, dice,
profundizar en la realidad, y cuanto más se profundiza, más sale a la luz
la comunidad de intereses, lo general a los hombres: «El neorrealismo es
siempre un proceso de no diferenciación, tiende a descubrir los derechos
comunes a partir de las necesidades de la vida elemental...».
Para Pasolini el Neorrealismo, basado en planos secuencia y planos
medios y de conjunto, es un fenómeno estilístico íntimamente ligado a la
esperanza y la fe en el hombre medio. En Accattone, él habría tratado de
hacer lo opuesto (Fieschi 1965):
En mi película no hay planos secuencia. Nunca. Hay muy pocos
planos generales y de medio conjunto. Y nunca hay raccord entre un
plano general y otro plano general, o entre uno de medio conjunto y
otro de medio conjunto, que es la característica del típico film
neorrealista. En mi película se da, en fin, el predominio de primeros
planos, del primer plano frontal, no en función de dar vivacidad
expresiva, sino yo diría que de sacralidad. Y la característica de esta
estructura expresiva no es la esperanza, sino la desesperación.
Esta incidencia en la forma, que convierte en trágica (a través de la
idea aristotélica de que la tragedia muestra hombres mejores que
nosotros, mientras que el drama y la comedia a los que son iguales o
peores) y sagrada la figura de maleantes, ladrones y proxenetas, apunta a
la construcción de la película a partir de la metáfora. Nada más alejado
de la función del cine como ventana abierta al mundo, como espejo; más
bien nos hallamos ante lo contrario: el cine puede hacer ver la realidad de
modo diferente, como la poesía. Y la poesía puede ser educativa en la
medida en la que abre los ojos o incita a mirar, a comprender no ya la
semejanza, sino al contrario, lo desemejante de los términos que han sido
yuxtapuestos a través de la metáfora, a repensar el mundo fuera del
marco de lo habitual, de los esquemas prototípicos, de los tópicos.
La cosa más intolerable, incluso en el más inocente de los burgueses,
es el no saber reconocer experiencias vitales fuera de la propia: y
reconducir las otras experiencias vitales a una analogía sustancial con
la propia. Es una verdadera ofensa llevada a cabo contra los otros
hombres en situaciones sociales e históricas diversas (Pasolini 1972:
93-94).

In≈daga (2006) 4: 153-169


Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 161

La educación a través de la poesía, entendiendo poesía en un sentido


amplio, formalista –es decir, que la poesía puede comenzar en el mo-
mento en el que tomamos por separado la palabra y su contexto habitual
de aparición–, está presente en su etapa de maestro: “Era un profesor de
letras que marcaba con lápiz rojo los errores de gramática y sintaxis, y
con lápiz azul las palabras falsas y banales, las cosas escritas sólo para
complacer al profesor” (Cerami, 2005: 43). La educación a través de la
poesía es el argumento del guión nunca llevado a la pantalla de Il padre
selvaggio y, en definitiva, la guía de toda su actividad, hasta el punto de
que él se autodenominaba poeta que hacía cine, artículos de investigación
semiológica, pintura o novela.
Colocar, mediante la metáfora, bajo el signo de la poesía, al personaje
de Accattone como héroe trágico, trabajar primeros planos frontales de los
habitantes de la borgata como las figuras de los altares, es realizar, como
decía Micciché, una lucidísima operación ecléctica. Pero provocar una
mirada diferente sobre la realidad utilizando el lugar a donde nadie quiere
mirar, es algo que supera lo tolerable para muchos. Lo que cuenta la
película es la carrera de Accattone, que pasa de proxeneta a ladrón por
amor. Desde el punto de vista de la gobernabilidad (es decir, tanto el poder
conservador como la oposición comunista), un ladrón es tan condenable
como un chulo. El único modo de justificar al personaje sería colocarlo
como víctima de una situación condicionante, en la esperanza de que si
cambia la situación, se podrán corregir sus consecuencias. Pero eso es algo
que precisamente no hace Pasolini. Más bien al contrario: conviertiendo a
Accattone en un héroe trágico, dándole la frontalidad de un santo de
Giotto, sacralizando al personaje en su presente se elimina toda expectativa
de futuro, toda posible proyección del espectador en una esperanza
gradualmente alcanzable: esta es la razón del término “desesperación” en la
cita utilizada más arriba. Accattone, no es un tipo humano, es un ser –aunque
de ficción– que vive y muere antes de que pueda concretarse cualquier tipo
de esperanza, burguesa o revolucionaria. Establece como punto de
referencia un mundo distinto de aquel que cree en el futuro: el mundo de
Accattone es diferente, marginal, funciona literalmente como un margen
para nuestro sentido del mundo, lo acota, le da finitud, lo relativiza.
La censura fue clara en su valoración. La película representa un peli-
gro, pues puede despertar simpatías hacia el mundo marginal, visto como
mundo de la criminalidad, a través del tratamiento dado a sus personajes,
así que, si no puede ser prohibida, se debe restringir su acceso a personas

In≈daga (2006) 4: 153-169


162 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

maduras. La respuesta de Pasolini también fue contundente: se diría que


de pronto Italia se hubiera llenado de inmaduros, de jóvenes retrasados a
los que proteger.
Si nos paramos a pensar en lo que contaba Cerami de Pasolini como
maestro, como pedagogo, nos daremos cuenta rápidamente de que para
Pasolini la educación pasa indefectiblemente por cuestionar los lugares
comunes, por incitar a los niños y jóvenes a pensar de modo indepen-
diente. La poesía enseña a hacerlo. ¿Cómo funciona Accattone en tanto
que artefacto poético? Vaciando de su interior todo lugar común, comen-
zando por los de la forma, de manera que la yuxtaposición de opuestos
en los que consiste la metáfora en la poesía de Pasolini pueda ser perci-
bida. Pero sin separarse radicalmente de la construcción tradicional de un
relato. Veámoslo en detalle.
Ya hemos citado cómo planteaba el mismo Pasolini su distancia, al
tiempo formal y moral, del Neorrealismo. Pero su operación es más
compleja. En Accattone casi no hay planos medios o americanos, es decir,
se pasa por corte directo de un plano general o más frecuentemente entero,
a un primer plano. Ese tipo de salto está prácticamente prohibido en el
montaje clásico: habría que mantener la ilusión de continuidad pasando por
un plano intermedio en la escala. En esta película, sin embargo, esta
estrategia tiende a hacerse sistemática. ¿Qué se consigue con eso? Pasando
directamante del cuerpo del personaje visto a una cierta distancia, en un
ambiente, a su rostro, se suprime la distancia media, en la que estaríamos
atentos a la vez a la expresión del actor y a las pequeñas acciones. De esta
manera se está llamando la atención sobre el estilo, un estilo que incide en
el ambiente y en los seres humanos que lo pueblan, pero dificultando la
identificación inmediata con ellos, estableciendo distancia y cercanía
extremas. Esta estrategia de montaje está acompañada, en el nivel de la
construcción del personaje, de un vaciado sistemático de cualquier tipo de
pista sobre sus intenciones o su psicología: es precisamente para evitar que
eso pueda suceder, por lo que Pasolini evita trabajar con actores
profesionales, rueda sin sonido para poder dar instrucciones mimientras
rueda, y utiliza el doblaje, donde puede cambiar los diálogos, además de no
dar a conocer el guión completo a los actores, y fragmentar la acción.
Estoy siempre muy atento a no comunicar las ‘intenciones’, porque
las ‘intenciones’ son siempre la parte más artificiosa de la
recitación. [...] A veces usaba la sorpresa. De improviso, le decía:
‘ahora mírame con una expresión dulce”. Y mientras él lo hacía, le

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Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 163

decía de golpe: ¡Ahora enfádate! Y él obedecía (Blue 1965: 25-


32).
Esos actores no profesionales hablan, además, en el dialecto de las
borgathe, de las barriadas miserables que rodeaban Roma; los escenarios,
como se ha dicho, son naturales, pero la representación huye de la causa-
lidad naturalista. Se ha utilizado, además, el negativo más duro del mer-
cado, que proporciona un grano grueso, y se han acentuado los contrastes
en el proceso de revelado y tiraje, de modo que también en la primera
percepción visual nos alejamos de la tradición cinematográfica inme-
diata. La frontalidad –poco natural en el cine– que quiere remitir a los
frescos delbajo medievo –Duccio, Giotto–, la profusión de “efectos cua-
dro”, y la música –Bach–, adjetivan como sacras las imágenes que ve-
mos. Finalmente, la cita de Dante con la que se abre la película, contrasta
fuertemente con el uso del dialecto de las borgathe, e invita a la compa-
ración con la más alta y antigua tradición literaria en lengua italiana,
además de que, como los que conversaban en la obra de Dante lo hacían
sobre muertos, propone mirar la vida y muerte de Accattone desde el
punto de vista de su final, de su destino.
Pasolini juega, pues, en Accattone con una serie larga y compleja de
oposiciones radicales, dejando vacía la película de agarraderos a partir de
los que un espectador medio podría utilizar los habituales mecanismos de
comprensión a partir de las intenciones del personaje o de tópicos y
prototipos. Pero, y esto es fundamental, sin proponerle tampoco una
aventura formal radical, de vanguardia.
La aventura es poética: coloca al espectador en la misma posición en
la que puede encontrarse el que descubre un poema épico, con un hilo
narrativo fácil de seguir, pero construido a partir de símiles y metáforas,
de términos recolocados en un contexto diferente del habitual. Sin los
asideros de la cultura común y media, el espectador es invitado a
recolocarse en la categoría de individuo: esa sería la única y fundamental
dimensión pedagógica de la poesía.
En el contexto económico y social del llamado “milagro italiano”, Pa-
solini rechaza que toda Italia tenga que ser identificada con la cada vez más
pujante clase media, urbana, “burguesa”. Si Gramsci decía que el intelec-
tual debía vivir como propios los sentimientos populares, lo que hace suyo
Pasolini es, por el contrario, lo que está comenzando a quedar en los már-
genes: el individuo que reflexiona sobre su papel en la sociedad, y que

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164 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

identifica con el intelectual, y las formas de vida donde cree encontrar lo


que fue, al menos idealmente, un pueblo italiano amenazado de desapari-
ción (el campo, la borgata, el Sur). Aquí comienza a tomar cuerpo la idea
de un Tercer Mundo que comienza a las afueras de Roma, una “fuerza del
pasado” que se opone al presente, a la cultura del “hombre medio”.
Pero en Accattone, estas ideas no aparecen expresadas todavía, ni
siquiera en forma de alegoría, como sí hará en otras películas posteriores.
Lo que, con su estructura formal y temática propone Accattone, es la
necesidad de comprender lo otro fuera de los esquemas habituales, para
comprenderse realmente a uno mismo. Si una sociedad se autodenomina
humana, cristiana, libre e igualitaria, la marginación, entendida como
exclusión social es un dato intolerable, a no ser que se estigmatice al
excluido, dotándolo de características que lo ponen del lado del
“enemigo”, del mal, de lo incorrecto, o del pecado. La manera de mostrar
ese otro en Acattone, es identificándolo con el origen más alto de la
propia cultura, como un pasado que pide cuentas al presente.
Esta operación puede ser malentendida, incluso desde las mejores
intenciones. Adele Cambria (1961), que había acudido a entrevistar a
Pasolini, fue invitada por él a participar en Accattone haciendo el papel
de Nannina. Cambria sabe que una parte de la crítica, malintencionada,
se va a comportar con Accattone como con las novelas: se hablará de
“mixtificación, reconstrucción artificial de la miseria, aprovechamiento
del dolor, digamos social de los demás, decadentismo, etc.” Pero ella
misma, incluso reconociendo la implicación personal de los borgatari en
la película: Sergio y Franco Citti, etc., y la fidelidad y amistad que
muestran por Pasolini, no puede olvidar la pregunta que quiere hacerle al
autor: “Hasta qué punto puede ser legítimo para un escritor utilizar
despiadadamente la realidad, robarle a los otros algo de sí mismos”.
La respuesta de Pasolini, en aquel momento, fue esta: “No sé, creo
que siempre he pagado bastante”. Ante el problema de entender la rela-
ción con los borgatari como el robo de su imagen a unos inconscientes,
Pasolini devuelve la idea de que no hay tal robo, sino un intercambio, un
contrato: en “siempre”, por otro lado, apunta a que se trata de un inter-
cambio que viene de más lejos que la realización de Accattone1.

1
Para analizar convenientemente ese intercambio, sería necesario avanzar hasta, al menos
la película Ostia, de Sergio Citti, y retroceder hasta los tiempos en que Pasolini entró,
guiado por él, en la lengua de las borgathe.

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Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 165

Las preguntas a los poetas son inútiles, concluía la escritora. Sin


embargo, a partir de Accattone, la actividad de Pasolini se multiplica,
plantea preguntas y se ve obligado a responder también a muchas.
El contexto en el cine europeo, y en parte también del norteameri-
cano, durante estos años es el de las transformaciones formales vincula-
das al concepto de autor. Bordwell, a la hora de hablar del “cine de en-
sayo” de los años sesenta, propone que este concepto tiene una función
formal que no poseía en el sistema de estudio de Hollywood:
El periodismo y la crítica cinematográfica mitifican a los autores, tal
como hacen los festivales, las retrospectivas y los estudios académi-
cos. La declaración de intenciones del director guía la comprensión
del filme, mientras una serie de trabajos unidos por la firma autoral
alienta a los espectadores a leer cada filme como capítulo de una
obra. En consecuencia, el autor institucional está disponible como
fuente de la operación formal del filme (Bordwell 1985: 211).
Sorlin (1995), por su parte, indica que la autoconsideración de los di-
rectores como autores, al menos en el caso italiano, es un proceso que
cristaliza en los años cincuenta y que no tiene una única causa: hay que
tener en cuenta, al menos, el progresivo alejamiento del neorrealismo, la
necesidad que los autores tienen de explicar sus intenciones a una crítica
muy polarizada ideológicamente que se lo exige, además de que las obras
plantean, como puede ser el caso de Rossellini o de Antonioni, ambigüe-
dades ideológicas tanto como complejidades de orden narrativo.
Esta circunstancia, contribuye a amplificar la voz de Pasolini como
intelectual. Si como escritor era relativamente conocido en el extranjero,
gracias al cine, que es un fenómeno transnacional, la figura de Pasolini
llegará a ser identificada con la voz crítica de la intelectualidad italiana.
De este modo, se produce un fenómeno de retroalimentación que acre-
cienta su imortancia en el interior.
Es cierto, sin embargo, que él mismo se encarga de estar presente en
todo tipo de foros de discusión (revistas culturales y políticas, diarios de
tirada nacional), que multiplica su trabajo como artista (cine, novela,
poesía, teatro), y como ensayista (filólogo, semiólogo). Creo que no es-
tará de más recordar que, aunque pertenecientes en general a lo que po-
demos llamar de manera superficial y apresurada como “mundo de la
cultura”, como si se tratara de un conjunto unitario, se trata en realidad
de sectores de actividad y especialización diversos, cuya comunicación

In≈daga (2006) 4: 153-169


166 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

no es fluida: el periodismo y la semiología, el teatro y el análisis político,


la crítica estilística y el cine, son sectores muy diferenciados, a veces
hasta aislados. De modo que a la amplificación de la voz, Pasolini suma
un trabajo titánico que consiste en intentar establecer puentes entre ellos.
El puente es siempre el mismo, la actividad “dilettante” en cada campo,
por parte de un poeta, pero esta actividad va a verse cada vez más afec-
tada por una contradicción importante: mientras que su actividad teórica
y literaria tiende a una abstracción y complejidad cada vez mayores
(basta leer en orden cronológico los artículos que componen Empirismo
Eretico, o sus libros de poesía, su teatro y sus obras narrativas, sobre
todo las inacabadas, como La divina mimesis y Petrolio), su crítica social
y política en los media se hace cada vez más concreta y agresiva.
¿Qué sucede con el cine? Tras una etapa que sigue el mismo camino,
y que culmina con Porcile y Medea, Pasolini reconquista la popularidad
con la Trilogia della vita, para abjurar inmediatamente de ella, plantear
un guión para una película sobre San Pablo, escribir el guión de Porno-
Theo-Colossal, y finalmente realizar Salò.
Es difícil explicar estos quiebros, estas asimetrías, por lo que con-
viene ahora volver a lo que dejamos apuntado hablando de Accattone,
es decir, que con ella Pasolini había colocado en el mercado un
artefacto capaz de funcionar al mismo tiempo a distintos niveles:
artístico, intelectual, y comercial, solucionando provisionalmente la
distancia entre esos ámbitos. Lo interesante es que esta solución viniera
propuesta, precisamente, en el territorio del mercado. Como he
subrayado, se trata de una solución provisional, y es posible que
Pasolini no fuera aún consciente, o no quisiera serlo, de que el del
mercado es el suelo que está comenzando a pisar. A pesar de la crisis
del sector cinematográfico, esta no se nota, precisamente por la
estrategia de sobreproducción comentada más arriba: aún no se ha
llegado a la situación que años más tarde va a ser bautizada por
Antonio Costa como “desinstitucionalización del cine”. Es decir, este
es, o parece ser aún, un modo fundamental de entretenimiento para la
mayor parte de los italianos, y un punto de encuentro también con el
mundo para algunos. De vez en cuando, en alguna obra, las dos cosas
coinciden. Esto explica que Pasolini, todavía en 1968, cuando retira su
novela Teorema del premio Strega, lo haga criticando la transformación
de la Literatura en “industria cultural”, mientras mantiene la película
homónima a concurso en una polémica edición del Festival de Venecia.

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Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini \ 167

Pero, como sugería hace un momento, los desajustes culturales


perviven también en el interior de la obra de Pasolini. La Abjuración de
la Trilogía de la vida, que hará antes de lanzarse a la realización de
Saló, ya en los años setenta, puede relacionarse así, a través de la
conciencia de la mercantilización del cine en su conjunto y de la
participación en ella de los propios autores, con la Abjuración del
ridículo decenio que escribió como poema en el libro Poesia in forma
di rosa, a comienzos de los sesenta, doliéndose de la hipocresía de la
intelectualidad y de la literatura de la década anterior. Su experiencia
en el teatro, en busca no de un público de masas, sino de un número
cada vez mayor de individuos con los que establecer un diálogo, su
respuesta al periodista que le criticaba la dificultad de comprensión de
Medea para un obrero, diciéndole que exigía del espectador al menos el
mismo esfuerzo que él había puesto en la relización del film, apuntan
en esa dirección. La Trilogía de la vida, antes de Salò, supone un
intermedio que, quizás, podríamos relacionar con Acattone en el
sentido de que el autor confía en el poder de una estructura formal-
mostrativa. Él mismo establecía la relación y la distancia:
Años atrás, mi ambición era lograr lo que Gramsci llamaba una obra
de arte nacional-popular. Ha pasado el tiempo. Conseguir una pelí-
cula nacional opular ha resultado ser un sueño. Las masas están iner-
tes y se ha hecho difícil distinguir las clases sociales. Nuestra socie-
dad de consumo ha unificado naciones y clases. Lo que llamamos el
gran público, se reduce a un concepto numérico. Yo quería que mi
TRILOGÍA DE LA VIDA fuese vista y comprendida por todos; por
esto decidí abordar las formas de narración más puras y simples, e
introducirme en las misteriosas redes de esos cuentos genuinos, que
me parecen más fascinantes y universales que cualquier otra forma
narrativa moral o ideológica (Guarner 1977: 14).
O bien:
Accattone y Mamma Roma eran películas de contestación social, de
una voluntad de toma de conciencia; El Decamerón representa mi
nostalgia de un pueblo ideal, con su miseria, su falta de conciencia
política, es terrible decirlo, pero es verdad, de un pueblo que he cono-
cido cuando era niño. Quizás exista todavía en el vientre de Nápoles.
Entre tanto, ha habido en Italia, en seis o siete años, la implantación
de una sociedad industrial. Ha sido tan rápido, que no hemos podido

In≈daga (2006) 4: 153-169


168 \ Fernando González, Accattone, de Pier Paolo Pasolini

reflejarlo inmediatamente. Los novelistas tampoco, por lo demás


(Guarner 1977: 8).
Para concluir, podríamos simplemente preguntarnos si la nostalgia
actual de Pasolini, además de los argumentos que se suelen presentar y a
los que aludí al inicio de esta contribución, no podría ser también la de
un puente entre sectores culturales, el sentimiento de añoranza un pro-
ceso no concluido que él representó en toda su contradicción y dificultad,
de acercamiento entre la función social del arte y su autonomía estética,
de recuperación de un lugar común entre autores y público.

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Monográfico Oltre l’autore (Alberto Boschi y Giacomo Manzoli, ed.).
Bolonia: Editrice Clueb, 71-78.

Dr. Fernando González García. Departamento de Historia del Arte y Bellas


Artes, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Salamanca.
E-mail: fergogar@usal.es

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ISSN 1695-730X

MANUEL BOTE DELGADO

Lenguaje urbano y complejidad


en el Movimiento Moderno
Urban Language and Complexity in the Modern Movement

Resumen. En los años 20 del siglo pasado surgió un nuevo lenguaje urbano. El
bloque lineal y el amplio espacio libre fueron la base del cambio del llamado
urbanismo de ‘planta abierta’. Un lenguaje que, aunque parece simple no lo es, es
complejo. El estudio tiende a ir desvelando la complejidad a partir de la
confrontación del nuevo lenguaje consigo mismo y con el lenguaje decantado por
la historia. Además, este cambio de lenguaje no sólo afectó a lo urbano, en
realidad está inserto en un cambio más amplio que afectó a toda la cultura en
general. Por ello se ha establecido paralelismos con dos experiencias vinculadas
al arte; la pintura y la poesía, que son clarificantes ya que éstas también
rompieron con los cánones clásicos para hacer aflorar nuevas formas.
Palabras clave: urbanismo de planta abierta, bloque lineal, Movimiento
Moderno.

Abstract. In the twenties of the last century a new urban language appeared. The
linear block and the extensive free space were the base of the change of the so-
called new urban design of the Modern Movement. Although this language could
appear to be simple, it is in fact rather complex. In a closes study of the language
this is revealed in the confrontation that exists between the new language and
that favored by history. Besides, this change in the language has notr only
affected urban culture, but also it has been introduced on a much wider scale,
affecting culture in general. As a result parallelisms related to art have been
established; art and poetry which have acted as clarifiers, as they also broke
classic canons giving rise to new forms.
Key words: Urbanismo de planta abierta, Bloque lineal, Movimiento Moderno.
172 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

[...] es fácil adivinar el estado de ánimo en que un artista puede


quedar completamente embargado por el misterioso problema de
relacionar unas cuantas formas y tonalidades hasta darles una
apariencia acertada. Es muy posible que un cuadro que no
contenga más que dos rectángulos pueda causarle a su autor más
inquietudes que las que le produjo a un artista del pasado pintar
una madona1 (Gombrich 1997: 583).

Con estas palabras de Gombrich se pone en evidencia la complejidad


subyacente en una operación que, aunque en principio pudiera parecer
algo simple, supone, sin embargo, una abertura a una nueva forma de
complejidad. Ésta no es provocada sólo por la ruptura con ‘formas de
hacer’ históricas, sino que implica un cambio más profundo, una
modificación en las relaciones con las cosas que permite el afloramiento
de nuevos elementos, la incorporación de nuevas instancias que generan
una situación diferente a las anteriores en todos los sentidos.
Al observar la Siedlung Am Lindenbaum, realizada en Frankfurt en
1930, (198 viviendas agrupadas en varios bloques lineales), podríamos
interrogarnos si su autor, Walter Gropius, experimentó algo parecido a lo
experimentado por el pintor de los dos cuadrados al que alude Gombrich.
O dicho con otras palabras, Gropius, en su proyecto, ¿afrontaría una tarea
más compleja de lo que aparentemente transmite?; esto es, ¿la Siedlung
es algo más que una serie de bloques lineales de viviendas paralelos entre
sí y otros perpendiculares a estos?
La proposición que ofrece Gropius con esta pequeña organización
residencial da la impresión de que se sumerge, después de una mirada
atenta, en una complejidad apreciable. Una complejidad que utiliza como
materiales básicos el bloque lineal y el espacio ‘no ocupado’. El primero

1
E. H. Gombrich. 1997. La historia del arte contada por E.H. Gombrich. Arte
experimental. Primera mitad del siglo XX. Ed. Debate. Madrid. Pg 583 y sig.
Y sigue: ‘Este último sabía qué se proponía; contaba con una tradición por la que
orientarse, y la cantidad de decisiones con las que tenía que enfrentarse era limitada. El
pintor abstracto, con sus dos rectángulos, se halla en una posición menos envidiable. Puede
trasladarlos de lugar por toda la tela, intentar un número infinito de posibilidades y no saber
nunca cuándo y dónde detenerse. Incluso aun no compartiendo su interés, es preciso que no
tomemos a broma la tarea que se ha impuesto a sí mismo.’

In≈daga (2006) 4: 171-182


Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno \ 173

es un prisma que supone una nueva forma de agrupación de viviendas


diferenciado de la manzana de la ciudad compacta y que caracterizará
buena parte del XX. El segundo adopta una forma y un comportamiento
muy diferentes de los espacios libres presentes en la ciudad histórica. Y
es que en la Siedlung Am Lindenbaum parece que lo que está entre las
viviendas no es sólo eso; espacio no ocupado, sino que ese espacio
adquiere, aquí, un nuevo valor; el del vacío, tan importante como los
propios bloques lineales. Un vacío que no está vacío sino, al contrario, es
propositivo, con contenidos, y que va a ser uno de los responsables de la
complejidad.
Quizás podría ayudarnos a entender esto una experiencia que, aunque
un tanto anterior en el tiempo y proveniente del campo de la literatura,
guarda un cierto paralelismo ya que en ella se atribuye valor al vacío de
una nueva manera. Esta experiencia la podemos encontrar en ‘Un Coup
de Dés’, un poema de Stéphane Mallarmé. En ‘Un Coup de Dés’
(Mallarmé 1971: 118) los espacios en blanco entre las palabras adquieren
tanta importancia como estas mismas. Mallarmé rompió, de esta manera,
con los modos de sintaxis habituales y produjo, así, un texto que no tiene
ni una lectura ni una comprensión fáciles. Rompió, también, con la
composición gráfica con la que la poesía se presentaba, un verso tras
otro, al hacer que la disposición de las palabras impresas sobre el papel
‘jugasen’ con el poema mismo de manera iconográfica, formando lo que
podríamos denominar como especies de ‘dibujos’ o ‘figuras’ abstractos.
La valoración del vacío aparece, pues, en el siglo anterior al XX
como valoración cultural, y fue adquiriendo una dimensión más amplia
que la de la esfera de la literatura para irse extendiendo a otras disciplinas
como la pintura, o la arquitectura y las nuevas propuestas urbanas
vinculadas a los tejidos residenciales.
Gropius explora, sin duda, en esta pequeña Siedlung un nuevo léxico
urbano y una nueva sintaxis. Los bloques laminiformes de cinco plantas
que se encuentran en ella no son, desde luego, las edificaciones, más
discretas, de las ciudades jardín. Estos presentan, sin duda, alturas
urbanas y, sin embargo, no están en un contexto que pudiera ser
identificado como parte de la ciudad compacta. Aquella cuyas reglas
nacen en el medievo y que adquiere, en el pasado más inmediato a
Gropius, en el XIX, su manifestación más rotunda. En ella era posible
distinguir, ( y aún sigue siéndolo), una separación clara entre el espacio
público y el espacio privado, dónde las calles parecen haber sido el

In≈daga (2006) 4: 171-182


174 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

resultado de un troquelado sobre el bloque monolítico compuesto por el


conjunto de las edificaciones, surgiendo las manzanas. Este paisaje
urbano no se encuentra en la Siedlung. Aquí ya no hay calles corredor
como decía Le Corbusier al hablar de la ciudad decimonónica, la
organización se caracteriza por presentar nuevas relaciones entre lo
construido y lo que no lo está, casi invirtiendo la proporción que se
encuentra la ciudad compacta. Bloques en medio del vacío, vacío entre
los bloques, ninguno de ellos podría explicarse bien por separado.
Aunque sea posible su individualización, ninguno, de manera aislada,
materializaría esa morfología que parece derivarse de las nuevas
ordenaciones de viviendas del Movimiento Moderno.
Si retomamos de nuevo a ‘Un Coup de Dés’ podemos ver que el
verso no es sólo lo que está escrito, sino cómo está escrito y dónde está
escrito. No son palabras impresas sobre el fondo blanco, sino más bien
una amalgama entre el negro de las letras y el blanco de la página. En
este sentido también podría ser posible entender la operación de Walter
Gropius como una amalgama que pudiera leerse de modo diferente al
tradicional basado sobre la identificación de un fondo, el espacio libre,
sobre el que se proyecta una figura, el ‘bloque’, para articular otra mirada
en la que no existiera esa distinción, sino la contemplación de ambos en
un mismo plano y en un mismo nivel. Con ello, cada uno obtiene una
mayor profundidad de significado precisamente por su relación con el
otro, los dos interrelacionados son más que entendidos como elementos
aislados, como las palabras en el poema de Mallarmé son más que
palabras, los bloques y los espacios libres son más que bloques y
espacios libres.
Así, la Siedlung Am Lindenbaum sería el resultado de una sucesión de
llenos y vacíos con una ley más compleja de lo que aparentemente
parece, una simple sucesión, para ser ‘algo más’. Una serie de cinco
bloques lineales largos y paralelos y otros, de menor longitud,
perpendiculares a los primeros y dispuestos sólo en uno de los lados de la
Siedlung, definen unos amplios vacíos que no se cierran. Esto da lugar a
una forma donde lo lleno y lo vacío no sólo se sucede sino que se trenza.
Se podría, así, leer la organización de bloques y de espacios libres como
expresión de una nueva naturaleza urbana dónde el espacio tiende a un
cierto desdibujamiento, a una pérdida de sus contornos, lo que establece
diferencias con las formas de la ciudad histórica. Ya no hay talladura
como en la ciudad compacta, aquella donde los códigos decantados

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Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno \ 175

históricamente son aprehensibles con facilidad. Ahora hay una nueva


materia donde las cosas se suceden de manera más distinta, dónde las
formas espaciales son más diversas y, podríamos decir, más relajadas.
Aunque en ellas también parece encontrarse tensiones, direcciones en el
espacio, recorridos y sentidos, éstos son más débiles que los de raíz
histórica. Pero, ¿cómo son todas estos?
Quizás el profundo análisis realizado por Rafael Moneo sobre la
Mezquita de Córdoba pueda arrojar algo de luz sobre este punto, aunque
se trate de un edificio, y no de un fragmento urbano como lo es la
Siedlung, hay algunas interesantes concomitancias formales. En efecto;
Moneo va a dar una lectura sobre esta arquitectura entendiéndola como
una disolución de los tipos eclesiales cristianos, muy jerarquizados, para
surgir una nueva forma del espacio más isótropo; «...tanto la axialidad y
secuencialidad como la imponente centralidad de las primeras iglesias y
basílicas cristianas desaparecía de las mezquitas en aras de un espacio
neutro y sin caracterizar» (Moneo 1985: 27). Se puede encontrar un eco,
salvando las escalas y las diferencias, en lo sucedido entre las iglesias
cristianas, (la vía procesional de las iglesias; el eje de la nave mayor, la
vía sacra), y las mezquitas y lo que ocurre con la calle ‘corredor’ (y, en
general, en el espacio libre de la ciudad histórica) como un espacio
perfectamente delimitado por las fachadas que se que enfrentan y que
definen una clara e inequívoca directriz, y el espacio de la ‘agrupación’
de la Am Lindenbaum, donde no hay una jerarquía visual tan ‘dirigida’ y,
como en la Mezquita, es mucho más ambigua.
Si volvemos a la Mezquita, la visión que tenemos desde su interior es
la configurada por el ‘bosque’ de pilares. Distribuidos según una malla
que puntea el espacio libre en una secuencia de pilar, vano, pilar, vano, y
así sucesivamente, se configura un espacio muy particular. No se trata de
un espacio homogéneo en un sentido estricto, aquél que presenta en cada
punto un valor igual, ya que es producto de una combinación de espacios
vacíos, los vanos, y espacios llenos, los pilares. Algo similar ocurre en la
Siedlung proyectada por Gropius, en ella hay una alternancia entre un
lleno, el bloque, y un vacío, el espacio libre sobre el solar.
Más aún, en la mezquita, la existencia de la ‘quibla’, el muro de
oración y el mihrab, el pequeño nicho localizado en el muro, hace que el
espacio no sea tan isótropo como puede pensarse en un principio. Estos
dos elementos introducen una cierta orientación y suponen, pues, un,
como dice Moneo, «inevitable principio formal capaz de imponer un

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176 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

cierto orden, incluso bajo las circunstancias de abstracción e


indiferenciación inherentes a la arquitectura de la mezquita» (Moneo
1985: 27). Pero, hay más, si trascendemos en una descripción simple en
la que sólo vemos una seriación de muros que descansan sobre los pilares
para verla con una mayor profundidad, es posible ir identificando reglas
que introducen una mayor riqueza en el espacio como la presencia de dos
direcciones perpendiculares entre sí. En efecto; en una dirección están los
‘muros-acueductos’, por utilizar la terminología de Moneo, que son
perpendiculares a la quibla. Estos están conformados por la secuencia de
arcos sostenidos por pilares, y que a vez soportan el muro superior donde
descasa la cubierta inclinada y el sistema de recogida de las aguas
pluviales. En la otra dirección, perpendicular a la primera, está el propio
grosor de los muros y, por tanto, el grosor de los arcos, que en virtud de
la repetición de un arco tras otro se conforma una especie de bóveda
virtual que genera un especio identificable. «De la intersección de ambos
sistemas, una intersección que, naturalmente, es virtual, depende la
estructura formal de la mezquita»2 (Moneo 1985: 29). Así, estamos ante
una ordenación del espacio que, con una jerarquía débil, consigue
componer una organización compleja. En la Siedlung también hay dos
direcciones; una, la definida por los largos bloques transversales a la
calle Am Lindenbaum. La otra, conformada por la serie de tres bloques
pequeños, perpendiculares a los primeros, y paralelos a la calle Hinter
den Ulmen con la cual se alinean.
La Siedlung se cierra al Norte, y esto introduce un factor de
orientación como la quibla en la mezquita. Siempre hacia el Norte es lo
cerrado y siempre hacia el Sur es lo abierto. Los patios se delinean por la

2
Rafael Moneo, Op. Cit., 1985.
‘De la intersección de ambos sistemas, una intersección que, naturalmente, es virtual,
depende la estructura formal de la mezquita. En ella radica, en última instancia, la
definición arquitectónica de la misma: tal ‘intersección virtual’ es la que permite al
arquitecto la construcción. De ahí que el espacio real de la mezquita contemple la supresión
de ambas direcciones y que la insistente y poderosa presencia de las columnas pueda ser
entendida como resultado de la intersección de dichos planos virtuales. El espacio definido
por las columnas, la malla abstracta que forman, en la que toda alusión al pasado se
disuelve, es una clara expresión del nuevo espacio religioso, neutro e indiferente, que
hemos descrito antes; pero también cabe entenderla en términos estrictamente formales, en
aquellos de los que el arquitecto ha de servirse para poder sentar las bases desde las que
construir su obra.’

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Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno \ 177

existencia de tres lados, se dibuja una ‘U’. De ahí esa cierta neutralidad
respecto a las dos direcciones, pero sin llegar a la señalada por Moneo
con relación a la Mezquita de Córdoba. En ésta la intersección entre los
muros y las bóvedas «... radica, en última instancia, la definición
arquitectónica de la misma…» (Moneo 1985: 29). En la Siedlung Am
Lindenbaum se marca la dirección norte-sur, no tanto por la longitud de
los bloques largos con relación al tamaño de los más pequeños, sino por
la existencia de la abertura de los patios que polariza esta dirección. Los
patios se abren al Sur y con ello arman un sistema de referencia, un lado
está abierto mientras que el resto está cerrado. Esto provoca un discreto
desequilibrio que hace inclinar la Siedlung hacia el lado abierto, como si
por ese lado se ‘escapara el espacio. Lo realmente interesante es que esto
se produce manteniendo la diversidad de puntos de vista, lo que atempera
la direccionalidad.
Hay en este juego dos geometrías presentes que se superponen, una,
la de la repetición, la de un bloque tras otro, y otra, la de la singularidad,
esa estructura en ‘peine’ que parece subyacer en la planta general. Dos
geometrías que están en gran parte de las propuestas de los arquitectos de
la vanguardia de los años 20 y 30 cuando afrontan la proyectación de
tejidos residenciales. El resultado, pues, es totalmente distinto al
experimentado por la calle de la ciudad compacta limitada por su
característica sección, los dos planos de fachada y el suelo. Aquí dos
armaduras geométricas se conjugan, interactúan para articular una
respuesta compleja.
La complejidad no deriva, por consiguiente, de la presencia de signos
fuertes, sino de la coexistencia de elementos o de sistemas, por utilizar la
misma palabra que Moneo, propiedad que provoca lecturas simultáneas
novedosas. Una simultaneidad que, en términos urbanos, podría ser
entendida de manera similar a la visión plasmada en el cuadro de Gino
Severino; ‘Tren de cercanías llegando a París’ de 1915. En éste, todo
un paisaje parece condensarse en un espacio reducido. Expresa, de esta
manera, la velocidad, pero también muestra los órdenes diversos
encontrables en una porción de territorio que se agolpan unos contra
otros, al comprimirse casi a cero el tiempo que se tardaría en recorrerlos.
Esta iconografía y otras parecidas, un tanto futuristas, darán más de una
prueba sobre la nueva mirada que se arroja sobre el espacio urbano; el
intento captar la multiplicidad espacial. Multiplicidad que constituyó, en
gran medida, el eje de desarrollo de la técnica del fotomontaje. En ‘La

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178 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

ciudad, crisol de la vida’ (1928), Kazimieirz Podsadecki compuso la


imagen de una ciudad que no existió a partir de trozos distintos de
fotografías. Se hace evidente la yuxtaposición de fragmentos, de pedazos
de edificios reales, (y de ahí su credibilidad), que reunidos configuran un
nuevo espacio urbano. Sin embargo, se trata de una composición irreal
que manifiesta una forma nueva de ‘imaginar’ la ciudad, como si se
empezara a alumbrar en estas obras parte del presente y del devenir de la
misma. La diversidad de las situaciones, de los volúmenes, de las
rupturas, de las perspectivas y de los encuadres, en un mismo plano,
delinea una descripción de una naturaleza urbana que comienza a darse a
principios del siglo XX y que manifiesta una complejidad distinta de la
ciudad compacta.
La Siedlung Am Lindenbaum, observada desde este punto de vista, el
de un nuevo lenguaje urbano, más que unos bloques dispuestos sobre un
plano horizontal como piezas sin conexión, podría verse como unidades
de espacio libre y unidades residenciales que componen una peculiar y
nueva materia. Una nueva materia donde las posibilidades de tener
lecturas distintas y simultáneas, al igual que en las visiones futuristas de
los fotomontajes o en los dos cuadrados citados por Gombrich, se
amplían de manera notable con respecto a la ciudad tradicional. La
seriación de las arquitecturas lineales y de los vacíos hace que
percibamos diversos planos de fachadas y planos del suelo mezclándose
entre sí. Esta es la visión que tiene el observador que transite por o en
torno a la Siedlung. Experimenta cómo elementos urbanos localizados a
distancias diferentes y de condiciones, también, diferentes se presentan
en un mismo escenario ante sus ojos. Se produce una especie de
descentramiento con relación a la fuerte codificación encontrable en las
tramas urbanas de raíz histórica, la definida por la calle, por la pirámide
visual configurada por ésta que define una directriz única e inevitable.
Un descentramiento que no es otra cosa que la pérdida del centro. Algo
parecido a lo que nos provoca la ‘Casa giratoria’ de Paul Klee de 1921,
donde «[...] la casa gira en torno a sí misma. La casa se ha reducido a un
esquema y parece girar sobre su eje, nos ofrece distintos puntos de vista y
al mismo tiempo genera un nuevo espacio a su alrededor» (Ana Moreno
1998: 11). En la ‘agrupación’ de la Am Lindenbaum también Gropius
propone un nuevo espacio dónde todo parece ‘girar’ o, mejor, dislocarse
y por ello, la percepción de este nuevo espacio urbano es la de un espacio

In≈daga (2006) 4: 171-182


Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno \ 179

sin centro. Esta cualidad es una de las características de las nuevas


organizaciones, sus centros, si lo hay son débiles, desdibujados.
La Siedlung se organiza a partir de cinco bloques paralelos que se
ordenan según una directriz que respecto a la dirección norte-sur tiene un
giro hacia el Este de 30º. Estos bloques, de cuatro plantas más un
semisótano, guardan entre sí una distancia de 31,40 m. De este modo, y
teniendo en cuenta la altura, se consigue en todas las viviendas un óptimo
soleamiento, con una inclinación máxima de los rayos solares de 20º. La
repetición de un bloque tras otro provoca la aparición, como se ha visto,
de grandes patios que están en contacto con la calle Am Lindenbaum. Sin
embargo, y a pesar de la aparente simpleza que trasmite el esquema, no
se trata de una repetición maquinal, es más bien la repetición deleuziana
la que subyace bajo el esquema. Delueze expresa sobre la repetición lo
siguiente;

[...] La repetición no es la generalidad. Debemos distinguir, de


diversas maneras, la repetición de la generalidad. [...] La diferencia
entre la repetición y la semejanza es innata, incluso extrema. La
generalidad presenta dos órdenes, el orden cualitativo de las
semejanzas y el orden cuantitativo de las equivalencias [...] la
generalidad expresa un punto de vista según el cual un término
puede ser intercambiado por otro, sustituido por otro término. [...]
oponemos, pues, la generalidad, como generalidad de lo particular,
y la repetición como universalidad de lo singular [...] (Deleuze
1995: 49).

La repetición matemática se da en el nuevo lenguaje. Una repetición


abstracta de un elemento tras otro a partir, en este caso de la ‘agrupación’
de la Am Lindenbaum, de la aplicación de un mecanismo, el de la trasla-
ción. No obstante, en muchas experiencias de este nuevo lenguaje se
puede detectar la forma de repetición de la que habla Deleuze. Si obser-
vamos de nuevo la Siedlung desde esta óptica podriamos empezar a de-
tectar algunas diferencias en la aparente repetición matemática. Por
ejemplo, si centramos la atención en el último espacio interbloque, el que
coincide con la calle Nusszeil, aparecen divergencias con respecto a los
otros espacios interbloque, éste ya no es un gran patio, ahora ese espacio
se ha transformado; es una calle. Y, aunque la separación entre las edifi-
caciones es la misma, hay un cambio que, sin duda, es más que aprecia-
ble. Las condiciones, pues, se han alterado, como si en la repetición estu-

In≈daga (2006) 4: 171-182


180 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

viera la desigualdad y no lo idéntico que sería lo esperado. Esta particula-


ridad de la repetición fue observada por Lévi-Strauss al analizar la deco-
ración realizada sobre una pared. Sobre ella una figura se va repitiendo
de manera sucesiva, pero, por las propias condiciones del proceso, no se
realiza una figura totalmente idéntica a otra, sino que son disímiles por la
acción del decorador. Éste ...
[...] No yuxtapone ejemplares de la figura, combina cada vez un
elemento de un ejemplar con otro elemento de un ejemplar
siguiente. Introduce en el proceso dinámico de la construcción un
desequilibrio, una inestabilidad, una disimetría, una especie de
separación, que sólo serán conjurados en el efecto total (Deleuze
1995: 88).
Esto es claro no sólo con el último espacio, el de la calle Nusszeil,
sino también es extensibles a otros elementos y partes de la Siedlung, Por
ejemplo podemos advertir que los bloques tampoco son iguales entre sí.
Sólo los dos primeros tienen la misma longitud, a partir del tercero se
produce una ampliación, que, aunque discreta, ronda sobre los dos
metros, va aumentando sucesivamente hasta llegar al último bloque. La
razón está en que la calle Am Lindenbaum parece recta pero no lo es,
tiene una ligera curvatura, y es ésta la que provoca la diferenciación entre
las dimensiones de los bloques. Hasta tal punto que, aunque todos están
constituidos por unidades repetitivas (una caja de escalera común a dos
viviendas por planta), los tres primeros bloques se componen de cinco de
estas unidades, mientras que los dos restantes, son seis las unidades los
componen. Además, hay cambios en la propia planta del quinto bloque, y
cambios también en su testero, en él la disposición y forma de los huecos
es diferente a la del resto.
Deleuze habla de la rima como forma de repetición y compara dos
escritores que son distintos: Raymond Roussel y Charles Péguy (Deleuze
1995: 88). Detecta, en la comparación, cómo sus formas también
producen dos tipos diferentes de repetición. Mientras que en Roussel la
rima parte de palabras homónimas y juega con los distintos significados
de esa palabra; con el doble sentido, Péguy juega con la sinonimia,
pequeños cambios que generan poco a poco «el espacio interior de las
palabras», como los «puntos de tapicería». En la Siedlung podríamos
indagar sobre la existencia de formas de repetición que contienen sutiles
modificaciones que hacen que dos elementos iguales no lo sean. Por

In≈daga (2006) 4: 171-182


Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno \ 181

caso, los dos primeros bloques son exactos en forma y dimensiones. No


obstante, el primero también es un límite, y esta cualidad lo hace distinto
del otro. Es como si tuviera otro significado, o por lo menos un
significado añadido al común a ambos bloques, el ser una pieza
fronteriza. Esta repetición expresa parte de la complejidad contenida en
la Siedlung. Cada bloque puede ser considerado como ‘singular’ y, por
consiguiente, con diferencias que lo distinguen de los demás. En este
sentido no es un elemento intercambiable, el ser fronterizo, en el caso
tratado, es una cualidad que no se puede traspasar a otro.
Si nos detenemos en los bloques pequeños de la Siedlung, es posible
extraer alguna consideración interesante sobre su particular disposición.
Una de ellas es que estos bloques siguen una alineación. Al seguir este
orden, conforman una serie que construye un lado de una calle como si se
tratase de una calle tradicional. Es un lienzo continuo de fachada que
sólo se ve interrumpido por el espacio que separa a un bloque de otro. La
sucesión se puede entender como una repetición sobre una línea recta.
Pero no es como la repetición contenida en la manzana medieval, dónde
la vivienda es el elemento que se repite. Aquí lo que se repite es el
bloque, una unidad superior a la célula. Y se repite como los vagones de
un tren, uno tras otro. Es la repetición que «...nos encontramos ante
elementos idénticos que poseen absolutamente el mismo concepto. Sin
embargo, en estos elementos discretos, en estos objetos repetidos,
debemos distinguir un sujeto secreto que se repite a través de ellos,
verdadero sujeto de la repetición...» (Deleuze 1995: 88). En la Siedlung
Am Lindenbaum este sujeto oculto es la calle tradicional que, de alguna
manera, es reinterpretada, y más que pervivir en el nuevo lenguaje es
asimilada como un componente más. La traza, en realidad, no es una
línea recta sin sobresaltos, sino una línea en ‘redent’ discontinua. Una
formalización geométrica que evita el difícil encuentro con los bloques
perpendiculares, ya que los bloques no entran en contacto, y, al mismo
tiempo, se resuelve los accesos a los grandes patios desde la calle. Se
evita, con ello, los problemas proyectuales de la vivienda en esquina, y se
asegura la cualidad de elemento comunicante a partir de los pasos
peatonales.
Volviendo atrás, observando otra vez la Siedlung Am Lindenbaum,
ese conjunto de bloques y espacios libres ya no parece esa proposición
simple. Al contrario, ahora se muestra como algo complejo, como el
cuadro de los dos cuadrados al que apelaba Gombrich. Ese conjunto

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182 \ Manuel Bote, Lenguaje urbano y complejidad en el Movimiento Moderno

encierra una nueva complejidad diferenciable de la complejidad


contenida en la ciudad compacta. Un nuevo lenguaje que tiene léxico
nuevo, como el bloque lineal o el nuevo espacio libre. Una nueva
sintaxis, como las formas de repetición que ligan unos bloques con otros,
o unos bloques con sus espacios libres. Sin embargo, también tiene nexos
con el lenguaje de origen histórico, la construcción de una calle ‘casi’
continua lo corrobora. Hay una ruptura con el pasado, pero se hace
manteniendo elementos y formas del pasado. De alguna manera el
pasado sigue presente en las nuevas formulaciones urbanas residenciales
vinculadas al Movimiento Moderno. Aunque, también es evidente que
manifiesta grandes diferencias que permiten afirmar que se trata de un
nuevo lenguaje. Un nuevo lenguaje que ha mostrado, a lo largo del siglo
pasado, todo un potencial que permite afirmar que ha nacido para
quedarse y que queda aún mucho por explorar con él.

BIBLIOGRAFÍA

DELEUZE, G. 1995. Repetición y diferencia. Barcelona: Anagrama


(Argumentos).
GOMBRICH, E. H. 1997. La historia del arte contada por E.H.
Gombrich. Arte experimental. Primera mitad del siglo XX. Madrid:
Debate.
MALLARMÉ, S. 1971. Antología. Madrid: Visor, 4ª ed.
MONEO, Rafael. 1985. «La vida de los edificios. Las ampliaciones de
la mezquita de Córdoba». Revista Arquitectura 256. Madrid: COAM.
MORENO, Ana. 1998. Paul Klee. Guía didáctica. Madrid: Fundación
Colección Thyssen-Bornemisza.

Dr. Manuel Bote Delgado (La Laguna, Tenerife, 1957). Escuela Técnica
Superior de Arquitectura, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Islas
Canarias).
E-mail: emebe@arquied.es

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ISSN 1695-730X

JUAN RAMÍREZ GUEDES

Algunas consideraciones
sobre el espacio contemporáneo
Some Considerations on the Contemporary Space

Resumen. Este artículo intenta plantear una discusión sobre el problema del
espacio contemporáneo en el contexto urbano de la ciudad contemporánea. La
primera hipótesis (desarrollada más ampliamente por el autor en el libro que se
cita en la bibliografía) adelanta el principio de identidad ciudad contemporánea-
periferia, no en función de su posición geográfica o topológica: esta identidad
reside en su propia forma de ser, en la propia estructura interna del espacio en la
ciudad contemporánea y su forma de construcción.
Este carácter del espacio urbano contemporáneo es puesto en discusión
mediante los conceptos de lugar y no-lugar, las relaciones espacio-tiempo y
espacio-paisaje, entendiendo este concepto de paisaje no sólo como una categoría
visual sino como una categoría interpretativa.
Palabras clave: espacio, ciudad contemporánea, periferia, no-lugar, paisaje,
escala.

Abstract. This paper tries to open a discussion about the problem of the
contemporary space in the urban context of the contemporary city. The first
hypothesis (development for the author in his work on bibliography) advance the
principle of identity contemporary city-suburb, not in function of the
geographical or topological location: this identity resides in the own form of to
be, in the own internal structure of the space in the contemporary city and the
form of construction.
This character of the urban contemporary space is discussed by means of the
concepts of place and no-place, the relationship space-time and space-landscape,
intended this concept of landscape not only than visual category, but
interpretative category.
Key words: Space, contemporary city, suburb, no-place, landscape, scale.
184 \ Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo

I. ESPACIO CONTEMPORÁNEO Y PERIFERIA

Cuando aludimos a la condición periférica de la forma del espacio


contemporáneo, a la propia caracterización de la ciudad contemporánea,
no pretendemos hacer referencia a una determinada topología o topogra-
fía diferencial, a una posición en el afuera, sino más bien (y en nuestra
interpretación) a una condición inherente a la propia manera de ser, o la
propia forma de constitución de ese espacio contemporáneo, de la ciudad
contemporánea.
Esta forma de constitución, de construcción, es una forma elusiva y
evanescente, mestiza, compleja e inestable. Una forma que conjuga dife-
rentes grados de apertura en la intersección de los diferentes códigos de
organización del espacio que en ella se superponen e interactúan. Estos
entrecruzamientos constituyen un palimpsesto, pero también un collage,
pero también una red, un tejido de estratos heterogéneos y heteroglósi-
cos, que arroja en definitiva un nuevo código espacial, un nuevo lenguaje
de lo urbano.
En esta interpretación, esta condición es, en cierto sentido, irreversi-
ble; es decir: lo periférico, el espacio de la periferia, no es aquel que
aguarda su metamorfosis en espacio canónico, en espacio tradicional. No
se trata simplemente de un estado transitorio a la espera de su normali-
zación. Por el contrario se trata de una mutación que afecta a los mismos
fundamentos del territorio de lo urbano: otra ciudad distinta.
Sin embargo y a la vez, por su misma fluidez, la periferia sólo es
entendible a través de su dimensión temporal, a través de la sucesión
histórica y geográfica de paisajes. Pero la punta de la flecha del tiempo
de esa sucesión no se dirige a la reproducción del paradigma de la ciudad
tradicional. No fluye en un bucle cerrado sobre sí mismo hacia el pasado.
Para comprender, entonces, los procesos que en ella tienen lugar, es
necesario otro enfoque analítico, otra mirada, pues las categorías espa-
ciales tradicionales, por más que podamos intentar aplicarlas en este
campo, pierden su sentido y su verdadero significado y oscurecen más
que aclaran. Es entonces necesario ensayar otros dispositivos de descrip-
ción y explicación que nos permitan, posteriormente, entrar con algunas
garantías teórico-aplicativas en el proyecto de la periferia, o mejor, en el
proyecto en la periferia.

In≈daga (2006) 4: 183-190


Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo \ 185

II. ESPACIO, LUGAR Y NO-LUGAR

De todos es conocido el proceso de mutación del espacio en la ciudad


contemporánea, consecuencia de la alteración de las anteriores relaciones
morfológicas entre espacio público y espacio privado, por una parte, y
entre espacio libre y espacio ocupado, por otra.
El cambio de escala que, en el seno de la ciudad, sufre en el siglo XX
el tejido residencial, alterando las viejas formas de proporcionalidad del
espacio urbano, arroja, llevado a su extremo en la ciudad contemporánea,
no ya una transgresión de aquella composición canónica de la ciudad
histórica, sino una casi desaparición del espacio público tal y como lo
venimos entendiendo desde la cultura urbana.
La periferia metropolitana contemporánea es un territorio y un
espacio de acción, donde la presencia de segmentos de espacio libre
preexistentes (áreas de antiguo territorio agrícola u otros) suele coexistir
con los nuevos tejidos, e incluso dar carta de naturaleza a una novedosa
forma de lo urbano; sin embargo, es cada vez más extraña en ella la
presencia de elementos de auténtico espacio público, en toda la
dimensión cualitativa que la adjetivación comporta.
Pues el espacio público no es simplemente el que tiene su sede en el
suelo de titularidad pública; entendemos por espacio público aquel donde
tiene lugar el reconocimiento y representación de la colectividad y de la
vida urbana. No puede reducirse el espacio público a los elementos me-
ramente funcionales de la metrópolis contemporánea, fundamentalmente
el espacio de la movilidad, que, de forma casi totalmente hegemónica,
preside la configuración del espacio urbano contemporáneo.
El cambio del paradigma teatral del espacio de la polis por el
paradigma cinematográfico (bajo la influencia de la ciudad americana)
del espacio en la ciudad moderna y por ende, contemporánea, ya ha sido
señalado por Ingersol (1996), en «Tres tesis sobre la ciudad», como el
momento de transición del entendimiento del espacio público como un
espacio para “estar”, hacia el de un espacio para “pasar”, un espacio de
vivencia fugaz, un espacio para la desapropiación antes que para la
apropiación y el reconocimiento en él como soporte y sustancia del ser de
la ciudad y de la ciudadanía como proyecto colectivo.
Este mismo argumento ha sido llevado por Marc Augè hasta la
descodificación misma del concepto de “lugar”, proponiendo la noción
de “no lugar”, para dar cuenta de estas nuevas formas de organización

In≈daga (2006) 4: 183-190


186 \ Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo

del espacio público contemporáneo, haciendo referencia, casi siempre,


también, a espacios vinculados a los flujos y la movilidad, como los
aeropuertos, las estaciones ferroviarias, etc., pero también a los centros
comerciales, como lugares privilegiados del desarrollo de la vida urbana
en el mundo actual.
Por otra parte, existe una confusión entre lo que llamamos espacio
público y lo que entendemos por espacio colectivo; si bien la ciudad
contemporánea es un territorio de extrema complejidad funcional, donde
la composición espacial y el régimen temporal de actividad generan
amplias combinaciones y superposiciones, parece importante separar con
nitidez lo que se entiende por una cosa u otra, pues, si bien, el espacio
colectivo es soporte del desarrollo de la vida urbana, sólo una parte de él,
el espacio público, además es la sede de su afirmación como entidad
ciudadana y como proyecto cívico. En el espacio colectivo están
comprendidos una serie de ámbitos de uso público pero de propósito
alejado de la realización de ese proyecto, y vinculado muchas veces más
bien a la sustanciación de un propósito mercantil, donde, por tanto, el uso
del espacio, directa o indirectamente, está sujeto a la correspondencia de
un contravalor económico y que ese contravalor opera mediante la
optimización del tiempo de consumo de ese espacio, un tiempo no libre,
sino sujeto a regulación y a cuantificación.
Esta condición (junto a su voluntad de banal simulación del verda-
dero escenario urbano) es la que desacredita a los centros comerciales o
malls como la encarnación del nuevo espacio público, como se ha recla-
mado en ocasiones. Pues el verdadero espacio público se corresponde
también con un “tiempo público”, un tiempo no sometido a las leyes de
la eficiencia económica, un “tiempo otro”, literalmente el tiempo opuesto
al tiempo del negocio, por lo tanto, en el esquema de organización cro-
nológico de la metrópolis, un “no-tiempo”, como el que en ocasiones
vemos reflejado en los espacios urbanos de la pintura de De Chirico.

III. LUGAR Y TIEMPO

Si recordamos el proyecto, en gran parte construido, de Le Corbusier


para el Capitolio de Chandigarh, en India, seguramente podremos
reconocer la presencia de ese no-tiempo, en la que constituye una de las
últimas realizaciones de un proyecto de espacio público de la arquitectura

In≈daga (2006) 4: 183-190


Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo \ 187

moderna, si bien, correspondiendo a una situación que ya no es la de la


ciudad contemporánea ni, por lo tanto, puede tomarse candorosamente
como modelo para la misma.
No obstante, observamos en la operación de Le Corbusier, sobre todo
en algunos de los elementos más “inútiles” (en el sentido de no-utilita-
rios, de no directa y convencionalmente “eficientes”) de su propuesta, la
voluntad de creación de un espacio verdaderamente público, esa concep-
ción de la otredad de su vivencia, y por lo tanto de su tiempo de apropia-
ción.
Junto a los edificios destinados a las funciones políticas, judiciales y
administrativas, que definen los límites de la gran plaza, la Explanade,
dentro de ésta y no en sus confines, se sitúan otros, cuyos propios nom-
bres ya definen su propósito, como la fosa de la meditación y la torre de
las sombras. Configuraciones arquitectónicas por otro lado muy precisas,
en oposición a su aparente desentendimiento de la función contingente,
en el cumplimiento del axioma de la arquitectura del espacio público:
«máxima determinación arquitectónica junto a mínima predeterminación
funcional», no como negación de la adecuación a la utilidad del espacio,
sino como afirmación del carácter de apertura y versatilidad del mismo y
de su uso en el tiempo, en una geometría espacio-temporal dinámica, li-
bre y abierta a la espontaneidad y la sorpresa, como la misma arquitec-
tura de la torre de las sombras, de una virtual geometría variable conce-
bida para cambiar con la luz y con el tiempo astronómico.
Lejos ya de la fortaleza de los fundamentos del Movimiento Mo-
derno, y alumbrada otra ciudad más compleja y pluriforme, si bien son
otras las geometrías necesarias, sí es imprescindible el restablecimiento
de la recognoscibilidad del espacio público contemporáneo, pensar sus
nuevas formas, haciéndolo emerger de entre el magma de vías y autopis-
tas y trascender de su concepción como “espacio restante”, residuo de
operaciones concebidas desde la ingeniería del tráfico, o como territorio
inconcluso y marginal de operaciones de “edificios emblemáticos”.
En el Forum 2004 de Barcelona, con todas las críticas que pueda
merecer la operación, se destaca inequívocamente la presencia y la
potencia de la geometría compleja y espacio-temporal de la gran plaza o
también explanada por encima de la hipotética belleza de algunos de sus
edificios; en su planta y en su sección son los vectores de la inestabilidad
y la indeterminación del espacio contemporáneo los que alumbran esa
geometría casi fractal, abierta también en su forma, en su búsqueda de las

In≈daga (2006) 4: 183-190


188 \ Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo

visiones del paisaje circundante; abierta incluso en la incertidumbre de


los futuros usos que la ciudad y la ciudadanía le demandarán.

IV. ESPACIO Y PAISAJE

La geometría del espacio público contemporáneo de la que hablamos


es una geometría multidimensional, o multiescalar. El espacio público
ya reúne en sí la potencia y la latencia de muchas dimensiones, vocacio-
nes y vivencias, de proyectos de vivencias individuales y colectivas y
sólo así puede constituirse en el depósito espacial y simbólico del pro-
yecto ciudadano.
La complejidad de la ciudad contemporánea refuerza esa complejidad
conceptualmente intrínseca de su espacio público posible; esta compleji-
dad de la ciudad atañe a la copresencia de sus funciones, pero también a
la simultaneidad de la percepción de sus múltiples escalas, a la super-
posición de sus diferentes tiempos. Atendiendo a esta multiplicidad
espacio-temporal, en cuanto al espacio público se refiere, si bien po-
demos encontrar en el territorio urbano espacios de lo que podríamos
llamar, “escalas discretas”, no tanto por su dimensión, sino por el ámbito
urbano al que prestan coherencia y recognoscibilidad, otros espacios
públicos, los que podemos adjetivar como de “escala metropolitana”, son
los que construyen mejor el soporte intelectivo y la imagen identificativa
de la ciudad. Son estos espacios públicos de escala metropolitana los que
pueden reunir como en un “Aleph” borgiano, el espacio del relato auto-
constitutivo de la ciudad y su proyecto cívico, y al propio tiempo, pueden
“armar”, construir y dar coherencia relativa al complejo territorio urbano
en el que se insertan.
Estos espacios reúnen, a su vez en sí mismos, una multiplicidad de
escalas referenciales, espacio-temporales, como, por citarlo de nuevo,
encontramos también en muchos cuadros de De Chirico, donde junto a
anónimos elementos cotidianos, hallamos arquitecturas de diferente uso,
categoría y grado de capacidad representacional, el vacío, como elemento
consustancial de espacio público, el paisaje lejano y, en fin, el horizonte.
Cada uno de estos elementos o componentes presentes en lo que podría-
mos llamar como Serlio, escenae, otorga una escala, una vibración, una
referencialidad distinta, un tiempo, una diversidad de tiempos, desde el
instantáneo de la rueda girando en la calzada a la visión lejana de una

In≈daga (2006) 4: 183-190


Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo \ 189

montaña, de tiempo lento, casi inmóvil, de aquel no-tiempo. Es esta pre-


sencia de lo lejano, lo lento, lo no-temporal (en los términos del crono-
grama metropolitano) lo que al espacio público le otorgan sus compo-
nentes no inmediatos, inasibles, haciéndolo saltar en su implicación ur-
bana a una escala superior. Es por lo que entendemos el paisaje, esa idea
o noción tan poco sistematizada, como una escala transversal del espacio
público de escala metropolitana.
Basta con recorrer cualquier paseo marítimo urbano para comprender
hasta qué punto ese espacio público es indisociable de sus elementos en
la profundidad de campo: el océano, la geografía de costa, el horizonte,
que son propiamente materiales de construcción de ese paseo, tanto como
las baldosas que lo pavimentan, éstas en la escala inmediata, el paisaje en
la escala transversal. Y también con la comprobación empírica se conso-
lida una hipotética regla de esa particular geometría que vincula paisaje y
espacio, y es aquella que haría corresponder a una mayor profundidad de
campo la necesidad de que esa escala transversal gravite sobre una ma-
yor acumulación de vacío, es decir: la escala del paisaje debería condi-
cionar una determinada escala del espacio libre receptor de su vivencia,
más allá de todo horror vacui.
La escala transversal del espacio público metropolitano, representada
por el paisaje, en la condición abierta consustancial a su forma de ser pe-
riférico, en aquel sentido, periferia, es la que añade a aquella composi-
ción de tiempos que coexisten en el seno de ese espacio, otra dimensión:
la dimensión de la conciencia geográfica o incluso geológica, que junto a
la conciencia histórica y el acaecer de la vicisitud contingente engranan
el mecanismo de esa máquina del tiempo colectiva que es la ciudad con-
temporánea.

BIBLIOGRAFÍA

AUGE, Marc. 1992. Los “no lugares”. Espacios de anonimato.


Barcelona: Gedisa.
HOLL, Steven. 1996. Intertwining. New Cork: Priceton Architectural
Press.
INGERSOL, Richar. 1996. «Tres tesis sobre la ciudad». Revista de
Occidente 185: 11-46. Madrid: Fundación José Ortega y Gasset.

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190 \ Juan Ramírez, Algunas consideraciones sobre el espacio contemporáneo

RAMÍREZ GUEDES, Juan. 2003. Fragmentos para una poética de la


ciudad contemporánea Granada: Proyecto Sur.
VENEZIA, Francesco. 1978. La Torre d’ombre. Venecia: Arsenale
Editrice.

Dr. Juan Ramírez Guedes. Escuela Técnica Superior de Arquitectura,


Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias).
E-mail: jrguedes@degpa.ulpgc.es

In≈daga (2006) 4: 183-190


In≈daga (2006) 4: 191-208
ISSN 1695-730X

Mª REMEDIOS ZAMORA ROSELLÓ

Perspectiva crítica de las respuestas


comunitarias ante las crisis marítimas
Critical Perspective of the EU’s Answers about the Maritime Crises

Resumen. Las políticas comunitarias en el ámbito de las crisis marítimas han


estado determinadas por las catástrofes que han acaecido en las aguas europeas.
Después de los accidentes del Erika y el Prestige, la Unión Europea estableció un
marco normativo que preveía mecanismos de protección frente a los riesgos de
accidentes y de contaminación. En este trabajo se analiza, desde una perspectiva
crítica, el contenido de esta respuesta ante las crisis, con especial atención a los
paquetes “Erika”.
Palabras clave: crisis marítimas, Unión Europea, seguridad marítima.

Abstract. EU policies about maritime crises have been determined by the


disasters which have happened in the european waters. After the Erika and
Prestige accidents, the European Union took legislative measures to establish
mechanisms designed to protect the sea against the risk of accidents and
pollution. In this work this response is analysed, in a critical perspective, with a
special attention to the “Erika” packages.
Key words: Maritime crises, European Union, maritime safety.

INTRODUCCIÓN

El 35% del transporte mundial oceánico está configurado por el trans-


porte de crudo por vía martítima, lo que representa alrededor de 1500-
1800 milllones de toneladas de crudo; a lo que hay que añadir entre 400
y 500 millones de toneladas de productos refinados (gasolina, fuel, ga-
sóleo...). El principal destino de este transporte es Europa, que necesita
unos 6.000 fletes anuales para abastecer su demanda de crudo. Asi-
mismo, las aguas europeas son paso obligatorio para las grandes rutas de
transporte de crudo y productos refinados, con destino a cualquier país
192 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

del mundo1. Por tanto, en la Unión Europea se encuentran algunos de los


puntos del planeta más sensibles de sufrir una marea negra, y este riesgo
potencial se ha materializado en numerosas ocasiones.
Las catástrofes marítimas vinculadas al transporte de hidrocarburos
han sido una constante en las aguas europeas. En el año 1967 se produce
el primero de una serie de accidentes de petroleros, que iban a marcar el
desarrollo de las políticas comunitarias. El Torrey Canyon, embarrancó
en el arrecife de Seven Stones, en la costa suroeste de Inglaterra; provo-
cando una marea negra que alcanzó las costas inglesas y francesas, tras el
vertido de unas 120.000 toneladas de crudo.
En la década de los setenta, la tragedia cubrió las costas españolas, el
12 de mayo de 1976 el petrolero Urquiola, embarrancaba en las costas de
La Coruña, vertiendo 100.000 toneladas de crudo, que anegaron las rías
gallegas. El 16 de marzo de 1978, el petrolero Amoco Cádiz, embarrancó
es las costas de la Bretaña francesa, derramándose más de 200.000 tone-
ladas de petróleo.
Con el accidente del buque Aegean Sea, las costas gallegas se inunda-
ron de petróleo nuevamente. Se derramaron 80.000 toneladas de fuel, y
se produjo una gran explosión y un incendio que causó llamas de hasta
50 metros de altura, que ennegrecieron el cielo de La Couña.

I. EL ERIKA. MEDIDAS TRAS LA CATÁSTROFE

Veintiún años más tarde del vertido del Amoco Cádiz, el 19 de


diciembre de 1999, el buque Erika se partía en dos cerca de las mismas
costas, la Bretaña francesa. Tres meses después, la Comisión presentó
una Comunicación sobre la seguridad marítima del transporte de petró-
leo, ante el Parlamento y el Consejo2. En dicha Comunicación se expone

1
El vertido de hidrocarburos desde buques a los mares y océanos de Europa. La otra cara
de las mareas negras, Informe OCEANA http://europe.oceana.org, pág. 3. En este Informe
se pone de manifiesto que las mareas negras tienen su origen no sólo en los accidentes de
los petroleros, sino también son consecuencia de la realización de operaciones rutinarias en
los buques y de vertidos ilegales, entre los más contaminantes se encuentran el lavado de
los restos de crudo depositados en los tanques, y que son arrojados al mar, y el vertido de
los residuos oleosos de las sentinas.
2
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo, de 21 de marzo de
2000, sobre la seguridad marítima del transporte de petróleo [COM (2000) 142 final - no
publicada en el Diario Oficial].

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Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 193

la complejidad del transporte marítimo de petróleo, y las deficiencias que


en la regulación de este ámbito existían en el ordenamiento comunitario.
Asimismo, se enumeran los riesgos de este tipo de transporte, y las ne-
fastas consecuencias que los accidentes de petroleros han tenido en las
costas europeas.
Las propuestas de la Comisión se centran en tres ámbitos principales:
“el refuerzo de los controles de los buques que frecuentan los puertos
comunitarios”; realizar un “control más estricto de las sociedades de cla-
sificación a las cuales los Estados miembros delegan sus poderes de
comprobación de la calidad de los buques”. Y el tercero y último, “gene-
ralizar la prohibición de los petroleros de casco único con un calendario
similar al de los Estados Unidos (2005, 2020, 2015, según el arqueo)”.
El siguiente conjunto de medidas se presentaron en la Comunicación
de la Comisión de 6 de diciembre de 2000, y entre ellas destacan tres
grupos de propuestas: “medidas destinadas a mejorar la seguridad del trá-
fico marítimo y prevenir la contaminación por buques; la mejora de los
regímenes vigentes de responsabilidad e indemnización de daños causa-
dos por la contaminación; y la creación de la Agencia Europea de Segu-
ridad Marítima”3.
Ambos grupos de propuestas se designaron con la denominación de pa-
quetes Erika I y Erika II, y se materializaron en un conjunto de Directivas y
Reglamentos que venían a suplir la deficiente regulación de la seguridad
marítima, fundamentalmente en el sector del transporte de petróleo.
En cumplimiento de uno de los objetivos propuestos por la Comisión,
se elabora el Reglamento 417/20024. Su principal fin5 es establecer un
3
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo, de 6 de diciembre de
2000, sobre un conjunto de medidas comunitarias en materia de seguridad marítima a raíz
del naufragio del petrolero Erika [COM (2000) 802 final - no publicada en el Diario
Oficial].
4
En 2001, el Comité de Protección del Medio Marino de la OMI decidió introducir un
nuevo programa de eliminación acelerada de los petroleros de casco único, en función de su
tamaño y antigüedad. A la vista de estas medidas, y teniendo presente que los Estados
miembros forman parte de este Convenio, desde la Unión Europea se adoptó la decisión de
introducir un calendario que, en función de las reglas fijadas por el Convenio MARPOL,
permitiera la eliminación de los antiguos petroleros monocascos.
El Reglamento 417/2002, del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de febrero de
2002, relativo a la introducción acelerada de normas en materia de doble casco o de diseño
equivalente para petroleros de casco único, y por el que se deroga el Reglamento 2978/94
del Consejo DO L 64, de 7 de marzo de 2002, pág. 1). Este Reglamento ha sido modificado
por el Reglamento (CE) nº 2172/2004 de la Comisión de 17 de diciembre de 2004, DO L

In≈daga (2006) 4: 191-208


194 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

marco jurídico adecuado para impedir el acceso a puertos o terminales


costeros de los Estados miembros e impedir la navegación con el pabe-
llón de un Estado miembro, a cualquier petrolero que incumpla las dispo-
siciones mínimas de seguridad6.
Las prohibiciones entrarán en vigor en 2003, con fecha límite defini-
tiva en 2015, año en el que ningún petrolero monocasco podrá arribar a
los puertos o terminales no costeros bajo jurisdicción de un Estado
miembro, ni podrá enarbolar pabellón de un Estado miembro. Asimismo,
desde 2005 para los buques que se encuentren en la categoría 1, y desde
2010 para los de categoría 2, que hayan superado el período de aniversa-
rio fijado, pero a los que se permita continuar con su actividad, les será
obligatorio cumplir el régimen de evaluación del estado de los buques
adoptado por la Resolución MEPC 94(46) de 27 de abril de 2001 en su
versión modificada por la Resolución MEPC 99(48) de 11 de octubre de
2002 y la Resolución MEPC 112(50) de 4 de diciembre de 20037.
A pesar del gran avance para la protección del medio marino que su-
pone este Reglamento, hay que tener presente las excepciones recogidas
en el mismo. No es de aplicación a los buques de guerra, unidades nava-
les auxiliares u otros buques propiedad o al servicio de un Estado, que
presten servicios gubernamentales de carácter no comercial. Para estas
embarcaciones sólo se prevé el cumplimiento del Reglamento “en la me-
dida de lo razonable y factible”, por lo que se deja libertad a los Estados
miembros en su aplicación. Esta excepción es irrazonable y contradicto-
ria con respecto al resto del articulado del propio Reglamento. Las Ad-

371 de 18 de diciembre de 2004; que incorpora al ordenamiento comunitario las


modificaciones del anexo I del Convenio MARPOL, aprobadas por el Comité de Protección
del Medio Ambiente Marino (MEPC) de la OMI a fecha de 4 de diciembre de 2003.
5
GIACCHINI, P., PASQUALI, L. Y PECCHIA, B., Evoluzione della normativa
internazionale ed europea in materia di sicurezza del trasporto in mare, STIMA, Livorno,
2004, pág. 81, estos autores consideran a propósito de la elaboración de este Reglamento:
“Considerata la dimensione mercato interno che riviste il trasporto maritimo, un’azione
comunitaria è l’unico modo per garantire lo stesso livello di sicurezza e di prevenzione
dell’inquinamento marino nei traffici delle petroliere a destinazione di, in provenienza da e
tra porti europei e ridurre nel contempo i rischi di distorsioni della concorrenza dovuti all’
applicazione di principi diversi in materia di diritti portuali e di pilotaggio”.
6
GIANETTI, M., y VANNI, L., Norme..., op.cit., pág. 38: “Lo scopo principale del
Regolamento è quello di prevedere l’introduzione accelerata delle norme di doppio scafo
adeguandosi agli emendamenti del 2002 della convenzione MARPOL 73/78”.
7
Art. 6 del Reglamento, modificado por el art. 1.2 del Reglamento (CE) nº 2172/2004 de la
Comisión de 17 de diciembre de 2004.

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 195

ministraciones de cada uno de los Estados miembros no pueden conver-


tirse en la única excepción en el cumplimiento de una norma que revela
“una gran preocupación por parte de la Comunidad”8.
En el Consejo de Ministros de Transportes, Telecomunicaciones y
Energía de la Unión Europea, celebrado en Bruselas los días 5 y 6 de di-
ciembre de 2002, se acordó por unanimidad que los petróleos pesados
(incluidos el fuel pesado, el alquitrán, el betún y los petróleos crudos pe-
sados), sólo pueden ser transportados en petroleros de doble casco; ade-
más, se insta a los Estados miembros a que se comprometan a no admitir
en sus puertos, terminales o zonas de fondeo, petroleros de casco único
que transporten esta mercancía.
Otra de las respuestas más significativas tras el desastre del Erika fue
la elaboración de la Directiva 2002/59/CE9. Mediante esta disposición se
pretende mejorar el tráfico marítimo, la respuesta de las autoridades ante
las situaciones de peligro derivadas del mismo, y la prevención y detec-
ción de la contaminación por los buques10.
La mayor parte del articulado de esta disposición hace referencia a un
conjunto de obligaciones que los Estados miembros deben cumplir para
alcanzar los objetivos propuestos; de hecho, se estima desde la propia Di-
rectiva que la eficacia de la misma dependerá “en gran medida de su es-
tricta aplicación por los Estados miembros”11. Los tres aspectos sobre
los que se centran los deberes son: la creación de las infraestructuras ne-
cesarias, la realización de inspecciones y controles periódicos y la coope-
ración con el resto de Estados miembros y con la Comisión.
Las obligaciones de los Estados miembros no sólo incluyen el control
de las aguas que se encuentran bajo su jurisdicción y el tráfico marítimo,

8
Art.2.2 del Reglamento.
9
Directiva 2002/59/CE del Parlamento y del Consejo, de 27 de junio de 2002, relativa al
establecimiento de un sistema comunitario de seguimiento y de información sobre el tráfico
marítimo y por la que se deroga la Directiva 93/75/CEE del Consejo (DO L 208, de 5 de
agosto de 2002).
10
GIANETTI, M., y VANNI, L., Norme..., op.cit., pág. 37. En esta obra se encuentran
algunas referencias a las novedades que incorpora esta Directiva, los autores consideran
que: “La direttiva in confronto alla precedente da una maggior importanza al monitoraggio
delle navi nell’area portuale en el mare, in caso di necessità e allo scambio continuo di
informazioni tra le autorità competenti di un singolo stato e tra più stati appartenenti alla
Comunità europea”.
11
Considerando 18 de la Directiva.

In≈daga (2006) 4: 191-208


196 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

sino que también comprenden las obligaciones sobre los buques que
enarbolen su pabellón.
El sistema comunitario de seguimiento y de información sobre el trá-
fico marítimo parte de los sistemas obligatorios de notificación de bu-
ques y los servicios de tráfico marítimo y de organización del tráfico, que
estaban ya funcionando.
El empleo de estos sistemas y avances tecnológicos, tiene como
finalidad que los Estados miembros puedan realizar un seguimiento
constante de los buques que se encuentran dentro del ámbito de aplica-
ción de la Directiva12; desde el mismo momento en que un buque se
adentra en una zona de notificación, sistema de identificación o de orga-
nización, es controlado por el Estado miembro competente. Este control
exhaustivo permite organizar de forma más eficaz y segura el tráfico ma-
rítimo, identificar a aquellos buques que transporten mercancías peligro-
sas o contaminantes, y facilitar las labores de lucha contra la contamina-
ción procedente de buques.
Los medios técnicos y humanos, que prevé la disposición comunita-
ria, se sitúan al servicio prioritario de la prevención e investigación de las
causas de los accidentes. De esta forma, los sistemas registradores de
datos de la travesía, se ponen a disposición de los Estados miembros
afectados por un accidente13. Asimismo, la investigación de los inciden-
tes y accidentes marítimos seguirá las reglas previstas por la OMI, y en
los supuestos en que esté involucrado un buque que enarbole pabellón de
un Estado miembro, regirán los principios de cooperación y colaboración
por parte de dicho Estado14.
Una de las novedades más destacadas que ofrece esta Directiva es el
impulso a las facultades de intervención de los Estados15. De esta forma,
la autoridad competente de cada Estado miembro ve ampliada sus posi-

12
El art. 2 de la Directiva establece que será de aplicación a los buques de un arqueo bruto
igual o superior a 300 toneladas, siempre que no se establezca otra cosa. Pero se establecen
una serie de excepciones, la Directiva no será aplicable a: “a) los buques de guerra,
unidades navales auxiliares u otros buques propiedad de un Estado miembro o que estén a
su servicio y presten servicios públicos de carácter no comercial, b) los barcos de pesca, los
buques tradicionales y las embarcaciones de recreo de una eslora inferior a 45 metros; c) los
buques cisterna de menos de 5.000 tonelada, las provisiones de a bordo y el equipo de a
bordo de los buques”.
13
Art. 10.2 de la Directiva.
14
Art. 11 de la Directiva.
15
Art. 19 y Anexo IV de la Directiva.

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 197

bilidades de control sobre aquellos buques potencialmente peligrosos,


siempre que exista un “peligro grave e inmminente que amenace su lito-
ral o intereses conexos, la seguridad de los demás buques y de sus tripu-
laciones y pasajeros, o de las personas en tierra, o proteger el medio ma-
rino”. En estos supuestos la autoridad competente podrá llegar a “restrin-
gir los movimientos del buque o imponerle un itinerario determinado”,
entre otras opciones, para eliminar o minimizar el peligro16.
Las estaciones costeras recibirán notificación desde los buques, relati-
vas a cualquier tipo de accidente o incidente que comprometa la seguri-
dad del buque, o de la navegación, o bien represente un riesgo de conta-
minación, ya sea originada por el propio buque u observada desde el
mismo. La información transmitida comprenderá las características de
posición exacta y estado del buque y de su personal, así como la natura-
leza de sus mercancías.
Estas comunicaciones permitirán a los Estados miembros adoptar las
medidas oportunas para afianzar la seguridad de las personas, la seguri-
dad marítima y la protección del medio ambiente. Asimismo, se exige la
cooperación de todos los sujetos responsables implicados en la navega-
ción del buque y sus mercancías (operador, capitán del buque y propieta-
rio de las mercancías)17.
Además del sistema ordinario de control y seguimiento al que se ven
sometidos todos los buques, desde la Directiva se realiza una mención
específica para el intercambio de información entre las estaciones coste-
ras, y sobre las actuaciones de los propios Estados (intercambio de in-
formación sobre inspecciones), en relación a las embarcaciones que se
consideren inseguras para las personas o el medio marino. Cualquier bu-

16
MEILÁN GIL, J.L. (dir.), Problemas Jurídico-Administrativos Planteados por el
Prestige, Aranzadi, Elcano (Navarra), 2005, pág. 92, a propósito de estas disposiciones,
considera que “ciertamente son medidas que están en el filo del Derecho internacional, es
decir, bordeando peligrosamente el límite de lo permitido por ese ordenamiento, que no
autoriza medidas extremas de este tipo salvo en caso de incidente o accidente en el mar.”
17
Arts. 17 y 19 de la Directiva. En el Anexo IV se incorpora un listado de medidas que
pueden tomar los Estados miembros cuando se produzca uno de los supuestos enumerados
en el art. 17. Las autoridades competentes podrán ordenar la imposición de un itinerario
determinado, dirigir al capitán, o embarcar en el propio buque un equipo de evaluación del
riesgo. Todas estas medidas son simplemente ejemplificativas, desde el Estado miembro se
podrán adoptar todas aquellas decisiones, de acuerdo con el derecho internacional, que
protejan los bienes en juego: seguridad de las personas, seguridad marítima y protección del
medio ambiente.

In≈daga (2006) 4: 191-208


198 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

que que incumpla las disposiciones de la Directiva, se encuentre involu-


crado en un incidente o accidente, se le haya denegado el acceso a puerto
en un Estado miembro, o sobre el que existan pruebas de que haya in-
cumplido el Convenio MARPOL18 en aguas comunitarias, será conside-
rado un riesgo potencial.
Desde la Directiva comunitaria se impone la obligación a los Estados
miembros de elaborar los instrumentos de planificación adecuados para
albergar buques en peligro; a la vez que se establece un plazo de control,
por parte de la Comisión, para las medidas elaboradas por los Estados
miembros19. Ante la reticencia de los Estados miembros para elaborar
mecanismos de planificación y establecer las insfraestructuras necesarias,
se tendría que prestar una mayor atención al contenido mínimo de estos
planes; de esta forma se lograrían la homogeneización y cooperación en-
tre los Estados miembros.
El intercambio de información entre los Estados permite dar una res-
puesta común en la lucha y la protección frente a estas embarcaciones
que constituyen un riesgo para la vida humana y marítima, así como para
la seguridad marítima. A pesar de que dicha colaboración es uno de los
claros objetivos de la disposición comunitaria objeto de análisis, consi-
dero que el sistema de intercambio de información no es tan eficaz y ágil
como sería exigible.
La Directiva sólo prevé el intercambio de información entre los Estados
miembros; asimismo, la circulación de información encuentra claros obstá-
culos: sólo se produce cuando un Estado estima que otro se puede ver afec-
tado, la información se transmitirá “en cuanto sea posible”, y en algunos su-
puestos se exige la previa solicitud y la existencia de razones de seguridad.
La reducción a las relaciones interestatales como vía única de informa-
ción resulta insuficiente, máxime cuando existen organismos comunitarios
(Agencia Europea de Seguridad Marítima, creada dos meses después de la

18
El art. 16, en el que se enumeran las circunstancias que llevarán a la consideración de un
buque como potencialmente peligroso, dispone una referencia expresa a los vertidos
voluntarios de hidrocarburos que se producen desde los buques, a pesar de ser una más de
las infracciones recogidas en el Convenio MARPOL. Esta significación es consecuencia de
los importantes daños ambientales que causan estos vertidos, a consecuencia de su mayor
potencial contaminante y por su cotidianeidad en las labores de limpieza o reparación de los
buques.
19
El art. 23 d) establece que “los Estados miembros y la Comisión cooperarán para la
elaboración, en su caso, de planes concertados para albergar buques en peligro”.

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Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 199

elaboración de la Directiva 2002/59/CE) especializados en estas materias,


y que disponen de los medios técnicos apropiados. Un adecuado sistema de
intercambio de datos exigiría cuatro niveles de actuación: nivel comunita-
rio, regional, interestatal y nacional. La interrelación entre los cuatro nive-
les de actuación sería indispensable; el intercambio de información permi-
tiría que el seguimiento y control del tráfico marítimo fuera más eficaz, y
las situaciones de riesgos, controladas con mayor rapidez20.
Asimismo, resulta indispensable la promoción de la extensión de este
sistema de intercambio de información a terceros países, circunstancia a
la que tampoco alude la Directiva. El régimen de intercambio de infor-
mación debe estar abierto a cualquier país que esté interesado, y que
pueda facilitar el cumplimiento de los objetivos de la Directiva, con es-
pecial atención a los países norteafricanos y de Europa del Este.
Por otro lado, el intercambio de información no puede encontrarse li-
mitado en ningún aspecto. En el momento en que cualquier Estado
miembro tenga conocimiento de cualquier circunstancia que pueda afec-
tar a la seguridad de las personas, la seguridad marítima o el medio am-
biente, deberá ponerlo en conocimiento de los Estados vecinos que se
pudieran ver afectados, para su difusión y para la aplicación de medios
que puedan quedar fuera del alcance de los propios Estados.
La comunicación a Estados que, en principio, no se encuentran en
situación de riesgo no debe entenderse como una medida superflua, ya
que facilita el envío de medios personales y materiales de apoyo, a la vez
que favorece la sensibilización de todos los Estados en esta materia.
La Directiva establece un calendario de plazos para su cumplimiento.
En febrero de 2004 todos los Estados miembros debían de haber adop-
tado todas las diposiciones necesarias para dar cumplimiento a la Direc-
tiva, e informado a la Comisión al respecto. En el año 2007, los Estados
informarán de nuevo a la Comisión sobre los avances realizados en la
aplicación. Y será a finales del año 2009 cuando acabe el plazo para con-
seguir la plena aplicación de la Directiva.
Teniendo presente que la Directiva se publicó en el Diario Oficial en
agosto de 2002, estimo que el plazo para el cumplimiento íntegro de la
misma se ha dilatado en exceso en el tiempo. Desde el Consejo y el Par-

20
El art. 23 de la Directiva incide sobre la idea de cooperación entre los Estados miembros
y la Comisión, y la necesidad de establecer un sistema telemático de intercambio de
información.

In≈daga (2006) 4: 191-208


200 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

lamento tendrían que exigirse medidas de urgencia en todos los Estados


miembros. Si estas medidas se hubieran comenzado a aplicar tras su
aprobación por las instituciones comunitarias, se habrían reducido las
consecuencias de graves accidentes marítimos en las costas europeas21.
El incumplimiento por parte de cualquier Estado miembro de esta Di-
rectiva ocasionará resultados gravosos y perjuicios no sólo para el Estado
incumplidor, si no para el resto de los países miembros, ya que el sistema
comunitario de seguimiento e información sobre el tráfico marítimo no
puede suplir la ausencia de colaboración de uno de los Estados, que
puede multiplicar los efectos de una catástrofe en el medio marino.
La Directiva 2001/105/CE22 y la Directiva 2001/106/CE23, establecen
disposiciones sobre las inspecciones, mientras que la primera de ellas
pretende eliminar las irregularidades existentes en el ámbito de las socie-
dades de clasificación; la Directiva 2001/106 se centra en las medidas
para controlar a aquellos buques con pabellón de conveniencia o de alto
riesgo, que constituyen un peligro para la seguridad marítima.
En el año 2002, se creaba la Agencia Europea de Seguridad Marí-
tima24, organismo que nace con la finalidad de otorgar coherencia y so-
porte técnico y científico a los Estados y a la propia Comisión en materia
de seguridad marítima, protección marítima, prevención de la contamina-
ción y lucha contra la contaminación causada por buques25.
Sin embargo, el marco de actuación de la Agencia no se encuentra
exento de obstáculos, las dos principales dificultades a las que tiene que
hacer frente son: alcanzar un grado adecuado de coherencia y uniformidad;
y por otro lado, mantener un nivel óptimo de seguridad y protección.
Uno de los principales fines de la Agencia es facilitar, tanto a la
Comisión como a los Estados miembros, datos objetivos sobre la seguri-

21
El accidente del buque Prestige tuvo lugar unos meses después de la publicación de la
Directiva 2002/59/CEE.
22
Directiva 2001/105/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de diciembre de 2001,
por la que se modifica la Directiva 94/57/CE del Consejo sobre reglas y estándares comunes
para las organizaciones de inspección y peritaje de buques y para las actividades correspon-
dientes de las administraciones marítimas (DO L 19, de 22 de enero de 2002, pág. 9).
23
Directiva 2001/106/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de diciembre de
2001 (DO L 19, de 22 de enero de 2002, pág. 17).
24
La Agencia Europea de Seguridad Marítima se creó mediante el Reglamento 1406/2002,
del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de junio de 2002 (DO L 208, de 5 de agosto
de 2002).
25
Art. 1, apartados 1 y 2, modificados por el Reglamento 724/2004.

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 201

dad y protección marítimas y la contaminación por los buques26. No obs-


tante, es importante poner de manifiesto que el papel de la Agencia es un
complemento a la actuación de los Estados, que son los que en última
instancia asumen la seguridad marítima. Esta posición secundaria de la
Agencia no puede convertirse en un obstáculo para la consecución de sus
fines, fundamentalmente para el logro de un nivel adecuado de seguridad
marítima; por ello, sería deseable que la Agencia aumentara de forma
paulatina su capacidad de intervención con la finalidad de que aspire a
ocupar un lugar preponderante en la adopción de decisiones en el ámbito
comunitario sobre la seguridad en el medio marítimo27.

II. EL DESASTRE DEL PRESTIGE.


UN IMPULSO A LAS POLÍTICAS COMUNITARIAS

Las políticas comunitarias propuestas tras el humdimiento del buque


Erika, habían sufrido un importante estancamiento, y con anterioridad a
que se produjera su completa materialización, se producía un nuevo ac-
cidente de un petrolero. El 19 de noviembre de 2002 el buque Prestige se
iba a pique frente a las costas gallegas, en el norte de España. El buque
transportaba una carga de 77.000 toneladas de fuelóleo pesado, la marea
negra cubrió la costa norte de la Península Ibérica, afectando a tres países
comunitarios: España, Protugal y Francia; aunque sin duda fueron las
costas españolas las más afectadas, especialmente el territorio de la Co-
munidad Autónoma de Galicia28.

26
El Reglamento 724/2004, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 31 de marzo de
2004 (DO L 129, de 29 de abril de 2004) incorpora entre los objetivos de la Agencia la
lucha contra la contaminación por los buques y la protección marina, fruto de la actividad
de la OMI y de las propias instituciones comunitarias en este ámbito, y de la necesidad de
que la Agencia brinde el adecuado apoyo técnico a los Estados en estas cuestiones.
27
MEILÁN, Problemas..., op. cit., pág. 30, se hace eco de las propuestas de mejora que han
acompañado a la Agencia desde su creación, entre ellas destacan: “la necesidad de reforzar
el funcionamiento de la Agencia con una dotación presupuestaria suficiente”, junto con la
propuesta de “incrementar la intervención de la Agencia en la consecución de objetivos de
seguridad marítima”, y la creación de un Servicio de Guardacostas Europeo, dotado de las
competencias y de los instrumentos necesarios.
28
Sobre las consecuencias económicas, sociales y ambientales del vertido del Prestige,
PRADA, A., y VÁZQUEZ, M., (coord.), Efectos económicos, sociais e ambientais da
marea negra do “Prestige”, Seminario Científico Internacional, (Santiago de Compostela,
7-8 de marzo de 2003), Consello da Cultura Galega, Santiago de Compostela, 2004.

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202 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

El 3 de diciembre de 2002, la Comisión presentaba una Comunica-


ción sobre el refuerzo de la seguridad marítima tras el naufragio del pe-
trolero Prestige29. La Comisión mostraba su preocupación por la vulnera-
bilidad de la Unión Europea ante este tipo de catástrofes, a la vez que re-
cordaba la lentitud con la que se había procedido en la adopción y puesta
en práctica de los paquetes Erika I y II.
La Comisión presenta una nueva batería de medidas para minimizar los
riesgos de nuevos accidentes. En primer lugar, solicita la aplicación acele-
rada de las medidas de los paquetes Erika I y II, a la vez que se proponen
una serie de instrucciones a los Estados miembros para que refuercen los
sistemas de inspección, y de protección a las víctimas, tras las deficiencias
que puso de manifiesto la catástrofe del Prestige. Asimismo, se presentan
una serie de medidas complementarias, que perfeccionan el régimen pre-
visto en las anteriores Comunicaciones de la Comisión, se potencia la im-
plicación de las instituciones comunitarias y de los distintos Estados miem-
bros a nivel internacional, y se prevé la cooperación con el sector petrolífero.
Por tanto, las siguientes medidas de los paquetes Erika I y II que se
incorporaron al ordenamiento jurídico comunitario 321, fueron herederas
de una nueva catástrofe, y su adopción se vio “favorecida” por el desastre
ecológico, social y económico que asoló de nuevo las costas europeas.
El Comité de seguridad marítima y prevención de la contaminación
por los buques (COSS), fue uno de los primeros organismos que entraron
en funcionamiento tras la catástrofe en las costas gallegas. Mediante el
Reglamento 2099/200230, se procede a la creación de este Comité, que
reemplazó a los cinco comités existentes en materia de seguridad marí-
tima, prevención de la contaminación por los buques y protección de las
condiciones de vida y trabajo a bordo de los buques, garantizando de esta
forma la necesaria coherencia en la aplicación de las disposiciones co-
munitarias. Asimismo, le corresponde al Comité COSS asistir a la Comi-

FUNDACIÓN ALTERNATIVAS, Libro Blanco Prestige, agosto 2003, Fundación


Alternativas-Principado de Asturias.
29
Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo sobre el refuerzo de la
seguridad marítima tras el naufragio del petrolero Prestige [COM (2002) 681 final – No
publicada en el Diario Oficial].
30
El Reglamento 2099/2002 del Parlamento Europeo y del Consejo de 5 de noviembre de
2002, por el que se crea el Comité de seguridad marítima y prevención de la contaminación
por los buques (COSS) y se modifican los reglamentos relativos a la seguridad marítima y a la
prevención de la contaminación por los buques, (DO L 324 de 29 de noviembre de 2002).

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 203

sión en todas las cuestiones de seguridad marítima y de prevención o re-


ducción de la contaminación en el ámbito de las actividades marítimas.
El tiempo transcurrido desde que fue prevista la creación de este
organismo, hasta que finalmente se materializó su nacimiento, casi veinte
años, es paradigmático de la situación de dejadez que ha sufrido el medio
marino por parte de las instituciones comunitarias. A pesar de que se en-
cuentran en gran medida identificados los déficits de la práctica comuni-
taria, y de la propia regulación, deben producirse nuevos accidentes para
que se pongan en práctica las soluciones previstas31.
Mediante el Reglamento 2099/2002, además de la creación del Comité
COSS, se pretende acelerar y facilitar la incorporación de las modificacio-
nes de los instrumentos internacionales en el ámbito marítimo. Hay que te-
ner presente que buena parte de la legislación comunitaria en materia de
medio marino es fruto de los instrumentos internacionales, que se encuen-
tran en continua evolución, por lo que era necesario dar una respuesta con-
forme a las necesidades de cambio a las que se enfrenta este sector.
Esta constante actualización de la legislación internacional lleva
aparejado un riesgo de incompatibilidad entre las enmiendas de los ins-
trumentos internacionales y la propia legislación comunitaria. Con la fi-
nalidad de impedir este conflicto, se establece un procedimiento de con-
trol de conformidad, que impedirá la aplicación de cualquier enmienda
que implique una incompatibilidad con la legislación comunitaria, o la
disminución del nivel de seguridad marítima, de la prevención de la
contaminación por los buques o de la protección de las condiciones de
vida y trabajo a bordo de los buques establecidos en el ordenamiento
comunitario. Este procedimiento paralizará la aplicación de la enmienda
por parte de los Estados miembros, mientras la Comisión y el Comité
COSS elaboren una propuesta de exclusión de la enmienda32.
Este Reglamento se complementa con la Directiva 2002/84/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo de 5 de noviembre de 200233, por la

31
Este Comité tiene su origen en la Resolución de 8 de junio de 1993, sobre una política de
seguridad marítima, mediante la que el Consejo aprobó la creación de este Comité, e instó a
la Comisión a presentar una propuesta al respecto.
32
El ejercicio de las competencias de ejecución atribuidas a la Comisión, se lleva a cabo a través
de los procedimientos establecidos en la Decisión 1999/468/CE del Consejo, de 28 de junio de
1999, en cuyo art. 5 se regula el procedimiento de reglamentación, que establece la necesaria
asistencia entre la Comisión y el Comité correspondiente (DO L 184, de 17 de julio de 1999).
33
DO L 324, de 29 de noviembre de 2002, pág. 53.

In≈daga (2006) 4: 191-208


204 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

que se modifican las Directivas relativas a la seguridad marítima y a la


prevención de la contaminación por buques. Esta norma ha sido el ins-
trumento de actualización de las Directivas vigentes tras las reformas in-
troducidas por la creación del Comité COSS y el Reglamento 2099/2002.
Otro de los aspectos sobre los que inciden las disposiciones
comunitarias elaboradas tras el Prestige, es el refuerzo de la normativa
sobre la tripulación de los buques. El factor humano es determinante para
minimizar, e incluso eliminar buena parte de los riesgos del transporte
marítimo, de ahí que desde la Unión Europea ya se elaborara la Directiva
2001/25/CE, relativa al nivel mínimo de formación de las profesiones
marítimas. Esta Directiva es modificada dos años más tarde, con la fina-
lidad de introducir nuevos preceptos que regulan un procedimiento co-
mún a todos los Estados miembros para el reconocimiento de títulos ex-
pedidos por terceros países34.
Por último, cabe señalar el Reglamento 1726/2003, de modificación
del Reglamento 417/2002, que establece una retirada acelerada de los
petroleros monocascos, como respuesta a la solicitud del propio Parla-
mento europeo ante la crisis del Prestige, para el establecimiento de me-
didas más estrictas que entren en vigor más rápidamente35.

III. EL PAQUETE ERIKA III

El 23 de noviembre de 2005, la Comisión adoptó un tercer paquete de


medidas, el paquete Erika III, sobre seguridad marítima, y con la finali-
dad de mejorar la regulación existente, y mejorar su eficacia.
Este nuevo conjunto de disposiciones incluye las siguientes propues-
tas legislativas:
34
La Directiva 2003/103/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 17 de noviembre de
2003, por la que se modifica la Directiva 2001/25/CE relativa al nivel mínimo de formación
en las profesiones marítimas.
35
Reglamento 1746/2003 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 22 de julio de 2003.,
por el que se modifica el Reglamento 417/2002 relativo a la introducción acelerada de
normas en materia de doble casco o de diseño equivalente para petroleros de casco único
(DO L 249, de 1 de octubre de 2003, pág. 1).
También existe una propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo
sobre la contaminación procedente de buques y la introducción de sanciones, incluso de
carácter penal, para los delitos de contaminación, de 5 de marzo de 2003 (COM (2003) 92
final. No publicada en el Diario Oficial).

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 205

- Propuesta de Directiva sobre Responsabilidades del Estado de Ban-


dera.
- Propuesta de Directiva para reformar el sistema existente de recono-
cimiento de Sociedades de Clasificación.
- Propuesta de Directiva sobre Control por el Estado del Puerto,
refundiendo la Directiva existente para facilitar su aplicación.
- Propuesta de modificación de la Directiva 2002/59/CE, que esta-
blece un sistema comunitario de seguimiento e información del tráfico
marítimo.
- Propuesta de Directiva que crea un sistema de investigación de acci-
dentes marítimos.
- Propuesta de Reglamento sobre Responsabilidad en el transporte de
pasajeros por mar en caso de accidente, basado en el Convenio de Ate-
nas.
- Propuesta de Directiva sobre responsabilidad civil y garantías finan-
cieras de los navieros.
Las propuestas legislativas comunitarias se agrupan en dos bloques
de acción: medidas de prevención de accidentes y de la contaminación, y
medidas de reparación tras los accidentes. En lo que respecta al primer
bloque de disposiciones, se prevé el establecimiento de cuatro controles
principiales: control por el Estado de pabellón, por las sociedades de cla-
sificación, por el Estado rector del puerto y por el propio sistema de se-
guimiento de control del tráfico.
Estos cuatro niveles de prevención ya se encuentran operativos, el pa-
quete Erika III pretende dotarlos de una mayor eficacia, sin olvidar otro
de los grandes ejes sobre los que se asientan estas nuevas disposiciones:
el apoyo a aquellos sujetos que operan en el tráfico marítimo, y que son
respetuosos con el cumplimiento de las disposiciones vigentes; creando
desde las instituciones comunitarias, un marco jurídico que permita el
desarrollo de la libre competencia, y no dificulte la eficacia del transporte
marítimo36.

36
La asociación que representa al sector naviero europeo, ECSA (European Community
Shipowners’ Associations), se ha manifestado favorable a las medidas propuestas, tras una
primera lectura de las mismas. ECSA Newsletters, nº5, 2005, pág.1: “Vice President and
Transport Commissioner Jacques Barrot attended the ECSA Board meeting held in Brussels
on 25 November. An open exchange of views took place on the Maritime Safety Package
III that had just been adopted by the Commission. ECSA expressed appreciation for the
proactive character of he Package and the respect for international rules expressed in it

In≈daga (2006) 4: 191-208


206 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

El segundo grupo de disposiciones se centran en la adopción de medi-


das de investigación y reparación de los daños, una vez que se ha produ-
cido un accidente. La propuesta de Directiva para la creación de un sis-
tema de investigación de accidentes marítimos, aspira a configurar un
marco armonizado en las investigaciones sobre los accidentes37. Desde la
Comisión se estima que la elaboración de informes técnicos indepen-
dientes tras los accidentes, y la elaboración de un conjunto de conclusio-
nes derivadas de los mismo, podría configurarse como un cuerpo básico
en la mejora de la seguridad marítima en el entorno comunitario. La difi-
cultad de los Estados miembros para realizar estas investigaciones de
forma satisfactoria, se ha puesto de manifesto tras las catástrofes del
Erika y el Prestige. De esta forma, se pretende adoptar como modelo el
sistema existente en el ámbito aeronáutico, donde desde el año 1994, se
ha extremado la eficacia en la elaboración de los análisis técnicos tras los
accidentes, con la finalidad de mejorar la seguridad del transporte aéreo.
Las dos últimas propuestas de Directivas, que se incardinan en este blo-
que, tienen como finalidad mejorar el sistema de reparación de daños y
responsabilidad tras un accidente en el sector del transporte marítimo.

IV. REFLEXIONES FINALES

La política comunitaria en el ámbito del medio marino se ha visto


condicionada por las catástrofes marítimas que han sufrido las aguas eu-
ropeas38; fundamentalmente, como se ha puesto de manifesto en la

(IMO). ECSA advised that the different proposals of this extensive package need of course
further analysis and study, whereafter the industry will come forward with detailed
comments”. (http://www.ecsa.be).
37
Libro Blanco “La política europea de transportes de cara al 2010: la hora de la verdad”,
COM (2001) 370 final, Bruselas, 12 de septiembre de 2001. El desarrollo del transporte
marítimo se prevé que esté acompañado por normas que refuerce la seguridad marítima.
Asimismo, desde el Libro Blanco se dispone que las investigaciones técnicas
independientes son la fórmula adecuada para identificar los focos de riesgo, y mejorar la
legislación comunitaria.
38
SANZ LARRUGA, F. J., “Nuevos Planteamientos Jurídicos sobre la Seguridad Marítima
en España tras el Caso Prestige”, Jornada sobre Seguridad Marítima, La Coruña, marzo de
2005: “Ha sido una constante histórica y universal que en este terreno de la seguridad
marítima y, más concretamente, en la Política y en el Derecho marítimos, se ha producido
un claro efecto de acción-reacción, por el cual, a una gran catástrofe ecológica originada
por buques petroleros han seguido –en los casos más significativos- medidas e instrumentos

In≈daga (2006) 4: 191-208


Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias… \ 207

exposición, fue la marea negra ocasionada por el Erika, el punto de in-


flexión que marcaría una mayor preocupación por el sector del transporte
marítimo, y las consecuencias de sus accidentes en el medio marino39.
Sin embargo, y a pesar de que las catástrofes de petroleros se han
sucedido de forma regular en las aguas europeas, ello no ha significado
una verdadera toma de conciencia por parte de los Estados miembros de
la necesidad de impulsar desde sus propios ordenamientos la asunción de
las directrices propuestas por las instituciones comunitarias. Por tanto, la
política comunitaria en este ámbito se ha encontrado con dos obstáculos
principales, que han favorecido la dilatación en la asunción de disposi-
ciones: de un lado, el propio funcionamiento de las instituciones comu-
nitarias, y el lapso temporal desde que la Comisión propone un conjunto
de medidas hasta que son realmente aplicables en los Estados miembros;
y la propia dejadez de los Estados miembros, y el bloqueo al que han
sometido a estas decisiones por su propia pasividad.
El último grupo de propuestas presentado por la Comisión, el Paquete
Erika III, es un fiel reflejo de otro de los graves problemas que ha mar-
cado el devenir de la política comunitaria, y que se puso de relieve desde
la introducción, la dependencia exterior de la Unión Europea para el su-
ministro de crudo, y la relevancia del transporte marítimo en este ámbito.
A lo que hay que añadir los intereses económicos europeos que dependen
de la eficacia y rapidez del tráfico marítimo40.

normativos que han mejorado la protección ambiental del medio marino, si bien, no hasta el
punto -como es palmario- de hacer desaparecer todos los riesgos”.
39
AA.VV., “¿Cómo han evolucionado los mecanismos europeos de regulación y de
seguridad marítima internacionales después de la catástrofe del “Prestige”?. Una especial
referencia a España”, II Jornadas Internacionales sobre Seguridad Marítima y Medio
Ambiente. Nuevos horizontes ante la globalización, La Coruña, 1 y 2 de diciembre de 2005:
“El marco institucional europeo relacionado con las mareas negras ha sido hasta los
accidentes de los buques Erika y Prestige bastante limitado y difuso. Limitado en la medida
que los instrumentos existentes para la regulación de las actividades marítimas mostraban
un corsé muy estrecho. El control del tráfico marítimo, el examan de las características de
los buques que llevan marcancías peligrosas, las condiciones de entrada en los puertos
europeos, el conocimiento de los operadores, o las propias responsabilidades en lo
concerniente a las indemnizaciones, son ejemplos de ese papel secundario y difuso que
adoptaron las instituciones europeas”.
40
SOBRINO HEREDIA, J., “La acción de la Unión Europea en materia de seguridad
marítima”, Revista Española de Derecho Internacional, vol. LV(2003), 1, pág. 92. Este
autor considera que la legislación comunitaria en materia de seguridad marítima “intenta
conciliar dos exigencias no fácilmente conciliables: la derivada de la necesaria protección

In≈daga (2006) 4: 191-208


208 \ Mª R. Zamora, Perspectiva crítica de las respuestas comunitarias…

Se pretende que el Paquete Erika III, se apruebe en el año 200741. Se-


ría deseable que no hubiera que esperar a una nueva catástrofe para que
se adoptaran las recomendaciones de la Comisión, y que por vez primera
se anticiparan las reformas normativas a los accidentes, sería el único
medio de establecer un sistema real y efectivo de prevención ante las ca-
tástrofes marítimas.

Lcda. Mª Remedios Zamora Roselló. Becaria de Investigación del Ministerio de


Educación y Ciencia. Área de Derecho Administrativo, Universidad de
Málaga (España).
E-mail: remedios@uma.es

del medio ambiente europeo y la procedente de la realidad de unos intercambios


económicos y comerciales que muestran como la UE es altamente dependiente del
transporte marítimo, lo que la obliga a maniobrar con una prudencia y cautela exquisita,
máxime si, como ocurre, no todos los Estados miembros coinciden ni en el calendario ni en
los objetivos”.
41
El vicepresidente de la Comisión y comisario de Transportes, Jacques Barrot, pretende
que las propuestas que conforman el Paquete Erika III, se aprueben en el 2007. Si se
cumplen estas expectativas, la Unión Europea estaría en disposición de revisar al 100% de
la flota que llegue a sus puertos en el año 2009.

In≈daga (2006) 4: 191-208


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ISSN 1695-730X

CARLOS RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ

Luces y sombras del


Tratado Constitucional Europeo*
Lights and shades of the European Constitutional Treaty

Resumen. El presente trabajo proporciona una visión de conjunto del proceso de


integración europea, centrándose en el déficit democrático de que adolece el
Tratado por el que se establece una Constitución para Europa. El artículo aborda
en profundidad el proceso constituyente en el marco de la Unión Europea.
Palabras clave: Unión Europea, Tratado Constitucional, Derecho Comunitario,
Integración Europea.
Abstract. The present work provides an overview of the European integration
process, being centered in the lack of democracy of the Treaty establishing a
Constitution for Europe. The article consider in depth the constitutional process
of the European Union.
Palabras clave: European Union, European Constitutional Treaty, EU Law,
European integration.

«No coaligar Estados, sino unir hombres»


(Jean Monnet (1988 - 1979), considerado el “padre de la Unión Europea”).

PREFACIO

Europa ha sido el proceso de realización de una idea. Nunca naciones


que durante siglos se han hecho continuamente la guerra1 han tomado la
decisión de reorientar esta energía de destrucción hacia la construcción
formal de un espacio de cooperación y solidaridad.

*
Este artículo es continuación de la conferencia «La Constitución Europea desde una óptica
canaria», pronunciada el 17 de febrero de 2005 en el Espacio Cultural La Casa (La Orotava,
Tenerife).
1
Exempli gratia, Francia ha estado en guerra permanente durante cinco siglos con todos los
estados europeos salvo Dinamarca. Alemania, por su parte, desde su unificación ha
protagonizado tres guerras totales europeas en menos de setenta años.
210 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

En el proceso de integración europea, cuando en el Acta Final de la


Conferencia Intergubernamental que aprobó el Tratado de Niza se in-
cluye la Declaración nº 23, relativa al “Futuro de Europa”, ya se estaba
preludiando una nueva reforma que debería tener en cuenta una serie de
cometidos, como los de lograr una mayor precisión de la delimitación
competencial entre la Unión Europea y los Estados miembros, el respeto
al principio de subsidiariedad, el estatuto definitivo de la Carta de los
derechos fundamentales, la simplificación y clarificación del Derecho
originario y el papel de los parlamentos nacionales en la construcción
europea.
La denominada Constitución para Europa nació en el seno de la
Convención sobre el Futuro de Europa, que pretendía, frente al
distanciamiento respecto de los ciudadanos y el oscurantismo de la
Conferencia Intergubernamental que aprobó el Tratado de Niza, un pro-
ceso plural, diáfano y de consenso. Sin embargo, podemos adelantar
desde este momento que estos objetivos no se han alcanzado.

I. HITOS EN LA CONSTRUCCIÓN EUROPEA

Sin duda, ha sido largo el proceso para llegar a gestar, en el seno de la


Unión Europea, la autodenominada Consitución.
La lista de importantes, y, a veces, tristemente célebres, figuras históri-
cas que de una manera u otra persiguieron una idea de Europa es también
prolija: Carlomagno, Carlos V, Napoleón, Metternich, Hitler... Lo mismo
podríamos decir de intelectuales y filósofos. De Rousseau a Marx, de Kant
a Leibniz, son múltiples los pensadores que han propuesto la idea de una
Comunidad europea como un objetivo político deseable a largo plazo.
El 25 de marzo de 1957 se firmaron en Roma los dos tratados que su-
pusieron la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la
Comunidad de la Energía Atómica (EURATOM)2. El Tratado de Roma
significó el triunfo de lo que se han venido en llamar las tesis "funciona-
listas", representadas esencialmente por Jean Monnet3. En 1973, tres nue-

2
Nacía así la Europa “de los seis”, constituida por Francia, Países Bajos, Bélgica. Luxem-
burgo, Italia y la República Federal Alemana.
3
Este economista francés fue el máximo impulsor de la creación de la Comunidad
Económica del Carbón y del Acero (CECA), que presidió de 1952 a 1955, habiendo sido

In≈daga (2006) 4: 209-222


Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 211

vos estados ingresaron en la CEE: Reino Unido, Dinamarca e Irlanda. La


caída de las dictaduras militares en Grecia (1974), Portugal (1974) y Es-
paña (muerte de Franco en 1975) propiciaron la adhesión de estos países.
Grecia en 1981, y España y Portugal en 1986 se convirtieron en nuevos
miembros de la CEE4.
El Acta Única Europea entró en vigor el 1 de enero de 1987 y supuso
la primera modificación de los tratados fundacionales de las Comunida-
des5. El hito fundamental en el proceso de integración europea lo consti-
tuye la firma en Maastricht del Tratado de la Unión Europea el 7 de fe-
brero de 19926. Las piedras angulares del TUE son la Unión Económica
y Monetaria (UEM) y la vocación de unidad política de la Unión7.
El 1 de enero de 1995 se producía la cuarta, y penúltima hasta el mo-
mento, ampliación de la Comunidad con la entrada de Austria, Finlandia
y Suecia.
El Tratado de Amsterdam se firmó el 2 de octubre de 1997 por los
ministros de Asuntos Exteriores de los quince. Este tratado, aun a pesar
de severas críticas, supuso un avance en el iter de la construcción euro-
pea al potenciar las instancias comunitarias e intentar desarrollar el papel
de la Europa de los ciudadanos y de la UE a escala internacional.
Tras el Tratado aprobado en el Consejo Europeo de Amsterdam, la
agenda política comunitaria estuvo marcada por dos cuestiones, a saber,
la ampliación de la Unión hacia el centro y este del continente, y la subsi-
guiente y necesaria reformulación de la unanimidad de todos los Estados
miembros por el sistema de la mayoría cualificada en la mayoría de
decisiones.
La Agenda 2000 aprobada en 1997 y una Conferencia Interguberna-
mental (CIG) allanaron el camino a la Cumbre de Niza.

creada previamente por el Tratado de París firmado el 18 de abril de 1951, convirtiendo en


realidad el Plan Schuman de 1950.
4
Vid. MANGAS MARTÍN, A., Tratado de la Unión Europea. Tratados constitutivos de las
Comunidades Europeas y otros actos básicos de Derecho Comunitario. Madrid: Tecnos, 2001.
5
JACQUE, J. P., «L´Acte Unique Européen». Revue Trimestrelle de Droit Européen (1986)
4: 575-611.
6
El Tratado de Maastricht consagra oficialmente el nombre de "Unión Europea" que en
adelante sustituirá al de Comunidad Europea. Vid. DEHOUSEE, R., Europe after Maastricht.
An ever closer Union? Munich: C.H. Beck, 1994.
7
Se produjo un fortalecimiento de la cooperación intergubernamental con la Política
Exterior y de Seguridad Común (PESC) y de justicia y asuntos de interior con el Acuerdo
de Schengen.

In≈daga (2006) 4: 209-222


212 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

II. EL PROCESO CONSTITUYENTE EUROPEO:


LA HOJA DE RUTA DE NIZA A LAEKEN

El proceso Constituyente Europeo se inició formalmente con la


Declaración de Laeken el 15 de diciembre de 2001, que instituyó la lla-
mada Convención Sobre el Futuro de Europa. Sin embargo, es necesario
retroceder hasta Niza para tener conciencia de todo el proceso.
La CIG se abrió formalmente en enero de 2000. El Tratado fue fir-
mado en la Cumbre de Niza por los Jefes de Estado y de Gobierno de los
Estados miembros el 26 de febrero de 20018. La difícil situación previa a
la Cumbre condicionó el contenido del Tratado de Niza que puede califi-
carse como un “acuerdo de mínimos” y equilibrio de poderes que resulta
a todas luces insuficiente para abordar la compleja arquitectura
institucional de la Unión9.
Así las cosas, el punto 7 de la “Declaración 23 relativa al futuro de la
Unión”, anexa al Tratado de Niza, ya preveía la convocatoria de una
nueva CIG para atar los cabos sueltos, dejando la puerta abierta al pro-
ceso de revisión del Tratado.
Durante el período post-Niza, en diciembre del 2001 el Consejo de
la Unión reunido en Laeken adoptó una Declaración sobre el futuro de
la Unión Europea, conocida como la Declaración de Laeken. Así, el
Consejo Europeo de Laeken, en base al artículo 48 TUE, nombró al Sr.
Giscard d´Estaign10 presidente de la Convención sobre el futuro de
Europa.
El mandato otorgado a la Convención no era el de preparar un pro-
yecto de Tratado de revisión, sino el de elaborar un documento que
sintetizara propuestas y reflexiones para el futuro inmediata de la
organización comunitaria. La Convención comenzó sus trabajos en fe-
brero del 2002 que se prolongaron hasta julio del 2003. Tras arduos y lar-
gos debates, el foro presidido por el ex presidente francés presentó un
proyecto de Tratado constitucional europeo.

8
DO C80, de 10 de marzo de 2001.
9
OLESTI RAYO, A., «Las modificaciones institucionales en el Tratado de Niza». Boletín
Europeo de la Universidad de La Rioja (2001) 7-8: 14-26.
10
Ex presidente de la República francesa, amén de un centenar de representantes del
Parlamento Europeo, los Gobiernos, la Comisión y los Parlamentos estatales; también en el
caso de los 12 países candidatos a la adhesión.

In≈daga (2006) 4: 209-222


Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 213

Posteriormente, se firmó el Tratado de adhesión de Atenas el 16 de


abril de 200311, convirtiéndose los diez nuevos estados en miembros de
pleno derecho de la Unión el 1 de mayo de 2004.
Finalmente, el 19 de junio del 2004, tras tensas y largas negociacio-
nes, los líderes europeos alcanzaron el consenso sobre el Tratado que
establece una Constitución para Europa. El 30 de octubre12 los líderes
europeos firmaron solemnemente el Tratado Constitucional Europeo (en
adelante, TCE).
Desde nuestro punto de vista, la Convención no electa de 105 miem-
bros asumió unas funciones constituyentes que no le fueron asignadas en
la propia Declaración de Laeken. Por tanto, ni el propio proceso constitu-
yente ni los antecedentes al mismo gozan de pulcritud democrática, y se
produjo una quiebra de la legitimación política de la UE.

Breve referencia al Proceso Constituyente Venezolano

En diciembre de 1998 Hugo Chávez Frías ganó la presidencia de


la República Bolivariana de Venezuela con un 56% de los votos, y en
febrero de 1999, el mismo día de asumir la presidencia, prometió
realizar una Asamblea Constituyente para redactar una nueva
Constitución13.
El proceso para elegir los miembros de la Asamblea Nacional
Constituyente fue otra demostración de transparencia, ya que muchos
dirigentes obreros, profesores universitarios y ciudadanos independientes
recogieron las firmas necesarias para presentarse como candidatos a ser
“constituyentes”14.

11
DO L236, de 23 de septiembre de 2003 y DO C227E, de 23 de septiembre de 2003.
Finalmente, la adhesión de Bulgaria y Rumanía quedó postergada.
12
En la misma sala del Capitolio romano donde se firmó el Tratado de Roma en 1957.
13
Decreto Presidencial Nº 3, de 2 de febrero de 1999, por el que se convocó un referéndum
consultivo para que el pueblo se manifestara en relación a si estaba de acuerdo con una
nueva Asamblea Constituyente. Esa consulta se saldó el 25 de abril con un resultado
abrumador, 90% a favor.
14
La ANC fue elegida el 25 de julio de 1999 iniciando sus trabajos el 15 de agosto. Este
proceso de discusión, consultas, participación y consenso penetró en todos los ámbitos del
país, hubo propuestas de sectores muy diversos como son los empresarios, obreros,
estudiantes, indígenas, campesinos, etc. todos a través de organizaciones, agrupaciones,
sindicatos, colegios, universidades, etc.

In≈daga (2006) 4: 209-222


214 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

Una vez concluida esta histórica misión de elaborar una nueva carta
magna para Venezuela, la Asamblea Nacional Constituyente consultó a
la población venezolana a través de un plebiscito la aprobación de este
proyecto el 15 de diciembre de 1999. El resultado fue 71,19% de aproba-
ción y una abstención del 53%15. La Constitución Bolivariana fue publi-
cada en la Gaceta Oficial el 30 de diciembre de 1999.
De esta manera el pueblo venezolano fue un directo actor en las
decisiones del país y por primera vez en la historia venezolana16 que una
constitución fuese sometida a la aprobación de sus principales interesa-
dos, una especie de nuevo contrato social diría el francés Jean-Jacques
Rousseau.
Entre las principales novedades de este sui generis proceso destaca-
mos: El respeto a los derechos humanos, la integración regional y el
fenómeno globalizador, la democracia participativa, la adopción de la do-
ble nacionalidad; la protección de las empresas básicas del Estado contra
cualquier intento de privatización; y para mayor participación de la
población en el quehacer nacional o internacional del Estado se estable-
ció las figuras del referendum consultivo y revocatorio17; así como tam-
bién la creación de nuevas instituciones públicas para la administración
del poder público en Venezuela.
Así las cosas, y aun a pesar de la denostada imagen que la mayoría
de medios de comunicación nos dan del proceso que se vive en el país
hermano, lo cierto es que la Constitución Bolivariana es considerada
como una de las más avanzadas del mundo por su carácter democrático,
derivando el poder constituyente en estado puro de la soberanía
popular.

15
El Nacional, edición del 16 de diciembre de 1999.
16
BAUTISTA URBANEJA, D., La Política Venezolana desde 1958 hasta Nuestros Días.
Caracas: Centro Gumila, 1997.
17
Previsto en el artículo 73 de la Constitución Bolivariana, tras cuya aprobación en 1999,
Venezuela se convirtió en el único país de América Latina en el cual los ciudadanos,
cumpliendo determinados requisitos, tienen la facultad de revocar el mandato de cualquiera
de sus funcionarios públicos electos, incluyendo al presidente. A este derecho
constitucional se le denominó como referendum revocatorio, y ya fue ejercido por el pueblo
venezolano el 15 de agostro de 2004 siendo su resultado negativo y permaneciendo Hugo
Chávez en el poder.

In≈daga (2006) 4: 209-222


Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 215

III. LA CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES


DE LA UNIÓN EUROPEA: EL NECESARIO PASO
DEL SOFT LAW AL HARD LAW

El elemento dogmático del TCE se encuentra recogido en la parte II


del mismo, donde se ha incorporado la Carta de Derechos Fundamentales
que fue aprobada en la cumbre de Niza18.
La Carta consta de un preámbulo y 54 artículos recogidos en cinco
grandes capítulos (dignidad, libertades, igualdad, solidaridad y
justicia).
Esta Carta vendría a "comunitarizar" los principios generales expresa-
dos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), aprobado
en 1950 en el marco del Consejo de Europa, y a reflejar la práctica del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea19. La Carta, por tanto, no otorga
derechos nuevos a los ciudadanos europeos, aunque algunos son nuevos
en el sentido de que responden a inquietudes resultado de la evolución de
la ciencia y la sociedad, como pueden ser las nuevas tecnologías o la
biotecnología20.
Sin embargo, debemos subrayar que el Título VII ha limitado la
aplicación de la Carta, debido a la presión ejercida por el gobierno Blair,
al exigirse una interpretación conforme a las tradiciones constitucionales
de los Estados miembros, sin exigir una aplicación plena y universal de
la Carta reforzando así la primacía del Derecho comunitario.
Aun con todo ello, a día de hoy la Carta es un simple documento
sin carácter jurídicamente vinculante, una Carta meramente proclamada
ante la opinión pública europea, hasta que se constitucionalize
adquiriendo valor jurídico y entrando a formar parte del acervo
comunitario.

18
DO 364, de 18 de diciembre de 2000.
19
ROLDÁN BARBERO, J., «La Carta de Derechos Fundamentales de la UE: Su estatuto
constitucional». Revista de Derecho Comunitario Europeo (2003) 16: 943-991.
20
Bioética, protección de datos, etc.

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216 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

IV. CRÍTICAS AL TRATADO CONSTITUCIONAL EUROPEO:


EL DÉFICIT DEMOCRÁTICO IUSCOMUNITARIO

«Nuestra Constitución... se llama democracia


porque el poder no está en manos de unos pocos
sino de la mayoría»
(Ticiades, Historia de la guerra del Peloponeso, lib. II, cap. 37).

Las negociaciones para la consecución de este Tratado Constitucio-


nal han continuado basándose en los tiras y aflojas entre los gobiernos y
los estados, sin que hubiera ni participación popular, ni información
suficiente y transparente. El papel del Parlamento Europeo, único ór-
gano comunitario elegido por el pueblo, no ha sido suficientemente
potenciado. El texto del tratado sigue siendo bastante complejo –consta
de 448 artículos–, y no es fácilmente inteligible ni para los ciudadanos,
ni, incluso, para los agentes jurídicos, económicos y políticos que debe-
rían intervenir siguiendo sus normas.
En este sentido, el alejamiento existente entre la dinámica institucio-
nal comunitaria y la opinión pública europea es innegable, y la creciente
desconfianza de los ciudadanos europeos por el déficit democrático de la
UE es palpable.
El TCE en ningún caso se podría considerar una Constitución de
nueva generación, dado que, desde nuestro punto de vista, no garantiza
el amplio abanico de libertades políticas de democracia directa, se pro-
duce una honda desconexión entre poder constituyente y soberanía
popular, evidencia su carácter militarista21, se blinda la revisión del
TCE exigiendo unanimidad de los Estados miembros y los procesos de
iniciativa popular se dirigen a la Comisión y no al Parlamento, que es
quien detenta el poder legislativo. Por tanto, el TCE, aunque rebosante
de derechos civiles y libertades públicas, responde al modelo

21
El art. I-41 establece que «la Unión respetará las obligaciones derivadas del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN), que seguirá siendo el fundamento de su defensa colectiva». Esta
pretendida Constitución avala la guerra preventiva y fomenta el militarismo al crear una
Agencia Europea de Armamento, Investigación y Capacidades Militares, que obliga a los
Estados miembros a incrementar su gasto militar y que apuesta por la cooperación con la
OTAN.

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Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 217

constitucional de la democracia liberal22 y está vacío de libertades


políticas.

V. LA POSICIÓN CONSTITUCIONAL
DE LAS NACIONALIDADES Y RUP: NULA PARTICIPACIÓN
DE LAS ENTIDADES SUBESTATALES EN EL PROCESO

La Constitución Europea, estaba previsto, que se aprobase casi


simultáneamente a la ampliación de la Unión en 10 nuevos miembros,
muchos de los cuales como Letonia, Estonia, Lituania, Chequia, Eslova-
quia y Eslovenia acaban de nacer como Estados independientes con un
territorio, una población y un desarrollo económico similar o más pe-
queño que el de Cataluña, Euskadi, Galicia, Flandes, Escocia o Canarias.
La inevitable comparación añade así razones nuevas al derecho que éstas
y otras nacionalidades reclaman en Europa.
Entendemos que se ha limitado la Europa de las Regiones23 pues se
afirma en el TCE24 que la Unión «respetará las funciones esenciales del
Estado, en particular las que tienen por objeto garantizar su integridad
territorial, mantener el orden público y salvaguardar la seguridad inte-
rior».
En este sentido, disentimos de Javier Roldán Barbero25 y considera-
mos necesario regular en ámbito comunitario, y de conformidad con la
Carta de Naciones Unidas, el derecho de secesión o de autodetermina-
ción de los pueblos y naciones sin estado de Europa estableciendo un
procedimiento formal para el desarrollo de esta libertad política26.

22
El TCE habla de «economía social de mercado altamente competitiva» (art. I-3) y
menciona el concepto “competitividad” nada más y nada menos que en 27 ocasiones.
23
ENGUIDANOS WEYLER, A., «Las regiones y la Constitución Europea». Cuadernos de
integración Europea (2005) 1: 28-44. Valencia.
24
Artículo I.5.1.
25
Insigne Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Almería. Vid.
ROLDÁN BARBERO, J., «El Derecho internacional y el Tratado Constitucional Europeo».
Revista Electrónica de Estudios Internacionales (2004) 8.
26
Llama la atención que en la primera versión del proyecto se hiciera referencia a la
«voluntad de los pueblos» y al modelo de «relación federal», pero ese reconocimiento
implícito de las nacionalidades quedó posteriormente anulado por el veto que ejercieron los
Estados centralistas de la Unión: España, Francia e Inglaterra, precisamente aquellos que
tienen cuestiones nacionales pendientes en su interior.

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218 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

VI. EL COMPLEJO PROCESO DE RATIFICACIÓN POR LOS


ESTADOS MIEMBROS: EL REFERENDUM PANEUROPEO,
UNA OPORTUNIDAD PERDIDA

« Creo que la organización de Europa tiene que surgir de Europa misma


Considero que el inicio debería producirse mediante
un referéndum de todos los europeos libres»
(Charles de Gaulle, 1949)27

Al mismo tiempo que la Declaración de Laeken reconocía la necesi-


dad de acercar Europa al pueblo, si el TCE hubiera pretendido tener
legitimidad democrática real, se hubiera convocado a los ciudadanos de
la Unión a un referéndum paneuropeo. Sin embargo, aun reconociendo
las dificultades legales debidas a la coexistencia de 25 ordenamientos
jurídicos internos y la complejidad de una consulta a 450 millones de
personas, entendemos como una oportunidad perdida la no realización de
esta votación.
Decaía así la propuesta de diversas ONG´s europeas28 a la Conven-
ción de lograr un referéndum paneuropeo de ratificación constitucional,
junto a otros mecanismos de democracia directa como la petición legisla-
tiva de ciudadanos europeos y la iniciativa legislativa de ciudadanos
europeos, avaladas ambas propuestas por miles de firmas en su favor.
Por otro lado, el peligro de que se produzca un “efecto dominó”, ante
la caída en el “no” de un Estado miembro que en el marco del requisito
de la unanimidad daría lugar a la imposibilidad de aprobar la Constitu-
ción Europea, ha marcado el devenir último de la Unión. Recordemos, en
este punto, el fracaso del referendum danés sobre el Tratado de Maas-
tricht29 o el referendum irlandés sobre el Tratado de Niza, o los referen-
dos sobre la adopción del euro en Dinamarca o en Suecia.

27
Análogamente, Altiero Spinelli propuso, en 1984, la creación de una Constitución de la
UE, la cual tendría que ser ratificada por el pueblo mediante un referendum.
28
Inter alia, el Instituto por la Iniciativa y el Referéndum Europa (IRI Europe) y Mehr
Demokratie.
29
Aunque el resultado negativo en Dinamarca se produjo por una escasa diferencia de
50.000 votos, la Unión le concedió un protocolo especial de adhesión (una cláusula de
exclusión en determinadas materias denominada opting out). Posteriormente, el 20 de mayo
de 1993, el pueblo danés aprobó en referéndum este acuerdo con un 53.8% de votos
favorables.

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Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 219

En estos momentos, estamos en un período de reflexión, en un im-


passe de claro estancamiento en los procesos de ratificación estatales, y
las instancias comunitarias no han sabido dar respuesta a este imprevisto
escenario que las negativas francesa y holandesa han provocado.

VII. REFLEXIONES MÁS ALLÁ DEL SÍ Y DEL NO:


DE CONSTITUTIONE FERENDA

El motivo de estas líneas finales es plantear unas reflexiones sobre el


futuro de la Unión Europea, una vez que el Tratado por el cual se esta-
blece una Constitución para Europa difícilmente podrá entrar en vigor. El
resultado negativo del referéndum celebrado en Francia ha comportado
una serie de dudas sobre la viabilidad del proceso de integración europea.
La alta participación del electorado francés (un 70%), la rotundidad del
resultado (un 54% de los votantes en contra), el intenso debate producido
en los meses previos, son elementos que apuntan a que la decisión ha
sido meditada. A ello se unió, unos días después, el rechazo claro al Tra-
tado constitucional en el referéndum en los Países Bajos, con un 60% de
votantes en contra y una participación superior al 60%, a la que continúo
la suspensión del procedimiento de manifestación del consentimiento en
varios Estados miembros; todo ello contrarrestado simbólicamente por la
votación positiva en el referéndum de 28 de junio celebrado en Luxem-
burgo.
En medio, una Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de
los Estados miembros, de 18 de junio de 2005, que expresa la ausencia
de una posición política común. Así, se toma nota de los referendos
celebrados en Francia y Países Bajos; se conviene que el calendario de
ratificación en los Estados miembros se adapte “en caso necesario, a la
luz de estos acontecimientos y en función de las circunstancias en dichos
Estados miembros” y se abre un período de reflexión hasta el primer
semestre del año 2006, que se esta aprovechando para hacer posible un
amplio debate a los efectos de examinar las preocupaciones y las
inquietudes expresadas por los ciudadanos…30 Junto a ello, y para contri-
30
Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros de la Unión
Europea sobre la ratificación del Tratado por el que se establece una Constitución para
Europa (Consejo Europeo de los días 16 y 17 de junio de 2005), en D/05/3 de 18 de junio
de 2005.

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220 \ Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo

buir a este clima enrarecido se ha unido la falta de acuerdo sobre las


perspectivas financieras para el período 2007-2013.
En resumen, en el momento de escribir estas líneas, 14 Estados
miembros han ratificado el Tratado31, dos lo han rechazado explícita-
mente32 y en varios parece que el proceso de ratificación se ha suspen-
dido33.
La importancia de la negativa francesa, que ha iniciado esta senda
pesimista, recae en la significación que para el proceso de integración
europea tiene el denominado eje franco-alemán, pues el proceso de
construcción europea nace con la finalidad de crear un espacio de seguri-
dad y paz en Europa. Tomando como base la reconciliación entre Francia
y Alemania, se pone en marcha una experiencia nueva que inicialmente
engloba una serie de Estados que reúnen determinadas características.
Desde este inicio, la participación de estos dos países ha sido requerida
en cada uno de los hitos del proceso de integración europea, cada paso
realizado en la profundización y el fortalecimiento de la Unión europea
ha requerido la implicación de los dos Estados.
La razones de este rechazo pueden ser múltiples: la inseguridad
económica y social ante la adhesión de los nuevos Estados miembros, el
miedo a una hipotética pérdida de identidad nacional, la reacción domés-
tica contra la propia clase política o la lejanía de la Unión respecto al
ciudadano. En este sentido, un 53% de los ciudadanos comunitarios cree
que su voz no cuenta en la Unión Europea34.
Después de cincuenta años de integración europea, con una Unión a
Veinticinco, con 450 millones de habitantes, y un nivel de paz, estabili-
dad, y prosperidad impensables hace sólo unos años, la sensación del que
debería ser el principal beneficiario de la Unión, el ciudadano, es que no
participa directamente en el proyecto de integración35.
La reciente cumbre europea, la puesta en tela de juicio de la política
económica de la UE, sobre todo en sus aspectos agrarios, la posición
británica y holandesa en defensa de una reducción significativa de sus

31
Lituania, Hungría, Eslovenia, España, Italia, Grecia, Eslovaquia, Austria, Alemania,
Letonia, Bélgica, Chipre, Luxemburgo y Malta
32
Francia y Países Bajos.
33
República Checa, Irlanda, Polonia, Dinamarca o Reino Unido.
34
Eurobarómetro 63, julio de 2005, p. 37.
35
JIMENA QUESADA, L., «La participación ciudadana en la Constitución Europea».
Cuadernos de integración Europea (2005) 1: 95-106. Valencia.

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Carlos Rodríguez, Luces y sombras del Tratado Constitucional Europeo \ 221

aportaciones, la abierta crítica a la PAC, el freno al proceso de entrada de


Turquía36 y el reconocimiento “entre líneas” de la práctica imposibilidad
de sacar adelante el Tratado Constitucional Europeo han puesto de mani-
fiesto la graves contradicciones que subyacen en el denominado proyecto
de construcción europea, así como la falta de un proyecto claro sobre lo
que en realidad debe ser el espacio europeo.

BIBLIOGRAFÍA

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ROLDÁN BARBERO, J. 2004. «El Derecho internacional y el Tratado
Constitucional Europeo». Revista Electrónica de Estudios Internaciona-
les 8.
36
Vid. La propuesta de “Asociación Privilegiada” planteada por el Partido Demócrata
Cristiano alemán (CDU). Documento de la CDU «Europapolitik: die CDU ist die
Europapartei Deutschlands», p. 14, en <http://www.cdu.de/politikaz/europa.php>.

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Lcdo. Carlos Rodríguez Domínguez. Facultad de Derecho, Universidad de La


Laguna, Campus de Guajara, 38201 La Laguna, Tenerife (Islas Canarias).
E-mail: carlosrodriguez@ull.es

In≈daga (2006) 4: 209-222


In≈daga (2006) 4: 223-242
ISSN 1695-730X

SHEILA DELANY

La priora de Chaucer,
los judíos y los musulmanes
Chaucer’s Prioress, the Jews, and the Muslims

Traducido del inglés por Rebeca Cubas Peña [rcubas@ull.es] a


partir de la version publicada en Medieval Encounters 5 (1999),
reimpresa en la colección editada por la autora bajo el título
Chaucer and the Jews: Sources, Contexts, Meanings (Routledge,
2002), que amablemente nos ha cedido para la presente edición.
De esta manera, la revista In≈daga desea sumarse al homenaje
que recibe la profesora Delany en el año de su jubilación, uno de
cuyos hitos más destacados será la publicación de un libro en su
honor, coordinado por la Dra. Lynn Arner (Universidad de
Pittsburgh), que reunirá un compendio de sus artículos y una
bibliografía comprehensiva de su trabajo.

Resumen. El artículo examina, a través de un método literal e historicista, algu-


nos aspectos del escenario “asiático” de “El Cuento de la Priora” de Chaucer*.
Éste refleja que el cuento pretendía mostrar judíos reales, que no figurados, y que
Chaucer tuvo la oportunidad de conocerlos fuera de Inglaterra (país que había
expulsado a los suyos en 1290). También refleja que “Asia” en tiempos de Chau-
cer se encontraba bajo control islámico y Europa bajo su amenaza; y que, ade-
más, a los judíos se les consideraba, con frecuencia, aliados de los musulmanes o,
incluso, se les intercambiaba por ellos. El artículo contempla algunos estudios re-
cientes sobre el cuento y finaliza aportando alternativas interpretativas desarro-
lladas a partir de una lectura literal e historicista.

Versiones de este artículo se presentaron en dos ocasiones en Nueva York: en el grupo de


debate de Robert Hanning, en la Universidad de Columbia, y en las conferencias anuales de
R. H. Robbins, en el New York Medieval Club, en 1998. Agradezco los comentarios de los
allí presentes, especialmente los de Chris Baswell, Peter Travis y Sylvia Tomasch.
*
Uno de los relatos de su famoso libro Los Cuentos de Canterbury. La edición empleada
para traducir fragmentos de esta obra es: G. Chaucer, Cuentos de Canterbury. Madrid:
Cátedra, 2001. [N. de la T.].

HOMENAJE ≈ HONORING
224 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

Abstract. This paper explores some implications of the “Asia” setting of


Chaucer’s Prioress’s Tale. Its method is literal and historicist. Its argument is
that the tale is meant to present real, not figurative, Jews; that Chaucer had
opportunity to meet and know about Jews outside of England (which had
expelled its Jews in 1290); that “Asia” in Chaucer’s day was under Islamic
control and Europe was threatened by Islamic invasion; that Jews were often
viewed as allied with, or even interchangeable with, Muslims. The paper
considers some recent scholarship on the tale and ends with interpretive options
that follow from a literal historicist reading.

De camino a Canterbury, la priora de Chaucer, Madame Eglantine,


relata un cuento espeluznante. Esta monja, de nombre romántico y exqui-
sitas formas, narra la historia del tormento y asesinato de un grupo de ju-
díos a manos de cristianos, en represalia por su presunta complicidad en
el asesinato de un niño cristiano. Se ha escrito mucho sobre este relato,
pero pocos estudiosos han tratado el peculiar detalle del marco geográ-
fico. El primer verso del cuento sitúa los hechos «en Asia, en una gran
ciudad», y es este escenario el que analizaré para ver qué ideas nos puede
aportar sobre un poema de la Baja Edad Media que tanto da que pensar.
Para empezar: ¿dónde está “Asia” para Chaucer? De acuerdo con el
Gazeteer de Magoun, podría referirse a Lidia o Asia Menor –las zonas
que actualmente conocemos como Turquía, Siria, Irán e Iraq– y Asia
Menor se distinguiría de Asia Mayor1. Sin embargo, en otras fuentes no
existe tal distinción, sino una división tripartita del mundo conocido en
Europa, Asia y África. Evidentemente, Chaucer aceptó este sentido más
amplio de “Asia”, teniendo en cuenta que sólo hace uso de esta palabra
en el presente relato y en otra obra en la que habla de “En África, Europa
y Asia”2. Así que es muy probable que “Asia” para Chaucer incluyera la
vasta extensión de Asia Central, junto con Turquía y las regiones árabes.
Además de ser una palabra inusual en Chaucer, su escenario asiático
es único entre las 33 versiones existentes de la historia, localizadas éstas
en distintas ciudades europeas: Carcasona, París, Toledo o Lincoln3*.

1
F. P. Magoun, A Chaucer Gazetteer. Chicago: University of Chicago Press, 1961.
2
La Casa de la Fama. Libro III, verso 249.
3
Otros milagros marianos, no relacionados con el “Cuento de la Priora”, suceden en
diferentes lugares “asiáticos” y europeos. De hecho, se localizan tantas veces en Europa,
que el escenario “exótico” o del Este no puede considerarse una convención del género, tal

In≈daga (2006) 4: 223-242


Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 225

Chaucer es el único que ubica el cuento en Asia. Obviamente, fue una


decisión deliberada del autor, y yo diría que esta opción jugó un papel
importante para el poeta a la hora de construir su significado. He ex-
puesto en otro sitio que la dialéctica Este-Oeste en La Leyenda de las
Buenas Mujeres permitió a Chaucer presentar una moral sexo-geográfica
en el poema, y podríamos aducir una dinámica similar en el “Cuento del
Magistrado”4. Está claro que el sexo no es el tema principal en el
“Cuento de la Priora”, sin embargo la geografía política sí lo es, ya que a
finales del siglo XIV prácticamente toda el “Asia” de Chaucer estaba
bajo dominación islámica. A pesar de los pioneros esfuerzos de estudio-
sas como Dorothée Metlitzki y María Menocal, los eurocentristas y cris-
tianocéntricos medievalistas todavía ignoran con demasiada frecuencia la
inmensa presencia cultural y física del Islam tanto en Europa como en
sus alrededores5. Lo mismo puede decirse, por supuesto, de la presencia
judía, aunque ésta sea más escasa. Otra historia que está muy relacionada
con la anterior.
Por lo tanto, este artículo podría servir como un pequeño intento de
restablecer el equilibrio a favor de la historia, y de un tipo de historia en
particular. André Gunder-Frank observa que «muy pocos escriben histo-
ria internacional y casi nadie escribe historia mundial»6. El tipo de
historicismo que quiero aplicar aquí es internacional, basado en lo que
Gunder-Frank llama «la historia mundial del sistema». Especifico con el
propósito de distinguir éste de otros historicismos más provincianos o
falsos que han surgido, en ocasiones, en los estudios medievales.

y como algunos críticos han afirmado. Dentro de los escenarios del Este encontramos
Bizancio, Cesarea, la Baja Armenia, Alejandría, Lod y Jerusalén; y de los europeos,
Bourges, Roma, Pisa, Hungría, Toledo, Inglaterra, Lincoln, Cluny, Chartres, St. Ouen,
Cambray, Orleáns, Reims y Dinamarca. Ver, por ejemplo, Evelyn Faye Wilson (ed.), The
Stella Maris of John of Garland. Cambridge, Mass.: Wellesley College y Medieval
Academy of Ámerica, 1946.
*
Carcasona es una región francesa y Lincoln, una ciudad inglesa. [N. de la T.].
4
Ver mi The Naked Text. Chaucer’s Legend of Good Women. Berkeley y Los Ángeles:
University of California Press, pp. 164-186; «Womanliness in the Man of Law’s Tale», en
S. Delany, Writing Woman, Nueva York: Schocken, 1983; «’Loi’ and ‘Foi’ in the Man of
Law’s Introduction, Prologue and Tale», Mediaevalia 8 (1985 y 1982): 135-149.
5
Ver María Menocal, The Arabic Role in Medieval Literary History: A Forgotten Heritage.
Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1987, y Dorothée Metlitzki, The Matter of
Araby in Medieval England. New Haven: Yale University Press, 1977.
6
André Gunder-Frank, The Centrality of Central Asia. Amsterdam: VU University Press,
1992, 2 (en cursiva en el original).

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226 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

No es del todo cierto que no se haya tratado el escenario asiático del


“Cuento de la Priora”. En 1964, Sherman Hawkins escribió un análisis
exegético del poema, del cual afirmó:
pertenece al mundo de lo alegórico y lo sobrenatural más que al
mundo de la realidad literal. El mismo escenario en la lejana Asia si-
túa la acción a medio camino entre la Inglaterra del siglo XIV y los
sucesos milagrosos de la historia bíblica7.

Por consiguiente, Hawkins interpretó a los judíos de forma figurada,


no como seres reales; ellos representan el “enemigo” ideológico o al-
guien de cualquier religión «cuya sabiduría no tiene fe» (p. 606). Su ma-
tanza a manos de cristianos representa el triunfo de la espiritualidad so-
bre la mera historicidad o literalidad. Es una victoria impuesta sobre una
forma “judía” de leer –una forma literal–, que nosotros los modernos se-
guramente no queramos repetir al leer las Escrituras o la narrativa chau-
ceriana8. Bajo esta interpretación encontramos judíos figurados, cristia-
nos figurados y, evidentemente, un Asia figurada. Tal y como Daniel
Boyarin ha observado: «Una consecuencia de… la adopción pospaulina
cristiana de las nociones dualistas fue la de alegorizar la realidad de Is-
rael alejándose de su existencia corpórea»9.
Veinticinco años más tarde, en un artículo complejo y atrevido publi-
cado en 1989, Louise Fradenburg criticó la opinión de Hawkins10. Inter-
pretó su lectura como esencialmente antisemita, debido a su rechazo a
enfrentarse a la historicidad literal de los judíos y los pogromos, que
eran, después de todo, los verdaderos homicidios rituales en la cultura

7
Sherman Hawkins, «Chaucer’s Prioress and the Sacrifice of Praise». Journal of English
and Germanic Philology 63 (1964): 599-624; cita de la pág. 599.
8
Edward H. Kelly está de acuerdo con la afirmación de Hawkins de que «el
antisemitismo… no viene al caso» en su artículo «By Mouth of Innocentz: the Prioress
Vindicated», Publications in Language and Literature 5 (1969): 362-374; pág. 368, n. 9.
Kelly tuvo en cuenta el escenario asiático y dijo que no fueron los cristianos los que
castigaron a los judíos, sino el preboste de la comunidad. Esta observación podría dar a
entender que el preboste no era cristiano. Sin embargo, el texto dice claramente que el
preboste «herieth Crist…And eek his mooder», pp. 618-619 [«alababa a Jesucristo… y a su
Madre»] antes de encarcelar a los judíos, así que obviamente, él también debía ser cristiano.
9
Daniel Boyarin, Carnal Israel: Reading Sex in Talmudic Culture. Berkeley y Los
Angeles: University of California Press, 1993, 6.
10
Louise O. Fradenburg, «Criticism, Anti-Semitism, and the Prioress’s Tale». Exemplaria 1
(1989): 69-115.

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Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 227

europea de la Baja Edad Media y la temprana Moderna. Sin embargo, a


pesar de la insistencia de Fradenburg en la historicidad, ni ella misma,
curiosamente, se compromete con la realidad de Asia. Enfatiza lo ex-
traño, la distancia y el exotismo, acercándose arriesgadamente a un Asia
alegorizada: «El vacío de la caracterización de la Asia urbana de la Priora
es… un vacío de la ciudad cuyo fin es la puesta en escena de la fe»11. Sin
duda esta afirmación es cierta, pero casi interpreta el escenario como un
Asia de la mente, un espacio que sólo puede ser interpretado como vacío,
que sólo puede servir como término en la estructura retórica que nos va
introduciendo al cuento: nos movemos desde un continente exótico hasta
una ciudad no identificada, un gueto, un grupo y, finalmente, hasta un
cuerpo particular, el del niño asesinado.
Además, Fradenburg crea la historia de los judíos a través de un mar-
tirial alemán hebreo del siglo XII. Esto le permite hacer un planteamiento
elocuente sobre las voces de pérdida y dolor de los judíos, pero no es de
gran ayuda a la hora de contextualizar una representación inglesa de fi-
nales del siglo XIV. Finalmente, cuando Fradenburg explica que su pro-
pósito es demostrar «cómo la cultura cristiana abusa de sus [propios] ni-
ños» (por ejemplo, el niño asesinado que había sido golpeado en su cole-
gio cristiano), e interpreta el cuento como una proyección freudiana de la
violencia intracristiana sobre los judíos, debilita su reclamo histórico, re-
trocede en lo literal y acaba de nuevo abrazada a la alegoría, aunque a
una versión más moderna de la alegoría12.
Lo que aquí propongo es una auténtica lectura judía de Asia; una
lectura totalmente literaria, contemporánea e historicista. Lo llamo lec-
tura judía, sin comillas, por la misma razón que los polemistas cristianos
siempre lo han hecho, empezando por San Pablo: principalmente porque
al defender su religión de forma teórica, y su derecho a practicarla, los
judíos han confiado tradicionalmente en la exégesis historicista de las
Escrituras. The Book of the Covenant de Joseph Kimhi, escrito en el siglo
XII, nos puede servir como ejemplo de otros muchos durante un período
que abarca más de dos milenios. Kimhi, como otros polemistas y co-
mentaristas, historia las Escrituras con el fin de argumentar en contra de
conceptos como Jesús el Mesías, el nacimiento de la Virgen, y otros

11
Fradenburg, «Criticism», 99.
12
Fradenburg, “Criticism” 110-111, n. 28.

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228 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

puntos de la doctrina cristiana basados en la interpretación metafórica o


espiritual de las Escrituras13.
Con este artículo quiero llenar esta ciudad asiática vacía y destacar su
importancia en la historia chauceriana. Mi argumento consiste en que el
escenario introduce un tercer componente en la polaridad judío-cristiana
que conforma el eje de la narrativa medieval y su crítica moderna. Intro-
duce a los musulmanes, quienes –tal y como bien sabía Chaucer– no so-
lamente gobernaban “Asia”, sino que estaban presentes en Europa y
avanzaban en su invasión. El Islam había ocupado España durante casi
siete siglos cuando Chaucer escribía, aunque la época dorada musulmana
en al-Andalus ya había pasado. El norte de África también era islámico,
al igual que Asia Menor, Arabia y Asia Central. El imperio otomano ya
se expandía hacia el oeste europeo a mediados del siglo XIV con con-
quistas en Bulgaria y Hungría. Así que la sociedad islámica no se hallaba
tan lejos como han propuesto algunos estudiosos de Chaucer o como mu-
chos cristianos de finales de la Edad Media hubieran deseado.
Consecuentemente, los políticos europeos tuvieron que incluir en sus
planes al Islam. Inglaterra y Francia compitieron por tener influencia en
la Iberia islámica desde la tercera década del 1300. Tanto Juan de Gante
como Edmund Langley se casaron con princesas castellanas, adqui-
riendo, de esta manera, derechos dinásticos en España. Juan emprendió
una cruzada personal con el fin de favorecer sus derechos. Estaba «en
continuo contacto con Muhammad V de Granada, llegando incluso a
ofrecer una parte del reino de Castilla a los musulmanes si éstos le ayu-
daban en su conquista»14. Esta presunta cruzada mantuvo ocupado al par-
lamento inglés y sus recursos financieros nacionales durante varios años
en la octava década del 1300. La presencia islámica en España, aunque
disminuida en la época de Chaucer, jugó un papel significativo en la po-
lítica exterior inglesa del momento.

13
Por supuesto, los judíos exegetas también usaban métodos no literales, tanto numéricos
como alegóricos. Sin embargo, intentaban evitar la violación del sentido literal, y cuando
lanzaban un ataque anticristiano, la literalidad historicista les era de gran ayuda. Ver Esra
Sherevsky, Rashi: The Man and His World. Nueva York: Sepher-Harmon Press, 1982;
Northvale, N. J. y Londres: Jason Aronson, 1996), 61-66, 122-29. Con respecto a Kimhi:
The Book of the Covenant, traducido por Frank Talmage. Toronto: Pontifical Institute of
Medieval Studies, 1972.
14
P. E. Russell, The English Intervention in Spain and Portugal in the Time of Edward III
and Richard II. Oxford: Clarendon, 1955, 444.

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Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 229

Como cortesano, diplomático, oficial de aduanas y miembro del par-


lamento, Chaucer no sólo tuvo que seguir muy de cerca tales aconteci-
mientos, sino que tuvo que haberse visto envuelto en ellos. De hecho, la
huella del Islam se marcó en Inglaterra de forma muy directa y personal.
En la corte inglesa se presentaron los gobernantes desplazados por el
avance otomano. Hubo continuas apelaciones al gobierno inglés para
apoyar cruzadas antiislámicas, a cuyos llamamientos acudieron los caba-
lleros y nobles ingleses, a pesar de las reservas de su gobierno. Encon-
tramos un ejemplo de la historia de las cruzadas en el famoso juicio
Grosvenor de 1385-1386, en el cual testificó Chaucer15. Resumiendo:
Asia, para Chaucer, no era el lugar exótico y de ensueño de un cuento de
hadas. Más bien, era el terreno político de un imperio poderoso y en ex-
pansión, un terreno hacia el cual muchos de sus conocidos habían via-
jado. Además, tal y como Metlitzki y otros han demostrado, este imperio
poseía un gran nivel intelectual, ampliamente reconocido por los inte-
lectuales y eruditos ingleses.
Un aspecto que caracterizó a la sociedad islámica fue su trato con los
judíos y Chaucer, como buen diplomático inglés acostumbrado a viajar,
sería muy consciente de este tema y tendría una opinión sobre el mismo.
Después de todo, muchos de los judíos medievales no vivían en la Eu-
ropa cristiana sino en territorio islámico, tanto en España como en
Egipto, Marruecos, Argelia, Irán, Iraq, Armenia, Turquía o Siria, donde
formaban parte del ahl al-dhimma o población no islámica protegida,
junto con cristianos, sabeanos, zoroástricos y otros. Dada esta heteroge-
neidad, los judíos no poseían rasgos distintivos en la sociedad islámica.
Como los otros, se regían por la ley dhimma, que ofrecía una serie de
protecciones al igual que obligaciones financieras y restricciones socia-
les. Aunque no estaban totalmente libres de la inseguridad, la hostilidad o
la humillación simbólica, a los judíos en tierras islámicas se les permitía
tener una situación civil. Trabajaban en diferentes tipos de comercios.
Encontrábamos desde tintoreros, carniceros y curtidores hasta banqueros,
mercaderes, doctores o funcionarios del gobierno; y participaban en los
asuntos públicos de las comunidades multiculturales en las que vivían.
Ideológicamente hablando, el Islam tenía una tendencia más positiva
hacia el judaísmo de la que tenía el catolicismo. Al igual que el cristia-
nismo, el Islam era una rama del judaísmo, no en el modo cristiano en que

15
Para una exposición más detallada de esta información, ver mi libro The Naked Text, 164-186.

In≈daga (2006) 4: 223-242


230 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

los fundadores eran judíos, sino en una moda más arbitraria. A Abraham
no se le consideraba un judío, sino un protoislámico16. Se decía que los ju-
díos eran originariamente musulmanes que se desviaron de la voluntad de
Alá al exigir un rey y establecer la dinastía de David. Mahoma consideraba
a Moisés su modelo y precursor17 y, además, muchas partes del Corán con-
tienen historias bíblicas hebreas ampliadas con comentarios rabínicos y
otras leyendas judías. De alguna manera, el Islam se posicionó como fun-
damentalismo judío, volviendo al período de los fundamentos patriarcales
de la historia judía. Se veía a sí mismo como el verdadero judaísmo, el
temprano judaísmo de un verdadero Islam.
El cristianismo se apropió también del judaísmo de alguna manera,
pero aparentemente los teóricos del Islam no sintieron la necesidad de
despreciar a su precursor hasta el punto que lo hizo el cristianismo. Esto
se debió, en parte, a que el Islam carecía de un mito de deicidio judío; o
quizá, por el contrario, no desarrolló ningún mito sobre la criminalidad
inherente de los judíos porque carecía de animosidad. Mahoma, el
fundador del Islam, exigió la conversión de los judíos en gratitud a Alá
por haberles salvado del faraón Firwa. A algunos judíos de manera
obligada, ya que para ellos el rápido y masivo éxito político del Islam
ante Roma, Persia y Bizancio «parecía presagiar el cumplimiento
inminente de las profecías judías y la llegada de la época mesiánica»18.
La resistencia por parte de otros judíos tuvo consecuencias reales y
literarias: guerra y masacre, comentarios coránicos y varios cuentos
antisemíticos que mostraban cierta falta de respecto por parte de los
judíos hacia Mahoma y la nueva religión. Sin embargo, estas hostilidades
no terminaron en una auténtica tradición antisemita ni en la esfera social
ni en la cultural. Tal y como observa Stillman: «[A los judíos y los
cristianos] Una vez sometidos y convertidos en portadores de tributos, se
les mostraba respeto»19.

16
Helmut Götje, The Qu’ran and Its Exegesis. Oxford: Oneworld, 1971; reimpreso en
Routledge, 1997, 98-100, 135, 245.
17
Marie-Rose Séguy, Introduction and Commentary to “The Miraculous Journey of
Mahomet”. Nueva York: Braziller, 1977, comentarios de la ilustración 23.
18
Bernard Lewis, The Jews of Islam. Princeton: Princeton University Press, 1984, 93;
consultar también Norman Stillman, «Jewish Life in Islamic Spain», en Paul Szarmach
(ed.), Aspects of Jewish Culture in the Middle Ages. Albany: SUNY Press, 1979.
19
Norman Stillman, The Jews of Arab Lands: A History and Source Book. Filadelfia:
Jewish Publication Society, 1979, 18.

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Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 231

Con esta información sobre los musulmanes, centrémonos ahora en la


narrativa de Chaucer. Empecemos con su primera estrofa de peso:
Había en Asia una gran ciudad cristiana en la que existía un gueto.
Estaba protegido por el gobernante del país gracias al asqueroso lucro
obtenido por la usura de los judíos, aborrecida por Jesucristo y por los
que le siguen; la gente podía circular libremente por él, pues la calle
no tenía barricadas y estaba abierta por ambos extremos.

Para empezar: en una sociedad islámica, los cristianos no estarían a


cargo de nada, sino que se regirían por la ley dhimma. Una disputa intra-
comunal entre poblaciones dhimmi diferentes atañería a la autoridad
central islámica20. Además, no habría ninguna “judería” en el sentido de
un gueto residencial obligatorio y exclusivo, ya que la normativa de la
ley dhimma incentivaba la coexistencia, de tal forma que los no creyentes
pudiesen estar expuestos al Islam. Así, que la proximidad era común, en
el mismo barrio y en el mismo bloque o complejo de viviendas21. Podía
haber zonas para judíos, cristianos o samaritanos en una ciudad, espe-
cialmente alrededor de una sinagoga o una iglesia, pero vivir en ellas era
voluntario y no acarreaba estigma alguno. No había ningún monopolio
judío en lo que al préstamo de dinero se refiere, porque los judíos tenían
acceso a otras muchas profesiones y porque el Islam valoraba abierta-
mente el mercantilismo y las ganancias. Y aunque nos imaginemos al
niño cristiano y a su madre con apariencia europea, es más probable que
parecieran árabes cristianos.
No se lleva a cabo ningún procedimiento legal al final del cuento de
Chaucer: no hay interrogatorio ni investigación ni juicio. En su lugar, los
judíos son condenados, torturados y ejecutados bajo evidencias circuns-
tanciales respaldadas por un milagro. No hay confesión, el verdadero
asesino no es capturado y aquellos que son colgados, son castigados no
por sus acciones, sino por saber del asesinato (verso 630). Sin embargo,
la ley civil islámica normalmente requería de un riguroso procedimiento
en la corte, en el cual los judíos, casi con toda seguridad, habrían ganado;
como demuestran los casos documentados, incluyendo una acusación

20
Bat Ye’or, The Decline of Eastern Christianity under Islam. Madison, 1996, 151.
21
Mark R. Cohen, Under Crescent and Cross: The Jews in the Middle Ages. Princeton:
Princeton University Press, 1994, capítulo 7. Hago uso del libro de Cohen en otras partes de
esta misma sección.

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232 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

falsa de asesinato hecha por un noble islámico, por el hijo de un visir22.


Finalmente, la priora, al mencionar al pequeño Hugo de Lincoln, rela-
ciona su cuento con el distintivo discurso europeo del asesinato ritual,
aunque en Asia no existía ningún discurso de asesinato ritual judío23.
Así que el cuento narrado por la priora de Chaucer carece de sentido
en lo referente a su escenario. En su conjunto, la narración sería casi im-
posible en una gran ciudad asiática. Lo que hace la priora es crear un
calco de las actitudes negativas europeas y colocarlas en Asia24. ¿Por qué
la obliga Chaucer a hacer tal cosa? Quizá es parte de sus aspiraciones so-
ciales, ya que “Asia” era un tema de moda entre la nobleza con la que se
identifica. Quizá es un indicio de su educación superficial, junto con su
francés de acento inglés. O quizá el poeta, tan políticamente concien-
ciado, tiene sus razones, especulación que necesariamente nos lleva a se-
guir interpretando.
Por lo tanto, se podría decir que el Islam brilla por su ausencia en este
cuento, y que el escenario asiático es precisamente el indicio de esa au-
sencia, indicio de un espectro que ronda el origen del cuento tal y como
rondaba las fronteras europeas y las mentes de políticos europeos e ingle-
ses. Además, existe otra tradición en la política, la teología, la ley canó-
nica y las artes, que todavía da más juego al Islam en la literatura medie-
val que la propia realidad política a la que acabo de aludir. Esta tradición
establece un nexo entre judíos y musulmanes (“sarracenos”); tropo fre-
cuente a partir del siglo XIII, especialmente en el norte de Europa, tan
frecuente, que en la época de Chaucer habría sido imposible mencionar a
uno de los grupos sin evocar al otro.
¿Qué permitió esta conexión? Su base material fue seguramente las
relaciones económicas reales, políticas y militares entre judíos y musul-
manes en España, Arabia y el norte de África, relaciones que Epstein
describe como «intereses del pueblo llano» y Levy, sorprendentemente,
22
Stillman, Jews, 254, 189-190.
23
No deseo con esto crear una imagen de utopía. Hubo persecuciones ocasionales e intermi-
tentes a judíos y otros dhimmi en regímenes islámicos, pero no eran habituales. La intro-
ducción de Cohen presenta de forma clara y ecuánime teorías desarrolladas y actualizadas del
tema. Algunos cristianos acusaron injustamente a judíos en la Anatolia del siglo XV y XVI,
pero a los acusadores se les llevó a Estambul y se les castigó por difamación: ver Aryeh
Shmuelevitz, Jews of the Ottoman Empire in the Late Fifteenth and the Sixteenth Century.
Leiden: Brill, 1984, 3, y Mark Alan Epstein, The Ottoman Jewish Communities and Their
Role in Fifteenth and Sixteenth Century Turkey. Friburgo: Klaus Schwatrz Verlag, 1980, 38.
24
Estoy en deuda con Chris Baswell por esta idea.

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Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 233

como «simbiosis»25. En el aspecto ideológico, el concepto católico y


flexible del anticristo jugó un papel muy importante. Éste incluía a heré-
ticos y paganos, pero especialmente a musulmanes y judíos, de forma
simultánea y sin implicar contradicción alguna. Richard Emmerson ob-
serva que «todos aquellos que persiguen o de alguna manera debilitan la
auténtica iglesia cristiana son seguidores del anticristo… En la Edad Me-
dia, los principales seguidores del anticristo eran los judíos»26. Los pasa-
jes bíblicos se glosaban con el fin de divulgar la creencia de que el anti-
cristo nacería de padres judíos procedentes de la tribu de Dan. Sería cir-
cuncidado, reconstruiría el templo de Jerusalén y sería diabólico. Al
mismo tiempo, Mahoma era considerado «el antimesías de los sarracenos
y los judíos». El Islam ocupaba un lugar preponderante en el pensa-
miento apocalíptico, de ahí comentarios en libros sagrados tales como el
Apocalipsis, Daniel, Juan y otros. Estos comentarios, algunos de ellos
creados por académicos eclesiásticos ingleses, crearon una cadena de
transmisión entre la élite y las culturas populares, ofreciéndoles una
fuente rica en sermones y compilaciones enciclopédicas. En esta tradi-
ción comentada, los judíos y los musulmanes eran compañeros en «la
gran coalición anticristiana»27.
Esta tradición que une a musulmanes y judíos aparece en el drama in-
glés y en el continental, además de en otras literaturas, en tratados, en la
ley canónica y en las artes plásticas. Unos pocos ejemplos, de los muchos
que podrían presentarse, serán suficientes. Empezaré con el discurso
eclesiástico28.

25
Epstein, Ottoman Jewish Communities, 42-44; Avigdor Levy, The Jews of the Ottoman
Empire. Princeton: Darwin Press, 1994.
26
Richard Emmerson, Antichrist in the Middle Ages. Seattle: University of Washington
Press, 1981, 216. Hay otras citas en este párrafo de la pág. 91 y la 197.
27
David Burr, «Antichrist and Islam in Medieval Franciscan Exegesis», en J. V. Tolan
(ed.), Medieval Perceptions of Islam. Nueva York: Garland, 1996, cita de la pág. 152 n. 50.
28
Las posturas aquí expuestas ni eran comunes en todos sitios ni fueron siempre aceptadas;
había variabilidad. A menudo los gobernantes y la población católica invitaba, aceptaba y
protegía a los judíos. En 1387, por ejemplo –por mencionar un gobernante con el que
Chaucer estuvo familiarizado– Gian Galeazzo Visconti le garantizó a los judíos «el disfrute
de los derechos civiles», la desgravación fiscal y el derecho a trabajar como prestamistas
entre otras ocupaciones, terminando, de esta manera, con más de un siglo de exclusión. El
fuero está impreso en Shlomo Simonsohn, The Jews in the Duchy of Milan. Jerusalén:
Israel Academy of Sciences and Humanities, 1982, vol. 1, 1387-1477. En 1394, cuando los
judíos fueron expulsados de Francia por Carlos VI, algunos nobles regionales protestaron y
se negaron a acatar la ley.

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234 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

Al clero católico le molestaba la supuesta alianza entre judíos e invaso-


res islámicos que existía desde la España visigótica temprana y el imperio
bizantino contra los regímenes y ejércitos cristianos29. En el año 640,
Máximo el Confesor escribió que los árabes eran «gente judía»30 y en el
Concilio de Toledo del 694 «los judíos ibéricos fueron acusados de conspi-
rar junto con correligionarios del norte de África para entregar España a los
musulmanes»31. Tales acusaciones siguieron teniendo predicamento entre
el populacho: como cuando en el año 1010, los judíos de Orleáns fueron
masacrados porque se rumoreaba que los judíos palestinos habían ayudado
al régimen islámico a destruir una afamada iglesia en Jerusalén. Al clero
católico también le molestaba la prominencia de judíos en los cargos ofi-
ciales de los regímenes islámicos, tanto en España como en el extranjero.
La ley canónica normalmente creaba reglas similares para musulmanes y
judíos, especialmente en lo referente a cuestiones de propiedad y de con-
versión, pero también en argumentos a favor y en contra de las cruzadas32;
Lomax destaca «el creciente nexo entre judíos y sarracenos en la ley canó-
nica durante [el siglo XIII]»33. En la misma época, el papa Inocencio III
(que ya había patrocinado una cruzada contra los albigenses y la desastrosa
cuarta cruzada) planeó una quinta cruzada contra el este islámico para ser
aprobada en el cuarto Concilio Lateranense de 1215. La recuperación de la
tierra santa había sido una prioridad absoluta desde la pérdida de Jerusalén
en 1187, y en 1212 «el patriarca de Alejandría fue hecho prisionero por el
sultán de Egipto y varias fortalezas cristianas se perdieron a manos de los
infieles»34. En 1213, en su petición de cruzada, Inocencio identificó a Ma-
homa como la bestia del Apocalipsis, es decir, como el anticristo, cuyos
666 años estaban a punto de cumplirse (siendo las fechas de Mahoma del

29
Bernard Lewis, «An Apocalyptic Vision of Islamic History». Bulletin of the School of
Oriental and African Studies, University of London, 13, parte 2 (1950): 308-338; cita de
las páginas 321-322.
30
John C. Lamoreaux, «Early Eastern Christian Responses to Islam», en J. V. Tolan,
Medieval Perceptions, 14.
31
Stillman, «Jewish Life», 53.
32
Benjamin Z. Kedar, Crusade and Mission: European Approaches Toward the Muslims.
Princeton: Princeton University Press, 1984, 137, 175, 187.
33
John Philip Lomax, «Frederick II, his Saracens, and the Papacy», en J. V. Tolan,
Medieval Perceptions, 191, n. 6.
34
Brenda Bolton, «A Show with a Meaning: Innocent III’s Approach to the Fourth Lateran
Council». Medieval History 1 (1991): 53-67 y reimpreso en Innocent III: Studies on Papal
Authority and Pastoral Care. Aldershot: Variorum, 1995, cita de la pág. 58.

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Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 235

año 570 al 632)35. En este marco teórico apocalíptico, la cruzada sería un


medio de conversión de musulmanes y judíos, la preparación para una glo-
riosa era de renovada paz e influencia cristiana. La identificación visual de
los judíos europeos a través de sus ropas, requerida por primera vez en este
concilio, se le impuso también a los musulmanes (“Iudaeos seu Sarace-
nos”); así, las mujeres cristianas no confundirían a judíos y musulmanes
con cristianos. De la misma manera, a los judíos se les prohibieron los car-
gos públicos, y esta exclusión se expandió “ad paganos”36. No creo que
exageremos al pensar que Inocencio esperaba que estas normas se exporta-
ran más allá de Europa tras una cruzada victoriosa.
Volviendo a Chaucer: dudo que sea una coincidencia que el poema en
el que utiliza el trabajo de Inocencio como fuente, resulte precisamente el
que más crudamente polariza el Este y el Oeste, Siria y Roma, musulma-
nes y cristianos. Me refiero, por supuesto, al “Cuento del Magistrado”37.
Chaucer era muy consciente de la política internacional eclesiástica del
siglo anterior y del suyo propio.
Los textos literarios que conocía Chaucer establecen esta misma co-
nexión. En su Infierno, Dante tiene un alma, la de Guido de Montefeltro,
que identifica a judíos y musulmanes como aquellos contra los que el
papa Bonifacio VIII debía luchar en la cruzada (Inf. 27: 85 y ss); incluso
califica al papa de ser un «nuevo fariseo». Aunque Guido está en la fosa
de aquellos que dan mal consejo, dudo que los lectores medievales en-
tendieran la posible ironía. Guido de Pisa, unos pocos años después de la
muerte de Dante, parece aceptar la lógica de la cruzada contra los judíos
italianos al comentar este verso sin encontrar nada extraño en él38. Ma-

35
Ver los documentos 27 y 44, datados en noviembre del año 1199 y abril de 1213, en
Christianità-Islam: Cattività e Liberazione in Nome di Dio. Roma: Editrice Pontificia
Università Gregoriana, 1992, 508 y 537-538.
36
Ver las “constitutiones” 68 y 69 del IV Concilio Lateranense, en Joseph Alberigo et al. (eds.),
Conciliorum Oecumenicorum Decreta. Basil: Herder, 1962, 242-243. Se junta de nuevo a judíos
y “sarracenos” en la última resolución (nº 71) en relación a la complicada situación financiera de
la cruzada. Muchos partidarios estaban condicionados debido a sus deudas con los judíos o a su
necesidad de pedirles prestado; mientras que otros cristianos traidores vendieron armas y barcos
al enemigo sarraceno. Por ello estarían excomulgados y anatematizados por adelantado.
37
Ver mi «Womanliness», en Writing Woman, y «’Loi’ and ‘Foi’»; también, Christine
Rose, «The Jewish Mother-in-Law: Synagoga and the Man of Law’s Tale», en Maud
McInerney (ed.), Hildegarde of Bingen: A Book of Essays. Nueva York: Garland, 1998.
38
Vincenzo Cioffari (ed.), Guido da Pisa, Expositiones et glose super comediam Dantis…
Albany: SUNY Press, 1974, 559.

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236 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

homa es atormentado en la novena fosa del infierno (Canto 28) y, en el


último canto, la geografía mítica del interior espiritualizado de la tierra
hace de «La Giudecca» (la parte judía) la localización del gigante de tres
caras, Lucifer39. En resumen, hay una meticulosa relación entre judaís-
mo, Islam y lo satánico en una obra que fue una de las fuentes más im-
portantes para Chaucer40.
En Inglaterra, esta identificación era muy común en el drama popu-
lar41. Chaucer menciona explícitamente las historias de Noé y Herodes en
su “Cuento del Molinero” (versos 3384, 3538-3543, 3559-3561, 3582).
La obra de Croxton sobre el Sacramento tiene personajes judíos que re-
zan a Mahoma. La “Pasión” de York presenta a Pilatos jurando por Ma-
homa y a los soldados jurando por «la sangre de Mahoma». En “María
Magdalena”, de Digby, Herodes, un judío, hace lo mismo (versos 142-
143), al igual que hacen los personajes secundarios en “El Asesinato de
los Niños” del mismo autor. De igual manera, en las obras italianas y
francesas sobre la Pasión, Pilatos, Herodes y Annas, el sumo sacerdote
judío, se dirigen a Mahoma como su deidad*.
Los Cutlers reúnen una serie de pruebas que demuestran que judíos y
musulmanes eran intercambiables en los escritos y las pinturas cristianas

39
Ver Sylvia Tomasch, «Judecca, Dante’s Satan, and the Dis-placed Jew», en S. Tomasch y
Sealy Gilles (eds.), Text and Territory: Geographical Imagination in the European Middle
Ages. Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1998, 247-267; referente a las pp. 248 y
265, n. 2.
40
A pesar de que probablemente Dante haya estado influido por la literatura islámica, sobre
todo por las visiones musulmanas del cielo y del infierno, sobre las que pudo haber
aprendido a través de muchas fuentes, incluido su querido profesor Brunetto Latini, que
residió en la corte de Alfonso el Sabio en España, y cuyo trabajo está lleno de material
islámico. Ver Miguel Asín Palacios, Islam and the Divine Comedy. Lahore: Quasain, 1977.
Recordemos que es probable que Chaucer leyera una versión anotada de la Comedia o
quizá algún comentario; al igual que de otros textos monumentales y de “autoridad”, como
La Metamorfosis de Ovidio.
41
Algunas de las obras son post-chaucerianas, pero reflejan claramente que ya existía una
tradición al respecto. Rosemary Woolf escribió que York celebró un ciclo en 1376, aunque
no se tengan detalles sobre él: The English Mystery Plays. Berkeley y Los Angeles:
University of California Press, 1972, 305. La secuencia existente sobre la Pasión y otras
obras del ciclo se escribieron de nuevo después de 1415. John Ganim sugiere que la
supervisión de obras podría haber sido una de las responsabilidades oficiales de Chaucer:
Chaucerian Theatricality. Princeton: Princeton University Press, 1990, 38.
*
Tengamos presente que Mahoma no es el dios de los musulmanes, sino su último y gran
profeta. [N. de la T.].

In≈daga (2006) 4: 223-242


Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 237

desde el siglo XI hasta el XVI42. Como en algunas obras sobre la Pasión,


a los musulmanes se les relaciona de modo anacrónico con la Crucifixión
en las pinturas que reflejan dicho acontecimiento. Algunos musulmanes
tienen la piel oscura y rasgos negroides, otros parecen árabes con tur-
bantes, mientras que algunos tienen ojos rasgados como los mongoles,
trenzas largas y mostachos caídos; así que la variedad cultural y étnica
del Islam se representa con bastante precisión. Por el contrario, la media
luna islámica se aprecia en las banderas que llevan los judíos en la Cruci-
fixión y los mártires judíos aparecen en algunas crónicas cristianas cla-
mando a Mahoma mientras morían. Un grabado alemán datado en el año
1508 muestra la figura de una sinagoga con una bandera islámica y, a la
inversa, a Mahoma con un estandarte judío. Es una ironía de la historia
que sólo un par de décadas más tarde, Lutero y otros polemistas protes-
tantes en Inglaterra y en el continente catalogaran al propio catolicismo y
al Islam de “Turcopapalismo” herético43.
Entonces, ¿qué podemos interpretar hasta el momento? Para
empezar, parece lícito sugerir que, aun siendo los judíos el tema de
interés de la priora, Chaucer está igualmente interesado en los
musulmanes, que eran una amenaza político-militar real y a quienes él
y su público estaban acostumbrados a tratar como equivalentes de los
judíos o a que estos últimos los representaran. Yo propongo que los
judíos de la priora no son menos “reales” que otros personajes ficticios
y que a los judíos en la vida real se les consideraba, con frecuencia,
compañeros de los musulmanes, tal y como mostraban los judíos y los
musulmanes ficticios.
Algunos estudiosos suponen que Chaucer nunca vio o conoció a nin-
gún judío, porque éstos fueron expulsados de Inglaterra en 129044. Ésta
es una visión bastante limitada. Chaucer era funcionario y desde este
42
Allan H. Cutler y Helen E. Cutler, The Jew as Ally of the Muslim: Medieval Roots of
Anti-Semitism. Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1986. Soy consciente de las
críticas que se han hecho sobre la controvertida tesis de los Cutlers en reseñas referentes a
dicho libro, pero éstas no pueden aplicarse a las artes plásticas empíricas y al material
literario que aquí presento.
43
S. Fischer-Galati, «The Protestant Reformation and Islam», en A. Ascher et al. (eds.),
The Mutual Effects of the Islamic and Judaeo-Christian Worlds. Brooklyn: Brooklyn
College Press, 1979.
44
Ver, por ejemplo, el comentario de Florence Ridley en The Riverside Chaucer: «El
cuento tiene poco que ver con la vida inglesa de la época; los judíos habían sido desterrados
de Inglaterra en 1290» (913-914).

In≈daga (2006) 4: 223-242


238 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

cargo viajó a las mayores ciudades europeas, en las que había comunida-
des judías. Es probable que se haya encontrado con los físicos, mercade-
res, vendedores de libros, iluminadores, escribas, músicos, actores, pres-
tamistas o eruditos judíos que vivían y trabajaban en algunas de las cor-
tes y las ciudades que visitaba, sobre todo en España, particularmente en
Navarra y Castilla, donde se sabe que Chaucer estuvo en febrero de 1366
y seguramente durante algunos meses con posterioridad. Navarra, la
aliada de Inglaterra durante la guerra en curso, la llamada Guerra de los
Cien Años contra Francia, recibió tanto a judíos como a musulmanes y
trató igual de bien a ambos grupos45. Pedro de Castilla, el suegro de Juan
de Gante, al que celebró Chaucer en el “Cuento del Monje”, tenía buenas
relaciones con musulmanes y judíos y contrató a muchos de ellos en
puestos importantes. Baer observa que a Pedro «generalmente, lo llama-
ban el “rey de los judíos”». Sin embargo, numerosos incidentes tuvieron
lugar. De hecho, en la época en que Chaucer viajaba por la región gracias
a un salvoconducto del rey de Navarra (Carlos II el Malo), una co-
munidad entera en Briviesca (alrededor de doscientas familias) fue asesi-
nada a manos de mercenarios franceses y de las tropas de Enrique de
Trastámara46. El acuerdo entre los Lancaster y Castilla algunos años más
tarde impuso nuevas medidas para segregar a judíos y musulmanes de
cristianos47. Chaucer no podía estar ajeno a todo esto: la cercanía, el inci-
dente, el cambio o incluso las masivas persecuciones que comenzaron en
Castilla y se expandieron hacia Andalucía y Navarra en 1391.
De la misma manera, es imposible que Chaucer no supiera nada sobre
la expulsión de los judíos en Francia por Carlos VI en 1394 o pasara por
alto los acontecimientos públicos que la precedieron, ya que Francia era
el país con el que Inglaterra se encontraba en guerra y en tregua48. Así

45
Ver Beatrice Leroy, «Le Royaume de Navarre et les Juifs aux XIVe et Xve Siècles: Entre
l’Accueil et la Tolerance». Sefarad 38 (1978): 263-92, y Leroy, «Dans le royaume de
Navarre à la fin du XIVe siècle: les Juifs, la Cour et la diplomatie», en Gilbert Dahan (ed.),
Les Juifs au regard de l’histoire. París: Picard, 1985.
46
Yitzhak Baer, A History of the Jews in Christian Spain, 2 vols. Filadelfia: Jewish
Publication Society of America, 1966, 1: 364-365.
47
Russell, English Intervention, 497.
48
Para un estudio de estos sucesos y su posible relación con el “Cuento de la Priora”, ver mi
«The Jewish Connection: Chaucer and the Paris Jews, 1394», una conferencia que expuse en
la Universidad Hebrea, en Jerusalén, en 1998. Agradezco a Larry Besserman el haberme invi-
tado a presentarla y su afectuoso apoyo del proyecto. En el mismo año, presenté también la
comunicación en el Green College en la Universidad de British Columbia; mi agradecimiento

In≈daga (2006) 4: 223-242


Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 239

que, debido a su constante comunicación, parece obvio que Chaucer, in-


cluso en la Inglaterra Judenrein* de después de 1290, debía conocer de la
existencia de los judíos continentales y de sus vicisitudes, al igual que
conocía el Islam.
Es desconcertante lo provinciana que ha sido la autoridad académica
al ignorar la realidad judía e islámica. En la edición Variorum** del
“Cuento de la Priora”, Beverly Boyd proporciona bastante información
sobre el trato que se le daba a los judíos en Londres (donde no había nin-
guno), Roma y Regensburgo, pero no dice ni una palabra de París (donde
había una comunidad significativa y en donde tuvo lugar un incidente
notorio en 1394), mucho menos de Bagdad, Alepo, Samarcanda, Da-
masco o Adén (localizadas en “Asia” y con grandes poblaciones ju-
días)***. Comenta que la forzada vulnerabilidad del gueto en el “Cuento
de la Priora”, con su libre acceso por ambos extremos, demuestra que los
cristianos vivían en harmonía con “sus” [sic] judíos49. En la edición del
Riverside****, Florence Ridley describe el cuento como una celebración
del «triunfo del débil e inocente». Con esto no se refiere a los judíos di-
famados, explotados, marginados y demoníacos de la europa medieval ni
siquiera a los del cuento, sino al niño cristiano; aceptando, implícita-
mente, la estructura ideológica de la narración. Así que dos de las inter-
pretaciones con más “autoridad” de este cuento, respaldan una visión tra-
dicional, anticuada, norteeuropea y cristianocéntrica50. Esta ceguera

a Paul Yachnin, director del programa medieval y renacentista de Green College. La versión
más reciente la expuse en Kalamazoo en 1999.
*
Judenrein significa ‘limpia de judíos’. [N. de la T.].
**
Un variorum es una edición que incluye comentarios de diferentes especialistas. [N. de la T.].
***
Regensburgo es una ciudad alemana; Alepo, una ciudad siria; y Adén, una ciudad del
Yemen. [N. de la T.].
49
Beverly Boyd, ed., The Canterbury Tales: Part 20, “The Prioress’s Tale”. Norman:
University of Oklahoma Press, 1987.
****
The Riverside Chaucer recoge todas las obras que se le han atribuido a Chaucer y las
analiza en profundidad: sus fuentes, sus características, etc. [N. de la T.].
50
Para hacerse una idea de la tenacidad de actitudes similares a las que encontramos en el
cuento de la priora, ver lo siguiente: 1) En el Concise Biographical Dictionary of Saints de
John Coulson (Londres, 1958, 47), leemos en relación a los supuestos asesinatos rituales de
Simón de Trent y Guillermo de Norwich: «La sangre se usaba en algunos ritos mágicos y
puede ser que los niños muriesen a manos de magos, que, a su vez, podían ser judíos. Otra
explicación podría ser que, como las persecuciones cristianas a los judíos alcanzaron su
climax en la Pascua, en la época de la “pasch” judía (este autor es incapaz de pronunciar el
término “Pascua judía”, en inglés “Passover”), algunos judíos podrían haber sido acosados

In≈daga (2006) 4: 223-242


240 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

selectiva no se limita a los estudios medievales. Tal y como James Sha-


piro observa en su pionero estudio sobre los judíos en la Inglaterra mo-
derno-temprana: «el tema de los judíos…casi nunca aparece en las histo-
rias judías modernas centradas en la Inglaterra de Shakespeare, a pesar de
que casi todos los escritores, teólogos y figuras políticas del momento
habían tratado alguna vez con ellos»51.
Volviendo al tema de la interpretación. El restaurar la presencia islá-
mica que ha sido borrada del “Cuento de la Priora” no altera drástica-
mente la problemática del cuento, sino que la intensifica. Todavía quedan
dos posibles interpretaciones. Una pertenece al enfoque rigorista: la
priora es una narradora fidedigna a pesar de sus flaquezas (como el
monje). Con rigor católico y patriotismo angloeuropeo, reprende la muy
conocida tolerancia islámica hacia los otros enemigos de Cristo y a los
cristianos europeos predispuestos a tener un trato generoso con dichos
enemigos en casa o en el extranjero. ¿Quiénes podrían ser estos cristianos
de mente indulgente? El amigo de Chaucer, John Gower se mostró tre-
mendamente pacifista hacia los paganos en su Confessio Amantis52. Juan
de Gante se alió con musulmanes pro-judíos en España y muchos ingle-
ses, sobre todo en el gobierno, mostraban tener escrúpulos morales o po-
líticos cuando se trataba de una cruzada dura o de la conversión de judíos
y musulmanes. En definitiva, había muchos candidatos para el castigo.
Esta tendencia tiende a asociar el “Cuento de la Priora” con el del pá-
rroco, cuyo narrador, aparentemente ejemplar, se refiere en más de una
ocasión a «los malvados judíos»53. También daría al “Cuento del Magis-
trado” (que como el de la priora está escrito en verso) un escenario exóti-

(¿acosados por quién se pregunta uno? ¿Satán, quizá?) para que tomaran represalias a tra-
vés de los cristianos más indefensos que podían encontrar, niños como Simón de Trent y
Guillermo de Norwich». 2) En John J. Delaney, Dictionary of Saints (Nueva York, 1980),
nos encontramos con el pequeño Hugo, «una de las historias más trágicas de la Edad Me-
dia», donde «el asesino confesó» después de haber sido torturado. El escritor sigue: «Puede
haber ocurrido que el niño cristiano fuera asesinado por un judío o por varios, pero nunca se
pudo probar». Es increíble la desesperación con la que estos autores se aferran al mito de la
calumnia del asesinato. Aunque más sorprendente sea la existencia de este antisemitismo
demoníaco fuera del ámbito académico, tal y como nos corroboran los diferentes incidentes
que se registraron en noticias de periódicos.
51
James Saphiro, Shakespeare and the Jews. Nueva York: Columbia University Press,
1996, 2-3.
52
Libro 3: 2487-2489 y 2513; Libro 4: 1679-1681.
53
Fragmento X (I), 590-599. [De la edición The Riverside Chaucer. N. de la T.].

In≈daga (2006) 4: 223-242


Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes \ 241

co, de hecho “asiático”, una estructura religiosa polarizada y la trama de


una víctima cristiana perseguida por adversarios diabólicos y no cristia-
nos, pero respaldada por milagros. Quien defienda esta opción, podría
argumentar que Chaucer también podría haber descrito a un judío vir-
tuoso en su obra, como, por ejemplo, hizo Boccaccio en el Decameron54.
La otra tendencia, a la que podemos llamar “humanista”, calificaría a
la priora de ignorante y de intolerante sentimental, irremediablemente
obsoleta al referirse al episodio de Hugo de Lincoln de 1175 como algo
que sucedió «hace poco tiempo». Irónicamente, el exceso de su cuento
sugiere que ni los judíos ni los musulmanes son la prole del demonio,
que ambos pueden ser individuos racionales o virtuosos aun sin estar
iluminados por la gracia divina. Después de todo, es una posición per-
fectamente respetable y apoyada por varios eruditos de la época, espe-
cialmente por los moderni o nominalistas, tan influyentes en las universi-
dades inglesas y europeas en los siglos XIV y XV. Se espera que recha-
cemos el jingoísmo xenofóbico y la ultraortodoxia expuesta en la narra-
ción y que, en su lugar, tomemos una actitud más cívica y más humana
de la que se hacía gala comúnmente en la Europa cristiana hacia «las
gentes del Libro». Esta corriente tiende a relacionar el “Cuento de la
Priora” con la La Leyenda de las Buenas Mujeres, que muestra un equi-
valente moral entre romanos y egipcios, atenienses y bárbaros y troyanos
y cartagineses. Todos podemos ser buenos o malos, y la leyenda muestra
a aventureros militares en no muy buenos términos; así que una sutil crí-
tica hacia el ideal de cruzada podría impregnar este modelo “humanista”
de ética política chauceriana.
Es posible que Chaucer optara por ambas posturas durante su vida,
pero la imprecisión de datos hace difícil saber hacia qué dirección pudo
haberse dirigido. En ese sentido, este artículo, como la judería chauce-
riana, está abierto por ambos extremos. Sea cual sea el Chaucer que eli-
jamos, una cosa es cierta: para él, el Este islámico no era un reino mera-
mente figurado, sino que imprimía sus ideales intelectuales y políticos de
forma tan real como lo hace hoy en día. La presencia de musulmanes y
judíos en cualquier obra de arte de ese período no pudo haber tenido un
significado alegórico ni exclusivo ni prioritario para un escritor de la

54
Tal y como Stephen Spector observa en «Empathy and Enmity in the Prioress’s Tale», en
Robert Edwards y Stephen Spector (eds.), The Olde Daunce: Love, Friendship, Sex and
Marriage in the Medieval World. Albany: SUNY Press, 1991.

In≈daga (2006) 4: 223-242


242 \ Sheila Delany, La priora de Chaucer, los judíos y los musulmanes

corte bajomedieval; era sencillamente una realidad demasiado inminente.


Una simple lectura exégetica de éste o de cualquier otro poema borra la
historia medieval y la moderna.

Ph. D. Sheila Delany. Professor of English at Simon Fraser University,


Department of English, Burnaby BC Canada VSA 1S6.
E-mail: sdelany@sfu.ca

In≈daga (2006) 4: 223-242


In≈daga (2006) 4: 243-258
ISSN 1695-730X

CARLOS S. MARTÍN FERNÁNDEZ


Tres enfoques en el análisis
geográfico regional: el caso herreño
Three Approaches in the Geographical Regional Analysis : El Hierro Island’s Case

Resumen. La isla de El Hierro, la más pequeña del archipiélago canario, ha sido


tradicionalmente una isla escasamente abordada por los análisis científicos y,
entre los existentes, abundan aquellos que presentan un modelo explicativo de su
desarrollo social y territorial centrado sobre variables estrictamente naturales. El
objeto de este artículo, resumen parcial de nuestra Tesis Doctoral, es criticar las
principales ideas que se deslizan en trabajos de este tipo. Estudios en su mayoría
realizados a través de apreciaciones apriorísticas que insisten en construir un
mundo ideal en el que el determinismo, de una parte, y el posibilismo, por otra,
marcan los distintos discursos causales en torno a particulares desarrollos
sociales y territoriales. Para argumentar la crítica, utilizaremos lo acontecido en
la pequeña isla de El Hierro (Canarias) como un territorio-laboratorio que
ejemplifica perfectamente discursos similares vertidos para otras realidades
territoriales.
Palabras clave: atraso, determinismo, posibilismo, El Hierro.

Abstract. El Hierro, the smallest of the Canary Islands, has been traditionally an
island scantily approached by the scientific analyses and, between them, there’s
abounding those that they present an explanatory model of his social and
territorial development centred on strictly natural variables. The object of this
paper, partial recapitulation of our Doctoral Thesis, is to criticize the principal
ideas that slip on works of this type. Studies in the main realized across
aprioristic appraisals that insist on constructing an ideal world in which the
determinism, of a part, and the contingent, for other one, they mark the different
causal speeches around particular social and territorial developments. To argue
the critique, we will use the happened in this small island as a territory -
laboratory that exemplifies perfectly similar speeches which are exposed for
other territorial realities.
Key words: backwardness, determinism, possibility, El Hierro.

[ ISLAS CANARIAS ≈ CANARY ISLANDS \


244 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional

INTRODUCCIÓN

Son numerosas las reflexiones, estudios e informaciones que, todavía


hoy, explican el atraso y el desarrollo de una comunidad o una región
haciendo hincapié en los aspectos geográficos de carácter más físico, va-
riables que incidirían sobre las realidades sociales e históricas hasta el
punto de determinarlas1. Desde una perspectiva que pretende ser nove-
dosa, interpretan así, y de manera prolija, toda una serie de datos climáti-
cos, orográficos e hidrográficos que aparecen como dominantes sobre
esas otras consideraciones sociohistóricas.
Dentro de la gama de estudios que ponen el acento en las condiciones
físicas como causa del subdesarrollo, figura la obra de autores como
John Luke Gallup, profesor de economía en la Universidad de Harvard y
teórico de la relación entre geografía y desarrollo desde posiciones de-
terministas. En una obra reciente, América Latina: ¿condenada por su
Geografía?, y tras un exhaustivo estudio empírico de cuatro o cinco dé-
cadas de países como Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Méjico y Perú,
afirma:
El desarrollo económico y social de los países latinoamericanos ha
sido, y sigue siendo afectado por la geografía física (clima y caracte-
rísticas de la tierra y su topografía) y por la geografía humana (patro-
nes de distribución de la población). Los canales más significativos
de influencia geográfica son la productividad de la tierra, la presencia
de enfermedades endémicas, los desastres naturales, la ubicación de
los países y de su población respecto a las costas, y la concentración
de población respecto a áreas urbanas (Gallup et al. 2003: 19).

Estas apreciaciones no sólo se vierten en trabajos de investigadores


individuales. En esta misma línea de análisis, encontramos una serie de
estudios económicos de corte institucional, de los que destacamos, por su
notable sesgo ideológico, los elaborados por el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID)2.

1
Al respecto, ver la extensa bibliografía comentada que publica el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) en: <http://www.iadb.org/res/publications/pubfiles/pubr-389.pdf>.
2
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se creó en 1959 como una asociación entre
19 países latinoamericanos y Estados Unidos. A partir de 1976 ingresan en la organización
18 países miembros no regionales, constituyendo en la actualidad un total de 47 países per-

In≈daga (2006) 4: 243-258


C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 245

En su Informe del año 2000, también conocido como Progreso Econó-


mico y Social en América Latina, realizado bajo la dirección de Ricardo
Haussmann, profesor de Desarrollo Económico de la Universidad de Har-
vard y figura influyente del BID, se destina todo un capítulo al “redescu-
brimiento” del saber geográfico y su aplicación al desarrollo económico de
regiones atrasadas (BID 2000). Ahí se asume de manera rotunda la in-
fluencia decisiva de la llamada “geografía natural”, que determinaría la po-
breza de muchas regiones latinoamericanas, en tanto debilita la productivi-
dad agrícola, condena a epidemias a sus moradores y las convierte en zo-
nas de desastres naturales. Esta situación, junto a la nula inversión en tec-
nología y las dificultades de acceso a los principales mercados internacio-
nales, se configurarían como las causas de su atraso económico.
Una idea central de este estudio reside en el “indicador de tropicali-
dad”, que vincula el desarrollo con la localización geográfica3. Así, la
ubicación se erige en la causante de la serie de desventajas estructurales ya
comentadas. El factor localización y su estrecha relación con los aspectos
físicos permite hablar a Hausmann de geografías favorables y desfavora-
bles en relación con el desarrollo4. El destino de un país o de una región,
según este planteamiento, vendría fatalmente determinado por su posición
en el meridiano terrestre y por los factores naturales inherentes a su locali-
zación. No obstante, concluye este autor que esas condiciones de estos paí-
ses cambiarían si tuvieran un mejor acceso a los mercados y se produjera
un notable progreso tecnológico. Convendría, entonces, una mejora en los
transportes internos y con el exterior, así como una sensible mejora tecno-
lógica en la agricultura, es decir, un reforzamiento del patrón económico
“primario-exportador”, por supuesto bajo financiación externa, dada su es-
casez de capital, como ninguna otra versión se podía esperar desde la ci-
tada institución prestataria.

tenecientes a los cinco continentes. Su principal actividad son sus programas de préstamos
y cooperación técnica para proyectos de desarrollo económico y social. El BID es el mayor
de todos los bancos regionales de desarrollo del mundo y constituye la principal fuente de
financiamiento multilateral para los proyectos de desarrollo económico, social e institucio-
nal, y los de comercio e integración regional, en América Latina y el Caribe.
3
De una forma semejante se valoran otros espacios. En Canarias, su configuración archipielá-
gica y la distancia al continente europeo, es decir, parámetros geográficos de localización y
configuración, la convierten en región ultraperiférica, que le permite ser considerada como zona
de objetivo 1 o zona preferencial en el reparto de los fondos estructurales de la Unión Europea.
4
Para una crítica a las posiciones institucionales de corte determinista del Banco Interameri-
cano de Desarrollo, se puede consultar Gudynas (2000).

In≈daga (2006) 4: 243-258


246 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional
El presente trabajo propone una crítica más a aquellas corrientes de
pensamiento geográfico que pretenden elucidar las acciones humanas y
su plasmación espacial a través del directo condicionante de los factores
físicos. Para ejemplificar el discurso, trataremos los diversos enfoques
que han ocupado hasta ahora la explicación del atraso en la más pequeña
de las islas del archipiélago canario. Una concreta y mínima manifesta-
ción de un discurso ideológico mayor.

ALGUNOS APUNTES DESCRIPTIVOS SOBRE LA ISLA

Es la isla de El Hierro la más pequeña, meridional y occidental de las


que constituyen el archipiélago canario. Posee una superficie de 287 Km2
y es, junto con La Palma, la más joven geológicamente hablando, razón
por la cual sus suelos presentan un grado de alterabilidad notable, siendo
mayoritariamente pedregosos y poco profundos. Aun cuando edafológi-
camente exhiba unos rasgos caracterizados por el escaso desarrollo de
sus suelos, en zonas altas y medias, allí donde la topografía lo permite y
las condiciones bioclimáticas son favorables, encontramos lapillis altera-
dos, bien estructurados, profundos y ricos en materia orgánica. La mani-
fiesta presencia en zonas del centro y norte de la Isla de suelos de estas
características rompen con la idea generalizada de la inexistencia de
suelos aptos para su desarrollo agrario.
Otro de los argumentos tradicionalmente vertidos a la hora de
caracterizar la Isla es su consideración como territorio seco. Las precipi-
taciones medias insulares, obviando su doble fachada barlovento y sota-
vento, oscilan entre los 250 mm en la costa y los 400-650 mm en sus
cumbres, situando su máximo pluviométrico en torno a los 750 mm.
Destacar en el capítulo de los aportes hídricos el añadido de la “lluvia
horizontal” o precipitación de nieblas5, que alcanza valores significativos
prácticamente constantes a lo largo de todo el año en torno a los 500-600
metros de altitud, zona de principal ocupación humana y productiva. Son
estos datos semejantes a otras realidades canarias.
Desde el punto de vista socieconómico, la isla de El Hierro ha sido
tradicionalmente uno de los espacios más pobres del Archipiélago. Desde

5
Condensación de gotitas de agua procedentes de las nubes tras su choque con cualquier
obstáculo, preferentemente la vegetación.

In≈daga (2006) 4: 243-258


C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 247

la colonización europea hasta la actualidad, han sido dos los principales


ramos de su economía: la agricultura tradicional en secano, básicamente
de subsistencia, con unos pocos productos comercializados en el mer-
cado regional, y la ganadería, igualmente para consumo interno y con
contadas exportaciones de derivados lácteos y cárnicos, así como ganado
vivo. Estas actividades han sido sus principales fuentes de riqueza, re-
partidas en el seno de una estructura social caracterizada por una notable
diferencia entre un reducido grupo dirigente local, grandes propietarios y
principales beneficiarios de los rendimientos productivos y una numerosa
base social de pequeños propietarios, medianeros, campesinos sin tierras
y pastores, ocupados en funciones de mano de obra o servidumbre para
los anteriormente citados.
En cuanto a su demografía, ésta se encuentra caracterizada por la
emigración, tanto a las islas centrales o capitalinas del Archipiélago
como hacia América. Esta tradicional sangría emigratoria ha convertido a
la isla de El Hierro en la realidad insular que presenta las mayores
pérdidas porcentuales de población de toda Canarias durante el siglo XX.

EL “ATRASO HERREÑO”:
ENTRE EL DETERMINISMO Y EL POSIBILISMO

Sobre estas bases objetivas que definen la Isla, se ha implementado


una serie de modelos interpretativos que intentan explicar sus caracteres
socioeconómicos. Estos discursos se centran de manera preferente en las
siguientes tesis:
TESIS SOBRE LAS CAUSAS
GEOGRÁFICAS (AMBIENTALES) DEL ATRASO HERREÑO

CARACTERÍSTICAS PECULIARIDADES CONSECUENCIAS


GEOGRÁFICAS INSULARES SOCIOECONÓMICAS
INSULARIDAD 287 Km2. Dificultad para la
La más pequeña del concreción de un
Archipiélago. mercado propio.
Estrategias económicas
para el
autoabastecimiento.

In≈daga (2006) 4: 243-258


248 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional

TOPOGRAFÍA Elevada pendiente. Dificultad para el


Ausencia de barrancos. desarrollo agrícola y
Costa accidentada. favorecedor del
ganadero.
Limitada accesibilidad
terrestre. Desarrollo
escaso de la red viaria.
Dificultad para el
desarrollo portuario.
Comarcalización de la
Isla.
GEOLOGÍA Juventud geológica. Porosidad del suelo.
Predominio de Escasez de almagres.
materiales recientes. Dificultad para el
Escasa erosión. surgimiento de
manantiales naturales
de agua.
EDAFOLOGÍA Dominio de los Escasez de suelos
litosoles. fértiles.
Escasez de andisoles Mudadas de población
(suelos pardos). en busca de mejores
La importancia de condiciones
Nisdafe por su riqueza ecológicas.
en suelos.
CLIMATOLOGÍA Pertinaz sequía. Dificultad para el
Régimen eólico asentamiento de la
intenso. agricultura de
exportación y cambio
de cultivos.
FUENTE: Afonso (1973), Alonso Luengo (1947), SOES (1951), Hausen (1964).
Elaboración propia.

El cuadro anterior nos indica de forma clara cómo la reflexión en


torno al desarrollo socioterritorial de El Hierro se resuelve de forma
mayoritaria siguiendo relaciones causa-efecto, con base en factores
externos a la sociedad misma que los gestó. Así, el clima, la geología, la

In≈daga (2006) 4: 243-258


C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 249

topografía, etc. actúan externamente sobre las variables sociales y


territoriales, determinándolas.
Continuadora de la posición ecológica y, a su vez, evolucionista, que,
a través de diferentes escuelas, mantiene un enfoque naturalista y bioló-
gico para explicar los hechos sociales, la corriente determinista goza
desde hace tiempo de un notable arraigo en la explicación del desarrollo
socioterritorial herreño. En pocas palabras, sitúa la elucidación de los
procesos territoriales en la determinación de lo físico sobre lo humano.
Son, por tanto, causas exteriores a lo social, en este caso el medio, las
que descifran esa contradicción hombre-medio en la isla de El Hierro, a
través de mecanismos de cambio que tienen como base la biología evolu-
cionista alusiva a las relaciones de competencia entre los seres vivos y el
medio natural.
En esta tendencia, al primar la naturalidad sobre la humanidad, lo fí-
sico se superpone a lo humano. Es decir, si la sociedad se reencontrara
con la naturaleza, el orden social sería entonces un orden natural, adap-
tado a sus leyes eternas. Un buen ejemplo de esta tesis es la siguiente
consideración de Huntington (1942: 155), uno de los más célebres difu-
sores de la corriente determinista:

Nos inclinamos a pensar que estas regiones sudamericanas son lu-


gares escasamente poblados y de poca importancia. Esto es cierto,
por el momento, pero no se debe a que el clima impida la actividad.
El clima es, ciertamente, un factor negativo; pero la característica
dañina no es la temperatura, sino la lluvia.

Esta concepción supone la ausencia de finalidad o intención en los


acontecimientos, que estarían sujetos a situaciones relacionadas con el
azar. Hay que tener en cuenta que, en este contexto, el azar no se
contrapone a la necesidad, sino a la falta de finalidad o intención. Un
suceso puede ser azaroso en el sentido de que nadie lo ha previsto, ocurre
sin que sea consecuencia de un plan o intención, pero sin embargo puede
ser un acontecimiento necesario y lógico en el sentido de que, dadas las
leyes de la naturaleza y la situación y composición de las circunstancias
físicas herreñas, inevitablemente y en algún momento debía ocurrir. De
esta forma, la isla de El Hierro estaría predestinada a sufrir cíclicamente
una especie de fatalismo de origen natural (“la perversa naturaleza”), que
sería la causa de todos sus problemas:

In≈daga (2006) 4: 243-258


250 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional
Las condiciones climáticas de las islas responden fielmente a su
fama en cuanto se refiere a la temperatura parte del clima que más
impresiona a los que nos visitan o a quienes no se encuentran di-
rectamente ligados a los efectos económicos del mismo. Ahora
bien, el clima es el resultado de la combinación de varios elemen-
tos bajo la influencia de diversos factores. Este conjunto, que
forma parte del medio geográfico, se traduce en agricultura, medios
de vida, formas de actividad, etc. de los que ocupan el suelo de una
manera permanente y subsisten a su costa; para éstos las condicio-
nes climáticas no aparecen tan favorables y dejan de tener ese fa-
moso carácter ideal (Afonso 1953: 49).
Esta respuesta nos conduce al problema del desarrollo en el conjunto
de la doctrina idealista subjetiva en torno a los hechos geográficos, al
concebir los fenómenos y objetos causales dentro de en un ámbito de
sustancia ideal que no concierne a la totalidad del objeto en sí. La po-
breza como voluntad natural y hasta providencial (“la pertinaz sequía”)
estaría en la base de tal razonamiento:

El Hierro es también, a causa de su escasez de aguas, una isla pobre.


Apenas exporta al resto del archipiélago quesos, vinos y frutas pasa-
das, y únicamente pequeñas cantidades de éstas últimas se han en-
viado a veces al extranjero. Todo ello, sin que ninguna industria
venga a compensar la penuria de la agricultura (Alonso Luengo
1947: 81).
Lanzarote, Fuerteventura y Hierro, están también esperando ansiosa-
mente el agua para poner en cultivo sus terrenos hoy casi improducti-
vos. Y, como se ha apuntado la limitada capacidad económica de es-
tas islas, determinada por su menor riqueza natural –en ciertos casos
verdadera pobreza y escasa población, no les permite acometer la
empresa por medios propios (Alonso Luengo 1947: 157-158).

En esta concepción idealista y metafísica de la contradicción, los


problemas quedan por tanto alejados de la ausencia de reformas
estructurales o de las acciones políticas de determinados grupos sociales
y se deben, en exclusiva, a la presencia o no de determinadas condiciones
ambientales.
De esta forma, la escasa dotación de recursos naturales, especial-
mente suelo y agua, y la disponibilidad de ambos para los cultivos y ga-
nados, generaría de manera única condiciones de pobreza. La relación

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C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 251

que se defiende indica que, a medida que aumenta la disponibilidad de


esos recursos naturales, disminuye la desigualdad y la pobreza.
La demostración positivista de esta vinculación vendría en el análisis
de otras realidades donde la mayor disposición de suelo y agua supues-
tamente ha llevado a ganar en riqueza y equidad a otros territorios
próximos. Es decir, que, cuanto más rico es un territorio en recursos na-
turales, menor será la predisposición para la pobreza y para consecuen-
cias tales como, por ejemplo, la emigración masiva, que es vista en El
Hierro como un problema de presión demográfica en un entorno de re-
cursos limitados, sin vínculo con la estructura de la propiedad o de los
medios de producción6.
De igual forma se piensa que han sido factores ambientales, como el
clima y el suelo, los que han limitado la productividad del trabajo, han
mermado la eficiencia productiva agrícola, han generado un gran
esfuerzo físico en los productores y han caracterizado el tipo de cultivos.
Estos autores parecen olvidar que donde había recursos naturales
también existían bajos niveles de vida. ¿O es que en zonas de regadío y
suelos no han existido históricos e importantes procesos migratorios?
Además, este tipo de afirmaciones deterministas olvidan que no existe
una condición física o agronómica que obligue a defender exclusiva-
mente la actividad ganadera o a cultivar de forma masiva la llamada “te-
tralogía herreña” (granos, viña, higos y duraznos), como tampoco han
sido causas naturales las que han influido en la masiva utilización del
sistema de cultivo a la parte (medianerías y aparcerías).
Por tanto, la visión determinista es incorrecta en la medida que no re-
fleja adecuadamente la naturaleza objetiva de la realidad y sus cambios.
La otra gran propuesta explicativa del desarrollo viene a exponer la
situación mediante un aparente rechazo de los postulados deterministas, a
través de la utilización de los denominados factores históricos. Los
autores adscritos a este enfoque dan protagonismo al hombre y sus
estructuras sociales y se preguntan si esas acciones fueron accidentes en
la historia o si ellas en sí mismas son resultado de unas determinadas
dotaciones de recursos naturales, que tendrían sus raíces en las
dotaciones de factores que encontraron, para nuestro caso, los castellanos
tras la conquista de la Isla (siglo XV), y no en la contradicciones sociales

6
Destacan, en contradicción con esta versión: Díaz Rodríguez, Martín Ruiz y Pulido Mañes
(1983) y Cucó y Fenollar (1983).

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252 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional
que guiaron la producción de estos colonizadores y sus descendientes. El
factor climático en este modelo no obligará, pero sí induce. Pues, si bien
el determinismo insistía en que el hombre estaba sometido a las
exigencias de la naturaleza, para el posibilismo, según estimaba Paul
Vidal de la Blache, «todo lo relativo al hombre queda sujeto a contingen-
cia», es decir, que entre las incitaciones de la naturaleza y las
realizaciones humanas se intercala la libre decisión del hombre, por lo
que la naturaleza dispone y el hombre elige libremente… Libertad
imaginaria ejercida por sujetos imaginarios.
En esta versión volvemos a encontrarnos con un discurso idealista,
que considera los objetos del mundo exterior como algo derivado del
mundo interior humano, al buscar las causas de los fenómenos en las
intenciones de sus miembros, en la consciencia subjetiva de la sociedad.
La interpretación posibilista del entorno geográfico es la de un conte-
nedor que encierra una serie de posibilidades que el hombre puede
convertir en condiciones reales específicas. Su acercamiento introduce un
posicionamiento dialéctico en la contradicción hombre/medio; en este
sentido, es distinto del determinismo evolucionista anteriormente
explicitado. Ahora bien, esta concepción quedaba bloqueada por la
opinión de que la naturaleza es inmutable e independiente de los
procesos sociales y sus contradicciones. El medio, entonces, seguía
siendo una espada de Damocles sobre la cabeza de la sociedad herreña,
cuya única respuesta consiste en reaccionar, adaptándose dramáticamente
–dentro de una gama de posibilidades– a las circunstancias físicas
impuestas. O en palabras de Engels:
La concepción naturalista de la historia […] según la cual es la natu-
raleza la que influye exclusivamente sobre el hombre, son las condi-
ciones naturales las que condicionan siempre y en todas partes el de-
sarrollo histórico de éste, es, por consiguiente, una concepción unila-
teral, en la que se olvida que el hombre actúa también, a su vez, de
rechazo, sobre la naturaleza, la transforma y se crea nuevas condicio-
nes de existencia. Muy poco, poquísimo, es lo que hoy queda en pie
de la «naturaleza» de Alemania en los tiempos de la inmigración de
los germanos. Todo en ella ha cambiado hasta lo indecible, la super-
ficie del suelo, el clima, la vegetación, la fauna y los hombres mis-
mos, y todos estos cambios se han producido por obra de la actividad
humana, siendo, en cambio, incalculablemente pequeños, insignifi-
cantes, los que durante estos siglos ser han manifestado en la natura-
leza de Alemania sin la intervención del hombre (OME 36, 235).

In≈daga (2006) 4: 243-258


C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 253

Este modelo vuelve a vincularse con la idea del fatalismo ambiental,


pues a pesar de que se muestre como negación del modelo anterior, al
echar por tierra los aspectos históricos generadores de un patrón de
propiedad y explotación, en definitiva, de finalidad en los actos sociales
en su relación con la naturaleza, al empequeñecer la acción social hasta
la simple adaptación, la sociedad se convierte en subsidiaria de un
determinado medio geográfico: «La geografía es la ciencia de los lugares
y no de los hombres», sancionaba Vidal de la Blache en 1913 (Capel
1988: 334). Cuestión que se demuestra en el modelo posibilista aplicado
a El Hierro, en el que no se desvanece la idea determinista plenamente; al
contrario, ésta sigue encontrando potentes apoyos para sobrevivir. He
aquí una muestra, relacionada con la explicación que ofrecen de las
mudadas, proceso con el que se conocía el traslado de población en
determinadas épocas del año desde una parte de la Isla a otra para
ocuparse de distintas tareas agrícolas y ganaderas:
Según los campesinos y pastores, los factores climáticos son
decisivos para explicar tal institución. La oposición arriba/abajo se
relaciona con factores como el frío/el calor que determinan la
disponibilidad de pastos para el ganado. Indudablemente, desde
una postura particularista histórica, el clima no determinó las
mudadas, sino que ofreció el marco en el que los herreños optaron
por una de las estrategias posibles, la de cambiar de residencia dos
veces al año (Galván 1997: 59).
La gente de El Hierro ha adaptado su producción agrícola en el
microcontinente a sus variedades de humedad y temperatura
(Hirmer 1999: 913).
Ambas perspectivas, el determinismo y el posibilismo, tienen conse-
cuencias adversas tanto en el análisis de la realidad herreña como en el di-
seño de las estrategias de acción, aportando en este último punto una visión
negativa en cuanto a cualquier actuación transformadora de lo existente.

LA SUPERACIÓN DEL BINOMIO DETERMINISMO Y POSIBILISMO: LA


RELACIÓN DIALÉCTICA HOMBRE-NATURALEZA

El análisis de las estructuras, acciones y fenómenos que han operado


históricamente en el problema del atraso herreño debe partir de la rela-
ción recíproca entre el hombre y la naturaleza. No tiene ningún sentido la

In≈daga (2006) 4: 243-258


254 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional
consideración de ambas entidades de forma aislada. Esta situación queda
suficientemente explícita en la historia herreña, al mantener una bús-
queda constante de instrumentos y formas de establecer relaciones con la
naturaleza a través del desarrollo de sus fuerzas productivas. El hecho de
que la sociedad controle y regule intencionalmente el proceso de trabajo
hace que todos aquellos elementos que participan en el proceso produc-
tivo, el objeto sobre el cual se trabaja, los medios con que se trabaja y la
actividad humana utilizada en el proceso se integren en un devenir social.
Por tanto, la dialéctica hombre/naturaleza no se resuelve sobre condi-
ciones independientes de las personas, no se explica la orientación y el
marco de su actividad por condiciones naturales, de desarrollo tecnoló-
gico general, etc. Lo que hizo que El Hierro se mantuviese en las condi-
ciones de atraso descritas fueron factores vinculados a la actividad
humana. Tal y como recuerda Engels:
Hasta ahora, tanto las ciencias naturales como la filosofía han
desdeñado completamente la influencia que la actividad del
hombre ejerce sobre su pensamiento y conocen solamente, de una
parte, la naturaleza y de la otra el pensamiento. Pero el fundamento
más esencial y más próximo del pensamiento humano es,
precisamente, la transformación de la naturaleza por el hombre, y
no la naturaleza por sí sola, la naturaleza en cuanto tal, y la
inteligencia humana ha ido creciendo en la misma proporción en
que el hombre iba aprendiendo a transformar la naturaleza (OME
36: 234-235).
La condición socioterritorial herreña se debe no tanto a la naturaleza
como a la consciencia y voluntad de su clase dirigente para obtener un
fin preciso: su beneficio económico y social.
Lo acontecido en El Hierro tiene que ver, por un lado, con la acción
transformadora del hombre en la naturaleza. Relación mediada por la or-
ganización social, que con unos intereses específicos no manejó de ma-
nera consecuente el medio natural para la satisfacción de las necesidades
herreñas, sino que, como relación consciente en el marco de una acción
económica precisa, realizó una acción expoliadora y depredadora que, en
el transcurso de los siglos, trajo notables consecuencias ambientales y
económicas.
Un ejemplo de esta actividad fue la secular obtención de productos
forestales con destino al comercio interinsular, práctica que prescindió,
en su lógica del beneficio, de los efectos y de las consecuencias sociales

In≈daga (2006) 4: 243-258


C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional \ 255

y naturales que pudieran producirse en el territorio herreño. La


deforestación masiva que históricamente ha sufrido la isla de El Hierro
ha quebrado la tradicional relación que hombre y naturaleza mantenían
en la provisión de agua. He ahí una de las poderosas razones sociales que
explican su secular sequía, y no erróneas apreciaciones vinculadas a la
naturaleza.
Tras esos procesos de deforestación, las consecuencias sufridas en El
Hierro nos muestran cómo el hombre no domina la naturaleza desde una
condición extraña o ajena a la misma. Por el contrario, forma parte de
ella, aunque esa supuesta ventaja que le proporciona la consciencia, se
deshace en el momento en que los actos de producción desatienden las
leyes generales del desenvolvimiento natural.
Ahora bien, la intervención del hombre sobre el medio y las
consecuencias que de ello se derivan no son hechos o fenómenos
aislados, sino que acontecen dentro de un continuo temporal. Es preciso
entonces conocer las relaciones en su movimiento, en su dinamismo,
teniendo en cuenta que la acción del sistema social está ligada a su
historia y los tipos de organización que el grupo adopta en un momento
específico. En El Hierro, la colonización señorial, su ruptura y el paso a
otra dominación, ejercida ahora por parte de ciertos grupos locales, no
eliminó la continuada relación hombre/naturaleza caracterizada por la
expropiación y depredación de los recursos forestales. Ahora bien, sí
añadió, junto a la ya descrita acción de despojo de sus recursos naturales,
unas formas de relaciones específicas vinculadas al control social de las
fuentes de extracción y al control de la tecnología, para adquirir nuevas
capacidades de producción y trabajo (control de las fuerzas productivas).
Este aspecto queda perfectamente de manifiesto al explicar el fenó-
meno actual de la sequía. Desde el principio de la Edad Contemporánea,
la cuestión de la carencia de agua entró en el juego de pugnas entre frac-
ciones de la clase dominante herreña: distintos grupos luchaban por el
control absoluto de este recurso, pues de su dominio dependía en gran
medida su poder insular. Todo el siglo XIX y buena parte del XX cono-
cen un intento infructuoso por romper una situación de sequía social-
mente provocada. El agua, que constituye un elemento vital en los proce-
sos naturales, y que por este motivo se prefigura como un instrumento
fundamental de la producción, primó en la organización del espacio
herreño (como representación de la acción humana), al permitir el esta-
blecimiento de unos nuevos cultivos y usos frente a otros. Pero junto a

In≈daga (2006) 4: 243-258


256 \ C. S. Martín Fernández, Tres enfoques en el análisis geográfico regional
esto, por su naturaleza escasa, se convirtió igualmente en una extraordi-
naria plataforma de poder para las clases dominantes, orientando éstos su
dominio o control sobre la vida económica insular. Por este motivo tam-
poco podemos concurrir a la explicación acudiendo a factores naturales,
pues igualmente serán subjetivos los que actúan sobre el desarrollo so-
cial; además, estos últimos serán decisivos elevándose como fuerza sin-
gular en el período más contemporáneo.
Esta situación de control manifiesto de los recursos hidráulicos fue en
determinados momentos excepcionalmente subvertida. Al margen de
aparecer como un conflicto de hegemonía en el seno de la clase domi-
nante, ciertas fuerzas alientan proyectos económicos antagónicos, como
evidencian las tentativas de cambio producidas en el ámbito social
herreño para romper esa detentación tradicional de los recursos. La de-
rrota de estas posiciones reformistas, implicadas en los intentos de incor-
porar la Isla al regadío, paralizó la transformación que tendía a convertir
a El Hierro en una realidad semejante a la desplegada en el resto del Ar-
chipiélago.
Por tanto, podemos concluir que, tanto en lo referente a la destrucción
progresiva del monte herreño y, directamente, de sus fuentes de provi-
sión de agua, como en el control social que se ejerce sobre los recursos
acuíferos insulares, por encima de supuestas leyes naturales se sitúan una
serie de leyes socioeconómicas que son las que han regido el proceso
dialéctico hombre/naturaleza en El Hierro. En este sentido, la dialéctica
hombre/naturaleza se resolvió, de manera premeditada, en beneficio de
unos precisos intereses sociales y no tanto como consecuencia de la
adaptación a unas circunstancias dadas, pues la supuesta libertad humana
en la toma de decisiones, en cuanto a la relación hombre/medio, quedó
condicionada por las formas de producción implantadas en El Hierro du-
rante siglos.

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Adopción de las islas de Hierro y Fuerteventura por S. E. el Jefe del
Estado. [Archivo General de la Administración (Fondo Presidencia),
ms. 4629].

Lcdo. Carlos S. Martín Fernández (Venezuela, 1967). Departamento de


Geografía, Universidad de La Laguna, Campus de Guajara, s/n.
E-mail: csmartin@ull.es

In≈daga (2006) 4: 243-258


In≈daga (2006) 4: 259-269
ISSN 1695-730X

ORESTES GÁRCIGA GÁRCIGA

El valor patrimonial del Archivo


de Fernando Ortiz
The Patrimonial Value of Fernando Ortiz’s Archive

La monumental obra científica y cultural que nos legara don Fer-


nando Ortiz, reconocida universalmente como uno de los más completos
y valiosos estudios que revelan la evolución cultural de los pueblos, a
través del que realizó con el cubano en particular, hace que las investiga-
ciones que genera su archivo personal lo conviertan en una importantí-
sima línea de investigación del Instituto de Literatura y Lingüística, que
podrá conformar una cartera de numerosísimos proyectos, dada la im-
portancia cuantitativa y cualitativa que tiene su información, ya que
constituyó la fuente fundamental del hombre de ciencia conocido como
el “tercer descubridor de Cuba”, después de Colón y Humboldt.
Una evaluación del archivo de Fernando Ortiz, con el objetivo de
continuar de la manera más eficaz posible su organización definitiva y
plantear la multiplicidad de tareas a realizar, requiere necesariamente de
un estudio, además de un riguroso inventario, a través del contacto di-
recto con todo el material que lo conforma. Ello dará una idea mayor de
la que hasta ahora se tiene del universo que lo configura, además de per-
mitirnos reflejar las ideas que surjan con miras a ser estudiadas para su
aplicación, al sugerir muchos trabajos que pueden realizarse, las caracte-
rísticas que presentan los manuscritos y lo que potencialmente puede ser
inédito.
En las últimas décadas, producto del procesamiento y estudio del
contenido del archivo de Fernando Ortiz, ha sido posible la publicación de
varias obras que se encontraban inéditas; también se han reeditado otras
que han sido corregidas y ampliadas con más información del propio autor,
gracias a la consulta directa con los originales que en él se conservan.

[ DOCUMENTACIÓN ≈ DOCUMENTS \
260 \ Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
Los estudios realizados por varios especialistas en el archivo de Fer-
nando Ortiz han contribuido notablemente en las investigaciones y publi-
caciones de diversos temas y disciplinas.
Sin embargo, todo lo hasta ahora trabajado en estas direcciones es ín-
fimo para lo que el archivo reclama. Considérese que está formado por
muchos miles de documentos, agrupados en series diferentes; algunas de
ellas, como "Negros", “Indios”, etc., resultan, por su dimensión, fondos
particulares dentro del mismo.
Los documentos están conformados por fichas de contenido de distin-
tos autores y obras, predominando las mecanografiadas; cuartillas mecano-
grafiadas de Fernando Ortiz y de otros autores; manuscritos que pueden ser
libros, folletos, artículos, fragmentos y apuntes inéditos; manuscritos de
publicaciones, documentos de archivos y de otros autores que ofrecieron
testimonios o datos científicos sobre distintas materias; publicaciones,
como libros, folletos, revistas, separatas, periódicos, oraciones, manifies-
tos, boletines, notas informativas, catálogos, pruebas de galera de obras de
diversos autores, recortes, etc.; obras de Fernando Ortiz que pueden pre-
sentarse en pruebas de galera, libros, cuadernillos de libros, artículos,
fragmentos de éstos, fichas mecanografiadas o manuscritas, propuestas im-
presas, etc.; ilustraciones, como fotos, grabados, fotocopias, litografías, re-
producciones de pinturas y esculturas; dibujos realizados por don Fernando
y otros autores; correspondencia recibidas, como cartas, mensajes, invita-
ciones, tarjetas de presentación, tarjetas postales, memorando, cables, tele-
gramas, tarjetas divulgativas, etc.; fichas de contenido de fragmentos de las
obras de la literatura universal, sobre todo española, como fuente y parte
del contenido del documento; referencias bibliográficas en listados y otras
manuscritas por Ortiz, fundamentalmente en pequeños papeles, clasifica-
das por materia, aunque pueden hallarse también en las fichas manuscritas
del formato predominante; libretas de testimonios dados por informantes
sobre prácticas mágico-religiosas; traducciones realizadas por él; docu-
mentos históricos copiados de archivos y publicaciones; música escrita;
mapas geográficos, históricos, arqueológicos y etnográficos; varios mate-
riales, como solicitudes de inscripción, actas, bases y acuerdos de institu-
ciones, boletas de bibliotecas, programas, plegables turísticos y de aconte-
cimientos culturales y científicos, cuestionarios, planillas, recibos de pago,
boletas electorales, etc.
Todos estos materiales, que constituyen fuentes para la investigación,
fueron reunidos por Fernando Ortiz para el análisis de las más variadas

In≈daga (2006) 4: 259-269


Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz \ 261

temáticas dentro de las Ciencias Sociales. La mayor cantidad está com-


puesto por fichas tomadas de las más diversas fuentes, ya sean docu-
mentales, bibliográficas, etc. Muchas fueron las temáticas que estudió,
por lo que son innumerables los autores y obras de donde recogió infor-
mación. Una vez que sea segregado el material inédito, el procesamiento
futuro de las mismas permitirá a cualquier investigador tener agrupado el
material a consultar, propio de obras que pudieran no estar en nuestras
bibliotecas, para ofrecer trabajos desde distintos ángulos, como comple-
mento de lo que ha sido escrito posteriormente.
El material más importante del archivo está compuesto por las dis-
tintas variantes en que se presentan los manuscritos de Fernando Ortiz,
fundamentalmente lo que aún se encuentra inédito. Consideramos que,
una vez localizados, se debe priorizar la clasificación, catalogación y
todo tipo de control que los mismos requieran, para ofrecer un resultado
de lo que aún puede estar inédito dentro del archivo, postergándose para
una fase futura el procesamiento del resto del material que resultó base
de su estudio. Son dos tipos diferentes de información las que deben te-
nerse en cuenta, pues el trabajo general es incalculable y consumiría mu-
cho tiempo, sin poder dar un resultado inmediato de lo que más urge.
Lógicamente, esto no significa una descentralización del material manus-
crito, aun cuando sea segregado, sino sólo priorizar el trabajo con lo más
importante, manteniendo el orden correspondiente con todas las referen-
cias necesarias. Ello también persigue el objetivo de tenerlo localizado y
concentrado, conjuntamente con otros materiales que se entienda, para
ser trasladado inmediatamente a lugar bien seguro, para su salvación en
caso de cualquier tipo de posible desastre que pueda ocurrir.
Existen inéditos no sólo en los libros y artículos inconclusos, sino
también en anotaciones, donde en muchos casos se manifiesta cierto de-
sarrollo de una determinada reflexión, insertadas dentro de las fichas de
contenido tomadas de otros autores, que en un futuro se pueden valorar
para ser agrupadas y publicadas como “Cuadernos de apuntes” y “Frag-
mentos”. Hay anotaciones de críticas historiográficas y valoraciones que
de hecho resultan debates sobre un determinado tema.
La experiencia ha demostrado que los manuscritos presuntamente
inéditos, hasta ahora hallados en el archivo, no son obras concluidas, sino
que cuentan con distintos niveles de elaboración. Ninguno de ellos ha
estado ni está listo para ser publicado tal como se encuentran, por lo que
una vez detectados reclamarían la reconstrucción de la obra, recayendo en

In≈daga (2006) 4: 259-269


262 \ Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
una sola persona tareas propias de investigador y editor, para que después
sea procesada por un profesional en una editorial. El orden que presentan
requiere un estudio minucioso, al desconocerse cómo el investigador, ya
fallecido, estructuró los respectivos esquemas de trabajo y guías de
redacción, por lo que reclamaría la reorganización del original, que trate de
cuidar los objetivos que tuvo, para respetarlo al máximo. Ya contamos con
varios trabajos de este tipo, que han sido editados o preparados con ese fin
por distintos investigadores, por lo que esa experiencia se debe tener en
cuenta para abreviarle la tarea a quienes la vayan a realizar.
Pueden encontrarse proyectos de obras con toda la información reco-
gida, que no llegó a ser procesada totalmente para formar el libro que
quiso redactar, con muy pocos manuscritos. De continuarse con el pro-
yecto que se trazó Fernando Ortiz, se obtendría un estudio del cual care-
cen las Ciencias Sociales. En estos casos debe estudiarse si pueden ser
considerados como posibles trabajos de coautor.
El estudio que estamos realizando en el archivo de Fernando Ortiz
permitirá la localización precisa, el análisis y la descripción de su valioso
contenido, así como la metódica y metodología empleada en las distintas
fases de la investigación. Podrá desvelar facetas hasta ahora desconoci-
das del sabio cubano como científico social; revelará y facilitará, para su
empleo, mucha información que será de gran interés en todas las disci-
plinas de las Ciencias Sociales; sugerirá realizar múltiples tareas de pro-
ducción intelectual y servicio, y detectará todo el material inédito que
aún existe.
Por todo ello, en un futuro, será indispensable el trabajo de un equipo
de especialistas para procesar el material publicable existente sobre His-
toria, Cultura, Geografía, Arqueología, Etnografía, Folclore, Arte, Musi-
cología, Derecho, Criminología, Literatura, Lingüística, Política, Peda-
gogía, Psicología y otras ciencias.

LAS SERIES QUE CONFORMAN EL ARCHIVO

La genialidad de Fernando Ortiz como científico puede apreciarse no


sólo a través de su obra, sino también en la gran capacidad y habilidad
que tuvo para la clasificación y la organización de su archivo. Así lo
demuestra el orden y agrupamiento de la información recogida (con
vistas a realizar sus estudios), científicamente concebidos por la propia

In≈daga (2006) 4: 259-269


Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz \ 263

experiencia y conocimiento que adquirió en el proceso de investigación,


reflejados en todas y cada una de las series que lo conforman, como
manifestación del carácter enciclopedista que presentan sus trabajos.
Dentro de su obra en general y en cada una en particular, por su
índole interdisciplinaria, pueden encontrarse estudios especializados y
otros que, por su contenido, cuentan con la utilización de varias Ciencias
Sociales, tomándolas alternativamente como auxiliares de la que llevó el
peso fundamental en el tema abordado. Ello explica la existencia de
mucho material clasificado bajo distintas materias, pero unido en un
mismo grupo, lo que respondía a la práctica de su trabajo investigativo,
por la interrelación existente entre diversas temáticas para el análisis de
un determinado fenómeno.
Además de esto, en muchas series se aprecia un minucioso desglose
en otras materias más concretas, así como también dentro de un mismo
documento, a través de rótulos, encabezamientos, títulos, subrayados,
etc., como resultado de una reagrupación interna que seguramente
respondió a las necesidades de las guías temáticas que concibió para sus
investigaciones, con el objetivo de estudiar distintos aspectos sobre un
mismo tema.
Una característica constante es la fecunda relación de muchas series
que aparecen de modo independiente, pero que, en la práctica, guardan
una estrecha comunidad, pudiéndose apreciar el predominio de una por
sobre otra, según el marco histórico-social que fuera objeto de su
estudio, sirviendo una misma información para distintos temas, con el
objetivo de analizar ángulos diferentes de un problema o hecho
científico o cultural.
Por todo ello, el archivo personal de Fernando Ortiz es un universo
muy interrelacionado, en el que hay que descubrir su conexión interna en
grandes grupos, o sea, concentrarlo en su estudio, lejos de ser descentra-
lizado en su clasificación, catalogación y ubicación física.
A continuación ofrecemos en orden alfabético, y con el número que
hemos dado para su identificación, las 109 series que integran el archivo
de Fernando Ortiz. Este nuevo reordenamiento facilita su futura
organización. Se trató de respetar al máximo el trabajo que en este
sentido hizo el autor, salvo algunas materias que nos vimos obligados a
crear, como por ejemplo “Material diverso”, entre otras, porque no todo
el material acumulado por él fue agrupado en la serie correspondiente,
para diferenciarlo de la materia “Miscelánea”, que ya existía.

In≈daga (2006) 4: 259-269


264 \ Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
1. América-España
2. Ánima Sola
3. Antillas
4. Apodos
5. Arqueología
6. Arte Negro
7. Azúcar
8. Bailes
9. Brujos y Brujería
10. Cabildos
11. Café
12. Carnaval
13. Casas, Bartolomé de las
14. Ceiba Templete
15. Centro Nacional de Propietarios
16. Ceremonia Oru. Tambores. Zafra.
17. Ciencias
18. Cocina-Afro
19. Código electoral Crowder y otras leyes
20. Cofradías en Sevilla
21. Colón
22. Collares, manillas, objetos rituales
23. Comercio
24. Comparsas
25. Congos
26. Congreso Científico Panamericano
27. Congreso Histórico Municipal Interamericano, Primer
28. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar
29. Corporaciones Científicas
30. Correspondencia
31. Cristo
32. Cuba. Varios. Fotos.
33. Cultura
34. Curros
35. Chinos
36. Choteo
37. Demonios
38. Diablos

In≈daga (2006) 4: 259-269


Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz \ 265

39. Dilogún
40. Dioses
41. Economía
42. Ediciones Libros Cubanos
43. Embó. Egó. Iyafé. Amarre. Limpieza
44. Entre Cubanos
45. Esclavitud
46. España
47. España-Negros
48. Espiritismo
49. Etnografía-Cuba
50. Folklore
51. Habana
52. Hampa Cubana siglo XVIII
53. Hampa Sevillana
54. Hispano América
55. Historia de Cárdenas
56. Historia de Cuba
57. Historia de la esclavitud en las Antillas francesas
58. Historia General
59. Humboldt
60. Huracán
61. Iglesia- Cuba
62. Ilustraciones
63. Indios
64. Instituto universitario de investigaciones científicas y
ampliación de estudios
65. Instrumentos
66. Italianos
67. Juglares
68. Kimbisa
69. Lenguaje
70. Leyes
71. Liberalismo-Cuba colonial. España. Voluntarios
72. Libretas Afro
73. Literatura cubana
74. Lucumí
75. Mala Vida

In≈daga (2006) 4: 259-269


266 \ Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
76. Martí, José
77. Material diverso
78. Miscelánea
79. Mulatez
80. Municipios cubanos
81. Música
82. Negros
83. Ñañigos
84. Oraciones
85. Orilé
86. Ovando
87. Poesía
88. Política
89. Publicaciones
90. Pueblo Cubano
91. Racismo
92. Razas
93. Religión
94. Resarcimiento del daño personal
95. Reyes Magos
96. Saco, José Antonio
97. Sacrificio. Rito. Matanzas
98. Santería
99. Santos
100. Sociedad Económica de Amigos del País
101. Supersticiones
102. Tabaco
103. Tema Social
104. Transculturación
105. Varona
106. Verdugo
107. Virgen de la Caridad
108. Virgen de Regla
109. Zapata
Resulta difícil el ordenamiento, clasificación y catalogación de las
fichas y materiales de trabajo de un investigador de cualquier ciencia,
porque presentan características diferentes desde el punto de vista

In≈daga (2006) 4: 259-269


Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz \ 267

archivístico a otros documentos legales, económicos, políticos, sociales,


culturales, etc. que se encuentran en los archivos como fuentes primarias
utilizadas para diversos fines, en el que lógicamente está el de la
investigación científica. La cuestión que se plantea es bien distinta, por lo
que es necesario aplicar, en la medida de lo posible, la Norma ISAD-G.

CONCLUSIONES

Dado el contenido y las características que presenta el archivo de


Fernando Ortiz, consideramos que debemos sugerir lo siguiente:
Todo el material manuscrito, con posibilidad de que sea inédito, en la
medida en que lo hallemos, deberá ser priorizado su procesamiento,
incluyendo la citada foliación, para que sea sometido a cotejo con lo
publicado y, posteriormente, procesarlo con vistas a su edición. Los
apuntes y fragmentos podrían agruparse por materias para formar
Cuadernos con el mismo fin. Una vez terminada la clasificación,
catalogación y foliación de estos documentos pueden ser segregados con
referencias que controlen su procedencia. Sólo así podrá darse en un
futuro servicios a los investigadores, asegurando una mejor conservación
y control de los originales de Fernando Ortiz.
Existen fuentes primarias importantes, como copias de documentos
procedentes de distintos archivos históricos, sobre diversas materias.
Podrían ser analizados y, de ser importantes según el criterio de los
especialistas, dar a conocer su existencia publicando breves reseñas u
ofreciendo su contenido íntegro.
Las “libretas”, que recogen notas y testimonios, son de mucha im-
portancia para las investigaciones sobre las religiones de origen africano.
Será necesario hacer un inventario, reseñando muy brevemente su conte-
nido, para formar un fichero y estudiar la posibilidad de que puedan estar
a disposición de los investigadores de dichos temas.
En varias series, Fernando Ortiz dejó manuscrito los nombres de los
informantes, dando en ocasiones la dirección de sus respectivos domici-
lios y, en algunos casos, sus relaciones de parentesco con practicantes de
sectas mágico-religiosas que fueron famosos, pues intentó formar un
Censo con éstos en el primer lustro de la década de los años cuarenta del
siglo XX. Dicha información permitiría acometer trabajos de investiga-
ción con este tipo de fuentes (orales).

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268 \ Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz
En la serie Brujería, hay apuntes manuscritos por Fernando Ortiz so-
bre los Orishas o dioses del panteón africano. Existen otras series con
igual tipo de notas, por lo que se podrían agrupar y conformar, para su
futura publicación, cuadernos de apuntes de muy valiosa y variada in-
formación sobre deidades afrocubanas, propias no sólo de la regla de
Ocha, sino también del Palo Monte, sectas mantenidas en Cuba y otras
regiones de América por el africano y sus descendientes, y el sincretismo
que tuvo lugar con la religión católica.
Las publicaciones existentes, como folletos, revistas, periódicos, re-
cortes de éstas, que resultan una importante colección facticia, son fuen-
tes importantísimas para futuras investigaciones, teniendo en cuenta que
muchas de ellas quizá no se encuentran en las bibliotecas, con las que
pudieran formarse catálogos de referencia.
Otro catálogo, con igual objetivo sobre los más diversos temas de las
Ciencias Sociales, pudiera realizarse con la relación de los datos técnico-
bibliográficos que poseen las fichas de contenido, pertenecientes a las
más diversas fuentes que Fernando Ortiz utilizara como información bá-
sica en sus investigaciones.
Los dibujos realizados por Fernando Ortiz, acompañados de apuntes,
son cuantiosos. Es incuestionable su importancia desde el punto de vista
científico, aunque no posean valor artístico.
Otras ilustraciones, como fotos, negativos, grabados, etc., utilizadas
por Fernando Ortiz en sus investigaciones, pudieran complementar estu-
dios gráficos de épocas históricas de diversos lugares, o textos de los más
disímiles temas, constituyendo una importante fototeca.
La correspondencia recibida por Fernando Ortiz ofrece una valiosa
información de temas científicos. También permitiría conformar apuntes
biográficos de aspectos quizá desconocidos de su vida y obra, así como
también del acontecer científico y cultural.
El archivo brinda la posibilidad de llevar a cabo investigaciones sobre
la literatura como fuente para otras disciplinas de las Ciencias Sociales,
por la utilización que de ella hizo don Fernando en muchos de sus estu-
dios. Entiéndase que no nos referimos a sus muy conocidos trabajos es-
pecializados sobre la poesía, el teatro o la narrativa.
Una característica presente en casi todas las series son los estudios de
lingüística, sobre todo en trabajos de etnografía, que ofrece infinitas po-
sibilidades de investigaciones en dichas ciencias.

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Orestes Gárciga, El valor patrimonial del Archivo de Fernando Ortiz \ 269

El archivo de Fernando Ortiz, hasta tanto no se concluya el


procesamiento que permita su control, no debe estar al servicio de los
investigadores, por la cantidad de material inédito que posee, salvo en los
casos que, bajo contrato con la dirección del Instituto de Literatura y
Lingüística, un personal calificado y respetuoso de su obra realice el
trabajo necesario con los manuscritos para su publicación.
No cabe la menor duda de que el archivo personal de Fernando Ortiz
es de mucho interés no sólo para la comunidad científica y cultural, sino
también como memoria para el conocimiento ancestral de todos los
hombres de los pueblos y etnias que fueron objeto de sus estudios. La
cubanía y universalidad que presenta su obra, reflejo y resultado de su
genialidad y de la multiplicidad de valiosísimas fuentes existentes, estu-
diadas por su incuestionable valor, donde también se encuentran inconta-
bles escritos aún inéditos e inconclusos que conforman trabajos de varia-
das dimensiones, y los diversos proyectos de investigación que genera,
son sobradas razones para considerarlo como patrimonio monumental
que trasciende los marcos nacionales de Cuba.

Lcdo. Orestes Gárciga Gárciga. Instituto de Literatura y Lingüística “José


Portuondo Valdés”, c/. Salvador Allende, 710 - e/ Soledad y Castillejo,
10300 Habana, Cuba.
E-mail: ill@ceniai.inf.cu

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In≈daga (2006) 4
ISSN 1695-730X

Recensiones
Reviews of Books

SCHILLER, Friedrich. Escritos breves sobre estética. Traducción


de Víctor Borrero Zapata y Juan Pablo Larreta Zulategui e
Introducción de Jorge Seca. Sevilla: Editorial Doble J (Colección
Arte / Historia), 2004, 74 pp. ISBN 84-933265-3-4.

El año en el que se cumplen El libro se inicia con una pe-


doscientos años de la muerte del queña introducción de cinco
poeta, dramaturgo y pensador Frie- páginas a cargo del profesor del
drich Schiller, queremos recordar la Departamento de Filología
publicación que, bajo el título de anglogermánica de la Universi-
Escritos breves sobre estética, re- dad Rovira i Virgili de Tarra-
coge la versión española de cuatro gona, Jorge Seca, traductor de
ensayos sobre esta disciplina filosó- obras de Schiller tan importantes
fica a la que el autor alemán dedicó como Cartas sobre la educación
lo mejor de su pensamiento. Debe- estética del hombre. Tras la in-
mos dicha publicación a la editorial troducción, nos encontramos con
sevillana Doble J, que nos ha pro- “Sobre lo patético” (“Über das
porcionado la posibilidad de acce- Pathetische”), el escrito que abre
der a unos interesantes escritos que, la serie (pp. 1-25). Éste aparece
en su mayor parte1, se encontraban por vez primera dentro del en-
inéditos en nuestra lengua. sayo que lleva por título “De lo
sublime” (“Vom Erhabenen”)
1
Decimos «en su mayor parte», ya que no publicado en 1793 en una de las
todos los ensayos que se recogen en este revistas editadas por el propio
libro se encuentran inéditos en español. En Schiller, Die neue Thalia2, y,
concreto, Sobre lo patético cuenta con una luego, separadamente, en el tomo
traducción al castellano de finales de los
años cuarenta del siglo XX: Frederico III de la obra Kleinere prosais-
Schiller, De lo sublime. Sobre lo patético,
Mendoza (Argentina): Instituto de Estudios
2
Germánicos de la Facultad de Filosofía y Esta revista fundada por Schiller fue la
Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, continuación de otra llamada Rheinische
1947. Traducción de Alfred Dornheim. Thalia (1785-1786).
272
che Schriften3 (1801). Le sigue Schiller, Die Horen. “Sobre el
“Reflexiones sobre el uso de lo provecho moral de las costumbres
vulgar y lo indigno en el arte” estéticas” (“Über den moralischen
(“Gedanken über den Gebrauch Nutzen ästhetischer Sitten”) es el
des Gemeinen und Niedrigen in último de los escritos que halla-
der Kunst”) (pp. 27-33), muy pro- mos en esta edición (pp. 61-69).
bablemente de 1793, como se se- Schiller lo presentó en 1796, en el
ñala en esta edición que comenta- número 3º de la revista Horen.
mos, pero publicado, posterior- Las reflexiones que se nos
mente, en el tomo IV de la ya ofrecen en estos ensayos constitu-
mencionada obra Kleinere pro- yen, en gran medida, la particular
saische Schriften (1802). El ter- exégesis que Schiller lleva a cabo
cero de los ensayos (pp. 35-59), de las ideas contenidas en la Crí-
“Sobre los límites necesarios en el tica del juicio de Kant; funda-
uso de las formas bellas” (“Über mentalmente, en las Analítica de
die notwendigen Grenzen beim lo bello y Analítica de lo sublime.
Gebrauch schöner Formen”), de Esto no nos sorprende, pues, como
1795, consta de dos partes: “Sobre todos sabemos, a lo largo de la ac-
los límites necesarios de lo bello tividad filosófica de nuestro autor,
particularmente en la exposición el diálogo con el pensamiento
de las verdades filosóficas” (“Von kantiano fue constante. Pensa-
den nothwendigen Grenzen des miento que sólo acabaría com-
Schönen besonders im Vortrag prendiendo, según el propio Schi-
philosophischer Wahrheiten”) y ller, precisamente, a través de la
“Sobre el riesgo de las costumbres Crítica del juicio, que lee en 1791.
estéticas” (“Über die Gefahr ästhe- Kant es la base, por tanto, de mu-
tischer Sitten”), que se dieron a chos de los conceptos con los que
conocer al público, respectiva- opera nuestro autor en este libro.
mente, en los números 9º y 11º de Schiller determina que es necesa-
otra de las revistas editadas por rio alcanzar un equilibrio fundado
en el despliegue de todas las capa-
3
cidades humanas, capaz de conju-
Como se sabe, esta obra es una colección
de escritos filosóficos de Schiller que se
gar la total libertad del sujeto con
dieron a conocer en distintas revistas. El la moralidad4 y los intereses de la
propio autor los reunió y preparó su edi-
ción. Fueron publicados en cuatro tomos
4
por Crusius en Leipzig: el primero de ellos Precisamente esta concepción de colocar
apareció en 1792 y entre los años 1800 y frente a nosotros a la naturaleza y a la
1802 los otros tres. moral en nosotros es el fundamento, que,

In≈daga (2006) 4
273
comunidad. En el proceso para lo- blime, que lo conduce al territorio
grar ese equilibrio, jugará un papel de lo suprasensible, de la razón.
primordial la Estética, puesto que, Las emociones sublimes facilitan,
en ella, se sintetizan las pulsiones pues, la resistencia frente a la na-
sensibles y los impulsos intelec- turaleza y, en medio de ellas, se
tuales y formales del hombre. Esto desarrolla lo patético, que situaría
supondría una especie de juego : al hombre ante la representación
de la misma manera que el hombre del dolor, del sufrimiento (la tra-
está sometido al determinismo de gedia). Su entereza moral frente al
la naturaleza (a la necesidad fí- padecimiento, frente a la violencia
sica), su voluntad le pertenece y que el mundo exterior le impone,
esta voluntad, base de la libertad, llevan al ser humano a la libertad
necesita de la racionalidad para absoluta y, por ende, a la forma
domeñar a aquella, convertirse en más perfecta de lo sublime, lo su-
un ser verdaderamente libre e ins- blime patético. Dos normas bási-
talarse en una segunda naturaleza, cas se hallan en lo patético: la re-
propiamente humana, que es la presentación de la naturaleza en su
moralidad, de la que lo estético es sufrimiento y la manifestación de
condición indispensable. En este la naturaleza moral doliente. Ya la
marco hemos de entender propia naturaleza nos proporciona
las nociones de lo bello, lo su- numerosos objetos que permiten
blime, lo patético, lo vulgar, lo ejercitar las posibilidades de lo
bajo, etc., que presenta Schiller a bello y lo sublime, aun vulgares o
lo largo de estos cuatro escritos bajos. El arte, con su tendencia a
que se complementan a la perfec- la imitación, tiene la cualidad de
ción. Así, para nuestro filósofo, lo serle lícito todo lo que la natura-
bello es un sentimiento liberador, leza le presenta, puesto que el arte
que permite al hombre, hasta es, ante y sobre todo, para Schiller
cierto punto, librarse de las atadu- libertad.
ras de la naturaleza, pero que no lo Nos ha parecido un gran
eleva por encima de lo sensible, no acierto la selección de estos textos
le concede la libertad total. Ésta de Schiller en esta edición espa-
sólo se alcanza a través de lo su- ñola, pues, como señalábamos más
arriba, las ideas que el pensador
según Kant, nos puede llevar a alcanzar lo alemán expone en cada uno de
sublime en el arte. Lo sublime consistiría, ellos se complementan a la perfec-
por tanto, en adoptar una posición de
resistencia frente a la naturaleza y no en
ción. Hemos echado en falta, sin
obedecerla. embargo, algunos datos más espe-

In≈daga (2006) 4
274
cíficos acerca de los avatares de la lizados, ya que nosotros no la
publicación de estos escritos de hemos constatado en las ediciones
Schiller, puesto que ésta es una que hemos consultado.
cuestión no demasiado pacífica. Aparte de estas cuestiones
En concreto, de los pormenores formales, que podrían subsanarse
que hemos expuesto cuando pre- en una futura reedición del libro,
sentábamos cada uno de los ensa- creemos que merece ser aplaudida
yos no se nos ofrecen, en el libro la iniciativa de la editorial Doble J
que reseñamos, más que referen- de publicar estos ensayos, que
cias marginales. Desde luego, és- permitirán a los lectores de habla
tos no son exigibles, pero sí hubie- hispana tener una visión más am-
ran sido recomendables para todos plia de la obra de Schiller y, parti-
los lectores, interesados en la obra cularmente, de su pensamiento
del autor alemán, pero no especia- estético. Meritoria también nos pa-
listas en la misma. También nos rece la labor de los traductores, los
hubiera resultado recomendable profesores del Departamento de
que se hubiera señalado la edición Filología alemana de la Universi-
de la que proceden los originales dad de Sevilla, Juan Pablo Larreta
alemanes, ya que nos han surgido Zulategui y Víctor Borrero Zapata,
ciertas dudas de carácter tipográ- pues, aunque disentimos de algu-
fico: en la traducción aparecen nas de sus propuestas de traduc-
determinados vocablos y expre- ción y de algunos de sus procedi-
siones en cursiva y no sabemos si mientos traductológicos, conside-
este hecho obedece al deseo de los ramos que han llevado a cabo una
traductores de resaltar esos ele- empresa que no cualquier traduc-
mentos o a la existencia de esa tor se atrevería a acometer.
cursiva en los textos alemanes uti-

Universität-Leipzig Encarnación Tabares Plasencia


tabares@rz.uni-leipzig.de

[\

In≈daga (2006) 4
275
CUESTA FERNÁNDEZ, Raimundo: Felices y escolarizados. Crítica
de la escuela en la era del capitalismo. Barcelona: Octaedro-
EUB, 2005, 274 pp. ISBN 84-806374-2-0.

Como se ha venido observando torsionar el pasado y ahormarlo a


a lo largo de los últimos tiempos, ciertas expectativas preconcebidas
y sin que ello deba considerarse del presente con postulados profé-
una práctica exclusiva aunque sí ticos (sin el menor rubor pero, en
un tanto abusiva de la etapa histó- esta ocasión, con gran disimulo de
rica actual, hay distintos tipos de sus autores); y muy pocos –para ir
libros dependiendo –entre otros acotando que no agotando la taxo-
factores– del contenido que trans- nomía–, son el resultado de un se-
miten, del enfoque que abordan, rio análisis histórico y social de
de la prosa que desarrollan y, por naturaleza estructural, que se aco-
qué no decirlo, también de las pian del utillaje teórico y metodo-
ideas que, explícitamente o no, in- lógico oportuno para explorar,
sinúan; probablemente haya tantos planificar y cartografiar los pro-
como formas de analizar, com- blemas sociales objetos del análi-
prender e interpretar la realidad, a sis, desvelando cómo surgen las
pesar de que la temática central preguntas y cómo se acometen las
que aborden tenga la misma matriz respuestas. Estos últimos se ca-
histórica, social y educativa como racterizan, además, por respetar la
ocurre en el caso que nos ocupa. permanente mutación y desarrollo
Hay libros que son el resultado de los fenómenos estudiados y por
del cumplimiento legítimo de de- ofrecer una interpretación causal
terminados requisitos académicos; en la que se suele observar una
otros, que expresan una concep- ejemplar libertad de expresión y
ción social en formato más o me- una alta dosis de carga crítica.
nos atractivo y divulgativo; mu- El libro que tenemos el placer
chos, han sido concebios para de reseñar pertenece a esta última
enaltecer el interés político ante categoría expuesta, que se ocupa
determinadas efemérides, coadyu- de la dinámica de la sociedad es-
vando a saldar los compromisos pañola desde el punto de vista
institucionales o encargos perso- histórico y educativo, que da cum-
nales adquiridos (sin el menor ru- plida cuenta del fenómeno social
bor y disimulo de sus autores); al- que aborda y que nos transmite un
gunos, han sido fruto del empeño conocimiento dialéctico, libre de
sistemático por manipular o dis- ataduras y simplificaciones y ca-

In≈daga (2006) 4
276
rente de prejuicios. En pocas pala- como en sus numerosos artículos y
bras, y en contra de lo que pudiera comunicaciones, ha demostrado
pensarse a primera vista, es un li- sobradamente su valía intelectual,
bro que no ataca ninguna teoría o su honestidad personal y su inde-
interpretación acerca del objeto de pendencia profesional. Pero vaya-
estudio en cuestión, pero sí los mos por partes y centrémonos en
fundamentos de las múltiples justi- nuestro particular y específico ob-
ficaciones teóricas o intelectuales jetivo.
–a veces pasionales– que, por va- La idea que recorre todas las
riados intereses, las han determi- páginas y que a medida que avan-
nado. Por este y otros motivos que zamos se convierte en trama y ar-
señalaremos a continuación, la gumento principal, no es otra que
obra del profesor Cuesta llega a la de desmitificar el supuesto ca-
convertirse en un instrumento de rácter progresista de la educación
análisis tenaz, intempestivo, sin pública y obligatoria de la con-
espacio para las concesiones (aun- temporaneidad, tan defendida en
que sí para la formulación de con- los manuales y libros de lectura ad
tradicciones) y repleto de princi- usum, al afirmar que la escuela de
pios, compromisos y convicciones. la modernidad no es una creación
Como él mismo llega a expresar transhistórica y atemporal sino una
en la presentación, «este libro nace realidad vinculada a los orígenes y
del encuentro impremeditado de desarrollo del capitalismo y, por
una pasión y una ambición. La pa- tanto, de un tipo de sociedad y de
sión obedece al deseo irrefrenable Estado concretos. Su finalidad se
de mirar la realidad sin miedo [...], centra en presentar y representar
la ambición consiste en el propó- un abanico de utilidades de incul-
sito de traspasar los límites aca- cación, reproducción y legitima-
démicos y los imperativos de toda ción de las estructuras clasistas y
clase que constriñen la factura de de las formas de poder dominantes
las obras "de autor"» [p. 9]. No es [p.103]. Ahondando en esta re-
algo nuevo en su habitual queha- flexión –añade– se pasa por ver-
cer. Tanto en sus obras anteriores: dadero y natural un modelo de en-
Sociogénesis de una disciplina es- señanza que no es más que una
colar: la historia (Barcelona: Po- construcción sociohistórica con-
mares, 1997) y Clío en las aulas. tingente y de interés social harto
La enseñanza de la Historia en discutible.
España entre reformas, ilusiones y Aunque estos planteamientos
rutinas (Madrid: Akal, 1998), ya habían tenido amplia acogida

In≈daga (2006) 4
277
en algunos de los análisis sociales es atravesado por etapas de transi-
realizados por la Sociología (de la ción.
Educación) y, en otros casos, tam- Pues bien, partiendo de esta
bién habían despuntado en mono- concepción –y con la pertinente
grafías de Historia (de la Educa- intención de hacerla explícita en
ción), nunca habían tenido un tra- cada uno de los análisis realiza-
tamiento tan minucioso y singular. dos– el autor divide el libro en
Y lo decimos porque hasta ahora cuatro amplios y amenos capítu-
no se había diseñado un modelo los: en el primero hace un reco-
explicativo de trabajo para anali- rrido en el tiempo desde la moder-
zar con exhaustividad las claves nidad del siglo XVI –para dar a
que se tratan de desarrollar, y que conocer la protohistoria de la es-
en el libro quedan perfectamente cuela obligatoria– hasta llegar al
establecidas al recurrir tanto a la siglo XX, momento de su consoli-
modalidad de explicación crítica dación definitiva: Lutero, Ignacio
como al modo de análisis genealó- de Loyola, José de Calasanz, el
gico. Ese modelo, tipo ideal o Estado prusiano, Comenio, Kant,
concepto heurístico, vendría dado Condorcet, y ya de manera más
por lo que el autor denomina sin específica, Manuel José Quintana
ningún tipo de parafernalias o de y los distintos planes de estudios
adornos retóricos modos educati- desarrollados en el siglo XIX en
vos, siguiendo la estela tipológica España, amén de la Ley Moyano,
e intelectual dejada en su día por de proyectos como los de Jules Fe-
Carlos Lerena. Para Raimundo rry en Francia o, incluso, de las
Cuesta habría fundamentalmente nada desdeñables leyes educativas
dos: el modo de educación tradi- y prácticas escolares franquistas,
cional-elitista, que comenzaría a son buenos ejemplos de legitima-
mediados del siglo XIX y llegaría ción de la escolarización obligato-
hasta finales de los años 60 del si- ria. «La escuela ya entonces deja
glo XX, y el modo de educación de ser una esperanza concebida
tecnocrático de masas que arranca- por clérigos atormentados por la
ría en los años 70 y arribaría hasta idea de pecado y por ideólogos
la actual sociedad mal llamada del henchidos de mística fe patriótica
conocimiento. Un vasto itinerario, (defectos perfectamente intercam-
por tanto, que se subdivide en biables) y se convierte, cada vez
nuevos períodos de continuidades más, en una sistemática empresa
y rupturas y que, además, como del Estado benefactor del ciuda-
didácticamente expresa en el libro, dano» [p. 45].

In≈daga (2006) 4
278
En el capítulo dos, se detiene prueba el deseo de trabajar los
en el análisis de la normalización marcos temporales superando los
historiográfica del pasado español cortes políticos y favoreciendo el
y entra de lleno en el desmenuza- análisis estructural de la evolución
miento y desmitificación de los histórica.
paradigmas economicistas e ideal- Por último, en el capítulo
progresista, base y fundamento de cuarto se ponen las bases de lo que
la actual interpretación lineal y ha sido la forja del Estado social y
monocausal tan de moda sobre el su consecuencia y deriva más lla-
progreso educativo. En contrapo- mativa: la creación de la infancia
sición, se aboga por una concep- feliz y obligatoria en cuanto a la
ción crítica de la historia que des- escolarización de masas se refiere.
place paulatinamente la razón Ahondando en un perfil que se
historiográfica dominante, para la suele obviar por parte de los histo-
cual el emparejamiento feliz entre riadores de la educación, el profe-
escuela y Estado se produce siem- sor Cuesta tiene muy en conside-
pre idílicamente y sin sobresaltos; ración el tema de la infancia desde
una relación que, al decir del autor una triple perspectiva: escolar, la-
y después de una amplia exposi- boral y penal. En esta línea argu-
ción de motivos, ha perdido todo mental llega a mantener foucaulti-
su potencial emancipador. namente que la escuela y la cárcel
Por su parte, en el capítulo tres son dos entidades distintas aunque
se habla del marco de categorías social e históricamente coetáneas
analíticas que ayudan a pensar en y complementarias [p. 230]. Todos
las continuidades y discontinuida- los contenidos y la justificación
des históricas capaces de trascen- explicativa que los acompaña se
der el estrecho corsé impuesto por desarrollan a través de un esfuerzo
el pulso político de los aconteci- consciente –muy de agradecer por
mientos. Los modos de producción parte de los lectores– de ir de lo
tradicional-elitista y tecnocrático general a lo particular para hacer
de masas y su impacto en la socie- más entendible y coherente la ex-
dad española así como sus respec- posición.
tivas dimensiones explicativas, se Como se puede apreciar, el li-
convierten en los ejes vertebrado- bro es una puesta al día de la his-
res convenientemente ilustrados toria de la educación contemporá-
por el autor con algún que otro nea desde una perspectiva estruc-
cuadro sinóptico gráfico y deta- tural, holista y crítica. Cargado de
llado. En este apartado se com- los instrumentos teóricos y meto-

In≈daga (2006) 4
279
dológicos precisos, y prescin- conflictos sociales y la carencia de
diendo de la anécdota y del croni- protagonismo de los grupos más
cón tan recurrentes en el gremio, reivindicativos, alternativos o
el profesor Raimundo Cuesta des- marginales que a través de la pre-
cubre las andanzas de la escuela y sión social ejercida coadyuvaron a
de la escolarización abordadas conformar la educación en España,
desde un optimismo perspicaz- merman calidad en el análisis heu-
mente calificado de ‘panglos- rístico y hermenéutico presentado
siano’, por su poco rigor analítico por el autor.
y sus altas dosis de eclecticismo En fin, como acertadamente
doctrinario. Siguiendo la estela de afirmara en la recta final de los
renovación historiográfica más re- años 20 del siglo pasado Teófilo
ciente presentada por Agustín Es- Sanjuán, en su conocida obra
colano y Antonio Viñao en el ám- Cómo se enseña la historia2,
bito de la educación en España1, «¿Quién que va de camino no vol-
Raimundo Cuesta despeja ciertas verá la cabeza al advertir a su es-
dudas y aflora algunas contradic- palda murmullo de voces? Aun sin
ciones acerca de la implicación detenerse, por abstraído y resuelto
económica y social en el mundo que haga su jornada, el gesto es-
de la cultura y de la educación, pontáneo de la retrospección se
hurgando en los perfiles más si- cumple sin querer». Pues bien, el
nuosos y un tanto inadvertidos libro que invitamos a leer tiene esa
existentes en dichos procesos virtualidad: nos obliga a volver la
siempre complejos, dinámicos y cabeza para conocer con más pre-
contingentes. A todo ello habría cisión y fundamento lo que ha
que añadir, además, que es un li- acontecido en torno a nuestros orí-
bro enriquecido –y por qué no de- genes sociales y educativos. Un
cirlo, también embellecido– por su trabajo, por tanto, serio y bien en-
claridad expositiva y su enorme samblado que se convierte en pa-
viveza intelectual. Ni siquiera la trón de referencia y que hay que
difuminación o atenuación de los saludar –como no puede ser de
otro modo– con intelectual gozo,
1
En sendos libros que llevan por título La
al aportar una nueva mirada pro-
educación en la España contemporánea. veniente del uso de renovadas ca-
Políticas educativas, escolarización y tegorías analíticas y explicativas
culturas pedagógicas. Biblioteca Nueva,
Madrid, 2002 y Escuela para todos.
2
Educación y modernidad en la España del Publicación de la Revista de Pedagogía,
siglo XX. Marcial Pons, Madrid, 2004. Madrid, 1929, p. 5.

In≈daga (2006) 4
280
capaces de definir la naturaleza de ción, su equipaje teórico y sus
los procesos en estudio. Espera- herramientas conceptuales cundan
mos que la obra tenga amplia aco- ejemplo entre todos nosotros.
gida y que sus pautas de investiga-

Universidad de La Laguna Manuel Ferraz Lorenzo


mferraz@ull.es

In≈daga (2006) 4
Información editorial

IN≈DAGA se instituye como una revista internacional de Ciencias Sociales y


Humanas, publicada con periodicidad anual. Promueve su aparición el Foro de
Investigaciones Sociales, entidad cultural sin ánimo de lucro.
Esta publicación se ofrece como vehículo de libre comunicación y debate
científicos. Por consiguiente, aunque dará preferencia a los estudios de carácter
crítico y analítico, admite también toda clase de trabajos científicamente
fundados y, en particular, los que desarrollen enfoques interdisciplinares.
Un Comité de Redacción dirige de forma colegiada la revista. Adjunto a este
órgano, actúa también un Consejo Asesor, sin funciones ejecutivas, compuesto
por especialistas de reconocido prestigio en sus respectivas disciplinas.
Normas de colaboración. La publicación en esta revista no confiere remune-
ración alguna. Sus autores comparten los derechos de edición con el Foro de
Investigaciones Sociales, cuyo permiso por escrito es necesario para cualquier
reproducción. El autor recibirá gratuitamente un ejemplar de la revista en la que
se publique su artículo.
Las opiniones vertidas en los trabajos firmados son de la exclusiva res-
ponsabilidad de sus autores.
Presentación de originales. La revista acepta artículos, comunicaciones y
recensiones.
Los trabajos, escritos en alguna de las lenguas romances o en inglés, deberán
ser inéditos y se presentarán conforme a las normas de publicación que se indican
a continuación.
Cada artículo incluirá un resumen en español y otro en inglés, que no excede-
rán de las 10 líneas, donde se hará mención del problema o asunto a tratar, el
argumento o tesis que se desea presentar, el corpus o fuentes utilizadas y la
metodología. Además, se harán constar al menos tres palabras clave (en el idioma
del texto y en inglés).
Identificación. En hoja separada, se notificarán los datos personales del autor:
nombre completo, dirección profesional o de contacto, teléfono, fax o dirección
electrónica, etc., además de un breve currículum vitae.
Envío. Los originales serán remitidos, antes del día 30 de octubre de cada año, a
la dirección electrónica <info@indagareview.com> o a la del Foro de
Investigaciones Sociales <foroinso@hotmail.com>.
Admisión. Los artículos serán sometidos al estudio de especialistas en la materia
y, de acuerdo con el informe de éstos, el Comité de Redacción podrá:

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282

a) aceptar la obra para su publicación;


b) solicitar que se realicen modificaciones;
c) rechazar el trabajo.
Corrección. En su debido momento, cada uno de los autores cuyos trabajos
hayan resultado aceptados, recibirá una única prueba de corrección que se
comprometerá a corregir en 15 días. Las rectificaciones comprenderán
únicamente errores ortográficos y nunca cambios que supongan una variación del
texto. En este último caso, el Comité de Redacción podrá decidir la no inclusión
del artículo.
Extensión. Los artículos no deberán superar los 20 folios, empleando un tipo de
letra 11 «Times New Roman», a doble espacio y con márgenes de 3 cm. Las
comunicaciones no excederán los 10 folios y las recensiones los 5 folios.
Bibliografía. La bibliografía manejada para el trabajo debe aparecer al final del
artículo, ordenada alfabéticamente por el primer apellido del autor principal. Las
referencias de libros, contribuciones a libros y artículos se ajustarán a los
siguientes modelos:
• Libros:
APELLIDOS, Nombre (en su caso: ed., dir., coord., compil.). Año de la edición
(año del original o de la 1ª ed.). Título(s) completo(s). Lugar de edición:
Editorial, vol., núm. de la edición [si no es la 1ª] (Colección, núm.).
• Artículos de revista:
APELLIDOS, Nombre. Año de la edición. «Título(s) completo(s)». Revista vol.
(núm.): páginas. Lugar de edición: Editor.
APELLIDOS, Nombre, y Nombre Apellidos. Año de la edición. «Título(s)
completo(s)». Revista núm.: páginas.
• Contribuciones a libros:
APELLIDOS, Nombre. Año de la edición (año del original o de la 1ª ed.).
«Título(s) completo(s)», en Nombre y Apellidos (ed., dir., coord. o compil.),
Título(s) completo(s): páginas de la contribución. Lugar de edición: Editorial,
vol., núm. de la edición [si no es la 1ª] (Colección, núm.).
Múltiples entradas de un autor en un mismo año se indicarán con una letra
adjunta (1973a, 1973b, etc.). Múltiples entradas de un mismo autor se listarán
desde la publicación más antigua a la más reciente.
En el texto, estos artículos, libros o contribuciones a libros deben ser
señalados mediante el apellido del autor o autores, seguido del año de publi-
cación del trabajo, dos puntos y la página o páginas relevantes, apareciendo todo
ello, o parte de ello, entre paréntesis, según el contexto de la redacción del pasaje.
Ejemplos:
• «Como ha señalado Bate (1998: 65-66), la categoría de modo de vida [...]».

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283

• «[...] la hipótesis ya fue sugerida por algunos investigadores (Daniels 1992: 24-
32; Etkin 1994: 3-7), tras comprobar que [...]».
Estilo. Se evitarán las negritas y los subrayados en todos los encabezamientos.
Las palabras sueltas (o frases) de otras lenguas, los neologismos y las
abreviaturas latinas se escribirán siempre en cursiva.
Los párrafos citados textualmente dentro del artículo se reproducirán en
cuerpo menor (10 puntos), sangrados y sin entrecomillar, siempre que superen los
tres renglones. Ejemplo:
Obviamente, como se argumentará en mayor detalle luego, ése no puede ser
un criterio útil para el uso de un concepto teórico. De este modo, las
ideologías sólo serán (generalmente) definidas en términos de sus contenidos
y estructuras, así como en términos de sus funciones cognitivas y sociales (T.
van Dijk 1998: 25).

Si las citas no excedieran de los tres renglones, se incorporarán entreco-


milladas («...») al cuerpo general del texto, añadiendo la referencia conforme al
modelo ya enunciado (Autor año: página).
La comilla simple (‘...’) se utilizará: a) para indicar los significados de ciertas
palabras; b) cuando se quiera llamar la atención acerca de un tecnicismo,
especialmente, cuando éste es de uso infrecuente y se va a proceder a su
definición; c) cuando una palabra es utilizada en sentido peculiar.
Si fueran necesarias las notas a pie de página, figurarán numeradas correlati-
vamente a lo largo de todo el artículo (no por página) y escritas en cuerpo menor
(9 puntos). Los agradecimientos, si los hubiera, o cualquier otra circunstancia que
se quiera hacer constar, deben constituir la primera nota.
Las tablas deberán ser numeradas de forma consecutiva, presentar un breve
título explicativo y estar citadas en el texto. Las fotografías e ilustraciones
deberán presentarse preparadas para su reproducción.

GUÍA PARA LA REDACCIÓN DE RECENSIONES

1. La reseña se encabezará con los datos completos de la obra, incluyendo el


número de páginas y el ISBN.
2. El texto deberá atender aspectos tanto informativos como evaluativos:
a) Información:
• Presentación del tema y el problema central.
• Estructura (capítulos y partes) de la obra, con una síntesis del con-
tenido.
• Mención de los glosarios, apéndices y bibliografías comentadas.
b) Evaluación:
• Determinación del destinatario o lector potencial.
• Ubicación de la obra en la producción del autor.

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284

• Relación de la obra con otros trabajos sobre el mismo tema.


• Significación social y científica de la obra.
• Identificación de las aportaciones originales.
3. Deberán seguirse las convenciones de cita que se indican para el resto de las
contribuciones. En una lista de «Referencias», se podrán incluir otras reseñas
que evalúen el mismo libro o las obras relacionadas con el trabajo
examinado.
4. Se consignará el nombre completo del autor (de la reseña) y la institución en
la que desarrolla sus actividades, cualquiera que sea su situación académica.

In≈daga (2006) 4
Editorial information

IN≈DAGA is an international review of Social and Human Sciences, published


with an annual regularity (February). It is born under the auspices of the Foro de
Investigaciones Sociales [Forum of Social Researches], scientific and cultural
organization without spirit of profit.
This publication tries to foment the free scientific communication and
discussion. Consequently, the review admits all kind of scientific studies, though
will give preference to the critical and analytical character and, particularly, to
the interdisciplinary approachs.
An Editorial Board directs collectively to the review. Associate to this editor-
ship, will also constitute an Advisory Board, without executive functions, made
up of specialists of recognized prestige in their respective disciplines.
Norms of collaboration. The publication of articles in this review does not confer
any remuneration. Their authors share the edition rights with the Forum, whose
permission is necessary in writing for any reproduction.
The author will gratuitously receive a copy of the review in which its article
is published.
The opinions spilled in the signed works are of the exclusive responsibility of
their authors.
Presentation of manuscripts. The publication accepts articles, communications,
and book's review.
The works, written in any romance languages, or english, will have to be
unpublished, and they will appear according to the publication norms that are
indicated next.
Each article will include a summary in spanish and another one in english,
that will not exceed the 10 lines, where will mention the problem or subject to
treat, the argument or thesis that are desired to present, corpus or used sources
and the methodology. In addition, they will be pointed out at least three key
words (in the language of the text and english).
Identification. They will be pointed out in separated leaf the personal data of the
author: complete name, professional direction or of contact, telephone, fax or
electronic mail, etc., in addition to a brief currículum vitae.
Sending. The manuscripts will be sent, before the day 30 of October of each year, to
the following electronic mail: <info@indagareview> or <foroinso@hotmail.com>.
Admission. The articles will be put under the study of specialists in the matter
and, in agreement with the report of these, the Editorship of the review will

In≈daga (2006) 4
286

notify in writing to each one of interested the acceptance, correction, or refusal of


the work.
Correction. At its due moment, each one of the authors whose works have been
accepted, will receive an only test of correction that will be committed to correct
in 15 days. The modifications will include orthographic errors solely, and never
changes that suppose an alteration or variation of the text. In this last case, the
Editorial Board will be able to decide the noninclusion of the article.
Extension. The articles will not have to surpass 20 pages, using a font 11 «Times
New Roman», to double-spaced and with margins of 3 cm. The communications
will not exceed 10 pages and the review and news the 5 pages.
Bibliography. The bibliography handled for the work must appear alphabetically
at the end of the article, ordered by the first last name of the main author. The
book references, contributions to books and articles will adjust to the following
models:
* Books:
SURNAME, Name (in its case: ed., dir., coord., compil.). Year of the issue (year of
original, or 1st issue). Complet Title(s). Issue place: Publisher, vol., no. of the
issue [if is not 1st] (Collection, no.).
* Articles of review:
SURNAME, Name. Year of the issue. «Complet Title(s)». Review vol. (no.): pages.
Issue place: Publisher.
SURNAME, Name, and Name Surname. Year of the issue. «Complet Title(s)».
Review no.: pages.
* Contributions to books:
SURNAME, Name. Year of the issue (year of original, or 1st issue). «Complet
Title(s)», in Name and Surname (ed., dir., coord., or compil.), Complet Title(s):
pages of the contribution. Issue place: Publisher, vol., no. of the issue [if is not 1st
issue] (Collection, no.).
Manifold entered of an author a same year will be indicated with an attached
letter (1973a, 1973b, etc.). Manifold entered of a same author will be listed from
the oldest publication to most recent.
In the text, these articles, books or contributions to books must be indicated
by means of the surname of the author or authors, followed of the year of
publication of the work, two points and the excellent page or pages, appearing all
it, or part from it, between parentheses, according to the context of the writing of
the passage. Examples:
• «Como ha señalado Bate (1998: 65-66), la categoría de modo de vida [...]».
• «[...] la hipótesis ya fue sugerida por algunos investigadores (Daniels 1992: 24-
32; Etkin 1994: 3-7), tras comprobar que [...]».

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Style. The bold faced types and the scored words in all the headings will be
avoided, and will be composed according to the following model:
The loose words of other languages, the neologisms and the Latin
abbreviations will be always written in cursive.
The paragraphs mentioned very textually within the article will reproduce in
smaller type body (10 points), croppeds and without quotation-marks, whenever
they surpass the three lines. Example:
Obviamente, como se argumentará en mayor detalle luego, ése no puede ser
un criterio útil para el uso de un concepto teórico. De este modo, las
ideologías sólo serán (generalmente) definidas en términos de sus contenidos
y estructuras, así como en términos de sus funciones cognitivas y sociales (T.
van Dijk 1998: 25).

If the textual paragraphs did not exceed the three lines, they will get up into
quotation-marks («...») to the general corpus, having added the reference
according to the model already enunciated (Author year: page).
The simple quotation-mark (‘...’) it was used a) to indicate the meaning of
certain words; b) when it is wanted to call the attention about a word technical,
specially when this one is of infrequent use and it's going away to explain; c)
when a word is used in peculiar sense.
If the foot-note references were necessary, will appear corelatively numbered
throughout all the article (not by page) and written in smaller type body (9
points). Gratefulness, if there were them, or any other circumstance that is
wanted to point out, must constitute the first note.
The tables will have to be numbered of consecutively, to present a brief
explanatory title, and to be mentioned in the text. The photographies and
illustrations will have to appear prepared for their reproduction.

GUIDE FOR THE WRITING OF REVIEWS

1. The review will be head with the complete data of the work, including the
number of pages and the ISBN.
2. The text will provide of information and evaluation:
a) Information:
• Presentation of the subject and the central problem.
• Structure (chapters and parts) of the work, with a synthesis of the
content.
• Mention of the glossaries, appendices and commented bibliographies.
b) Evaluation:
• Determination of the address or potential reader.
• Location of the work in the production of the author.
• Relation of the work with other works on the same subject.

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288

• Social and scientific meaning of the work.


• Identification of the original contributions.
3. The conventions of reference will have to be followed that are indicated for the
rest of the contributions. In a list of «References», it will include other
reviews which evaluate the same book or works related to the examined
work.
4. To indicate the complete name of the author (of the review) and the institution
in which it develops his activities, whatever it is the academic situation.

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In≈daga (2006) 4
ISSN 1695-730X

Nómina de colaboradores
Contributors roll

MANUEL BOTE DELGADO. Arquitecto (1984) y Doctor en Arquitectura


(2004), es profesor de Urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura
de Las Palmas desde 1989. Fue profesor de cursos de Máster y especialización
entre 1992 y 2004. Editor del libro Las Palmas Oposiciones y autor de diversos
capítulos de libros, entre otros: «Periferia y descripción», en Paisaje y arquitec-
tura en Canarias; «Espacios públicos, ciudad y periferias», en Las Palmas Opo-
siciones; «Las Palmas; debilidad del contexto, debilidad del proyecto», en La
ciudad y los ojos o «Vacíos, puertos y enclaves», en Las Palmas ciudad-puerto.
Además, ha escrito numerosos artículos en revistas estatales e internacionales y
es miembro del consejo de redacción de la revista Cartas Urbanas, editada por la
Sección de Urbanística del Departamento de Arte, Ciudad y Territorio, ETSA
(ULPGC). Autor de diversos proyectos arquitectónicos y urbanos, ha obtenido
una Mención en el Concurso Internacional Europan III Lieja, Bélgica (1994);
Primer premio al Paraninfo, en el Concurso estatal de arquitectura sobre ideas
para la construcción de diversos edificios en el Campus de Tafira, Universidad
Politécnica de Las Palmas (COAC, 1988); Mención en el Premio Oraá, V Edi-
ción (Concurso regional, COAC: Revista Basa 15 (1993).
EDWARD BROWN. Doctor en Geografía por la Universidad de Edinburgh,
orienta su trabajo científico en dos direcciones complementarias. De una parte,
las interrelaciones entre globalización, neoliberalismo y soberanía, especialmente
en las economías de los países del Sur y, sobre todo, de Centroamérica. Y, ade-
más, la relación entre práctica política e investigación, con particular atención
sobre los intentos de adecuar la geografía radical (o crítica) a la estrategia pos-
moderna. Es autor, entre otros, de los siguientes artículos: «Still their Backyard?
The US and post-Mitch development strategies in Nicaragua» (Political Geogra-
phy (2000) 19: 543-572); «Articulating Opposition in Latin America: The Con-
solidation of Neoliberalism and the Search for Radical Alternatives» (Political
Geography (1996) 15 (2): 169-192); «Review Article: Deconstructing Develop-
ment: Alternative Perspectives on the History of an Idea» (Journal of Historical
Geography (1996) 22 (3): 333-339); «Nicaragua: Sandinistas, Social Transfor-
mation and the Continuing Search for a Popular Economic Programme» (Geofo-
rum (1996) 27 (3): 275-295).
JONATHAN CLOKE. Doctor en Geografía, es conferenciante en el Departa-
mento de Geografía de la Universidad de Durham y miembro activo de ATTAC
en el Reino Unido.

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290
REBECA CUBAS PEÑA. Ha cursado estudios de filología inglesa en la
Universidad de La Laguna, donde obtuvo la licenciatura en el año 2003. Desde
entonces realiza estudios de doctorado, centrando sus investigaciones en el
campo de la literatura medieval inglesa. En la actualidad, analiza una de las obras
del poeta medieval inglés Geoffrey Chaucer, destacando ciertas cualidades de sus
figuras femeninas.
RAIMUNDO CUESTA FERNÁNDEZ. Es doctor en Historia por la Universidad de
Salamanca y catedrático de educación secundaria. Fue director del Centro de Pro-
fesores (CEP) de Salamanca y, en la actualidad, es colaborador, como profesor de
didáctica, en programas de doctorado del Departamento de Teoría a Historia de la
Educación. Premio Nacional a la innovación educativa con el grupo Cronos es,
además, miembro del consejo de redacción de Con-Ciencia Social, órgano de ex-
presión del grupo Fedicaria. Entre sus publicaciones, cabe destacar los siguientes
libros: Sociogénesis de una disciplina escolar: la Historia (Pomares, 1997); Clío
en las aulas. La enseñanza de la historia de España entre reformas, ilusiones y
rutinas (Akal, 1998); y, más recientemente, Felices y escolarizados. Crítica a la
escuela en la era del capitalismo (Octaedro-EUB, 2005).
SHEILA DELANY. Doctora en Literatura inglesa y comparada por la Universi-
dad de Columbia (Nueva York) desde 1967, año en el que comienza a impartir
docencia en el Queens College (CUNY) sobre composición avanzada, poesía,
novela y estudios medievales. En 1970 ingresa en la Universidad Simon Fraser
(Canadá), donde ha transcurrido el resto de su vida académica. Allí se ha ocu-
pado de numerosas materias en estos treinta y cinco años, como por ejemplo: la
prosa de géneros, el Viejo Testamento, las versiones de la utopía, el marxismo y
las Artes, la tradicción judeo-cristiana en la cultura occidental, la prosa de fic-
ción, el matrimonio medieval, las políticas sexuales, los contactos y conflictos
culturales en la literatura occidental, la literatura medieval judía, autores como
Chaucer, cuyas obras ha editado, Rabelais, Cervantes, entre una amplia temática
sociohistórica y literaria. Una docencia que ha desplegado también como profe-
sora visitante, ponente en congresos, seminarios y simposios profesionales y con-
ferenciante en Inglaterra, EE.UU, Australia, Bélgica, Holanda, Italia, Polonia,
África del Sur, Israel, etc.
Su bibliografía refleja también esa amplia experiencia en temas diversos:
Chaucer's House of Fame. The Poetics of Skeptical Fideism (University of Chi-
cago Press, 1972; reimpreso por la University Press of Florida, 1994); Writing
Woman. Women Writers and Women in Literature, Medieval to Modern
(Schocken, 1983); Medieval Literary Politics. Shapes of Ideology (Manchester
University Press and St. Martin's Press, 1990); Telling Hours and other journal
stories (Vancouver: New Star, 1991); A Legend of Holy Women (University of
Notre Dame Press, 1992); The Naked Text. Chaucer's Legend of Good Women
(University of California Press, 1994); Impolitic Bodies. Poetry, Saints and So-

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ciety in Fifteenth Century England. The Work of Osbern Bokenham (Oxford Uni-
versity Press, 1998, libro que mereció el premio Labarge a la mejor publicación
de estudios medievales, concedido por la Sociedad Canadiense de Medievalistas
en 1999); ‘Turn it and turn it again’: Medieval Jewish studies and literary theory
(edición especial de la revista Exemplaria 12, primavera de 2000); Chaucer and
the Jews: Sources, contexts, meanings (Routledge, 2002).
Un trabajo de investigación y edición al que habríamos de añadir más de un
centenar de artículos. Además, ha colaborado con no pocas revistas especializa-
das (Chaucer Review, Signs, PMLA, Science & Society, Style, Mediaevalia, Fe-
minist Studies, Assays, PLL, Exemplaria, Studies in the Age of Chaucer, Cultural
Anthropology), así como en diferentes publicaciones universitarias (Oxford,
Cambridge, Florida, Stanford) y extra-universitarias.
Una dilatada, intensa y rigurosa trayectoria profesional que, finalizada ahora
a efectos laborales, representa –sin duda alguna– una gran contribución a los es-
tudios medievales y literarios en lengua inglesa.
PAOLA IVONE DRUILLE. Estudiante avanzada de la carrera Licenciatura en
Letras en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La
Pampa (Argentina). Pese a su juventud, ha comenzado ya a desplegar una intere-
sante actividad investigadora, en la que cuenta con algunas contribuciones im-
portantes: «El Evangelio según Jesucristo: parodia y erotismo», en Anuario de la
Facultad de Ciencias Humanas 7 (Santa Rosa: EdUNLPam, 2005); «Teoría de la
Pornografía. Estado de la Cuestión» y «Antígona en clave moderna y posmo-
derna», en XVI Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas,
UNLPam (General Pico, septiembre de 2005).
JOÁM EVANS PIM. Presidente del Instituto Galego de Estudos de Seguranza
Internacional e da Paz. Doctorando en Comunicación y Periodismo en la Univer-
sidade de Santiago de Compostela y Doctorando en Paz y Seguridad Internacio-
nal en el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado (UNED). Posgraduado en Mi-
norías y Ciudadanía por la Universidade Fernando Pessoa (Oporto) y en Paz, Se-
guridad y Defensa por la UNED. Licenciado en Periodismo por la Universidade
de Santiago de Compostela y estudiante de la Licenciatura en Antropología So-
cial y Cultural en la UNED.
MANUEL FERRAZ LORENZO. Doctor en Ciencias de la Educación, es profesor
titular del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el
Lenguaje de La Universidad de La Laguna desde 1989, donde imparte docencia
en el área de Teoría e Historia de la Educación. Entre otras publicaciones suyas,
destacan: Repensar la Historia de la Educación. Nuevos desafíos, nuevas pro-
puestas (Madrid, Biblioteca Nueva, 2005), obra colectiva en la que ha interve-
nido como autor y editor; el libro La Palma: sociedad, educación y cultura
(1931-1939) (Tenerife, 1997); los artículos «Lo más explícito de un currículum

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poco oculto. La visión de la Historia de España en los primeros manuales escola-
res franquistas (1936-1939)» (Universidad de Granada (1998) 297-306); «Es-
cuela Azul (1932-1952: un canto insular a la instrucción patriótica, nacional, sin-
dicalista y catolicista estatal» (Bordón (1998) 50: 93-106); «Acotaciones a la
historia de la educación en Canarias (1975-1999) Rasgos generales y reflexiones
finiseculares» (Boletín Millares Carlo (1999) 18: 11-35); «La educación en Te-
nerife durante el antiguo régimen: entre el estatismo medieval y el pseudorrefor-
mismo borbónico» (Revista de Educación (2003) 331: 265-285).
ORESTES GÁRCIGA GÁRCIGA. Es Licenciado en Historia (1978) por la Uni-
versidad de La Habana. En 1969 ingresó en el Instituto de Historia, adscrito a la
Academia de Ciencias de Cuba. Al constituirse el Instituto de Cuba del Comité
Central del Partido Comunista, en 1987, se incorporó a él en las tareas de investi-
gación. Actualmente trabaja como investigador auxiliar en el Instituto de Litera-
tura y Lingüística “José Antonio Portuondo Valdor” del Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente de Cuba, en el Archivo de Fernando Ortiz.
Como parte de su quehacer científico, integró los colectivos de autores de las
siguientes obras: Historia de Cuba (Tomo I) (La Habana, l996), la cual mereció
el premio de la Crítica y el premio Ramiro Guerra; La Esclavitud en Cuba (Ed.
Academia, l986); Temas de la esclavitud (Ed. Ciencias Sociales, l988); Agustín
Guimerá y Fernando Monge (coords.), La Habana, Puerto Colonial. Siglos XVII-
XIX (Fundación Portuaria y CSIC, España, 2000).
El libro Historia de la esclavitud en las Colonias Francesas (La Habana: So-
ciedad Económica de Amigos del País y Editorial de Ciencias Sociales, 2001), de
José Antonio Saco, para el cual realizó la introducción, compilación de textos y
notas, obtuvo la condición de Logro Científico Institucional en el Instituto de
Historia de Cuba. Ha publicado también artículos y ensayos especializados sobre
historia económica y social en una docena de revistas, y ha impartido conferen-
cias y ponencias en numerosos encuentros científicos cubanos e internacionales.
BÁRBARA KRISTENSEN. Licenciada en Filologia Portuguesa y Española por
la Universidade do Vale do Itajaí (UNIVALI – Brasil), es vicepresidenta del Ins-
tituto Galego de Estudos de Segurança Internacional e da Paz (IGESIP), posgra-
duada en Minorías y Ciudananía por la Universidad Fernando Pessoa (Porto –
Portugal) y exbecaria de la Fundación Catarinense de Ciência e Tecnologia
(FUNCITEC) y del Programa de Bolsas de Iniciação Científica (ProBIC) de la
República Federativa de Brasil, a través de los cuales ha desarrollado investiga-
ciones literarias y lingüísticas.
CARLOS SANTIAGO MARTÍN FERNÁNDEZ. Es Licenciado en Geografía por la
Universidad de La Laguna (1993), donde ejerce desde el año 2001 como profesor
asociado adscrito al Área de Análisis Geográfico Regional. En dicha institución
defenderá en el presente año su tesis doctoral, titulada Articulación del territorio

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en el proceso reciente de desarrollo económico de la isla de El Hierro (1960-
1990). Su actividad profesional y sus investigaciones se relacionan con el espa-
cio, los recursos y las estrategias de desarrollo, intereses que ha concretado en la
realización de un Máster universitario en Desarrollo Local (1998) y una docena
de artículos y ponencias.
JAMES PETRAS. Doctor en Filosofía por la Universidad de California, es pro-
fesor de Sociología política en la Universidad de Binghamton (Nueva York,
EE.UU.). Especialista en el área latinoamericana, donde ha impartido docencia e
investigado desde los años sesenta, ha dedicado casi toda su producción intelec-
tual al estudio de la economía mundial y las formas de dominación imperialistas,
las relaciones de producción y los conflictos de clases, la transición a la democra-
cia y la revolución. Una actividad teórica y analítica que ha conjugado siempre
con un permanente compromiso social e ideológico, fruto del cual fue su colabo-
ración con el gobierno del presidente Salvador Allende o su participación en el
movimiento de derechos humanos contra la tortura y las desapaciones en Amé-
rica Latina. Es autor, entre otros títulos, de Perú: ¿transformación revolucionaria
o modernización? (1971); América Latina: economía y política (1972); Política
de poder en América Latina (1974); Cómo cayó Allende: un estudio de las rela-
ciones entre Chile y Estados Unidos (1974); Clase, Estado y Poder en el Tercer
Mundo: casos de conflictos de clases en América Latina (1986); Frágiles demo-
cracias: problemas de transición (1990); Clinton: la política del actual gobierno
de los Estados Unidos (1994) y Globaloney (2000).
JUAN RAMÍREZ GUEDES. Arquitecto y Doctor en Arquitectura (2001), es pro-
fesor titular de Proyectos Arquitectónicos en la Escuela Técnica Superior de Ar-
quitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Investigador Be-
cado en el Istituto Universitario di Architetura di Venezia (IUAV), también ha
ejercido en esa institución como profesor invitado, así como en la Escola Supe-
rior d'Arquitectura de la Universitat Internacional de Catalunya, la Universidad
Internacional de Catalunya, la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y el
Politecnico di Milano durante el presente curso (2005-2006). Entre los libros que
ha publicado, el último se titula: Fragmentos para una poética de la ciudad con-
temporánea (Granada: Proyecto Sur, 2003). Ha escrito también numerosos artí-
culos en revistas de arquitectura estatales e internacionales, como «Entre las lí-
neas abiertas – Between open lines» (Quaderns d’arquitectura i urbanisme 223);
capítulos de libros, como Arquitectura del Sol – Sunland Architecture (Barce-
lona: CCAA de España, 2002); y edición de diferentes obras colectivas, como
Arquitectura y urbanismo en Canarias 1068-1988 (Las Palmas de Gran Canaria:
E.T.S. de Arquitectura, 1989). Ha sido ganador de un primer premio en un con-
curso estatal de arquitectura, accesits y diplomas, así como de una mención hono-
rífica en el Premio Oraá de Arquitectura de Canarias.

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294
CARLOS M. RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ. Es Licenciado en Derecho por la
Universidad de La Laguna, donde también cursó estudios de periodismo.
Posteriormente se especializó en Derecho internacional y comunitario por la
Universidad Politécnica de Cambridge, posgrado que posee Mención de Calidad
por parte de la Comisión Europea. En la actualidad compatibiliza su actividad
profesional como abogado con la realización de una tesis doctoral en la Facultad
de Derecho de la ULL. Ha participado en diversos congresos y publicado
artículos doctrinales en revistas especializadas. Es autor del libro Essays on
International and European Law, de la monografía International Watercourses:
Implications for the Environmental Protection and International Law, y de
European Competition Law: A comparative study, que pronto verá la luz. Así
mismo, es miembro de la International Law Association, de la Cambridge
University Law Society y de la Asociación Española de Profesores de Derecho
Internacional y Relaciones Internacionales, y preside el recientemente creado
Instituto Canario de Estudios de Derecho Internacional.
ENCARNACIÓN TABARES PLASENCIA. Estudió Filología y Derecho en la Uni-
versidad de La Laguna. Se doctoró en Filología española, también por la Univer-
sidad de La Laguna, con su trabajo El habla tradicional de La Gomera, que se
encuentra en preparación para su publicación. Desde 2003 trabaja como docente
en el Departamento de Lingüística Aplicada y Traducción de la Universidad de
Leipzig. En la actualidad, cuenta con una decena de artículos, cuyo eje central
son las relaciones entre la Literatura y el Derecho y entre las lenguas jurídicas
alemana y española. En breve aparecerá publicado su libro Literatura y Derecho
en el Libro de buen amor. La fábula del lobo y la raposa.
Mª REMEDIOS ZAMORA ROSELLÓ. Licenciada en Derecho por la
Universidad de Málaga, es becaria de Investigación del Programa de Formación
de Profesorado Universitario del Ministerio de Educación y Ciencia. Ha
completado los cursos de doctorado, y se encuentra realizando la tesis doctoral
bajo la dirección del Dr. D. Ángel Sánchez Blanco, en el Área de Derecho
Administrativo de la Facultad.de Derecho de Málaga (España). Ha participado en
congresos y seminarios, y publicado artículos en revistas especializadas.

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IN≈DAGA
Revista internacional de Ciencias Sociales y Humanas

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Agradecimientos
Gratefulness

Con este número concluye la trayectoria de la revista In≈daga. El


Foro de Investigaciones Sociales desea expresar su gratitud a todas las
personas e instituciones que, en algún momento durante estos cuatro
años, han brindado su desinteresada colaboración a este proyecto.
With this number concludes the In≈daga's path. The Forum of Social
Researches wants to express its gratitude to all the persons and
institutions that, in some moment during these four years, have offered
their disinterested collaboration to this project.

Información catalográfica
Indexing

Título Indaga : Revista Internacional de Ciencias Sociales


y Humanas = International review of Social and
Human Sciences
Editor Santa Cruz de Tenerife : Foro de Investigaciones
Sociales, 2003-
Periodicidad Anual
Inicio/fin N.1(2003) – N.4(2006)
Notas Texto en español e inglés
ISSN 1695-730X
Clasificación 303(05)
009(05)
Materia Ciencias sociales-Publicaciones periódicas
Humanidades-Publicaciones periódicas
IN≈DAGA
Revista internacional de Ciencias Sociales y Humanas
ISSN 1695-730X

Número 1 (2003)
AGNES HELLER, «Memoria cultural, identidad y sociedad civil»
MICHAEL ESFELD, «What are Social Practices ?»
CIRO MESA, «Sobre las anticipaciones del apocalipsis en Marx»
DANIEL GAIDO, «La historiografía marxista norteamericana»
IMMANUEL WALLERSTEIN, «Una política de izquierdas para una era de
transición»
MONTSERRAT GUIBERNAU, «Nationalism and intellectuals in nations
without states : the Catalan case»
JOSÉ MANUEL MARTÍN MORÁN, «El salario de Sancho Panza: trasfondo
político-literario de una reivindicación sindical»
Entrevista
JOSEP FONTANA: «Buscar solidaridades más allá de los reductos»

Número 2 (2004)
ALEX DEMIROVIĆ, «Libertad y Humanidad»
HANS-HELMUTH GANDER, «Responsabilidad para con el otro. El nuevo
planteamiento del ideal de humanidad en Levinas»
ALEXANDRE DORNA, «La psicología política: un paradigma transversal para
las ciencias humanas y sociales»
ETSURO MAKITA, «Tradición e historia: Gadamer y Krüger»
ALEX DEMIROVIĆ, «El espíritu que quiere volar. Adorno bajo el hechizo»
Entrevista
JUAN CARLOS TEDESCO: «Si algo es necesario, tiene que ser posible»
Recensiones
Dieter Schönecker y Thomas Zwenger (eds.), Kant Verstehen / Understanding
Kant. Über die Interpretation philosophischer Texte.
Por JOSÉ Mª. GARCÍA GÓMEZ DEL VALLE
Isidro Moreno, Musas y nuevas tecnologías. El relato hipermedia.
Por JOSÉ A. GÓMEZ MUNICIO
Jaime Gil y Marta Peña, Batatas de Anaga. Inventario e identificación.
Por CARLOS S. MARTÍN FERNÁNDEZ

In≈daga (2006) 4
Homenajes
ANTONIO SANTONI RUGIU
Ferrer e la “Scuola Moderna”
JEAN-MARC LÉVY-LEBLOND
El espejo, la retorta y la piedra de toque o ¿qué puede aportar la
literatura a la ciencia?
JOSÉ LUIS ESCOHOTADO
Entrevista
Laudatio de Emilio Lledó
Los nueve problemas más urgentes para la supervivencia de Canarias
La metamorfosis del fascismo en la forma-estado del capitalismo
Una lectura prohibida: el Manifiesto Comunista
Tesis sobre la privatización del saber y los exámenes
Escolio contra lo disciplinar, -meta-pluri-multi-inter-disciplinar
Manifiesto de los Amigos de la República de Tenerife (2003)

Número 3 (2005)
OSVALDO COGGIOLA, «História e História Econômica: relações e
contradicões»
HOWARD ZINN, «Las intervenciones militares de los EE. UU. desde una
perspectiva histórica»
BLAS CABRERA MONTOYA, «¿Qué formación para qué empleo? Educación,
trabajo y retórica»
GILLES MOREAU, «¿Qué significa formar a un trabajador?»
FRANCISCO JAVIER GARCÍA YANES, «La LOCE como ley de clase: el
tratamiento de los actores sociales»
THORSTEN BONACKER, «Inclusión funcional, desigualdad social e
integración simbólica. Sobre los problemas estructurales de las
sociedades de migración funcionalmente diferenciadas»
CARLOS M. RODRÍGUEZ DOMÍNGUEZ, «Transfer pricing and multinational
entreprises : a critical analysis in the global economy»
Pierre Aubenque: «Sentido y función de la aporía socrática»
Recensiones
Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento.
Por RICARDO BAEZA GARCÍA
Doris Moreno Martínez, La invención de la Inquisición.
Por NÚRIA RODRÍGUEZ BERNAL

In≈daga (2006) 4
Patricia Ranft, Women in Western Intellectual Culture, 600-1500.
Por REBECA CUBAS PEÑA
Mar Gallego, Passing Novels in the Harlem Renaissance: Identity Politics and
Textual Strategies.
Por PATRICIA ROSA NÚÑEZ
James C. Scott, Los dominados y el arte de la resistencia.
Por JORGE SÁNCHEZ MORALES
Juan José Gómez (ed.), Crítica, tendencia y propaganda. Textos sobre arte y
comunismo, 1917-1954.
Por JOSÉ JUAN BATISTA RODRÍGUEZ
Cultura Moderna (2004) 0. Revista semestral de pensamiento
contemporáneo.
Por JOSÉ JUAN BATISTA RODRÍGUEZ
Entrevista
ENRIQUE MELÉNDEZ HEVIA: «La cultura alimentaria no está basada en lo
que necesita nuestro metabolismo, sino en lo que ofrece la industria»
Documentación
Sobre la libertad de expresión e información en Canarias

IN≈DAGA
S≈ST́N · Tasγunt Tagraγlant n Tussniwin deg Temette d Ales
http://www.indagareview.com

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