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Por años, los ortodoxos han pensado que los Textos de las
Pirámides eran solo un repertorio de conjuros, encantamientos
y súplicas, grabados en los pasajes, antecámaras y cámaras
sepulcrales en las pirámides del Imperio Antiguo con el
propósito de ayudar al faraón y asegurar su vida eterna. Pero
una renombrada clasicista y lingüista asegura tener una nueva
interpretación, «más realista», de estos textos sagrados que,
entre otras cosas, mencionan a los famosos Shemsu Hor o
compañeros de Horus.
Susan Brind Morrow piensa que los textos son una prueba de la compleja
filosofía religiosa del Antiguo Egipto, menos mítica y más en relación con
las fuerzas dadoras de vida de la naturaleza. Una ancestral filosofía que
habría influenciado las tradiciones espirituales posteriores.
Los Textos de las Pirámides son los escritos religiosos conocidos más
antiguos —posiblemente del mundo— que los eruditos tienen a su
disposición.
En lugar de ver a los textos como algo escrito por gente primitiva y
supersticiosa, como han hecho la mayoría de egiptólogos hasta ahora, la
investigadora los coloca en un contexto de literatura tradicionalista con
fuertes conexiones culturales.
Textos en el interior de la pirámide de Unis.
Morrow sostiene que las ancestrales líneas inscritas en los muros interiores
de la pirámide de Unis eran un mapa de estrellas «densamente compuesto
pero altamente preciso». Los egipcios estudiaron las estrellas para
determinar en qué época del año el Nilo fluye y hace sus tierras fértiles
para el cultivo. Como una de las formas primigenias de filosofía, «los
egipcios no adoraban diosas o personalidades espirituales, sino más bien a
los cielos mismos; la Naturaleza por sí misma era sagrada y guardaba la
promesa de la vida eterna», agrega.
«Me di cuenta que en realidad estaba viendo una descripción muy vívida y
poética del mundo actual», dice Morrow.
El libro de Susan Brind Morrow presenta una nueva traducción de los Textos de las Pirámides.
«El trabajo de un traductor es ser tan fiel al original como sea posible,
valiéndose de palabras y construcciones que tengan sentido para los
lectores contemporáneos, la Sra. Morrow no ha hecho eso», critica Allen.
«Su “traducción” es básicamente una impresión poética de lo que ella
piensa que los textos deben decir, y no un reflejo de lo que realmente
dicen».
Por su parte, Morrow está convencida que los jeroglíficos no son de acceso
exclusivo a los profesionales, y su propósito es presentar su nueva
traducción para motivar a otros a echar un vistazo y ver lo que hallan.
«Cuando la gente piensa en jeroglíficos, los ven como algo que tiene que
ser descifrado, algo arcaico y ancestral. Pero los jeroglíficos son de una
naturaleza vívida absoluta y muy accesibles a cualquiera que quiera
estudiarlos en detalle», responde.