Вы находитесь на странице: 1из 2

MARCO TEÓRICO

Se parte de la teoría de los géneros propuesta por Roxana Lucía Foladori, para establecer una
diferenciación entre los cuerpos masculinos y femeninos, donde son concebidos relacionalmente.
Los géneros, “en tanto constructos sociales, hay varios factores que los van modificando (por
ejemplo las políticas locales y globales, el transcurso del tiempo y las necesidades sociales y
económicas)”. De lo que la autora concluye que “la práctica de su política aboga por los mismos
derechos y oportunidades, por la igualdad de géneros” (Foladori, 2007:12).

Para las nociones de género se toma también el enfoque de María Milagros Rivera Garretas, quien
considera que la distinción entre los datos biológicos y el género (sexo-género) no implica negar las
diferencias anatómicas. Esta historiadora española considera que el género es en todas las
sociedades un principio básico de organización social y lo define como un sistema simbólico de
opuestos-complementarios. Por lo tanto: no se podría estudiar a las mujeres sin estudiar también a
los hombres y al sistema sociocultural en que están inmersos.

Según Rivera Garretas, las identidades femenina y masculina se inculcan y transmiten a través de la
socialización (Rivera Garretas, 1994).

Para abordar la concepción de poder se consideran los aportes realizados por Pablo Alabarces y
José Garriga Zucal, quienes aseveran que los discursos acerca de las identidades “crean y recrean
otros y nosotros”. Y esas enunciaciones poseen “diferentes dimensiones: narrativas, gestuales,
corporales, escritas, etcétera” (Alabarces y Garriga Zucal, 2007:164).

Para estos investigadores, la masculinidad es parte de una señal identitaria, “que define un
nosotros y un ellos”, mediante “prácticas y representaciones distintivas”. Entonces, al estudiar las
relaciones con otros estilos masculinos, se concluye que hay “dimensiones de poder y jerarquía
dentro del mismo género”. Por ello, se observan “masculinidades hegemónicas y legítimas y otras
construidas en forma alternativa a esos modelos dominantes”. (Alabarces y Garriga Zucal,
2007:167).

La noción de poder también se juega en torno a la concepción de identidad. Porque el deporte “ni
por aproximación, se asemeja a aquello con lo que la sociedad espera que la mujer se identifique”
(Antúnez, 2001:2).

Para la especialistas en deportes Marta Antúnez, los estereotipos de género poseen un peso tal
dentro de la sociedad que, ante la exposición que el cuerpo sufre en el deporte, las diferencias
(masculino/femenino) juegan en contra de las actividades o de las actitudes deportivas.

Los cuerpos femeninos cargan con mitos que harían que las actividades deportivas serían
perjudiciales para su femineidad. Las diferencias físicas entre hombres y mujeres, ha hecho que las
mujeres hayan sido asociadas a la maternidad y fragilidad, en detrimento de su posibilidad de
desarrollar un deporte de fuerza y rose considerado como rudo (Antúnez, 2001).
Comunicacionalmente, la investigación está enmarcada desde la “mirada social del deporte” que
ofrece la Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo en la Universidad Pública, con
un “abordaje desde el campo de la comunicación y posibilitando su análisis mediante diferentes
perspectivas” (Rocío Vega, 2015: 2).

El enfoque interdisciplinario que Rocío Vega propone excede lo meramente teórico, ya que lo
define como “una posición ideológica/política” que le permitiría “ver y comprender los procesos
sociales, comunicacionales y culturales indisociables entre ellos en el marco de una institución
social”. (Rocío Vega, 2015:3)

Para ello, Vega adhiere a la perspectiva enunciada por la licenciada María Eugenia Rosboch en
relación a los Clubes Sociales que “invisten la capacidad de generar diálogos transgeneracionales,
interculturales, creación y transformación de subjetividades, apropiación identitaria y compromiso
cívico-político”(Rosboch, 2014:4).

Вам также может понравиться