Вы находитесь на странице: 1из 106

El cloruro de magnesio es un compuesto químico, constituído por cloro y

magnesio, que tiene muchas aplicaciones industriales, además de


cumplir importantes funciones en el organismo.
Según un interesante artículo escrito por el Reverendo José Chorr, profesor
de física y de biología, que basó sus estudios sobre las propiedades del
cloruro de magnesio en su experiencia personal, muchas enfermedades se
deben a la carencia en la alimentación de cloruro de magnesio o a la
ausencia de cantidades adecuadas para que el organismo sea capaz de
aprovecharlo.
La información sobre los beneficios del cloruro de magnesio para tratar
problemas de salud le llegó a través de un libro del padre Puig, un jesuita
español. Según lo que Chorr pudo experimentar en su propio cuerpo, al
comenzar a tomar cloruro de magnesio, "el magnesio arranca el calcio
calcificado en los lugares indebidos y los coloca sólidamente en los huesos y
más aún, consigue normalizar la corriente sanguínea, estabilizando la
presión. El sistema nervioso queda totalmente calmo, sintiendo mayor
lucidez."
Lee también: Cloruro de magnesio para combatir la fibromialgia
¿Cómo preparar el cloruro de magnesio?
Según la información dada a conocer por el propio Chor en su artículo
sobre los efectos curativos del cloruro de magnesio:

 Hervir un litro de agua y dejar enfriar


 Colocar en envase de vidrio y disolver en ella 30 gramos de cloruro
de magnesio cristalizado.
 Mezclar con cuchara de madera, tapar y guardar.
Sin embargo, si no quieres prepararlo tú mismo, el cloruro de magnesio
también puede comprarse ya preparado o en tabletas. En cualquier caso, es
importante que consultes con tu médico y en caso que te lo indique, sólo
adquirir productos con los controles correspondientes, de los organismos
de salud.

Lee también: Cloruro de magnesio para la presión arterial


¿Cómo tomar el cloruro de magnesio?
Está indicado consumirlo a partir de los 40 años, porque es cuando el
organismo comienza a tener problemas para absorberlo totalmente de los
alimentos. La dosis varía de acuerdo a la edad y el estado general. De tal
modo, el consumo de cloruro de magnesio te permitirá mantenerte más
joven por más tiempo, tal como muestra el siguiente video:
Insertar </>

¿Quieres recibir mas consejos en vídeo? Suscríbete a nuestro canal de YouTube

Ten presente que ha habido casos de intoxicación por cloruro de magnesio,


por lo que sólo un facultativo puede indicar la dosis adecuada para cada
caso particular.

Lee también: Cómo obtener cloruro de magnesio a través de los


alimentos
¿Cuáles son las propiedades y beneficios del cloruro de
magnesio?
Según investigaciones científicas realizadas sobre los efectos de este
compuesto en el organismo, el cloruro de magnesio es la sal que más
fortalece el sistema inmunitario, por lo que resulta útil para prevenir
gripes y resfriados. Además, el cloruro de magnesio posee entre otras, las
siguientes aplicaciones.
 Previene los infartos. El cloruro de magnesio evita la calcificación
arterial o arteriosclerosis y mejora las arritmias. Si a tu cuerpo le falta
magnesio, tus arterias corren el riesgo de sufrir espasmos y de evitar que la
sangre fluya correctamente. En otras palabras, el consumo de cloruro de
magnesio te puede resultar vital a la hora de conseguir la relajación del
músculo cardíaco para prevenir los espasmos coronarios.
 Previene la artritis. El magnesio evita que el ácido úrico se deposite
en las articulaciones. Si posees exceso de ácido úrico, es muy probable que
se deba a un mal funcionamiento de tus riñones a causa de la falta de
magnesio en el organismo. El consumo del cloruro de magnesio puede
ayudarte a evitar y mejorar la inflamación de dedos, rodillas y demás
articulaciones provocadas por la artritis.
 Previene la osteosporosis. Debido a su acción fijadora del calcio,
mejora la densidad de los huesos y así evita la formación de osteoporosis.
Si tienes un buen nivel de magnesio en tu cuerpo, la absorción de calcio de
los alimentos es óptima. Es por eso que es muy recomendado para
personas que sufren de descalcificación ósea, especialmente si se trata de
mujeres en la tercera edad.
 Normaliza la presión arterial. Impide que el calcio se concentre en
la sangre y así evita que endurezca las arterias. El magnesio es un excelente
regulador de la absorción de calcio, por eso, si sufres de hipertensión, el
consumo de este suplemento te puede resultar de mucha ayuda. Ten en
mente que, para prevenir la presión alta, debes consumir el doble de
magnesio que de calcio.
 Regula la digestión y evita el estreñimiento. Actúa sobre la
digestión ayudando a que se acumule el agua suficiente en los intestinos
para conseguir que las heces sean blandas. A su vez, propicia el
peristaltismo y contribuye a la relajación del sistema digestivo en su
totalidad. Es por estos motivos que este suplemento se considera un
excelente desintoxicante.
 Equilibra el sistema nervioso. Es un tranquilizante y relajante
natural, debido a que trabaja en conjunto con el calcio para que el flujo de
corriente por los nervios se pueda mantener correctamente. . En otras
palabras, si tu cuerpo no tiene un nivel de magnesio adecuado, corres el
riesgo de que tanto tu mente como tus músculos y tu respiración no
funcionen correctamente. Si necesitas tratar trastornos del sueño, vértigo,
depresión, epilepsia, entre otros males ligados al sistema nervioso, el
consumo de este suplemento puede ser fundamental.
 Ayuda a eliminar el estrés. Su poder relajante y calmante sobre el
sistema nervioso son de gran ayuda para combatir los efectos negativos del
estrés. El estrés puede ser una causa de la deficiencia de magnesio y la falta
de magnesio tiende a magnificar la reacción de este.
 Previene el cáncer. El magnesio cumple tres funciones celulares muy
importantes relacionadas con el cáncer: ayuda en la correcta duplicación y
reparación del ADN, favorece la reproducción celular y reduce la
inflamación de los tejidos. Para reducir los riesgos de desarrollar cáncer y
otras enfermedades degenerativas, consume el cloruro de magnesio.
 Previene la formación de cálculos renales. Esto se debe a
que impide que el oxalato de calcio se acumule en los riñones. Debido a
esto, si tu sistema excretor es propenso a formar cálculos de calcio, el
consumo diario de suplemento de magnesio puede evitar los cólicos
renales producidos por el movimiento y la eliminación de piedras en los
riñones.
 Previene la arteriosclerosis. El cloruro de magnesio ayuda a que las
arterias se mantengan dúctiles y limpias al evitar las calcificaciones. Si tienes
un nivel bajo de este mineral en tu cuerpo, tu organismo puede comenzar a
producir más colesterol y ácidos grasos.
 Ayuda a la salud de la mujer. Básicamente, te ayuda a mitigar los
síntomas del síndrome premestrual y a regular otros problemas de origen
hormonal. También es fundamental que lo consumas si estás embarazada,
porque en esta condición es muy común que los niveles de magnesio
decaigan.
 Quita verrugas y tumores. Evita la proliferación de radicales
libres que promueven malformaciones celulares, como tumores o verrugas.
Esto es posible porque esta sustancia protege a las células de otros
minerales, como el mercurio o el plomo, que son perjudiciales para la salud.
 Mejora el asma. Reduce la inflamación de las vías respiratorias y
relaja los músculos lisos de los pulmones para que puedan dilatarse mejor.
Si sufres de asma u otros problemas respiratorios, el magnesio te puede
ayudar a controlar y a prevenirlas
 Retrasa el envejecimiento. Es considerado un mineral esencial en la
lucha contra el paso del tiempo, ya que posee gran potencial para estimular
la síntesis de colágeno de la piel. Además protege de los rayos ultravioletas
y favorece el blanqueamiento de la piel oscurecida o con manchas.
 Previene ataques cerebrales (ACV). Reduce la presión arterial y las
concentraciones de glucosa y de lípidos en sangre. Provoca que varios
factores de riesgo que influyen directamente en la predisposición a sufrir
un accidente cerebral, disminuyan.
 Previene alergias. Debido a que ayuda a reducir los niveles de
histamina en el organismo y relaja la dilatación de los bronquiolos, puedes
utilizar el cloruro de magnesio para evitar las molestas alergias ligadas a las
vías respiratorias.
 Evita la preeclamsia. después de la vigésima semana de gestación,
es común que se constate una elevación de la presión arterial en la madre.
El magnesio actúa ayudando a que los procesos del parto, la evolución
posparto y el crecimiento fetal se den de manera óptima.
 Alivia las migrañas. El uso de este suplemento de magnesio te
puede resultar muy efectivo para evitar que tus niveles de serotonina fluyan
sin control y activen la liberación de otros compuestos químicos que
producen el dolor característico de las migrañas.
 Mejora la memoria. ya que cumple en el sistema nervioso la función
primordial de actuar en la formación de neurotransmisores y
neuromoduladores. Lo que provoca un aumento de la memoria y mejoras
en el aprendizaje.
 Controla la diabetes. Ayuda a controlar los niveles de
glucosa presentes en la sangre mediante la regulación de la secreción de
insulina del páncreas. En otras palabras, puedes consumir el cloruro de
magnesio para prevenir y regular la diabetes.
 Evita y combate la fibromialgia. La deficiencia de magnesio es una
de las principales causas del desarrollo de esta enfermedad, debido a que
afecta al sistema nervioso y muscular. Además, provoca un incremento del
estrés. Por eso, si sufres de fibromialgia o te interesa prevenirla, el consumo
de este suplemento es fundamental.
 Previene la calcificación. Ayuda a que el calcio se fije en los huesos,
las uñas y el pelo e impide que se disemine por diferentes partes del
organismo originando calcificaciones.
 Trata el síndrome de colon irritable. La deficiencia de magnesio
puede provocar el síndrome de intestino irritable y este trastorno, a su vez,
puede ocasionar deficiencia de este mineral. Al consumir cloruro de
magnesio, reduces las posibilidades de contraer la infección que da lugar al
colon irritable.
 Trata el síndrome metabólico. Debido a que el magnesio ayuda a
disminuir los triglicéridos, el consumo de este mineral acciona la secreción
de insulina y ayuda a controlar la hipertensión, entre otras afecciones que
son relativas a este problema.
 Previene problemas de la próstata. Evita el exceso de calcio en el
organismo, que puede causar calcificaciones en la próstata y en los riñones.
Si tienes más de 40 años, para evitar la calcificación que progresivamente
atrofia la próstata, el consumo de cloruro de magnesio para suplir la
deficiencia natural de este mineral en tu cuerpo puede ser determinante.
 Disminuye la fatiga crónica. La deficiencia de magnesio puede
provocar la aparición de este mal. Está científicamente comprobado que
consumiendo a diario cloruro de magnesio, se puede disminuir sus
síntomas en un 50 %.
 Ayuda a evitar los calambres musculares. Este mineral esencial
cumple una función primordial con relación al sistema muscular,
incentivando los procesos de contracción y relajación muscular. Si
consumes diariamente cloruro de magnesio para obtener el nivel adecuado
de magnesio en el organismo, estás previniendo la aparición de este mal.
 Previene la diabetes durante el embarazo. El magnesio ayuda a
reducir la resistencia a la insulina o por el contrario, a aumentar la
sensibilidad a la misma. De esta manera, se normalizan los niveles de
glucosa en la sangre en beneficio de la salud de la mujer y del bebé.
 Ayuda en los tratamientos de epilepsia. Está científicamente
comprobado que la deficiencia de magnesio es una de las principales
causas de la epilepsia. Este importante mineral ayuda a controlar las
convulsiones y otros síntomas de esta enfermedad.
 Previene el autismo en la niñez. El magnesio es muy importante en
el desarrollo infantil y su deficiencia puede traer aparejada afecciones como
el autismo. El cloruro puede ser de gran ayuda regulando los niveles
adecuados de este mineral en el organismo, controlando la hiperactividad,
la sensibilidad al ruido y otros síntomas del autismo.
 Ayuda a controlar la hiperactividad infantil. Expertos en el tema,
creen que los niños con trastorno de hiperactividad y déficit de atención,
padecen de deficiencia de magnesio. El consumo diario de este
suplemento ayuda a los niños con este problema, disminuyendo sus
síntomas.
 Previene la infertilidad en la mujer. Los resultados de diferentes
investigaciones demostraron, que el consumo de magnesio, aumenta las
posibilidades de una concepción exitosa y posteriormente del desarrollo de
un embarazo saludable.
 Ayuda a bajar el colesterol. El magnesio regula la actividad de la
enzima HMG-CoA reductasa, encargada de producir colesterol, logrando de
esta manera, mantener los niveles adecuados de este.
 Previene y trata la cistitis. Al tratarse de una afección ocasionada
por una infección a través de bacterias, el magnesio es de gran ayuda
gracias a su propiedad bactericida y además, por su capacidad para
levantar las defensas del organismo.

por Ignacio Puig, S. I.


1978
del Sitio Web Scribd
contribución de Daniel Piovezan

Compilación de Estudios de eminencias


médicas, zootécnicas y agronómicas
sobre los beneficiosos efectos del
magnesio en el hombre, en los animales y
en las plantas

Índice
 Prologo
I. Capítulo - ¿Posee El Magnesio Virtudes
Curativas?
II. Capítulo - El Magnesio En El Organismo
Humano
III. Capítulo - El Magnesio En Zootecnia
IV. Capítulo - El Magnesio En Agricultura
 Epilogo
I. Apéndice - ¿Como Debe Tomarse El
Magnesio?
II. Apéndice - Contenido De Magnesio y De
Calcio En Los Principales Elementos
III. Apéndice - Principales Dolencias Para Las
Que Se Recomienda El Empleo De Las
Sales De Magnesio
IV. Apéndice - Bibliografía

Regresar a Una Sana Industria Médica y


Medioambiental
Regresar a Temas / Una Nueva Vision
de La Salud
Regresar a Temas / Libros-
Tratados

PRÓLOGO
La presente obra recoge varios artículos de diferentes autores, consagrados a divulgar el importante
papel que desempeña el magnesio en los organismos vivientes, como sus efectos curativos en el
hombre y en los animales, los prodigiosos resultados del mismo aplicado a las plantas y, en general,
su poderosa intervención en el metabolismo vital.

Sobre todo, los diez artículos de Francisco Manzanal, S. I., han tenido la virtud de interesar a gran
número de personas que han practicado, con excelente resultado, la cura del magnesio en ellos
recomendada y que luego, espontáneamente, se han constituido en los grandes propagadores de
las virtudes curativas del magnesio.

No se crea, sin embargo, que con estos artículos se descubre algo totalmente nuevo o ignorado
respecto al magnesio.
Desde hace años se conocía su intervención en el metabolismo orgánico y no pocas de sus virtudes
curativas, según lo dan a entender los excelentes preparados hechos a base de sales de magnesio,
tales como,
 DELBIASE (en forma de comprimidos y de crema)
 LIDACRÓN (en forma sólida)
 LIDATINE (en forma líquida)
 MAGNOGENE (en grajeas)
 HALMAGNOL (en ampollas)
 más recientemente HALÓGENOS JULIÁ-4 (en forma líquida), etc.
Sin embargo, hablando en general, se había prestado escasa atención a la importancia que el
elemento tiene en el mundo orgánico, hasta que recientes experiencias, llevadas a cabo
principalmente en Francia y en los Estados Unidos y recopiladas con gran maestría por el Padre
Manzanal, han tenido la virtud de llamar la atención del público sobre lo mucho que puede
esperarse del elemento magnesio, ingerido, no en forma metálica naturalmente, sino en sales,
particularmente de cloruro y carbonato.

Que, por lo menos en Barcelona, son muchas las personas que, se sirven de las sales de magnesio
para alivio de sus males y aun como alimento (pues autoridades médicas aseguran que el magnesio
debería figurar en la dieta ordinaria), lo demuestra la admiración de algunas droguerías de dicha
ciudad que en un mes venden más sales de magnesio que antes vendían en diez años.

No vamos a extendernos, en este prólogo, haciendo la apología del magnesio, puesto que ésta ya
se hace - y por cierto bien cumplida, según creemos - en el decurso del presente libro.

Solamente queremos precisar, antes de terminar, el carácter del mismo, que es más bien una
complicación o refundición de lo que especialistas en las respectivas materias (médicos, ganaderos
y agricultores) han observado y experimentado con respecto al papel biológico del magnesio.

Aunque el fondo básico de este libro, sobre todo en lo que respecta al hombre, son los aludidos
artículos del Padre Manzanal, quien a su vez se ha servido principalmente de la obra del doctor
Delbet, hemos de hacer constar, que en él figuran extractos de otros varios autores.

Asimismo, hemos utilizado los informes que nos han proporcionado cuantos se han servido darnos
a conocer los efectos beneficiosos del magnesio que en sí han experimentado.

En esta complicación de datos o, si se quiere, refundición de trabajos de otros autores, hemos


procurado la mayor unidad y orden, reuniendo en capítulos separados lo referente al hombre, a los
animales y a las plantas, lo que no siempre se encuentra bien delimitado en otros autores.

Esperamos que la presente obra servirá para ampliar el campo de acción del magnesio.

Regresar al Índice

CAPÍTULO PRIMERO
¿POSEE EL MAGNESIO VIRTUDES CURATIVAS?
Entendemos que, en todo libro, revista y, en general, en cualquier escrito, lo primero que debería
hacerse - y no siempre se hace - es justificar el título que se le ha puesto, a no ser que él mismo se
caiga por su peso o que, en el decurso de la exposición, aparezca claramente justificado.

Al encabezar esta compilación de escritos sobre el magnesio le hemos puesto por título «Virtudes
Curativas del Magnesio», con lo cual parece queremos dar a entender que el magnesio posee
virtudes curativas, como así es en efecto.
A) MARAVILLOSOS EFECTOS DEL MAGNESIO
A no pocas personas que tan sólo habrán oído hablar del magnesio al designar los
polvos de que se sirven los fotógrafos para producir chispazos de luz blanca
deslumbradora, o al tratar del purgante denominado magnesia, les ha de parecer
raro que se pueda escribir un libro que trate exclusivamente de las virtudes
curativas del magnesio.

Por esto hemos creído del caso comenzar esta compilación justificando el título que
le hemos puesto, a fin de que nadie nos pueda tildar de que no ponemos en
práctica lo que creemos debe hacerse en todo libro y de que en él caemos en el
mismo defecto que reprochamos en otros.

Dice el refrán que la mejor manera de demostrar el movimiento es andando; pues


esto es lo que ahora vamos a hacer en este capítulo introducción:
describiremos una serie de maravillosos efectos curativos, obrados
con el magnesio, no precisamente bajo la forma metálica, sino de
sales, como el cloruro, sulfato o carbonato en lectores de esta obra,
los cuales además de experimentar en sí sus saludables efectos,
nos lo han escrito o comunicado de palabra.
En la imposibilidad de aducirlos todos, nos limitaremos a dar a conocer en este
lugar algunos pocos.

1. Cura la artrosis debida al ácido úrico


(De una carta fechada el 28 de octubre de 1956):
Un amigo mío me recomendó el libro las «Virtudes
Curativas del Magnesio», el que, una vez leído, me decidió
a poner en práctica el tratamiento a base de cloruro de
magnesio.

»Los resultados no han podido ser más sorprendentes ni


más halagüeños, ya que, al poco más de un mes de
tomarlo todas las mañanas en ayunas, me vi casi
totalmente restablecido (hoy completamente) de las
dolencias que me aquejaban. Me encontraba
excesivamente sobrecargado de ácido úrico y, como
consecuencia de ello, sufría una grave artrosis en ambos
rodillas, particularmente en la izquierda, y estaba decidido a
dejarme operar, sabiendo que me tenía que quedar la
articulación rígida, o sea, cojo para toda la vida; pero es
que hacía cerca de cinco meses que me tenía
imposibilitado y con unos dolores terribles.
Afortunadamente este peligro desapareció tomando el
cloruro de magnesio y hoy me encuentro mucho mejor que
diez años antes.

»También sufría de dilatación de la aorta (tengo cincuenta y


dos años) y hoy puedo decir que ya no me inspira ninguna
preocupación; pues, en opinión del doctor que me ha
mirado últimamente en la pantalla, me encuentro
perfectamente.

«Aparte de lo que antecede, se siente uno a los pocos días


de tomar el cloruro, con una gran energía y vitalidad, que
hace que hasta el carácter se transforme, ya que le
proporciona una euforia y optimismo sin igual.

»Me complazco en proporcionarle los detalles de este mi


caso, para que sirva de estímulo y de ejemplo a aquellos
que sufren, no solamente de las dolencias reseñadas, sino
de todas aquellas que son propias de las personas de
edad.»

2. Hace desaparecer el temblor senil


(De una carta fechada el 2 de marzo de 1956):
«Desde que terminaron de publicarse los artículos del P.
Francisco Manzanal sobre «Virtudes Curativas del
Magnesio», he sido un propagandista del cloruro de
magnesio.

»Yo lo tomo desde entonces y sus efectos han sido más y


mejores de lo que yo esperaba. Empecé por tomarlo para
aliviarme del temblor senil que me impedía escribir y hasta
poner mi firma, si no era sujetándome la mano derecha con
la izquierda, y me temblaba la mano al beber, y demás
usos. A los cuatro días de tomar una dosis bastante floja,
ya noté sus efectos, pero no quise dar crédito, hasta a los
trece días en que, sin querer, di un grito de entusiasmo al
ver la facilidad y constancia en poder manejar la pluma y
demás enseres.

«Padecía desde muchos años hemorroides constantes y se


me han curado totalmente, y esto que ya trataban de
operarme. Ahora, a pesar de los tiempos reinantes, esto
era en febrero de 1956, sin usar bufanda y saliendo de
casa varias veces al día, no he cogido ningún resfriado.
Otra ventaja he observado en mi ya achacoso cuerpo;
optimismo, alegría de vivir, agilidad de mis piernas y rodillas
a mis 62 años.

»Son muchas las personas que me agradecen les haya


aconsejado el cloruro de magnesio. Es un laxante eficaz y
el más económico.»

3. Desvanece el agotamiento intelectual


(De una carta fechada el 17 de junio de 1957):
«Me dirijo a usted para solicitarle el libro «Virtudes
Curativas del Magnesio». Tengo interés en tenerlo; pues
conozco el resultado satisfactorio que ha obtenido con el
tratamiento del magnesio un señor que sufría desgaste y
agotamiento intelectual y ahora sigue trabajando
incansable. Como soy enfermera y también otros me han
hablado de los efectos del magnesio, es por eso que deseo
tener este libro.»

4. Otros notables efectos beneficiosos del magnesio


A. Un hombre de carrera, de unos 60 años de edad,
padecía de cierta infección intestinal crónica. Un
amigo le proporcionó «Virtudes curativas del
magnesio». Después de dos meses, escribió estas
textuales palabras:
«Hace un mes que tomo magnesio y me he librado
de un achaque que hacía 35 años lo llevaba
conmigo».
B. Hace algún tiempo se presentó un individuo
diciendo que, poco antes, apenas podía valerse por
el reuma; incluso le habían de vestir. A los pocos
días de tomar magnesio, le desapareció el mal y
«ahora - dijo - me siento como un atleta», y
comenzó a gesticular como tal. Todavía dijo más:
«Mi madre - añadió - que ya pasa de los 80 años,
desde que toma magnesio se encuentra como una
joven».
C. Un lector que toma magnesio y que está
entusiasmado con él por los buenos efectos que le
ha producido, fue a visitar a un amigo suyo que
sabía estaba enfermo. Se lo encontró en cama
aquejado de fuertes dolores, pues padecía de la
próstata y le habían de operar. Le recomendó
tomara magnesio, como efectivamente lo hizo. A
los pocos días, se lo encontró en la calle, tranquilo,
sin haber sido operado y como si nada hubiese
tenido.

B) ¿EN LOS CASOS REFERIDOS NO SE TRATARÁ DE


SUGESTIÓN?
Antes de contestar directamente a esta pregunta, hay que saber qué es sugestión,
lo cual vamos a hacer aduciendo dos casos: uno provocado por el
profesor Slosson y el otro referido por el psicólogo Gillet.

Primer caso: Un día el profesor Slosson llega a clase con un frasco de un líquido
transparente. Sus alumnos, al entrar, concentran sus miradas intrigantes en el
frasco. El profesor, a su vez, fija sus ojos centelleantes en los discípulos y les dirige
unas breves palabras de aclaración para justificar su modo de proceder. Se trata de
un experimento sumamente delicado para el que reclama la cooperación de los
jóvenes del aula.

El doctor Slosson infunde a sus alumnos el convencimiento de que jamás han


percibido un olor tan fuerte como el del líquido que conserva en el frasco; con todo,
les advierte que, durante la experiencia que piensa realizar, no se sentirán
excesivamente molestados por el olor del líquido.

Les ruega encarecidamente que, una vez haya destapado el frasco, le vayan
indicando cuándo empiezan a percibir la acción odorífica del líquido, para que él
pueda precisar la velocidad de propagación de las partículas existentes.

El profesor quita cuidadosamente el tapón del pequeño frasco, echa unas gotas del
líquido sobre un pedazo de algodón y se retira convenientemente para no dejarse
inficionar tan de cerca por el influjo del líquido. ¿Qué sucede?

A los quince minutos, los alumnos de la primera hilera de los bancos levantan la
mano: han notado ya el escozor del líquido. Unos intervalos más, los de la segunda
serie dan también señales de haber respirado el aire contaminado por las partículas
del líquido. Apenas ha transcurrido un minuto, las tres cuartas partes de la clase se
sienten impresionados por el olor, hasta el punto de que muchos pretenden
abandonar el aula.

La voz del profesor resuena de nuevo, entremezclada con una sonrisa.


«No han de temer los jóvenes universitarios: el líquido del frasco
que ha producido efectos tan alarmantes, no es sino agua pura, de
clara transparencia, cuyas moléculas gozan íntegramente de las
propiedades esenciales del agua.»
Los alumnos de aquella clase han sido víctimas, no de la peligrosa contaminación
de un líquido mefítico, sino de un fenómeno psicológico, conocido vulgar y
científicamente con el nombre de sugestión.
«Este hecho - anota José O. Martínez, S.L., al reproducirlo en su
libro ¿Cómo curar la neurastenia? - que, tal como acaba de ser
escrito, parece extraordinario e increíble, en sus caracteres
generales es muy frecuente.»
Este primer caso es un ejemplo palpable de heterosugestión, es decir, de sugestión
provocada por otro.

El que a continuación ofrecemos, presentado por Gillet, es de autosugestión, de


sugestión provocada por uno mismo.

A un hotel de ínfima calidad llega un hombre de mediana edad. Las tinieblas


densísimas de la noche se avecinan. El forastero, después de haber cenado se
retira al aposento.

A altas horas de la noche, el huésped se despierta por el acceso de tos. Es


asmático y el ahogo le oprime. Anda a tientas por la habitación, hasta que al fin
llega a los cristales. La asfixia aumenta. No puede hallar la falleba de la ventana.

Impaciente, acosado por el dolor, destroza con sus puños los cristales.
¡Ah! ¡Qué diferencia! ¡Qué mejoría! - exclama.
Devora el aire puro de la noche... La tos va desapareciendo. El forastero se calma.
Se acuesta de nuevo.

Pasa lo restante de la noche con normalidad absoluta.

Al día siguiente, al despertarse, advierte con horror que ha aporreado el cristal del
reloj de pared..., ¡cuyo aire apolillado había estado respirando la noche anterior, y
en el que había encontrado el remedio para el asma que le asfixiaba!
«Ejemplo notable de autosugestión» - exclama José O. Martínez, S.
I. al reproducirlo en el libro antes citado.

«Si bien es verdad - añade - que la sugestión es muy frecuente en


todos los órdenes de la vida, hay que tener, con todo, presente la
posición de los que, imbuidos en ideas psicológicas nada científicas
y a las veces supersticiosas, ensanchan desmesuradamente el
campo de este hecho y atribuyen a sugestión lo que, en realidad,
no lo es. Ya que hablamos de sugestión y tenemos ante la vista ese
número de falsos psicólogos... Se trata de los milagros de
Lourdes.»
Al llegar a sus oídos las relaciones de esas curaciones, los influidos de doctrinas
perniciosas, sin detenerse a examinar, sólo tienen unas palabras.
«¿Todo eso...? ¡Superchería...!, ¡no es sino sugestión!»
Lean los tales, lo que escribe el doctor Boinerie acerca de este particular:
«En Lourdes no hay sugestión, pues las curaciones que allí
suceden no corresponden a ningún tipo de sugestión, pues las
curaciones son súbitas, como las curaciones funcionales, pero
estables como las curaciones orgánicas.»
Y a todo esto se dirá: ¿qué es sugestión?

Se han dado muchos definiciones de sugestión, las más de las veces incompletas o
inexactas.
Una de las que más satisface es sin duda la que propone el psicólogo Fernando
María Palmes, S.I., en un artículo aparecido en la revista madrileña «Razón y Fe»:
«Sugestión - dice - es un proceso psíquico que se verifica con
cierto grado de automatismo por parte de las actividades inferiores,
es a saber: de la razón y del libre albedrío.»
He aquí delineados, según esta definición, los dos elementos esenciales a toda
sugestión.

En primer lugar se requiere:


a. un proceso psíquico inferior, que se reduce a un fenómeno
más o menos complicado de asociación, por el cual un
fenómeno suscita a otro, hasta llegar a un movimiento
corporal interior o exterior, o a una tendencia, a un
sentimiento, a un conocimiento o a cualquier otro fenómeno
mental, sin exceptuar actividad mental alguna; y, además
b. un grado más o menos pronunciado en el psiquismo
superior, respecto de dicho proceso. Ni el primer elemento
separado del segundo, ni éste separado del primero son
sugestión. Esta se halla constituida esencialmente del
complejo o junta de los dos.
A la vista de esta definición de sugestión y de los casos particulares antes referidos,
vean nuestros lectores, si las curaciones anteriormente expuestas, obtenidas con el
tratamiento de sales de magnesio, pueden explicarse puramente por sugestión.

C) SE DESCARTA QUE EL MAGNESIO OBRE SOLO POR


SUGESTIÓN
Por si alguno de nuestros lectores no queda, con lo hasta aquí expuesto,
enteramente convencido de que el magnesio obra física y químicamente en el
organismo humano y no puramente por sugestión, le ofrecemos a continuación un
caso notable, referido verbalmente por el mismo interesado.

El aludido relator enfermó de tifus cuando tenía unos 33 años de edad. Salió bien
de la enfermedad; pero el médico le advirtió que, después de algún tiempo,
experimentaría a media tarde fuertes dolores intestinales debidos a fermentaciones
provocadas por algún alimento, que él entonces no podría prever cuál sería.

Y así fue en efecto: Algún tiempo después, le vinieron dichos dolores.

Acudió a otro médico, pues entonces residía en otra población, y éste le dijo que
debía averiguarse el alimento que se los ocasionaba; cosa no siempre fácil, añadió.
Le preguntó si solía tomar leche, y, al responderle afirmativamente, le sugirió que
pasase tres días sin tomar otro alimento más que leche. Como no se le
reprodujeron los dolores, la conclusión fue que el responsable del mal no era la
leche.

Entonces el médico le dijo que añadiese pan a la leche, y al primer día de hacer
esto, le repitieron los dolores. El médico ya no dudó de que el causante del mal era
el pan y, en consecuencia, que debía abstenerse de tomarlo.

Con esta abstención fueron pasando los meses y aun los años, sin que nuestro
informante fuera molestado de los dolores; con la particularidad de que podía comer
macarrones, fideos y sémola, sin que le sobrevinieran los dolores intestinales, a
pesar de estar hechos de harina dichos alimentos: es que esta harina no ha sufrido
fermentación previamente como la del pan.
Después de transcurrido mucho tiempo, un buen día le repiten los dolores, no
obstante estar persuadido de que no había comido pan. Acudió de nuevo al médico.

Éste le sugirió le fuese nombrando los manjares que había comido y, al saber que
uno de ellos eran albóndigas, exclamó el médico:
«No diga más; es que una buena parte de albóndigas están hechas
de pan.»
Años más tarde, un cocinero, que sabía que nuestro individuo no podía comer pan,
quiso probar si esto era pura aprensión, dándole a comer pan sin que el interesado
se diese cuenta.

A este fin calentó en el horno miga de pan sin que llegara a tomar el color tostado, y
la trituró de manera que pareciese sémola. Naturalmente, el individuo en cuestión,
ignorante de la treta, comió de aquella sémola como lo venía haciendo con la
sémola legítima, y esta vez le volvieron los dolores. El cocinero, pues, pudo
convencerse de que los malos efectos del pan eran realmente debidos al pan y no
fruto de la imaginación.

En tiempo rojo y durante los primeros años de la posguerra, nuestro comunicante


podía comer pan sin dolor alguno: es que aquel pan negruzco todo lo era menos
pan legítimo. Volvió el tiempo del pan blanco y ya no podía comer de él.

En 1954, al enterarse de las maravillas que obraba el magnesio, comenzó a tomar


cada día alguna de sus sales, y desde entonces puede comer todo el pan que
quiera y sin que se le reproduzca la pasada dolencia, después de más de 40 años
que debía abstenerse de él: ahora tiene ya 77 años.
Que el magnesio tiene virtud intrínseca para actuar favorablemente en el organismo
humano y que no obra por pura sugestión, se deduce también por los testimonios
médicos de gran competencia que lo aseguran y por los muchos casos que se
refieren en el segundo capítulo de este libro, como también científicamente
estudiando las propiedades inherentes a este elemento introducido en el organismo
bajo la forma de alguna de sus sales, es decir, no bajo la forma metálica, sino
iónica.

Y todavía queda descartado cualquier resquicio de sugestión sabiendo que las sales de magnesio
no sólo previenen y curan muchas enfermedades en los animales como largamente se explica en el
capítulo 3.° de este libro, sino también en los vegetales, en los que por testimonio de agricultores
han obrado verdaderas maravillas.

¿Va a hacer sugestión en los animales que ingieren sin saberlo, o en las plantas que carecen de
todo conocimiento?

Regresar al Índice

CAPITULO II
EL MAGNESIO EN EL ORGANISMO HUMANO
Las carencias y desequilibrios en la parte orgánica de los alimentos del hombre causan terribles
estragos.

Conocidas de todos son las carencias de vitaminas, las cuales han atraído de tal manera la atención
de los sabios, que han emprendido contra esas carencias una lucha seguida de victorias. No así
con respecto al desequilibrio mineral del hombre que continúa haciendo estragos, sin encontrar
oposición.

Pues, por una parte, este desequilibrio ha sido menos estudiado por los sabios, y por otra, sucede
que los poderes públicos lo fomentan inconscientemente y la opinión pública continúa ignorándolo.

A) LA SALUD Y EL EQUILIBRIO MINERAL EN EL HOMBRE


Como hace notar Francisco Manzanal, S. I., la atención de todo el mundo se dirige
a conseguir el don natural que juzga más precioso: su salud.

Es que la conservación de la salud, la preservación y cura de las enfermedades


infecciosas, admite una solución diversa y más eficaz que la que se sigue
ordinariamente, es decir, la de la lucha contra los microbios por medio de
antisépticos, vacunas y sueros. Éstos van creciendo continuamente y no pocas
veces dan lugar a efectos perniciosos y aun contraproducentes, que ya no tratan de
ocultar los galenos que quieren ser sinceros.

Hoy día, desde hace algún tiempo, empieza a dirigirse más la atención sobre el
terreno donde se desarrolla el microbio, que sobre el microbio mismo; en una
palabra: atiende más a la disposición del organismo que al microbio que lo invade
continuamente. Y con razón. Es que la fuerza del microbio, según se ha
comprobado, radica en la pobreza del terreno, cuya resistencia natural queda
frecuentemente paralizada por causas diversas.

Por esto, Pasteur pudo decir a este respecto:


«El microbio no es nada, el terreno es todo.»
Pues bien, una de las causas más importantes de la mala disposición del terreno
del organismo humano en su lucha contra los microbios es el desequilibrio mineral.

He aquí un pasaje del doctor Alexis Carrel, que da luz sobre el particular:
«Los microbios y los virus se encuentran por doquier: en el aire, en
el agua, en nuestro alimento.

Se hallan siempre presentes en la superficie de la piel y en las


mucosas digestivas y respiratorias. Sin embargo, en mucha gente
permanecen inofensivos. Entre los seres humanos, unos están
sujetos a ciertas enfermedades y otros son inmunes a las mismas.
Este estado de resistencia proviene de una constitución especial de
los tejidos y de los humores, que impide la penetración de los
agentes patógenos o los destruye cuando han penetrado.

Esta es la «inmunidad natural».

»Ella preserva a ciertos individuos de casi todas las enfermedades -


prosigue diciendo el doctor Carrel.

Es una de las cualidades más preciosas que el hombre puede


desear. Ignoramos su naturaleza. Parece depender, a la vez, de
cualidades provenientes de los progenitores y de otras adquiridas
en el curso del desarrollo.

Hay razas sensibles o resistentes a ciertas enfermedades. Se


observan familias predispuestas a la tuberculosis, apendicitis,
cáncer, enfermedades mentales. Otras, en cambio, resisten a todas
las enfermedades excepto a las degenerativas que sobrevienen a
la vejez. Pero la inmunidad natural no se debe solamente a la
constitución hereditaria; proviene también del género de vida y de
la alimentación, como lo ha demostrado Reid Hundt hace tiempo.

«Nosotros no sabemos todavía qué modo de vida podrá producir en


el hombre la resistencia natural a las infecciones. La prevención de
cada enfermedad por inyección de vacunas o sueros específicos,
los exámenes médicos repetidos en la población, la construcción de
gigantescos hospitales y sanatorios son medios costosos y poco
eficaces para desarrollar la salud de una nación.

La salud debe ser una cosa natural de la que no hay que


preocuparse. Además, la resistencia innata a los individuos un vigor
y una intrepidez de la que carecen los que deben su vida a la
medicina y a la higiene.

Las ciencias médicas, en adelante, deberían orientarse a la


búsqueda de esos factores de la inmunidad natural.»
Tales son los nuevos puntos de vista del doctor Carrel, respecto de la salud y la
manera de conservarla o de recuperarla cuando se ha perdido, que a más de uno
podrán parecer revolucionarios.

De dos fuentes principales hace provenir el citado médico la inmunidad natural


espontánea: de las propiedades hereditarias del organismo y de las conseguidas en
el curso de su desarrollo continuo por el régimen de vida y de la alimentación. El
terreno de nuestro organismo, cualquiera que éste sea, se puede disponer mejor o
peor contra los agentes que le van a atacar por medio de las segundas
propiedades.

Respecto de las primeras propiedades, las ciencias no pueden nada: cada uno
deberá contentarse con las que le han caído en gracia. Las otras, sin embargo, son
susceptibles de perfección y mejoramiento, y los hombres de ciencia han dado
pasos, con sus estudios y experiencias, para encontrar esos factores de la
inmunidad natural.

Múltiples estudios y experiencias han llevado a la conclusión de que, en la


inmunidad natural, tiene una parte principalísima lo que muy ajustadamente se ha
dado en llamar equilibrio mineral. En este capítulo nos esforzamos en divulgar,
según lo hace el P. Manzanal, los modos concretos de conseguirlo y fomentarlo.
En el organismo humano hay dos clases de elementos químicos, llamados
respectivamente orgánicos y minerales.

Los elementos orgánicos son el carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, por ser
los que principalmente constituyen los compuestos orgánicos. Los elementos
minerales, que en conjunto forman del 4.3 y 4.4 por 100 del peso del cuerpo
humano adulto, son, por orden decreciente en cantidad, el calcio, fósforo, potasio,
azufre, cloro, sodio y magnesio.

Todavía deben señalarse los llamados oligoelementos, por hallarse en cantidades


insignificantes, los cuales, por orden decreciente en cantidad son: el yodo, flúor,
hierro, bromo, aluminio, cobre, manganeso, cinc, arsénico, silicio y boro.

Los elementos minerales, considerados en conjunto, desempeñan un triple papel:


unos sirven a la formación del esqueleto y tejido; otros intervienen en la formación
de fermentos y diversos catalizadores bioquímicos; otros forman disoluciones
iónicas e intervienen en sus condiciones de equilibrio, tan importantes en los
fenómenos vitales.

Frecuentemente, cuando la proporción de los elementos minerales no tienen el


valor deseado en el cuerpo humano, las perturbaciones que de ello se siguen
puédense atribuir indiferentemente, ya al exceso de uno de los elementos, ya a la
carencia del antagónico, que no está en cantidad suficiente para equilibrar al otro
que es, relativamente, demasiado abundante.

Pongamos por ejemplo la proporción que hay en un terreno entre el potasio y el


magnesio (K/Mg), que es de especial importancia para los vegetales. Si abunda
mucho el potasio con relación al magnesio, podemos decir que las plantas son
envenenadas por un exceso de potasio, o también que son envenenadas a causa
de la carencia de magnesio, que no contrarresta en las plantas la absorción de
potasio o sus efectos.

Es una ley universal la necesidad de un equilibrio mineral determinado para


asegurar el desarrollo y funcionamiento armónicos, tanto del hombre, como de los
animales acuáticos y terrestres y de las plantas. Si éste falta, vendrán trastornos del
organismo. Un desequilibrio pronunciado hace sentir prontamente sus efectos, pero
también un desequilibrio pequeño puede causar trastornos considerables, si
continúa durante mucho tiempo.

Puede servir de ejemplo el caso de aquellas regiones pobres en yodo; algunos de


sus habitantes, al faltarles este alimento insignificante, sufrirán trastornos de la
glándula tiroidea y tendrán el llamado vulgarmente mal de «paperas» o bocio.

B) DESEQUILIBRIO MINERAL EN EL HOMBRE POR FALTA DE


MAGNESIO
Entre los elementos minerales del organismo humano hay tres que constituyen un
interesante trío de mutua dependencia, a saber:
 magnesio
 calcio
 sodio
Estos tres elementos para formar equilibrio deben encontrarse en el hombre, según
se cree, tal como se encuentran en la naturaleza, por ejemplo, en las cáscaras de
los huevos de pájaros salvajes.

Repetidas experiencias, de las que más adelante se hablará, han llevado a la


afirmación de que el magnesio juega un papel importante en la vida de las plantas,
de los animales y, por extensión, del hombre, con el mismo derecho que otros tres
elementos más conocidos: el nitrógeno, el fósforo y el potasio.

En el hombre los huesos son el principal depósito de magnesio, aunque contienen


ocho veces más calcio que magnesio; también existe en los tejidos muscular y
nervioso y en la sangre.

Copisarov señala en el hombre la siguiente proporción de magnesio: huesos, 31.7


a 46.6 por 1000; hígado, 22.5 por 1000; bazo, 6.2 a 7.5 por 1000; pelo, de 9.2 a 127
por 100. El plasma del hombre adulto contiene de 2.4 a 3 miligramos de magnesio
por 100 centímetros cúbicos; los glóbulos rojos, de 61 a 7.1 miligramos por 100 y la
sangre completa, 4.5 miligramos por 100 centímetros cúbicos.

Es un hecho innegable que una gran parte de las personas se hallan bajo los
efectos del desequilibrio mineral, particularmente por falta de magnesio en su
organismo. Naturalmente que esta escasez proviene de una alimentación deficiente
en este elemento mineral.

El agricultor francés H. Vilain señala tres causas principales del desequilibrio


mineral en el organismo humano, en una conferencia pronunciada en Lachapelle
(Francia), donde posee y cultiva una gran finca.

1. Una ley mal hecha, que no conoce como abonos más que
tres elementos: nitrógeno, potasio y fósforo. Un abono que
los contenga es legalmente completo, de suerte que el
cultivador es impulsado a creer que a las plantas no les
faltará sustancia útil, si han recibido estos tres elementos.
Somos un rebaño - dice - dirigido por un pastor, bueno o
malo, a quien seguimos con sus consecuencias.

La ley sobre los abonos - continúa el mismo autor


refiriéndose a la ley francesa - nos obliga a contentarnos
con tres elementos, siempre los mismos, para todos los
terrenos, para todas las especies y variedades de plantas.
Esto es sencillamente absurdo.

Vosotros - dirigiéndose a sus conciudadanos - habéis


contactado conmigo este error y yo soy feliz al mostraros
que la aldea de Lachapelle revive, aunque sea fuera de la
ley.

2. El abono de la potasa y el empleo de sales de potasio


puras: Por todas partes se repite: «Cuanto más potasa
empleéis, tanto más abundantes serán vuestras
cosechas». Y el resultado es que el exceso de potasa ha
creado un envenenamiento potásico crónico, sobre todo allí
donde, en lugar de silvinita, que aporta con la potasa otros
muchos elementos útiles, se han empleado sales puras:
cloruro, sulfato, nitrato.

El análisis ha revelado que los abonos ordinarios, con


mucha potasa o poco o nada de magnesio y de sodio,
acarrean modificaciones importantes en el equilibrio
mineral de los vegetales, aumentando el porcentaje del
potasio con relación al del magnesio. Se han obtenido, sin
abonos, remolachas que contienen cinco veces más potasa
que magnesia. Con la aplicación de distintos abonos, las
remolachas de la misma variedad contenían 150 veces
más de potasa que de magnesia.

3. El abuso del superfosfato como fuente de ácido fosfórico:


El superfosfato contiene un 50 por 100 de yeso. Donde el
superfosfato es empleado con exceso, las plantas
absorben demasiada potasa del suelo; de ahí la
perturbación del equilibrio mineral y el riesgo de
intoxicación del ganado.

El «kuhima-phos» o «escorias Thomas», que es


superfosfato sin yeso, no tiene estos peligros últimos.

Descubierta la raíz de los males, ya se ve dónde debe


aplicarse la segur: evitar el exceso de potasa, yeso y
amoníaco en los terrenos, y suministrarles magnesio en
forma de fosfato, nitrato, carbono y sal marina no
purificada. De este modo se asegura el equilibrio mineral
en los vegetales y animales y, consecuentemente, en el
hombre que se alimenta de ellos.
La prodigiosa influencia que se atribuye al cambio de aires para la salud, no puede
explicarse por un mero cambio de éstos.
Pero, teniendo en cuenta que cambiar de aires es cambiar también de agua, suelo y
de alimentos de composición mineral distintas, entonces se explica fácilmente este
influjo tan extraordinario sobre la salud. La eficacia indiscutida de las estaciones
termales es debida primeramente a la mineralización característica de las aguas, y
también a los alimentos producidos sobre el suelo, que lleva consigo algunos de los
elementos tan raros que escapan a veces al análisis corriente.

Por su parte el médico francés Pedro Delbet aduce las siguientes razones para
demostrar que la alimentación de los pueblos civilizados es actualmente menos rica
en magnesio que en otros tiempos.

La primera es el refinamiento de la sal. Antes se usaba en la mesa y en la cocina la


sal gruesa y gris, es decir, la sal sin especial refinamiento. En tiempo húmedo se
licuaba, en tiempo seco y caluroso se convertía en masa un poco dura. Esta
delicuescencia de la sal se debía a la presencia del cloruro magnésico.

El análisis de dicha sal gruesa y gris mostró que contenía por kilogramo 1.7 gramos
de magnesio. Para evitar la incomodidad que representa el humedecimiento de la
sal, se comenzó a eliminar una gran parte del cloruro magnésico, de suerte que
ahora la sal refinada sólo contiene de 0.35 a 0.45 gramos de magnesio, en vez de
17 que tenía antes, o sea una cuarta parte. De sólo este hecho resulta que la ración
magnesiana ha disminuido unos 50 gramos cada año por persona.

La segunda causa de la disminución del magnesio es el cernido de las harinas,


siguiéndose de ello un pan desmineralizado.

Sobre este punto leamos, en primer lugar, estas líneas de Alexis Carrel:
«Nuestra vida está influenciada en muy grande escala, por los
diarios. La publicidad está hecha únicamente en interés de los
productores y nunca de los consumidores. Por ejemplo, se ha
hecho creer al público que el pan blanco es superior al moreno. La
harina ha sido cernida de un modo cada vez más completo, y así
ha sido privada de los principios más útiles.

Se conserva mejor y el pan se hace más fácilmente. Los molineros


y panaderos ganan más dinero. Los consumidores comen sin duda
un producto inferior. Y en todos los países donde el pan es la parte
principal de la alimentación, las poblaciones degeneran. Sumas
enormes se invierten en la publicidad comercial.

Gran cantidad de productos alimenticios y farmacéuticos, inútiles y


frecuentemente nocivos, han venido a ser una necesidad del
hombre civilizado.»
Alexis Carrel está perfectamente de acuerdo con Pedro Delbot, quien nos dice:
«El pan era antiguamente el alimento más rico en magnesio. Era la
principal fuente de él para la humanidad occidental que se
alimentaba de pan. El pan y la sal solamente eran el símbolo de la
hospitalidad, eran los elementos fundamentales de ella. Ahora bien,
se ha llegado a eliminar del pan la mayor parte del magnesio
contenido en el trigo.

Esta falta grave contra la higiene alimenticia no tiene otra


explicación que la satisfacción de la vista. La única razón de preferir
el pan blanco es el agrado que su blancura produce a la vista. Se
paga esta elegancia con una disminución de la energía y de la
salud. El magnesio se acumula en las envolturas del grano,
envolturas a las que se aplica la molinería perfeccionada, y las
logra descartar.»
Se han analizado las distintas harinas y salvados.

Los resultados, por cada 100 gramos, en miligramos de magnesio, son:

La aberración sobre esta cuestión es tal, que la harina que contiene una notable
cantidad de magnesio (62 miligramos por 100 gramos) recibe el calificativo de baja.

Y por este error insospechado, la mayor parte del magnesio está destinado a los
animales en la harina de baja calidad y en el salvado.

Por consiguiente, con razón se puede decir que los perfeccionamientos de la


molinería son una causa importante de la degeneración, que es causada por la
mala mineralización de los alimentos.

Pedro Delbet viene de nuevo sobre este punto capital:


«En este asunto la molinería tiene la primacía, pues en nuestro país
el pan es el alimento principal. Por un error inimaginable, el cernido
de las harinas ha sido apurado tanto, que el precioso magnesio del
trigo ha sido eliminado del pan blanco. Yo he demostrado que el
pan blanco es cancerígeno.»
Por su parte, Schrumpf-Pierron nos notifica que, en el país donde se come mucho
pan, éste, si es bueno, suministra la mayor parte del magnesio alimenticio.

Pero, he aquí que nuestro pan contiene siete veces y media menos de magnesio
(MgO) que el que toman los campesinos de Egipto. Si nuestro pan europeo tuviese
la conveniente mineralización magnesiana, un individuo que consumiese 500
gramos de pan ingeriría 830 miligramos de magnesio, mientras que ahora sólo
ingiere 320 miligramos.

La tercera causa de la pobreza del magnesio en la vida moderna proviene de la


agricultura. P. Delbet experimentaba que las patatas degeneraban en cierta región
al cabo de tres años que se habían plantado en ella.

Era preciso importarlas de los Países Bajos, Flandes y Monte San Miguel, es decir,
de terrenos particularmente ricos en magnesio.
Es cosa enteramente averiguada que las plantas fijan el magnesio en tiempo de su
maduración; que unas especies lo fijarán más que otras, supuesta siempre una
relación proporcional entre el contenido de la planta en magnesio y el del suelo.

C) MANERA DE OBTENER EL EQUILIBRIO MINERAL EN EL


HOMBRE
Acabamos de ver que el organismo humano se halla en desequilibrio mineral
particularmente por la falta de magnesio.

Ahora bien, este desequilibrio mineral produce estragos sin cuento en los seres
humanos, por no encontrar apenas oposición, es decir, reacción para alcanzar el
debido equilibrio.

Hombres de ciencia que se han preocupado de este grave problema y lo han


estudiado a fondo han estampado frases como éstas:
«Los microbios patógenos son muy temibles en los organismos
desequilibrados; pero en el mundo equilibrado, no serían quizá más
que una curiosidad de laboratorio.»
Pero es el caso que estos microbios llevan tras sí la mayor atención de los médicos
e impiden así - y por eso sobre todo son temibles - descubrir la verdadera causa de
las enfermedades que aquejan al género humano: el desequilibrio mineral, y de
poner ahí el remedio.

Mientras que la lucha contra los microbios acapara una mayor actividad de los
sabios y la diligencia de los servicios sanitarios, se asegura la multiplicación de
estos mismos microbios a quienes se pretende combatir, se aumenta su virulencia,
ofreciendo por todas partes una excelente disposición para su desarrollo: los
organismos desequilibrados del hombre, animales y plantas.

Y los abonos minerales que pueden restablecer, al menos en parte, un equilibrio


mineral más perfecto, se emplean frecuentemente de tal manera que son
responsables de un desequilibrio mineral que no cesa de aumentar.

Y bajemos a casos concretos. El doctor Hurfez-Sacleux ha constatado cada año


casos de enteritis graves en los niños, y ha establecido una relación proporcional
entre los casos de esta enfermedad y la cantidad de leche de vaca que toman los
niños.

H. Vilain hace notar que precisamente se dan estas enfermedades cuando el


alimento de las vacas es a base de remolachas, cuya composición mineral es muy
poco variada, sobre todo si en los abonos predominan las sales de potasio, como
se aconseja desatinadamente a los cultivadores. En consecuencia, que el
desequilibrio mineral de la leche de dichas vacas es la causa de las enfermedades
graves de estos niños que se alimentan de ella.

Una buena y equilibrada alimentación mineral será la base de nuestra salud y de la


recuperación de excelentes cualidades en la sociedad.

Para evitar la deficiencia alimenticia de magnesio, es preciso intensificar el cultivo


de las especies y variedades más aptas para fijarlo, y poner a disposición de la
planta todo el magnesio que ella pueda fijar útilmente. Éste es el camino que se
debiera seguir. Pero se ha elegido otro camino, con la subsiguiente perturbación del
equilibrio mineral.

Se siembran trigos híbridos que se desenvuelven en terrenos pobres en magnesio,


en vez de enriquecer los terrenos con abonos de magnesio. Se siembran
variedades incapaces de fijar el magnesio del suelo en proporciones convenientes.

Los ingenieros agrónomos han de determinar qué variedades son las de mejor
constitución para la salud. Cuando éstas estén bien determinadas, quedará el
trabajo de hacerlas adoptar. Las variedades, incapaces de fijar el magnesio en las
proporciones debidas, deberían ser proscritas.

Un punto muy importante para llegar a la obtención del equilibrio mineral estriba en
el conocimiento de su relación con las glándulas endocrinas.

Sabido es que estas glándulas rigen, en su mayor parte, la salud y el desarrollo vital
del organismo. En este punto podemos asentar como cierto este principio: a todo
desequilibrio mineral prolongado corresponde un desequilibrio endocrino, que
repercutirá notablemente en los individuos sometidos a él.

De ahí no nos extrañará que los individuos de una región presenten especiales
características respecto de los de otras regiones, que tienen un influjo mineral
distinto en las glándulas endocrinas, rectoras de la vida y del desenvolvimiento del
organismo.

Los nuevos planes a realizar son numerosos:


 determinar cuál es la mineralización ideal, característica del
alimento perfectamente sano
 determinar cuáles son las plantas que pueden adquirir una
mineralización mejor
 precisar el modo de cultivo de las distintas plantas y las
fórmulas de abonos más aptas
La producción de tales alimentos se generalizaría, haciendo ver a los cultivadores
que ellos pueden producir tales alimentos, que ellos deben producirlos y que esto
es en su provecho propio, consiguiendo frutos no sólo de excelente calidad, sino
también en mayor cantidad.

El pan, por ser primero de los alimentos, ha ocupado la atención de H. Vilain. Insiste
en que se siembren las mejores variedades de trigo para la salud del consumidor.

A estos trigos se les debe dar un cultivo que mejore todavía las cualidades de su
excelente composición mineral, pues ésta puede variar entre límites no pequeños.
Y, por fin, hay que utilizar debidamente estos trigos. Elimínese el salvado, que no es
digerible; pero, sobre todo, de ningún modo se quiten el germen y las envolturas
internas, tan ricas en vitaminas y minerales útiles, a fin de obtener un pan más
blanco.

La panificación directa es un excelente medio y muy poco conocido por aprovechar


perfectamente el trigo de buena calidad. El trigo no se muele, sino que se pone en
agua a temperatura conveniente durante cierto tiempo.

Los granos de trigo absorben agua, se hinchan, se reblandecen, el germen pasa de


la vida de letargo a la vida activa, se enriquece en vitamina, segrega diastasas, que
le permiten digerir las reservas nutritivas del albumen. Entonces se machaca y se
transforma directamente en pasta de pan.

Se elimina el salvado, pero las sales solubles del salvado quedan en la pasta. No
queda más que echarle sal, hacerlo fermentar y cocerlo. Este pan es muy fácil de
digerir, por contener las diastasas del germen y las solubles del salvado. Este pan
es además, más económico.

De todo lo dicho hasta aquí ya no puede dudarse de que nuestra salud exige una
alimentación más abundante en magnesio, sobre todo si se tiene en cuenta los
efectos saludables y el gran número de enfermedades que previene o remedia las
ingestión de las sales magnésicas, según hemos de ver más adelante.

Parece, pues, que para evitar donde se pueda las enfermedades sin número, que
son la consecuencia directa o indirecta de la carencia o desequilibrio mineral, es
preciso y urgente asegurarnos una alimentación más rica en magnesio. ¿Cómo
obtenerla? Los medios son dos: uno artificial, natural el otro.

Sin duda, cada uno puede añadir, en forma de sales, a su alimentación los
minerales deficientes. Este procedimiento tiene su eficacia, como lo demuestran los
enfermos curados que lo han tomado siguiendo los consejos del doctor Delbet. Pero
por dos razones este método no es plenamente satisfactorio; pues así los
beneficiarios serían una minoría, y es un medio anormal, porque se tomarían como
medicamentos pedidos en la farmacia, ingredientes que deberían estar en nuestra
alimentación ordinaria.

El medio que mejor conviene seguir es el natural.

Dado que los desequilibrios, o al menos su aumento cada día más acusado, son
consecuencia de algunos errores señalados por P. Delbet, el medio mejor es
corregir estos errores, de la siguiente manera:
1. Es preciso, en primer lugar, asegurarse un pan
convenientemente mineralizado. Un pan de esta clase sería
suficiente para aumentar nuestra ración magnesiana en
proporciones considerables.

Para llegar a esto, se deberían tomar las siguientes


medidas:

A. No usar para la panificación más que trigos ricos


en magnesio (2 gramos al menos por kilo) y
relativamente pobres en potasio
B. Prohibir por una ley el cernido de las harinas por
debajo del 80 por 100
C. Volver a los procedimientos de panificación integral
de antes. Las personas robustas que deben hacer
un trabajo fatigante, preferirían el pan íntegramente
completo. La generalidad de la gente adoptaría el
pan moreno. El pan blanco sería reservado para
los dispépticos
D. Se debiera tener presente y estudiar la panificación
directa, sin harinas, de que hemos hablado antes.

2. Esta modificación del pan debería hacerse posible y ser


completada por una reforma de la agricultura. La agricultura
debe producir buen trigo, sin el cual no se puede hacer
buen pan, y procurar que las demás plantas, y
consecuentemente los animales, tengan la mineralización
conveniente, el equilibrio deseado.

Hemos indicado antes que los abonos químicos pueden


traer perturbaciones perniciosas en la composición de los
vegetales; pero también se pueden obtener con otras
fórmulas de abonos minerales de una alta calidad mineral.
Los señores Vilain y Kuck, curando a sus animales con
simple modificación de la fórmula de sus abonos, han
puesto de manifiesto la importancia de esta cuestión y lo
que se puede lograr en este punto.

Parece urgente dar a este problema el lugar que se


merece. Podría tener lugar la institución de un control para
el análisis de los productos de la tierra. Aquellos cuya
composición fuese juzgada malsana, deberían ser
apartados del consumo.

3. La vuelta a la buena sal, gruesa y gris, a pesar de su ligero


inconveniente de la higroscopia, no debiera ser
descuidada. Pedro Delbet ha sido el heraldo de estas
ideas. El ha tomado el trabajo de publicar libros, para dar a
conocer estas verdades, semillas de resurrección.

El no está contento con la sola administración de las sales


halógenas del magnesio, en forma de comprimidos o de
solución en agua. Este es un medio individual, no la
solución de este problema serio y universal de la sociedad
moderna, a que siempre ha aspirado.

A ésta conducirán los medios últimamente expuestos.


Otro médico francés, el Dr. Víctor Pauchet, de la Facultad de Medicina de París, se
esfuerza como su connacional, el Dr. Pedro Delbet, en dar la receta para la
incorporación de magnesio en el organismo: el pan integral y la sal sin refinar.

Y así en su obra «Permaneced jóvenes», escribe (págs. 56 y 57):


«El magnesio se introduce normalmente en el organismo
consumiendo pan integral o salmuera, que lo contienen en
abundancia. El pan blanco y la sal blanca no contienen magnesio y,
por lo tanto, el individuo se halla privado de ese precioso auxiliar.
Esta laguna puede colmarse absorbiendo sales de magnesio,
preparadas en los laboratorios; pero, ¿para qué recurrir a este
medio artificial, cuando el uso del pan integral y de la salmuera
constituyen medios tan simples y naturales?»
Y para que nadie se llame a engaño acerca del verdadero pan integral, el mismo
Dr. Pauchet explica claramente de qué pan integral habla, cuando dice:
«Una palabra sobre el pan integral. Se le desacredita mucho; se le
echa en cara que es indigesto. A esto respondo que hay pan
integral de muchas maneras. El pan que se vende generalmente
bajo el nombre de pan integral no tiene de éste más que la etiqueta.
Lo hacen con harina blanca a la que añaden un poco de centeno y
de salvado.

Esta horrible e indigesta mezcla no tiene nada de común con el pan


integral, cuya fabricación es muy difícil, si el panadero no posee
una instalación especial. La molienda de «Graham» necesita una
manipulación especial y una serie de tamizajes para obtener una
harina fina.

»Los molinos actuales - continúa diciendo el doctor Pauchet - no


están montados, por lo general, para poder llevar a efecto esta
molienda. Hace algunos años, bajo la influencia del Dr. Montennis,
se creó en París, en la calle Las Casas, una panadería moderna,
pero quebró, pues el filántropo que sostenía aquella obra se
desalentó ante la indiferencia de los parisienses. Más tarde
Heudebert, e] gran fabricante de productos alimenticios higiénicos,
ha emprendido la fabricación de un pan integral que corresponde a
la fórmula perfecta. Hace poco le preguntaba yo cuál era el
resultado comercial de sus ensayos.

«Sí, sí, ya se vende el pan integral, pero..., sobre todo, a los


extranjeros. Es lástima que, ante el esfuerzo de un compatriota, los
franceses no se preocupen de sostenerle y de aprovecharse de
este alimento natural. El verdadero pan integral recuerda, por el
gusto y el aroma, el exquisito pan moreno o campestre de otro
tiempo. Todos cuantos padecen de estreñimiento han de consumir
pan integral.»

D) EL MAGNESIO Y SU PAPEL EN TERAPÉUTICA HUMANA


Por lo dicho, ya no es de maravillar que el magnesio haya adquirido, desde hace
algunos años, una importancia terapéutica cada vez más considerable.

Elemento de transición entre metales y metaloides, presenta gran actividad como


agente catalítico o de fijación para los metales alcalinotérreos, especialmente para
el calcio y el fósforo.

La fijación del calcio sólo puede realizarse por intermedio de ciertos agentes
orgánicos, ayudados por agentes químicos en los que se han fijado los fisiólogos en
estos últimos años y han estudiado su papel. En todos los trabajos, los autores, se
han dedicado a establecer el papel de fijador representado por el magnesio, y a
precisar, en los estudios sobre el raquitismo experimental, que el magnesio ayuda
enérgicamente a fijar el calcio sobre los huesos de los animales hechos raquíticos.

El magnesio, cuya acción sobre las secreciones de las glándulas endocrinas es


muy importante, parece actuar como intermediario de las glándulas paratiroides,
cuyo papel sobre el metabolismo del calcio es primordial. Las glándulas paratiroides
contienen 5.8 por 100 de magnesio y la ingestión experimental del magnesio
aumenta claramente la actividad de las glándulas paratiroides.

Hoy día está bien establecido que, entre las substancias que poseen la secreción
más fijativa sobre el calcio orgánico, la que mejor papel desempeña, es la hormona
paratiróidica en primer plano.

La hipoparatiroidía conduce a una serie de trastornos entre los cuales los


principales caracterizan la tetania, y, a consecuencia de la diferencia de la fijación
del calcio orgánico y por aumento de la excreción del calcio resultante, se ha
observado la aparición de una serie de estados patológicos caracterizados por
estados convulsivos en los niños, así como en los deprimidos, cualquiera que sea la
causa de la depresión general.

El magnesio juega un papel considerable en el equilibrio de la fijación paratiroídica


y se puede igualmente considerar como el verdadero regulador de esta secreción.
Las experiencias han mostrado que las sales magnésicas actúan en sentido inverso
que las sales de calcio.

La hiperparatiroidía aumenta la excreción del magnesio, mientras que disminuye la


del calcio. La ingestión de las sales magnésicas excita la secreción paratiroídica
oponiéndose a la descalcificación paratiroídica, derivada de la hiperparatiroidía, y
los trastornos convulsivos que se presentan.

Los trabajos de Tibberts y Arch muestran claramente que la asociación del


magnesio y del calcio favorece la eliminación del calcio orgánico en- exceso, y
puede concluirse de sus experiencias que el magnesio y sus sales constituyen
agentes terapéuticos de primer orden contra los trastornos de la ateroma,
favoreciendo diferentes órganos, particularmente sobre las arterias y tejidos
articulares.

Se ha podido comprobar, en el servicio hospitalario, el aclaramiento sobre pantalla


de las aortas oscuras y la desaparición de los ostiofitos, como consecuencia de un
tratamiento de yoduro magnésico.

La acción del magnesio sobre la asimilación del fósforo no es menos importante. La


experimentación ha demostrado que el magnesio representa un papel considerable
en la formación de los fosfatos. Es necesario en la hidrólisis de las lecitinas, que
dan el ácido glicerofosfórico, y el ácido ortofosfórico. La mezcla de sales cálcicas y
de estos dos ácidos da origen al glicerofosfato de cal, compuesto particularmente
asimilable, tanto en cuanto al fósforo como al calcio, utilizado para regular el
equilibrio en fósforo y calcio del organismo.

No deja de ofrecer interés indicar aquí los resultados de algunas experiencias.


Mientras que la ingestión de fosfato tricálcico no determinó ninguna absorción del
calcio, la del fosfato cálcico-magnésico permitió comprobar una disminución de un
50 por 100 de la cantidad de calcio eliminado por las orinas, demostrando que la
presencia del magnesio ayuda a la retención de la cal, tanto alimenticia como
medicamentosa.

Por tanto, aquí para ayudar a la medicación cálcica, es oportuno una indicación
importantísima que permita comprobar la necesidad de una asociación de sales
magnésicas con las de fósforo y de calcio para facilitar la absorción. Estas
experiencias, rigurosamente ejecutadas, permiten su comprobación y
establecimiento.

Por otra parte, el magnesio asociado al bromo o al yodo da origen a dos productos
halogenados (bromados y yodados) de magnesio, cuya utilidad terapéutica es de
las más importante. En el bromuro magnésico, el magnesio aumento su buena
tolerancia y refuerza su actividad por su acción antiespasmódica. En lo
concerniente al yoduro de magnesio, la absorción es aún más prometedora.

Su actividad terapéutica es mucho más poderosa y también más durable que la de


los productos yodados utilizados por la acción hipotensora del magnesio que
refuerza la acción hipotensa del yodo. Así se han podido expresar los resultados
quimioterapéuticos obtenidos en las sales yodadas de magnesio.

Inspirándose en esta importante documentación y en el tratamiento quimioterápico


del cáncer, por H. Hartmaan, se ha estudiado y redactado la fórmula de un complejo
yodoyodurado magnésico, en el cual el magnesio debe ejercer una acción
terapéutica.

Este complejo fue experimentado primero sobre animales en aplicaciones locales


para el tratamiento de diversas afecciones cutáneas, llagas infecciosas,
ulceraciones, etc.

P. Groulade, veterinario, dio a conocer en una comunicación los resultados


experimentales constitutivos de una prometedora labor que pueda conseguir su
aplicación a la medicina humana.

También el doctor Graciansky, dermatólogo, ha experimentado ampliamente la


acción del yodoyodu-ro magnésico sobre las diversas variedades de úlceras
infecciosas de los miembros. Esta medicación fue utilizada, sea en tintura diaria o
bien en un día sí y otro no, resultando indiscutible que el tratamiento determinó una
cicatrización de las úlceras.
Según la citada comunicación del doctor Graciansky, esta cicatrización fue a veces
notablemente rápida. La úlcera, hasta este momento abierta, se cerró
rapidísimamente.

Al cabo de un día o dos, la serosidad se concretó en forma de costras, que se


curaron rápidamente, dejando aparecer una piel delgada, pero que desde el primer
momento fue suficiente para que la lesión pudiera considerarse como curada. Más
frecuentemente la curación fue más lenta. La costra se formó como antes, pero más
o menos rápidamente. La conclusión que se sacó fue que, en general, se requieren
tres semanas para conseguir la curación de una úlcera de importancia media.

Recientes estudios han demostrado, en detalle, cómo el magnesio interviene en


acciones bactericidas y virucidas del organismo humano.

Lo daremos a conocer, según lo refiere el director del Hospital de la Cruz Roja, de


Madrid, doctor D. Carlos Blanc-Soler.
«El organismo humano - dice - dispone de una serie de recursos
para luchar contra el paso de bacterias y virus al torrente
circulatorio a partir del intestino o de cualquier otro órgano, no sólo
por la acción macrófaga y destructora de los leucocitos, sino
principalmente por la acción bactericida de determinadas
substancias, como la lisozina, la espermina, etc.

Una de las últimas substancias descritas con poder bactericida y


virucida, que existe normalmente en la sangre, es la «properdina».

Es ésta una globulina que se une al «complemento» y al «ion


magnesio», dando lugar así a un sistema enzimático. Es suficiente
la falta de una parte del «complemento» o del «ion magnesio», para
que el sistema enzimático de la «properdina» deje de tener acción
virucida, según se ha demostrado recientemente por el virus de la
enfermedad de Newcastle».

E) DELBET, PALADÍN DE LA TERAPÉUTICA MAGNESIANA


No cabe duda que el médico francés doctor Pedro Delbet ha contribuido como
nadie a valorizar la terapéutica del magnesio.

En los apartados siguientes hemos de hacer desfilar una serie impresionante de


efectos curativos, obrados por medio de las sales de magnesio. Por esto
agradecerán sin duda nuestros lectores que les demos a conocer al héroe de tantas
hazañas curativas, al paladín de la terapéutica magnesiana; lo que vamos a hacer
presentándolo tal como nos lo ofrece el doctor F.A. Cid.

Al leer esta descripción, no podemos menos de representarnos al doctor Delbet, no


ya como en una foto estática, sino como en un película cinematográfica sacada a lo
largo de sus muchos años de vida (más de 90).

El famoso profesor Delbet, discípulo de Dastre, mantuvo tenazmente - a pesar de


sus noventa y tantos años - un férreo índice en dirección al polo de la ciencia
inexpugnable: la que trasciende al conocimiento humano, la que cada día, en mayor
cuantía, suma sus misterios con más muertes.

Las particularidades del cloruro de magnesio no podían menos que fascinar, desde
el primer instante, al abigarrado grupo de sus contemporáneos. Y como el espíritu
humano tiende constantemente a buscar analogías, no es de extrañar que en un
principio le pretendieran asignar casi un papel, si se nos permite la palabra,
telepático.

Pero, allí donde surgen regiones sombrías, comparece en seguida el espíritu


investigador de Delbet con su penetrante mirada, saturada de curiosidad. Su
voluble fantasía científica, ya frívola, ya genial, pero siempre inquieta, transformó
inflexiblemente esta confusa hipótesis de sus contemporáneos en una patética
afirmación: las virtudes curativas de las sales halógenas de magnesio.

Muchas cosas, si el espacio nos lo permitiera, podríamos decir de este paladín de la


ciencia, coronado, ahora, por una vejez gloriosa. Mas, preferimos recordar aquel
hombre de ancha frente y bien formado, que ya exteriormente llamaba la atención
por su elevada estatura y porte imponente, que se establece - a fines de siglo - en
el laboratorio de su maestro, en la calle de Ulm.

Sus rasgos reflejan un rostro armonioso y bien dibujado, labios finos, mentón lleno y
carnoso y frente magníficamente abombada sobre unos indefinibles ojos de mirada
de acero. Cuando por las mañanas atraviesa, con su andar amplio y decidido, la
puerta de la trastienda de su laboratorio, irradia una seguridad bienhechora; todos
sus contemporáneos le reconocen una paciencia infinita, incansable.

De temperamento más melancólico que impetuoso, más tenaz que impulsivo, el


animoso Delbet - entonces joven sabio Delbet - observaba cuidadosamente los
fenómenos, y, de la misma manera que cruza por sus habitaciones con grandes
pasos firmes y rudos, así camina con pausa y decisión en sus investigaciones,
pasando de una observación a otra, lenta, pero inflexiblemente.

No procede por arranques fulminantes y arrebatadores, sino por conclusiones


prudentes y, por lo mismo, irrecusables, y no hay impugnación ni encarnizamiento
capaces de alterar su profunda calma.

Esta tranquilidad, este tesón, esta grandiosa y perseverante paciencia, esta entrega
de la vida para la vida de la ciencia, este ex profeso olvido del pensamiento en la
penumbra del misterio, tenían que resurgir. En 1891 demuestra que el lavaje del
peritoneo con antisépticos favorece la infección. La antisepsia, basada en los
descubrimiento de Pasteur, había revolucionado el campo de la cirugía. Pero, si la
esterilización de los instrumentos y de las manos permanecía igual, la acción de los
antisépticos sobre las llagas era puesta en duda.

El licor de Labarraque, el ácido fénico y un sin fin de productos atacan los microbios
y destruyen las células. Para el pensamiento científico de su época, la segunda
conclusión no reza la mayoría de las veces.

Pero Delbet va más lejos; sabe, desde Metchnikoff, el papel de los glóbulos blancos
en la lucha contra la infección, y constata que una solución de cloruro de magnesio
aumenta su poder fagocitario. En un momento, las obscuras horas de soledad en el
laboratorio y los días enterrado en sus estudios prorrumpen en un estallido que
hace volver todas las miradas hacia él.

Y es entonces cuando Delbet concreta parsimoniosamente un método que bautiza


de «citofiláctico». Su objeto: exaltar la vitalidad de las células; un medio de acción:
una síntesis de compuestos órgano-magnésicos, que sus enfermos del Hospital
Necker llaman su «droga» y a la cual denomina «Delbiase».

A partir de este momento, queda aparentemente oscuro dentro de su gloria. Y de la


misma manera que la vida de su juventud linda casi en lo desconocido, los quince
años que transcurrirán hasta la nueva comunicación, serán de un íntimo
recogimiento que le permitirá ir desmenuzando la trascendencia de su eslabón.

Y así en la Academia de Medicina expone que en el mundo civilizado la ración


magnesiana va disminuyendo: el pan es demasiado pobre de magnesio, la sal
refinada, las conservas se consumen con exceso.

Y habla de la desmineralización fisiológica magnesiana del hombre hacia los


cuarenta años, desmineralización agravada todavía por la alimentación deficiente
en magnesio. Llega a afirmar que el agricultor debe incorporar el magnesio en sus
abonos para mejorar las cualidades higiénicas de los vegetales alimenticios y
restituir al suelo el magnesio sacado por sus cosechas.

Esto debe ser política del Estado:


«Del Ministerio de Agricultura depende la salud pública» - dice.
Y mientras sus estudios - sobre la enfermedad que agota más a la humanidad: el
cáncer - prosiguen infatigablemente consumiendo sus horas, van surgiendo nuevas
comunicaciones:
«Acción frenadora del cloruro de magnesio en la multiplicación de
las células atípicas en el desarrollo anárquico (Academia de
Medicina, 1.° de mayo de 1932).
«El cloruro de magnesio favorece la evacuación biliar y mejora la
digestión» (Academia de Medicina, 1.º de mayo de 1936).
«De la resistencia general conferida al organismo por las sales de
magnesio» (Academia de Medicina, con el Dr. Palios, 1.° de julio de
1939).
«Delbiase y prostatismo. Disminución de pH urinario» (Academia
de Ciencias, 25 de mayo de 1940).
Y citando obras y más trabajos, trazaríamos la vida del profesor Delbet.

Como todos los hombres de ciencia, su existencia está alejada del mundo y oscura
entre su luminoso pensamiento. La humanidad sólo premiará al descubridor del
medicamento efectivo del cáncer, y es muy posible que olvide en él uno de sus
precursores.

No querríamos que ocurriera al profesor Delbet, el primero de los médicos


modernos que ha debido tomar sobre sí la suerte ingrata eternamente reservada a
los que llegan antes de tiempo, aquello de que en todas las épocas los precursores
han de ser sacrificados.

Este ha sido el motivo de que hablásemos de él, a través de sus obras.

F) MÚLTIPLES EFECTOS CURATIVOS DEL MAGNESIO


Ante la multitud de efectos curativos atribuidos al magnesio, que nuestros lectores
podrán luego apreciar, si continúan leyendo este libro, no ha faltado quien le haya
llamado despectivamente «panacea».

Podemos, sin embargo, llamarle panacea - como advierte el Padre Manzanal - en el


verdadero sentido de la palabra, con una pequeña acotación explicativa.

Si se consideran las sales de magnesio como medicamentos, entonces con razón


se las puede llamar en sentido peyorativo panacea; pero, si se las considera como
alimentos necesarios, a cuya falta se deben muchas enfermedades, que
desaparecen con la toma de cloruro de magnesio o de otra sal magnésica,
entonces la experiencia ha demostrado que son una verdadera panacea, por la
multitud de enfermedades que curan.

Esta son tantas, que si no las viésemos confirmadas por los hombres de ciencia,
nos parecerían sospechosas.
Pero he aquí que son casos realmente sucedidos y comprobados por la
experiencia. Nos bastará para nuestro intento revisar los comunicados que el doctor
Delbet ha dirigido a la Academia de Medicina francesa. P. Delbet, de la Academia
de Medicina, es nombrado Presidente de la Asociación Francesa para el Estudio del
Cáncer. Por un camino distinto ha llegado a las mismas conclusiones que H. Vilain.

Los dos proclaman la necesidad del magnesio en la economía mineral del mundo
actual.

Esta necesidad proviene, en parte al menos, del refinamiento meramente


caprichoso y poco racional de los alimentos, que han sufrido menoscabo de su
equilibrio mineral, especialmente por la deficiencia del magnesio.

Vamos a exponer brevemente cómo P. Delbet ha comprobado experimentalmente


que el cloruro de magnesio obra en multitud de curaciones, dejando para más
adelante tratar con detenimiento de las enfermedades infecciosas, tales como la
difteria y el cáncer, que también son curados o, cuando menos prevenidas, por el
cloruro de magnesio.

1. El cloruro de magnesio y la fagocitosis:


En el año 1914, el doctor Delbet se admira de los daños de
la antisepsia (conjunto de procedimiento destinados a
eliminar, alejar y destruir los microbios patógenos).
«Esta - nos dice - dirige sus tiros a los microbios y mata las
células».

Por eso, en vez de ir directamente a la destrucción del


microbio, se prefiere aumentar la resistencia y actividad de
las células, para que ellas triunfen de los microbios. A esta
acción protectora y exaltación de la actividad celular la ha
llamado citofilaxia; concepto que debe añadirse, si es que
no sustituir, al de antisepsia.

En el tratamiento de las llagas con diversas soluciones


investiga el doctor Delbet cuál de ellas exalta más las
propiedades citofilácticas de los glóbulos blancos, tan
importantes en la lucha contra la infección. Hasta entonces
se creía que la solución del cloruro de sodio al 8 por 100
era lo mejor.

Las nuevas experiencias del doctor Delbet han demostrado


que el cloruro de magnesio cristalizado en solución acuosa
el 22 por 1.000, ejerce una acción tal sobre los glóbulos
blancos, que duplica la acción de éstos en la destrucción
de los microbios.

La solución de cloruro de magnesio ejerce benéfica


influencia sobre las llagas, y conserva esta influencia
cuando es inyectada en el sistema circulatorio. La
experiencia se hizo en un perro. Se le inyectaron en una
vena 150 centímetros cúbicos de esta solución. Se tomaron
muestras de sangre antes y después de la inyección. A los
glóbulos blancos de estas muestras se les inyectaron
microbios de un mismo cultivo. De esta manera, los
glóbulos blancos bajo la influencia del cloruro de magnesio
destruyeron triple número de microbios que se habían
tomado antes de inyectar la solución al perro.
Con las debidas precauciones el doctor Delbet ha hecho
pruebas en el organismo humano, y ha experimentado los
mismos efectos: los glóbulos de la sangre reaccionan más
activamente contra los microbios, invasores del organismo
humano, si les ha sido inyectada la solución del cloruro de
magnesio.

2. Euforia y resistencia a la fatiga:


Además de estimular la acción fagocitaria de los glóbulos
blancos, tanto externa como internamente, se podría
pensar si el cloruro de magnesio favorece a otras células
de distinta actividad.

Fue en el Hospital de Necker cuando se usó, por primera


vez, por vía bucal. Había un soldado gravemente herido
que rehusaba la inyecciones.

El doctor Delbet dijo una mañana a las enfermeras:


«Probemos de darle la solución por vía bucal».
A estas palabras las enfermeras insinuaron una sonrisa.
«¿Por qué se ríen ustedes?», les pregunta el doctor.
«Todas lo tomamos», respondieron ellas».
«¿Por qué lo toman?»
«Es que nos da ánimo en el trabajo. Hemos notado que los
enfermos mostraban cierto bienestar, y a nosotras nos ha
producido el mismo efecto.»

Por este suceso, que podríamos llamar casual, el doctor


Delbet administraba esta solución a todos los heridos de su
servicio. Las enfermeras, satisfechas por la sensación de
euforia, de energía y de resistencia a la fatiga, hicieron
propaganda de la solución. Muy a menudo, un gran número
de personas tomaban regularmente esta solución. Este
paso debía traer otros consigo.

Sucedió que muchas personas que buscaban el efecto


tonificante del cloruro de magnesio, sufrían distintos
padecimientos que desaparecían. Se produjeron
curaciones en extremo variadas, que fueron relatadas al
doctor Delbet.

El doctor Víctor Pauchet, de la Facultad de Medicina de


París, en su obra «Permaneced jóvenes», exalta de varias
maneras el poder del magnesio para el bienestar corporal.
Así, por ejemplo, para gozar de salud recomienda
«consumir cloruro de magnesio» (pág. 51).

Esta recomendación es consecuencia de lo que antes


había dicho (pág. 37):
«Los que consumen regularmente cloruro de magnesio
excitan las tiroides y experimentan una impresión legítima
de rejuvenecimiento y de vida. No consumáis sal blanca ni
pan blanco, que no contienen magnesio; consumid pan
moreno y salmuera que lo contienen».

3. Desórdenes digestivos:
Un médico envió al doctor Delbet su propia observación.
Tenía perturbaciones intestinales penosas y persistentes. A
pesar de un severo régimen y un tratamiento de agentes
físicos (diatermia, rayos infrarrojos), su estado no había
cambiado apenas.

Se somete, por fin, a la acción del cloruro de magnesio con


una dosis de 2 gramos por día, suprimiendo todo
medicamento. Los resultados fueron excelentes:
desaparecen los dolores de la región epigástrica y las
perturbaciones intestinales. Aumenta 10 kilos de peso, su
aspecto exterior se transforma y puede llevar las
ocupaciones ordinarias sin fatiga.

El cloruro de magnesio, tomado de una manera continua,


reduce las evacuaciones en los diarreicos. En otros,
aunque al principio traiga algunas perturbaciones, el
resultado de su acción habitual es una regulación. Hace
también que las materias fecales pierdan su olor
desagradable.

El doctor Rodríguez Méndez, en su obra titulada «Apuntes


sobre Medicamentos», dice ponderando las ventajas de los
bizcochos de peróxido de magnesio (págs. 133 y 479),
conocidos con los nombres de «hopogán» y «perhidrol
magnésico», que están destinados a combatir muchos
padecimientos gastrointestinales, y, al mismo tiempo, hace
constar expresamente que el peróxido «no irrita ni causa
accidente alguno».

En una obra de los doctores S. Milne Edwards y P.


Vacasseuh, publicada nada menos que en 1835, con el
título de «Manual de Materia médica», al referirse al
carbonato de magnesio calcinado, se dice textualmente
(pág. 289):
«Es muy ventajoso su uso, en casos de acidez de las
primeras vías, que se observa mayormente de esta manera
como antiácido y absorbente para neutralizar los ácidos
que se desenvuelven con demasiada frecuencia en el
estómago en ciertas circunstancias. Ofrece igualmente
grandes recursos, en casos de envenenamiento por los
ácidos, en razón de la facilidad con que se combina con
estos cuerpos y de no ser nocivas las sales que resultan de
esta combinación». Un poco más adelante (pág. 299),
tratando del subcarbonato de magnesio, asegura que «sus
usos son los mismos que los de la magnesia calcinada y se
emplea mucho en los mismos casos».

Y termina diciendo:
«En fin, se emplea con mucha ventaja en casos de mal de
piedra, que dependen de la superabundancia de ácido
úrico».

4. Acción sobre la piel:


Es interesante la acción del cloruro de magnesio sobre
picores que quizá se deban a alteraciones de la piel o a
lesiones nerviosas.
Una criada no podía lavar sin sentir después picazones en
las manos, que no la dejaban dormir, acompañados a
menudo de eczema. Había sufrido muchos tratamientos sin
resultado satisfactorio. Tomando 2 gramos de cloruro de
magnesio diarios, le desapareció la molestia. Puede lavar
sin inconveniente ni molestia.

La señora de un médico sufría mucho de sabañones.


Después de la ineficacia de los tratamientos preventivos y
curativos, renuncia a ellos, comenzando a tomar un poco
de cloruro de magnesio en el mes de septiembre. Con este
tratamiento se pasó el invierno sin sabañones. Otras
personas han constatado la eficacia del cloruro de
magnesio como preventivo de los sabañones.

Hablando concretamente de una enfermedad de la piel


curada por las sales de magnesio, el doctor Delbet expone
a qué se deben estos efectos curativos, dentro de su teoría
general de la citofilaxia.

Se expresa en estos términos:


«Una dosis de 2 gramos de cloruro de magnesio, tomada
por vía digestiva, no puede tener ninguna acción
antiséptica sobre los microbios de las glándulas sebáceas.
A causa, pues, de una modificación de las células, las
glándulas triunfan de los agentes patógenos. Puede
considerarse esto como acrecentamiento de la actividad
celular. Yo repito que el magnesio debe considerarse como
alimento, no como medicina».

5. Operaciones quirúrgicas e intoxicaciones de cloroformo:


Varios efectos del cloruro de magnesio indicaban el uso de
los enfermos antes de sufrir una operación: una reacción
más rápida y eficaz contra las infecciones, desodorificación
de las materias fecales y, sobre todo, su acción sobre el
sistema nervioso.

Se evita, ante una operación de esta clase, una emoción


desordenada y el agotamiento que ella trae, mediante el
uso regulador del cloruro de magnesio que, al cabo de
unos cuantos días, proporciona una especie de equilibrio
del sistema nervioso. También modera las sensaciones
superexcitadas y, a la vez, da más energía.

Un punto quedaba oscuro: su acción sobre el narcótico.


Delbet hizo la experiencia sobre el cloroformo, realizando la
prueba con conejos. En ella llegó a la conclusión de que
varias dosis de inyecciones de cloruro de magnesio,
administradas en los días anteriores a la operación,
reducen la toxicidad del cloruro, por lo cual Delbet
recomienda se practiquen inyecciones de cloruro de
magnesio, como preparación a las operaciones quirúrgicas.

El antes citado doctor Rodríguez Méndez, en su libro


«Apuntes sobre Medicamentos», dice, a propósito de las
sales de magnesio (pág. 404):
«Los estudios de Mcltzer prueban que sus sales (cloruro y
sulfato) poseen gran poder inhibitorio y anestésico. Bajo su
acción ha efectuado (Meltzer) intervenciones quirúrgicas».

6. Los achaques de la vejez:


Los avanzados en edad, por debilitación del sistema
nervioso, tienen cierta rigidez muscular que se manifiesta
en diversas acciones: la marcha es un poco sacudida, al
bajar de una escalera necesitan apoyo... Personas de esta
clase han recuperado, bajo la influencia del cloruro
magnésico, la marcha flexible y elástica de su juventud.

La primera manifestación de esta rigidez es una


modificación de la escritura, que se hace irregular. En un
grado más avanzado está el temblor senil. Todos estos
inconvenientes, pequeños o grandes, desaparecen bajo la
acción del cloruro de magnesio.

En un hombre de sesenta y nueve años, el temblor


comienza a disminuir a las tres semanas de tomar todos los
días 2 gramos de cloruro de magnesio. Al cabo de cinco
semanas, la escritura, que le era imposible desde hacía
dos años, se hace normal.

Una anciana de sesenta y siete años tenía, además de


otros temblores más pequeños, temblor de los miembros
superiores, con grandes oscilaciones, de manera que no
podía llevar nada a la boca. Toma una dosis de 3 gramos
por día. El temblor disminuye rápidamente. Cesa la dosis
de cloruro magnésico, sobreviene a los pocos días el
temblor.

El cloruro de magnesio se lo hace desaparecer de nuevo y


definitivamente.
Las sales de magnesio obran también sobre algunos temblores patológicos y hacen
desaparecer las sensaciones de calambres.

Entre las enfermedades más propias de la vejez figuran las perturbaciones en la


próstata, que se manifiestan en desórdenes molestos, frecuentemente penosos, a
veces graves. Pues bien, en todos los desórdenes de micción, graves o leves, el
uso regular de comprimidos de magnesio ha hecho desaparecer o disminuir el mal.

Un anciano retentista completo se disponía a una operación de próstata. Como


preparación para ella toma cloruro de magnesio. Y he aquí que comienza la
mejoría, y sale curado del hospital, sin haber sido operado, por el benéfico influjo
del cloruro de magnesio.

El aumento de la ración de magnesio detiene la evolución de la hipertrofia


prostática, que es una plaga de la humanidad, y a veces la hace desaparecer.
Además, parece ser un preservativo de los desórdenes prostáticos, pues los que lo
usan comúnmente, no los han tenido.

Las investigaciones que se han hecho sobre órganos muy importantes de los
ancianos, nos dicen que las características de estos órganos afectados por la edad
son la disminución del magnesio y el aumento del calcio; y, por consiguiente, la
proporción, el equilibrio debido, disminuye entre estos dos importantes elementos.

En los adultos el valor de esta proporción es doble que el valor de esta misma
proporción en los ancianos. Esta disminución del magnesio no es un hecho
secundario, ya que el aumento del calcio; y, por consiguiente, la proporción de
accidentes y caídas de la vejez. Por eso es necesario que el contenido en sales
magnésicas de los alimentos sea tanto más rico, cuando la edad es más avanzada.

El magnesio favorece la fijación del calcio allí donde su presencia juega un papel
fisiológico normal, por ejemplo, en los huesos; mientras que lo elimina de las partes
donde su presencia es patológica. Ejerce, pues, una acción reguladora.

Al eliminar el calcio patológico, el cloruro de magnesio es un excelente preventivo


de la hipertensión. Los depósitos de calcio, que hacen perder su elasticidad a las
arterias, desempeñan un papel importante en ciertas hipertensiones y en los
accidentes que de ellas provienen. La eliminación de estos depósitos calcáreos
tiene, pues, una importancia grande en la práctica, que es favorecida por el cloruro
de magnesio. Según esto, el magnesio resulta un medicamento muy indicado para
evitar la arteriosclerosis.

No hay contradicción en que el magnesio fije en unas partes del calcio y lo elimine
de otras, pues el calcio se encuentra formando distintos compuestos en las diversas
partes del cuerpo.

La acción del cloruro magnésico también se manifiesta en la actividad cerebral. Un


escritor agradecía al doctor Delbet el efecto de las sales de magnesio; pues, gracias
a ellas, escribió su última obra con suma facilidad. El reuma también desaparece
mediante la toma de la solución del cloruro de magnesio. Se deberá tomar en
pequeñas dosis (una copita), mañana y tarde, hasta que se note la curación, con
alguna breve interrupción.

En el organismo débil de los ancianos los efectos del magnesio son magníficos; sin
embargo, en el organismo lleno de vida de los jóvenes puede aún acelerar el ritmo
vital produciendo efectos no saludables. Por eso, advertimos - dice Delbet - por bien
de los jóvenes, que no es conveniente que ellos abusen de ello, sino que lo usen
con moderación.

En las mismas ideas abunda el Dr. Pauchet antes aducido en su obra «Permaneced
jóvenes» (página 57), cuando escribe:
«Y para acabar este capítulo, dos palabras sobre el magnesio.
Actualmente los médicos se ocupan mucho de la cuestión del
magnesio introducido en el organismo como medio terapéutico. Se
ha demostrado que, en todo individuo, la presencia del magnesio
está en relación directa con el grado de vigor.

Rico en magnesio al principio de la existencia, el organismo posee


cada vez menos a medida que el individuo envejece y se torna
senil. Parece ser que, para prolongar el período de vigor en el
adulto, para combatir las diferencias orgánicas, la absorción de
sales de magnesio prestaría grandes servicios».

G) TERAPÉUTICA MAGNESIANA DE LAS ENFERMEDADES


INFECCIOSAS
Los efectos curativos del magnesio se extienden, en general, a todas las
enfermedades infecciosas.

Podríamos narrar minuciosamente casos de curación en distintas enfermedades,


pero nos limitaremos a las líneas generales de esta materia. Iremos extractando,
según lo hace el P. Manzanal, las observaciones y notas del doctor Neveu en las
principales enfermedades que ha tratado.
1. Gripe y afecciones de las vías respiratorias:
El doctor Neveu atendía desde 1923 a 1939 a los enfermos
de las Hermanitas de los Pobres en Rochefort-sur Mer. La
cuarta parte de los ancianos, físicamente agotados, moría
cada año de bronconeumonía, siendo tratados por los
medicamentos usuales.

El año 1934 comienza el doctor Neveu el tratamiento


magnesiano en el asilo. Daba a todos los enfermos con
fiebre la solución de cloruro de magnesio, en dosis de 125
centímetros cúbicos cada seis horas. Los efectos fueron
excelentes: los enfermos curaban rápidamente.

En el invierno de 1934-1935 vino una fuerte epidemia de


gripe, que atacó a todos los ancianos. Todos salieron
incólumes de ella por la solución de cloruro de magnesio.
Ésta les cortaba la fiebre. Los que fueron atacados de
bronconeumonía gripal, recibieron el mismo tratamiento,
además se les inyectaba aceite alcanforado. Curaban todos
en el espacio de tres a cinco días.

En el mes de mayo, pasada la epidemia, había muerto en


el asilo un solo enfermo de bronconeumonía gripal,
mientras que la mortalidad en la ciudad había sido muy
elevada. Este contraste inesperado fue señalado en el
Ayuntamiento de la ciudad. En lo sucesivo los ancianos
adoptaron este método curativo, y cuando se sentían
indispuestos o con fiebre, iban a pedir a la Hermana
Enfermera la solución de cloruro de magnesio a la que
habían puesto el nombre de «la bebida que corta la fiebre».

El doctor Neveu nos narra su propia curación. Sintiéndose


insomne y con malestar general, aparecieron los síntomas
claros de la neumonía. Acostado en el lecho, se hizo llevar
la solución. Era un viernes cuando empezó a tomar la
solución. Al domingo siguiente, aunque no perfectamente
curado, se levantaba para visitar a un amigo suyo que
estaba enfermo. A partir de este momento, se puede decir
que su neumonía había sido cortada por el cloruro de
magnesio.

Dice el doctor Neveu que ha tratado en su clientela desde


1934, no pocos casos de gripe, neumonía y
bronconeumonía por el cloruro de magnesio, con un éxito
constante: «He tratado en particular - son sus palabras -
niños, en bronconeumonías consecutivas a la gripe o a la
tosferina, que sin duda no hubieran curado por un
tratamiento distinto del magnesio.

Estas palabras del doctor Neveu se ven perfectamente


confirmadas por las distintas observaciones que de cada
enfermedad nos transmite. No es nuestro intento
reproducirlas. Baste decir que la curación, en general, es
rápida; si se ha dado al paciente una dosis suficientemente
fuerte de la solución al principio de la enfermedad, habrá
que aumentar esta dosis en cantidad o en número, hasta
conseguir una mineralización magnesiana suficiente.

Estas observaciones muestran el poder citofiláctico de la


mineralización magnesiana en las afecciones pulmonares
agudas, ya sean de gripe o bronconeumonía,
pleuroneumonía o bronconeumonía. La solución
magnesiana cura, en efecto, las enfermedades agudas de
las vías respiratorias.

La tosferina también ha sido tratada por la solución de


cloruro magnésico. La experiencia fue hecha en un
orfelinato en 1935. Es preciso comenzar el tratamiento muy
a los comienzos, al notar la primera tos. De esta manera el
tratamiento magnesia-no corta la tosferina. Comenzando
un poco tarde, modera los accesos de tos y corta la
enfermedad.

Estos resultados en la tos ferina se pueden tener por


ciertos, dado el suficiente número de casos tratados por el
doctor Neveu. En un caso desesperado cuando la
penicilina y la estreptomicina se mostraban impotentes para
combatir la enfermedad, la. solución de cloruro de
magnesio salvó del inminente peligro a una niña de siete
meses.

El tratamiento magnesiano posee igualmente una notable


acción contra el asma, bronquitis crónica y el enfisema. El
doctor Neveu nos dice:
«He obtenido resultados admirables en enfermos que
habían agotado todos los recursos de la terapéutica clínica,
y que varias veces habían tenido tratamientos de aguas
medicinales».

A estos enfermos hacíales tomar por la mañana y por la


tarde 125 centímetros cúbicos de la solución durante veinte
días. Este tratamiento era renovado cuantas veces su
estado de salud lo hacía necesario. En caso de crisis
aguda, de congestión o de fiebre, les hacía tomar la misma
dosis cada seis horas.

Para el doctor Neveu el mejor tratamiento contra el asma y


la bronquitis crónica es éste de la solución de cloruro
magnésico.

2. Afecciones de otros aparatos:


Restan todavía muchas enfermedades cuya curación
puede realizarse por la solución de cloruro de magnesio. Es
suficiente para nuestro intento mencionar las más
principales.

Comenzaremos por el forúnculo. El tratamiento


magnesiano se opone a la evolución de un forúnculo, al
principio de su formación. (Forúnculo, en lenguaje vulgar,
«divieso».)

Varios enfermos atacados de forúnculos y que habían


ensayado todos los remedios, se han curado con el
siguiente tratamiento: 125 centímetros cúbicos de la
solución de cloruro de magnesio, mañana y tarde, durante
veinte días. Los forúnculos que tenían tendencia a
renovarse, reventaban después de un corto período
inflamatorio; luego desaparecían definitivamente. El
tratamiento magnesiano es, a juicio del doctor Neveu, el
mejor tratamiento de la forunculosis.

El doctor Neveu también ha curado por este tratamiento


varios ántrax.

La intoxicación alimenticia también ha desaparecido por la


solución de cloruro magnésico. Asimismo la enfermedad de
eczema desaparece mediante el tratamiento magnesiano.
La dosis es de 125 centímetros cúbicos, mañana y tarde.

Se registran varios casos de poliomielitis curada por el


mismo tratamiento. La poliomielitis se distingue
clínicamente como una atrofia muscular. Dos
observaciones nos muestran la eficacia del cloruro de
magnesio en el período agudo de la poliomielitis. Una
tercera observación nos muestra que, administrado dos
meses después de los primeros síntomas, ha hecho
desaparecer una atrofia muscular y una parálisis que, sin
duda, hubieran sido definitivas.

El doctor Neveu ha aplicado el tratamiento magnesiano a


todos los enfermos atacados de erisipela, ostiomielitis,
escarlatina, sarampión y adenitis, para los cuales ha sido
consultado. Bajo la influencia de este tratamiento, las
curaciones son siempre rápidas. En particular ha
experimentado curaciones muy interesantes en erisipela y
ostiomielitis. Ningún enfermo de ostiomielitis ha tenido que
sufrir intervención quirúrgica; todos se han curado
perfectamente por el cloruro de magnesio.

Los atacados de estas cinco enfermedades últimas no


tienen complicaciones con otras enfermedades infecciosas,
tratados por la solución del cloruro de magnesio.

H) TERAPÉUTICA MAGNESIANA DE LA DIFTERIA


En las primeras horas de un jueves, el doctor Neveu es llamado junto a una niña de
nueve años atacada de una angina sospechosa.

La niña presenta señales claras de una difteria grave. El análisis de los bacilos de
sus amígdalas confirmó el diagnóstico. Para atacar la enfermedad, había que
inyectar a la niña suero a grandes dosis, como lo había hecho el doctor Neveu en
muchos casos con feliz resultado. Con el fin de evitar las perturbaciones debidas al
suero que pensaban inyectar, el doctor Neveu prescribió la solución siguiente:
Cloruro de magnesio cristalizado, 28 gramos; agua natural, como disolvente, medio
litro.

Esta solución debía ser tomada en tazas de café, cada cuatro horas.

El sábado por la mañana pasa por la casa de su enferma y comprueba con


admiración que está en vías de curación. A las cinco de la tarde vuelve junto a la
enferma. Había acabado de tomar la solución, y ya estaba curada. Es preciso
reconocer que el cloruro de magnesio había curado una difteria, como lo hubiera
hecho el suero, si se hubiera administrado. Esto lo veremos confirmado a medida
que se multipliquen las experiencias del doctor Neveu y sus compañeros de
profesión.
El cloruro de magnesio no ha obrado como antibiótico o como un suero, los cuales,
o bien atacan directamente la vitalidad de los microbios, o bien neutralizan sus
toxinas. No ha podido causar la curación más que por una acción favorable ejercida
sobre el mismo organismo.

Esta es la citofilaxia del cloruro de magnesio de que hemos hablado antes, es decir,
el aumento de vitalidad de las células que las hace triunfar por sí solas de los
microbios, según la doctrina del doctor Delbet confirmada por muchas experiencias.

Y si éste es el método de obrar del cloruro de magnesio, es claro que no es un


remedio particular y específico de la difteria, como lo es el suero antidiftético, y que
la inmunidad que proporciona no debe ser limitada a la sola difteria, ya que,
fortaleciendo el organismo, lo dispone para superar ésta y otra infección cualquiera
que sea su clase.

El doctor Neveu ha tratado con este método otros cinco casos con los síntomas y
exámenes positivos de los bacilos de la difteria (bacilos de Loeffler).

Todos se han curado rápidamente, después de haber tenido gran cuidado de probar
que se trataba de casos de difteria. Neveu, seguro de la eficacia de su método, ha
suspendido los exámenes bacteriológicos y la redacción de las observaciones
clínicas, que ya no tenían interés para él, y en los años siguientes trató por la
solución de cloruro de magnesio al 20 por 1.000 más de 60 casos de anginas
diftéricas, siempre con feliz resultado.

Notemos solamente que el doctor Neveu, en un caso difícil de difteria, en el que


después de siete días de tratamiento por la solución de cloruro de magnesio no
aparecía franca mejoría, usó una inyección antidiftérica de 10.000 unidades,
continuando el tratamiento por la solución de cloruro de magnesio con una sola
dosis.

Este tratamiento dio por resultado la curación del paciente. Las 10.000 unidades de
suero, dosis mínima y tardía, no bastan según el doctor Rouche, para justificar la
curación de este caso. La dificultad provino de haber comenzado tarde el
tratamiento, que fue al cuarto día de la enfermedad, viniendo a aumentar la
dificultad el frío y la falta de higiene.

En 1943 el doctor Neveu se conmovió, al saber que sus colegas estaban


insuficientemente armados contra la difteria por la escasez de sueros, y que ésta
hacía estragos lamentables. Entonces creyó deber suyo dar a conocer un
tratamiento cuya eficacia había experimentado.

Reveló, pues, las observaciones clínicas de cuatro nuevos casos de difteria, tres de
los cuales eran extremadamente graves, confirmados todos por el laboratorio, y
dirigió estas observaciones juntamente con las precedentes al doctor Duvic,
Inspector-Médico de la Charente-Marítima.

Este comunicó los documentos al director regional de la Salud y Asistencia de


Poitiers.
«Ellos me impulsaron - escribe Neveu - a publicar sin retraso un
artículo en la prensa profesional. El primero de enero de 1944, el
diario de medicina «Concours Medical», me incluía una nota sobre
el tratamiento de la difteria por el cloruro de magnesio...»
El quince de abril del mismo año publicaba otro artículo el «Concours Medical».

He aquí una síntesis de sus ideas:


Desde hace diez años he tratado con éxito más de sesenta casos
de difteria por la solución siguiente:
 Cloruro de magnesio cristalizado, 33 gramos
 agua ordinaria, como disolvente, 1 litro
Empleo esta solución en dosis de 125 centímetros cúbicos que se toman de una
vez o en el espacio de cinco minutos. Después de dos horas, viene una segunda
dosis de 125 centímetros cúbicos. Esta dosis se renueva cada seis, ocho o doce
horas, según la gravedad del caso.

Las dos primeras dosis, bastante próximas, permiten obtener rápidamente una
concentración sanguínea suficiente. El intervalo de las dosis siguientes tiene por fin
mantener o disminuir progresivamente esta concentración, según el estado del
enfermo.

Este tratamiento es sumamente sencillo y rápido. Frecuentemente el análisis del


cultivo de los bacilos llega del laboratorio, cuando el enfermo está casi ya curado,
pues el examen del cultivo se hace después de diecisiete horas.

No he tratado niños menores de cinco años. La dosis para éstos debería reducirse
a 100, 80 ó 60 centímetros cúbicos. Hasta aquí la exposición del doctor Neveu.

Con este artículo comienza a extenderse, con feliz augurio, el procedimiento del
doctor Neveu. Llega a muchos médicos y será presentada a la Academia de
Medicina una comunicación sobre él. Vamos, pues, ahora a decir algo sobre la
acogida y resultados del nuevo método expuesto en este artículo. Los mismos
doctores nos cuentan cómo lo recibieron y con qué resultados lo aplicaron.

Naturalmente, la primera reacción no fue de franca acogida. Se mostraban


indecisos ante el tratamiento; pero, después que experimentaron los mismos
efectos que el doctor Neveu, la acogida fue incondicional. René Fortin lo empleó,
por primera vez, con un poco de escepticismo. El resultado fue rápido y feliz. Cree
que la desaparición de las adenitis es más rápida que con el suero. («Adenitis» se
llama a la inflamación de las glándulas y de los ganglios linfáticos.)

F. Bouyssi empleó con desconfianza el tratamiento en un joven. La falta de suero le


movió a emplearlo.

Su impresión posterior, al visitar al día siguiente al joven, la describe así en carta al


doctor Neveu:
«Yo me permito manifestarle mi gran satisfacción por el método de
la angina diftérica que Vd. ha preconizado. He quedado muy
satisfecho y, al mismo tiempo, sorprendido» (ante el efecto
curativo).
El doctor Roussi, inspector adjunto de la Salud, se expresa así:
«Hemos conocido con vivo interés su artículo sobre el tratamiento
de la difteria por el cloruro de magnesio... Después de pequeñas
epidemias que han castigado nuestro sector, y cuando comenzaban
a faltar los sueros, hemos avisado a los médicos y les hemos
aconsejado el tratamiento preconizado. Hasta ahora este
tratamiento parece haber obtenido muy buenos resultados en los
adultos, los muy pequeños absorben con dificultad la bebida.»
Otros doctores han experimentado el método del doctor Neveu en la curación de la
difteria, y han enviado también sus observaciones de feliz resultado.

Entresacamos de ellas, siguiendo al P. Manzanal, algunas ideas de especial interés


e importancia. Este tratamiento es en extremo interesante para aquellas personas a
quienes es perjudicial el suero, en general, por su complexión hipersensible.
El tratamiento magnésico no hay que cortarlo, tan pronto como el paciente se
encuentre bien; hay que prolongarlo algún día. Pues pueden quedar todavía bacilos
que, multiplicándose rápidamente y encontrando al organismo sin la defensa que le
proporcionaba el cloruro de magnesio, puedan prevalecer y producir de nuevo la
enfermedad.

Por eso conviene seguir el tratamiento, hasta que el primer examen del cultivo de la
flora bacteriológica sea negativo de los bacilos de la enfermedad. Un segundo
examen se hará siete días después.

Esta última observación de tomar, por ejemplo, un litro de la solución de cloruro de


magnesio en la convalecencia de la difteria, es aplicable a toda difteria, sea
cualquiera el tratamiento empleado.

Sólo el doctor Couturier escribió al doctor Neveu diciéndole que su tratamiento no


había producido efectos satisfactorios en tres casos de difteria. El doctor Neveu le
escribió dudando de que hubiese seguido sus prescripciones y comunicándole un
consejo práctico para tales casos.

Dice así:
«Yo le agradecería que hiciese el favor de responderme a lo
siguiente. Como el medicamento suministrado debe ser cloruro de
magnesio desecado, si se emplea el cloruro de magnesio
cristalizado, es preciso emplear la fórmula de 43 gramos de cloruro
magnésico por un litro de agua. Así que, véase de nuevo con el
farmacéutico que ha hecho la preparación y pregúntele cuál era la
naturaleza del cloruro de magnesio empleado.

«Por otra parte - añade - le agradecería que, en el próximo caso de


difteria que haya de tratar, siga los consejos del doctor Metzquer, es
decir, prescribir el tratamiento de cloruro magnésico en la primera
visita, al mismo tiempo que hace una toma de la flora
bacteriológica, esperando el resultado del análisis para comenzar o
no la seroterapia, según el estado del enfermo. Esto no
compromete en nada su responsabilidad. Y comuníqueme sus
resultados.»
Al día siguiente el doctor Couturier respondió a Neveu:
«Acabo de ver al farmacéutico. Las tres veces ha empleado cloruro
de magnesio cristalizado. Quiero, pues, comenzar en la primera
ocasión con 43 gramos de cloruro magnésico cristalizado, tanto
más cuanto que he tenido en octubre último una muerte cinco
minutos después de 1.000 unidades de suero.»
En el mismo mes Couturier comunicaba a Neveu cuatro casos de difteria curados
rápidamente con el tratamiento del cloruro de magnesio debidamente empleado.

A un niño que por los vómitos arrojó el cloruro de magnesio, agravándose su


estado, fue preciso inyectar 40.000 unidades de suero para conseguir su curación.
El doctor Couturier llama la atención sobre las perturbaciones gastrointestinales:
vómitos, intolerancia del cloruro de magnesio en el tubo digestivo.

Dos causas principales explican estas frecuentes perturbaciones en los enfermos


del doctor Couturier:
 1.a No atenerse al horario de la dosis señalado por el
doctor Neveu.
 2.ª Un error de cálculo en los gramos de cloruro de
magnesio, según reconoció el doctor Neveu.
Con la solución de cloruro de magnesio cristalizado (33 gramos por un litro de
agua), conformándose el horario con las directrices del doctor Neveu, las
reacciones digestivas no son frecuentes y se reducen a poca cosa.

El doctor Neveu ha suministrado el cloruro de magnesio por medio de comprimidos


de 0.6 gramos de cloruro de magnesio desecado. La dosis es de cuatro
comprimidos con el mismo horario que la solución. Los efectos son tan excelentes
como los de la solución. Se cuentan multitud de curaciones aportadas por muchos
doctores que han adoptado el método terapéutico del doctor Neveu.

Vamos a concluir este punto dando la estadística de los casos de difteria tratados
por el método del doctor Neveu. El mismo la dio en una comunicación a las
«Jornadas Terapéuticas de París».

Dice así:
«He aquí, por orden cronológico, los nombres de los compañeros,
que con conocimiento mío, han ensayado el tratamiento de la
difteria por el cloruro de magnesio y la estadística:

«En resumidas cuentas, 59 curaciones en 62 casos tratados (por el


cloruro de magnesio sólo); un 95 por 100 de resultados favorables
en el procedimiento citofiláctico del tratamiento de la difteria por el
cloruro de magnesio.

Los tres diftéricos que han recibido suero, además de cloruro de


magnesio, se han curado, lo que supone un 100 por 100 en los dos
procedimientos asociados: citofilaxia y seroterapia.»

Hasta aquí el doctor Neveu en su comunicación.

Digamos dos palabras sobre la asociación de estos dos métodos.


El doctor Funeron tuvo siete casos de difteria en una familia.
Tratado el primero por la seroterapia en el hospital, el resultado fue
desfavorable y el niño murió. A los demás enfermos aplicó el
método del doctor Neveu, curándolos todos.

«Después de esta experiencia - nos dice - adopté definitivamente el


método propuesto por el doctor Neveu para el tratamiento de la
difteria, añadiendo con todo, en los casos más graves, 10.000
unidades de suero.» Todos los enfermos así tratados, que fueron
unos treinta, han curado.
«¿Qué puedo sacar de esta experiencia? Que, en la difteria, el
tratamiento que actualmente (julio de 1950) parece dar el máximun
de garantías es el siguiente: Cloruro de magnesio cristalizado, 33
gramos; agua común como disolvente, 1 litro. En los casos más
graves añádase 10.000 unidades de suero»
(Doctor F. Funeron).

Estos dos métodos, en esta forma empleados, no se oponen, sino que se ayudan y
complementan.

La citofilaxia aumenta la resistencia y vitalidad del organismo en general; la


seroterapia tiene una acción más propia y específica contra las toxinas de
determinados bacilos y microbios.

I) EL MAGNESIO, PREVENTIVO DEL CÁNCER


Como es sabido, el cáncer es un tumor maligno de células anárquicas, que no se
someten a la subordinación y correlación del organismo.

Se multiplican excesivamente y segregan substancias tóxicas para las células


normales. Hay dos clases importantes de cáncer; unos que proceden del tejido
epitelial; otros, del tejido conjuntivo. Estas dos clases de tumores son muy
diferentes, y son mucho más abundantes los del tejido epitelial, a los cuales nos
referimos exclusivamente en todo lo que vayamos diciendo.

Además de los tumores claramente cancerosos, hay lesiones o vegetaciones de


carácter precanceroso; hiperplasia epitelial, leucoplasia, etc. Las lesiones
precancerosas no son ciertamente la causa del cáncer que se desarrolla sobre
ellas; ellas tienen la misma causa que el cáncer.

El estado interno del individuo se manifiesta primero en las lesiones de este género;
si el estado del individuo sigue empeorando, al no poner remedio, aparecerá con
signo trágico el tumor maligno del cáncer; pero, si se pone remedio al aparecer las
primeras lesiones posibles de curar, se habrá detenido en muchos casos el curso
de un futuro cáncer.

En primer lugar fijaremos nuestra atención en los efectos del cloruro de magnesio
sobre estas manifestaciones precancerosas, siendo nuestro guía el competente
médico doctor Delbet en todo lo que vayamos diciendo. Después, entraremos de
lleno en el estudio del magnesio con relación al mismo cáncer.

Nuestra conclusión será: un mayor contenido de magnesio en nuestra alimentación


disminuiría notablemente el número de cánceres.

A. Curación de afecciones precancerosas:


Una auto-observación del doctor Delbet nos hace pensar.
Algunos de sus antepasados habían muerto de cáncer por
línea materna y paterna. Lo que, supuestas las leyes
mendelianas, implica una probabilidad de caer en esta
misma enfermedad o, al menos, tener una predisposición.

Delbet tenía vegetaciones epidérmicas en las orejas, que


venían a ser lesiones de carácter precanceroso. Se hizo
operar tres veces, pero al cabo de las operaciones
reaparecían las mismas lesiones.

Ante tal resultado se resigna a sufrirlas, sin aplicar


intencionadamente ningún remedio curativo. Por otras
razones comienza a tomar continuamente cloruro de
magnesio. Y el resultado fue que, al cabo de veinte meses,
desaparecen las vegetaciones epidérmicas, que no hicieron
desaparecer las operaciones quirúrgicas.

Un hombre de 45 años se presenta al doctor Delbet para


agradecerle la curación de una leucoplasia afección
netamente precancerosa, gracias a las salas halógenas de
magnesio. Vuelve a aparecer la enfermedad al cesar el
tratamiento de magnesio; pero reanudado éste, desaparece
enteramente. Sigue una observación de leucoplasia lingüo-
papilar completamente curada. En seis meses y medio las
sales de magnesio la hicieron desaparecer a una. dosis
cotidiana de 2.40 gramos.

Las mamitis crónicas han atraído la atención de P. Delbet.


Es una cuestión de importancia, pues, a su juicio, nadie
puede ignorar que haciéndolas desaparecer, disminuiría el
número de cánceres. Ninguno, de quince casos, se ha
agravado al ser tratado con sales halógenas de magnesio.
De ellos se han curado doce y tres han mejorado.

Estos hechos clínicos permiten atribuir a las sales


halógenas de magnesio una acción preventiva contra el
cáncer. Hechos experimentales demuestran también una
acción centra la célula cancerosa. Animales tratados con
magnesio han tendido hacia la prevención contra
sustancias cancerígenas y, al serles injertados cánceres,
éstos se han desarrollado más lentamente que en animales
ordinarios.

No se vaya a creer que los compuestos halógenos del


magnesio son venenosos para las células cancerosas. Su
acción es distinta, aunque ciertamente va contra ellas. Su
acción consiste en impedir que se formen tales células o
hacer que su proceso sea más lento. Su acción es
preventiva, aumentando la resistencia y actividad de las
células sanas.

Sean éstas suficientemente aumentadas, y veremos un


enderezamiento de la dirección patológicamente viciada de
las células. Cerremos este apartado con las palabras de J.
Lasage, profesor honorario de la Universidad de Buenos
Aires.

Dice así: «A título de medicamento anticanceroso el


magnesio goza actualmente de gran aceptación.»

B. A menos magnesio en la alimentación, mayor número de


cánceres.
Una afirmación tan atrevida, aun apoyándose en pruebas
clínicas y experimentales, pide ser confirmada. ¿Dónde
encontraremos esta confirmación?

Si es posible probar:

a. Que el aumento de número de cánceres en todos


los países civilizados marcha a la par con la
disminución de la ración magnesiana en estos
mismos países.
b. Que, en los países civilizados, las regiones más
probadas por el cáncer son precisamente aquellas
donde el magnesio alimenticio es más deficiente, y
que, inversamente, allí donde la alimentación lleva
más magnesio, los cánceres causan menos
estragos.
c. Que las colectividades no civilizadas, en las que no
ha entrado el refinamiento de la civilización y en las
que el cáncer es prácticamente desconocido,
tienen una alimentación rica en magnesio.

Será prueba de que esta inmunidad es consecuencia de la


alimentación, no de la raza, si se puede probar que los
individuos de estas mismas zonas son atacados como los
blancos, cuando adoptan su régimen alimenticio.

De todo ello parece que se podrá legítimamente concluir


que, actualmente, una carencia de magnesio es, de hecho,
no una causa cualquiera entre otras muchas, sino la causa
principal del cáncer, y que bastará asegurar una
alimentación más rica en magnesio para reducir, tarde o
temprano, notablemente el número de cánceres.

1. El aumento de cánceres marcha a la par con una


disminución de la ración magnesiana: El hecho del
aumento del número de cánceres en las regiones
civilizadas no lo pone en duda ningún médico.

En 1939 escribía el doctor Chirié:


«No es preciso que nos enteremos por los
médicos, sobre todo de los que se acercan a los
sesenta años, que el número de tuberculosos y
cancerosos aumenta cada año, que el cáncer hiere
cada vez más a los individuos jóvenes.»

En los años anteriores a 1944, nos advierte P.


Delbet que la media anual de muertos por el cáncer
en Francia era de 40.000. En 1948, según el doctor
Denoix, Director de la Sección del Cáncer en el
«Instituto Nacional de Higiene», morían 73.000
personas de cáncer en Francia, mientras que de
tuberculosis morían 30.000 personas.

2. Las regiones más probadas por el cáncer son


aquellas donde la alimentación es más pobre en
magnesio: En los países civilizados hay unas
regiones severamente atacadas por el cáncer,
otras donde esta enfermedad es relativamente
rara. ¿Esta diferencia estará en proporción con la
diferencia de estas regiones en la riqueza
magnesiana?

Dice el doctor Delbet:


«Se oye decir, de vez en cuando, acerca de un
municipio, de un cantón, de una provincia: es un
país donde hay muchos cánceres, o, al contrario,
donde los cánceres son raros. Estas impresiones
corresponden a la realidad. Las investigaciones
que se han hecho desde hace algunos años sobre
la repartición geográfica del cáncer, han mostrado
que vastas regiones del globo son casi inmunes a
esta plaga, mientras que otras son gravemente
castigadas. Las diferencias de proporción son tales
que no podríamos ni sospecharlas: van de 1 a 10,
12 y aun a 14.»

M. Robinet ha establecido para Francia dos mapas:


el uno geográfico, el otro cancerológico.

En el primero ha señalado en amarillo las regiones


ricas en magnesio, en azul las regiones pobres. En
el segundo ha señalado de amarillo las regiones
donde la mortandad por cáncer es baja; en azul,
aquellos donde la mortandad es elevada. La
comparación de estos dos mapas es sorprendente.
Se les puede confrontar. Los colores amarillos y
azules de cada mapa superpuestos coinciden casi
exactamente.

Lo que equivale a que, donde el magnesio es


abundante, el cáncer es raro; allí donde el
magnesio es raro, el cáncer es abundante.
Tengamos presente que los vegetales alimenticios
contienen más o menos magnesio, según que el
terreno donde se asientan sea más o menos rico
en este elemento.

Y por consiguiente, también los animales que se


alimentan de los vegetales tendrán mayor o menor
proporción de magnesio, y como estas dos fuentes
suministran el alimento del hombre, la influencia del
terreno en la salud o enfermedad del hombre es
muy posible y aun natural. Si el terreno está
debidamente equilibrado, el hombre gozará de
salud; de lo contrario, sufrirá debilidades o
quebrantos en ella.

M. Robinet ha hecho el mismo trabajo en Inglaterra


y en otras partes. En todos los sitios el resultado es
el mismo: las regiones ricas en magnesio son
pobre en cáncer, e inversamente.

En Egipto, el suelo laborable, que es el limo del


Nilo, es muy rico en magnesio. A todos los médicos
europeos que han ejercido en este país, ha
llamado la atención los raros que son los cánceres
en los campesinos egipcios.

Tchermy muestra, por medio de una tesis, que en


Argelia las regiones más ricas en magnesio son las
más pobres en cáncer.

Bablet y Bader, apenas comenzada una


investigación de Indochina, ya sacaron esta
conclusión:
«Los primeros resultados de nuestra encuesta en
las zonas délticas de Cochinchina y de Tonkín
parecen favorables a la concepción de Delbet»,
que es la que vamos exponiendo.

Esta última conclusión es tanto más importante,


cuanto que la población examinada pertenece a
una raza distinta, que es la amarilla. Apoyándonos
en este conjunto de hechos, hemos de pensar que
una alimentación rica en magnesio reduciría el
número de cánceres.

3. La alimentación de las colectividades poco


atacadas por el cáncer es rica en magnesio.
La encuesta de Schrunph-Pierron nos muestra que
en Egipto mueren 10 veces menos de cáncer en el
estómago que en los países supercivilizados de
Europa y América.

Por otra parte, acabamos de ver que los


campesinos egipcios, que constituyen para nuestro
intento el 90 por ciento de la población, tiene una
alimentación cuatro o cinco veces más magnesiana
que la media de las poblaciones de Europa y
América. Y el hecho de que estas razas son
también tan atacadas como nosotros, cuando
aceptan nuestra alimentación, es suficiente para
demostrar que la inmunidad de que ellos gozan, no
debe atribuirse a su raza, sino a su régimen
alimenticio.

Los negros que viven en la sabana africana, en


vida llamada salvaje, son poco más o menos
inmunes al cáncer. Sin embargo, los negros que
viven en la vida llamada civilizada, ya sea en África
o en América, tienen tantos cánceres como los
blancos. Esto ha conducido a Tripper a afirmar que
el cáncer es una enfermedad de la civilización.

Médicos europeos que han ido a colonias africanas y no


han encontrado cánceres, han examinado los alimentos
que forman la base de la alimentación de sus habitantes, y
los han hallado notablemente ricos en magnesio.

La conclusión se impone: si la alimentación de los blancos


fuese tan rica en magnesio como la de los negros que
viven de los productos de sus suelos, el cáncer sería tan
raro en los blancos como en los negros.

B. Relación entre el cáncer y el exceso de potasio en los


alimentos:
El abuso que se hace de abonos potásicos en los cultivos
acarrea en los alimentos un notable aumento de potasio
con relación al magnesio, que en las remolachas se ha
encontrado ser de hasta 250 veces. Ahora bien, el exceso
de potasio en la alimentación predispone al cáncer, como
se deduce de los hechos siguientes:
Se han analizado los productos procedentes de huertos
abonados con exceso de potasio, cuyos propietarios se
alimentaban de ellos, y murieron de cáncer. Todos los
análisis revelaron un gran exceso de potasio en relación al
magnesio. Tenían hasta 18, 20 y 26 veces más de potasio,
y la causa estaba en que los abonos eran a base de este
mineral.

Las patatas, ordinariamente, tiene poco magnesio con


relación al potasio. Usando desde hacía mucho tiempo
abonos potásicos, se producían patatas que contenían 146
y 174 veces más de potasio que de magnesio. Los
propietarios que se alimentaban de tales productos
murieron de cáncer.
En resumen: el uso de abonos químicos en agricultura ha tenido por consecuencia
una notable disminución del magnesio en la alimentación.

Esta causa, sumándose al refinamiento de la sal y, sobre todo, el cernido de las


harinas, nos ha conducido a un empobrecimiento magnesiano, cuya importancia no
se sospecha generalmente.

En Egipto es fácil determinar la composición mineral de los alimentos que, desde


hace varios siglos, vienen consumiendo unos trece millones de individuos, pues su
régimen alimenticio no ha variado. La alimentación suministra cada día a estos
habitantes de Egipto de dos a tres gramos de magnesio.

La ración magnesiana en los pueblos europeos, antes de los abonos químicos y del
cernido de las harinas, era inferior a la de los egipcios, pero la diferencia no debía
ser considerable, pues la composición mineral de los vegetales no difería mucho de
la que tienen las mismas plantas cultivadas hoy en Egipto.

Notemos solamente que el pan europeo contiene siete veces menos de magnesio
que el pan de estos habitantes de Egipto. Mientras que los campesinos de Egipto
consumen de 2.5 a 3 gramos de magnesio por día, contra 3 gramos a lo sumo de
potasio, la alimentación de los ciudadanos de Europa y América contiene a lo sumo
0.5 gramos de magnesio contra 3 ó 4 gramos de potasio.

Nuestra ración magnesiana es unas cinco veces más débil que la de los
campesinos de Egipto y unas tres veces más débil que la nuestra de otro tiempo.
Estas últimas referencias son datos positivos de la Ciencia, que ponen de manifiesto que el
aumento del número de cánceres marcha a la par con una disminución de la ración magnesiana.

Queda bien claro, con lo dicho, que la disminución del magnesio no es despreciable por tres causas
principales, y que a esta disminución corresponde un mayor número de cánceres.

Regresar al Índice

CAPÍTULO III
EL MAGNESIO EN ZOOTECNIA
La salud del hombre depende, en gran parte, del equilibrio mineral de su alimentación.

Ahora bien, como este equilibrio mineral falta con frecuencia por deficiencia del magnesio en el
organismo humano, de aquí que este elemento, desde el punto de vista de la química biológica, sea
considerado como un elemento fundamental y del que no se puede prescindir en la alimentación.

Esto que hasta ahora suele referirse al hombre tiene también su aplicación a los animales, y por
consiguiente, no puede menos que afectar al ganado y, en general, a todos los animales domésticos
según se podrá apreciar en la exposición que sigue.

A) PORCENTAJE DE MAGNESIO EN LOS ANIMALES


Al tratar del porcentaje del magnesio en los animales, débese hacer una distinción
que no tiene razón de ser en el hombre, y es la referente a los animales terrestres,
a los acuáticos.

Con respecto a los animales terrestres, las variaciones de magnesio dependerán de


la especie zoológica de que se trate, y, dentro de la misma especie, de que tengan
más o menos magnesio los alimentos de que se sustentan.

Copisarov señala en el perro las siguientes proporciones de magnesio: suero de su


sangre, 27 a 2.3 por 1000; hígado de 3.6 a 3.9 por 1000, este último en proporción
muy inferior a la del hombre, que es de 22.5 por 1000, según el mismo doctor.

El doctor V.L. Ferrándiz, en su publicación «Armonías alimenticias», señala para


100 gramos: en las carnes frescas 277 mg. de óxido de magnesio o magnesia
(MgO); en la leche sin azúcar, 13 mg:; en la nata, 4.5 mg; en la mantequilla, 1.0
mg.; en el queso fresco, 132 mg.; en el queso fermentado, 141 mg.; en el huevo
completo, 6.1 mg.; y en la yema de huevo, 8.5 mg.

La carne de pescado tiene un contenido mineral comprendido entre el 1 y el 2 por


100. En este porcentaje van incluidos, no sólo el magnesio, sino también los otros
elementos minerales, tales como el calcio, fósforo, potasa, azufre, cloro y sodio;
además de los oligoelementos yodo, flúor, hierro, bromo, aluminio, cobre,
manganeso, cinc, arsénico, silicio y boro; con la particularidad de que, en los
animales marinos, dentro de cada especie, suele haber mayor uniformidad que
tratándose de los animales terrestres en los porcentajes de los diversos elementos
minerales.

Esto se debe a que el mar es el receptáculo en que van acumulándose todos los
elementos minerales conocidos, y, por tanto, los seres marinos, a diferencia de los
terrestres, tienen siempre a su disposición todos los elementos necesarios para la
constitución normal de los principios inmediatos, sin el peligro de hallarse sometidos
a carencia o escasez de algunos de ellos, como les sucede a veces a los animales
terrestres.

Entre otros, el máximo interés de la parte mineral del pescado, de los moluscos y
mariscos, estriba en proporcionar a los seres humanos magnesio, yodo, arsénico,
manganeso, cinc, cobre y otros «elementos trazas», en forma de combinación
orgánica natural; todos ellos reconocidos como esenciales a la vida, desde los
trabajos de Armando Gautier y Gabriel Bertrand; elementos que los alimentos de
origen terrestre no siempre proporcionan en cantidad suficiente.

Diversos autores, entre ellos Lowern, MacCance, Winddewson y Atwater, han


determinado y hecho público el contenido de magnesio de algunos pescados,
moluscos y crustáceos.

Así, según Lowern, el bacalao tiene 20 miligramos de magnesio por 100 gramos; la
pescadilla, 30; la merluza, 35; el róbalo, 25, y la platija, 25.

Según MacCane y Widdown, el rodaballo tiene 32 miligramos de magnesio por 100


gramos; según Atwater, el esturión tiene 150 mg.; la anguila, 48, y la robaliza, 86
mg.

Con respecto a los moluscos, Lowern señala 20 mg. de magnesio por 100 gramos
en la almeja, 40 en la ostra, 50 en la coquina, 40 en la venera, 160 en el bucino y
385 en el caracol. Por lo que hace a los crustáceos, el mismo autor señala 50
miligramos de magnesio por 100 gramos en el cangrejo, 35 en la langosta, 40 en el
camarón y 105 en la quisquilla.

Los animales domésticos son víctimas, en los actuales tiempos, lo mismo que el
hombre, de falta de magnesio en su organismo. Los suelos, con el cultivo, intensivo
tienen poco menos que agotadas sus reservas de magnesio y la generalidad de los
agricultores no las incrementan con adiciones de compuestos magnésicos.

Natural es que los animales domésticos (ganado, aves de corral y conejos), que se
nutren casi exclusivamente de vegetales, estén también faltos de magnesio y, en
consecuencia, que experimenten los mismos o parecidos efectos dañinos que esta
misma falta ocasiona en el hombre.

B) EL EQUILIBRIO MINERAL EN LOS ANIMALES


La salud de los animales, al igual que en los seres humanos, no se debe solamente
a la constitución hereditaria; proviene también del género de vida y de la
alimentación, como lo ha demostrado Reid Hunt hace tiempo.

Así, se ha comprobado que cierta alimentación aumenta la receptibilidad de los


ratones a la fiebre tifoidea experimental. Asimismo, la frecuencia de la pulmonía es
también modificable por el alimento, como lo demuestra la siguiente experiencia
verificada en el Instituto de Rockefeller. En el criadero de ratones de este Instituto
para fines experimentales, vivían ratones de raza pura que, sometidos a un régimen
habitual, eran atacados de pulmonía en la proporción de un 52 por 100.

Un grupo considerable de estos animales recibió una alimentación más variada. La


mortalidad bajó al 32 por 100, al 14 por 100 y hasta al cero por 100, después de
añadir a la alimentación ciertas substancias químicas.

Los fisiólogos sostienen que uno de los factores más importantes de la resistencia
natural de los animales a los agentes patógenos, es el llamado equilibrio mineral; y,
cuando hablamos de equilibrio mineral, no nos referimos directamente a los
animales, sino más bien a los alimentos y medios por los cuales éstos logran
conservar su existencia, lánguida o pletórica de fuerzas.

Si los alimentos y medios de vida suministran a los animales la variada gama de


elementos naturales que necesitan, diremos que en tales alimentos y medios, hay
equilibrio mineral para aquel determinado animal, que desarrollará con ellos su
existencia perfectamente.

Sin embargo, estos mismos alimentos y medios de vida fácilmente no suministrarán


a otro animal los elementos necesarios y convenientes para vivir, y entonces habrá
desequilibrio mayor o menor para ese otro animal, que morirá o tendrá menos
salud.

Como se ve, hay que comprobar cada caso determinado, tratándose de animales
domésticos, si hay suficiente y completa alimentación mineral; si la hay, habrá el
equilibrio, si no, el desequilibrio. El hombre, conocedor de estos desequilibrios
minerales, los empleará según le convenga: en los vivientes dañosos a los animales
domésticos empleará el desequilibrio, para hacerlos desaparecer; en cambio, para
los que les son útiles, procurará un buen equilibrio para favorecer sus intereses.
Se han llevado a cabo varias experiencias relacionadas con el magnesio en la
materia e ideas que acabamos de exponer. Las que a continuación vamos a narrar,
muestran, bien a las claras, la influencia que tiene el cambio en la alimentación y
medio de vida.

El Gammerux pulex, o pulga de agua, vive en las aguas corrientes de los ríos; pero
su adaptación a ellas es reciente, viviendo unas especies semejantes a él en el
agua del mar. Por esto, la pulga de agua puede vivir en una mezcla de agua de mar
y agua dulce, y también en agua de mar artificial que contenga las principales sales
marinas: cloruro de sodio, cloruro de potasio, cloruro de magnesio, sulfato de
magnesio y cloruro cálcico, en las mismas proporciones que se encuentran en el
agua del mar.

Si a esta agua de mar artificial se le quita el cloruro de magnesio, el medio se hace


para este animal tóxico. Seguimos suprimiendo el sulfato de magnesio, el cloruro
cálcico y el cloruro de potasio, dejando sólo el cloruro de sodio. A cada nueva
supresión aumenta la toxicidad del medio, que adquiere su máximo con el cloruro
de sodio solo.

Hechas nuevas experiencias y en orden inverso, J. Loeb ha anunciado algunas


leyes concretas:
1. Todas las soluciones de una sal única son tóxicas.
2. Toda solución de una mezcla de sales de catión
monovalente y toda solución de una mezcla de sales de
catión bivalente es tóxica.
3. Si a una de estas soluciones tóxicas, las de sales de catión
monovalente, por ejemplo, se añade una solución de sales
de catión bivalente, se atenúa su toxicidad, y baja a cero
para una proporción determinada. En este caso la solución
está equilibrada. Todo desequilibrio equivale a una
toxicidad.
En las experiencias que acabamos de referir, la notoxicidad, es decir, el equilibrio se
realiza para el Gammarus cuando la proporción entre cationes monovalentes y
bivalentes, tiene el mismo valor que en el agua del mar.

Con cualquier otro valor, el medio está más o menos desequilibrado y, por lo mismo,
es también más o menos venenoso.

Los elementos minerales que entran formando un medio, no tienen valor


meramente aditivo o absoluto, sino relativo. Éste depende de la proporción, mayor o
menor, en que estén con relación a otros elementos que se oponen o favorecen a
su acción.

Clarke también hizo sus experiencias.

Con diversas sales regaba rosales plantados en arena, que llevaban hembras
partenogenéticas y sin alas del pulgón Aphis rosae. Con sales de magnesio obtuvo
pulgones con alas. De nuevo hizo estas experiencias Shinji, obteniendo semejantes
resultados: regando con sales de magnesio, antimonio y níquel, obtuvo pulgones
con alas; con sales de calcio, potasio y estroncio, sin alas.

Para obtener estos resultados fue suficiente una variación en la composición


mineral de la savia de que se alimentaban los pulgones. La variación mineral del
alimento, bastó para modificar la disposición del organismo de estos insectos.

De donde se deduce cuán grande es el influjo de una distinta composición mineral


de los alimentos.
C) EL EQUILIBRIO MINERAL VISTO POR UN GANADERO
NORTEAMERICANO
Mr. Kuck es el propietario de las granjas Brookside, en New Knoxville (Ohío).

Esta es una vasta explotación de producción de leche y de cría de ganado, de un


rendimiento considerable. Más que esto, M. Kuck es un granjero de espíritu
investigador y deseoso de saber, de imaginación siempre despierta. Es uno de esos
hombres que, a lo largo de la historia de las ciencias, han ejercido una acción
estimulante, renovando los temas de discusión y abriendo el camino a nuevas
investigaciones científicas.

En cuanto Mr. Kuck ve surgir problemas en su explotación lechera, quiere saber de


dónde vienen estos problemas y cuál es su solución. Muy a menudo ha triunfado
por sus propios medios y fuerzas. Con interés y entusiasmo ha montado su
laboratorio y hecho experiencias, sacando gran provecho de las observaciones y
conocimientos antes adquiridos.

En la historia de Mr. Kuck hay un episodio íntimamente unido con el tema que
vamos tratando del equilibrio mineral.

Expondrémosle a continuación, según ampliamente lo refiere el P. Manzanal.

En 1933 fueron adquiridas las granjas Brookside y se inauguró un plan que


comprendía la explotación de vacas de leche de pura raza Guernesey, de puercos y
de gallinas. Primeramente la explotación comprendía dos granjas de 72 hectáreas,
a las que más tarde se unieron otras tres granjas de 97 hectáreas. La mayor parte
de los terrenos se comenzaba a cultivar por primera vez, desde hacía cien años.

Teniendo su debida formación agrícola y naturalmente interesado en los estudios


científicos, introdujo en el tratamiento del terreno y en la cría del ganado los
métodos y las ideas más modernas que habían llegado a su conocimiento. Se
llevaba escrupulosamente nota de cuanto se emprendía y de sus resultados.

A pesar de la aplicación de los principios científicos más recientes, concernientes a


las aves, cerdos y vacas lecheras, los resultados no fueron mejores que los
ordinarios de los vecinos. Un porcentaje elevado de mortalidad en los pollitos obligó
en 1939 a renunciar al plan de las aves. La mortalidad elevada también hizo
abandonar la cría de cerdos en 1940.

Después, las granjas Brookside se consagraron enteramente a la cría de vacas


lecheras, y en esta empresa se han probado sinsabores de todas clases: mortalidad
elevada de terneros, enfermedades mamarias en las vacas lecheras, y,
naturalmente, el problema siempre actual de la esterilidad.

Había en Brookside unas 100 vacas lecheras, 50 novillos, 70 terneras y 49 terneros.


Cada año nacían unos 120 terneros, de los cuales algún año murieron 49, lo cual
no sólo era motivo de desaliento, sino una verdadera pérdida.

Este porcentaje elevado de mortalidad hizo concebir y llevar a cabo el plan de un


establo moderno para los terneros y sus madres. Este establo, de grandes
dimensiones (8 metros de alto, 50 de largo y 22 de ancho), tiene asegurada la luz
por grandes ventanales y una ventilación perfecta por el techo. Además, está
debidamente dispuesto para la esterilización y fumigación. En abril de 1945 se
había terminado la construcción. Las paredes de 16 apartados individuales para los
terneros habían recibido una capa gruesa de revocado.
En seis de ellos este revocado estaba recubierto de capa más fina. Todos estos
apartados fueron ocupados rápidamente.

Se tenía especial cuidado en alimentar debidamente al ganado. En todo tiempo se


daba grano a los animales, añadiendo el complemento conveniente, de manera que
se aseguraba una ración con el 16 por 100 de prótidos. El complemento utilizado
era suministrado por una empresa nacional fabricadora de alimentos. Estos
contenían, según garantía, todos los elementos necesarios para una gran
producción de leche. Añadiendo, además, 18 kilos por tonelada de una mezcla de
creta pura, huesos y sal.

A pesar de los esfuerzos por tener una habitación y alimentos excelentes para las
vacas y terneros, las desgracias continuaron siendo las mismas: los terneros
seguían muriéndose con los mismos síntomas. Nacían débiles, sus actos reflejos
eran lentos, no tenían apetito; la descomposición era general, con un 50 por 100 de
una especie de neumonía que hacía toser mucho a los terneros.

Convulsiones fuertes eran el prestigio de la próxima muerte. Se gastaron miles de


dólares en buscar un tratamiento eficaz. Remedios de tales clases: sulfamidas,
vitaminas, sueros, vacunas, etc. Todo fue inútil; no se consiguió ningún cambio en
los resultados generales.

Advertimos antes cómo seis de los apartados para los terneros habían sido
recubiertos de un fino revestimiento. No se tardó en notar que los terneros
deterioraban con sus bocas estas paredes. Al principio no hicieron ningún caso de
esto. Más bien pensaron no terminar los restantes; pues sería un gasto inútil.

Hasta que un día Mr. Kuck se hizo esta pregunta:


¿Por qué a los terneros les gusta comer el revestimiento más fino
de la pared, mientras el más grueso permanece intacto?
Había quedado en un saco parte del material utilizado para el revestimiento fino.

En seguida pidió al fabricante que le mandase el análisis de las substancias del


material. Éste se componía de carbonato de calcio y de carbonato de magnesio
principalmente. Por otra parte, la sociedad fabricadora de este material envió a las
granjas de Mr. Kuck un químico que, durante varios días, hizo exámenes completos
de la composición mineral de los campos. Prescindiendo de otros elementos menos
importantes, aparecía claro que había buena proporción de nitrógeno y fósforo, muy
excesiva de potasio y muy baja de magnesio.

Teniendo presente que en la alimentación mineral no entraba el magnesio, la


conclusión fluía por sí sola: la falta de magnesio en la alimentación del ganado, que
no lo recibía de las plantas ni de las semillas, al no tenerlo el suelo, ni tampoco la
alimentación mineral. El alimento estaba desequilibrado en su composición mineral:
ésta es la raíz del mal.

Sin más tardar, Mr. Kuck hizo un pedido grande de dolomita (compuesto de
magnesio): 4 toneladas molidas y cribadas como complemento mineral alimenticio y
40 toneladas para abonar los campos y pastizales.

En seguida cambió la mezcla alimenticia mineral. Sustituyó el carbonato cálcico


puro por la dolomita, añadiendo 18 kilos por tonelada, de modo que, quedando
prácticamente el mismo calcio, aumentase notablemente el magnesio.

Los terneros eran alimentados por las vacas que habían recibido el buen alimento.
Al cabo de dos semanas, se atenuó el olor fétido del establo de los terneros y se
notó un cambio notable en la mortalidad. Los terneros parecían más despiertos.
Se terminaron de revocar los apartados de los terneros con el mismo revestimiento
que los anteriores. Los terneros no tocaron ahora este revestimiento, pues no
tenían necesidad del magnesio que les venía por otra parte.

Desde entonces se comenzó a hacer una larga serie de experiencias, algunas de


las cuales mostraban con evidencia clarísima, la importancia de un equilibrio
conveniente entre ciertos alimentos y de la acción de unos respecto de los otros.

Con los nuevos elementos desaparecieron las mamitis de las vacas. Trece vacas
estaban en cuarentena por mamitis: al cabo de 20 días, las trece estaban curadas
sin ningún tratamiento especial. En un examen de todo el ganado sólo aparecieron
dos vacas con un pequeño toque en sus mamas, mientras que antes un 50 por
ciento estaban con mamitis en un tiempo u otro de su lactación.

Desapareció la infecundidad. Un año entero dieron leche veintitrés vacas, sin que
se pudiera asegurar su fecundación. Fueron conducidas a pastizales abonados con
dolomita, que con oportunas lluvias dieron excelente vegetación. Este fue el
alimento de las vacas.

Además, tenían acceso libre en su establo a cajones de dolomita. Al tiempo debido,


veinte tuvieron su ternero pudiéndose comprobar que su fecundación había sido
inmediata al cambio de alimentación distintamente mineralizada.

Los nuevos terneros eran fuertes, normales, sin síntomas de descomposición. Sin
embargo, las vacas que para prueba no tomaron la nueva alimentación, dieron
terneros débiles, que presentaban los mismos síntomas y evolución que antes.

La prueba era bien clara: el equilibrio mineral hacía prodigios en los animales.

D) EL MAGNESIO COMO MEDICAMENTO DE LOS ANIMALES


El magnesio desempeña en los animales vertebrados un papel bioquímico de
importancia parecida a la señalada en el hombre como cofermento en varias
reacciones de óxidorreducción y de fosforilación de glúcidos.

McCollum, experimentando con ratas encontró que una dieta deficiente en


magnesio engendra la llamada «tetania por carencia de magnesio», caracterizada
por fuerte vasodilatación tan intensa que los animales adquirían color rosado,
taquicardia, convulsiones tetánicas y muerte. En esta tetania, el contenido de
magnesio en la sangre desciende a un décimo del normal. El ganado vacuno
padece también una tetania llamada del «heno», debida, igualmente, a deficiencia
de magnesio en la alimentación. Ambas tetanias se curan con sales de magnesio.

El sulfato de magnesio, como todas las sales de magnesio, ejerce una acción
abiertamente sedante en el sistema nervioso en inyección intravenosa, subcutánea
o intrarraquídea, o en aplicación local sobre un tronco nervioso. Por todo ello se ha
empleado en solución al 10 por 100 en el tratamiento del tétanos del caballo, hasta
la dosis de 30 gramos por día en inyecciones intravenosas. También se administra
en brevaje y mezclado con la leche caliente en el perro.

El agricultor francés H. Vilain, quien ha conseguido notabilísimos éxitos agrícolas


con el empleo de sales de magnesio, refiere él mismo, en una conferencia dada a
los habitantes de Lachapelle (Francia), donde radica su granja, cómo ha curado
enfermedades de animales domésticos gracias a la utilización de compuestos
magnesianos.
Para mí - dice - el secreto de la salud de los animales es el
equilibrio mineral de sus alimentos. Noté que el veterinario recetaba
a mi ganado enfermo sales de sodio: sulfato sódico, bicarbonato
sódico, cloruro sódico. Y me vino a la idea de hacer pasar estas
sales por las remolachas destinadas a la alimentación.

Así, además del nitrato de magnesio y calcio y de fosfato de


magnesio, eché 400 kilogramos de carbonato sódico; 300, de
cloruro de sodio (sal marina sin purificar), y 20, de borato sódico. La
calidad de estos alimentos preparados con estos minerales curó
enfermedades graves sin ningún medicamento.
Se curó radicalmente un caballo de enteritis crónica muy grave; un buey, de enteritis
paratuberculosa; una yegua, de mal de cruz declarado incurable; una yegua,
anémica-tifoidea, dada por perdida.

Un caballo sano estuvo junto a ella y comió de su mismo pesebre. Así queda
también demostrado que la enfermedad declarada contagiosa no lo es, si se puede
comunicar al animal una resistencia natural a los microbios.

La anemia tifoidea no es para mí más que un envenenamiento potásico que podría


ser remediado por un poco de sosa y magnesia en los abonos. Vosotros decís -
dirigiéndose a sus oyentes de Lachapelle - que las plantas tiernas vienen bien a
vuestros animales. Y la causa de ello es que las plantas tiernas son más ricas en
sodio y en magnesio, minerales que influyen benéficamente en la salud.

Hice una encuesta entre los poseedores de vacas lecheras y observé que no tenían
fiebre aftosa las de los que habían puesto en sus abonos sodio, cloro y magnesio.
Es que no se había olvidado de los elementos necesarios para la producción de
leche, que contiene una proporción no despreciable de cloro, sodio y magnesio.

Por el descuido de estos minerales y excesivo empleo del superfosfato, se produce


en el ganado vacuno un desarrollo rápido del volumen del vientre por la
acumulación de gases, enfermedad conocida con el nombre de meteorismo. El
superfosfato contiene un 50 por 100 de yeso y éste es malo para la calidad de los
forrajes, que, entre otras especialidades, producen el meteorismo. La acción del
yeso es contrarrestada por la sal natural no purificada, que, siendo del mar,
contiene magnesio. Así, en los terrenos salados no se da el meteorismo.

He creído como muchos o como todo el mundo, en el contagio. Hoy ya no creo en


él; y cuando al cabo de algún tiempo, recibo una aviso urgente: «Venid en seguida,
epidemia en el rebaño», mi disgusto es nulo. Voy a verlo; cambio el régimen
alimenticio y la epidemia se para.

Como se ve, por esta conferencia, para Vilain el equilibrio mineral es la base de la
buena salud de los animales. Todo el desequilibrio mineral crea un estado de menor
resistencia, que deja al organismo casi sin defensas contra los microbios y
parásitos; y, cuando la epidemia o la enfermedad hace estragos, no es lo más
urgente andar a la caza del microbio o del parásito y luchar contra él; lucha ruinosa
y decepcionante, sino encontrar el desequilibrio mineral que ha abierto la puerta el
mal y poner allí el remedio.

Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otra remedio.

Antes de terminan este punto, queremos subrayar el papel del magnesio como
oligoelemento, por la acción específica que manifiesta sobre la materia viva. Como
advierte el doctor F.A. Cid, nuestros conocimientos bioquímicos no son suficientes
para permitir una explicación adecuada de sus acciones referidas a propiedades
fundamentales; por esto, los hechos que el citado autor refiere deben ser
considerados como observaciones cuyo mecanismo no ha sido todavía esclarecido,
a pesar de haberse aventurado algunas hipótesis para explicarlo.

Entre los varios oligoelementos que se han hecho acreedores a ser estudiados de
una manera especial, figura, según el doctor Cid, el magnesio y el potasio, por
cuanto existen un buen número de hechos que permiten afirmar la singularidad de
su comportamiento, sobre todo cuando se trata de sales haloideas, como son las
que se contienen en el producto farmacéutico conocido con el nombre de
«Delbiase».

La carencia de magnesio influye sobre la membrana superficial de la célula o actúa


alternando la reacción actual del interior de la misma. Experimentando sobre el
corazón de la rana, si se suprime experimentalmente el magnesio del líquido de
perfusión, se producen de un modo inmediato los típicos efectos debidos a la falta
de aquél, debilitándose la intensidad de las contracciones.

Más notable son todavía a este respecto los efectos que se producen por la acción
del magnesio sobre el músculo del intestino del conejo.

Al añadir este oligoelemento, se produce un aumento de tono, y, tan pronto el


músculo se lava con solución salina corriente, tiene lugar un segundo aumento de
todo.

Esto se explica diciendo que su efecto farmacológico se manifiesta mientras pasa a


través de la membrana, siendo el primer aumento de tono, debido al paso del
magnesio hacia el interior de la célula, y el segundo aumento de tono que se
produce al lavar el músculo con solución fisiológica, exenta de magnesio, a
consecuencia del paso de la droga detenida dentro de las células musculares del
exterior.

La solución pura de cloruro potásico (que aumenta paralelamente a la disminución


de magnesio) ejerce invariablemente una acción paralizante sobre los tejidos
contráctiles o conductores. En el caso del músculo cardíaco, por ejemplo, la
contracción cesa tan pronto como se sustituye el líquido de perfusión normal con
soluciones de cloruro potásico químicamente puro.

Todas estas disquisiciones han permitido aclarar que el magnesio, al igual que otros
oligoelementos, desempeña el papel de catalizador de las funciones vitales de los
organismos animales.

Cuatro son los procesos, de importancia fundamental para la vida, que se ven
influenciados por el magnesio:
1. La síntesis y destrucción de los elementos de los tejidos,
particularmente de las proteínas
2. Los procesos energéticos cuales son las oxirreducciones
3. La desintoxicación de venenos de origen endógeno
4. La transmisión de los estimulantes nerviosos
Estos hechos, como advierte el doctor F. A. Cid, abren perspectivas nuevas en lo
que se refiere a la alimentación, tratamiento de las enfermedades en los animales y
en lo que concierne al problema del cáncer, es decir, el problema del trastorno de la
formación y variaciones hasta ahora oscuras del epitelio y tejido conjuntivo.

No deja de ofrecer interés el conocimiento de la acción del magnesio sobre los


narcóticos aplicados a los animales.

El médico francés Delbet quiso aclarar un punto oscuro con respecto al magnesio:
su acción sobre los narcóticos en animales, para luego deducir la que podrían
ejercer sobre el hombre. Para ello se sirvió del cloroformo que suministró a dos
conejos: a uno de los cuales había inyectado previamente cloruro magnésico y al
otro no, y fue repitiendo la operación de dar al mismo tiempo igual dosis de
cloroformo a los dos conejos hasta que uno de ellos murió, lo que sucedió a las
siete veces.

Otro tanto hizo con otras binas de conejos. El resultado de tales experiencias fue
que murió doble número de conejos de los que no habían tomado la solución
magnesiana, que de los que la habían tomado.

Estas experiencias han permitido concluir que el aumento de magnesio en el


organismo hace a los conejos más resistentes a la toxicidad del cloroformo. Se ha
probado que una sola inyección antes de la operación no tiene ningún efecto. Son
necesarias varias dosis en los días anteriores. Otras experiencias han mostrado
que el cloruro de magnesio no aumenta la hemorragia de la operación.

Antes de dar por terminado este punto vamos a señalar algunos de los efectos
sorprendentes que el tratamiento con sales de magnesio produce en las principales
enfermedades de los distintos animales domésticos.

Por de pronto la solución más corrientemente usada para estos casos es la de 33


gramos de cloruro magnésico cristalizado en un litro de agua. Esta solución se
puede preparar con la antelación que se quiera, pues se conserva indefinidamente.

A continuación proponemos en forma esquemática la dosificación veterinaria, según


los distintos tipos de animales domésticos.
 GATOS: La enfermedad principal que suele afectar a los
gatitos es la gastroenteritis infecciosa y tifus; ésta se cura
con dos cucharaditas de las de café, de la citada solución,
cada tres horas.

 AVES DE CORRAL:
1. Tratándose del cólera, tifus, difteria y pesie aviar, el
tratamiento para diez animales será de un litro de
solución por día, mezclado con el alimento
2. En el caso de la pepita, habrá que extirpar la parte
córnea de la lengua y dar dos o tres cucharaditas
de la solución, de las de café, por ave.

 CERDOS: Si se trata de bronconeumonía o neumoenteritis,


en animales de 50 kilogramos, la dosis será de medio litro
cada seis u ocho horas, durante cuatro días; en animales
de 100 kilogramos, un litro en las mismas condiciones.

 CABRAS Y CONEJOS: El tratamiento que habrá de


dárseles será poco más o menos como el indicado para los
cerdos, o sea de 50 kilogramos de peso.

 CABALLO Y JUMENTO:
1. Si se trata de la erupción pustulosa denominada
usagre y el animal tiene un peso del orden de los
500 kilogramos, el tratamiento es un litro cada seis
u ocho horas, durante cuatro días, según la
gravedad del caso y las reacciones del animal
enfermo
2. En el aborto se les dará un litro mañana y tarde,
durante cinco días. Con todo, en animales de peso
bastante superior a 500 kilos, la dosis habrá de ser
de litro y medio.
 BOVINOS:
1. Tratándose de fiebre aftosa y de vacas adultas de
400 a 500 kilos de peso, la dosis ha de ser de un
litro cada seis u ocho horas, según la gravedad del
caso, durante cuatro días; para becerros de 200
kilos, las mismas dosis; para terneros de leche,
medio litro cada seis u ocho horas, durante dos
días
2. La mamitis requiere el mismo tratamiento que para
la fiebre aftosa
3. La enteritis exige idéntico tratamiento al de la fiebre
aftosa, renovándolo una o dos veces
4. En el aborto, bajo la influencia de este tratamiento,
la vaca expulsa las envolturas fetales ella sola, sin
cólico y, hecho notable, sin olor, a los pocos días
que siguen el tratamiento, y la lactación será
normal. El tratamiento curativo consistirá en un litro
de solución magnesiana mañana y tarde, durante
cinco días. El tratamiento preventivo consistirá,
durante la gestación, en un litro cada dos días, si la
vaca presenta señales de aborto, y en un litro por
día durante cinco días.
Unas atinadas advertencias del doctor Neveu servirán de colofón a cuanto
acabamos de exponer acerca del empleo de las salas de magnesio por la cura y
prevención de enfermedades de los animales.
1. El doctor Neveu ha observado la inocuidad absoluta de las
dosis altas del cloruro de magnesio, siempre que ha creído
deber prescribirlo. Por eso no es de temer traspasar las
dosis que parezcan suficientes para curar algunas
enfermedades.

2. Para movilizar, tan rápidamente como se pueda las


reacciones de defensa del organismo, la regla es, en los
casos graves, comenzar con dosis próximas, por ejemplo,
cada seis horas. En los casos excepcionalmente graves,
las dosis iniciales serán prescritas con dos horas de
intervalo.

3. Cuando una mejoría clara del enfermo muestre que éste


reacciona eficazmente, se pueden aplazar las dosis, al
principio cada ocho horas, después cada doce prolongando
el tratamiento algún día después de la curación aparente o
quizá real, para consolidar los resultados obtenidos. Estos
ofrecen el máximum de garantías con las dosis que se han
prescrito.

4. Dado el modo de obrar de la solución de magnesio, que


consiste en activar las reservas del organismo con el fin de
disponerlo y vigorizarlo para la lucha contra los microbios
que lo invaden, fácilmente se entiende que su acción es
extensiva a otras muchas enfermedades no mencionadas
aquí. Por consiguiente, también lo recomendamos para
ellas, con las debidas proporciones y prudencia.
Regresar al Índice
CAPITULO IV
EL MAGNESIO EN LA AGRICULTURA
El magnesio, en la vida de las plantas, desempeña un papel importantísimo, que no siempre ha sido
debidamente valorado.

Por de pronto, en las cenizas de todos los vegetales, y especialmente en las de sus semillas, el
análisis encuentra magnesio. Este hecho dio una pista a los agrónomos sobre el papel que en la
vegetación debe desempeñar dicho metal. Fue en los comienzos del siglo cuando se observó su
presencia y de ella se dedujo que debía ser indispensable en la vida vegetal, si bien entonces no se
llegó a aclarar su función específica.

Se le solía confundir con el calcio y se creía que su acción ignorada podría realizarse en presencia
de otras sales metálicas.

Experimentos realizados en estos últimos años en diferentes ensayos, han comprobado de una
manera evidente la gran eficacia del magnesio, así como también el calcio, como fertilizantes de
extraordinaria importancia.

Esta confirmación experimental de sus valiosas propiedades alimenticias para las plantas ha
contribuido bastante a su empleo, que se ha ido generalizando a medida que se han divulgado los
ensayos e investigaciones de destacados agrónomos. De sus trabajos se deduce que el magnesio y
el calcio no sólo deben considerarse como los elementos que facilitan la asimilación del amoníaco y
del ácido fosfórico a las plantas, sino que, además, representan valiosos elementos para la
vegetación.

E. Canals, en su tesis para el doctorado en ciencias físicas, presentado en la Facultad de Ciencias


de París, resume sus investigaciones acerca del papel fisiológico del magnesio en los vegetales
diciendo que este metal, generalmente extendido en todas las plantas, les es tan indispensable
como los elementos fundamentales carbono, hidrógeno, oxígeno, etc.

Más aún, según este autor, el magnesio está dotado, además, de aptitudes especiales comparables
a las de los infinitamente pequeños elementos químicos, conocidos con el nombre de
«oligoelementos», gracias a su acción catalítica establecida antes que nadie por G. Bertrand.

En nuestra exposición daremos cuenta, algún tanto detallada, de cuanto se acaba de apuntar
acerca de la importancia del magnesio en la agricultura.

A) EL MAGNESIO EN LAS TIERRAS DE CULTIVO


Como es natural, el origen del magnesio de las tierras de cultivo debe buscarse en
los minerales y rocas de donde aquéllas provienen.

Los principales minerales magnesianos son: la magnesita, el talco, la serpentina,


ciertas micas, los piroxenos y los anfíboles. Todos estos minerales son silicatos de
diversos metales (aluminio, hierro, calcio, sodio, potasio, etc.), entre los que figura
el magnesio, los cuales forman parte de las llamadas rocas ígneas o eruptivas.

Entre las rocas magnésicas de origen neptúnico cabe señalar el carbonato


magnésico o dolomita, que en algunos puntos del globo constituye enormes
montañas, como en los Alpes del Tirol. La formación de esta roca se debe a la
acción del anhídrido carbónico sobre el calcio y el magnesio de los silicatos antes
mencionados.

También hay magnesio en el agua del mar y de algunos lagos, en aguas minerales
y en yacimientos salinos. En estos casos, generalmente lo está bajo la forma de
sulfatos y cloruros, y constituyendo también sales dobles o triples con las de otros
metales, en particular de potasio y sodio.

El magnesio se encuentra en la tierra en proporción relativamente baja, pues sólo


se halla en la proporción de 2 al 2.5 por 100 de la masa de la corteza terrestre;
proporción ésta análoga a la asignada al sodio y potasio y ligeramente mayor que la
del calcio. Pero, a pesar de esta relativamente pequeña cantidad del magnesio,
debido a su gran actividad mineralizante respecto al silicio y anhídrido carbónico, su
difusión es tan extraordinaria que con mayor o menor abundancia se encuentra en
la mayoría de los terrenos.

Sin embargo, esto no quiere decir que todos los terrenos de cultivo tengan
suficiente magnesio para las necesidades biológicas de las plantas:
 En primer lugar, por la escasa solubilidad de la dolomita,
cuyos componentes calcio y magnesio tienen tan fuerte
unión que difícilmente se rompe por agentes naturales.
Todo esto hace que los terrenos cultivados, a pesar de
contener compuestos magnésicos en relativa abundancia,
no puedan ser éstos utilizados por los vegetales en
proporciones necesarias.

 En segundo lugar, la insuficiencia de magnesio se da en


tierras que primitivamente contenían este elemento en
cantidad suficiente para que las plantas se pudieran
desarrollar normalmente en ellas. Recientes
investigaciones agronómicas han comprobado una
constante reducción del magnesio en los terrenos arenosos
y en aquellos otros donde las lluvias suelen ser
torrenciales, cuyas pérdidas se han manifestado en los
trastornos experimentados por las cosechas.
Otra causa de la reducción del magnesio en las tierras se debe a las mismas
plantas que lo toman y, si no se restituye, puede, tras una o varias cosechas,
agotarse en detrimento de la fertilidad.

Todavía el investigador F.B. Johnston señala como factores que contribuyen a la


deficiencia de los suelos en magnesio, además de los ya señalados, la elevada
acidez del terreno (pH = 4.5 a 5.2), la aplicación intensiva de fertilizantes acídicos
(super) y el escaso contenido en materia orgánica.

Con todo, es de notar que la carencia total de magnesio en los suelos es


desconocida; pero la deficiencia en magnesio asimilable - como atinadamente
observa el doctor L. Blas - es más frecuente de lo que podría suponerse, después
de examinar los análisis químicos de su composición.

Es que no basta que el suelo contenga suficiente cantidad de magnesio para la vida
de las plantas; sino que es necesario que éste sea asimilable; pero dicha
asimilación es un fenómeno bastante complicado, en el que intervienen factores
físicos, físicoquímicos y biológicos. Basta un exceso de cationes más fuertes,
cuales son los de potasio, sodio, calcio, etc., para determinar una enorme
disminución en la absorción de magnesio.

Garman y Markle han ideado un método para determinar la riqueza de los suelos en
magnesio, el cual se basa en la extracción de una muestra de tierra por solución de
acetato sódico 0.25 normal de pH = 5 y valoración del magnesio en el extracto. Este
método tiene indudablemente un valor positivo para altos niveles de magnesio.

Así, por ejemplo, riquezas del orden de 80 a 100 kilogramos de magnesio por
hectárea indican la no deficiencia de magnesio y experimentalmente se comprueba
la exactitud de ello; pero, cuando los niveles son bajos, no puede este método
definir carencia. Por esto, al método de Garman-Markle sólo se atribuye un carácter
aproximado y un cierto valor informativo.

Algunos autores han dado, como cifra de deficiencia de magnesio en los suelos, el
valor de 50 kilogramos por hectárea; pero la experiencia demuestra que mucha
plantas pueden vivir con normalidad en suelos con menor cantidad de magnesio
determinado por el método de los autores antes citados. Como conclusión de lo que
se acaba de exponer se deduce que el magnesio extraíble por la solución de
acetato es ciertamente un índice de seguridad; pero el recíproco no es exacto
siempre.

Hablando en general, puede sospecharse la deficiencia de magnesio en el suelo en


todas las regiones sometidas a intensos riesgos o de gran pluviosidad;
particularmente las tierras arenoso-arcillosas en regiones húmedas son las que
muestran más destacados los fenómenos de esta carencia.

Esta disminución en rendimientos puede agravarse aún más por el inadecuado


empleo de ciertos abonos, tales como el cloruro potásico, nitrato cálcico o sulfato
amónico, cuyos aniones solubilizan rápidamente las escasas reservas de magnesio
existentes en el suelo, hasta el punto de poder llegar a producir la carencia casi
total del mismo.

Los agricultores desean, para poder obrar en consecuencia, que se les señalen
cifras o valores medios del contenido en magnesio de los suelos, desde el punto de
vista de su importancia con las necesidades de las plantas. Pero deben hacerse
cargo de que es difícil, o poco menos que imposible, como se deduce de lo
anteriormente expuesto.

Una información, que no pasa de aproximada, se puede obtener por el método ya


indicado de extracción con acetato, para lo que pudiéramos llamar magnesio
fácilmente asimilable; pero el dato «magnesio total» deducido del análisis posee un
valor que, sin previa experimentación biológica, carece de interés desde el punto de
vista de su utilización y empleo por la planta.

B) PAPEL DEL MAGNESIO EN LA BIOQUÍMICA VEGETAL


El magnesio y el calcio son indispensables para la vida vegetal, si bien su papel
fisiológico es diferente, según lo pone de manifiesto el distinto predominio de uno y
otro en las varias partes de los vegetales.

En general, las semillas, bulbos y tubérculos contienen el magnesio bajo las formas
de carbonato y fosfato, y esto en proporción generalmente mayor al calcio, salvo
algunas excepciones.

El magnesio y el calcio de los vegetales se determinan en las cenizas bajo la forma


de óxidos, llamados magnesia (MgO) y cal (CaO), respectivamente, en miligramos
por 100 gramos :
Una de las partes de la planta donde más abunda el magnesio son las hojas, por
razón del pigmento verde, llamado clorofila, que impregna la materia
protoplasmática incolora de los cloroleucocitos.

La riqueza de la clorofila es del 27 por 100. Una gran deficiencia de magnesio en el


suelo provoca necesariamente el amarilleamiento de las hojas, llamado clorosis, y -
lo que es más importante - una disminución de la fotosíntesis clorofílica. Según
Rabino-with, pueden presentarse deficiencias en el fenómeno clorofilo-fotosintético,
antes de que aparezca la clorosis en las hojas, si la cantidad de magnesio
asimilable en el suelo no es suficiente para las necesidades de la planta.

Para comprender el proceso biológico que en las hojas tiene lugar, es de saber que,
en el protoplasma de la célula vegetal, existen los leucocitos, que son unos
corpúsculos destinados a elaborar principios esenciales necesarios para la vida
vegetal. A los leucocitos coloreados se les designa con el nombre de cromoleucitos
que, con distintas materias colorantes, producen la rica gama cromática de flores y
frutos.

Los leucocitos incoloros, llamados cloroleucitos, son a los que colorea de verde la
clorofila, substancia de vital interés para las plantas, por cuanto mediante esa
substancia los vegetales asimilan el carbono del anhídrico carbónico contenido en
la atmósfera.

La clorofila «trabaja» cuando se halla expuesta a la luz solar, pero su actividad


desaparece al desecarse las plantas. Está mezclada con otras dos materias
colorantes: la xantofila amarilla y la carotina roja.

Comparando la clorofila con la hemoglobina, que es el pigmento colorante de la


sangre, se observa que el núcleo fundamental de aquélla es idéntico al de ésta, con
la diferencia de que, así como en la hemoglobina el metal principal y típico es el
hierro, en la clorofila el metal característico es el magnesio que forma parte de un
«derivado órgano-magnésico».

Ahora bien, como hay dos tipos de clorofila (a y b), resulta que el total de los
pigmentos de las hojas verdes son cuatro: clorofila a, clorofila b, carotina y xantofila.

La clorofila a se obtiene sometiendo el polvo de las hojas secas a la acción de la


acetona al 80 por 100 y al fraccionamiento sistemático en frío con el alcohol metílico
y un éter de petróleo, del que se separa en forma de un polvo azul oscuro. La
clorofila b se encuentra en el alcohol metílico del tratamiento anterior; es menos
abundante que la clorofila a y se presenta como un polvo verde oscuro.

El conjunto de los dos productos de la clorofila es soluble en alcohol absoluto, en


éter, bencina, cloroformo y sulfuro de carbono, a los que tiñe de color verde. El
rendimiento total del tratamiento que se acaba de exponer es de 6 a 8 gramos por
kilogramo de hojas secas.

Ahora bien, se ha comprobado que los compuestos órgano-magnésicos tienen


afinidad de absorción del anhídrido carbónico, y la función clorofílica se ha
esquematizado de la siguiente manera en dos reacciones de equilibrio:
1. El gas carbónico es atraído por la clorofila a que, por la
energía lumínica absorbida, se transforma en clorofila b y
da lugar a la formación de productos hidrocarbonados.
2. La clorofila b, formada, desprende oxígeno y pasa a
clorofila a, repitiéndose el ciclo, en el que el magnesio
actúa de agente catalítico. La absorción del anhídrico
carbónico llega a su límite, cuando el magnesio se separa
del núcleo clorofílico, porque entonces termina la reacción.
Sin embargo, se produce una reacción intermedia, por la
que se regenera de nuevo la clorofila.
Pero el magnesio clorofílico no es el único indispensable para la planta; en las
mismas hojas, en los tallos, frutos, etc., existen otras cantidades de magnesio no
clorofílico, que son también esenciales para el normal desarrollo del vegetal.

La relación magnesio total (magnesio clorofílico en las hojas, por ejemplo) puede
alcanzar hasta el valor 26 y, según Garret y colaboradores, la deficiencia magnésica
sólo se evita cuando esta razón es superior a 6 ó 10 como mínimo: es decir,
normalmente en la hoja verde de una planta debe haber, por lo menos, diez veces
más magnesio no clorofílico que el incorporado a esta molécula. Esta es la cifra
dada por Carolus.

Pero en las plantas de tabaco se ha demostrado, que sólo el 0.03 por 100 del
contenido total de magnesio de la planta (hojas y tallos) era el necesario para
satisfacer las necesidades de magnesio clorofílico.

Para Jacks y Schesbatoff, toda deficiencia de magnesio en los suelos se traduce


inmediatamente en deficiencia de clorofila y disminución, por tanto, de la importante
función fotosintética, disminución de glóbulos, almidón, etc.

Más aún, se ha llegado a la conclusión de que el hierro, a pesar de no encontrarse


en las cenizas de la clorofila, es indispensable para la formación de este producto,
cuando en la economía vegetal no haya pirrol. De aquí que la ausencia de este
último compuesto obligue a añadir una sal de hierro para activar la acción clorolítica
combatir la clorosis. La conclusión de que todo este proceso sacan los biólogos es
que en formación de la clorofila se requiere el magnesio y el pirrol, o, en defecto, de
éste, el hierro.

En la obra titulada «En los próximos 100 años», de C.C. Furnes, profesor de
ingeniería química de la Universidad de Yale (EE.UU.), al tratar de la granja
perfecta, señala el magnesio entre los alimentos indispensables para las plantas
(pág. 369).

Anteriormente (pág. 45) había dicho:


«Unos pocos metales, como el hierro, cobre y magnesio,
intervienen en los procesos y prestan su ayuda a la tarea
constructiva de las plantas.»

C) EL MAGNESIO AGENTE ASIMILADOR DEL FÓSFORO


Desde hacía tiempo existía la presunción de que una de las funciones adscritas al
magnesio en la fertilización de los vegetales es la de ser agente que favorece la
asimilación del fósforo, por cuanto es indispensable para el normal metabolismo
fosforado en los procesos de síntesis de fosfolípidos, nucleínas, etc. de los
vegetales.

De ser esto así se puede esperar una correlación entre el fósforo y el magnesio
contenidos en las plantas.

Pero los investigadores E. Trong, Goates y K.C. Berger, en una revisión de la


literatura acerca del magnesio, no lograron ver demostrada de manera concluyente
la existencia de esta relación. Esto les lleva a realizar una serie de experiencias,
que vamos a exponer en este lugar.

Por de pronto, los citados autores se dieron cuenta de que, para hacerse un exacto
criterio sobre el particular, no es suficiente el análisis químico de los tejidos de las
plantas, sino que es necesario el análisis de la semilla. Para comprobar estos
extremos, verificaron experimentos en un terreno que contenía el porcentaje
requerido en magnesio, o sea 30 kilogramos por hectárea, y cultivaron en él
melocotones y maíz.

El abonado consistió en los fertilizantes clásicos de nitrógeno, fosfatos, potasa.


Pues bien, los resultados de los análisis llevados a cabo en las semillas, mostraron
un aumento de 10 a 18 por 100 en el contenido del magnesio cuando se utiliza
como abono fosfatado. Esta constatación confirma la suposición de que el
magnesio es el agente asimilador del fósforo.

Pero, a pesar de esta comprobación experimental, la teoría del proceso permanece


aún inexplicada.

Esto sí, dicha comprobación experimental ha sido siempre confirmada


brillantemente, y de ella se muestra que, al aumentar la cantidad de magnesio
asimilable del suelo, se produce simultáneamente un aumento de fósforo asimilado
por la planta, como lo han experimentado Bartolomew y otros investigadores.

K.C. Berger, por ejemplo, ha cultivado guisantes en suelos abonados con distintas
proporciones de fosfatos y magnesio, y ha comprobado de un modo irrefutable que,
al incrementar el suministra de magnesio, la respuesta del cultivo ha sido siempre
un enriquecimiento de fósforo en la semilla, superior al obtenido por sólo
incrementar el abono fosfatado.

Estas definitivas experiencias, realizadas con toda clase de cuidados y controles,


han llevado al autor a la conclusión, quizá no absoluta, de que la mayoría de los
fallos, que a veces se observan después del abonado con fosfatos, pueda obedecer
a faltas de magnesio asimilable en los suelos.

El doctor L. Blas sospecha que, con este fenómeno, tenga relación otro hecho
observado, cual es la mayor riqueza en magnesio no clorofílico en los tejidos
jóvenes, raíces y frutos; es decir, en aquellos lugares donde el dinamismo
bioquímico es más intenso.

De no menos importancia práctica son los trabajos realizados sobre semillas de


judías en la Universidad de Wisconsin (EE.UU.).

Diversos investigadores han cultivado dicha planta, en un suelo en el que la relación


magnesio-fósforo era variable, y también comprobaron que, a mayor cantidad de
magnesio asimilable en el suelo, correspondía un incremento en fósforo absorbido
por la semilla. De estas experiencias se dedujo que la disminución del valor nutritivo
del fósforo en muchas cosechas, obedece simplemente a no haber incorporado al
abono fosfatado magnesio asimilable por la planta.

Es decir: con esto ha quedado demostrado prácticamente que el elemento


magnesio es un transportador o movilizador del fósforo y, por tanto, imprescindible
para el éxito de los abonos fosforados.

Al conocer los rusos los trabajos que se acaban de relatar, se pusieron a emplear
en aquel país mezclas de superfosfatos con silicatos de magnesio y los resultados
han sido verdaderamente satisfactorios. Las primeras experiencias hechas en Rusia
consistieron en adicionar al superfosfato ordinario un 8 a 9.5 por 100 del mineral
«dunita», rico en olivino; luego, también lo aplicaron al superfosfato triple.

Esta adición, además de incorporar sales de magnesio al abono, neutraliza el


exceso de acidez del superfosfato, absorbe la humedad y proporciona un abono
que, según estadísticas rusas, es superior al superfosfato aislado, no obstante, la
disminución efectiva de fósforo que supone su mezcla con un 10 por 100 del
mineral no fosforado.

Pruebas semejantes a las rusas se llevaron a cabo en Norteamérica y Nueva


Zelanda. En este último país el mineral magnesiano era serpentina, la cual,
finamente pulverizada, se mezclaba con el superfosfato ordinario en la proporción
del 10 por 100. La mezcla tardaba de dos semanas a cuatro días, según la
humedad, en fraguar y quedar seca y homogénea.

El producto así obtenido no ataca a los sacos de yute, no se pega a las manos y se
derrama con facilidad en las máquinas distribuidoras de abonos, únicamente el
análisis químico revela una ligera disminución de la cifra del fósforo soluble al agua,
pero no al citrato. Los resultados experimentales han demostrado que el abono
llamado «serpentina-super» tiene igual valor como abono fosfatado que el
superfosfato ordinario, y a veces algo superior.

En 1942 se emplearon en Nueva Zelanda 31.000 toneladas de «serpentina-super»,


y en 1943, más de 62.000 toneladas.

Este descubrimiento, reputado como de trascendental importancia en la química de


los abonos, explica hechos que hasta ahora eran incomprensibles. Por ejemplo, en
Alemania se había observado que escorias básicas del desfosforado del acero
daban mejores resultados, como abono fosforado, que el superfosfato ordinario a
igualdad de riqueza en fósforo.

Análisis cuidadosos han demostrado que las citadas escorias contenían un 6 por
100, aproximadamente, de óxido de magnesio.

Nuevas experiencias verificadas por la Universidad de Wisconsin, posteriormente a


las antes citadas, en hidrocultivos y tierras, han comprobado una vez más, la
enorme importancia de la adición de las sales de magnesio, ya que la respuesta ha
sido siempre un incremento en el fósforo de la cosecha.

D) EL MAGNESIO EN LAS SEMILLAS Y FRUTOS


El magnesio que absorben las plantas por las raíces se redistribuye de los tejidos
viejos a las partes jóvenes, concentrándose preferentemente en las semillas y en
las hojas.

De aquí que la cantidad que de dicho elemento contiene cada uno de los órganos
de la planta, difiera mucho de uno a otro. Así, por ejemplo, en el maíz el 34 por 100
se encuentra en el grano, el 32 por ciento en las hojas, el 21 por ciento en el tallo y
el resto en las raíces.

Willsttater halló que el trigo contiene en sus cenizas más magnesio que calcio, y
Czapek amplió esta conclusión a casi todas las semillas, lo cual hizo pensar a los
fisiólogos en la posible importancia del elemento magnesio como elemento
modificador de la cuantía de las cosechas.

Este hecho, de que el magnesio se acumule en las semillas y frutos de las plantas,
es considerado como el corolario de su papel antes expuesto de elemento
conductor del fósforo. Loew encuentra, como un hecho general, que las semillas
aceitosas contienen de ordinario menos magnesio que las ricas en glúcidos,
almidón, etc.; en una palabra, en hidratos de carbono, e incluso señala el valor de
2.5 como relación normal.

Durante la maduración de los frutos y semillas, se observa siempre un incremento


en la riqueza de magnesio y fósforo; más aún, parece demostrado que este
incremento se debe a una translocalización del magnesio contenido en las hojas
hacia el fruto. La clorosis de muchas hojas y su caída, coincidente con la
maduración de la semilla y del fruto, obedece, según Reed y Haar, a este
fenómeno.

Para otros autores, que consideran este hecho desde un punto de vista demasiado
simplista es evidente que el fruto o semilla, que necesariamente precisa magnesio
para su maduración, lo toma de las reservas de dicho elemento existente en las
hojas próximas.

Este proceso parece fuera de duda al iniciarse la fructificación, según


comprobaciones de Fudge. Este autor ha analizado hojas verdes próximas a los
frutos y hojas algo alejadas de los mismos, y ha demostrado para las primeras
valoraciones del 0.013 por 100 y en las segundas hasta el 0.20 por 100 de
magnesio. De aquí es dado concluir que, haya o no clorosis y caída de hojas, las
reservas de magnesio de las hojas son las abastecedoras de dicho elemento para
el fruto.

Algunos fisiólogos, basados en estos hechos, han querido ver, precisamente en


esta modalidad del magnesio, la explicación del fenómeno de las cosechas
alternativas de ciertas plantas y árboles: por ejemplo, el caso del olivo. Como es
sabido, la floración de nuestros frutales y del olivo mismo se realiza
preferentemente en las ramas jóvenes del año anterior, y el magnesio se ha
demostrado que puede fácilmente transferirse de una rama joven sin fruto a otro
adyacente con él, pero no de una rama vieja sin fruto a otra que lo tenga.

Por ello es frecuente ver en los árboles ramas con frutos y hojas amarillas junto a
vigorosas ramas con hojas intensamente verdes, pero sin fruto.

En el caso particular del olivo se sugiere que las necesidades en magnesio sean
posibles responsables de la cosecha alternativa, Su carencia, como se ha
demostrado, produce la no fructificación.

El doctor L. Blas aduce, como ejemplo de esto, los olivos de algunas regiones, que
de jóvenes dieron abundante cosecha; pero que, al transcurrir los años, la
frecuencia alternativa de su fructificación fue ampliándose de período, hasta que el
labrador, cansado de ver la inutilidad de sus esfuerzos, optó por la radical medida
de su talado.

En algunas tierras donde esto sucede, el análisis demuestra carencia de magnesio


asimilable.
«Si esta hipótesis se confirma - son palabras del referido autor; si,
en efecto, las cosechas alternativas del olivo en muchas regiones
españolas obedecen a la escasez de magnesio o a la falta de
movilidad del mismo en el suelo, y se consigue, por métodos
químicos de abonado, la disminución del período de no
fructificación, el resultado práctico de esta mejora representaría
para los olivares de España un incremento fantástico en su
importancia económica.

Pero - añade - no nos dejemos sugestionar por ideas o teorías más


o menos atrayentes; el análisis, la experimentación sistemática y
los estudios técnicos cuidadosos son los únicos procedimientos de
estudio, y sobre sus resultados es solamente sobre los que se
pueden formular hipótesis e ideas.»
Pero lo que sí ya está probado experimentalmente en muchos árboles frutales es la
importancia del magnesio como elemento modificador de la calidad del fruto.

Harley, trabajando en perales, ha llegado a la conclusión de que el mal desarrollo y


calidad de ciertas especies era sólo debido a las deficiencias de magnesio,
acompañadas de exceso de potasio en el suelo.

Damond Bounton, de la Cornell University, publicó hace algunos años un extenso


trabajo acerca de la importancia del magnesio en los manzanos.

Las primeras noticias acerca de esta deficiencia aparecieron el año 1939, siendo
Hill y Wallace los primeros que estudiaron y diagnosticaron la presunta enfermedad
como carencia de magnesio, basándose en la semejanza de síntomas con otros
árboles cultivados en huertos arenosos y de bajo contenido en magnesio.

Los investigadores de Nueva Zelanda corregían dicha deficiencia con inyecciones


de sulfato magnésico en el propio árbol. Pero, cuando intentaban combatir la
carencia por la adición de sales magnésicas del suelo, los resultados eran
totalmente negativos. Iguales hechos ocurrieron en los Estados Unidos, y esta
ineptitud del suelo para suministrar magnesio asimilable está siendo en la
actualidad estudiada, ya que el sistema de corrección por inyecciones no es
práctico ni económico.

Los síntomas visibles de la deficiencia magnesiana en los manzanos son: palidez


de las hojas entre las nervaduras de las hojas viejas y de algunos brotes, y
amarilleamiento subsiguiente, manchas morenas de necrosis entre las venas que
asemejan islas; las hojas se arrugan y caen prematuramente, y los frutos de las
ramas donde la deficiencia aparece son pequeños, de pobre calidad y con
frecuencia caen prematuramente.

Químicamente por su análisis, se puede diagnosticar y prevenir la enfermedad de


carencia, pues para ello basta analizar las hojas. Si su riqueza en óxido de
magnesio, es superior al 0.40 por 100 con respecto a la sustancia seca, el árbol
raramente muestra fenómeno alguno de carencia y el fruto es normal.

Riquezas comprendidas entre 0.25 y 0.40 por 100 de óxido de magnesio eran
indicios de posible aparición de la enfermedad, y, cuando el contenido en óxido de
magnesio era inferior a 0.25 por 100, entonces, sin excepción el árbol acusaba
claramente los síntomas de deficiencia anteriormente indicados.

Ante hechos tan evidentes, se procedió al análisis sistemático de los suelos donde
el proceso de carencia apareció. Wallace, por ejemplo, encontró la enfermedad en
suelos ricos y pobres de calcio, con lo cual eliminó este factor. Otros investigadores
achacaron la enfermedad a los suelos de baja acidez.
Finalmente, se llegó a la conclusión más probable de que lo que influye
definitivamente en la asimilación del magnesio por los manzanos es la relación
potasio-magnesio. Se comprobó, además, que siempre que hay deficiencia de
magnesio en dichos árboles se advierte, por el análisis de sus hojas,
enriquecimiento simultáneo en potasio y que, fertilizando con exceso de sales
potásicas, se producen deficiencias de magnesio.

A.F. Camp, en un notable trabajo acerca de la importancia del magnesio en el


cultivo de los limoneros, hace resaltar el decisivo papel que tiene este elemento en
las cosechas de dicho fruto.

Según él, la causa de cosechas deficientes en algunas regiones de Florida, Brasil,


Argentina, etc., es sólo debida a deficiencias de magnesio en el suelo donde se
cultivan. El follaje del limonero tiene normalmente dos tercios más de fósforo que
magnesio, mientras que el fruto es tres cuartas partes más rico en magnesio que en
fósforo.

Por esto dice el citado autor que resulta incomprensible el dar tanta importancia al
abono fosfatado solamente, cuando del magnesio depende el éxito de la cosecha.

Los síntomas de deficiencia magnesiana del limonero son: amarillo de las hojas,
frutos de menor tamaño y baja calidad, facilidad de invasión de las ramas por
hongos.

E) EL MAGNESIO EN LA PRODUCCIÓN DE CARBOHIDRATOS Y


VITAMINAS
Una vez demostrado que toda deficiencia de magnesio se traduce por inmediata
disminución del proceso fotosintético determinado por la clorofila, se comprende
que la falta de magnesio asimilable ha de producir menores rendimientos.

Raume fue el primero que relacionó el transporte del almidón de las hojas al tallo y,
como para este proceso se necesita el fósforo como coenzima, de aquí que el
magnesio transportador del fósforo, según antes se ha explicado largamente, sea
teóricamente un elemento indispensable para este fenómeno.

Esto se ha comprobado prácticamente en cultivos de patata, por ejemplo, ya que en


esta planta la acumulación del almidón en los tubérculos se realiza de una forma
bien ostensible. Para esta comprobación Chuck realizó múltiples cultivos en
diversas condiciones de abonado y observó que, en las plantas deficientes en
magnesio, con hojas ya cloróticas, una adición de sales solubles de magnesio, y
hasta de dolomita, provocaba a los pocos días (cinco o seis), una respuesta
favorable.

Las hojas cloróticas no recuperaban ciertamente su color verde, pero el proceso de


amarilleamiento cesaba de producirse y todos los nuevos brotes presentaban un
aspecto normal. Además, en las plantaciones testigo no tratadas, la muerte de la
planta ocurría siempre. El mismo investigador llegó a la conclusión de que el abono
magnesiano producía, en todas las experiencias, un notable incremento en los
rendimientos de las cosechas de patatas.

No menos importante, sobre todo para la agricultura española, es la intervención del


magnesio en la producción de lípidos o aceites: mejorar y aumentar la producción y
rendimiento del aceite de oliva, por ejemplo, supondría una adquisición de
extraordinario interés para la economía nacional.

Se da como comprobado que el magnesio estimula algunos procesos reductores.


De aquí que se hayan realizado múltiples experiencias para averiguar si las
respuestas del cultivo de plantas oleaginosas a adiciones de magnesio se traducían
o no en aumentos de lípidos en las semillas. Poca es la información experimental
obtenida hasta ahora al respecto, y ésta referida únicamente a un reducido número
de plantas oleaginosas.

Con todo, en el caso particular del girasol, por ejemplo, se ha demostrado


experimentalmente y de un modo indudable que la cantidad de aceite en los cultivos
abonados con sales de magnesio era superior a la cosecha testigo.

En estos últimos tiempos se han comenzado a realizar ensayos en olivares


españoles acerca de la influencia del abonado magnesiano en la calidad y cantidad
del aceite obtenido. Pero aún es pronto para decir nada concreto, ya que las citadas
experiencias precisan varios años para su comprobación.

Con respecto a la influencia del magnesio en la producción de vitaminas, debemos


manifestar que los resultados experimentales hasta ahora obtenidos son
incompletos, a pesar de hacer bastante tiempo que han sido iniciados. Es que los
trabajos de este género - como no puede ser menos - se realizan en series y son
largos y laboriosos; además, se trata, no de una o pocas vitaminas, sino de
múltiples de ellas.

Por de pronto, está ya comprobado que, por ejemplo, la adición de magnesio al


suelo aumenta la riqueza en ácido ascórbico en las naranjas, cereales, espinacas,
repollos, etc., en cambio, apenas tiene influencia su riqueza en la patata, tomate y
remolacha.

Sobre otras vitaminas, los resultados no son aún definitivos; pero, desde el punto de
vista bromatológico e industrial, estos ensayos revisten la mayor importancia en
ganadería, y su mejora o corrección significaría un gran progreso en la economía
ganadera.

F) CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE MAGNESIO EN LOS


VEGETALES
Para apreciar las consecuencias perniciosas que la falta de magnesio produce en
los vegetales hay que saber los efectos beneficiosos a que su presencia da lugar.

Ante todo, se ha comprobado la virtud que reúne de dotar a los vegetales de una
extraordinaria resistencia a las invasiones criptogámicas, y esto en mayor escala
que el calcio, sin duda alguna a causa de la más pronunciada basicidad del
magnesio.

En segundo lugar, este elemento facilita la asimilación del amoníaco y del ácido
fosfórico a las plantas. Asimismo, como el magnesio transforma los silicatos de
calcio, al ponerlos en libertad, permite que las plantas aprovechen importantes
cantidades de potasio que, de otro modo, quedarían inutilizadas. Pero, para que el
magnesio surta todos estos efectos en grado máximo, debe ir asociado al calcio,
pues la incorporación combinada de ambos elementos favorece las reacciones
químicas, sin las cuales la asimilación de los abonos minerales deja de producirse.

El magnesio se encuentra en las plantas bajo tres formas diferentes: constituyendo


parte de la molécula de clorofila, según vimos anteriormente; combinado o
absorbido en el protoplasma celular, y en forma iónica en la savia y jugos vegetales.

En líneas generales, las plantas más ricas en magnesio son las leguminosas, ya
que su contenido medio es del 0.3 por 100. Pero existen otras plantas en que el
contenido de magnesio es hasta cien veces menor.

Es de notar que, en estos análisis del total del magnesio contenido en la planta, los
resultados de distintos investigadores son muy diversos, puesto que el proceso de
absorción y emigración del magnesio es muy variable y depende, además, de la
vejez de la planta. Hawkin, en su experiencia con tomates, ha demostrado que esta
planta absorbe del suelo el 3 por 100 de su riqueza total de magnesio durante el
primer mes, el 20 por 100 durante el segundo y el 77 por 100 en el último mes.

Las hojas marchitas, antes de caer, transfieren su contenido de magnesio, hacia las
semillas u otras partes de la planta. Así se explica que, según sea la edad de la
planta, la cantidad de hojas caídas, etc., los resultados analíticos referidos a la
totalidad del peso de la planta puedan ser variables.

También es menester distinguir entre necesidades de magnesio para la germinación


y fase primera de la vida de la planta y necesidades para la fructificación y
desarrollo. En un interesante trabajo de Walters, sobre las necesidades de
magnesio para el desarrollo normal de las semillas, se llega a la conclusión de que
las plantas inferiores (líquenes, musgos, etc.) son más sensibles a la carencia
magnesiana que no las plantas superiores.

Esto viene confirmado por los análisis de magnesio de los gérmenes o semillas de
ambas, y, como advierte el investigador citado, la deficiencia de magnesio se deja
sentir en las cosechas de cereales cuando el medio germinativo adolece de
escasez de magnesio.

La pobreza de magnesio determina en las plantas una decoloración anormal,


consistente en un tinte verde claro y hasta casi blanco, que toman algunas zonas
cloróticas y que terminan por invadir toda superficie foliar. Como es natural, no
todas las plantas sufren con igual intensidad los efectos de la deficiencia del
magnesio.

Entre las más perjudicadas figuran el maíz, el tabaco y la espinaca. Las gramíneas
y las patatas presentan mayor resistencia, si bien esto no quiere decir que se
encuentren del todo libres de estos perniciosos efectos, y así algunos
investigadores agronómicos han comprobado que la falta de magnesio en los
terrenos de cultivo de patatas ha dado por resultado numerosos casos de clorosis.

En la mayoría de los casos, el agricultor puede conocer por sí mismo la falta de


magnesio en los suelos que explota. Sin embargo, el publicista agronómico don
Luis Catalina advierte que el tal no debe fiarse de una manera absoluta en sus
propias apreciaciones, por lo cual aconseja que se acuda a los laboratorios para
cerciorarse, mediante serios análisis, del porcentaje verdadero de magnesio
existente en las tierras de cultivo.

La dificultad en atribuir precisamente a la deficiencia de magnesio determinadas


anomalías observadas en los cultivos se debe a que, en algunos casos, no es
posible diagnosticar si los trastornos se deben a la falta de unos o al exceso de
otros, como bien dice Mc. Murtey.

Asimismo importa recordar que muchos elementos son tóxicos cuando falta otro de
los necesarios; pero, en presencia de algunos que contrarrestan los efectos
nocivos, desaparecen los síntomas, como sucede con el magnesio y el calcio, pues
el primero elimina las influencias tóxicas del segundo. Además, se da la
particularidad, tratándose del magnesio, de que no sólo es el defecto del mismo lo
que produce efectos perniciosos en las plantas, sino también su exceso, que llega a
ser tóxico.

Pero todavía hay más; y es la comprobación de síntomas de deficiencia de


magnesio en los cultivos de determinados terrenos, a pesar de que el análisis
químico revela cantidades de dicho elemento más que suficientes para satisfacer
las necesidades del vegetal, lo cual puede deberse a condiciones desfavorables
para que pueda ser aprovechado por las plantas, como sucedería si la tierra
contuviese el magnesio en combinaciones químicas que no permitiesen a las
plantas el asimilarlo.

Los síntomas visuales de la falta de magnesio pueden aparecer en las raíces, tallos,
hojas, flores, frutos y semillas.

El ingeniero agrónomo colombiano Mesa-Bernal dice haber comprobado que la


deficiencia del magnesio no afecta sensiblemente al crecimiento de la raíz, como lo
hace la pobreza de calcio; sin embargo, otros investigadores opinan más bien lo
contrario, cuando afirman que el crecimiento queda interrumpido y que aparecen
nuevas ramificaciones.

En las tomateras de tierras pobres de magnesio, el crecimiento de la raíz principal


es normal, si bien con pocas ramificaciones; en cambio, la corteza muere
rápidamente y adquiere color de café. En todas las especies los tallos son
relativamente flexibles y débiles, pobres en materia leñosa, y los nuevos brotes
mueren muy pronto.

En algunas plantas de jardín la falta de magnesio perjudica sensiblemente la


belleza natural de las flores, que les hace perder sus vivos colores, a la vez que son
más pequeñas. La deficiencia de magnesio resulta asimismo nociva para los
árboles frutales, cuyos botones florales ofrecen reducido volumen y, si en algunos
llegan a formarse los frutos, la mayoría de ellos se desprenden antes de llegar a su
madurez, como le sucede al manzano.

La carencia o pobreza de magnesio se revela principalmente en las hojas. Ya


hemos dicho algo de ello, pero ahora lo vamos a hacer con más detalle, por tratarse
del defecto más general y más fácilmente reconocible. La tonalidad amarilla de las
hojas comienza a manifestarse por manchas verdes claras, que van extendiéndose
hasta cubrir toda la superficie foliar.

Estas anomalías se inician en las hojas más viejas, al paso que el tejido
intranervioso se vuelve amarillo o blanquecino, bronceado, rojo púrpura, hasta que,
finalmente, sobreviene la necrosis o muerte de los tejidos. La clorosis se presenta
en el ápice de las hojas y avanza con mayor o menor rapidez, según los casos,
hasta la base de las mismas, mientras que a veces se curvan.

Otro pernicioso efecto es que las hojas se tornan quebradizas, diferenciándose de


las cloróticas más resistentes.

G) RESTITUCIÓN DEL MAGNESIO EN LAS TIERRAS


Pocos son los agricultores que se preocupan del magnesio de sus tierras de labor,
lo que contrasta con la práctica adoptada por la generalidad de los mismos de
abonarlas con compuestos nitrogenados, potásicos, fosforados y cálcicos.

Es que no ha entrado todavía en la generalidad de los agricultores la conciencia de


la necesidad de los abonos magnésicos. El mal no es de ahora, viene de hace
muchos años, pues se debe en gran parte a las manifestaciones del agrónomo
francés Jorge Ville.

Este investigador realizó, a mediados del siglo XIX, amplios ensayos culturales,
prescindiendo del empleo de sustancias minerales.
De ellos dedujo:
1. sin fosfatos las plantas mueren
2. sin potasa, los tallos carecen de rigidez
3. la supresión del magnesio determina una vegetación pobre,
hasta el punto de llegar a reducir las cosechas en un 75 por
100
Pero también afirmó que, con los compuestos magnésicos existentes naturalmente
en el suelo, había suficiente magnesio para nutrir la vegetación, sin necesidad de
nuevas adiciones.

Esto indujo a los agricultores a que hicieran caso omiso de la fertilización


magnesiana.

Al hacer la afirmación que se acaba de recordar, Jorge Ville no tuvo en cuenta que
no todas las tierras tienen suficiente magnesio nativo utilizable, bien sea porque se
halla formando parte de compuestos no asimilables para las plantas, bien porque
principalmente nunca lo tuvo en cantidad conveniente, bien porque, aun cuando en
otro tiempo lo tuvo, paulatinamente ha ido desapareciendo por los agentes
atmosféricos o por los mismos cultivos.

Pues, en efecto, de la tierra cultivada, se extrae, por cosecha y hectárea, un


promedio de 6 a 8 kilogramos de magnesio, en los cereales, que llega a 10
kilogramos en las leguminosas, de 12 a 15 en las patatas, de 15 a 20 en los viñedos
y de 30 a 35 en la remolacha azucarera. Esta última, muy ávida de la potasa, se la
suministra el agricultor incluso con exceso; pero suele prescindir del magnesio; que
debe intervenir para dar al producto agrícola más abundancia y riqueza, que
naturalmente repercute en el rendimiento industrial.

Debido a esta paulatina ablación de magnesio, sobre todo por determinados


cultivos intensivos, se produce escasez de magnesio que se advierte en sucesivas
cosechas por un descenso de las mismas, al principio imperceptible, pero que
puede superar el 50 por 100.

Sin embargo, la propaganda sólo trata, y esto con insistencia, de fertilizantes


nitrogenados, fosfatados y potásicos y también cálcicos (aunque de éstos mucho
menos), pero no menciona los magnesianos. No cabe duda de que los tres
primeros son los que en mayor proporción asimilan los vegetales y que los
magnesianos y cálcicos se necesitan proporcionalmente en menores cantidades.

Estos dos últimos, además de constituir un alimento indispensable para las plantas,
influyen ambos (magnesio y calcio) aumentando la eficacia de los aportes de
estiércoles y de los abonos minerales de uso corriente, que son los tres primeros
antes citados.

Existe en agronomía la ley de restitución del suelo de los elementos que extraen de
él sucesivas cosechas. Esta restitución se practica de dos maneras: por enmiendas
y por abonos. Las enmiendas modifican las propiedades físicas de los campos,
haciéndoles aptos para los cultivos, mediante adición de tierras adecuadas que
cumplan con la finalidad deseada.

Los abonos restituyen a los terrenos de cultivo los principios nutritivos que de ellos
extraen las cosechas. Ahora bien, tratándose del magnesio, no es suficiente
efectuarlo con enmiendas; ha de hacerse empleando abonos magnesianos, al igual
que se hace con los potásicos, nitrogenados y fosfatados.

¿Qué clase de compuestos de magnesio pueden o deben emplearse?


El publicista de temas agrícolas, don Luis Catalina, dice a este propósito:
«Se recomienda la agregación de los compuestos de magnesio en
cantidades variables y en relación con las necesidades de los
diferentes cultivos. Los más utilizados son los hidróxidos,
carbonatas, cloruros, nitratos, fosfatos y algunos silicatos».
Por las razones antes expuestas existía, hasta hace pocos años, una gran
resistencia por parte de los agricultores norteamericanos y de casi todo el mundo al
empleo de sales o compuestos magnésicos con abono.

No obstante, sin darse cuenta, en muchas de las mezclas que empleaban, o bien
añadían magnesio en el suelo (sales potásicas impuras, encalado con cales
dolomíticas, etc.), o incorporaban correctivos que unas veces contenían magnesio
(cenizas de plantas, yeso impuro), y otras inmovilizaban parte del magnesio
insoluble del suelo (sulfatos, cloruros, nitratos, etc.).

Es decir, aunque no se reconocía como tal, el hecho es que abonaban con


magnesio y como los síntomas de las deficiencias magnesianas no son lo
espectaculares que otras carencias, el labrador suponía que nada más que los tres
clásicos fertilizantes conocidos (fósforo, nitrógeno y potasio) eran los necesarios
para el normal desarrollo de sus plantaciones y cosechas.

Según McMurtrey, el tabaco fue la primera planta en que de un modo experimental


se reconoció la gran importancia del magnesio como abono. Los síntomas de
deficiencia magnésica en ella se llamaban «sand drown», antes que el origen del
mal fuera conocido, y consistía en la pérdida del color verde en las hojas bajas,
comenzando por las puntas y luego extendiéndose en todas las fases del desarrollo
de las plantas, desde la semilla hasta la completa madurez. Se presenta de
preferencia en suelos muy permeables, después de períodos de grandes lluvias.

La consecuencia pronto se sacó, al comprobar los efectos perniciosos observados


en las plantas por efecto de la carencia o escasez de magnesio aprovechable en el
suelo, y fue la necesidad de añadir magnesio al terreno laborable.

Lo que aún no está muy claro es la forma como se ha de añadir este magnesio.

Precisamente para llegar a una información práctica al respecto, los investigadores


McIntire, Shaw y Joung han llevado a cabo experiencias, que han durado cuatro
años, con dos minerales: la serpentina y el olivino, como fuentes de magnesio.
Entre las ventajas que desde un principio vieron los citados investigadores en estos
silicatos son: ser abundantes y baratos y prestarse a utilizarlos mezclados con los
abonos clásicos.

Sin embargo, no pudieron precisar el grado de compatibilidad con el potasio,


nitrógeno y fósforo, utilizados como abono. Más bien sacaron la conclusión de que
ambos silicatos (serpentina y olivino) originan un desequilibrio de los elementos
propios del suelo y no garantizan una aportación efectiva de magnesio en los
terrenos desencalados.

Al principio, en los Estados Unidos, se adicionaba magnesio al suelo en forma de


enmiendas calcáreas, es decir, empleando calizas dolomíticas, o sea de carbonato
cálcico-magnésico. Pero pronto se vio que tales calizas solamente debían aplicarse
a suelos ácidos, de un pH comprendido entre 4.5 y 5, pues sólo entonces producen
efectivamente un enriquecimiento del magnesio utilizable.

After y Hartwel, estudiando experimentalmente el efecto de la dolomita como abono


en terrenos are-no-arcillosos, deficientes en magnesio, han comprobado que esta
forma de abono suple las necesidades de magnesio a la tierra durante varios años,
lo cual ha hecho que pudiera llamarse tipo «standard» de abono magnésico. Dicha
adición dolomítica está particularmente indicada para cosechas de gran período de
desarrollo. Se considera que la adición de dos toneladas de dolomita pulverizada
por hectárea es suficiente abono magnésico durante tres años.

En el caso de cosechas de período corto, como tabaco, patatas, etc., no es


aconsejable alterar el pH del suelo por adición de carbonatos de calcio y magnesio;
es mucho mejor entonces, o bien el supermagnesiano, con un 8 a 10 por 100 de
silicato de magnesio, o las sales solubles, tales como el sulfato de magnesio, la
kieserita, etc.

De 20 a 30 kilogramos por hectárea son suficientes una vez al año, aunque estas
cifras, según otros autores, pueden reducirse hasta 10 a 12 kilogramos solamente,
cuando se emplean el sulfato o el cloruro de magnesio, siendo además importante
el advertir que en estos casos de cosecha de período corto, la dolomita, a unas
dosis diez veces mayores, no responde satisfactoriamente.

Ciertas materias orgánicas, como raíces, residuos de industriales forestales,


algodón, etc., cuando se aplican en grandes cantidades, pueden considerarse como
abonos magnesianos y prevenir las deficiencias de magnesio en el suelo. Pero la
calcita sola, los turtos de purificación del azúcar, por ejemplo, no sólo carecen de
magnesio, sino que actúan como insolubilizantes del magnesio existente, por lo que
su empleo debe ser proscrito en los suelos deficientes del citado elemento.

En suelos ácidos, un abonado excesivo con sales potásicas puede provocar la


carencia del magnesio sobre todo en los árboles frutales; en estos casos se
reducirá al mínimo el abonado potásico y se aplicará la dolomita y el sulfato
magnésico. No hay que olvidar que el empleo del sulfato amónico en cantidad
excesiva produce marcada acidificación del suelo, y que el exceso de potasio
impide la absorción del magnesio por las raíces y hace decrecer las cantidades de
magnesio reemplazable del suelo.

Según Croper, el abono magnesiano resulta singularmente efectivo en las tierras


margoso-arenosas; pero siempre, después de comprobar por el análisis la
deficiencia del magnesio asimilable y acidez o no del suelo.

Suelos calizos y de baja acidez no deben ser abonados con óxido ni carbonato
magnésico, pero sí con sulfatas amónico y magnésico. El rociado con sal de Epson
(epsomita, que es sulfato magnésico) e incluso las inyecciones sólo deben
realizarse cuando los demás métodos fallan.

El ingeniero español don Luis Adelantado recuerda que, ya a fines del pasado siglo,
se aconsejaba mezclar con los abonos compuestos sulfato magnésico, que se
encontraba nativo cristalizado o se obtenía de las aguas madres de las salinas
marítimas o en el beneficio de los yacimientos potásicos. Sucesivamente se elaboró
el nitrato cálcico-magnésico partiendo de dolomías, con lo que se disponía de un
fertilizante nitrogenado y magnésico a la par.

También se utilizó el fosfato bimagnésico que, por su insolubilidad en el agua y fácil


reacción con ácidos débiles, proporciona a los vegetales fósforo y magnesio en las
mejores condiciones de asimilación.

El cloruro magnésico llegó a ensayarse, pero no se generalizó su uso a causa de la


higroscopicidad y ser peligroso el ion cloro en determinados cultivos.

El producto que mayor éxito consiguió fue el fosfato doble amónico-magnésico que,
aparte de las características esenciales de solubilidad, proporciona a las plantas
tres elementos muy apreciados en la fertilización, como son:
fósforo, nitrógeno y magnesio, en la proporción respectiva de 28/29
de P2O5, 6/7 de NH3 y 15/16 de MgO, soluble en agua cargada de
anhídrido carbónico y en disoluciones al 2 por 100 de ácido cítrico,
que equivale a decir que es utilizable por los ácidos vegetales del
suelo.
El fosfato amónico-magnésico, por ser insoluble en el agua, no es arrastrable a las
capas inferiores del suelo por las aguas de lluvia y de riego.

Esto hace que su aprovechamiento sea casi integral, a medida que se solubiliza,
con un rendimiento fertilizante de utilización mayor que el de los otros fosfatos y
demás abonos solubles en el agua.

Su proporción normal de empleo es de 100 a 200 kilogramos por hectárea,


pudiéndose elevar entre los límites de 250 a 500 kilogramos cuando los terrenos
son muy pobres y las plantas que se trata de cultivar ricas en hidratos de carbono.
Apenas habría necesidad de decir que, si se emplea fosfato amónico-magnésico, su
contenido fosfórico y nitrogenado reduce la cantidad que haya que emplear de
dichos fertilizantes.

Como fórmula más adecuada para acelerar el crecimiento de las plantas jóvenes y
los rendimientos herbáceos, se recomienda la siguiente composición: 150 gramos
de nitrato de sodio, 200 gramos de superfosfato mineral, 100 gramos de cloruro
potásico y 10 de sulfato de magnesio. Se distribuirá primero en dosis de 20 gramos
por metro cuadrado y, posteriormente, en forma de riego en una solución de 200
gramos por cada hectolitro de agua, alternando un riego con fertilizantes con otro de
agua pura.

Para favorecer y desarrollar la floración, al mismo tiempo que obtener un mayor


rendimiento frutícola, la fórmula debe consistir en 50 gramos de nitrato sódico, 300
gramos de superfosfato mineral, 150 gramos de cloruro potásico y 25 de sulfato de
magnesio. La distribución se practicará, en igual forma que la anterior y en las dos
etapas mencionadas.

Para aquellos lectores que pretendan adquirir abonos magnésicos, les indicamos a
continuación algunas casas que les podrán facilitar carbonato, cloruro o sulfato.

El carbonato al por mayor puede adquirirse en,


«Industrias Químicas del Carbonato magnésico y sus Derivados»,
Aragón, 89, PALMA DE MALLORCA
«S. E. de Productos Dolomíticos, S. A.», General Mola, número 24,
SANTANDER
El cloruro puede adquirirse al por mayor en,
«Aprovechamientos Salineros, S. A.», Rambla Estudios, 109,
BARCELONA
«Productos Toht, Sociedad Limitada», Huertas de la Villa, 9,
BILBAO
El sulfato,
en «Aprovechamientos Salineros»
en «Cándido García Vaquero» VILLACAÑAS (Toledo)
en «Agencia General de Productos Químicos», Paseo de Gracia,
11, BARCELONA
Los productos magnésicos de esta última casa merecen los precisemos más, ya
que sobre ellos tenemos una mayor información.

El cloruro magnésico cristalizado se entrega envasado en bidones tipo CAMPSA,


pues se trata de un producto muy delicuescente (higroscópico), el precio es de 270
pesetas el kilogramo; el envase cuesta 225 pesetas la unidad y su cabida es de 170
a 190 kilogramos.
El sulfato magnésico se ofrece en tres tipos:
 industrial, con 3 a 4 por ciento de cloro (a 115 pesetas 100
Kg.)
 refinado, con un máximo de 0.5 por 100 de cloro (a 200
pesetas los 100 Kg.)
 refinado, con un máximo de 0.2 por 100 de cloro ( a 250
pesetas los 100 Kg.)
Las tres categorías van ensacadas y el precio de cada saco es de 14 pesetas.

H) ÉXITOS AGRÍCOLAS GRACIAS A LAS SALES DE MAGNESIO


Para apreciar en su justo valor la importancia del magnesio en la agricultura, más
que ponderaciones, nada hay tan aleccionador como los éxitos obtenidos como su
aplicación a los cultivos agrícolas; por esto señalaremos algunos.

Einsenmenger no circunscribe la necesidad de magnesio solamente a


determinados tipos de cultivos, sino a todas aquellas tierras de este elemento.

Este autor ha podido comprobar que no hay ninguna planta de entre las malváceas,
geraniáceas, papaveráceas y otras, que no reaccione favorablemente a la
aplicación del magnesio, sobre todo en lo que respecta a los síntomas de clorosis.
Este efecto - añade - es muy marcado en las gramíneas.

En los Estados Unidos existen terrenos muy eficientes en magnesio, precisamente


aquellos donde se hallan las pomeradas más importantes del Este de la Nación.
Poco menos que agotados de magnesio aquellos suelos, después de muchos años
de sucesivas cosechas de manzanas, comenzaron a presentarse en los frutales
síntomas evidentes de deficiencia de magnesio.

Pero, gracias a los trabajos llevados a cabo por Boyton y Cain, se ha logrado la
completa normalización de aquellas tierras, mediante la aplicación constante de
sales magnésicas en sus diversas formas (epsomita, kieserita, magnesia o calizas
dolomíticas). Especialmente la pulverización en verano de disoluciones de sulfato
magnésico ha hecho desaparecer los síntomas perniciosos, incluso en la cosecha
del año siguiente.

F.B. Johnston ha emprendido un estudio de las deficiencias en magnesio de las


provincias marítimas del Canadá, y por él ha comprobado la importancia de este
metal en las plantaciones de patatas, tabaco, manzanas y otros frutales. Con
respecto a las patatas, ha demostrado ser indispensable el magnesio para lograr
buenos rendimientos; pues, aplicando de 75 a 750 kilogramos por hectárea de
caliza dolomítica, ó 60 a 120 kilogramos de sulfato magnésico, ha conseguido
incrementos insospechados.

Con respecto a la aplicación de sulfato magnésico, señala dicho autor la posibilidad


de «sulfatar» las cosechas con un caldo bordelés que contenga un kilogramo de
aquel sulfato por cada 6.5 litros. Los resultados logrados - al decir de Johnston -
han sido sorprendentes.

El mismo investigador ha logrado combatir la clorosis del tabaco, mediante la


adición de una cantidad prudencial de dolomita, mezclada con los abonos
ordinarios; pero advierte - al decir esto - que no se agregue demasiado producto
magnésico, porque entonces se perjudicaría a la combustibilidad del tabaco
recolectado.

Tratándose del manzano, en suelos fuertemente ácidos, Johnston ha logrado


excelentes rendimientos con la aplicación de 50 a 70 kilogramos de caliza
dolomítica por hectárea; pero, al mismo tiempo, señala la posibilidad de practicar
pulverizaciones de una disolución de sulfato magnésico al 2 por 100 sobre las hojas
de los árboles.

No podemos omitir en este lugar los éxitos agrícolas obtenidos con el empleo de
compuestos magnesianos por Mr. Kuck, propietario de las granjas Brookside, en
New Knoxville (Ohío, EE. UU.). Las cosechas obtenidas en sus campos abonados
con dolomita dieron la prueba más manifiesta de la acción del magnesio. Con una
primavera extraordinariamente húmeda, seguida de la sequía más rigurosa, los
resultados se podían apreciar a simple vista.

Los campos de maíz, por el exceso de lluvia en la época de su plantación


presentaban toda una gama de colores variados, desde el amarillo al verde intenso.
Las plantas amarillas estaban en los terrenos elevados y en las depresiones. Sin
embargo, en los campos abonados con dolomita, el maíz guardaba un mismo color
verde, excepto en algunos puntos aislados que habían estado tres o cuatro días
debajo de agua, con dolomita no tardaron en recobrar su color verde.

Y así, mientras casi todos los campos de la vecindad estaban muy exhaustos, las
42 hectáreas de Mr. Kuck permanecieron verdes y dieron una cosecha muy superior
a la media de la región. Los tallos de la alfalfa no abonada con dolomita estaban
amarillos después del tercer corte, mientras que la abonada con dicho mineral
tenían, a la entrada del invierno, un bonito color verde oscuro.

Sin embargo, los éxitos agrícolas más espectaculares de cuantos se conocen,


logrados con el empleo de sales de magnesio, son los del agricultor francés H.
Vilain. Se trata de un hombre que ha trabajado, experimentado y leído mucho. Su
activismo le ha llevado a cultivar unas 40 heredades de 15 departamentos
franceses diferentes, durante unos 50 años. Habiendo hecho sus primeras
experiencias agrícolas en terrenos muy pobres de Plachet, pasó más tarde a
Lachapelle.

En 1918 Lachapelle era una región desolada entre todas.

Sobre el suelo, pobre y arcilloso, las plantas crecían difícilmente y eran presa de los
más variados parásitos. Los animales, mal alimentados, eran arrebatados por las
epidemias. Los campesinos, arruinados y desalentados, abandonaron el terreno. H.
Vilain se enteró de que por 3.500 francos le vendían 31 hectáreas de terenos y los
edificios de habitación. Así se lo anunció su amigo el abate Renand, antiguo párroco
de Lachapelle.

En seguida aceptó la oferta y se puso en camino del nuevo domicilio.

En 1928 reinaba en Lachapelle la misma desolación en todas partes, exceptuados


los terrenos que cultivaba H. Vilain a «su manera». Allí todo había cambiado: las
cosechas eran magníficas, las plantas y las bestias gozaban de una salud perfecta,
y sin remedios, sin pulverizaciones y sin vacunas, se defendían victoriosamente
contra la invasión de parásitos y contra el contagio de las enfermedades que hacían
estragos en todo el rededor. Más aún: si sobrevenía una helada en el momento de
la floración de los centenos, los de H. Vilain quedaban intactos.

Los campesinos, llenos de admiración, se preguntaban cómo explicar este prodigio


y H. Vilain les respondía:
«Yo no tengo más que un secreto, un buen equilibrio mineral. Esto
es todo.»
El 24 de abril de 1938 todos los campesinos de Lachapelle se reunieron en las
casas consistoriales para escuchar una conferencia de H. Vilain, que comenzó así:
«Hace varios años que estoy con vosotros. Habéis seguido con
interés mis experiencias, y hoy es el día en que he llegado a tales
resultados, que se puede hablar de un verdadero resurgir de la
tierra de Lachapelle y, por extensión, de todas las tierras
semejantes».
Expondremos a continuación las principales ideas de la conferencia de H. Vilain,
según la ha dado a conocer el P. Manzanal a los lectores de lengua española:
«Comencé - dice - empleando los abonos comunes y clásicos:
superfosfato, nitrato de sodio, etc., llegando a echar 1.200
kilogramos de superfosfato por hectárea. Las cosechas fueron bien
escasas. Después de muchas experiencias y fracasos, me dije: la
falta absoluta de magnesio soluble es perjudicial, y así hice fabricar
nitrato de magnesio y calcio. Con este abono mineral hubo una
gran mejoría en la vegetación, pero el rendimiento de semilla no era
proporcional a la paja.

»Fue preciso suministrar nuevos abonos al terreno. Hice fabricar


fosfato y superfosfato de magnesio, que se echó a la tierra a razón
de 200 Kg. por hectárea. El peligro de las heladas que amenaza a
la cebada desaparece si echan 100 ó 200 kilos de carnalita o
cainita por hectárea. La sal marina bruta, es también uno de los
excelentes abonos empleados. De esta forma los resultados fueron
excelentes: las cosechas muy abundantes, recogiendo, según
años, 3.000 Kg. de trigo, 50.000 Kg. de remolacha forrajera 2.400
kg. de guisantes y 20.000 kg. de patatas por hectárea.

»Con la buena alimentación mineral yo evito los parásitos y las


epidemias. El brujo, por ejemplo, ese insecto que agujerea las
semillas, no hace en mis sembrados daño alguno. La misma teoría
- la alimentación mineral - hace frente a la enfermedad del corazón
de la remolacha. Para ello se echan 5 kg. de ácido bórico por
hectárea. De esta manera tampoco son temibles las enfermedades
que, según dicen, vienen por invasión: la caries, la roña, etc.

»En el Canadá se trabajó durante muchísimos años en la


destrucción del espino agracejo, en el que se suponía vivía el
parásito de la roña. Al cabo de algunos años, cuando creían que
habían desaparecido, tuvieron más roña que antes. También en
Francia tenemos bastante roña. Yo os doy un remedio: la buena y
adecuada alimentación mineral. En caso de invasión, yo no temo
más que las invasiones guerreras, que no dejan nada tras de sí,
pues he podido comprobar en mis propios cultivos la verdad de
aquellas palabras de Pasteur: El microbio es nada, el terreno es
todo.»
Como se ve por su conferencia, para H. Vilain el equilibrio mineral es la base de la
buena salud en los vegetales.

Todo desequilibrio crea un estado de menor resistencia que deja al organismo casi
sin defensas contra los microbios y parásitos; y cuando la epidemia o la enfermedad
hace estragos, no es lo más urgente andar a la caza del microbio o parásito y luchar
contra él, la lucha ruinosa y decepcionante, sino encontrar el desequilibrio mineral
que ha abierto la puerta al mal y poner allí remedio.

Microbios y otros parásitos desaparecen como por encanto, sin que se haya
empleado ningún otro remedio.

Terminaremos esta exposición con unas atinadas recomendaciones de don Luis


Catalina, que vienen muy a propósito para el tema que hemos tratado.
«Los agricultores - dice - interesados en los rendimientos de las
cosechas deben cerciorarse si las deficiencias vegetativas
obedecen a falta de magnesio o a otras causas meteorológicas,
para en el primer caso efectuar las correspondientes correcciones.

Se trata de una cuestión de enorme trascendencia económica para


la economía agraria, que es preciso prestarle la debida atención, a
fin de que las fructificaciones sean remuneradoras para el
cultivador.

Finalmente, no podemos olvidar que la explotación continuada e


intensiva de los tierras de labor provoca un acentuado y progresivo
agotamiento, que únicamente podrá ser contrarrestado con
abundantes aportaciones de adecuados abonos minerales.»
Regresar al Índice

EPÍLOGO
Vamos a terminar esta compilación de trabajos acerca de las virtudes curativas del magnesio,
reproduciendo - pues nos las hacemos nuestras - las palabras con que el P. Manzanal dio término a
la serie de sus artículos.

En el transcurso de este estudio hemos relatado numerosos hechos que muestran que la salud de
las plantas, de los animales y del hombre depende, en gran parte del equilibrio mineral de su
alimentación.

Hemos visto asimismo cómo H. Vilian y Mr. Kuck obtuvieron buenas cosechas y curaron a sus
animales enfermos por medio de un mejor equilibrio mineral, aportando particularmente magnesio.
Este elemento, pues, desde el punto de vista de la química biológica es un elemento fundamental.
En la producción vegetal no se puede prescindir de la alimentación magnesiana de la planta. Lo
mismo hay que decir respecto de los animales y del hombre.

No vayamos a creer, que cualquier tenor de magnesio en el organismo es bueno. También la


proporción de magnesio tiene sus límites. Este elemento parece estar en excelente proporción en la
alimentación de los campesinos egipcios, por los efectos de buena salud que en ellos produce.

El campesino egipcio, insuficientemente vestido tirita cuando hace frío; pero no se constipa, ni
enferma de gripe, neumonía ni pleuresía. Sus dientes no se carian. Se sabe que las caries eran
antes desconocidas en los esquimales. Ha aparecido en ellos solamente cuando ha penetrado en
sus tierras el pan blanco y los alimentos refinados de nuestra alimentación, que, por otra parte,
están más o menos desequilibrados.

El campesino egipcio resiste muy bien a las enfermedades europeas. Sus mujeres dan a luz con
mucha facilidad, sin la fiebre subsiguiente, y alimentan a sus hijos durante dos años o más. Los que
escapan a las enfermedades parasitarias, viven hasta una edad muy avanzada, conservando una
salud perfecta, física y psíquica.

Estos mismos efectos podemos nosotros conseguir mediante el buen equilibrio mineral, que hemos
propugnado en todas las páginas de este estudio. Y, bajo este punto de vista, se han de considerar
todas las curaciones que hemos relatado. Este equilibrio estará en el terreno de nuestro organismo.

No olvidemos que la enfermedad es un verdadero drama en el cual intervienen dos actores: el


agresor (microbio o agente patógeno) y el organismo del viviente (terreno), que el agresor intenta
invadir; pero que se apresta, con todas sus reservas, a la defensa. Si su defensa es débil, el agresor
la vencerá, que, en circunstancias normales, el agresor no puede penetrar en él.
Siendo esto así, tenemos dos modos de intervenir en este drama, para prevenir la enfermedad o
para curarla; o bien atacar al asaltante, sea fuera o dentro del terreno, para debilitarlo o destruirlo, si
es posible, o bien reforzar la defensa del organismo, mejorar el terreno, para que él, por sí mismo,
supere fácilmente al asaltante.

Fuera del terreno la lucha contra el agresor presenta notables ventajas; pero dentro del terreno esta
misma táctica, si el terreno es deficiente, por ejemplo, en su equilibrio mineral, no puede dar más
que resultados fragmentarios y rara vez definitivos, después de un período más o menos largo.

Pero el agresor no puede dejar de perder mucha de su importancia, si nos acordamos menos de él,
para dar una mayor importancia al perfeccionamiento del terreno. Y este es el segundo modo de
combatir al agresor.

¿No es, en efecto, la débil resistencia del terreno, de la cual el desequilibrio mineral es actualmente,
una de las principales causas, que, no activando su defensa, transforma enemigos ocasionales e
inofensivos en parásitos peligrosos o en microbios virulentos?

Y, por el contrario, en un terreno resistente los microbios pierden poco a poco su virulencia agresiva.

Recientemente, la importancia del terreno ha sido puesta a plena luz por los trabajos de médicos
que estudian enfermedades misteriosas hasta entonces incurables, y por los trabajos de sabios
biológicos que han estudiado el problema de la alimentación.

Éstos trabajos han revelado que muchas enfermedades - y de las más graves - tienen por causa,
«no la presencia de un elemento nocivo que el organismo ha dejado penetrar en su
seno, sino la ausencia en la alimentación de una o varias substancias
indispensables a la vida o a una de las manifestaciones de la vida».
(Randoin)

La trascendencia de mirar la defensa del organismo desde el punto de vista de su perfecto estado
de resistencia y de explotar las energías latentes que puede desarrollar, más que perseguir o
destruir el microbio con medios venidos de fuera, una vez introducido en el organismo, es de unos
límites insospechados. Un organismo en tal disposición triunfa solo y fácilmente de sus enemigos.

Un cultivador francés, un ganadero norteamericano, un eminente cirujano y biólogo, un médico de


mucha práctica hacen pasar a segundo plano la lucha directa contra el agresor, para tener delante y
en primer término el perfecto estado del terreno y explotar sus energías.

Y precisamente el equilibrio mineral es uno de los factores de ese perfecto estado.

A esto se han dirigido nuestras líneas, a presentar este punto de vista menos atendido, no
precisamente a despreciar y rebajar en su importancia otros medios que, estudiados por los sabios,
dan lugar a muy apreciables éxitos, pero sí a decir que éstos no son exclusivos de ellos, porque hay
otros medios que proceden de otra dirección y que también dan excelentes resultados.

Creemos haber puesto en claro la importancia de que los organismos tengan en sí la excelente
defensa de un equilibrio mineral perfecto, que los defienda de muchos ataques por sí mismos, sin
requerir ninguna defensa extraña, que a veces, entrando en conflicto con el organismo, le puede
perjudicar.

Regresar al Índice

APÉNDICE PRIMERO
¿COMO DEBE TOMARSE EL MAGNESIO?
En los varios trabajos extractados para componer este libro, hemos podido advertir tres cosas:
1. que se preconiza casi exclusivamente la ingestión de cloruro de magnesio;
2. que las más de las veces no se indican las dosis
3. que, cuando la señalan, no coinciden los diversos autores en la cantidad.
Para orientar en este punto a nuestros lectores, vamos a presentar unas normas de orientación.

Efectivamente, la sal magnesiana más comúnmente aconsejada es el cloruro de magnesio; y ésta


es, por consiguiente, la que deberían tomar las personas que tratan de practicar la cura del
magnesio y que la pueden tolerar, ya que para algunos les resulta muy laxante. Otras sales
magnesianas, que en ciertos casos se aconsejan en la cura del magnesio, son: el sulfato y el
carbonato de magnesio.

Vamos, pues, a explicar en qué consisten estas tres sales, cómo se deben tomar y dónde se
pueden adquirir.

En el comercio se presenta el cloruro de magnesio bajo tres formas:


1. cristalizado
2. desecado
3. anhidro
 el cloruro de magnesio cristalizado contiene seis moléculas de agua
llamada de cristalización y tiene por fórmula Cl 2Mg6H20
 el cloruro de magnesio desecado tiene sólo dos moléculas de agua, por
haber perdido gran parte de ella al ser sometido a la temperatura
comprendida entre 200° y 300°, y su fórmula es Cl 2MgH20
 el cloruro de magnesio anhidro carece de agua, por haberla perdido
totalmente al ser calcinado a una temperatura superior a 700°, y su fórmula
química es simplemente Cl2Mg
De estas tres formas de cloruro la más corriente es la cristalizada y ésta es la que ordinariamente
deberá usarse.

Puede adquirirse en farmacias o en droguerías algo bien surtidas, como suelen serlo las de
poblaciones importantes. Se expende en frascos de 100 ó 250 gramos muy bien tapados, y en la
misma forma se han de conservar, por tratarse de un producto delicuescente (higroscópico), es
decir, que toma la humedad del aire y se licua. Es inodoro y de sabor amargo.

La otra sal magnésica es el sulfato de magnesio, que cristaliza con siete moléculas de agua y tiene
por fórmula S04Mg7H20. Expuesta al aire enflorece, perdiendo agua. Es inodora y de sabor muy
amargo. Puede adquirirse también en farmacias o en droguerías.

La tercera sal magnésica es el carbonato de magnesio, C0 3Mg. Se presenta bajo la forma de un


polvo blanco, insípido, inodoro, inalterable al aire y sumamente ligero. Al igual que las otras sales de
magnesio, puede adquirirse en farmacias o en droguerías.

Todavía debemos mencionar los comprimidos DELBIASE, que contienen las cuatro sales
halogenadas del magnesio (cuales son el fluoruro, el cloruro, el bromuro y el yoduro de Mg), y la
crema DELBIASE, de composición parecida a la de los comprimidos del cloruro, para ser aplicada a
la piel, como regeneradora de los tejidos y frenadora del desarrollo anárquico de las células. Estos
preparados se venden exclusivamente en las farmacias.

Lo mismo puede decirse del MAGNOGENE, del HAL-MAGNOL y de los HALÓGENOS JULIA-4H.

En el empleo de sales de magnesio, débese distinguir, según se trate de curar alguna enfermedad o
achaque ya contraído, y entonces reviste carácter medicinal, o sólo como preventivo, y en este caso
debe considerarse, no como medicamento, sino simplemente como alimento poco menos que
necesario. Por regla general, cuando se trata de curar alguna enfermedad, se recomienda tomar
doble dosis al día.
Una de las maneras prácticas de tomar el cloruro magnésico es sirviéndose de una solución
dispuesta previamente al efecto, que puede prepararse disolviendo 33 gramos de cloruro
magnésico cristalizado en un litro de agua. Si se tratase de sulfato magnésico, la solución se habría
de preparar con 50 gramos de esta sal en un litro de agua.

Si no se desea preparar previamente la solución de sales, entonces se toma una cucharita de café,
no muy colmada, de cloruro sódico o una cucharita de café, esta vez bien colmada, de sulfato
magnésico.

En ambos casos se disuelve cualquiera de estas sales en un poco de agua, lo que se obtiene muy
rápidamente, por tratarse de sustancias muy solubles.

Si la sal que se toma es carbonato, se ha de desleír una cucharada sopera, colmada, en un poco de
agua en un vaso (como dos dedos) o bien en la leche del desayuno, pues no le comunica ningún
sabor. Cada toma de comprimidos DELBIASE consiste en dos comprimidos en medio vaso de agua.
La aplicación de la crema DELBIASE a la piel comporta un masaje, a fin de hacerla penetrar bien en
la epidermis.

Téngase presente que las cantidades indicadas se refieren a una dosis; por tanto, en los casos de
utilizar las sales de magnesio como medicinas, se habrían de tomar dos dosis al día: una por la
mañana y otra por la tarde. Con todo, por razón de la edad, las dosis para obtener los efectos
curativos deberán atenerse a otras cantidades, según lo ha expuesto el doctor Neveu y nosotros
reproducimos a continuación.

Las cantidades que a continuación se expresan se refieren a la solución de 33 gramos de cloruro de


magnesio cristalizado en un litro de agua.
1. Adultos y niños hasta 5 años: 125 centímetros cúbicos de la solución de
cloruro antes indicada para seis horas. En casos muy graves: dos dosis
iniciales, con dos horas de intervalo; las siguientes dosis, con seis horas de
intervalo.
2. Inferiores a 5 años: 100 centímetros cúbicos para los de 4 años, 80 para los
de 3,60 para los de 2, y 40 para los de 1 año. El horario es el mismo que
para los anteriores.
3. Inferiores a un año: Dos cucharadas (30 centímetros cúbicos) a los de más
de seis meses, una cucharada muy llena (20 cm cúbicos) a los seis meses,
una cucharada (16 cm. cúbicos) a los de menos de seis meses. La
separación de estas dosis es de tres horas.
Las dosis que acabamos de mencionar se refieren a las fases agudas de la enfermedad.

Se les irá desplazando progresivamente, cada 8 horas, más tarde cada doce, a medida que el
enfermo mejore. Después de la curación aparente, es necesario continuar el tratamiento algunos
días, para que el enfermo no se exponga a recaídas.

Tratándose de los HALÓGENOS JULIÁ-4H, se señala como dosis preventiva o de conservación una
cu-charadita de las de café (5 c.c.) cada día, mezclada con dos dedos de agua natural, mineral,
sifón o gaseosa, que se tomará antes o después de una comida, sea la que sea.

Pero, cuando se trata de atacar en su fase aguda, los adultos y niños de más de 5 años deberán
tomar dos cucharaditas cada 6 horas; en casos muy graves, 2 cucharaditas iniciales, y a las dos
horas otras 2; las siguientes dosis, con seis horas de intervalo.

Repetimos que la sal magnésica más recomendada de los médicos es el cloruro. Sin embargo, a
algunos les resultará molesta de tomar. En primer lugar por ser amarga; con todo, a la larga uno se
acostumbra y ya nota menos el amargor. Otra propiedad del cloruro magnésico es la de ser
bastante laxante y, para algunos, poco menos que purgante.

Con todo, este efecto suele ser más pronunciado en los primeros días; después, el cuerpo ya se
habitúa y se regularizan las evacuaciones. A los tales, les convendrá ingerir el cloruro magnésico,
no en ayunas, sino poco después de la comida, pues entonces el efecto laxante es menos
pronunciado. En cambio, en las personas que padecen de estreñimiento, el cloruro de magnesio
resulta un excelente regularizador de las evacuaciones.

A las personas que no pueden tomar cloruro magnésico por resultarles demasiado laxante, les
convendrá ingerir el magnesio en forma de carbonato, de la manera que luego se explica.

El carbonato de magnesio, por ser insoluble en el agua, no es directamente asimilable por el


organismo; pero sí lo es indirectamente, por convertirse en cloruro dentro del estómago, gracias al
ácido clorhídrico que de ordinario contiene el jugo gástrico.

Para las personas, pues, que por padecer de hiperclorhidria (exceso de ácido) suelen tomar
bicarbonato de sodio, el carbonato de magnesio resulta ser un excelente neutralizador de la acidez
para calmar el dolor de estómago, sin los inconvenientes del bicarbonato, que suele ser
desaconsejado por los médicos; porque, si bien de momento quita el dolor, fomenta la causa de la
acidez y, por consiguiente, el que se vaya reproduciendo con más intensidad en adelante.

En cambio, a las personas que padecen de hipoclorhidria (falta de acidez) no es aconsejable que
diariamente ingieran este neutralizador, que es el carbonato de magnesio.

El sulfato de magnesio conviene más a las personas que padecen del hígado, dado que
precisamente los sulfates suelen recetarse para este género de dolencia.

Se dirá, ¿no ha salido últimamente otro producto que hace en el organismo humano lo mismo y tal
vez más que las sales de magnesio, la jalea real?

Así, por lo menos, se anuncia, si bien no parece que tenga carácter de tanta universalidad como las
sales de magnesio. Una diferencia grande hay entre ambos productos y es lo referente al precio:
Cada cajita de jalea real viene a costar unas 500 pesetas, y cada toma, de 30 a 35 pesetas; en
cambio, el precio del cloruro de magnesio, cuando menos en Barcelona, es de 10 pesetas el frasco
de 100 gramos, comprado en droguería; el precio del sulfato es por el estilo, y un kilo de carbonato
de magnesio a granel cuesta sólo 25 pesetas comprado en droguerías.

Todavía debemos hacer resaltar entre los preparados magnesianos, citados en el decurso de esta
obra (DELBIASE, HAL-MAGNOL, MAGNOGENE, LIDATINE...), los llamados HALÓGENOS JULIA-
4H, de Villanueva y Geltrú (Barcelona), definidos como «estimulante biológico general, a la vez que
sustancia plástica, base de toda célula».

En el prospecto de este preparado farmacéutico se señalan unas orientaciones, con respecto a su


uso, que conviene tengan presentes cuantos toman sales de magnesio, sea en forma de cloruro, de
carbonato o de sulfato, sea en cualquiera de los preparados farmacéuticos que se acaban de citar.
1. Después de los 40 años, este alimento o medicina es conveniente tomarlo
todos los días sin interrupción, a pesar de que parezca hallarse el individuo
orgánicamente perfecto. De esta necesidad se habrá dado cuenta el lector
por lo que precedentemente se ha expuesto.
2. Naturalmente que su uso no crea hábito; puede dejarse en cualquier
momento, sin perjuicio orgánico; pero, al abandonarla, queda el sujeto sin la
protección hasta entonces conseguida.
3. Esta medicación es compatible con cualquier otra que se pueda hacer, y no
hay que suspenderla, aunque se vayan a tomar otros medicamentos.
4. No crea el que tome sales magnésicas que quedará exento de dolencias y
contratiempos; habrá enfermedades y trastornos entre los consumidores;
pero buena parte de ellas, y no despreciable, serán atenuadas y muchas
eliminadas.
Regresar al Índice
APÉNDICE II
CONTENIDO DE MAGNESIO Y DE CALCIO EN LOS PRINCIPALES
ALIMENTOS
A continuación presentamos una lista, bastante completa, del contenido de magnesio de un gran
número de alimentos, de origen animal y, sobre todo, de origen vegetal, y para que esta información
sea más completa, hemos añadido el contenido de calcio de los mismos alimentos, ya que este
elemento es necesario también para el organismo humano, tanto o más que el magnesio.

La diferencia que hay entre el uno y el otro estriba en que, modernamente, los vegetales suelen
contener el calcio requerido para su buen desarrollo, porque si las tierras no lo tienen se les añade
en forma de abonos o de enmiendas, al paso que los vegetales y también los animales que se
alimentan de aquéllos, suelen ser deficitarios de magnesio, puesto que las tierras lo tienen en gran
parte agotado por los cultivos sucesivos, y entre los agricultores no ha entrado hasta ahora, si no es
con raras excepciones, el abonado con compuestos magnesianos, como se hace con los de fósforo,
nitrógeno y potasio.

El contenido de magnesio que se señala en la lista que a continuación presentamos se refiere al


que suelen tener los vegetales que se han desarrollado en tierras dotadas de suficiente magnesio.

Pero debemos advertir que, de hecho, muchas veces no se aprovecha este magnesio de los
alimentos, por cuanto, al prepararlos, se deja perder miserablemente.

En efecto: la mayor parte de las materias minerales y también de las vitaminas de los vegetales se
hallan en las frutas y, muy particularmente, en las verduras; por lo cual es una mala costumbre,
reprobada con razón por los higienistas y dietéticos, desechar el agua de cocción de las mismas,
porque en ellas están disueltas las materias minerales y las vitaminas, y así se desperdicia lo que
más conviene para evitar la desmineralización del organismo.

Por lo tanto - y así lo recomienda el doctor V. L. Ferrándiz - se ha de aprovechar, para confeccionar


sopas, el caldo resultante de la cocción de las verduras, y no tirarlo al fregadero, como
frecuentemente se hace.

Esta inveterada y mala costumbre tiene en algunos casos su justificación, y es cuando el caldo
resultante ofrece gusto desagradable, como sucede al cocer garbanzos secos y judías tiernas; pero,
en otros casos, no hay nada que lo justifique, si no es la rutina, como, por ejemplo, tratándose del
caldo resultante de hervir las patatas y las judías secas, pues ambos caldos, además de ser muy
sustanciosos, porque contienen la mayor parte de las materias minerales y las vitaminas de los
respectivos vegetales, dan lugar a sopas de gusto delicioso para la mayoría de paladares.

Los valores de magnesio y calcio se dan en miligramos de óxido, es decir, de magnesia (MgO) y de
cal (CaO) por 100 gramos de sustancia.

El orden escogido es el de porcentaje de magnesia.


Regresar al Índice

APÉNDICE III
PRINCIPALES DOLENCIAS PARA LAS QUE SE RECOMIENDA EL
EMPLEO DE SALES DE MAGNESIO
Con objeto de que, cuantos se sienten aquejados de alguna dolencia puedan saber inmediatamente
si en este libro se citan autoridades médicas que recomiendan las sales de magnesio para alivio de
su mal o si efectivamente se han dado casos que lo han prevenido, aliviado o curado, nos ha
parecido poner en este apéndice un catálogo de las dolencias que en él se citan. Y al hacer esto,
mucho nos tememos que alguno de los lectores tilde, despectivamente, de Panacea a las sales de
magnesio.

Si hubiese alguno que así procediese, le diríamos que efectivamente las sales de magnesio pueden
llamarse panacea - y no en sentido despectivo—, por cuanto es un hecho bien comprobado que a
su falta se deben muchas enfermedades que desaparecen con la ingestión de cloruro de magnesio
o de otra sal magnésica.

Precisamente en farmacia, desde tiempo antiguo, se llama «panacea inglesa» - y no ciertamente en


tono despectivo - el carbonato de magnesio mezclado con carbonato de calcio.

He aquí, pues, la serie de dolencias que se citan en el libro, con indicación de la página o páginas
en que esto se hace:
Aborto de los caballos y bovinos (El Mg previene
el), 96.
Adenitis (El Mg cura la), 61, 64.
Aftosa (El Mg cura la fiebre), 96.
Agotamiento intelectual (El Mg desvanece el), 12.
Alimento (El Mg es considerado como), 53.
Anginas diftéricas (El Mg cura las), 62, 64.
Antrax (El Mg cura el), 60.
Arterias (El Mg da elasticidad a las), 56.
Arterioesclerosis (El Mg evita la), 56.
Artrosis (El Mg cura la), 10.
Asma (El Mg suaviza el), 59.
Atrofia muscular (El Mg hace desaparecer la), 60.

Bactericida del magnesio (Acción), 43.


Biliar (El Mg favorece la evacuación), 46.
Bioquímica vegetal (Papel del Mg en la), 104-108.
Bronconeumonía (El Mg evita y cura la), 57, 58.
Bronquitis (El Mg reduce la), 59.

Calcio patológico (El Mg elimina el), 56.


Cáncer (El Mg preventivo del), 46, 69-77.
Cicatrización de úlceras por el Mg, 42.
Citofiláctico (Método), 45, 49.
Citofilaxia del magnesio, 62, 68.
Cloroformo (El Mg cura las intoxicaciones del), 53,

Desequilibrio mineral (El Mg remedia el), 22.


Desodorante (El Mg como), 52.
Difteria (El Mg cura la), 60-68.
Digestivos (El Mg modera los desórdenes), 50.
Enfisema (El Mg reduce el), 58.
Enteritis del ganado (El Mg cura la), 91, 96.
Equilibrio mineral (El Mg contribuye al), 30-38.
Erisipela (El Mg cura rápidamente la), 60.
Escarlatina (El Mg cura rápidamente la), 60.
Euforia (El Mg produce), 49.
Eczema (El Mg cura el), 60.

Fagocitario (El Mg aumenta el poder), 43, 48, 49.


Fatiga (El Mg alivia la), 49.
Fiebre aftosa (El Mg cura la), 95.
Forúnculo (El Mg se opone a la evolución del), 60.
Fósforo en las plantas (El Mg asimilador del), 108-
111.

Gastroenteritis de los gatos (El Mg cura la), 95.


Gripe (El Mg previene la), 57, 58.

Hemorroides (El Mg cura las), 11.


Hiperclorhidria (El C03Mg modera la), 50.
Hipertensión (El Mg previene y rebaja la), 55.
Hipertrofia prostática (El Mg detiene la), 54.

Infección intestinal crónica (El Mg cura una), 12.


Infecciosas (El Mg cura las enfermedades), 56.
Inmunidad natural (El Mg confiere), 23.
Intestinales (El Mg suprime perturbaciones), 50.
Intoxicación alimenticia (El Mg cura la), 59.

Juventud (El Mg alarga la), 50.

Laxante (El Mg es un excelente), 12.


Leucoplasias (El Mg cura las), 69-70.

Magnesio virtudes curativas (Posee el), 9-20.


Mal de piedra (El Mg alivia el), 51.
Mamitis crónicas (El Mg. cura las), 70, 88.
Meteorismo del ganado (El Mg evita el), 91.

Narcóticos en los animales (El Mg da resistencia a


los), 93, 94.
Neumonía (El Mg cura la), 58.

Olivo (El Mg suprime la cosecha alternativa del),


113.
Ostiomielitis (El Mg cura rápidamente la), 61.

Panacea de todos los males? (¿Es el Mg), 47.


Parálisis (El Mg hace desaparecer una), 60.
Paratiroidea (El Mg determina la fijación de la), 39.
Peste aviar (El Mg da resistencia contra la), 94.
Piel (El Mg cura los picores de la), 51.
Poliomielitis (El Mg cura la), 60.
Próstata (El Mg previene y cura la), 13, 54.

Rejuvenecimiento por el magnesio, 50.


Reuma (El Mg hace desaparecer el), 12, 55.
Sabañones (El Mg cura y previene los), 52.
Sarampión (El Mg cura rápidamente el), 61.
Sugestión? (¿El Mg obra por), 13-20.

Temblor senil (El Mg cura el), 11, 54, 55.


Terapéutica humana (El Mg en la), 38, 42.
Tifus de las aves (El Mg previene el), 95.
Tonifica (El Mg), 50.
Tosferina (El Mg cura y previene la), 59.

Usagre de los caballos (El Mg cura la), 96.

Vejez (El Mg aleja la), 50.


Virucida del magnesio (Acción), 43.
Regresar al Índice

APÉNDICE IV
BIBLIOGRAFÍA
Para cuantos quieran estudiar algo más a fondo las virtudes curativas del magnesio y su acción
sobre los animales y las plantas, nos ha parecido bien añadir un cuarto apéndice dedicado a
bibliografía sobre estas cuestiones.

Sin pretender, ni mucho menos, haber agotado la materia, podemos ofrecer a nuestros lectores una
lista de libros y artículos de revista acerca de los efectos salutíferos del magnesio.
ADELANTADO (L.) : Fertilizantes magnesianos. («Revista Industrial y Fabril, abril
1953, pág. 210, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo 1950, pág.
172, Madrid).
ANÓNIMO: El magnesio regulador del calcio, fósforo y halógenos en el organismo
de ciertas especies de plantas. («Ion», noviembre 1946, Madrid.
ANÓNIMO: El magnesio y el calcio. («El Monitor de la Farmacia, 20 mayo 1947,
pág. 193, Madrid.)
ANÓNIMO: Sales de magnesio y manganeso en el crecimiento del trigo. («El
Cultivador Moderno», agosto 1954, pág. 302, Barcelona.)
ANÓNIMO: Virtudes curativas del magnesio. («Ibérica», volumen, 20, 1954-II, pág.
252, Barcelona.)
BLAS (L.): El magnesio como abono. («Ion», marzo 1949, pág. 137, Madrid.)
BOYTON Y CAÍN: El magnesio en la manzana. («Ion», febrero 1941, pág. 106,
Madrid.
CAMP (A. F.): El magnesio en la fertilización del limón en Florida. («Ion», marzo
1947, pág. 193, Madrid.)
CANALS (E.): Du role physiologique du magnesium chez les végétaux. 134 págs.
Montpellier, Roumegous et Déhan, 1920.
CID (F. A.): Una página sobre el profesor Delbet, investigador del cáncer. («Ibérica»,
vol. 21, 1955-I, pág. 26, Barcelona.)
CID (F. A.: Los oligoelementos son catalizadores de nuestras funciones vitales.
(«Ibérica», vol. 21, 1955-I, pág. 104, Barcelona.)
COOPER (E. H.): Factores que modifican la asimilabilidad del magnesio en el suelo.
DELBET (P.): Acción frenadora del cloruro de magnesio en la multiplicación de las
células alípicas, en el desarrollo anárquico. («Academia Francesa de Medicina»,
París, 1.° de mayo de 1932.
DELBET (P.): El cloruro de magnesio favorece la evacuación biliar y mejora la
digestión. («Academia Francesa de Medicina, París, 1.° de mayo de 1936.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo las plantas y la necesidad de
magnesio. («Ion», noviembre 1946, pág. 619, Madrid.)
EISENMENGER (W. S.): Relación entre el desarrollo de de las plantas en los
cultivos de sementera y la necesidad del magnesio. («Ion», febrero 1947, pág. 105,
Madrid.)
FAVIVE (J.): Equilibre mineral et Santé. 403 págs. París, Librairie «Le François»
(Boulevard Saint-Germain, 91), 1951.
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio fulminante vital. «Ibérica», vol. 11, 1950-I,
pág. 100, Barcelona.)
GOYTISOLO (José M.a): El magnesio y el calcio en el metabolismo vital. (Ibérica»,
vol. 14, 1951-II, pág. 32, Barcelona.)
JOHNSTON (F. B.): El magnesio en la producción de cosechas. («Ion», marzo
1950, pág. 172, Madrid.)
KRAUSE (M.): Magnesio para el diagnóstico diferencial de las enfermedades
agudas. (Arzt. Weschr.», 9, 283, 1954.) En este trabajo se habla de la sedación de
los espasmos viscerales abdominales, pero no de los procesos inflamatorios, con
respecto al tiosulfato de magnesio.
MANZANAL, S. I. (Francisco): ¿Qué se entiende por equilibrio mineral? («Ibérica,
vol. 19, 1954-I, pág. 302, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un agricultor. («Ibérica»,
vol. 19, 1954, pág. 314, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral del hombre. («Ibérica», vol. 19,
1954-I, pág. 387, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El equilibrio mineral visto por un granjero
norteamericano. («Ibérica, vol. 19, pág. 425, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Multitud de efectos curativos del cloruro de
magnesio. («Ibérica», vol. 19 pág. 462, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): El magnesio y el cáncer. («Ibérica», vol. 20, 1954-I,
pág. 28, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Deficiencia de magnesio en la alimentación actual de
los pueblos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, página 68, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de la difteria. («Ibérica», vol.
20, 1954, pág. 105, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco): Terapéutica magnesiana de las enfermedades
infecciosas. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 146, Barcelona.)
MANZANAL, S. I. (Francisco: Las enfermedades infecciosas de los animales
domésticos. («Ibérica», vol. 20, 1954-II, pág. 187, Barcelona.)
MC INTIRE, SHAW y YOUNG: Empleo de silicatos magnésicos en el abonado de
tierras. («Ion, mayo 1953, pág. 280, Madrid.)
MC MURTREY: Efectos del magnesio sobre el crecimiento y composición del
tabaco. («Ion, marzo 1947, página 193, Madrid.)
MATONS (A.) y ROSELL-VITA (M.): Magnesio. («Diccionario de Agricultura,
Zootecnia y Veterinaria», vol. II, pág. 506, Salvat Editores, Barcelona.)
NEVEU (Dr.: El tratamiento de la poliomielitis por el cloruro de magnesio. (Revista
«L.Ouest medical», Francia, 10 noviembre 1951.)
PALIOS (Dr.) De la resistencia general conferida al organismo por las sales de
magnesio. («Academia Francesa de Medicina», París, 25 de mayo de 1940.)
PEVEN (Dr.): Traitement cytophylactique des moladles infectieuses par le chlorure
de magnésium. A propósito de este libro ha escrito el Dr. A. L.: «Se puede afirmar
que este mineral (el magnesio) protege contra toda infección y ciertamente abrevia
siempre la convalecencia reduciendo la astenia tan molesta.»
PRIECH (J.) y CONSTANT (J. P.), dan cuenta de los resultados favorables
obtenidos por el glutanato de magnesio en sujetos afectados de «petit mal»
epiléptico y en niños deficientes mentales. Con este tratamiento - añaden -
disminuye la frecuencia de las crisis mentales, se normaliza el comportamiento, se
eleva el coeficiente intelectual y se mejora el estado somático. («Medicamenta»,
número 265, pág. 45, 15 mayo 1955.)
PUIG, S. I. (L): .Posee el magnesio virtudes curativas? («Ibérica», vol. 26, 1957-II,
pág. 95, Barcelona.)
PUIG, S. I. (I.): El magnesio en zootecnia. («Ibérica», vol. 26, 1957-II, pág. 135,
Barcelona.)
RIBAS MARQUES (I.): Los bioelementos del pescado. («Ion», octubre 1944, pág.
603, Madrid.)
ROCASOLANO (C): La cal y la magnesia en fruticultura. («El Cultivador Moderno»,
noviembre 1956, página 118, Barcelona.)
SCHLIEPHAKE (E.): Empleo de preparados de magnesio en trastornos
circulatorios. («Deustch. Med. Wschr.», 77, 1508, 1952). En este artículo se dice
estar indicadas las combinaciones de tiosulfato y nicotina-to de magnesio en
inyecciones intramusculares o intravenosas en varias afecciones y trastornos
circulatorios.
SUÁREZ-GARCÍA (B.): El magnesio en agricultura («Ibérica, volumen 25, 1957-I,
pág. 343, Barcelona.)
SYMPOSIUM OF THE AMERICAN CHEMICAL SOCIETY: El contenido en
magnesio de los fertilizantes. «Ion», febrero 1947, página 105, Madrid.) TRIGO
MEZQUITA (A.): Importancia del magnesio en la vida de las plantas. («Ibérica», vol.
3, 1946-I, pág. 39, Barcelona.)
TROUG (E.), GOATES Y BERGER (K. C): Relación magnesio/fósforo en la nutrición
de las plantas. («Ion», marzo 1947, página 193, Madrid.)
VIDAL FREIRE (A.): Catión magnesio en la terapéutica. (La Prensa médica
argentina, XLII, 3.075, 1955.) En este trabajo se dice ser el magnesio muy
importante para la vida, por cuanto desempeña en ella un decisivo papel en los
procesos de síntesis y oxidación del organismo, y da cuenta de los alentadores
resultados de su empleo.
VITORIA, S. I. (E.): Los elementos químicos y su olio-godinamia en los seres vivos.
(«Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona», vol., XVIII,
núm. 4, 1946.)
Regresar al Índice

El Cloruro de Magnesio produce los siguientes


beneficios:
o Aporta equilibrio mental ya que ayuda a vitalizar las funciones cerebrales y la
transmisión de impulsos nerviosos.
o Es un excelente purificante sanguíneo, por lo que ayuda en prácticamente
todas las enfermedades, ya que al tener una sangre limpia las enfermedades no
pueden tener lugar ya que el ph sanguíneo se equilibra.
o Es un perfecto estimulante de órganos, activa y vitaliza sus funciones,
como en el caso de las funciones renales, donde el cloruro de magnesio actúa
para eliminar el ácido que se acumula en los riñones.
o Ayuda a curar artrosis por descalcificación.
o Ayuda en el proceso de actividad neuromuscular, vigoriza los impulsos
nerviosos, equilibrando el mecanismo de contracción y relajación muscular,
fortalece los músculos y les ayuda a su buen mantenimiento y desarrollo.
o Preventivo de fatiga y/o cansancio muscular, ayuda a evitar calambres y a
curar lesiones musculares, por lo que va de maravilla en deportistas o personas
con alto rendimiento físico.
o Es necesario para que las funciones del corazón (cardiovasculares) tengan un
óptimo desempeño.
o Muy útil para tratar casos de irritabilidad muscular como el tétanos, epilepsia,
etc.
o Combate niveles altos del colesterol, ayudando a eliminar el colesterol
nocivo.
o Es un complemento ideal para una mejor nutrición, ayudando a obtener
energía, combatiendo la depresión, los mareos y es un poderoso remedio
para combatir estrés.
o Este mineral tiene una tarea básica y primordial en la regulación de la
temperatura del cuerpo.
o Participa en la formación de huesos firmes.
o Ayuda al metabolismo de proteínas y carbohidratos.
o Ayuda en la prevención de hemorroides, cura intestinos, ayuda en casos
de divertículos, colitis, estreñimiento (es un excelente laxante) etc.
o Previene problemas en la próstata y ayuda a curarlos.
o Previene gripe, catarros, fiebres, infecciones, obesidad, colesterol,
triglicéridos, arterioesclerosis, problemas de riñones y hasta el cáncer o
tumores.
o Ayuda a postergar la juventud, llenando de vitalidad el cuerpo y ayudando
en la regeneración celular de calidad.
o Ayuda a curar complicaciones de la columna, ya que barre el calcio donde no
debe acumularse y lo alija en donde si, por lo que incluso puede curar dolores de
espalda, todo tipo de complicaciones articulares, incluso ayuda a los paralíticos
a poder caminar si su caso es problema de huesos y articulaciones.
o Evita debe, por lo que ayuda y previene sabañones.
¿Dónde conseguir el cloruro de magnesio?
Lo puedes encontrar en tiendas de nutrición o naturistas, o donde venden complementos
dietéticos. Probablemente el mejor sitio para sea este para comprar Cloruro de
Magnesio. Procura siempre que el producto sea de una marca reconocida, certificada o
recomendada por expertos. Otra forma de incluir magnesio en el cuerpo es comiendo alimentos
ricos en fibras, como los alimentos integrales, el arroz integral, el brócoli, los
vegetales de hoja verde oscura, los granos integrales en general, etc. asi
como en frutos secos y oleaginosas.
¿Qué dosis tomar?
Las dosis dependen del problema que se tenga o de la edad. Por lo general se recomienda
tomar de una a dos cucharadas de cloruro de magnesio al dia, despues de los 35 años, antes
de los 35 años solo media cucharada, y si es para curar alguna afección puedes consultar
nuestro enlace de tratamientos con cloruro de magnesio para tratar diferentes problemas de
salud con cloruro de magnesio (ver enlace al pie del articulo).

Nota general: recuerda siempre que sigas un tratamiento curativo con suplementos dieteticos no
descuidar tu dieta, lo mejor es que siempre evites azucares y harinas refiadas (pan blanco,
refrescos, jugo senlatados, caramelos y dulces, pasteles, pastas refinadas, etc.), el consumo de
carnes rojas y la leche de vaca, ya que estos productos incrementan la circulacion de toxinas en
el cuerpo y no son beneficiosas para un organismo deteriorado o enfermo. Lo mejor en un
tratamiento curativo son los vegetales crudos y al vapor, y beber al menos dos litros de agua al
dia e infusiones según lo que se desee sanar.

El magnesio interviene en la formación de todos los tejidos, incluidos los del


esqueleto. En la formación de anticuerpos, enzimas y hormonas. En la
relajación muscular incluso en el ritmo cardíaco y también en el trabajo mental.

Estados carentes de magnesio, (embarazo, lactancia, pubertad y vejez).


También ansiedad.

Indispensable para mantener un buen estado y reparar el desgaste de los


cartílagos, tendones y huesos. También para suplementar las dietas pobres en
este elemento.

El magnesio produce el equilibrio mineral, reanima los órganos en sus funciones


(catalizadoras) como los riñones para eliminar el ácido urico, en la artrosis.
descalcifica hasta la fina membrana en las articulaciones y las esclerosis
calcificada para evitar infartos, purificando la sangre, vitaliza el cerebro,
devuelve y conserva la juventud hasta edad avanzada.

EL CLORURO DE MAGNESIO ALIVIA Y PREVIENE ESTOS Y OTROS


PADESIEMIENTOS:

- Artosis debida al ácido úrico.


- Desaparece el temblor seni.
- Prostata.
- Hemorroides.
- Gripe.
- Evita la obesidad.
- Previene el cancer.
- Evita la arteriosclerosis.
- Artritis riumatoide.
- Modera los trastornos digestivos.
- Rduce la bronquitis.
- Calculos renales.
- Desparece la reuma.
- Es un ecxelente laxante.
- Menopausia.
- Migraña.
- Enfermedades del corazon.
- Hipertención.
- Asma.
- Fatiga cronica
- Estreñimineto
- Etc.

Desempeña un importante papel como coenzima en la elaboración de las


proteinas.

Entre otras cosas, este mineral resulta clave para: la correcta transmisión de
los impulsos nerviosos, el trabajo de los músculos, regular la permeabilidad
celular, el desarrollo de la estructura ósea (en su ausencia, el calcio no se
asimila), la producción de enzimas, la replicación del adn y evitar que las
células se sobreexciten ante la presencia de las hormonas generadas por el
estrés. en esta última situación, el organismo acude a las reservas de magnesio
(depositadas en la estructura ósea), transportándolas al flujo sanguíneo. luego
de cumplir su función, el mineral es excretado del cuerpo, magnificándose este
drenaje ante la prolongada exposición a situaciones estresantes.

MODO DE PREPARAR:

disolver en una jarra 100 gramos de cloruro de magnesio en 3 litros, o 50 grs


para 1 litro 1/2 de agua hervida, fría; después de mezclada con una cuchra de
madera (no utilizar elementos plasticos ni metalicos), colocar en un recipiente
de vidrio, (no en plástico o aluminio) y tomar las siguiente dosis:

De los 40 a los 55 años: . . . . . MEDIA DOSIS.

De los 55 a los 70 años: . . . . . UNA DOSIS DE MAÑANA.

De los 70 a los 100 años:. . . . . UNA DOSIS DE MAÑANA Y OTRA POR LA


NOCHE.

La importancia del cloruro de magnesio es que no crea hábito, pero el dejar de


condsumirlo, uno pierde su proteccion.

El cloruro de magnesio o MgCl2 es un compuesto iónico a base de cloro,


cargado negativamente, y magnesio, cargado positivamente. Es un ácido débil
de Lewis; el hexahidrato, cuando se calienta, puede experimentar una hidrólisis
parcial. El cloruro de magnesio puede extraerse de salmueras o del agua de
mar y es una gran fuente magnesio, obtenido por electrólisis.

Este metal ligero es muy abundante en la naturaleza y juega un papel muy


importante en nuestro organismo, ya que participa en cerca de 300 reacciones
bioquímicas que tienen lugar en el cuerpo humano. El magnesio dietético es
absorbido por el intestino delgado y el sobrante es expulsado por vía renal. De
todo el magnesio presente en el cuerpo, tan sólo un 1% se encuentra en el
torrente sanguíneo, mientras que más del 50% se acumula en la masa ósea y
casi todo el resto en la musculatura. El magnesio actúa de catalizador en
muchos procesos biológicos y dado que es un mineral intracelular como el
potasio, cumple funciones muy diversas que afectan a casi todos nuestros
órganos. Es el cuarto mineral más abundante en el cuerpo humano y en total
hay de 20 a 28 gramos de magnesio en un organismo normal.

EL MAGNESIO EN LA DIETÉTICA

El magnesio juega un papel primordial en la fotosíntesis de la clorofila, por lo


que es relativamente abundante en los vegetales de hoja verde (las espinacas,
las que más). Algunos cereales (integrales; los descascarillados no contienen
magnesio), ciertas legumbres y muchos frutos secos (especialmente las
almendras) son fuentes importantes de magnesio. Otra fuente, que
habitualmente se pasa por alto, es el agua de grifo, en la cual la cantidad de
magnesio puede variar mucho de un lugar a otro. El consumo cada vez más
frecuente de aguas de mineralización débil (de manantial) ha hecho que se
redujera de forma significativa la aportación de magnesio por esta via.

DEFICIENCIAS DE MAGNESIO

Dado que es un elemento relativamente abundante en muchos alimentos


corrientes (incluyendo el agua), no debería ser una deficiencia demasiado
común. Sin embargo, el consumo excesivo de harinas refinadas, la falta de
ingestión de vegetales verdes y, en suma, una dieta desordenada pueden
causar una carencia de magnesio. A estos malos hábitos alimentarios han de
sumarse ciertas medicaciones (especialmente los diuréticos) y algunas
enfermedades (las diarreas y los vómitos frecuentes, por ejemplo) que pueden
provocar una mala o nula absorción del magnesio. La sintomatología asociada
con la deficiencia de magnesio es muy variada, como corresponde a un
oligoelemento presente en procesos biológicos tan variados e incluye
irritabilidad, cambios de personalidad, espasmos musculares, arritmia cardíaca,
falta de apetito, hipocalcemia (falta de calcio en la sangre), etc.

LOS SUPLEMENTOS DE MAGNESIO

Los pacientes que sufren de determinadas enfermedades pueden beneficiarse


de un suplemento de magnesio. Entre ellas figuran los diabéticos, las personas
con diarreas crónicas y, en general, las personas de edad avanzada, en las
cuales la excreción renal del magnesio aumenta considerablemente. Además, se
ha comprobado que una deficiencia, siquiera débil, de magnesio aumenta el
riesgo de enfermedades vasculares, especialmente en los diabéticos
insulinodependientes. También se ha observado una correlación entre la
osteoporosis postmenopaúsica y la falta de magnesio, ya que el este mineral
juega un papel importante en la absorción del calcio por los huesos.

Una dieta rica en magnesio puede ser suficiente en la mayoría de los casos para
restituir el equilibrio orgánico. Para casos más graves, es necesaria un
suplemento adicional. Como otros minerales, el magnesio en estado puro no
puede ser absorbido por el organismo y necesita estar unido a otra substancia.
Los distintos productos que se encuentran en el mercado (óxido de magnesio,
carbonato de magnesio, lactato de magnesio, cloruro de magnesio, etc) tienen
cada uno de ellos cantidades muy variables de magnesio esencial, aunque el
cloruro de magnesio es el de más fácil absorción por el intestino.
Uno de los efectos más comunes del magnesio tomado por vía oral es que
incrementa la motilidad intestinal. Por este motivo, el cloruro de magnesio es
empleado habitualmente como laxante. Tanto si se utiliza como laxante o como
suplemento mineral, hay multitud de preparados en el mercado, con muchas
presentaciones diferentes (en polvo, pastillas, saborizados, vitaminados, etc)

CONTRAINDICACIONES

El magnesio no es tóxico y, por consiguiente, su uso es bastante seguro,


independientemente de la finalidad que se le dé. Su ingesta puede
acompañarse de dolores abdominales y diarreas. Está contraindicado para
personas con insuficiencias renales, que sólo deben consumirlo bajo estricta
supervisión médica, ya que si el riñón no puede eliminar el magnesio sobrante,
aumenta el riesgo de toxicidad. La hipermagnesemia (exceso de magnesio en la
sangre) suele ir asociada al consumo excesivo de laxantes y antiácidos. Sus
síntomas son parecidos a los de la hipomagnesemia; básicamente, cambios de
personalidad, respiración dificultosa y arritmia cardíaca. No es una patología
frecuente.

AVISO: La información contenida en esta web tiene carácter meramente


informativo y no puede ser considerada como sustitutiva de la prescripción,
diagnóstico o tratamiento médico. Si tiene cualquier enfermedad o dolencia le
recomendamos que consulte con un profesional de la salud. Los productos de
esta web no son medicamentos y su cometido no es sustituir ningún
tratamiento médico convencional. y en todo caso consultar siempre con su
profesional de la salud.(siendo su función meramente informativa),
LABORATORIOS NIAGARA en ningún caso referentes a esta pagina web
considera como recomendaciones de tratamientos.

TESTIMONIOS
Al cumplir los 32 años de edad, me detectaron artritis riumatoide y empecé a
ver que mis manos empezaban a no tener movimiento normal, ya que el dedo
índice medio se torno un poco rígido, con dolor e hinchazón y no podía moverlo,
posteriormente las cervicales me impedían agachar la cabeza ya que también
había dolor e hinchazón, después empecé con las articulaciones de hombros,
brazos, dolor de codos, muñecas hinchadas rodillas, y el caminar ya no podía,
eran temperaturas internas en las noches que me despertaban del dolor, era
tanto el dolor de mis manos y cuerpo que no podía siquiera taparme con la
cobija y mucho menos tener descanso, aun los medicamentos no quitaban el
fuerte dolor solo miniminizaban un poco, solo esperaba que pasara la noche
para ver el sol del día y poder dejar que mi cuerpo se descinchara y recuperara
otra vez las articulaciones para poder moverme, después de algunos meses
dándole gracias a Dios por que llego a mis manos un complemento llamado
Cloruro de Magnesio el cual me dejo sentir desde el primer momento un cambio
radical en mis articulaciones y con disciplina y constancia ahora puedo testificar
que soy una persona con una vida normal, claro que con limitaciones ya que mi
cuerpo no quedo al 100% pero puedo hacer una vida mejor y muy feliz y ver la
vida de diferente manera, gracias primeramente a mi Dios que es incomparable
y no hay nadie como El, y a mi amado novio, y ahora esposo Fernando ya que
el estuvo el los peores momentos de mi enfermedad. Gracias por tomarte la
molestia de leer este mensaje y espero pueda ayudarte y que puedas facilitarlo
a alguien que si lo necesite.

El cloruro de magnesio consiste en un compuesto químico el cual se encuentra


constituido porcloro y magnesio. Aunque se trate de un compuesto que en realidad
posee una amplia variedad de aplicaciones en la industria, se convierte en un
compuesto excelente para nuestra salud, en tanto en cuanto cumple con una serie
de funciones importantísimas en el organismo.

De hecho, ¿sabías que muchas enfermedades aparecen como consecuencia de la


carencia en nuestra alimentación diaria de cloruro de magnesio? También influye la
ausencia de cantidades adecuadas, de manera que nuestro propio organismo no es
capaz de aprovecharlo del todo.
Precisamente son las propiedades del cloruro de magnesio las que determinan que
se trate de un compuesto que no podría faltar en una alimentación variada y equilibrada.
Pero como ocurre con cualquier otro principio activo, debemos tener en cuenta que
presenta una serie decontraindicaciones determinadas.

Los beneficios del cloruro de magnesio


Excelente para una buena salud renal
El cloruro de magnesio es una opción natural excelente a la hora de activar y vitalizar
las distintas y diferentes funciones de los riñones, siendo especialmente adecuado
a la hora de estimular las funciones renales. Además, actúa positivamente para eliminar
el ácido que se acumula en estos órganos.

Contra la fatiga y el cansancio


Si desde hace un tiempo te sientes fatigado o muy cansado desde un punto de vista
muscular, el cloruro de magnesio es adecuado porque ayuda a curar las lesiones
musculares, a la vez que actúa como un excelente preventivo de la fatiga, el cansancio
muscular y los calambres.

Por ejemplo, su consumo regular resulta especialmente interesante para deportistas, y


para quienes llevan a cabo un alto rendimiento físico. También ayuda a fortalecer los
músculos, ayudándoles a su buen mantenimiento y correcto desarrollo.
Reduce el colesterol
En caso de colesterol elevado el cloruro de magnesio es útil para reducir los niveles
altos de colesterol LDL (también conocido como colesterol malo), sobre todo cuando
su consumo es regular.

Purificante de la sangre
El cloruro de magnesio es un buen purificante sanguíneo, ayudando a mantener
una sangre limpia, lo que a su vez es útil para equilibrar el pH de la sangre.

Equilibrio mental, bueno contra la depresión y la ansiedad


Dado que ayuda a vitalizar las diferentes funciones cerebrales, así como la
transmisión de los impulsos nerviosos, es excelente para aportar equilibrio mental. A
su vez, ayuda a combatir la depresión, el estrés y la ansiedad de forma totalmente
natural.

Bueno para los huesos y contra la artrosis


Mientras que ayuda a curar la artrosis causada por descalcificación, contribuye al
buen mantenimiento tanto de los huesos como de los dientes en condiciones normales,
participando de forma muy activa en la formación de huesos firmes y fuertes.

¿Cómo prepararlo y tomarlo?


Existen varias opciones a la hora de preparar y tomar el cloruro de magnesio.
Fundamentalmente porque en herbolarios y tiendas especializadas puedes adquirir el
cloruro de magnesio cristalizado para su preparación en casa, ya preparado, o bien
para su consumo en tabletas.

Te explicamos a continuación cómo prepararlo si optas por comprar cloruro de


magnesio cristalizado:

 Cómo preparar el cloruro de magnesio cristalizado: solo necesitas 30 gramos


de cloruro de magnesio cristalizado y 1 litro de agua. En un cazo hierve el litro de
agua, y cuando hierva apaga el fuego y deja que se enfríe un poco. Luego coloca el
agua en un envase de vidrio y disuelve el cloruro de magnesio cristalizado. Mezcla
bien, tapa y guarda.
 ¿Y cómo tomarlo?: se recomienda su consumo después de los 35 años,
aunque puede tomarse también antes. En caso de tener menos de esta edad se
aconseja tomar media cucharada de cloruro de magnesio. Mientras que, a partir de
los 35 años, se aconseja tomar entre una a dos cucharadas al día.

Contraindicaciones del cloruro de magnesio


Son varias las contraindicaciones presentadas por el cloruro de magnesio. Entre las
más importantes podemos mencionar sobre todo dos:
 Insuficiencia renal: a pesar de ser un principio activo bueno para el buen
funcionamiento de losriñones, dado que puede formar cálculos renales no se
aconseja en caso de insuficiencia renal.
 Diarrea: al ser un laxante natural no se recomienda su consumo en caso de
diarrea.
 Colitis: de la misma forma que no se aconseja el consumo de cloruro de
magnesio en caso de diarrea, tampoco se recomienda en caso de colitis.

18 Increíbles beneficios del cloruro de


magnesio
El cloruro de magnesio nos ayuda a combatir la depresión, los mareos y la fatiga. En caso
de tomar antibióticos, puede disminuir la efectividad de algunos de ellos
9455 COMPARTIDOS

72

El cloruro de magnesio funciona como un suplemento alimenticio lleno de beneficios


para la salud, que nos ayudan a mantener el cuerpo joven y vital, además de ayudarnos
a combatir y prevenir muchas infecciones. Este compuesto es realmente útil y
benéfico para todas las edades, aunque como todo principio activo, también tiene
algunas contraindicaciones importantes que se deben tener en cuenta.
El cloruro de magnesio está compuesto por cloro y magnesio, que aportan muchos
beneficios a la salud y la belleza. De hecho, este compuesto ha sido utilizado con
fines industriales, además de ser muy utilizado con fines medicinales. ¿Te gustaría
conocer los beneficios de cloruro de magnesio?

El Cloruro de Magnesio tiene los siguientes beneficios:


 Funciona como un excelente purificante de la sangre que ayuda a equilibrar
su pH. Gracias a este beneficio, el cloruro de magnesio nos ayuda a prevenir muchas
enfermedades.
 El cloruro de magnesio ayuda a eliminar el ácido que se acumula en los
riñones, promoviendo el funcionamiento y la salud renal.
 Estimula las funciones cerebrales y la transmisión de impulsos
nerviosos,contribuyendo de esta forma a tener un equilibrio mental.
 Es ideal para los deportistas o personas con alto rendimiento físico, ya que
ayuda a prevenir y combatir las lesiones musculares, calambres, fatiga y/o cansancio
muscular.

 Estimula el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, previniendo a


su vez las enfermedades del corazón.
 Ayuda a disolver los niveles de colesterol malo, estimulando la buena
circulación de la sangre y previniendo enfermedades.
 Es un poderoso remedio anti-estrés que también ayuda a combatir la
depresión, los mareos y la fatiga.

 Cumple un papel muy importante en la regulación de la temperatura del cuerpo.

 Previene problemas como las hemorroides, mejora la salud intestinal y ayuda


en casos como la colitis, estreñimiento, entre otros.

 Previene los problemas de la próstata y ayuda a combatirlos.

 Las investigaciones han encontrado que puede ayudar a prevenir y combatir


tumores cancerígenos.

 Fortalece el sistema inmunológico ,ayudando a prevenir y combatir los


resfriados, catarros e infecciones.
 Previene el envejecimiento prematuro, ya que aporta vitalidad al cuerpo y
promueve la regeneración celular.
 Es clave en la prevención de la osteoporosis ya que actúa como un fijador de
calcio en los huesos.

 El cloruro de magnesio previene la formación de cálculos renales, impidiendo


que el oxalato de calcio se acumule en ellos.

 Promueve la salud de la mujer, ya que disminuye los síntomas del síndrome


premenstrual y estimula la regulación hormonal.

 Combate los radicales libres evitando la formación de tumores y verrugas.

 El cloruro de magnesio promueve la limpieza de las arterias, previniendo a su


vez la arteriosclerosis.

Contraindicaciones del cloruro de magnesio


Aunque el cloruro de magnesio está lleno de muchos beneficios para la salud, cabe
aclarar que para algunos casos está contraindicado y es mejor no consumirlo o
consultar previamente al médico.

 Está contraindicado para las personas que sufren de diarrea, pues tiene un
efecto laxante.
 Se debe evitar en personas con enfermedades renales, especialmente si se
padece de insuficiencia renal.
 No se debe consumir cuando se padece de colitis ulcerosa, pues puede
agudizar las diarreas.
 En caso de tomar antibióticos, el cloruro de magnesio puede disminuir la
efectividad de algunos de ellos, por lo que se recomienda tomar 3 o 4 horas antes de
consumir el antibiótico.

¿Cómo preparar cloruro de magnesio?


Aunque el cloruro de magnesio se puede encontrar ya preparado y en tabletas, también
hay una fórmula para prepararlo en casa. Vas a necesitar:

 1 litro de agua

 30 gramos de cloruro de magnesio cristalizado.

 1 cuchara de madera
¿Qué debes hacer?
Poner a hervir un litro de agua y dejarlo enfriar. Luego, colocarlo en un envase de vidrio
y disolver los 30 gramos de cloruro de magnesio cristalizado. Mezclar con la cucharada
de madera, tapar bien y guardar.
¿Qué dosis tomar?
La dosis de cloruro de magnesio depende del problema a tratar o la edad. Lo ideal es
consultar previamente al médico para saber la dosis exacta de acuerdo a nuestra
necesidad. Sin embargo, a nivel general se recomienda una dosis de una a dos
cucharadas de cloruro de magnesio al día, después de los 35 años, antes de esta edad
se recomienda sólo media cucharada

Вам также может понравиться