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Universidad de Concepción

Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía

Departamento de Geografía

Práctico N°3
“El Capital en el siglo XX”

Integrantes:
Mathias Morales Pérez

Ramo:
Teoría y método de la historia y la Geografía

Docente:
Mag. Víctor Montre

Campus Central, 23 de Abril. Concepción.


La obra “El capital en siglo XXI” (2014) de Thomas Piketty es un texto que hace
una interesante investigación –que en palabras del mismo autor- tiene entre sus
principales objetivos comprender las condiciones del surgimiento, mantenimiento,
desplome y posible retorno de semejantes niveles de concentración de la
riquezas. La principal tesis del autor, plantea que estas concentraciones de
riquezas son producidas cuando la tasa de rendimiento del capital se mantiene por
encima de la tasa de incremento de la producción y del ingreso. Este
planteamiento -respaldado por un exhaustivo registro estadístico que abarca tres
siglos y más de 20 países-, viene a poner en tela de juicio cómo la combinación de
distintas fuerzas políticas, económicas y sociales han aportado a un desequilibrio
en la justicia social y fomento de la desigualdad.

Piketty, en la introducción de su libro, plantea que el capitalismo genera


automáticamente las desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan
radicalmente los valores meritocráticos en que se basan las sociedades
democráticas. Es importante detenerse en este punto. La mayoría de las
sociedades capitalistas, argumentan que el éxito se puede alcanzar en un
mercado que propone la igualdad de oportunidades, que consiste en ofrecer a
todos la posibilidad de ocupar las mejores posiciones en función de un principio
meritocrático, y la igualdad de posiciones o lugares, es decir, el conjunto de
posiciones ocupadas por los individuos la estructura social (Dubet, 2011). Es
interesante tener en cuenta que las creencias meritocráticas son a menudo
invocadas para justificar las desigualdades salariales grandes, pero va más allá.
Piketty, a lo largo del texto va demostrando que es una ficción el cumplimiento de
los dos pilares de la justicia social nombrados anteriormente.

Cabe preguntarse, ¿Hay alguna manera dentro del sistema capitalista en el que
estamos, de encontrar un equilibrio entre la igualdad y el mérito para pensar en
justicia social? Una posible respuesta a esta interrogante puede encontrarse en la
redistribución. No se trata de redistribuir el dinero obtenido de las ganancias del
capital y regalárselo a las personas con más bajos ingresos. Piketty señala que la
redistribución moderna “se edifica en torno a una lógica de derechos y a un
principio de igualdad de acceso a cierto número de bienes considerados
fundamentales”. La justificación de tal enfoque se encuentra en el articulo 1 de la
Declaracion de los derechos del hombre y del ciudadano de 1789: “los hombres
nacen y permanecen libres e iguales en derechos”.

Para poder buscar un equilibrio entre el sistema capitalista y la igualdad de


oportunidades, Carlos Urrutia, académico de la Universidad de la Serena, plantea
en términos prácticos, que la igualdad de posiciones necesita de la
institucionalización de formas de control que aseguren la ausencia de actos de
competencia que pongan en riesgo el anhelado equilibrio entre posiciones. En lo
particular, implica impulsar acciones de corte arbitrario orientadas a disminuir la
posibilidad de que los individuos circulen de manera no regulada por el espacio
social. (Urrutia, 2016). Por lo tanto, un tema necesario de abordar es la relación de
los mayores rentistas y su influencia en la política institucional y legislativa, clave
para entender la necesidad que plantea Carlos Urrutia. Una crítica a Piketty es que
el hecho de que el retorno a la inversión sea mayor que el crecimiento de la
economía no es suficiente para explicar el crecimiento permanente de la riqueza.
Es una tendencia la aprobación de leyes que dan libre albeldrio a la especulación
financiera y la legislación laboral, así como la reducción de los impuestos sobre
sucesiones y sobre las grandes fortunas. Por ejemplo, la reforma tributaria Chilena
establece dos regímenes distintos, con una tasa máxima de impuesto al ingreso
de 35 por ciento. No obstante, quien invierta en empresas en el sistema
semiintegrado pagará un impuesto de 44 por ciento al momento del retiro para
consumir, mayor que si consume de inmediato. La razón es que el crédito
tributario es sólo una fracción (65 por ciento) del impuesto pagado. Difícil que haya
mucho interés en invertir en estas empresas si se termina cancelando un impuesto
más alto que el que se paga por no ahorrar. Difícil que la propiedad de dichas
empresas se difunda si no hay nuevos inversionistas. Se beneficiarán sólo quienes
no tienen contemplado en su horizonte de vida consumir toda su riqueza, al igual
que las empresas extranjeras que tendrán una preferencia, ya que su tasa de
retiro será de 35 por ciento. (Gregorio, 2015),
Estas injusticias provocan enormes desigualdades. Piketty, en el texto remarca
dos categorías fundamentales de la desigualdad. Por una parte, la desigualdad de
habilidades o capital humano (explicado por la falta de oportunidades sociales) y la
desigualdad de la riqueza. Riquezas tienen la tendencia a reproducirse,
anteriormente, en la época Victoriana, donde la concentración de riquezas se
centraba en la herencia de ésta, luego, en el siglo XX, donde por primera vez en la
historia, tal vez, el trabajo y el estudio se convirtió en las rutas más seguras a la
parte superior, pero desde el ultimo tercio del siglo y hoy, en el siglo XXI, el
blindaje económico del sistema neoliberal no da brazo a torcer a cambios
sustanciales. Piketty dice que hasta donde se sabe, no ha existido ninguna
sociedad donde la distribución de la propiedad del capital puede ser calificada
“débilmente” desigualitaria, o sea, que más de la mitad de los pobres poseyera
una parte considerable del patrimonio total. Luego período excepcional explicado
por las dos guerras mundiales, el mundo se acerca a niveles de desigualdad
similares a los de la época victoriana. Para reflejar la desigualdad, Piketty, ha
producido una masiva cantidad de evidencia sobre la distribución de la riqueza.
Una de las maneras de representar esta desigualdad, es en cuando en el texto
indica que los que realmente se benefician del capital y que viven de él apenas
representan el 1% de la población. Luego está un 9% que clasifica como una
“clase acomodada”, pronto, el 40% medio que corresponde a la “clase media” y el
50% de los más pobres, la “clase popular” (p.274). Según el Informe de la Riqueza
Mundial, publicado por el banco Credit Suisse (2017), el 1% más rico del mundo
ya concentra más de la mitad de la riqueza mundial; el año 2017 alcanzaron el
50.1% del patrimonio económico mundial. Sin ir más lejos, en nuestro país, según
cifras de la fundación Sol (Sol, 2017) (2017), el 33% de la riqueza está
concentrada en el 1% más rico. Como diría Dubet, “los muy ricos son aun más
ricos, y las desigualdades de patrimonio se incrementan aun mas rápido que las
salariales” (Dubet, 2015). Piketty acierta en la visión de que la riqueza está tan
concentrada que una buena parte de la sociedad ignora prácticamente su
existencia, e imagina que es propiedad de seres irreales o entidades misteriosas.
Entrando en terreno de propuestas, la más conocida –y controvertida- es la de un
impuesto mundial y progresivo sobre el capital. Tal impuesto, de acuerdo a Piketty,
tiene el merito de generar transparencia democrática y financiera sobre las
fortunas, una condición necesaria para la regulación eficaz del sistema bancario y
de los flujos financieros internacionales. Sin embargo, esto pareciera utópico. A lo
largo de la historia no ha existido una institución supranacional capaz que poder
tomar medidas que busquen la reducción de la desigualdad. Si se hace a nivel
país el capital se desplaza. Piketty en el fondo no propone un cambio sustancial,
de hecho, se puede inferir que no se opone a que los modos de producción
cambien, en ese sentido, seria necesaria una reorganización política, económica y
social global, capaz efectivamente de controlar el capital globalizado.

El capital en el siglo XXI, es un importante aporte que puede ser usado para
discutir reformas tributarias, sistemas de pensiones, legislación laboral e incluso
educacional. Ha hecho mirar las dinamicas de desigualdad, no solo salariales, si
no de distribución. Da un sustento empírico solido, aunque el autor admite que la
falta de datos lo lleva a adentrarse en los países más ricos. Esto refleja que puede
haber incluido más otras aéreas de la política económica. No basta la evidencia,
también es clave entender cuál es el origen de esa evidencia. Importante es
rescatar que mediante una fórmula tan simple (r>g), donde r es el retorno del
capital y g la tasa de crecimiento de la economía ha logrado que se puedan
analizar bastantes implicancias sin ser un experto en economía. Por ejemplo que
se pueden ahorrar los retornos del capital y aumentar más que proporcionalmente
sus riquezas, ya que la economía crece más lento que el retorno, o que cuando la
economía crece menos, el retorno del capital cae, pero de manera baja y lenta.
Pareciera un círculo vicioso que puede reducirse –según el autor- con un impuesto
globalizado a las riquezas. En este ámbito, me parece –bajo los sesgos de mis
preferencias- la evolución de las instituciones políticas y económicas de las
naciones que tengan por objetivo buscar la distribución correcta de oportunidades
y posiciones más que adentrarse en políticas populistas inefectivas que no den
espacio real a la inclusión.
Bibliografía.

Dubet, F. (2015). Por que preferimos la desigualdad. En F. Dubet, Por qué preferimos la
desigualdad (pág. 14). Buenos Aires: Siglo veintiuno.

Dubet, F. (2011). Repensar la justicia social. En F. Dubet, Repensar la justicia social (pág. 12).
Buenos Aires: Siglo Veintiuno.

Gregorio, J. d. (2015). A propósito de Piketty. Estudios Publicos (137), 223-236.

Fundacion Sol. (2017). Concentración de ingresos. Santiago.

Credit Suisse(2017). Informe de Riqueza mundial. Basilea, Suiza.

Urrutia, C. (2016). Justicia social y discurso critico en educación: Una mirada desde Francois Dubet.
Universidad de la Serena, Departamento de Educación. La serena: Scielo.

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