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CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO


SECCION TERCERA
SUBSECCION A

Consejero Ponente: HERNAN ANDRADE RINCON

Bogotá, D. C., veinticinco (25) de agosto de dos mil once (2011).

Proceso No: 25001-23-26-000-1997-03882-01(19162)


Actor: Germán Osorio Jaramillo
Demandado: Nación - Fiscalía General de la Nación
Referencia: Acción de reparación directa. Apelación de
sentencia.

Corresponde a la Sala resolver el recurso de apelación interpuesto por


la parte demandada en contra la sentencia proferida por la Sección
Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca el 13 de julio de
2000, mediante la cual se decidió:

“PRIMERO: Declárase a la Fiscalía General de la Nación,


patrimonialmente responsable de los perjuicios ocasionados al actor,
de conformidad con la parte motiva de esta providencia.

“SEGUNDO: Declárase patrimonialmente responsable al llamado en


garantía, señor LUIS ARTURO AREVALO DUQUE; en la proporción del
cincuenta por ciento (50%) respecto de la condena impuesta. La
entidad demandada, Fiscalía General de la Nación, pagará al actor la
totalidad de la condena impuesta y repetirá contra el llamado en
garantía la suma equivalente al porcentaje indicado.

“TERCERO: Como consecuencia de la anterior declaración, se condena


a la citada entidad y al llamado en garantía de acuerdo con lo
expresado en la parte motiva, a pagar por concepto de perjuicios
materiales a favor del actor, la suma de veintinueve millones
ochocientos cincuenta y cuatro mil cuatrocientos veinticinco pesos con
tres centavos ($29.854.425,03)” (fls. 184 a 202 C. 6).

I.- ANTECEDENTES:

El 24 de abril de 1997, por intermedio de apoderado judicial, el señor


Germán Osorio Jaramillo, interpuso demanda de reparación directa contra la
Fiscalía General de la Nación, con el fin de que se le declarara
patrimonialmente responsable por los perjuicios sufridos por el actor con la
indebida retención del vehículo de su propiedad marca chevrolet blazer,
modelo 1992, de placas ZIE-168 situación que se mantuvo por espacio de
año y medio.

Como consecuencia de la anterior declaración, solicitó se condenara a la


entidad demandada a pagar en su favor, por concepto de perjuicios
morales, el equivalente en pesos a 1.000 gramos de oro y, por concepto de
perjuicios materiales, la suma de $50´000.000 o la que se lograre probar en
el proceso (fls. 3 a 14 C. 1).

Como fundamentos de hecho de sus pretensiones, narró en la demanda


que:

“1.- En Santafé de Bogotá, D.C., en el mes de marzo del año 1994 el


señor Germán Osorio Jaramillo compró en el establecimiento de
comercio de compra venta de carros conocido como CARVIA
INVERSIONES LTDA, una camioneta marca CHEVROLET BLAZER,
modelo 1992, con placas ZIE 168.

“2.- Efectuada la negociación del citado rodante usufructuó la misma


durante algún tiempo, hasta cuando fue visitado por unos policiales de
la División de Automotores de la SIJIN, quienes le indicaron la
necesidad de llevarse dicho rodante para una REVISION, ante la
posibilidad de que la misma presentara adulteraciones en sus sistemas
de identificación y control, así como ante la eventualidad de que fuera
un carro robado.

“3.- Realizado el correspondiente DICTAMEN PERICIAL por el personal


de la SIJIN – MEBOG de BOGOTA, se determinó y CERTIFICO la
originalidad de sus sistemas de identificación y control, así como que
‘revisado el kardex, en la fecha 7 de octubre de 1994, no registra
antecedentes por hurto de acuerdo a los sistemas que posee’.

“4.- Con base en ese dictamen que despejaba toda duda sobre la
originalidad de los sistemas de identificación del carro como de que no
había sido hurtada, el propietario vendió la misma al Sr. NESTOR RAUL
CLAROS GREGORY.

“5.- Meses después el señor Claros Gregory fue perturbado en la


posesión del citado rodante por parte de la Fiscalía, con el argumento
de que probablemente la misma hacía parte de vehículos hurtados y
por ser de procedencia venezolana.

“6.- Al ser informado de lo acontecido por su comprador, el Sr. Osorio


manifestó su extrañeza por dicho hecho debido a la revisión y
dictamen de la Sijin que despejó toda duda de la originalidad de sus
sistemas de identificación y control como de su buena proveniencia,
asegurándole que en todo caso saldría al saneamiento, al cual
efectivamente procedió el 17 de mayo de 1996, fecha en que firmaron
un contrato de transacción que implicó el pago de una indemnización
de SEIS MILLONES DE PESOS a favor del señor Claros, fuera de
honorarios de abogado.

“7.- La Coordinación de Antipiratería Terrestre del Cuerpo Técnico de


Investigación de la Fiscalía Seccional de Bogotá de Paloquemao,
además de inmovilizar al vehículo, ordenó que se le hiciera un
experticio técnico, el cual fue efectuado por el señor Luís Arturo
Arévalo Duque.

“8.- En dicho experticio, identificado como informe No. 081 GAT-CTI de


fecha mayo 4 de 1995, el denunciado (sic) concluyó que los sistemas
de identificación del vehículo fueron adulterados y reestampados y que
es probable que el vehículo sea gemelo de uno original, conclusiones
estas sin fundamento o sustento alguno, todas ellas contrarias a la
realidad, como claramente se explicó en la respectiva denuncia que
anexo para el conocimiento del Despacho.

“9.- No obstante la claridad y legalidad de la importación de la


camioneta de autos, el señor perito del CTI Luis Arturo Arévalo,
relacionó la declaración de despacho para consumo No. 0008371 de la
aduana de Cúcuta, con una declaración de importación MUY DISTINTA,
que amparaba una mercancía diferente, y que lo llevó a la conclusión
de que probablemente el vehículo ZIF 168 era gemelo de un original.

“10.- Para clarificar la situación a que dio lugar el absurdo dictamen de


Arévalo Duque, la Fiscalía 165, Despacho en el cual cursó la respectiva
investigación, ordenó la realización de un nuevo experticio, el cual fue
rendido con fecha octubre 1º de 1996 por la Unidad de Automotores de
la Dijin, con la siguiente conclusión:

‘Visto lo anterior se conceptúa que al automotor motivo de


estudio queda identificado con el número de motor, plaqueta
serial y número de chasis que posee en la actualidad, por cuanto
son los originales y son los acostumbrados’ (Fl. 13 C. 1).

El Tribunal Administrativo de Cundinamarca admitió la demanda que sobre


la base de tales hechos fue propuesta, cosa que hizo el Despacho a través
del auto de 14 de mayo de 1997 (fl. 18 y 19 C. 1), providencia que se
notificó en debida forma al Ministerio Público y al demandado (fls. 19 vto y
20 C. 1).

La Fiscalía General de la Nación, al dar contestación al libelo, manifestó


que era su deber legal retener los bienes presuntamente utilizados en la
ejecución de un delito doloso, como lo es el de falsedad y que, así mismo,
tenía la obligación de asegurar el pago de los perjuicios que se
ocasionaran con la comisión de un ilícito, por lo que, para el cumplimiento
de tales funciones, debía desplegar la actividad conducente, apegándose
en todo momento, a lo dispuesto en los códigos en materia de derecho de
defensa, debido proceso y demás garantías de los procesados, por lo que,
concluyó, su actuación no se aprecia como “anormalmente deficiente” y
que, simplemente, cumplía con un deber que le impone la ley.

En esa misma oportunidad llamó en garantía a los señores Belisario Sáenz


Ruíz y Luís Arturo Arévalo Duque, funcionarios del Cuerpo Técnico de
Investigación – Seccional Bogotá, llamamiento que fue aceptado mediante
providencia del 26 de marzo de 1998, y notificado en debida forma al
señor Luís Arturo Arévalo Duque, mas no a Sanz Ruíz que nunca fue
notificado, por lo que, una vez vencido el término de suspensión previsto
por la ley, se continuó con el proceso (fls. 33 a 38, 50 a 53 y 62 C. 1).

El llamado en garantía Luís Arturo Arévalo Duque, contestó la demanda y


se opuso a todas sus pretensiones, para lo cual adujo que lo que él había
rendido en ese caso había sido un dictamen preliminar en razón a que no
contaba con los elementos necesarios y conducentes para emitir un
verdadero juicio definitivo sobre el vehículo y que, en vista de lo anterior,
había solicitado a la Jefe de la Sección de Criminalística, persona
encargada de suministrar los elementos, proveer la colaboración
necesaria y poner a su disposición los elementos solicitados para el
estudio para así, proferir un verdadero dictamen, apoyo que nunca le fue
prestado, todo lo cual ponía de presente que nunca existió, por su parte,
dolo o mala intención.

Formuló como excepciones la de cosa juzgada, apoyada en la


circunstancia de haber cursado sobre los mismos hechos un proceso
disciplinario en su contra que terminó con absolución (fls. 91 a 103 C. 1).

Posteriormente el proceso se abrió a pruebas (fls. 105 y 108 C. 1), se dio


traslado a las partes para alegar de conclusión y al Ministerio Público para
que rindiera concepto de fondo (fl. 135 C. 1), cosa que hicieron las partes,
en esa oportunidad (Folios 143 1 162 y 167 a 170 C. 1). El Ministerio
Público guardó silencio.

La parte actora hizo un recuento de las pruebas recaudadas en el plenario


e insistió en que las irregularidades comenzaron a ocurrir en este caso con
el dictamen pericial rendido por el llamado en garantía y que continuaron
con el oficio suscrito por el Coordinador de Antipiratería Terrestre del CTI
quien, en su momento, informó al Coordinador de la Unidad Especializada
de Automotores de la Fiscalía General de la Nación que el vehículo se
encontraba en un parqueadero de la autopista sur, donde nunca
realmente estuvo.

En relación con el comportamiento asumido por el llamado en garantía


manifestó que certificar circunstancias totalmente contrarias a la verdad y
amañar los documentos legítimos de la importación del automotor generó
una grave falla del servicio, conforme a lo dispuesto en el artículo 90 de la
Constitución Nacional.

Aseveró no oponerse a que los funcionarios de la policía judicial tuvieran


la facultad de indagar si un vehículo es de legítima procedencia y si sus
sistemas de identificación son originales o adulterados, aplicando los
métodos científicos en forma objetiva e imparcial como lo hizo el perito
Jacinto Fuentes, pero sí a que se cometan graves irregularidades y
distorsiones de la realidad, como sucedió en el presente asunto. Adujo
que el funcionario judicial debe buscar la verdad real que, aplicada en
derecho, puede llevar a la demostración de un delito como al
conocimiento de su inexistencia.

Concluyó que las graves irregularidades comprobadas en forma objetiva,


tanto en lo referente a los sistemas de identificación del automotor como
a las cometidas con sus documentos de importación y, finalmente, con la
pérdida de control por parte del Estado respecto del vehículo, evidencia
una actuación arbitraria de la Fiscalía y una indebida prestación del
servicio público de justicia, situaciones que generan responsabilidad por
falla del servicio (fls. 113 a 162 C. 1).

La Fiscalía General de la Nación, por su parte, insistió en que en el


presente caso solamente cumplió con el deber que le imponen la
Constitución y la ley y cuyo desconocimiento le acarrearía al funcionario
incumplido consecuencias tanto penales como disciplinarias (fls. 167 a
170 C. 1).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

La Sección Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca


profirió sentencia el 13 de julio de 2000 en la que accedió a las
pretensiones de la demanda, en los términos transcritos al inicio de
esta providencia.

Para arribar a tal decisión señaló el a quo que si bien no se estaba


frente a una reclamación por privación injusta de la libertad, sino por
la retención ilegal de un vehículo, la decisión judicial de precluir la
investigación por la causal de no existencia del hecho imputado,
igualmente hace presumir que tal retención fue totalmente
antijurídica, situación que implica para la parte demandada la carga
probatoria de desvirtuar la indicada presunción.

Adujo, además, que no resultaba aceptable que para desvirtuar un


dictamen técnico rendido por un funcionario del Cuerpo Técnico de
Investigación (CTI), se hubiera debido que esperar cerca de 18
meses, en atención a que el fiscal no decretó las pruebas requeridas
para este fin; así como que tampoco venía a ser razonable que no se
hubiera dado valor probatorio alguno a las pruebas que
fundamentaron la entrega provisional del automotor, meses antes de
la retención, mismas que, posteriormente, sirvieron para precluir la
investigación porque el hecho punible no existió y ordenar, sin más,
la entrega definitiva del mencionado bien.

Concluyó, sobre la base de todo, lo anterior, que la demandada causó


un daño antijurídico al actor, daño que no ocurrió por el simple hecho
de asumir sus competencias de ley, sino que se derivó de la forma
como las ejecutó o desarrolló y, así, si bien es cierto que, por regla
general, los ciudadanos deben soportar la carga referente al inicio de
la investigación sobre su conducta, no lo es menos que tal carga no
puede traducirse en el desconocimiento de sus derechos durante el
desarrollo de la misma, máxime cuando la propia normativa penal
consagraba el derecho para los ciudadanos de obtener la entrega
provisional como una manera para evitar perjuicios.

En el presente caso, desde el inicio de la investigación, se


encontraba acreditada, con prueba documental y dictamen técnico
de una entidad oficial, la originalidad de los sistemas de identificación
del vehículo y su legal importación al territorio nacional. La
circunstancia de existir otro informe técnico en sentido
aparentemente contrario, no podía significar que, ante la duda, se
pudiera resolver en contra del actor la entrega provisional del bien
sino que, por el contrario, lo que resultaba procedente era aplicar en
toda su extensión la presunción constitucional de inocencia y actuar
de conformidad.

En esta oportunidad el a quo encontró responsable al llamado en


garantía porque consideró que había ejercido unas funciones técnicas
en forma totalmente culposa e irresponsable, circunstancia que lo
llevó a proferir un concepto sin la adecuada sustentación, por lo que
lo condenó a pagar el 50% de la condena impuesta en favor del
demandante (fls. 184 a 202 C. 6).

III. RECURSO DE APELACIÓN

Inconforme con lo resuelto, la parte demandada interpuso recurso de


apelación (fols. 205, 212 a 216 C. 6) que le fue concedido el 21 de
septiembre de 2000 (fl. 207 C. 6) y admitido por esta Corporación
mediante providencia de 26 de enero de 2001(fl. 218 C. 6).

La recurrente adujo que el informe 081, de mayo 4 de 1995, en el que se


había puesto de presente la existencia de posibles adulteraciones en los
sistemas de identificación del automotor de propiedad del actor, hizo
incurrir en error a la demandada, circunstancia que la exoneraba de
responsabilidad en el sub judice. En relación con el tiempo transcurrido en el
desarrollo de la investigación, pidió se tuviese en cuenta la congestión y el
exagerado número de procesos que tiene que atender diariamente, hecho
que –en su criterio- justificaba, o atenuaba su responsabilidad y que no
permitía se configurara una falla del servicio. Insistió, finalmente, en que la
actuación que se le imprimió al proceso penal se ajustó a derecho (fls. 211 a
216 C. 6).

En esta instancia se le dio el trámite de rigor al recurso. Durante el término


concedido para alegar de conclusión y rendir concepto, las partes
demandante y demandada reiteraron lo manifestado durante el trámite
del proceso y en el recurso de apelación (fls. 221 a 250 C. 6).

El Ministerio Público solicitó modificar la sentencia apelada al considerar que


el daño infringido al demandante es antijurídico, en la medida en que no
estaba obligado a soportarlo y que fue inferido por el mal funcionamiento o
ejercicio irregular de las competencias atribuidas a la demandada, al
inmovilizar por más de un año, sin fundamento alguno y contra la evidencia
probatoria existente en el proceso, el vehículo automotor de propiedad del
actor, impidiendo con ello su normal uso.

En relación con los perjuicios de orden material reconocidos consideró que


no se debía indemnizar por la suma que el demandante dejó de pagar a
Leasing Cauca S.A., ya que se están reconociendo unos valores que no
fueron pagador por el actor; en su criterio la indemnización debe versar
sobre las sumas que el actor canceló como consecuencia del saneamiento a
favor de Claros Gregory, contenida en el contrato de transacción, los
honorarios profesionales que pagó al abogado que asumió su
representación en el proceso penal, el valor del servicio de parqueadero
donde permaneció el vehículo que le fue inmovilizado y el valor que se
establezca en el incidente posterior correspondiente al daño por la privación
del uso del vehículo, desde la fecha en que readquirió los derechos y aquella
en que se le hizo la entrega definitiva del bien.

IV.- CONSIDERACIONES

1. Competencia

Corresponde a esta Sala decidir el presente recurso pues el asunto


debatido versa sobre error judicial y, la competencia en segunda instancia
pertenece a esta Corporación sin consideración de la cuantía de
conformidad con la jurisprudencia reiterada de la sección 1.

1
Entre otras providencias la proferida en el proceso No. 36789 de 3 de junio de
2009.
2. Ejercicio oportuno de la acción

De conformidad con lo previsto en el artículo 136 del C.C.A., la acción


de reparación directa deberá instaurarse dentro de los dos años
contados –decía la norma en la época de presentación de la
demanda- a partir “del acaecimiento del hecho, omisión u operación
administrativa o de ocurrida la ocupación temporal o permanente del
inmueble de propiedad ajena por causa de trabajos públicos2.”

En el presente caso la pretensión resarcitoria se origina en los daños


sufridos por el actor con ocasión de la indebida retención del vehículo
de su propiedad, del proceso penal que se vio obligado a afrontar y
que terminó con la entrega del vehículo el 19 de diciembre de 1996,
lo que significa que tenían hasta el día 19 de diciembre de 1998 para
presentarla y, como ello se hizo el 24 de abril de 1997, resulta
evidente que la acción se ejerció dentro del término previsto por la
ley (Art. 136 del CCA).

3. La responsabilidad del Estado por defectuoso


funcionamiento de la administración de justicia.

2
Para la fecha de presentación de la demanda esa era la norma, luego desde el
día siguiente.
Se imputa en la demanda responsabilidad a la Fiscalía General de la
Nación con fundamento en un experticio equivocado rendido por un
Técnico Judicial del CTI que llevó a la decisión de retener el vehículo
de propiedad del demandante, situación que se prolongó por
espacio de año y medio.

La Sala considera necesario recordar que en la Constitución de


1886 no existía una norma que se refiriera a la responsabilidad del
Estado por el funcionamiento anormal de la administración de
justicia. No obstante lo anterior, esta Sección admitió durante su
vigencia, en algunas oportunidades, que procedía la responsabilidad
patrimonial del Estado cuando resultara comprometida con ocasión
de la actividad jurisdiccional por falla del servicio3.

Así, en efecto, en sentencia del 24 de mayo de 1990 4 se rechazó


explícitamente la responsabilidad por retardo en la administración
de justicia5.
3
Por ejemplo, en relación con los actos de los secuestres que ocasionaran grave
deterioro a los bienes o la sustracción de títulos o bienes que se encontraran bajo
la custodia de las autoridades judiciales. Sentencias del 10 de noviembre de
1967, exp: 868; 31 de julio de 1976, exp: 1808 y del 24 de mayo de 1990, exp:
5451. Se distinguía entre la responsabilidad derivada de la administración de
justicia, que se asimiló a la responsabilidad administrativa por falla del servicio y
la derivada del error judicial, para considerar, en relación con la última, que sólo
generaba responsabilidad personal del funcionario judicial, en razón del principio
de la cosa juzgada. No obstante, la Sala Plena de la Corporación, en sentencia del
16 de diciembre de 1987, exp: R-01. admitió que había lugar a la responsabilidad
del Estado cuando el funcionario judicial, aún en el ejercicio de sus funciones
acudiera a una vía de hecho y causara lesión a una de las partes, sus
apoderados, un auxiliar de la justicia o un tercero.
4
Expediente No. 5491.
5
En un asunto similar al que es objeto de esta decisión, se demandó la reparación
de los perjuicios sufridos con el retardo de la administración de justicia en
adelantar el proceso penal iniciado con base en la denuncia formulada por la
demandante, retardo que dio lugar a que se declarara la prescripción de la acción
En la Constitución de 1991 el derecho a una pronta y cumplida
justicia adquirió el rango de mandato superior, es así como, en el
artículo 29 de dicho ordenamiento constitucional, se estableció
como una de las garantías propias del debido proceso, la que se
concreta en el trámite sin dilaciones injustificadas y, el artículo 228
ibídem, consagró con el mismo propósito los principios de celeridad
y eficacia en la actuación judicial, al disponer que “los términos
procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será
sancionado”.

De otra parte el artículo 8 de la Convención Americana de Derechos


Humanos reconoce esa garantía como un elemento básico del
debido proceso legal, aplicable a todos los procesos judiciales 6 y,
penal. Dijo la Sala en esa providencia: “es verdad jurídica que en el derecho
colombiano el Estado no responde en los casos en que el juez procede con dolo,
fraude o abuso de autoridad, o cuando omite o retarda injustificadamente una
providencia o el correspondiente proyecto, o cuando obra determinado por error
inexcusable...El legislador optó por manejar la problemática...con la filosofía que
informa LA CULPA PERSONAL y no con la que inspira y orienta la FALTA O CULPA
DEL SERVICIO. Esta realidad explica que corresponda al Juez responder con su
propio patrimonio, y, por lo mismo, indemnizar el daño”. En su aclaración de voto
el consejero Carlos Betancur Jaramillo precisó que “el funcionamiento moroso o
tardío del servicio, tendrá que verse dentro de esta perspectiva, con criterio
restrictivo, porque no deberá predicarse esa posible falla, en relación con un
Estado ideal, con un servicio de justicia dotado de todos los medios y auxilios
científicos y técnicos que merece y requiere. La falla del servicio tiene así que
estudiarse consultando la realidad; y si dentro de ésta la falla reviste especial y
excepcional gravedad, nada impide que resulten comprometidos el juez y el
Estado colombiano”. Para el consejero Gustavo de Greiff Restrepo, la falta de
justificación del retardo en la administración de justicia “necesariamente implica
una falla en la prestación del servicio de justicia, quizá el más sagrado, el más
necesario, el más delicado en una sociedad que se precie de organizada”.
6
Esa norma dispone: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”.
aunque en el artículo 8 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, fue reconocido concretamente el derecho del acusado “a
ser juzgado sin dilaciones indebidas”, las decisiones del Comité de
Derechos Humanos considera que dicha garantía es aplicable a
procesos de otra índole7.

La ley 270 de 1996 estableció como residual esta modalidad de


responsabilidad del Estado, con fundamento en la cual deben ser
decididos los supuestos de daño antijurídico sufridos como
consecuencia de la función jurisdiccional que no constituyen error
jurisdiccional o privación injusta de la libertad, por no provenir de
una decisión judicial.
Según la doctrina, el funcionamiento anormal de la administración
de justicia está referido a unos estándares de lo que se considera
un funcionamiento normal:

“La comprensión de lo que es funcionamiento anormal de la


Administración de Justicia, debe partir de una comparación de
lo que sería o debía ser el funcionamiento normal, lo que remite
a unos criterios de actuación, a unos estándares de
funcionamiento, a unos conceptos jurídicos indeterminados de
una extrema variabilidad y sujetos a una serie de
condicionamientos históricos, técnicos y políticos. Importa
señalar que no todo funcionamiento anormal, que no toda
deficiencia en la Administración de Justicia, son generadores de
responsabilidad, sino aquellos que no van acordes con unos
patrones básicos de eficacia y funcionamiento de acuerdo con
las necesidades sociales y los intereses de los justiciables. El
concepto de funcionamiento anormal es ajeno a toda idea de
culpa o negligencia aunque tenga en éstas su origen y se basa

7
CIDH, Detención arbitraria, Diez años de actividad, 1982, pág. 320. Citado por
Daniel O’Donnell en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Oficina en
Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. 2004, págs. 306-307 y 442.
únicamente en la causación del daño que actúa como factor
desencadenante de la imputación“ 8.

Por su parte, el Tribunal Europeo de los Derechos del Hombre, al


interpretar el artículo 6, número 1 de la Convención Europea para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales ha considerado que el “carácter razonable de la
duración de un procedimiento debe apreciarse según las
circunstancias de cada caso y teniendo en cuenta
fundamentalmente ´la complejidad del asunto, el comportamiento
del recurrente y la forma en que el asunto haya sido llevado por las
autoridades administrativas y judiciales’”.

Ese mismo Tribunal ha precisado que no existe dilación indebida por


el mero incumplimiento de los plazos procesales legalmente
establecidos, esto es, que no se ha constitucionalizado el derecho a
los plazos, sino que lo que la Constitución consagra es el derecho
de toda persona a que su causa se resuelva en un tiempo
razonable9.

Ahora bien, en vigencia de la Constitución de 1991, la Sala ha


reconocido el derecho a la indemnización por fallas de la rama
judicial y, en particular, respecto de su indebido funcionamiento
como administración ordinaria, situación que puede comprender el
8
. Perfecto Andrés Ibáñez y Claudio Movilla Álvarez, El Poder Judicial, Madrid, Edit.
Tecnos, 1986. P. 358
9
. No obstante, sobre este criterio existe controversia en la doctrina. Por ejemplo,
Montero Aroca considera que “Todo incumplimiento de los plazos debe dar lugar a
declarar la existencia de un funcionamiento anormal de la Administración de
Justicia, sin que ello signifique sin más el derecho a la indemnización, pero por la
razón distinta de que puede o no puede haber existido daño o perjuicio”.
Responsabilidad Civil del Juez y del Estado por la actuación del poder judicial.
Madrid, Edit. Tecnos, 1988., p. 35.
evento de retardo injustificado en adoptar decisiones o acciones
que causan detrimento patrimonial, como es el caso de la demora
en la entrega de bienes, respecto de los cuales ha cesado la medida
retención en materia penal o la medida cautelar en materia civil10.

En conclusión, para resolver si en un caso concreto hay lugar a la


responsabilidad del Estado por fallas en la administración de justicia
derivadas del retardo en adoptar decisiones, debe decidirse si ese retardo
estuvo o no justificado, conclusión a la cual se llegará luego de señalar la
complejidad del asunto, el comportamiento del recurrente, la forma como
haya sido llevado el caso, el volumen de trabajo que tenga el despacho de
conocimiento y los estándares de funcionamiento, que no están referidos
a los términos que se señalan en la ley, sino al promedio de duración de
los procesos del tipo de aquel por el que se demanda la mora, ya que este
es un asunto que hay que tratar no desde la perspectiva de un Estado
ideal sino desde la propia realidad de una administración de justicia con
problemas de congestión, derivados de una demandada que supera la
limitación de recursos humanos y materiales disponibles para atenderla 11.

4. El caso concreto.

10
Por ejemplo, el deterioro de un vehículo puesto a disposición de un juzgado
penal, que no se entregó al secuestre sino que se ordenó su remisión a un patio
donde permaneció a la intemperie por un período prolongado. Sentencia del 3 de
junio de 1993, exp.7859; el embargo de un vehículo, que no era propiedad del
demandado, decretado por un juez dentro de un proceso ejecutivo, y que
permaneció varios años secuestrado, a pesar de que era fácil verificar la
propiedad o posesión del bien. Sentencia del 4 de diciembre de 2002, exp:
12.791.
11
“Se ha dicho que al Estado se le deben exigir los medios que corresponden a su
realidad, haciendo caso omiso de las utopías y de la concepción ideal del Estado
perfecto, omnipotente y omnipresente. A esto se ha llamado la teoría de la
relatividad del servicio, a fin de no pedir más de lo posible, pero con la misma
lógica debe concluirse que el Estado debe todo cuanto esté a su alcance”.
Sentencia del 15 de febrero de 1996, exp: 9940.
Es necesario advertir que las pruebas documentales debidamente
solicitadas, decretadas y aportadas por las partes en las
oportunidades legales correspondientes, estuvieron a disposición de
la parte contra la cual se aducen, sin que le merecieran réplica
alguna, por lo que serán valoradas de conformidad con las reglas de
la sana crítica.

Del material probatorio allegado al proceso en debida forma, resulta


probado lo siguiente:

4.1.- Que el 20 de abril de 1995, en la autopista sur, entrada principal


de Bosa, fue inmovilizada por el Grupo Técnico de Investigación,
Grupo Antipiratería Terrestre y Automotores de la Fiscalía General de
la Nación, la camioneta Blazer, de placas ZIE-168 de propiedad del
señor Néstor Raúl Claros Gregory12 (fl. 30 C. 3).

4.2.- Que el 24 de abril de 1995 el señor Néstor Raúl Claros Gregory


aportó algunos documentos con el fin de aclarar la situación del
vehículo retenido, tales como:

4.2.1. Recibo de pago No. 86951 expedido por la Policía Metropolitana


de Bogotá, por la revisión del vehículo de placas ZIE-168, en el que se
lee que ‘En la fecha 07 oct. 1994 no registra antecedentes por hurto

12
Según el informe 081 de 4 de mayo de 1995: “El día 20 de Abril del presente
año, en el sitio denominado Autopista Sur entrada principal de Bosa, en
diligencias realizadas, ordenadas por la Coordinación de la Unidad de
Automotores, se efectuó la inmovilización temporal del vehículo distinguido con
las placas ZIE-168…” (fl. 28 y 29 C. 3).
de acuerdo a los sistemas que posee’ y ‘certifica la originalidad de
todos los sistemas de identificación a la fecha’ (fl. 5 C. 3).

4.2.2. Fotocopia de la licencia de tránsito No. 92-1518469, del


vehículo de placas ZIE-168, chevrolet Blazer 1992, camioneta, color
blanco sólido, servicio particular, motor No. ZNV 372467, chasis No.
TC1T6ZNV372467 (FL. 5 c. 3).

4.2.3. Certificado expedido por la Inspector de Tránsito y Transportes


de Zipaquirá el 9 de febrero de 1994 en el que se hace constar que el
vehículo de placas ZIE 168, marca Chevrolet, Modelo 1992, tipo Stat.
Wagon, línea blazer, clase camioneta, color blanco sólido, motor
ZNV372467, chasis TC1T6ZNV372467, 4 puertas , servicio particular,
capacidad 5 pasajeros, manifiesto 0008371, lugar Cúcuta, no tiene
ningún tipo de gravamen (fl. 6 C. 3).

4.2.4. Formulario de traspaso del vehículo enunciado del señor


Germán Osorio Jaramillo al señor Néstor Raúl Claros Gregory (fls. 13
C. 3).

4.2.5. Declaración de despacho para consumo No. 0008371 en el que


se hace constar que se importó de Venezuela un vehículo Blazer
5010, marca GM, tipo Wagon, clase camioneta, cabina doble-dura,
capota de fibra de vidrio, color blanco sólido (fl. 17 C.3).

4.3. Que mediante informe 081 de 4 de mayo de 1995, suscrito por el


técnico judicial distinguido con el carnet No. 3570 del CTI, se puso de
presente que:
“Una vez realizado el experticio técnico se establece que el
vehículo queda sin identificación morfológica porque sus sistemas
fueron adulterados y reestampados. Así mismo inspeccionado el
automotor se puede apreciar que en los vidrios fueron borrados
los números de identificación de seguridad. También se realizará
un estudio técnico general al mencionado vehículo para
determinar su originalidad o su posible adulteración y
transformación.

“Se realizó estudio técnico a la documentación, en donde se


encuentra la legalización del automotor, los cuales se están
verificando con la Dirección de Impuestos Nacionales de Cúcuta y
el Instituto Colombiano de Comercio Exterior “INCOMEX”, con el
fin de establecer su originalidad y legalidad.

“CONCLUSIÓN.
“Es probable que el vehículo sea gemelo de un original” (fls. 28 y
29 C. 3).

4.4.- Que, con fundamento en el informe así rendido por el técnico


judicial antes referido, se enviaron para lo de su cargo las diligencias
a la oficina de asignaciones, correspondiéndole al Fiscal 165 de
Unidad 7ª de delitos contra la fe pública y el patrimonio, quien inició y
tramitó el correspondiente proceso por falsedad (fls. 48 a 50 C. 3).

4.5. Que, mediante providencia del 26 de mayo de 1995, se avocó el


conocimiento de las diligencias por el Fiscal 165 y se dispuso la
apertura de la investigación previa (fls. 52 y 53 C. 3).

4.6. Que, mediante el informe 095 de 30 de mayo de 1995, el técnico


judicial Luís Arturo Arévalo Duque amplió el informe 081 en los
siguientes términos:

“Realizado el estudio técnico y solicitado a la Dirección de Impuestos y


Aduanas Nacionales “DIAN” certificación, ésta nos remite el oficio SAA
Nro. 0732 de fecha Mayo 19 de 1995, en el cual envía fotocopia
auténtica de la Declaración de Consumo como también fotocopia de la
Declaración de Importación, la cual ampara la importación de repuestos
para vehículo Renault
” (fls. 59 y 60 C. 3).

4.7. Que el 4 de julio de 1995 el técnico judicial Luís Arturo Arévalo


Duque deja constancia en la que señala que al “vehículo no se le ha
podido identificar plenamente porque sus sistemas de identificación
se encuentran adulterados o restampados para lo cual se hace
necesario un estudio técnico o experticio con reactivos químicos para
establecer su originalidad” (fl. 68 C. 3).

4.8. Que el 11 de diciembre de 1995 el apoderado judicial del señor


Claros Gregory solicitó dar aplicación a lo dispuesto en el artículo 338
del C. de P.P. y disponer la entrega del vehículo, solicitud que fue
negada mediante providencia del 19 de diciembre de 1995, porque,
hasta ese momento, no había sido posible establecer o descartar la
responsabilidad del solicitante en el hecho investigado (fl. 134, 154 y
155 C. 3).

4.9. Que el 14 de diciembre de 1995 el señor Germán Osorio Jaramillo


rindió declaración en la que puso de presente que él le había vendido
la camioneta al señor Claros Gregory, además que cuando la había
tenido en su poder había sido revisada por la SIJIN, entidad que
encontró que las identificaciones del vehículo eran correctas (fls. 138
a 142 C. 3).

4.10. Que el 19 de marzo de 1996 el señor Néstor Raúl Claros


Gregory solicitó enviar las diligencias al señor Jefe de Unidad de
Fiscalías para que, con base en lo dispuesto en el artículo 324 del C.
de P.P., se suspendiera la investigación previa y se ordenara la
devolución inmediata del vehículo retenido, solicitud que fue negada
mediante providencia del 18 de abril de 1996 (fls. 179 a 182 C. 3).

4.11. Que mediante providencia de 18 de abril de 1996 se profirió


resolución de apertura de investigación y se ordenó la vinculación al
proceso entre otras personas de Germán Osorio Jaramillo por haberle
vendido la camioneta al señor Néstor Raúl Claros Gregory y no
advertirle que la misma ya había sido retenida con la advertencia de
tener los números de identificación adulterados (fls. 195 a 197 C. 3).

4.12. Que el 17 de mayo de 1996 los señores Néstor Raúl Claros


Gregory y Germán Osorio Jaramillo suscribieron un contrato de
transacción en el que acordaron: i) dejar sin efecto el contrato de
permuta realizado entre ellos, ii) que el señor Osorio recibiría
nuevamente la propiedad y posesión de la camioneta retenida, iii)
que el señor Osorio se obligaría a pagar la suma de $1.000.000
correspondiente a los honorarios que había pactado el señor Claros
Gregory con el Doctor Eduardo Márquez Neira por haberlo
representado en el proceso penal, iv) que el señor Osorio le pagaría al
señor Claros Gregory la suma le de $6.000.000 a título de
indemnización (fls. 229 y 230 C. 3).

4.13. Que el 13 de agosto de 1996 el señor Germán Osorio Jaramillo


al considerar que existía el material probatorio suficiente para
esclarecer la verdad, solicitó se decretara la preclusión de la
instrucción a su favor y se hiciera entrega del vehículo retenido (fls.
268 a 281 C. 3).

4.14. Que de conformidad con el estudio técnico realizado por la DIJIN


el 1 de octubre de 1996 “el automotor motivo de estudio queda
identificado con el número de motor, plaqueta serial y número de
chasis que posee en la actualidad por cuanto son los originales y son
los acostumbrados por la casa fabricante” (fl. 351 C. 3).

4.15. Que, mediante providencia del 9 de octubre de 1996, la Fiscalía


se abstuvo de imponer medida de aseguramiento y negó la solicitud
de preclusión de investigación solicitada por la defensa, providencia
contra la que el demandante interpuso recurso de reposición y fue
confirmada el 28 de octubre siguiente (fls. 353 a 359 C. 3).

4.16. Que el 19 de noviembre de 1996 se ordenó la preclusión de la


investigación, se decretó la extinción de la acción penal a favor del
señor Germán Osorio Jaramillo y la entrega definitiva del vehículo
camioneta Chevrolet Blazer, color blanco sólido, Modelo 92, de placas
ZIE 168 (fls. 392 a 399).

4.17. Que el vehículo fue entregado materialmente el 19 de


diciembre de 1996 al señor Osorio Jaramillo (fl. 409 C. 3).

Sobre la base de todo lo anterior, se encuentra probado el daño


invocado por la parte actora consistente en la retención de su
automotor, la vinculación a un proceso penal del demandante señor
Germán Osorio Jaramillo, situación que se prolongó en el tiempo y
que le causó perjuicios patrimoniales de diverso orden.

LA IMPUTABILIDAD.

Establecida la existencia del daño, aborda la Sala el análisis de la


imputación con el fin de determinar si en el caso concreto dicho
daño le puede ser atribuido a la administración pública y, por lo
tanto, deba resarcir los perjuicios que del mismo se derivan.

Se encuentra demostrado que la investigación penal se inició


teniendo como base el dictamen pericial No. 081 de 4 de mayo de
1995, ampliado con el No. 095 del 30 de mayo siguiente, ambos
rendidos por el señor Luís Arturo Arévalo Duque, técnico judicial del
CTI, en los que, según su criterio, los sistemas del vehículo fueron
adulterados y restampados, así como borrados los números de
identificación de seguridad que se encontraban en los vidrios,
irregularidades a las que se agregaba que la declaración de
consumo y la de importación amparaba elementos diferentes al
vehículo investigado, por todo lo cual era probable que fuera
“gemelo” de uno original.

La Sala observa que aunque el funcionario judicial contaba con la


información antes descrita, también tenía en su poder los
documentos que habían sido presentados por el señor Néstor Raúl
Claros Gregory en los que constaba que el mismo vehículo había
sido revisado por la SIJIN, entidad que en su momento, 7 de octubre
de 1994, había certificado la originalidad de los sistemas de
identificación, así como que el vehículo no registraba antecedentes
por hurto, todo ello de acuerdo con el sistema que poseía y con la
declaración de despacho para consumo No. 0008371 que permitían
tener claro que el vehículo retenido había sido legalmente
importado.

A pesar de que el dictamen que sirvió de base para la investigación


penal a la que se ha hecho referencia, no era suficiente para afirmar
con certeza que el vehículo inmovilizado fuese “gemelo de uno
original”, pues esa circunstancia fue indicada en ese experticio
como una mera probabilidad, la fiscalía no decretó las pruebas que
hubieran permitido desde un principio esclarecer la realidad de los
hechos. Tales pruebas consistían en la solicitud a la DIJIN para que
un experto suyo dictaminara si los sistemas del vehículo retenido
habían sido adulterados y, a la DIAN para que enviara la copia de la
declaración de despacho para consumo del vehículo, con el fin de
verificar si la que había sido aportada al proceso penal concordaba
con la que reposaba en los archivos de esa entidad. La conducta
omisiva de la fiscalía, respecto de estas pruebas, llevó la dilación
injustificada de la investigación.

De conformidad con lo anterior la Sala considera que si bien el actor


tenía la obligación de soportar que se investigara si el vehículo que
había enajenado, era o no gemelo de otro original, también la
administración tenía la obligación de ordenar las pruebas que
llevaran al esclarecimiento de la verdad, más aún cuando desde el
inicio del proceso penal el actor había puesto en su conocimiento la
originalidad de los sistemas de identificación del vehículo y su legal
importación, como fueron los documentos aportados por el
comprador y el dictamen técnico que había sido rendido por una
entidad oficial experta en el tema.

Forzoso resulta concluir, entonces, que la sentencia apelada habrá de ser


confirmada en relación con la responsabilidad de la entidad demandada.

5. Perjuicios.

5.1. Morales.

El a quo en la providencia apelada negó el reconocimiento de este


tipo de perjuicios porque no se encontraban demostrados porque
aunque no desconoció que se inició una investigación penal en la
misma no se impuso medida de aseguramiento alguna al actor.

Como la entidad demandada es apelante única se confirmará la


sentencia en relación con este tema.

5.2. Materiales.

Para el reconocimiento de perjuicios materiales el Tribunal de


primera instancia tomó como base la suma a que había llegado el
dictamen pericial rendido en esa instancia con la única justificación
de que no había sido objetado ni por la demandada ni por el
llamado en garantía.

En relación con el tema de la peritación es necesario advertir que de


conformidad con el artículo 233 del Código de Procedimiento Civil, este
medio de prueba es procedente para verificar hechos que interesen al
proceso y requieran especiales conocimientos científicos, técnicos o
artísticos. El perito debe informarle razonadamente al juez lo que de
acuerdo con esos conocimientos especializados sepa de los hechos -y no
cuestiones de derecho- que se sometan a su experticio, sin importarle a
cuál de la partes beneficia o perjudica, de manera que su dictamen debe
ser personal13 y contener conceptos propios sobre las materias objeto de
examen y no de otras personas por autorizadas que sean, sin perjuicio de
que pueda utilizar auxiliares o solicitar por su cuenta el concurso de otros
técnicos, bajo su dirección y responsabilidad, de conformidad con lo
dispuesto por el numeral 2 del artículo 237 del C. de P. C..

Para su eficacia probatoria debe reunir ciertas condiciones de contenido


como son la conducencia en relación con el hecho a probar; que el perito
sea competente, es decir, un verdadero experto para el desempeño del
cargo; que no exista un motivo serio para dudar de su imparcialidad; que
no se haya probado una objeción por error grave; que el dictamen esté
debidamente fundamentado y sus conclusiones sean claras firmes y
consecuencia de las razones expuestas; que haya surtido contradicción;
que no exista retracto del mismo por parte de perito y en fin que otras
pruebas no lo desvirtúen14. El dictamen del perito debe ser claro, preciso y
detallado, en él se deben explicar los exámenes, experimentos e
investigaciones efectuadas, lo mismo que los fundamentos técnicos,
científicos o artísticos de las conclusiones (numeral 6 del artículo 237 del
C. de P.C.).

A su turno, el artículo 241 ibídem señala que al valorar o apreciar el juez


el dictamen de los peritos tendrá en cuenta la firmeza, precisión y calidad

13
DEVIS ECHANDÍA, Hernando, Compendio de Derecho Procesal, Tomo II, Pruebas
Judiciales, Editorial ABC, 1984, págs. 339 y ss.
14
DEVIS ECHANDÍA, Hernando, Ob. Cit. Págs. 346 a 350 y ss.
de sus fundamentos, la competencia de los peritos y los demás elementos
probatorios que obren en el proceso. Con esto se quiere significar que el
juez es autónomo para valorar el dictamen y verificar la lógica de sus
fundamentos y resultados, toda vez que el perito es un auxiliar de la
justicia, pero él no la imparte ni la administra, de manera que el juez no
está obligado a “…aceptar ciegamente las conclusiones de los peritos,
pues si ello fuese así, estos serían falladores…” 15.

El juez está en el deber de estudiar bajo la sana crítica el dictamen


pericial y en la libertad de valorar sus resultados; si lo encuentra ajustado
y lo convence, puede tenerlo en cuenta total o parcialmente al momento
de fallar; o desechar sensatamente y con razones los resultados de la
peritación por encontrar sus fundamentos sin la firmeza, precisión y
claridad que deben estar presentes en el dictamen para ilustrar y
transmitir el conocimiento de la técnica, ciencia o arte de lo dicho, de
suerte que permita al juez otorgarle mérito a esta prueba por llegar a la
convicción en relación con los hechos objeto de la misma.

Considera la Sala que el dictamen pericial que se tuvo como base para la
liquidación del perjuicio material en la sentencia de primera instancia
carece en algunos aparte de fundamento, por lo que en esta oportunidad
no se reconocerá como perjuicio material los siguientes ítems, a saber:

5.2.1. La suma de $10.608.091, que el señor Germán Osorio


Jaramillo debía en ese momento a Leasing Financiera Cauca S.A. por
concepto de arrendamiento del vehículo mazda, matsuri, modelo
95, placas CHW-009, que afirma se vio obligado a adquirir como
consecuencia de la inmovilización de la camioneta blazer ZIE-168,
15
PARRA QUIJANO, Jairo, Manual de Derecho Probatorio, Librería Ediciones del
Profesional Ltda., 2004, Pág. 649.
lo anterior porque en el proceso no existe prueba de las sumas que
el señor Osorio le canceló a la entidad financiera, pues lo aportado
por los peritos, como anexo al dictamen pericial, es una
certificación de las sumas dejadas de pagar por éste, así las cosas
no hay lugar a hacer el reconocimiento porque dicho pago no fue
realizado.

5.2.2. El pago de $1.000.000 a favor del abogado Eduardo Márquez,


por concepto de honorarios al haber representado al señor Néstor
Raúl Claros Gregory en el proceso penal, porque los peritos tuvieron
como respaldo la fotocopia de comprobante de egreso de un
cheque girado a favor del señor Márquez (fl. 18 C. 5) en cuyo texto
no aparece la firma del girado recibiendo a satisfacción, por el
contrario es firmado por el señor Germán Osorio.

Además de lo anterior, a folio 412 del cuaderno 3 obra memorial


suscrito por el abogado Eduardo Márquez Neira en el que solicitó a
la Fiscalía General de la Nación – Unidad Séptima de Fe Pública y
Patrimonio la expedición de certificación en la que constara que
había sido apoderado judicial del señor Néstor Raúl Claros Gregory,
con el fin de cobrar por vía judicial los honorarios profesionales. De
acuerdo con estos dos medios de prueba, resulta imposible
acreditar el pago de esa suma de dinero, por lo que no será
reconocida en la indemnización.

Así las cosas se reconocerán como perjuicio material las siguientes


sumas que serán actualizadas desde el momento de su pago hasta
la fecha de esta sentencia:
 $2.500.000 suma que el señor Germán Osorio pagó a Néstor
Raúl Claros Gregory el 17 de mayo de 1996 por concepto de
indemnización (fls. 1 y 2 C. 5).
 $2.580.000 suma que el señor Germán Osorio Pagó a Néstor
Raúl Claros Gregory el 24 de julio de 1998 por concepto de
indemnización (fls. 3 y 4 C. 5).
 $1.700.000 suma que el señor Germán Osorio pagó al
abogado Carlos Fernando Osorio por concepto de honorarios
el 10 de marzo de 1998 (fls. 21 a 23 C. 5).
 $5.100.000 suma que el señor Germán Osorio pagó al
abogado Carlos Fernando Osorio por concepto de honorarios
el 8 de julio de 1998 (fls. 21 a 23 C. 5).
 $500.000, suma que el señor Germán Osorio canceló el 9 de
enero de 1997 por concepto de parqueadero de la camioneta
blazer, placas ZIE-168 (fl. 24 C. 5).

Las sumas serán actualizadas de conformidad con la siguiente


fórmula:

Vp = Vh Índice final
Índice inicial

Donde:

Vp: Valor presente de la prestación


Vh: capital o suma que se actualiza
Indice final: a la fecha de esta sentencia
Índice inicial: la fecha en que hizo el desembolso de cada una de las
sumas de dinero.
 $2.500.000

Vp= 2.500.000 107,90 (junio/11)


32,02 (mayo/96)

Vp= 8.424.422

 $2.580.000

Vp= 2.580.000 107,90 (junio/11)


51,03 (julio/98)

Vp= 5.455.261

 1.700.000

Vp= 1.700.000 107,90 (junio/11)


48,24 (marzo/98)

Vp= 3.802.446

 $5.100.00.

Vp= 5.100.000 107,90 (junio/11)


51,03 (julio/98)

Vp= 8.424.422

 $500.000
Vp= 500.000 107,90 (junio/11)
38,63 (enero/97)

Vp= 1.396.583

TOTAL PERJUICIO MATERIAL: $29´862.369

6. Llamamiento en garantía.

El a quo declaró patrimonialmente responsable al llamado en


garantía Luís Arturo Arevalo Duque en una proporción del 50% de la
condena impuesta, en atención a que el apelante única es la
Fiscalía General de la Nación y no se refirió a este aspecto en la
apelación presentada en esta ocasión se confirmará la decisión
tomada por el tribunal de primera instancia.

6.- Costas.

Como no se vislumbra temeridad, ni mala fe de las partes, la Sala


se abstendrá de condenar en costas de conformidad con lo reglado
en el artículo 171 del C.C.A, modificado por el artículo 55 de la ley
446 de 1998.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, en Sala de lo


Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección A,
administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por
autoridad de la ley,
FALLA:

MODIFICAR la sentencia proferida por la Sección Tercera del Tribunal


Administrativo de Cundinamarca el 13 de julio de 2000, la cual quedará
así:

PRIMERO: Declarar a la Fiscalía General de la Nación, patrimonialmente


responsable de los perjuicios ocasionados al actor, de conformidad con la
parte motiva de esta providencia.

SEGUNDO: Declarar patrimonialmente responsable al llamado en garantía,


señor LUIS ARTURO AREVALO DUQUE; en la proporción del cincuenta por
ciento (50%) respecto de la condena impuesta. La entidad demandada,
Fiscalía General de la Nación, pagará al actor la totalidad de la condena
impuesta y repetirá contra el llamado en garantía la suma equivalente al
porcentaje indicado.

TERCERO: Como consecuencia de la anterior declaración, se condena a la


Fiscalía General de la Nación a pagar por concepto de perjuicios materiales
a favor del actor, la suma de veintinueve millones ochocientos sesenta y
dos mil trescientos sesenta y nueve pesos m/cte ($29´862.369).

CUARTO: Negar las demás pretensiones de la demanda.

QUINTO: Sin condena en costas.

SEXTO: Dar cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 176 y 177


del Código Contencioso Administrativo, para lo cual se expedirá
copia de la sentencia de segunda instancia, conforme al artículo
115 del Código de Procedimiento Civil.

COPIESE, NOTIFIQUESE Y CUMPLASE

HERNAN ANDRADE RINCON

GLADYS AGUDELO ORDOÑEZ MAURICIO FAJARDO


GOMEZ

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