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Época arcaica.
Época clásica.
La época clásica comienza el año 130 a.C. con la legitimación del nuevo
procedimiento formulario, que, junto con otros factores, permitirá el gran
desarrollo de la ciencia jurídica, gracias a la existencia de un grupo de juristas
(o «jurisprudencia») independientes del poder político, y conscientes de la
objetividad y valor de su propio saber. Termina hacia el año 230 d.C, que
coincide aproximadamente con la muerte de los últimos juristas clásicos, y la
generalización de un nuevo procedimiento, primeramente llamado
«procedimiento extraordinario», y luego «procedimiento cognitorio». Es la
época en que el Derecho Romano alcanza su mayor esplendor, y por
consiguiente la que preferentemente debe ser estudiada como modelo para la
formación jurídica de los estudiantes. Comprende tres etapas: i) la primera
etapa clásica, del 130 al 30 a.C.; ii) la etapa clásica central, del 30 a.C. al 130
d.C.; y iii) la etapa clásica tardía, del 130 al 230 d.C. Desde el punto de vista
político, coincide con la crisis de la República (s. I a.C.) y la instauración por
Augusto (s. I d.C.) de un nuevo régimen político, el «Principado», caracterizado
por la concentración del poder y la autoridad en una sola persona, el «príncipe»
o primero entre los ciudadanos. En este régimen se mantienen las instituciones
republicanas, aunque evidentemente debilitadas, pues se entiende que el
príncipe es el protector de la República.
Época posclásica.
La época posclásica va del 230 d.C. al 530 d.C. Durante ella prevalece el
procedimiento cognitorio y deja de haber una jurisprudencia independiente.
Entonces el Derecho se concibe principalmente como expresión de la voluntad
del emperador. Comprende tres etapas: i) etapa Dioclesiana, del 230 al 330; ii)
etapa Constantiniana, del 330 al 430; y iii) etapa Teodosiana, del 430 al 530.
Concluye con la compilación del Derecho que ordenó hacer el emperador
Justiniano. Desde el punto de vista constitucional, la etapa se inicia con la
severa crisis del siglo III que dio lugar a la instauración de una nueva
organización imperial, fuertemente centralizada y burocrática, conocida con el
nombre de «Dominado» o «Imperio absoluto», que termina claramente con
toda apariencia republicana. Es propio de este régimen la división del Imperio
en dos secciones, Occidente y Oriente, cada una con su respectiva capital,
Roma y Constantinopla.
El fin del Derecho Romano antiguo suele considerarse hacia el año 530, es
decir al momento en que se hace la compilación de Justiniano. El Derecho
Romano ya había dejado de ser vigente en Occidente, desde la caída de Roma
en el año 476, pero sobrevivió parcialmente mezclado con del derecho
germánico. En la parte oriental del Imperio la compilación de Justiniano se
mantiene en vigor, y el Derecho Romano subsiste, pero transformado por la
cultura helénica como Derecho Bizantino, hasta la toma de Constantinopla por
los turcos en el año 1453.
Antes de terminar con el tema que nos ocupa queremos destacar que la
fijación de periodos para la historia de una materia obedece a fines didácticos y
que los criterios que se adoptan son arbitrarios, pero como siempre se recurre
a características, acontecimientos y fechas relevantes, las diferentes
clasificaciones tendrán puntos de contacto, o sea que se parecerán entre sí.
La primera gran crisis tiene lugar con las guerras púnicas (264-166 a. de
C.), que concluyen con el triunfo de Roma sobre Catargo y con el predominio
político y territorial sobre este Estado. A partir de entonces Roma pasa a
dominar el mare nostrum, transformando el pequeño Estado – ciudad en un
gran Estado mediador entre la cultura oriental y la barbarie occidental. La
segunda gran crisis se produce cuando muere el emperador Alejandro Severo,
abdica Diocleciano y ocupa el trono imperial Constantino (235-313 d. de
Cristo). Es una época en que la sociedad romana pasa por un periodo de
postración que gravita en el poder imperial a lo que se suma la presión de los
pueblos bárbaros que, al irrumpir sobre el Imperio romano, desvinculan el
Occidente romanizado del Oriente helenizado. Estas dos crisis son las líneas
divisorias de los tres sistemas en que Bonfante divide la evolución del derecho
romano y que fueron: a) del municipio de Roma y del derecho quiritario; b) del
Estado romano-itálico y del derecho de gentes; c) de la monarquía heleno-
oriental y del derecho heleno-oriental o romano-helénico.
Con Scaevola nace, dentro del vasto campo del derecho privado, la
ciencia jurisprudencial, que vino a formarse con el quehacer de los
jurisconsultos romanos, con aquella “pentaactividad”, como la llama el profesor
Méhész, constituida por el responderé (emitir opinión sobre cuestiones,
litigiosas o no, que se les plantearen); cavere (indicar las fórmulas que los
particulares debían usar para garantizar sus derechos o proteger sus intereses
legítimos); agere (intervenir en el foro para reproducir ante el juez sus
dictámenes u opiniones); scribere (componer colecciones o tratados sobre
temas jurídicos); instruere (formar dicípulos enseñando el derecho).
Consideramos que Scaevola fue el iniciador del ciclo histórico que llamamos
del derecho jurisprudencial porque, siguiendo el testimonio de Pomponio, fue el
primero que “constituyó el ius civile, ordenando el derecho vigente en
dieciocho libros que contenían una exposición sistemática del derecho”.
Entre las fuentes del derecho de este ciclo afirman su valor las
constituciones imperiales, ya aparecidas en el período anterior. Adquieren su
mayor fuerza y vigor a partir de Diocleciano como consecuencia de la plenitud
del imperio absoluto. La absorción total de las otras fuentes por el emperador
hace crecer cuantitativamente las constituciones de los príncipes, las que, no
sólo por su gran número, sino también por las disposiciones contradictorias que
contienen, viene a crear un caos legislativo que se tiene que cortar de raíz. Se
impone, pues, la ordenación del derecho vigente, de las leges, como se
denominan a las constituciones imperiales.