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quiera que sea el sujeto que aprende y el contenido del aprendizaje. Sin embargo,
actualmente gana terreno la convicción de que es más realista partir de una concep-
ción opuesta, según la cual existirían diferentes modalidades de aprendizaje que de-
ben ser estudiadas específicamente para descubrir sus características propias. La teo-
ría de Gagné y sus colaboradores ha contribuido a popularizar esta concepción que
cuenta cada día con más adeptos. Su impacto en este sentido es quizá sólo compa-
rable al de la teoría del aprendizaje verbal significativo de Ausubel, que se expone
en el capítulo 5 de este volumen. Sin embargo, en el caso de Ausubel, este recono-
cimiento de tipos diferentes de aprendizaje se hace a expensas de una valoración o
priorización de unos sobre otros (i.e., del aprendizaje receptivo frente al de descu-
brimiento y del significativo frente al repetitivo). Gagné, en cambio, considera igual-
mente necesarios todos los tipos de aprendizaje incluidos en su taxonomía. Además,
en el análisis de estas modalidades de aprendizaje, así como en la prescripción de pro-
cedimientos instruccionales, integra elementos de teorías del aprendizaje muy diver-
sas, como los de refuerzo, contigüidad y práctica, procedentes de las teorías más em-
piristas del aprendizaje (véase el capítulo 2 de este volumen), el concepto de mode-
lado de Bandura (véase el capitulo 4 de este volumen) o los de percepción selectiva,
memoría a corto y largo plaza, codificación, almacenamiento y recuperación, etc.,
propios de los modelos del procesamiento de la información (tal como los describen
Atkinson y Shiffrín, 1968). Su intento de articulación y el postulado del carácter no
contradictorio de la mayoría de las explicaciones conocidas del acto de aprendizaje
constituye el segundo rasgo distintivo de’las formulaciones de Gagné.
El tercer rasgo distintivo de la teoría de Gagné-Bríggs es su origen eminentemente
práctico. En la década de los cincuenta, debido en parte al éxito de los programas
de entrenamiento destinados al personal militar durante la Segunda Guerra Mun-
dial y debido en parte a la necesidad de reciclar a dicho personal en la utilización
del nuevo equípamíento tecnológico, de un alto grado de sofisticación, derivado de
dicha contienda y de las exigencias de la guerra fría, algunas instancias del esta-
blishment militar de los Estados Unidos de América contrataron a centenares de psi-
cólogos con el fin de que elaboraran los correspondientes programas de instrucción
(Merrill, Kowallis y Wilson, 1981). En esta época y en este contexto, se elaboraron
las primeras técnicas de análisis de tareas, que luego se extendieron a la enseñanza
no militar y gozan, todavía, de plena actualidad. Las técnicas de análisis de tarea se
encuentran en la base de las formulaciones de Gagné sobre las jerarquías de apren-
dízaje de destrezas intelectuales y de sus prescripciones para secuenciar la instruc-
ción. Tanta Gagné como Briggs participaron activamente desde el principio, como
psicólogos, en estos programas de entrenamiento para personal militar, aunque más
adelante sus intereses se extendieron a otros ámbitos, como el del aprendizaje esco-
lar. Sus actividades les llevaron al convencimiento de que los principios del aprendi-
zaje postulados por las teorías de la época eran insuficientes para la elaboración de
programas de entrenamientos eficaces. Consecuentemente, a partir de su experien-
cia en la construcción de tales programas, buscaron una formulación mas completa
y adecuada de los mismos, Desde muy pronto, en el inicio de la década de los se-
senta, Gagné formuló tres presupuestos básicos que constituyen el punto de partida
de lo que será su teoría prescriptiva de la instrucción:
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En lo que sigue de este capítulo, vamos a explicar con algo más de detalle los di-
versos elementos y rasgos de la teoría prescriptiva de la instrucción de Gagné y co-
laboradores que hemos ido apuntando a lo largo de la introducción. Comenzaremos
con la exposición del modelo básico del aprendizaje y la memoria asumido por Gag-
né, lo que nos permitirá comprender mejor su intento de articulación de los diversos
principios conocidos sobre el acto de aprender. A continuación, expondremos las di-
ferentes capacidades humanas que resultan, según Gagné, del aprendizaje y que co-
rresponden a otras tantas modalidades o tipos de aprendizaje, de tal forma que jue-
gan una función esencial en la necesidad mencionada de formular claramente los o b -
jetivos de la instrucción. Seguidamente, expondremos el concepto de jerarquía s del
aprendizaje—que corresponden a los criterios para secuenciar la enseñanza— en el
ámbito de las destrezas o habilidades intelectuales, para insistir, finalmente, en cómo
es posible organizar las condiciones en que se realiza el aprendizaje, particularmente
el aprendizaje escolar, para que la enseñanza sea más eficaz.
Las formulaciones de Gagné han evolucionado considerablemente desde su s pri-
meras publicaciones. Así, por ejemplo, una de sus obras fundamentales, The condi-
tions of learning, ha conocido cuatro ediciones, la original en 1965 y tr es revisadas
en 1970, 1977 y 1985. En nuestra exposición, nos ajustaremos a las últimas formula-
ciones que nos son conocidas (Aronson y Bri ggs, 1983; Gagné, 1974, 1976, 1977a.
1977b, 1984 y 1987; Gagné y Beard, 1978; Gagné y Briggs, 1979; Gagné y Dick,
1983; Gagné y White, 1978; Petry, Mouton y Reigeuth, 1987).
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porque constituyen una gratificación sino, sobre todo, porque informan al aprendiz
sobre la adecuación de sus respuestas en función de las expectativas establecidas.
Además, permiten incentivar al alumno a medida que se va aproximando al compor-
tamiento deseado, en lugar de esperar a que se produzca la respuesta correcta defi-
nida como criterio final de ejecución. En cuanto a la motivación procedente de la
tarea, Gagné incorpora la idea de Ausubel (1968) de que los motivos son en gran
parte intrínsecos a la tarea y que, por tanto, su realización satisface el motivo sub-
yacente. Esta idea es compatible con la de otros autores como, por ejemplo, Selig-
man (1975), quien defiende que controlar el entorno, es decir, producir respuestas
que conducen a resultados previsibles, es intrínsecamente reforzante. conduce a un
sentimiento de competencia y protege al sujeto contra la depresión y, más en gene-
ral, contra los déficits motivacionales, emocionales y cognitivos propios de la indefen-
sión aprendida. Por último, Gagné considera que se puede motivar al alumno esta-
bleciendo una expectativa, es decir. dándole una información u otras ayudas peda-
gógicas, previas a la situación de aprendizaje propiamente dicha, que le permitan an-
ticipar la recompensa o resultados que obtendrá cuando alcance el objetivo y cercio-
rarse de que posee los recursos necesarios, externos (expectativa de control) e inter-
nos (expectativa de autoeficacia), para enfrentarse con la tarea que se le requiere.
El papel de las expectativas en el aprendizaje ha sido establecido por muchos auto-
res, como Bandura (1982) o Estes (1972), y cuando tratemos más adelante el tema
de los «sucesos instruccionales », veremos que Gagné incorpora estas ideas hasta el
punto de que los dos primeros sucesos instruccionales que propone se dirigen preci-
samente a conseguir este fin.
En resumen, Gagné (1976) argumenta ampliamente que las diversas teorías del
aprendizaje existentes no deben considerarse, en su inmensa mayoria, como contra-
dictorias. Su diferencia radica más bien en el hecho de que mientras unas enfatizan
unos determinados procesos y factores externos del modelo, otras elaboran su expli-
cación a partir de la consideración de otros distintos. Justamente se convierten en con-
tradictorias en el momento en que intentan reducir todo acto de aprendizaje a los
elementos y factores del mismo que han tomado como base de sus explicaciones par-
ciales.
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Gagné (1965, 1970) y Gagné y Briggs (1974, 1979) establecen determinadas catego-
rías de las mismas que denominan «capacidades» o «facultades». Estos tipos de ca-
pacidades humanas aprendidas se infieren a partir de los resultados del aprendizaje
y no tienen en la teoría de Gagné, a diferencia de otras, ninguna connotación endó-
gena o aún innatista o maduracionista.
Las diferentes capacidades o facultades humanas aprendidas son dependientes de
los ámbitos particulares de estudio y se distinguen no solamente por el hecho de que
implican modalidades totalmente distintas de ejecución, sino también porque requie-
ren condiciones de aprendizaje, tanto internas como externas, también distintas. En
el cuadro 1 se resumen los diferentes tipos de capacidades postuladas por Gagné y
colaboradores, así como las modalidades de ejecución que implica cada una y las con-
diciones de aprendizaje que requieren. Las condiciones internas se refieren a la ad-
quisición y almacenamiento de capacidades prerrequisitas para el aprendizaje y que
son imprescindibles o ayudan a su consecución. Las condiciones externas se refieren
a los diversos tipos de sucesos instruccionales, externos al aprendiz, que se deben pro-
gramar para facilitar el aprendizaje. De todo lo anterior se deduce la importancia de
definir correctamente los objetivos de la instrucción, especificando, entre otras cosas
(véase el apartado 5 de este capítulo), el tipo de capacidad implicada, porque de ello
se derivarán actuaciones pedagógicas distintas. Podríamos decir que los diferentes mé-
todos de instrucción no son tanto buenos o malos en términos absolutos, sino en fun-
ción del tipo de capacidad humana sobre el que se pretenda incidir. Además, como
hemos dicho, la adecuación de un método en particular no depende del ámbito par-
ticular de estudio, sino del tipo de capacidad que se pretenda en el contexto de cada
ámbito de estudio; así, ya se trate de historia, matemáticas, lengua, etc., podemos
pretender que el alumno adquiera información factual, aplique conceptos o reglas
para solucionar problemas nuevos, ejecute determinadas acciones motoras (para ha-
cer un mapa, juntar, separar o contar objetos, pronunciar un determinado sonido,
etc.) o muestre un determinado tipo de actitud.
La información verbal es el instrumento principal con que cuenta el hombre para
transmitir el conocimiento acumulado a las generaciones venideras. De este modo se
adquiere información sobre una extensa cantidad de hechos y situaciones, sobre la
historia, el arte, la ciencia, la política o la vida cotidiana. Con frecuencia tiende a
olvidarse o a menospreciarse, en el contexto actual de la educación escolar, esta
importante capacidad humana de adquirir información a través del lenguaje oral
y escrito, por medio de las conversaciones con otras personas, las lecturas, los
medios de comunicación de masas, tanto dentro como fuera del contexto escolar. Si
para el aprendizaje de etiquetas o nombres, e incluso hechos, la repetición y la con-
tigüidad parecen ser aspectos esenciales de las condiciones de aprendizaje, la adqui-
sición y recuerdo de corpus de conocimientos exigen fundamentalmente una capaci-
dad para organizar la información aprendida. La información verbal tiene impor-
tancia por varias razones: primero, porque sirve como requisito previo para rea-
lizar otros aprendizajes; segundo, porque tiene gran trascendencia práctica para
desenvolverse en la vida cotidiana; y, tercero, porque a través de la adquisición
de corpus organizados de conocimiento se vehiculan determinadas estrategias de pen-
samiento.
Las habilidades intelectuales que el individuo aprende le facultan para responder
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con símbolos a su medio ambiente y para operar sobre él mediante símbolos. El es-
tudiante aprende cómo transformar sus tareas gráficas en palabras reconocibles, cómo
sumar. como relacionar las fuerzas que actúan sobre un cuerpo con su masa y su ace-
leración, etc., y en general. a responder de forma adecuada a clases enteras de estí-
mulos y situaciones, lo cual reviste enorme importancia, pues resultaría imposible
aprender todas estas relaciones entre cosas y fenómenos de forma particularizada.
Las habilidades intelectuales pueden dividirse en varias subcategorías jerarquizadas
de acuerdo con s u complejidad y por el hecho de que las habilidades mas complejas
requieren el aprendizaje previo de las más simples. Gagné distingue cuatro subhabi-
lidades intelectuales jerarquizadas: discriminaciones, conceptos, reglas y reglas de
orden superior. Las discriminaciones suponen aprender a distinguir estímulos entre
sí en base a una o más de las características físicas de los objetos (formas, colores,
tamaños, texturas, sonidos. etc.). El aprendizaje de las discriminaciones juega un
papel muy importante en la educación preescolar, pero prosigue a lo largo de los ni-
veles superiores (discriminar símbolos aritméticos, algebraicos o lógicos; apreciar los
aspectos distintivos de diversos cultivos de bacterias; etc.) El aprendizaje de discri-
minaciones es un requisito previo para el aprendizaje de conceptos y tambien para
el de nombres o etiquetas. La forma más simple de los conceptos es lo que Gagné
denomina conceptos concretos, es decir, el aprendizaje de clases de cualidades en los
objetos y situaciones (por ejemplo, «silla», «derecha», «izquierda», «encima», etc.).
Un tipo mas complejo de conceptos son los conceptos definidos, que son aquellos
que no se pueden identificar señalando simplemente a los miembros de la clase, sino
que requieren una oración o proposición para su identificación (por ejemplo, «obs-
táculo», «vender», «comprar», etc.). El alumno ha adquirido un concepto definido
cuando es capaz de utilizar la definición para clasificar objetos o situaciones. Los con-
ceptos definidos son, pues. en realidad, reglas, y constituyen un caso especial de la
subhabilidad intelectual denominada regla. El aprendizaje de reglas se refiere a la ca-
pacidad de llevar a cabo algo utilizando símbolos (habitualmente del lenguaje y las
matemáticas). Esta capacidad debe diferenciarse cuidadosamente de la capacidad de
afirmar algo, que corresponde a la modalidad de aprendizaje de información verbal.
El aprendizaje de reglas capacita a los individuos a responder ante una clase de situa-
ciones con una clase de actuaciones; por ejemplo, se aprenden reglas para deletrear
palabras, sumar, restar, multiplicar y dividir, resolver acuaciones matemáticas, etc.
En ocasiones. se combinan reglas simples para dar lugar a reglas de orden superior,
las cuales permiten resolver problemas nuevos, que no han sido objeto directo de en-
señanza.
Las estrategias cognitivas son habilidades intelectuales de orden superior, esencia-
les, justamente, para la resolución de problemas nuevos y que Gagné considera como
una categoría aparte de capacidad humana porque presenta características muy par-
ticulares. Las habilidades intelectuales descritas previamente se orientan hacia aspec-
tos del medio ambiente y facultan al aprendiz para utilizar palabras, números, etc.
En contraste, las estrategias cognitivas gobiernan el propio comportamiento del su-
jeto que aprende; son capacidades internamente organizadas que sirven para guiar y
dirigir la atención, la codificación, el almacenamiento, la recuperación y la transfe-
rencia- Aprender un regla es una habilidad intelectual; aprender a aprender reglas
es una estrategia cognitiva. En la medida en que se aprenden estrategias cognitivas,
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Dentro de una misma materia, dentro de un mismo núcleo temático, e incluso den-
tro de un mismo proceso de enseñanza-aprendizaje, pueden encontrarse implicados
varios tipos de capacidades aprendidas (actitudes, destrezas motoras, información
verbal, habilidades intelectuales, estrategias cognitivas). El aprendizaje de cada una
de estas capacidades requiere ciertos aprendizajes previos, que actuan como requisi-
tos y que pertenecen al mismo o a distinto tipo de capacidad. Esto quiere decir que,
cuando se planifica la enseñanza de una lección, por ejemplo, debe procederse a una
ordenación, a una secuenciación de las capacidades implicadas en el logro de los ob-
jetivos educativos. Generalmente, esto se lleva a cabo. mejor o peor, partiendo del
«sentido común» e intentando que las capacidades prerrequisitas para el aprendizaje
que se pretende en cada momento formen parte ya del repertorio del aprendiz.
Gagné sostiene que dicha secuenciación se puede llevar a cabo de una manera
más eficaz si se parte de las habilidades intelectuales como factor organizador prin-
cipal, ya que su carácter jerarquizado o acumulativo permite planificar con mayor pre-
cisión las series de aprendizajes implicados (Gagné, 1968. 1965; Horne, 1983).
El método para llevar a cabo la secuenciación de la instrucción consiste en el es-
tablecimiento de jerarquías de uprendizaje, que no son más que una ordenación de
las destrezas intelectuales implicadas en el logro de un determinado objetivo, de tal
manera que se evidencien las relaciones de prerrequisitos que hay entre ellas (ver el
capítulo 20 de este volumen). La investigación de las jerarquías de aprendizaje tie-
ne su origen, como señalábamos en la introducción, en los análisis de tareas que se
empezaron a llevar a cabo en el contexto de la elaboración de programas dirigidos a
la formación de personal militar en la década de los cincuenta. Su aplicación a la en-
señanza escolar se remonta a una primera experiencia de Gagné en la que intentó
enseñar a un grupo de niños a encontrar fórmulas para sumar números naturales.
El autor formuló la hipótesis de que esta destreza no podía adquirirse si no se ad-
quirían previamente otras destrezas, que eran identificadas al responder a la pregun-
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ta «¿Qué debe ser capaz de hacer el niño para realizar adecuadamente esta tarea?».
La misma pregunta se aplica a continuación a cada una de la habilidades identifica-
das en primera instancia y así sucesivamente hasta identificar una serie de habilida-
des elementales que estaban ya, manifiestamente, en el repertorio de los niños y que
se definieron como el nivel de entrada. De este modo, se obtiene una red de elemen-
tos o jerarquía de aprendizaje. Cuando Gagné procedió a ensenar a los niños las ha-
bilidades identificadas como componentes para sumar números naturales, observó
que en ningún caso se aprendía una destreza o habilidad sin que se hubieran adqui-
rido previamente todas las destrezas que aparecían en un nivel inferior de la jerar-
quía, lo cual constituye una condición indispensable para poder considerar que la je-
rarquía está bien construida. Igualmente, también comprobó que el aprendizaje de
todas las competencias identificadas llevaba como consecuencia al logro de los obje-
tivos previstos. Sin estas dos condiciones, la jerarquía elaborada debe ser modificada
mediante la comprobación empírica. Las jerarquías de aprendizaje se han aplicado
a muy diversas áreas que implican habilidades intelectuales, como las matemáticas
(Gagné, Mayor, Garstens y Paradise, 1962; Gagné y Paradise, 1961), la lectura (Gag-
né, 1970), la física (Wiegaud, 1970), las ciencias sociales (Coleman y Gagné, 1970),
etc.
5. La planificación de la enseñanza
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rías de sucesos instruccionales que corresponden a las diferentes fases del aprendiza-
je que distingue en su modelo básico (ver el apartado 2); se trata de las siguientes:
a) estimular la atención; b) informar de los objetivos al aprendiz; c) estimular la re-
cuperación de prerrequisitos; d) presentar el material de estímulo; e) proporcionar
ayudas pedagógicas (guiar el aprendizaje); f) elicitar la ejecución; g) proporcionar re-
troalimentación informativa; h) evaluar la ejecución; e i) promover la retención y la
transferencia (Aronson y Briggs, 1983; Gagné y Dick, 1983). Estos sucesos, que de-
ben estar presentes en todo acto de instrucción, tienen una importancia relativa di-
ferente y se concretan en actividades de enseñanza distintas según se trate de un tipo
de capacidad o de otro distinto. Así, por ejemplo, en relación al suceso instruccional
«presentar el material de estímulo», si se trata de una habilidad intelectual, habrá
que presentar ejemplos del concepto o regla: si de una estrategia cognitiva, habrá que
presentar problemas nuevos para resolver; si se trata de una habilidad motora, habrá
que presentar ejemplos del concepto o regla; si de una estrategia cognitiva, habrá que
mientas; si pretendemos enseñar información verbal, habrá que presentar informa-
ción en forma proposicional; y si se trata de una actitud. habrá que presentar mode-
los respetados que manifiesten el comportamiento pretendido; y lo mismo ocurre con
todos los demás sucesos instruccionales. Los últimos trabajos de Gagné y Briggs es-
tán destinados, precisamente, a identificar con el mayor grado de precisión posible
cuáles son las actividades del enseñante que contribuyen con mayor eficacia al apren-
dizaje de los diferentes tipos de capacidades humanas. así como los diversos medios
y materiales de que puede disponerse para proporcionar sucesos de instrucción (ma-
nuales programados, experiencias compartidas con el profesor, películas y diapositi-
vas, etc.).
El modelo de Gagné ofrece también criterios interesantes para la individualiza-
ción de la enseñanza, Estos criterios se basan fundamentalmente en la noción de pre-
rrequisitos, condiciones internas de aprendizaje o habilidades subordinadas. Para el
autor, el grado de dominio de las habilidades subordinadas por parte del aprendiz es
el mejor predictor del éxito que puede esperarse del proceso de instrucción, mucho
mejor que el coeficiente intelectual u otras características individuales. Por ello, pro-
pone que se ofrezca a los individuos con diferentes niveles de capacidades previas ac-
tividades y materiales de instrucción acordes con dichos niveles de entrada, de ma-
nera que la instrucción parta realmente de donde ellos están. Además de las habili-
dades subordinadas, Gagné sugiere que la enseñanza debe individualizarse en fun-
ción de la habilidad verbal del individuo, puesto que el lenguaje es esencial para el
‘aprendizaje y la transferencia de la mayor parte de habilidades que son objeto de en-
señanza. Por último, Gagné sugiere que debe respetarse el ritmo de aprendizaje de
cada alumno. En resumen, el autor considera que la enseñanza debe individualizarse
atendiendo a los procesos y habilidades mentales requeridos para la ejecución de una
tarea (prerrequisitos), al contenido, características verbales y cantidad de información
que debe ser manipulada y transformada y al ritmo de progreso que puede requerir-
se de cada alumno en particular.
Para Gagné, la evaluación debe consistir en una valoración de la ejecución del
individuo relacionándola directamente con los objetivos que se han establecido Para
una determinada unidad de aprendizaje. Esto significa una evaluación basada en un
criterio y no una evaluación respecto de la norma, puesto que, como ha quedado ex-
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puesto en el párrafo anterior, los objetivos se establecen de acuerdo con las caracte-
rísticas individuales de cada aprendiz. Además, el autor sugiere el tipo de eva-
luación que se diseñe debe ser compatible con el tipo de comportamientos propio del
dominio o tipo de aprendizaje implicado en los objetivos y debe consistir el la toma
de medidas directas. Así, por ejemplo, si tratamos de evaluar el aprendizaje de es-
trategias cognitivas, no será adecuado medir la capacidad del alumno de enunciar ver-
balmente dichas estrategias, puesto que eso representaría una habilidad de informa-
ción verbal, sino que deberemos evaluar, por ejemplo, su capacidad de resolver pro-
blemas nuevos que requieran el uso de las estrategias y lo mismo ocurriría con todos
los tipos de capacidades humanas aprendidas.
6. Conclusiones
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