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Naturaleza de la filosofía e

imaginación en Giordano
Bruno
Retrato moderno de Giordano Bruno basado en la ilustración de una
obra de 1578
Indice
Introducción........................................................................................................................... 5
Capítulo I: La defensa de la filosofía en Giordano Bruno........................................................ 6
I.1 Restablecimiento del infinito en Giordano Bruno...................................................... 6
Introducción
Capítulo I: La defensa de la filosofía en Giordano
Bruno

 I.1 Restablecimiento del infinito en Giordano Bruno

“Ningún sentido ve el infinito; a ningún


sentido se le puede exigir esa conclusión, por
el sentido no puede ser objeto del
sentido.” Filoteo. 1

La cuestión del infinito ha sido escamotada históricamente tanto


por las contradicciones que suscitada en los monoteísmos
hegemónicos como por la posible desactivación de los dispositivos
teológicos pastorales relacionados con el poder2. De ahí que no se
puede soslayar su olvido solapado e intencionado en detrimento de
la importancia que implica su pensar3. Quizás sea esta cuestión –el
infinito– lo que podría restaurar un modo distinto de pensar el
ejercicio de la filosofía y de reivindicar una necesaria lectura de
1
Bruno, Giordano. Del infinito: el universo y los mundos. Alianza
editorial. Madrid, 1993. Pág. 102
2
No se trata de la emergencia repentina del concepto infinito, sino que
más bien su a priori histórico resulta inadvertido, dado que inhabilitaba
el despliegue de fuerzas teológicas cohesionadas con el poder y su
ostensible detentación de saberes en desmedro de otros conocimientos
posibles.
3
Bruno en la actualidad en relación con las luchas fratricidas en un
mundo globalizado, dado que el nolano pensó lo que en apariencia
sería inadvertido: la posible borradura de cualquier esquema
parcial y finito pensado como realidad impuesta como totalidad.
En suma, el filósofo italiano Nicolás Abbagnano reconoce a Bruno
como un filósofo del infinito por antonomasia, puesto que plantea
que el nolano concibió el ejercicio de la reflexión como una eterna
“lucha contra los límites y estrecheces que apremian al hombre
por todas partes para alcanzar una visión del mundo por medio de
la cual el mismo mundo no sea ya un límite para el hombre, sino el
campo de su libre expresión.”4
Bruno en consecuencia le responde no sólo a la filosofía impuesta
–que era a la sazón la aristotélica cristalizada bajo el aspecto de la
tradición escolástica–, sino que también al modo en cómo
Aristóteles articuló y pensó la filosofía de la naturaleza en cuanto
tal. Respuesta que se consuma en su obra “Del infinito: universo y
los mundos”.5
La problemática central en torno la pregunta por la naturaleza del
ser del universo es, según Bruno, el constante olvido histórico del
concepto de infinito. En apariencia, ya Aristóteles había conjurado
el problema por medio de su antítesis: lo finito. Sin embargo,
Bruno concibe la finitud como efecto de una corrupción de la
imaginación humana que tiende a inocular la verdad con la
apariencia sensible, y que termina cristalizando el dogmatismo de
lo finito en un geocentrismo y geoestatismo. En este sentido,
Granada plantea la hipótesis de que si la imaginación tiene una
relación poco reflexiva y ausente de escepticismo con la
naturaleza, y por consiguiente es acrítica respecto a la relación
que tiene el ser humano con la inmediatez de la experiencia
sensible, se trastorna y se deja seducir por una insípida fantasía ya
4

5
En las estancias que Bruno realizó en Londres del otoño 1584, escribió
De I` infinito universo e mondi. Obra que pudo realizar gracias a la
benevolencia y simpatía del embajador francés Michel de Castelnau. Por
otro lado, dado que en 1583 no logra convencer a los estudiosos que a
la sazón albergaban en Oxford, esta obra estaba dirigida principalmente
a la aristocracia y corte isabelinas que tenían, por lo general, una gran
admiración por la lengua italiana, y es por esta razón que Bruno no
escribe esta obra en latín. Por otro parte, es relevante aclarar el título,
puesto que es ambigua la interpretación de su traducción. No se sugiere
pensar como título sobre el infinito universo y los mundos, ya que es
poco aclarador. Bruno si bien concibe un universo infinito y la pluralidad
de mundos, luego concibe los mundos como infinitos. De modo que es
más sensato el título que sugiere Miguel Ángel Granada que la
traducción del filósofo argentino Ángel Cappelletti.
sea sueño, quimera y hasta locura, que la imaginación cree ver el
límite del universo. La causa de esto es que los sentidos, incapaces
de aprehender la alteración y esencia de los cielos, permiten en
efecto suscitar fantasías en la imaginación, tales como la de creer
que el universo es una especie de cárcel cósmica que oprime
constantemente al alma aprisionada en un infierno de la región
sublunar. De modo que Granada propone que si la imaginación
está desvinculada del tribunal de la razón, se suscita fantasías que
se albergan en el ser humano bajo el aspecto de verdad. Entonces
la imaginación se ve arrastrada por lo que se presenta en la mera
apariencia sensible, e interpreta la naturaleza bajo el modo de la
creación de un fantasioso universo, o sea un universo finito.6
La instauración de una filosofía de lo finito olvidó el
cuestionamiento de la auténtica verdad originaria: la idea del
infinito y su efecto que jamás deja de manifestarse. En efecto,
Bruno piensa que el príncipe –Aristóteles– es el corrompedor de la
filosofía verdadera, vale decir, de aquella que se presenta como
teoría o contemplación de la auténtica naturaleza, esto es, el
infinito7.
Teoría en griego significa el ejercicio de “mirar” o “contemplar”
ya sea por medio de los sentidos como por lo intelectivo, y ¿Qué
es lo que se contempla? Precisamente aquello que ocurre en el
origen8. Por lo que la filosofía, en sentido bruniano, sería
contemplar aquello que ocurre en el infinito, esto es, la propia la
naturaleza. En suma, una lectura implícita sobre el infinito es una
apertura a pensar la trascendencia de la misma naturaleza,
escapando de la clásica lectura de una filosofía que ha entendido
el origen como una etapa de inflexión a un nuevo paradigma, y
dónde se le achaca un privilegio al mero ser humano sobre los
demás seres vivientes.9
El diálogo De I` infinito universo e mondi es la epítome bruniana en
torno a la necesidad de pensar una cosmología infinitista. En
6
Granada, Miguel Ángel. De I`nfinito, el anuncio de un nuevo evangelio.
Introducción Del infinito: universo y los mundos. Pág. 12 La tesis de
Granada en torno a la imaginación perdida en la heterogeneidad y
límites de la experiencia sensible se encuentra en este capítulo.
7
Es relevante insistir en la reivindicación de una filosofía más originaría.
En este sentido, de lo que se trata es de recuperar y restaurar la imagen
del universo y la idea de mundo que no se reducen en absoluto a lo
finito. De modo que Bruno, dicho sea de paso, re-descubre la filosofía
presocrática que ya ha sido olvidada bajo la maquinaria intelectual de
claustros, propios de la escolástica.
8
El griego Qeiwrein significa “mirar”, “observar” y la teoría es la acción de
mirar, ver observar. […] Equivale al latín contemplatio. Ferrater Mora,
José. Diccionario de filosofía. Ariel filosofía. España. Barcelona. 1999.
Pág. 3474
efecto, de lo que se trata es de reivindicar la substancia infinita, y
desde ese lugar edificar el estatuto y el sentido de la filosofía en su
relación con las manifestaciones particulares que se albergan en el
seno del universo. En suma, no se trata sólo de pensar la
posibilidad de la idea del infinito, sino que se trata de pensar la
necesaria recuperación de una idea de substancia que ha sido
olvidada.
También es cierto que Bruno intenta recuperar la idea de
substancia desde una matriz platónica, en el sentido de recuperar
la homogeneidad –propia del universo como tal– en detrimento de
la idea de substancia personal o singular aristotélica. No obstante,
hay diferencias desde luego con el platonismo. En primer lugar, en
la lectura bruniana no hay una escisión ontológica ni moral radical
entre lo inteligible y lo sensible, sino que ambas realidades
cohabitan y se despliegan coextensivamente en virtud de una
única substancia, por lo que no se trata de que las realidades
finitas imperfectas participen de modelos en su estado de
perfección, esto es, la Ideas, tal como lo pensaba Platón. Por el
contrario, lo sensible no está anatemizado, sino revalorizado en el
sentido de que tanto lo sensible como lo inteligible no son más
que efectos de la potencia eficiente divina. En segunda lugar, es la
recuperación de un materialismo que de suyo es animado y que
jamás perece, sino que se metaboliza y se transmuta en otros
seres. Se abarcará con más detalle la lectura bruniana en torno a
lo sensible en los posteriores capítulos.
En la epístola proemial a Castelnau, Bruno defiende el ejercicio de
la filosofía como un fin en sí mismo; cualquier otro fin es enemiga
de los dioses y corrompen la verdadera sabiduría. Bruno en
consecuencia mienta que sus argumentos se basan en razones
vivas10 que devienen de un sentido regulado11. De modo que su
presentación de la tesis sobre la necesidad del infinito es análogo
al ejercicio de la contemplación– propio de la filosofía– desde una
matriz imaginativa, no obstante racional12.
9
Si Aristóteles concibe el universo como finito; la filosofía moderna
instaurada por René Descartes, invierte la idea de finitud en el propio
sujeto.
10
Bruno se desprende de una posible matematización de la naturaleza,
por lo que sus argumentos devienen de una sabiduría prístina
11
El senso regolato se refiere a una imaginación racional o que le
asiste la razón. Es así como la imaginación puede desarrollar imágenes
concordes a la verdad. Es una imaginación ajena a la fantasmagoría y a
la locura perdida en la inmediatez sensible.
12
“[…] No disputo por amor a la victoria por sí misma, puesto que lo
considero enemiga de Dios,
vilísima000000000000000000000000000000000000000000000000000
000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
Dicho esto, la primera tesis de Filoteo13 en relación al sujeto con la
verdad es la insuficiencia que tienen los sentidos para aprehender
la totalidad; degeneran al corromperse a pesar de que estén muy
desarrollados. En este sentido, Bruno no desconoce que los
sentidos contribuyen a testificar una verdad, sin embargo es sólo
una parte de ella, producto de su propia incapacidad por
naturaleza. En efecto, el nolano concluye que la verdad puede
venir de los sentidos, pero no está finalmente en ellos. La lectura
tácita en torno a la relación de los sentidos con la verdad, es la
relación de los sentidos con lo infinito, dado que la verdad estaría
allende de nuestra propia experiencia percipiente. De modo que se
deduce que Bruno no tiene una relación ingenua con la totalidad
de la experiencia y el mundo circundante, sino que atisba la y
reconoce la necesidad de otras facultades superiores que
contribuyan a contemplar de mejor modo lo infinito. El infinito,
según Bruno, se aprehende en forma viva y propia por medio
de capacidad intelectiva . De modo que el infinito
eventualmente estaría relacionado con una especie de lugar, pero
un lugar ausente de cuerpo.14
Entonces la experiencia de lo infinito es precisamente una
experiencia del sujeto consciente de su incapacidad de aprehender
lo lleno por medio de los sentidos, pero esto no tendría por qué
justificar la existencia de un vacío, tal como han insistido los
peripatéticos. El contumaz contrincante de Filoteo, Elpino, 15se
niega a aceptar la posibilidad de lo lleno en un espacio que en
apariencia es vacío.
Elpino en consecuencia le enrostra a Filoteo el hecho de pensar la
presencia divina manifestado en una dimensión corporal y, sobre
todo, el hecho de pensar que la grandeza de su divinidad se mide
según su grandeza dimensional. Sin embargo, Filoteo lo corrige
arguyendo en que no se trata de una cuestión de grandeza
corporal ni de una ingente dimensión espacial, sino que problema

000000000000000000000000000000000000000000000000000000000
0000000000000000000000000 y sin pizca de honor toda reputación y
victoria en la que la verdad está ausente, sino que por amo a la
verdadera sabiduría y afán de la verdadera contemplación me fatigo,
me aflijo y me atormento. […] Aquí, pues, os presento mi contemplación
del infinito universo y los mundo innumerables.” Epístola proemial al
ilustrísimo señor Michel De Castelnau por Bruno. Del infinito: el universo
y los mundos. Alianza editorial. Madrid, 1993. Pág. 75
13
Filoteo es el alter ego de Bruno. Es el protagonista que presenta la
tesis sobre el infinito.
14
Aristóteles no aceptaría el lugar expuesto por Bruno, puesto que
piensa que lo incorpóreo no es un lugar. 279a
15
relacionado al reconocimiento de la dignidad de las naturalezas y
de las especies corpóreas.
“Filoteo: yo no exijo el espacio infinito ni la naturaleza tiene un
espacio infinito por la dignidad de la dimensión o mole corpórea, ya
que la excelencia infinita se presenta incomparablemente mejor en
innumerables individuos que finitos y numerables, como son los
otros.”16
La tesis bruniana en torno a pensar la presencia divina cristalizada
en una innumerable pululación de seres, invita a pensar su idea de
la realidad bajo el aspecto de la otredad. En este sentido, la
necesaria restauración del infinito es la afirmación de seres,
planetas y todo lo que prolifera en las constelaciones diseminadas
en el universo homogéneo, y que tienen un estatuto ontológico y
político igual a este mundo y realidad que conocemos. Bruno le
llama por consiguiente animales vivos a los planetas, dado que
actúan como receptáculos, y no son posibles si no en un espacio
infinito. En suma, Filoteo mienta de que Elpino puede proferir
insistentemente de que el mundo y los astros son finitos, y que es
desde la categoría de lo finito el modo más sensato de pensar la
comprensión más perfecta de todas las cosas, sin embargo
degenera esta aserción en la incapacidad de probarlo. Filoteo
piensa de que si pensáramos desde la categoría de lo finito como
perfección de todas las cosas finitas, sólo se limitaría a pensar la
cosas finitas reducidas a este espacio, olvidando el otro como
aquello que está allende de este espacio finito, y por tanto
olvidando espacios de infinitos otros que están en grado sumo en
actualización incesante según su potencia. En este sentido, lo
finito es incapaz de explicar lo infinito, dado la tara de su propia
condición. ¿Cómo es que el sujeto pensó lo infinito desde su propia
condición finita? Una posible respuesta tiene relación con poner a
priori la categoría de lo infinito como lugar del cual devienen todas
las infinitas otredades posibles. Quizás otra respuesta esté en un
texto de mondolfo.17
De modo que Bruno critica no sólo esa tradición que ha impuesto
hegemónicamente en el tiempo la supremacía de lo finito por
sobre lo infinito, sino que ha impuesto una matriz de lo finito por
excelencia, de donde devienen todas los posibilidades de
conocimiento real, y fuera de ella sólo se asoma la sinrazón.
En este sentido, esa matriz de lo finito, tan instaurado en el
conocimiento, pareciera que es un primer principio que mueve a
otros modos distintos de conocimiento a pensar desde su marco,
16
Bruno, Giordano. Del infinito, el universo y los mundos. Alianza
editorial, Madrid. 1993. Pág. 111
17
puesto que si no se equivocan al caer en un principio ausente de
substancia, y por tanto es sólo vacío.
Análogamente, el nolano piensa que cada astro o mundo no es
movido por un primer motor. Por el contrario, los innumerables
mundos tienen un principio motriz en y por sí mismo, esto es, la
vida es inmanente a cada particularidad en el divino universo
infinito.
“Filoteo: el primer principio no es lo que mueve, sino que –quieto e
inmóvil– da el poder moverse a infinitos e innumerables mundos,
grandes y pequeños animales colocados en la amplísima región del
universo, cada uno de los cuales tiene una fuente de movilidad,
motricidad y otros accidentes según la condición de la propia
virtud.”18
Esto se explica por la eternidad del movimiento infinito inmanente
al alma del mundo, que es la manifestación más auténtica de la
divinidad. De modo que el alma del mundo está toda en todo, dado
que se manifiesta según el principio por excelencia: el infinito.

18
Bruno, Giordano. Del infinito, el universo y los mundos. Pág. 125

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