Número 14

Sábado, 9
de octubre
de 2010
El perseguidor
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EL BUEY EN EL TEJADO ACHMET EBRAHIM DANGOR
A propósito de Por favor mátame.
La historia oral del punk “Coetzee no me inspira”

por la entrevista de
SEVERO SERVANDO EDUARDO GARCÍA ROJAS

EL NARCOTRÁFICO
EN LALITERATURA

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2 El perseguidor
ACHMET EBRAHIM DANGOR / escritor
Escritor sudafricano cuya primera novela, Esperando a Leila, tardó una década en ser publicada en su país al ser censurado por su activismo
político, Achmet Ebrahim Dangor (Johannesburgo, 1948) es hoy uno de los tantos escritores sudafricanos que no ha olvidado su
responsabilidad ante la sociedad sudafricana simultaneando la creación literaria con sus funciones como jefe ejecutivo de la Fundación
Nelson Mandela. Como escritor, destaca en su producción los poemarios Bulldozer y Exiles Within y en narrativa Trilogía Z Town y La maldición
de Kafka, ambas novelas publicadas en España. Dangor, fundador del grupo cultural Black Thoughts, fue uno de los escritores invitados por el
segundo Salón Internacional del Libro Africano (SILA) celebrado del 22 al 26 de septiembre en el Castillo de San Felipe del Puerto de la Cruz.
“COETZEE NO
ME INSPIRA”
EDUARDO GARCÍA ROJAS
- ¿En la Sudáfrica del siglo XXI se ha elimi-
nado también el apartheid literario?
- Pienso que la literatura y el arte se han
integrado gradualmente mucho mejor
que la economía y la política donde conti-
núan existiendo diferencias pero más en
lenguaje que en cuestiones de razas. En
los últimos años, cabe destacar que los
escritores negros ya abordan los proble-
mas del país perfectamente igual que
como lo abordaban y siguen abordando
los escritores blancos.
- Y cómo recibe el lector sudafricano esta
literatura.
- Contestando a su pregunta sólo puedo
responderle que el mayor problema que
tiene mi país es encontrar lectores porque
los que ahora tenemos continúan siendo
muy escasos y más reducidos los que pue-
den permitirse adquirir un libro. En este
sentido, no creo que el lector sudafricano
tenga hoy prejuicios en comprar un libro
escrito por un blanco, un negro o un indio
sudafricano sino que más bien el pro-
blema es que tenemos que encontrar lec-
tores en un país donde todavía no hay sufi-
cientes lectores, y eso es un problema
mayúsculo para los que, como yo, escribi-
mos.
- En los años del apartheid hubo literatura
negra. Usted como fundador de los Black
Thoughts se encargó junto a otros integran-
tes del grupo en promocionarla. ¿En qué con-
sistía esta literatura?
- Sí que hubo una literatura negra en los
años 70 y 80 pero se trataba de una litera-
tura subterránea que nosotros conocemos
ahora en Sudáfrica como literatura de pro-
testa. Sus medios de expresión eran fun-
damentalmente orales y la dábamos a
conocer en recitales de poesía. De alguna
manera me considero uno de estos escri-
tores porque me prohibieron escribir y leer
poesía en los por aquel entonces distritos
segregados. Afortunadamente, las cosas
han mejorado mucho en Sudáfrica.
- A usted le prohíben escribir por formar
parte del Black Thoughts. ¿Qué hacía el
Black Thoughts para que fuera perseguido?
- Un grupo constituido por una trein-
tena de escritores que íbamos a hacer lec-
turas de nuestras obras y también de otros
escritores africanos y europeos para los
habitantes de los distritos segregados de
Sudáfrica porque en aquellos años, los
setenta y ochenta, el sistema educativo
sudafricano era de corte muy colonial.
Sólo se enseñaba afrikáner e inglés y nos-
otros lo que pretendíamos era transmitir
otras ideas a través de las lecturas que
ofrecíamos de estos autores. El Black
Thoughts estaba constituido por un grupo
mixto de narradores, un grupo heterogé-
neo de personas que conocía muy bien
cómo actuar en los distritos discriminados
de población negra. En muchas ocasiones,
nos invitaba la iglesia con el pretexto de
educar a esa población y nosotros acudía-
mos para dar a conocer nuestra literatura.
El problema surgió cuando la policía tuvo
conocimiento de nuestras actividades y
entendió que su naturaleza era política, lo
que desencadenó que nos persiguieran.
En aquellos años se producía en Sudáfrica
un fenómeno extraño porque por un lado
estaban los libros prohibidos pero que sí
se podían leer aunque no se distribuyeran
en el país y por otro los libros estricta-
mente prohibidos, que eran todos aque-
llos que no se podían leer ni distribuir
según el criterio de las autoridades sud-
africanas. Afortunadamente, contábamos
en nuestra campaña con la colaboración
de la embajada de Estados Unidos, donde
se nos facilitaban todos aquellos textos
prohibidos que podíamos sacar libre-
mente de su biblioteca. Con esas obras, el
grupo elaboraba una selección y las dába-
mos a conocer en nuestros recitales. La
idea fue creciendo con el paso del tiempo
y desde el propio movimiento nos encar-
gábamos de fotocopiar los textos prohibi-
dos para distribuirlos entre los asistentes a
esas reuniones. En otras ocasiones, el
material nos llegaba directamente de Lon-
dres o Tanzania, así que sin la ayuda de la
embajada norteamericana y de la gente
de Londres y Tanzania no hubiera sido
posible lo que más tarde se conoció en
Sudáfrica como resistencia cultural al
gobierno.
- Usted comenzó como activista, ¿qué le
empuja a la literatura?
- En mi caso particular tuve mucha
suerte porque además de adorar escribir
desde que tengo uso de razón siempre me
encantó leer. Crecí junto a un tío cuya casa
estaba repleta de libros. Libros de todas
clases y prácticamente los terminé de leer
casi todos. Tenía acceso a su formidable
Sí que hubo una
literatura negra en los
años 70 y 80 pero se
trataba de una
literatura subterránea
que nosotros conocemos
ahora en Sudáfrica
como literatura de
protesta. Su medio de
expresión era la
oralidad principalmente
biblioteca y eso me animó a escribir a la
edad de dieciséis años aunque mi primera
novela la firmé recién cumplidos los dieci-
nueve pero no llegó a publicarse hasta diez
años después. Considero que en mi caso
escribir es como una adicción. Tanta, que
si no escribo diariamente me siento culpa-
ble. Es tanta esta pulsión que a veces
pienso que mi familia debe de odiarme
porque, como intento explicar, escribo de
manera compulsiva. Uno de mis hijos
piensa que quiero más al ordenador que a
mi familia pero al final han terminado por
asumirlo. Yo escribo sobre lo que veo y
siento. En este aspecto, la fuente de la ins-
piración puede venir de cualquier parte.
La historia, en mi caso, puede emerger de
las experiencias que recibo diariamente.
- En su literatura más que una preocupa-
ción por denunciar se aprecia cierta cons-
tante por explotar otros territorios.
- Exactamente si hay algún tema común
que enlaza toda mi obra no es, como bien
apunta, una denuncia sino una necesidad
Sábado, 9
de octubre de 2010
por explorar un asunto que a mí particu-
larmente me apasiona y es la hibridación
entre las culturas y sus gentes. Esto se
puede entender por mi origen: desciendo
de padre indio y madre medio holandesa
e indonesa. Mi bisabuela materna fue una
esclava mientras que mi parte paterna
desciende de India. Crecí con mi abuela,
cuya lengua materna era el afrikáner pero
desde muy pronto rechacé escribir en esa
lengua en favor del ingles.
- Creo que esa hibridación es uno de los
aspectos más interesantes de su obra.
- Bueno es que usted como yo considera
que la palabra hibridación debe usarse
también de una forma intelectual. Mi obra
está influenciada por autores que sintie-
ron esa mezcla como Albert Camus, que
no sé hasta que punto hay que conside-
rarlo escritor francés como argelino; o
Franz Kafka, que puede ser tanto un escri-
tor alemán como checo. La influencia de
la literatura se derrama en una serie de
escritores que son conscientes en que su
tarea es la de desarrollar una visión del
mundo que va más allá de sus país y de sus
tradiciones.
- ¿Cómo se logra combinar activismo polí-
tico con la literatura?
- La verdad es que una actividad esqui-
zoide porque a veces tengo la sensación
que te tiran de cada brazo. Con esto quiero
decir que es muy complicado conciliar
ambas cosas y si a esto le sumas la esqui-
zofrenia del escritor, ese lado creativo y
rebelde que sobrevuela todos los días tu
cabeza… La verdad es que en mi caso ha
sido un lujo vivir tras el apartheid. Un lujo
que comparto afortunadamente con otros
compañeros de generación. Pero esta
reflexión la hago extensiva a otros escrito-
res porque no creo que haya hoy un escri-
tor sudafricano que sea cien por cien escri-
tor ya que todos estamos implicados en
temas sociales.
- ¿Qué escritores sudafricanos recomen-
daría para iniciarse en la literatura de su
país?
- Son muchos pero ahora se me vienen a
la cabeza Nadine Gordimer y Kopano
Maltwa.
- No cita a Coetzee…
- Gordimer y Kopano me inspiran. Coet-
zee no. Reconozco que técnicamente
escribe muy bien pero reitero que es un
escritor que no me inspira. Que quede
claro, no obstante, que no tengo nada per-
sonal contra Coetzee pero no me compro
libros de escritores mundialmente recono-
cidos si sus obras no me dicen nada, y eso
me pasa con Coetzee. Mi escritor nortea-
mericano favorito es Philip Roth. ¿Conoce
usted a Philip Roth?
- Philip Roth es ampliamente conocido en
España. Igual que Coetzee.
- No me inspira. Coetzee no me inspira.

Sábado, 9
de octubre de 2010
SOPHIE HANNAH / escritora
“A LAS MUJERES SE NOS DA
MEJOR ESCRIBIR NOVELAS DE
CRÍMENES PSICOLÓGICOS”
Con dos novelas publicadas en España --Matar de amor y No es mi hija, Duomo Ediciones-- Sophie Hannah (Manchester, Inglaterra 1971) ya
forma parte de la liga de excelentes narradoras británicas de misterio. Hija del académico y escritor Norman Geras, y de la escritora Adele
Geras, Hannah estudió en la Universidad de Manchester y publicó su primer libro de poemas The Hero and the Girl Next Door con tan sólo 24
años. Como autora de novelas de suspense, sus libros se encuentran en las listas de los más vendidos, todos ellos protagonizados por mujeres
que se crecen ante la adversidad. Sophie Hannah, que durante años fue profesora en el Trinity College de Cambridge y en el Wolfson College
de Oxford, vive en la actualidad en West Yorkshire con su marido y sus dos hijos.
EDUARDO GARCÍA ROJAS
- ¿Novela de misterio?
- La verdad es que siempre me han gus-
tado las historias de misterio, desde que
soy niña. Creo que la primera que leí fue a
la edad de siete años, momento en el que
pensé que las mejores historias son todas
aquellas que tienen misterio, y desde ese
entonces no he cambiado de opinión. Es
mi género favorito. De hecho, todo lo que
leo son novelas de misterio, así que escribo
sobre lo que más me gusta.
- En las dos novelas que ha publicado en
España, y en contra de otros escritores de
suspense, usted describe y en ocasiones
incluso crítica a la clase media británica.
- No lo tengo tan claro porque como
escritora de ficción considero que tratar
de incluir tus prioridades políticas y socia-
les en una novela al final puede interferir
con la historia. En este sentido, pienso que
la prioridad de un escritor de misterio,
pero también para cualquier escritor de
ficción, debe ser la de contar una buena
historia. Nada más porque de otra manera
el lector tendría como la sensación de que
se le está echando un sermón, y ese no es
el objetivo. A mi particularmente me inte-
resa más una historia individual, con su
protagonista, y que esa historia sea lo
mejor posible. Mis novelas están ambien-
tadas en el Reino Unido y es cierto que
muchos de sus personajes pertenecen a la
clase media pero lo hago con el objeto de
que sirva para conocer un poco como vive
esta gente. No pretendo con mis novelas
criticarla ya que, como apunté, prefiero
centrarme en historias individuales y no
profundizar en cuestiones políticas. Los
humanos somos muy distintos, otra razón
que explica que me sienta más cómoda
describiendo los amores y odios de un
grupo de personajes que no de toda una
colectividad.
- Le planteo esta pregunta porque tengo la
sensación que los británicos están muy
acostumbrados a reprimir sus emociones…
- Creo que a mucha gente en el Reino
Unido le gusta también el
cotilleo, saberlo todo, pero
hay muchas otras personas
que tienen la idea de que si
te casas debes ser fiel en
todos los sentidos a tu cón-
yuge, y eso implica compar-
tir con tu pareja absoluta-
mente todo. Mi hermana,
por ejemplo, es de esa opi-
nión. Yo, obviamente, no.
En cierta ocasión quise con-
tarle un secreto. Un secreto
que debía de quedar entre
nosotras, pero se negó en
rotundo a que se lo dijera
porque me advirtió que se
tratara de lo que se tratase,
se lo iba a revelar a su
esposo. Mi hermana es de
esa opinión pero yo no, no
creo que tengas que com-
partirlo todo con tu pareja,
en especial si lo que cuenta
no afecta a esa otra per-
sona. Estoy seguro que a su
marido no le hubiera
importado no saberlo, pero
sí que existe esa corriente
un poco siniestra que
defiende que tienes que contarle todo a tu
pareja.
- Siempre me he preguntado por qué hay
más escritoras de misterio que de novela
policíaca. La lista es amplísima, Agatha Cris-
thie, P. D. James, Anne Perry…
- No sé si las mujeres somos mejores
escritoras de novelas de misterio porque
en el Reino Unido contamos con excelen-
tes escritores masculinos como Ian Ran-
kin y Mac Billingham. Pienso, en todo
caso, que las mujeres sí son mejores a la
hora de escribir novelas de crímenes psi-
cológicos y en molestarse en preguntarse
cómo funciona la mente humana. La
mayoría de mis lectores son mujeres por-
que a ellas les interesa más este tipo de
detalles. Los hombres están más preocu-
pados por las historias de acción, tiroteos,
muertes violentas, peleas. Este análisis es
una generalización, claro está, aunque
continuo pensando que a nosotras, las
mujeres, nos interesa más conocer las rela-
ciones interpersonales que a los hombres.
- No se ha planteado crear a un detective,
independientemente de su sexo, como per-
sonaje fijo de algunas de sus historias.
- Sí que me lo he planteado alguna vez
pero por el momento me va bien con lo
que estoy haciendo. Mis novelas son histo-
rias autoconclusivas y cada una de ellas
tiene a un protagonista que se desen-
vuelve en una trama distinta a la anterior.
Lo que sí coincide en estos títulos es que él
o ella se ven obligados a pedir la ayuda a
un grupo de detectives que siempre son
los mismos en todas mis novelas. Eso me
obliga a que cuando estoy trabajando en
El perseguidor 3
una historia piense cómo podré vincular a
estos personajes en el relato. Quería tener
lo mejor de dos mundos, que cada libro
resultara distinto pero que contuvieran un
elemento que le fuera familiar a mis lecto-
res. Estos detectives se van desarrollando
y creciendo con cada libro que escribo.
- Todas sus novelas transcurren en nues-
tro tiempo. ¿No se ha planteado ubicarlas en
otra época? La gran escritora británica Anne
Perry ha creado a una feliz pareja de investi-
gadores que desarrollan sus aventuras a
finales del siglo XIX.
- Creo que mis novelas están ambienta-
das en el mundo actual porque es lo que
me gusta cuando leo una novela. En este
sentido, no soy capaz de leer una novela
histórica por muy bien escrita que esté. A
mi me atraen todas aquellas que se desen-
vuelven en nuestro tiempo. No obstante,
quiero hacer una precisión, y es que si bien
no me gusta la novela histórica escrita hoy
para contarnos sucesos del pasado, sí que
me encanta la que se escribió en su
momento. Es decir, que continuo disfru-
tando mucho con las novelas de escritoras
como Agatha Cristhie porque en ellas su
autora describe su tiempo y escribe sobre
el mundo en el que vivió.
-Nos gustaría conocer cuáles son sus
autores de cabecera.
- Entre mis autores favoritos se encuen-
tran Ruth Rendell, Nikki French, Agatha
Cristhie, Laura Lipman… como ve todas
son mujeres y autoras de novela sobre crí-
menes psicológicos.
- Tema al que recurrirá en su pró-
xima novela.
- Acabo de entregarla a imprenta y se
trata de una historia sobre una mujer que
navegando por la página web de una agen-
cia inmobiliaria hace click en el tour vir-
tual de las casas que pone en venta y des-
cubre en el salón de una de ellas a una
mujer desangrándose. Despierta a su
marido pero cuando ambos observan la
pantalla el cadáver ya no está.
- Cómo se llamará esta historia.
- Daño permanente.
4 El perseguidor Sábado, 9
de octubre de 2010

PAPELES DEL NARCO

JORGE MOCH (*)

Cruzaron por el desierto

para llegar a Tijuana
en una caja de muerto
llevaban la marihuana

-Chalino Sánchez,
Contrabando en la frontera-

E
l narcotráfico es acertijo irre-
suelto y signo de dilución
social que en México parece
haber rebasado los cartabones
mundiales del arquetipo. Aun-
que aparenta simple procuración desqui-
ciada de evasión y delirio por un lado –la
demanda— y avidez por dinero fácil de
otro –la oferta—, es en realidad un fenó-
meno con matices y ramificaciones socia-
les quizá infinitas como los mecanismos
de la ilegalidad: el trasiego de lo prohi-
bido siempre encuentra cauce al bolsillo
ajeno. El clandestinaje del narcotráfico
encaja particularidades regionalistas
donde lo geográfico y lo local son relevan-
tes (los cárteles y sus gremios suelen adue-
ñarse del colectivo a partir del sitio especí-
fico: de Tijuana, de Sinaloa, del Golfo, de
Juárez, La Línea, Familia Michoacana), y
ha dado pie a una cultura subterránea con
vasos comunicantes endémicos, su propio
lenguaje y hasta sus propias deidades,
como el culto a Jesús Malverde, de cepa
sinaloense, o la extrapolación del culto a Una actividad que a pesar de su ilegali- La literatura del un código de comunicaciones en clave,
la Santa Muerte nacido en la polisemia dad y su marginalidad es capaz de gestar epistolario a veces letal. Varios cantantes
contracultural de Tepito y luego exten- arquetipos tiende forzosamente a retra- narco no es ya de narcocorridos han sido ultimados por-
dido, por macabro, presunto patronazgo tarse con épica propia y explora así for- que sus canciones, sus apariciones públi-
de los sicariatos a buena parte del país y mas de narrar su mundo. Al narcotráfico
potestad de autores cas fueron actos de indiscreción que los
del extranjero desde las pandillas del
barrio Logan, en San Diego, hasta las
no le interesa mucho el secretismo, o no
en todos los ámbitos de su quehacer y
cuyo denominador pusieron en la mira de un grupo que se
consideró rival, desfavorecido o irrespe-
maras centroamericanas. El narco, como
hampa o como personaje, como forma de
gusta de presencias notorias que sirven de
advertencia a su entorno y a sus iguales.
era una vinculación tado. Los medios masivos se han hecho
eco de esas muertes casi siempre a bala-
vida y como cultura de lo clandestino, Quizá por sus propios ambages y caren- geográfica y la zos. El cantante sinaloense Chalino Sán-
capitaliza una base social enfrentada a la cias, por su falta de sofisticación artística chez (Las Flechas, Sinaloa, 1960—La Pre-
pobreza, a la escasez de oportunidades de –causas y efectos de marginación del literatura del norte se sita, Sinaloa, 1992) a quien se debe el epí-
desarrollo y a sus propios rencores de medio rural y remoto del que suele surgir grafe que inaugura este texto, fue uno de
clase. El narcotráfico ha creado así una el narcotraficante—, la primera literatura va desdibujando los primeros cantautores del género que
subcultura temida y anhelada por la masa del narco es musical y en principio lírica, cayeron víctimas de su propia fama, del
desposeída con lo que podría llamarse sin- expresión sintética de músicos hechos a sí como región limítrofe mismo estilo de vida que ponderaba en
cretismo moral, esa moral que tolera en mismos, salidos de las filas de la pobreza sus composiciones. La música del narco
pos de un fin los medios más extremos de en un mundo duro. Género sincrético, abi- de la misma manera narra carreras violentas, vidas a salto de
competencia y control territorial si se garrado, nacido de estilos musicales popu- mata, y a menudo se retrata a sí misma en
guardan algunas demosóficas formas lares en los estados del norte, como la que el narcotráfico ha vida y muerte.
como venerar a sus santos patronos y polca, y mezclando la herencia trovadora Caldo suculento para hacer de la
observar códigos de conducta propios de del corrido mexicano con estridencia de
rebasado su propia, sociedad mexicana un retrato delirante, el
cada grupo o región que en su diversidad,
sin embargo, unifican y crean estereotipos
ritmos comerciales como la cumbia y
hasta el reguetón, pero manteniendo en lo
imaginaria frontera. narcotráfico al ser esencialmente esper-
péntico resulta magnífico candidato a la
–las botas de pieles exóticas, los sombre-
ros Stetson, las camisas Versage, las
posible su linaje norteño de banda sinalo-
ense, de tambora, de redova, canción ran-
Allí la obra de personificación literaria, del hiperrea-
lismo a la exageración con buenas dosis
camionetas lujosas, de preferencia blinda- chera y chotis, el narcocorrido se desarro- escritores tan de humor negro porque la literatura está
das, la exhibición de torzales, pulseras, lló rápidamente no sólo como apología, ya llamada a reinventar la realidad aunque
relojes, el armamento hasta los dientes por homenaje, ya por encargo a veces caro diferentes en estilo sea en el hipertrófico reflejo que abreva
ornado de oro, plata y pedrería, y sobre a sus autores e intérpretes, porque un nar- en periodismo de nota roja. Para algunas
todo la disposición feroz a matar o cocorrido es muchas veces alusión directa, como Federico facetas crudas, y por ello recónditas de la
morir— reconocibles hasta la metonimia un mensaje de amenaza o advertencia realidad humana, el modo de salir a la luz
y representativos, dependiendo de dónde entre facciones, osado sainete a oídos de Campbell o Daniel es la ficción porque otras maneras de
está situado el observador, de admiración, un capo enfurecido, sino también como exposición o denuncia suponen condena
respeto, desprecio o terror. un complejo sistema de correspondencias, Sada, entre otros de muerte. La beligerancia islamita y sus

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de octubre de 2010
métodos de reclutamiento, la opresión
que ejerce sobre la mujer y la guerra terro-
rista contra Occidente, el fundamenta-
lismo neocristiano de los grupos de sobre-
vivencialistas norteamericanos muchas
veces ligados al neofascismo o a corrien-
tes de supremacismo racial, el esclavismo
vinculado a las minas de piedras preciosas
que a su vez alimenta guerras tribales y
exterminio étnico en África y el narcotrá-
fico latinoamericano, particularmente en
México y Colombia, son realidades de esa
ralea. Entre los saldos con que se hace el
doloroso recuento de ese lado brutal del
negocio de las drogas que son los muertos
hay muchos periodistas desaparecidos y
asesinados.
La literatura, a diferencia de otros len-
guajes divulgativos que hacen registro del
narcotráfico, de sus incidencias en la vida
diaria y el ideario colectivo como ese
periodismo convertido de pronto en víc-
tima de sí mismo, ha permitido el oficio de
autores que puedan explicarlo sin poner
en entredicho –aunque siempre habrá
excepciones que lamentar— la integridad
física personal o familiar. El periodismo, el
ensayo literario y el reportaje de investiga-
ción son también fuente de libros sobre el
narcotráfico, como La reina del Pacífico
(Grijalbo Mondadori, México, 2008), de
Julio Scherer, pero esos son documentos
ajenos a la narrativa. En este sentido
podría decirse, al menos hasta ahora y
dentro de ciertos límites, que la literatura
permite acercarse a narrar la fenomenolo-
gía del narcotráfico, de retratar sus causas
y efectos, sin ofender a quienes se dedican
a ello. Este puede ser uno de los motivos
del auge, que algunos críticos siguen
empecinados en pontificar como pasajero,
de las novelas sobre el tema.
El narcotráfico no es tema pasajero. Es
una fenomenología de la crueldad que
deja huella indeleble en las comunidades
que asola. Pero es parte de la sociedad
contemporánea y la narrativa que se hace
cargo del tema busca, y en mucho consi-
gue, congelar la estampa de una época,
retratarla, mantenerla viva en la memoria
colectiva. Si se hiciera caso a los panegiris-
tas de la esclerosis de la novela que vatici-
nan su agotamiento y muerte, buena parte
de la literatura que atesoramos no hubiera
llegado a sus lectores: Stendhal y Balzac
hubieran pasado por alto las convulsiones
Las ilustraciones que
acompañan este artículo
son del escritor y dibujante
mexicano Jorge Moch.. / DA
de la sociedad francesa; Rulfo no hubiera
tenido interés en narrar los fantasmagóri-
cos saldos de la Revolución Mexicana;
Hammett quizá hubiera preferido no
narrar el bajo mundo estadounidense y,
en fin, buena parte de la literatura estaría
perdida en el limbo de una apatía justifi-
cada por no retratar su espacio y su
tiempo, no reinventarlo, no recrearlo con
tal de no parecer moda pasajera.
Afortunadamente no ha sido así con el
retrato literario del narcotráfico, tan nece-
sario para explicar un día cómo y qué fue
lo que pasó. Como lógica transición de la
brutalidad callejera a la relativa seguridad
de las páginas, la llamada literatura del
norte, producción narrativa y ensayística
de autores nacidos o radicados en los esta-
dos de Sinaloa, Sonora, Baja California,
Chihuahua, Nuevo León, Coahuila,
Durango y Tamaulipas fue por un tiempo
el laboratorio de una escritura que de
manera cruda, a menudo ligada al género
El narcotráfico no es
tema pasajero. Es
una fenomenología
de la crueldad que
deja huella indeleble
en las comunidades
que asola. Pero es
parte de la sociedad
contemporánea y la
narrativa que se hace
cargo del tema busca,
y en mucho consigue,
congelar la estampa
de una época y
mantenerla viva en la
memoria colectiva
negro o la clave policiaca pero muchas
veces también con estilos híbridos, explo-
ratorios y novedosos fue sumando una
valiosa bibliografía de narrativa del nar-
cotráfico casi común a sus territorios. Pero
la literatura del narco no es ya potestad de
autores cuyo denominador era una vincu-
lación geográfica y la literatura del norte
se va desdibujando como región limítrofe
de la misma manera que el narcotráfico
ha rebasado su propia, imaginaria fron-
tera. Allí la obra de escritores tan diferen-
tes en estilo como Federico Campbell,
Jesús Gardea o Daniel Sada, en este último
llamativa la ausencia del narco, la vague-
dad de su horror como trasfondo que
subraya en lugar de soslayar. La geografía,
entonces se va haciendo difusa porque el
narco no es sólo ya del norte. Hay narcos y
escritores lo mismo en Guasave que en
Tuxtla Gutiérrez. No es de sorprender que
el narco atraiga autores de toda laya por-
que se presta a una amplia gama de inten-
sidades narrativas, de la acuciosa inmer-
sión historicista de Francisco Haghenbeck
o las testimoniales de Eduardo Monte-
verde y Víctor Ronquillo, a las radiografías
periodísticas de José Reveles y los desbo-
cados personajes de David Toscana. La
globalización toca por igual; el país se ha
encendido por todos lados. Tanto pueden
relatar peripecias de narcotraficantes
escritores sinaloenses como Élmer Men-
doza cuando narra el infortunio de sus
aventureros serranos en novelas como El
amante de Janis Joplin (Tusquets, México,
2001) y Balas de Plata (Tusquets, Barce-
lona, 2008) como puede surgir el caudillo
fatal que retrata César López Cuadras en
Cástulo Bojórquez (Fondo de Cultura Eco-
nómica, México, 2001), pero del mismo
modo un acapulqueño asimilado salti-
llense como Julián Herbert ofrece su
narrativa visión desde el consumo deli-
rante del adicto en Cocaína (manual de
usuario) (Almuzara, Córdoba, 2007). Allí
libros como Mezquite Road (Planeta,
México, 1995) del cachanilla Gabriel Tru-
jillo Muñoz o la perspectiva narrativa del
gatillero salido del lumpen en Nostalgia de
la sombra (Joaquín Mortiz, México, 2002)
El perseguidor 5
del guanajuatense Eduardo Antonio
Parra. Igualmente podría situarse en
muchos rincones de la geografía mexicana
la novela corrido Juan Justino Judicial, del
sonorense Gerardo Cornejo (Selector,
México, 1997). Valioso es el cuidadoso
boceto nihilista del cholo tijuanense de
Heriberto Yépez en Al otro lado (Planeta,
México, 2008) como los laberínticos trapi-
cheos que describe Yuri Herrera, nacido
en Actopan, Hidalgo, en su espléndida
Trabajos del reino (Periférica, Cáceres,
2008) o, volviendo al origen de buena
parte de la narrativa contemporánea
mexicana, en la visión ya neopoliciaca de
los capos y su mundo en Sueños de fron-
tera (Pomexa, México, 1990) de Paco
Ignacio Taibo II, o esa óptica del matón
contada por Bernardo Fernández BEF en
Tiempo de alacranes (Pàmies, Madrid,
2009). Autores como el español Arturo
Pérez-Reverte con La reina del Sur (Alfa-
guara, Madrid, 2002) y Gabriel García
Márquez, en Historia de un secuestro (Gri-
jalbo Mondadori, Barcelona, 1996) abor-
dan, también el tema del narco y su rami-
ficaciones criminales y políticas.
El narcotráfico ha conformado una
suerte de estampa retorcida de ser mexi-
cano en el bullente y tradicional mare-
magno de mermas de identidad que
resulta de una sociedad batida por sus pro-
pios desgarros. Los sucesos policíacos pro-
pios del enfrentamiento entre los sicaria-
tos del narcotráfico, la constante violencia
entre grupos rivales, incluyendo en las
facciones a los diferentes cuerpos policía-
cos y militares presuntamente entregados
a su combate y en fin, la cultura de la vio-
lencia inherente al trapicheo de la droga
es ya un fenómeno nacional, de norte a
sur y del Atlántico al Pacífico.
Y alguien debe contar esas historias.
(*) Jorge Moch es escritor mexicano.
El presente artículo está tomado con per-
miso del autor de La Jornada Semanal, del
rotativo mexicano La Jornada.
6 El perseguidor
EL VUELO DE ÍCARO /
CUATRO POEMAS DE ELKIN RESTREPO
FURTIVOS
Hay días en que la vida
recompensa, dijiste.
Que éste en especial
hiciera realidad nuestro deseo,
no entraba en los cálculos,
tal vez porque olvidábamos
cuán caprichoso
es el amor y de qué manera
traba los hilos.
Ahora, por una suerte
inesperada,
el uno era dueño del otro,
y furtiva era la canción
que cantábamos,
furtivos los besos y abrazos,
furtivo el episodio
de los cuerpos, amándose.
Si merecíamos
estar allí,
vueltos de pronto
arañados ángeles de jardín,
no nos lo preguntamos.
Ninguna razón distinta
a nuestro deleite
era una razón importante.
Y tú fuiste mía,
yo tuyo.
Una vez saciados,
aquel paraíso se hizo trivial,
y qué pronto dudamos de él.
Su falta de verdor
se volvió incurable,
incurable
su maraña vengativa,
su claridad paupérrima.
Evitamos, entonces,
ser comensales en la misma mesa,
y ya no hubo
más días de suerte,
y a cada cual tocó cargar
con el peso de lo suyo.
RAJA
Eras la gracia de aquel día
inusual,
alguien venido
de regiones centelleantes
para dar abrigo
al mundo de acá.
Como si el afán
de vivir algo verdadero
lo cumpliera yo ahora
NÚMERO: C
con la rosada jornada
de tus pies desnudos,
de tu mano enjoyada
con las mismas ascuas del universo.
Puse mi mano en tu seno,
mi boca rodeó sin dañarlo
aquel brote de primavera
y luego, resbalando, entreabrió
tu carnalidad lunar.
Jardín a inicios de una nueva Biblia.
Dios es una raja.
Dios es la gran raja.
SENELITÁ
¿Será lo mismo el amor
cuando yo envejezca
y no quiera ver ya mi cuerpo
y el placer poco tenga
que ver conmigo?
Temo a ese instante.
El paisaje vuelto
pensamiento melancólico,
el sol que no calienta,
el deseo que no vuelve a casa.
Y la enfermedad,
como una amante rencorosa,
ocupándose en no darte tregua.
¿Qué sentido
tendrá vivir entonces
si el amor te rehúsa su promesa?
¡Ah, el feroz matrimonio
de los cuerpos bellos y jóvenes,
su pasional hechizo!
Si hay una verdad,
sea ésta:
el fiel aroma de una mujer,
la burda canción de proxeneta,
Porque de acostarse con el dolor,
sólo la vejez habla.
PRIVILEGIO
Por un privilegio de la vida,
vuelvo a tenerte entre los brazos.
He aquí lo que el correr de los años
salvó de su torrente ciego,
de su rapiña de astro fugitivo.
He aquí lo que el despojo,
pese a sus caprichos de amo,
no logró arrebatar.
Dos a quienes el día a día
Sábado, 9
de octubre de 2010
Coordinación: Coriolano González Montañez
otorgó, sin embargo, el furor bárbaro
solidez de palacio de mármol,
oído entre sueños
y que al abrazarse ahora, al alba
al amarse otra vez menesterosa
–en esta habitación de paso –, de un sacramento incomprendido
roban al tiempo
lo que no es de él.
LEGADO
EDADES
Lobos persiguiendo una presa
No es como un vaso griego en un paraje nevado
para adornar la vida ¿por qué de repente me asalta esta ima-
gen?
y mostrar el valor
imperecedero de algo ¿La origina mi estado de ánimo?
que ya no puede ser
Glaciares géiseres
esa idea de la belleza paisajes escarchados
que en algún momento cuya lumbre deshijada aprovecha
se perdió la manada salvaje
relegando al fragmento es ésa la realidad
la partícula que trae a mi mente
la consideración de nosotros los moder- este instante
nos
como si las islas nórdicas
No la cariátide el vaso fueran mi cuna
el templo
y osos lobos y renos
para atrapar en una forma la fauna de mi primera Biblia
imperturbable
el sentido que huye ¿Soy acaso
por un instante
y así ofrecerle luz y lugar a lo humano el ancestro
que asiste a dicha escena
sino por el contrario con el azoro y las ansias
el tótem de que perdure también en su sangre?
la joya en el ojo vaciado ¿Es esa agua bautismal
primitivo la que yo recibo ahora?
de una deidad repulsiva
Un instante de cruda
la lengua burda lancinante belleza
e inhóspita
Para que perviva
que remeda no calla escribo este poema
NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
Elkin Restrepo. Es un poeta, narrador, dibujante, grabador, editor y profesor universitario
nacido en Medellin en 1942. Perteneció a la llamada Generación Desencantada posterior
al Nadaísmo en los años 70. Con José Manuel Arango fundó y dirigió por varios años la
revista Acuarimántima que tuvo amplia influencia y abrió espacios nuevos a la poesía
moderna en Medellín y el país. Ha dirigido además, otras publicaciones similares como
Poesía, Deshora y la revista Universidad de Antioquia. Actualmente (2009) dirige la
revista de cuento Odradek. Su voz poética es reconocida por su originalidad, el tono
parco y depurado en el tratamiento del lenguaje, sus temas entre lo onírico y la celebra-
ción de la cotidianidad, el misterio y el amor.
OBRAS: Bla, bla, bla (Poemas, 1968), La sombra de otros lugares (Poemas, 1973),
Memorias del mundo (Poemas, 1974), Lugar de invocaciones (Poemas, 1977), La palabra
sin reino (Poesía, 1982), Retrato de artistas (Poesía, 1983), Absorto escuchando el cer-
cano canto de sirenas (Poesía, 1985), La Dádiva (Poemas, 1992), Fábulas (Cuentos,
1992), Sueños (Prosas, 1993), Lo que trae el día (Poesía, 2000), El falso inquilino (Cuen-
tos, 2000), La visita que no pasó del jardín (Poesía, 2002), Luna blanca (Antología,
2005), Amores cumplidos (Antología, 2006), Del amor lo pasajero (Cuentos, 2006), La
bondad de las almas muertas (Cuentos, 2009).

Sábado, 9
de octubre de 2010
EL BUEY SOBRE EL TEJADO/
DE MÚSICA Y LIBROS: POR
FAVOR MÁTAME
SEVERO SERVANDO
Cuando no me lo estaba montando en
alguna otra parte, iba todas las noches al
Max´s Kansas city. Era un bar restaurante
que estaba a dos manzanas de mi casa, y
podías sentarte allí y servirte café. Era gra-
tis. Firmabas la cuenta pero nunca la paga-
bas. Me sentía tan culpable... Llegué a tener
una cuenta pendiente de 200 o 300 dólares.
Eso pasaba mucho en los años sesenta. Algu-
nos amigos míos firmaban “Pato Donald” o
“Fatty Arbuckle”. Era genial, y las camare-
ras eran preciosas... los empleados también.
Danny Fields.
S
eguramente no le suene el
nombre de Danny Fields, pero
quizá empiece a entender el
por qué de su elección para
encabezar estas líneas si le
digo que fue manager, entre otros grupos
y otras ocupaciones discográficas y perio-
dísticas, de bandas como The Stooges o
Ramones y si añado que el título completo
del libro elegido para comentar es Por
favor mátame. La historia oral del punk,
escrito por “Legs” McNeil y Gillian
McCain. Debo puntualizar, eso sí, que pese
a no indicarlo su título, el contenido va
referido exclusivamente al punk rock
americano, no espere hallar en sus pági-
nas la historia de bandas como Sex Pistols
o The Clash, por citar algunos nombres
más que conocidos.
La anterior entrega de esta celebrada
sección estuvo dedicada a Éramos unos
niños de Patti Smith, y el libro de hoy, aun-
que publicado algunos años antes --si bien
ha sido reeditado recientemente con
nuevo material que lo actualiza--, es en
cierto modo su continuación.
Si en el texto de Smith aparecía descrito
el ambiente musical y artístico neoyor-
quino desde el “verano del amor” (1967)
hasta los momentos inmediatamente
anteriores a la eclosión punk de mediados
de los setenta, en Por favor mátame se
recoge el espíritu de esos años y del uni-
verso estético y sonoro de la Factory de
Andy Warhol, la Velvet Underground, Iggy
Pop y sus Stooges, de la psicodelia ajena al
espíritu hippy; se describe desde dentro la
atmósfera de espacios hoy legendarios –y
ya desaparecidos --como el Max´s Kansas
City o el CBGB-- se trata de una historia
oral, no lo olvide, con testimonios de pri-
merísima mano carentes de cualquier
atisbo de pudor a la hora de desvelar en
toda su crudeza, y con gran regocijo para
el lector, momentos de supuesta intimi-
dad-; se analiza el inquietante camino de
pedantería y de aburrimiento en el que las
diferentes variantes de rock duro y de rock
progresivo parecían querer sepultar el
espíritu original del rock, lo que lleva a
afirmar con rotundidad a uno de los auto-
res de la obra --“Legs” McNeil-- acerca de
Joey Ramone: “Tú salvaste al
rock´n´roll”.
Una duda razonable que puede surgirle
es la de si resulta una fuente fiable de
información alguien que se presenta en la
solapa de un libro como “Piernas” McNeil;
no se lo discuto, no se trata de un nombre
real –Roderick Edward, sería en este caso-
ni de un pseudónimo literariamente suge-
rente.
Sin embargo el personaje en cuestión
posee un pedigrí en este campo realmente
notable. Es muy probable que se trate de
la primera persona que aplicó sistemática-
mente, a partir de 1975, el término punk -
“gamberro” o “indeseable” es lo que quiere
decir básicamente esta palabra- a un
determinado tipo de música con una acti-
tud y una estética asociadas a la misma
(aunque unos pocos le discuten ese honor,
el vocablo había sido usado como adjetivo
al describir el sonido de un grupo en un
reportaje de la revista Creem aparecido en
1971).
Desde finales de 1975 hasta 1979 se edi-
taron quince números del fanzine Punk
Magazine, siendo McNeil uno de sus res-
ponsables. La publicación, que analizaba
la escena musical underground de Nueva
York y otras ciudades del Este estadouni-
dense, se convirtió en una referencia de
culto y consiguió la aceptación generali-
zada del término punk en América y
Europa. Una curiosidad: McNeil dice
haber tomado la palabra de la serie Kojak,
en la que el personaje encarnado por Telly
Savalas solía dirigirse al facineroso de
turno llamándolo “asqueroso indeseable”
(You, lousy punk!).
Retrato de una época.- Por favor
mátame recoge historias íntimas y coti-
lleos de toda condición, ya lo he dicho –si
quiere enterarse de escabrosas historias
El perseguidor 7
Coordinación: Pompeyo Pérez
Portada de Por
favor mátame.
La historia oral
del punk. / DA
de sexo, drogas y alcohol las encontrará
en todas las variantes posibles-pero tam-
bién retrata con exactitud y detalle la ges-
tación, los primeros pasos y la consolida-
ción del punk rock al otro lado del Atlán-
tico.
Recrear el desarrollo de un movimiento
artístico a partir los recuerdos y las opinio-
nes de decenas de personas elegidas con
sumo cuidado, fueron protagonistas o tes-
tigos de primera línea de todo lo ocurrido,
tiene como resultado un documento de
una riqueza sorprendente.
Los diferentes matices y puntos de vista,
la minuciosidad en la descripción de
determinados eventos, de anécdotas en
principio triviales pero significativas a pos-
teriori, del contexto social y cultural y del
paisaje urbano en el que ocurrió todo,
crean un fresco de gran poder ilustrativo
acerca de una de las corrientes más impor-
tantes en la historia de la música rock.
¿Fue para tanto?.- Tal vez le parezca
Por favor mátame que exagero, que el punk no era para
tanto, que la condición de movimiento
recoge historias artístico le viene demasiado grande. Si es
íntimas y cotilleos de así mi respuesta es que el término punk
rock se aplica, en un sentido amplio, tanto
toda condición, ya lo a la música de esas primeras bandas estric-
tamente representativas de los rasgos más
he dicho –si quiere populares de dicho estilo como a todas las
variantes posteriores, algunas enorme-
enterarse de mente sofisticadas, surgidas de ese espí-
ritu de ruptura con la deriva autocompla-
escabrosas historias ciente, gratuitamente virtuosística y pre-
tenciosa, cuando no descaradamente
de sexo, drogas y comercial, de las fuerzas dominantes del
rock en un momento dado.
alcohol las Desde ese punto de vista, lo punk es una
actitud más que una serie de detalles esté-
encontrará en todas ticos o ciertos comportamientos provoca-
dores. Imagine que se encuentra con tres
las variantes posibles- personajes muy distintos entre sí y que no
pero también retrata tocan en una banda de rock --digamos un
poeta, alguien con inclinaciones de dandy
con exactitud y y un profesor universitario-- y que los tres
le dicen que su sensibilidad es esencial-
detalle la gestación, mente punk. No se trataría de un delirio
colectivo, pueden tener toda la razón
los primeros pasos y desde sus personales posturas vitales.
Recuerde, es una cuestión de actitud.
la consolidación del
NOTA: Por favor mátame. La historia
punk rock al otro oral del punk, de “Legs” McNeil y Gilliam
McCain, está editado en España por Dis-
lado del Atlántico cos Crudos.
8 El perseguidor Sábado, 9
de octubre de 2010
Imagen de Come,
reza y ama.

Tripartito El verano suele arrastrar un

para una
búsqueda
interior
ENRIQUE CARRASCO
Trasmitiendo una grata
satisfacción al reencontrarme
con los lectores de este
periódico, me voy a asomar
cada quince días a la ventana de
la cultura para compartir un
modesto repaso a los estrenos
cinematográficos de la
temporada. Como ocurre con
frecuencia, el cine va por fases.
componente de entretenimiento
que colma la cartelera de
escasos hits de interés que casi
siempre se detienen en la
comedia adolescente, el film de
animación para niños, o las
parodias de otros títulos
digamos “serios” que
actualmente están muy al uso.
Come, reza y ama no es de esas
cintas de las que salimos
exclamando “qué profundidad”,
o “qué maestría”, pero alcanza
un estándar de entretenimiento
que podríamos aprobar si va
dirigido a dulcificar un estado
de ánimo, o bien a alimentar un
determinado grado de
exigencia por parte del
espectador. En su argumento
basado en las memorias de
Elizabeth Gilbert, Ryan Murphy
nos adelanta cómo se las puede
ingeniar una ciudadana
norteamericana de clase media-
alta que desea tomarse un año
sabático para hacer tres grandes
viajes que le ayuden a buscarse
a sí misma. Liz (Julia Roberts)
se ha dado cuenta de que,
precisamente, durante muchos
años, su vida no ha hecho otra
cosa que discurrir sin
concederle un minuto para
reflexionar u orientar su propio
destino; como flotar a ciegas y
dejarse llevar por una corriente
de final desconocido. Liz decide
hacer un stop y dividir su largo
viaje iniciático en tres períodos
de cuatro meses cada uno (de
ahí el título de la película):
come, una transición de gula y
placer en la Italia feliz de los
spaguetti napolitana (una
delicia este clímax al gusto de la
ópera), reza, un aterrizaje
espiritual en India en el que se
desprende un poco de su
materialismo, y ama, en Bali,
paradisíaco escenario donde
conoce a un Javier Bardem
(Felipe) brasileño y seductor
(en un tramo final demasiado
corto del film). Quizá el amor
de Felipe le llegue a Liz como la
solución más sincera a su
porvenir, y de este modo pueda
encontrar un equilibrio entre su
vida interior y una vida
compartida en plenitud. En los
aspectos técnicos, señalar
finalmente como muy
destacables tanto la fotografía
paisajística de Robert
Richardson como la aportación
interpretativa de los actores que
rodean a la estrella Roberts, que
prosigue una carrera con
registros limitados y proyectos
contados.

EL PIE DE LA LETRA / Alfonso González Jerez

XXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXX

E
n un artículo el espléndido
escritor senegalés Boubakar
Boris Diop señala, con una iro-
nía bastante irritada, que la
imagen neocolonial de África
continúa repitiendo estereotipos imbéci-
les que no solo representan una grotesca
falsedad, sino también una forma de opre-
sión simbólica. “No sé cómo explicar”,
viene a decir, “que la mayoría de los afri-
canos no tratan con elefantes, ni persi-
guen ni son perseguidos por rinocerontes,
ni agitan sus lanzas vibrantes en las verdes
praderas”. Por el momento la reivindica-
ción de Boubakar es inoma a copos de
avena de taller literario de Yale. Pero
muestran inmejorablemente el creciente
universo ficcional de una de las escritoras
anglófonas más inteligentes y talentosas
de la actualidad.