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Jornadas de Management
INTRODUCCIÓN.
Quisiéramos comenzar esta conferencia con una hipótesis: los efectos ansiolíticos dependen de los
comportamientos gástricos y condicionan nuestra atención cuando se está tan cerca del almuerzo
(máxime si ya lo hemos pagado) y un ejemplo de información asimétrica: no conocemos (algunos
sí) ni el menú y ni la carta de bebidas. La primera es una hipótesis de una ley sicológica situacional,
la segunda es una circunstancia empírica, de los hechos. Ambos (hipótesis y hechos) están
condicionando la Administración de nuestro tiempo: si conociera el menú y sus componentes no
me gustaran, esta circunstancia no debilitaría mi atención, por ejemplo. Así administramos...
Algunos tienen el poder de conocer el menú y administrar su tiempo de manera distinta a la que lo
hacemos los que no tenemos esa información. Así administramos... Pese al ejemplo sencillo y
forzado, el tema en cuestión no se caracteriza por los enfoques atractivos y dinámicos y nuestro
objetivo es recrear un espacio de reflexión sobre la problemática científica de la Administración.
Hubiera sido imposible dictar esta charla después del almuerzo. Nosotros adherimos a esas palabras
y esos conceptos, y quisiéramos dar por terminada la charla ahora mismo diciendo “la
Administración no existe, somos administrados”. FIN
pero este planteo generaría múltiples quejas y solicitudes de reintegro de gastos de inscripción (para
colmo antes de almorzar). Prefiero que intentemos sumergirnos en una concepción reflexiva de la
Administración. Como decíamos, la epistemología no es un campo de atención masiva ni se presta
al desarrollo de ejemplos y anécdotas que puedan atraer la atención del auditorio, ni a la vis graciosa
y ocurrente que, por cierto, no es nuestro fuerte. Es un terreno árido, escabroso, insuperablemente
aburrido y normalmente desalentador y falto de interés general. Mucho más si se intenta, es nuestro
objetivo, un enfoque crítico, casi irreverentemente reflexivo, en unas jornadas donde el esfuerzo y
la tenacidad de sus organizadores permiten la participación de reconocidos tratadistas y
prestigiosos autores de la Administración. Sepan ellos y Uds. disculpar mi osadía
nos preguntamos porqué hablar de epistemología?, cuál es el interés que puede significar a
estudiantes, docentes y a quienes hacen praxis de la Administración, la cuestión epistemológica?.
Siguiendo a Klimosky creemos que vamos a intentar explicar la inexplicable Administración. Para
ello usamos la epistemología como disciplina “cuyo fin consiste en caracterizar la actividad científica
y establecer cómo se la desarrolla correctamente”. Epistemología se relaciona con la teoría del
conocimiento, es decir, con aclarar qué es? y cómo es? Para fundamentar el conocimiento, tanto
científico como ordinario. Nosotros tratamos el concepto epistemología en sentido metodológico
(esto puede encerrar una contradicción, pero vamos a obviarla), ocupándonos en plantear si la
Administración produce y valida conocimiento científico, por tanto sistemático y controlado, en el
marco del contexto de descubrimiento, justificación y aplicación, es decir si dado un problema de
Administración se pueden plantear hipótesis aplicables a la búsqueda de una solución que tenga
consecuencias contrastables que se transformen en evidencias relevantes
Por identificar dos ejemplos, el taylorismo y su continuador el fordismo, resultan hoy insuficientes
como método para enfrentar las realidades cambiantes. Sin embargo, alguno de sus principios
(que Simon denomina proverbios, por su falta de conceptualización metodológica) se presentan
(aunque aggiornados y reformulados) en algunos modelos actuales, como los de adaptación de
competencias y esquemas de aprendizaje (y desaprendizaje) organizacional, que muestran mejor
adaptabilidad a entornos cambiantes. Años atrás hubiera sido absolutamente esotérico plantear
tales modelos y dentro de unos años serán superados por otras concepciones. Implica esto que la
Administración sigue el comportamiento khunniano? Creemos que no. A pesar de reconocer que
la ciencia no se desarrolla por medio de la acumulación de descubrimiento e inventos individuales,
la Administración no ha logrado directrices metodológicas para dictar, por sí misma, una
conclusión sustantiva única a muchos tipos de preguntas científicas. Las creencias de la profesión
de los administradores se basan más en elementos arbitrarios, ejemplos individuales y anécdotas
personales. Los paradigmas en Administración (en el sentido de modelo o patrón aceptado) tienen
una función relevante: permiten al estudiante entrar a formar parte como miembro de la
comunidad profesional y científica. La inexistencia de paradigmas no bloquea las posibilidades de
investigación, pero limita sus alcances e imposibilita el desarrollo de programas. El problema de la
falta de un paradigma en Administración (o, por lo menos, de algún candidato a serlo) genera que
todos los hechos que pudieran ser pertinentes tienen probabilidades de parecer igualmente
importantes. Esta equiprobabilidad produce una dispersión de teoría y sus justificaciones, así
como la aparición de más de un centenar de doctrinas administrativas (este es un interesante
tema de investigación). Lo que impulsa la investigación científica es la resolución de enigmas, y el
enigma de la Administración es encontrar patrones de regularidad de comportamiento humano
(individual y colectivo) que permitan formular hipótesis eficientes para la resolución de problemas
de gestión de recursos. Somos de opinión (un término que nos aleja del enfoque científico) que el
hombre, el ser humano, desarrolla la artificialidad para buscar poder, para mantener el orden y
que ello lo lleva a las prescripciones normativas (nos la pasamos diciendo y estudiando sobre
cómo hacer las cosas). En esa búsqueda de poder sobre los otros hombres, sobre otros sistemas y
sociedades y, fundamentalmente sobre la Naturaleza, en esos requerimientos de orden que a
continuación rescataremos de la evolución lingüística del término, hemos inventado la
Administración, que es funcional al comportamiento del sistema. Voy a citar, como acto de
provocación a nuestros espíritus, al filósofo Giorgio de Santillana
, quién siguiendo la concepción del pensamiento salvaje de Lévi-Strauss denuncia “dos grandes
desgracias en la historia: la primera es cuando el hombre se puso a cultivar la tierra; la otra,
cuando inventó la escritura”. Dice: “les ruego que adviertan que a partir del momento en que se
inventó la escritura –es decir, según una fecha que se me ha dado, en 3990 a.c., fecha de la
primera excavación de Susa l- ha partir del momento en que se inventó la escritura hay una clase
de gente que puede fijar, conservar los datos, para hacer de ellos centros de poder; la escritura se
inventa esencialmente para la contabilidad, si oso decirlo; esa contabilidad crea administradores, y
con los administradores vienen los ministros, y todo ha terminado. Se crean centros de posesión,
es decir, las grandes administraciones de los templos; es el momento mismo en que la gente
empieza a inventar los zigurat, estructuras perfectamente artificiales, con la casa de Dios en la
cima, que representa el poder central. Tienen Uds. un poder central que empieza a detectar la
ciencia por razones perfectamente comprensibles, por lo demás, que tiene posibilidades
financieras, posibilidades constructivas; a partir de ese momento cesan las ideas creadoras,
comienzan las ideas integradoras; si Uds. quieren me animaría a decir que A PARTIR DEL
MOMENTO EN QUE SE CREÓ LA ESCRITURA, COMIENZA LA ADMINISTRACIÓN Y CESA EL
PENSAMIENTO”. El relato de de Santillana ilumina la idea de la Administración como institución
del sistema socioeconómico occidental, basado en la cuantificación, la información y el ejercicio
del poder. En ese camino, dado que la Administración es el ejercicio del proceso decisorio, la
identificación de la Administración con la política es inevitable. Si la política es el arte de lo posible,
también lo será la Administración. La Administración, entonces tendrá que ver con el ejercicio del
poder. Se nos pone fuera de nosotros mismos, nos administramos a nosotros mismos, en un
contexto dado, somos, a la vez, administradores y administrados, ejercemos la Administración
sobre bienes, derechos, obligaciones, recursos. De ad-ministración vienen ministros, delegados,
representantes, gente que decide por y sobre otra gente y que va dando forma a la organización
humana. Uno de los objetivos que se ha planteado la filosofía a lo largo de su historia ha sido la
pretensión de explicitar las condiciones de posibilidad y de fundamentación de todo conocimiento.
Paradigma de dicha pretensión lo ha constituido el proyecto epistemológico. Justamente la
epistemología -de acuerdo a una de sus definiciones más usuales- es el estudio del conocimiento y
de la creencia justificada. Es cierto que, actualmente existe una fuerte tendencia, desde las
ciencias cognitivas y de los neopragmatismos radicales, a considerar el proyecto epistemológico
como básicamente erróneo e imposible. Participamos de algunas propuestas de esa tendencia
principalmente porque la epistemología puede transformarse en dogma, mientras la metodología
se ocupa de la búsqueda de un instrumento del conocimiento. No obstante, la tarea
epistemológica sigue en pie y exige el desafío de una nueva reconstrucción. En nuestra
perspectiva, las epistemologías regionales (como en este caso la de la Administración) superan el
resultado de este examen, permiten el desarrollo de una teoría de la argumentación que propone
un concepto amplio de racionalidad y ofrecen un rango de mayor potencia crítica respecto a sus
propias condiciones, incorporando para el proyecto de la búsqueda de justificación virtudes
epistémicas y prácticas tendientes a la pluralidad, gradualismo y multifundamentalismo. Así como
se sostiene en algunas escuelas del pensamiento que las teorías administrativas sólo pueden ser
analizadas en términos discursivos de retórica (volveremos sobre esto más adelante), otros opinan
que la Administración se puede entender en términos de recetas que gusten (y se adopten) como
exitosas, es decir como un arte semejante al arte de la guerra . Nosotros sostenemos la posibilidad
de evaluar determinadas teorías de la Administración a la luz de diferentes concepciones
metodológicas
Para avanzar en el tema específico queremos presentar la significación del término, que puede
ayudarnos a una mejor interpretación de su contenido. En un libre análisis lingüístico institucional
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descubrimos que Administración podría relacionarse, en fecha histórica, con la raíz indoeuropea
*med- que designa nociones muy diversas como “gobernar”, “pensar”, “cuidar”, “medir”. Puede
vincularse con “medida”, no de “medicina”, sino de “moderación”, propia para asegurar o
restablecer el orden en los asuntos humanos más graves como una guerra, o más cotidianos como
una comida, nosotros agregamos el orden de los asuntos vinculados a la gestión de las
organizaciones. Continua Benveniste: “el hombre que sabe las medidas no es un pensador, un
filósofo, es uno de esos jefes y moderadores que en cualquier circunstancia saben tomar las
medidas experimentadas” que se imponen: es decir, administran. La Administración es la norma
establecida, no de justicia sino de orden. La Administración implica una delegación de alguien en
algún otro. Tenemos aquí una circunstancia histórica: cuando hablamos de Administración,
hablamos de los hombres de acción, no hablamos de pensadores o filósofos ocupados de
entender las causas de porqué las cosas son como son. Este análisis lingüístico puede asimilarse
con el pensamientos originarios de Taylor y Fayol y continúa hoy con los modernos impulsores de
métodos de Administración. La Administración, entonces, viene a poner orden, a organizar las
actividades, a medir los resultados, a cuidar las conductas, a reflexionar sobre los procedimientos,
a pensar los objetivos, a delegar las acciones, a tomar decisiones. Los orígenes de la palabra nos
llevan al concepto de “jefe” tanto como a “meditar, reflexionar, inventar”, incluso al femenino
griego Clitenmestra “aquella que toma decisiones de una manera renombrada”. En el germánico
también representa “reflexionar, hacer planes”, en armenio es “pensamiento”.
En el latín, se referencia a una medida impuesta a las cosas, una medida de la que uno es dueño,
que supone reflexión y elección y que incluye también decisión. En resumen, es moderación, una
medida aplicada a lo que ignora la medida, una medida de limitación o coacción y asume un
contenido tanto moral como material, que se aplica a una situación en la que no hay orden. Se
administra tomando con autoridad las medidas que son apropiadas a una dificultad actual,
normalizando (llevando a la norma), por un medio consagrado, una perturbación definida, una
medida probada que lleva el orden a una situación perturbada. Pretende esto decir que la
Administración debe hacerse cargo del desequilibrio?. Se presenta la Administración como un
intento de ordenar el desequilibrio de las realidades económicas, sociales? . Dice Von Bertalanffy,
padre de la teoría de sistemas, que “desde el punto de vista de la biología, la vida no constituye el
mantenimiento o la restauración del equilibrio, sino esencialmente el mantenimiento del
desequilibrio”. No obstante, y desde hace siglos, el equilibrio ocupa un lugar preponderante en el
pensamiento humano, por lo menos en el occidental. Su desarrollo fundamental se halla en la
física. El análisis económico lo introduce en las ciencias sociales, pero con una metodología, con
sabor típicamente físico. Más tarde, con Freud, la sicología utiliza la teoría del equilibrio y le da un
nuevo y peligroso vigor: la neurosis, el deseo sexual, son desequilibrios que se corrigen
restableciendo las fuerzas vencidas o haciendo desbordar las fuerzas sobrantes. La medicina, a
través de los siglos, se ha basado en nociones, más o menos rudimentarias, de equilibrio: el
extirpar un tumor o el agregar azúcar en el flujo sanguíneo son operaciones típicas del
restablecimiento del equilibrio. La sublimación del equilibrio y su definitiva extensión a todos los
campos del conocimiento humano, en forma coherente y sistemática, se produce con la
cibernética, especialmente en sus fundadores surgidos de la biología. A partir de la noción de
homeostasis, la capacidad humana se concentra en crear mecanismos cada vez más complicados
cuya única finalidad es restablecer el equilibrio perdido. La Administración, tanto en sus funciones
conductivas, la decisión, como en las proyectivas como el planeamiento, se convierte en
metodología del equilibrio. Por eso se la puede vincular con el Derecho (cuerpo de fórmulas,
dichos, recetas a conocer y aplicar que no constituyen una ciencia) y con la Política que, en
definitiva, es la Administración en acción. Estas referencias nos ayudan a colocar la
“Administración” no sólo en el centro de la praxis del sistema social, sino como concepto nuclear
de la actividad humana, tanto individual como social. Donde miremos, excepto en el subyugante
mundo de lo natural, hay resultados de la Administración: en un puente, en este paper, en nuestra
familia, .... Podemos preguntarnos, entonces, será posible al conocimiento de las ciencias sociales
prescindir de un epistemología de la Administración?. La Administración se presenta como hecho
existencial y, como tal, rodeado de materialidad y de pensamiento, está formada por la unión de
dos opuestos: materia (recursos y necesidades) y mente (pensamiento). Ejercemos la
Administración mediante la acción, la toma de decisiones concretas, pero basamos las mismas en
artificios sobre el estado actual y proyectado de las cosas y de los escenarios. Siendo que la
Administración está presente en la práctica de nuestras vidas en cada instante: administramos
nuestro tiempo y somos administrados por el mismo (el tiempo es tirano, solemos decir);
administramos nuestras familias y somos administrados por las mismas (los horarios de nuestros
hijos administran nuestro propio tiempo) y también en las organizaciones a las que estamos
ligados: económicas, políticas, religiosas, sociales, tecnológicas). Nuestro tema es tratar de
conceptuar qué tipo de conocimiento genera esa praxis?, cuáles son los fundamentos sobre los
que se basa el hecho de administrar?
Una alternativa es pensar en la casualidad, pero desconfiamos que sea la respuesta válida.
Creemos que no se administra de casualidad y, si así fuera, nos resultaría complejo su estudio.
Necesitamos entender la realidad para poder actuar sobre ella. Esta no es una problemática
propia de las ciencias sociales, otras ciencias también incluyen la palabra en su menú de temas.
Los ecologistas hablan de la Administración de los ecosistemas; los biólogos estudian como
administran las especies el medioambiente mediante, mediante por ejemplo, la selección de
presas; los arquitectos hablan de la Administración del espacio físico; los médicos de la
administración de la salud .
No obstante ser la Administración una característica de los seres vivos, el homos administrativo se
nos presenta como rodeado de una racionalidad distinta, basada en el pensamiento. Dado que la
racionalidad juega un rol esencial en la lógica situacional y que ocupa el lugar de una ley universal
en las ciencias sociales, se sostiene acertadamente que el Principio de Racionalidad (PR) es el
punto clave del análisis por cuanto es el puente que conecta la situación con la acción. Sin él, es
imposible afirmar la conclusión a la que se arriba. Por eso, debe entenderse como revistiendo el
carácter de una ley general. La importancia para la Administración crece, por cuanto el PR está en
la base de la microeconomía neoclásica y, en especial, en las concepciones neoliberales tan
difundidas en los últimos tiempos: a) El PR parece ser la única ley general ahistórica que Popper
encuentra en las ciencias sociales, y b) para Popper las ciencias están compuestas por conjuntos
de enunciados con grados de generalidad decreciente, cuyos principios deben ser leyes
universales. Bajo estas condiciones, la falsabilidad del PR debería ser determinante para
considerar a la Administración como ciencia en el marco de las normativas de Popper (que son
compatibles con el método económico del neoliberalismo). Dado que hay un sujeto (y un
contexto) que administra y una cosa u otro sujeto que es administrado (el objeto de la
Administración), el hecho de administrar se presenta como algo fuera del sujeto administrador,
aunque propio de él y de su contexto. Administro mi tiempo (a la vez que soy administrado por él)
como si yo (sujeto administrador) estuviera fuera de mi mismo (sujeto administrado). Mi
pensamiento sobre mis acciones. La racionalidad se nos presenta, entonces, tanto en el ambiente
micro de la organización como en el contexto. Si no hay compatibilidad entre las racionalidades,
no puede hablarse de racionalidad general y abarcativa. Si el contexto no es racional y las
organizaciones adoptan decisiones racionales, enfrentan una contradicción. La única posibilidad
de no contradicción es la casualidad coincidente entre dos decisiones (individuales y contextuales)
de a pares. Sin embargo, no estamos seguros que la Administración sea totalmente dependiente
del contexto. Existen opciones adaptativas en las que la racionalidad organizativa adecua sus
respuestas a la racionalidad del contexto. En un medio ambiente inflacionario el JIT puede ser tan
irracional como la acumulación de inventarios en un contexto de estabilidad de precios; en
depresión, un portafolio de inversiones en acciones tecnológicas puede ser tan irracional como en
fase de crecimiento de la economía la inversión en bonos gubernamentales . Por eso, podemos
compartir la concepción de Simon de estar en presencia de ciencias de lo artificial, del diseño a
priori, de las estructuras previas a la acción y de la acción misma. Cuando administramos
pensamos alejándonos del sujeto y del objeto administrado, y luego actuamos sobre él. Esto trae
algunas implicancias cuando operamos sobre el objeto y campo de la Administración, cuando nos
preguntamos cómo, en base a qué, administramos nuestro tiempo, nuestro patrimonio, nuestras
organizaciones y a otros temas de nuestro interés. Cómo y porqué se administra la cosa pública? Y
las cosas privadas? Y la Iglesia, en base a qué se administra? Y las familias? Y un colegio?. Cada
organización implica un esquema de Administración que le es a la vez propio y contextual, alberga
especificidades tanto como generalidades. En ningún caso ese sistema es natural, ni único, ni
excluyente. Pese a ser una circunstancia ambiental, no hay una Administración que se dé por
entendida, ni una sola forma (praxis) de administrar una organización, ni existe un estilo de
Administración o de management que sea excluyente y definitiva. La Administración es un
conocimiento multidisciplinario, en el que confluyen tanto ciencias sociales como sicología,
sociología, economía, derecho y antropología como lógica, investigación operativa, matemáticas,
estadística. Acepta distintos modelos de conocimientos cuyo objeto y campo se atraviesan
verticalmente (el modelo funcionalista, el modelo de la responsabilidad social, el modelo del
capital humano, el modelo mediambiental, el modelo finalista), sin que ninguno de ellos
prevalezca sobre los demás de una manera clara y definitiva. No son paradigmas en competencia
como los define Khun, sino modelos de trozos de paradigmas que impulsan una acción definida: el
hecho de administrar. Eso implica que la Administración se ejerce y no se piensa?. Todo lo
contrario, el pensamiento táctico, operativo, estratégico es el prerrequisito de la acción y ese
pensamiento se sustenta en una teoría. Un refrán de nuestros abuelos nos enseñaba que “no hay
mejor práctica que una buena teoría”. Los estados mentales son estados representacionales y
predecisionales, esto implica la arquitectura de los escenarios presentes y futuros. En palabras de
Lefebvre
: “No hay pensamiento ni acción sin una imagen del futuro, sin una visión de lo posible”. Las
representaciones no sólo son utilizadas para dar cuenta de las capacidades cognitivas (visión,
lenguaje, etc.) sino también para explicar algunas de las relaciones del individuo con el mundo y
las decisiones que de esta vinculación emergen. Administra distinto un decisor optimista que uno
pesimista; se administra distinto en estabilidad que en caos, en contextos institucionalizados que
en medios donde las instituciones no funcionan (o no existen). Admitimos que hay muchas
cuestiones que no están claras, entre ellas, la noción misma de representación (¿en qué consiste la
relación de representar?) y, sobre todo, los criterios o razones para postular representaciones.
Aún así, la visión sobre la Administración es menester para desarrollar una teoría que sirva no sólo
para describir, sino para entender porqué las cosas son como son?.
Quisiera detenerme brevemente en este concepto de visión, por el rol que juega en la evolución
del conocimiento de los desarrollos en las ciencias y como instrumento de análisis en Analicemos
las definiciones de Schumpeter (enfoque ideológico: visión como acto preanalítico de cognición) y
de Bachelard (enfoque epistemológico: visión como obstáculo). Para Schumpeter, (que desarrolla
como objeto epistemológico los escenarios clásicos de la economía: el de la economía política, el
marginalismo y un derivado: el keynesianismo), la visión es una circunstancia previa al análisis que
posibilita el acceso al conocimiento. Es como si dijéramos que llegamos al conocimiento de la
Administración portando una concepción previa sobre las organizaciones humanas, sus objetivos,
sus métodos de toma de decisiones. Bachelard, cuando define el obstáculo pedagógico, apunta:
“Los profesores de ciencias se imaginan que el espíritu comienza con una lección, que siempre
puede rehacerse una cultura perezosa repitiendo una clase, que puede hacerse comprender una
demostración repitiéndola punto por punto. No han reflexionado sobre el hecho que se llega a la
Física (nosotros diríamos la Administración) con conocimientos empíricos ya constituidos; no se
trata pues de adquirir una cultura experimental sino de cambiar una cultura experimental, de
derribar los obstáculos amontonados por la vida cotidiana”. Desde la historia puede ser un hecho
mal interpretado, pero que hay que tomarlo como tal en su contexto, pero desde la epistemología
es un obstáculo, un contrapensamiento”. La observación básica es siempre el primer obstáculo
para la cultura científica. Entre observación y experimentación no hay continuidad, sino ruptura.
Es necesario que el pensamiento abandone el empirismo inmediato. El espíritu científico debe
formarse en contra de la naturaleza.
Una ciencia que acepta las imágenes es, más que cualquier otra, víctima de las metáforas. Por eso
el espíritu científico debe incesantemente luchar en contra de las imágenes, en contra de las
analogías, en contra de las metáforas
”. La existencia del desorden teórico contemporáneo con sus crisis de visiones pueden llevar al fin
del pensamiento en Administración y, consecuentemente, a ratificar la unidireccionalidad en los
estilos prevalentes: la explotación tanto en la relación de cambio como en la distribución; la
dependencia/penetración; la fragmentación, la marginalización y la segmentación, es decir la
tecnocracia basada en un metalenguaje esotérico y opuesto a la visión humanista de las
organizaciones. Las ideas modernas básicas de Administración aparecen desarrollados desde los
ingenieros shumpeterianos, aquellos que tiene ingenio, habilidad, capacidad, para proponer
soluciones concretas a problemas prácticos, en el mundo real de las cosas, más que en analistas
bachelardianos, preocupados por la estructura del conocimiento.
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Jornadas de Management
Teoría organizacionales.
Hagamos un repaso sintético de las teorías organizaciones, que por su construcción a posteriori de
su aplicación asumen el rol de legitimación teórica de la praxis.
El enfoque de Fayol
La visión profesional
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La visión marxista:
Conocimiento y Administración.
Resulta evidente que la Administración es un ejercicio. Y ese ejercicio, esa puesta en praxis de
ciertos conocimientos, es social. Administro en función del diseño de la estructura social de la que
soy parte. No hay Administración que prescinda de una organización contextual del medio
ambiente (natural y social). Ahora bien, dado un medio ambiente, dado un contexto, que es
administrar?. En definitiva, es gestionar la realidad (material y social). Y esa gestión se concreta
con una suma de decisiones que, ha cada momento, adoptamos sobre los recursos de que
disponemos para alcanzar los objetivos y las necesidades a satisfacer. Podemos definir la
Administración como la sumatoria de las decisiones que tomamos en un medio determinado y que
se exteriorizan en una cierta gestión de la organización de los recursos materiales, humanos e
intelectuales, bajo condiciones de cierta racionalidad. Debemos preguntarnos si la Administración
es una forma de acción sobre la praxis, un conocimiento teórico o una tecnología decisional y de
organización. Cuando hablamos de Administración aceptamos términos tales como empresa,
organización, agentes, incertidumbre, decisiones, gestión. Como es propia de los hombres de
acción y no de los filósofos, se puede pensar la Administración? Que valor agregado incorpora a la
Administración práctica ese pensamiento?. Desde lo metodológico podemos preguntarnos si la
Administración es sólo una práctica gerencial (de management) que implica gestionar los recursos
sobre la base de la satisfacción de necesidades externas a la organización y de manera de obtener
un plus valor de acumulación que satisfaga el crecimiento de la empresa y los intereses de los
propietarios. Este enfoque es esencialmente etnocentrista. También podemos insertar la
Administración como institución deseada para alcanzar un orden social e inscribirse en una cultura
determinada como una técnica. Allí nos referimos a la tecnocultura. Si observamos la
Administración (pública y privada) como un dominio, una forma de ejercicio de poder, estamos
viendo la Administración como una ideología. Dado que como vimos en el apartado anterior el
objeto de la Administración son las organizaciones, corresponde detenernos en algunos de sus
rasgos:
Al abordar el tema de los conocimientos sociales, Popper distingue los métodos historicistas de los
de ingeniería social, e incluye al utopismo a mitad de camino entre ambos enfoques. El método
historicista es fatalista y de él emergen profecías inexorables (recuerdan la primera diapositiva?)
que inmovilizan la acción y abortan el pensamiento. El utopismo es una especie de modelista, cree
que la acción humana y los procedimientos de que disponemos permiten alcanzar ciertos estados
utópicos, en lo social y en lo microorganizacional, es constructivista. La tecnología que
denominamos Administración se asimila a las ingenierías sociales. Es un proceso de construcción
social, siempre transitorio, que sólo puede hacer predicciones a corto plazo, porque si predice a
largo plazo sus predicciones se transforman en ideológicas y de base no científica. Son, para
Popper, una amenaza al género humano, no puede pronosticarse el conocimiento a largo plazo, si
la Administración hace esos intentos sus pronósticos serán profecías. Aunque el mundo de la
Administración esté lleno de profetas... Dado que la técnica puede obligar a marchar en una
dirección impensada, no hay manera de prever los acontecimientos históricos ni aún las
tendencias o procesos prevalecientes, por eso, la capacidad predictiva del conocimiento es de
corto plazo. Cuando un administrador administra, no emplea leyes o postulados propios de la
Administración, sino de la sicología, la sociología, el derecho, la investigación operativa, la
economía. Su método científico se contrasta por las hipótesis que mantiene implícitas, la
aplicación a la resolución de problemas concretos y la contrastación del resultado. Si fue exitoso,
la contrastación da validez a la hipótesis (Cuando Ford introdujo en 1914 la cadena de montaje se
estableció la idea de la producción continua. En 1925, se produjeron en un día de trabajo más Ford
T que durante todo el año 1914!!
.Esto sirvió para convalidar la ley de organización del trabajo sobre la especialización de
actividades y la seriación y produjo aumento bruscos en la productividad industrial). Sin embargo,
al pretender trasladar la relación de subordinación a todos los aspectos de la vida del obrero
basadas en las ideas puritanas de Ford, se produjeron las más formidables huelgas. Ford olvidó la
ley sociológica de autodeterminación y libertad social de los trabajadores, que también quedó
convalidada por esas huelgas.
Por ello, no debemos olvidad la identificación del problema de la Administración y su relación con
el método científico
ahora apliquemos a las concepciones básicas de Taylor y Fayol
https://www.academia.edu/17413391/Epistemologia_de_la_administracion
Para Finalizar este sector comentemos las bases del método de la Administración.
Teorías en Administración: ¿Época de cambios o cambio de época
Por utilizar la clase de contundentes y a menudo simplificadores, eslóganes de uso corriente en el
management contemporáneo: no estamos viviendo en una época de cambios, sino en un cambio
de época. Esta idea se ha convertido en un lugar común a lo largo de la última década. Y si esta
percepción es parte del acervo popular del último cuarto del siglo XX es porque, en ese corto
espacio de tiempo, han concurrido, o se han hecho explícitas, cuatro grandes innovaciones que
han tenido y, seguirán teniendo, un impacto fundamental sobre los estilos de vida y las
agrupaciones de intereses de las personas y sobre la estructura económica de las sociedades
avanzadas. Obviamente, impactan también en el desarrollo del conocimiento científico
(la mirada de las construcciones naturales y artificiales con ojos de oruga) que posibilitó un
crecimiento espectacular de las telecomunicaciones
(lenguajes comunes e hipótesis compartidas), junto con un desarrollo inédito y una integración sin
precedentes de sistemas automáticos de almacenamiento y procesamiento de la información que
han hecho posible el desarrollo de la ingeniería genética y de la biotecnología
Estas cuatro grandes innovaciones están convergiendo y actuando sinérgicamente para producir
un nuevo espacio social y mental donde las personas y las organizaciones se representan el mundo
de una forma radicalmente nueva. Algunos optimistas, autores como Cornellá, creen que es el
comienzo “la fiesta todavía no ha empezado; estamos escuchando la música desde lejos, pero nos
vamos acercando al festival”, otros pensamos que no hay obviedades en el desarrollo histórico, el
hombre no pudo poner sus pies más allá de la Luna y hay que respetar los límites de la
inconmensurabilidad que nos indica que nuestras necesidades de Administración están en la
productividad social, la pobreza, la indigencia, la desocupación, el hambre. No obstante, creemos
necesario elucidar las razones de los cambios sistémicos y su instrumentación y advertir que, en
cualquier escenario, los modos de producir y estar de las personas y de las organizaciones se ven
conmovidos. Para ello fue necesario desarrollar el concepto anterior de visión. La racionalidad es
uno de los atributos de la ingeniería, desechar las soluciones que nos sean prácticas, evitar todo lo
que no pueda ser medido, actuar en ambiente de cálculo y en el mundo de lo micro. Predomina la
investigación operativa, el análisis de tareas, la productividad física. Esta es una apreciación
histórica, que ratificamos en trabajos como “Método para la formación del hombre de negocios,
de Tomas Watts, Londres 1716, que destaca la escritura, la aritmética, la contabilidad, y
fundamentalmente las Matemáticas (Geometría y Mecánica) así como la geografía y el lenguaje
como las técnicas imprescindibles para el administrador. Tomemos por ejemplo, la visión de Taylor
que se relaciona con ciertas premisas relativas al comportamiento hedonista del ser humano
(tanto trabajadores como empresarios y capitalistas) y con ciertos objetivos como la organización
de la actividad para alcanzar la máxima eficiencia, basada en un conjunto de procedimientos
operativos. Era principios del siglo XX, insuficiencia de la oferta, inicios de la tercera revolución del
capitalismo industrial, consolidación del proceso de acumulación financiera acelerada, nuevos
mercados emergentes en territorios en desarrollo. Una visión basada en la urgencia de hacer y
después corregir, de concepciones mecanicistas que derivaban en metodologías determinísticas y
rigurosas. Para Taylor, después vendría la etapa de las teorías. Dice en una carta personal a Morris
Cooke el dos de diciembre de 1910, “Nadie sabe mejor que Ud. que todas las teoría, buenas o no,
que se convirtieron en los principios de la Administración científica, llegaron después de los
hechos y no antes. Ni yo ni ningún hombre de nuestro grupo que haya sido instrumental en el
desarrollo de la Administración científica, lo hizo como el resultado de alguna teoría preconcebida.
Primero nosotros desarrollamos el remedio para algún problema que existía, y más tarde
encontramos cual era la teoría que estaba detrás del problema. Y yo no estoy tan seguro de que
alguno de nuestros grupo hubiera entendido totalmente el peso de esta teoría, ni siquiera ahora”
Los principales rasgos del nuevo paradigma en lo que hace a su instalación en las organizaciones
son:
• La innovación adquiere más importancia que la producción en masa (aunque tiende a alejarse de
las necesidades insatisfechas más populares).
• El peso de los activos intangibles deviene en las nuevas condiciones en el marcador del valor de
mercado de la empresa. El valor de las empresas, expresado en su cotización en Bolsa, se
autonomiza de sus activos materiales al descansar de forma creciente en activos intangibles,
especialmente en nuevos conocimientos, que carecen de representación contable (aunque resulta
obvio el resultado final como el caso de Enron y las tecnológicas).
. Habrá poco tiempo para digerir los inputs, por lo que se invertirá más tiempo en la confección de
los estímulos informacionales con el objetivo de que la gente invierta más tiempo en comprender
que en acceder o leer. Internet aparece como el factor crítico de transformación de las
organizaciones, los negocios y los trabajos. Pero Internet es, ella misma, información. Internet
permite representar las organizaciones, tanto en sus maneras de operar como de relacionarse con
el entorno. Para las empresas, la clave del éxito en internet está vinculado con entender la
relación (tan elemental y primaria ¡!!) entre quién compra y quién vende (o entre quién produce y
quién consume), relación que es diferente de la que ocurre en el “mundo real”. El e-negocio
aparece entonces como lo que en realidad es: i-negocio. La nueva economía es una economía de
intangibles, y más concretamente, de gestión de la información con base en el conocimiento.
En este contexto, las organizaciones se enfrentan con los siguientes tres grandes desafíos:
• El período de respuesta de los competidores es cada vez más corto , lo que determina una rápida
obsolescencia del know-how: Los avances frente a los competidores se vuelven cada vez más
frágiles.
: Durante los 80 y 90, los costes de I+D han crecido exponencialmente en los países más
avanzados. A la vez, ha aumentado la velocidad del cambio tecnológico y la complejidad de las
nuevas innovaciones, mientras que se ha rebajado el tiempo necesario para desarrollarlas y
colocarlas en producción. Estas tendencias obligan a las empresas a recuperar los costes de I+D en
poco tiempo, mediante el lanzamiento de sus productos a escala mundial. Es importante subrayar
que todas las organizaciones, con independencia de cual sea su actividad y tamaño, deberán
desarrollar fuertemente procesos de I+D+D (Inteligencia+Diseño+Desarrollo) y, en consecuencia,
se deberán comprometer con sistemas que aceleren la difusión del conocimiento y el aprendizaje
organizacional (en sistemas de I+L, esto es, en sistemas INTELARNING o de Inteligencia
Competitiva+Aprendizaje Organizacional).
: Si bien los costes de I+D pueden ser elevados, los costes de fabricación deben ser lo más bajos
posibles, aunque ello pueda suponer la subcontratación o la deslocalización de la producción.
Esta realidad en el nivel “alfa” no hace sino ratificar que hoy, el problema de la Administración -
siguiendo a Prigogine- es reconocer la complejidad, hallar los instrumentos para describirla y
efectuar una relectura en un contexto de caos, desorden y alta inestabilidad. El nivel de
complejidad es una derivada del estadio de desarrollo del sistema económico tanto como del
funcionamiento del régimen de transacciones comerciales y financieras (en ése sentido es
prescindente del tamaño del agente económico). Los instrumentos para describir ésa complejidad
son los propios conocimientos disciplinarios que tienen que ofrecer un esquema de alta
flexibilidad para adecuarse a un modelo inestable. La relectura viene dada por la distinta
conceptualización de los mismos fenómenos (como las relaciones humanas, industriales y
laborales en la organización. Fayol anotaba :”necesito brazos, pero vienen pegados a un hombre”).
No se trata de distintas palabras para la misma realidad. Si las ciencias físicas están inmersas en
procesos de reconceptualización, las tecnologías sociales no pueden evitar el impacto de este
fenómeno. El marco de explosión demográfica, así como los procesos sociales en tránsito y el auge
experimentado en las técnicas informáticas, nos llevará más tarde o más temprano al
desmoronamiento de los conceptos -a veces simplistas y triviales- con los que se pretendía
describir las organizaciones. Los paradigmas tradicionales de las ciencias administrativo-
económicas (tal como las designa la UNESCO) se encuentran desbordados en su capacidad de
enfrentar con éxito los requerimientos del medio ambiente socioeconómico. Siguiendo con
Prigogine, los conceptos de ley y orden no pueden ya considerarse inamovibles y hay que
investigar su mecanismo generador, a partir del desorden y del caos. En la misma línea, Kuhn
reconoce que -sin necesidad de pasar de Copérnico y del calendario- es fácil descubrir que las
condiciones externas pueden contribuir a transformar una simple anomalía en origen de una crisis
aguda
ad libitum
por intereses y comportamientos. Tampoco son hipótesis, porque más que ser enunciados
descriptivos, lo que hacen es prescribir lo que debiera ser o hacerse para alcanzar ciertas metas.
Los principios de Administración operan como reglas sociales, normas de comportamiento que se
mantienen si son exitosos en la práctica y se pueden justificar por teorías aceptadas (psicología,
sociología, investigación operativa, etc.). La Administración es una tecnología. Esto nos introduce
en el término
científico
, no como sustantivo “la Administración es una ciencia” sino como adjetivo calificativo “la
Administración es científica”, es decir, el status de la Administración como tecnología.
Bunge (en un excelente análisis realizado por Scarano) realiza una tricotomía en el conocimiento
científico: ciencia básica (o pura), ciencia aplicada y tecnología y ubica la Administración dentro de
la tecnología, específicamente la incluye en las tecnologías sociales. ¿Qué es la tecnología para
Bunge? Se puede estudiar en varios niveles (ontológico, epistemológico, axiológico, ético y
praxeológico). A nivel ontológico estudia los entes artificiales. Define artificial como ”algo optativo,
realizado o hecho con la ayuda de conocimiento y utilizable por otros.” [Bunge, 1985, p.222]. Lo
artificial debe haber sido precedido por una decisión ante una elección, debe estar basado aunque
sea parcialmente en el conocimiento y debe tener algún valor social.
Desde el punto de vista epistemológico, las teorías tecnológicas tienen que compartir ciertos
aspectos con las teorías científicas pues se basan en ellas. Los más importantes son:
racionales
ethos
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advierte que no hay una respuesta única. “El hombre necesita muchas estructuras distintas para
sus distintos propósitos, las pequeñas y las grandes, algunas específicas y otras generales. Aún así,
la gente encuentra muy difícil el mantener en sus mentes dos tipos de verdades, aparentemente
opuestas, al mismo tiempo. Siempre tienden a buscar una solución final, .... Para el trabajo
constructivo, la principal tarea es siempre el reestablecimiento de cierta suerte de equilibrio. Hoy
sufrimos una idolatría del gigantismo casi universal. Es necesario insistir en las virtudes de lo
pequeño, en donde sea factible”. Las organizaciones dominantes en el sistema económico
demandan una tecnología de gran densidad de organización y exigen especialistas en organización
propiamente dichos tanto como especialistas en la Administración del sistema organizativo. Las
estructuras económicas beta -que son limitadas en cuanto a su alcance y potencialidad- requieren
una técnica adecuada, simple y efectiva junto con el asesoramiento de profesionales generalistas
que ayuden a su supervivencia y crecimiento.
PALABRAS FINALES.
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como las nuestras, tendrán que ofrecer nuevas soluciones a los requerimientos de un mercado en
cambio. En ese marco global
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