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Epistemología de la Administración.

Jorge Manuel Gil 2005

. pág. 1

Jornadas de Management

INTRODUCCIÓN.

Quisiéramos comenzar esta conferencia con una hipótesis: los efectos ansiolíticos dependen de los
comportamientos gástricos y condicionan nuestra atención cuando se está tan cerca del almuerzo
(máxime si ya lo hemos pagado) y un ejemplo de información asimétrica: no conocemos (algunos
sí) ni el menú y ni la carta de bebidas. La primera es una hipótesis de una ley sicológica situacional,
la segunda es una circunstancia empírica, de los hechos. Ambos (hipótesis y hechos) están
condicionando la Administración de nuestro tiempo: si conociera el menú y sus componentes no
me gustaran, esta circunstancia no debilitaría mi atención, por ejemplo. Así administramos...
Algunos tienen el poder de conocer el menú y administrar su tiempo de manera distinta a la que lo
hacemos los que no tenemos esa información. Así administramos... Pese al ejemplo sencillo y
forzado, el tema en cuestión no se caracteriza por los enfoques atractivos y dinámicos y nuestro
objetivo es recrear un espacio de reflexión sobre la problemática científica de la Administración.
Hubiera sido imposible dictar esta charla después del almuerzo. Nosotros adherimos a esas palabras
y esos conceptos, y quisiéramos dar por terminada la charla ahora mismo diciendo “la
Administración no existe, somos administrados”. FIN

El management no existe somos administrados

pero este planteo generaría múltiples quejas y solicitudes de reintegro de gastos de inscripción (para
colmo antes de almorzar). Prefiero que intentemos sumergirnos en una concepción reflexiva de la
Administración. Como decíamos, la epistemología no es un campo de atención masiva ni se presta
al desarrollo de ejemplos y anécdotas que puedan atraer la atención del auditorio, ni a la vis graciosa
y ocurrente que, por cierto, no es nuestro fuerte. Es un terreno árido, escabroso, insuperablemente
aburrido y normalmente desalentador y falto de interés general. Mucho más si se intenta, es nuestro
objetivo, un enfoque crítico, casi irreverentemente reflexivo, en unas jornadas donde el esfuerzo y
la tenacidad de sus organizadores permiten la participación de reconocidos tratadistas y
prestigiosos autores de la Administración. Sepan ellos y Uds. disculpar mi osadía

nos preguntamos porqué hablar de epistemología?, cuál es el interés que puede significar a
estudiantes, docentes y a quienes hacen praxis de la Administración, la cuestión epistemológica?.
Siguiendo a Klimosky creemos que vamos a intentar explicar la inexplicable Administración. Para
ello usamos la epistemología como disciplina “cuyo fin consiste en caracterizar la actividad científica
y establecer cómo se la desarrolla correctamente”. Epistemología se relaciona con la teoría del
conocimiento, es decir, con aclarar qué es? y cómo es? Para fundamentar el conocimiento, tanto
científico como ordinario. Nosotros tratamos el concepto epistemología en sentido metodológico
(esto puede encerrar una contradicción, pero vamos a obviarla), ocupándonos en plantear si la
Administración produce y valida conocimiento científico, por tanto sistemático y controlado, en el
marco del contexto de descubrimiento, justificación y aplicación, es decir si dado un problema de
Administración se pueden plantear hipótesis aplicables a la búsqueda de una solución que tenga
consecuencias contrastables que se transformen en evidencias relevantes

Alguien puede suponer que la Administración se estudie, como la economía doméstica:


ejerciéndola, aplicándola. Esto puede ser válido desde la visión del conocimiento ordinario (se
administra el hogar con intuición, con pareceres, haciendo lo que otros hacen, con rutinas más o
menos a repetición). Aún así, puede hablarse de una epistemología de la economía doméstica (hay
una teoría existencial, de sustento detrás del ejercicio de las decisiones diarias del hogar). Es decir,
cualquier conocimiento es factible (y necesario) de ser evaluado metodológicamente para
posibilitar su comprensión, permitir su desarrollo y pronosticar su evolución. Sin un enfoque desde
la metodología científica, el conocimiento se reduce a la casuística y pierde su capacidad justificativa
y predictiva (en el mejor de los casos, comenzamos a entender las cosas después que pasan, pero
no podemos estructurar esquemas de razonamiento previos que nos permitan anticiparnos a los
acontecimientos y prever contingencias probables).

En circunstancias propias de la postmodernidad (alta incertidumbre, caos, disipación, pérdida de


memoria), los modelos ejemplificadores tampoco ofrecen garantías de eficiencia debido a las
modificaciones de las condiciones contextuales (permanentes cambios en la política económica,
como la salida de la convertibilidad, por ejemplo o hechos extraordinarios, como el atentado de
las Torres Gemelas) y de los objetivos organizacionales (como el reemplazo del objetivo de
maximización en momentos de pleno empleo por el de la supervivencia de la empresa, en épocas
de recesión). Esos modelos, exitosos en sus resultados y determinísticos en sus estructuras como
Ford, Philips, Citibank, se ven superados por una realidad social y económica que podemos
asimilar a lo que Prigogine define como estructuras disipativas de final abierto.

Por identificar dos ejemplos, el taylorismo y su continuador el fordismo, resultan hoy insuficientes
como método para enfrentar las realidades cambiantes. Sin embargo, alguno de sus principios
(que Simon denomina proverbios, por su falta de conceptualización metodológica) se presentan
(aunque aggiornados y reformulados) en algunos modelos actuales, como los de adaptación de
competencias y esquemas de aprendizaje (y desaprendizaje) organizacional, que muestran mejor
adaptabilidad a entornos cambiantes. Años atrás hubiera sido absolutamente esotérico plantear
tales modelos y dentro de unos años serán superados por otras concepciones. Implica esto que la
Administración sigue el comportamiento khunniano? Creemos que no. A pesar de reconocer que
la ciencia no se desarrolla por medio de la acumulación de descubrimiento e inventos individuales,
la Administración no ha logrado directrices metodológicas para dictar, por sí misma, una
conclusión sustantiva única a muchos tipos de preguntas científicas. Las creencias de la profesión
de los administradores se basan más en elementos arbitrarios, ejemplos individuales y anécdotas
personales. Los paradigmas en Administración (en el sentido de modelo o patrón aceptado) tienen
una función relevante: permiten al estudiante entrar a formar parte como miembro de la
comunidad profesional y científica. La inexistencia de paradigmas no bloquea las posibilidades de
investigación, pero limita sus alcances e imposibilita el desarrollo de programas. El problema de la
falta de un paradigma en Administración (o, por lo menos, de algún candidato a serlo) genera que
todos los hechos que pudieran ser pertinentes tienen probabilidades de parecer igualmente
importantes. Esta equiprobabilidad produce una dispersión de teoría y sus justificaciones, así
como la aparición de más de un centenar de doctrinas administrativas (este es un interesante
tema de investigación). Lo que impulsa la investigación científica es la resolución de enigmas, y el
enigma de la Administración es encontrar patrones de regularidad de comportamiento humano
(individual y colectivo) que permitan formular hipótesis eficientes para la resolución de problemas
de gestión de recursos. Somos de opinión (un término que nos aleja del enfoque científico) que el
hombre, el ser humano, desarrolla la artificialidad para buscar poder, para mantener el orden y
que ello lo lleva a las prescripciones normativas (nos la pasamos diciendo y estudiando sobre
cómo hacer las cosas). En esa búsqueda de poder sobre los otros hombres, sobre otros sistemas y
sociedades y, fundamentalmente sobre la Naturaleza, en esos requerimientos de orden que a
continuación rescataremos de la evolución lingüística del término, hemos inventado la
Administración, que es funcional al comportamiento del sistema. Voy a citar, como acto de
provocación a nuestros espíritus, al filósofo Giorgio de Santillana

, quién siguiendo la concepción del pensamiento salvaje de Lévi-Strauss denuncia “dos grandes
desgracias en la historia: la primera es cuando el hombre se puso a cultivar la tierra; la otra,
cuando inventó la escritura”. Dice: “les ruego que adviertan que a partir del momento en que se
inventó la escritura –es decir, según una fecha que se me ha dado, en 3990 a.c., fecha de la
primera excavación de Susa l- ha partir del momento en que se inventó la escritura hay una clase
de gente que puede fijar, conservar los datos, para hacer de ellos centros de poder; la escritura se
inventa esencialmente para la contabilidad, si oso decirlo; esa contabilidad crea administradores, y
con los administradores vienen los ministros, y todo ha terminado. Se crean centros de posesión,
es decir, las grandes administraciones de los templos; es el momento mismo en que la gente
empieza a inventar los zigurat, estructuras perfectamente artificiales, con la casa de Dios en la
cima, que representa el poder central. Tienen Uds. un poder central que empieza a detectar la
ciencia por razones perfectamente comprensibles, por lo demás, que tiene posibilidades
financieras, posibilidades constructivas; a partir de ese momento cesan las ideas creadoras,
comienzan las ideas integradoras; si Uds. quieren me animaría a decir que A PARTIR DEL
MOMENTO EN QUE SE CREÓ LA ESCRITURA, COMIENZA LA ADMINISTRACIÓN Y CESA EL
PENSAMIENTO”. El relato de de Santillana ilumina la idea de la Administración como institución
del sistema socioeconómico occidental, basado en la cuantificación, la información y el ejercicio
del poder. En ese camino, dado que la Administración es el ejercicio del proceso decisorio, la
identificación de la Administración con la política es inevitable. Si la política es el arte de lo posible,
también lo será la Administración. La Administración, entonces tendrá que ver con el ejercicio del
poder. Se nos pone fuera de nosotros mismos, nos administramos a nosotros mismos, en un
contexto dado, somos, a la vez, administradores y administrados, ejercemos la Administración
sobre bienes, derechos, obligaciones, recursos. De ad-ministración vienen ministros, delegados,
representantes, gente que decide por y sobre otra gente y que va dando forma a la organización
humana. Uno de los objetivos que se ha planteado la filosofía a lo largo de su historia ha sido la
pretensión de explicitar las condiciones de posibilidad y de fundamentación de todo conocimiento.
Paradigma de dicha pretensión lo ha constituido el proyecto epistemológico. Justamente la
epistemología -de acuerdo a una de sus definiciones más usuales- es el estudio del conocimiento y
de la creencia justificada. Es cierto que, actualmente existe una fuerte tendencia, desde las
ciencias cognitivas y de los neopragmatismos radicales, a considerar el proyecto epistemológico
como básicamente erróneo e imposible. Participamos de algunas propuestas de esa tendencia
principalmente porque la epistemología puede transformarse en dogma, mientras la metodología
se ocupa de la búsqueda de un instrumento del conocimiento. No obstante, la tarea
epistemológica sigue en pie y exige el desafío de una nueva reconstrucción. En nuestra
perspectiva, las epistemologías regionales (como en este caso la de la Administración) superan el
resultado de este examen, permiten el desarrollo de una teoría de la argumentación que propone
un concepto amplio de racionalidad y ofrecen un rango de mayor potencia crítica respecto a sus
propias condiciones, incorporando para el proyecto de la búsqueda de justificación virtudes
epistémicas y prácticas tendientes a la pluralidad, gradualismo y multifundamentalismo. Así como
se sostiene en algunas escuelas del pensamiento que las teorías administrativas sólo pueden ser
analizadas en términos discursivos de retórica (volveremos sobre esto más adelante), otros opinan
que la Administración se puede entender en términos de recetas que gusten (y se adopten) como
exitosas, es decir como un arte semejante al arte de la guerra . Nosotros sostenemos la posibilidad
de evaluar determinadas teorías de la Administración a la luz de diferentes concepciones
metodológicas

Para avanzar en el tema específico queremos presentar la significación del término, que puede
ayudarnos a una mejor interpretación de su contenido. En un libre análisis lingüístico institucional

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descubrimos que Administración podría relacionarse, en fecha histórica, con la raíz indoeuropea
*med- que designa nociones muy diversas como “gobernar”, “pensar”, “cuidar”, “medir”. Puede
vincularse con “medida”, no de “medicina”, sino de “moderación”, propia para asegurar o
restablecer el orden en los asuntos humanos más graves como una guerra, o más cotidianos como
una comida, nosotros agregamos el orden de los asuntos vinculados a la gestión de las
organizaciones. Continua Benveniste: “el hombre que sabe las medidas no es un pensador, un
filósofo, es uno de esos jefes y moderadores que en cualquier circunstancia saben tomar las
medidas experimentadas” que se imponen: es decir, administran. La Administración es la norma
establecida, no de justicia sino de orden. La Administración implica una delegación de alguien en
algún otro. Tenemos aquí una circunstancia histórica: cuando hablamos de Administración,
hablamos de los hombres de acción, no hablamos de pensadores o filósofos ocupados de
entender las causas de porqué las cosas son como son. Este análisis lingüístico puede asimilarse
con el pensamientos originarios de Taylor y Fayol y continúa hoy con los modernos impulsores de
métodos de Administración. La Administración, entonces, viene a poner orden, a organizar las
actividades, a medir los resultados, a cuidar las conductas, a reflexionar sobre los procedimientos,
a pensar los objetivos, a delegar las acciones, a tomar decisiones. Los orígenes de la palabra nos
llevan al concepto de “jefe” tanto como a “meditar, reflexionar, inventar”, incluso al femenino
griego Clitenmestra “aquella que toma decisiones de una manera renombrada”. En el germánico
también representa “reflexionar, hacer planes”, en armenio es “pensamiento”.

En el latín, se referencia a una medida impuesta a las cosas, una medida de la que uno es dueño,
que supone reflexión y elección y que incluye también decisión. En resumen, es moderación, una
medida aplicada a lo que ignora la medida, una medida de limitación o coacción y asume un
contenido tanto moral como material, que se aplica a una situación en la que no hay orden. Se
administra tomando con autoridad las medidas que son apropiadas a una dificultad actual,
normalizando (llevando a la norma), por un medio consagrado, una perturbación definida, una
medida probada que lleva el orden a una situación perturbada. Pretende esto decir que la
Administración debe hacerse cargo del desequilibrio?. Se presenta la Administración como un
intento de ordenar el desequilibrio de las realidades económicas, sociales? . Dice Von Bertalanffy,
padre de la teoría de sistemas, que “desde el punto de vista de la biología, la vida no constituye el
mantenimiento o la restauración del equilibrio, sino esencialmente el mantenimiento del
desequilibrio”. No obstante, y desde hace siglos, el equilibrio ocupa un lugar preponderante en el
pensamiento humano, por lo menos en el occidental. Su desarrollo fundamental se halla en la
física. El análisis económico lo introduce en las ciencias sociales, pero con una metodología, con
sabor típicamente físico. Más tarde, con Freud, la sicología utiliza la teoría del equilibrio y le da un
nuevo y peligroso vigor: la neurosis, el deseo sexual, son desequilibrios que se corrigen
restableciendo las fuerzas vencidas o haciendo desbordar las fuerzas sobrantes. La medicina, a
través de los siglos, se ha basado en nociones, más o menos rudimentarias, de equilibrio: el
extirpar un tumor o el agregar azúcar en el flujo sanguíneo son operaciones típicas del
restablecimiento del equilibrio. La sublimación del equilibrio y su definitiva extensión a todos los
campos del conocimiento humano, en forma coherente y sistemática, se produce con la
cibernética, especialmente en sus fundadores surgidos de la biología. A partir de la noción de
homeostasis, la capacidad humana se concentra en crear mecanismos cada vez más complicados
cuya única finalidad es restablecer el equilibrio perdido. La Administración, tanto en sus funciones
conductivas, la decisión, como en las proyectivas como el planeamiento, se convierte en
metodología del equilibrio. Por eso se la puede vincular con el Derecho (cuerpo de fórmulas,
dichos, recetas a conocer y aplicar que no constituyen una ciencia) y con la Política que, en
definitiva, es la Administración en acción. Estas referencias nos ayudan a colocar la
“Administración” no sólo en el centro de la praxis del sistema social, sino como concepto nuclear
de la actividad humana, tanto individual como social. Donde miremos, excepto en el subyugante
mundo de lo natural, hay resultados de la Administración: en un puente, en este paper, en nuestra
familia, .... Podemos preguntarnos, entonces, será posible al conocimiento de las ciencias sociales
prescindir de un epistemología de la Administración?. La Administración se presenta como hecho
existencial y, como tal, rodeado de materialidad y de pensamiento, está formada por la unión de
dos opuestos: materia (recursos y necesidades) y mente (pensamiento). Ejercemos la
Administración mediante la acción, la toma de decisiones concretas, pero basamos las mismas en
artificios sobre el estado actual y proyectado de las cosas y de los escenarios. Siendo que la
Administración está presente en la práctica de nuestras vidas en cada instante: administramos
nuestro tiempo y somos administrados por el mismo (el tiempo es tirano, solemos decir);
administramos nuestras familias y somos administrados por las mismas (los horarios de nuestros
hijos administran nuestro propio tiempo) y también en las organizaciones a las que estamos
ligados: económicas, políticas, religiosas, sociales, tecnológicas). Nuestro tema es tratar de
conceptuar qué tipo de conocimiento genera esa praxis?, cuáles son los fundamentos sobre los
que se basa el hecho de administrar?

Una alternativa es pensar en la casualidad, pero desconfiamos que sea la respuesta válida.
Creemos que no se administra de casualidad y, si así fuera, nos resultaría complejo su estudio.
Necesitamos entender la realidad para poder actuar sobre ella. Esta no es una problemática
propia de las ciencias sociales, otras ciencias también incluyen la palabra en su menú de temas.
Los ecologistas hablan de la Administración de los ecosistemas; los biólogos estudian como
administran las especies el medioambiente mediante, mediante por ejemplo, la selección de
presas; los arquitectos hablan de la Administración del espacio físico; los médicos de la
administración de la salud .
No obstante ser la Administración una característica de los seres vivos, el homos administrativo se
nos presenta como rodeado de una racionalidad distinta, basada en el pensamiento. Dado que la
racionalidad juega un rol esencial en la lógica situacional y que ocupa el lugar de una ley universal
en las ciencias sociales, se sostiene acertadamente que el Principio de Racionalidad (PR) es el
punto clave del análisis por cuanto es el puente que conecta la situación con la acción. Sin él, es
imposible afirmar la conclusión a la que se arriba. Por eso, debe entenderse como revistiendo el
carácter de una ley general. La importancia para la Administración crece, por cuanto el PR está en
la base de la microeconomía neoclásica y, en especial, en las concepciones neoliberales tan
difundidas en los últimos tiempos: a) El PR parece ser la única ley general ahistórica que Popper
encuentra en las ciencias sociales, y b) para Popper las ciencias están compuestas por conjuntos
de enunciados con grados de generalidad decreciente, cuyos principios deben ser leyes
universales. Bajo estas condiciones, la falsabilidad del PR debería ser determinante para
considerar a la Administración como ciencia en el marco de las normativas de Popper (que son
compatibles con el método económico del neoliberalismo). Dado que hay un sujeto (y un
contexto) que administra y una cosa u otro sujeto que es administrado (el objeto de la
Administración), el hecho de administrar se presenta como algo fuera del sujeto administrador,
aunque propio de él y de su contexto. Administro mi tiempo (a la vez que soy administrado por él)
como si yo (sujeto administrador) estuviera fuera de mi mismo (sujeto administrado). Mi
pensamiento sobre mis acciones. La racionalidad se nos presenta, entonces, tanto en el ambiente
micro de la organización como en el contexto. Si no hay compatibilidad entre las racionalidades,
no puede hablarse de racionalidad general y abarcativa. Si el contexto no es racional y las
organizaciones adoptan decisiones racionales, enfrentan una contradicción. La única posibilidad
de no contradicción es la casualidad coincidente entre dos decisiones (individuales y contextuales)
de a pares. Sin embargo, no estamos seguros que la Administración sea totalmente dependiente
del contexto. Existen opciones adaptativas en las que la racionalidad organizativa adecua sus
respuestas a la racionalidad del contexto. En un medio ambiente inflacionario el JIT puede ser tan
irracional como la acumulación de inventarios en un contexto de estabilidad de precios; en
depresión, un portafolio de inversiones en acciones tecnológicas puede ser tan irracional como en
fase de crecimiento de la economía la inversión en bonos gubernamentales . Por eso, podemos
compartir la concepción de Simon de estar en presencia de ciencias de lo artificial, del diseño a
priori, de las estructuras previas a la acción y de la acción misma. Cuando administramos
pensamos alejándonos del sujeto y del objeto administrado, y luego actuamos sobre él. Esto trae
algunas implicancias cuando operamos sobre el objeto y campo de la Administración, cuando nos
preguntamos cómo, en base a qué, administramos nuestro tiempo, nuestro patrimonio, nuestras
organizaciones y a otros temas de nuestro interés. Cómo y porqué se administra la cosa pública? Y
las cosas privadas? Y la Iglesia, en base a qué se administra? Y las familias? Y un colegio?. Cada
organización implica un esquema de Administración que le es a la vez propio y contextual, alberga
especificidades tanto como generalidades. En ningún caso ese sistema es natural, ni único, ni
excluyente. Pese a ser una circunstancia ambiental, no hay una Administración que se dé por
entendida, ni una sola forma (praxis) de administrar una organización, ni existe un estilo de
Administración o de management que sea excluyente y definitiva. La Administración es un
conocimiento multidisciplinario, en el que confluyen tanto ciencias sociales como sicología,
sociología, economía, derecho y antropología como lógica, investigación operativa, matemáticas,
estadística. Acepta distintos modelos de conocimientos cuyo objeto y campo se atraviesan
verticalmente (el modelo funcionalista, el modelo de la responsabilidad social, el modelo del
capital humano, el modelo mediambiental, el modelo finalista), sin que ninguno de ellos
prevalezca sobre los demás de una manera clara y definitiva. No son paradigmas en competencia
como los define Khun, sino modelos de trozos de paradigmas que impulsan una acción definida: el
hecho de administrar. Eso implica que la Administración se ejerce y no se piensa?. Todo lo
contrario, el pensamiento táctico, operativo, estratégico es el prerrequisito de la acción y ese
pensamiento se sustenta en una teoría. Un refrán de nuestros abuelos nos enseñaba que “no hay
mejor práctica que una buena teoría”. Los estados mentales son estados representacionales y
predecisionales, esto implica la arquitectura de los escenarios presentes y futuros. En palabras de
Lefebvre

: “No hay pensamiento ni acción sin una imagen del futuro, sin una visión de lo posible”. Las
representaciones no sólo son utilizadas para dar cuenta de las capacidades cognitivas (visión,
lenguaje, etc.) sino también para explicar algunas de las relaciones del individuo con el mundo y
las decisiones que de esta vinculación emergen. Administra distinto un decisor optimista que uno
pesimista; se administra distinto en estabilidad que en caos, en contextos institucionalizados que
en medios donde las instituciones no funcionan (o no existen). Admitimos que hay muchas
cuestiones que no están claras, entre ellas, la noción misma de representación (¿en qué consiste la
relación de representar?) y, sobre todo, los criterios o razones para postular representaciones.
Aún así, la visión sobre la Administración es menester para desarrollar una teoría que sirva no sólo
para describir, sino para entender porqué las cosas son como son?.
Quisiera detenerme brevemente en este concepto de visión, por el rol que juega en la evolución
del conocimiento de los desarrollos en las ciencias y como instrumento de análisis en Analicemos
las definiciones de Schumpeter (enfoque ideológico: visión como acto preanalítico de cognición) y
de Bachelard (enfoque epistemológico: visión como obstáculo). Para Schumpeter, (que desarrolla
como objeto epistemológico los escenarios clásicos de la economía: el de la economía política, el
marginalismo y un derivado: el keynesianismo), la visión es una circunstancia previa al análisis que
posibilita el acceso al conocimiento. Es como si dijéramos que llegamos al conocimiento de la
Administración portando una concepción previa sobre las organizaciones humanas, sus objetivos,
sus métodos de toma de decisiones. Bachelard, cuando define el obstáculo pedagógico, apunta:
“Los profesores de ciencias se imaginan que el espíritu comienza con una lección, que siempre
puede rehacerse una cultura perezosa repitiendo una clase, que puede hacerse comprender una
demostración repitiéndola punto por punto. No han reflexionado sobre el hecho que se llega a la
Física (nosotros diríamos la Administración) con conocimientos empíricos ya constituidos; no se
trata pues de adquirir una cultura experimental sino de cambiar una cultura experimental, de
derribar los obstáculos amontonados por la vida cotidiana”. Desde la historia puede ser un hecho
mal interpretado, pero que hay que tomarlo como tal en su contexto, pero desde la epistemología
es un obstáculo, un contrapensamiento”. La observación básica es siempre el primer obstáculo
para la cultura científica. Entre observación y experimentación no hay continuidad, sino ruptura.
Es necesario que el pensamiento abandone el empirismo inmediato. El espíritu científico debe
formarse en contra de la naturaleza.

Una ciencia que acepta las imágenes es, más que cualquier otra, víctima de las metáforas. Por eso
el espíritu científico debe incesantemente luchar en contra de las imágenes, en contra de las
analogías, en contra de las metáforas

”. La existencia del desorden teórico contemporáneo con sus crisis de visiones pueden llevar al fin
del pensamiento en Administración y, consecuentemente, a ratificar la unidireccionalidad en los
estilos prevalentes: la explotación tanto en la relación de cambio como en la distribución; la
dependencia/penetración; la fragmentación, la marginalización y la segmentación, es decir la
tecnocracia basada en un metalenguaje esotérico y opuesto a la visión humanista de las
organizaciones. Las ideas modernas básicas de Administración aparecen desarrollados desde los
ingenieros shumpeterianos, aquellos que tiene ingenio, habilidad, capacidad, para proponer
soluciones concretas a problemas prácticos, en el mundo real de las cosas, más que en analistas
bachelardianos, preocupados por la estructura del conocimiento.

Epistemología de la Administración. Jorge Manuel Gil 2005

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Jornadas de Management

Teoría organizacionales.
Hagamos un repaso sintético de las teorías organizaciones, que por su construcción a posteriori de
su aplicación asumen el rol de legitimación teórica de la praxis.

El enfoque de Fayol

La visión profesional

La visión de la acción del administrador


La visión institucional

Epistemología de la Administración. Jorge Manuel Gil 2005

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La visión como arte:


La visión como proceso decisorio:

La visión como ideología

La visión como historia empresarial:

La visión marxista:
Conocimiento y Administración.

Resulta evidente que la Administración es un ejercicio. Y ese ejercicio, esa puesta en praxis de
ciertos conocimientos, es social. Administro en función del diseño de la estructura social de la que
soy parte. No hay Administración que prescinda de una organización contextual del medio
ambiente (natural y social). Ahora bien, dado un medio ambiente, dado un contexto, que es
administrar?. En definitiva, es gestionar la realidad (material y social). Y esa gestión se concreta
con una suma de decisiones que, ha cada momento, adoptamos sobre los recursos de que
disponemos para alcanzar los objetivos y las necesidades a satisfacer. Podemos definir la
Administración como la sumatoria de las decisiones que tomamos en un medio determinado y que
se exteriorizan en una cierta gestión de la organización de los recursos materiales, humanos e
intelectuales, bajo condiciones de cierta racionalidad. Debemos preguntarnos si la Administración
es una forma de acción sobre la praxis, un conocimiento teórico o una tecnología decisional y de
organización. Cuando hablamos de Administración aceptamos términos tales como empresa,
organización, agentes, incertidumbre, decisiones, gestión. Como es propia de los hombres de
acción y no de los filósofos, se puede pensar la Administración? Que valor agregado incorpora a la
Administración práctica ese pensamiento?. Desde lo metodológico podemos preguntarnos si la
Administración es sólo una práctica gerencial (de management) que implica gestionar los recursos
sobre la base de la satisfacción de necesidades externas a la organización y de manera de obtener
un plus valor de acumulación que satisfaga el crecimiento de la empresa y los intereses de los
propietarios. Este enfoque es esencialmente etnocentrista. También podemos insertar la
Administración como institución deseada para alcanzar un orden social e inscribirse en una cultura
determinada como una técnica. Allí nos referimos a la tecnocultura. Si observamos la
Administración (pública y privada) como un dominio, una forma de ejercicio de poder, estamos
viendo la Administración como una ideología. Dado que como vimos en el apartado anterior el
objeto de la Administración son las organizaciones, corresponde detenernos en algunos de sus
rasgos:

a) las organizaciones son el objeto de la Administración:

El método en la Administración: justificación, empirismo, exitismo?.

Al abordar el tema de los conocimientos sociales, Popper distingue los métodos historicistas de los
de ingeniería social, e incluye al utopismo a mitad de camino entre ambos enfoques. El método
historicista es fatalista y de él emergen profecías inexorables (recuerdan la primera diapositiva?)
que inmovilizan la acción y abortan el pensamiento. El utopismo es una especie de modelista, cree
que la acción humana y los procedimientos de que disponemos permiten alcanzar ciertos estados
utópicos, en lo social y en lo microorganizacional, es constructivista. La tecnología que
denominamos Administración se asimila a las ingenierías sociales. Es un proceso de construcción
social, siempre transitorio, que sólo puede hacer predicciones a corto plazo, porque si predice a
largo plazo sus predicciones se transforman en ideológicas y de base no científica. Son, para
Popper, una amenaza al género humano, no puede pronosticarse el conocimiento a largo plazo, si
la Administración hace esos intentos sus pronósticos serán profecías. Aunque el mundo de la
Administración esté lleno de profetas... Dado que la técnica puede obligar a marchar en una
dirección impensada, no hay manera de prever los acontecimientos históricos ni aún las
tendencias o procesos prevalecientes, por eso, la capacidad predictiva del conocimiento es de
corto plazo. Cuando un administrador administra, no emplea leyes o postulados propios de la
Administración, sino de la sicología, la sociología, el derecho, la investigación operativa, la
economía. Su método científico se contrasta por las hipótesis que mantiene implícitas, la
aplicación a la resolución de problemas concretos y la contrastación del resultado. Si fue exitoso,
la contrastación da validez a la hipótesis (Cuando Ford introdujo en 1914 la cadena de montaje se
estableció la idea de la producción continua. En 1925, se produjeron en un día de trabajo más Ford
T que durante todo el año 1914!!

.Esto sirvió para convalidar la ley de organización del trabajo sobre la especialización de
actividades y la seriación y produjo aumento bruscos en la productividad industrial). Sin embargo,
al pretender trasladar la relación de subordinación a todos los aspectos de la vida del obrero
basadas en las ideas puritanas de Ford, se produjeron las más formidables huelgas. Ford olvidó la
ley sociológica de autodeterminación y libertad social de los trabajadores, que también quedó
convalidada por esas huelgas.

Por ello, no debemos olvidad la identificación del problema de la Administración y su relación con
el método científico
ahora apliquemos a las concepciones básicas de Taylor y Fayol

https://www.academia.edu/17413391/Epistemologia_de_la_administracion

Para Finalizar este sector comentemos las bases del método de la Administración.
Teorías en Administración: ¿Época de cambios o cambio de época
Por utilizar la clase de contundentes y a menudo simplificadores, eslóganes de uso corriente en el
management contemporáneo: no estamos viviendo en una época de cambios, sino en un cambio
de época. Esta idea se ha convertido en un lugar común a lo largo de la última década. Y si esta
percepción es parte del acervo popular del último cuarto del siglo XX es porque, en ese corto
espacio de tiempo, han concurrido, o se han hecho explícitas, cuatro grandes innovaciones que
han tenido y, seguirán teniendo, un impacto fundamental sobre los estilos de vida y las
agrupaciones de intereses de las personas y sobre la estructura económica de las sociedades
avanzadas. Obviamente, impactan también en el desarrollo del conocimiento científico

La primera innovación fue la de la microelectrónica

(la mirada de las construcciones naturales y artificiales con ojos de oruga) que posibilitó un
crecimiento espectacular de las telecomunicaciones

(lenguajes comunes e hipótesis compartidas), junto con un desarrollo inédito y una integración sin
precedentes de sistemas automáticos de almacenamiento y procesamiento de la información que
han hecho posible el desarrollo de la ingeniería genética y de la biotecnología

Estas cuatro grandes innovaciones están convergiendo y actuando sinérgicamente para producir
un nuevo espacio social y mental donde las personas y las organizaciones se representan el mundo
de una forma radicalmente nueva. Algunos optimistas, autores como Cornellá, creen que es el
comienzo “la fiesta todavía no ha empezado; estamos escuchando la música desde lejos, pero nos
vamos acercando al festival”, otros pensamos que no hay obviedades en el desarrollo histórico, el
hombre no pudo poner sus pies más allá de la Luna y hay que respetar los límites de la
inconmensurabilidad que nos indica que nuestras necesidades de Administración están en la
productividad social, la pobreza, la indigencia, la desocupación, el hambre. No obstante, creemos
necesario elucidar las razones de los cambios sistémicos y su instrumentación y advertir que, en
cualquier escenario, los modos de producir y estar de las personas y de las organizaciones se ven
conmovidos. Para ello fue necesario desarrollar el concepto anterior de visión. La racionalidad es
uno de los atributos de la ingeniería, desechar las soluciones que nos sean prácticas, evitar todo lo
que no pueda ser medido, actuar en ambiente de cálculo y en el mundo de lo micro. Predomina la
investigación operativa, el análisis de tareas, la productividad física. Esta es una apreciación
histórica, que ratificamos en trabajos como “Método para la formación del hombre de negocios,
de Tomas Watts, Londres 1716, que destaca la escritura, la aritmética, la contabilidad, y
fundamentalmente las Matemáticas (Geometría y Mecánica) así como la geografía y el lenguaje
como las técnicas imprescindibles para el administrador. Tomemos por ejemplo, la visión de Taylor
que se relaciona con ciertas premisas relativas al comportamiento hedonista del ser humano
(tanto trabajadores como empresarios y capitalistas) y con ciertos objetivos como la organización
de la actividad para alcanzar la máxima eficiencia, basada en un conjunto de procedimientos
operativos. Era principios del siglo XX, insuficiencia de la oferta, inicios de la tercera revolución del
capitalismo industrial, consolidación del proceso de acumulación financiera acelerada, nuevos
mercados emergentes en territorios en desarrollo. Una visión basada en la urgencia de hacer y
después corregir, de concepciones mecanicistas que derivaban en metodologías determinísticas y
rigurosas. Para Taylor, después vendría la etapa de las teorías. Dice en una carta personal a Morris
Cooke el dos de diciembre de 1910, “Nadie sabe mejor que Ud. que todas las teoría, buenas o no,
que se convirtieron en los principios de la Administración científica, llegaron después de los
hechos y no antes. Ni yo ni ningún hombre de nuestro grupo que haya sido instrumental en el
desarrollo de la Administración científica, lo hizo como el resultado de alguna teoría preconcebida.
Primero nosotros desarrollamos el remedio para algún problema que existía, y más tarde
encontramos cual era la teoría que estaba detrás del problema. Y yo no estoy tan seguro de que
alguno de nuestros grupo hubiera entendido totalmente el peso de esta teoría, ni siquiera ahora”

. Luego vinieron los sociólogos.... Tomemos el pensamiento de Elton Mayo (Teoría de la


Administración basada en las relaciones humanas), su visión era de fundamento empírico, basada
en grandes organizaciones privadas y sobre premisas tales como la irracionalidad y emotividad
conductual del ser humano y la minimización del papel de la conciencia. El objetivo de la
Administración se veía como la maximización de la productividad, mediante la maximización del
rendimiento de los trabajadores. Ubiquémonos en el tiempo: 1920, inicio de las grandes
corporaciones transnacionales, periodo de postguerra, grandes negocios privados a costa de
reconstrucción de los estados, inicios de la vinculación entre universidades (el mundo académico)
y las corporaciones. Esa visión (fundamentalmente de respuesta al marxismo crítico) asumía la
posibilidad de cooperación e integración de intereses entre los trabajadores y los patrones, la
actitud colaboracionista de los grandes sindicatos, se cambió el elogio de la lucha competitiva en
los gerentes por las cualidades en el manejo de los hombres en un ambiente burocrático. Nacen
enfoques basados en el liderazgo y la conducción y se elaboran conceptos como el liderazgo
situacional

Ahora es el turno de los cibernéticos... y pretendemos detenernos en ello porque está


modificando la concepción de la Administración (no sus hipótesis) y consideramos que puede ser
una circunstancia de cambio relevante para el destino del conocimiento. Weber planteó una
opción histórica: burocracia o diletantismo de la Administración, que es lo mismo que plantear la
alternativa: Profesionalismo o amateurismo. La burocratización como esquema de racionalidad de
las decisiones sociales resulta prescindente de las formas jurídicas de propiedad (socialistas o
capitalistas) de organización social. En ambos casos, el gran instrumento de superioridad
burocrática es el saber profesional especializado. Todo campo simbólico emergente de ciencias
artificiales como las nuestras, supone instancias y agentes de producción de bienes simbólicos,
tanto como etapas de circulación de los mismos. En realidad, los administradores se han
convertido en “analistas simbólicos”

y el futuro de su posicionamiento estratégico estará dominado por la performance de las tareas


inteligencia-intensivas, en línea con las demandas de la nueva economías. Esa nueva economía se
caracteriza, a nivel de las organizaciones prevalentes, por las organizaciones “alfa”, quienes, a su
vez, se caracterizan como del Tercer Entorno o E3, por la capacidad de operar a distancia, el
carácter representacional y simbólico del marco, la inestabilidad y globalidad asociadas con su
instalación y desarrollo, su capacidad para desarrollar una memoria autónoma de la humana y su
impacto sobre procesos culturales de fondo que implicarían una especie de tecnolenguaje
universal (integración semiótica). Tienen un efecto condicionante sobre las tecnologías y su
renovación, los mercados y las otras organizaciones, así como sobre las relaciones que los actores
económicos pueden desarrollar en este nuevo espacio

Los principales rasgos del nuevo paradigma en lo que hace a su instalación en las organizaciones
son:

• La innovación adquiere más importancia que la producción en masa (aunque tiende a alejarse de
las necesidades insatisfechas más populares).

• El peso de los activos intangibles deviene en las nuevas condiciones en el marcador del valor de
mercado de la empresa. El valor de las empresas, expresado en su cotización en Bolsa, se
autonomiza de sus activos materiales al descansar de forma creciente en activos intangibles,
especialmente en nuevos conocimientos, que carecen de representación contable (aunque resulta
obvio el resultado final como el caso de Enron y las tecnológicas).

El mundo financiero invierte crecientemente en nuevos conceptos, más que en equipos e


infraestructuras, todo lo cual determina un aumento del capital de riesgo (lo cual invita al
desarrollo de la burbuja especulativa). Deberíamos añadir la presión de gestionar eficientemente
información cada vez más masiva. De hecho, existe demasiada información, pero poco
conocimiento en proporción. El mayor riesgo para las organizaciones e individuos en este contexto
es la infoxicación. Las organizaciones que pretendan sobrevivir deberán incrementar su capital
intelectual, imaginando maneras de agilizar su motor de generación de conocimiento.

El nuevo paradigma económico convierte la comprensión en un imperativo. En una sociedad con


exceso de información, el reto consistirá en hacer más sencilla su comprensión

. Habrá poco tiempo para digerir los inputs, por lo que se invertirá más tiempo en la confección de
los estímulos informacionales con el objetivo de que la gente invierta más tiempo en comprender
que en acceder o leer. Internet aparece como el factor crítico de transformación de las
organizaciones, los negocios y los trabajos. Pero Internet es, ella misma, información. Internet
permite representar las organizaciones, tanto en sus maneras de operar como de relacionarse con
el entorno. Para las empresas, la clave del éxito en internet está vinculado con entender la
relación (tan elemental y primaria ¡!!) entre quién compra y quién vende (o entre quién produce y
quién consume), relación que es diferente de la que ocurre en el “mundo real”. El e-negocio
aparece entonces como lo que en realidad es: i-negocio. La nueva economía es una economía de
intangibles, y más concretamente, de gestión de la información con base en el conocimiento.

En este contexto, las organizaciones se enfrentan con los siguientes tres grandes desafíos:

• El período de respuesta de los competidores es cada vez más corto , lo que determina una rápida
obsolescencia del know-how: Los avances frente a los competidores se vuelven cada vez más
frágiles.

•Es necesario posicionar rápidamente el producto en el mercado global

: Durante los 80 y 90, los costes de I+D han crecido exponencialmente en los países más
avanzados. A la vez, ha aumentado la velocidad del cambio tecnológico y la complejidad de las
nuevas innovaciones, mientras que se ha rebajado el tiempo necesario para desarrollarlas y
colocarlas en producción. Estas tendencias obligan a las empresas a recuperar los costes de I+D en
poco tiempo, mediante el lanzamiento de sus productos a escala mundial. Es importante subrayar
que todas las organizaciones, con independencia de cual sea su actividad y tamaño, deberán
desarrollar fuertemente procesos de I+D+D (Inteligencia+Diseño+Desarrollo) y, en consecuencia,
se deberán comprometer con sistemas que aceleren la difusión del conocimiento y el aprendizaje
organizacional (en sistemas de I+L, esto es, en sistemas INTELARNING o de Inteligencia
Competitiva+Aprendizaje Organizacional).

•Los costes de fabricación y producción deben ser mínimos

: Si bien los costes de I+D pueden ser elevados, los costes de fabricación deben ser lo más bajos
posibles, aunque ello pueda suponer la subcontratación o la deslocalización de la producción.

Esta realidad en el nivel “alfa” no hace sino ratificar que hoy, el problema de la Administración -
siguiendo a Prigogine- es reconocer la complejidad, hallar los instrumentos para describirla y
efectuar una relectura en un contexto de caos, desorden y alta inestabilidad. El nivel de
complejidad es una derivada del estadio de desarrollo del sistema económico tanto como del
funcionamiento del régimen de transacciones comerciales y financieras (en ése sentido es
prescindente del tamaño del agente económico). Los instrumentos para describir ésa complejidad
son los propios conocimientos disciplinarios que tienen que ofrecer un esquema de alta
flexibilidad para adecuarse a un modelo inestable. La relectura viene dada por la distinta
conceptualización de los mismos fenómenos (como las relaciones humanas, industriales y
laborales en la organización. Fayol anotaba :”necesito brazos, pero vienen pegados a un hombre”).
No se trata de distintas palabras para la misma realidad. Si las ciencias físicas están inmersas en
procesos de reconceptualización, las tecnologías sociales no pueden evitar el impacto de este
fenómeno. El marco de explosión demográfica, así como los procesos sociales en tránsito y el auge
experimentado en las técnicas informáticas, nos llevará más tarde o más temprano al
desmoronamiento de los conceptos -a veces simplistas y triviales- con los que se pretendía
describir las organizaciones. Los paradigmas tradicionales de las ciencias administrativo-
económicas (tal como las designa la UNESCO) se encuentran desbordados en su capacidad de
enfrentar con éxito los requerimientos del medio ambiente socioeconómico. Siguiendo con
Prigogine, los conceptos de ley y orden no pueden ya considerarse inamovibles y hay que
investigar su mecanismo generador, a partir del desorden y del caos. En la misma línea, Kuhn
reconoce que -sin necesidad de pasar de Copérnico y del calendario- es fácil descubrir que las
condiciones externas pueden contribuir a transformar una simple anomalía en origen de una crisis
aguda

En Administración es una anomalía insistir en el desarrollo de concepciones de organización


jerárquica como si la realidad del modelo de Administración (racionalidad sobre la base de la
información), se estructurara sobre conceptos tales como responsabilidad del organigrama,
control patrimonial e información total

. El nuevo paradigma se aleja del gerente ocupado en el análisis minucioso de la información


suministrada por el sistema contable, y genera un perfil estructurado sobre a) La identificación de
cuestiones estratégicas, b) La operación sobre los dilemas reales, c) La conformación de una
organización "estructurada- no estructurada", abierta, que se configura a través de una red
conformada por grupos grandes y diversos, sobre los que se ejerce escaso control Esto nos lleva a
ver la Administración en general como un conocimiento inestable y cambiante que conforma una
actividad empírica, concreta, basada en aptitudes y competencias, más una formación sustentada
sobre un cuerpo de hipótesis y de leyes vinculantes. En ese sentido, podemos afirmar que estamos
en presencia de una tecnología social.

La Administración como tecnología social.

La realización, reajuste y mantenimiento de cualquier sociosistema humano requiere autocontrol


y el control de otros. El primero conforma el objeto y campo de la cibernética, el último se
denomina Administración. La Administración está incluida en cada una de las organizaciones,
inscribiéndose en las ingenierías sociales, construcciones artificiales que permiten ordenar el
comportamiento de los sistemas a través de las organizaciones. Podemos preguntarnos sobre el
carácter de los principios y generalizaciones de la Administración: son leyes, hipótesis o reglas?
Hemos analizado que no pueden ser leyes porque serían de otra ciencia básica o aplicada y no
propios. Además pueden ser alterados

ad libitum

por intereses y comportamientos. Tampoco son hipótesis, porque más que ser enunciados
descriptivos, lo que hacen es prescribir lo que debiera ser o hacerse para alcanzar ciertas metas.
Los principios de Administración operan como reglas sociales, normas de comportamiento que se
mantienen si son exitosos en la práctica y se pueden justificar por teorías aceptadas (psicología,
sociología, investigación operativa, etc.). La Administración es una tecnología. Esto nos introduce
en el término

científico

, no como sustantivo “la Administración es una ciencia” sino como adjetivo calificativo “la
Administración es científica”, es decir, el status de la Administración como tecnología.

Bunge (en un excelente análisis realizado por Scarano) realiza una tricotomía en el conocimiento
científico: ciencia básica (o pura), ciencia aplicada y tecnología y ubica la Administración dentro de
la tecnología, específicamente la incluye en las tecnologías sociales. ¿Qué es la tecnología para
Bunge? Se puede estudiar en varios niveles (ontológico, epistemológico, axiológico, ético y
praxeológico). A nivel ontológico estudia los entes artificiales. Define artificial como ”algo optativo,
realizado o hecho con la ayuda de conocimiento y utilizable por otros.” [Bunge, 1985, p.222]. Lo
artificial debe haber sido precedido por una decisión ante una elección, debe estar basado aunque
sea parcialmente en el conocimiento y debe tener algún valor social.

Desde el punto de vista epistemológico, las teorías tecnológicas tienen que compartir ciertos
aspectos con las teorías científicas pues se basan en ellas. Los más importantes son:

simplifican e idealizan la realidad a la que se refieren, es decir, la modelizan;

incluyen conceptos teóricos;

pueden absorber información empírica y realizar predicciones;

son empíricamente contrastables.

Para Bunge la acción tecnológica está incluida dentro de las acciones

racionales

. Una acción es racional si cumple dos condiciones, la primera, es máximamente adecuada al


objetivo propuesto; la segunda, tanto el objetivo como los medios para conseguirlo deben
seleccionarse de acuerdo al mejor conocimiento disponible. Es científica porque emplea el método
científico y el conocimiento sustantivo de otras ciencias básicas El dominio de la tecnología no es
la naturaleza sino el hombre, así formula y estudia reglas de acción, no leyes de la naturaleza. Es
fácil entender por qué los valores, y en particular un

ethos

está presente siempre en la tecnología, porqué lo valores y en particular la ética no es externa a la


tecnología sino interna y forma parte de ella. Quiero realizar una consideración sobre la cuestión
ética en la Administración, debido a que es reconocido que los nuevos parámetros del riesgo (no
estoy aquí hablando del sistema bancario argentino) están generando transformaciones del ethos
en el marco de las sociedades contemporáneas. Determinar cuáles son los factores que propician
las transformaciones y desplazamientos de los conceptos éticos implica revisar los mecanismos de
fundamentación o legitimación de las prácticas sociales (como la Administración) que se
involucran en la conducta moral. En las sociedades contemporáneas podemos señalar la presencia
de nuevos mitos fundadores –como la creatividad, la globalización, la reflexividad, la idea de
"hiperbienes", propia de Charles Taylor. Este tema nos lleva a reflexionar acerca de la relación
entre ideas y prácticas, al momento de teorizar sobre el cambio de significaciones de los
conceptos éticos ya que ambas se constituyen en un entramado de límites difusos. Así como
podemos admitir que la modernidad se constituyó a partir de cambios ocurridos en el ámbito de
prácticas religiosas, políticas, económicas, artísticas y sexuales, es posible detectar nuevos
mecanismos de identidad del yo, de organización del espacio y el tiempo, de resignificación de la
autoridad y masificación de la información, en las sociedades contemporáneas. Esto asume un
impacto en la moral de las organizaciones que se traduce en códigos de ética que nadie lee, ni
conoce y que mucho menos se aplica. Las propias naciones Unidas han desarrollado un Código de
ética y comportamiento de las ET. IBM es una ET, Arthur Andersen es una ET. No obstante su
carácter ambiguo y su falta de eficacia, el rol de la ética en las tecnologías sociales vinculadas a las
organizaciones es relevante como legitimador de hipótesis. Por último, en el pensamiento de
Bunge no hay una ciencia del diseño o planificación general de la Administración porque no hay
una ciencia general en la cual apoyarse. Sólo hay teorías del diseño (planificación) particulares: de
computación, de Administración, etc. La diferencia de solidez entre las ingenierías físicas y
biológicas con las administrativas, se funda en las ciencias básicas en las que se apoyan.
Implícitamente se deduce una de las estrategias de consolidación de la Administración: aumentar
los vínculos con el conocimiento básico disponible. La sociedad industrial capitalista de
acumulación financiera –basada en la manufactura y las técnicas de producción de bienes y
servicios- parece haber llegado a su madurez, dejando lugar a la sociedad de concentración
tecnológica del conocimiento y la información. En ese sistema económico postindustrial cambia
también la aplicación empírica de los conocimientos y las marcas distintivas que la caracterizan, se
especifican en términos de cambios en el trabajo, volviéndose dominantes nuevas formas de
gestión relacionados con la obtención, el procesamiento y la distribución de información. Tenemos
que hacer una referencia a la arquitectura del sistema económico. Los agentes organizadores del
sistema económico son empresas que, a los fines de este trabajo, denominamos como “alfa”:
grandes, jerarquizadas, extendidas y concentradoras de poder. Utilizan sistemas de Administración
y organización de tecnología alta o avanzada (high tech) y fundamentan sus técnicas decisionales
en estrategias globales y operaciones locales. Sus versiones clásicas se siguen basando en la
autoridad formal, y la moderna organización en redes se basa en la competencia. El Citibank
pueden ser un buen ejemplo de estas organizaciones en la Argentina. Obviamente hay muchas
más. Coexisten con esa estructura, característica del estadio actual de la acumulación capitalista,
PYME´s de reducida productividad y lenta maduración, micro emprendimientos con tecnologías
rudimentarias y elementales y economías informales de subsistencia y empleo aparente. Se las
designa como “beta”, utilizan tecnologías administrativas adecuadas, blandas y apropiadas,
muestran estilo de organización contingente y sus sistemas decisionales están fuertemente
condicionados por el contexto (actúan por imitación). Queda así determinado –tanto en su
naturaleza como en su formalidad institucional- un sistema económico global dialéctico y
contradictorio, que conforma el marco ambiental para el análisis de la Administración. Ese sistema
económico internacional, diseña una arquitectura (que incluye al sistema de organizaciones
económicas) que encierra una fantástica transferencia de tecnología. Para el análisis, partimos de
la conceptualización de la Administración como una tecnología (entendida como técnica más
estructura social) aplicada a solucionar problemas concretos de estructuras alfa (desarrolladas) o
beta (autónomas) en la producción de organizaciones, gestión y planeamiento necesarios para el
proceso decisorio. La técnica de la Administración está constituida por los conocimientos,
procedimientos y especialidades, así como por las herramientas metodológicas y simbólicas (que
se presentan bajo la forma de principios de Administración o reglas tecnológicas). La estructura es
la relación social (medio ambiente económico: la organización institucional del sistema
económico, los agentes y sus políticas de decisión). Dentro de esa estructura las herramientas
(reglas tecnológicas) pasan a ser operacionales. Técnica más relación social implican una cierta
estructura cognoscitiva, sobre la que descansa el desarrollo de la Administración

Se define la transferencia de tecnología como un proceso con dos componentes: transferencia de


técnicas (herramientas y conocimientos claves) y contexto estructural (en el que la técnica pasa a
ser operacional). Participamos de la opinión de Ferrer

en el sentido que “La ausencia de un contexto propicio impidió establecer un modelo de


vinculación con el acervo mundial de conocimientos fundado en la secuencia copiar-adaptar-
innovar. El trasplante de tecnologías sigue así predominando y, por lo tanto, estrechando, las
fronteras del sistema argentino de ciencia y tecnología y la profundidad de sus raíces en la realidad
del país. La Argentina no logró instalar secuencias prolongadas de acumulación de pericias,
prácticas administrativas, eslabonamientos, formación de liderazgos empresarios, capital y
tecnología”. En ese marco, nuestro objetivo es relacionar la internacionalización de los sistemas de
Administración con las siete hipótesis de J. Galtung

sobre la transferencia de tecnología como proceso, y sugerir que la investigación del


conocimiento en las universidades y su puesta en la praxis, pueden conformar el instrumento
institucional

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capaz de armonizar, articular y trasvasar el conocimiento “alfa” y el conocimiento “beta”. Siendo


que ambos tipos de organizaciones coinciden en la estructura del sistema económico,
convengamos que no es lo mismo la Administración “alfa” que la Administración “beta”. Al
enfatizar la dualidad de las exigencias humanas cuando de lo que se trata es el problema del
tamaño, Schumacher

11

advierte que no hay una respuesta única. “El hombre necesita muchas estructuras distintas para
sus distintos propósitos, las pequeñas y las grandes, algunas específicas y otras generales. Aún así,
la gente encuentra muy difícil el mantener en sus mentes dos tipos de verdades, aparentemente
opuestas, al mismo tiempo. Siempre tienden a buscar una solución final, .... Para el trabajo
constructivo, la principal tarea es siempre el reestablecimiento de cierta suerte de equilibrio. Hoy
sufrimos una idolatría del gigantismo casi universal. Es necesario insistir en las virtudes de lo
pequeño, en donde sea factible”. Las organizaciones dominantes en el sistema económico
demandan una tecnología de gran densidad de organización y exigen especialistas en organización
propiamente dichos tanto como especialistas en la Administración del sistema organizativo. Las
estructuras económicas beta -que son limitadas en cuanto a su alcance y potencialidad- requieren
una técnica adecuada, simple y efectiva junto con el asesoramiento de profesionales generalistas
que ayuden a su supervivencia y crecimiento.

PALABRAS FINALES.

Vivimos una etapa histórica asombrosa plena de desafíos, de expectativas y de incertidumbres.


Nuevas concepciones científicas y sus aplicaciones técnicas impensadas hasta ahora abren un
futuro insospechado para la humanidad. En una generación (una sola vida!!) hemos pasado de la
radio a válvulas a la televisión satelital; de la muerte por influenza al trasplante de órganos;
nuestros padres vieron volar zeppelines sobre Bs. As. y descender el hombre en la luna; hemos
clonado la naturaleza (o estamos en las vísperas); logramos superar conceptos admitidos como
universales poniendo inquietud sobre teorías que considerábamos inmutables como la de la
relatividad de Einstein; estamos empezando a conocer los secretos de la composición genética de
los seres humanos y podremos predecir muchas de nuestras enfermedades; la robótica empieza a
reemplazar actividades y la inteligencia artificial está cada vez más presente en los esquemas
decisorios. Hemos construido nuevas lógicas como la fuzzy y descubierto formas de fuerzas y
energías distintas a la gravitatoria o a la electromagnética. La propia ciencia básica de la
Naturaleza (la Física) amenaza con entrar en confusión y caos pues la cuántica colocó a la
velocidad de la luz como un absoluto, un límite de velocidad universal que sin embargo ayer ha
podido ser superado con el consiguiente efecto sobre e espacio-tiempo y su interpretación; la
biogenética desplaza preconceptos de la química y permite un nuevo desarrollo de la tecnología.
Asistimos a cambios formidables y excitantes en el conocimiento, pero no vemos las
contrapartidas en la organización social. Repetimos con Prigogine, que nada es inmutable,
estamos en presencia –en todos los campos del conocimiento- de estructuras disipativas de final
abierto. A la inversa del planteo de Fukuyama, asistimos al inicio de una nueva historia, con
nuevos hombres. En ese mundo asombroso por la volatilidad de los presentes y la incertidumbre
de los futuros, ¿debemos preguntarnos qué es la Administración? ¿Cómo reaccionan las
organizaciones (que son en definitiva el sujeto de la praxis de las ciencias económicas y, en
particular, de la Administración)? ¿La Administración se encripta en sus viejos apotegmas y
estructuras básicas, se vuelve más esotérica y alejada de la realidad como si nada de lo que pasa
les incumbiera o intentará transformarse en un nuevo esquema útil para la acción de nuevas
organizaciones? ¿Asume el conocimiento administrativo la naturaleza del desorden, el cambio
permanente, el caos, o lo toman como una anomalía transitoria a solucionar? ¿Insiste en
presentar viejas recetas en formatos nuevos o adapta sus respuestas a los problemas de las
nuevas realidades? En tal caso, ¿posee al metodología y el instrumental técnico suficiente? ¿O
deberá reelaborarlos e imaginar otros más pertinentes? ¿Qué elementos deben considerar para el
cambio? ¿Cuál es la estrategia más sabia para el desarrollo profesional: esperar las realidades o
anticipar los escenarios?. En definitiva: ¿podrá la Administración sobrevivir como un conocimiento
técnicamente apto y socialmente equitativo para la nueva economía? Y en caso afirmativo,
¿cómo?. Los conocimientos se demandan –como factor de producción- sobre una necesidad
efectiva y sentida: la resolución racional de problemas. Pero ya vimos que esa racionalidad no es
un absoluto y que los problemas se vinculan con los fines: la eficiencia, la productividad, la
sustentabilidad. Y esos fines no son propios, autónomos de las organizaciones sino derivados del
contexto. Si la ciencia y la tecnología (como estructuras del sistema económico) generan un
ambiente de cambios, ello -inevitablemente- originará necesidades de ajustes en los
conocimientos frente a los nuevos y distintos problemas

12

. Las ciencias artificiales

13

como las nuestras, tendrán que ofrecer nuevas soluciones a los requerimientos de un mercado en
cambio. En ese marco global

14

, la realidad argentina se debate hoy en un momento histórico de inflexión, en un quiebre en el


que confluyen tanto circunstancias internas (inestabilidad política institucional, dificultades en los
procesos de integración económica, debilidad de sus estructuras productivas, altos niveles de
desocupación general y subocupación profesional, articulación económica asimétrica y
dependiente de decisiones extrarregionales, insuficiencia de productividad, marginalidad e
inequitativa distribución de la riqueza, entre otras) como exógenas (nuevo orden geopolítico
imperial, revolución tecnológica permanente, redistribución política y económica por la
reconversión del Norte socialista, nuevas dimensiones y requerimientos en los mercados
financieros). A los problemas tradicionales ya señalados, se suman los propios del proceso de
globalización

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y de la imprescindible reconstrucción económica nacional. Todo ello repercute en el diseño y las


posibilidades del aparato educativo y profesional, que se encuentran saturados, en su capacidad
de dar respuestas eficientes, en términos sociales, a las demandas de las nuevas realidades, en
este caso, las organizaciones. Lo que es aún más significativo es que se produce una dispersión
cada vez mayor entre los requerimientos del mundo real (las demandas complejas de aplicaciones
prácticas del conocimiento) y la oferta de estructuras metodológicas aptas y recetas de soluciones
eficientes para solucionar los problemas emergentes de la inserción en el proceso de
globalización. Si esa brecha no se compensa con nuevas actitudes, nuevos conocimientos y nuevos
servicios, la Administración se expone a un paulatino rezago social que puede concluir en su
propia marginalidad y pérdida de prestigio y consideración comunitaria. A ello se suma la
permanente desatención de las construcciones metodológicas nacionales y el uso sistemático de
concepciones y terminología extranjera como criterio de legitimación. Consideramos que tienen
plena vigencia conceptos como los que destacaba nuestro maestro Suárez

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, en épocas en las que teníamos expectativas de cambios: “La incapacidad de la comunidad


profesional para desarrollar un nivel de ciencia aplicada correspondiente a las reales demandas de
la sociedad en que se encuentra, es guiada por esquemas correspondientes a otros contextos
ambientales, y puede ser uno de los principios condicionantes en la formación de comunidades
profesionales dirigidas desde dentro”. Nos animamos a ser tan críticos como para observar que
cuando la gente habla (casi vocifera) expresiones tan genéricas como que se vayan todos, está
formulando una severa advertencia a la Administración como conocimiento social, está
requiriendo un nuevo conocimiento que permita encontrar hipótesis que articulen la eficiencia en
la producción con la equidad en la distribución, la utilidad de la información con la transparencia
en la gestión, una Administración basada en valor pero con oportunidades de empleo, un énfasis
en las necesidades reales más que en las demandas de ilusiones virtuales. Está exigiendo de la
Administración una vuelta al orden (entendido como trato equitativo en términos sociales y
razonable en términos de rendimiento), al estado que se presume natural en las cosas (si es que
esto existiera y fuera posible). Leemos en la realidad, que estamos dudando de nuestro interés en
ser administrados (por lo menos, por una cierta clase de management del que ya hemos sufrido
las decisiones) para pasar a ser protagonistas de nuestra Administración. Observamos que se
busca un camino intermedio entre la libertad y las decisiones individuales frente a la
responsabilidad y las actitudes sociales. Intuimos que la Administración está en el centro de la
escena, aunque se la denomine con otros nombres como racionalidad económica o estabilidad
institucional. Y estamos convencidos (uso aquí los argumentos convincentes de la retórica) que
asistiremos a nuevas fórmulas para nuevas organizaciones que emergen en un esquema social
distinto: la autogestión de empresas por sus trabajadores, la participación ciudadana en las
comunas, las organizaciones de la economía solidaria, los clubes del trueque, las ONG, impulsan y
necesitan una Administración (y un conocimiento) a la vez abierta y flexible, solidariamente
equitativa y eficientemente productiva, que reconcilie la condición humana con el trabajo
socialmente útil. Es Administración recuperar (¿) la confianza, que los bancos devuelvan los
depósitos, que las empresas tengan una rentabilidad adecuada y que el Estado no gaste más que
sus ingresos, pero también es Administración que el trabajo valga por lo que cuesta vivir, que
existan fuentes de trabajo productivo en una economía de pleno empleo, que los hospitales
otorguen cobertura en salud pública, que la educación esté al alcance de todos. Podemos pensar
la crisis actual como una crisis de Administración, podemos ver la Administración como un
conocimiento que se nos presenta como una transferencia de tecnología, podemos observar la
“Administración comprada” como una visión que nos bloquea el acceso a la realidad del porqué de
las organizaciones, podemos vivir la Administración como una de las causas relevantes de la
anomia ideológica de la postmodernidad. Las preguntas son ¿cuáles son los nuevos problemas?;
¿que rol asumen nuestros conocimientos, de formalización universitaria, dentro del esquema
contextual descrito, en el que se desarrollan y del que no puede sustraerse? ¿Qué papel le
corresponde a esos conocimientos -en tanto sociales- a fin de resultar útiles para la búsqueda de
nuevas respuestas a nuevos problemas?.

La Administración no puede ser un instrumento de la tecnocracia dominante; ni auspiciar una


visión del hombre como un cibernántropo ni, mucho menos, como un autómata; no debe ignorar
ni permitir la explotación de la naturaleza ni, mucho menos, aceptar la inequitativa distribución
del producto. Poner la Administración al servicio de un objetivo de liberación humana de los
sistemas que nosotros mismo construimos, exige un fuerte replanteo educativo y metodológico.
Una profunda apuesta a la condición humana. Seguramente, una utopía.

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