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Dorsky
en los medios audiovisuales emergentes
1.- Incansables esfuerzos por describir qué es el cine han perseguido al incipiente medio a
lo largo de sus poco más de cien años de historia. Desde una perspectiva fenomenológica, dos
características han aparecido recursivamente con distintos nombres y bajo la bandera de distintos
movimientos intelectuales y estéticos:
a) Por un lado, se presenta una y otra vez una definición del cine como un espacio de
desdoblamiento de lo real: una experiencia amplificada del mundo, que crece hacia adentro del
encuadre y tiene la capacidad de volver a conocer a las cosas “antes” o “más allá” de los conceptos. Un
regreso a la intensidad de la experiencia antes de volcarla hacia el significado, antes de plantear la
pregunta del sentido (un espacio para regresar a “las cosas en sí”, siguiendo la máxima de Merleau
Ponty). La figura de la imagen-movimiento de G. Deleuze, la escultura temporal de Tarkovski, el doble
mágico de Bazin o el cine como unidad de medida espacio-temporal de James Benning, son sólo
algunos ejemplos que parecieran responder de una manera u otra a esta intuición fundamental.
b) Por otro lado, y con la misma insistencia, se aparece la idea del cine comprendido como
lenguaje, que establece una relación semántica entre segmentos de tiempo a través del montaje, y que
sigue una trayectoria cronológica y secuencial preocupada por la producción de sentido. Los im-signos
de P. P. Pasolini (cine como lenguaje de la realidad); el montaje dialéctico de Einsestein y la escuela
rusa; la gran sintagmática de C. Metz; o la imagen-movimiento, del propio Deleuze, todos parecen
imaginar el hecho cinematográfico como un problema de dirección, donde la intensidad de la
experiencia es subalterna de la creación de significado.
2.- Hoy, la explosión e hibridación de medios audiovisuales de todo tipo, herederos directos o
expresiones radicales de lo cinematográfico (de la realidad virtual al meme de internet), parece
demandar una ontología coherente y funcional para cada uno de ellos, y obliga a replantear el problema
de Lo Sagrado al interior de un margen mucho más amplio de experiencias audiovisuales. Tanto más,
en tanto que es imperativo describir la relación fenomenológica entre los nuevos medios (cada vez más
definitivos en nuestra experiencia del mundo) y el sujeto puesto en relación con ellos.
● ¿Es Lo Sagrado inherente también a todos los espacios audiovisuales derivados del
cine? ¿Podemos de alguna manera transferirlo o traducirlo a otras expresiones audiovisuales?
• De ser así, ¿De qué manera sobrevive y se expresa en la multiplicidad de medios
audiovisuales contemporáneos? (¿En dónde y cómo se expresa Lo Sagrado en un meme de
internet, en una pieza de realidad virtual, en un giff animado, en una plataforma de red social y
en el propio cine contemporáneo que surge en relación con cada uno de ellos?).
• ¿Puede este concepto sentar bases para estructurar nuestro modo de aprehender al
mundo, en la medida en que nuestra experiencia del mismo está cada vez más determinada por
nuestra relación con lo virtual?