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Santuario
Santuario
La construcción del edificio actual fue iniciada por el almirante don Roger de Lauria,
el año 1300, continuada por su esposa, doña Saurina de Entenza, y concluida (a
mediados del siglo XIV) por la hija de ambos, doña Margarita de Lauria y Entenza.
A la iglesia actual precedió, en el tiempo, la de una sola nave construida por orden de
Jaime I, en 1238 y entregada a la Orden de la Merced por dicho monarca el 26 de
julio de 1240, de la que se conserva únicamente la extraordinaria Portada, trasladada
de su emplazamiento primitivo al lugar lateral que hoy ocupa.
En ese mismo agosto, tuvo lugar la famosísima batalla de El Puig. Narran los
cronistas que los infantes cristianos eran reducidos en número frente a las tropas
musulmanas, y que en el fragor de la lucha apareció el mismísimo Señor San Jorge,
patrono de las armas aragonesas, y que por su medio e intervención, la lucha se decidió
en nuestro favor. El rey moro de Valencia, Zayyan, quiso aprovechar la desventaja a su
favor que le proporcionaba la ausencia del rey Jaime I, pero la batalla que se libró fue de
tal modo decisiva que no se llevó a cabo ninguna otra para la conquista de la ciudad de
Valencia, poniendo en enero de 1238 duro cerco a la ciudad, logrando la capitulación
unos meses más tarde. Como conmemoración de tal batalla se edificó en el llano una
ermita dedicada a san Jorge, agradeciéndole la ayuda prestada.
LA SANTA IMAGEN
En el centro del presbiterio, que doctos escritores han llamado y con razón
“Cámara Angélica” podemos contemplar la imagen de la Virgen. “Mare de Deu del
Puig” como la invocan las gentes de estas tierras. O Nuestra Señora de los Ángeles de
El Puig, porque hasta nuestro convento del Cuzco guarda un bello cuadro con el
momento del hallazgo. La Sagrada Imagen es un medio relieve cincelado; en él se
aprecia la técnica del relieve griego, en el que la Madre sostiene al Niño sobre sus
rodillas en el lado derecho, y mientras la Virgen inclina su cabeza hacia el Hijo, éste se
encarama en actitud de darle un beso, rodeando el cuello con su brazo. Todo el
conjunto, que está policromado, guarda un equilibrio y una belleza, que sólo la
iconografía oriental es capaz de transmitir. ¡Qué dicha contemplar a María!; Sólo
aquellos que la han visto podrían explicar con palabras la impresión que se graba en los
sentidos, especialmente en el alma. Es el símbolo de la Maternidad de María. La Imagen
de El Puig es Icono de María, Madre de Dios, de un Dios Encarnado, hecho Niño, hecho
hombre, hecho carne. Por eso, la actitud de Madre e Hijo realzan el simbolismo
iconográfico del carácter maternal de María.
El Icono es una pieza rectangular, en la que se aprecia una banda remarcada por
un caveto que enmarca el relieve. La imagen representa a la Madre de Dios “in sede
maiestatis”, sentada en su trono, sin corona, sin joyas. Aunque se aprecian una cierta
desproporción en algunos elementos como manos, cabeza de la Virgen, barbilla… todo
en Ella es solemne: manto azul forrado de rojo, túnica dorada, estrellas en la frente y en
los hombros, calzado puntiagudo de color púrpura; el Niño vestido con túnica dorada y
amplia dalmática con anchas mangas de color castaño.
Cuenta la Santa Leyenda, que los ángeles esculpieron la imagen en una piedra del
Sepulcro de la Virgen, cómo posteriormente, la trasladaron hasta este lugar, donde se
construyó un monasterio y donde la veneraron hasta la invasión musulmana acaecida en
el año 711. Pasaron pues, 526 años, en que la sagrada imagen estuvo sepultada bajo una
campana. Por eso, hice labrar un escudo que sirviera como imagen heráldica del
monasterio, a la par que para mí mismo: en campo partido, las armas de la Orden de la
Merced y la iconografía del hallazgo: una montaña, una campana y las siete estrellas. La
imagen está sostenida en un bello relicario con una hermosa leyenda: “Sancta Maria
imago tua sit nobis tutrix…”
Parece ser que llegó a la Hispania visigoda con una escuadra enviada por el
emperador bizantino Justiniano, cuando el rey godo Atanigaldo le pidió ayuda frente a
su adversario Agila. Esto permitió crear en las costas de Levante un protectorado
bizantino, y que aquellos cristianos construyeran su iglesia y colocaran en ella la imagen
de la Madre de Dios. Cuando en el año 711 los moros invadieron Hispania, los monjes
que custodiaban el sagrado icono lo escondieron debajo de una campana y tuvieron que
huir. Y fue precisamente Nuestro Padre san Pedro Nolasco, quien como don celestial
descubrió la santa Imagen.
LA IGLESIA
La primitiva iglesia construida por Jaime I enseguida quedó insuficiente e
incapaz de acoger a todos los fieles que acudían a la Madre del cielo en busca de
intercesión. Sobre los años de 1300 se construyó la actual iglesia, de estilo gótico. Los
arquitectos y maestros de obra dejaron su impronta en los muros, columnas y pilastras.
Quisieron que el templo fuera el digno santuario de la que es Patrona del Reino de
Valencia y a cuyas plantas el Rey Conquistador puso las llaves de la Ciudad de
Valencia. Fueron sus mecenas y generosos donantes D. Roger de Lauria y su esposa Dª
Saurina de Entenza, continuando las obras los hijos de ambos Roberto y Margarita que
eligieron el templo construido como panteón funerario, y cuyo hermoso sepulcro gótico
se encuentra en el presbiterio, en el vano de la pared de la nave del Evangelio.
Esta iglesia está construida sobre la que mandó edificar el Rey Conquistador, y de
la cual se conserva la hermosa portada tardo románica con sus diez capiteles historiados
(Anunciación, Nacimiento, Adoración de los Magos, Huida a Egipto, Matanza de los
Inocentes, las Bodas de Caná, la resurrección de Lázaro, la Entrada en Jerusalén, la
Última Cena y el Beso de Judas). Recuerdo con exactitud cómo el capitel decorado con
la escena de la Adoración de los Magos, el artista canteroesculpió y reprodujo la misma
imagen de la Virgen sosteniendo al Niño en su parte derecha, mientras los Magos
arrodillados le ofrecen sus dones de oro, incienso y mirra. Esta portada, orientada en la
iglesia primitiva hacia el oeste, se trasladó a la parte norte de la nueva iglesia, recayendo
hacia la villa de El Puig y se accede por una amplia escalera denominada Escala Santa.
Aunque esta portada tenía tímpano y parteluz, el comendador Clemente Gil,
mandó que se quitaran en el año 1650 y mandó construir unas grandes puertas de dos
hojas. También pertenece a la primitiva iglesia la base de la torre de las campanas.
La iglesia está orientada hacia el Este. Sobre el altar mayor se abre un gran
ventanal gótico por el que penetra la primera luz del día cuando el sol se alza sobre el
horizonte ilumina el templo, y que es símbolo de Cristo, Luz que nace de lo Alto. Al pie
del templo, se alza el majestuoso coro que yo mismo mandé edificar en 1669, y por allí
desaparece la última luz, para que desde el Oriente hasta el Ocaso alabemos al Señor,
como cantamos en los Salmos de David.
Las bóvedas de crucería son bastante sencillas y los capiteles no tienen decoración
esculpida alguna. Las ventanas ojivales son estrechas, abriéndose por encima de las
arcadas, y adornadas con bellas vidrieras con los santos de la Orden. Y es que esta
iglesia es “casa de oración”, lugar de encuentro con Dios y con su Madre que nos habla
desde el silencio de la piedra y desde la penumbra que entra por los ventanales.
Cinco capillas por nave cobijan las diversas advocaciones, aunque cuando mandé
construir la Sacristía Mayor sacrifiqué la primera de la nave de la Epístola. Allí se
colocó una magnífica cajonera de nogal, además sobre la puerta un exvoto que mandó el
rey Alfonso V desde Nápoles y el magnífico Armario de las Reliquias, en cuya parte
inferior se conserva el cuerpo incorrupto del Venerable P. Juan Gilabert Jofré, fundador
del primer hospital para tratar a los dementes en Valencia, y donde se guardan
importantes reliquias, entre las que destaca una Santa Espina donada por el Rey
Conquistador.
EL CONVENTO
La fundación del convento, como queda dicho ya en lo referido a la iglesia se
debe a la munificencia del ínclito y victorioso rey Jaime I quien donó a san Pedro
Nolasco y a fray Juan de Verdera, su lugarteniente en el Reino de Valencia la iglesia
recién construida y todo el “puig” donde estaba levantada. Pronto establecieron
convento, pequeño pero capaz y que se fue ampliando y adquiriendo notoriedad como
casa fundada por el Patriarca y donada por el Rey. Aquí se celebraron Capítulos
Generales, tanto los anuales que estaban destinados principalmente a la Redención de
los Cautivos como Capítulos electivos. Aquí descansan los restos en la esperanza de la
futura resurrección de Maestros generales y humildes religiosos, linajudas familias y
sencillos fieles de María Santísima.
Pero hubo que esperar hasta el siglo XVI para poder comenzar las obras del
impresionante monasterio que comenzó en 1588 y yo tuve la dicha de contribuir a la
conclusión de todo el conjunto. Ya en 1583, el comendador fr. Asensio Lagaria, la
comunidad de frailes mercedarios y los canteros redactaron los pormenores de tan
magna obra. Y como no contentó a todos, en agosto de 1588 se firmaron nuevas
capitulaciones con el Maestro de Obras y primer arquitecto, Antonio Dexado de la Cosa.
Con la bendición del Patriarca y Arzobispo de Valencia Juan de Ribera se puso la
primera piedra del torreón sureste. A los siete años, el Maestro General fray Francisco
Zumel visitó las obras y ordenó que se continuaran. Así los años fueron pasando, y las
obras en muchos momentos detenidas. Por gracia de Dios he podido ver concluido este
magnífico convento, que es de la Orden y de Valencia preclaro, custodio de la Imagen
de María, Real por el patrocinio de los monarcas, que desde Jaime I hasta la actualidad
han visitado y se han hospedado en él. De ellos hemos recibido privilegios y
donaciones, y en todo momento han mostrado hacia esta Casa gran veneración.
Ahora que está acabado, muestra el edificio un aspecto rectangular, esquinado por
cuatro robustos torreones de planta cuadrada, excepto el más antiguo, el suroeste que es
de planta rectangular, y sus cuatro fachadas coinciden con los cuatro puntos cardinales.
Quiero guiarte por este convento para que puedas gozar de la belleza y
proporciones de que está dotado.
Penetramos en el recinto por un arco de medio punto, un portón cerrado con reja
que desde la Villa da acceso al convento, que se comenzó a construir en el año 1666 y
se concluyó el 18 de marzo de 1670, víspera de san José. Sobre la puerta he colocado mi
escudo heráldico con las armas de la Orden de la Merced en un cuartel y en el otro una
montaña, la campana y las siete estrellas. Sobre el muro de la puerta una cruz que en su
anverso está el Crucificado y en su reverso la Virgen con el Niño. Avanzando por la
barbacana alcanzamos la Portería del Convento.
El Claustro Bajo está formado por cuatro alas en las que se abren 36 ventanales
abocinados, cubierto por vigas de madera y entrevigado de ladrillo. Me tocó poner el
primer ladrillo del ala sur el día 1 de septiembre de 1667, día de san Gil, según traza del
maestro cantero Francisco Verde y de Juan Pérez, maestro de obras del convento. En el
ala norte sólo se abre un vano, que da acceso a un salón, resto del convento de fray
Lorenzo Companys. Aquí se aprecia la solidez de los fundamentos de la iglesia y cómo
fue construida sobre la cima de la montaña sobre la roca de rodeno; y se muestra la gran
obra de explanación que hubo de hacerse para construir el convento nuevo.
Conforme iban avanzando las obras del convento, llegamos al ala oeste. Allí
mandé construir a mis expensas el refectorio, al que se accede por dos puertas gemelas,
similares a las que abren la Sala “De profundis”. Se logró acabar el refectorio en 1670,
tal como se colocó en el testero, por encima de la cornisa. Además, quise dejar
constancia del hecho, colocando unas enigmáticas letras para que el tiempo futuro me
recuerde y dé gracias a Dios por la conclusión de las obras. Es la siguiente frase latina:
Fratris Josephi Sanchis, Magistri Generalis Ordinis Beatae Mariae De Mercede
Redemptionis Captivorum , Munificencia Facta Vobis Omnium Patrum Et Fratrum.
Anno Domini 1670; que quiere decir: Sala construida por la munificencia de fray José
Sanchís, Maestro General de la Orden de la Bienaventurada María de la Merced, de la
Redención de los Cautivos, con los votos favorables de todos los padres y hermanos. En
el Año del Señor 1670. De toda esta larga frase sólo se colocaron las iniciales.
Desde este claustro podemos acceder al coro de la Iglesia, donde una buena
sillería de nogal, con doble cuerpo de sillas, ennoblece el recinto y posibilita que el
canto y el rezo de las Horas Canónicas alterne los distintos momentos de nuestra jornada
como religiosos, tanto de día como de noche. Y es que tengo gran aprecio al Coro,
porque también lo mandé edificar yo. El día de santa Lucía, 13 de diciembre de 1669, a
la hora de Vísperas puse la primera piedra. Está elevado sobre la nave de la iglesia la
altura de seis peldaños; como mandan nuestras Constituciones el asiento principal es
para Nuestra Santísima Madre de la Merced, y allí la entronicé en la silla presidencial, y
sobre la sillería una imagen de san Pedro Nolasco, y un lienzo sobre la aparición de la
Virgen en el Coro de Barcelona, y puse en su bóveda mi escudo de armas.