Panorama educativo

La violencia de género
Por Luciano Filpo
Noviembre es el mes de la familia, base de la sociedad, y también es el mes de la no violencia a la
mujer. Noviembre está salpicado de sangre femenina e historia en la sociedad dominicana. En
1960 caen las hermanas Mirabal y en 1974 cae la líder campesina Mamá Tingo. La muerte de las
hermanas Mirabal pone de manifiesto el sadismo de un régimen político totalitario, que
organizaba en sus estertores de la muerte atentados contra opositores y presidentes caribeños,
pero el horrendo, terrible, abominable crimen de las mariposas, esas mujeres que fueron capaces
de erigirse y expresarse contra un totalitarismo que negaba cualquier posibilidad de disensión u
oposición. La militancia y el compromiso con el cambio mantienen enhiestas las ansias de justicia y
de libertad de unas mujeres que se inscribieron en el juego donde se sale del anonimato, se
apuesta a la libertad con su propio pellejo. Las hermanas Mirabal se comprometieron en ese juego
político que conlleva la brutalidad que las aniquila, silencia y anonada, pero la muerte vive en la
historia y la memoria. La historia de las mentalidades recupera el legado de mujeres que se
colocaron en el redil del cambio y la posibilidad del progreso. Para 1960 el mundo bullía entre
movimientos sociales, en expresiones juveniles que desafiaban el poder de la época, las
tradiciones y la autoridad. Se cuestionan los autoritarismos, los viejos moldes, los esquemas
preconcebidos, en fin, un sistema político que asfixiaba la sociedad. La muerte de las Mirabal
trasciende las fronteras y los organismos internacionales. El 25 de noviembre es el día
internacional de la no violencia contra la mujer, esa fecha honra la memoria de esas caribeñas que
enfrentan un sistema político que silenciaba, invisibilizaba a los opositores y a quienes se erguían a
favor de la libertad. El régimen trujillista maltrato a la mujer, la humillo, minimizo, pulverizo, la
bestia tenía un harén de servidoras. El poderío obnubila, ciega, aplasta y eso ocurría en la era de
Trujillo. Por otro lado el trujillismo mostró una conducta extraterritorial, había una lista de
presidentes democráticos en la mirilla del régimen: José Pepe Figueres, Juan José Arévalo, Rómulo
Betancourt, Jacobo Albens y hasta Fidel. Por otro lado, desde 1975, cuando se establece la década
de la mujer, se inicia un proceso sostenido de avance y progreso a favor de las mujeres. En esa
época se inicia un proceso de construcción teórica del feminismo, el feminismo se erige en una
teoría periférica al marxismo, explica la estratificación de género en la sociedad contemporánea.
Desde esta aproximación teórica se explica la influencia de la cultura en la articulación de un
discurso, un imaginario social que coloca a las mujeres en una situación de subordinación
desventaja frente a los hombre las diversas concepciones del feminismo (liberal, radical, de la
diferencia) concuerdan en la discriminación y la negación de los derechos que se perpetran en la
sociedad frente a la mujer. Los últimos cuarenta años muestran el ascendente y continua en
progreso de las mujeres para decantar las trabas que de forma estructural obstaculizan el avance
de las mismas. Los espacios académicos han sido todos por la voluntad inquebrantable de las
mujeres por superarse y romper los viejos moldes del autoritarismo y el patriarcalismo. En
sociedades aldeanas y anímicas como la dominicana, los progresos de las mujeres tienen que
romper el tradicionalismo y el patriarcalismo reinante. Según el observatorio de igualdad de
Género (OIG) de la CEPAL, los países latinoamericanos y caribeños se encuentran entre los que
más violencia de género producen. Según el organismo regional, para el año 2017 se registraron
2795 feminicidios. Según dicho organismo, las estadísticas muestran que los países con mayor
violencia de genero son: el salvador con 10.2 por cada 100 mil mujeres, honduras con una tasa de
feminicidios de 5.8, Guatemala con 2.6 y Republica Dominicana 2.2 casos por cada cien mil
mujeres. En el marco de los feminicidios en el país, el hombre violento, en la mayoría de los casos
termina la ejecución de eso con el suicidio. Lo que está ocurriendo con la violencia hacia la mujer
es una epidemia y existen escasas iniciativas para prevenirla. La violencia de género se halla
incrustada en las estructuras sociales, en los medios de comunicación, en el ejercicio de la política,
en la distribución de los espacios de poder. La exclusión de género se manifiesta en la dirección de
los espacios de poder, solo el gremio de los maestros ha elegido una maestra para la dirección del
mismo. Los espacios de radio y Tv son controlados por hombres; se producen comportamientos
misóginos que procuran reducir la mujer a una cosa donde importa exhibir el cuerpo y esconder el
cerebro. Los estereotipos de un machismo patriarcal y en decadencia pesan sobre la cosmovisión
del hombre dominicano respecto a las mujeres. Esta sociedad es lacerada cada día con
expresiones de violencia y poderío hacia las mujeres. Romper esos esquemas también implica una
democratización de la democracia, una revisión de las prácticas que se orientan hacia la tolerancia
y el manejo pacifico de conflictos. También promover el respeto por la diversidad implica un
cambio de mirada hacia la periferia, hacia el otro y su situación. El día de la no violencia a la mujer
halla el país debatiendo el caso Emely, horripilante, brutal, sádico, instigado por una madre
protectora. En el contexto dominicano se esgrimen las excusas más nimias para justificar la
violencia o el acoso sexual como forma de agresión. Aquí aparecen apóstoles del patriarcado que
justifican la violencia hacia la mujer, por la supuesta forma de vestir. En este país la cosificación de
la mujer es alarmante, es urgente variar esos patrones misóginos y anémicos que se reducen los
derechos y capacidades de la mujer. Urge crear escenarios de tolerancia y equidad, que reduzcan
la posibilidad del uso del poderío masculino sobre las mujeres. La igualdad de género es una tarea
por construir.
El autor es Dr. en educación.