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DÉFICIT ATENCIONAL EN ADULTOS

29 de junio, 2016 ·Adultos

Hasta hace algunos años se pensaba que el déficit atencional sólo afectaba a los niños, sin
embargo, ¿qué pasa cuando los adultos también presentan este trastorno?

Si te cuesta concentrarte en una actividad, si mantienes una especie de “inquietud


interna”, si sientes una fuerte desorganización en tu vida, si tienes dificultad para establecer
prioridades, falta de habilidad para manejar el tiempo, problemas para completar los trabajos
en las fechas adecuadas, y si constantemente comete errores por descuido, atención:
probablemente sufres de déficit atencional. O quizás siempre lo has sufrido, pero nunca fue
diagnosticado. Y menos, tratado.

“La característica esencial de este síndrome es un patrón persistente de desatención y/o


hiperactividad-impulsividad. Esto es una condición que se manifiesta a lo largo de la vida,
afectando a niños, adolescentes y adultos de todas las edades. Además, existe un fuerte
componente genético en la predisposición a desarrollarlo. En definitiva, el déficit atencional
es un trastorno que se tiene desde niño y que puede pasar inadvertido por muchos años”,
señala el neurólogo de Clínica Las Condes, doctor Patricio Ruedi

Cómo se manifiesta

El déficit atencional tiene relación en cómo funciona el cerebro y en cómo las personas se
van adaptando a las diferentes demandas cognitivas que se les van presentando. Muchas
personas con déficit atencional se acomodan bien a su realidad debido a sus capacidades.
Pero, un buen rendimiento en el trabajo les demanda un aporte importante de energía. Así, las
personas con déficit atencional que logran adaptarse a diferentes escenarios van
teniendo un desgaste diario que los puede llevar a colapsar.
De esta manera, no es raro ver profesionales exitosos de entre 30 y 40 años que se sienten
muy cansados, que tienen problemas para dormir, que son dispersos y que, definitivamente,
no rinden como lo hacían antes. Además, les cuesta mantenerse concentrados, tienen fallas
en su memoria y se distraen fácilmente. “Cuando esto sucede, comienza el problema: sienten
que el resto rinde más que ellos, que los otros son mejores y más capaces y vienen las
dificultades con la autoestima”, comenta el especialista y agrega:“Lo más probable es que
ellos hayan vivido toda su vida sin un diagnóstico de déficit atencional y, por lo tanto,
nunca hayan sido tratados”.

¿Cómo lo hicieron para no darse cuenta antes?

Lo que sucede es que las personas con déficit atencional funcionan a través de la motivación:
van a estar bien si están contentos, si les produce placer lo que hacen. Sin embargo, si el
trabajo se les hace rutinario, disminuye su interés, bajan su rendimiento y comienzan con un
estrés crónico: dolor de cabeza, insomnio, dolores abdominales, sensación de
insatisfacción, cansancio y mal humor.

Dentro de este grupo, también debieran estar atentos los impulsivos o hiperactivos, ya que
ambas son condiciones asociadas al déficit atencional. Por ejemplo, las personas que siempre
andan apuradas, que no toleran los tacos ni las colas, o no saben esperar; los que se desesperan
con la gente lenta para caminar o son impulsivos en la toma de decisiones. “Al ser
hiperactivos piensan mucho, son muy creativos. El problema es que tienen muchas ideas
pero la mayoría del tiempo quedan en nada, ya que concretan poco”, comenta.

Aspectos positivos

Lo bueno es que no todo es negativo. Las personas con estas características tienen
capacidades sobresalientes. Por ejemplo, tienen una enorme facultad para percibir todo tipo
de información; tienen todas las antenas puestas. Son personas muy sensibles, muy intuitivas
y muy buenos líderes. Por lo general, son exitosos si están haciendo cosas o trabajos que
los estimulan.

Por otra parte, tienen una gran capacidad para conceptualizar; esto significa que con poca
información pueden manejar muy bien un tema. Son buenos vendedores, psicólogos,
doctores, publicistas y arquitectos ya que entienden la necesidad del otro. Así son capaces de
plasmar las ideas de los demás y tienen mucha empatía y percepción del resto.

Cuándo sospechar

Hay ciertas claves que pueden hacer pensar que un adulto puede tener déficit atencional. Por
ejemplo, aquellos que durante su etapa de colegio siempre tuvieron un promedio medio,
medio-bajo y, sin embargo, obtuvieron excelentes puntajes en la PSU y se convirtieron en
universitarios exitosos.

También entran los casos contrarios: alumnos de grandes promedios en el colegio que una
vez que llegan a la universidad, comienzan a repetir ramos y a cambiarse una y otra vez de
carrera, y luego de trabajo. “El punto es estar atento a las disociaciones entre los logros
de una persona y sus capacidades”.

Diagnóstico

Es clínico. El especialista debe investigar cuáles son los síntomas actuales del paciente y
cómo ha sido su historia. Además, se deben realizar pruebas neuropsicológicas para detallar
el perfil de funcionamiento cognitivo del paciente. “La idea es tener un diagnóstico
categórico y definitivo ya que una persona que padece déficit atencional lo va a tener
ahora y siempre”.

Para el especialista es importante destacar que hay que ser cautos pues hay patologías que
pueden confundirse con déficit atencional. Entre estas se destacan la depresión, la ansiedad,
las obsesiones compulsivas y la demencia. Y esta es la razón de por qué es tan relevante que
un neurólogo haga un diagnóstico diferencial de la condición.

Tratamiento

El déficit atencional siempre se debe tratar; si no se hace, cada vez se hará más evidente, y
por lo tanto, acarrea más problemas a la vida diaria. Lo más importante es que tanto el
paciente como su familia entiendan qué es lo que está pasando y sepan de qué se trata el
déficit atencional. Que sean capaces de comprender al paciente cuando, por ejemplo, no llega
con todo lo que se le pidió del supermercado.

“La primera etapa del tratamiento es reconocer los síntomas y entender por qué ocurren. De
esa manera, los pacientes y sus familias podrán hacer cambios en las rutinas diarias para
funcionar mejor. También es importante disminuir la carga de trabajo y el no realizar
demasiadas cosas sin priorizar ni asumir que el tiempo es limitado. Organizar, planificar y
evitar el exceso de estímulos ayuda a mantenerse concentrado y a terminar las cosas que se
empiezan. Además, es fundamental evitar las rutinas largas que aburran y hacer del estudio
y/o el trabajo algo motivante y desafiante en el día a día”, señala.

El tratamiento farmacológico sólo se debe indicar en casos necesarios y se hace considerando


el rendimiento y la calidad de vida que tenga el paciente al momento de consultar. “Es clave
que los medicamentos sean recetados por un especialista ya que muchos pueden ser
contraproducentes con patologías preexistentes en los pacientes. Por otra parte, jamás
se debe tomar lo que le aconseja un amigo o lo que se le indicó al hijo por la misma
condición. Los tratamientos son individuales y específicos”.

En todo caso, se hace necesario aclarar que lo que buscan los tratamientos –más allá de
mejorar el rendimiento de una persona– es que el paciente tenga una mejor calidad de
vida, que le cueste menos tener tiempo libre, que establezca buenas relaciones y que pueda
disfrutar más de los momentos.

Por último, señalar que los tratamientos son indefinidos ya que dependen de la exigencia
cognitiva de cada persona. Y a pesar de que no existe nada que “cure” el déficit atencional,
si este es debidamente diagnosticado y tratado, se convierte en una condición totalmente
manejable.

Síntomas

 Dificultad para mantener la atención enfocada en una tarea.


 Inquietud física e hiperactividad.
 Impulsividad: decir cosas sin pensar, no medir las consecuencias de los propios actos.
 Procrastinación crónica: siempre dejar las cosas para después.
 Dificultad para iniciar las tareas.
 Dificultad para completar las tareas.
 Perder cosas con frecuencia.
 Escasas habilidades de planificación y organización.
 Mal manejo del tiempo.
 Olvidos frecuentes.

*No todos quienes tienen déficit atencional manifiestan los mismos síntomas, pudiendo
presentar distintas combinaciones de ellos.

E
El TDAH y su tratamiento

Dr. José Angel Alda, Sr. Eduardo Serrano, Dr. Juan J. Ortiz, Dr. Luis San

Servicio de Psiquiatría y Psicología infanto-juvenil

Hospital Sant Joan de Déu

¿Qué es el trastorno por déficit de atención con hiperactividad

(TDAH)?

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno de

origen neurobiológico que se inicia en la edad infantil y que afecta entre un 3-10 %

de niños en edad escolar.

Los síntomas principales son la hiperactividad, la impulsividad y el déficit de

atención. Estos síntomas se presentan con mayor intensidad y frecuencia de lo

esperado en los niños de su misma edad.

Hiperactividad

Se manifiesta por un exceso de movimiento en situaciones en que resulta

inadecuado hacerlo y en diferentes ámbitos (casa y escuela). Tienen grandes

dificultades para permanecer quietos cuando las situaciones lo requieren (se

levantan del asiento, lo tocan todo, no paran quietos, parecen “movidos por un

motor”). Son ruidosos y hablan en exceso durante actividades que requieren

tranquilidad.

Inatención

Se caracteriza por dificultades para mantener la atención

en tareas que suponen un esfuerzo mental sostenido. A

menudo parecen no escuchar, les cuesta seguir órdenes e


instrucciones y tienen dificultades para organizar tareas y

actividades con tendencia a los olvidos y a perder objetos.

Suelen distraerse con facilidad ante estímulos

irrelevantes. Las dificultades de atención suelen aparecer

más frecuentemente durante la etapa escolar cuando

aumenta la exigencia académica.

Impulsividad

Se manifiesta por impaciencia, dificultad para aplazar respuestas o esperar el turno.

A menudo interrumpen y dan respuestas precipitadas antes de que las preguntas

hayan sido completadas. En general, se caracterizan por actuar sin pensar, no

evaluando las consecuencias de la conducta.

Los niños y adolescentes con TDAH tienen problemas para controlar su

comportamiento y ajustarse a las normas, presentando así dificultades de

adaptación familiar, escolar y/o social.

¿Hay diferentes tipos de TDAH?

El DSM-IV-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, cuarta

edición, texto revisado) de la Asociación Americana de Psiquiatría (2001) clasifica el

TDAH en tres tipos:

TDAH, tipo combinado: se encuentran presentes los tres síntomas

principales (inatención, hiperactividad e impulsividad).

TDAH, tipo con predominio del déficit de atención: cuando el síntoma

principal es la inatención.
TDAH, tipo con predominio hiperactivo-impulsivo: la conducta que

predomina es la de hiperactividad e impulsividad.

¿Cuándo se recomienda tratar a un niño o

adolescente con TDAH?

El tratamiento debe ser individualizado en cada paciente

en función de la frecuencia e intensidad de los síntomas,

la repercusión de éstos en la vida familiar, social y

escolar del niño, la presencia de otro tipo de cuadros que

con frecuencia se asocian al TDAH (depresión, ansiedad,

trastorno de conducta, fracaso escolar, etc). El

tratamiento estará indicado y controlado por un

facultativo (psiquiatra, psicólogo, neuropediatra,

pediatra) con experiencia en el TDAH.

¿Cuál es el objetivo del tratamiento para el TDAH?

El tratamiento del TDAH de niños y adolescentes tiene por objetivo mejorar los

síntomas nucleares de la enfermedad (hiperactividad, impulsividad y déficit de

atención) y reducir la aparición de otros síntomas frecuentemente asociados al

TDAH.

Existen diversos tipos de tratamientos indicados en el TDAH de niños y

adolescentes, sin embargo el que presenta mayores niveles de eficacia es el

tratamiento combinado o multimodal, que incluye el tratamiento psicológico, el

farmacológico y la intervención psicopedagógica.

Tratamiento psicológico para el TDAH de niños y adolescentes


Las intervenciones psicológicas que han mostrado evidencia científica sobre su

eficacia para el tratamiento del TDAH en niños y adolescentes se basan en los

principios de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC).

El tipo de intervenciones que se aplican se describen brevemente a continuación:

Terapia de conducta:

Es una terapia psicológica que se basa en un análisis funcional de la conducta. Se

identifican los factores que están manteniendo la conducta inadecuada, se delimitan

las conductas que se desea incrementar, disminuir o eliminar, llevándose a cabo la

observación y registro de éstas (línea base). En la terapia de conducta, el control

del comportamiento es externo, la conducta se modifica en función de las

consecuencias del comportamiento.

1. Técnicas para incrementar las conductas:

Reforzamiento positivo: consiste en presentar inmediatamente después de la

conducta adecuada un estímulo (alabanza, premio) que hace que aumente

la probabilidad que se repita dicha conducta. El estímulo que se presenta

después de la conducta es el refuerzo positivo.

Reforzamiento negativo: una conducta ha sido reforzada negativamente si

se incrementa o mantiene porque elimina un estímulo aversivo. Ejemplo,

“Mientras no acabes la tarea (conducta deseada) no saldremos al parque

(estímulo aversivo)”.

2. Técnicas para reducir/eliminar las conductas:

Extinción: consiste en ignorar (no mirar, no escuchar, no hablar) el


comportamiento inadecuado para evitar que este incremente por la atención

(negativa, pero atención) que le ofrecemos al niño. Se han de explicar las

condiciones de la extinción al niño antes de aplicarla y mantener el

procedimiento el tiempo suficiente (al inicio suele aumentar el

comportamiento inadecuado). La extinción no puede utilizarse si la conducta

perturbadora es peligrosa.

Tiempo fuera: consiste en aislar al niño inmediatamente después de realizar

la conducta perturbadora a un lugar aburrido (no lúdico) durante un periodo

preestablecido de tiempo (aproximadamente un minuto por año del niño).

La técnica puede aplicarse hasta los 6-8 años de edad del niño.

Coste de respuesta: consiste en retirar una cantidad específica de

reforzadores (privilegios, premios) obtenidos previamente. Ejemplo: reducir

tiempo de actividades lúdicas (televisión, video-juegos, ordenador) por el

comportamiento inadecuado.

Castigo: técnicamente consiste en proporcionar un estímulo aversivo

(realizar trabajos molestos o monótonos) después de la conducta

inadecuada con el objetivo de eliminarla. El castigo físico no debe utilizarse

ya que no enseña la conducta adecuada, crea tolerancia (mayor castigo para

obtener el mismo resultado), pérdida de la autoestima del niño y agresividad

contra la persona que lo aplica. La recompensa es mucho más eficaz que el

castigo.

La Economía de Fichas es una técnica muy eficaz que combina el reforzamiento

positivo y el coste de respuesta. La economía de fichas consiste en entregar un


estímulo (fichas, vales, puntos) inmediatamente después de la conducta deseada.

El estímulo se cambia más tarde por un refuerzo (premio previamente pactado). La

técnica permite trabajar diferentes conductas a la vez pero necesita de elevada

programación por parte de los padres.

Entrenamiento para padres:

Se trata de un programa de tratamiento conductual que tiene como objetivo dar

información sobre el trastorno, enseñar a los padres la aplicación efectiva de las

técnicas de modificación de conducta mencionadas anteriormente, incrementar la

competencia de los padres, mejorar la relación paterno-filial mediante una mejor

comunicación y atención al desarrollo del niño.

Terapia cognitiva:

Entrenamiento en técnicas de autoinstrucciones, autocontrol y solución de

problemas. El objetivo de estas técnicas es enseñar al niño o adolescentes con

TDAH estrategias para mejorar el control de la emociones mediante la

concienciación de los procesos de pensamiento, la disminución de las respuestas

impulsivas inmediatas, y la aplicación de estrategias de resolución de problemas

(control interno de la conducta).

Entrenamiento en habilidades sociales:

Los niños y adolescentes con TDAH presentan a menudo

problemas de relación con la familia, dificultades en

habilidades sociales y problemas de relación con los

iguales. El entrenamiento en habilidades sociales (HHSS)


tiene como objetivo el aprendizaje por parte del niño de

comportamientos eficaces en las relaciones interpersonales.

Las sesiones de HHSS suelen hacerse en grupos pequeños

de edades similares, y se emplean técnicas de la TCC.

Tratamiento psicopedagógico para el TDAH de niños

y adolescentes:

La intervención psicopedagógica tiene como objetivo

mejorar el rendimiento académico del niño o adolescente

(mediante la reeducación psicopedagógica) y realizar aquellas acciones dirigidas a

la mejora de su adaptación escolar (mediante un programa de intervención en la

escuela y la formación a los docentes).

La reeducación psicopedagógica es un refuerzo escolar individualizado que se

lleva a cabo después del horario escolar y que tiene como objetivo intervenir sobre

los efectos negativos del TDAH en relación a su aprendizaje y competencia

académica. Concretamente se trabaja sobre la repercusión negativa del déficit de

atención, la impulsividad y la hiperactividad en el proceso del aprendizaje escolar.

La reeducación psicopedagógica debe incluir acciones encaminadas a:

Mejorar el rendimiento académico de las diferentes áreas.

Trabajar los hábitos que fomentan conductas apropiadas para el aprendizaje

(como el manejo del horario y el control de la agenda escolar) y las técnicas

de estudio (prelectura, lectura atenta, subrayado, resúmenes y esquemas).

Elaborar y enseñar estrategias para la preparación y elaboración de

exámenes.
Mejorar la autoestima en cuanto a la competencia académica, identificando

habilidades positivas y aumentando la motivación por el logro.

Enseñar y reforzar conductas apropiadas y facilitadoras de un buen estudio y

cumplimiento de tareas.

Reducir o eliminar comportamientos inadecuados como conductas

desafiantes o malos hábitos de organización.

Mantener actuaciones de coordinación con el especialista que trate al niño/

adolescente y con la escuela para establecer objetivos comunes y ofrecer al

docente estrategias para el manejo del niño o adolescente con TDAH en el

aula.

Intervenir con los padres para enseñarles a poner en práctica, monitorizar y

reforzar el uso continuado de las tareas de gestión y organización del

estudio en el hogar.

Tratamiento farmacológico para el TDAH de niños y adolescentes:

Los fármacos para el tratamiento del TDAH están entre los más estudiados y

seguros de todos los que se utilizan en niños y adolescentes, siendo muy eficaces

para el tratamiento de los síntomas del TDAH. Entre el 70 y el 80% de los pacientes

responden de forma adecuada al primer tratamiento utilizado.

Por tanto, por su seguridad, alta eficacia y escasos

efectos secundarios se recomienda el tratamiento

farmacológico para el tratamiento de estos pacientes.

Con los fármacos disminuyen los síntomas del TDAH,


mejorando el rendimiento escolar y el comportamiento del

niño y las relaciones tanto en casa como en la escuela. Al

mismo tiempo, facilitan el efecto de las intervenciones

psicológicas y psicopedagógicas.

En estos momentos disponemos en nuestro país de dos

grupos de medicamentos indicados para el tratamiento

del TDAH en niños y adolescentes, los estimulantes

(metilfenidato) y los no estimulantes (atomoxetina).

En otros países de nuestro entorno existen otras

presentaciones disponibles de fármacos estimulantes: por ejemplo, presentación en

parches, asociación de sales de estimulantes, etc., de momento no disponibles en

España.

Efectos secundarios más frecuentes de los fármacos para el tratamiento

del TDAH:

Los efectos secundarios ocurren fundamentalmente al inicio del tratamiento, son

poco frecuentes, de escasa intensidad, transitorios y de poca gravedad. En muy

raros casos obligan a suspender el tratamiento. Es importante poder consultar con

el médico responsable del tratamiento cualquier efecto adverso antes de suspender

la administración del fármaco.

Los efectos secundarios más frecuentes de los Estimulantes (metilfenidato) son:

pérdida de apetito y de peso, sobre todo al inicio del tratamiento; dificultad para

conciliar el sueño (insomnio de conciliación); cefalea y, de forma mucho más

infrecuente, tics e inquietud.


Los efectos secundarios más frecuentes de los No estimulantes (atomoxetina)

son: pérdida de peso y de apetito, sobre todo al inicio del tratamiento;

somnolencia; síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, náuseas o

vómitos; mareos y cansancio. De forma muy infrecuente, puede aparecer ictericia

(la piel toma un color amarillo debido al aumento de la bilirrubina), reflejo de una

alteración hepática que obliga a interrumpir el tratamiento.

Los estudios a largo plazo sobre el efecto del tratamiento del TDAH en el

crecimiento de los niños no son concluyentes. Se recomienda controlar el peso y la

talla de forma periódica, y en el supuesto de una afectación significativa de la

misma, se puede considerar la opción de unas “vacaciones terapéuticas” para

permitir recuperar el crecimiento.

No existe ninguna evidencia científica que haya demostrado que el tratamiento con

estimulantes produce adicción. Sí que se ha demostrado claramente que los

pacientes con TDAH en tratamiento farmacológico presentan significativamente

menos problemas de consumo de drogas en la adolescencia que los pacientes con

TDAH que no reciben un correcto tratamiento farmacológico.

Duración del tratamiento farmacológico:

La duración del tratamiento debe plantearse de forma individualizada en función de

la persistencia de los síntomas y de la repercusión de éstos en la vida del niño o del

adolescente.

Para los pacientes que estén tomando estimulantes, una práctica aceptada es la

realización de períodos cortos, de 1 ó 2 semanas anuales, sin tratamiento


farmacológico, con el objetivo de poder valorar el funcionamiento del niño o el

adolescente tanto en casa como en la escuela. Uno de los mejores momentos para

realizar esta evaluación sin tratamiento suele ser en un período del curso escolar en

el que el paciente no tenga exámenes, y en el que los profesores ya tengan un

conocimiento suficiente del niño, por ejemplo al inicio del segundo trimestre.

¿Cómo reiniciar el fármaco si se ha retirado

en vacaciones?

Lo recomendado es que los períodos libres de

fármaco se hagan de común acuerdo con el

médico responsable del tratamiento. Para reiniciar

el tratamiento con estimulantes se puede

empezar con la mitad de la dosis durante dos a

cinco días y luego administrar la dosis completa

que se estaba tomando anteriormente, no es

necesario hacer un escalado de dosis tan

progresivo como cuando se inicia por primera vez,

pues ya se conoce la tolerabilidad al fármaco.

14 REGLAS BÁSICAS A SEGUIR CON UN NIÑO CON TDAH:

(adaptado de Barkley , 1995)

1. Los refuerzos deben ser inmediatos. Las contingencias que apliquemos a la

conducta del niño deben ser al momento, no demorarse en el tiempo.

2. Dar feedback (retroalimentación) con mucha frecuencia. Retroalimentar se

refiere a hacer comentarios al niño sobre la adecuación o no de su conducta


en cada momento y en cada contexto y de manera contingente (próxima en

el tiempo en que ocurre).

3. Las recompensas deben ser más duraderas y eficaces. Es conveniente

dedicar el tiempo que haga falta a reflexionar y planificar sobre las

recompensas más adecuadas.

4. Mejor aplicar recompensas a la conducta deseada que castigos a la conducta

a evitar.

5. Es conveniente hacer referencias al tiempo (por ejemplo: avisar que queda

poco tiempo para jugar y empezar con la tarea) y tender puentes cuando

sea necesario (relacionar y anticipar tareas).

6. También es necesario concretar la información más importante de la tarea.

Hacer énfasis en aquellos aspectos más importantes, más de lo habitual, así

se evitan errores.

7. Explicar la fuente de motivación del trabajo. Recordar la consecuencia

positiva pactada por la realización de una determinada tarea.

8. Hacer más tangible los pensamientos y la resolución de los problemas.

Resulta muy útil acostumbrarse a verbalizar los pensamientos y los pasos

para resolver un problema, para que el niño lo tenga como modelo y a la

vez facilitar que él mismo use esta estrategia.

9. Ser coherente. Actuar de forma consecuente, es decir cumplir los pactos

además de utilizar el mismo criterio para las situaciones que puedan surgir

en el tiempo.
10.Actuar más que quejarse.

11. Planificar con antelación las situaciones problemáticas. Usted conoce a su

hijo y si le presta atención a su conducta va a poder detectar las

características de las situaciones en las que el niño tiene problemas, por

ello, es bueno avanzarse a los problemas.

12. Mantener la perspectiva de sus dificultades. No culpabilizar al niño, puesto

que a los niños con problemas de hiperactividad les cuesta mucho hacer

cosas que la mayoría de los otros niños hacen sin problemas. Tener presente

que se trata de un problema de base neurobiológica, que no pueden

controlar.

13. No personalizar los problemas y el trastorno. Tal y como se menciona en el

punto anterior no hay que culpabilizarse ni culpabilizar al niño o a otros.

Recordar el punto 10.

14.Sea indulgente. Cuando no sea necesario, no sea demasiado exigente con su

hijo, escoja aquellos 2 ó 3 aspectos concretos que considera prioritarios, que

más interfieren, y sea más permisivo con otras conductas.

Bibliografía

- American Psychiatric Association. DSM-IV TR Manual diagnóstico y

estadístico de los trastornos mentales-IV Texto revisado. Barcelona:

Masson; 2001

- Barkley, R.A. (1995): Niños hiperactivos. Cómo comprender y atender sus

necesidades especiales, Barcelona: Paidós.

- Guía de Práctica Clínica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con


Hiperactividad en niños y adolescentes. Madrid: Plan Nacional para el

Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Consumo. Agència d’

Avaluació de Tecnologia i Recerca Mèdiques de Cataluña; 2009. Guías de

Práctica Clínica en el SNS (en prensa). http://www.gencat.cat/salut/depsan/

units/aatrm/pdf/gpc_tdah_hiperactividad_aiaqs2010_compl.pdf

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