Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Todos. Amén.
Celebrante: Pidamos al Señor, que Cristo Resucitado habite en nuestro corazón y que
la alegría de esta Pascua se manifieste en todas nuestras obras, a fin de que
respondamos generosamente a nuestra vocación, y así demos testimonio de su
presencia entre los hombres a través de la Eucaristía.
ORACIÓN
Celebrante: Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y
nos has abierto las puertas de la vida eterna, concede a quienes celebramos la Pascua
de Resurrección del Señor, resucitar también a una nueva vida, renovados por la
gracia del Espíritu Santo. Por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda
Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo
Dios ungió con el poder del espíritu Santo a Jesús de Nazareth y cómo este pasó
haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él. Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron
colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el
pueblo, sino únicamente a los testigos que él, de antemano, había escogido: a
nosotros, que hemos comido y bebido con él después de que resucitó de entre los
muertos”. El nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha
constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime que
cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de los pecados”. Palabra de
Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Salmista: La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No
moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho.
Salmista: No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la
boca de Dios.
REFLEXIÓN
Las cosas no son como nosotros quisiéramos. Como nosotros necesitamos que sean.
Hemos luchado por vivir dignamente y nos despojan continuamente de esa dignidad.
La pobreza nos está venciendo, nos hace doblar el cuello. El miedo a la violencia nos
ha encerrado en esa cárcel en que se ha convertido nuestro propio hogar. Los que
deberían hacer leyes para proteger a nuestras familias, las hacen para atacarla y
destruirla legalmente, atentando contra la vida y contra la niñez por mayoría de votos.
Se exalta la perversión y se glorifica lo grotesco. La tolerancia del mal se ha convertido
en aceptación y complacencia. Los que intentamos vivir conformes a la ley escrita en
nuestros corazones nos sentimos fuera de lugar; sentimos que este mundo ya no es
nuestro hogar.
En nuestro diario vivir no faltan esos ángeles, mensajeros de Dios, que se preocupan
por nosotros. ¿Qué sería de nosotros sin esos ángeles que no sólo nos preguntan el
motivo de nuestras lágrimas, sino que nos ofrecen un pañuelo para enjugarlas?
¡Cuidado!, a veces esas lágrimas nos impiden ver a los ángeles. A veces no queremos
escucharlos; preferimos seguir llorando la ausencia de Jesús.
Los ángeles no son Jesús, son tan sólo su anuncio, el signo de su cercanía. Los ángeles
nos llevan a Jesús.
¿Ya descubrieron a sus ángeles? Suelen ser nuestros seres queridos, un amigo, un
maestro, un sacerdote. Todos aquellos que se acercan a preguntarnos el motivo de
nuestro llanto.
Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
A Jesús resucitado le encanta disfrazarse.
A sus apóstoles se les figuró que era un fantasma y tampoco lo reconocieron a las
orillas de su lago amado.
Es un juego apasionante descubrir a Jesús detrás de sus mil disfraces.
¡Se parece tanto a nuestros seres queridos! Y se parece tanto a los que no queremos e
ignoramos. Se parece más a los que tienen necesidad de nosotros.
Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella, pensando que era
el cuidador de la huerta, le respondió: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo
has puesto y yo iré a buscarlo”.
¡Hemos reconocido a Jesús!; ¡Él nos habló primero, nos llamó por nuestro nombre!
Hemos encontrado al que buscábamos y el llanto se esfuma, las penas se olvidan, ya
no importa el dolor.
Hoy también los laicos evangelizan al Papa, a los obispos y a los sacerdotes.
De los laicos aprenden los pastores el Evangelio de la vida, la buena noticia de que
Jesús está vivo y muy presente entre nosotros. Los laicos dicen a los sacerdotes que
no busquen a Jesús en la tumba vacía de los tratados teológicos, que lo busquen en los
hortelanos, los peregrinos, los que pasean al amanecer a la orilla del lago.
Jesús sigue vivo y nos espera aquí, en nuestra propia tierra, en el terruño donde
nuestra fe fue plantada y florece.
PRECES
Celebrante: Oremos al Señor Nuestro Dios, que dispuso darnos su gracia por medio
de Jesucristo. Diciendo con mucha confianza: Padre Escucha nuestra oración.
Monitor: Por la Iglesia: para que, fortalecida con el pan de la palabra de Dios, no
caiga en la tentación de confiar en poderes y medios extraños a su misión en el
mundo. Oremos.
Monitor: Por los grupos catecumenales y por todos los creyentes que toman en serio
la catequesis de adultos: Para que crezcan y maduren en la fe. Oremos.
Monitor: Por nosotros, aquí reunidos, que hemos escuchado “No sólo de pan vive el
hombre”: Para que nos despierte el hambre de la Palabra de Dios. Oremos.
Monitor: Por nuestros difuntos: para que alcancen pronto la felicidad eterna. Oremos.
REFLEXIÓN MEDITATIVA
Celebrante: Terminemos nuestro encuentro con el Señor, con las palabras que Él
mismo nos enseño. Padre Nuestro…