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El universo

En algún punto entre dentro de un segundo y dentro de un milenio, morirás. Tu cuerpo y


todos tus órganos dejarán de funcionar y se reincorporarán a los elementos inertes de la
Tierra. La Tierra también morirá, engullida por un Sol en expansión ya envejecido. El
Sol gastará todo su combustible y terminará convertido en una enana blanca antes de
agotarse y morir. La Vía Láctea chocará con la vecina Andrómeda y formará una gran
galaxia elíptica, que morirá al perder todas sus estrellas en el espacio intergaláctico. Los
cadáveres de las estrellas también desaparecerán. El universo envejecerá hasta que toda
la materia sea almacenada en agujeros negros o flote como partículas elementales libres.
Esos agujeros negros se evaporarán, y entonces el universo morirá. Todo lo que fue será
un frío helado para siempre.

Este es uno de los finales más felices posibles: una “muerte térmica” que nos dará
tiempo a despedirnos. Pero el universo ha existido mucho antes que los humanos y
seguirá existiendo mucho después que los humanos, por lo que contemplar su muerte es
un esfuerzo deprimente en resaltar nuestra notable insignificancia. Eso sí: estudiar la
física de todo esto sirve como pasatiempo mientras esperamos que este se disuelva en la
nada.

“Podemos tratar de entenderlo, pero no hay nada que podamos hacer para afectarlo de
alguna manera”, explicó a Gizmodo Katie Mack, profesora asistente de la Universidad
del Estado de Carolina del Norte que está escribiendo un libro sobre el fin del universo.
“No dejaremos ningún legado en el cosmos. Ese es un concepto interesante”.

La muerte térmica, o la “gran congelación”, se considera el futuro más probable, si


tenemos en cuenta cómo van las cosas. El universo se está expandiendo, y continuará
expandiéndose. A medida que las cosas se alejan, las estrellas se forman con menos
frecuencia porque el polvo y el gas están cada vez más dispersos. Los últimos agujeros
negros se habrán evaporado lentamente a través de un proceso teórico propuesto por
Stephen Hawking quizás en un gúgol (eso son 10100 años). Y tal vez algún tiempo
después, las partículas restantes se descompongan y todo el universo asuma una
temperatura promedio de casi el cero absoluto, pero no exactamente el cero absoluto.
Básicamente, el universo será tan grande y disperso que las probabilidades de encontrar
algo serán efectivamente cero.

Nada de esto sucederá pronto. Siempre que los humanos sobrevivamos a nuestras
propias tendencias autodestructivas, la atmósfera de la Tierra podría durar otros mil
millones de años, y el Sol entre 7000 millones y 10.000 millones de años antes de
convertirse en un gigante rojo, expulsar sus capas externas y pasar a ser un núcleo
brillante del tamaño de la Tierra pero con mucha más masa (es decir, una enana blanca)
según John Baez, físico de la Universidad de California en Riverside. Las estrellas rojas
más pequeñas sobrevivirán alrededor de cien billones de años, y tal vez los humanos
puedan asentarse en un planeta que orbite una enana roja como Proxima Centauri para
extender su existencia. Estas son escalas de tiempo que escapan a la comprensión
humana. Piensa en la cantidad de tiempo que te llevaría recorrer el universo en su
tamaño actual y añade pararte a contar cada átomo en el universo después de cada paso.

“Supongo que todos tendemos a deprimirnos al pensar en ello”, dijo Báez a Gizmodo.
“Las personas somos animales que piensan en el futuro, y nos gusta pensar en la vida
como una historia con final feliz. Va contra nuestro cerebro imaginar que las cosas no
van a salir bien, pero no hay razón para pensar que esto durará para siempre”

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