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MARIO VARGAS LLOSA.

La ciudad y los perros


Comencé a escribir La ciudad y los perros en el otoño de 1958, en Madrid, en una tasca
de Menéndez y Pelayo llamada El Jute, que miraba al parque del Retiro, y la terminé en el
invierno de 1961, en una buhardilla de París. Para inventar su historia, debí primero ser, de
niño, algo de Alberto y del Jaguar, del serrano Cava y del Esclavo, cadete del Colegio Militar
Leoncio Prado, miraflorino del Barrio Alegre y vecino de La Perla, en el Callao; y, de
adolescente, haber leído muchos libros de aventuras, creído en la tesis de Sartre sobre la
literatura comprometida, devorado las novelas de Malraux y admirado sin límites a los
novelistas norteamericanos de la generación perdida, a todos, pero, más que a todos, a
Faulkner. Con esas cosas está amasado el barro de mi primera novela, más algo de fantasía,
ilusiones juveniles y disciplina flaubertiana.
El manuscrito estuvo rodando como un alma en pena de editorial en editorial hasta
llegar, gracias a mi amigo el hispanista francés Claude Couffon, a las manos barcelonesas de
Carlos Barral, que dirigía Seix Barral. Él lo hizo premiar con el Biblioteca Breve, conspiró para
que la novela sorteara la censura franquista, la promovió y consiguió que se tradujera a
muchas lenguas. Éste es el libro que más sorpresas me ha deparado y gracias al cual
comencé a sentir que se hacía realidad el sueño que alentaba desde el pantalón corto: llegar
a ser algún día escritor.—Fuschl, agosto de 1997

La casa verde
Me llevaron a inventar esta historia los recuerdos de una choza prostibularia, pintada de
verde, que coloreaba el arenal de Piura el año 1946, y la deslumbrante Amazonia de
aventureros, soldados, aguarunas, huambisas y shapras, misioneros y traficantes de caucho
y pieles que conocí en 1958, en un viaje de unas semanas por el Alto Marañón.
Pero, probablemente, la deuda mayor que contraje al escribirla fue con William Faulkner,
en cuyos libros descubrí las hechicerías de la forma en la ficción, la sinfonía de puntos de
vista, ambiguuml;edades, matices, tonalidades y perspectivas de que una astuta
construcción y un estilo cuidado podían dotar a una historia.
Escribí esta novela en París, entre 1962 y 1965, sufriendo y gozando como un lunático,
en un hotelito del Barrio Latino —el Hôtel Wetter—y en una buhardilla de la rue de Tournon,
que colindaba con el piso donde había vivido el gran Gérard Philipe, a quien el inquilino que
me antecedió, el crítico de arte argentino Damián Bayón, oyó muchos días ensayar, horas
de horas, un solo parlamento de El Cid de Corneille. —Londres, septiembre de 1998
Conversación en la catedral
Entre 1948 y 1956 gobernó el Perú una dictadura militar encabezada por el general
Manuel Apolinario Odría. En esos ocho años, en una sociedad embotellada, en la que
estaban prohibidos los partidos y las actividades cívicas, la prensa censurada, había
numerosos presos políticos y centenares de exiliados, los peruanos de mi generación
pasamos de niños a jóvenes, y de jóvenes a hombres. Todavía peor que los crímenes y
atropellos que el régimen cometía con impunidad era la profunda corrupción que, desde el
centro del poder, irradiaba hacia todos los sectores e instituciones, envileciendo la vida
entera.
Ese clima de cinismo, apatía, resignación y podredumbre moral del Perú del ochenio, fue
la materia prima de esta novela, que recrea, con las libertades que son privilegio de la
ficción, la historia política y social de aquellos años sombríos. La empecé a escribir, diez años
después de padecerlos, en París, mientras leía a Tolstoi, Balzac, Flaubert y me ganaba la
vida como periodista, y la continué en Lima, en las nieves de Pullman (Washington), en una
callecita en forma de medialuna del Valle del Canguro, en Londres —entre clases de
literatura en el Queen Mary's College y el King's College—, y la terminé en Puerto Rico, en
1969, luego de rehacerla varias veces. Ninguna otra novela me ha dado tanto trabajo; por
eso, si tuviera que salvar del fuego una sola de las que he escrito, salvaría ésta. -—Londres,
junio de 1999.

Fuente: https://www.letraslibres.com/mexico/tres-prologos.
Prologo
ANTOLOGÍA DE LITERATURA MEXICANA
Esta antología contiene la literatura mexicana, sus cuento se basan en nuestro hermoso
México. La antología inicia con el cuento del guardagujas, de Juan José Arreola, Arreola
utiliza este cuento para criticar y burlarse de su sociedad por medio del uso del anonimato,
la exageración y el simbolismo del tren y del tiempo. Se burla de la constante dependencia
de lo material y lo más irónico de la dependencia del tiempo; algo sobre el que afirma que
nunca se va a poder controlar. El anonimato de Arreola en sus personajes, el escenario (no
es más que una estación de tren abandonada) y el destino deseado del pasajero, crean un
espacio abierto para que el lector comparta y se cuestione a sí mismo sobre cual o que es
la realidad frente al espejismo. A continuación se encuentra el libro !Diles que no me
maten¡ de Juan Rulfo, esta historia provoca grandes emosiones, esto a que el personaje
principal, Juvencio Diaz ,esta entre la vida y la muerte, demostrando la vida la muerte en
un sentido de violencia; además de que su vida esta en mano de otras personas. En esta
antología sigue el cuento de Lo que solo uno escucha, de José Revueltas, esta es una obra
literaria que expresa la muerte de un hombre, que expresa como incluye el efecto de la
música y como se expresa nuestra vida además del efecto de vicio.
La antología contiene el cuento de La suerte de Teodoro Méndez, esta obra literaria estuvo
triste por que por no contar nada de que se había encontrado una moneda con mucho valor
creen que era ladrón por que era un indio y lo meten a la cárcel por muchos años.
Chac Mool es un cuento fantástico en la literatura Mexicana que te invita a reflexionar
sobre la vida y la muerte, que te cuenta la historia da la muerte de una persona normal
como todos nosotros y que te advierte lo que puede pasar si negamos nuestra cultura,
nuestros valores y nuestras raíces.
Amelia Otero, de Sergio Pitol, a pesar de ser un cuento no muy conocido, es una historia
muy buena aunque muy triste.
El ultimo cuento de esta antología es Una Tarde Agosto, de Teodoro Mendez este cuento
es un relato sobre la vida de un adolescente llamado Pedro y su prima Julia, Este es un
cuento lleno de pasiones, miedos e iluciones debido a que Pedro esta enamorado de su
prima, de la hermana de Julia.. Es por eso que a Pedro no le es permitido salir con ella.
Por todo esto este relato explica las iluciones que provoca el primer amor.
Fuente: http://antologiacuentosmexicanos3b.blogspot.com/p/prologo.html
Antología de la poesía mexicana del siglo XX

A manera de prólogo:

Aunque este trabajo se presenta como una antología, no lo va a ser en un sentido


estricto; tampoco será una selección, sino que realmente presentará un balance en el
cual aparecerán los poetas que más contribuyeron al desarrollo de la poesía en el
presente siglo.

Para hacer mas explícito lo anterior narraré una pquequeña historia: mi padre, al final
de cada cosecha, separaba la semilla buena de la mala con el fin de emplearla en la
siguiente siembra, y para esto utilizaba un arnero. En él ponía toda la semilla y
solamente se salvaba de caer al canasto la de buena calidad. De tal modo, la que se
quedaba era conocida como "grano de a libra" y servía para la siguiente temporada.
Esta idea del grano de a libra fue el principal punto de apoyo para el balance. Con este
criterio podemos decir, sin temor a equivocarnos, que poetas que continuaron
escribiendo en la primera mitad del siglo XX como Amado Nervo, Efrén Rebolledo y
Luis G. Urbina, por citar algunos, no fueron omitidos por nosotros, sino que fue el
público quien se cansó de ellos. Así se va aliviando el peso de la lista de los poetas que
nos precedieron para sólo comenzar con los que por su calidad se salven, como es el
caso de Tablada, González Martínez y Porfirio Barba-Jacob, entre otros.

De 1950 hasta la fecha se presentará un panorama de toda la poesía joven, la cual


probablemente alcance su máxima expresión en esta última década del siglo o en la
primera del siguiente. Para la selección nos basamos, debido a la abrumadora cantidad
de poetas, principalmente en las antologías hasta ahora publicadas.

Elías Nandino Vallarta

Fuente: http://fuentes.csh.udg.mx/CUCSH/argos/antologi/prologo.htm
POESÍA CONTEMPORÁNEA DE MÉXICO Y COLOMBIA
Entre la transición y la renovación

Esta antología no es más que una postal de gratitudes, de reconocimiento a la amistad y a la


poesía, de retribución a tantas lecturas, películas, canciones y pinturas que han hecho parte
de los imaginarios de muchos latinoamericanos. Es una postal de afectos a México desde
Colombia que busca continuar un amplio diálogo entre dos tradiciones que se encuentran
más en sus semejanzas que en sus diferencias.

Y por eso debo empezar por una declaración de nostalgias: en mis años de infancia, México
fue el mundo para mí. Mi padre me llevaba a los cines matinales los domingos al Teatro
México, Olimpia, Azteca, Faenza y El Cid, lugares donde siempre se proyectaban cintas
mexicanas tanto viejas como de actualidad en aquel momento. Así, las películas de
Cantinflas, Vicente Fernández, Pedrito Fernández, el Jesús de Nazareth de Enrique Rambal
cada viernes santo, Marcelino pan y vino y El niño y el toro entre tantas otras consolidaron
mi amor hacia un país que siempre vi muy lejano. También los programas de humor como El
Chavo de Ocho y La carabina de Ambrosio, las telenovelas como Los ricos también
lloran, La Fiera, Viviana, Quinceañera, y el seriado Carrusel me permitieron entender poco
a poco cómo la cultura mexicana estaba inequívocamente implícita en la cultura colombiana.
Al llegar del colegio la empleada que ayudaba en la casa tenía a todo volumen la
emisora Radio Sutatenza. La voz de Bogotá o Todelar, todas en Amplitud Modulada,
cadenas que emitían radionovelas mexicanas y musicales románticos donde las voces de
Yuri, Daniela Romo, Juan Gabriel, Luis Miguel, Pandora cada día iban ganando adeptos
entre los oyentes colombianos.
Posteriormente vino mi amor a México a través de su literatura y su arte. La lectura de Pedro
Páramo de Rulfo y de La muerte de Artemio Cruz de Fuentes me permitieron entender el
espíritu mexicano desde otra perspectiva. La misma presencia de la muerte desde mis
primeros poemas está completamente ligada a esa visión mestiza de la muerte que se debate
entre concepciones cristianas y las grandes tradiciones Mayas y Aztecas. También ocupó un
lugar importante en mi formación la lectura de los poetas mexicanos: Los modernistas
Gutiérrez Nájera y Díaz Mirón, Amado Nervo, López Velarde, Villaurrutia, Pellicer,
Chumacero, Paz, Sabines, Todos ellos, poetas que me acercaron a una geografía física y
espiritual donde la belleza tiene un idioma y un croquis particular.
En esos viajes de ida y vuelta, en ese saldo de cuentas con la infancia y sus recuerdos tiene
origen esta antología. En 2007, la revista Punto de partida de la UNAM y su editora Carmina
Estrada me encargaron preparar una muestra de poesía colombiana reciente para ser
presentada en la Feria del Libro de Guadalajara en 2007. En esa breve antología de 12 poetas
jóvenes de Colombia daban cuenta de una actualidad y un talante. Igualmente en el año
2009, poco antes de su muerte, el poeta Mario Rivero me confió y delegó coordinar un
panorama de nueva poesía mexicana para la revista Golpe de dados con el fin de divulgar
entre los lectores colombianos las circunstancias y novedades de la reciente lírica de México.
En Guadalajara entregamos la muestra de joven poesía colombiana y en el marco de la Beca
Mutis pude presentar el Panorama de Nueva Poesía Mexicana en Casa Refugio y en la
Librería Rosario Castellanos del FCE con presencia de algunos de los poetas incluidos y
asimismo hacer lecturas y charlas en la Universidad del Claustro de Sor Juana Inés de la
Cruz, en la Fundación para las Letras Mexicanas con el generoso poeta Eduardo Langagne,
en la tertulia del “Konditori” con Antonio Deltoro y Fabio Mórabito, en la Casa del Escritor
en Puebla Con Ali, Rubén, Jorge y Álvaro, en la mágica sierra de Cuetzalan y frente a los
jóvenes becarios de la FLM en Xalapa. Todo esto permitió, conocer autores, conversar con
poetas de distintas tendencias y procedencias, intercambiar opiniones y leer, sobretodo leer,
poetas actuales de México para darle una forma a esta antología.

Así, a mi regreso conté con el entusiasmo y concurso del embajador de México en Colombia,
el poeta Florencio Salazar Adame quien acogió la idea de hermanar a nuestros países a través
de un volumen que diera un parte de coyuntura de las dos actualidades poéticas como pretexto
para anticiparse al tiempo y señalar algunos caminos futuros con la pertinente brújula de la
poesía. Esta primera antología que reúne a tantos poetas contemporáneos de los dos países,
viene a recobrar los pasos que ya habían hecho poetas canónicos por nuestras geografías:
Porfirio Barba Jacob, Germán Pardo García, Fernando Charry Lara, Álvaro Mutis, Leopoldo
de la Rosa, Laura Victoria y escritores como Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo,
Manuel Zapata Olivella y Eduardo Mendoza Varela entre otros que encontraron en México
la mayor hospitalidad y el mejor refugio y Francisco Hernandez, Gilberto Owen Carlos
Pellicer, Francisco Cervantes, José Juán Tablada y José Gorostiza entre otros dejaron
testimonio de su paso por Colombia en muchas páginas indelebles

Ahí el desafío de esta antología será la de continuar el diálogo, ese diálogo que se ha venido
dando desde hace tantas décadas entre nuestras poéticas para demarcar temas, tendencias,
tradiciones de nuestros países y armar una cartografía hacia el futuro.

La llegada a la embajada de México en Colombia del amigo Florencio Salazar Adame ha


permitido que sea la cultura el vehículo de cohesión entre nuestras naciones y esta antología
es un testimonio de esa actitud. Que sea este volumen una carta de navegación para
reconocernos y como si se tratara de una constitución política, la poesía de nuestros pueblos
son la columna y el andamiaje para sostener una identidad y un objetivo común porque es
ella quien nos integra y define y la que fija las fronteras y las coordenadas de un destino
compartido y libre.

FEDERICO DÍAZ-GRANADOS
Abril, 2011
Fuente: https://circulodepoesia.com/2011/07/prologo-de-la-antologia-de-poesia-
contemporanea-de-mexico-colombia/
Colección Recursos, n.° 126
ANTOLOGÍA DE CUENTOS Y ALGUNOS POEMAS
Con propuestas didácticas
Autor:
Juan José Lage Fernández
Prólogo
El saber es primero carnal. Son nuestros oídos y nuestros ojos los que lo captan, nuestra
boca la que lo transmite. DANIEL PENNAC El objetivo de esta antología es poner a
disposición de maestros y maestras una serie de cuentos y poemas de los mejores autores
actuales que les faciliten la narración oral —la mejor estrategia de animación a la lectura
que conozco— y que, por consiguiente, favorezcan la adquisición de hábitos lectores entre
el alumnado. Además, con esta antología se pretende recuperar y reivindicar la obra de
autores pioneros que, en muchos casos, ya no son conocidos por los jóvenes lectores
actuales, pero tienen una calidad y una trayectoria que merece la pena conocer.
Naturalmente, y por razones ajenas a nuestros deseos y gustos, no están todos los que son.
Queremos agradecer a los autores incluidos —o a sus herederos en algunos casos— la
cesión de sus derechos de manera altruista, lo que ha hecho posible que esta selección haya
visto la luz. También hemos de agradecer a José Javier Campos Bueno, de la Universidad
Complutense y administrador del Legado Luis Simarro, la cesión de un cuento inédito de la
autora Marina Romero, de quien incluimos dos poemas. Y queremos, asimismo, dar unos
breves consejos respecto a la metodología que conviene seguir a la hora de enfrentarnos a
la narración de un cuento o poema. Para la antología de cuentos, en el capítulo 1, lo
pertinente es la lectura del mismo en voz alta por parte del profesor o profesora.

Hay MUESTRA EDITORIAL 16 ■ Antología de cuentos y algunos poemas que buscar siempre
la hora propicia, el momento y el lugar adecuados. A priori, debemos pedir a los receptores
silencio, orden y disposición para escuchar. Nunca hemos de empezar a narrar sin que la
disposición de los oyentes para atender sea total y sin que se cree en el aula un ambiente
relajado y distendido. No conviene pedir nada a cambio tras la lectura, sino dejar tiempo
para la digestión lenta y pausada, para saborear los contenidos y que cada cual los adapte
a su «teatro interior». Tal vez, la dramatización o el dibujo del cuento sean las pocas
actividades recomendadas, puesto que es posible que permitan meterse dentro de la
historia y de los personajes. Respecto a la antología de poemas, en el capítulo 2, hemos de
recordar que, más que la prosa, «la poesía no tiene sentido sin el sonido». Por lo tanto, lo
que procede es el recitado en voz alta con buen tono y marcando las pausas y el ritmo.
Cabe, a posteriori —y en esto sí que señalo una diferencia con los cuentos—, la
memorización del poema en cuestión, un concurso de recitado, por ejemplo, o diferentes
actividades creativas en torno a los poemas (a tal efecto, véanse las actividades de creación
literaria incluidas en el capítulo 4). Naturalmente, son actividades que el sentido común nos
dice que deben llevarse a cabo con moderación, sin atosigar, de manera esporádica,
dándoles un tono lúdico; por supuesto, nunca han de ser evaluables, sino que han de estar
desligadas de las cotidianas tareas curriculares. En el capítulo 3 hemos incluido las «historias
populares rimadas», en un intento por conjugar la fascinación que provocan los cuentos
populares con el interés que en los niños y niñas despiertan las rimas o pareados. Podemos
jugar con estas historias de varias maneras: leemos el poema en voz alta y los alumnos u
oyentes completan el verso siguiente también a viva voz (con lo que los animamos a
participar); colocamos varias palabras al azar (por ejemplo, en el encerado) y los alumnos
colocan la que corresponda con la rima precedente; o incluso podemos realizar un juego de
plástica: entregamos a cada alumno o participante unos folios o viñetas para que ilustren o
completen con ilustraciones la historia que va en verso. En el capítulo 4 encontraréis varias
propuestas para jugar con palabras, poemas y cuentos, algunas de ellas de reconocidos
autores.

Fuente: https://www.octaedro.com/appl/botiga/client/img/10126.pdf
Prólogo a la “Antología de la literatura fantástica”

Adolfo Bioy Casares


1. Historia
Viejas como el miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras. Los aparecidos
pueblan todas las literaturas: están en el Zendavesta, en la Biblia, en Homero, en Las mil y
una noches. Tal vez los primeros especialistas en el género fueron los chinos. El
admirable Sueño del aposento rojo y hasta novelas eróticas y realistas, como Kin P’ing
Mei y Sui Hu Chuan, y hasta los libros de filosofía, son ricos en fantasmas y sueños. Pero no
sabemos cómo estos libros representan la literatura china; ignorantes, no podemos conocerla
directamente, debemos alegrarnos con lo que la suerte (profesores muy sabios, comités de
acercamiento cultural, la señora Perla S. Buck), nos depara. Ateniéndonos a Europa y a
América, podemos decir: como género más o menos definido, la literatura fantástica aparece
en el siglo XIX y en el idioma inglés. Por cierto, hay precursores; citaremos: en el siglo XIV,
al infante Don Juan Manuel; en el siglo XVI, a Rabelais; en el XVII, a Quevedo; en el XVIII,
a De Foe1 y a Horace Walpole2; ya en el XIX, a Hoffmann.
2. Técnica
No debe confundirse la posibilidad de un código general y permanente, con la posibilidad de
leyes. Tal vez la Poética y la Retórica de Aristóteles no sean posibles; pero las leyes existen;
escribir es, continuamente, descubrirlas o fracasar. Si estudiamos la sorpresa como efecto
literario, o los argumentos, veremos cómo la literatura va transformando a los lectores y, en
consecuencia, cómo éstos exigen una continua transformación de la literatura. Pedimos leyes
para el cuento fantástico; pero ya veremos que no hay un tipo, sino muchos, de cuentos
fantásticos. Habrá que indagar las leyes generales para cada tipo de cuento y las leyes
especiales para cada cuento. El escritor deberá, pues, considerar su trabajo como un problema
que puede resolverse, en parte, por las leyes generales y preestablecidas, y, en parte, por leyes
especiales que él debe descubrir y acatar.
a) Observaciones generales:
El ambiente o la atmósfera. Los primeros argumentos eran simples –por ejemplo:
consignaban el mero hecho de la aparición de un fantasma– y los autores procuraban crear
un ambiente propicio al miedo. Crear un ambiente, una “atmósfera”, todavía es ocupación de
muchos escritores.
La sorpresa. Puede ser de puntuación, verbal, de argumento. Como todos los efectos
literarios, pero más que ninguno sufre por el tiempo. Sin embargo, pocas veces un autor se
atreve a no aprovechar una sorpresa. Hay excepciones: Max Beerbohm, en “Enoch Soames“,
W.W. Jacobs, en “La Pata de Mono“. Max Beerbohm deliberadamente, atinadamente,
elimina toda posibilidad de sorpresa con respecto al viaje de Soames a 1997. Para el menos
experto de los lectores habrá pocas sorpresas en “La Pata de Mono“; con todo, es uno de los
cuentos más impresionantes de la antología.

Argumentos en que aparecen fantasmas. En nuestra antología hay dos, brevísimos y


perfectos: el de Ireland y el de Loring Frost. El fragmento de Carlyle (Sartor Resartus), que
incluimos, tiene el mismo argumento, pero al revés.
Viajes por el tiempo. El ejemplo clásico es La máquina del tiempo. En este inolvidable
relato, Wells no se ocupa de las modificaciones que los viajes determinan en el pasado y en
el futuro, y emplea una máquina que él mismo no se explica. Max Beerbohm, en “Enoch
Soames“ emplea al diablo, que no requiere explicaciones, y discute, aprovecha, los efectos
del viaje sobre el porvenir.
Argumentos con acción que sigue en el infierno. Hay dos en la antología, que no se
olvidarán: el fragmento de Arcana Coelestia, de Swedenborg, y “Donde su fuego nunca
se apaga“, de May Sinclair. El tema de este último es el del Canto V de La divina comedia:
Questi, che mai, da me, non fia diviso,
La bocca mi bacio tutto tremante.
Tema de la inmortalidad, Citaremos “El Judío Errante; Mr. Elvisham“, de
Wells. “Las islas nuevas“, de María Luisa Bombal; “She“, de Rider
Haggard; “L´Atlantide“, de Pierre Benoit.
Fantasías metafísicas. Aquí lo fantástico está, más que en los hechos, en el razonamiento.
Nuestra antología incluye: “Tantalia“, de Macedonio Fernández; un fragmento de “Star
Maker“, de Olaf Stapledon; la historia de Chuang Tzu y la mariposa, el cuento de la negación
de los milagros; “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius“, de Jorge Luis Borges.
Cuentos y novelas de Kafka. Las obsesiones del infinito, de la postergación infinita, de la
subordinación jerárquica, definen estas obras; Kafka, con ambientes cotidianos, mediocres,
burocráticos, logra la depresión y el horror; su metódica imaginación y su estilo incoloro
nunca entorpecen el desarrollo de los argumentos.
Vampiros y castillos. Su paso por la literatura no ha sido feliz: recordemos a Drácula, de
Bram Stoker (Presidente de la Sociedad Filosófica y Campeón de Atletismo de la
Universidad de Dublín), a “Mrs. Amworth“, de Benson. No figuran en esta antología.
Los cuentos fantásticos pueden clasificarse, también, por la explicación:
a) Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural. b) Los que tienen
explicación fantástica, pero no sobrenatural (“científica” no me parece el epíteto conveniente
para estas intenciones rigurosas, verosímiles, a fuerza de sintaxis).
c) Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho
sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural (“Sredni
Vashtar“ de Saki); los que admiten una explicativa alucinación.
Adolfo Bioy Casares, Buenos Aires, 1940
Fuente: https://ciudadseva.com/texto/prologo-a-la-antologia-de-la-literatura-fantastica/

Prólogo a la “Antología de la literatura fantástica”

Adolfo Bioy Casares

POSTDATA
Veinticinco años después, la favorable fortuna permite una nueva edición de
nuestra Antología de la literatura fantástica de 1940, enriquecida de textos de Acutagawa,
de Bianco, de León Bloy, de Cortázar, de Elena Garro, de Murena, de Carlos Peralta, de
Barry Perowne, de Wilcok. Aun relatos de Silvina Ocampo y de Bioy se nos deslizaron, pues
entendimos que su inclusión ya no pecaba de impaciente. El editor se opone a la supresión
del prólogo de la edición original y me pide que escriba otro. Dejaré que me persuada,
redactaré siquiera una postdata, porque en aquel prólogo hay afirmaciones de las que siempre
me he arrepentido. Para consolarme argumenté alguna vez que si un escritor vive bastante
descubrirá en su obra una variada gama de yerros y que no resignarse a tal destino entrañaría
soberbia intelectual. Trataré, sin embargo, de no desperdiciar la oportunidad de enmienda.
En el prólogo, para describir los relatos de Borges, encuentro una fórmula admirablemente
adecuada a los más rápidos lugares comunes de la crítica. Sospecho que no faltan pruebas de
su eficacia para estimular la deformación de la verdad. Lo deploro. En otro párrafo, llevado
por el afán de análisis o por la voluntad de las frases, detenidamente señalo un presunto error
en el relato de Kipling. Tal reparo, ni una palabra sobre méritos, configuran una opinión que
no es la mía. Probablemente el párrafo en cuestión estaba maldito. No sólo ataco en él un
cuento predilecto; también hallo el modo, a despecho del ritmo natural del lenguaje, que no
tolera paréntesis tan largos, de agregar una referencia a Proust, no menos arbitraria que
despreciativa. Me avengo a que mucho quede sin decir; no a decir lo que no pienso.
Ocasionales irreverencias resultan saludables, pero ¿por qué dirigirlas entre lo que más
admiramos? (Ahora creo recordar que hubo un momento en la juventud en que el sacrificio
incomprensible me llenaba de orgullo.)
Lo que tan reiteradamente me arrojaba en el error acaso fuera un bien intencionado ardor
sectario. Los compiladores de esta antología creíamos entonces que la novela, en nuestro país
y en nuestra época, adolecía de una grave debilidad en la trama, porque los autores habían
olvidado lo que podríamos llamar el propósito primordial de la profesión: contar cuentos. De
este olvido surgían monstruos, novelas cuyo plan secreto consistía en un prolijo registro de
tipos, leyendas, objetos, representativos de cualquier folklore, o simplemente en el saqueo
del diccionario de sinónimos, cuando no del Rebusco de voces castizas del P. Mir. Porque
requeríamos contrincantes menos ridículos, acometimos contra las novelas psicológicas, a
las que imputábamos deficiencia de rigor en la construcción. En ellas, alegábamos, el
argumento se limita a una suma de episodios, equiparables a adjetivos o láminas, que sirven
para definir a los personajes; la invención de tales episodios no reconoce otra norma que el
antojo del novelista, ya que psicológicamente todo es posible y aun verosímil. Véase Yet each
man kills the thing he loves, porque te quiero te aporreo, etcétera. Como panacea
recomendábamos el cuento fantástico.
Desde luego, la novela psicológica no peligró por nuestros embates: tiene la perduración
asegurada, pues como un inagotable espejo refleja rostros diversos en los que el lector
siempre se reconoce. Aun en los relatos fantásticos encontramos personajes en cuya realidad
irresistiblemente creemos: nos atrae en ellos, como en la gente de carne y hueso, una sutil
amalgama de elementos conocidos y de misterioso destino. ¿Quién no tropezó alguna tarde,
en la Sociedad de Escritores o en el PEN Club, con el
pobre Soames del inolvidable cuento de Max Beerbohm? Entre las mismas piezas que
incluye la presente antología hay una, el curioso apólogo de Kafka, donde la descripción de
caracteres, el delicado examen idiosincrático de la heroína y de su pueblo, importa más que
la circunstancia fantástica de que los personajes sean ratones. Con todo, porque son ratones –
el autor nunca lo olvida– el admirable retrato resulta menos individual que genérico.
Tampoco peligra el cuento fantástico, por el desdén de quienes reclaman una literatura más
grave, que traiga alguna respuesta a las perplejidades del hombre –no se detenga aquí mi
pluma, estampe la prestigiosa palabra–: moderno. Difícilmente la respuesta significará una
solución, que está fuera del alcance de novelistas y de cuentistas; insistirá más bien en
comentarios, consideraciones, divagaciones, tal vez comparables al acto de rumiar, sobre el
tema de actualidad: política y economía hoy, ayer o mañana la obsesión que corresponda. A
un anhelo del hombre, menos obsesivo, más permanente a lo largo de la vida y de la historia,
corresponde el cuento fantástico: al inmarcesible anhelo de oír cuentos; lo satisface mejor
que ninguno, porque es el cuento de cuentos, el de las colecciones orientales y antiguas y,
como decía Palmerín de Inglaterra, el fruto de oro de la imaginación.
Perdone el amable lector las efusiones personales. Estuvo siempre este libro –el primero en
su género en que colaboramos con Borges– muy mezclado a nuestra vida. En la última parte
de la frase hablo por fin en nombre de los tres antologistas.
A.B.C., Rincón Viejo, Pardo, 16 de marzo de 1965
FIN
Fuente: https://ciudadseva.com/texto/prologo-a-la-antologia-de-la-literatura-fantastica/
Philip K. Dick
CUENTOS COMPLETOS
La primera recopilación de relatos del autor, que reúne por orden cronológico sus primeros
25 cuentos. Además de novelista, Philip K. Dick fue un prolífico autor de cuentos y relatos,
muchos de los cuales han sido llevados al cine en los últimos tiempos con mayor o menor
suerte. Toda su producción breve fue reunida en cinco volúmenes que ahora Minotauro
recupera en una edición revisada. Esta primera entrega recoge 25 relatos escritos entre 1951
y 1952, y empieza con Estabilidad, una historia escrita en 1947 e inédita antes de la
publicación de esta antología. Los lectores del creador de Blade Runner descubrirán el
potencial imaginativo de Dick en estado puro, auténticas joyas literarias como los relatos El
rey de los Elfos y Los infinitos, entre otros trabajos sin pulir, pero que destilan la magia
propia del norteamericano y donde son ya claras sus pequeñas obsesiones: la muerte, la
locura, la pérdida de identidad y la fragilidad de la realidad y, con ella, de todos nosotros. El
volumen presenta una introducción del propio autor y un prefacio con notas y comentarios
que ayuda al lector a acercarse a uno de los escritores más relevantes del siglo XX.

CUENTOS COMPLETOS
ISAAC ASIMOV

Alamut se enorgullece de presentar el más ambicioso proyecto editorial planteado en


castellano en torno al gran Isaac Asimov: la edición, con una nueva traducción, de sus relatos
completos, reuniendo las recopilaciones originales realizadas por el propio autor e
incluyendo sus deliciosos textos introductorios. Este primer volumen recoge las colecciones
El joven Asimov 1, 2 y 3: en ellas, Asimov recopila sus primeros relatos, intercalados en una
apasionante narración autobiográfica que da cuenta con increíble viveza de la aventura de ser
un joven escritor en la Nueva York de los años treinta y comenzar a abrirse paso en el
floreciente mercado de las revistas de ciencia-ficción bajo la tutela del legendario editor John
W. Campbell Jr. Este volumen no sólo ofrece una oportunidad única para disfrutar de la
recopilación definitiva de los cuentos del gran maestro de la ciencia-ficción, sino que además
es una fuente inapreciable para conocer de primera mano las circunstancias en que se
escribieron obras como Fundación o los relatos de robots. Una edición indispensable.

Cuentos completos
Jorge Luis Borges
Poeta, ensayista y narrador, Borges es una de las figuras primordiales de la literatura
universal. Ahora, por primera vez, se reúnen en este volumen todos sus cuentos, uno de los
legados más influyentes y deslumbrantes de la literatura occidental. El universo borgiano,
con sus espejos, laberintos, tigres, bibliotecas, gauchos, o máscaras, es ya uno de los paisajes
fundamentales del siglo XX. En este libro se encuentran obras maestras como El jardín de
los senderos que se bifurcan, Pierre Menard, autor del Quijote, Funes el memorioso, El Sur,
El Aleph o Ulrica. Leer estos cuentos supone releer la historia de la humanidad y emprender
una de las aventuras más enriquecedoras, bellas y emocionantes de todos los tiempos. Jorge
Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio
de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo
XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el
pensamiento universal, y que además, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples
interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.

La presente edición se propone brindar al lector la posibilidad de acercarse a los textos


originales de los relatos de Franz Kafka, libres de las fusiones y arreglos arbitrarios a que los
sometió su amigo y editor Max Brod tras su muerte, y que han circulado desde entonces en
numerosas ediciones fragmentarias. El volumen reúne todos aquellos escritos de Kafka que
pueden ser incluidos en la categoría de relatos (sin excluir La metamorfosis, a pesar de su
mayor longitud), narraciones, piezas narrativas, poemas en prosa, cuentos, o fragmentos
traducidos a partir de los textos originales, sin filtros ni retoques, utilizando para ello los
propios manuscritos del autor, y, cuando éstos no se han conservado, las ediciones
autorizadas por Kafka. El criterio primordial para elegir estos textos ha sido su pertenencia
al mundo de la ficción, es decir, no incluimos escritos autobiográficos, como fragmentos de
los Diarios, ni otros escritos, como la Carta al padre, en los que Kafka elabora claramente
situaciones personales desde una perspectiva alejada de la literatura. Franz Kafka (Praga,
Imperio Austrohúngaro, 3 de julio de 1883 – Kierling, Austria, 3 de junio de 1924) fue un
escritor de origen judío nacido en Bohemia que escribió en alemán.

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