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(III)
Sergio Padilla Moreno
No deja de ser apasionante constatar que los grandes compositores que ocupan ya un lugar significativo
en la historia del arte, fueron personas de carne y hueso, con virtudes y defectos, con ideales y pasiones,
que experimentaron como cualquier hombre el dolor, la enfermedad, la frustración, el triunfo, el fracaso
y la fe. Todos ellos dejaron en sus obras una impronta de su condición humana.
Un ejemplo que nos conmueve y sorprende a todos es el caso de Beethoven, quien fue capaz de asumir su
condición de sordera y seguir componiendo obras de todo tipo. Cuando compuso la imponente Novena
Sinfonía, estaba completamente sordo. Este compositor nos vuelve a sorprender y conmover cuando
profundizamos en su historia, donde a pesar de que vivió constantes y terribles maltratos en su niñez por
parte de su padre, compuso páginas de tal dulzura e intimidad que nos conmueven y dejan perplejos. Otro
caso a destacar es el de Giuseppe Verdi quien, siendo un hombre casi octogenario, compuso las óperas
Otello y Falstaff, obras maestras llenas de una fuerza, jovialidad y frescura sorprendentes.
Un argumento más, parte de la extraña fascinación humana por contemplar y admirar a aquellos
semejantes que han sido capaces de desarrollar ciertas potencialidades y habilidades, ya sea en el ámbito
científico, cultural, deportivo o artístico. En este caso me refiero a los intérpretes y ejecutantes de música,
quienes a fuerza de talento, constancia y disciplina llegan a dominar algún instrumento, o que desentrañan
los secretos del canto llevándolo a dimensiones insospechadas; o bien, aquellos que llegan a adentrarse
con maestría en los misterios de la dirección orquestal. No deja de ser sorprendente y apasionante ver a
un músico llevar su arte a los difíciles terrenos de la perfección. Detrás de cada intérprete también hay un
ser humano que desarrolló su talento con gran esfuerzo y constancia, como Itzhak Perlman, quien, a pesar
de ser afectado por la poliomielitis, tal condición no le impidió llegar a ser un virtuoso violinista.
Finalmente, cuando se va desarrollando la afición musical, son significativamente sabrosos los momentos
cuando los diletantes se reúnen para discutir, escuchar y compartir un concierto en vivo o una grabación.
La música provoca la convivencia y el encuentro. No se diga también la humana costumbre de coleccionar
cosas: en este caso hablamos de discos o vídeos. Es simplemente apasionante ir adquiriendo obras,
comparar versiones de una misma composición con diferentes intérpretes y buscar cierta versión que
alguna vez escuchamos o nos recomendaron. En este sentido queda la advertencia que de un viejo
melómano que me transmitió mucho de su pasión: “una vez que se inicia en esto, y nos gusta, es muy
difícil dejarlo.”
padilla@iteso.mx
Enlace: ltzhak Perlman: virtuoso del violín, estoy seguro de que toqué todas las notas - Película de 1978
https://www.youtube.com/watch?v=VmJLfcYQczw