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América Latina: ¿identidad o mestizaje?


La nación en juego
Christian Gros

En este artículo el autor examina el lugar que se ha dado a las poblaciones indias en el proyecto na-
cional de los países latinoamericanos, durante el periodo que va desde la independencia hasta las
reformas constitucionales actuales. Después analiza lo que puede significar el reconocimiento de
la historicidad de los pueblos indígenas: cuándo se constituyen, cómo interviene un nuevo “actor”
étnico y en qué sentido el Estado modifica su política indigenista. Por último, explora la posibilidad
de encontrarnos ante la construcción efectiva de nuevas fronteras en el seno de las naciones que
en lo sucesivo se llamarán “multiculturales”.  127

In this article the author examines the place granted to the Indian peoples in the Latin-American
countries national project, during the period from their Independence to the current constitutional
reforms. He then goes on to analyze what the recognition of the historicism of the indigenous peo-
ples can signify: when they establish themselves, how a new ethnic “actor” intervenes and in what
sense the State modifies its Indian affairs policy. Lastly, he explores the possibility of our facing the
effective construction of new frontiers in the heart of nations which from now on will be desig-
nated as "multi-cultural".
Páginas 125 y 126: Kikapoo / Archivo Casasola

christian gros: Institut de Hautes Études de l’Amérique Latine, Université de París III.
Cátedra patrimonial, CIESAS-Conacyt, México.

Traducción de Isabelle Marmasse.

Desacatos, núm. 10, otoño-invierno 2002, pp. 127-147.

Este texto tuvo por origen una ponencia presentada bajo el título “De la nación mestiza a la nación plural: el nuevo discurso de las identidades
en un contexto de globalización”, en el coloquio “Museo, memoria y nación”, Bogotá, noviembre de 1999. Es una versión ampliada y profunda-
mente reelaborada del texto publicado en español en las actas del coloquio (Sánchez, Wills, 2000).
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E
n una América Latina que no imaginaba la En América Latina, la “cuestión indígena” se salió de-
posibilidad de otros proyectos de nación más finitivamente del campo del indigenismo tradicional don-
que aquélla de la nación mestiza (León Portilla, de estuvo encasillada desde la independencia.Alcanzó una
1979), este fin de siglo quedará siempre en la memoria nueva visibilidad, se politizó y obtuvo fuertes apoyos en
como el tiempo de crítica radical. lugares nuevos,sobre todo en el ámbito internacional,don-
Hoy en día, cuando podríamos suponer que el gran de se conjugó con otras temáticas globales que van desde
proyecto asimilacionista estaría prácticamente conclui- los derechos humanos hasta la ecología (Hale, 1997).
do y que la apertura al gran mercado desocializado y a su Más sorprendente aún, un cierto proyecto, que se orien-
racionalismo transnacional iban a terminar de una vez por taba hacia la construcción de nuevas fronteras étnicas al
todas con el trabajo de disolución de identidades étnicas interior de distintos países de la región, se vio ratificado
consideradas como residuales, ¡sucede lo contrario! por un creciente número de países que modificaron sus
En todos los países vemos que se han organizado po- leyes —y sus constituciones— para “autoidentificarse”
blaciones indígenas que afirman, con mayor o menor en lo sucesivo como pluriétnicos y multiculturales (Itu-
fuerza, su presencia y sobre todo su derecho a existir co- rralde, 1997). La presencia de grupos étnicos, que hasta
mo entidades culturalmente diferentes y autónomas en hace poco eran un elemento sociológico o cultural que
el seno de una nación, reivindicando su futuro, su histo- ni la ley ni el discurso nacional querían tomar en cuenta,
ria. Es decir, a ser reconocidas como parte de “pueblos” se volvieron la base sobre la cual se pretendía construir
o “nacionalidades” dentro de naciones multiculturales. un nuevo proyecto nacional, un nuevo imaginario.

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Kikapoo / Archivo INAH, facilitado por el Instituto Estatal de Documentación de Coahuila


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Sin duda, queda un largo y azaroso camino por reco- hoy en día, el hecho de que deben encauzarla nueva-
rrer entre esta nueva definición de nación y su traducción mente más o menos en la misma dirección… Es al
efectiva en numerosos dominios de la realidad econó- menos la idea que defiendo, limitando mi ambición a
mica, social y política. esbozar aquí algunos argumentos nodales que sin duda
Sin embargo, no se puede subestimar la dimensión merecen un desarrollo más amplio.
simbólica y de desempeño de dicho reconocimiento:
estamos ante la discontinuidad de cara a un proyecto
histórico que data de dos siglos. La ruptura con el “gran 1. NUEVO MUNDO,VIEJAS NACIONES
discurso” de la nación como una entidad homogénea
según el modelo clásico: un pueblo, un idioma, una cul- Para entender la dimensión de las recientes transforma-
tura, un territorio (Habermas, 1998; Touraine, 1992). ciones es necesario tomar en cuenta que América Latina
Para los latinoamericanos que fueron socializados en se conforma de países que entraron muy temprano en el
un habitus distinto, nadie duda que sea difícil hacer suyo proceso de constituirse en naciones modernas. En esta
este reconocimiento oficial de su diversidad cultural y, región surgieron Estados organizados como naciones
por lo mismo, aceptar la existencia de derechos particu- antes de que en Europa se consolidara la unidad Italia y
lares —para los indígenas, los afroamericanos— que no se construyera la Alemania de Bismarck.Las naciones
sean los mismos para todos de la comunidad nacional. americanas independientes ya existían formalmente en
Esta crítica del concepto de identidad se refuerza cuando sus fronteras cuando las grandes potencias coloniales
el reconocimiento se acompaña de otras transformacio- aún no se habían repartido, en la conferencia de Berlín,
nes inducidas a través del colapso del Estado benefactor el continente africano, y cerca de un siglo y medio antes
y de la aceleración de la “globalización”. de que el proceso de descolonización viniera a redefinir
En este texto examinaré primero el lugar que se ha el mapa político del planeta.  129
dado a las poblaciones indias en el proyecto nacional, du- En su famosa “carta de Jamaica”,1 Simón Bolívar expre-
rante el largo periodo que va desde la independencia has- só lo que llamaré el “dilema latinoamericano”:“No somos
ta las reformas actuales. Después, intentaré comprender —dijo— ni indios ni españoles, somos una suerte de in-
lo que puede significar el reconocimiento de la histori- termediario entre los legítimos dueños del país (es decir,
cidad de los pueblos indígenas: cuándo se constituyen, los indios –CG) y los usurpadores españoles” (Bolívar,
cómo interviene un nuevo “actor” étnico y en qué senti- 1996, pp. 112-128). Y, sin embargo, era esta “especie inter-
do el Estado modifica su política indigenista. Por último, mediaria” —los criollos— que no eran “los legítimos
exploro la posibilidad de encontrarnos ante la construc- dueños del país” y quienes, a principios del siglo XIX, ¡se
ción efectiva de nuevas fronteras en el seno de las nacio- sentían portadores del proyecto histórico de construir
nes que en lo sucesivo se llamarán “multiculturales”. nuevas naciones!
Estoy consciente del carácter azaroso y reductor de tal El problema para Bolívar2 y su casta o clase no era fá-
empresa. ¿Cómo es posible dar cuenta en sólo algunas cil: ¿sobre qué principios políticos se aseguraría la le-
páginas de la diversidad de esta región: diversidad geo- gitimidad de sus proyectos de independencia?, ¿cómo
gráfica, histórica, de población, económica? ¿Qué tienen concebir la nación en el Nuevo Mundo?
en común, desde el punto de vista que nos atañe, países No era posible pensarla como una “comunidad de san-
con poblaciones indígenas numerosas y mayoritarias en gre” como se hizo más tarde en la Europa del siglo XIX
sus campos, con otros en donde los indígenas hoy por
hoy son y seguirán siendo escasos en términos numéri- 1 Kingston, 6 de septiembre de 1815; y en términos muy similares en

cos? Quizá precisamente —y he allí mi hipótesis— el su discurso de Angostura el 15 de febrero de 1819, para la inaugura-
ción del Segundo Congreso Nacional Venezolano, pp. 35-55.
hecho de haber compartido a lo largo de toda su histo- 2 Para un análisis de la postura fluctuante de Bolívar a este respecto
ria un mismo concepto de comunidad como nación y, véase Favre, 1986.
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con la visión romántica alemana, ya que en esta tierra por un mismo contrato o Constitución, por un mismo
colonizada tal comunidad no existía. Tampoco era posi- mercado. No pudiendo ser una comunidad basada en el
ble concebir la nación sobre la base de una comunidad mito del origen común, entonces sería una comunidad
cultural, cultura que habría sido compartida por un pue- política construida alrededor de una utopía. Utopía por-
blo oprimido. El mundo colonial que se buscaba abolir que la realidad social y cultural de la época estaba muy
había desarrollado cuidadosamente la organización y per- alejada de la nación que se quería crear. De hecho, en el
petuación de una sociedad de castas en la cual las fron- momento de la independencia, no existía ninguna igual-
teras entre los grupos se identificaban gracias a las dad económica y social entre los descendientes de las an-
fronteras culturales. No olvidemos que en esto último, tiguas castas que poblaban los países recientemente
como en toda sociedad del antiguo régimen, las culturas emancipados, y a principios del siglo XIX no había nada
debían mantener sus diferencias para permitir la repro- que pudiera concebirse como una cultura común.
ducción del sistema (Gellner, 1989).3 Además, en el ám- Parafraseando la carta de Massimo d’Angelo que de-
bito latinoamericano, la elite criolla que nutría el proyec- cía, hablando de la nueva Italia: “Creamos Italia, ahora
to de emancipación era hija de España y de su cultura, nos falta crear a los italianos” (Hobsbawm, 1992), Bolí-
compartía con el poder colonial el mismo idioma —el var hubiera podido decir para cada nuevo Estado inde-
castellano— y la misma religión —el catolicismo—(An- pendiente: “Creamos Colombia, Perú, Bolivia, ahora nos
derson, 1983). falta crear a los colombianos, peruanos, bolivianos”,
La nación tampoco podía pensarse bajo una forma etcétera. Un programa vasto y difícil…
políticamente conservadora o reaccionaria, tal como se
hizo después en otras partes, es decir como la prolonga-
ción natural de un espacio social y político heredado del 2. EL PROYECTO LIBERAL
130  antiguo régimen. Una nación en la cual cada uno de los
grupos sociales permaneciera en su lugar, con su fuero, Para hacer coincidir el país “real” con el “formal”, para
su representación política, sus privilegios. Al contrario, salvar este abismo analizado con tanto talento por Oc-
para la elite criolla el proyecto de construcción nacional tavio Paz hablando de México (en El laberinto de la
minaba su legitimidad en el encauce de un orden colo- soledad), la propuesta liberal fue asimilar a los indígenas
nial considerado injusto, discriminatorio e incapaz de (y a los negros), convertir este mundo salvaje y peligro-
traer el progreso. Para esta elite, la independencia signi- so, degenerado por el servilismo y la esclavitud inheren-
ficaba negarse al pactismo y su orden, y debía favorecer tes al orden colonial, en un pueblo de ciudadanos. Pero,
la construcción de una nueva sociedad organizada en tor- ¿cómo lograrlo?
no a un proyecto político igualitario y por ende moderno. Acabando con la territorialidad indígena (y con el pa-
De tal suerte que la solución al dilema bolivariano fue go del tributo) que iba en contra de una sociedad com-
aquélla del lugar y del momento, inspirada por el libera- puesta por individuos libres de toda filiación comuni-
lismo anglosajón (la Independencia estadounidense daba taria,4 individuos dueños de sus tierras o de su fuerza de
un ejemplo muy cercano) y por la Revolución francesa. trabajo y reunidos en el mercado (de allí el ataque fron-
La independencia se justificaba porque debía culminar tal que, desde la independencia recién adquirida, se hizo
en la creación de una “nación de individuos”, individuos en contra de la comunidad indígena y de sus tierras co-
libres e iguales, fraternos, unidos por el mismo proyecto, lectivas heredadas de la época colonial); trabajando en el
desarrollo de una educación separada de la Iglesia y

3 Lo que no impidió que poco después se produjera el mestizaje, co-


mo bien lo ha mostrado S. Gruzinski en su trabajo dedicado a Méxi-
co. Sobre la organización de distintos grupos de la sociedad colonial, 4Con el fin del orden comunitario, el indio debía ser liberado de su
consúltese el trabajo esclarecedor de C. Bernand (2000). condición, como el negro debía serlo con la abolición de la esclavitud.
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como una categoría social en tutela,6 la herencia de un


pasado que se quería abolir, una “mancha” que había que
eliminar. Debía desaparecer lo más pronto posible en la
república de los sueños liberales.
No obstante, un siglo después de la independencia, es
menester confirmar que ese proyecto asimilador y con
intenciones generosas aún estaba lejos de realizarse. La
enorme mayoría de la población no entendía el español
o lo hablaba muy mal, aún no sabía leer y escribir, y no
estaba más que parcialmente ligada al mercado. Asimis-
mo, la población india (puesto que es de ésta de la que
se trató primero), aunque guardó sus tierras y filiaciones
comunitarias o vivía como peones ligados a una hacien-
da, todavía no podía considerarse, desde el punto de vis-
ta liberal, que formara parte de la República. Apartados
del voto y de la elección a causa del analfabetismo,7 fal-
ta de propiedad privada o de “libertad”, seguía estando
subordinada, apartada de la familia política, fuera del
contrato social. Si bien existía el Estado, la nación aún es-
taba en vías de llegar a ser.

 131
Petrograbados “El Pelillal”, municipio de Ramos Arizpe, Coahuila /
3. LA FUSIÓN NACIONAL-POPULISTA
Foto de Jan Kuijt
Si nos desplazamos ahora hacia un tiempo mucho más
capaz de crear una comunidad de culturas fundada en el cercano, aquel del nacional-populismo —grosso modo las
uso de un mismo idioma por todos, así como en la en- décadas de 1930-1960—8 vemos que hubo apenas mayor
señanza de las Luces, de la Razón;5 en fin, favoreciendo cabida para el reconocimiento político de las poblacio-
el mestizaje biológico y cultural entre los distintos com- nes indígenas. Cuando comenzó esta época, tras la Gran
ponentes de la sociedad (una manera de barajar las car- Crisis, el reto del proyecto liberal era patente. Una pobla-
tas y de proteger en el futuro a una nueva comunidad de ción india numéricamente importante aún vivía alejada
sangre)… Es decir, este programa vasto y ambicioso, que de la “civilización”. Al parecer, quedaba todo por hacer.
requería tiempo, se enfrentó a las reacciones conserva- No obstante, esta vez podría pensarse que el proyecto
doras y, muy a menudo, a la hostilidad de los indígenas. de creación de naciones verdaderas, modernas e inde-
Vemos entonces cómo, en realidad, no había cabida ni pendientes, tales como las que se imaginaron durante el
futuro para la población indígena como tal en ese pro-
yecto nacional. Ésta, privada de toda historicidad, existía 7 El derecho al voto a los analfabetos no se acordó hasta 1979 en
Ecuador, y en 1988 en Brasil, cuando ambos países democratizaron
sus instituciones.
8 Si bien la crisis de 1929, así como los cambios económicos y políti-
5 Utilitarismo y positivismo harán buena mancuerna en los proyec- cos que provocó marcan clásicamente el principio del nacional-po-
tos de educación liberal. pulismo, el fin del modelo, en sus distintas variantes, es menos fácil
6 Hasta fecha muy reciente, en Brasil, Colombia y otras partes, los in- de fechar. Países como Perú, Ecuador o Panamá conocieron en la dé-
dios “no civilizados” estaban bajo la protección del Estado que los con- cada de los años setenta un nacional-populismo tardío, en tanto que
sideraba como “minusválidos”, y ejerció sobre ellos su tutela. desde 1964 Brasil entró en una dictadura (Touraine, 1988).
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siglo anterior, podría por fin realizarse y permitir la “pe- del problema indio.10 Antes que ellos Justo Sierra, funda-
ruanización” o “mexicanización”, es decir, la “nacionali- dor de la Universidad Nacional de México (ahora UNAM),
zación" definitiva de todos aquellos que vivieran en Perú respondiendo a través del tiempo a Simón Bolívar ya
o en México o en cualquier otra parte. Puesto que aho- decía: “Somos mexicanos porque no somos ni indios ni
ra ya no sería la vieja elite dominante, la oligarquía li- españoles” (Aguirre Beltrán, 1983), lo que significaba cla-
beral o conservadora, la que controlaría y orientaría el ramente que, a la inversa, un indio no podía ser reconoci-
proyecto nacional sino el Estado: un Estado “nuevo”,9 do como “mexicano” a menos que abandonara su idioma,
fuerte, modernizador, emprendedor, corporativista y au- se mestizara y aprendiera la nación en los pupitres de la
toritario; un Estado capaz de extender la educación en el escuela…
mundo rural, de proceder a una indispensable reforma Cabe destacar que en la década de los años sesenta la
agraria, de favorecer la migración hacia las ciudades, de izquierda latinoamericana, que denunciaba una nueva
desarrollar economías “hacia adentro” y de organizar el dependencia en América Latina, se adhirió ampliamen-
mundo del trabajo con sus nuevas filiaciones; un Estado te a este proyecto nacional (Gros, 1991; Le Bot, 1993): con
capaz de movilizar políticamente a las masas en torno a el advenimiento del socialismo, el fin de la “dependencia”
su jefe y a su partido, es decir, que podría hacer lo necesa- y de su corolario, el colonialismo interno; con “la demo-
rio para establecer la democracia que se quería “orgáni- cracia en México” u otra parte, los obstáculos estruc-
ca”, “real”, y volver a fundar la nación (Touraine, 1983). turales que mantenían a la población indígena en su
La política indigenista, sobre la cual el México de Cár- condición subordinada debían desaparecer y con ellos
denas ejerciera su liderazgo, tenía que organizarse duran- las formas de enajenación cultural que alimentaban su
te este periodo en torno a ese objetivo, y su propósito explotación. En esta nueva sociedad se creía que la po-
explícito, de una punta a la otra del continente, sería la blación de origen india podía, como proletariado desin-
132  asimilación definitiva de la población india: la transmu- dianizado, participar en términos de igualdad en el gran
tación del indio pobre en miembro con todos los dere- proyecto nacional de liberación social.11
chos de una comunidad nacional pensada explícitamente ¿Puede decirse hoy en día que, como en el caso ante-
como mestiza. Debidamente educado, dotado de tierras, rior, este proyecto asimilacionista de construcción de
o habiendo partido a emplearse en las ciudades, en el nación fue otro fracaso? La respuesta merece ser cuando
marco de una organización corporativista, el indio de- menos matizada. Si se analiza con objetividad lo que se
bería entonces abandonar su atraso cultural para trans- produjo durante estas décadas en un país como México,
formarse en campesino, obrero o empleado. Así, y sólo y en menor medida en otros como Perú, Bolivia, Ecua-
así, podría trabajar en la construcción nacional y partici- dor o Chile (para incluir países con fuerte población in-
par en su proyecto colectivo. dia), es cierto que fueron muchos, entre los miembros de
Inaugurado en México, retomado después con diver- las comunidades indígenas, los que tomaron la vía indi-
sos nombres, este modelo sirvió de referencia. Así, en cada por el poder. Durante esa época, en América Lati-
1952 en Bolivia tras la revolución y reforma agraria, Paz na, muchos se movilizaron y participaron en un proyecto
Estenssoro declaró que, en lo sucesivo, ya no habría de cambio social que les significó el fin de una discri-
indios en su país. Veinte años más tarde en Perú el gene- minación y la única posibilidad de participar en “la gran
ral Velasco hizo lo mismo: expropió las tierras de las
grandes haciendas y promulgó una ley de comunidades
10 Piensa realizar en el medio agrario el programa de Mariátegui, quien
campesinas que reorganizaba el mundo rural; decretó,
declaraba que la cuestión india se resolvería con la reforma agraria.
casi ciento cincuenta años después de San Martín, el fin San Martín, en 1821. En 1857, por decreto, los indios desaparecieron
de los textos en Ecuador (Guerrero, 97), y pasó lo mismo en México
en 1922.
9 Para retomar la expresión brasileña de Estado nuovo que se refiere 11 Es el caso especial de Guatemala; entre los movimientos de lucha
a la nueva era que se abre con el gobierno de G. Vargas. armada, tras la contrarrevolución que siguió a la caída de Arbenz.
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saberes y razones

sociedad”. En resumidas cuentas, millones de hombres y que desde su independencia no ha cesado de legislar en
mujeres optaron por el idioma español que se enseñaba en la materia.
las escuelas, en el campo se afiliaron a las organizaciones A la fecha, la mayoría de los países han reformado o
campesinas que no reivindicaban una identidad india, o adoptado nuevas constituciones y se reconocen como
se fueron a las ciudades con la esperanza de una vida di- naciones pluriétnicas y multiculturales. Iniciado en 1987
ferente dentro de una nueva comunidad mestiza. por una Nicaragua en guerra que institucionalizó su
Dicho esto, a finales del siglo XX los censos llevados a revolución y reconoció un estatuto de autonomía para
cabo en los distintos países de la región muestran que la población de la costa atlántica, el movimiento siguió
la población india nunca antes fue tan numerosa (Celade, en Brasil, que en 1988 concluyó la fase de “transición de-
1994).12 Entonces, no todos pudieron o quisieron asimi- mocrática” tras la caída de los militares. Tocó después a
larse. Y en adelante se perfiló un proceso diferente: hom- Colombia, que en 1991 adoptó una nueva carta magna
bres y mujeres (a veces eran ellos mismos, o con sus hijos), con la esperanza de así abrir un espacio democrático fa-
en número creciente, sin perder una ciudadanía recien- vorable a la solución de los conflictos que la afligían, y de
temente adquirida, reivindicaron en el campo e incluso México que reformó el artículo 4 de su Constitución
en las ciudades (Aravena, 2000)13 su filiación indígena (véase recuadro). En 1992, con el quinto centenario del
(como mapuches, aymarás, quichuas, mayas, mixtecos, “encuentro de dos mundos”, fecha muy simbólica que
etcétera); y otros, más numerosos todavía, que se habían movilizó a las organizaciones indígenas de un extremo a
quedado “encerrados” en una filiación comunitaria, o al otro del continente, Paraguay siguió el movimiento.
margen en lejanas regiones de refugio pretendieron en
lo sucesivo integrarse y tener acceso a una nueva ciudada-
nía mediante la promoción de su identidad particular. México
Entonces, el proyecto nacional-populista de integra- Reforma constitucional de 1992  133
ción nacional, vía el mestizaje cultural y la asimilación,
pareciera alejarse. Impugnado por un creciente número Artículo 4. La Nación mexicana tiene una compo-
de intelectuales, rechazado públicamente por las organi- sición pluricultural sustentada originalmente en
zaciones indígenas, el proyecto estaba además desapro- pueblos indígenas. La Ley protegerá y promoverá el
bado, en lo más alto, mediante un conjunto de reformas desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres,
constitucionales que hicieron referencia explícita al ca- recursos y formas específicas de organización social y
rácter pluriétnico y multicultural de la nación. garantizará a sus integrantes el efectivo acceso a la ju-
risdicción del Estado. En los juicios y procedimientos
agrarios en que aquellos sean parte, se tomarán en
4. REVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas en los tér-
minos que establezca la ley. El varón y la mujer son
¿En dónde, mejor que en una constitución, vemos per- iguales ante la ley. Ésta protegerá la organización y el
filarse el proyecto de nación que persigue y reivindica un desarrollo de la familia.
país? Sobre todo en una América Latina, émula de Seyes,

12
Después le tocó a Perú (1993), a Bolivia (1994) y a Ecua-
El enorme crecimiento demográfico que conocen los pueblos indí-
genas es responsable de este fenómeno. Compensó más que la pér- dor en 1998. En el año 2000 este proceso encontró su
dida debido a las migraciones hacia las ciudades o al extranjero. epílogo provisorio en Venezuela que, desde el preámbu-
13 Para la sorpresa general, en el censo de 1992 en Chile, 44 por cien-
to de las 928 000 personas que se identifican como mapuches vivían lo de su nueva Constitución, se reconoció en el proceso
en la capital. de formación de una nación bolivariana, pluriétnica y
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134  Hacha y flechas / Museo de Desierto, Saltillo; Foto de Jan Kuijt

multicultural.14 Entonces un vasto movimiento15 —a la América Latina en esta materia, que de los 14 países que
fecha, un total de 14 países están directamente implica- ratificaron la convención 169, diez son latinoamerica-
dos—que se reforzó con la ratificación de la convención nos.17 Observemos también que está en curso la redac-
169 de la OIT, “Convención relativa a los pueblos indíge- ción de un “Proyecto de declaración americana sobre los
nas y tribales”. Dicha convención, que constituye la pie- derechos de los pueblos indígenas”, en el marco de la OEA,
dra angular del derecho positivo internacional en materia convención que debe retomar, al reforzarlas, las disposi-
de derechos colectivos para los pueblos tribales e indí- ciones principales de la convención 169 (OEA, 99).
genas, rompió con el carácter asimilacionista propio de Esta redefinición de nación podría tener sólo un valor
la convención 107 que la precedió.16 Observemos, ya que simbólico —pero no olvidemos que la nación, como co-
esto es significante en la nueva orientación tomada por munidad “imaginada” (Anderson, 1983), se compone de
símbolos de este tipo—, si no se acompaña generalmente

14 Cf. supra; Venezuela, Preámbulo.


15 No obstante, señalemos dos excepciones notables, aunque de natu- 17 La OIT considera como “pueblos indígenas” a los que viven en paí-
raleza distinta: Chile, que a falta de poder modificar a la fecha una ses independientes y que son “descendientes de las poblaciones que
constitución redactada en la época de la dictadura militar, se conten- habitaban el país, o una región geográfica a la cual pertenece el país,
ta con una ley (la Ley núm. 19253 de 1993, llamada Ley Indígena) y en la época de la conquista o de la colonización o el establecimiento de
no ha ratificado la convención 169; y Guatemala, que después de los las fronteras actuales del Estado, y que cualquiera que sea su estatus
acuerdos firmados con la UNRG en marzo de 1995 ratificó la conven- jurídico, conservan sus instituciones sociales, económicas, culturales
ción 169 en 1996, pero en 1999 rechazó por referéndum su reconoci- y políticas propias o algunas de ellas” (art. 1). El mismo artículo agre-
miento formal como nación multiétnica. ga: “El sentimiento de pertenencia indígena o tribal debe considerarse
16 La convención 107 relativa a las poblaciones indígenas y tribales, como un criterio fundamental para determinar los grupos a los cua-
adoptada en 1957. les se aplican las disposiciones de la presente convención.”
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del reconocimiento de un conjunto de derechos colec- bicultural; reconocimiento a la validez jurídica y al ejer-
tivos para los pueblos indígenas. Citemos los más nota- cicio del derecho consuetudinario dentro de las comu-
bles: derechos territoriales sobre las tierras ancestrales; nidades (siempre y cuando no contradigan los derechos
reconocimiento a las comunidades como sujetos de dere- humanos); derechos particulares en materia de propie-
cho dotados de una personalidad jurídica; derecho a las dad intelectual, de riquezas naturales renovables y no re-
formas específicas de organización y de gobierno res- novables, etcétera.
petando las autoridades consuetudinarias; derechos cul- Ahora bien, admitamos aquí que no todo es igual y
turales que engloban el uso de una lengua nativa y el que si bien en algunos países estos nuevos derechos se
derecho a las formas específicas de educación bilingüe y pueden traducir de manera radical en hechos mediante

Ecuador, Constitución de 1998. Reconocimiento de los derechos colectivos

Art. 1: El Ecuador es un estado social de derecho, sobe- 6. Conservar y promover sus prácticas de manejo de la
rano, unitario, independiente, democrático, pluricul- biodiversidad y de su entorno natural.
tural y multiétnico. […] El Estado respeta y estimula el 7. Conservar y desarrollar sus formas tradicionales de
desarrollo de todas las lenguas de los ecuatorianos. El convivencia y organización social, de generación y
castellano es el idioma oficial. El quichua, el shuar y ejercicio de la autoridad.
los demás idiomas ancestrales son de uso oficial para los 8. A no ser desplazados, como pueblos, de sus tierras.
pueblos indígenas, en los términos que fija la ley. 9. A la propiedad intelectual colectiva de sus conoci-
mientos ancestrales; a su valoración, uso y desarro-
Art. 84: El Estado reconocerá y garantizará a los pue- llo conforme a la ley.
blos indígenas, de conformidad con esta Constitución 10. Mantener, desarrollar y administrar su patrimonio  135
y la ley, el respeto al orden público y a los derechos hu- cultural e histórico.
manos, los siguientes derechos colectivos: 11. Acceder a una educación de calidad. Contar con el
sistema de educación intercultural bilingüe.
1. Mantener, desarrollar y fortalecer su identidad y tra- 12. A sus sistemas, conocimientos y prácticas de medi-
diciones en lo espiritual, cultural, lingüístico, social, cina tradicional, incluido el derecho a la protección
político y económico. de los lugares rituales y sagrados, plantas, animales,
2. Conservar la propiedad imprescriptible de las tierras minerales y ecosistemas de interés vital desde el pun-
comunitarias, que serán inalienables, inembargables to de vista de aquella.
e indivisibles, salvo la facultad del Estado para decla- 13. Formular prioridades en planes y proyectos para el
rar su utilidad pública. Estas tierras estarán exentas desarrollo y mejoramiento de sus condiciones eco-
del pago del impuesto predial. nómicas y sociales; y a un adecuado financiamien-
3. Mantener la posesión ancestral de las tierras comu- to del Estado.
nitarias y a obtener su adjudicación gratuita, confor- 14. Participar, mediante representantes, en los organis-
me a la ley. mos oficiales que determine la ley.
4. Participar en el uso, usufructo, administración y con- 15. Usar símbolos y emblemas que los identifiquen.
servación de los recursos naturales renovables que
se hallen en sus tierras. Art. 85: El Estado reconocerá y garantizará a los pue-
5. Ser consultados sobre planes y programas de pros- blos negros o afroecuatorianos, los derechos determi-
pección y explotación de recursos no renovables que nados en el artículo anterior, en todo aquello que les
se hallen en sus tierras. sea aplicable.
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políticas ad hoc, en otros tantos apenas se llega más allá otra parte, el mundo indígena mismo ha cambiado pro-
que reconocer los grandes ideales. Pero, para quedarse fundamente y nos equivocaríamos al pensar que el re-
precisamente en el campo de los grandes ideales, resulta conocimiento de los derechos colectivos equivale a una
evidente que con el reconocimiento de los derechos cul- tentativa de restauración pura y simple de la comunidad
turales para los pueblos indígenas, nos encontramos indígena. No obstante, en lo sucesivo la nación debía
ante un esquema holístico que da la espalda a lo que es- tener en cuenta su historia compartida y la presencia en
taba en el centro del proyecto liberal y después en el na- su territorio de los indígenas (y afroamericanos), supues-
cional-populista, y parece renovarse con las políticas de tos descendientes de los primeros habitantes del lugar y
protección y de los fueros el antiguo régimen. Primero, poseedores por ende de derechos particulares. Indígenas
por la idea misma de los derechos colectivos, ya que el que ya no tenían más por destino el mestizaje y la asim-
cuadro liberal no quería hablar más que en términos de ilación, y que el Estado debía promover, al contrario, en
derechos individuales. Después, y más concretamente su especificidad y en sus derechos. Así, la Constitución
aún, la cuestión central de la comunidad indígena como colombiana adoptada en 1991 declara: “La cultura en sus
forma válida de organización social y filiación personal: diversas manifestaciones es fundamento de la nacionali-
una (neo)comunidad, que se territorializó otra vez, dis- dad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas
ponía de una autonomía relativa reconocida en domi- las que conviven en el país” (artículo 70).
nios importantes y vio sus tierras salir del mercado En este nuevo orden constitucional, el individualismo
(por lo general las tierras indígenas se reconocen como liberal y el comunitarismo deben hacer una buena man-
inalienables e imprescriptibles).18 Una comunidad en la cuerna y conjugar el universalismo de las luces con la
cual los miembros, sometidos al imperio renovado de aceptación de los particularismos de la identidad. Sin
la costumbre, dependía de las autoridades “tradiciona- lugar a duda, en este fin de siglo Latinoamérica ha entra-
136  les”. Ruptura en fin si consideramos también la cuestión do en una nueva fase de su historia.
lingüística y educativa, en la cual hemos visto la posi-
ción clave que ocupaba en el proyecto nacional: debía per-
mitir el mestizaje cultural y favorecer la creación de una 5. NUEVA COYUNTURA
identidad nacional. Ahora bien, en lo sucesivo, se preten-
de defender el uso de las lenguas indígenas y se admite Quisiera subrayar aquí cómo esta redefinición de la na-
la legitimidad de una educación diferente dentro del sis- ción se inserta en una nueva coyuntura que, iniciada en
tema escolar según su pertenencia étnica. la década de los años ochenta tomó toda su fuerza en la
Ciertamente, en ninguna parte se plantea que la po- década de los años noventa,19 viene a definir un contexto
blación indígena no dispone también y, en primer lugar, general favorable a la movilización india y propicia para
de los derechos individuales, y las nuevas constituciones la redacción de nuevas constituciones.
pretendían todavía, tal como las anteriores, instaurar La aceleración del proceso de globalización, la adhe-
naciones igualitarias compuestas de ciudadanos que dis- sión a los principios neoliberales, y el imperativo demo-
pusieran de los mismos derechos civiles y políticos. Por crático son los vectores principales.

a) El proceso de globalización no es nuevo: no ha cesa-


18 En países como Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú, después do desde la invención del capitalismo y su lógica de
de la demarcación de las tierras indígenas, millones de hectáreas se
vuelven en lo sucesivo inalienables. Pero en otros, el reconocimiento
de los derechos colectivos para las poblaciones indígenas se acompa- 19 Un giro simbólico se marca en 1992, el quinto centenario del des-
ña de disposiciones que abren una brecha en el carácter inalienable cubrimiento del Nuevo Mundo y el otorgamiento del Premio Nobel
de las tierras comunitarias: la reforma al artículo 27 en México, que a Rigoberta Menchú, india maya de Guatemala, eventos simbólicos
autoriza con condiciones el desmembramiento de los ejidos; la Ley que poco tiempo después provocan que la ONU decrete la década de
24656 de Perú, que hace lo mismo para las comunidades campesinas. las poblaciones indígenas.
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reproducción ampliada. Sin embargo, en este fin de si- constituye una potente ruptura con la antigua doctrina
glo entramos incuestionablemente en una nueva fase del Estado fuerte e independiente que estaba al centro del
marcada por el libre comercio entre los Estados, la cir- proyecto nacional-populista. En esta nueva situación, el
culación acelerada del capital financiero, la difusión pla- Estado, como dice Bell, es demasiado fuerte para las co-
netaria de la información, la extensión de los derechos sas pequeñas y demasiado chico para las grandes, y esta
humanos como imperativo universal, la conciencia de la crisis que lo atraviesa repercute en el proyecto nacional
ecología como problema “global”, todo esto yendo con en sí. En lo sucesivo hay que repensar el Estado-nación en
una drástica reducción de la ecuación tiempo-espacio sus funciones tradicionales: el Estado soberano,“espacio
en lo que, de manera sugerente, hemos denominado la de protección” (Elias, 1991) y de control; la Nación como
“aldea planetaria”. identidad cultural. Si bien el Estado no desaparece ni
Entendemos cómo cada uno de estos temas afecta la mucho menos, a causa de ello tiene que revisar su ambi-
concepción que teníamos de la nación soberana y puede ción a la baja, repensar sus formas de intervención, su
enlazarse también con la nueva orientación que toma la anhelo de regular todo, de organizar a la sociedad en tor-
“cuestión indígena” que se encuentra por sí misma “glo- no a su sola voluntad. Confrontado, desde la década de
balizada”, en el sentido de que escapa a las definiciones los años ochenta, con la difícil situación económica en la
simples y a las políticas locales y está dotada de una visi- cual se encuentra sumida toda la región, abrió su eco-
bilidad excepcional a nivel internacional. Al filo de los nomía y ejerció políticas de ajuste estructural y de pri-
años, los pueblos indígenas se han vuelto sujeto de dere- vatización de los servicios públicos, lo que se tradujo en
cho positivo internacional, y han adquirido, a los ojos de una disminución drástica de los presupuestos sociales a
una parte de la opinión pública occidental, un fuerte la vez que asistió a una explosión de las desigualdades
capital simbólico (Albert, 1997; Gros, 1999; Wade, 1999). sociales y a un empobrecimiento considerable de una
Ecológicamente correctos, defensores de la Tierra-ma- parte importante de la población, sobre todo en el cam-  137
dre frente a un capitalismo altamente predador, practi- po. A esto se agregó el declive del modelo corporativista
carían una democracia real dentro de sus comunidades de gestión social y la corrupción invasora, y ambos de-
y defenderían el derecho a la diversidad cultural, se opon- bilitaron su legitimidad.
drían por su presencia y sus reivindicaciones al proceso No se trata de desarrollar aquí los efectos del neolibe-
de homogeneización impuesto del exterior. De allí esta ralismo dominante y de la mundialización en el conjunto
paradoja: si la globalización “desde la cumbre” parece de las formas organizacionales que estructuran el campo
inducir múltiples efectos contrarios a los intereses de las social. No obstante, sin duda la brutal apertura económi-
poblaciones indígenas, poniendo en juego su superviven- ca, los ajustes políticos, la crítica al corporativismo sindi-
cia en tanto que son entidades diferentes, y por ende pue- cal y la crisis de los actores de clase, aunados al creciente
de explicar parcialmente su movilización, les da también repliegue del Estado protector provocaron en la región
“desde la base” nuevos instrumentos que les permiten lo que Zermeño llama un “gran desorden” (Zermeño,
afirmar su existencia y encontrar aliados. Así, el Estado- 1996), así como la necesidad de una recomposición del
nación entendido en su concepto tradicional es criticado tejido social. Entonces proponemos que es posible enten-
desde el exterior por las grandes transformaciones ligadas der el proceso de cambio que toca a las comunidades in-
a la mundialización y desde el interior por el aumento de dígenas como parte de esta dinámica y de estos patrones.
los movimientos étnicos. Hipótesis que, con las reivindicaciones de identidad que
preceden o acompañan al neoliberalismo del Estado nos
b) El neoliberalismo, por su parte, no debe confundirse encontramos, por una parte, ante actitudes defensivas
con el proceso anterior aunque, como resulta evidente, de cara a una crisis que pega con potencia al mundo indí-
se presentan juntos y como respuesta a su aparente nece- gena, pero también, y más fuerte aún, ante una necesi-
sidad. El hecho es que la adopción del credo neoliberal dad interna de cambio y de una voluntad de apertura,
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de integración y de modernización por vías nuevas: so- ahora existen nuevos espacios locales y regionales que
bre todo la construcción de una etnicidad moderna y anteriormente escapaban al debate democrático. Estos
potentemente instrumentada. espacios son accesibles a las poblaciones locales a raíz de
Sin un gran proyecto nacional capaz de aglutinar a las las reformas introducidas en la organización político-ad-
masas, el Estado neoliberal enfrentó, de su parte, un gra- ministrativa (elecciones de gobernadores de provincia o
ve problema de gobernabilidad. Para mantenerse y actuar, de departamento, elecciones de presidentes municipales,
dentro de un contexto democrático (véase arriba), tuvo elecciones de autoridades a nivel infra-municipal —pa-
que modificar sus formas de intervención, su articu- rroquia, comunidad indígena, ejido, etcétera). Y esta aper-
lación con la sociedad. Las políticas de descentralización tura democrática se combinó con una descentralización
político-administrativas, establecidas por los gobiernos de las competencias y los recursos en su dirección. Obser-
latinoamericanos durante estos últimos años con el apo- vemos que esta extensión del sufragio y de las elecciones
yo de los grandes organismos internacionales, constitu- a los espacios que les eran prohibidos tiene una relación
yen otras tantas reformas que deben entenderse en este estrecha con la doble cuestión de la legitimidad y de la
nuevo contexto, y va de sí la definición de una nueva “gobernabilidad” planteada por la puesta en práctica de
política indigenista con la cual, como se verá más ade- las políticas liberales. Coherente con el proceso de descen-
lante, están relacionadas. tralización emprendido (transferencia de los poderes de
decisión a las bases), se reforzó y propuso refundar la le-
c) Esto nos lleva al tercer punto: el proceso de democrati- gitimidad del poder, introduciendo los principios de una
zación. Durante la década de los años ochenta, América “democracia participativa”. En las regiones indias se in-
Latina conoció una ola de democratización que, ini- vitó a la población a ejercer sus derechos ciudadanos y,
ciada antes de la caída del muro de Berlín, puso fin a un por elección, a participar del poder.
138  periodo de regímenes autoritarios represivos que en nu- Globalización, neoliberalismo y democratización, estos
merosos países cerraron por sí mismos el periodo na- tres argumentos nodales combinan así sus efectos para
cional-populista.20 Sin embargo, esta democratización desestabilizar el modelo populista y autoritario de la na-
no puede entenderse como un simple retorno a una nor- ción que dominó hasta ahora, y favorecer la crítica de la
malidad anterior. Se trata, como apuntan ciertos auto- identidad en el aumento de las reivindicaciones étnicas.
res, de una “reinvención de la democracia”, el encuentro
de vastos sectores de la sociedad antes movilizados por
el populismo o partícipes de la izquierda radical en los 6. EL NACIMIENTO DE UN ACTOR INDÍGENA
principios de la democracia liberal representativa. Una
democracia, que supone el reconocimiento de los dere- En varios ensayos (Gros, 1997, 1999) he intentado dar
chos individuales (los derechos humanos), debe contar cuenta de la lógica a la cual obedece la creciente movi-
con la opinión pública, debe aceptar la existencia de una lización política en torno a una identidad india, lo que
sociedad civil (es decir, sobre todo de los actores orga- llamo la “etnicidad”. Cómo, en la década de los años se-
nizados fuera del control del Estado corporativista) y tenta, las comunidades en crisis pero paulatinamente li-
alimentarse de la presencia de nuevos movimientos so- beradas de las antiguas formas de dominación simbólica
ciales (Eckstein, 1989; Escobar, 1992; Offe, 1985), movi- tuvieron que, frente a un Estado desprovisto de un pro-
mientos entre los cuales encontraremos bien ubicado yecto coherente y creíble, definir poco a poco un nuevo
al movimiento indígena. En la mayoría de los países proyecto con la sociedad nacional. Cómo, con el desa-
rrollo de la educación, la crisis de las haciendas, la aper-
tura al mercado, las experiencias más o menos logradas
20 Iniciado en Brasil, se remata actualmente con la transición demo- de las reformas agrarias, el cambio de postura de la Igle-
crática en México. sia católica y de la teología de la liberación, la creciente
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campesinas de las montañas que hasta entonces estaban


organizadas en el marco de un sindicalismo campesino
de tipo clasista (Santana, 1992). El movimiento indígena
en Ecuador fue el primero (y por mucho tiempo el úni-
co) en reivindicar, a través de los grupos étnicos que lo
conformaban, el estatus de “nacionalidad” y de “pueblo”,
traduciendo por ello la voluntad explícita de redefinir la
nación dentro de sus fronteras territoriales, para hacer
una “nación de naciones”. Su fuerza residía, por añadidu-
ra, en su capacidad de poner en práctica una eficaz red
de alianzas con otros sectores organizados del país, alian-
zas que se manifestaban en el curso de los grandes le-
vantamientos indígenas que en varias ocasiones hicieron
vacilar al poder (Karakras A., 1998). La Constitución de
1998, sobre la cual imprimió su marca, constituye un
paso significativo en dirección de un reconocimiento ins-
titucional de la diversidad cultural; y su participación en
el golpe de estado frustrado de enero del 2000 indica, pa-
ra quien lo duda, que en lo sucesivo la cuestión indígena
se halla en el centro de la política ecuatoriana. Pero, si
Ecuador fue el primero en construir un actor étnico y que-
darse a la vanguardia del movimiento, no fue el único.  139
Bolso / Museo de Desierto; Foto Jan Kuijt Colombia, desde 1971, vio aparecer en su montañas a
un Consejo Indígena (Gros, 1991, 1996)21 que luchaba
presencia de nuevos actores nacionales e internacionales por recuperar sus tierras comunitarias; estableció sus pro-
(ONGs de desarrollo, de derechos humanos, ecologistas, pias escuelas y, poco a poco, fue imitado por los distintos
etcétera), se formó un nueva elite indígena que, con sus grupos étnicos que se encontraban esparcidos por todo
asesores (antropólogos, juristas, técnicos de desarrollo), el territorio nacional. Aunque débil por su número (alre-
estableció un nuevo tipo de organización indígena, su- dedor del 2 por ciento de la población), en un país con
pracomunitario, y construyó un nuevo discurso. un profundo mestizaje, no por ello el movimiento indio
Este movimiento inició en las regiones amazónicas colombiano pesa significativamente menos en la vida po-
de Ecuador, en donde a partir de mediados de la década de lítica nacional. En 1991, fueron estos dos componentes
los años sesenta la población shuar confrontada con el indígenas, debidamente electos al sufragio universal, los
empuje de la colonización estableció, con la ayuda de los que lucharon por el reconocimiento del carácter pluri-
salesianos, una organización social totalmente nueva y étnico del país y la adopción de los derechos colectivos
destinada a permitir el control de su territorio y su su- para su población india (y afrocolombiana).
pervivencia económica articulada con el mercado na- En Bolivia, desde la revolución de 1952, dos actores es-
cional. Su punta de lanza fue un programa de educación tructuraron el debate social: los mineros del estaño, fuer-
bilingüe orientado hacia la formación de una nueva temente organizados en el marco del sindicalismo que
elite indígena capaz de manejar las relaciones de su gru- tomó su fuerza del control ejercido sobre la primera
po con la comunidad nacional. Desde las tierras bajas,
el movimiento indígena se extendió paulatinamente al
resto del país, sobre todo entre las poblaciones indias 21 El Consejo Regional Indígena de Cauca (CRIC).
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Hacienda / Fondo Azocena

riqueza nacional, y los campesinos quichua y aymará todo quichua y aymará) las cuales, a raíz de esto, perdieron
surgidos de la reforma agraria. Esta estructura fue en- de manera oficial su calidad de indígenas. Paralelamen-
causada por la crisis minera y un aumento de reivindi- te, se tomó la iniciativa de reconocer una territorialidad
caciones étnicas en el movimiento campesino, que des- india para los grupos étnicos que vivían en las tierras ba-
140  de entonces rompió con el poder. Si bien, hoy en día, el jas, grupos que se reorganizaron sobre la base comuni-
katarismo, que fue la expresión más organizada, ya no es taria mediante la Ley de las comunidades nativas (1978),
lo que era, la “etnización” de las demandas campesinas destinada especialmente a ellos. Este dispositivo jurídico
se mantiene (Le Bot, 1993; Stöebele-Gregor, 1994). En la particular vino a ratificar la separación histórica que exis-
década de los años noventa, la reivindicación de identi- te entre las poblaciones andinas “campesinas” y las “na-
dad se sustituyó en parte por la organización, sobre una tivas” de la selva, separación que se confirma, desde la
base claramente étnica, de las poblaciones indias que década de los años ochenta, cuando en las tierras bajas
vivían en las tierras bajas o selvas tropicales. La elección aparecieron las primeras organizaciones indias que rei-
por primera vez en este país (en 1994) de un vicepresi- vindicaban su carácter étnico. Contrario a los casos an-
dente aymará proveniente del katarismo se acompañó de teriores, la unión no se hizo con las comunidades indias
la promulgación de una nueva Constitución. Con ella, campesinas que seguían organizadas alrededor del sin-
un gobierno que dirigía una política neoliberal empren- dicalismo y que no daba cabida a tal etnicidad. Si bien la
dió paralelamente el reconocimiento de los derechos co- Constitución de 1993 reconoció en lo sucesivo el carácter
lectivos indígenas (Albó, 1994; De Gregori C. I., 1999). pluriétnico y multicultural del país, mantuvo la separa-
El caso de Perú, muy cercano, es marcadamente dis- ción entre las comunidades campesinas y nativas. Hoy en
tinto. En la década de los años setenta fue el Estado día apenas se esboza un movimiento de acercamiento
velasquista el que tomó la iniciativa de una profunda re- entre las organizaciones étnicas o nativas y las organiza-
forma de los ámbitos del campo y la selva. Tanto en los ciones campesinas, acercamiento que tiene lugar en un
Andes como en la costa se procedió a una reforma agra- contexto político hostil a las reivindicaciones indígenas
ria radical y se promulgó la Ley de comunidades campe- y cuando, de hecho, las organizaciones campesinas salie-
sinas (1974) que proporcionaba el marco institucional ron arruinadas de la guerra librada por Sendero Lumi-
para la organización de las poblaciones de la Sierra (sobre noso (De Gregori, 1999).
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Estos cuatro ejemplos muestran la diversidad de situa- dimensión india. Pero su eficacia en la opinión se debió
ciones que prevalecen en la región, pero también indican también al hecho de que se asoció con las reivindica-
que la aparición de nuevas organizaciones que agrupan ciones culturales indígenas, con una lucha por la demo-
a las poblaciones indígenas con una base étnica no es un cratización de México y con la crítica de las políticas
caso particular de un solo país. Asimismo, muestran que neoliberales introducidas por Salinas, que se embarcó
en todas partes la creación de un “actor” indígena ante- en un tratado de libre comercio con sus poderosos ve-
cede a la adopción de reformas constitucionales. cinos del norte.
Falta lugar para estudiar las distintas variantes de este
fenómeno en Chile, Centroamérica, México y otras par-
tes. Digamos simplemente que este actor indígena puede 7. ¿NUEVO INDIGENISMO?
considerarse como “nuevo” en tanto se conformaba
de grupos que se aglutinaron sobre la base de una iden- La efervescencia del mundo indígena, de amplitud desi-
tidad étnica (una comunidad de cultura simbolizada a gual pero real, antecede por lo general a la adopción
menudo por una comunidad de lengua), y genérica (la de nuevas constituciones y al reconocimiento de los de-
gran comunidad “imaginada” de los pueblos indígenas) rechos colectivos. Sin embargo, no podría explicar to-
que iba mucho más allá de la comunidad local a la cual se talmente el nuevo curso dado al indigenismo con la
limitaba hasta entonces, en la mayoría de los casos, el sen- conclusión oficial de su proyecto asimilacionista. El neo-
timiento de pertenencia comunitaria. Y también es nuevo indigenismo y el movimiento indígena participan de una
por la naturaleza de sus demandas económicas, sociales, misma coyuntura para la cual he señalado con anterio-
culturales, así como en lo que interviene y se proyecta en ridad los principales argumentos nodales. Por ende, entre
un universo político que ya no es estrechamente locali- el movimiento indígena y las políticas públicas se orga-
zado sino que es nacional, entiéndase transnacional. niza una dialéctica que contribuye fuertemente a deter-  141
Agreguemos que la construcción de este nuevo actor minar la orientación tomada por la cuestión étnica en su
tiene lugar sobre la base de una instrumentalización y de conjunto. El Estado, confrontado con un aumento de
una polarización de identidad que es, además, muy sig- demandas étnicas, establece una política específica y, a
nificante en la época actual. Participa en el cuestiona- su vez, su respuesta se orienta hacia las demandas que
miento del Estado-nación que debe reconocer la diver- le hacen…
sidad cultural y la historicidad de las poblaciones indias; Aquí propongo la tesis de que el neoindigenismo se
también se encuentra unida a la “invención de la demo- presenta como una política sectorial que debe favorecer
cracia” puesto que, sacando partido del espacio político la puesta en marcha de una política neoliberal a nivel
recién abierto, pretende añadir el hacerse cargo de los nacional, conciliándola con los imperativos generales de
derechos colectivos específicos y pone en duda más am- gobernabilidad y legitimidad que son las suyas en esta
pliamente el funcionamiento de la democracia y sus for- época de democratización.
mas de representación (Gossiaux, 1997; Gudieri, 1988; Tomemos como ejemplo las políticas de descentrali-
Scherzer, 1991). Además, las demandas indígenas están a zación y de democracia participativa. Señalaré el lugar
tono con el proceso de globalización y, por ende, se en- que les corresponde hoy en día dentro de las políticas
cuentran eficazmente relevadas y/o en parte inducidas públicas y sugeriré que el neoindigenismo podría ser una
por los grupos de presión nacionales e internacionales de las variantes. Me explico. La descentralización quiere
que con frecuencia las asocian a la lucha que ellos llevan romper con el fuerte centralismo y autoritarismo pro-
contra el neoliberalismo y la mundialización. El caso de pios de la época anterior y acercar el poder a los ciuda-
Chiapas es ejemplar en esto. El impacto nacional de la danos. Para hacerlo, propone transferir las iniciativas y
revuelta zapatista le debe muchísimo a su utilización las responsabilidades a nivel regional y local (regiones,
de los medios y a la simpatía que suscitó debido a su municipios, comunidades). La idea es que el Estado no
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puede hacerlo todo, que el modelo de gestión vertical y Constitución de Colombia


corporativista ya pasó, y que los países democráticos de-
ben reconocer la diversidad de las demandas y de las Art. 1: Colombia es un Estado social de derecho, organi-
situaciones, así como la capacidad de los “actores” loca- zado en forma de República unitaria, descentralizada,
con autonomía de sus entidades territoriales, democráti-
les para dirigir su destino. Hoy en día, pocos países se ca, participativa y pluralista, etcétera.
escapan de esta nueva situación que supone una profun-
da reorganización político-administrativa, aun cuando Art. 7: El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y
la descentralización es objeto de un cierto número de crí- cultural de la Nación colombiana.
ticas por parte de aquellos que temen un desmembra-
miento del Estado y un mal empleo del poder local.22
Sin embargo, al examinar más de cerca, la descentrali- Al aceptar paulatinamente la existencia jurídica de una
zación “participativa” comparte elementos con el neoin- territorialidad indígena asociada con una forma especial
digenismo. Puesto que, si de ahora en adelante conviene de autoridad y con unos derechos específicos sobre los re-
aceptar la diversidad de las situaciones y permitir a las cursos naturales; al reconocer el derecho al uso de las
organizaciones territoriales de base a automanejarse en lenguas indígenas y a una educación bilingüe y bicultu-
diversos dominios, por qué no reconocer esta posibi- ral; y al permitir el ejercicio del derecho consuetudinario
lidad a las comunidades particulares que son comunida- en el ámbito de las comunidades, etcétera —es decir, re-
des indígenas y dejarles la posibilidad de organizarse en conociendo una serie de derechos colectivos asociados a
función de su propia “cultura”. No es casual que, en las una cierta forma de autonomía—, el Estado traza las lí-
nuevas constituciones, el reconocimiento de los derechos neas de una política indigenista. Ésta ratifica la presen-
colectivos para las poblaciones indígenas generalmente cia de los grupos étnicos en su territorio, y transfiere en
142  se acompaña de una reorganización político-adminis- su dirección una parte de las competencias y atributos
trativa favorable a la descentralización. Numerosos son que antes eran de su estricto monopolio. Practica una
los países que en un mismo impulso se declaran en lo su- política que se emparenta con una forma de gobierno
cesivo como formando repúblicas descentralizadas, plu- indirecto; política que, vista desde cierto ángulo, es co-
riétnicas y multiculturales. herente con su nueva filosofía de descentralización y de-
mocracia participativa. Colombia, Ecuador y Bolivia
Constitución de Venezulela ilustran bien, cada uno a su manera, esta nueva orien-
Preámbulo tación. Colombia, que hizo del resguardo23 la base de su
organización político-administrativa descentralizada en
El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes crea- las regiones indias, reconoció una real autonomía y res-
dores e invocando la protección de Dios, el ejemplo his- ponsabilidad en numerosos ámbitos (tierras, elección de
tórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo autoridades, derechos consuetudinarios, educación, pro-
y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los gramas de desarrollo, etcétera) y transfirió recursos
precursores y forjadores de una patria libre y soberana;
con el fin supremo de refundar la República para estable-
cer una sociedad democrática, participativa y protagóni-
ca, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, autores (Padilla, 1995; Gros, 1996) proponen que, encubierta como au-
federal y descentralizado, etcétera. tonomía y de una transferencia de competencias, la descentraliza-
ción en las tierras indias constituye el caballo de Troya por medio del
cual el Estado se impone en el centro de los espacios que ha remode-
lado. Recordemos que durante la Colonia la comunidad india, que
22 De hecho, la descentralización no significa necesariamente menos gozaba de una autonomía relativa real, fue construida en torno a las
Estados, pero sí una manera diferente para que éste exista. Su propósi- exigencias de la Corona y para el buen funcionamiento de su imperio.
to es traer el Estado a la base ya que las comunidades deben apropiarse 23 El resguardo es reconocido en la Constitución de 1991 como parte
e interiorizar buena parte de sus lógicas. Lo que explica por qué ciertos de una entidad político-administrativa.
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públicos. Bolivia apostó a que las poblaciones indígenas gran diversidad de grupos a veces muy alejados ya sea
se acogeieran a la Ley de participación popular (1994) desde el punto de vista de su historia, su estructura social,
para revitalizar su tejido comunitario (las organizacio- su economía y forma de articulación con la sociedad
nes territoriales de bases —OTB— fueron dotadas de una nacional o de sus problemas (en Colombia se censaron
personalidad jurídica y podían reunir a toda la pobla- por lo menos 84 grupos étnicos distintos, y en Brasil se
ción urbana o rural en un territorio determinado, te- cuentan más de 120). Al referirse a los pueblos indígenas
nían asimismo competencias reconocidas en materia de como si se tratara de un “todo” claramente diferenciado
educación, salud, medio ambiente, desarrollo, etcétera). de los otros (los no indígenas), y haciendo de ellos una
Ecuador introdujo en su última Constitución (art. 228) categoría común de derecho positivo y debidos a una mis-
la posibilidad para las poblaciones indígenas de formar ma política, el Estado traza, y por lo mismo establece y
“circunscripciones territoriales indígenas”, entidades po- reconoce la presencia de una frontera objetiva y común
lítico-administrativas organizadas en una base consue- que atraviesa la sociedad. Cualquiera que sea la segmen-
tudinaria y disponiendo poco o mucho de los mismos tación y separación actual de las comunidades indígenas,
medios y atribuciones que un municipio.24 Sin embargo, poco a poco esta frontera se volverá parte de la nueva
estos países no son los únicos en el proceso de hacer en- realidad jurídica y política que viven y comparten los
trar su política indigenista en las lógicas de la descentrali- distintos grupos que la afrontan o que son objeto de su
zación participativa. En México, país de fuerte tradición política. La comunidad así “inventada”, regulada y ratifi-
centralista, el estado de Oaxaca se dotó de una Constitu- cada por el Estado tiene más posibilidades de ser de aho-
ción que reconoce ampliamente su carácter pluriétnico ra en adelante “imaginada” por los interesados.
y multicultural, e introdujo la posibilidad de que sus mu-
nicipios se organizaran políticamente en una forma con- El Estado interviene también a nivel intermediario: el de
suetudinaria. las identidades pancomunitarias. Poniendo en práctica,  143
con la participación activa de “expertos” (arqueólogos,
historiadores, antropólogos y sociólogos), el nuevo para-
8. ¿HACIA LA CONFORMACIÓN DE NUEVAS digma de la pluriculturalidad, detecta, reconoce y contri-
FRONTERAS ÉTNICAS? buye así a la creación (que puede ser una recreación) de
los grupos étnicos diferenciados que deben compartir
He señalado que las nuevas organizaciones intervienen una misma cultura (objetivamente identificable), grupos
a un nivel supralocal —regional, étnico o nacional—, que en lo sucesivo pueden existir como entidades supra-
creando así nuevas solidaridades y alianzas. Pero el Es- comunitarias. Así, el Estado anticipa, acompaña o reúne
tado, mediante su neoindigenismo, puede también con- y, en todo caso, ratifica las lógicas que se desarrollan al
tribuir en mucho a ratificar y a organizar la presencia en interior de las organizaciones indígenas que hicieron de
su territorio nacional de nuevas delimitaciones. Su ac- su etnia la base de su intervención y representación.25
ción se manifiesta a distintos niveles:
Y, por último (pero no por ello menos importante), el
El Estado interviene a nivel de la conformación de una Estado interviene también en lo que aún constituye el es-
identidad genérica, panétnica, en la medida misma o, pacio social primordial del mundo indígena en América
por razones prácticas, debe legislar e intervenir como si Latina: la comunidad local. A ésta, que con mucha fre-
existiese una sola “comunidad” indígena a nivel nacional cuencia atraviesa una fuerte crisis, se dirigirá en el mar-
(como corporate body); aunque en realidad existe una co de una política ad hoc, que descansa en el postulado

24 La ley de aplicación falta por definirse. 25 Para un mejor ejemplo de este fenómeno, véase A. Hemond, 1998.
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de que se trata de una población que merece un trata- particular debía ser distinto de sus vecinos del norte y
miento especial debido a su naturaleza indígena (es de- del sur. Y era lo mismo en cada país. ¿Qué queda aho-
cir, étnica) y de sus derechos relacionados. ra de la nación si sus fronteras pacientemente construi-
das desaparecen al provecho de una cultura planetaria
¿Significa que en el nuevo orden que se perfila vemos donde vemos demasiado claramente al sur del río Bravo
aparecer una nueva sociedad de castas? El peligro del en- quién manipula y recoge las ventajas? Pero, ¿qué queda
cierro en un orden comunitario es real, pero las fronte- también de la nación, si en su seno se construyen grupos
ras étnicas que se dibujan tienen lugar en el marco de las que afirman su otredad cultural y reivindican un desti-
sociedades abiertas, y éstas son por lo menos porosas. Y no separado?
las políticas de identidad no son las únicas en juego ya A este respecto conocemos bien el poder destructor
que nunca antes, pareciera, las hibridaciones y mestiza- de los etnonacionalismos en los espacios políticos orga-
jes fueron tan fuertes en la región. nizados sobre un principio igualitario. Ted Gurr (1993)
dice que no prosperan con sus inclinaciones fatales salvo
cuando los grupos, con o sin razón, piensan que dicha
9. DE LA NACIÓN MESTIZA A LA NACIÓN igualdad de principio esconde de hecho una desigual-
PLURAL dad de trato (individuous distinction), y la dominación
ejercida sobre ellos por aquellos que identifican con la
En este texto hemos examinado a grandes rasgos cómo cultura dominante. Ésta fue la razón de numerosos na-
se pasó recientemente del proyecto de una nación homo- cionalismos que vinieron a criticar severamente a los
génea, y por ende mestiza, al de una nación que fuera el antiguos imperios y es el de los etnonacionalismos que
lugar común de los grupos que se distinguen por sus di- impugnan a varios Estados-nación hoy en día. ¿Se en-
144  ferencias étnicas y culturales. Sin embargo, este recono- cuentra allí América Latina? ¿Constituyen sus reformas
cimiento de identidades múltiples se hace cuando, por constitucionales un esfuerzo desesperado para que la
distintas razones, y como nunca antes, los contactos de situación de una población indígena, ignorada largo
todo tipo han sido tan intensos y favorables a las trans- tiempo en sus derechos ciudadanos y marginada del cre-
formaciones, préstamos, adaptaciones entre países y en cimiento y del progreso, no desemboque en una violencia
su seno, aparentemente disolviendo las identidades parti- que sería fatal? Algunos lo creen y temen que sea dema-
culares. De allí resulta, hoy en día, la presencia recurren- siado tarde. Otros piensan que, con el pretexto de recono-
te de dos grandes discursos al parecer irreconciliables: cer una especificidad cultural y una autonomía relativa,
uno se complace en revelar la fuerza desigual de los mes- de hecho, se busca organizar un desarrollo separado que
tizajes y los procesos de hibridación; el otro insiste en las permita alcanzar una sociedad a dos velocidades dispa-
especificidades culturales y la fuerza de sus identidades res, y la marginación de aquellos que encerrarían así en
locales. Ahora bien, resulta evidente que, llevado al extre- su indianismo. Entonces, el Estado vuelto neoliberal po-
mo, estos dos discursos son igualmente subversivos de dría lavarse las manos de sus antiguas promesas de inte-
la idea de nación. Si todo es mestizaje, ya no hay cabida gración. Estos riesgos son reales.
para las culturas nacionales ni para las culturas indíge- Sin embargo, observamos que en la mayoría de los paí-
nas, y de entrada se sospecha de los que construyen sus ses la expresión organizada de las demandas étnicas se
diferencias y las politizan, a un nivel u otro, de caer en produjo antes de que el Estado modificara sus políticas
nacionalismos o en comunitarismos. Recordemos que si indigenistas. Y subrayamos también que a la fecha estas
bien las naciones latinoamericanas se querían mestizas, demandas fueron más bien en el sentido de una volun-
también querían ser, cada una, el fruto de síntesis par- tad de integración y de acceso a una modernidad nego-
ticulares capaces de fundar una otredad que legitimara ciada. Finalmente, es de notar que si bien la aparición
sus fronteras: el mexicano como producto de una fusión de un actor étnico promete nuevos conflictos, éstos se
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Kikapoo / Archivo INAH, facilitado por el Instituto Estatal de Documentación de Coahuila

acompañan de una reforma del derecho. No sólo se po- individuos libres de todas las filiaciones comunitarias.  145
nen en práctica nuevas constituciones que deben Dicho de otro modo, la integración del pueblo a la na-
proporcionar el marco renovado dentro del cual se pue- ción ya no debería, en el contexto latinoamericano, sig-
den expresar y organizar las demandas étnicas, sino que nificar la disolución necesaria de identidades y lealtades
vemos a los actores tomarlas y, apropiándose del dere- particularistas. En la nación del mañana, el mestizaje cul-
cho, trabajar en el advenimiento de lo que algunos lla- tural dejará entonces de ser un imperativo categórico.
man ahora una “sociedad de derecho” (Blanquer, 1996). Esto no significa que no se vuelvan a producir mestizajes
Por eso, me parece que si bien el aumento de la etnici- e hibridaciones (el movimiento indígena es en sí mismo
dad es bastante conflictivo, tiene menos posibilidades de el más perfecto de los ejemplos de este fenómeno), pero
desembocar, aquí, en una violencia irreprimible que tra- sólo si consideramos legítimo construir sus diferencias
duciría un rechazo radical, de una de las partes, por el culturales en el seno de la nación, de instrumentarlas y de
nuevo orden que se busca instaurar para todos. politizarlas, aunque aceptemos también el principio
Cada país debe entonces redefinir y desarrollar su pro- de un orden superior y la primacía de una ley común.
pia política. América Latina funciona ahora como un Sin embargo, para que esta utopía no sea una nueva
inmenso laboratorio y, ante el reto que se le plantea, no quimera, hay que evitar dos grandes peligros.
podemos olvidar que diez o quince años son poca cosa Primero, que las comunidades indígenas, fuertemente
ante lo que significa querer construir, en un mundo siem- afectadas por la crisis actual se encierren ellas mismas en
pre más abierto, naciones multiétnicas y pluriculturales. fortalezas comunitarias, alrededor de una identidad ob-
Para volver ahora a lo que decíamos en la introduc- sesiva que rechaza a la otra y la excluya: esto iría al en-
ción, parece que en adelante ser “moderno”, “desarrolla- cuentro mismo de la creación de una sociedad abierta y
do” y “civilizado” ya no pasa por la construcción de un multicultural. En la aldea planetaria, el riesgo es el de pen-
proyecto nacional pensado exclusivamente en torno a sar que ¡su aldea es todo el planeta! Las comunidades
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culturales, étnicas, deben abrirse si no quieren que au- conjunto más amplio que llamamos nación; imagina-
menten peligrosamente sus fracturas internas. Fractura ción ya que la vía que se abre es muy nueva. Todo mun-
entre aquellos que sueñan con un mundo holístico y do está involucrado.
reclaman la tradición como un orden inmutable e impo- Renan (1992), en su célebre ensayo, decía que la na-
nible a todos; aquellos que se proyectan como indivi- ción, como voluntad colectiva, se construía en la memo-
duos libres en un mercado desocializado y ya no quieren ria y en el olvido: memoria de las catástrofes colectivas y
saber más de filiaciones comunitarias; y aquellos, en fin, de los duelos compartidos; y el olvido de lo que en la
que piensan que es posible construir e instrumentar su historia pudo oponer, dividir.
identidad, su pertenencia a una comunidad, como una En América Latina, para que esta nación pluriétnica y
forma de ser a la vez sí mismos e integrada a la sociedad. multicultural soñada en las nuevas constituciones se
Es la razón por la cual si la nación intenta el difícil ejerci- vuelva realidad, hace falta mucha memoria y mucho ol-
cio de querer combinar los derechos individuales con los vido. Sólo así podremos pasar de una comunidad imagi-
colectivos en una nueva comunidad propuesta, también nada a otra, de la nación mestiza a la nación plural.
es necesario que esta voluntad no se detenga en las puer-
tas de las comunidades, sino que las atraviese. Ya que es
Bibliografía
sólo en la medida en que reconozcan el lugar del indi-
viduo y sus derechos dentro del espacio comunitario Aguirre Beltrán, G., 1983, Lenguas vemáculas. Su uso y desu-
so en la enseñanza: la experiencia de México, Casa Chata,
que podrán resistir las fuerzas centrífugas que las ame-
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nía étnica de la cual hablaban algunos (De la Peña, 1995; pement, à propos du mouvement Indien en Amazonie
Rosaldo, 1994) debería también entenderse en este sen- Brésilienne”, en Cahiers des Amériques Latines, núm. 23,
146  tido: como el advenimiento del ciudadano en la comu- pp. 177-210.
nidad y como la posibilidad de esta última de servir de Albó, J., 1994, “And from Kataristas to MNRistas? The surpri-
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reconocer las diferencias culturales, se adhirieran a un Anderson, B., 1983, Imagined Communities, Verso, Londres.
relativismo cultural absoluto (Todorov, 1989; Touraine, Aravena, A., 1999, “Identidad indígena en los medios urba-
nos”, en G. Boccara, S. Galindo (eds.), Lógica mestiza en
1997) que vendría a negar toda posibilidad de organizar
América, Temuco, Instituto de Estudios de la Frontera,
a la nación en torno a los valores centrales y universales Universidad de la Frontera, pp. 165-200.
—es decir, compartidos por todos—, valores sin los cua- Bernand, C., 1999,“Los híbridos en Hispanoamerica”, en G.
les es imposible que prospere una “comunidad de ciuda- Boccara, S. Galindo (eds.), Lógica mestiza en América,
danos” (Schnapper, 1994), y la democracia. Esto significa Temuco, Instituto de Estudios de la Frontera, Universi-
que dichos valores centrales, universales, no puedan pre- dad de la Frontera, pp. 61-84.
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se como aquélla de la clase dominante o del Imperio. Es- des Hautes Etudes de l’Amérique Latine, núm. 17, París.
tos valores deben renovarse, enriquecerse del aporte de CELADE, 1994, Estudios sociodemográficos de pueblos indíge-
los que estaban excluidos o dominados porque pertene- nas, CELADE, CIDEB, FNUAP, ICI, Santigo de Chile.
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