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Sin salir de los sagrados textos citados, vamos a examinar ahora los deberes de los
progenitores hacia sus hijos:
"En disciplina".
1. Aunque la Palabra de Dios no habla explícitamente del aborto, sí nos dice que Dios es el
autor de la vida, que El nos fue formando en el vientre de nuestras madres (Sal 139: 13-
16), y que desde el primer embrión (vers. 16), allí había un ser humano con un destino
(por ej. Is. 49:1; Jer. 1:5). Por tanto, nunca hay derecho a provocar directamente el aborto
de un feto, por joven que éste sea.
2. Cuando el feto, por enquistamiento, por posición ectópica, o por la imposibilidad de una
extracción normal, constituya un peligro para la vida de la madre, la preponderancia de
valores pide que se haga lo posible por salvar la vida de la madre aunque se pierda el feto.
Los tratadistas de Moral y de Derecho solían distinguir desde la antigüedad hasta nuestros días
tres clases de justicia: conmutativa, distributiva y legal. La justicia conmutativa es la que regula las
transacciones y los derechos sobre los bienes personales de hombre a hombre, exigiendo una
igualdad aritmética o cuantitativa. La justicia distributiva afecta a los gobernantes, quienes deben
distribuir las cargas y los beneficios equitativamente entre los ciudadanos. La justicia legal afecta a
los ciudadanos en sus deberes respecto al Estado. Bien entrado este siglo.
El segundo cometido que Dios encargó al hombre recién creado (el primero fue multiplicarse) fue,
según la imagen de Dios en él, sojuzgar la tierra y señorearla (Gén. 1:28). Dios "lo puso en el
huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase" (Gén. 2: 15). Con el pecado, cambió el clima del
hombre sobre la tierra, de manera que ésta quedó maldita: resultó difícil y hosca para el hombre,
el cual tiene que extraer de ella el fruto con sudor y fatiga (Gén. 3: 17-19).
El Capitalismo
El Socialismo
El socialismo reformista
El comunismo
Cunde hoy en los medios religiosos juveniles, especialmente en la vanguardia del progresismo
católico, la idea de que Jesús vino a predicar un Evangelio social, haciendo de la Buena Noticia de
Salvación una especie de manifiesto revolucionario. Es preciso deshacer este equívoco mediante
una precisión muy importante. Es cierto que el Evangelio comporta una revolución, Y UNA
REVOLUCION MUCHO MAS HONDA QUE EL COMUNISMO, puesto que tiende a revolver el mundo
entero (Hech. 17: 6), trastornando el sistema de los ídolos de todas las clases e imponiendo la
adoración y el servicio al único Dios, y cambiando el corazón mismo del hombre.
Amos y criados. Ef. 6:5-9; Col. 3:22-25; 4:1 nos ofrecen principios éticos básicos para la convivencia
social de amos y criados, aplicables a jefes y empleados
El Estado, como la Iglesia y la familia, ha sido fundado por Dios. Pablo nos dice (Rom. 13: 1) que
toda autoridad viene de Dios "y las que hay, por Dios han sido organizadas (mejor que
"establecidas" R.Y.), donde el original emplea el mismo verbo que los griegos usaban para indicar
la colocación de un ejército en orden de batalla ("tásso", de donde procede "táctica").
Correcta
La Iglesia y el Estado son dos tipos distintos de sociedad, con dos objetivos también
específicamente distintos: el Estado está destinado a procurar el bien común de la nación en el
terreno de las realidades temporales (con mayor o menor subsidiariedad), mientras que la
actividad de la Iglesia se mueve en el terreno de los valores del espíritu (vivir la fe y proclamar el
Evangelio). Por eso, los evangélicos, siguiendo el ejemplo de Cristo (Mt. 22:21), defendemos la
separación de la Iglesia y del Estado, de forma que cada uno sea soberano en su propia esfera.
tomamos aquí?
Aun a costa de repetir nociones ya explicadas en otros volúmenes de esta serie teológica, vamos a
analizar la terminología Bíblica para expresar la realidad que llamamos mundo. Los son los
vocablos con que el griego del N.T. expresa nuestra palabra mundo.
2. ¿Qué significa para el creyente ser "sal de la tierra" y "luz del mundo"?
Para entender bien el papel del cristiano en el mundo, bueno será examinar de cerca el sentido
que Jesús dio a las tres metáforas de "sal", "luz" (Mí. 5: 13-14) y "levadura" o fermento (Mt. 13:33;
Le. 13:21). La sal tiene dos características principales: (a) es diferente del medio en que se coloca y
ahí radica su poder; así el creyente tiene que ser diferente ("cosa extraña" 1.8 Pedro 4:4) del
medio en que se mueve, como la sal en el plato de carne; (b) su objetivo es preservar de la
corrupción, como un antiséptico; por lo cual, ha de retener su virtud germicida; de lo contrario, no
sirve para nada; tanto es así que los generales romanos solían sembrar de sal las tierras enemigas
para hacerlas improductivas. Esto se aplica igualmente al creyente, quien pierde su razón de ser
como testigo de Cristo, se hace inútil (Lc. 14:35) si no ejerce su función antiséptica en medio del
mundo.
compromiso?
Es preciso advertir que, cuando en esta lección hablamos de "compromiso", no entendemos este
vocablo en su acepción de "avenencia", "componenda" o "claudicación", sino en la de "entrega",
"empeño" y "riesgo".
capital?
De los principios expuestos se deduce que el creyente ha de huir de dos extremos: del secularismo
antropocéntrico que centra su interés en lo puramente humano, sin dar importancia a lo eterno ni
a la urgencia de la salvación; y del angelismo desencarnado, interesado únicamente en la
"salvación del alma", con poca o ninguna preocupación por las realidades temporales y los
problemas acuciantes de la humanidad.