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Algunas de las causas fundamentales por las que se producen accidentes de trabajo son
las siguientes:
Desconocimiento de los riesgos y su prevención. Ocurre en numerosas ocasiones. Los
trabajadores no son formados e informados convenientemente de los riesgos a los que
están expuestos durante su jornada laboral.
Exceso de confianza o distracción en la tarea realizada. De manera natural, las
personas tendemos a automatizar mentalmente las tareas cotidianas y repetitivas. El
problema estriba, en que en determinados puestos de trabajo, estas tareas cotidianas
son extremadamente peligrosas. En estos casos las distracciones o los excesos de
confianza pueden tener consecuencias mortales.
El desconocimiento de la magnitud real de las consecuencias de un accidente o la
valoración errónea del riesgo. Son consecuencia de los ítems anteriores. Muchas
personas, por desconocimiento o por exceso de confianza, no son capaces de valorar
de manera realista las consecuencias de sus actos en los lugares de trabajo. La falta de
conocimiento acerca de las consecuencias que puede conllevar un accidente o no saber
apreciar la verdadera naturaleza de un riesgo, suelen desembocar tarde o temprano en
comportamientos peligrosos, para ellos mismos o para terceros.
Falta de cultura preventiva. Aunque la Ley marco es de 1995, nuestro país adolece
de una falta generalizada de concienciación en materia de seguridad laboral.
Afortunadamente es una tendencia que está en proceso de reversión.
Por ausencia o deficiencias del Sistema de Gestión de la Prevención (SGP) en la
empresa. Relacionada con el punto anterior. Es sorprendente la gran cantidad de
organizaciones que a día de hoy carecen de un SGP. Muchas otras por su parte, tienen
un SGP ineficaz o diseñado para cubrir las apariencias de cumplimiento normativo.
Las repercusiones de los accidentes laborales muestran dos aspectos muy diferentes
entre sí. Por una parte encontramos las repercusiones sociales y humanas y por otra las
económicas. Desde un punto de vista ético y moral, el coste humano de los accidentes
es razón más que suficiente para combatirlos. Todos estamos obligados a poner todos los
medios precisos y necesarios para evitar que estos ocurran. El sufrimiento de accidentados
y familiares es la razón más poderosa para luchar contra la siniestrabilidad laboral. Las
estadísticas anuales de accidentabilidad del Ministerio de Trabajo muestran solo las cifras.
Detrás de cada cifra hay historias personales, en muchas ocasiones marcadas por una
tragedia irreparable.
Pero por si fuera poco además, los accidentes laborales tienen un coste económico
enorme. Solo los costes directos en la Unión Europea se estiman en una media de 22.000
millones de euros anuales. Es muy importante conocer dichos costes, para tener una
percepción precisa de ellos y de los accidentes que los originan. Además, en muchas
ocasiones constituyen un argumento definitivo para convencer a todos aquellos
empresarios y trabajadores, que consideran la PRL, no solo una molestia, sino un gasto
inútil. Nada más lejos de la realidad.
Los costes económicos de los accidentes de trabajo se suelen clasificar en dos grupos. Estos
dos grupos son los Costes Directos y los Costes Indirectos.
Se consideran como costes directos, todos aquellos que pueden ser fácilmente recogidos
en la contabilidad general de la empresa. Es decir aquellos que son fácilmente identificables
y que generalmente no necesitan un método o una formulación específicas para hacerlo. En
este caso tendríamos por ejemplo:
Gastos de pólizas de seguros de accidentes y enfermedades profesionales. Tras cada
accidente laboral habrá un incremento proporcional en las pólizas de seguro
contratadas.
Indemnizaciones por concepto de accidente o enfermedad profesional. En la mayoría
de los casos, tras un accidente laboral, la empresa deberá hacer frente a una
indemnización. En caso de que no se llegue a un acuerdo entre las partes, esta será
impuesta por el Tribunal competente.
Gastos asistenciales Es muy frecuente que la empresa acabe asumiendo los gastos
asistenciales del accidentado.
Sanciones o recargos por falta de medidas de seguridad y salud. Tras la investigación
del accidente, la Autoridad Laboral competente podrá establecer sanciones o recargos
económicos a la empresa, si ello fuera pertinente.
Minutas de abogados, gastos legales, asesorías jurídicas, etc. Un accidente de trabajo
y más si es grave, conlleva un considerable gasto en el terreno legal y administrativo.
Pérdidas económicas durante el aprendizaje de las personas que sustituyen a los
accidentados. La contratación de un nuevo trabajador, supone en principio asumir que
durante su periodo de aprendizaje su productividad será menor a la del trabajador
accidentado.
Dificultades de contratación y sustitución de accidentados. Para determinados
perfiles profesionales, la selección de sustitutos puede suponer por su dificultad un
coste considerable.
Deterioro de equipamiento y materiales. Muchos accidentes de trabajo, conllevan
además, la destrucción o deterioro de equipos de trabajo y de materiales. Estos en
determinadas situaciones son absolutamente necesarios para el proceso productivo.
La reparación, reposición o sustitución de estos equipos y materiales es otro tipo de
gasto que se manifiesta de manera clara e inequívoca.