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El liderazgo ético realmente tiene dos elementos. En primer lugar, los líderes éticos deben actuar y tomar decisiones
éticamente, como las personas éticas deben hacerlo en general. No obstante, los líderes éticos deben también liderar
éticamente, la manera en que tratan a las personas todos los días, en sus actitudes, en las maneras que alientan, en las
direcciones en que conducen a sus organizaciones o instituciones o iniciativas.
El liderazgo ético puede ser visible o invisible. La parte visible está en la manera en el que el líder trabaja y trata a otros,
en su comportamiento público, en sus declaraciones y en sus acciones. Los aspectos invisibles del liderazgo ético yacen
en la personalidad del líder, en su proceso de toma de decisiones, en su modo de pensar, en el conjunto de valores y
principios a los que recurre y en su valor al tomar decisiones éticas en situaciones difíciles.
Los líderes siempre tienen una conducta ética, no solamente cuando alguien los ve, además mantienen su ética a través
del tiempo y muestran constantemente que ésta es una parte integral del marco filosófico que usan para entender y
relacionarse con el mundo.
Algunos componentes del liderazgo ético (los discutiremos en detalle en "¿Cómo ejercer el liderazgo ético?"):
La capacidad de dejar de lado el ego y los intereses personales en beneficio de la causa que se apoya, la
organización que se lidera, las necesidades de las personas a las que se sirve o el bien común de la comunidad
o el mundo.
El deseo de alentar y recibir comentarios serios y diferentes opiniones y que se desafíen las ideas propias y las
acciones propuestas.
Estimular el liderazgo en otros.
Hacer que la consideración y la discusión de la ética y las preguntas y los problemas éticos sean parte de la
cultura del grupo, organización o iniciativa.
Mantener y expandir la competencia que se le debe a quienes confiaron en el líder para llevar la organización
en la dirección correcta y con los métodos efectivos.
Aceptar las responsabilidades y hacerse responsable.
A lo mejor lo más importante es entender el poder del liderazgo y usarlo bien, compartir tanto como sea posible,
nunca abusar y ejercerlo sólo cuando sea beneficioso para los individuos o la organización con la que se trabaja,
la comunidad o la sociedad.
Hay momentos en el que el liderazgo ético es más difícil que en otras circunstancias, por ejemplo, cuando se debe tomar
opciones o cuando la opción correcta es clara pero incómoda (por ejemplo cuando se confronta a una persona que no
hace su trabajo, y por lo tanto le dificulta la tarea a todos los demás o cuando el líder tiene que actuar en contra de sus
propios intereses). De hecho, el liderazgo ético es lo más importante en los momentos difíciles debido a que hay muchas
cosas en juego.
Sin embargo, las dificultades pueden variar mucho dependiendo del nivel y las responsabilidades del liderazgo en
cuestión. Algunos directores de organizaciones comunitarias, por ejemplo, deben enfrentar las mismas decisiones de
vida o muerte que los líderes nacionales. Las decisiones también tienen consecuencias éticas y humanas, aunque las
consecuencias sean en un ámbito menor.
El liderazgo ético es una parte, y no el todo, de la definición de buen liderazgo. Ser líder ético es un trabajo de tiempo
completo, no es algo que se pueda hacer y dejar cuando se desee. Una persona puede ser o no un líder ético, pero si lo
es, debe serlo en todo momento.
De la misma manera que nadie nace siendo líder y lo aprende a través de la experiencia y el trabajo arduo, las personas,
incluso las que se comportan éticamente, aprenden a ser líderes éticos con el paso del tiempo. Aquí presentaremos
algunas pautas generales para el liderazgo ético y luego veremos específicamente lo que implica ser un líder ético.
Pautas generales para el liderazgo ético.
El liderazgo ético requiere un marco ético claro y coherente que el líder puede establecer al tomar las decisiones
y actuar.
Una filosofía o un marco ético coherente no aparece de la noche a la mañana. Se desarrolla con el tiempo a través de
la experiencia, los antecedentes, lo que se ha aprendido y las acciones de los modelos a imitar. En otras palabras, el
marco ético se construye a partir de todo lo que convierte a uno en lo que es.
Eso no significa que el historial personal debe incluir muchas lecciones sobre ética, o incluso modelos a seguir que
muestran un comportamiento altamente ético. Para algunos, los estándares éticos se contraponen con los que ellos vieron
o experimentaron. Para otros, nace del aprendizaje religioso o cultural o del aprendizaje académico como en filosofía,
historia, psicología o literatura. Para la mayoría de nosotros, un marco ético incorpora, probablemente, una combinación
de estos factores como de otros.
Se necesita de una estructura ética porque provee una directriz para poder tomar decisiones éticas. El contexto, los
estándares a los que cada uno se atiene, pueden variar de persona a persona, y de algún modo, de situación a situación.
Lo que importa de tener un marco ético es que éste provee una base para tomar decisiones éticas en vez de tener que
luchar sin ayuda cada vez que se tiene que tomar una decisión. Es como construir una casa a partir de los planos en vez
de construirla con conjeturas o suposiciones, bloque por bloque.
Muchas situaciones o problemas no permiten soluciones simples o, incluso, satisfactorias. Es muy probable que la
primera situación al comienzo de esta sección (cerrar un sitio para mantener un programa a un nivel alto en momentos
de cortes presupuestarios), pueda afectar negativamente a alguien, independientemente de la decisión que se tome. Un
marco ético coherente, puede no brindar una decisión clara, pero indica los factores que se debe tener en cuenta y ayudar
a diferenciar los más importantes. Este proceso puede proveer un conjunto de opciones que no parecerán aceptables del
todo. En última instancia, son las personas, y no las estructuras éticas, quienes toma las decisiones difíciles; las personas
tienen en cuenta sus estándares personales y sentimientos como también las opiniones de otros al tomar sus decisiones.
Consistencia interna. Cada uno de los principios con los que se cuenta deberían corresponderse con los demás,
en vez de contradecirse.
“Proactividad”. Debería indicar qué hacer, en vez de qué no hacer.
Dinamismo. Debería ser reexaminado constantemente y ajustado a medida que evoluciona el razonamiento
ético de la persona.
Tener dichos cimientos no convierte a alguien en un líder ético, pero lo ayuda a desarrollarse como una persona ética,
lo cual es una característica necesaria para ser un líder ético.
El marco ético del líder debería ser igual al marco ético, la visión y la misión de la organización o iniciativa.
En primer lugar, si el líder no cree en la postura ética de la organización, no debería aceptar el trabajo. Una organización
que como principio ético toma decisiones en colaboración y en la que todas personas están al mismo nivel, no puede ser
liderada éticamente por alguien que cree que su deber ético es tomar decisiones por todos.
La clara excepción es cuando se contrata al líder para cambiar el marco ético o la cultura de la organización. Esto puede
suceder si el director previo se comportó con muy poca ética, dispuso mal de los fondos, trató a miembros del personal
abusiva o irrespetuosamente y, por lo tanto, se necesita que la organización tenga un gran cambio. En dicho caso, se
espera que el nuevo líder intente modelar e importar un conjunto diferente de estándares y comportamientos éticos para
restaurar la integridad de la organización.
Aquí se supone que para el liderazgo ético, la visión y la misión de la organización deben ser las más importantes en
cualquier toma de decisiones. Un líder ético no hace nada que comprometa la filosofía o la visión y misión de la
organización. Por ejemplo, el líder no debería aceptar fondos que le exija a la organización hacer algo opuesto a sus
intereses o estándares éticos (por ejemplo, usar métodos que se crea son ineficaces o dañinos).
Puede surgir algún problema ético cuando un donante cuya filosofía o visión del mundo difiere de la de la organización
a la que le dona dinero (por ejemplo, una organización corporativa cuya empresa matriz tiene una postura contra los
homosexuales o si maltrata a sus trabajadores de algún modo). Una manera de verlo podría ser que no sería ético aceptar
dinero de dicha fuente. Otra manera más provechosa sería que mientras el donante no pida que la organización respalde
su posición ética o actúe de acuerdo a ella, se puede aceptar el dinero que, de otro modo, iría a una organización que
respalda la filosofía del donante. Algunos podrían pensar que se está aceptando el dinero por medios poco éticos o
engaños, otros que se le dará un buen uso a los fondos. La respuesta “correcta” depende de los estándares éticos de la
organización.
De la misma manera que se debe reexaminar el marco ético personal constantemente, todos aquellos que tengan algún
interés, deberían discutir con regularidad tanto la ética de la organización como la de las personas. Se debería cuestionar
las suposiciones éticas de todos, incluidas las del líder, y todos deberían estar dispuestos a escuchar esos
cuestionamientos seriamente y sin estar a la defensiva. Sólo el discutir seriamente las dudas éticas y el estar dispuesto a
analizar las propias suposiciones pueden ayudar a desarrollar el entendimiento ético de una persona. Antes se mencionó
que el marco ético se forma a partir del aprendizaje y la experiencia. Si se lleva ese comentario a su conclusión lógica,
el marco ético continúa creciendo con el aprendizaje y la experiencia que la persona va adquiriendo y ese proceso, si se
examinan a conciencia las dudas éticas, durará toda la vida.
Una persona debería poder y desear explicar su marco ético y sus decisiones éticas, además de mantenerlas (a menos,
que otra persona lo convenza de que el argumento está equivocado o carece de algo). Además, tiene la responsabilidad
de defender en lo que cree, en vez de sólo hablar de ello.
En el mundo, las mejores intenciones no sirven de nada si sólo se quedan como intenciones. Mantener una filosofía o
punto de vista éticos no constituye liderazgo ético. Esa filosofía o punto de vista deben llevarse a la acción, tanto en
instancias generales como particulares (p. ej. en la manera en que el líder trata las personas y en las que dirige a la
organización, así como también las decisiones individuales que toma).
Todos en la organización o comunidad deberían practicarlo, y tener la oportunidad de hacerlo, cuando sea apropiado.
Eso puede significar poner en duda una decisión o una acción, iniciar una, ser un modelo a seguir en una situación o
mantener la integridad de la organización.
Es necesario recordar que el líder es un modelo a seguir sin importar que él/ella lo elija así o no. Las personas seguirán
su ejemplo sobre cómo debería ser la organización, sobre la cultura organizativa, sobre lo que constituye el
comportamiento ético. No se debe olvidar esto y se debe actuar de acuerdo a este principio (eso significa prestar atención
no sólo a lo que se dice, sino a también a las apariencias: independientemente de la realidad, el líder no debe hacer nada
que parezca o pueda interpretarse como poco ético).
Un líder ético debe alentar a otros a tomar papeles de liderazgo, y a ser su mentor cuando lo hagan. Esto fomenta el
desarrollo de líderes éticos dentro de la organización o comunidad, lo cual mejora su funcionamiento y provee más
recursos cuando haya un problema o crisis. Además, forma un nuevo grupo que pueda asumir mayor responsabilidad a
medida que pasa el tiempo, lo cual le aliviará tensiones al líder actual, y que pueda hacerse cargo del liderazgo cuando
éste se vaya.