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La mitad del gasto gubernamental era engullido por un ejército cuya única
utilidad era sostener por algunos meses al gobierno y después rebelarse. Cada
rebelión requería incentivos para los golpistas, que normalmente consistían en la
promesa de un ascenso y buena paga. Al triunfo, los ascensos se otorgaban y
había paga por un par de meses, mientras se lograba imponer préstamos forzosos
a los empresarios y a la iglesia, y mientras se agotaban créditos contratados con
el aval de las aduanas. Cada vez había más oficiales y menos soldados, a los que
había que conseguir con la odiada “leva”.
Estalla la guerra civil, la primera gran guerra entre fracciones. Los liberales,
con Juárez, Ocampo, de la Llave; los conservadores, con Miramón Zuloaga,
Márquez. Con Juárez encerrado en Veracruz, Miramón prepara el golpe final, un
par de corbetas que ataquen el puerto. En 1860, Juárez ha ganado, pero sin
acabar con los conservadores. Hay tiempo para integrar el último golpe: el
monarca extranjero, el príncipe de casa real, Maximiliano de Habsburgo.
Con la mala suerte que, al parecer, tuvieron los conservadores por mucho
tiempo, eligen un emperador liberal, tal vez el único disponible, para traer a
México. O sea que, Maximiliano, en contra de lo previsto, les resulta más liberal
que Juárez. Para 1867, Juárez cuenta ya con el apoyo de Lincoln, vencedor en la
guerra de secesión de Estados Unidos, mientras que Maximiliano sufrirá el
abandono de Napoleón III. Por fin, después de 50 años de lucha, el liberalismo
triunfa y, para iniciar una reforma duradera, sigue el ejemplo de Inglaterra y
Francia: ejecutar al monarca derrotado.
CARACTERÍSTICAS DE LOS PRIMEROS 50 AÑOS
INDEPENDIENTES DE MÉXICO