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Monseñor Leónidas Proaño Villalba

Consagrado sacerdote y apóstol de los pobres, de una extraordinaria fuerza espiritual que le
fue fiel compañera durante toda su vida, y la luz que le daría presencia humilde y rebelde
desde su formación en el seminario hasta su ejemplar ordenación episcopal como Obispo de
Riobamba.

Apasionado por la justicia fundó en Ibarra un periódico con una clara conciencia democrática
que orientará a los lectores a mirar el mundo de los excluidos como parte de la sociedad que
llamándose católica solo cumplía con sus obras de piedad sin buscar la redención social y
moral de los pobres.

Con ese mismo talante, nombrado Obispo de Riobamba, y reconocido mundialmente como el
“Obispo de los Pobres”, trabaja apasionadamente con los campesinos recibiendo las críticas
más severas de la sociedad conservadora y terrateniente que veían en él un peligro para sus
vidas tranquilas convencidos de que el Reino de Dios no se construye en este mundo y con
seres de carne y huesos; con miles de explotados que vivían en la miseria y que no eran
considerados hijos de Dios porque su pobreza les volvía extraños a la mandato de Jesús de
Amarnos los unos a los otros.

Fundador de las escuelas radiofónicas populares para difundir el mensaje del evangelio, utilizó
los medios de comunicación para la evangelización y la liberación de los oprimidos,
fundamentado el Concilio Vaticano II, que reconocía del deber de la Iglesia con la opción
preferencial de los pobres.

De mirada vivaz y luminosa como Jesús se volvió uno de ellos. Jamás tuvo afanes de maestro
de la Ley como los escribas o fariseos, todo lo contrario, aprendió de ellos a vivir en comunidad
y solidaridad.

Abrió su espíritu a la palabra del evangelio y sus ojos a la justicia para que reclamaran sus
derechos y recobraran su dignidad sometida por varios siglos de opresión.

Tildado de comunista, juntos con varios obispos y sacerdotes del continente fue apresado por
la dictadura de Rodríguez Lara por constituir una amenaza a la paz y seguridad del país.
Protestas de todo el mundo obligó a la oprobiosa dictadura a dejarlos en libertad. La
solidaridad de los pueblos que vivían con entusiasmo esperanzador la nueva iglesia, en el
nuevo mundo, veían en ellos a los profetas del cambio.

Fundador de la Teología de la Liberación con Helder Cámara, Pedro Casaldáliga y otros obispos,
así como sacerdotes de la talla intelectual y moral del padre Gustavo Gutiérrez, crearon una
nueva forma de leer el evangelio, apegados a las palabras de la escritura y el ejemplo de Jesús.

Fue profeta de un cambio radical en la iglesia continental, su testimonio es la expresión clara y


profunda de que amó a los campesinos y a los indígenas sin condiciones. Entregó su vida y su
obra, su talento y su vocación a los pobres, pues en ellos miraba a Cristo Crucificado, por el
poder de la riqueza y, de la vanidad y el orgullo.
Hombre de una fe inconmensurable, jamás se doblegó cuando fue perseguido o calumniado
por sus propios hermanos, vivió ilusionado con una iglesia sólida y solidaria.

Su paso por la tierra temporal como la de todo ser humano, es eterna por la semilla sembrada
en la iglesia de América Latina, el continente de la esperanza, de lo mágico y maravilloso como
lo describe García Márquez, la tierra del corazón abierto para el amor y la justicia; por eso la
obra de monseñor Proaño es única, porque es la obra escrita con su vida y ejemplo que brilla
desde el punto más cenital de firmamento para iluminar a los desamparados de la tierra,
seguro de que el sublime camino de la salvación es cumplir con la palabra de Dios, encarnado
en la misericordia de su Hijo que murió en la cruz, para vencer al pecado y a la muerte, y
construir el Reino de Dios en una iglesia en oración, celebración e imitación del Salvador que
es camino, verdad y vida, único sendero por que transitó Monseñor Leónidas Proaño Villaba.

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