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Tema:
El despojo “religioso–cultural” de las civilizaciones precolombinas tras el proceso de
colonización en la región de “México”
Justificación:
4
Objetivo general:
En este estudio daremos a conocer las principales causas de la degradación cultural
en las poblaciones de la región que actualmente conocemos como México, el efecto
negativo y positivo que pudo traer y su repercusión en la actualidad.
Objetivos específicos:
Tomar en cuenta los factores de colonización y dar un análisis crítico
constructivo, sin caer en acronismos.
Conocer más sobre la identidad cultural de nuestra región (México).
Observar los cambios socio-culturales religiosos en la actualidad tras la
repercusión colonial.
Hipótesis:
Se han observado los parámetros históricos que muestran la degradación socio-
cultural de los pueblos precolombinos y la imposición de una doctrina tras el proceso
de conquista, marcadas en ideas de la época y con una idealización de desarrollo.
Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, se siguen observando las
repercusiones en nuestra sociedad, lo que nos da una idea de cómo se manejó el
proceso colonial, la deformación de ciertas creencias religiosas, las cuales dieron
paso al establecimiento de la religión católica, así como la creación y adaptación de
nuevas figuras religiosas.
Colonización, ¿Terror, Progreso o retroceso?
3. Daniel Laje
o La batalla de los dioses latinoamericanos: Quetzalcoatl
o México
o History channel
o 30 de Mayo del 2012
o 46 min.
4. Daniel Laje
o La batalla de los dioses latinoamericanos: Coatlicue
o México
o History Channel
o 6 de Junio del 2012
o 46 min.
7. “Historia de México”
o Cultura Maya
o México
o http://lahistoriamexicana.com/antiguo-mexico/cultura-maya
o 2015
o 3 pág.
Introducción:
Conforme se desarrolla este estudio, se podrá analizar los puntos críticos que
afectaron a las culturas precolombinas tras el proceso colonizador, así también se
dará una breve reseña sobre cómo se desarrollaron estas culturas en la región
que hoy conocemos como México, así también se tratara sus cuestiones culturales
y religiosas para dar un enfoque sobre cómo se adaptaron y modificaron estas
creencias para que se estableciera un nuevo orden religioso y una fácil
manipulación del poblado indígena.
Acorde con datos religiosos proporcionados por un sacerdote local, se dice que el
indio Juan Diego narra que la Virgen de Guadalupe se le había aparecido en tres
ocasiones (del 9 al 12 de diciembre de 1531), se refirió a ella en náhuatl como
Tonantzin y al lugar de las visiones como Tonantzintla, que se traduce como el
“lugar de nuestra madrecita”.
Las imágenes de Tonantzin que tenemos son dos polos opuestos, pero
complementarios, así como todo en la religión mesoamericana, pues una de ellas
es el rostro que está en el museo de antropología y se conforma de dos serpientes
que, de manera “poco estética”, forman un rostro que denota que ella puede crear
y devorar el mundo; la otra un poco más próxima a la imagen que sería nuestra
señora de Guadalupe, es una mujer morena, de pie sobre una media luna.
Aún si restamos importancia a la imagen, si algo es claro es que Tonantzin era “la
madre tierra” y su templo de adoración, poco casual, resulta estar exactamente el
mismo lugar de la ahora Basílica de Guadalupe. Cuando los españoles llegaron, se
dieron cuenta de la multiplicidad de lugares con una fuerte presencia religiosa; en
ellos empezaron a trabajar para lograr la evangelización, de tal manera que era
fundamental la presencia de una figura religiosa católica en un lugar donde se
veneraba a una de las deidades más importantes de Mesoamérica.
De todo corazón quisiera yo que uno (milagro, la Aparición) tan honorífico para
nuestra patria fuera cierto, pero no lo encuentro así; y estamos obligados a
creer y pregonar los milagros verdaderos, también nos está prohibido divulgar
y sostener los falsos…”
“Los nuevos dioses no sustituían a sus dioses propios, sino eran añadidos a sus
deidades” Por eso, para los indígenas fue natural aceptar la religión católica sin
abandonar a sus dioses tradicionales. Era normal mezclar influencias religiosas
diferentes. Así, la interpretación de Sahagún es correcta: los indígenas no entendían
a Guadalupe en una manera totalmente cristiana, sino como un nuevo elemento
que podían incorporar en su religión tradicional. Guadalupe era una madre
importante como Tonantzin, y la Iglesia terminó siendo compartida; por eso
entendían a Guadalupe como una nueva Tonantzin.
Así, con el paso de los años, “la Lupita”, como se le dice de cariño, se convirtió en
objeto de devoción oficial y popular en la Nueva España, que se sustentó en la
historia de las apariciones al indio Juan Diego, representando la dignificación e
incorporación de esa raza, excluida por los recién llegados a la Nueva España. De
esta forma, criollos, mestizos e indios se unieron en la devoción común y la virgen
ayudó a limar diferencias de castas, unidas por el fervor religioso y nacional, al
menos aparentemente. La necesidad de poseer lo propio llevó a que la imagen del
Tepeyac fuera la del escudo nacional y su condición de patrona de México.
Guadalupe o Tonantzin ha sido para México quizás el más fuerte polo de atracción
y fuente de inspiración e identidad que se vislumbra en el significado que ha tenido,
en catástrofes como hambrunas, pestes, inundaciones durante el periodo de
conquista, y el papel predominante que jugó a lo largo del movimiento
independentista y el revolucionario, pues además de ser estandarte para el cura
Hidalgo en su marcha hacia la liberación del pueblo, Agustín de Iturbide en su
condición de emperador del Anáhuac, acudió en 1821 al Tepeyac y rodeado por los
principales jefes del Ejército Trigarante, la declaró Patrona de la Nación. En 1859 el
gobierno liberal reconoció su significado e importancia social y el propio Benito
Juárez firmó el decreto que autorizaba la celebración del 12 de diciembre.
“Nacimiento de Huitzilopochtli”
Y esta Coatlicue allí hacía penitencia, barría tenía a su cargo el barrer, así hacía
penitencia, en Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría
Coatlicue, sobre ella bajo un plumaje, como una bola de plumas finas en seguida lo
recogió Coatlicue, lo colocó en su seno.
Cuando termino de barrer, buscó la pluma, que había colocado en su seno, pero
nada vio allí.
En ese momento Coatlicue quedó encinta. Al ver los cuatrocientos surianos que su
madre estaba en cinta, mucho se enojaron, dijeron: “¿Quién le ha hecho esto?
¿Quién la dejó encinta? Nos afrenta, nos deshonra”. Y su hermana Coyolxauhqui
les dijo: “Hermanos, ella no ha deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la
perversa que se encuentra ya encinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?”
Cuando supo esto Coatlicue, mucho se espantó, mucho se entristeció. Pero su hijo
Huitzilopochtli, que estaba en su seno, le confortaba, le decía: “No temas yo se lo
que tengo que hacer”.
(Y cuando por fin el ejército asciende a la cumbre del monte sagrado ocurre el
milagro)
En vano trataban de hacer algo contra él, al son de los cascabeles y hacían golpear
sus escudos. Pero ellos mucho le rogaban, le decían: “¡Basta ya!”. Pero
Huitzilopochtli no se contentó con eso, con fuerza se ensañaba contra ellos. Los
perseguía. Solo unos cuantos se pudieron escapar de su presencia pudieron
liberarse de sus manos. Se dirigieron hacia el sur, porque se dirigieron hacia el sur
se llaman 400 surianos…
Y cuando Huitzilopochtli le hubo dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les
quito sus atavíos, sus adornos, su anuecúyotl, se los puso, se los apropió los
incorporó a su destino hizo de ellas sus propias insignias.
A él lo veneraban los mexicas, le hacían sacrificios, lo honraban y servían. Y
Huitzilopochtli recompensaba a quien así oraba. Y su culto fue tomado de allí de
Coatepec la montaña de la Serpiente, como se practicaba desde los tiempos
antiguos.” “
Podemos ver aquí que en los rasgos tanto de Huitzilopochtli como de Jesús son
concebidos de formas misteriosas sin la intervención de figura masculina alguna,
estos dos personajes pasarían a formar parte cada uno de visibles “dones” que por
distintos enfoques darían pie al mito.
El origen de las posadas data de la época colonial, y fue tomada de las fiestas de
los indígenas en honor al Huitzilopochtli, dios de la guerra que de acuerdo al
calendario juliano correspondía del 2 a 26 de diciembre. Durante la colonización
española y la imposición de la religión católica, los frailes tomaron las costumbres
de estas fiestas paganas confinándolas con elementos católicos, pero manteniendo
la época.
Estas misas de aguinaldo más tarde, en el siglo XVIII fueron prohibidas por Carlos
III, y no fue hasta que el murió que se volvieron a celebrar, pero de manera diferente,
ya no la misa en el atrio de las iglesias, sino cantos y representaciones en los barrios
y en las casas, haciéndose más populares y transformándose de acuerdo a la región
católico romana.
En México las tradiciones religiosas que son una mezcla de elementos indígenas y
católicos, han venido a ser una nueva expresión del sincretismo religioso de esta
gran nación. Aquí se sigue celebrando –desde la Conquista– el nacimiento del Niño
Dios a través de las posadas, las fiestas tradicionales de fin de año, las pastorelas,
los villancicos, el pavo, las piñatas, la colación, el ponche, etc.
Cada año, en el primer día del Panquetzaliztli se realizaba una ceremonia en honor
del dios Huitzilopochtli, el Niño Sol, para conmemorar su nacimiento el 21 de
diciembre. La ceremonia comenzaba con una carrera encabezada por un corredor
muy rápido que cargaba en los brazos una figura de Huitzilopochtli hecha de
amaranto y que llevaba en la cabeza una bandera (pantli) de color azul (texuhtli). La
carrera se iniciaba en la Gran casa del Sol (Huey Teocalli) y llegaba hasta Tacubaya,
Coyoacán (Coyohuacan) y Churubusco (Huitzilpochco). Detrás del portador de esta
imagen corría una multitud que se había preparado con ayuno.
Otra celebración que se hacía en esos días –y que le da nombre a este mes– es
aquella en la que se ponían unas banderitas (pantli) de papel amate a todos los
árboles frutales y plantas comestibles como zapotes, capulines, aguacates,
guayabos, nopales, magueyes, etc. El día de la fiesta se sahumaban todos los
árboles y se les ofrendaban tortillas (tlaxcalli) y pulque (meoctli) a fin de
agradecerles sus frutos, que fueron alimentos durante el año.
Huitzilopochtli significa colibrí del sur, acarreando consigo una gran cantidad de
danzas y fiestas que se empatan con la Natividad o natividad de Tamúz.
Por lo antes visto en este capítulo para los frailes católico romanos, la substitución
de dioses en las fiestas navideñas fue relativamente fácil, ya que para los indígenas
la fiesta de navidad seguía siendo fundamentalmente la misma, y para los
españoles, esta situación resultaba cómoda y sorpresiva, pues miraban cómo los
indígenas, de quienes se dudaba si tenían realmente alma; principiaban a usar
nombres de los elementos católicos en substitución del nacimiento de su dios
Huitzilopochtli.