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Explicación De la Burbuja Inmobiliaria

Cuando EE UU estornuda, el mundo se resfría. Este eslogan del siglo XX se revela ahora
más real que nunca, puesto que las economías europeas se tambalean por culpa de una crisis
económica creada a miles de kilómetros. En el sistema financiero interconectado que existe
actualmente, lo que empezó como una serie de poco acertadas decisiones para los intereses
de EE UU, se ha expandido por todo el mundo y amenaza con hundir al mundo en otra gran
depresión.
La crisis ha alcanzado proporciones peligrosas. Comenzó con la explosión de la burbuja
inmobiliaria estadounidense en 2005 tras un largo período de incesante incremento de los
precios de las viviendas. Por aquel entonces, el número de familias que podía pagar una
hipoteca había aumentado. Los prestamistas habían empezado a llevar a cabo una práctica
llamada crédito ‘subprime’, que consistía en hacer préstamos a gente que normalmente no
podría acceder a una hipoteca para una casa por existir mayor riesgo de impago. Las hipotecas
‘subprime’ comenzaban con un bajo interés los primeros años para luego elevarse
drásticamente. En muchas ocasiones, a los prestatarios no se les explicaban todos los riesgos
y se les decía que podrían refinanciar la hipoteca en unos años para mantener las tasas de
interés bajas. Los economistas advirtieron de los peligros, pero, en general, nadie en los EE
UU quería interrumpir el ambiente de fiesta que rodeaba a la burbuja inmobiliaria. Todo el
mundo parecía estar ganando dinero, tanto las empresas de construcción como los agentes
inmobiliarios y las compañías de materiales; y los consumidores eran felices: tenían casa
propia por primera vez en sus vidas. La industria se encontraba en gran parte al margen del
gobierno estadounidense tras décadas de firme desregulación por parte del partido
republicano.
Pero en 2005-2006 llegó la hora de pagar el pato. Las tasas de interés de las hipotecas
‘subprime’ se dispararon y muchos de los nuevos propietarios no podían pagarlas o
refinanciarlas. La crisis tendría que haberse quedado en los propietarios de viviendas
estadounidenses pero, desafortunadamente, tanto los bancos como los prestamistas de estos
asuntos habían traspasado la deuda a los inversores. Los activos de la deuda se repartieron y
se vendieron a otros inversores y a bancos de todo el mundo en complicados paquetes
financieros que poca gente parecía entender del todo. Durante 2007, casi un 1,3 millones de
viviendas estadounidenses fueron sujeto de actividades financieras, un 79% más que en 2006.
Cundió el pánico: nadie parecía tener ninguna idea de quién era el dueño de estas deudas
‘inútiles’, extendidas por todo el sistema financiero mundial. De repente, los bancos ya no
estaban dispuestos a hacer más préstamos, lo que resultó en una crisis de crédito o credit
crunch; es decir, un período en el que hay poca liquidez (dinero en efectivo) en el sistema
porque nadie está prestando. Las pérdidas empezaron a acumularse. En julio de 2008, los
bancos y las principales instituciones financieras de todo el mundo anunciaron pérdidas de
alrededor de 435.000 millones de dólares.

En la actualidad, tanto bancos como otras instituciones financieras no pueden conseguir


ningún crédito y se encuentran estancadas con activos negativos en sus cuentas. Muchos han
tenido que declarar la bancarrota o están a punto de hacerlo. Los gobiernos han tenido que
rescatar a estas instituciones por miedo a lo que su colapso podría significar en la economía
general. Entre estas instituciones se encuentran Freddie Mac y Fannie May en EE UU, el
gigante de los seguros AIG, Northern Rock en Reino Unido y Fortis y Dexia en Bélgica.
Estas bancarrotas anticipadas han movido al gobierno estadounidense a preparar un plan de
rescate de 700.000 millones de dólares para estar preparados en caso de quiebra y es posible
que Reino Unido esté preparando algo similar.

El bum de las materias primas provoca la caída

La crisis de las hipotecas ‘subprime’ y de crédito no son los únicos factores en la mala
situación económica de 2008. Los precios del petróleo están en su récord máximo, provocado
por las cada vez mayores necesidades energéticas de las economías emergentes de China e
India. Esto ha afectado de forma dramática a los consumidores de Norteamérica y Europa de
dos formas. Obligados a pagar precios mucho más elevados por la gasolina y la calefacción,
los costes incrementados han hecho que los precios de la comida aumentaran también
dramáticamente, puesto que es necesario el petróleo para producirla y transportarla. La
comida es ahora mucho más cara en el mundo desarrollado de lo que lo ha sido durante los
disturbios por su causa en algunos casos.

Desde el año 2000, se ha experimentado un significativo bum en el precio de las materias


primas después de que la depresión de los 80 y los 90 bajara extremadamente los precios.
Para enero de 2008, el petróleo había alcanzado un nivel que la gente ya no podía permitirse,
superando los 100 dólares por barril por primera vez en la historia. Pero esto no era nada
comparado con los precios que alcanzó en julio de este año: 147 dólares. Después, hubo una
rápida ralentización en las economías norteamericanas y europeas. El 30 de septiembre,
Reino Unido reveló que había experimentado crecimiento cero en el trimestre pasado. Junto
a Alemania, las previsiones anunciaban recesión para finales de 2008. La eurozona, como un
todo, se enfrenta a unos indicadores económicos realmente nefastos.

La crisis económica es el resultado de una serie de fallos humanos en EE UU y del


crecimiento natural de las economías del Este. Los precios del petróleo nunca van a volver a
experimentar los niveles del pasado y el mundo tiene que aprender a adaptarse a esta nueva
realidad. Al mismo tiempo, la crisis de crédito (que se creó en EE UU) solo puede resolverse
en EE UU. Hay, por tanto, poco que Europa pueda hacer salvo esperar y tratar de capear la
tormenta.

Link

http://www.cafebabel.es/politica/articulo/la-crisis-economica-de-2008-explicada.html

INFORMACION DE GITMAN
CAÍDA DE LOS PRECIOS DE LOS INMUEBLES Y LA MOROSIDAD EN EL PAGO
DE HIPOTECAS
Antes de la crisis financiera de 2008, la mayoría de los inversionistas consideraban los
valores respaldados por hipotecas como inversiones relativamente seguras. La figura 2.2
revela una de las razones principales de esta confianza.

La figura muestra el comportamiento mensual, de enero de 1987 a febrero de 2010, del índice
Case-Shiller de Standard & Poor’s, un barómetro de precios de inmuebles en las 10 ciudades
principales de Estados Unidos. En el pasado, las declinaciones del índice fueron
relativamente raras, y entre julio de 1995 y abril de 2006 el índice creció de forma continua,
sin declinar siquiera un solo mes. Cuando los precios de las casas se elevan, crece la brecha
entre lo que un prestatario adeuda por la casa y lo que realmente vale esta última. Los
prestamistas permitirán a los prestatarios que tienen dificultades para pagar sus hipotecas
aprovechar esta ganancia en su patrimonio para refinanciar sus préstamos con pagos más
reducidos. Por lo tanto, el aumento en el precio de las casas ayudó a mantener bajas las tasas
de la hipoteca desde mediados de la década de 1990 hasta 2006. Las inversiones en bienes
inmuebles y valores respaldados por hipotecas parecían implicar un riesgo mínimo durante
ese periodo. En parte porque las inversiones inmobiliarias parecían relativamente seguras,
los prestamistas empezaron a relajar sus normas con los prestatarios. Esto provocó un enorme
crecimiento en la categoría de préstamos llamados hipotecas de alto riesgo (también llamadas
hipotecas subprime), que son préstamos hipotecarios otorgados a prestatarios con ingresos
más bajos e historias crediticias deficientes comparadas con las de los prestatarios “de
primera”. Con frecuencia, los créditos concedidos a los prestatarios de alto riesgo tenían tasas
de interés ajustables y no fijas. Esto hacía a los prestatarios de alto riesgo particularmente
vulnerables si la tasa de interés aumentaba, y muchos de estos prestatarios (y prestamistas)
supusieron que la elevación en los precios de las casas permitiría a los prestatarios refinanciar
sus créditos si tenían dificultades para pagar. En parte por el crecimiento de las hipotecas de
alto riesgo, los bancos y otras instituciones financieras incrementaron gradualmente sus
inversiones en préstamos inmobiliarios. En el año 2000, los préstamos inmobiliarios
representaban menos del 40% del total del portafolio de préstamos de los bancos grandes.
Para 2007, los préstamos inmobiliarios representaban más de la mitad de todos los préstamos
otorgados por los bancos grandes, y la fracción correspondiente a la categoría de alto riesgo
se incrementó también. Por desgracia, como lo muestra la figura 2.2, los precios de las casas
cayeron casi sin interrupción de mayo de 2006 a mayo de 2009. En ese periodo de tres años,
el precio de las casas cayó en promedio más del 30%. No fue sorprendente que los
propietarios de casas tuvieran dificultades para hacer el pago de su hipoteca; el
refinanciamiento no fue una opción, y las tasas de morosidad y los embargos comenzaron a
aumentar.
En 2009 aproximadamente el 25% de prestatarios de alto riesgo estaban atrasados en sus
pagos hipotecarios. Algunos prestatarios, reconociendo que el valor de sus casas estaba muy
por debajo de la cantidad que debían por su hipoteca, simplemente se fueron y dejaron que
los prestamistas tomaran posesión de sus casas.
Cuando los bancos estuvieron bajo intensa presión financiera en 2008, empezaron a ajustar
sus normas de otorgamiento de crédito y redujeron drásticamente la cantidad de préstamos
que hacían. Como secuela de la quiebra de Lehman Brothers, los préstamos en el mercado
de dinero se contrajeron considerablemente. Las corporaciones que habían confiado en el
mercado de dinero como una fuente de fondos a corto plazo descubrieron que ya no podían
recaudar dinero en este mercado, o que lo podían hacer solo a tasas extraordinariamente altas.
Como consecuencia, las empresas empezaron a acumular efectivo y a reducir gastos, y la
actividad económica se contrajo. El producto interno bruto (PIB) declinó durante cinco de
seis trimestres iniciando en el primer trimestre de 2008, y la economía perdió más de 8
millones de empleos entre 2008 y 2009, cuando la tasa de desempleo alcanzó el 10%. El
Congreso de Estados Unidos aprobó un paquete de estímulos de $862 mil millones para
intentar reactivar la economía, y la Reserva Federal promovió tasas de intereses de corto
plazo cercanas al 0%. A finales de 2009 y principios de 2010, se presentaron señales de que
se había iniciado una recuperación económica gradual, pero el mercado laboral permaneció
estancado, y la mayoría de los presupuestos anticipaban un crecimiento económico exiguo.

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