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El problema del conocimiento (​Epistemología

“Todo nuestro conocimiento es conocimiento hipotético, conocimiento


conjetural [...] El científico debe tener en cuenta, como Sócrates, que él o
ella no sabe, simplemente supone. [Y] con casi cada nuevo logro
científico, con cada solución hipotética de un problema científico, el
número de problemas no resueltos aumenta; y asimismo aumenta el
grado de su dificultad; ¡de hecho, ambos aumentan a una velocidad
superior a la que lo hacen las soluciones! Y sería correcto decir que
nuestra ignorancia, nuestra creciente ignorancia, es infinita. [...] Cuando
decimos que hoy sabemos más que lo que sabía Sócrates en su época, que
nuestro conocimiento conjetural es mayor, esto es probablemente
incorrecto en tanto que nosotros interpretamos el saber en un sentido
subjetivo. Probablemente, ninguno de nosotros sabe más, en cuanto a
almacenar mayor información en nuestra memoria; más bien, somos
conscientes de que hoy en día se sabe muchísimo más y acerca de
muchísimas más cosas diferentes que en los tiempos de Sócrates. Este
anticuado conocimiento personal consiste en teorías que se han
demostrado son falsas. Por ello, tenemos cuatro razones que nos
demuestran que incluso hoy, la idea de Sócrates "Sólo sé que no sé nada",
es una idea de palpitante actualidad, pienso que aún más que en tiempos
de Sócrates”.

Karl Popper, ​El conocimiento de la ignorancia


El problema del hombre (​Antropología filosófica)

“La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades


corporales y mentales que, aunque pueda encontrarse a veces un hombre
manifiestamente más fuerte de cuerpo, o más rápido de mente que otro,
aún así, cuando todo se toma en cuenta en conjunto, la diferencia entre
hombre y hombre no es lo bastante considerable como para que uno de
ellos pueda reclamar para sí beneficio alguno que no pueda el otro
pretender tanto como él. Porque en lo que toca a la fuerza corporal, aun el
más débil tiene fuerza suficiente para matar al más fuerte, ya sea por
maquinación secreta o por federación con otros que se encuentran en el
mismo peligro que él [...] De esta igualdad de capacidades surge la
igualdad en la esperanza de alcanzar nuestros fines. Y, por lo tanto, si dos
hombres cualesquiera desean la misma cosa, que, sin embargo, no pueden
ambos gozar, devienen enemigos; y en su camino hacia su fin (que es
principalmente su propia conservación, y a veces sólo su delectación) se
esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse. [...] Lo que puede en
consecuencia atribuirse al tiempo de guerra, en el que todo hombre es
enemigo de todo hombre, puede igualmente atribuirse al tiempo en que
los hombres también viven sin otra seguridad que la que les suministra su
propia fuerza y su propia inventiva. En tal condición no hay lugar para la
industria; porque el fruto de la misma es inseguro. Y, por consiguiente,
tampoco cultivo de la tierra; ni navegación, ni uso de los bienes que
pueden ser importados por mar, ni construcción confortable; ni
instrumentos para mover y remover los objetos que necesitan mucha
fuerza; ni conocimiento de la faz de la tierra; ni cómputo del tiempo; ni
artes; ni letras; ni sociedad; sino, lo que es peor que todo, miedo continuo,
y peligro de muerte violenta; y para el hombre una vida solitaria, pobre,
desagradable, brutal y corta”.

Thomas Hobbes, ​Leviatán

​ El problema de la política (​Filosofía Política)

“¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en


que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en
que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se
siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y
espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el
trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí.
Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su
trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es
la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer
las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia
claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción
física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El
trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de
autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se
muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro,
que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo,
sino a otro. (...) Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo”.
​ Karl Marx, ​Manuscritos de Economía y Filosofía (1844)
El problema de la historia
“Un autor célebre, al calcular los bienes y los males de la vida humana y al
comparar las dos sumas, ha encontrado que la última sobrepasa con
mucho a la otra y que, mirándolo bien, la vida era para el hombre un
regalo bastante malo. Yo no me extraño de su conclusión, ha sacado todos
sus razonamientos de la constitución del ​hombre social, si se hubiera
remontado hasta el ​hombre natural, se puede considerar que habría
encontrado resultados muy diferentes […]. Cuando se consideran, por un
lado, los inmensos trabajos de los hombres, tantas ciencias
profundizadas, tantas artes inventadas, tantas fuerzas empleadas,
abismos cubiertos, montañas apisonadas, rocas quebradas, naos
navegables, tierras desbrozadas, lagos excavados, pantanos desecados,
edificios enormes alzados sobre la tierra el mar cubierto de buques y de
marineros; y por otro, se buscan con un poco de meditación las
verdaderas ventajas que han resultado de todo esto para la felicidad de la
especie humana, no puede por menos que sorprenderse uno de la
increíble desproporción que reina […]”.

Rousseau, ​Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad


entre los hombres

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