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DLA “TELEPORTACIÓN”
Gustavo Fernandez
4 agosto, 2018 / 3
Jacques Vallée, preclaro pilar fundacional de la Ufología
contemporánea dijo en una ocasiòn, refiriéndose al fenómeno
OVNI; “tenemos la oportunidad verdaderamente única de estar
asistiendo al nacimiento de un folklore”. Es absolutamente cierto;
el concepto no pone en duda la existencia del fenómeno (menos
para Vallée, astrofísico y experto en informática de renombre
internacional que no hesitó en bucear en las reflexiones más
metafísicas posibles alrededor del tema) sino que se proyecta a
los alcances inimaginables de las potencialidades en juego. Una
sucesiòn de eventos –las apariciones de OVNIs- que puede
moldear culturas, idiosincrasias, cosmovisiones…
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que se conoce como “el riacho Garay” –lugar de tenebroso
pasado al cual deberé referirme también- y desaparecer en
lugares diversos o imprecisos. Era la zona que recorreríamos esa
noche.
Reproductor de vídeo
Otro de los progresos de esos días fue comenzar a determinar el
marco temporal. El “mucho tiempo” inicial con el que tanta gente
nos obsequiaba (luego de la conferencia, conversando mientras
programábamos el derrotero de la noche, consensuamos que ya
rondábamos por una treintena de testimonios directos) ya
comenzaba a enfocarse: cuando menos, se viene observando
desde hace sesenta años. Y en el transcurso del día, se había
comenzado a sumar los avistamientos “grupales”, como uno,
alrededor de principios de la década de los 80 del siglo pasado,
en que casi todos los habitantes de un barrio, luego de un corte
de electricidad, salieron a la calle y pudieron observarle.
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sentados al fondo. Comenzaba a entrar un poco de agua y el
viento helado quería filtrarse por el menor intersticio de nuestros
ropajes. Ansiábamos llegar al punto indicado con un círculo
amarillo en el mapa; allí, la idea era dejar llevar “al garete” con la
corriente, boyar a favor de la corriente un tiempo y finalmente
buscar donde hacer tierra.
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permanencia inicial. Demoramos en decirnos, debo admitir que
casi con timidez, que, entonces, era “la luz”. “La luz del
Correntoso”. Lejana si la comparamos con otros “afortunados”
sobre cuyas cabezas pasó. Pero era, por comportamiento, lugar,
color, el objeto de nuestros desvelos. Creo que tardamos en
tomar consciencia y manifestar con alegría que la primera noche
en el terreno en busca de ella nos hubiera gratificado con su
presencia.
Volveremos a por ella, claro. Pero, mientras tanto, ¿de qué puede
tratarse?. En mi cabeza comenzaba a articularse una mirada poco
ortodoxa. Mirada que, en puridad, había comenzado a gestarse
ese día por la mañana.
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pequeña esfera luminosa que aparece, se eleva, se proyecta
sobre él. Y para repetirlo aquí con las mismas palabras que usé
con mi grupo: “Si a esa “luz” la ubicamos, no sobre esa calle y
frente a “R”, sino a apenas unos centenares de metros y sobre el río,
¿Qué tendríamos?. Pues… otra vez, la “luz del Correntoso””.
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Hay dos detalles que pueden parecer nimios pero desde mi
óptica son fuertemente sugestivos para este tipo de
interpretación. Recordemos que cuando ocurre el episodio del
“testigo R”, la “luz” manifiesta un expreso, inteligente
y dirigido interés hacia él. Llama su atención con lo que “R”
denomina un “chistido” –aunque podemos preguntarnos si
efectivamente es lo que entendemos como tal- y se permite
aparecer a unos diez metros de distancia, elevarse y dirigirse
hacia nuestro protagonista.
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“nave extraterrestre” (dejando de lado la opinión de los lugareños
que por falta de dedicaciòn a estos temas no tienen por qué
relacionar un tema con otro). Ahora bien, un ejercicio de reflexiòn
para el lector: supongamos que hasta aquí, ante la mera
descripción “periodística” del fenómeno (la “luz” que aparece,
sobrevuela islas y gente, etc.) pensaba en el “ovni” como
“vehículo extraterrestre”. El mismo lector, usted por ejemplo,
¿seguiría pensando igual?.
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Responder
2. Ivan dice:
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Uno (humano) pensaría que, por las distancias, si
“eso” es, de hecho, algo paranormal, mas allá de su
naturaleza, sería muy difícil (no imposible) que “eso”,
en las distancias, se percate que nosotros nos
percatamos de él. Pero parece que lo que para
nosotros, humanos, debe significar una determinada
distancia, para estas cosas, no significan lo mismo.
Porque te repito; cuando vi esa cosa en el cielo (y
digo “esa”, pero en realidad en el video, casi al final,
aparece otra, mas tenue) se mantenía totalmente
quieta, no hacia nada.
Solo cuando finalmente me decidí ponerme a filmar
(a pesar del ridículo al que me exponía de parte de
mis compañeros de trabajo que algunos me decían
“vos estas al pedo, estas filmando un avión chorro” )
ésta cosa de repente se empezó a mover. Y para mi
fue (y aun lo pienso) demasiada casualidad. Aunque
no se si signifique algo: si es que solo se empezó a
mover para ser filmado, o se empezó a mover “por
mí”, porque se dio cuenta de lo que yo estaba
pensando…
Un saludo’
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