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Vessey, David (2009). “Gadamer and the Fusion of Horizons”.

International Journal of
Philosophical Studies, vol. 17(4): 531-542.

Gadamer y la fusión de horizontes1


David Vessey
Grand Valley State University

Resumen

[531]2 Hans-Georg Gadamer a menudo es criticado por su descripción de la fusión


de horizontes como la resolución ideal del diálogo. Afirmo que de hecho es una
descripción excelente de la resolución exitosa del diálogo, pero únicamente a la luz
de una comprensión apropiada de lo que Gadamer entiende por „horizonte‟ y de
cómo, luego, se fusionan los horizontes. Hago esto mostrando cómo Gadamer se
basa en el sentido técnico de „horizonte‟ que se encuentra en las fenomenologías de
Edmund Husserl y Martin Heidegger. En el proceso, muestro por qué una
prominente crítica de la explicación de Gadamer de la fusión de horizontes, una
crítica presentada con mayor fuerza por E. D. Hirsch, es errónea.

Palabras claves: Gadamer; Horizontes; Hirsch; Husserl; Hermenéutica; Vessey

La descripción del diálogo de Hans-Georg Gadamer es distintiva en tres manera:


abarca la posibilidad de diálogo con los textos, toma al diálogo para ser el modelo de
cómo trabaja el lenguaje, y considera que el diálogo es exitoso cuando ha existido
una „fusión de horizontes‟. Este último punto de vista –que el diálogo, cuando es
exitoso, se resuelve en una fusión de horizontes– es una de sus afirmaciones más
controvertidas, ya que sugiere que las conversaciones son exitosas únicamente
cuando conducen a un acuerdo mutuo. Incluso si uno fuera caritativo y permitiera
resoluciones del tipo „acuerdo estar en desacuerdo‟, es demasiado estricto requerir
1 Traducción de Esteban Leiva para uso interno de la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales,
Escuela de Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Agosto de
2016.
2 Los números entre corchetes corresponden a la paginación original.

1
que toda conversación tienda a ese fin. Una conversación entre personas que falla
en resolver un desacuerdo pero que conduce a una mejor articulación por parte de
los interlocutores y, tal vez, a una mayor simpatía por las visiones de los otros puede
describirse como exitosa, incluso aceptando que entraron en conversación buscando
alcanzar el acuerdo. Por otra parte, el acuerdo por sí mismo no es el objetivo del
diálogo; los interlocutores podrían acordar únicamente a través de la fuerza de la
personalidad o de la inseguridad. Tal „acuerdo‟ violaría lo que debiera ser un
principio central del diálogo, que la resolución de la discrepancia debe basarse en la
evidencia de las posiciones avanzadas. Por muchas razones, entonces, la afirmación
de Gadamer que el diálogo busca la resolución en una fusión de horizonte es
comúnmente criticada por los filósofos. Aquí voy a mirar de cerca la visión de
Gadamer, porque creo [532] que la accesibilidad de la frase esconde lo que es en
realidad una visión plausible digna de ser defendida como un resultado apropiado
del diálogo.

Para llegar a su punto de vista, será útil comenzar con una objeción de E. D.
Hirsch.3 Hirsch piensa que la discusión de los horizontes de Gadamer
inmediatamente excluye algo así como una fusión de horizontes. Hirsch sostiene si
queremos comprender algo o bien es dentro de nuestro horizonte o más allá de
nuestro horizonte. Si es esto último, entonces no puede ser comprendido, ya que
significaría que está más allá de nuestro horizonte. Pero ya que no puede ser
comprendido, entonces no puede existir una fusión de horizontes. Si está dentro de
nuestro horizonte, entonces, no hay dos horizontes separados que deben ser
fundidos, y no tiene lugar la fusión. Debemos concluir, por lo tanto, que si los
horizontes son límites en la comprensión, una fusión de horizontes es imposible o
innecesaria. He aquí cómo pone esto Hirsch

¿Cómo puede un intérprete fusionar dos perspectivas –la suya y la del


texto- a no ser que se ha apropiado de alguna manera del punto de
vista original y amalgamado con la suya? ¿Cómo puede tener lugar
una fusión a menos que las cosas que van a fusionarse sean hechos
3En “Gadamer‟s Theory of Interpretation”, un apéndice a su Validity in Interpretation (New Haven: Yale
Universtiy Press, 1967), pp. 245-264.

2
reales, es decir, a menos que el sentido original del texto ha sido
comprendido? En efecto, la cuestión fundamental, que Gadamer no
ha logrado responder, es simplemente esta: ¿cómo se puede afirmar
que el sentido original de un texto está más allá de nuestro alcance y,
al mismo tiempo, que la interpretación valida es posible?... Si él fuera
fiel a su postulado de la historicidad radical, lo que él denomina una
fusión de perspectivas históricas no puede afirmarse en absoluto. Si el
intérprete está limitado por su propia historicidad, él no puede salir
de ella a algún punto a medio camino donde pasado y presente se
funden… Una vez que se admite que el intérprete puede adoptar una
perspectiva fusionada diferente de su propia contemporaneidad, a
continuación, se admite, en principio, que él pude salir de su propia
perspectiva. Si esto es posible, el supuesto fundamental de la teoría
[de estar limitados por horizontes] se hace añico.4

Algo con un horizonte diferente podría o caer dentro de nuestro horizonte,


en cuyo caso la comprensión no involucra una fusión de dos horizontes, o caer
fuera de nuestro horizonte, en cuyo caso no podemos comprenderlo.

Aceptando que Hirsch está interesado con lo que denomina „historicidad


radical‟, la visión de que nunca podemos comprender algo excepto desde nuestro
punto de vista histórico, y que Gadamer no sostiene este punto de vista, las
paradojas que le interesan a Hirsch surgen cuando alguien plantea el conocimiento
de un límite en la comprensión. Pareciera que la única manera de salir de estas
paradojas sería para Gadamer afirmar que los horizontes después de todo no son
límites. Sin embargo, él parece decir con toda claridad que los horizontes son
límites:

Cada presente finito tiene sus limitaciones. Definimos el concepto de


„situación‟ diciendo que representa un punto de vista que limita la
[533] posibilidad de visión. De aquí que lo esencial para el concepto
4 Ibid, p. 254, itálicas del autor.

3
de una situación es el concepto de un „horizonte‟. El horizonte es el
rango de visión que incluye todo lo que puede ser visto desde un
punto de vista particular.5

Lo que se pierde en las mayorías de las interpretaciones de Gadamer,


incluyendo la de Hirsch, es la constatación de que Gadamer no está utilizando el
término „horizonte‟ en su sentido cotidiano, sino como un término técnico; el
significado técnico ha sido parte de la fenomenología desde que Edmund Husserl la
introdujo en 1913. Los dos significados están relacionados, pero el sentido técnico
hace hincapié en algunos rasgos del término cotidiano y resta importancia a otros.

Específicamente, un horizonte como un límite está minimizado en el sentido


técnico a favor de un horizonte como lo que permite la expansión, lo que podemos
ver más allá con un poco de esfuerzo, y lo que señala hacia algo más. Aunque un
horizonte marca límites a la visión, no es un límite infranqueable. Simplemente
caminar una corta distancia o subir a la planta superior de un edificio nos puede
ayudar a ver más allá de nuestro horizonte previo. De hecho, la mayoría de nosotros
sabemos muy bien lo que yace más allá del horizonte simplemente a partir de la
experiencia pasada. Los horizontes pueden funcionar como un límite en un
momento determinado, pero también siempre son puertas de acceso a algo más allá;
es esto último lo que Husserl enfatiza en sus Ideas de 1913.6

Husserl señaló que a pesar que nuestros sentidos sólo nos brindan
información incompleta acerca de un objeto, percibimos al objeto como un todo.
Así, cuando al mirar una silla estemos observando un lado de la misma, percibimos
una silla, no un lado-silla. No nos sorprende cuando nos movemos ver que la silla
tiene otros lados, que es tridimensional, y así sucesivamente. De hecho, estaríamos
bastantes sorprendidos al encontrar que lo que pensamos que era una silla era en
realidad una fachada. Del mismo modo, cuando percibimos una persona podemos a
menudo decir quién es la persona aunque tengamos muy poca información
sensorial. Podemos reconocer a alguien mirando la parte posterior de su cabeza; si

5 Truth and Method (New York: Crossroad, 1989), p. 302, itálicas del autor. En adelante TM.
6 (Dordrecht: Kluwer Academic Publishers, 1990).

4
gira y revela que estábamos equivocados, esto sería una señal de que nuestra
percepción de la parte posterior de la cabeza incluía más que simplemente la parte
posterior de la cabeza. De lo contrario no nos habríamos sorprendido al descubrir
que era alguien que no esperábamos. Así, la percepción siempre va más allá de lo
que realmente esta dado a los sentidos. De acuerdo con Husserl, no es que nuestra
mente esté elaborando inferencias desde la información perceptual que recibimos de
manera que, por ejemplo, al ver por primera vez un campo de color y luego nuestra
mente organizar el color, concluimos que esto se trata de algún objeto o persona.
En realidad vemos esto como un objeto o persona. El contenido adicional que
completa el objeto está incorporado en la percepción del objeto.

Martin Heidegger ofrece el ejemplo ilustrativo de oír el silbato de un tren.


Cuando escuchamos aquel sonido oímos un tren, o el silbato de un tren. Sólo con
un esfuerzo extremo podemos oír ese sonido sin oír que se trata de un tren. Lo
mismo se aplica para todos los sonidos: se oyen como los sonidos de cosas, no
como sonidos puros. Incluso los sonidos que no reconocemos los percibimos como
el sonido emitido por [534] algo; cuando no reconocemos un sonido, es la cosa, el
objeto que produce el sonido, lo que no reconocemos. Lo mismo se aplica a la
visión.

Husserl cree que comprendiendo cómo nuestras mentes completan nuestra


percepción de los objetos podría llevarnos a recorrer el largo camino que nos diga
algo acerca de la naturaleza de estos objetos. Aquellos aspectos de un objeto que no
son directamente accesibles a nuestros sentidos, pero que hacen posible ver al
objeto como un objeto, Husserl los denomina el „horizonte‟ del objeto.

Lo que ahora es percibido, y lo que está más o menos claramente co-


presente y determinado (o al menos algo determinado), está
penetrado y rodeado por una tendencia oscura hacia un horizonte
realmente indeterminado… (Una) niebla de tenue vacío
indeterminado es poblado con posibilidades o probabilidades
intuidas, y sólo la „forma‟ del mundo, precisamente como „el mundo‟,

5
está predelineado. Por otra parte, mis entornos indeterminados son
infinitos, lo brumoso y nunca completamente determinado está
necesariamente allí. … Este horizonte, sin embargo, es el correlato de
los componentes de lo esencialmente indeterminado unido a la
experiencias de las cosas físicas en sí; y aquellos componentes –otra
vez, esenciales- dejan abiertas las posibilidades de realización, lo cual
no significa completamente indeterminado, sino que son, por el
contrario, posibilidades motivadas predelineadas con respecto a su tipo
esencial.7

El horizonte es todo de lo que somos conscientes en la percepción de un


objeto por encima y más allá de lo que es dado directamente a nuestros sentidos.
Esto es lo que es „co-dado‟ en la percepción del objeto que hace que sea inteligible
para nosotros como un objeto. Cuando caminamos alrededor de una casa no nos
sorprende ver que tiene lados, que tiene una parte posterior, que no se eleva del
suelo, que las hojas no la voltean cuando golpean contra ella, que cuando miramos
de un lado a otro permanece siendo la misma, y que no cobra existencia
inmediatamente antes de verla. Todas estas cosas pertenecen al horizonte de la
percepción de la casa. En su Meditaciones Cartesianas de 1931, Husserl escribe que “La
percepción tiene horizontes compuestos de otras posibilidades de percepción, como
percepciones que podríamos tener, si activamente dirigimos el curso de la percepción de
otro modo: si, por ejemplo, giramos nuestros ojos de una manera u otra, o si damos
un paso adelante o hacia un costado, y así sucesivamente.”8 Estas posibilidades no
son posibilidades al azar, sino que pertenecen a la naturaleza esencial del objeto
como espacio-temporal.

Husserl divide las clases de horizontes en horizontes „internos‟, „externos‟ y


„temporales‟. Los horizontes internos son horizontes que se derivan de la naturaleza
del objeto, ya sea como un objeto, tal como toma lugar en el espacio, o como la
clase de objeto que es. Cuando vemos a alguien desde atrás, la percibimos como

7 Ideas I, §§27, 44. Itálicas del autor.


8 (The Hague: Martinus Nijhoff, 1973), p. 44.

6
teniendo una cara. Pertenece al horizonte interno de una cabeza tener una cara. Los
horizontes externos son horizontes establecidos por la relación entre el objeto y su
entorno. Si hay un poste telefónico obstruyendo parcialmente nuestra visión [535]
de una casa, reconocemos a las partes de la casa a ambos lados del poste como
perteneciendo a la misma casa y como estando localizada ésta detrás del poste.
También percibimos el carácter de la interacción entre los objetos en virtud de un
horizonte externo. Todas las relaciones obtienen su carácter desde el horizonte
externo, incluyendo la relación de pertenecer a un todo espacio-temporal que
vincula todas las cosas.

Centrarse en un objeto requiere un agrupamiento de los horizontes externos,


al igual que centrarse sobre lo dado sensorialmente de un objeto requiere agrupar el
horizonte interno. Maurice Merleau-Ponty señala correctamente esto cuando escribe
que

Es necesario poner el entorno en suspenso para ver mejor el objeto, y


perder en el fondo lo que se gana en la figura central, porque mirar el
objeto es sumergirse en él, y porque los objetos forman un sistema en
cual un [objeto] no puede mostrarse sin ocultar a otros. Más
precisamente, el horizonte interior de un objeto no puede convertirse
en un objeto sin que los objetos circundantes se conviertan en un
horizonte. … El horizonte, luego, es lo que garantiza la identidad del
objeto a través de la exploración. … La estructura objeto-horizonte, o
la perspectiva, no es un obstáculo para mí cuando quiero ver el
objeto: porque así como es el medio por el cual los objetos son
distinguidos unos de otros, también es el medio por el cual se dan a
conocer.9

Merleau-Ponty reúne tres temas: los objetos nunca aparecen sin horizontes,
los horizontes establecen el conjunto de expectativas que acompañan a la
9 Phenomenology of Perception (New York: Humanities Press, 1962), p. 68.

7
percepción de un objeto y las estructuras objeto-horizonte están conectadas a las
perspectivas. El horizonte interno –aquellas características del objeto que forman
nuestras expectativas de las percepciones futuras del objeto– y el horizonte exterior
–aquellas características del entorno que forman nuestras expectativas de la
interacción entre el objeto y sus entornos– son los dos horizontes más significativos
a los fines de comprender el uso del término de Gadamer. Sin embargo, para
Husserl el horizonte temporal es el más importante ya que todos los objetos se nos
aparecen como objetos temporales, como extendidos en el tiempo así como
extendidos en el espacio. Dados que el horizonte interno revela nuestras
expectativas normales para las futuras revelaciones sobre el objeto y el horizonte
externo revela la manera de cómo el objeto interactúa con su entorno, el tiempo es
el tema fundamental de enlace. Las revelaciones y las interacciones futuras, así como
las historias pasadas que hicieron lo que es y lo establecieron donde está, son
esencialmente temporales, y así Husserl concluye que es el horizonte temporal la
condición para todos los otros horizontes.

Tomemos nota de lo que los horizontes son y de lo que no son. Demarcan lo


que puede percibirse directamente de lo que no puede ser percibido directamente,
pero no limitan la percepción del objeto a lo directamente percibido. Por el
contrario, los horizontes son los que hacen posible percibir más de lo que es [536]
directamente percibido. Los horizontes abren posibilidades de futuras percepciones
del objeto y, al hacerlo, proveen a éste su carácter. En el caso de la visión, el
horizonte está conectado a la perspectiva sobre el objeto, marca lo que se destaca y
lo que se desvanece, y constantemente cambia a medida que nuestra perspectiva
cambia ya sea debido a nuestro movimiento o del movimiento del objeto. En
resumen, los horizontes son las condiciones que proporcionan el significado al
objeto, condiciones que necesitan ser conscientes para una apropiada comprensión
del objeto. Como proveen la clave para comprender nuestras percepciones, ellos nos
empujan hacia adelante, inspirando la investigación y efectuando la confirmación o
falsación de nuestras posibles expectativas. Husserl no hace hincapié en la función
de limitación de los horizontes, sino en cambio en los rasgos de los horizontes que
proveen un contexto significativo para nuestras experiencias y que guían nuestras

8
investigaciones. Esto es claramente contrario al énfasis cotidiano acerca del
horizonte como un límite.

En su primera mención de los horizontes en Verdad y Método, Gadamer hace


explícita su deuda con Husserl:

Sin duda, el concepto y el fenómeno del horizonte es de crucial


importancia para la investigación fenomenológica de Husserl. Con
este concepto, que nosotros también tendremos ocasión de utilizar,
Husserl está, obviamente, tratando de captar la forma de toda la
intencionalidad limitada del significado que se funde en la
continuidad del conjunto. Un horizonte no es un límite rígido, sino
algo que se mueve con uno e invita a avanzar más. Por lo tanto, la
intencionalidad del horizonte que constituye la unidad del flujo de la
experiencia es paralela a una igualmente intencionalidad del horizonte
comprensivo en el lado objetivo. Todo lo que es dado como existente
es dado en términos de un mundo y, por lo tanto, el horizonte
mundo se da con él.10

El énfasis de Gadamer es consistente con Husserl: el horizonte no es el límite


del significado, sino que extiende el significado de lo que está directamente dado a
todo el contexto en que éste es dado, incluyendo un sentido de un mundo. En
consecuencia, esto nos aleja de lo que es inmediatamente dado hacia un contexto
mayor que proporciona el significado. Y, naturalmente, el horizonte cambia a
medida que cambia la percepción. Gadamer preserva aquellos elementos esenciales
de la explicación de Husserl, pero los transforma en una simple, aunque significante,
forma: aplica la explicación del horizonte de Husserl a las proposiciones. Él escribe,
“toda proposición tiene su horizonte de sentido en el cual origina una situación para
la interrogación”.11 Donde Husserl habla de horizontes que hacen significativa
nuestra percepción de los objetos, Gadamer habla de horizontes que hacen

10TM, 245.
11 “What is Truth?”, en Hermeneutics and Truth, ed. Brice Wachterhauser (Evanston, IL: Northwestern
University Press, 1994), p. 42. Este ensayo, publicado originalmente en 1957, contiene su primer uso de la
frase „fusión de horizontes‟.

9
significativas las proposiciones. Su foco es lingüístico más que perceptual y, por lo
tanto, está íntimamente conectado con el diálogo.

En el caso de las sentencias, el horizonte será el conjunto de creencias que


hacen posible comprender la sentencia. Estas creencias no serán únicamente sobre
el objeto de la sentencia, sino también acerca del contexto en que es presentada la
sentencia [537]. Por ejemplo, considere la afirmación de Aristóteles de que el bien
mayor en la vida es la felicidad. Para comprender esta afirmación necesitamos saber
algo acerca de la eudaimonia, necesitamos saber algo acerca de otros argumentos y
puntos de vista de Aristóteles, y necesitamos saber algo acerca de a qué otro bien
mayor podría ser similar. El fondo de las creencias forma el horizonte –la condición
para la comprensión de la sentencia.

No obstante el término ahora es más metafórico que literal, aún podemos


pensar a los horizontes como proveyendo una perspectiva y como estableciendo los
límites de lo que puede ser observado desde un punto vista particular. Los
horizontes proporcionan la perspectiva para que emerjan las creencias implícitas y
explícitas que proveen el contexto para la comprensión de una sentencia; establecen
lo que es significativo para la comprensión (lo que aparece en primer plano) y lo que
es insignificante (lo que está en el fondo). Los horizontes establecen los límites de
nuestra comprensión así como las creencias profundas afectan cuáles sentencias
comprendemos y cómo lo hacemos. Y los horizontes destacan un punto de vista
particular en tanto que las creencias reflejan las diferencias individuales. Por
ejemplo, debido a sus compromisos e inclinaciones filosóficas, los filósofos tienden
a recibir una nueva proposición con disposición abierta o con escepticismo,
dependiendo de cómo se integre a sus otras creencias. Por último, al igual que los
horizontes de percepción, los horizontes intelectuales nos alejan de la sentencia
inmediata hacia lo que la hace significativa. La sentencia significa algo, y nos
sentimos rápidamente inclinados a investigar el contexto del significado y también a
preguntar por qué alguien podría afirmar dicha sentencia. Gadamer escribe,

Que una proposición sea más que la representación de un contenido


objetivo dado significa, por sobre todo, que pertenece a la totalidad

10
de una existencia histórica y que es contemporánea a todo aquello
que hace sentir su presencia. Cuando queremos comprender
sentencias que han llegado hasta nosotros, nos hundimos en
reflexiones históricas, a partir de las cuales se determina dónde y
cómo estas sentencias son dichas, cuáles son sus motivaciones reales
y con ello cuáles son sus significados reales. Cuando queremos
representar una sentencia ante nosotros mismos debemos, por lo
tanto, representar su horizonte histórico.12

Del mismo modo que para Husserl el horizonte del objeto presenta al objeto
perteneciendo a un mundo físico, para Gadamer, el horizonte de una sentencia
presenta a la sentencia perteneciendo a un mundo lingüístico, cultural e histórico.

Al focalizarse sobre la comprensión en lugar de lo simplemente percibido,


Gadamer otorga mayor consideración a la existencia de los horizontes. Podemos
percibir cosas sin comprender lo que son; del mismo modo podemos leer sentencias
aún siendo incapaces de comprender lo que significan. En un marcado contraste
respecto a Husserl, Gadamer sostiene que es posible no tener un horizonte y que
“se requiere de un esfuerzo especial adquirir un horizonte histórico”.13 Para volver a
la metáfora visual, alguien que carece de un horizonte carece de los marcadores
visuales para [538] poner su percepción en contexto. Por falta de una percepción
profunda, una persona no sería capaz de juzgar bien el significado relativo de los
objetos y los hechos. Del mismo modo, al carecer de un sentido del contexto
histórico o cultural una persona no sería capaz de juzgar el significado relativo de los
objetos y los hechos. Gadamer señala, “una persona que no tiene horizonte no ve lo
suficientemente lejos y, por lo tanto, sobrevalora lo que es más cercano a él.”14 Para
Husserl, un horizonte provee un sentido de perspectiva, un sentido del lugar de un
objeto en su mundo. En el caso de sentencias, un horizonte sería un conjunto de
creencias que proveen la posibilidad de comprender la sentencia en el contexto
histórico y respecto a su objeto de estudio.

12 Ibid., p. 44.
13 TM, 305.
14 TM, 302.

11
El alejamiento de Gadamer de la percepción hacia la inteligibilidad a través
del lenguaje refleja una de sus críticas a Husserl, a saber, que Husserl da demasiada
prioridad a la percepción sensorial en la adquisición del conocimiento y, en general,
en la explicación de la relación fundamental de una persona a su medio ambiente. 15
También refleja el uso de Heidegger del término „horizonte‟ que conduce a Ser y
Tiempo. Heidegger utiliza esta palabra esporádicamente antes de Ser y Tiempo, cuando
introduce la idea del “tiempo como el horizonte posible para cualquier comprensión
del ser”.16 Al hablar explícitamente de los horizontes temporales, Heidegger dice que
la unidad de horizonte (los esquemas de horizontes pasados, presentes y futuros)
“hace posible la conexión primordial de las relaciones del estar-en-orden-a con el
buscar-el-bien-para”;17 es decir, el horizonte hace posible comprender algo como
teniendo relevancia dentro de un mundo. En Los problemas básicos de la fenomenología,
Heidegger define el horizonte como “aquello hacia lo cual cada éxtasis está
intrínsecamente abierto en una forma específica… la extensión abierta hacia la cual la
remoción en sí misma está fuera de sí”.18 Al igual que Gadamer y Husserl,
Heidegger utiliza el término „horizonte‟ para referir no a los límites de la
comprensión, sino a las condiciones de la comprensión que siempre nos conducen
hacia nuevas comprensiones.

¿Qué debemos hacer, luego, con la cita previa de Gadamer donde parece
presentar los horizontes como límites? Recordemos que allí dice que

Cada presente finito tiene sus limitaciones. Definimos el concepto de


„situación‟ diciendo que representa un punto de vista que limita la
posibilidad de visión. Por lo tanto, esencial al concepto de situación
es el concepto de „horizonte‟. El horizonte es el rango de visión que

15 Por ejemplo, véase “The Hermeneutics of Suspicion”, Man and World, 17 (3/4) (1984), p. 316.
16 Being and Time, trans. Joan Stambaugh (Albany, NY: SUNY Press, 1996), p xix. Para una discusión detallada
de desarrollo del concepto véase el libro de Theodore Kisiel The Genesis of Heidegger’s Being and Time (Berkeley:
University of California Press, 1995), pp. 446-51.
17 Being and Time, p. 334.
18 (Bloomington, IN: Indiana University Press, 1982), p. 267, itálicas del autor. Este texto contiene el uso más

extensivo del término „horizonte‟ de Heidegger y así mismo su último uso como un término técnico.

12
incluye todo lo que se puede ver a partir de un punto de vista
determinado.19

Un punto de vista limita lo que podemos ver, pero no es el horizonte lo que


se presenta como límite. Más bien, el horizonte es “todo lo que se puede ver”. En el
mismo párrafo dice que el „horizonte‟ refiere a la forma en que nuestro “campo de
visión se expande gradualmente” y que tener un horizonte significa “no estar
limitado por lo que está cerca, sino ver más allá de él”.20 Después de considerar los
usos del término en Husserl y Heidegger podemos ver mejor lo que Gadamer tiene
en mente: no límites, sino lo que es aprehensible dentro de límites particulares.

[539] Nótese la diferencia clave entre el uso del término por parte de Husserl
y Gadamer. Los horizontes perceptuales están siempre presentes; los horizontes
para la comprensión puede que no lo estén y requieran un arduo trabajo para ser
adquiridos. Cuando estamos tratando de comprender a otra persona o a un texto,
necesitamos tener alguna idea del horizonte en que el asunto es inteligible para el
autor o para el hablante. Esto no significa que necesitemos conocer las intenciones
del hablante o del autor (no obstante conocerlos podrían ayudarnos), los horizontes
son rasgos objetivos del entorno conceptual que hacen inteligible el asunto, no
rasgos subjetivos de la mente de los hablantes. Gadamer escribe,

Cuando tratamos de comprender un texto, no nos transportamos a la


mente del autor, sino que, si uno quiere usar esta terminología,
tratamos de transportarnos a la perspectiva dentro de la que él ha
formado sus visiones. Pero esto simplemente significa que
intentamos comprender cómo podría ser correcto lo que está
diciendo.21

19 TM, 302.
20 TM, 302.
21 TM, 292.

13
Para comprender la objetividad del significado de los horizontes,
consideremos nuevamente la analogía perceptual: el hecho que una casa sea
percibida como teniendo una parte trasera no es una intención del espectador, sino
un hecho de la naturaleza de las casas. Del mismo modo, el hecho de que una
sentencia sea inteligible no es un hecho de las intenciones del hablante, sino de la
naturaleza del lenguaje y del asunto del que trata la sentencia. Tener conocimientos
básicos del asunto del que trata la sentencia es paralelo al horizonte interno de
Husserl y tener conocimientos básicos acerca del contexto de la sentencia es
paralelo al horizonte externo de Husserl. La clave para una correcta interpretación
radica en la adquisición de los horizontes adecuados.

Los dos horizontes, el horizonte interno del asunto de la sentencia y el


horizonte externo del contexto histórico de la sentencia, no son ajenos. Cuando
Descartes dice que el cuerpo es como una máquina, necesitamos saber no sólo qué
tipo de cosa es un cuerpo, y qué tipo de cosa es una máquina, sino qué clase de cosa
un filósofo francés del siglo XVII habría pensado que es un cuerpo y una máquina,
en orden a comprender lo que esta sentencia significa. Si encontramos que en el
contexto de Descartes, llamar a algo una máquina indicaba elogios por su
complejidad y artesanía, entonces tenemos una idea acerca de lo que significa alegar
que „los cuerpos humanos son máquinas‟ que es muy diferente de la idea que
tendríamos al saber que llamar a algo máquina en el contexto de Descartes
significaba seguramente romper con alguna concepción anterior. Además, si
encontramos que en el siglo XVII el „cuerpo‟ refiere a todos los objetos físicos,
nuevamente tenemos una comprensión muy diferente de la que tendríamos si por
„cuerpo‟ refiriéramos únicamente a la materia animal o humana. De esta manera, el
horizonte exterior nos informa de los horizontes interiores apropiados, del asunto
posible de la sentencia. Cuando se trata de textos, el horizonte exterior es a lo que
Gadamer refiere como el horizonte histórico. Los candidatos para el significado de
una sentencia son dados por el contexto histórico.

[540] El horizonte interior también nos informa del horizonte exterior.


Todos los ejemplos anteriores son formas plausibles para pensar el cuerpo (como
algo que es complicado, como algo que se rompe, como algo fundamentalmente

14
relacionado a todas las otras cosas físicas, o como algo fundamentalmente diferente
de las cosas inanimadas); rechazaríamos una interpretación de la „máquina‟ si nos
conduce a conclusiones sin sentido acerca del cuerpo. Por ejemplo, si encontramos
una asociación en el siglo XVII entre la palabra „máquina‟ y la frase „el uso del hierro
en la construcción‟, podríamos concluir correctamente que este no es el sentido de
„máquina‟ cuando Descartes afirma que el cuerpo es una máquina. Los contextos
interpretativos relevantes, los horizontes históricos, son aquellos que producen
sentencias posiblemente verdaderas. Nótese que en la práctica para determinar el
significado de una sentencia y en la de determinar cómo una sentencia puede ser
verdadera, no existen dos operaciones separadas. Esta visión es necesaria para
comprender cómo la fusión de horizontes es apropiadamente denominada una
fusión.

Si tomamos la comprensión de los horizontes de Gadamer como las


creencias que hacen posible la comprensión de una sentencia, entonces podemos
ver qué es lo que quiere decir con la fusión de horizontes. Los horizontes se
fusionan cuando un individuo se da cuenta cómo el contexto del asunto puede ser
ponderado de manera diferente para conducir a una interpretación diferente a la que
inicialmente arribó. Cualquier nueva información o un nuevo sentido de
significancia relativa de la información disponible conduce, al menos, a una
comprensión de la contingencia de la interpretación inicial, muy posiblemente a una
nueva comprensión del asunto, e idealmente a un nuevo acuerdo entre las dos partes
sobre el asunto. En cualquier caso, la comprensión original es superada e integrada
en una comprensión más amplia, más informada. Nuestros horizontes se ensanchan;
tenemos una nueva perspectiva sobre nuestros viejos puntos de vista y, tal vez,
también nuevas visiones. Este es el significado de „la fusión de horizontes‟.

Debe quedar claro, entonces, por qué Hirsch está errado. Él considera a
los horizontes como límites fijos para la comprensión, y si bien es cierto que en
cualquier momento el horizonte es un límite a lo que puede ser comprendido, no se
requiere un esfuerzo extraordinario para que el horizonte cambie y surjan nuevas
comprensiones. El problema de pensar los horizontes como límites es que uno
piensa en superarlos como si fuera a cruzar sus límites. De hecho, como hemos

15
visto, conocer lo que yace más allá de un horizonte no requiere cruzar el horizonte:
simplemente requiere moverse hacia el horizonte, o más acertadamente, trasladarse
a un terreno más alto donde el horizonte anterior quede incluido en un horizonte
más amplio. Nuestros horizontes intelectuales cambian cada vez que aprendemos
algo nuevo o cuando valoramos de manera diferente lo que ya sabemos, y estos
cambios no requieren cruzar más allá de los límites de nuestra comprensión.
Gadamer afirma “el movimiento histórico de la vida humana consiste en el hecho
de que nunca está obligado absolutamente a un punto de vista, y por lo tanto nunca
puede tener un horizonte verdaderamente cerrado. El horizonte es, más bien, algo
en el cual nos movemos y que se mueve con nosotros. Los horizontes cambian para
quien esté en movimiento.”22 „Moverse‟ conceptualmente [541] requiere
simplemente obtener nueva información o nuevos puntos de vista, un evento
bastante común.

Por otra parte, debido a que el horizonte es nuestro sentido de perspectiva,


Gadamer confiesa que en realidad sólo existe un horizonte conceptual, el mundo, y
todo lo que encontramos se encuentra dentro de ese horizonte abstracto. Esto es
análogo al horizonte de Husserl, que unifica el mundo perceptivo espacio-temporal.
Como todos los enunciados son inteligibles como enunciados, incluso si son
inteligibles por pertenecer a una lengua extranjera, así “todo lo contenido en la
conciencia histórica es, de hecho, abarcado por un solo horizonte histórico”.23
Gadamer naturalmente pregunta acerca de la cuestión que esto origina: “Si no existe
tal cosa como horizontes distintos, ¿por qué hablamos de la fusión de horizontes y
no simplemente de la formación de un horizonte?”24 Su respuesta es que hablar de
un horizonte, aunque sea correcto, minimiza la tensión que se origina entre las
creencias anteriores divergentes que dan forma a las interpretaciones del asunto y
que conforman las condiciones para el desacuerdo. Enfatizar los horizontes en
plural muestra cómo estas creencias divergentes operan para organizar nuestras
experiencias e interpretaciones y, consecuentemente, cómo un cambio en estas

22 TM, 304.
23 TM, 304.
24 TM, 306.

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creencias equivale a un cambio en la organización de nuestras experiencias e
interpretaciones.

Comencé mostrando la necesidad de arribar a una explicación del diálogo


que no requiere acuerdo para tener éxito, pero aún representa una versión del
acuerdo regulado por las razones correctas como ideal. La explicación de Gadamer
de la fusión de horizontes, bien entendida, llega a este punto medio. No es
necesariamente un acuerdo acerca del asunto, pero es, según la definición de
Gadamer, una comprensión compartida acerca del asunto. Mientras los participantes
en un diálogo aún buscan alcanzar un acuerdo, el diálogo es exitoso si cada uno ha
adquirido una nueva perspectiva desde la cual ve el asunto –una perspectiva
informada por el interlocutor y basada en nuevas comprensiones acerca del asunto
en el contexto de la afirmación. Esto es, los participantes han adquirido una nueva
comprensión de cómo cada uno inicialmente valoró la evidencia de manera de llegar
a conclusiones contradictorias acerca del asunto. Cada uno ha revisado bien sus
evaluaciones, o ha fijado sus evaluaciones en un contexto más amplio de
evaluaciones posibles. De cualquier forma, cada uno ha adquirido una nueva
comprensión del asunto y de la contingencia de su propia perspectiva sobre el
mismo.

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