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Religiosidad popular en Medellín y Puebla

MEDELLIN PUEBLA
 Religiosidad Popular
1. Denominación Religión del pueblo
 Religiosidad Popular  Piedad popular
 Catolicismo popular
 Sapiencia popular
Desde el significado que tiene para el Desde la “memoria cristiana
2. Criterios de pueblo. de nuestros pueblos”.
interpretación Las élites deben mirarla con
respeto.
Reserva de virtudes: sentido de lo Es identidad cultural que se
3. Valores sagrado, apertura a la Palabra, orante, simboliza en el rostro mestizo
valores (amistad y caridad), de María. Humanismo
desprendimiento de lo material, cristiano que afirma la
dignidad de toda persona
como hijo de Dios, establece
una fraternidad y da razones
para la alegría. Sapiencia
popular católica; síntesis vital
con rasgos contemplativos.
Expresa la fe de forma
comunitaria y en un lenguaje
total, que supera los
racionalismos.
Religiosidad de tipo cósmico y utilitario. Muestra signos de desgaste y
4. Deficiencias Escasa adhesión a la organización deformación. Superstición,
eclesial, superstición, fatalismo, magia, fatalismo, fetichismo
desviaciones morales, ignorancia de y ritualismo – Aparecen
Cristo y su Misterio. sustitutos aberrantes y
sincretismos regresivos –
Amenazada por corrientes
apocalípticas.
Incorporar vitalmente a quienes viven Debe ser evangelizada
5. Pastoral esta religiosidad – Descubrir allí la siempre de nuevo –
secreta presencia de Dios, no romper Pedagogía pastoral que
la caña quebrada – No suponer la asuma, purifique, complete y
existencia de la fe detrás de cualquier dinamice – Esto exige de los
expresión religiosa ni negar el carácter evangelizadores amor,
de verdadera adhesión creyente y de cercanía, prudencia,
participación eclesial. constancia y audacia.
Evangelizar y catequizar
adecuadamente a las grandes
mayorías que viven un
catolicismo popular
debilitado.

Que se realicen estudios serios y Que se revisen las


6. Recomendaciones sistemáticos sobre la religiosidad espiritualidades, actitudes y
popular y sus manifestaciones. tácticas de las élites de la
Que se impregnen las manifestaciones Iglesia con respecto a la
populares de la palabra evangélica religiosidad popular.
Adelantar una planificada
transformación de los
santuarios para que puedan
ser lugares privilegiados de
evangelización.
Favorecer la mutua
fecundación entre liturgia y
piedad popular.
Reformular y reacentuar de
modo nuevo la religiosidad
popular en contexto urbano.
EL TEXTO DE APARECIDA SOBRE PIEDAD POPULAR

6.1.3 La piedad popular como espacio de encuentro con Jesucristo

258. El Santo Padre destacó la “rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de
los pueblos latinoamericanos”, y la presentó como “el precioso tesoro de la Iglesia católica en
América Latina”. Invitó a promoverla y a protegerla. Esta manera de expresar la fe está presente de
diversas formas en todos los sectores sociales, en una multitud que merece nuestro respeto y cariño,
porque su piedad “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”. La
“religión del pueblo latinoamericano es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular”,
profundamente inculturado, que contiene la dimensión más valiosa de la cultura latinoamericana.

259. Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas patronales, las novenas, los
rosarios y via crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los
santos y a los ángeles, las promesas, las oraciones en familia. Destacamos las peregrinaciones,
donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse
inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se
hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es
una confesión de fe, el caminar es un verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de
amor. La mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía
de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve,
derramando toda la carga de su dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente,
es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo
nada puede. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual.

260. Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio que lo supera, no sólo de la trascendencia
de Dios, sino también de la Iglesia, que trasciende su familia y su barrio. En los santuarios, muchos
peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de
conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar.

261. La piedad popular penetra delicadamente la existencia personal de cada fiel y, aunque también
se vive en una multitud, no es una “espiritualidad de masas”. En distintos momentos de la lucha
cotidiana, muchos recurren a algún pequeño signo del amor de Dios: un crucifijo, un rosario, una
vela que se enciende para acompañar a un hijo en su enfermedad, un Padre nuestro musitado entre
lágrimas, una mirada entrañable a una imagen querida de María, una sonrisa dirigida al Cielo, en
medio de una sencilla alegría.

262. Es verdad que la fe que se encarnó en la cultura puede ser profundizada y penetrar cada vez
mejor la forma de vivir de nuestros pueblos. Pero eso sólo puede suceder si valoramos
positivamente lo que el Espíritu Santo ya ha sembrado. La piedad popular es un “imprescindible
punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda”. Por eso, el
discípulo misionero tiene que ser “sensible a ella, saber percibir sus dimensiones interiores y sus
valores innegables”. Cuando afirmamos que hay que evangelizarla o purificarla, no queremos decir
que esté privada de riqueza evangélica. Simplemente, deseamos que todos los miembros del pueblo
fiel, reconociendo el testimonio de María y también de los santos, traten de imitarles cada día más.
Así procurarán un contacto más directo con la Biblia y una mayor participación en los Sacramentos,
llegarán a disfrutar de la celebración dominical de la Eucaristía, y vivirán mejor todavía el servicio
del amor solidario. Por este camino, se podrá aprovechar todavía más el rico potencial de santidad y
de justicia social que encierra la mística popular.

263. No podemos devaluar la espiritualidad popular, o considerarla un modo secundario de la vida


cristiana, porque sería olvidar el primado de la acción del Espíritu y la iniciativa gratuita del amor
de Dios. En la piedad popular, se contiene y expresa un intenso sentido de la trascendencia, una
capacidad espontánea de apoyarse en Dios y una verdadera experiencia de amor teologal. Es
también una expresión de sabiduría sobrenatural, porque la sabiduría del amor no depende
directamente de la ilustración de la mente sino de la acción interna de la gracia. Por eso, la
llamamos espiritualidad popular. Es decir, una espiritualidad cristiana que, siendo un encuentro
personal con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo sensible, lo simbólico, y las necesidades más
concretas de las personas. Es una espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos, que, no por
eso, es menos espiritual, sino que lo es de otra manera.

264. La piedad popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia
y una forma de ser misioneros, donde se recogen las más hondas vibraciones de la América
profunda. Es parte de una “originalidad histórica cultural” de los pobres de este Continente, y fruto
de “una síntesis entre las culturas y la fe cristiana”. En el ambiente de secularización que viven
nuestros pueblos, sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un
canal de transmisión de la fe. El caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras
manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí
mismo un gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y cumple la
vocación misionera de la Iglesia.

265. Nuestros pueblos se identifican particularmente con el Cristo sufriente, lo miran, lo besan o
tocan sus pies lastimados como diciendo: Éste es el “que me amó y se entregó por mí” (Gal 2,20).
Muchos de ellos golpeados, ignorados, despojados, no bajan los brazos. Con su religiosidad
característica se aferran al inmenso amor que Dios les tiene y que les recuerda permanentemente su
propia dignidad. También encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María. En Ella ven
reflejado el mensaje esencial del Evangelio. Nuestra Madre querida, desde el Santuario de
Guadalupe, hace sentir a sus hijos más pequeños que ellos están en el hueco de su manto. Ahora,
desde Aparecida, los invita a echar las redes en el mundo, para sacar del anonimato a los que están
sumergidos en el olvido y acercarlos a la luz de la fe. Ella, reuniendo a los hijos, integra a nuestros
pueblos en torno a Jesucristo”.

Documento de Aparecida, n. 258-265

Aparecida, Brasil, 13-31 de mayo de 2007


Nos limitamos a mirar los textos tal como aparecen en los documentos finales de Medellín (Apartado 6),
Puebla (números 444-469), Santo Domingo (36. 39. 247) y Aparecida (258-265), para poner de relieve la
manera de tratar el tema de la piedad popular y los acentos que se van dando progresivamente. Porque el
lenguaje no ha sido siempre uniforme (creencias y prácticas cristianas, religiosidad popular, catolicismo
popular, religión del pueblo, piedad popular), aquí preferimos hablar de piedad popular , entendida como “el
conjunto de hondas creencias selladas por Dios, las actitudes básicas que de estas convicciones se derivan y
las expresiones que las manifiestan” (P 444), dejando la expresión religiosidad popular para indicar algo más
amplio como es la búsqueda de lo sagrado por parte de los seres humanos, cualquiera que sea su tradición
religiosa.

El espacio dedicado al tema de la piedad popular en los cuatro documentos refleja también las preocupaciones
y urgencias que había en ese momento dentro de la comunidad eclesial y el contexto social… Una cosa fue la
preocupación social del 68 y otra el ambiente de tensión cultural expresado en el Quinto centenario; una cosa
fue la necesidad de precisión doctrinal en los años setenta, y otra cosa distinta el desafío kerigmático del
nuevo milenio y realizar la asamblea en un santuario. Sobre el tema de la piedad popular el más receloso es
Medellín y el más positivo Aparecida; el más amplio sea Puebla y el más modesto Santo Domingo. Se puede
decir que Medellín es austero, Puebla es descriptivo, Santo Domingo es lacónico y Aparecida es poético.

Los diversos documentos trazan algunos criterios hermenéuticos frente a la piedad popular. Ya desde
Medellín se insiste en una interpretación desde dentro, desde el significado que tiene para el mimo pueblo,
aunque este modo de lectura sólo sea más evidente en el documento de Aparecida.

1. Denominación: Religiosidad popular (Religión del pueblo y catolicismo popular). Piedad popular. Mística
popular. Una manera de expresar la fe que está presente de diversas formas en todos los sectores sociales – Se
evidencia en fiestas, rezos, procesiones, romerías…

2. Criterio de interpretación: Aunque se vive en la multitud no es una espiritualidad de masas. No es vida


cristiana de 2ª. Es una manera legítima de vivir la fe, sentirse parte de la Iglesia y ser misioneros. Es
espiritualidad popular.

3. Valor: Precioso tesoro de la Iglesia católica – Imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del
pueble madure y se haga más fecunda – Intenso sentido de trascendencia y verdadera experiencia de amor
teologal – Espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos

5. Pastoral: Hay que evangelizarla o purificarla – el discípulo misionero debe ser sensible a ella, saber
percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables.

6. Recomendaciones: Promoverla y protegerla.

El documento de Aparecida nos invita a conocer, promover y proteger estas expresiones populares de nuestra
fe, ya que, en palabras del Papa Benedicto XVI, la religiosidad popular es el precioso tesoro de la Iglesia
católica en América Latina (cf. DA 258). Pero no sólo eso, sino que Aparecida dirá que la Piedad Popular es,
para la Iglesia y sus comunidades parroquiales: “espacio de encuentro con Jesucristo”; “expresión de la fe
católica, es un catolicismo popular, profundamente inculturado” (cf. DA 258); “imprescindible punto de
partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda” (DA 262); “espiritualidad
popular… espiritualidad encarnada en los sencillos” (DA 263); “manera legítima de vivir la fe… de sentirse
parte de la Iglesia… una forma de ser misioneros” (cf. DA 264).

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