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En el transcurso del tiempo hemos presenciado cómo se ha saqueado, rechazado

y reestructurado la naturaleza femenina instintiva. Durante largos periodos, ésta ha


sido tan mal administrada como la fauna silvestre y las tierras vírgenes. Durante
miles de años, y basta mirar el pasado para darnos cuenta de ello, se la ha relegado
al territorio más yermo de la psique. A lo largo del historia, las tierras espirituales de
la mujer salvaje ha sido expoliadas o quemadas, sus guaridas se han arrasado y
sus ciclos naturales se han visto obligados a adaptarse a unos ritmos artificiales
para complacer a los demás. (Clarissa Pinkola Pg 11)
Inicio mi análisis citando a la psicoanalista, autora del libro Mujeres que corren con
lobos. Las mujeres que estudia Clarissa, la mujer salvaje, no en el sentido
cotidianamente usado; rebelde, tosca, primitiva y sin modales (que algunos
procesos positivistas se han encargado en modificar la esencia femenina), sino más
bien en el sentido de la mujer en relación armónica con la naturaleza, a modo de
un animal, capaz de vivir dentro de ese hogar que es el mundo, en relación
equilibrada. El equilibrio entre la mujer y la naturaleza, es el campo donde pretendo
ubicar mi trabajo: razón dialéctica entre la naturaleza y la mujer, ambas han tenido
desde los albores de la vida y el lenguaje una relación cuadripartita con la muerte y
la vida, todas, ahora con artículo femenino. Salvo que se omite una modificación, la
muerte en los inicios del lenguaje tenía el artículo masculino en el término Tánatos;
muerte suave, sin tragedia (José Saramago, pg. 214). La parte modificada del
cuarteto, dirigía una suerte de asomo masculino detrás de la muerte. Incluso la
muerte antigua (Tánatos) era ofrecida por un luto blanco y no negro como ahora
(J.L. Borges, pg. 101). Esta muerte masculina, era en un sentido muy próximo a lo
femenino, no llegando a ser ni ambiguo ni desviado.
En ese sentido ubico mis obras;
en la experiencia de la mujer
como espejo de la naturaleza, y
ésta, espejo sin reflejo del cielo,
la nada, la muerte. En esta
relación armoniosa, presento a
niñas como simbólico de vida
emergente donde la muerte
(Tánatos masculino), asoma
dentro de ella en la acción de
tener los ojos cerrados, mirando su propio cielo, o sea ,su nada, su muerte.

Levinás atribuía que dentro del rostro, en especial nuestros ojos, solo nos
comunican: No me mates. Por eso omito los ojos abiertos, aquella Golosina caníbal
que describe, Bataille. Los ojos de las mujeres en mis obras se miran a ella misma,
e se pide no morir, no matarse. La muerte llegará, pero no con pena ni tragedia, la
muerte será la extensión del concepto de la pequeña muerte, atribuida al orgasmo
sexual donde la creación está presente, fisgoneando entre el placer.

Tanto naturaleza y mujer comparten esta suerte de espera reproductiva hacia arriba,
con el vientre dispuesto como latencia, como hipérbole del embrión.

La persona cuyos sentimientos tienden a la melancolía no se define así porque,


privada de las alegrías de la vida, se consume en una oscura melancolía, sino
porque sus sensaciones, cuando se amplían más allá de cierta medida, o tomas
una dirección alcanzan esta triste del alma con más facilidad que otras condiciones
del espíritu. El goce del placer es en el más ordenado, pero no por eso menos
intenso. (Immanuel Kant,pg. 312). La melancolía como ampliación del más allá,
como una metafísica de la presencia, en este caso, justo converge desde la mujer
y la naturaleza, salvo una diferencia que podría bien ser retórica en cuando a su
posición descriptiva. La desnudez y el desnudo como lo trabaja Berger, detallando
que el desnudo es una prenda más, un objeto para que otro lo vea, se exhibe. En
el desnudo, la persona misma, sin ropa, no es capaz de reconocerse. En cambio la
desnudez, provoca una sensación de alivio, es la simplicidad y la comodidad de
nuestro cuerpo. Aquello solo sucede cuando se observa a la mujer amada y a la
madre. En esa dirección, las mujeres de mis obras ofrecen una desnudez (a pesar
que llevan prendas) porque las ropas no le son necesarias, salvo compositivamente,
la desnudez de las mujeres al igual que en la naturaleza vendría a ser abrigada por
la compañía de elementos concomitantes como el cabello, la pose, las vegetación,
y fauna que a modo de contradicción nos impiden ver la prenda y cuál es la
desnudez, como en diferencia entre el baile y bailarín.
La mujer moderna, borroso torbellino de actividad

Christian Bendayan lleva buen tiempo


andando un camino solitario. No solo
porque lo emprendió y lo ha sostenido
durante un número de años en Iquitos,
sobre el Amazonas, su ciudad natal,
sino porque en éste momento, dentro
de las coordenadas de la plástica
nacional más reciente, su obra
propone abiertamente un intercambio
sobre experiencias de frontera
psíquica entre lo hermoso y lo
degenerado, lo vulgar y lo erudito, lo
sagrado y lo profano a las que
difícilmente se entregaría alguno entre
sus coetáneos peruanos, con la
misma sed, la misma angustia, el
mismo amor.
Jorge Villacorta / 1999 Edén/ Babilonia. Catálogo de la exposición “Edén”

Cristian Bendayán (des) articula sus cuadros con imágenes y materiales que ponen
dura fricción, sobre un mismo soporte, ese archipiélago de temporalidad dislocada
que con demasiada ligereza solemos llamar Perú. (Gustavo Buntix)
Hay algo entre sus fondos sensuales y sus insolentes imágenes del primer plano.
Pinceladas de oleo académico, refinado con brochazos chichas generan un
biosistema dentro del cuadro, una especie de conjugación entre lo colonial de lo
academismo y la emergencia articulación del modelo económico, es evidente en el
brochazo de color a la manera de un pintor, forjador de un Perú en camino.

Óleo y esmalte como material cromático son capaces de convivir sin causar
impresión de repulsión entre ellos. Es lo que el crítico de arte, Buntix , vendría a
usar como base desde la pintura misma para sustenta su formulado sobre esa
temporalidad dislocada , que se puede entender como el momento donde nos
ubicamos( dislocado) , a raíz de una fragmentación , al menos de dos partes. Como
cuando el hueso se sale de su ubicación, queda un vacío no habitual que impide el
devenir del desenvolvimiento habitual y por otra parte, crea, desde ese vacío,
ausencia de contacto generado por algún evento accidental, nueva manera de
rehacerse para la continuidad del funcionamiento de la parte dislocada; con dolor,
pero bien que mal, con el tiempo, aprende a invisibilidad el problema. Por eso
mantengo la premisa que en la obra de Bendayán, el asunto dislocado que se refleja
en la peruanidad, parte desde esa nueva inquietud agazapada presente, más no
visible: pintura académica del óleo y brochazos de esmalte.

En la obras de Cristian, las mujeres han sido lo único que ha quedado vivo a causa
del proceso moderno, pues sus paisajes, elemento natural, muchas veces
relacionado a la compañera del hombre, ha sido modificado, se le han puesto
acentos de colores fosforescentes, colores que escapan del espectro natural
ofrecido hacia nosotros. Estos nuevos colores acompañan para crear un artificio
mayor sobre la sociedad. La mujer de Bendayán, es también un artificio a punto de
limpiarse de toda naturalidad, una ficción donde convive con el trato, el óleo de
académica con los esmaltes sintéticos, ambos generan dinámicas temporales que
se traspola al proceso doloroso pero asolapado de la vida entre la modernidad y la
coloniedad.

No es que la cultura selvática sea desmedidamente sexual como desde la capital


tendemos a estereotiparlos. Es cuando se originó el boom del caucho. Como
suscribe Jaime Royo Villanova, todo empezó en 1839, Charles Goodyear por azar
que el caucho mesclado con azufre se convertía en elástico e impermeable (Pg. 79).
El mundo echa sus ojos a la Amazonía para encontrar buena economía, creyendo
que en la riqueza se ubica la felicidad. Iquitos, ciudad natal de Cristian Bendayán,
pasó de ser de una ciudad de apenas 30 habitantes a ser la capital del dinero.
Centenares de personas, en su mayoría hombres, sin salir por meses a causa del
trabajo. No hubo quien vio en esa forma sedentaria del varón, propiciar negocios de
discotecas con chicas como elemento aliciente. De todas partes del Perú, la mujeres
vieron interés económico rápido, modo que fue esta dinámica la que otorgó a la
selva carácter libidinal. Aún hoy, en centro mineros y gaseoductos, donde los
trabajadores trabajan sin salir durante meses, aún persiste la prostitución informal,
solo que ya con la volatilidad de los medios y el tiempo, ya se omitió el baile y las
luces, solo se seduce al varón para distraerse, el licor y las mujeres, generando así
un circulo que estimula comercios humanos que al final solo agencian imaginarios
errados acerca de la cultura selvática. Por otro lado, también desvirtúan la realidad
acerca del mundo idílico de la Amazonía ya que, entra en un dilema contextual;
siendo tan rico naturalmente, porqué es un lugar con índices altos de pobreza y
analfabetismo. Entonces se entiende que los habitantes del lugar, al no poder
acceder a los recursos primordiales para una mejor economía, por consiguiente de
vida, se limitan a recoger las sobras que los trabajadores ofrecen a cambio de
diversión donde puede avizorarse desde compañía, baile, hasta trata de persona.
Los habitantes recogen el excedente del usufructo de las grandes empresas en
forma de opresión y dominación.

En ese sentido el imaginario selvático acerca del carácter lascivo femenino es más
una condición económica dirigida desde los desbordes masculinos que están
embrujados a lo que Freud suscribe en el Malestar de la cultura: Nuestro fin último
del trabajo, es generar comodidades para los nuestros; nuestra familia, ésta
cotidianamente se origina desde el sexo. Entonces se entiende que el sexo en la
dinámica y motor oculto que en realidad vitaliza la economía. Por otro lado Freud al
Igual que el trabajo para un fin último sexual, criticaba la condición excesiva de
higiene o el horror a la suciedad como otro malestar de la cultura. Entonces las
mujeres de Bendayán al tratar de limpiar la suciedad de su apariencia masculina,
se hacen de maquillaje y pinturas a modo de detergente simbólico para ocultar lo
que ellos consideran abyecto, porque al igual que la sangre, está bien que exista,
pero dentro del cuerpo, no visible.

Por consiguiente se empieza calificar a las formas femeninas de estereotipos


lascivos en relación a su contexto( tiempo y espacio, o sea, naturaleza) como una
sin razón de cultura, un cultura que es cultura porque funcionar como eje
dinamizador de poder y creador de valores simbólicos, pero al modo de Freud la
situación aguda aséptica es una patología cultural, que engendra nuevas formas
desvirtuadas para consideran la normatividad en la forma y figura humana, por
consiguiente a todo lo relacionado al hombre y/o sujeto con todos sus puentes
sociales y políticos, lo que Foucault llamaba , la biopolítica. Es así que la obra de
Bendayán responder a congelar epistemes o situaciones de verdad, siendo ésta
una pequeña porción del proceso de la humanidad en cuanto a cambios (no es
posible decir buenos o no) que está sujeto el hombre por el hecho mismo de ser
parte de y vivir para la cultura.

Un maquillaje de la pobreza, delimitada en su mayoría para sus mismos habitantes.


Un maquillaje para esconder las penas y las desdichas. Un maquillaje llena de color
fosforescentes y encendidos para no dejar bien la situación que vive la Amazonía,
misma lugar que nos evita mirar más precisos, haciéndonos cojear estereotipando
a las personas, sobre todo a mujeres, como dinamita sexual, al cual hay que saber
prender la chispa para reventarl@s
Bibliografía
Berger, John
2012 Modos de ver. Barcelona: GG Editorial
Royo, Jaime
2017 La otra cara del Baguazo. Lima: Editorial Planeta
Pinkola, Clarissa
2000 Mujeres que corren con lobos. Buenos Aires: Ediciones Zeta
Freud, Sigmund
2009 El malestar de la cultura. Madrid: Alianza Editorial
Levinas, Immanuel
2012 Totalidad e infinito. Salamanca: Ediciones Sígueme
Saramago, José
2016 Intermitencias de la muerte. Madrid: Alfaguara
Borges. J. Luis/ Sábato. Ernesto.
2012 Diálogos entre Borges y Sábato. Buenos aires: Seix Barral
Villacorta, Jorge
1999 Edén/Babilonia. Lima: Catalogo de la exposición “Edén”
Buntix , Gustavo
2003 Lo impuro y lo contaminado: Iquitos, conferencia.
Bendayán, Crhristian
2007 Pintor de la selva urbana: Lima
Kant, Emmanuel
2010 Crítica del juicio. Buenos aires: Editorial Austral

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