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1.

- LA JURISDICCIÓN VOLUNTARIA, NATURALEZA JURÍDICA


TEORÍAS, TRATAMIENTO DOCTRINARIO Y JURISPRUDENCIAL.

El término jurisdicción es la actividad derivada del poder del estado para


resolver los conflictos intersubjetivos de intereses, utilizando su poder
coactivo, derivando del vocablo latino “ius” “dicere”, declarar el derecho.

Según el reconocido doctrinario Piero Calamandrei, en su obra intitulada,


“Instituciones de Derecho Procesal Civil”, volumen I, en cuanto a la
jurisdicción voluntaria, indica lo siguiente: “En la zona fronteriza entre la
función jurisdiccional y la administrativa, está la llamada jurisdicción
voluntaria; la cual, aún siendo, como veremos en seguida, función
sustancialmente administrativa, es subjetivamente ejercida por órganos
judiciales, y por eso se designa tradicionalmente con el nombre equívoco de
jurisdicción, si bien acompañado con el atributo de voluntaria que tiene la
finalidad de distinguirla de la verdadera y propia jurisdicción, de la que hasta
ahora se ha hablado, la cual, a su vez, se designa, en tal contraposición,
como jurisdicción contenciosa. Esta llamada jurisdicción voluntaria (que
acaso deriva su nombre tradicional de la función, un tiempo atribuida a los
jueces, de documentar, como hacen hoy los notarios, los acuerdos entre
contratantes, inter volentes) constituye uno de los casos más típicos del
fenómeno, ya recordado más arriba, por el cual, órganos constituidos para
ejercer una de las tres funciones de la soberanía. En el desempeño de sus
funciones, las autoridades encargadas de ejercer la jurisdicción en sentido
estricto (jueces y magistrados), están investidas, por razón de ella, de ciertos
poderes”, siendo los poderes que indica el insigne procesalista, el poder de
decisión, de coerción, de documentación o investigación, de ejecución.

Manifestando igualmente que en la jurisdicción voluntaria “el estado


interviene para integrar la actividad de los particulares, en la que su finalidad
no es la observancia del derecho sino la de la mejor satisfacción, dentro de
los límites jurídicos de aquellos intereses privados a los cuales se refiere la
relación o situación jurídica que la intervención de la autoridad judicial sirve
para constituir o modificar” (sic).
La normativa de la jurisdicción voluntaria en el sistema jurídico
venezolano se encuentra regulada en el Titulo I de la Parte Segunda del
Libro Cuarto del Código de Procedimiento Civil.

1.1 NATURALEZA JURÍDICA DE LA JURISDICCIÓN VOLUNTARIA.

En cuanto a la naturaleza jurídica, existe en la doctrina un sector que


entiende a la Jurisdicción voluntaria con un carácter eminentemente
administrativo, y otro sector que señala su carácter jurisdiccional, han sido
múltiples las tesis doctrinales sostenidas.

Jaime Guasp, pp.736, indica “que la naturaleza jurídica de la llamada


jurisdicción voluntaria tiene que buscarse en otro ámbito jurídico. Este es
indudablemente, el campo de la administración, pues, siendo administración
cualquier actividad de realización de los fines de interés general, distinta tan
solo de la actividad legislativa y de la actividad procesal, no queda otro
cauce, dentro de las figuras del derecho público, al que la jurisdicción
voluntaria indudablemente pertenece, dada la presencia en ella de un órgano
del Estado, que atribuirle un cometido estrictamente administrativo. La
jurisdicción voluntaria es, pues, actividad administrativa, siquiera se acote
objetivamente, en razón de que su materia la constituye el derecho privado,
como se indicó al trazar el concepto de la misma” (sic). Agregando, que no
se trata de Jurisdicción, puesto que Jurisdicción no es otra cosa que función
procesal, y ésta no existe dentro de la llamada jurisdicción voluntaria.

Así, se ha defendido: su naturaleza constitutiva respecto a relaciones


jurídicas no perfectas que deben desarrollarse o completarse - Gómez
Orbaneja, Guasp, Prieto Castro-; su finalidad de prevención de conflictos -
Carnelutti-; que se caracteriza por tener por objeto la defensa de los
intereses puramente privados, sin que esté en juego un interés general del
Estado -Marini-; que pretende la tutela de derechos particulares no
contrapuestos -Gimeno Gamarra y Couture-; que tiene naturaleza
administrativa -Calamandrei-; que se comprende dentro de una general
función estatal reguladora o legitimadora, a medio camino entre la
jurisdicción y la administración, donde podríamos incluir también las
funciones notariales y registrales Chiovenda; una forma particular del Estado,
ejercida en parte por los órganos judiciales, en parte por los administrativos,
y que pertenece a la función administrativa, diferenciándose, sin embargo, de
la generalidad de los actos administrativos por ciertas características
particulares: Los actos de jurisdicción voluntaria confiados a los jueces
ordinarios de los actos de jurisdicción verdadera y propia; -Monesterio,
Vázquez Campos-: una variante de lo anterior, donde cabe encuadrar
también las funciones notariales y registrales, es la de considerarla
administración pública del derecho privado.

La jurisdicción voluntaria en el sistema jurídico venezolano se encuentra


regulada en el Titulo I de la parte Segunda del libro Cuarto del Código de
Procedimiento Civil. Es decir, la materia en cuestión no tiene una regulación
especial dentro de nuestro sistema jurídico, sino que está integrada dentro
de las normas adjetivas del texto.

Cabe señalar que en Resolución nº 2009-0006, emanada del Máximo


Tribunal, de fecha 18 de marzo de 2009, dejó sin efectos las competencias
establecidas en el Decreto Presidencial Nº 1029 de fecha 17 de enero de
1996, y la Resolución del Consejo de la Judicatura Nº 619 de fecha 30 de
enero de 1996, mencionada ut supra, se desprende la modificación de la
competencia de los tribunales de la siguiente manera:

“[Omissis]
Artículo 3.- Los Juzgados de Municipio conocerán de forma
exclusiva y excluyente de todos los asuntos de jurisdicción
voluntaria o no contenciosa en materia civil, mercantil,
familia sin que participen niños, niñas o adolescentes, según
las reglas ordinarias de la competencia por el territorio, y en
cualquier otro de semejante naturaleza. En consecuencia,
quedan sin efecto las competencias designadas por textos
normativos preconstitucionales. Quedando incólume las
competencias que en materia de violencia contra la mujer
tienen atribuida (sic)” (Negrillas, cursiva y subrayado nuestro).
[Omissis].

1.2.3 DOCTRINA QUE CONSIDERA LA JURISDICCIÓN VOLUNTARIA


COMO ACTIVIDAD DISPUESTA A LA ACTUACIÓN DEL DERECHO
OBJETIVO.

La teoría objetiva parte de la consideración de que la jurisdicción tiene por


fin la actuación del derecho objetivo en el caso concreto. Una de las críticas
más severas que se hace a esta teoría, es su incapacidad para lograr un
discernimiento entre el acto jurisdiccional y el acto administrativo, dado que
este último, como sabemos, también supone la actuación del derecho
objetivo a casos concretos.
Para Devis, H. 294, “La actuación del derecho objetivo no es función
exclusiva del proceso contencioso, sino que lo es también del voluntario, y
que lo mismo sucede cuando en una sentencia de esta clase se hacen surtir
los efectos jurídicos pretendidos” (sic).
En este sentido “la intervención del juez en la jurisdicción voluntaria se
hace para llenar la formalidad exigida por la ley con el objeto de precisar o
verificar la existencia de relaciones jurídicas, o para el efecto de reglamentar
el ejercicio de facultades o derechos o de que estos puedan producir todos
sus efectos jurídicos allí donde la voluntad de los particulares, abandonada a
si misma sería impotente, inepta, inadecuada, o serviría de instrumento para
perjudicar a los débiles o incapaces o para llegar a resultados contrarios al
derecho” (sic).
Luis Aquiles Mejía Arnal, indica que “la jurisdicción es una potestad de
derecho público, caracterizada por el imperium derivado de la soberanía, que
coloca a los jueces y magistrados, sus titulares, en una situación de
superioridad respecto de las personas que con ellos se relacionan. Esta
potestad es necesariamente única. Aunque lo anterior es evidente,
tradicionalmente se habla de jurisdicción ordinaria, especial, etcétera; o bien
de jurisdicción civil, penal, etc. Las pretendidas clases de jurisdicción
suponen simplemente una mera comodidad de léxico con el que se quiere
expresar la variedad de órganos a los que el Estado dota de potestad
jurisdiccional” (sic) (p.p. 37). (Comentarios a las disposiciones fundamentales
del Código de procedimiento Civil).

Para Enrico Redenti, en su obra intitulada “Derecho Procesal Civil”, en


relación con la jurisdicción voluntaria respecto del derecho objetivo señala lo
siguiente: Ante todo, hay que suponer que su contenido normativo se
encuentre elaborado fuera de nosotros (individuos singulares y efímeros) y
sensiblemente traducido o impreso en algo (así no sea más que en estado
de communisopinio) de donde se lo pueda aprender individualmente, y que
en efecto se “subjetive” luego en nosotros mediante un aprendizaje, no
meramente teórico, sino acompañado del sentimiento o de la convicción de
“deberlo” actuar u observar, sin lo cual quedaría estéril o en el estado de
noción académica o arqueológica. Aquel contenido (que es en el fondo un
pensamiento traducido o traducible en proposiciones normativas) constituye
el derecho en sentido objetivo (norma agendi [norma de obrar]). Aquellos
medios o trámites por donde se lo puede conseguir, representan para
nosotros las fuentes del mismo. En nuestro ordenamiento actual (ya que no
es dado en esta materia mirar más lejos), quien nos pone o por lo menos nos
indica las fuentes, hemos dicho ya que es, fundamentalmente, el Estado con
sus leyes; quien nos sitúa en la necesidad práctica (y por tanto
quodammodo) [en cierto modo] manda) de observarlo, es el Estado. Pero
preciso es que nos entendamos.
No hay duda, por lo pronto, que no se puede identificar el derecho en
sentido objetivo con el texto de la ley; no ciertamente, con las relativas tablas
(de papel, ya que no de bronce), pero ni aun siquiera con las palabras
esculpidas en ellas. Las contingencias de nuestra vida social son tan
infinitamente varias y complicadas, que no es siquiera imaginable que se las
pueda prever puntualmente a fin de suministrar a cada uno y en cada
momento una regla legal ya pronta (ya sacada del horno) para todos los
casos. Los textos no pueden ser concebidos y formulados en vía de previsión
normativa sino descomponiendo, por decirlo así, a ese efecto, la urdimbre
continua del devenir en aspectos o momentos elementales, abstractamente
reducibles a categorías más o menos generales; aspectos o momentos que
se podrán luego considerar verificados en la realidad práctica en diversas
combinaciones recíprocas. A parte de esto, hay que recordar que el Estado
legislador interviene para injertar, por así decirlo, el derecho bajo situaciones,
relaciones o contingencias cuyo esquema no determina él a su antojo.
Incluso, lo toma, por lo común, de la observación del id quod (iam)
plerumqueaccidit [lo que (ya) ocurrió en la mayoría de los casos] tal y como
está determinado por exigencias y experiencias técnicas que no pocas veces
varían con el tiempo, y de factores normativos de otro orden o de más
remotos orígenes, que más o menos continúan operando. Nadie imaginará,
por ejemplo, que se a una creación del legislador el ordenamiento de la
familia, y ni aun siquiera el de la propiedad o el de tantos otros institutos. De
aquí el carácter estrictamente fragmentario, elíptico y lleno de lagunas, de los
dictados legislativos, las otras fuentes, así como la necesidad de recurrir muy
a menudo a la analogía, directa e indirecta, sin contar con las dificultades
que surgen de la superposición de leyes del mismo Estado, diversas y
sucesivas en el tiempo. De aquí la necesidad del perenne e incesante trabajo
de la interpretación colectiva, a que diariamente concurrimos más o menos
todos, prácticos y técnicos, expertos, estudiosos y sabios, y a la que
concurren también, como veremos, los jueces, combinando, integrando,
reelaborando, vulgarizando cuando hace falta.
2.1.1 DOCTRINA QUE CONSIDERA A LA JURISDICCIÓN
VOLUNTARIA COMO ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA PÚBLICA DE
DERECHO PRIVADO.

El concepto de Administración Pública de Derecho Privado, fue acuñado


por el doctrinario italiano Zanobini en su “Corso di Diritto Amministrativo, vol
V, Milán, 1959, págs. 297 yss”, en él indica “en la doctrina administrativista
española se emplea la expresión de «Administración Pública de derecho
privado» para referirse a ese sector del ordenamiento que regula la actividad
administrativa y que, directa e indirectamente, influye en la constitución de
relaciones jurídico – privadas. Tal, y como inicialmente fue concebida esta
realidad jurídica- administrativa, l’amministrazione del dirittoprivato, se refería
tanto al fenómeno de la intervención administrativa con objeto de la
consecución de determinados servicios públicos como a la ejecución de
funciones, también públicas, a través de las que de hecho se viene a operar
una intervención limitativa del principio de autonomía de la voluntad tan
característico de la vida jurídico privada.
Para el insigne maestro Piero Calamandrei, “NOCIONES SISTEMÁTICAS
FUNDAMENTALES” pp 192 y 193, con respecto a la jurisdicción voluntaria
como administración pública de derecho privado, señala lo que se transcribe
parcialmente:

“Por su contenido, la jurisdicción entra en la rama más vasta de


la función administrativa que se suele llamar administración
pública de derecho privado y que comprende todas aquellas
actividades con las cuales, en formas múltiples y a través de
órganos variados, el Estado interviene para integrar la actividad
de los particulares dirigida a la satisfacción de sus intereses
mediante el desarrollo de las relaciones jurídicas” (sic).

Explica el maestro italiano, que el estado reconoce a los particulares


un cierto campo de autonomía dentro del cual pueden desarrollar su poder
negocial, vale decir, el poder de crear, modificar o extinguir relaciones
jurídicas mediante declaraciones de voluntad, para lograr la satisfacción de
sus intereses; pero, mientras en algunos casos basta la simple manifestación
de la voluntad de los particulares para producir los efectos jurídicos
deseados por estos, en otros casos, sin embargo, el efecto no puede
producirse si la voluntad de las partes no se encuentra integrada con la
intervención de un órgano del Estado, el cual, ya limitándose a la oportunidad
del acto con ciertos criterios discrecionales, obra como colaborador de los
particulares por la producción del efecto jurídico deseado por ellos y, por
consiguiente, para la satisfacción de los fines que los particulares, a través
del negoció se proponen

Esta administración pública del derecho privado puede ser ejercida por
autoridades pertenecientes, también orgánicamente, al ordenamiento
administrativo, pero, en ciertos casos, la misma, sin que esto cambie su
naturaleza, se confía, por razones de conveniencia práctica o de tradición
histórica, a los órganos judiciales y entonces toma el nombre de jurisdicción
voluntaria.

Así las cosas, la función cumplida por los órganos del Estado no es la
de garantizar la observancia del derecho, sino la de la mejor satisfacción,
dentro de los límites del derecho, de aquellos intereses privados a los cuales
se refiere la relación o situación jurídica que la intervención de la autoridad
judicial sirve para constituir o modificar. Dicho esto, sentencia el maestro
italiano que “la jurisdicción voluntaria entra, por consiguiente, en la actividad
social, no en la actividad jurídica del Estado; también para ésta, lo mismo
que para la actividad administrativa, el derecho no es fin sino medio, que
sirve para la satisfacción de otros fines, esto es, para la constitución de
nuevas relaciones correspondientes a intereses sociales dignos de especial
asistencia” (sic).

En sentencia nº 1953 de fecha 27 de julio de 2005, la Sala Constitucional


de nuestro Máximo Tribuna, en cuanto a la jurisdicción voluntaria establece
lo siguiente:
“El carácter diferencial de la jurisdicción voluntaria es un fin
constitutivo, sus actos tienden siempre a la constitución de
estados jurídicos nuevos o contribuyen al desenvolvimiento de
relaciones existentes; y en sus actos no hay un bien garantizado
en contra de otra persona, una norma que va actuar contra otro,
sino un estado jurídico que sin la intervención del Estado no
podría hacerse o desarrollarse, o se desarrollaría
imperfectamente. La característica de la jurisdicción voluntaria no
es la falta de controversia, sino la falta de dos partes, lo que hace
innecesario notificar a alguien del fallo para que pueda
impugnarlo o cumplirlo. La jurisdicción voluntaria pertenece a la
función administrativa, pero con la característica que los actos
del Juez, no son administrativos. La jurisdicción voluntaria es la
administración pública del derecho privado ejercido por los
órganos jurisdiccionales. La finalidad a la cual se dirige esta
colaboración dada por el Derecho a la actividad negocial de un
solo interesado o de varios interesados concordes (formas
diversas, que corresponden a tipos de actos administrativos:
autorizaciones, aprobaciones, actos certificativos, etc.)
No es de garantizar la observancia del Derecho en el sentido de
una función jurisdiccional propiamente dicha, sino la de mejor
satisfacción, dentro de los límites del Derecho, de aquellos
intereses privados a los cuales refiere la relación o situación
jurídica que la intervención de la autoridad judicial sirve para
construir o para modificar. La jurisdicción voluntaria entra, por
consiguiente, en la actividad social, no en la actividad jurídica del
Estado. La diferencia fundamental entre la jurisdicción voluntaria
y la jurisdicción contenciosa, estriba, antes que en la forma
(procedimientos) o el contenido (existencia del conflicto), en la
función. Ciertamente, en la jurisdicción voluntaria la función es
meramente preventiva; en la contenciosa, la función es dirimitoria
con eficacia de irreversibilidad; esto es, de cosa juzgada con
fuerza de ley (coercibilidad). En la jurisdicción voluntaria habrá
(como lo declara el art. 899 CPC) demanda en forma y
posibilidad de “oír” a veces, con finalidad informativa, aun a los
interesados en sentido contrario (art. 900 eiusdem); pero con
todo y poder haber, eventualmente, pluralidad de intereses y
contraposición de estos, no habrá contradictorio (sub nomine
juris), pues no reconocerá o se concederá nada a nadie a costa o
desmedro de otro. No existe cosa juzgada, porque la decisión no
surte efecto en la esfera bilateral de la audiencia (audiatur altera
pars) y no ha menester derecho a la defensa porque la función
del órgano se agota en ejercer un control o providenciar una
medida de auxilio, en prevención de la eficacia de los derechos
subjetivos y (a ultranza) de integridad del derecho objetivo, en
cuya potestad aquella facultad de actuar (facultas agendi) se
fundamente (sic)” [Omissis].

En este sentido, la Ley De Registros y Del Notariado vigente establece


en su artículo 72, lo siguiente:

“El Notario Público o Notaria Pública, como órgano de


jurisdicción voluntaria, actuará solo a solicitud de la parte
interesada”

2.1.6. DOCTRINA QUE CONSIDERA LA JURISDICCIÓN


VOLUNTARIA COMO ACTIVIDAD MERAMENTE ADMINISTRATIVA Y
CARENTE DE COSA JUZGADA.

Para Henríquez, R. 332, el estado tiene tres relaciones frente al


derecho. La de poner condiciones, tributos, contribuciones y aportes, en su
función legislativa y de gestión, la de observar el ordenamiento jurídico como
sujeto de derecho inmerso en él y la de garantizar la eficacia del derecho.
En su actividad administrativa el Estado cumple una función
preventiva, desentrañable de la primera premisa de la estructura lógica de la
norma jurídica «dado A debe ser B», en virtud de la cual pretende evitar de
un modo anticipado la producción de un perjuicio a la sociedad, al individuo o
al estado mismo, como sujeto de derecho, instrumentado los medios
necesarios para procurar la mejor realización, dentro de los límites del
derecho de aquellos intereses privados a los cuales se refiere la relación o
situación jurídica su examine. Estas intervenciones son implementadas por
vía de auxilio o de control, mediante declaración de certeza (por ejemplo:
autenticaciones, justificativos, etc.) o la constitución de una situación jurídica
específica. En estos casos, el Estado, por razones de conveniencia práctica
o de tradición histórica, autoriza la intervención preventiva de los órganos
judiciales, los cuales actúan en estos casos bajo las formas y garantías e la
actividad de justicia.
Sumado a la tesis de que la actividad que realizan los órganos
jurisdiccionales a favor de los intereses privados, es una función pública
administrativa, a HENRÍQUEZ, R. 334, afirma que “la diferencia fundamental
entre la jurisdicción voluntaria y la jurisdicción contenciosa, estriba, antes que
en la forma (procedimientos) o el contenido (existencia del conflicto), en la
función. Ciertamente, en la jurisdicción voluntaria la función es meramente
preventiva; en la contenciosa, la función es dirimitoria con eficacia de
irrevisibilidad; esto es, de cosa juzgada con fuerza de ley (coercibilidad).

Así las cosas, sostiene el autor en comentarios que en la jurisdicción


voluntaria habrá demanda en forma, tal como lo postula el artículo 899 el
Código de Procedimiento Civil, y la posibilidad de oír, en ciertas
oportunidades, con finalidad informativa, aún a los interesados en sentido
contrario, pero con todo y poder haber, eventualmente, pluralidad de
intereses y contraposición de éstos, no habrá contradictorio, pues no se
reconocerá o concederá nada a nadie a costa o en desmedro de otro.

En cuanto a la cosa juzgada:

La jurisdicción voluntaria no produce cosa juzgada, sólo crea una


presunción refutable (iuris tantum) a favor del solicitante de la providencia
concedida: «Las determinaciones del juez en materia de jurisdicción
voluntaria no causan cosa juzgada, pero establecen una presunción
desvirtuable» (Art. 898). La contraprueba que haga aquel a quien la
presunción perjudica, neutraliza y deja sin efecto dicha presunción.
(Instituciones de Derecho Procesal) pp 59.

No existe cosa juzgada porque la decisión no surte efecto en la esfera


jurídica de persona conocida; no hay tal oponibilidad porque falta la
bilateralidad de la audiencia (audiatur altera pars: Art. 94 1 Constitución); y
no ha menester derecho a la defensa porque la función del órgano se agota
en ejercer un control o providenciar una medida de auxilio, en prevención de
la eficacia de los derechos subjetivos y (a ultranza) de integridad del derecho
objetivo, en cuya potestad aquella facultad de actuar (facultas agendi) se
fundamenta.(Instituciones de Derecho Procesal) pp 59.

Según Arístides Rengel Romberg, “Tratado de Derecho Procesal Civil


Venezolano, según el nuevo Código de 1987”, pp 116 y 117, con respecto a
la presente teoría, “que mientras ordinariamente basta la voluntad de los
interesados, manifestada en ciertas formas, para producir los efectos
deseados, en cambio en otros casos el efecto no puede producirse si la
voluntad de los interesados no es integrada con la intervención de un órgano
del Estado, el cual, o limitándose a una simple verificación de legalidad o
también, algunas veces, a examinar la oportunidad el acto con criterios
discrecionales, actúa como colaborador de los particulares para la
producción del efecto jurídico deseado y, por tanto, para la satisfacción de
aquellos fines que los particulares, a través del negocio, se proponen
obtener. […] A esta doctrina objetan algunos autores que la jurisdicción
voluntaria no es una actividad administrativa. Que el Estado actúa en vía
administrativa cuando tiende a satisfacer un interés propio o asumido como
tal por el Estado y que el fin de la jurisdicción voluntaria no se identifica con
el de la administración, porque la administración está dirigida a la
satisfacción de aquellos intereses a los cuales el derecho provee en modo
primario e inmediato, regulando relaciones en las cuales es parte el Estado,
personificado en el mismo órgano que actúa” (sic).

De la misma forma el procesalista patrio Luis Aquiles Mejías Arnal, en


su obra “Comentarios a las Disposiciones Fundamentales del Código de
Procedimiento Civil”, pp 33, en la que cita al maestro Couture, señalando que
es característica fundamental de la jurisdicción, que sus actos alcancen
estabilidad, fuerza de cosa juzgada, lo cual no es posible en la actividad de
los órganos administrativos o legislativos; el gran procesalista falleció en
1956, y el Derecho Administrativo ha sido de las ramas jurídicas de más
rápido desarrollo. Así como la tendencia se dirige hacia reservar el poder
judicial la función jurisdiccional, y un ejemplo de esto lo tenemos en la
eliminación de las denominadas “comisiones tripartitas” cuya competencia de
estabilidad laboral fue atribuida a los tribunales del trabajo; también se trata
de rodear de mayores garantías a la actividad administrativa. Si bien por el
principio de la autotutela de la administración, los actos administrativos son
siempre revisables, se ha abierto paso la idea de que no se pueda revisar el
acto, cuando de éste han nacido derechos a favor de un particular, con lo
cual se empieza a sostener la existencia de una cosa juzgada administrativa.

La diferencia fundamental estriba en que si bien el acto administrativo


está precedido de un procedimiento, el proceso judicial está rodeado de
mayores garantías para las partes, y lo más importante, es que el juez es un
funcionario público independiente en sus decisiones, no sometido a una
jerarquía, como el funcionario administrativo. Esta independencia del órgano
caracteriza la jurisdicción y a diferencia de la función jurisdiccional ejercida
por otros órganos del Estado.

La regla legal comentada se refiere al ejercicio de la función


jurisdiccional por los jueces ordinarios en materia civil, excluyendo otras
acepciones que la palabra “jurisdicción” tiene en el lenguaje jurídico” (sic).

Al respecto, la sentencia del Tribunal Segundo de Municipio Ordinario


y Ejecutor de Medidas de los Municipios Rivas Dávila y Padre Noguera de la
Circunscripción Judicial del Estado Mérida, de fecha 30 de junio de 2014, en
resumen expone lo siguiente:

“Según la concepción que se acoge en el Articulo 895 ejusdem,


se destacan los rasgos más característicos de la jurisdicción
voluntaria, como lo son: su finalidad constitutiva y la naturaleza
propiamente jurídica de la actividad que realiza el Juez, definida
como “aquella función del Juez por la cual crea
condicionamientos que le dan significación jurídica a la conducta
de los solicitantes y que están destinados a mantener con validez
en tanto no cambien las circunstancias que los originaron”
(Sentencia de la Sala Constitucional del 20 de mayo de 2003,
Magistrado ponente Jesús Eduardo Cabrera), pues si bien en ella
no existe un conflicto de intereses, o litigio, en el sentido de
pretensiones contrapuestas entre interesados, en cambio, el
Juez está llamado a examinar una situación de hecho concreta y
a tomar ciertas resoluciones de interés de la persona respecto de
la cual va a sufrir efectos la providencia del Juez, pero siempre
en conformidad con las disposiciones de la ley y del código, así
lo desarrolla en su libro de Tratado de Derecho Procesal Civil el
Autor A. Rengel – Romberg.-
El articulo 895 del Código de Procedimiento Civil establece que
el juez actuando en sede de jurisdicción voluntaria interviene en
la formación y desarrollo de situaciones jurídicas de conformidad
con las disposiciones de la ley, en consecuencia, la finalidad de
la jurisdicción voluntaria no es la de garantizar estrictamente la
observancia del derecho, sino la de atender, dentro de los limites
que el derecho establece aquellos intereses privados, a los
cuales se refiere la relación o situación jurídica que la
intervención de la autoridad judicial sirve para constituir o
modificar (Auto, SCC, 10 de marzo de 1992, Ponente Magistrado
Dr. Antonio Ramírez Giménez. Expediente numero 99-0020, S.
Nº 0035).-
Bajo los supuestos descritos y de acuerdo a la argumentación
esgrimida y explicada anteriormente, corresponde tramitar la
presente solicitud por el procedimiento contemplado en el
Artículo 899 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, que
trata sobre la Jurisdicción Voluntaria a cuya naturaleza se
subsume.-
[…]
CAPITULO CUARTO
DECISIÓN
POR LO ANTERIORMENTE EXPUESTO, Y DE
CONFORMIDAD CON LOS ARTÍCULOS 2, 7, 26, 49, 253 y 257
DE LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA, EN CONCORDANCIA CON LOS ARTÍCULOS
1.364 DEL CÓDIGO CIVIL Y 899 DEL CÓDIGO DE
PROCEDIMIENTO CIVIL, ESTE TRIBUNAL SEGUNDO DE
MUNICIPIO ORDINARIO Y EJECUTOR DE MEDIDAS DE LOS
MUNICIPIOS RIVAS DÁVILA Y PADRE NOGUERA DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO MÉRIDA, EN
NOMBRE DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Y POR AUTORIDAD DE LA LEY, DECLARA: RECONOCIDO EL
DOCUMENTO PRIVADO, por no ser contrario al orden público, a
las buenas costumbres o a alguna disposición expresa en la Ley,
EN CONSECUENCIA:-
PRIMERO: Se declara RECONOCIDO EN SU CONTENIDO Y
FIRMA el documento privado de fecha Nueve (09) de Mayo de
Dos Mil Catorce (2.014), suscrito por los ciudadanos: MAIRA
CAROLINA FLORES VOLCANES, JOSE MIGUEL HERNANDEZ
HERNANDEZ y ELDA MARIA MOLINA DE HERNANDEZ,
plenamente identificados, asistida la solicitante por el Abogado
en ejercicio el ciudadano: HUGO OSLEY CONTRERAS
DELGADO, plenamente identificado.-SEGUNDO: Se ordena la
entrega de las actuaciones originales realizadas en este Tribunal
en la presente solicitud Nº 2014-061 a la parte Solicitante,
dejándose Copia Certificada para su archivo en este juzgado.
ASÍ SE DECIDE.-
TERCERO: La eficacia y determinación de la presente sentencia
o de lo aquí decidido no causa cosa juzgada, dado el carácter no
contencioso del procedimiento dentro del cual se dicta, puesto
que dicha determinación establece una presunción desvirtuable
quedando a salvo los derechos de terceros, de conformidad al
Artículo 898 del Código de Procedimiento Civil, es decir, el
reconocimiento que así se declare no podrá surtir el efecto
jurídico declarado, así como tampoco podrá realizarse registro
por ante la Oficina Registro Subalterno competente. ASÍ SE
DECIDE.-
CUARTO: Déjese transcurrir íntegramente el lapso a que refiere
el artículo 298 del Código de Procedimiento Civil a fin de que las
partes o terceros interesados puedan ejercer su derecho legitimo
de apelación según lo establecido en los artículos 298 y 896
ejusdem; y una vez cumplido dicho lapso, en caso de no
presentarse las partes a ejercer el derecho de apelación legal,
será declarada firme la sentencia.-
QUINTO: En virtud de la naturaleza del presente juicio no hay
condenatoria en costas. ASÍ SE DECIDE” (sic) [Omissis].

Como toda regla tiene su excepción, al respecto señalamos, sentencia


nº 446, de Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 15
de mayo de 2014, la cual produce cosa juzgada:

“[Omissis]
(los casos) de jurisdicción voluntaria, es decir que no tienen una
naturaleza contenciosa, de conformidad con el artículo 11 del
Código de Procedimiento Civil no producen cosa juzgada ni
surten efectos contra terceros, por cuanto no existe conflicto de
intereses de relevancia jurídica, ni parte demandada que
conformen el elemento material de la jurisdicción para la cosa
juzgada’.
De igual forma, se pronunció la Sala de Casación Civil de la
antigua Corte Suprema de Justicia mediante sentencia del 22 de
Octubre de 1991, en los siguientes términos:
‘Las sentencias proferidas en jurisdicción voluntaria, no conllevan
en sí la actuación de una tutela jurisdiccional de un sujeto contra
otro u otros sujetos, sino que realiza objetivamente la voluntad
concreta de la ley respecto a un determinado interés, donde y de
conformidad con lo preceptuado por el artículo 898 del vigente
Código de Procedimiento Civil, las determinaciones del Juez no
causan cosa juzgada, pero establecen una presunción
desvirtuable, para la cual se prevé entonces que las
determinaciones del juez sean apelables, salvo disposición
especial en contrario, sin que necesariamente el ejercer dicho
recurso ordinario implique que se ha dejado de actuar bajo la
jurisdicción voluntaria por comenzar a existir contención entre las
partes, sin embargo esta contención podrá determinarse
examinando el contenido de la pretensión y las circunstancias de
cada caso’.
Tal como señala el autor José Ángel Balzán en su libro
‘Lecciones de Derecho Procesal’, en la jurisdicción voluntaria no
hay contraposición de intereses, ni conflicto, por lo cual los actos
emanados del órgano judicial no tienen la fuerza ni la autoridad
que dimana de la cosa juzgada. En la jurisdicción contenciosa,
por el contrario, el Juez, después del enfrentamiento jurídico
entre las partes procede a fijar la realidad, lo cual justifica la
existencia de la cosa juzgada formal y material que trae consigo
la sentencia.
Por lo tanto, desde este punto de vista, resulta jurídicamente
imposible afirmar que el proceso de divorcio seguido por el
artículo 185-A es un procedimiento de naturaleza voluntaria. De
ser así, tal afirmación equivaldría a aceptar que la disolución de
un vínculo de tal importancia, como lo es el matrimonio, mediante
este procedimiento no adquiere en ningún momento fuerza de
cosa juzgada. Para apoyar este criterio, el autor Emilio Calvo
Baca, en su Código Civil Venezolano comentado señala que, a
pesar de ser un procedimiento esencialmente de naturaleza no
contenciosa, aunque la ley no lo diga en forma expresa, dentro
del proceso del 185-A existe una carga probatoria para las
partes, en el siguiente sentido: a) de que existe el matrimonio; b)
de que la separación fáctica tiene más de 5 años y c) de que
dentro de este lapso no ha habido reconciliación. Tal como en
cualquier procedimiento de divorcio, al ser alegada la
reconciliación, no basta con sólo alegar la causal de separación
fáctica de cuerpos por más de 5 años para que la demanda de
divorcio proceda, sino que se hace necesario aportar al proceso
las pruebas que demuestran la existencia de tal causal.
De igual modo, es importante resaltar que si no se reconoce la
naturaleza contenciosa del procedimiento establecido en el
artículo 185-A del Código Civil, no existirá el carácter de cosa
juzgada en una sentencia de divorcio que, además de ser
materia de riguroso orden público, afecta el estado familiar y el
estado civil de las personas y trae consigo importantes efectos
de tipo personal, entre los cuales destacan la disolución del
matrimonio como efecto principal y, consecuentemente, la
extinción de los deberes y derechos conyugales, así como otros
efectos patrimoniales para ambos cónyuges.
Considerando lo anteriormente expuesto sobre la naturaleza
contenciosa del procedimiento establecido en el artículo 185-A
del Código Civil, al ser alegada dentro de este procedimiento la
reconciliación de los cónyuges o la inexistencia de una
separación fáctica por más de cinco (5) años, procede entonces
la apertura de una articulación probatoria como la establecida en
el artículo 607 del Código de Procedimiento Civil.
Sobre esta incidencia, señala Emilio Calvo Baca en su Código de
Procedimiento Civil comentado que ‘este procedimiento
incidental supletorio, tiene por finalidad la sustanciación y
decisión de todos aquellos asuntos que carecen de un
procedimiento determinado, en el supuesto de la tercera
hipótesis ‘por alguna necesidad del procedimiento’ (sic)”.

3.3 DOCTRINA QUE CONSIDERA LA JURISDICCIÓN


VOLUNTARIA COMO ACTIVIDAD DESTINADA A CONSTITUIR,
AUTORIZAR, HOMOLOGAR, DOCUMENTAR O PRESENCIAR UNA
RELACIÓN O SITUACIÓN JURÍDICA, SIN QUE SE PRODUZCAN LOS
EFECTOS PROPIOS DE LA COSA JUZGADA.

Finalmente, para Sánchez, R. 356, la jurisdicción voluntaria es aquella


actividad realizada por los órganos jurisdiccionales en garantía de un
derecho y que a criterio del legislador consiste en una actividad jurídica
distinta a la que se realiza a través de los procesos ordinarios y especiales
regulados en la Ley de Enjuiciamiento Civil española.

Así las cosas, afirma que la jurisdicción voluntaria se distingue de la


contenciosa por la ausencia de los siguientes elementos: falta de
controversia, falta de verdaderas partes, falta de proceso y no producción de
cosa juzgada.
Sostiene el autor que comentamos, que la intervención de un juez en
los actos de jurisdicción voluntaria se justifica en atención a su singular
situación en el ordenamiento jurídico. Es precisamente su autoridad como
operador jurídico imparcial e independiente el que hace conveniente, a
entender del legislador, que el mismo intervenga en una situación o relación
jurídica como garante del cumplimiento de sus requisitos o testigo cualificado
de las mismas. Pero es preciso, sentencia el maestro español, que todo acto
de jurisdicción voluntaria judicial tenga como finalidad la garantía de un
derecho, de modo que la atribución o la permisión por el legislador ordinario
de la intervención judicial sin esa finalidad no se compagina con el precepto
constitucional.

En conclusión, y a la vista de lo dicho, Sánchez, R. 357 define a la


jurisdicción voluntaria como aquella intervención de los jueces, autorizada
por la ley y con fundamento en el artículo 117.4 de la Constitución Española,
destinada, siguiendo las formas propias de un proceso, a constituir, autorizar,
homologar, documentar o simplemente presenciar una relación o situación
jurídica privada y sin que se produzcan los efectos propios de la cosa
juzgada.

En sentencia de fecha 28 de octubre de 2016, proferida por el Tribunal


Décimo Séptimo de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de la
Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, Expediente nº.
Ap.31-S-2016-06332, expone lo siguiente:

“[Omissis]
I
Se inició el procedimiento mediante escrito presentado en
fecha 22 de julio de 2016, por la abogada MARIA
ENCARNACION MARTINEZ POLO, inscrita en el Inpreabogado
bajo el Nº 110.206, apoderada judicial de la ciudadana MARIA
LOURDIS MENDEZ, venezolana, mayor de edad y titular de la
cédula de identidad Nº V.-6.098.163, solicitando se le declare
ÚNICA Y UNIVERSAL HEREDERA de su concubino el De Cujus
JAIME ENRIQUE GALINDO SALAMA, quien era titular de la
cédula de identidad Nº V-2.945.385.
Mediante diligencia de fecha 30 de septiembre de 2016, la
apoderada judicial de la solicitante peticionó formalmente el
desistimiento en el procedimiento y la devolución del expediente.-
II
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Visto el desistimiento del procedimiento en la presente
solicitud, formulado el 30 de septiembre de 2016 por la
representación judicial de la ciudadana MARIA LOURDIS
MENDEZ, este Órgano Jurisdiccional se adentra al análisis del
mismo y al subsecuente pronunciamiento en relación con su
homologación.
Consta en autos diligencia del 30 de septiembre de 2016,
mediante la cual la apoderada judicial de la parte solicitante
manifiesta: “(…) solicito formalmente el desistimiento en el
procedimiento y la devolución del expediente (…)” Folio 10
Revisados los autos y el texto de la mencionada diligencia,
se observa que quien desiste es la abogada Maria Encarnación
Martínez Polo, inscrita en el Inpreabogado bajo el N° 110.206,
que funge como apoderada judicial de la ciudadana MARIA
LOURDIS MENDEZ (parte solicitante), y quien de acuerdo al
poder otorgado el 01 de abril de 2016 por ante la Notaria Pública
Trigésima Segunda del Municipio Libertador del Distrito Capital
(Folio 2), se encuentra facultada en forma explícita para desistir.
Ahora bien, esta Superioridad no observa que el
desistimiento en referencia contenga alguna violación del orden
público, de las buenas costumbres, o que la apoderada que la
suscribió carezca de capacidad, ni que se haya actuado en
contravención a lo pautado en el artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil.
En consecuencia, cumpliendo el desistimiento del
procedimiento con los requisitos legales respectivos, este
Tribunal debe acordar su homologación conforme a los artículos
263 y Ss. del Capítulo III del Código de Procedimiento Civil.
Asimismo, se acuerda expedir copias certificadas de la
presente solicitud, previo suministro de los fotostatos necesarios,
de conformidad con lo establecido en los artículos 111 y 112 del
Código de Procedimiento Civil, las cuales reposaran en el
Archivo de este Circuito Judicial, y entréguese las actuaciones en
original a la solicitante, a los fines legales consiguientes.
Cúmplase.-
III
DISPOSITIVO
Por todos los razonamientos anteriormente expuestos,
este Tribunal Décimo Séptimo de Municipio Ordinario y Ejecutor
de Medidas de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, Administrando Justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:
PRIMERO: HOMOLOGADO el desistimiento del
procedimiento, formulado el 30 de septiembre de 2016 por la
abogada Maria Encarnación Martínez Polo, en su carácter de
apoderada judicial de la ciudadana MARIA LOURDIS MENDEZ
(parte solicitante), en la solicitud de DECLARACIÓN DE UNICOS
Y UNIVERSALES HEREDEROS del De Cujus JAIME ENRIQUE
GALINDO SALAMA,
SEGUNDO: Dada la naturaleza del fallo, no hay especial
condenatoria en costas (sic).

Para finalizar, no podemos prescindir del hombre en la realización del


derecho porque la humanidad es la que crea y aplica el derecho, aún más,
crea y aplica a sí misma el derecho en virtud de sus necesidades. En este
sentido, la jurisdicción denominada voluntaria continúa siendo un tema de
estudio, que hasta los momentos no se ha podido conceptualizar en un solo
criterio, las distintas opiniones de su origen, contenido y naturaleza jurídica.
La mayoría de los autores clásicos consideran que la naturaleza de la
jurisdicción voluntaria es de carácter administrativo. Por otra parte, la doctrina
más reciente que comprende autores como Mejía Arnal, La Roche, además
de nuestra jurisprudencia, consideran que la jurisdicción voluntaria es una
verdadera actividad jurisdiccional ejercida por los tribunales competentes por
medio de sus jueces quienes tienen el poder discrecional para atender y
solucionar los intereses de los particulares siempre y cuando no se afecten
los derechos de los terceros, siendo la jurisdicción voluntaria una verdadera y
propia jurisdicción, debido a su carácter de proceso voluntario, contrario al
proceso contencioso.

Bibliografía:

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según el nuevo código” Volumen I, Ediciones Jurídicas Europa –
América. Buenos Aires.
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Ediciones Jurídicas Europa – América. Buenos Aires.
 Couture, Eduardo. “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”,
Colección Clásicos del Derecho. Pág 49. Primera Edición. Editorial
Atenea. Caracas – Venezuela.
 Davis E., Hernando. “Compendio de derecho Procesal”, Teoría
General del Proceso, Tomo I Décima Edición.
 Guasp, Jaime. “Derecho Procesal Civil”, Tomo II, Procesos
Especiales y Jurisdicción Voluntaria, Cuarta Edición, 1998.
 La Roche, Henrique. “Comentarios al Código de Procedimiento
Civil”, Tomo V
 Mejía A., Luis A. “Comentarios a las disposiciones fundamentales
del código de Procedimiento Civil”, Ediciones Homero.
 Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y
Sociales. Editorial Viamonte, p.1730.
 Puppio., Vicente J. “Teoría General del Proceso” Décima Segunda
Edición, Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, 2014.
 Rengel R., Arístides, “Tratado de Derecho Procesal Civil”, Tomo I,
págs. 114, 115, 116, 117, 118, 119 y 120. Organización Gráfica
Capriles C.A. Caracas. 2003.
 Rocco, Ugo. “Teoría General del Proceso Civil”, Editorial Porrua.
S.A.
 Satta, Salvatore. “Derecho Procesal Civil”
 Solís S., Marcos J. “Consideraciones acerca de la naturaleza
jurídica de la Jurisdicción Voluntaria”, Vadell Hermanos Editores,
Valencia – Venezuela- Caracas. 2005.

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