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“[Omissis]
Artículo 3.- Los Juzgados de Municipio conocerán de forma
exclusiva y excluyente de todos los asuntos de jurisdicción
voluntaria o no contenciosa en materia civil, mercantil,
familia sin que participen niños, niñas o adolescentes, según
las reglas ordinarias de la competencia por el territorio, y en
cualquier otro de semejante naturaleza. En consecuencia,
quedan sin efecto las competencias designadas por textos
normativos preconstitucionales. Quedando incólume las
competencias que en materia de violencia contra la mujer
tienen atribuida (sic)” (Negrillas, cursiva y subrayado nuestro).
[Omissis].
Esta administración pública del derecho privado puede ser ejercida por
autoridades pertenecientes, también orgánicamente, al ordenamiento
administrativo, pero, en ciertos casos, la misma, sin que esto cambie su
naturaleza, se confía, por razones de conveniencia práctica o de tradición
histórica, a los órganos judiciales y entonces toma el nombre de jurisdicción
voluntaria.
Así las cosas, la función cumplida por los órganos del Estado no es la
de garantizar la observancia del derecho, sino la de la mejor satisfacción,
dentro de los límites del derecho, de aquellos intereses privados a los cuales
se refiere la relación o situación jurídica que la intervención de la autoridad
judicial sirve para constituir o modificar. Dicho esto, sentencia el maestro
italiano que “la jurisdicción voluntaria entra, por consiguiente, en la actividad
social, no en la actividad jurídica del Estado; también para ésta, lo mismo
que para la actividad administrativa, el derecho no es fin sino medio, que
sirve para la satisfacción de otros fines, esto es, para la constitución de
nuevas relaciones correspondientes a intereses sociales dignos de especial
asistencia” (sic).
“[Omissis]
(los casos) de jurisdicción voluntaria, es decir que no tienen una
naturaleza contenciosa, de conformidad con el artículo 11 del
Código de Procedimiento Civil no producen cosa juzgada ni
surten efectos contra terceros, por cuanto no existe conflicto de
intereses de relevancia jurídica, ni parte demandada que
conformen el elemento material de la jurisdicción para la cosa
juzgada’.
De igual forma, se pronunció la Sala de Casación Civil de la
antigua Corte Suprema de Justicia mediante sentencia del 22 de
Octubre de 1991, en los siguientes términos:
‘Las sentencias proferidas en jurisdicción voluntaria, no conllevan
en sí la actuación de una tutela jurisdiccional de un sujeto contra
otro u otros sujetos, sino que realiza objetivamente la voluntad
concreta de la ley respecto a un determinado interés, donde y de
conformidad con lo preceptuado por el artículo 898 del vigente
Código de Procedimiento Civil, las determinaciones del Juez no
causan cosa juzgada, pero establecen una presunción
desvirtuable, para la cual se prevé entonces que las
determinaciones del juez sean apelables, salvo disposición
especial en contrario, sin que necesariamente el ejercer dicho
recurso ordinario implique que se ha dejado de actuar bajo la
jurisdicción voluntaria por comenzar a existir contención entre las
partes, sin embargo esta contención podrá determinarse
examinando el contenido de la pretensión y las circunstancias de
cada caso’.
Tal como señala el autor José Ángel Balzán en su libro
‘Lecciones de Derecho Procesal’, en la jurisdicción voluntaria no
hay contraposición de intereses, ni conflicto, por lo cual los actos
emanados del órgano judicial no tienen la fuerza ni la autoridad
que dimana de la cosa juzgada. En la jurisdicción contenciosa,
por el contrario, el Juez, después del enfrentamiento jurídico
entre las partes procede a fijar la realidad, lo cual justifica la
existencia de la cosa juzgada formal y material que trae consigo
la sentencia.
Por lo tanto, desde este punto de vista, resulta jurídicamente
imposible afirmar que el proceso de divorcio seguido por el
artículo 185-A es un procedimiento de naturaleza voluntaria. De
ser así, tal afirmación equivaldría a aceptar que la disolución de
un vínculo de tal importancia, como lo es el matrimonio, mediante
este procedimiento no adquiere en ningún momento fuerza de
cosa juzgada. Para apoyar este criterio, el autor Emilio Calvo
Baca, en su Código Civil Venezolano comentado señala que, a
pesar de ser un procedimiento esencialmente de naturaleza no
contenciosa, aunque la ley no lo diga en forma expresa, dentro
del proceso del 185-A existe una carga probatoria para las
partes, en el siguiente sentido: a) de que existe el matrimonio; b)
de que la separación fáctica tiene más de 5 años y c) de que
dentro de este lapso no ha habido reconciliación. Tal como en
cualquier procedimiento de divorcio, al ser alegada la
reconciliación, no basta con sólo alegar la causal de separación
fáctica de cuerpos por más de 5 años para que la demanda de
divorcio proceda, sino que se hace necesario aportar al proceso
las pruebas que demuestran la existencia de tal causal.
De igual modo, es importante resaltar que si no se reconoce la
naturaleza contenciosa del procedimiento establecido en el
artículo 185-A del Código Civil, no existirá el carácter de cosa
juzgada en una sentencia de divorcio que, además de ser
materia de riguroso orden público, afecta el estado familiar y el
estado civil de las personas y trae consigo importantes efectos
de tipo personal, entre los cuales destacan la disolución del
matrimonio como efecto principal y, consecuentemente, la
extinción de los deberes y derechos conyugales, así como otros
efectos patrimoniales para ambos cónyuges.
Considerando lo anteriormente expuesto sobre la naturaleza
contenciosa del procedimiento establecido en el artículo 185-A
del Código Civil, al ser alegada dentro de este procedimiento la
reconciliación de los cónyuges o la inexistencia de una
separación fáctica por más de cinco (5) años, procede entonces
la apertura de una articulación probatoria como la establecida en
el artículo 607 del Código de Procedimiento Civil.
Sobre esta incidencia, señala Emilio Calvo Baca en su Código de
Procedimiento Civil comentado que ‘este procedimiento
incidental supletorio, tiene por finalidad la sustanciación y
decisión de todos aquellos asuntos que carecen de un
procedimiento determinado, en el supuesto de la tercera
hipótesis ‘por alguna necesidad del procedimiento’ (sic)”.
“[Omissis]
I
Se inició el procedimiento mediante escrito presentado en
fecha 22 de julio de 2016, por la abogada MARIA
ENCARNACION MARTINEZ POLO, inscrita en el Inpreabogado
bajo el Nº 110.206, apoderada judicial de la ciudadana MARIA
LOURDIS MENDEZ, venezolana, mayor de edad y titular de la
cédula de identidad Nº V.-6.098.163, solicitando se le declare
ÚNICA Y UNIVERSAL HEREDERA de su concubino el De Cujus
JAIME ENRIQUE GALINDO SALAMA, quien era titular de la
cédula de identidad Nº V-2.945.385.
Mediante diligencia de fecha 30 de septiembre de 2016, la
apoderada judicial de la solicitante peticionó formalmente el
desistimiento en el procedimiento y la devolución del expediente.-
II
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
Visto el desistimiento del procedimiento en la presente
solicitud, formulado el 30 de septiembre de 2016 por la
representación judicial de la ciudadana MARIA LOURDIS
MENDEZ, este Órgano Jurisdiccional se adentra al análisis del
mismo y al subsecuente pronunciamiento en relación con su
homologación.
Consta en autos diligencia del 30 de septiembre de 2016,
mediante la cual la apoderada judicial de la parte solicitante
manifiesta: “(…) solicito formalmente el desistimiento en el
procedimiento y la devolución del expediente (…)” Folio 10
Revisados los autos y el texto de la mencionada diligencia,
se observa que quien desiste es la abogada Maria Encarnación
Martínez Polo, inscrita en el Inpreabogado bajo el N° 110.206,
que funge como apoderada judicial de la ciudadana MARIA
LOURDIS MENDEZ (parte solicitante), y quien de acuerdo al
poder otorgado el 01 de abril de 2016 por ante la Notaria Pública
Trigésima Segunda del Municipio Libertador del Distrito Capital
(Folio 2), se encuentra facultada en forma explícita para desistir.
Ahora bien, esta Superioridad no observa que el
desistimiento en referencia contenga alguna violación del orden
público, de las buenas costumbres, o que la apoderada que la
suscribió carezca de capacidad, ni que se haya actuado en
contravención a lo pautado en el artículo 263 del Código de
Procedimiento Civil.
En consecuencia, cumpliendo el desistimiento del
procedimiento con los requisitos legales respectivos, este
Tribunal debe acordar su homologación conforme a los artículos
263 y Ss. del Capítulo III del Código de Procedimiento Civil.
Asimismo, se acuerda expedir copias certificadas de la
presente solicitud, previo suministro de los fotostatos necesarios,
de conformidad con lo establecido en los artículos 111 y 112 del
Código de Procedimiento Civil, las cuales reposaran en el
Archivo de este Circuito Judicial, y entréguese las actuaciones en
original a la solicitante, a los fines legales consiguientes.
Cúmplase.-
III
DISPOSITIVO
Por todos los razonamientos anteriormente expuestos,
este Tribunal Décimo Séptimo de Municipio Ordinario y Ejecutor
de Medidas de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas, Administrando Justicia en nombre de la República
Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, declara:
PRIMERO: HOMOLOGADO el desistimiento del
procedimiento, formulado el 30 de septiembre de 2016 por la
abogada Maria Encarnación Martínez Polo, en su carácter de
apoderada judicial de la ciudadana MARIA LOURDIS MENDEZ
(parte solicitante), en la solicitud de DECLARACIÓN DE UNICOS
Y UNIVERSALES HEREDEROS del De Cujus JAIME ENRIQUE
GALINDO SALAMA,
SEGUNDO: Dada la naturaleza del fallo, no hay especial
condenatoria en costas (sic).
Bibliografía: