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Revista Universidad de Antioquia No. 318 (Oct. - Dic.

2014)

El espacio público
en el centro de Medellín Fotografías del autor

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Arquitectura

¿
D
e qué hablamos cuando hablamos de espacio públi-
Luis co? Según el antropólogo Manuel Delgado, el espacio
Fernando público es un concepto inventado y utilizado con asi-
González duidad apenas en las tres últimas décadas, por políticos y especu-
ladores urbanos que lo han convertido en caballito de batalla para
sus actuaciones. Pese a ello, si lo entendemos como el espacio de
encuentro humano más allá del vacío, de la morfología urbana o
del suelo remanente de la conmiseración urbanística, tendríamos
que incluir todos aquellos lugares de relacionamiento y sociabi-
lidad que los propios habitantes han configurado y reconfigura-
do, o que se han tomado y reapropiado, sean diseñados o no por
arquitectos y urbanistas.1 En tal sentido, serán muchos más que
los declarados oficialmente, lo cual incluye los que tienen larga
tradición, como los parques, las plazas, las calles y los edificios
públicos de la ciudad donde haya libre acceso, posibilidades de re-
lacionamiento sin coerción y en donde todos tengan los mismos
derechos y deberes.
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Obviamente, todo aquello que sería fachadas en vidrio del primer piso, y espe-
el espacio público ideal no pareciera po- cialmente las vitrinas de los almacenes a lo
der existir, en tanto siempre habrá limita- largo de la carrera Junín, fueron el inicio de
ciones, ya sea por los controles impuestos, una dinámica que derivó en el verbo “ju-
la desigualdad de acceso o por las mismas niniar”: una actividad contemplativa de lo
segregaciones y coartaciones de grupos que expuesto, desde telas, maniquíes y pesebres,
se imponen sobre otros en su apropiación y hasta obras de arte, pues las vitrinas se con-
uso. No hay por tanto en la ciudad actual el vertían en galerías públicas, que involucra-
espacio constructor de democracia y civili- ron a los transeúntes como observadores y
dad que se presume es el sumun del espacio observados de un continuo cortejo incluso
público. En nuestro caso, en nuestro me- homoerótico. Un ritual urbano secular cuya
dio, no podría ser de otra manera, en tanto memoria quedó registrada por los fotógra-
el espacio público refleja lo que es nuestra fos callejeros, alguna parte recuperada y
democracia y la forma de construcción de otra definitivamente perdida, junto a aque-
civilidad. Valga un ejemplo de la incom- llas dinámicas que han dado lugar a otras
pletud: los sectores sociales de la elite y las prácticas en una vía peatonal con un carác-
clases medias han huido del centro; saben ter cada vez más mercantil y presuroso.
que existe, que está ahí, pero con un imagi- El ritual urbano religioso, cívico y
nario de temor, y lo consideran un territorio político que fue fundamental, en algunos
donde no se puede ir, por lo que salen en componentes ha desaparecido o se ha re-
diáspora hacia los centros comerciales “se- significado. El que más ha sufrido recortes
guros”, la Milla de Oro, Llanogrande y el y cambios ha sido la procesión religiosa, en
Oriente cercano. Por lo mismo, el espacio parte por los cambios urbanísticos de las
público del centro de la ciudad es funda- calles por avenidas, así, las secciones via-
mentalmente popular, de algunos sectores les y su multiplicado tráfico vehicular in-
medios, grupos culturales e intelectuales, terrumpieron la continuidad que enlazaba
centros educativos y de quienes aún se sien- hitos arquitectónicos simbólico-religiosos;
ten obligados a transitar por él. asimismo, la pérdida de habitantes en el
Otro tanto ocurre con la calle —junto centro ha vaciado los templos de feligre-
al andén y la fachada urbana—, que se su- ses permanentes y no de los ocasionales,
pondría piedra angular del espacio público, que actualmente son los más frecuentes en
territorio del paseante, lugar de encuentro y ellos; pero, también, por los cambios en la
fundamento de sociabilidad. En la calle ya sociedad que ya no considera importantes
no es posible que esas funciones se cumplan las procesiones en el afuera y quedan limi-
a cabalidad, pues allí se expresan las ten- tadas a los entornos inmediatos o dentro
siones y luchas de lo formal e informal por de los espacios arquitectónicos religiosos,
medio del comercio, las ventas callejeras y o, en su defecto, trasladadas a las parro-
los controles de grupos de poder que se lo quias de los barrios. Otro tanto ocurrió
han apropiado. Incluso nuevos escenarios, con la procesión cívica, aquella que junto a
configurados para rescatar el ejercicio del la religiosa era la que mostraba el orden,
recorrido en el centro de la ciudad, fueron las jerarquías y el ordenamiento social, una
convertidos en grandes pasajes comerciales herencia del siglo xix que se mantuvo has-
donde la mercantilización arrasa toda po- ta muy entrado el siglo xx, pero que tam-
sibilidad de caminar por placer, sentarse a bién fue perdiendo importancia, todavía
ver discurrir o contemplar esa vida urbana. más con el traslado de las funciones ad-
La calle ha sido un escenario de trans- ministrativas de los palacios gubernamen-
formaciones, batallas y grandes cambios tales ubicados en el centro hacia el nuevo
ciudadanos y culturales. En el Medellín Centro Administrativo de La Alpujarra a
de los años cuarenta del siglo pasado las finales de los años ochenta.

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Otros ritos urbanos no pretendieron
subvertir el orden sino que aportaron nue-
vos elementos significativos de ritualidad
urbana al espacio público. Desde principios
de la década de los cincuenta, la “ilumina-
ción navideña”, como se le llamó entonces
a lo que hoy se llama “alumbrado navide-
ño”, se comenzó a configurar como uno de
los más importantes eventos efímeros de
la ciudad, que hizo de la calle el escenario
privilegiado. Una iniciativa privada, con
la disculpa religiosa de las celebraciones
de la natividad, pasó a ser pronto institu-
cionalizada por la administración pública
municipal con un “despliegue de luces y
colores”, como se escribía en aquellos años,
para “embellecer la ciudad”, convocar a la
población con los pesebres públicos, con-
cursos de vitrinas, retretas y aguinaldos
para los niños pobres y, de paso, celebrar
el desarrollo industrial y técnico de la ciu-
dad, que en esa década aumentaba consi-
derablemente la capacidad de producción
hidroeléctrica. Cada vez más el alumbrado
La ciudad de mitad del siglo xx, que fue derivando en una fiesta secular y en un
experimentó una explosión demográfica por evento de ciudad que servía a los propó-
la expulsión de población de los campos y sitos del turismo y la venta de la imagen
pueblos de Colombia debido a la Violencia urbana, hasta colonizar nuevos espacios
política bipardista liberal-conservadora, y a como las orillas del río Medellín, a don-
la vez atraída por el crecimiento industrial de se trasladó gran parte de este evento,
de Medellín, no solo multiplicó los barrios con otro tipo de intervenciones efímeras,
piratas y de invasión, los tugurios y los edi- de mayor magnitud, complejidad y mag-
ficios emblemáticos del comercio y la banca, nificencia estética. Una arquitectura lumi-
sino que además produjo un cambio cultu- notécnica que se despliega en el Paseo del
ral significativo que transformó la música, Río, para convocar no solo a los habitantes
la arquitectura y, en general, la estética ur- urbanos, como en un inicio, sino también,
banas, entre ellas las apropiaciones y rituali- y de manera masiva, al turismo nacional e
dades urbanas; por ejemplo, cada vez más la internacional.
procesión cívica jerarquizada le cedió la calle Otro tanto ocurre con el llamado Desfile
a la protesta tumultuosa y aun violenta, que de silleteros, un evento cuya apropiación de
con los años se volvió más contestataria y las calles del centro de la ciudad, con señas
antiestatal, con calendarios regidos no desde de identidad regional, “paisa”, se hizo tam-
las celebraciones oficiales sino a partir de las bién en la década de los cincuenta, pero que
fechas instituidas por las diferentes ideolo- en las últimas décadas, debido al aumento
gías que se tomaron las calles, cuyas inter- de su importancia y valor como marca de
venciones son registros de los recorridos y ciudad, dentro de las llamadas industrias
momentos históricos, desde los tiempos de culturales, fue también sacada de las calles
los carteles serigrafiados hasta las pintas y del centro y trasladada hacia las riberas del
los grafitis actuales. río Medellín y los nuevos espacios urbanos,

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como Plaza Mayor, en las proximidades del Pedro Justo Berrío, los músicos tocan los
Centro Administrativo La Alpujarra. instrumentos con aires fiesteros y popu-
Ahora bien, no obstante las pérdidas en lares, de fuerte arraigo pueblerino y cam-
el centro de la ciudad y el abigarramiento pesino, manteniendo esas tradiciones en
del mismo, esa multitud formada por los plena metrópoli, en medio de lustrabotas,
nuevos grupos sociales o las nuevas tribus loteros, vendedores ambulantes, buscavi-
urbanas, propias de la sociedad contempo- das, desempleados, prostitutas y prostitu-
ránea, mediante la subversión de ciertos ór- tos. La escultura Eva de Fernando Botero
denes establecidos y la ruptura con respecto se trasformó en la popular Gorda, un icono
al urbanismo aséptico e higienista, ha lo- urbano en la esquina de la plazoleta de ac-
grado apropiarse de algunos de los espacios ceso al Banco de la República, al lado de
públicos urbanos para convertirlos en sus la fuente, punto de referencia y de encuen-
lugares de encuentro y de relacionamiento, tro para los sectores populares de la ciudad.
por fuera de los contenidos oficiales que Los bajos de la estación del Metro entre el
presuntamente le fueron trazados. Ya sea en parque de Berrío y la plaza Nutibara son un
los espacios tradicionales de origen decimo- hervidero de ventas callejeras, formalizadas
nónico, como los parques, o en las nuevas e informales, al lado de locales comercia-
propuestas de diseño urbano, se manifiestan les y bancarios, donde la penumbra y el
los nuevos procesos socioculturales. clima que genera la obra del viaducto y la
El antiguo pero permanentemente estación han creado un ecosistema urbano
transformado parque de Berrío, por ejem- donde los habitantes parecieran ser una es-
plo, mantiene su condición de centralidad, pecie endémica, es decir, propia del lugar.
como lo fue en la antigua Villa cuando era El tiempo que marcaba el reloj de la igle-
la Plaza Mayor, como lo siguió siendo en sia La Candelaria se comparte ahora con el
la ciudad del siglo xx, y como aún lo es en ritmo de los trenes del Metro, que vomita
la metrópoli del siglo xxi, lugar de con- y atrae pasajeros sin cesar para perderse en
vergencias y de referencias fundamentales, ese tumulto urbano, aparentemente caóti-
pese a los cambios en características urba- co, pero que tiene clara su razón de ser y
nísticas y arquitectónicas. En la actualidad el destino a seguir. El espacio público por
es un lugar de múltiples encuentros efíme- excelencia de la ciudad ya no es lugar de
ros y de cierta permanencia. A la sombra los rituales religiosos ni cívicos, sino de mu-
de los árboles y con la escultura tutelar de chos de orden trasgresor de los cánones que
durante siglos se impusieron al pueblo que,
al parecer en su práctica, ha impuesto otros
órdenes, otras lógicas y otras ritualidades,
más prosaicas pero propias de su condición.
Otro tanto se puede decir del parque
de Bolívar. El parque burgués por excelen-
cia, el que marcó el crecimiento de la villa
al norte de la quebrada Santa Elena, lugar
del árbol urbano, el templete de la música
y los paseos dominicales, controlado por
rejas y con ellas definida su temporalidad,
hace tiempo fue convertido en un espacio
abierto a todos los órdenes sociales, aun a
los contraculturales. Es mirado con temor
y estigmatizado debido a las prácticas por
fuera del orden legal, aunque en realidad es-
tas escenifican muchas de las problemáticas

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El espacio público (…) ya no es lugar de los rituales religiosos ni cívicos, sino
de muchos de orden trasgresor de los cánones que durante siglos se impusieron
al pueblo que, al parecer en su práctica, ha impuesto otros órdenes, otras
lógicas y otras ritualidades más prosaicas, pero propias de su condición.

sociales contemporáneas. Pero junto a lo ilegal, hay una rica y variada forma
de apropiación que hace de este escenario una manifestación de las mismas
complejidades culturales urbanas de la metrópoli del siglo xxi, algo que tam-
bién se expresa en otros espacios urbanos. La trasgresión y la reapropiación del
espacio público también están presentes en los nuevos escenarios propuestos
por el urbanismo contemporáneo, que ha querido imponer la nueva urbanidad
que, en palabras de Manuel Delgado, es el sistema de buenas prácticas cívicas,
como ocurre, por ejemplo, en los parques de San Antonio, los Deseos, los Pies
Descalzos o Explora. Es sintomático que el primero de ellos, San Antonio,
pensando en una combinación parque-plaza con pretensiones cívicas, termina-
ra por ser apropiado por la población afro de la ciudad, que lo ha tomado como
lugar de referencia fundamental. El cambio de uso y significado se expresa
también en proyectos más recientes como el de los Pies Descalzos, que hubiera
sido pensado más como un espacio privado, lugar contemplativo y de descanso
para técnicos y funcionarios de las Empresas Públicas de Medellín, pero con
la llegada de otros grupos sociales fue convertido en escenario de paseo do-
minical y de actividad recreativa popular cada vez más activa, que obligó a su
redefinición y a la inclusión de nuevos elementos espaciales y arquitectónicos.

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Buena parte del nuevo espacio imple-
mentado en los últimos años está definido
desde esa urbanidad, que pretende crear una
nueva conciencia ciudadana, pero que tam- ciudad aséptica y ordenada que se persigue
bién forma parte de la reinvención en la que desde tiempo atrás. Pero, contrario a ello,
está la ciudad desde la última década del en el centro tradicional, aun en las nuevas
siglo xx, a partir del proyecto Metro —los intervenciones, con menor o mayor inten-
bajos del viaducto y las estaciones como lu- sidad se reflejan los complejos problemas
gares de acceso y referencia—, seguido del económicos y sociales, o las diversidades
parque de San Antonio, el Parque Botero culturales que habitan en la ciudad, que
o de las Esculturas, pasando por el de tuercen las intenciones iniciales de los pro-
Cisneros y el de los Pies Descalzos al sur, el yectos y derivan en situaciones problemáti-
de los Deseos y Explora al norte, hasta lle- cas, como en los bajos del viaducto o en el
gar a la propuesta del Parque Bicentenario Bazar de Los Puentes.
con su Puerta Urbana en el occidente, don- Ahora bien, el espacio del centro de la
de esa urbanidad está acompañada de una ciudad también tiene manifestaciones de lo
nueva estética, de una apuesta por la ima- público en escenarios que pueden ser con-
gen y el marketing de la ciudad para la ofer- siderados privados, como viene ocurriendo
ta turística. desde hace varias décadas en el zócalo de
Sin duda, la expresión de espacio pú- las Torres de Bomboná, donde la conver-
blico mixto más significativo, donde se gencia de locales comerciales, oficinas y el
articula el visitante con el habitante, es el teatro convirtió a la plazoleta en referencia
entorno de Plaza Mayor, con sus bulevares, de grupos urbanos que han hecho de ella
plazoletas y jardines, el cual crea esa idea de su lugar esencial. Un carácter diferente es

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el del patio de la restaurada Estación del acontecimientos donde la sociedad y su cla-
Ferrocarril de Antioquia, cuya dinámica se dirigente se reinventan, la mayoría de las
está definida por los tiempos de las ofici- veces de manera contrapuesta, pero enri-
nas gubernamentales contiguas, de ahí que queciendo un paisaje urbano intenso, múl-
sea el lugar de encuentro diurno de abo- tiple y complejo como nuestra sociedad, de
gados y sus clientes, oficinistas, secretarias ahí que esos espacios sean los espejos de lo
y empleados en general. También debería que somos, con sus virtudes y defectos.
tenerse en cuenta la experiencia que en
el último año ha tenido la proyección del
Teatro Pablo Tobón Uribe hacia el exte- Luis Fernando González (Colombia)
rior, en una dinámica que marca el cam- Profesor Asociado adscrito a la Escuela del Hábitat, de
bio de concepto de una cultura cerrada a la Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de
Colombia, sede Medellín.
una abierta a otras propuestas, en donde
el espacio del teatro cerrado al exterior se
oponía al jardín de La Bachué, inicio de Notas
1
Normativamente se define el espacio público como
la avenida La Playa, y ahora ambos se en- “el conjunto de inmuebles públicos y los elementos
cuentran y dialogan, abriendo las rejas y el arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados
vestíbulo al encuentro ciudadano. destinados por su naturaleza, por su uso o afectación,
Por eso, cuando hablamos del espa- a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que
trascienden, por lo tanto, los límites de los intereses
cio público en la ciudad, hablamos no solo privados de los habitantes”, de acuerdo con la Ley 9 de
de múltiples escenarios sino también de 1989 y el Artículo 2 del Decreto 1504 de 1998.

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