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Material LE 47
LECTURA X
TEXTO 1 (1 – 25)
1. “El predominio de la pedagogía alemana en Chile culmina en la última década del siglo XIX. Desde
1885, ella había comenzado a inspirar a las Escuelas Normales y, por su intermedio, a la primera
enseñanza. En 1893, su influencia alcanza a los estudios secundarios. Los profesores germanos
que dirigían el Instituto Pedagógico y algunos maestros chilenos tan influyentes como don Diego
Barros Arana, aunaron sus esfuerzos para implantar en los liceos junto a los principios de la
didáctica herbartiana, los planos y métodos concéntricos. Pese a la campaña contraria, sustentada
con más talento que ciencia, por don Eduardo de la Barra, la influencia alemana fue entonces
indiscutible e indiscutida.
2. La reacción despunta con los albores del siglo XX. Fue al principio, un sentimiento nacionalista.
Entreveíamos que nuestros problemas sociales – entre los cuales el de la educación ocupa el
primer sitio – no podrán resolverse jamás con recetas copiadas de pueblos cuya evolución histórica
es distinta en absoluto de la nuestra. En realidad, comenzábamos ese período de independencia
intelectual hacia lo europeo, que aun persiste, porque todavía no se ha realizado sino en mínima
proporción. Por otra parte, nos desviábamos especialmente de lo alemán y lo francés, volviendo los
ojos hacia la prepotente república de Washington. Se enviaron profesores chilenos a estudiar allí.
Se importaron algunas directoras de escuelas normales desde las márgenes del Mississippi. Se leyó
a James, a Dewey y a los profetas menores de la pedagogía yanqui.
17. De acuerdo al primer párrafo, se puede afirmar que a juicio de la autora, don Eduardo de la Barra fue,
respecto al tema educacional
18. Se puede afirmar que los profesores alemanes que trabajaron en Chile en el siglo XIX
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20. Se menciona a James y Dewey porque
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2. En su segundo viaje, Pérez Rosales salió de Chile con un grupo de jóvenes que deseaban estudiar
en París, invitados por el capitán de una fragata francesa. Era el año 1825. Recién se había
consolidado, el año anterior, en Ayacucho, la independencia de América. Los españoles eran
todavía dueños de la isla de Chiloé. La Colonia, sin embargo, parecía esfumada para siempre y los
que partían representaban a la primera generación chilena. A muchos de ellos, su propia vida tenía
que imponérseles como una misión. Su calidad social y las circunstancias de la época habían
puesto en sus manos el encargo de construir una república. La vida de Pérez Rosales, como la de
Lastarria, estuvo enteramente inspirada por la conciencia de esa gran tarea. Y de tal modo
sintieron estos dos la urgencia de la empresa que se habían asignado como destino, que en verdad
nunca fueron hábiles para otra cosa que para ella.
3. Ninguno de los dos logró estabilizar su hacienda. El comercio, la agricultura, la minería y California
no dieron a Pérez Rosales más que desengaños, y lo mismo le ocurrió a Lastarria con su bufete de
abogado y sus devaneos mineros. El primero no vino a tener holgura, a pesar de su adinerada
estirpe, sino en los últimos años de su vida, después de casar con una viuda opulenta. El resto de
su existencia había sido sólo desasosiego y lucha. El segundo no tuvo desahogo jamás. Los dos
fueron tenidos como excéntricos por nuestra sociedad, a la que herían en algunas de sus más
caras tradiciones. Recuérdese que hasta el Consejo Universitario levantó su airada protesta ante el
proyecto del hereje Pérez Rosales de colonizar el sur con disidentes. Tan poco pensaba este
hombre en sí mismo que, en sus Recuerdos del Pasado, considerando acaso que el detenerse
demasiado en cosas íntimas habría sido superfluidad, apenas si menciona sus aventuras
sentimentales, como aquellos curiosos amoríos suyos con la Malibrán. Nada menos. . .
4. Pérez Rosales partió al Viejo Mundo en busca de un instrumental de ideas útiles que le permitieran
colaborar en la construcción republicana. Como Lastarria, también, su vocación fue construir y
organizar, obedeciendo a los imperativos de un momento histórico que no alentaba el vuelo del
pensamiento puro. En distintas esferas, los dos estuvieron sometidos a una común exigencia
pragmática, que hacía internarse al uno por las inexploradas selvas del sur, buscando lugares
propicios a la colonización, y al otro por las más variadas provincias del saber, escribiendo textos
de enseñanza, fundando sociedades literarias, dictando clases y elaborando a la carrera una
filosofía que fuese capaz de presidir nuestra formación institucional. Había, sin embargo, en Pérez
Rosales, un genuino interés teórico que, de haber nacido él en Europa, se habría materializado tal
vez en creaciones científicas, dentro de ese universal naturalismo imperante en los días del auge
positivista. Su condición de chileno lo convirtió en luchador y en hombre práctico, que suele evocar
a aquellos aventureros del Renacimiento abiertos a todas las corrientes de la sabiduría y de la
acción. Causa asombro leer en los Recuerdos del Pasado, en medio de los relatos de sus andanzas,
páginas y páginas de descripciones geológicas, mineralógicas o botánicas que no corresponden a
ningún propósito de ostentación erudita, sino a la viva realidad de sus intereses y de sus hechos.
En la cordillera, en los bosques de Llanquihue o en la California de la época del oro, el viajero que
desafiaba toda clase de peligros hallaba, no obstante, tiempo para detenerse a observar
prolijamente piedras y árboles, dibujando con la imaginación la línea de su aprovechamiento futuro
por empresas industriales o agrícolas. A veces llega con ello a lo humorístico, como en aquel
episodio de sus exploraciones por las selvas de las orillas del Llanquihue, cuando, en trance de
perecer ahogado, se echa al bolsillo los panales de unos abejorros cuya miel pudiera ser después
técnicamente aprovechada, para estudiarlos en caso de salir con vida del percance. Urgido por la
gran tarea de construir un país, que había surgido de pronto a la vida libre sin tener casi otras
posesiones que enormes descampados, su saber se volvía inevitablemente técnico y vital. El
interés teórico le hizo tener desde temprano los ojos abiertos a la realidad, cuyas variedades y
especies recogía jubilosamente su espíritu curioso, que no dejó nada sin ver y sin planear, pero la
realidad misma, la realidad inmediata de nuestras circunstancias histórico - sociales, le hizo
recopilar innumerables datos heterogéneos para incorporarlos en un sistema práctico de iniciativas
posibles. En sus viajes por Europa, andaba por todas partes buscando modelos que pudieran
imitarse o adaptarse en Chile, y tan minuciosa era su atención incansable, que en Hamburgo
estudió hasta el régimen de los Kindergarten, que describe prolijamente en una de sus obras.”
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26. TENTATIVA 27. CONSOLIDADO 28. ESFUMADA
A) la independencia.
B) el deseo de viajar.
C) entender a Europa como el centro del mundo.
D) el protagonismo de la juventud en la historia patria.
E) la falta de libertad existente en Chile durante la Colonia.
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TEXTO 3 (41 – 55)
1. “De todos los animales, el chimpancé es el que más se asemeja al hombre. Su anatomía es
comparable a la del homo sapiens y en ambos la composición química de la sangre es análoga,
mientras se observan algunas diferencias entre los demás antropoides, gorilas u orangutanes.
2. Se han visto monos que encienden bujías, miran libros de imágenes, se sirven del refrigerador,
cambian una ampolleta eléctrica, dan la luz manejando un conmutador, abren y cierran una puerta
por medio de una llave, encienden y fuman un cigarrillo, comen con tenedor, suben en bicicleta. A
otros se les ha visto vistiéndose y desnudándose como un hombre, clavar clavos con un martillo,
trenzar una cuerda con las pajas de su litera.
3. Se ha tratado de criar un chimpancé en compañía de bebés. Durante los dos primeros años, todos
los tests estuvieron a favor del mono. Después, mientras los niños proseguían su educación, el
mono ya nada asimilaba, parecía haber llegado a una frontera intelectual: su cerebro se hallaba
definitivamente estabilizado.
4. No cabe duda, sin embargo, de que el mono es el más inteligente de todos los animales. Es capaz
de dar a un problema determinado dos soluciones diferentes, y, lo que es más, puede emplear
objetos de valor simbólico. Un chimpancé sabe perfectamente pasar fichas verdes, blancas, azules,
amarillas o rojas si se la ha dado cierta costumbre. Por ejemplo, un plátano por una ficha amarilla,
agua por una ficha azul.
6. ¿Tienen los chimpancés un lenguaje? Poseen cuerdas vocales idénticas a las nuestras, ¿por qué no
se valdrían de ellas?
8. Algunos amaestradores de animales han podido distinguir entre los monos treinta y dos sonidos
diferentes. Pero se trata de un habla únicamente afectiva que expresa un estado: la alegría, la
cólera, el miedo. Algunos sonidos pueden desempeñar un papel social: advertencia o llamada de
auxilio. Algunos domadores han conseguido imitar varios de esos sonidos, haciéndose obedecer
por los monos.
9. André Demaison, el autor de “El libro de las bestias que llamamos salvajes”, decía: “Todos los que,
como yo, han educado y frecuentado largamente a los chimpancés, y han oído sus confidencias
dichas al oído, y han distinguido sus gritos y sus llamadas, saben bien que poseen un lenguaje
extremadamente primitivo, pero real. Si algunas tribus del África Negra usan de cuatro a cinco mil
palabras, a menudo ordenadas con una sintaxis harto compleja, los chimpancés no poseen sino un
par de docenas de onomatopeyas, con la cuales expresan los sentimientos y las sensaciones
elementales: miedo, confianza, repulsión, rechazo, pedido, llamado, asentimiento, satisfacción,
cólera, despecho, deseo, pesar, queja, desesperación, placer, bienestar, celos, gratitud, amor,
desosiego. Esos gritos o esas expresiones, por primitivos que sean, están acompañados de
modulaciones e inflexiones de voz de una sorprendente variedad. ¿No estaremos en presencia de
un lenguaje que se aproximaría al chino original, un lenguaje humano en que el mismo signo o la
misma palabra cambia varias veces de sentido según la entonación que lo acompaña?”
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44. ASIMILABA 45. ESTABILIZADO 46. ASOMBROSA
50. El emisor cita el uso de fichas con el fin de probar la capacidad del mono para
51. ¿Qué afirmación sobre los monos no hace el emisor ni se puede deducir del texto? Los monos
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53. La(s) función(es) de las preguntas que hace el emisor es (son)
I. motivar al lector.
II. introducir nuevos temas.
III. plantear dudas.
A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo I y III
E) Sólo I, II y III
DMON – LE47