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La Verdad es una y los senderos son muchos.

No es necesario renunciar a todo para hallar el camino que


conduzca hacia esa Verdad. Renunciar no significa abandonar unas
cosas para irse a otras. Si fuera a las cosas a lo que renunciamos,
también podríamos renunciar a movernos, incluso a vivir. No
es así. Renunciar es vivir en cualquier sitio, en cualquier parte, sin
sentirse apegado o aferrado a las cosas. Porque aun viviendo en un
palacio, o en una choza, es igual, puedes tener apego a las cosas.
Todo depende de tu actitud mental.

Todos los caminos, o intentos religiosos, en realidad enseñan lo


mismo. Lo Esencial no cambia, es la misma y única Verdad. Y esa
Verdad es vivir una vida limpia, física y mentalmente. Estar en paz
con uno mismo, estar en paz con la Naturaleza, con los demás.
Dios, o como se le quiera llamar, no está sentado allá arriba, sobre
una nube o en un rincón. Dios está en tu corazón, en el de todos. Si
yo te ayudo en algo, sirvo a Dios. Este es el principio y el consejo
que dan todas las religiones. Nosotros llevamos a Dios dentro. Dios
es paz y alegría, y está contigo si tú estás en paz contigo mismo y
con los demás, y te amas y amas a los demás.

Toda la humanidad cree en la paz y en la felicidad. Lo necesita, lo


busca. Pero se creen que lo obtendrán acaparando, acumulando
cosas. Viven tomando en vez de dando. Nosotros decimos: dad si
queréis obtener. Ellos creen que obtendrán si solamente toman.
Hay políticos, gentes en el poder, que necesitan gritar, chillar,
dañar incluso para convencer y sacar adelante sus ideas. Eso no ha
de ser así. Si vives tu vida, y la vives de verdad, cualquier cosa que
digas, por pequeña sea, tiene su importancia. De lo contrario, y eso
les sucede a estas gentes que presumen de ser poderosas, lo
que dicen es igual que si lo copiasen de un libro. No puedes hablar
de un dulce si no lo pruebas antes. Y cuando ya sabes qué sabor
tiene, no necesitas hablar para decirlo.

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