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ÍNDICE:
Una de estas materias es la que hoy nos ocupa. Así, el Estatuto de Autonomía para
Andalucía, hoy vigente3, aprobado por Ley Orgánica 6/1981, de 30 de diciembre,
1
Dictamen 805/2003, de 3 de abril de.
2
También invoca el Estado otros título competenciales, como los fijados en el artículo 149, 1, 6ª, 8ª y
17ª).
3
El proyecto de reforma aprobado el 3 de mayo de 2006, también contiene una previsión al respecto en su
artículo 163: “El patrimonio de la Comunidad Autónoma estará integrado por: a) Los bienes y derechos
de su titularidad en el momento de aprobarse el presente Estatuto. b) Los bienes y derechos afectos a
servicios que le sean traspasados. c) Los bienes y derechos adquiridos por cualquier título jurídico válido.
2. El patrimonio de la Comunidad Autónoma, su administración, defensa y conservación serán regulados
por una Ley del Parlamento de Andalucía.”
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LAS RELACIONES PATRIMONIALES ENTRE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS: INSTRUMENTOS DE COLABORACIÓN.
COROLARIO
En la materia objeto de estas líneas, de las tres normas legales citadas, estatal,
autonómica y local, es la Ley estatal, sin duda alguna, la que debe ocupar un lugar
preferente en nuestro análisis.
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Amador Martínez Herrera
Siendo ésta una novedad importantísima de la Ley, nos interesa ahora dirigir nuestra
atención a la regulación de las relaciones interadministrativas y, en un primer
momento, a los principios rectores de las mismas.
4
Dice el artículo 116 citado: “las Administraciones públicas cuyas competencias incidan sobre el ámbito
espacial contemplado en la presente Ley ajustarán sus relaciones recíprocas a los deberes de información
mutua, colaboración, coordinación y respeto a aquéllas”.
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LAS RELACIONES PATRIMONIALES ENTRE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS: INSTRUMENTOS DE COLABORACIÓN.
Hay que tener en cuenta, y nos adelantamos a lo que se dirá en el epígrafe III.4, que
este tipo de cesiones son, en nuestra opinión, el ejemplo más claro y tradicional (ya
estaba la ley de 1964) de las relaciones patrimoniales interadministrativas.
Las normas de esta época, que tienden a parecerse unas a otras, sí contienen
preceptos que exigen la colaboración o cooperación en el ámbito patrimonial del
ciudadano y de los entes y organismos internos de la propia Administración (sobre
todo, a efectos de la elaboración de los Inventarios), pero no tratan con reglas
generales las relaciones interadministrativas.
5
La ley gallega de abril de 1985; la de Navarra de septiembre, la de Castilla La Mancha de noviembre de
1985, etc.
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“Los Consejos Insulares, los municipios y la Administración del Estado en las Illes
Balears, en los términos de su legislación, y sus órganos, en el ejercicio de sus
competencias, deben cooperar en el mantenimiento de la titularidad dominical del
patrimonio de la Comunidad Autónoma de las Illes Balears, mediante la información
adecuada y el auxilio en la ejecución de los actos pertinentes, por parte de su personal
y de sus agentes.”
En efecto, la citada Ley reguladora de las Bases de Régimen Local dedica un capítulo
(artículos 55 a 62) a las relaciones interadministrativas.
En concreto, el artículo 55 LBRL, reproducción del artículo 4.1 LRJPAC (o más bien al
revés), dice que:
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LAS RELACIONES PATRIMONIALES ENTRE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS: INSTRUMENTOS DE COLABORACIÓN.
Esta misma Ley de Bases de Régimen Local contiene una previsión sobre las
conferencias sectoriales, al señalar que “Las Leyes del Estado o de las Comunidades
Autónomas podrán crear, para la coordinación administrativa, órganos de colaboración
de las Administraciones correspondientes con las entidades locales. Estos órganos, que
serán únicamente deliberantes o consultivos, podrán tener ámbito autonómico o
provincial y carácter general o sectorial” (artículo 158 LBRL). En el ámbito patrimonial
se han creado en la LPAP en el artículo 184.
En esta misma línea, el Reglamento incluye una norma, que debe entenderse sólo
aplicable cuando una de las partes es una Administración Local, según la cual:
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Este artículo ubicado inmediatamente después del que regula los supuestos
enajenación directa6 parece querer decir que, en estos casos, el procedimiento de
disposición también se produciría sin concurrencia. No puede, a nuestro juicio,
interpretarse así, porque el “convenio” no es un procedimiento sino un instrumento de
formalización en sede administrativa que, permitido por algunas normas, puede
sustituir a la escritura pública.
Más adelante analizaremos este artículo y la difícil concordancia con otras normas
aplicables, como la autonómica o estatal.
Por otro lado, hay que subrayar que, además del artículo 183 LPAP, la ley estatal, en
dos artículos que no tenían precedentes legislativos y que, además, son legislación
básica7, incluye específicamente los principios de cooperación y colaboración como
principios a tener en cuenta, no ya en las relaciones generales, sino en el campo de la
gestión y administración de los bienes demaniales y de los patrimoniales (artículos 6 y
8 LPAP).
6
En verdad, este artículo dice “procedimiento negociado sin publicidad”, y ello porque la ley local
andaluza mimetizó la normativa de contratación en esta materia, y tras la entrada en vigor de la LPAP, que
mantiene la autonomía de los procedimientos patrimoniales, ha quedado como una regulación atípica.
7
Véase la Disposición Final Segunda LPAP.
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LAS RELACIONES PATRIMONIALES ENTRE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS: INSTRUMENTOS DE COLABORACIÓN.
En efecto, dice el artículo 6, letra g) que “La gestión y administración de los bienes y
derechos demaniales por las Administraciones públicas se ajustarán a los siguientes
principios: Cooperación y colaboración entre las Administraciones públicas en el
ejercicio de sus competencias sobre el dominio público”.
Y el artículo 8, e) que: “La gestión y administración de los bienes y derechos
patrimoniales por las Administraciones públicas se ajustarán a los siguientes principios:
Colaboración y coordinación entre las diferentes Administraciones públicas, con el fin
de optimizar la utilización y el rendimiento de sus bienes ”.
Siendo, pues, el artículo 183 LPAP un resumen del artículo 4.1 LRJPAC parece más
adecuado hacer un análisis de este último.
Como se ha señalado por la doctrina8, más que de principios en plural hay que hablar
de la aplicación de un único principio, el de “lealtad institucional”, del que se derivan
una serie deberes que se desprenden del mismo, tales como el deber de respeto, el
deber de ponderación de intereses, deber de información, deber de cooperación o el
deber de asistencia.
8
ALEJANDRO HUERGO LORA “Relaciones interadministrativas”. Comentarios a la Ley 33/2003, de 3
de noviembre, de Patrimonio de las Administraciones Públicas. C. Chinchilla Marín (Coord.). Madrid,
2004.
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De no ser así, existiría una conducta desleal entendida como falseamiento de las reglas
del juego o un engaño de alguien en relación con las pautas de comportamiento
generalmente admitidas9.
9
LUIS MORELL OCAÑA “La lealtad y otros componentes de la ética institucional: de la
Administración”. REDA nº 114. 2002.
10
Comentarios a la Ley de régimen jurídico de las administraciones públicas y procedimiento
administrativo común: (Ley 30/1992, de 26 de noviembre), Madrid,
Civitas, 1999.
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Por último, el artículo 4 LRJPAC se ocupa de enumerar dos principios que pueden
analizarse en conjunto, cuales son el deber de información y el deber de asistencia.
En relación con los mismos, la LPAP contiene, además, aplicaciones concretas de estos
deberes, por ejemplo, en el artículo 61, 1 cuando dice:
11
“Estudio, comentarios y texto de la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones
Públicas y del Procedimiento Administrativo Común”. Madrid, 1993.
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“La Dirección General del Catastro, los Registros de la Propiedad y los restantes
registros o archivos públicos deberán facilitar, de forma gratuita, a la Dirección General
del Patrimonio del Estado, a requerimiento de ésta, la información de que dispongan
sobre los bienes o derechos cuya titularidad corresponda a la Administración General
del Estado o a los organismos públicos vinculados a la misma o dependientes de ella,
así como todos aquellos datos o informaciones que sean necesarios para la adecuada
gestión o actualización del Inventario General, o para el ejercicio de las potestades
enumeradas en el artículo 4112 de esta ley. De igual forma, podrán recabar esta
información las Administraciones públicas y los organismos públicos, a través de sus
presidentes o directores, respecto de sus bienes”.
Quizá sea en el ámbito de las relaciones entre el Estado y las Comunidades Autónomas
con las entidades locales, donde más se haya contemplado el deber de información,
sobre todo desde la entidad local a las otras dos Administraciones, como manifestación
de los poderes de tutela que, en cierta materia, ejercen éstas sobre aquéllas.
Así, puede citarse el artículo 56,1 LBRL que obliga a los Entes locales a remitir a la
Administración estatal y autonómica copia o extracto de los acuerdos que adopten,
12
Estas potestades son la de deslinde, la de investigación patrimonial, la de recuperación de oficio y la de
desahucio administrativo.
13
Véase su Sentencia, entre otras, 12/1982, de 4 de mayo.
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14
BOJA nº 138, de 30 de noviembre.
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Se ha querido hacer mención a este principio con independencia del resto, por
considerar que esta especie de “do ut des” romano no ha sido regla general hasta
ahora en materia de relaciones patrimoniales, y porque además se aplica a una figura
que puede ser interesante , examinar, por lo dispar de la normativa reguladora.
Como se aprecia del texto, sólo será posible acceder al uso de ese bien demanial por
las Comunidades Autónomas (nada dice de entes locales) cuando éstas “prevean en su
legislación la posibilidad de afectar bienes demaniales (...)”.
Dice su Exposición de Motivos que: “El régimen de los bienes y derechos públicos
queda regulado en el Título III de la Ley, previéndose como novedad, y en
reciprocidad con lo regulado por el Estado, la posibilidad de afectar bienes a otras
Administraciones Públicas, si bien esta mutación no alterará la titularidad de los bienes
ni su carácter demanial”.
Regulándose por el artículo 100, 4 de esta Ley, expresa en los siguientes términos:
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Puede decirse, pues, que en estos casos, la efectividad de esta colaboración está
condicionada por una causa externa, que nada tiene que ver con el mejor uso del bien
que pudiera ser objeto de mutación. De donde se sigue que con la reciprocidad se
perjudicará no ya a la Administración destinataria, sino al propio servicio público que
pudiera prestarse.
Quizá esta reciprocidad, que creo le da cierto matiz subjetivo a las relaciones
interadministrativas, no se concilie bien con el artículo 103 de la Constitución, que
afirma que
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Siquiera para terminar con este tema, no puede dejar de mencionarse el artículo 11, 2
RBELA, que dispone que:
Siempre es posible interpretar que si se admite la mayor: cual es que el titular del bien
cambie, a fortiori será admisible la mutación subjetiva de uso.
Esta norma del artículo 11.2 RBELA, no contemplada en la LPAP, sólo tiene como
precedente en normas generales el artículo 35 de la Ley 14/2003, de 10 de abril, de
Patrimonio de la Generalidad Valenciana, que señala que:
“1. Existe mutación demanial en aquellos casos en los que un bien del dominio público
es afectado a un uso o servicio público distinto al que venía sirviendo, lo que justifica
su continuación dentro del régimen de demanialidad.
2. La mutación demanial puede ser interna, en los supuestos en los que no hay
transferencia de titularidad sino solo de destino y externa, cuando existe cambio de
titularidad del bien”.
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Con este panorama, salvo que las condiciones del bien u otras circunstancias muy
específicas no permitan elegir otro bien, parece mejor buscar otra solución patrimonial
que permita en un futuro, incluso lejano, poder plantear otras alternativas que hagan
rentable social o económicamente las inversiones de todo un período de tiempo.
El Dictamen del Consejo de Estado sobre la LPAP hizo referencia a este asunto: “El
artículo 71 del anteproyecto se refiere a las llamadas mutaciones demaniales (...)
Algunos órganos que han participado en el expediente (particularmente, el Ministerio
de Fomento y la Comunidad Valenciana) han apuntado la conveniencia de regular las
mutaciones demaniales intersubjetivas o externas, que son aquellas que permiten la
transmisión de la titularidad de bienes de dominio público a otras Administraciones
Públicas sin pérdida de la demanialidad. Debería valorarse la posibilidad de efectuar
una regulación general de esta figura, ya recogida en la legislación sectorial (leyes de
carreteras)”.
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El Ministerio de Hacienda descartó esta posibilidad, si bien hay que decir que el
Consejo de Estado no la rechaza, sino que considera que lo deseable es una regulación
general.
Al igual que el artículo 183 LPAP supone una concreción en el ámbito patrimonial del
artículo 4 LRJPAC, el artículo 184 LPAP lo es del artículo 5.3 LRJPAC, que señala que:
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Hay que pensar que estos instrumentos son de gran utilidad, porque a finales del 2002
había constituidas hasta 2316 (y con la Patrimonial, suman 24). Claramente, por su
composición, son órganos de carácter netamente político, si bien cumplen una función
básica para fijar las reglas generales y los ámbitos de actuación para todas la
Comunidades, evitando así posibles agravios o diferencias de trato, o como dice el
Tribunal Constitucional,17 como instrumento al servicio de la coordinación entre la
Administración del Estado y la de las Comunidades con la finalidad de hacer
compatibles los principios de unidad y autonomía en que se apoya la organización
territorial del Estado.
16
Entre otras, de Política Fiscal y Financiera; de Turismo; de Plan Nacional sobre Drogas; de Consumo;
de Pesca, de la Mujer...
17
Sentencia 76/1983, de 5 de agosto.
18
Dictamen del Consejo de Estado citado.
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Una materia a tratar en esta Conferencia, puede ser la normativa estatal de desarrollo
de la LPAP, es decir, el futuro Reglamento de Patrimonio de las Administraciones
Públicas.
19
Una visión muy realista y de lectura obligada de las causas y consecuencias de la proliferación de esa
figura en ALEJANDRO HUERGO LORA. Op. Cit. Pp.824 830.
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5. Cuando la gestión del convenio haga necesario crear una organización común, ésta
podrá adoptar la forma de consorcio dotado de personalidad jurídica o sociedad
mercantil.
Los estatutos del consorcio determinarán los fines del mismo, así como las
particularidades del régimen orgánico, funcional y financiero.
Los órganos de decisión estarán integrados por representantes de todas las entidades
consorciadas, en la proporción que se fije en los Estatutos respectivos.
Para la gestión de los servicios que se le encomienden podrán utilizarse cualquiera de
las formas previstas en la legislación aplicable a las Administraciones consorciadas”.
Los artículos 186, 187 y 188 LPAP se ocupan de desarrollar en el ámbito patrimonial
esta figura de los Convenios interadmnistrativos.
Así, dice el artículo 186 que “la Administración General del Estado y los organismos
públicos vinculados a ella o dependientes de la misma podrán celebrar convenios con
otras Administraciones públicas o con personas jurídicas de derecho público o de
derecho privado pertenecientes al sector público, con el fin de ordenar las relaciones
de carácter patrimonial y urbanístico entre ellas en un determinado ámbito o realizar
actuaciones comprendidas en esta ley en relación con los bienes y derechos de sus
respectivos patrimonios”
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En cuanto a los órganos que lo celebran, y sea cual sea el alcance del convenio
(protocolo general o convenio ejecutivo), la LPAP contempla la más amplia gama de
actores, que van desde la Administración General de Estado, pasando por Organismos
Autónomos, a entidades de derecho público, e incluso entidades de derecho privado en
mano pública, pertenecientes a cualquier Administración.
Por otro lado, el artículo 188 LPAP detalla dentro de la Administración estatal (para las
demás Administraciones habrá que estar a sus normas propias), cada órgano
competente:
*Los Ministros para la ordenación de las facultades que les corresponden sobre los
bienes que tuvieran afectados, previo informe favorable del Ministro de Hacienda.
*En los organismos públicos, los presidentes o directores de los mismos, previa
comunicación al Director General de Patrimonio del Estado.
20
Hace referencia la norma a la necesidad de fiscalización previa y consignación presupuestaria de los
acuerdos que tengan trascendencia económica.
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Las normas, finalmente, prevén también la publicidad de los convenios en los diarios
oficiales, lo que desde luego supone una garantía extra de transparencia.
Otras veces, sin embargo, la cuestión es más sencilla: Una Administración Pública se
interesa en un bien inmueble de otra y por los cauces habituales solicita su adquisición.
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Pues bien, la LPAP, y las normas más recientes del sector, contemplan normas más
favorables aplicables a las Administraciones para fomentar esta doble rentabilidad.
Las más destacadas, son la norma el artículo 116, 4 LPAP, que prevé que:
“La adquisición tendrá lugar mediante concurso público, salvo que se acuerde la
adquisición directa por las peculiaridades de la necesidad a satisfacer, las condiciones
del mercado inmobiliario, la urgencia de la adquisición resultante de acontecimientos
imprevisibles, o la especial idoneidad del bien. Igualmente, se podrá acordar la
adquisición directa en los siguientes supuestos:
Y la norma del artículo 137, 4, a) LPAP, para las enajenaciones, en similares términos
señala que:
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En la normativa local andaluza no existe norma que dé cobertura clara a este tipo de
operaciones, dado que, al menos a nuestro juicio, el artículo 39 LBELA no puede
prefigurar el sistema de adjudicación (en la adquisición o en la enajenación) directa, y
tanto en la adquisición de bienes por los entes locales, como en las enajenaciones no
se contempla este supuesto de adjudicación directa.
El artículo 10, 2 LBELA enumera como supuesto de adquisición directa los siguientes:
21
Dice este artículo “Las adquisiciones de bienes inmuebles a título oneroso respetarán los
principios de publicidad y concurrencia, salvo cuando por las peculiaridades de la necesidad a
satisfacer, las limitaciones del mercado o la urgencia se considere preciso autorizar la
adquisición directa”.
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“Se utilizará el concurso siempre que el precio no sea el único criterio determinante de
la enajenación y, en particular, en los siguientes casos:
Es más, y antes lo apuntábamos, concordar este artículo 39 LBELA con el artículo 113,
1 LPAP resulta complejo, porque la Administración del Estado reduce el ámbito de
aplicación de los Convenios patrimoniales a aquellos supuestos en que se produce la
ordenación de relaciones patrimoniales, pero no a aquellos otros que sólo suponen un
negocio privado entre Administraciones, a los que aplica sin más, por ejemplo, el
citado artículo 113, 1 LPAP, según el cual:
La permuta se regula en los artículos 154 y 155 LPAP, y si bien no contiene ninguna
norma especial para el caso de que intervenga una Administración Pública, la remisión
al procedimiento para las enajenaciones hace que exista, igualmente, un tratamiento
favorable.
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La normativa del Estado ( artículo 154, 1 y 2 LPAP) más flexible al respecto determina
que:
Por último, y desde el punto de vista patrimonial, resta analizar las cesiones gratuitas
de bienes como el instrumento que, con más fuerza, refleja el principio de colaboración
interadministrativa.
La cesión puede ser de la propiedad del bien o sólo del uso. En el primer caso, sólo
pueden ser destinatarios de estas cesiones las Comunidades Autónomas, las entidades
locales y las fundaciones públicas (otra norma más favorable).
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En cuanto a las condiciones que rigen la cesión, es obligado que la misma no sea pura
y simple22, por cuanto en el propio concepto de cesión gratuita está la vinculación a un
fin determinado. Estos fines pueden ser:
La normativa de régimen local tanto estatal como andaluza exige que la vinculación se
mantenga durante 30 años (así lo es también en numerosas leyes de patrimonio
autonómicas).
La propia LPAP aplica esta regla cuando la Administración del Estado es cesionaria, que
no cedente, al prever el artículo 21, 4 que
Resultaría verdaderamente difícil defender que esta misma regla no es aplicable a las
cesiones gratuitas que hace al Estado y sí a las que acepta, siquiera en atención al
principio de paralelismo de la forma
JULI PONCE SOLÉ23. señala al respecto que “en el caso de las cesiones gratuitas
administrativas, partiendo de la idea de que la cesión va ligada en todo momento al
servicio al interés general , cabría llegar a sostener la posibilidad de aceptar cesiones y
ejercicios de resoluciones sine die, que es lo que parece señalar implícitamente el art.
22
En este sentido se asemejan a las donaciones modales, reguladas en el Código civil.
23
“Cesión y permuta de bienes y derechos”, en la Obra colectiva de ” Comentarios a la Ley 33/2003, de 3
de noviembre, de Patrimonio de las Administraciones Públicas. C. Chinchilla Marín (Coord.). Madrid,
2004.
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El control del cumplimiento del fin se articula en la LPAP con un doble mecanismo.
Y de otro lado, se obliga a los cesionarios de bienes a remitir cada tres años a la
Dirección General de Patrimonio la documentación que acredite el destino de los
bienes. Si bien cabe que se amplíen estos plazos o incluso se exonere de esta
obligación, en función de las circunstancias de cada caso (artículo 148,3 LPAP).
El resto del articulado recoge, con bastante detalle, el procedimiento para la cesión,
previendo la reversión para el caso de incumplimiento, la obligación de publicidad y de
inscripción registral y en el Inventario, etc.
24
Tratan directamente esta cuestión en el ámbito local, EDUARDO ASENSIO ABÓN en “Una
aproximación al contenido del artículo 13 del Reglamento de Bienes de las Entidades Locales”. El
Consultor, nº 1, enero, 1991; o JAIME FERNÁNDEZ CRIADO en “Adquisición de bienes patrimoniales
por las Corporaciones Locales”. El Consultor nº 13, julio, 1995.
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“Las cesiones gratuitas de bienes inmuebles o derechos reales sobre los mismos se
formalizarán en documento administrativo, que será título suficiente para su
inscripción en el Registro de la Propiedad, cuando el cesionario sea otra Administración
pública, organismo o entidad vinculada o dependiente”
Si bien con la Administración del Estado se formalizan cesiones de este tipo, el mayor
volumen, sin duda, se produce entre la Comunidad Autónoma y las Entidades Locales.
En efecto, dice el artículo 107 LPCAA: “queda prohibida toda donación de bienes “, por
lo que, en nuestro ámbito, sólo cabe ceder el uso de los bienes, ya sean demaniales o
patrimoniales, de forma gratuita y por un plazo máximo de 50 años.
Por último, la legislación local también contiene una regulación detallada de este
procedimiento.
Hay que agradecer al nuevo Reglamento de Bienes andaluz que haya suprimido, por
fin, el informe de la intervención en el se haga constar que no existe deuda pendiente
de liquidación con cargo al presupuesto municipal, que exigía el artículo 110, 1, d del
Reglamento de Bienes de las Entidades Locales, por un informe similar si bien sólo en
relación con el bien objeto de cesión, adoptando una fórmula que, en los últimos años,
la práctica administrativa había dado por buena. Igualmente con buen criterio ha
suprimido el informe previsto en la letra e) del citado artículo (que exigía incluir un
dictamen suscrito por técnico que asevere que los bienes no se hallan comprendidos
en ningún plan de ordenación, reforma o adaptación, no son necesarios para la
Entidad Local ni es previsible que lo sean en los próximos diez años).
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De ahí que cuando el artículo 52, 2 RBELA señala que “las cesiones gratuitas deberán
ponerse en conocimiento de la Delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en la
provincia, con remisión de una copia autenticada del expediente completo, instruido a
tal fin”, hay que entender que esa remisión se produce, como es lógico, cuando la
cesión ha sido no sólo aceptada sino también formalizada mediante el instrumento que
se haya elegido, normalmente en documento administrativo.
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