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C. 1

IO1818
J-UÖ0024331

EX L I B RI S
HEMETHERII V A L V E R D E TELLEZ
Episcopi Leonensis

FONDO EMETERIO
.VALVERDE Y TELLEZ
VIDA

DE 8. FELIPE
/
NEBI.
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01818
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NWl ÍA30M 3d övüiSiQAINII
ORIZA V À .
I^JMOTÜ BU 3. m, SAISIS©©.
í
m
F APROBACION

DE LA EDICION FRANCESA.

t Pedro Tobías Yenni, Obispo de Lau-


sana y Ginebra <fcc. c£c.
Hemos mandado examinar la obra intitu-
lada tohdü s a s t w u i u H í n
S T S U t i t * y visto el parecer que se nos ha
dado, la aprobamos de muy buena voluntad,
y recomendamos su lectura, como muy ins-
FONDO EMHTERJO tructiva y sumamente propia para dar á cono-
VALVERDEYTEUS cer lo amable de la virtud.
Dado en Fribourg, en nuestro palacio epis-
copal, á l . ° de Octubre de 1845.

Por mandato de Monseñor,

S'/^cmónyo (^moafaz,

i
Protonotário apostólico, secretario ele S. I .
porque en los casos de duda, podremos ambos con-
sultar el original francés. El Presbítero Lic. D. Fran-
cisco Pineda, individuo de la Congregación de esta
ciudad, ha sido ya nombrado en otra vez, por esa sa-
grada Mitra, para otra censura semejante, y me pro-
meto que le será muy grato ocuparse de una tarea,
cuyo objeto no puede serle indiferente. Me tomo la
Para la Publicación de esta Traducción. libertad de manifestarlo así á V. S. I., porque son
muy pocos los que pueden en Orizava desempeñar
este encargo.
Si el parecer del censor fuere favorable, y el decre-
mo. v. fAÜO: to que en virtud de él se sirva dar V. S. I. también,
procederé á la impresión, quedando reconocido á esta
gracia que V. S. I. se digna dispensar al último de
sus humildes diocesanos.—José María Naredo.
JCiudad,
OSÉ María Naredo, dueño de imprenta
ante V. S. I. respetuosamente dice:
en esta Orizava, Julio 24 de 1S53.

Que habiendo llegado á sus manos una historia en


idioma francés, de la vida del glorioso fundador de las
Congregaciones del Oratorio, aprobada por el Illmo. PUEBLA, AGOSTO 1 , ° DE 1853.
Sr. D. Pedro Tobías Yenni, obispo de Lausana y Gi-
nebra, mucho mejor que las otras que han corrido
entre nosotros, así por su exactitud en el relato de los ] \ OMBRAMOS por censor de la traducción de la
hechos, como por su estilo acomodado al gusto del sig- .obra que se expresa, al Presbítero Lic. D. Francisco
lo; emprendió traducirla, creyendo que de publicar- Pineda, quien nos dará cuenta del resultado. Lo de-
la en nuestra lengua, se dará gloria á Dios, que es ad- cretó el Illmo. Sr. Obispo de esta Diócesis. El obis-
mirable en sus santos, y que lo fué muy particular- po.—Ante mí, Lic. D. Manuel Ladrón de Guevara,
mente en el ínclito San Felipe Neri, célebre Apóstol secretario.
de la Capital del cristianismo, cuy&s virtudes que en
el siglo XVI admiraron al mundo, son hoy tan á pro-
pósito para proponérselas como modelo, así á los que — — —
están precisados á vivir en la sociedad, como a aque-
llos otros que preocupados con las ideas de la época, Tí
no quieren conceder á la virtud las verdaderas é ine- -LIE leido !a traducción que de la vida de mi glorioso
fables alegrías que en ella se disfrutan. Padre San Felipe Neri, ha hecho D. José María Na-
redo del idioma francés al nuestro; y aunque son muy
Para realizar mis deseos, suplico á V. S. I. se dig- escasos los conocimientos que poseo respecto del pri-
ne nombrar sujeto que censure la traducción en esta mero, juzgo que en la mencionada versión se ha cum-
ciudad; porque así se evitará el estravío que pudieran plido con los requisitos que exige una buena traduc-
tener los manuscritos al mandarlos á ésa, y tamba.v. ción: porque á la fidelidad y exactitud con que se han

_ saz**
conservado los pensamientos y los hechos, se añade la
propiedad de la dicción, por haberse dado á las cláu-
sulas y oraciones el giro que exige la lengua castella-
na.
He visto igualmente la impresión que de dicha obra
ya traducida se ha hecho, esperándose solo el superior
permiso de Y. E . I. para que vea la luz pública; y en-
cuentro estar fielmente conforme con los manuscritos.
Todo lo que pongo en conocimiento de V. E. I., cum-
pliendo con lo que me previene en su superior decre-
to de 1. ° de Agosto del año próximo pasado, que re-
cayó á la solicitud hecha por el traductor de la obra,
para obtener la licencia para su publicación.
Dios guarde á V. E . I. muchos años. Oratorio de
San Felipe Neri de Orizava, Agosto 4 de 1854.— DE
Francisco Pineda.—Exmo. é Illmo. Sr. Obispo de la
Diócesis de Puebla. SAN F E L I P E NERI.

Infancia dé Felipe.—Sus estudios y piedad.


PUEBLA, AGOSTO 9 DE 1854.

V I S T O el tenor de la censura que antecede, damos


nuestra licencia para que se pueda imprimir la tra-
ducción hecha del idioma francés al castellano, de la
vida del glorioso San Felipe Neri,- debiendo el censor A C I O Felipe en Florencia, en el mes d e A-
revisar y corregir el primer ejemplar que se tire por
la imprenta antes de que se dé á luz pública. Lo de- gosto de 1515, siendo sumo pontífice el papa.
cretó el Exmo. é Illmo. Sr. Obispo de esta Diócesis. ) Q ^ e o n X. Fueron sus padres Francisco
—El ohispo.—Ante mí, Lic. D. Manuel Ladrón de yvoNeri y Lucrecia Soldi. Pertenecia Fran-
Guevara; secretario.
cisco á una familia honrada, siendo la de Lucrecia
de un rango superior, pues algunos de sus miem-
bros habian ocupado los mas distinguidos empleos
conservado los pensamientos y los hechos, se añade la
propiedad de la dicción, por haberse dado á las cláu-
sulas y oraciones el giro que exige la lengua castella-
na.
He visto igualmente la impresión que de dicha obra
ya traducida se ha hecho, esperándose solo el superior
permiso de Y. E . I. para que vea la luz pública; y en-
cuentro estar fielmente conforme con los manuscritos.
Todo lo que pongo en conocimiento de V. E. I., cum-
pliendo con lo que me previene en su superior decre-
to de 1. ° de Agosto del año próximo pasado, que re-
cayó á la solicitud hecha por el traductor de la obra,
para obtener la licencia para su publicación.
Dios guarde á V. E . I. muchos años. Oratorio de
San Felipe Neri de Orizava, Agosto 4 de 1854.— DE
Francisco Pineda.—Exmo. é Illmo. Sr. Obispo de la
Diócesis de Puebla. SAN F E L I P E NERI.

Infancia dé Felipe.—Sus estudios y piedad.


PUEBLA, AGOSTO 9 DE 1854.

V I S T O el tenor de la censura que antecede, damos


nuestra licencia para que se pueda imprimir la tra-
ducción hecha del idioma francés al castellano, de la
vida del glorioso San Felipe Neri,- debiendo el censor A C I O Felipe en Florencia, en el mes de Á-
revisar y corregir el primer ejemplar que se tire por
la imprenta antes de que se dé á luz pública. Lo de- gosto de 1515, siendo sumo pontífice el papa.
cretó el Exmo. é Illmo. Sr. Obispo de esta Diócesis. ) Q ^ e o n X. Fueron sus padres Francisco
—El ohispo.—Ante mí, Lic. D. Manuel Ladrón de yvoNeri y Lucrecia Soldi. Pertenecia Fran-
Guevara; secretario.
cisco á una familia honrada, siendo la de Lucrecia
de un rango superior, pues algunos de sus miem-
bros habian ocupado los mas distinguidos empleos
de la república. E n su matrimonia' tuvieron* «ola palabra; y si le ordenaba que estuviese quie*
dos hijas, Catarina é Isabel, y dos hijos, Antonio, to, no se atrevia á mover un pié ni una mano.
que murió muy joven, y Felipe, c u y a santa vida, Cuando plugo á Dios llamar para sí á su madre»,
me propongo, escribir. Se le bautizó en la igte- lo que tic tardó mucho tiempo, el padre de Felipa
B ia de San Juan Bautista, única en Florencia que - pasó á segundas nupcias y la piedad filial de este
en aquella época tenia feente bautismal; y se l o . no hizo entonces otra-cosa que cambiar de objetos
puso el mismo nombre que llevaba, su abuelo p a - . Admirada su nueva madre de su respeto y obe-
diencia, concibió para con él un amor tan mateí*
temo. . ,.
nal, que cuando á poe-osaños tuvo Felipe que salir-
A la edad de cinco.nños y a su razón se h a b í a ,
d e Florencia, como diré en seguida, ella derrame-
despejado lo bastante para aprender á leer y escri-
inconsolables lágrimas; y despúes durante la e n -
bir. Su padre le envió desde luego á una escue-
fermedad que la «ondujo al sepulcro, no hablaba»
la pública. en la que admiró.por sus. rápidos, ade^ -
de otra cosa que de su querido hijo. Parecíale
tantos v se hizo ama.r por lo arreglado de su con-
verle y escucharle, y muchas veces se la sorpren-
ducta * E r a de una modestia encantadora, de una ,
día platicando con él como si estuviera presenten
índole suavísima, y de una deferencia para con sus .
¡tan grande así era la dulzura y consuelo que la-
padres que no les dejaba nada que desear, JNa.
causaba su memoria!
satisfecho con obedecer á sus menores ms.nuacio-
n e s les manifestaba, en todas ocasiones su respeto , L a s mismas virtudes que le merecieron el cari-
ño de sus parientes, le grangearon la estimación
y su ternura. E n la edad en que los ruño? come-
de todo el m u n i o . Sus superiores le amaban por
ten tantas faltas pequeñas por la vivacidad y to-,
su sumisión para con ellos; los ancianos admira-
arrebatado de su genio, solo se le advirtió una a ,
ban sus modales cultos y comedidos; .y sus c o n d i s -
Felipe. Rezaba una vez los salmos con su herma-
cípulos su humor alegre, fácil y ameno. Jamas-
na Isabel, y habiendo venido Catarina á pertur- .
se le vió impaciente; nunca se le. ové hablar mal de-
barle, la tomé del brazo y la sacó fuera del apo- ,
nadie: de aquí resultó que todos-,, dé común acuer-
sentó, aunque: sin violencia alguna. S . n e m b a r -
do, se acostumbraron á llamarle Felipe-el Bueno.
bo, su padre le reprendió esta acción, y lué. tanta
E s t a bondad le ganó- el corazon de su Dios, así>
BU arrepentimiento, que le obligó.á derramar abun-, como el de los hombres, y le mereció la gracia de-
dantes lágrimas.: La obediencia que profesaba a , proteccion de. que voy á hablar. Vino un dia un*
s u madre era ciertamente admirable. Si ella 1 * . arrendatario de.su padre y . trajo u n asno cargado -
mandaba qi«e callase, no se permitía y a hablar una ,
•ae frutos; apeó la carga y se fué á la cosina á to- no bastaban, pnrlargos que fuesen, para satisfacer •
mar alguna cosa, dejando suelta á la bestia en el «u santa hambre de la divina palabra. Esto es 16
patio. Felipe, que tenia entonces á lo mas de que acontece á to los los corazones que a m a n a
ocho á nueve años, mirando este descuido del ar- Dios. Nunca se les habla de él bastantemente,
rendatario, sintió una tentación á la que no .pudo porque el amor es insaciable. Cuando los niños pia-
resistir. V a y monta sobre el'asno y le obliga á dosos se encuentran con sacerdotes á-religiosos,
caminar; pero á apenas ha dado el animal algunos platican ordinariamente de los deseos que tienen
pasos cuando se hunde el terreno bajo sus pies, ca- de imitarlos, cediendo en esto á una secreta osten-
yendo con Felipe en una cueva profunda. El po- tación que ellos mismos no advierten. Felipe te-
bre niño d a un fuerte grito al desaparecer de la ma también, como ellos, estos santos pensamien-
superficie de la tierra; sus padres acuden presuro- tos; pero él no descubría su interior mas que á so-
sos, y al ver lo que acaba de suceder, lloran y a ló Dios. Por lo común este santo niño no gusta-
una desgracia que consideran como irremediable. ba de hablar-de sí-mismo y habla y a concebido,
Vuelven á la casa y bajan á la cueva en la que no respecto de la vanagloria, aquella aversión que le
esperan encontrar otra cosa que un cuerpo muer- mostró en el resto de su vida. Su virtud,' siempre
to; pero tienen el placer de hallar al niño lleno en aumento, le hacia tan querido de Dios, que su
de vida sin que le hubiese acaecido mal alguno. magestad no negaba nada á sus ruegos. Si per-
Dios que lo tenia destinado para trabajar en la sal- día alguna cosa, no tenia q u e h a c e r mas, que
vación de .tantas almas, le conservó milagrosamen- ponerse en oracion por un momento para encon-
te. Tenia despues Felipe suma complacencia en trarla. Puedo citar un hecho dé este género. Un dia
referir este -rasgo de la Providencia, y conservó su ie
envió su madre por un collar de oro á la ciu-
memoria durante su vida con el mas tierno agra- dad; en el camino lo perdió, y no echó de ver su
decimiento. tálta hasta que llegó el momento de ponerlo en ma-
E n una edad todavía tan tierna, mostraba y a es- nos de la señora. Entoncesléjos de desconcertarse,
te santo niño un admirable juicio. En lugar de eepuso dé rodillas é hizo una corta oracion. Sale
imitar los divinos oficios, como hacen inocente- en seguida á la calle y encuentra luego el collar.
mente tantos otros jovencitos, Felipe empleaba su Corno venían con bastante fiecuencia á su casa
tiempo en meditar, en recitar salmos, ó en lecturas 4 visitar á su familia algunos religiosos dominicos
piadosas. E r a su mas gtato placer la asistencia del monasterio de San Marcos, les tornó cariño y
.a la nusa; y los sermones m u y lejos de enfadarle, *e dedicó á frecuentar su iglesia, recibiendo d®
*lIos, según decia despues, los primeros elemen-
y desaparecer el fingido confesor todo fué u n o .
t o s d e la vida espiritual. " S i es que h a y en mí
A d e m a s d e estos dos dominicos, c u y a s eor-ver*
algo bueno, decia, lo debo á los religiosos d e San
saciones le fueron de tanto provecho, también'lo
Marcos, y muy particularmente á l o s P P . Mechero ?
fué sumamente útil con sus edificantes y sólidos
Minio." T e n i a s u m a complacencia en hablar d e
discursos un humilde religioso, llamado Baldini»
:1a santidad de estos dos p a d r e s , y contaba como
H e aquí un h o m e m g e que con s u m a satisfacción
,prueba d e ella el hecho s i g ú e l e . Habíanse con-
tributaba Felipe á su memoria. "No soy yo él
•venido ambos en confesarse uno á otro todas la*
t i l i c o que debe mucho á este hombre de-Dios; "la
-noches antes de ir á maitines, con el objeto de lie-
c i u d a d dé Florencia le debe mas d e lo q u e pien-
var al coro una conciencia m a s p u r a y de hacer
s a . " A este propósito refería el hecho siguiente:
,que sus alabanzas fuesen m a s agradables a núes*
C u a n d o el duque d e Borbon invadía Ja Italia al
¿ o Señor. Envidioso y descontento el demonio,
frente de un ejército imperial, se aprocsimó á Flo-
procuró hacerles perder esta santa costumbre, J
rencia, d e cuyos habitantes se apodero el espanto
C é aquí el medio de que se valió. Vino u n a no-
y la consternación. E n su temor acudieron á la
,che á tocar por largo t i e m p o la puerta de la cel-
iglesia en que Baldíni estaba, predicando á la sa-
d a del P . Medicio antes d e la hora en que ordina-
zón. Admirado este santo hombre d e una con-
r i a m e n t e acostumbraba levantarse, é imitando
currencia tan extraordinaria y tumultuosa, pregun-
l a voz del P . Minio, cuya semejanza había tomado
tó el motivo. Se le respondió que las tropas del
esteriormente, le d i c e - S u r g e , pater» E l religio-
emperador rodeaban ya. la ciudad y a m e n a z a b a n
lo obedeció al instante y se f u é á la iglesia, a don-
sitiarla. Oida esta la tal noticio, se arrodilló y se
. d e e l impostor habia ido también á aguardarle,
puso en oracion por algunos instantes; en seguida
E n g a ñ a d o el P - M e d i c i o por la semejanza del V,
s e levantó con un semblante sereno y dijo al pue-
Minio, se arrodilló y comenzó su confesion. P e r o
b l o : " E x c l a m a d conmigo con todo fervor: ¡Viva
cual fué su sorpresa al oir excusar sus faltas y de-
J e s ú s ! " U n a unánime aclamación se hizo escu-
cirle: " E s t o no es cosa, padre.mió, esto no e s co*
c h a r por todos ios ángulos de aquel templo. L u e -
sa." Acusóse d e una .falta m a s grave, y escuchó
g o que y a todo estaba en silencio, añadió: " S a -
4 a m i s m a respuesta. E n t o n c e s sospechando lo
bed, hermanos mios, que por un efecto de la
,que en realidad era aquello, hizo la señal d e U
bondad d e Dios, van á retirarse los imperiales,
cruz y dijo: "¿No serás tú tal vez el demonio, pue*
sin causar mal alguno." Consolados con esta se-
. m estás diciendo tales despropósitos?" Decir es-
guridad los Florentinos, acudieron á las murallas,
— s - - f r -
y vieron con sus propios ojos que se habían retirar eía de las cosas de la tierra. Habiéndole regala-
do los enemigos. do una persona un cuadro genealógico de su fami-
lia, ni aun fijó en él su vista, y luego que se
Ilustrado por los consejos y movido, por los
ausentó el donante lo hizo pedazos y echó al fue-
ejemplos que le daban estos grandes hombres,
go, haciendo ver por este medio que con tal que
Felipe hizo en la perfección tempranos y rápidos
su nombre estuviese escrito en. el libro,de la vida,
progresos. No obstante, su niñez, comprendió
no se cuidaría de otra cosa en.la tierra,.
maravillosamente que el camimo del cielo es el
del Calvario, que nadie llega á ser santo sin Luego que llegó á los diez y ocho años y con-
llevar su Cruz: y en consecuencia se dedicó á,de-< cluyó- sus humanidades, creyó su padre deber ase-
sear y pedir á Dios le proporcionase sufrimientos. gurarle para el porvenir un buen partido que natu-
No tardaron en ser escuchados sus votos: á la ralmente dictaban las circunstancias. Tenia aquel
e d a d de seis años, se apoderó de él una ardiente un hermano llamado Romulo, que había pasado
fiebre, que pasó en pie muchos dias sin decir á de la Toscana á la Campania á donde tenia un
nadie nada, haciendo por el contrario cuanto podia considerable comercio. Carecía de hijos y pedia
para disimularla. Sin embargo, su hermana Isabel á su hermano le enviase á Felipe para formarlo y
llegó á conocer su enfermedad por la alteración educarlo en .sus giro., ofreciendo. constituirlo- en
d e su semblante, y le obligó á tomar las medicinas su muerte he redero de todos sus bienes. F r a n -
que reclamaba el estado de su .salud; pero como cisco, que solo vió la cosa con, ojos humanos, no
ella entraba m u y bien en las miras de la perfec- vaciló en aceptar u na oferta ta n ventajosa. Com-
ción de su hermano, guardó el secreto de sus pade- prometióse desde luego con su hermano, v sin con-
cimientos, sin obligarle á hacer cama. Algún tiem- sultar á su hijo dispuso lo. necesario. para su mar-
po despucs su virtud fué puesta á una nueva prue- cha, enviándolo á su tinque residíaen-laciudad de *
ba, de la que supo igualmente aprovecharse. In- 8. Germán, al pie del Monte-Casino. Llegado
cendióse la casa paterna y fué casi destruida ente- Felipe a esta casa y del todo complicado en los
ramente; mas el santo rimo vió este siniestro acon- negocios de su tio, conoció muy pronto que estaba
tecimiento sin que apareciera en su semblante tris- fuera del estado á que Dios le llamaba. Recurrió
teza ni turbación alguna. Muchas personas obser- é i a oración y el Señor le hizo conocer en ella que
varon. esta grandeza de alma y la consideraron lo.reservaba para un,comercio mas noble y le pre-
como un presagio cierto de su futura santidad. paraba una herencia mas ventajosa. Desde en-
E n todas ocasiones se notaba el desprecio que ha- tonces y a no se ocupó de los. negocios de su tia
gratitud. Mira que lo que he hecho por tí mere-
mas que lo muy necesario para ho disgustarlo, em- ce alguna correspondencia. No te pido mas que
pleando lo demás de su tiempo en orar y visita? te apliques á mi comercio de modo que nos sea
los lugares santos. c a d a dia mas provechoso; p?ro para esto es in-
E n las cercanías d e S. Germán y m u y prócsimo dispensable que quites de tu imaginación esas
al puerto de Cniela, se eleva una montaña muy ideas que te preocupan y te inclinan á sacrificar
venerada por los habitantes d e l pais, la que e a t u fortuna." Felipe, que habia resuelto firme-
aquella época pertenecía á los monges de Monté- mente abandonarlo todo por seguir y agradar á
Casino, que hafeinn construido allí una iglesia en Jesucristo, respondió á su tio, que su corazon es-
honor de la Santísima Trinidad. Esta iglesia es- taba muy lejos de ser ingrato; pero que aprecian-
tá edificada sobre una roca enorme, situada á las d o en lo que debía sus intenciones paternales, no
dos terceras partes de la elevación de la montaña, podia seguir su^ consejos.
que se vé desde el mar, y todos los bageles que D e s d e este dia tuvo mucho que padecer con
abordan ó pasan ante la costa, la saludan con una <u tio, que no podia concebir como sin estar loco
descarga de artillería. Había en este templo un ¡pudiera Felipe r e n u n c i a r á tantos bienes, y por
calvario muy estimado de Felipe, é iba á él lo lo mismo volvía continuamente á la carga. Pero
mas frecuente que le ¿ra posible, para meditar á Felipe firme siempre en su vocacion y mirando
su placer en la pasión de Jesucristo. C a d a vez con desprecio los falsos bienes de la tierra, no podia
que iba, volvía á casa mas abrasado de amor de dar contento alguno á su tio. Por el contrario lo
Dios, mas disgustado del mundo, mas resuelto á era preciso incomodarlo si se espresaba con fran-
abandonarlo todo por ser santo. Finalmente re- queza y también si guardaba silencio. Llegó
solvió separarse sin decir nada á su tio. Sin embargo, por ultimo á conocer que el mejor partido que
este llegó á sospecharlo, y no perdonó medio p a r a debia tomar era separarse cuanto antes. Era
evitar lo que él llamaba una tentación enfadosa. 8U designio ir á Roma para vivir allí solitariamen-
«Veo con dolor, le dijo, que sacrificas tus deberes te, y vacar con toda libertad al grande negocio
á tus devociones. Yo te lie hecho venir á mi casa d e su perfección. Despues de consultar nueva-
para que me ayudes á llevar el peso de mis ne- mente con Dios en la oracion, partió una mañana
gocios, y casi no me sirves de nada; esto es tanto tón que su tio lo supiera, sin dinero y sin proví- ~
peor para tí, cuanto que mis intereses son los tu- »iones, poniéndose del todo en las manos bonda-
yos, supuesto que te he nombrado mi heredero. dosas del Señor. No fué vana su confianza; i a
No correspondas, te ruego, á mi amor con tal in-
- 1 2 - -13-
pobres vestiduras de una cuerda y sus libros se
caridad pública proveyó á sus necesidades du-
encontraban sobre una tabla. Solo se entregaba
rante el viaje, y llegado que fué á la ciudad santa,,
al sueño el tiempo rigorosamente indispensable
encontró un noble Florentino, llamado Galleotto
p a r a l a v i d a , ' y su despertador era el poderoso
Caccia, que le ofreció un asilo generoso. Creia,
atractivo que sentía por la 'oracion. Esta vida
es verdad, no recibir en su casa mas que á un
tán edificante en un hombre tan joven, no pudo
viajero; pero luego que, pasados algunos días, F e -
permanecer oculta mucho tiempo. Hablóse de
lipe le manifestó su designio, prendado ya de sus
ella en toda la ciudad, y su f a m a se estendió has-
virtudes, le indicó que porfía ocultarse en su
ta Florencia. No faltó persona que la noticiase á
casa y que á su cuidado quedaría proporcionarle
Isabel hermana del Santo, la que al saberla
sus alimentos. Reconocido el santo joven, se en-
respondió: ninguna manera me sorprende
cargó de la educación de dos hijgs de su bien-
esto, porque a l * r las virtudes de mi hermano
hechor, los que, merced á sus lecciones y ejemplos,
desde sus tiernos años, conjeturé que con el tiem-
vinieron á ser dos pequeños ángeles.
po llegaría á ser un gran Santo."
Dos años pasó Felipe en el aislamiento mas
absoluto de las criaturas, sí esceptuamos los dos
niños de que acabo de hablar y á los que no veía
mas que á.determinadas horas. Su meditación
era continua, y el fervor que de ella sacaba, junto
-Felipe estudia filosofía y teología: después de-
con las dulzuras celestiales que inundaban su al-
ja los estudios por las prácticas ascéticas
ma, le inspiraron, tal odio á su propia carne, que
y las obras de caridad.
no pensaba mas que en medios de mortificarla.
H e aquí pues, el método de vicia que adoptó en
aquella época. No hacia al diá mas que una sola
comida, y esta á pan y agua puramente; y si es
que algunas veces se permitía añadir algunas yer-
bas ó aceitunas, otras dejaba pasar dos ó tres dias sin
L E V A B A ya Felipe dos años de vivir ocultó
tomar alimento alguno. No quiso tener en su es- los
° j ° s d é l o s hombres, cuando se
trecha celdilla otro mueble que un triste lecho, el
_ • sintió divinamente llamado al estudio de
que mas le servia de asiento-que de cama, supues-
•la filosofia. E n consecuencia siguió en el colegie
to que dormía sobre el duro suelo. Colgaban su»

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pobres vestiduras de una cuerda y sus libros se
caridad pública proveyó á sus necesidades du-
encontraban sobre una tabla. Solo se entregaba
rante el viaje, y llegado que fué á la ciudad santa,,
al sueño el tiempo rigorosamente indispensable
encontró un noble Florentino, llamado Galleotto
p a r a l a v i d a , ' y su despertador era el poderoso
Caccia, que le ofreció un asilo generoso. Creia,
atractivo que sentía por la 'oracion. Esta vida
es verdad, no recibir en su casa irías que á un
tán edificante en un hombre tan joven, no pudo
viajero; pero luego que, pasados algunos días, F e -
permanecer oculta mucho tiempo. Hablóse de
lipe le manifestó su designio, prendado ya de sus
ella en toda la ciudad, y su f a m a se estendió has-
virtudes, le indicó que pedia ocultarse en su
ta Florencia. No faltó persona que la noticiase á
casa y que á su cuidado quedaría proporcionarle
Isabel hermana del Santo, la que al saberla
eus alimentos. Reconocido el santo joven, se en-
respondió: " ^ n i n g u n a manera me sorprende
cargó de la educación de dos hijgs de su bien-
esto, porque a l * r las virtudes de mi hermano
hechor, los que, merced á sus lecciones y ejemplos,
desde sus tiernos años, conjeturé que con el tiem-
vinieron á ser dos pequeños ángeles.
po llegaría á ser un gran Santo."
Dos años pasó Felipe en el aislamiento mas
absoluto de las criaturas, sí esceptuarnos los dos
niños de que acabo de hablar y á los que no veía
mas que á.determinadas horas. Su meditación
era continua, y el fervor que de ella sacaba, junto
-Felipe estudia filosofía y teología: después de-
con las dulzuras celestiales que inundaban su al-
ja los estudios por las prácticas ascéticas
ma, le inspiraron, tal odio á su propia carne, que
y las obras de caridad.
no pensaba mas que en medios de mortificarla.
H e aquí pues, el método de vida que adoptó en
aquella época. No hacia al diá mas que una sola
comida, y esta á pan y agua puramente; y si es
que algunas veces se permitía añadir algunas yer-
bas ó aceitunas, otras dejaba pasar dos ó tres dias sin
L E V A B A ya Felipe dos años de vivir ocultó
tomar alimento alguno. No quiso tener en su es- los
° j ° s d é l o s hombres, cuando se
trecha celdilla otro muebla que un triste lecho, el
_ • sintió divinamente llamado al estudio de
que mas le servia de asiento-que de cama, supues-
•la filosofia. E n consecuencia siguió en el colegie
to que dormía sobre el duro suelo. Colgaban su»

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romano los cursos sucesivos de los dos maestro* jóvenes, ó cuando le era necesario tratar estas ma-
mas hábiles que en aquella época tuvo R o m a : h a b l e terias, por Ínteres de :a verdad, con los sabios
de Cesar Juconcelli y de Alfonso Ferri. A pesar de su tiempo. F u e r a de estas circunstancias, nin-
de su.constante fidelidad á l a oración y dema» guno fué mas modesta; y al expresarme así no
prácticas piadosas;- ó mejor dicho, á. causa de esta aveijturo-exageracion ninguna, porque este hom-
fidelidad, obtuvo tales adelantos, que le merecieron bre extraordinario hacia de su parte cuanto podía
el primer lugar entre sus condiscípulos. T a l es para abatirse en la opinión de aquellos con quie-
el testimonio que le tributó Alexandra Butio, al nes tenia que tratar. Por lo mismo evitaba con su-
decir que excedió.á todos- ellos. Acabada su fi- mo cuidado en sus conversaciones todo lo que pu-
losofía comenzó sus estudios teológicos en el cole- diera dar áconocer que sabia algo; y al escuchar
gio de los Agustinos, y fueron t a l ó l o s progreso! la cortedad y embarazo de sns frases, y la ningu-
que hizo en esta ciencia, que y a no tuvo necesi- na ilación de ellas, hubiórase creído que no sabia
dad d e volver á ocuparse de ella en lo sucesivo. ni a u n habla r aquel que desenvolvía tan perfecta
Vivió pues ya en lo de adelante del fondo que en- y-abundantemente sus pensamientos, cuando las
tonces adquirió,- porque los deberes de su estado circunstancias lo ecsigian. Muchas personas en-
le; impidieron volverse á ocupar de este estudio; y gañadas por este artificio, que estaban lejos de
no obstante siempre se le consideró corno uno do sospechar, le miraban como un ignorante; pero si
los teólogos mas sabios -de Roma, discutiendo aun llegaba el caso que tuvieran que tratar con él algún
hasta en sus últimos años acerca de las cuestione« negocio serio, inmediatamente cambiaban de opi-
mas difíciles y sublimes con tanta facilidad y eru- nion. Puedo citar dos hechos en apoyo de esta
d i c i ó n , como si acabase de abandonar las aulas. aserción.
Tampoco olvidó las controversias menos impor- Un prelado romano que solo había hablado con
tantes,- y era ciertamente d e admirar oirle referir él en compañía de otras personas, le miraba y re° -
con toda esactitud los pareceres d é l o s doctore» putaba como á un pobre hombre; pero llegó el caso
sobre esta clase de cuestiones, y las razones en que de que hubiese de conferenciar con él sobre un ne-
gocio importante, y bastó esta conversación para
se fundaban. desengañarlo.. Después lleno de estimación hacia
Pero por ventura ¿hacia este hombre ostenta-
BU persona decia á sus amigos: " E s preciso con-
ción d e su saber? No ciertamente, porque era fesar que este santo hombre es demasiado indus-
admirable su humildad: solo hablaba de esta suer- trioso en humillarse. E n su conversación famir
te cuando tenia que instruir á algunos religioso».
yo le habia tenido por un idiota, ó cuando me-
su ciencia. Sin embargo, no abandonó entera-
nos por un hombre muy simple; pero he mudado
mente el estudio; tenia siempre á su lado la Suma
de opinion desde qué tuve que tratar con él algu-
de Santo Tomás y la consultaba á menudo. Este
nos negocios. Felipe es un hombre raro, cuya
gran santo, era según su parecer, el teólogo por
eiencia iguala á su piedad." Una cosa semejante
'-excelencia, y en las controversias se sujetaba á sus
aco.iteció á Alexandro Saulio, obispo de P a -
doctrinas.
pia, teólogo muy recomendable. Suscitóse la
Respecto á la sagrada Escritura, la estudiaba
conversación en una visita que hizo á Felipe so-
habitualmente y hacia de ella tales aplicaciones
bre un punto teólogico, y el santo se esplicó con
que edificaba y admiraba á sus oyentes. Un sa-
tanta inteligencia y erudición que el prelado que-
bio Polaco, que asistió por algún tiempo á las plá-
dó sorprendido con tanto mayor motivo, cuanto
ticas del santo, escribía lo siguiente, un poco
que hasta entonces solo le habia considerado como
despues, á u n sacerdote de su congregación: "No
á un santo sin capacidad alguna.
puedo pensar sin admiración en la habilidad que
Muy pronto se presentó oCasion en que su-cien- tiene vuestro padre en el manejo de nuestros li-
cia hubo de aparecer sobre un teatro mas eminen- bros santos y en el rico partido que de ellos saca.
te. Acababa de nacer su congregación, y no con- Si yo no hubiera tenido ocasion de apreciar sus
tando entonces mas que con unos cuantos clérigos, talentos, me bastaría para ello el conocimiento que
empleaba á sus discípulos legos en su iglesia en tengo del profundo saber de sus discípulos. ¿Qué
ésplicar la doctrina, al pueblo: y como ellos no po- mejor maestro que aquel que formó hombres como
seían la ciencia-teológica, algunas veces se les es- un Baronio, un Bozzio, un Antoniano, que 110 de-
capan inesactitudes ó proposiciones erróneas. En- jan pregunta sin respuesta, ni dificultad sin solu-
tonces este santo hombre subia al pulpito y espo- ción, y á quienes puede consultarse con toda segu-
nia la materia que trataban sus'discípulos con su- ridad sobre lo mas profundo del libro de los li-
m a claridad y elocuencia. Cuantos tuvieron oca- bros?" Acontece muy frecuentemente que los
sion de apreciar su profundo y basto saber, llega- hombres d e grande ingenio se remontan en sus
ron á persuadirse que en él obraba mas la gracia discuciones á una elevación que no solo no está al
que el estudio. Lo que hay de seguro es, que al alcance del auditorio, sino que hasta llega á serle
mismo tiempo que cursaba teología, oraba mucho fastidiosa; mas no era este el carácter del siervo
m a s que estudiaba, y que despues ya tuvo muy de Dios. Su dulzura y su modestia hacian acce-
poco tiempo para poder ocuparse en perfeccionar sibles sus superiores luces á sus oyentes, y su vic-

•rg^eü,.-..*
- 1 8 -
-49-
cion. " D e qué me servirá saberlo todo, se decía
toriosa elocuencia triunfaba hasta de los corazones
á sí mismo, si ignoro á Jesús, y á Jesús crucifica-
de sus adversarios. P o t a d o de un génio tan dó-
do? he aquí la ciencia que forma á los santos: es-
cil como profundo, tan gracioso como sólido, en su
to es ciertamente lo que me es necesario."' E n
juventud se había aplicado á la poesía y compu-
consecuencia de esto, vendió iodos sus libros, me-
so versos en latin é italiano; pero en su edad ma-*
nos la Biblia, y repartió su precio entre los pobres-
dura los echó al fuego, asi como otros muchos es- E n seguida se entregó á la contemplación de las
critos, huyendo do las alabanzas de los hombres. cosas divinas con tanta felicidad, que pasaba en
Su aplicación ai estudio no le impidió egercitar- ella algunas veces cuarenta horas sin interrup-
se en las obras de caridad. Cuando salia del co- ción. Consumíale de tal suerte el fuego del divi-
legio se iba, ó bien á los hospitales á visitar á los no amor, en este santo ejercicio, que caia desfalle-
enfermos, ó bien á las puertas de las basílicas á cido ó se veia obligado á rasgar sus vestidos para
donde concurrían muchos pobres, á fin de instruir- disminuir sus ardorosos incendios. D e aquí aque-
los. Por otra parte tenia también otros muchos lla abstracción de los hombres que le hqcia bus-
discípulos á quienes a y u d a b a . á caminar por las car con ansia la soledad. D e aquí aquel ódio á
sendas de la perfección y que sacaron mucho p n > su carne que lo conducía no solo á negarle todo
vecho de una dirección tan hábil como insinuante. gusto, sino aun á maltratarla mas de lo que lo ha-
Todas estas ocupaciones, sin embargo, no perju- bía hecho hasta entonces.
dicaban á su espíritu interior. E r a tan tierna su
En Roma, ciudad tan populosa y bulliciosa, vi-
devocion, que no podia mirar un crucifijo, que pen-
vía como un anacoreta, y contrajo un hábito de
día de un clavo en la clase de teologia, sin exhalar
silencio que conservó por toda su vida, siempre
profundos suspiros y derramar abundantes, lágri-
que se lo permitieron sus deberes. Casi todas las
mas. E s t a conducta le mereció-en R o m a el mismo
noches iba á orar á las puertas de las siete princi-
sobrenombre que se le habia dado en Florencia.
pales basílicas, teniendo para ello que andar casi
Sus maestros, entre otros, no le llamaban de otra
doce millas; bajaba en seguida á las catacumbas y
manera que Felipe el Bueno.
permanecía allí en oracion lo restante déla noche. Y
Despues de haber terminado sus estudios teoló- no se entienda que esta fué una devocion pasage-
gicos, enseñado por el Apóstol, que no es bueno ra, porque la continuó durante diez años; dando
saber mas que lo conveniente, y que basta ser sá- esto motivo á que no haya faltado alguno que di-
bio con sobriedad, dejó el cultivo de las ciencias o a era su habitación en aquella época el ce-—
para dedicarse enteramente á su propia perfec,-
- 2 0 -
menterio de S. Sebastian, aunque no pasaba en tremada sorpresa; pero conociendo inmediatamen-
él mas que las noches. Por lo demás, este santo te la malicia del espíritu impuro, oró, y se desva-
lugar .nada tenia de lúgubre para él; porque Dios neció la ilusión. Otra vez pasaba de noche cer-
le colmaba allí de dulzuras, inundándolo con tal ca de la iglesia de S. Sebastian, á donde según su
torrente de delicias, que no pudiendo y a Felipe costumbre iba á hacer oración, y de unas ruinas
soportarlas, exclamaba: "Basta, Señor, basta; cercanas á aquel templo le salieron al encuentro
contened os ruego el torrente de vuestras gracias." tres horribles espectros con un aire amenazador.
Fácil es comprender despues de esto, como podia Comprendió el santo al momento que eran demo-
decir en sus sermones estas palabras enigmáticas nios, y lleno de confianza en Dios, continuó su ca-
para las gentes del mundo: "Cuesta trabajo á los mino echándoles una mirada de ¿esprecio, con la
que aman á Dios soportar la vida, que es para que los hizo desaparecer. E s muy probable que
ellos un tormento; y por esto es que llaman á la este santo hombre hubiera podido contar muchos
muerte con una ansia que no puede imaginarse." hechos semejantes; pero no juzgó conveniente re-
Porque, á la verdad, ¿no es en efecto un suplicio ferirnos mas, detenido sin duda por su profun-
amar ardientemente y no poder gozar del objeto da humildad, porque al indicar sus combates nos
amado? Cierto es que en ese estado hay dulzu- habría hecho sabedores de sus victorias.
ras y consuelos inefables; pero concedidos estos á
medida de la humana debilidad, en lugar de con-
tentar sus deseos no hacen mas que irritarlos, pa-
gándolos despues caramente á causa de las amar-
gas desolaciones que se siguen. Esto es lo que
Nuevos aumentos de su amor á Dios, y de su
acontecía al siervo de Dios, á quien atormentaba
caridad para con el pro'gimo.
el demonio en proporcion.de lo que el Señor lo fa-
vorecía.
Yendo un dia á la iglesia de S. Juan de Le-
tran, se le apareció el genio del mal bajo la figura
de una muger deshonesta, é hizo levantar en su fari-
» tasía imágenes análogas a l o que acababan de
C O S T U M B R A B A Felipe diariamente
ver sus ojos. Esta tentación, de la que no tenia
r ^ n Í f p I o r a r l a ^ c i a del Espíritu Santo, y
aun experiencia alguna, le causó desde luego es-»
diré de una vez, desde que reci-

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-20-
menterio de S. Sebastian, aunque no pasaba en tremada sorpresa; pero conociendo inmediatamen-
él mas que las noches. Por lo demás, este santo te la malicia del espíritu impuro, oró, y se desva-
lugar .nada tenia de lúgubre para él; porque Dios neció la ilusión. Otra vez pasaba de noche cer-
le colmaba allí de dulzuras, inundándolo con tal ca de la iglesia de S. Sebastian, á donde según su
torrente de delicias, que no pudiendo y a Felipe costumbre iba á hacer oración, y de unas ruinas
soportarlas, exclamaba: "Basta, Señor, basta; cercanas á aquel templo le salieron al encuentro
contened os ruego el torrente de vuestras gracias." tres horribles espectros con un aire amenazador.
Fácil es comprender despues de esto, como podia Comprendió el santo al momento que eran demo-
decir en sus sermones estas palabras enigmáticas nios, y lleno de confianza en Dios, continuó su ca-
para las gentes del mundo: "Cuesta trabajo á. los mino echándoles una mirada de ¿esprecio, con la
que aman á Dios soportar la vida, que es para que los hizo desaparecer. E s muy probable que
ellos un tormento; y por esto es que llaman á la este santo hombre hubiera podido contar muchos
muerte con una ansia que no puede imaginarse." hechos semejantes; pero no juzgó conveniente re-
Porque, á la verdad, ¿no es en efecto un suplicio ferirnos mas, detenido sin duda por su profun-
amar ardientemente y no poder gozar del objeto da humildad, porque al indicar sus combates nos
amado? Cierto es que en ese estado hay dulzu- habría hecho sabedores de sus victorias.
ras y consuelos inefables; pero concedidos estos á
medida de la humana debilidad, en lugar de con-
tentar sus deseos no hacen mas que irritarlos, pa-
gándolos despues caramente á causa de las amar-
gas desolaciones que se siguen. Esto es lo que
Nuevos aumentos de su amor á Dios, y de su
acontecía al siervo de Dios, á quien atormentaba
caridad para con el pro'gimo.
el demonio en proporcion.de lo que el Señor lo fa-
vorecía.
Yendo un dia á la iglesia de S. Juan de Le-
tran, se le apareció el genio del mal bajo la figura
de una muger deshonesta, é hizo levantar en su fari-
» tasía imágenes análogas á,lo que acababan de
C O S T U M B R A B A Felipe diariamente
ver sus ojos. Esta tentación, de la que no tenia
r ^ n Í f p I o r a r l a ^ c i a del Espíritu Santo, y
aun experiencia alguna, le causó desde luego es-»
diré de una vez, desde que reci-

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bio la dignidad del sacerdocio, nunca dejó, es-
cepto cuando no lo permitíala rúbrica, de rezar en
-23-
cia que veían sobre la parte superior del pecho; y
su misa la oracion "Deus cui omne cor paíet, etc"
descubrieron dos fenómenos físicamente inexplica-
y d e aquí podrá inferirse el fervor c o n q u e pediría
bles: la cuarta y quinta costillas estaban no rotas ó
los dones del Espíritu Santo cada vez que la Igle-
quebradas, sino artísticamente divididas, y las
sia celebraba la fiesta d e Pentecostés. Esto dió
fraccione? encorbadas por la parte superior, de
lugar á los veinte y nueve años de su edad, á un modo que dejaban entre sí un intervalo m u y con-
extraordinario acontecimiento que merece referirse. siderable. Esta división se había efectuado sin
Meditaba sobre el misterio del día con afectos y de accidente ni dolor, supuesto que el santo al palpar
seos incomparables, cuando sintió formarse en su el tumor, no pudo adivinar la causa, y durante cin-
corazon un incendio de amor que no pudo sopor- cuenta años que vivió despues, no advirtió incomo-
tar. Echóse por tierra, descubrió su pecho abra- didad alguna. A este primeréfenómeno, se juntó
sado para aliviar el ardor que lo consumía, y dijo otro; y es que el corazon se dilató de tal modo, que
al Señor: "¡Retiraos de mí, Dios mió, retiraos de llenó el hueco que habia dejado la división d e las
mí! un hombre mortal ño puede soportar tal tor- costillas.
rente de alegría celestial; rimero si no teneis consi-
Cuanto á los efectos que resultaron d e este mi-
deración á mi miseria." Habiéndose calmado el lagro, he aquí lo que opinaron los facultativos.
fuego qué lo devoraba, se levantó experimentando E n el momento en que ge obró, el siervo de Dios
u n contento extraordinario que le hacia saltar de experimentó una palpitación de corazon extraordi-
gozo, espiritual y corporalmente. Obrábase al mis- naria que le duró toda su vida, aunque no siempre
mo tiempo un movimiento estraño en la región de en el mismo grado. E r a suave ordinariamente;
su corazon; dirige su m a n o hacia aquel lugar para pero se aumentaba de una manera m u y fuerte
cerciorarse de lo que lo motivaba, y encuentra que cuando el santq oraba, ofrecía el santo sacrificio de
s e había formado una protuberancia. Sin embar- la misa, anunciaba la palabra de Dios, ó adminis-
go, no le causaba ni le causó nunca algún dolor. traba los sacramentos. Entonces le parecía que el
Mientras vivió, este milagro, que lo era en efecto, corazon iba á salírsele del pecho, y su cuerpo se
y lo era de los mas extraordinarios, permane- estremecía de tal modo que todo temblaba á su
ció oculto aun á él mismo; pero los médicos lo rededor. Si abrazaba á alguno que venia á visi-
publicaron y probaron despues d e su muerte. E n tarle, l o que hacia m u y ordinariamente y de una
efecto, quisieron saber la causa d e la protuberan- manera m u y afectuosa, el que le visitaba recibía
como un sacudimiento eléctrico, acompañado de
una no- acostumbrada dulzura espiritual: y sí acón» —25-
tecia que por casualidad algunos de los que reci- t a m b i e n á su cuerpo, teniendo en el rigor del in-
bían de él esta muestra d e cariño, estuviesen ten- vierno y hsjo los hielos de la vejez que salir á bus-
tados, desaparecía la tentación al momento. H e carel aire fresco en lugar de a p r o x i m a r s e al fue-
aquí en apoyo de esta verdad, algunos testimonios- go: muchas veces á media noche tuvo necesidad
dignos d e fé. d e abrir la puerta de su ventana y de agitar un
Tiberio Ricciardelli, canónigo del Vaticano, ha- lienzo que sirviéndole de aventador, le moderase
bía sido durante cuatro años discípulo del santo, aquel calor sofocante. Otras se vió obligado á
cuidando de su cuarto y sirviéndole con tierna ve- beber un poco de a g u a fría para humedecer su
neración. Mas tarde, llamado como testigo en la garganta, seca con las abrasadas exhalaciones q u e
causa d e su canomzacion, depuso -lo siguiente: como de un horno salían de su corazon. Ordina-
" C u a n d o yo s e m a á este dichoso y bienaventura- riamente dejaba entreabiertos sus vestidos sobre e l
do padre, un día me asaltó una horrible tentación pecho, y cuando por causa de estar helando se le
de impureza; corrí á él espantado y echándome á decía que se cubriese, seescusaba diciendo:. "Me
sus pies,'le di cuenta de mi aflicción. E s o es sofoco ' No era solamente dentro de casa dond'e
n a d a hijo mió, me dijo, ven á abrazarme y serás e l a u d a b a d e esta suerte, sino también en las calles
curado. Arrójeme á sus brazos, y me estrechó á. ba o I a n u v i a y la nieve, á pesar d e l viento mas
su pecho cariñosamente. Esto fué lo bastante helado del norte, y cuando sus companeros envol-
para extinguir el incendio que me abrasaba, y des- viéndose en sus capas aun tiritaban, él se sonreía
y les decía cariñosamente: "¿No os avergonzáis,
d e entonces no he vuelto á sentir el peligroso ar-
de temblar de frío, vosotros que aun sois jóvenes,
dor d e aquellas llamas infernales: por el contrario,
cuando los viejos se abrasan de calor?"
se encendió en mi corazon un fuego de amor di-
vino que d e tal suerte me atrae á la oracion, que D e aquí provino que en sus enfermedades se.
no m e puedo saciar de ella." Marcelo Vitelles- vieron obligados los médicos á recurrir á los re-
cio, patricio romano y canónigo de Santa Maria la medios mas refrigerantes. Todos sus achaques,
en efecto procedían de aquel calor estremado; y de -
Mayor, atestiguó que al recibir del santo esta de-
«qui resultó muchas veces que se le aplicaron me-
mostración de amistad, se disipaban sus tentacio-
dicinas que le lucieron mas daño que provecho,
nes, d a n d o lugar á una extraordinaria alegría.
porque no se habia conocido la principal causa'
Este ardor divino, que experimentaba el siervo de>su enfermedad. Felipe hubiera evifado estos
de Dios, no se limitaba puramente á su alma, salía inconvenientes declarando al médico lo que "él s a -
ron de opinion que aquella palpitación no era na-
- 2 6 - tural ni contranatural, sino sobrenatural. Otros
feia muy bien por experiencia; pero repugnaba á cinco famosos facultativos, á quienes antes se ha-
su humildad confesar u n a gracia tan privilegiada. bía consultado, afirmaron de común acuerdo, que
Sometíase á sus órdenes y se contentaba con de- este accidente era -puramente milagroso. Y ¿có-
cirle en tono de chanza: «Cuánto á los síntomas mo dudar de ello, atendiendo á la ruptura de las
está bien, respecto á la causa ruego á Dios os la dos costillas que no podia tener otra causa que
haga conocer." Sin embargo, algunas veces se una operacion divina? E s evidente que ella se
le escapaba este secreto; porque en el fervor d e la verificó para dar lugar al corazon á que pudiese
oración solía-decir: « E s t o y herido d e amor."' O- latir sin dolor y sin peligro de un modo extraor-
t r a s ocasiones, y no ^ran-raras, no pudiendo so- dinario, y recibir mas fácilmente un aire fresco.
portar las delicias celestiales, se echaba en su ca- P r u e b a esto, que era en él la arteria aorta mucho
ma, y se ponía en estado de poder decir con l a . mas gruesa que el doble de la de los demás hom-
Esposa de los Cantares: Sostenedme entre flores, bres. Su corazon también había adquirido una
fbrtificadme con frutos; porque desfallezco d e a- dureza extraordinaria, que no puede haber tenido
mor (Cant., 2, 5.). E n uno de estos momentos otro objeto que el que pudiese sufrir el estre-
de amorosos deliquios, para ocultar su causa, dijo mado calor que depositaba, como si fuese un horno
á un amigo suyo que se encontraba cerca de su encendido, y lo violento de su palpitación.
lecho: " Y o conocí á u n religioso franciscano que No fué ésta la única gracia que Dios le dispensó
desfallecía de amor, y murió consumido de este « i aquel dia de Pentecostés. Recibió también al
fuego divino. Esto e r a mejor, ciertamente, que mismo tiempo un deseo tan.vivo de trabajar
no estar consumido como yo lo estoy de no se qué por la salvación de los prógimos, que llegó á com-
enfermedad que padezco desde mi infancia." prender que esta era su vocacion. Por consi-
.Si es cierto que él no podia resistir á esta en- guiente, abandonando su soledad, comenzó á apa-
fermedad de amor, n o -sucedía lo-mismo respecto recer en público, á donde creía poder hacer mucho
d e la palpitación del corazon d e que hablé antes. bien. D e aquí es, que iba diariamente al barrio
¡Cosa admirable! estaba este insigne favor tan su- d e los mercaderes florentinos, trababa con ellos
jeto á su poder, que era dueño de hacerlo cesar conversación, y manejaba sus corazones tan diestra-
cuando queria. E s t o lo confesó un dia al carde- mente, que unos se convertían y otros se transfor-
nal Borromeo, hijo suyo querido y uno de sus mas maban en hombres espirituales. P a r a ganar á
íntimos confidentes. E s t e lo refirió así á dos há-
biles médicos que entonces le asistían y que fue-

i
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- a s -
ios jóvenes, los esperaba al salir de las casas de de un ilustre nacimiento, se deshonraba hacía al-
estudios, se hacia de su amistad con el encan- gún tiempo por una vida sumamente depravada
to d e su conversación, y trabajaba en seguida en Teníanle aprisionado en sus redes dos demonios
su reforma. D e esta manera convirtió á Enrique poderosos; el de la impureza y el de la avaricia.
Petra, quien, andando el tiempo, llegó á ser un Su confesor, despues de ensayar inútilmente la
santo sacerdote, y el director de una congregación virtud de los sacramentos, acabó por negarle la
de catequistas, cuyos trabajos obtuvieron los mas absolución. Aflijióle profundamente este rigor,
felices resultados. Otra de sus conquistas fué y su pesar Hegó á inspirarle un paso que. le fué
Theseo Raspa, que se constituyó compañero de su saludable. Va á ver á Felipe, le dá parte del
celo, y murió santamente en la congregación del motivo de su dolor, y le ruega que se interese en
Oratorio. J u a n Manzoll, movido por sus exor- su suerte, socorriéndole con sus oraciones. Movido
taciones, renunció valerosamente á grandes rique- á compasion el siervo de Dios, comienza por con-
solarlo; en seguida, como le ve flotante entre los
zas, por adquirir los bienes eternos. A estas con-
deseos de su conversión y el afecto á los objetos
versiones siguieron otras muchas de que hablaré
de sus pasiones culpables, le anima diciéndole-
despues.
"Vamos, hermano mió, tened confianza; yo me
No era, sin embargo, este ministerio por el que
encargo de vuestro negocio con Dios; yo le roba-
suspiraba Felipe:, él anhelaba por pecadores, es
re y le suplicaré que se apiade de vos, hasta q°ue
verdad; pero quería grandes pecadores que satisfa- haya roto vuestras cadenas. E n efecto, fué tan
ciesen su celo. Dedicóse, pues, á buscar á estos eficaz su oracion, que á P ocos dias se camb'ió com-
hermanos desgraciados, trabó amistad con aquello? pletamente el corazón del jóven: se separó de la
que correspondieron á sus insinuaciones, y logró ocasión de sus crímenes, recibió la absolución y
atraer un gran número de ellos á la virtud. So- se aprovechó de tal suerte de los consejos del san-
lo las mugeres se exclu} r eron entonces de sus soli- to, que fué en pocos dias un cristiano ejemplar.
citudes. Se sentía m u y joven aún para abordar
un ministerio tan peligroso. Sin embargo, al, No podía el demonio sufrir tantas pérdidas sin
gun dia llegará su vez, como adelante veremos. aborrecer de muerte al que se las ocasionaba. De-
Entre los pecadores que él sacó del cieno d e la terminó perderle tendiéndole un lazo en el minis-
culpa, hubo uno cuya conversión referiré, p a r a terio de su caridad. Dos hombres de costumbres
dar idea á mis lectores de la habilidad d e nuestro perdidas, fueron á verlo un dia con la depravada
intención de conducirle á participar de sus desor-
pescador de hombres. Este desgraciado, aunque

4 V - j J
dénes. E l asalto fué uno de los mas crudos, por¿
éión hacer que fuesen otros religiosos sin serio él;
que no perdonaron ninguno de los medios que el
Mas luego que llegó á convencer de esto á su ilus-
i n f i e r n o pudo sugerirles: pero ¿qué puede todo el
tre amigo, este dejó de instarle.
abismo contra un soldado de Jesucristo que no se
No podían desecharse impugnemente los con-
espone al peligro sino por órdende su capitan? 0 -
sejos de este hombre de Dios. Observaron mu-
bligaío Felipe á oir sus pestilentes discursos, cer-
chas personas, que todos aquellos que reusaron
ró 1 ellos su corazon, é imploró los socorros de la-
rendirse á sus exhortaciones, no pararon en bien*
d i v i n a gracia; y pintó en seguida con tanta fuerza
Pie aquí de ello dos ejemplos: Un sabio, cuya
y suavidad, la belleza y nobleza de la virtud, junta-
vida lo era todo, menos cristiana, se encontró un
mente con lo horrible y torpe del vicio, que los
dia con nuestro santo, y este le instó vivamente á
que creían vencerle salieron vencidos, y dichosa-
que hiciese penitencia. Este hombre soberbio y
mente atraídos al bien.
endurecido, le contestó que no quería hacerla y
Difícil sería enumerar todos aquellos á quienes
se retiró en seguida: .aquella misma tarde fué ase-
Feilpe, aun siendo secular, hizo que abrazasen los
sinado. Otro pecador á quien el santo suplicaba
. c o n s e j o s evangélicos. Poblábanse los monaste-
encarecidamente se reconciliase con Dios, no qui-
rios de diversos órdenes con ios reclutas que él
so prestarse á sus caritativas instancias: ocho dias
les enviaba. Por este motivo San Ignacio, fun-
despues fué preso por la justicia y condenado á
dador de la Compañía de Jesús, le llamaba con
muerte. Salváronle del cadalzo algunos amigos
mucha gracia Felipe Campana y he aquí^ como
poderosos; pero en cambio de una prisión perpe-
esplicaba su pensamiento: "Así como, decia, una
tua é infamante.
campana de iglesia llama á todo el mundo á que
E l celo de Felipe por la salvación- de las almas
entre al templo y se queda ella en su torre, asi-
no le hacia olvidar las obras corporales de la cari-
también este hombre apostólico, hace entrar en-
dad. El sabia muy bien ejercitarse en unas, sin
religión á los demás, quedándose él en el siglo/'
omitir las otras. E r a n necesarios grandes incon-
Este gran sanio quiso comprometer muchas veces
venientes para que dejase de ir diariamente á los
á Felipe, á qu§ entrase en su Compañía, pero
hospitales; este era el lugar de sus delicias, porque
siempre inútilmente. Mas no vaya á creerse q u e
aquí encontraba al mismo tiempo miserias espiri-
la resistencia de Felipe fuese por falta de venera-
tuales y corporales que curar, lo que ciertamente
ción. al santo fundador, ó porque estimase poco su;
era un verdadero festín para su caridad. Ocupá-
orden; no ciertamente, sino porque era su voca-
base allí en barrer las salas, en hacer las camas, ,
-32-
en curar las llagas de los enfermos, y en minístrales visto, y os lo digo con toda verdad, á dos de vos-
las medicinas prescritas; pero no eran estos oficios otros rodeados de angeles que os sugerían lo que
mas que la menor parte d e sus servicios. Consolaba habias de decir á los enfermos, para bien de sus
-en sus tristezas á unos, sostenía la paciencia de o - almas."
tros, exhortaba á estos al arrepentimento de sus pe-
cados, á aquellos á la confianza e n j a bondad divi-
na; se fijaba en el lecho del que agonizaba y per-
manecía con él hasta que habia entregado su al-
m a al Criador. Esta conducta excitó desde luego
'Establece Felipe la congregación de la Santí-
la admiración pública, confirmando la opinion que
sima Trinidad. E s promovido á los Sa-
desde mucho antes se tenia de su santidad. A-
grados ordenes, y entra en la casa lla-
cudíase en tropel á este teatro de sus virtudes para
mada de San Gerónimo.
edificarse con tan bello espectáculo. Hizose mas
todavía; imítosele. Clérigos, seculares, jóvenes y
ancianos, los mismos nobles se derramaron en los
hospitales de la ciudad, y repitieron con santa
emulación lo que veían hacer al siervo de Dios.
i A caridad siempre activa de Felipe, encon-
D e aquí tuvo su origen la institución de los cléri-
A j U t r ó aún necesidades que remediar. Tratá-
gos reglares para el cuidado de los enfermos, que
( n -—'base de abrir un asilo á los convalecientes
á muy poco tiempo se estableció en Roma, tenien-
V)6Gque salian de los hospitales, y á los pere-
do por fundador á S. Camilo de Lelis, uno de los
grinos pobres que acudían de todas partes á esta
-discípulos de nuestro santo, quien sin d ú d a l o diri-
gran ciudad. Manifestó este proyecto á su confesor
gió en esta bella empresa. Por lo mismo tuvo
Persiano Rosa, sacerdote de alta virtud, quien a-
siempre para con estos nuevos religiosos, un cora-
gradado de él, convino aquel mismo dia, es decir,
zon de padre. Se complacía en verlos en sus tra-
el 16 de Agosto de 1548, formase Felipe, con los
bajos, los visitaba m u y frecuentemente, los ani-
dos objetos indicados, una asociación de hombres
maba con sus poderosas exhortaciones, y en una
caritativos, bajo el título de la Santísima Trini-
ocasion les dió parte de u n a visión relativa á su
dad. H e aquí cuales fueron los principios de
edificante ministerio. "¿Quereis saber, les dijo,
esta grande obra. .Obtuvo el siervo de Dios la
cuánto agrada á Dios vuestra-caridad? Yo he
iglesia de San Salvador,, el campo y casa
-32-
en curar las llagas de los enfermos, y en minístrales visto, y os lo digo con toda verdad, á dos de vos-
las medicinas prescritas; pero no eran estos oficios otros rodeados de angeles que os sugerían lo que
mas que la menor parte d e sus servicios. Consolaba habías de decir á los enfermos, para bien de sus
-en sus tristezas á unos, sostenía la paciencia de o- almas."
tros, exhortaba á estos al arrepentimento de sus pe-
cados, á aquellos á la confianza e n j a bondad divi-
na; se fijaba en el lecho del que agonizaba y per-
manecía con él hasta que habia entregado su al-
m a al Criador. Esta conducta excitó desde luego
'Establece Felipe la congregación de la Santí-
la admiración pública, confirmando la opinion que
sima Trinidad. E s promovido á los Sa-
desde mucho antes se tenia de su santidad. A-
grados ordenes, y entra en la casa lla-
cudíase en tropel á este teatro de sus virtudes para
mada de San Gerónimo.
edificarse con tan bello espectáculo. Hizose mas
todavía; imítosele. Clérigos, seculares, jóvenes y
ancianos, los mismos nobles se derramaron en los
hospitales de la ciudad, y repitieron con santa
emulación lo que veían hacer al siervo de Dios.
i A caridad siempre activa de Felipe, encon-
D e aquí tuvo su origen la institución de los cléri-
A j U t r ó aún necesidades que remediar. Tratá-
gos reglares para el cuidado de los enfermos, que
( n -—'base de abrir un asilo á los convalecientes
á muy poco tiempo se estableció en Roma, tenien-
V)6Gque salian de los hospitales, y á los pere-
do por fundador á S. Camilo de Lelis, uno de los
grinos pobres que acudían de todas partes á esta
-discípulos de nuestro santo, quien sin d ú d a l o diri-
gran ciudad. Manifestó este proyecto á su confesor
gió en esta bella empresa. Por lo mismo tuvo
Persiano Rosa, sacerdote de alta virtud, quien a-
siempre para con estos nuevos religiosos, un cora-
gradado de él, convino aquel mismo dia, es decir,
zon de padre. Se complacía en verlos en sus tra-
el 16 de Agosto de 1548, formase Felipe, con los
bajos, los visitaba m u y frecuentemente, los ani-
dos objetos indicados, una asociación de hombres
maba con sus poderosas exhortaciones, y en una
caritativos, bajo el título de la Santísima Trini-
ocasion les dió parte de u n a visión relativa á su
dad. H e aquí cuales fueron los principios de
edificante ministerio. "¿Quereis saber, les dijo,
esta grande obra. .Obtuvo el siervo de Dios la
cuánto agrada á Dios vuestra c a r i d a d ? Yo he
iglesia de San Salvador,, el campo y casa
vecina, y se estableció allí, con quince discív allí solo se trataba de recoger á los peregrinos y
pulos dóciles y fervorosos. Dividieron su tiem- convalecientes, siendo preciso preparar la casa,
po entre la meditación y piadosas conversaciones, amueblarla y hacerse de recursos, y todo esto lo
en las que se animaban mutuamente á la práctica hacia Felipe con una santa actividad. E n fin, es-
de las virtudes, frecuentando los sacramentos y tando ya todo dispuesto á principios del año de
edificándose mas con sus ejemplos que con su pa- 1550, abrió las puertas de su precioso refugio. Las
labras. E n breve tiempo acudió el pueblo á su circunstancias no podían ser mas favorables: el'
iglesia, atraído por la fama de su santa vida; é in- P a p a Julio I I I acababa de conceder un jubileo
flamado su celo á vista de este concurso, establecie- que atrajo á R o m a una multitud d e peregrinos,
ron en su favor algunos egercicios- piadosos acom- entre los que habia muchos pobres que no sabían
pañados de exhortaciones. A los principios solo donde encontrar un asilo en que albergarse. No
se verificaban estos egercicios el. primer Domingo bastó la casa del santo hombre para recibirlos;'fué
de cada mes, en el jubileo de cuarenta horas, y en preciso alquilar otra mas capaz, que no se desocupó
la semana santa, llevando Felipe todo el trabajo durante este tiempo de gracia y de salud. E r a
de estas piadosas distribuciones. Predicaba m u - ciertamente un hermoso espectáculo el que pre-
chas veces al dia, con tanta unción y fuerza, que sentaba esta nueva hospedería, en la que dia y
inflamaba á los justos y aterrorizaba á los pecado- noche estaban de pié Felipe y sus compañeros
res. No habia corazon por duro que fuese, que para recibir á los que llegaban y despedirse de
no se ablandara al fuego de sus palabras. Uno los que se iban. Acogían á los que entraban con-
solo de sus discursos, ayudado de la poderosa e- el aire mas afable, les lavaban los pies y les ser-
nergía de la gracia, hizo entrar en- el sendero d e vían un refresco, mientras llegaba la hora de co-
la virtud á treinta jóvenes libertinos. Otros mu- mer. En el entre tanto, unos se ocupaban en la
chos vinieron á escucharle, atraídos solamente pol- cocina, otros en disponer las mesa3, estos barrían
la curiosidad, y aun algunos-por solo divertirse con los aposentos, aquellos tendian las camas, llenan-
los sermones de un secular, cosa no acostumbra- do todos sus funciones con un aire tan alegre y
da, en aquella época; pero heridos con la autoridad pronto, que cualquiera echaba de ver fácilmente
de su palabra y movidos pos-su celo, se volvieron que aquellos hombres servían, mas que á los po-
m u y otros de como habían venido. bres, al Dios de los pobres. Algunos de estos
hombres caritativos, que no estaban encargados
Sin embargo, esta buena obra no era mas que
del cuidado d e los cuerpos, se ocupaban del de las-
accesoria á su empresa; porque, como dije antes-
—36— -37-
almas, instruyendo á los ignorantes ó exhortando
abrir á los convalecientes sus puertas hospitala-
al amor de la virtud y á la práctica de los conse-
rias; y esto fué justamente lo que hizo luego que
jos evangélicos.
comenzó á disminuir la muchedumbre de peregri-
Muchos jóvenes romanos, movidos con estos e- nos. F u é esto para su tierno corazon, un consue-
jemplos de caridad, entraron á esta sociedad hos- lo muy dulce, porque se aflijia, hacia ya mucho
pitalaria y abrieron nuevos asilos á los peregrinos; tiempo, al ver á aquellos desgraciados que apenas-
d e suerte que muy pronto hubo y a lugar para to- curaban de sus males cuando se les despedia de
dos. Este comportamiento junto con los ejemplos los hospitales; de donde salían sin saber donde
y hábil dirección de su santo fundador, elevó pron- conseguir un pedazo de pan que llevar á la boca
tamente á estos hombres de bien, á una eminente y un asilo en que abrigarse, espuestos por lo tan-
perfección. Yoy á probarlo, citando algunos ras- to á una recaída, que acaso los pondría en peor
gos de sus vidas. Uno de ellos supo por revelación, estado que el primero. Felipe los recogia con una
que se acercaba y a el fin d e sus dias; hizo llamar santa ansia, cuidando de reparar sus fuerzas, y
á su hermana y le dijo: "Sábete, hermana mia, 110 los despedía hasta que los veia enteramen-
que yo debo morir tal dia y á tal hora." E l su- te restablecidos, y aun entonces proveía á sus ne-
ceso verificó este anuncio profético, porque murió cesidades, procurándoles un trabajo que pudiera
el dia y hora indicados. E l que desempeñaba el proporcionarles su subsistencia.
oficio de cocinero en la primera casa, recorrió con
Muy pronto el concurso de peregrinos, inter-
tal prontitud los caminos del espíritu, que en muy
rumpido, puede decirse, por un momento, comen-
poco tiempo llegó á la via unitiva. Ocupado to-
zó de nuevo, y trajo tan considerable número, que
do el dia, aprovechaba la noche para entregarse á
fué preciso abandonarla casa de San Salvador y pa-
la oracion, la que ordinariamente hacia en el jar-
sar á la de San Benito, que era mas grande; y sin
din, por atraerle mucho á este santo egercicio la
embargo todavía fué demasiado pequeña, por lo
vista del cielo y de las estrellas. Y en efec-
que Felipe la hizo reedificar en seguida bajo un
to, apenas fijaba sus ojos sobre este hermoso es-
plan mas vasto, cambiando entonces su antiguo
pectáculo, cuando entraba su alma en un santo
nombre por el de la Santísima Trinidad. Ape-
éxtasis, acompañado de las mas dulces y suaves
nas puede creerse el número prodigioso de peregri-
consolaciones.
nos que se hospedaron en ella los años siguientes.
Y a no faltaba á Felipe, para dar complemento Con ocasion, por ejemplo, del jubileo del año de
á la grande obra que se habia propuesto, mas que 1600, recibieron allí hospitalidad, doscientos seten-
- 3 8 -
su edad, y en el mismo mes recibió los órdenes
l a mil estrangeros. Cuantas personas piadosas
menores, el subdiaconado y diaconado; cosa per_
habia en Roma, quisieron tomar una parte perso-
mitida antes del concilio tridentino, que prescribió
nal en esta grande obra. L a s señoras mas dis-
los intersticios. T r e s meses despues fué promo-
tinguidas, los hombres mas notables, los príncipes,
vido á la dignidad sacerdotal.
los cardenales, venian á servir á los pobres. E l
p a p a Clemente VIII, que entonces reinaba, vino Retiróse entonces á la casa de S. Geronimo,
en persona y se dignó lavar los pies de algunos donde vivían algunos sacerdotes eminentes en vir-
peregrinos, estendiéndose la humildad de este sumo tud: estos eran Bonsignor Cacciaguerra, Persiana
pontífice hasta el grado de servir las mesas; ejem- Rosa, Francisco Marsupini, que, despues de la
plo admirable que imitaron despues sus sucesores muerte de Rosa, fué el confesor de Felipe, otro
Urbano VIII, Inocencio X , Clemente I X y Cle- Francisco llamado el Español y Pedro Spadari,
mente X . que sucedió á Marsupini como director de la con-
ciencia de nuestro santo, y fué el último que mu-
E r a evidente la vocacion al estado eclesiástico,
rió de todos los miembros de esta pequeña socie-
de un hombre que habia recibido en tan alto gra-
dad; entregándose entonces Felipe á la dirección
do el espíritu apostólico. Sin embargo, su humil-
del P a d r e J u a n Bautista Perusio, de la Compañía
dad no le permitía ni aun pretenderlo, y por
de Jesús, á quien sustituyó algunos años despues
lo mismo permanecía en el estado secular.
Cesar Baronio, que fué su confesor hasta el fin de
F u é preciso que su confesor le obligase, muy á su
su carrera.
pesar, á tomar los sagrados órdenes. No fué en
verdad fácil cosa el lograr determinarlo. Escu- Estos hombres de Dios vivían juntos sin suje-
sóse cuanto pudo, alegando su incapacidad, su in- tarse á regla alguna, pero estrechamente unidos
dignidad y su debilidad. " E n fin, le dijo su con- con los dulces vínculos de la caridad. Ninguno
fesor, vos Felipe, quereis obrar el bien; y lo haréis tenia autoridad sobre los demás; pero reinaba en-
mas fructuosa y libremente como sacerdote que tre ellos una edificante unanimidad. Se amaban
como secular; y por otra parte, Dios me ha hecho como hermanos, se honraban reciprocamente se-
conocer que tal es su voluntad respecto de vos, y gún el precepto del Apóstol, y solo se diferencia-
os exijo que la ejecuteis. Supuesto que es así, ban los que habian entrado despues respecto d e
padre mío, respondió el humilde santo, voy á obe- sus anteriores, en que los consideraban como á sus
decer." Efectivamente, tomó la primera tonsura hermanos mayores. No tenían mesa común; cada
poco tiempo despues, á los treinta y seis años d e uno comia en lo particular; pero se reunían en se-
—40*-- —41—
guida para conversar juntos, trabajaban de con- antes de ofrecer el santo sacrificio de la misa.
cierto en procurar la gloria de Dios y salvación del
Cuando ya no habia nadie en el confesonario, se
prógimo, y recogian m u y abundantes frutos de s u
quedaba por allí cerca, con un libro en la mano,
santo ministerio.
ó se ponia á rezar, paseándose bajo el vestíbulo
Encargóse á Felipe por los superiores, el oir las •del templo. Aun en los días en que se hallaba
confesiones, y logró en el desempeño de este en- enfermo, era necesaria toda una espresa prohibi-
cargo un fruto igual á su celo. Y a en este tiem- ción del facultativo, para que dejase de salir á
po se habia extinguido enteramente el fuego de la cumplir su tarea acostumbrada. Dios le premió
caridad en los corazones; los mejores cristianos se su santo celo, haciéndole gustar dulces consuelos
contentaban con comulgar en las pascuas, y creían en este santo ministerio, en el que, según confe-
hacer mucho los mas piadosos, comulgando una sión suya, encontraba mas gusto que trabajo.
vez mas. Afligido el siervo de Dios, al ver una Luego que tuvo entre sus penitentes hombres
relajación tan funesta, emprendió poner remedio á capaces de la- vida espiritual, les encargó se reu-
ella y secundado vigorosamente por sus dignos niesen en su cuarto lo mas frecuentemente que pu-
colaboradores, renovó el piadoso uso de la fre- diesen, á fin de nutrirlos con los alimentos que
cuencia de sacramentos. Por lo demás, este les convenían y hacerlos de esta suerte progresai
suceso tan consolador, no presentó tantas dificul- en la virtud. Allí sentado en medio de ellos, pro-
tades como se hubiera creído. No fué menester ponía algún asunto sacado de algún vicio ó virtud,
mas que facilitar á los penitentes el acseso al san- de los ejemplos que nos han dado los santos, ó ele
to tribunal: prueba incontestable, que el fervor de algún pasage de las divinas Escrituras, haciéndo-
los cristianos depende en gran parte, del celo de les conferenciar sobre él cierto tiempo. E n segui-
sus sacerdotes. Haciendo á un lado toda otra da tomaba él mismo la palabra y desenvolvía el
ocupacion, se estableció Felipe dias enteros en la asunto con tanta afluencia y claridad, y de un mo-
iglesia, confesando á todos los que se presenta- do tan'penetrante, que sus oyentes quedaban mo-
ban, y prolongando su trabajo, cuando era necesa- vidos é inflamados. Temblaba entonces todo su
rio, hasta despues de m u y avanzada la noche. cuerpo, y el mismo cuarto se estremecía con aque-
Esto no le impedia admitir en su cuarto, antes de llos sacudimientos sobrenaturales, de que y a he
la aurora, á los artesanos, quienes se aprovecha- hablado, y algunas veces sucedía también que lle-
ban muy bien de este favor. P a r a no hacer a- vado por el espíritu de Dios, quedaba supenso en
guardar á los penitentes, los despachaba á todos el aire. Poco á poco se fué. aumentando el nú-
- m - - r e -
mero de sus discípulos, hasta llegar el caso de ser- tios médicos distinguidos, J u a n Bautista Modio y
indispensable echar abajo las traviezas de los Antonio Fucci. Estos valerosos cristianos en nú-
cuartos contiguos al de Felipe, á fin de que pudie- mero de veinte, dijeron á su maestro que estaban
sen caber. .resueltos á seguirle á las Indias para trabajar allí
en la conversión de los infieles, derramando su
sangre por la fe, si Dios los juzgaba dignos de se-
C A P I T Ü L O V. mejante favor. Transportado Felipe :de alegría,
hizo elevar al sacerdocio á los que estaban capa-
Quiere Felipe partir á las Indias. Se le acon- ces de él, preparándose todos para partir cuanto
seja permanezca en Roma para trabajar en la antes. 'Sin embargo, acostumbrado Felipe á no
conversión de los Judios y hereges, lo que ha- hacer ninguna cosa importante sin orar y aconse-
ce con muy felices resultados. jarse, empleó muchos dias en conferenciar con
Dios su piadoso designio, suplicándole le diese á
conocer su soberana voluntad. E n seguida fué á
ver á un monge Benedictino del convento de S-
Pablo, con quien tenia suma confianza, y le some-
aquel tiempo no se hablaba en Roma tió el grande negocio que meditaba. Este religio-
q u e de las conquistas que hacían en so, tan modesto como sábio, no quiso tomar sobre
Indias, San Francisco Xavier y sus sí una resolución de tanto tamaño; y aconsejó á su
compañeros. Procuróse Felipe algunas cartas de amigo recurriese á la alta prudencia de Agustín
estos hombres apostólicos y las hizo leer en las Ghertino, abad Cisterciense del convento de S.
reuniones de que acabo de hablar. Fácil es con- Vicente y S. Anastasio.
cebir el efecto que producirían en una alma tan
No podia en verdad elegir mejor guia en seme-
fervorosa como la suya. "¡Qué lástima,* dijo á
jante caso; porque este hombre era un santo céle-
sus discípulos, que haya tan pocos obreros para
bre por sus luces proféticas. F u é á verle Felipe
recoger tan abundante cosecha! ¿Porqué no he-
y le manifestó su designio rogándole le indicase
mos de ir nosotros á ayudarles?" Comunicóse su
su parecer. Este, despues de escucharle con
celo á algunos de sus oyentes, siendo los princi-
grande atención, le pidió algunos dias para inqui-
pales de entre ellos, Tarugi Policiano, joven tan
rir en la oracion la voluntad divina: volvió Felipe
distinguido por su virtud como por su nobleza, y
e l día señalado, y le dijo: "Cuando consultaba
- m - - r e -
mero de sus discípulos, hasta llegar el caso de 'ser- tios médicos distinguidos, J u a n Bautista Modio y
indispensable echar abajo las traviezas de los Antonio Fucci. Estos valerosos cristianos en nú-
cuartos contiguos al de Felipe, á fin de que pudie- mero de veinte, dijeron á su maestro que estaban
sen caber. .resueltos á seguirle á las Indias para trabajar altó
en la conversión de los infieles, derramando su
sangre por la fe, si Dios los juzgaba dignos de se-
C A P I T Ü L O V. mejante favor. Transportado Felipe :de alegría,
hizo elevar al sacerdocio á los que estaban capa-
Quiere Felipe partir á las Indias. Se le acon- ces de él, preparándose todos para partir cuanto
seja permanezca en Roma para trabajar en la antes. 'Sin embargo, acostumbrado Felipe á no
conversión de los Judios y hereges, lo que ha- hacer ninguna cosa importante sin orar y aconse-
ce con muy felices resultados. jarse, empleó muchos días en conferenciar con
Dios su piadoso designio, suplicándole le diese á
conocer su soberana voluntad. E n seguida fué á
ver á un monge Benedictino del convento de S-
Pablo, con quien tenia suma confianza, y le some-
aquel tiempo no se hablaba en Roma tió el grande negocio que meditaba. Este religio-
q u e de las conquistas que hacían en so, tan modesto como sabio, no quiso tomar sobre
Indias, San Francisco Xavier y sus sí una resolución de tanto tamaño; y aconsejó á su
compañeros. Procuróse Felipe algunas cartas de amigo recurriese á la alta prudencia de Agustín
estos hombres apostólicos y las hizo leer en las Ghertino, abad Cisterciense del convento de S.
reuniones de que acabo de hablar. Fácil es con- Vicente y S. Anastasio.
cebir el efecto que producirían en una alma tan
No podia en verdad elegir mejor guia en seme-
fervorosa como la suya. "¡Qué lástima,* dijo á
jante caso; porque este hombre era un santo céle-
sus discípulos, que haya tan pocos obreros para
bre por sus luces proféticas. F u é á verle Felipe
recoger tan abundante cosecha! ¿Porqué no he-
y le manifestó su designio rogándole le indicase
mos de ir nosotros á ayudarles?" Comunicóse su
su parecer. Este, despues de escucharle con
celo á algunos de sus oyentes, siendo los princi-
grande atención, le pidió algunos dias para inqui-
pales de entre ellos, Tarugi Policiano, joven tan
rir en la oracion la voluntad divina: volvió Felipe
distinguido por su virtud como por su nobleza, y
e l dia señalado, y le dijo: "Cuando consultaba
—44— -45-
yo al Señor sobre vuestro negocio, se me apareció vivo, el libertador prometido á nuestros padres,
S. J u a n Evangelista y me dijo: " Q u e no piense ilustrad mi entendimiento para que crea en vos, y
Felipe en ir á las Indias; él y los suyos están don- me haga cristiano.—No puedo hacer esto, respondió
de Dios los quiere, pues en Roma es donde deben- el criado, sin dudar de mi religión, y esto no me es
trabajar por la salvación de las almas." E n se- permitido.—Ahora bien, repuso Felipe, dirigién- •
guida me enseñó las aguas de las tres fuentes que dose á los que estaban presentes, roguémos, her-
ha hecho tan célebres el martirio de S. Pablo, manos inios, por este pobre hombre: él será cris-
cambiadas en sangre, y me dió á entender ser es- tiano, y bien podéis contar* con ello." No fué va-
te un presagio de alguna grande calamidad que na la predicción, porque á pocos dias quiso que
amenaza á Roma." Felipe se sometió á esta or- se le instruyera, y dócil á la gracia, abrazó la fé
den del Cielo, y no pensó ya mas que en obrar el y se hizo bautizar.
bien donde lo quería la divina Providencia. Des- L a víspera de la gran fiesta de los apóstoles S.
de este momento pareció tomar su celo nuevos in- Pedro y S. Pablo, Marcelo Ferrí, sacerdote y dis-
crementos. Hubiera querido convertir á todos cípulo de nuestro santo, iba á la iglesia del Vati-
los pecadores, y conducir al Pastor celestial todas cano para asistir á las primeras vísperas, y advirtió
sus obejas errantes. E s t e deseo le seguia por to- bajo el peristilo á dos jóvenes Hebreos que mani-
das partes, lo preocupaba incesantemente, movia festaban pertenecer á un rango distinguido. Ar-
sus afectos y producía sus alegrías y sus dolores. ' rastrado hácia ellos por un impulso de la divina
Por ejemplo, no podia ver un J u d í o sin gemir gracia, se les aproxima, los saluda y traba con
profundamente y derramar lágrimas por su triste ellos conversación. Despues de hablar de co-
suerte; y si encontraba ocasion de trabajar en su sas indiferentes, vino á los dogmas de nuestra fé,
conversión, tentaba todos los medios para ganarlo y tocó la gloria de que gozan los santos apóstoles.
á Jesucristo. Iba un dia á" la basílica de Letran con "Ellos eran judíos como vosotros, les dice, y cre-
un noble Milanes seguido de un criado judío, y aper- yendo en Jesucristo obtuvieron el sumo bien. Si
cibiendo que este desgraciado permanecía con la sois sábios, reclamad su poderosa protección, ro-
cabeza cubierta y a p a r t a b a sus ojos del altar, se in- sadles que intercedan por vosotros; ellos lo harán,
flamó su celo y acercándose á este hombre, le dijo: no lo dudéis, y el Padre de las misericordias os
"¿Qué es lo que hacéis, amigo mió? Rogad con nos- -comunicará la ciencia prometida á su pueblo.
otros al Hijo de Dios hecho hombre, oculto en ese ¿Quereis, añadió, que os haga yo conocer á un
tabernáculo, y decidle: Si sois el. Cristo, Hijo de Dios. hombre que todo el mundo mira como santo?—Sí
—46—
queremos, respondieron los jóvenes; pero por aho- a l enfermo, le dijo al oido: " E l P a d r e Felipe' os-
ra no es posible. Si lo lleváis á bien, volveremos^ recomienda mucho, no dejeis medio alguno para-
mañana á la misma hora á aguardaros aquí, é ire- curaros." Al nombre de Felipe, sonrióse el joven
mos juntos á ver á ese hombre santo de que nos y apuró-la copa de un solo trago. Marcelo habló-
habíais." Volvieron, en efecto, á la hora citada, y en seguida un poco con la madre, y antes de sa-
Marcelo los condujo á Felipe que habitaba enton- lir, se inclinó sobre el lecho del enfermo y le dijo
ces en la casa de la caridad. Nuestro santo los en voz baja: "Acordaos, hijo mió, que habéis
recibió con-una b o n d a d * que se manifestaron muy prometido al padre haceros cristiano.—Me acuer-
reconocidos, y esta primera conversación los atra- do bien, respondió, y si Dios me da salud, cum-
jo de tal suerte á él, que durante muchos meses no - pliré mi promesa." Vuelto el CctSci Marcelo, dió
dejaron de visitarle un solo dia. Pasó despues al- cuenta á Felipe de todo lo que pasaba. "Supues-
gún tiempo sin que volvieran, é inquieto Felipe por to que es asi, respondió, nosotros le curaremos con
su ausencia, envió á Marcelo á averiguar qué les- nuestras oraciones." En efecto, no tardó en reco-
habia sucedido. brar la salud; volvió entonces con su hermano
Este á fuerza de indagar, llegó al último á des- muy frecuentemente á, ver al padre, y á pocos •
cubra- su morada, y fué recibido por la madre á dias .recibieron ambos el santo bautismo.
quien preguntó cómo se hallaban. "Uno de ellos- - A estas dos conversiones se siguió otra mucho
está muy malo, respondió esta muger, derramando mas importante. Un joven Judío de mas elevada •
lágrimas. Una. disenteria acompañada de una esfera y de una educación muy distinguida, se de- •
tuerte fiebre, lo ha puesto en tal estado, que ya voy jó prender en la red de nuestro santo y recibió so-
perdiendo la esperanza de su. salud.—Permi- lemnemente el bautismo^ en la basílica del Vatica-
tidme que lo vea, dijo el padre, me intereso mu- no. Contra lo acostumbrado, siguió viviendo en-
cho por él, y él lo sabe muy bien." Consintió en la misma casa de su padre, sin que Felipe se o p u -
ello voluntariamente y lo condujo á su recámara. siese á ello. Esto llegó á. noticias del Papa, quiern
E l enfermo estaba profundamente aletargado;'pero • desaprobó esta tolerancia que le parecía temera-
al oir la voz conocida de Mar-celo, volvió en- sí y ria, y reprendió por ella á Felipe, quien le dijo:.
pai^ció estar muy contento de su visita. Viendo Ruego á Vuestra Santidad me perdone esta falta
esto la madre, corrió á traer una bebida que no h a - á la regla común: yo tengo por cierto, que el p a -
bía podido hacerle tomar, y rogó al padre que .se dre no solo no podrá, nada sobre su hijo, sino que-
la ofreciese. Este recibió e l vaso y acercándose- este llegará al fin á. convertir á aquel'.' En. efecto».

;< -
-49-
este hi uso porque volviendo el tio á la carga ese mismo dia,
~ J° P muy pronto á su padre en relacio-
nes con nuestro santo, quien le instruyó y le hizo ellos le ofrecieron sin contradicción hacerse cris-
cristiano. Esta conquista trajo otras mas: este tianos. Habló la gracia tan poderosamente al co-
hombre tenia un hermano que murió en ese tiem- razon de estos jóvenes, que ni las caricias de la
po, y dejó cuatro hijos todavia niños, y como su madre, ni las amenazas de sus parientes pudieron
'tio los tomó á su cuidado para tener ocasion de apartarlos de la resolución que habían tomado.
conducirlos al cristianismo. Luego que los tuvo Cuando llegó esta noticia á los discípulos del
en su casa, los condujo al hombre de Dios, quien santo, y a no les sorprendió; porque él les habia ase-
los recibió con aquella tierna caridad que l e e r á gurado desde antes, que tal habia de ser el resul-
ordinaria, no diciéndoles ni una palabra de reli- tado de este negocio.
gión; encargóles sí q u e volvieran á verlo, lo que Muy pronto los jóvenes convertidos vinieron á
ellos le prometieron seriamente. Volvieron, en pedir que se les instruyese. Se comenzó desde
efecto algún tiempo despues, y aun en esta vez no luego á catequizarlos, y por muchos días volvieron
se dedicó á otra cosa que á ganar su afecto, entre- con esactitud; pero uno de ellos fué arrebatado de
teniéndoles con cosas que pudieran agradarles; una aguda fiebre que lo condujo á las puertas del
solamente les dijo al despedirse: "Rogad ami- sepulcro. Sabedor Felipe de su estado, fué á vi-
guitos mios, al Dios d e Abraham, de Isac y de Ja-- sitarle y le dijo tocándole el pecho y la cabeza:
cob, que os ilustre con su divina luz, para que po- " Y o no quiero, lujo mió, que te mueras ahora; di-
dáis conocer la v e r d a d ; yo uniré mis oraciones á rían los Hebreos que Dios te castigó porque de-
las vuestras, y para mejor-conseguirlo, mañana jaste la ley de Moisés; podría ser aun que nos acu-
aplicaré la misa con esta intención." No solo saran de haberte quitado la vida: haz que me lle-
cumplió este santo hombre lo que habia prometi- ven noticia de tí mañana temprano, yo aplicaré
do, sino que impulsado también de su caridad, por tí la misa y pediré lo que convenga." Luego
comprometió á toda la comunidad á que tomase que el santo salió, uno de sus discípulos, llamado
parte e n e s t a buena obra. E l tio, también por la Pedro Consolini dijo al enfermo: " T e n ánimo,
suya, no omitió cosa p a r a ponerlos en camino de hijo mío, este padre hace milagros, y supuesto que
conversión; pero inútilmente porque opusieron una él lo ha dicho, te curará." L a noche siguiente, en
resistencia invencible. Habiendo llegado esto¡á lugar de disminuir el mal, se aumentó de tal mane-
noticias de Felipe, ofreció por ellos nuevamente el ra, que creyó el médico que iba ya el enfermo á es-
santo sacrificio de la misa. Esto fué lo bastante; pirar, y llamó á su tio para que recogiese sus últi-

V'
i•
—51—
mos suspiros. Luego que amaneció volvió á ver- convirtió esta señora con veinte y cuatro personas
lo Pedro Consolini, y corrió en seguida á dar cuen- de su familia.
ta de su estado á Felipe. Este dijo la misa por Sin embargo, el celo de este santo sacerdote no
él, y fué tan pronto el efecto, que se encontró el se limitaba á la sola conversión de los judíos, sino
enfermo completamente sano y se levantó al mo- que trabajaba al mismo tiempo en reducir á los
mento con grande admiración de su tio. Vino el hereges al gremio de la Iglesia, haciendo volver á
médico como al medio dia y no encontrando en su seno gran número de ellos, movidos por sus
el enfermo ninguna fiebre, exclamó admirado: " E l discursos, y mas aún por sus eminentes virtudes.
P . Felipe sabe mas que todos los médicos; ese Aconteció entonces un suceso que le hace dema-
hombre es un santo. No puedo dudar de ello des- siado honor, para que p u e d a pasarse en silencio.
pues de semejante milagro." Un sectario fanático llamado Paleólogo, pre-
Vino el siervo de Dios, luego que anocheció, á dicaba en Roma monstruosos errores y no perdo-
ver al convaleciente, y le dijo al oído: "Hijo mió' naba medio alguno para hacerse de partidarios.
tu hora habia llegado; pero los judíos endurecidos El santo oficio llegó á aprehenderlo y encerrarlo en
hubieran hecho alarde de tu muerte, y por eso no sus cárceles; pero antes de ponerlo en> tela de
debí permitirla: da gracias á Dios, y disponte á juicio quiso ver si lograba su conversión. Dis-
consagrarte á su Magestad." Dos meses despues putaron victoriosamente con él hábiles teólogos;
fué bautizado con sus hermanos en la basílica de mas no llegaron á convencerle: tentóse también
Letran por el P a p a Clemente VIII. Luego que aunque en vano el medio de la exhortación, suce-
se hicieron cristianos fué su primer cuidado traba- diendo las amenazas con igual inutilidad. Despues
jar en la conversión de su madre. P a r a ello em- de estas diligencias se le juzgó y condenó á ser
plearon las caricias y exhortaciones; sacáronla aun quemado vivo. Llegó á saber esta noticia Felipe
del barrio de los judíos, y la llevaron á la casa de á tiempo que ya se le conducía á la hoguera, es-
una señora piadosa, despues de lo cual dieron tando entonces ocupado en oír confesiones en la
cuenta de todo á su padre espiritual y le suplica- iglesia de S. Gerónimo. Movido hasta lo intimo
ron la ganase á Jesucristo. "Nos es llegado aun de sus entrañas nuestro santo, no pudo resolverse
el tiempo, hijos mios, les respondió el santo, él lle- á dejar perecer de esta suerte á aquel desgracia-
gará, yo os lo aseguro, y entonces será mas fruc- do. Deja el confesonario, vuela á encontrar la
tuosa su conversión que lo seria hoy." No fué va- fúnebre procesión, se hace paso por en medio de la
n a esta predicción; porque cinco años despues se multitud, abraza al criminal y se esfuerza en ablan-
-52—
dar su corazon. E l tiempo urgía, porque ya casi damente fundados. Por un efecto de la incons-
se llegaba al lugar del suplicio; obtiene una pala- tancia humana, el infeliz recayó, volviéndole aun
bra de esperanza, manda hacer alto álos soldados, Felipe á levantar. Dos años despues recayó
quienes obedecen bien á la autoridad de su pa- nuevamente, y entonces el magistrado le hizo qui-
labra, ó bien á la veneración que les inspira. Des- tar la cabeza. Cesar Baronio, que le asistió en
pues de hablar unos momentos con el paciente, le aquel momento supremo, atestigua que pareció
hace sentar en una silla, que ha mandado traer de arrepentirse sinceramente, lo que permite esperar
una casa vecina, y este desgraciado, que hasta allí que el Señor le haya perdonado.
se había manifestado tan endurecido, deplora y re-
tracta publicamente sus errores con admiración v
alegría de los numerosos testigos de este espectácu- C A P I T U L O VI.
lo. A ruegos de Felipe, mandan los magistrados que
el reo vuelva á la prisión; y desde este momento le Felipe manda á Baronio que escriba los análes
hace continuas visitas nuestro santo, para consolidar eclesiásticos.
su conversión no omitiendo cosa alguna que á su jui-
cio pudiera contribuir á perfeccionar su penitencia.
Despues de probarle de la manera mas demostrativa
los dogmas que había atacado, se dedicó á nutrir
su compunción por medio de las mas penetrantes I E N T R A S que el hombre de Dios traba.
exhortaciones: haciéndole en seguida leer las vidas Jjaba en Roma con tanto celo en la con-
de los santos, "porque, decia él: el orgullo es el G U ^ C ^ O ™ * » d e l o s pecadores, la cri-
que hace los hereges y los ejemplos de los santos minal reforma protestante se der-
son mas propios que toda otra cosa para hacer ramaba como un torrente impetuoso en las regio-
inclinar las cervices duras al yugo de Jesucristo." nes del norte, devastando la Iglesia de Jesucristo.
Paleólogo acabó por creerse y parecer contrito: L a s ciudades mas grandes y populosas habían y a
tanto así había tomado imperio sobre su corazon perdido el precioso depósito de la fé, y el contagio
la caridad del santo: Sin embargo, este sospe- se propagaba cada dia mas y mas. Espantado
chaba de su conversión; porque muchas veces y desolado-Felipe con este diluvio de males que
manifestó á sus discípulos, no estar enteramente amenazaba inundarlo todo, buscaba un poderoso
satisfecho de ella. ¡Ah! sus temores eran sobra- dique que oponer á, tan formidable corriente; y es-
-52—
dar su corazon. E l tiempo urgía, porque ya casi damente fundados. Por un efecto de la incons-
se llegaba al lugar del suplicio; obtiene una pala- tancia humana, el infeliz recayó, volviéndole aun
bra de esperanza, manda hacer alto álos soldados, Felipe á levantar. Dos años despues recayó
quienes obedecen bien á la autoridad de su pa- nuevamente, y entonces el magistrado le hizo qui-
labra, ó bien á la veneración que les inspira. Des- tar la cabeza. Cesar Baronio, que le asistió en
pues de hablar unos momentos con el paciente, le aquel momento supremo, atestigua que pareció
hace sentar en una silla, que ha mandado traer de arrepentirse sinceramente, lo que permite esperar
una casa vecina, y este desgraciado, que hasta allí que el Señor le haya perdonado.
se habia manifestado tan endurecido, deplora y re-
tracta publicamente sus errores con admiración v
alegria de los numerosos testigos de este espectácu- C A P I T U L O VI.
lo. A ruegos de Felipe, mandan los magistrados que
el reo vuelva á la prisión; y desde este momento le Felipe manda á Baronio que escriba los análes
hace continuas visitas nuestro santo, para consolidar eclesiásticos.
su conversión no omitiendo cosa alguna que á su jui-
cio pudiera contribuir á perfeccionar su penitencia.
Despues de probarle de la manera mas demostrativa
los dogmas que habia atacado, se dedicó á nutrir
su compunción por medio de las mas penetrantes I E N T R A S que el hombre de Dios traba.
exhortaciones: haciéndole en seguida leer las vidas Jjaba en Roma con tanto celo en la con-
de los santos, "porque, decia él: el orgullo es el ( ^ d ) C T T ) Y e r s í o n d e l o s pecadores, la cri-
que hace los hereges y los ejemplos de los santos minal reforma protestante se der-
son mas propios que toda otra cosa para hacer ramaba como un torrente impetuoso en las regio-
inclinar las cervices duras al yugo de Jesucristo." nes del norte, devastando la Iglesia de Jesucristo.
Paleólogo acabó por creerse y parecer contrito: L a s ciudades mas grandes y populosas habian y a
tanto así habia tomado imperio sobre su corazon perdido el precioso depósito de la fé, y el contagio
la caridad del santo: Sin embargo, este sospe- se propagaba cada dia mas y mas. Espantado
chaba de su conversión; porque muchas veces y desolado-Felipe con este diluvio de males que
manifestó á sus discípulos, no estar enteramente amenazaba inundarlo todo, buscaba un poderoso
satisfecho de ella. ¡Ah! sus temores eran sobra- dique que oponer á tan formidable corriente; y es-
—54— !
to dió origen á las conferencias cuotidianas que es- 1ipe con estas escusas, porque conocía su capaci-
tableció en su Oratorio, en donde él ó los suyos es- dad, insistió en que pusiese mano á la obra; mas
ponian con tanta claridad como fuerza los dogmas cuando á pesar de sus muchas instancias, vió que
que contradecían los novadores. Habiendo teni- su discípulo no se rendía, ocurrió al medio mas
do conocimiento de las Centurias de Magdebourgo, eficaz. "Parece, le dijo, que necesitáis que os lo
pérfido romano imaginario, para desnaturalizar la mande. P u e s bien, yo os mando, que, dejando
tradición y mostrarla favorable á sus innovaciones toda otra ocupacion le prestéis á la Iglesia este
heretícas, le ocurrió el feliz pensamiento de opo- servicio que os exijo." Aterrorizado Baronio con
nerle una verdadera historia eclesiástica, y encar- esta órden tan terminante que no esperaba, quiso
gó de este trabajo al sábio Baronio. "Nos falta, aun hacer el último esfuerzo. Pretendió que sien-
le dijo, una historia completa desde la venida de do evidente la necesidad de semejante obra, exci-
Nuestro Señor Jesucristo hasta la época presente; taría el celo de hombres mas versados que él en
registrad todos los escritores eclesiásticos, y mos- las cosas eclesiásticas: añadió haber oído decir
tradnos por quien y como fueron establecidas las que Onofre Pauvino, uno de los escritores mas
iglesias; lo que enseñaban los padres y lo que han eruditos de la época, se ocupaba y a de este tra-
decidido los concilios. Relatad las actas de los bajo. "Muy bien puede ser todo eso, respondió
mártires y hacednos ver que la fe debió sus pro- el padre; pero á pesar de todo, haced lo que os
gresos á las persecuciones. Cuando hayais llega- mando, y confiad en Dios, que él os ayudará.."
do á la conversión de los príncipes, procurareis E l respeto impidió á. Baronio replicar mas; pero
establecer bien esta triste verdad; que la .Iglesia permanecía siempre m u y vacilante, engañado de
pierde poco á poco en santidad lo que gana en ri- una ilusión á la que Nuestro Señor fué servido po-
quezas y en poder." ner remedio.
Espantado Baronio de una empresa que jamás L a noche siguiente vió ensueños, á Onofre Pau-
habia imaginado, hizo cuanto pudo pata librarse vino que le rogaba continuase la obra que él ha-
de acometerla. " Y o no tengo nada de lo que se bía comenzado, y como rehusase acceder á sus de-
necesita para esto, dijo á su padre; acostumbrado seos, recurrió álos ruegos mas eficaces. Sin embar-
á solo hablar al pueblo, no tengo mas que un esti- go, él seguiaresistiéndose, cuando oyó una voz que le
ló familiar, y no estoy dotado de erudición; y dijo: "Ceded, Baronio, porque no es á Pauvino
¿cómo podría yo ser erudito cuando no tengo tiem- sino á vos á quien y o mando escribir los Anales
po para estudiar?" Poco ó nada convencido Fe- •eclesiásticos." Reconociendo Baronio la voz de
—56— -57-
su maestro, se sorprendió de oirle hablar, estando
Achileo, y bibliotecario d e la S a n t a Sede apostó-
ausente. A otro dia deseoso d e comprender
lica, al bienaventurado P . Felipe Neri, f u n d a d o r
este misterio, refirió á Felipe lo que le ha-
d e la congregación del Oratorio, por los Análes
bía pasado, y este respondió con su sagaz humil-
eclesiásticos.
dal: "¡Qué lástima que no sea yo J o s é el hijo de J a -
"Yo no p u d e hablar con claridad, (dice este
cob!" [*] Convencido, por último, que Dios exigía
hombre sábio, al comenzar su octavo volúmen), d e
d e él este trabajo, se entregó enteramente á los es-
la parte tan grande que tuvo mi padre Felipe en
tudios necesarios para desempeñarlo, y empleó
la ejecución de esta obra, mientras vivió sobre la
treinta y siete años en reunir los preciosos mate-
tierra; porque no solo le desagradaba que se le
riales, comunicando sucesivamente á su p a d r e el
elogiase, sino que tenía un odio profundo á sus
resultado de sus indagaciones. Al cabo d e este
alabanzas. Hoy que está y a e n el cielo, quiero
tiempo comenzó á escribir su obra, sirviéndose
que mi pluma, y a libre, lleve á lo léjos el testimo-
mas, según su propia confesion, de las oraciones
nio, de la m u y apreciable cooperacion suya en es-
de nuestro Santo, que de su propio talento. H e
te largo y difícil trabajo. Justo es, y yo sería un
aquí porque despues de la muerte d e éste, estan-
ingrato, si sepultase en el olvido tan importantes
do yacondecorado Baronio con la p ú r p u r a romana,
servicios. P o r otra parte, el recuerdo d e nuestros
hizo fingir sobre su sepulcro un libro que te-
padres nos es siempre grato y provechoso; porque
nía por título: Octavo volúmen d e los Análes ecle-
nos trae á la memoria la obligación que tenemos
siásticos; y mas abajo esculpió esta inscripción.
d e no degenerar de sus virtudes. Tal es el con-
Caesaris Baronii, S. R. E. presb. cardinalis, til. sejo que nos dan los divinos oráculos. "Acordaos,
SS. Mart. Nerei et Achillèi, et S. Sedis apostólicae dice el profeta Isaías, de la cantera d e donde h a -
bibliothecarii, pro Annalibus ecclesiásticis, beato pa- béis sido cortados, y del manantial de que habéis
tri Philippo Nereo, congreg. Oratorii fundatori: salido. Atended que A b r a h a m fué vuestro p a d r e
gratiarum actio. y Sara vuestra m a d r e (Isa. Cap. 51, v. 1 y 2)."
Monumento remuneratorio, dedicado por César P o r lo común, puede decirse, que todas las cosas
Baronio, cardenal presbítero d e la santa iglesia prósperas que acontecen á los hijos, las deben en
romana, del título d e los santos mártires Nereo y gran parte á los que les dieron el ser. ¡Oh! ¡cuán-
to debo yo á este gran siervo de Dios! yo que f u i
(*) Alude esta expresión del Santo, al don que te- su discípulo desde mi juventud, yo, cuyas incli-
nia José para interpretar los sueños. naciones viciosas reprimió, y á quien preservó d e

-
—58— -59-
'tantas caídas funestas; yo, en fin, que soy deudor
"tantos ultrajes hechos á tu Iglesia y á su Espíritu,
á su espíritu apostólico de las pocas virtudes que
y te inspiró el medio que debías adoptar para re-
poseo y del poco bien que he hecho.
chazarlos, que fué el de oponer la gran luz de la
" P e r o volviendo á mis Anales, declaro á todos verdad á las tinieblas d e la mentira. Haz, me
los que los leyeren, que mi bienaventurado padre dijiste entonces, una obra sacada d é l a s puras
fué mas su autor que yo mismo. ¿Qué clase de fuentes, que manifieste los hombres y los aconte-
hombre no sería yo, si en lugar de partir mis prós- cimientos tales cuales han sido. Yo resistía á tus
peros sucesos con aquel á quien se los debo, solo consejos, creyéndome incapaz de semejante tra-
los atribuyese á mis propios talentos? ¿Si cómo bajo; pero hube de ceder á tu autoridad para poder
el arrogante de que habla el mismo profeta, dije- estar en paz conmigo mismo. Tuviste presente
ra ó permitiera que se creyese que " T o d o lo he entonces, lo mismo que yo, que Dios gusta ser-
hecho con el poder de mi brazo, y lo tracé con mi virse de lo mas débil y miserable, según el mun-
sabiduría? ¡Oh! entonces atraería sobre mi cabe- do, para confundir á lo que según él es fuerte:
za la terrible reprensión que se hizo á este orgu- por este motivo escojiste á tu hijo mas joven é ig-
lloso: "¿Por ventura, se gloriará la segur contra norante, para entrar en batalla con una legión de
el que corta con ella, ó se ensoberbecerá la sierra sabios acostumbrados á la disputa. Puse mano
contra el que la mueve?" Dios me libre de un á la obra, aunque de mala voluntad, y muchas
pecado que castigó con tanto rigor, derribando de veces me vi tentado á abandonarla. Pero tú es-
su trono á ese príncipe orgulloso y enviándole á tabas á mi lado, padre mío, imponiéndome con
vivir con las bestias. [Isaías, c. 10, v. 13, 15]. tu presencia, obligándome con tus reprensiones y
¿Mas acaso me glorío yo en el hombre y no en el exigiéndome, como un cruel exactor, perdóname
Señor? No lo permita su Magestad; solo quiero lo que digo, el empleo de mi tiempo, no permi-
que se sepa que el P a d r e de las luces se s i m ó de tiendo me ocupase de otra cosa que de tu empre-
este santo hombre para ilustrar y guiar mi inteli- sa. Mi obediencia, lo confieso, era muy defec-
gencia, á fin que el instrumento tenga en mi justa tuosa; y como no consultaba mas que á mis pro-
gratitud la parte que le pertenece. ¡Oh padre pias fuerzas, sin pensar en el socorro divino que
mió! no he olvidado ni olvidaré j a m a s la indigna- tus oraciones me obtenían, casi te acusaba de
ción que te causaron las Centurias calumniosas tirano, y me quejaba muy particularmente de
salidas de Magdebourgo, ó mejor dicho, de las que no me dieses á. lo menos uno de mis herma-
puertas del infierno. T ú te quejaste á Dios de nos para que me ayudase en mis investigaciones.
- 6 0 -
Perdóname, padre mió, perdóname: ahora veo manecieran siempre ocultos. Todo el mundo los
bien el poderoso socorro que recibía de tí, sin que
conoce ya, y realzase su esplendor cada dia con
me sea posible dudar de él.
nuevas maravillas. Desde lo alto de los cielos
"Semejante al profeta Elíseo, que al poner su
padre mío, favorece estos Análes que son obra
mano sobre la de Joas, cuando lanzaba sus fle-
tuya, y acaben tus rusgos lo que ellos comenza-
chas, le hizo vencedor del rey de Siria; tú tam-
ron, á fin de que los enemigos de la Iglesia sean
bién juntaste á mi mano débil la tuya poderosa,
pulverizados y que tú solo tengas el honor de la
y aguzaste mi pluma transformándola en dardo pe-
victoria.
netrante y temible á nuestros enemigos. D e esta
"Muerto San Basilio, aun servia de amonesta-
suerte, padre mió, tú eras quien combatías, aun-
d o r á s u amigo Gregorio. Préstame el mismo
que con agena mano. P o r lo demás, todos verán
servicio, oh padre lleno de caridad, para que aca-
en esta circunstancia uno de los ardides habitua-
be santamente mi carrera mortal y llegue al fin
les de tu modestia; que al obrar maravillas atri-
al reposo dichoso de que gozas en el trono de Dios,
buía á otro el mérito, pues nada temías mas que
á quien sea toda alabanza, honor y gloria por los
las alabanzas de los hombres. He' aquí, también
siglos délos siglos."
por qué se te veia ordinariamente ocultar tu sabi-
H e dejado hablar hasta aquí al cardenal Baro-
duría bajo la apariencia de la locura, practicando
nio; mas añadiré un hecho análogo á lo que aca-
á la letra el consejo del Apóstol: " Q u e el que
ba de decirnos. Pocos dias antes de dejar la tier-
quiera hacerse sábio comience por hacerse nécio.
ra nuestro santo, hizo venir cerca de sí á su sábio
(/. Cor., 3)."
discípulo y le dijo: "Sabed, Cesar, que no debeis
"Pero este honor de que tú huías con tanto cui- de envaneceros con vuestros Análes. Puedo ase-
dado, se te reservaba en la gloria celestial, á don- guraros que son ménos efecto de vuestro talento
de habia de volvérsete pon usura. Ya llegó el que de una gracia particular que os ha venido de
dia de la justicia y de la remuneración. L a Pro- lo alto."—"Ya sabia yo, padre mío, respondió Ba-
videncia, rompiendo el vaso de tierra que ocul- ronio, y lo confieso sinceramente que si esta obra
taba tu lámpara invisible, la ha puesto y a al des- tiene algún valor, lo debo á vos y á vuestras ora-
cubierto; ella brilla hoy con una luz refulgente ciones."—"Yo os aconsejo, añadió el santo, que
que lleva á lo léjos la f a m a de tus milagros. Tú hagais concordar vuestras leyendas con el Marti-
sabias sofocar la voz de los que hacías durante tu rologio romano; la verdad eclesiástica aparecerá
vida mortal; pero Dios no ha permitido que per- con mas claridad y las mentiras de los enemigos
36 desvanecerán como las nubes á la salida deP.
é completas, ó y a para que oyesen la palabra de
sol." Baronio no fué. el único de sus discípulos
Dios. Comunmente iban á Santa María la Miner-
que participó de su.celo contra los hereges. To-
va, en donde un hermano predicador, atraía á la
mas Bozzio, escribió sabiamente sobre los caractè-
muchedumbre con sus sermones sobre el salmo
res de la verdadera Iglesia, y Antonio Gallonio, un
50; era este el P a d r e Vicente Herculano, tan nota-
compendio de las vidas de los santos, que la muer-
ble por sus virtudes como por su elocuencia, y que
te no le permitió concluir*
despues fué obispo de Perousa.
Felipe, cuyo celo por la gloria de Dios y salva-
ción de las almas se aumentaba incesantemente,
CAPITULO VII. concibió poco tiempo despues un proyecto, que no
podía dejar de producir un bien inmenso: este fué
Felipe pone los fundamentos de su Congre- restablecer las santas asambleas usadas en los pri-
gación, tal vez sin saberlo. mitivos tiempos de la iglesia. Por consiguien-
te, abrió al público su oratorio todos los dias al
anochecer, para edificarlo con la meditación é ins-
truirlo en la doctrina cristiana. Esto causó una
gran novedad, porque no se acostumbraba predi-
car en Roma mas que los domingos y dias festivos:
' R A y a tan grande el número de los discípu- no obstante, acudió la multitud, y estos ejercicios
l o s de Felipe, que su cuarto, á pesar del au- espirituales produjeron los mas felices resultados „.
/•O^nmentó de que hemos hablado, no bastaba D e aquí, por decirlo de paso, tomó la casa el nom-
^á contenerlos. Ocurrióle entonces hacer bre de colegio del Oratorio, llamándose también á
construir sobre las bóvedas de la iglesia un vasto los sacerdotes que los presidian, los padres del
oratorio, lo que hizo en efecto en 15-58. Allí reu- Oratorio. H e aquí como se hacían estas distribu-
nía todos los dias á sus discípulos, despues de co- ciones. D ábase principio por meditar un rato bas-
mer, haciéndoles conferencias de cosas espirituales tante corto, leíase despues un poco algún libro es-
y exhortándolos poderosamente á la práctica de piritual, y de tiempo en tiempo, el que presidia in-
los consejos evangélicos. Los domingos y dias terrumpia la lectura para esplicar y desenvolver lo
festivos salia con ellos y los conducía á una de las, que se habia leido, haciendo de esta suerte que se
iglesias de la ciudad, ya para asistir á las vísperas sacase mayor fruto. Con mucha frecuencia roga—
36 desvanecerán como las nubes á la salida deP.
é completas, ó y a para que oyesen la palabra de
sol." Baronio no fué. el único de sus discípulos
Dios. Comunmente iban á Santa María la Miner-
que participó de su.celo contra los hereges. To-
va, en donde un hermano predicador, atraía á la
mas Bozzio, escribió sabiamente sobre los caractè-
muchedumbre con sus sermones sobre el salmo
res de la verdadera Iglesia, y Antonio Gallonio, un
50; era este el P a d r e Vicente Herculano, tan nota-
compendio de las vidas de los santos, que la muer-
ble por sus virtudes como por su elocuencia, y que
te no le permitió concluir*
despues fué obispo de Perousa.
Felipe, cuyo celo por la gloria de Dios y salva-
ción de las almas se aumentaba incesantemente,
CAPITULO VII. concibió poco tiempo despues un proyecto, que no
podía dejar de producir un bien inmenso: este fué
Felipe pone los fundamentos de su Congre- restablecer las santas asambleas usadas en los pri-
gación, tal vez sin saberlo. mitivos tiempos de la iglesia. Por consiguien-
te, abrió al público su oratorio todos los dias al
anochecer, para edificarlo con la meditación é ins-
truirlo en la doctrina cristiana. Esto causó una
gran novedad, porque no se acostumbraba predi-
car en Roma mas que los domingos y dias festivos:
' R A y a tan grande el número de los discípu- no obstante, acudió la multitud, y estos ejercicios
l o s de Felipe, que su cuarto, á pesar del au- espirituales produjeron los mas felices resultados „.
/•O^nmentó de que hemos hablado, no bastaba D e aquí, por decirlo de paso, tomó la casa el nom-
^á contenerlos. Ocurrióle entonces hacer bre de colegio del Oratorio, llamándose también á
construir sobre las bóvedas de la iglesia un vasto los sacerdotes que los presidian, los padres del
oratorio, lo que hizo en efecto en 15-58. Allí reu- Oratorio. H e aquí como se hacían estas distribu-
nía todos los días á sus discípulos, despues de co- ciones. D ábase principio por meditar un rato bas-
mer, haciéndoles conferencias de cosas espirituales tante corto, leíase despues un poco algún libro es-
y exhortándolos poderosamente á la práctica de piritual, y de tiempo en tiempo, el que presidia in-
los consejos evangélicos. Los domingos y dias terrumpía la lectura para esplicar y desenvolver lo
festivos salia con ellos y los conducía á una de las, que se habia leído, haciendo de esta suerte que se
iglesias de la ciudad, ya para asistir á las vísperas sacase mayor fruto. Con mucha frecuencia roga—
-64-
ba Felipe á sus hermanos que emitiesen su opi- ú su vez ibcfti á desempeñar este doble oficio de
nion acerca de lo que habian oido, y resultaba de caridad cristiana con tanta eficacia y buena vo-
aquí un diálogo que encantaba al auditorio. Es- luntad, que causaban 110 poca admiración.
te ejercicio duraba una hora; en seguida subia un Estos hombres, y otros, también venían en la
padre al púlpito, y durante un cuarto de hora ha- noche del Domingo á ver á nuestro santo, y se
cía un discurso familiar; otro empleaba también iban en su compañía á los maitines de los religio-
otro cuarto en referir algún pasage de la historia sos Dominicos ó Capuchinos. Por lo común lle-
eclesiástica, y por último terminaba la distribución gaban antes de comenzar- el oficio, de suerte que
con un cántico piadoso. al entrar al coro los religiosos, lo encontraban lle-
Habiendo aprobado el Sumo Pontífice esta ins- no de jóvenes seculares, lo que ciertamente no
titución, progresó de un modo maravilloso, no solo podía ménos de edificarlos. Respecto á Felipe,
en el Oratorio, sino también en otras muchas igle- acostumbró, por muchos años, asistir cada noche
sias en donde se apresuraron otros sacerdotes á al oficio de los Dominicos; motivo por el que estos
establecerla. Felipe supo inventar aun, con su religiosos le habian confiado una llave de su iglesia.
celo ingenioso, nuevos medios para propagar la No parecía sino que el siervo de Dios, con su
piedad cristiana. Hacia mucho tiempo que ge- celo admirable, estaba encargado de remediar to-
mía este 'santo hombre al ver la falta de frecuencia dos los abusos y de satisfacer por todos los peca-
de sacramentos en aquella época; y he aquí el dores; y de aquí es que en los dias dé desórdenes
medio de que se valió para revivir su uso. y escándalos, tales como los Lupercales, se le
Todos los domingos y días de fiesta hacia ve- veía rodeado de sus fervorosos discípulos, visitan-
nir á conf-sarse á todos aquellos de sus peniten- do las siete principales basílicas de Roma. Al
tes de que podia disponer, los «dedicaba á la me- principio iban ellos solamente con su padre; pero
ditación y les daba la comunion al celebrar el san- bien pronto llegó á hacerse popular esta devocion,
to sacrificio de la misa. E n seguida los dividia hasta el caso de acompañarle mas de dos mil per-
en secciones y los enviaba á los hospitales á servir sonas, no tardando aun los mismos religiosos en
á los enfermos y trabajar en su salvación. To- mezclarse con aquella piadosa muchedumbre.
maron tal gusto á este edificante ministerio treinta Veíanse pues entre ella, á muchos Dominicos y
ó cuarenta de entre ellos, que convinieron unáni- Capuchinos que acudían en cuerpo con sus no-
memente practicarlo todos los dias: distribuyéron- vicios: Esta multitud caminaba ordenada ento-
se por consiguiente los siete de la semana, y todos nando himnos y cánticos; y al llegar á cada igle-
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sia, subia un religioso al pulpito, y dirigís, a l a asam-
electo, podía decirse de una multitud' de personas-
blea una breve pero enérgica exhortación. L u e -
lo que dice el Evangelio de les primeros cristia-
go que llegaban al último templo que era el de
nos; que perseveraban en la doctrina de los após-
San Sebastian, se decia mía misa solemne, en la
toles, en la oracion y en la fracción del pan: por
que comulgaban muchas personas. Todo este
lo mismo, los prelados, al paso que los hombres
pueblo se dirigia en seguida hacia los paseos de
esprirituales, maravillados de tan bello espectácu-
algún lugar inmediato; allí se reunían las comu-
lo, aprobaban con sumo gusto las industrias del
nidades, agrupándose también las familias, y sen
Santo, y no economizaban las alabanzas de su ce-
tados todos sobre el verde cesped, almorzaban
lo. H e aquí, por ejemplo, como se. expresaba so-
modestamente, y luego volvían á la ciudad, conmo-
bre él J u a n Rúbeo, en una carta dedicato-
viéndola con sus cánticos y festivas melodías. H e
ria que dirigió al mismo santo. " E n t r e las cosas
* aquí como los santos saben muy bien mezclar lo
que excitaron mi admiración, luego que llegué á
útil con lo agradable, y bajo su dirección tiene
R o m a en el año pasado, la que me causó mayor
también la piedad sus placeres y recreos.
alegría, fué el espectáculo que ofrece vuestro Ora-
E r a tal la conmocion de Felipe en estas ocasio- torio de la Caridad. Yo 110 podía volver de mi
nes, que mas de una vez llegó á apoderarse de él admiración ni contener mis lágrimas, al ver la-
la fiebre. Por lo demás, Dios manifestó por me- piedad de vuestros numerosos discípulos, salidos
dio de un milagro, cuán agradables le eran estos de todas las clases de la sociedad y de diversas
piadosos ejercicios. Un dia fué sorprendida la naciones, rivalizando en celo por la salvación de
procesión por una tenible borrasca entre la basí- sus almas. Por lo demás, vuestras edificantes y
lica de San Pablo y la de San Sebastian: dispo- sólidas instrucciones me explicaban estos felices
níanse á huir los concurrentes, cuando levantó efectos, y ya no me sorprendió ver á tantos de
la voz Felipe, y les dijo: "No tengáis cuidado; yo vuestros hijos espirituales renunciar al mundo por
os aseguro que no lloverá." No cayó sobre los ir á buscar en el claustro la perfección evangélica."
que se quedaron una sola gota de agua, al paso Los Florentinos que habitaban en Roma, movi-
que fueron inundados, los que se creyeron salvar- dos de las virtudes de sus conciudadanos, y admi-
se por medio de la fuga. rados del bien que les veían practicar, desearon
Todos estos piadosos egercicios produjeron en emplear su celo en propio provecho suyo. Aca-
Roma tal fervor, que llegó á creerse, habían vuel- baban de edificar en su barrio una iglesia nacio-
to aquellos bellos dias de la primitiva Iglesia. En- nal dedicada á San J u a n Bautista, y de unánime
-íJS-
consentimiento, enviaron á Felipe una comision á nizaron entonces en comunidad, repartiéndose en-
fin de rogarle la gorbernase, ofreciéndole bajo es- tre sí los empleos necesarios. Tocó la cocina á
ta condicion, el que fabricarían junto á ella un Boionio, quien hufano de su obediencia, escribió
hermoso convento. " E s t a proposición, les dijo, con un carbón sobre la pared en letras grandes:
es demasiado importante para pue yo la pueda César Baronio, cocinero perpetuo. Todas las
aceptar ligeramente: os suplico me permitáis un mañanas iban á San Gerónimo á confesarse con
poco de tiempo para consultar con Dios en la
su padre, ó al ménos á manifestarle su conciencia;
oracion. Si su voluntad corresponde á vuestros
despues volvían á su iglesia á decir misa y á oir á
deseos, podréis contar desde luego con mis servi-
los penitentes que se les acercaban. Durante la
cios." Recurrió en efecto á la oracion, y algunos
comida leía un joven de los discípulos un trozo d e
dias despues volvieron los mencionados y les ma-
la Biblia y un poco de la vida de algún santo; en
nifestó francamente no serle posible abandonar la
seguida iban á San Gerónimo á reunirse con suá
casa de la Caridad. Estos, afligidos por la nega-
hermanos, y al ponerse el sol volvían á San J u a n
tiva de Felipe, pidieron una audiencia al sumo
Bautista para dar al pueblo los egercicios espiri-
Pontífice, y le suplicaron mandase á nuestro santo
que obsequiara sus deseos. " E s a es mi voluntad, tuales, con excepción de la noche del Sábado, que
respondió Pió IV, y así podéis asegurárselo." Vol- la empleaban en barrer la iglesia y disponer los
viéron ellos muy contentos á Felipe, quien lleno de altares para la solemnidad del Domingo. En es-
respeto al mandato del Santo padre, aceptó el car- te dia, lo mismo que en los demás de fiesta, se
go, pero bajo la condicion que continuaría viviendo sentaban al confesonario desde m u y temprano, y
en la casa de San Gerónimo, llamada de la Caridad. permanecían en él toda la mañana, ménos el que
tenia que cantar la misa mayor, pues este solo
Necesitando entonces de mas sacerdotes para confesaba hasta la hora en que debia salir al al-
este ministerio de almas, hizo promover al sacer- tar. Al evangelio subía Baronio ó Bordini al pul-
docio á tres de sus discípulos, Baronio que fué pito, y dirigía un discurso al pueblo, bajando e n
despues cardenal; Bordini, que con el tiempo fué seguida á su confesonario. Despues de vísperas,
confesor del Papa Clemente VII, y mas tarde obis- iban todos juntos, ó bien á Santa María Minerva,
po de Aviñon, y al piadoso Ripano. Ordenados ó bien á Santa María de los Mártires, á donde el
ya, los envió á vivir en la casa de los Florentinos, padre Felipe se encontraba con los suyos, para
y poco tiempo despues les agregó otros dos nue- conferenciar familiarmente sobre cosas espiritua-
vos sacerdotes, que fueron el célebre Tarugio y les. Si el tiempo estaba sereno, la reunión se te-
Angel Velli de Preeneste. Todos cinco se orga-

i-A 9
-70- —71—
nia fuera; m a s si llovía se verificaba dentro de la masiadamente interesantes. Los sacerdores que
misma iglesia. Los seculares acudían tanbien á es- presiden estas reuniones, son unos hombres tan
tas piadosas reuniones, de las que salían suma- recomendables por su ciencia, como por su virtud,
mente edificados. E n la estación del invierno, se y tienen por principal á un padre llamado Felipe
hacia la reunión en el Oratorio de San Gerónimo, Neri, cuya fama publica maravillas. Parece que
siendo de creer que el santo variaba d e esta suer- es un santo dotado en sumo grado del divino don
te los lugares de sus ejercicios, para hacer esten- de convertir y satisfacer las almas. Son prodi-
siva la piedad en todos los barrios de Roma. Es- giosas sus industrias, tiene tanta prudencia como
tas idas y vueltas de los padres de San J u a n Bau- habilidad en todas sus invenciones. L o s padres
tista, continuaron por diez años, á pesar de su in- Tolct y Possevin, lo veneran lo mismo que los de-
comodidad; pero en 1574 consiguieron hacer ha- más. E s el oráculo de los Romanos, y debería
bitualmente sus egercicios en su iglesia, mucho yo decir mas bien que lo es de la Europa entera,
mas grande y cómoda que el Oratorio de la Cari- porque de todas partes vienen á pedirle consejo."
dad.
Poco tiempo despues, Tuvenal Ancina, cuya
memoria aun permanece en bendición, escribía á
su hermano: " H a c e y a muchos días que asisto C A P I T U & O V I I I .
todas las noches á los ejercicios que se hacen en
el Oratorio de San J u a n de los Florentinos, y en Sufre Felipe crudas persecusiones, y establece
verdad que esto es la mas bella cosa del muudo. su congregación del Oratorio. *'•
Despues d e una plática sobre algún punto espi-
ritual, sigue una edificante exhortación acompa-
ñ a d a de algunos pasages tomados de las vidas de
los santos, una lección de historia eclesiástica, y
un concierto tan tierno como armonioso. L a no-
bleza acude á estos espetáculos de nuevo género;
viniendo también los cardenales y prelados, y to- i E S D E el origen de estos piadosos eger-
dos están encantados. Se nos han leido las vidas „ ^ J U ' c i c i o s , previo el demonio con su natural
de San Francisco de Asís y de San Antonio de sagacidad, los copiosos frutos que ellos
Padua; y á fé mia, que estas narraciones son de- •habían de producir,.y desde luego determinó de-
-70- —71—
nia fuera; m a s si llovía se verificaba dentro de la masiadamente interesantes. Los sacerdores que
misma iglesia. Los seculares acudían tanbien á es- presiden estas reuniones, son unos hombres tan
tas piadosas reuniones, de las que salían suma- recomendables por su ciencia, como por su virtud,
mente edificados. E n la estación del invierno, se y tienen por principal á un padre llamado Felipe
hacia la reunión en el Oratorio de San Gerónimo, Neri, cuya fama publica maravillas. Parece que
siendo de creer que el santo variaba d e esta suer- es un santo dotado en sumo grado del divino don
te los lugares de sus ejercicios, para hacer esten- de convertir y satisfacer las almas. Son prodi-
siva la piedad en todos los barrios de Roma. Es- giosas sus industrias, tiene tanta prudencia como
tas idas y vueltas de los padres de San J u a n Bau- habilidad en todas sus invenciones. L o s padres
tista, continuaron por diez años, á pesar de su in- Tolct y Possevin, lo veneran lo mismo que los de-
comodidad; pero en 1574 consiguieron hacer ha- más. E s el oráculo de los Romanos, y debería
bitualmente sus egercicios en su iglesia, mucho yo decir mas bien que lo es de la Europa entera,
mas grande y cómoda que el Oratorio de la Cari- porque de todas partes vienen á pedirle consejo."
dad.
Poco tiempo despues, Tuvenal Ancina, cuya
memoria aun permanece en bendición, escribía á
su hermano: " H a c e y a muchos dias que asisto C A P I T U & O V I I I .
todas las noches á los ejercicios que se hacen en
el Oratorio de San J u a n de los Florentinos, y en Sufre Felipe crudas persecusiones, y establece
verdad que esto es la mas bella cosa del muudo. su congregación del Oratorio. *'•
Despues d e una plática sobre algún punto espi-
ritual, sigue una edificante exhortación acompa-
ñ a d a de algunos pasages tomados de las vidas de
los santos, una lección de historia eclesiástica, y
un concierto tan tierno como armonioso. L a no-
bleza acude á estos espetáculos de nuevo género;
viniendo también los cardenales y prelados, y to- i E S D E el origen de estos piadosos eger-
dos están encantados. Se nos han leido las vidas „ ^ J U ' c i c i o s , previo el demonio con su natural
de San Francisco de Asís y de San Antonio de sagacidad, los copiosos frutos que ellos
Padua; y á fé mía, que estas narraciones son de- •habían de producir, j- desde luego determinó de-
clarar la guerra al siervo de Dios, creyendo que crstia. En fin no perdonaban vejación alguna pa-
acaso así podría desanimarlo de su empresa. ra conseguir que mudase de domicilio.
¿De dónde vino sino de este enemigo de todo
Sin embargo, considerando este santo hombre
bien, el ódio que concibieron contra nuestro san-
cuán dichoso era en padecer por Jesucristo, sufría
to el médico y uno de los sujetos principales de la
estos oprobios sin quejarse, oraba fervorosamente
casa que habitaba? Comenzaron estos por bur-
por sus perseguidores, y no dejaba escapar oca-
larse en lo privado de las reuniones que tenia en
sion alguna de gratificar sus beneficios y servicios,
su cuarto, y pasaron despues á mofarse de ellas
como él les llamaba. Indignados algunos de^ sus
publicamente. Al mismo tiempo dos religiosos
discípulos por esta pérfida conducta que se obser-
desertores de su convento, que habían venido á
vaba con su buen padre, le aconsejaron abando-
vivir en la misma casa que Felipe di -'razados de
nase aquella casa inhospitalaria, y él les respondió:
sacerdotes, encontraron en ellos los enemigos del
"No permita Dios, que yo deje una cruz que se
santo, dos poderosos ausiliares. Encargados am-
h a servido hacerme llevar." Y en efecto, esto era
bos del oficio de sacristanes, supieron aprovechar-
ciertamente lo que el demonio hubiera querido,
se de su posicion para hacer ai siervo de Dios cuan-
pues no deseaba otra cosa que hacer cesar aque-
tos insultos pudieron imaginar. Si veían que ve-
llos piadosos ejercicios. Continuó pues la persecu-
nia á decir misa, le cerraban la puerta de la sa-
ción, y con tanta mayor furia, cuanto que el santo
cristía: y si lograba entrar antes que ellos le vie-
se mostraba mas afable y paciente. Uñ dia, por
sen, no le daban los ornamentos que nescesitaba,
último, que sus bárbaros enemigos le- persiguieron,
ó si se los daban, le ponían lös mas sucios y usa-
hasta el altar, no pudo evitar un sentimiento de
dos, mofándolo é insultándole groseramente. Otras
dolor, que á pesar de todo no pasó á su voluntad,
veces, despues de dejarlo revestirse, le pedían
porque al momento fijó sus ojos en el crucifijo y
el ornamento que se habia puesto y le obligaban
dirijió al Señor esta patética oracion:
á quitárselo. Otras le'arrebataban de las manos
"¡Oh mi buen Jesús! ¿os habéis acaso alejado de
el misal ó el cáliz y lo guardaban en la taquilla.
mí? ¿Cómo es que me abandonáis en la recia tri-
Por tal de amenizar sus crueles diversiones, aguar-
bulación que me agobia? Hace y a mucho tiem-
daban á que hubiera salido al altar, y aun á que
po que os pido paciencia y no puedo conse-
hubiera comenzado la misa, para ir entonces á de-
guirla. ¿De cuándo acá, oh Señor, os habéis he-
cirle que no podia celebrar en aquel altar, obli-
cho sordo á mis ruegos." Entonces escuchó en
gándole á ir á otro, ó tal vez á volverse á la sa-
lo interior de su corazon la voz de su Dios que le-
-75-
decia. " P o r que deseas la paciencia, no quiere hecho. Desde entónces fué uno de sus mas afec-
que cese esta prueba; ella te procurará lo que so- tos discípulos, muriendo poco tiempo despues en
licitas." Consolado y fortificado Felipe con estas los sentimientos de la mas pura piedad.
palabras, sufrió despues con tal constancia, que Apenas se habia apaciguado esta tempestad,
al fin logró desarmar á sus perseguidores, y ha- cuando puso Dios á su siervo en una prueba mu-
cerse, digámoslo así, insensible á toda clase de cho mas sensible, con ocasion de las visitas de las
ultrages. Diré para edificación de mis lectores, santas iglesias de que hemos hablado y a . E s ver-
el modo como terminó esta tragedia. dad que muchos se edificaban al ver al pueblo
Yendo un dia Felipe 4 casa, se encontró con marchar en pos de Felipe á visitar aquellos tem-
los dos religiosos apóstatas, de que y a he hablado, plos; pero también lo es que otros murmuraban
y de los cuales, uno, como si estuviera poseido altamente de esta institución, y juzgaban que de-
del demonio, le dijo en su presencia las mas in- bia suprimirse. Pero ¿por qué motivo? se nos
sultantes palabras. Recibió todo esto el santo con preguntará. Porque engañados por una malicia,
tan admirable paciencia, que el otro religioso lle- que por desgracia es propia de hombre, suponían
gó á indignarse de la demasiada insolencia de su •en Felipe intenciones que estaban en verdad muy
compañero, hasta el grado de alzar la mano con- ejos de él, pues atribuían lo que puramente hacia
tra el que prodigaba aquellos denuestos á Felipe. á honra y gloria de Dios á un sentimiento de or-
Pero entonces éste le detuvo el brazo, y por me- gullo y arrogancia; y por lo tanto se les oía decir:
dio de la dulzura y suavidad de sus palabras lo- "¿No es una cosa indigna de verse, un hombre que
gró apaciguar su cólera. Sorprendido y admira- profesa humildad, recorriendo las calles como un
do de tan rara caridad, comenzó á amar al sier- triunfador, dándose en espectáculo á la ciudad
r o de Dios. A poco tiempo vino á pedirle per- entera?" Otros encontraban motivo para mur-
don, le tomó por su confesor; y por sus consejos, murar, en los gastos que otorgaba el almuerzo
volvió á su monasterio, á donde se condujo en lo campestre que daba al pueblo en tales ocasiones,
sucesivo como 'un fervoroso religioso. E l médico, y decían por burla, que el santo lo convidaba á
que era la causa de todo este mal, no tardó tam- comer bién. Otros mas políticos, parecían temer
bién en seguir este ejemplo. Entró un dia al cuar- que estas reuniones llegasen á causar sediciones,
t o de Felipe, en medio de una numerosa concur- y pretendían que la tranquilidad pública exigia
rencia, echóse á susipiés, y entre sollozos y gemi- su sacrificio. No ignoraba Felipe todos estos dis-
d o s le pidió perdón de las ofensas que le habia cursos; pero no hacia aprecio de ellos, porque
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sabia bien que no los dictaba otro que el espíritu son vuestros intereses mas bien que los suyos los
de tinieblas. que buscáis. Felipe, sin inmutarse, puso sus
Se propagaron, sin embargo, estos rumores y lle- ojos en un crucifijo que pendía de la pared, y le
garon hasta el vicario del soberano Pontífice, quien dijo: "Yo os pongo, Señor, por testigo de la ver-
mal instruido de la cosa mandó llamar á Felipe y dad de mis palabras. Vos sabéis que todo lo que
sin querer oírle, le dijo con uu aire muy enfada- hago, lo hago por vos." ¡Ah! sí, era así cierta-
do: "¿Cómo no os avergonzáis, cuando debíais mente, y por él también sincerabá su conducta,
estar muerto al mundo, de mendigar sus favores porque su divina gloria iba á menoscabarse por
y sus aplausos? porque no puede ser otro el moti- este mandato: si se hubiera entonces comprometi-
vo de que os manifestéis en público con tanta do solo su honor, no hubiera articulado una sola
pompa, y también quizá pretendeis con estas de- palabra en su defensa.
mostraciones de piedad, obtener algunas dignida- Luego que llegó á noticia de sus discípulos lo
des eclesiásticas. Imperdonable cosa es en un que pasaba, pues tuvo que prohibirles que le a-
hombre como vos esta vanagloria y esta ambición. compañasen á sus visitas, se afectaron muy dolo-
Os prohibo confesar por quince dias, y os mando rosamente: pero el santo les dijo: " T e n e d pacien-
que renunciéis á vuestras visitas bajo pena de pri- cia, y por ahora encomendad á Dios este negocio:
sión y destierro. Si quereis visitar las iglesias, la verdad triunfará y entonces se nos hará justi-
visitadlas vos solo, pues esto es mas conveniente cia." Viendo despues que les costaba gran tra-
á la piedad y á la modestia de un sacerdote." bajo el someterse á esta disposición, les habló con
Felipe respondió con un aire sereno y con una inal- energía sobre la obediencia debida á los superio-
terable calma, que atestiguaba muy bien la paz de res, y se despidió de ellos. Continuó solo desde
su espíritu: "Yo habia establecido estas procesio- entonces sus estaciones, seguido á su pesar desde
nes por solo la gloria de Dios, y así las sacrifico lejos por sus discípulos que no podían menos de
m u y gustoso á su santa voluntad. No permita el derramar lágrimas de dolor, y por otras muchas
Señor que desobedezca yo en manera alguna á personas que criticaban altamente una medida tan
mis superiores. Siempre he respetado su autori- injusta. Por lo demás, se limitó á poner en ma-
dad, y estoy dispuesto á obrar así hasta el último nos de Dios este negocio con la confianza que
momento de mi vida.—No, replicó el vicario; no acostumbraba; dijo muchas misas con esta inten-
es así, vos sois un hombre vano y ambicioso, para ción, y también hizo que las dijesen sus sacerdo-
quien la gloria de Dios no es mas que un pretesto: tes, y vamos á ver cual fué el resultado.
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medios humanos para defenderlos. "Mi concien-
A pocos dias se vió entrar al Oratorio una per-
cia está en paz, decía; encuentro en la oracion mi
sona desconocida, de un aspecto venerable, cubierta
consuelo y fortaleza, y esto me basta." También
de un pobre trage sacerdotal y ceñida con una
decia á sus amigos para calmar su irritación: "No
cuerda. Adelantóse hasta los discípulos del san-
sois vosotros sino yo, quien tiene la culpa de esta
to, que estaban todos presentes, y les elijo: "Me
borrasca. Nuestro Señor ha sido servido de dar-
envian unos religiosos, á quienes se les ha revela-
me una lección de paciencia y humildad. Luego
do la presente persecución de vuestro padre, para
que ella sea suficiente^ hará renacer la calma, y
que os diga que una plegaria de cuarenta horas lo
el bien, que hoy lamentamos, volverá á tomar su
remediará todo;" después inclinándose sobre la es-
curso." No podia tolerar se hablase mal del pre-
palda de Taurugio, le dijo al oído: " T e n e d con-
lado, cuyo proceder habia sido tan injusto. C u a n -
fianza y vereis como Dios os socorre. No está le-
do murió uno de sus discípulos se atrevió á decir.
jos el dia en que el Señor calmará la tempestad,
que este golpe imprevisto habia sido un castigo
hará sosegar las olas, y os conducirá al puerto que
del Cielo, y el santo le interrumpió diciéndole:
deseáis. Los mas de vuestros contrarios os serán
"Habíais mal." Por lo demás, se hizo cumplida
propicios; los que se os opongan, llevarán el me-
justicia á la pureza de sus intenciones y fué resta-
recido de su terquedad, y su ejemplo servirá de
blecido su honor del modo mas solemne. Des-
lección á los que quisieren imitarlos en el porvenir. '
pues de un interrogatorio, que le obligó á refutar
Respecto al prelado que ha tratado tan mal á vues-
iá calumnia, el P a p a Paulo IV le envió dos cirios
tro padre, morirá dentro de quince dias." No po-
dorados como una muestra de su benevolencia, le
día ser est$ desconocido mas que un ángel ó un
dió pleno poder para que continuase la obra que
profeta; porque todas sus predicciones se cumplie-
habia comenzado, y se encomendó á sus oracio-
ron á la letra, y las maquinaciones del demonio
nes. Llenáronse de alegría los hijos de Felipe, y
contra el bien, solo sirvieron, á su pesar, para dar-
el Oratorio resonó con sus himnos de acción de
le mayores aumentos, como lo diremos adelante.
gracias, siguiendo las procesiones mas numerosas
Todo fué evidentemente obra de Dios; tomando
que antes.
su magestad de su cuenta la causa de su siervo,
porque él le entregó enteramente el cuidado de su Sin embargo, aun quiso la Providencia sujetar
honor, resignándose en todo con su santa volun- á su siervo á una prueba mas fuerte. E n el año
tad. de 1570, unos hombres mal intencionados bajo un
aparente celo, denunciaron nuevamente la congre-
En efecto, nunca consintió que se empleaseis
- 8 0 -
-au-
gacion. Gobernaba entonces la Iglesia el papa
mente el Oratorio. El p a p a lo sabia, y aprove-
Pió V, y llevaron á él los calumniadores sus hipó-
chando la ocasion, le dijo: "Si hemos de dar cré-
critas lamentaciones. Debemos prevenir á "Vues-
dito á ciertas voces, los padres del Oratorio se
tra Santidad, le dijeron, que pasan cosas origina-
portan en sus conferencias de un modo muy im-
les en el Oratorio de S. Gerónimo. Esparcen allí
prudente: he oído decir que un padre refirió que
los predicadores una multitud de vaciedades, y ya
Santa ^polonia se suicidó (*), sin añadir que el
sea por ignorancia ó por temeridad, citan con gran
Espíritu Santo la había inspirado á obrar de esta
detrimento de la fé del pueblo, hechos maravillo-
manera, lo que ciertamente debió haber dicho."
sos que no están probados. Este santo pontífi-
E l embajador respondió que ignoraba el hecho y
ce, tan distinguido por su prudencia y solicitud
no había oído nunca mas que discursos prudentes.
por la pureza de la doctrina, no pudo menos que
Como habia distribución aquel dia en Santa María
alarmarse al oír esta acusación. Mandó llamar á
Minerva, se fué para allá luego que salió del pala-
dos religiosos dominicos, á quienes estimaba mu-
cio del pontífice. Al llegar se le acercó uno de
cho por su ciencia, y les dijo: "Deseo que asis-
los padres y le suplicó fuese á ver á su bienaven-
táis por algún tiempo á las distribuciones del Ora-
turado padre, que tenia un negocio urgente que
torio y que observeis atentamente cuanto allí se
tratar con él, y que á causa de estar malo de un
hace y se dice, á fin de que podáis darme de ello
pié, no podia salir. E n este momento subió T a -
una cuenta escrupulosa; porque se me ha denun-
rugi al pulpito, y el embajador quiso tener el gus-
ciado la doctrina de estos padres, y quiero saber
to de oírle, antes de pasar á San Gerónimo. P e -
lo cierto."
ro ¿cuál fué su sorpresa al oírle referir, sin seña-
Durante este tiempo murió el papa, y León XI lar á persona alguna, la conversación que acababa
le sucedió en el Sumo Pontificado. Tenia noticias de tener con el papa, y esplicar el hecho de Santa
este nuevo Pontífice de la acusación de que aca- Apolonia con las mismas palabras del Pontífice?
bamos de hablar, y de la comision que se había Acabado el discurso, corrió el embajador á ver á
dado á los padres de Santo Domingo, y deseaba Felipe, quien le dijo sonriéndose:" Ya veis como han
vivamente instruirse sobre este punto que no care-
cía de gravedad. Mientras le preocupaba este [*] Consta en la vida de esta Santa, que á la pre-
sencia de la hoguera destinada para su martirio, se
pensamiento, vino un dia á su audiencia el emba-
detuvo un instante, como quien vacila; pero en seguida,
jador del gran duque de Etruria. E r a este señor por un movimiento del Espíritu Santo, se arrojó á las
un hombre m u y piadoso y frecuentaba habitual- llamas en testimonio de su fé.
6

_ » A .<l*v í»
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ido á engañar al Santo Padre." Comprendió enton- sus discípulos vivían reunidos en San Juan Bau»
ces el embajador que el siervo de Dios habia sa- tista, y otros aquí y acullá; y aunque es cierto que
bido lo ocurrido por revelación, y comunicádose- todos le obedecían como á su director, no tenían
lo á su discípulo, de que resultó quedar el emba- respecto de él obligación ni dependencia alguna,.
jador mas convencido que nunca de la eminente' Los progresos siempre en aumento de sus piado-
santidad de Felipe. sos ejercicios, les sugirieron un pensamiento que á
Por este mismo tiempo los dos dominicos, que, nuestro santo no habia ocurrido: este fué el de
como hombres prudentes, quisieron examinar ma- reunirse en congregación de sacerdotes seglares,
duramente la enseñanza de los predicadores acu- en una casa común, bajo de una régla convenida,
sados, afirmaron al papa, que cuanto se decia y estando todos sujetos á un superior; juzgando, y
hacia en el Oratorio era tan edificante como irre- con razón, que solo esto podria dar estabilidad á
prensible. Satisfecho el pontífice con este pare- su precioso ministerio. Comunicaron su pensa-
cer, hizo desde entonces el mas grande aprecio de miento á nuestro santo, cuyo ascenso obtuvieron,
Felipe y los suyos, siendo una prueba de esto, el y se dedicaron desde luego á buscar una iglesia á
que habiendo nombrado legado suyo en Francia propósito. Entre las que podían obtener de la
al cardenal Alexandrino, le dió á Tarugi por Santa Sede, hubo dos que les parecieron muy
consejero, dignándose iniciar á este en todos los adaptables á sus intenciones, y que ambas estaban
secretos de aquella importante misión. Esta se- dedicadas á la Santísima Virgen. Estaban m u y
ñal de confianza no pudo ser mas favorable á los divididos los pareceres acerca de laque habian de
egercicios de San Gerónimo. Acudió á ellos una elegir, y resolvieron dejar la elección á Dios, re-
multitud de personas, entre las que se notaron mitiéndola á la voluntad de su vicario. E n con-
muy particularmente los religiosos de San Fran- secuencia, pidieron una audiencia al papa Grego-
cisco y Santo Domingo, cuyos principales docto- rio XIII, le manifestaron su proyecto, que su san-
res predicaban casi diariamente á invitación de tidad aprobó muy gustoso, y le suplicaron les die-
nuestro santo. se una de las dos iglesias que ellos juzgaban pro-
Hasta aquí no habia habido entre los celosos hi- pias para establecerse.
jos de Felipe mas que los vínculos de una amistosa La iglesia de Monticella, dijo el Pontífice, es
confianza y las relaciones de un mismo ministerio. muy grande, pero está situada en un barrio muy
Permanecía Felipe en San Gerónimo entre sacer- distante. L a de Valiicella es pequeña, pero se
dotes estraños á sus instituciones. Algunos de halla en el centro de la ciudad: elijo esta y os la,

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doy desde luego. Dió las gracias Felipe al San- iglesia. Efectivamente, luego que celebró, se fué
to Padre, formó el reglamento para su gobierno, y á l a Vallicella, y comenzó el arquitecto á medir la
tomó posesion de este pequeño templo que se lla- longitud del edificio. "¿Está bueno de este ta-
mó desde entonces la iglesia del Oratorio. Ocu- maño? preguntó á Felipe.—No ciertamente, res-
póse en seguida en componer una regla, que some- pondió; es nada esa longitud: triplicad la medida."
tió aljuicio del Sumo Pontífice, mereciendo la apro- Luego que se hizo así, añadió: "Así está bien;
bación de su santidad el 17 de las calendas sexti- esto es lo que Dios quiere." Acabadas de trazar
les del año de 1575 (16 de Julio): luego colocó en las líneas, se abrieron los cimientos del costado de
la casa á dos de sus nuevos Oratorianos, hombres la derecha y se descubrió un antiguo muro de mas
de talento y virtud, mientras podia establecer en de diez palmos de grueso, y de mas estension que
ella toda su congregación. Desde entonces fué la el edificio que iba á construirse. Entonces mandó
iglesia el objeto de su solicitud, y á la verdad, te- el arquitecto remover todo el terreno y encontró
nia buena necesidad de ella, pues se encontraba mas materiales que los que habia menester. Es-
en un estado de ruina bien deplorable. Sus sa- te fué un ausilio de la Providencia, porque la com-
cerdotes querian que se redificase completamente: pra, y sobre todo el transporte de las piedras,
Felipe abundaba en los mismos sentimientos; pero formaban unas de las mas gruesas partidas del
carecia de recursos. Sin embargo, muy pronto presupuesto. Alejandro de Medicis, Arzobispo en-
se echó en cara su poca confianza en la divina tonces de Florencia, y despues papa bajo el nom-
Providencia, y consintió en que se demoliese el bre de León XI, colocó la primera piedra el 17 d e
antiguo edificio, ordenando la construcción de una las calendas de Octubre del año de 1575 (15 d e
iglesia vasta y capaz para el objeto á'que se de- Septiembre).
dicaba.
No se levantó el edificio sin graves y numerosas
Luego que se descombró el terreno, el arqui- contradiciones. Irritados algunos vecinos al ver
tecto encargado de su fábrica, mandó avisar que este edificio quitaba la vista á sus casas, de-
una mañana á nuestro santo, que iba á tra- sataron sus lenguas contra los Oratorianos y les
zar los cimientos del nuevo edificio y á hacer hicieron todo el mal que pudieron, no faltando
abrir las zanjas. Q u e me aguarde, respon- quienes acometieran á. pedradas al P a d r e Luccix»
dió; voy á decir misa, é iré allá luego que que cuidaba de los operarios. Pero la protección
acabe. E r a su designio consultar con Dios del Cielo inutilizó estos atentados, castigándolos
las dimensiones que debia dar á esta nueva terriblemente; pues todos los que los cometieron
-87-
perdieron la vida en el corto espacio de dos años. • ¿tiándo y a no habría remedio. " P u e s bien, les
Este tiempo fué bastante para concluir esta gran- dijo el santo, haced lo que os parezca." Admira-
diosa obra, y el 3 de las nonas de Febrero de 1577 dos de una complacencia que tomaron por un con-
(-3 de Febrero), Domingo de septuagésima, cantó sentimiento, entraron en trato y cerraron el ajuste;
en él la misa con toda solemnidad el arzobispo de pero cuando hubo de hacerse la escritura de ven-
Florencia, siendo inmenso el concurso durante el ta, no quiso el escribano dar fe de ella, y por lo
dia, por haber concedido el p a p a una indulgencia tanto quedó suspenso el negocio. Desconcertado
plenaria á los que visitaran en él la nueva iglesia: el procurador, fué á dar esta triste noticia á Feli-
en el mes de Abril siguiente estableció allí Felipe pe. "Ya lo veis, le dijo el santo, este modo
sus diarios ejercicios espirituales. de adquisición no es del agrado de Dios; pero te-
Los frutos que ellos produjeron fueron cierta- ned confianza que no echaremos menos el monas-
mente copiosos, siendo una prueba de esta verdad terio." Ea eíécto, cinco meses despues lo com-
el gran número de jóvenes que pidió la entrada á pró el cardenal Césio, en unión de otras muchas
la congregación. L a casa era demasiado peque- casas adyacentes, y uno y otras las cedió á la con-
ña para recibirlos, y f u é preciso pensar en aumen- gregación.
tarla aprovechando la única ocasion que se pre- Púdose juzgar muy bien en esta grandé empresa,
sentaba. Cerca de ella habia un pequeño monas- la admirable confianza que tenia en Dios este hom-
terio de religiosas de Santa Clara, casi solo, y cu- bre singular. Necesitábase en efecto tenerla muy
yas monjas tenían orden de pasar á otro. Sabe- grande para emprender una obra tan vasta sin sa-
dores de esto algunos d e los padres, corrieron á ber de donde habían de adquirirse los fondos ne-
dar parte á su superior, aconsejándole comprase cesarios para llevarla al cabo Llegó á encon-
esta casa. Estaba y a Felipe m u y adeudado pol- trarse muchas veces muy embarazado; pero en lu-
los fuertes gastos de la construcción del templo, y gar de darle algún cuidado decia á su inquieto
no creyendo prudente seguir el consejo, les res- procurador: "Nosotros trabajamos para Dios; él
pondió que Dios proveería á aquella necesidad de sabrá honrar sus negocios: temámos únicamente
alguna otra manera. Los padres, mas tímidos . carecer de fé." Jamas se engañó en su esperan-
porque tenían menos fé, y por consiguiente mas za. Cuando necesitaba dinero, siempre le llega-
amigos de la prudencia humana, insistieron dicién- ba á tiempo oportuno, y en la cantidad que habia
dole que esta casa encontraría otro comprador y menester. ¿De dónde pues le venia? Muchos
que él se arrepentiría de no haberla comprado ••creyeron que se lo proporcionaba de un modo mi-
Iagroso, como aconteció en otras ocasiones, de que
-89-
grarse á Jesucristo, abrazando unos un órden, otro«
hablaremos adelante. "Admiro vuestra temeri-
otro, según se insinuaba la gracia en sus corazo-
dad, le decia un dia un sabio del siglo, en embar-
nes. Muchos entraron al Oratorio, en donde con
caros en semejantes gastos sin saber de donde po-
el tiempo llegaron á ser hombres de eminente vir-
dréis pagarlos.—Cuento de tal suerte con Dios,
tud. Otros continuaron viviendo en el mundo, sin
respondió el santo, que haria demoler este templo,'
que por esto pudiera decirse que pertenecían al
si fuera necesario, y haria otro mas magnifico.
mundo, á quien edificaban con su conducta ver-
¿Quién es aquel que despues de haber puesto su
daderamente ejemplar. No se tema que al hablar
•confianza en el Señor, ha sido confundido?" Con-
de los discípulos de Felipe, nos alejemos de nues-
fesó en otra ocasion, que la divina María le había
tro asunto principal, que es la historia de su vida;
prometido el buen écsito de su empresa.
no ciertamente, pues nadie ignora que la alabanza
y gloria del discípulo, cede en honra y loor del
RECTIFICACION. maestro.
El Papa León XI no fué quien inmediatamente su-
Bautista Salviati, pariente inmediato de los gran-
cedió á San Pió V, como equivocadamente se dice en
des duques de Florencia, descolló especialmente en
el original francés, y se halla en esta traducción, en la
pagina 80, párrafo 2. ° , sino Gregorio XIII. humildad. E r a esta su virtud favorita, y por lo
mismo cuidaba de ella muy particularmente: pa-
ra satisfacerla, visitaba todos los dias los hospita-
CAPITULO IX. les de Roma, en donde prestaba á los enfermo?,
Quienes fueron los principales discípulos del los mas humildes servicios. Esto dió motivo á
Santo. una anécdota m u y interesante. F u é una mañana-
ai hospital de la Consolacion, y encontró en él á
un enfermo, que en otro tiempo habia sido criado
íuyo: despues de haberle dirigido algunas palabras
0 de consuelo, le rogó que se levantase por algunos
momentos. " ¿ P a r a qué me he de levantar? res-
f U E tal la eficacia de los piadosos egerci- pondió este hombre que no podia saber sus desig-
cios que estableció nuestro santo, que los nios de caridad.—Para que te componga la cama,,
jóvenes mas distinguidos de Roma, se respondió Salviati." Creyó entonces el enfermo*
movieron á renunciar el siglo por consa- que se burlaba de él, y le contestó de m a l humor*
Iagroso, como aconteció en otras ocasiones, de que
-89-
grarse á Jesucristo, abrazando unos un órden, otro«
hablaremos adelante. "Admiro vuestra temeri-
otro, según se insinuaba la gracia en sus corazo-
dad, le decia un dia un sabio del siglo, en embar-
nes. Muchos entraron al Oratorio, en donde con
caros en semejantes gastos sin saber de donde po-
el tiempo llegaron á ser hombres de eminente vir-
dréis pagarlos.—Cuento de tal suerte con Dios,
tud. Otros continuaron viviendo en el mundo, sin
respondió el santo, que haria demoler este templo,'
que por esto pudiera decirse que pertenecían al
si fuera necesario, y haria otro mas magnifico.
mundo, á quien edificaban con su conducta ver-
¿Quién es aquel que despues de haber puesto su
daderamente ejemplar. No se tema que al hablar
•confianza en el Señor, ha sido confundido?" Con-
de los discípulos de Felipe, nos alejemos de nues-
fesó en otra ocasion, que la divina María le había
tro asunto principal, que es la historia de su vida;
prometido el buen écsito de su empresa.
no ciertamente, pues nadie ignora que la alabanza
y gloria del discípulo, cede en honra y loor del
RECTIFICACION. maestro.
El Papa León XI no fué quien inmediatamente su-
Bautista Salviati, pariente inmediato de los gran-
cedió á San Pió V, como equivocadamente se dice en
des duques de Florencia, descolló especialmente en
el original francés, y se halla en esta traducción, en la
pagina 80, párrafo 2. ° , sino Gregorio XIII. humildad. E r a esta su virtud favorita, y por lo
mismo cuidaba de ella muy particularmente: pa-
ra satisfacerla, visitaba todos los dias los hospita-
CAPITULO IX. les de Roma, en donde prestaba á los enfermo?,
Quienes fueron los principales discípulos del los mas humildes servicios. Esto dió motivo á
Santo. una anécdota m u y interesante. F u é una mañana-
ai hospital de la Consolacion, y encontró en él á
un enfermo, que en otro tiempo habia sido criado
íuyo: despues de haberle dirigido algunas palabras
0 de consuelo, le rogó que se levantase por algunos
momentos. " ¿ P a r a qué me he de levantar? res-
f U E tal la eficacia de los piadosos egerci- pondió este hombre que no podía saber sus desig-
cios que estableció nuestro santo, que los nios de caridad.—Para que te componga la cama,,
jóvenes mas distinguidos de Roma, se respondió Salviati." Creyó entonces el enfermo*
movieron á renunciar el siglo por consa- que se burlaba de él, y le contestó de m a l humor*
- 0 0 -
"Un hospital no es un lugar de burlas; dejadme habia entrado primero en el camino de la per-
en paz os ruego, y no insultéis mi miseria.—No fección, contribuyendo no poco á hacerlo entrar
me burlo de tí, amigo mió, le dijo el santo joven; igualmente, se encerró en un monasterio, donde
en verdad quiero hacerte tu cama; no me niegues acabó santamente su carrera.
esta satisfacción." Aun se resistió todavía por Francisco María Tarugi Politiano, pariente dé
muy largo rato el enfermo; pero al fin triunfó la los papas Julio III y Marcelo II, muy notable pol-
humildad de Salviati. la vivacidad de su génio y la amabilidad de su
Habia adquirido en sus relaciones con el santo, carácter, pero muy estraño á la perfección, como
tal desprecio hácia las cosas del mundo, que sin lo son ordinariamente los mas jóvenes, quiso ga-
consideración ninguna á su estado, andaba siem- nar el jubileo concedido por Paulo IV, y se fué á
pre solo, vestido como un plebeyo, cuando en otro confesar con Felipe, quien despues de h a b e r b ab-
tiempo salia siempre magníficamente vestido y suelto, lo llevó á su cuarto en donde conversaron
acompañado de muchos criados. Y no era esto un gran rato; en seguida le rogó el santo hiciese con
debido á que asi se lo aconsejase su director, pues él una hora de oracion. Tarugi no tenia uso
este quería que conservase el decoro y dignidad alguno en este piadoso egercicio; mas á pesar de
de su estado y condicion; sino que el joven seguía todo, halló en él tanta dulzura, que esta hora le
en esto el instinto de su profunda humildad. L a pareció un momento. Volvió otro dia á ver al
perfección á que llegó en esta virtud, manifiesta santo, y permitió Dios que le encontrase en el aire
bastantemente el grado en que poseyó las otras. arrobado en éxtasis. Este espectáculo, de que no
Puede decirse que era ya un fruto maduro pa- habia tenido idea hasta entonces, le hizo tal im-
r a el cielo; y por lo mismo no tardó el Señor en presión, que se resolvió á dejar el mundo, y á en-
llamarle para sí. Cayó enfermo, y cuando se le trar á la congregación del Oratorio. Por consi-
advirtió que se acercaba su ultima hora, en lugar guiente no tardó en volver y descubrió á Felipe
de lamentarse, manifestó su contento por estas pa- su designio, manifestándole al mismo tiempo los
labras del Profeta: «Laetatus sum in his quae dic- formales obstáculos que hacian creer irrealizable su
ta sunt mihi, in domum Domini ibimus" (Ps. 121.1.). proyecto. "No lo creáis, le dijo el santo; dentro
E n seguida se entregó al cuidado de su padre de un mes y a no tendreis tales impedimentos."
Felipe, en cuyos brazos exhaló el último aliento. Des- Cumplióse la predicción al pié de la letra: quiso
pues de su muerte, Portia de Massimi, su esposa, entonces Tarugi hacer una confesion general,
<que dirigida por el mismo maestro que Salviati despues de la cual cortó todas sus relaciones con
- 0 2 -
el mundo, y vino a filiarse entre los hijos de aquel dro, en el conclave que siguió á la muerte de Cle-
que supo conquistar toda su confianza. mente XIII. Agobiado de años y mas aún de
F u é tan grande su fervor desde entonces, que méritos, hizo dimisión de todas sus dignidades, y
su maestro tuvo que contenerlo, en lugar de im- se retiró á su amada casa del Oratorio, en donde
pulsarlo. Este ardoroso fervor en nada peijudi- murió dos meses despues.
caba á la paz de su alma; porque según confesó Constancio Tassoni, sobrino del cardenal Ber-
hacia el fin de su vida, cincuenta años despues tani, era un joven muy apreciado en la corte d e
de su conversion, n a d a habia podido turbar su Roma, le sonreía por todas partes un lisongero
tranquilidad interior: de aquí es que llegó á ser porvenir, y parecía imposible pudiera desprender-
un hombre d e grande oracion, hasta el grado de se de tantos atractivos. Sin embargo, supo Feli-
obtener el don de lágrimas. Hablaba con tan pe ganar su confianza, le desengañó poco á poco
irresistible unción y gracia, que los mejores orado- de lo que es el mundo, é hizo de él un hombre es-
res le tomaban por modelo, y el célebre Baroniole piritual. No tardó desde luego en solicitar su en-
apellidaba con el título d e orador apostólico. El trada al Oratorio, en donde fué promovido á la
papa San P i ó V, admirado de su mérito, lo obligó dignidad sacerdotal. Desde entonces dió prue-
á ascender al sacerdocio, á pesar de la resistencia bas de tanta virtud, que San Carlos Borromeo le
de su humildad, y le nombró consejero del carde- honró con su familiaridad; pero plugo á Dios qui-
nal Alexandrine en su legación de Francia, Por- tarle prontamente de este mundo, como lo dire-
tugal y E s p a ñ a , de que resultó la alianza de estos mos en seguida.
príncipes contra los Turcos. Mas tarde el papa Juan Bautista Modio, médico tan piadoso como
Clemente X I H , inspirado por el Espíritu Sanio, hábil, fué también uno de los primeros discípulos
como lo dijo él mismo, le hizo arzobispo de Avig- de nuestro santo. Atacóle una enfermedad mor-
non, no obstante las muchas escusas de su mo- tal que le condujo á las puertas del sepulcro, y su
destia Su conducta manifestó en efecto que sabio director le puso en disposición de hacer á
era el hombre á quien Dios habia escojido; por- Dios, con toda su voluntad, el sacrificio de su vida.
que se opuso como un muro de bronce al torren- En seguida fué Felipe á una iglesia inmediata á
te impetuoso d e la heregía, y gobernó su diócesis pedir la conservación de su ecsistencia. Una cu-
como un verdadero apóstol. F u é en seguida ele- ración repentina fué el efecto de su oracion, y re-
vado á la p ú r p u r a cardenalicia, y merced á su conocido Modio á. este beneficio que el Señor le
resistencia no adornó su frente la tiara de San P e - dispensó, se entregó á su magestad con mayor
fervor, y avanzó tanto en la perfección, que llegó
wrtudes. Aunque demasiado pobre, aprovecha-
a ser un hombre completamente espiritual, d o t a -
b a lo necesario del fruto de su trabajo para sí, y
do también del don de la palabra, por lo que F e -
el resto lo distribuía entre los menesterosos. E r a
lipe puso á su cargo referir las-vidas de los san-
la muerte el asunto d e sus ordinarias meditacio-
tos en las asambleas públicas, cuyo ministerio-
nes, y trataba c a d a día de vivir d e tal manera,
desempeñó toda su vida, con g r a n satisfacción de
como si en él hubiera de morir. Sin embargo, esta
sus oyentes. T u v o por sucesor, en esta función-
disposición d e su espíritu no le entristecía; sino
edificante, á F u c c i o Tiphernati, otro médico no-
por el contrario, llevaba pintada en sus facciones
menos afamado, que se comprometió á s e ^ i r á
la alegría que inundaba su corazon. L a obedien-
nuestro santo, cuando quiso emprender su viaje á
cia tenia p a r a él un gran atractivo y aprovechaba,
las Indias. Nunca acabaría yo si me propusiera
con un verdadero placer, toda ocasion que se le
m e n c i o n a r á todos los hombres distinguidos de
presentaba de practicarla. P a r a tener m a s liber-
R o m a e Italia, que este hábil maestro supo con-
tad de ocuparse-de Dios, vivia solo en una casa y
ducir a la mas encumbrada perfección.
daba á la oracion un tiempo considerable. P o r
Y no se crea que por atender á las gentes prin- este medio llegó á un grado muy eminente d e vir-
ipales se 0 vidó d e las del bajo puebfo; p r J b á n - tud que le valió muy grandes favores del cielo,
io, entre otros los ejemplos siguientes. Un tal hasta llegar el caso d e verle un dia rodeado d e
Estevan, natural d e Rimini, despues de haber si- resplandores á tiempo que oraba en la iglesia
do por mucho tiempo soldado, y soldado m u y vi- de la Santísima Trinidad. Al cabo d e 2-3 años
d e una vida tan santa, llegó á la e d a d d e - l o s
eneí'ofie- 0 S * ™ * ' ^ 6 0 d n d e 86
°
achaques, por lo que algunos de sus amigos le a-
en el oficio d e zapatero. Un dia iba con la multi-
tud al Oratorio de San Gerónimo, é i b a casi atrás consejaron que no continuase viviendo solo, no
de concurso manifestándose m u y atento á cuanto fuera á sorprenderle la muerte. " Y a lo tengo
se hacia y decía. Felipe, sin conocerle, le tomó previsto, les contestó m u y tranquilo. María es m i
de la mano y le hizo pasar mas adelante. Des- madre, y conozco demasiado su misericordia p a r a
pués de la plática le fué á buscar, y supo manejar temer que me abandone en ese trance." No fué
tan bien su corazon, que hizo de él un hombre vana su confianza. Atacado una noche d e un ac-
nuevo. Dedicado desde entonces á estos ejerci- cidente, cuyas consecuencias previo inmediata-
dos de piedad r o m p i . b s lazog ^ J
mente, pudo ir á avisar á uno d e sus vecinos del
tambres, sustituyéndolas con las mas e d i f i c a n t e . peligro que le amenazaba. Corrió este en busca,

*"Y . .i *- A .«rv 5»
- s e -
d e un sacerdote que le administró los últimos sa-
-97-
ráos como unos siervos inútiles (Luc. XVII, 10)."
cramentos, y entregó á Dios su hermosa alma, lle-
Estos hombres han sido los mayores santos; ellos
na de virtudes y rica de esperanza.
convirtieron el mundo; sufrieron cuanto se puede
Francisco Ferraris, otro discípulo de nuestro
sufrir; y sin embargo debian reputarse como sier-
santo, era un hombre m u y sencillo y de una pu-
vos inútiles. Pues bien, ¿quién soy yo, me esta-
reza admirable, que le mereció del cielo esquisi-
ba diciendo á mí mismo; yo que no he hecho bien
tos favores. Le fué dado algunas veces oir la
alguno, ni he sufrido nada por Jesucristo? Esta es,
dulce armonía de los conciertos angélicos: dis-
pues, la causa de mi llanto y dolor."
tinguía el mal estado de las conciencias, por cier-
Otra vez le sorprendió el mismo Tarugi en
to mal olor que llegaba á percibir, y poseía en al-
oracion, y notó que retrocedía de rodillas, como
to grado el don de lágrimas. Ansioso de sufri-
un hombre á quien espanta alguna cosa. L a cu-
mientos, nunca le parecía padecer lo bastante: en
riosidad le movió á preguntarle la causa, y reci-
medio de los tormentos de una cruel enfermedad,
bió esta respuesta. "Contemplo en espíritu la
pidió á Dios se los aumentase, y ésta súplica le va-
grandeza de Dios, y mientras mas la considero
lió su instantánea curación. No podía ser mayor
mas me agobia; por eso retrocedo espiritual y cor-
su caridad para con los pecadores. Se encontró
poralmente."....Deténgome aquí ya, 110 porque ha-
un dia con un judío, y fué tal la lástima que le
lla agotado la materia, sino por no exceder los lí-
dió, que durante tres años no cesó de pedir á Dios
mites de una justa licencia.
abriese los ojos de aquel miserable ciego. Una
caridad tan constante no podía dejar de conseguir
lo que pedia. E n una de sus visitas al Vaticano
volvió á encontrar á su judío á tiempo que le con-
ducían solemnemente á la fuente bautismal, lo que
le arrancó abundantes lágrimas de consuelo. Otro
d.a le encontró T a r u g i bañado en llanto y no
pudo menos que preguntarle la causa. "Estoy
meditando le respondió, en aquel consejo de nues-
tro Salvador á sus apóstoles, muy propio, á la
verdad, para mover cualquier corazon." "Así que
hayáis hecho todas estas cosas, les decía, conside-
dia dejar d e darles un excelente resultado. Lo-
graron interesar en su proyecto al cardenal Cesio,
y este habló sobre el particular al sumo Pontífice,
quien le encargó ordenase á Felipe se establecie-
CAPITULO X. se inmediatamente en Vallicella. E s t e mandato
terminó el negocio; porque el hombre d e Dios so-
A d m i t e Felipe el cargo d e gobernar su: bre la m a r c h a salió d e San Gerónimo y entró á
congregación. Vallicella en medio de sus hijos. Verificóse este
acontecimiento el mes d e Diciembre del año d e
1583, dia de la fiesta de S a n t a Cecilia.
L a obediencia triunfó de su humildad; pero su-
po consolar á ésta en su pena, y castigar santamente
á sus vencedores; hé aquí de qué manera. C u a n d o
se trató d e transportar sus pobres muebles d e una
U E G O que se estableció la congregación
casa á otra, los distribuyó uno á uno entre los pa-
en la nueva casa de Vallicella, el siervo-
dres, reservándose también uno para sí. E n seguida
t C J c p d e Dios continuó, como lo había he-
los puso en dos hileras y los condujo d e esta suerte,
^ = < 3 c h o hasta entonces, sirviéndola como
á medio dia, al través de las principales calles d e
un amigo y dirigiéndola con sus consejos; p e r o
la populosa R o m a , sirviendo de gran diversión á
sin agregarse á ella. Los ruegos é instancias de
los que los miraban. E s t a humillación era pre-
sus hijos no pudieron por m u c h o tiempo h a c e r va-
cisamente lo que b u s c a b a Felipe p a r a él y los su-
riar su determinación: tanto así r e p u g n a b a á su
yos; y ninguna otra cosa hubiera podido serle mas
humildad aparecer como su fundador, y recibir
agradable.' Al dejar su pobre cuarto no quiso
los honores d e este cargo. P o r otra parte le da-
abandonarlo p a r a siempre; conservó en su poder
ba mucha pena renunciar la cruz que le propor-
la llave d e él hasta el fin de su vida, é iba d e cuan-
cionaban, hacia y a tanto tiempo¡ los morado-
do en cuando á visitarlo. P o r lo demás, el cambio
res de la casa de San Gerónimo. Sin embargo
de lugar no alteró en n a d a sus prácticas espiritua-
viendo los Oratorianos la inutilidad d e sus esfuer-
les, y p a r a conservar mejor su recogimiento inte-
zos, y no pudiendo y a soportar la separación d e
rior, puso su habitación en las azoteas d e la casa,
su buen padre, ocurrieron á u n medio que no po-
allá, lejos del bullicio inevitable en un lugar t a n

r
—101—
concurrido, y daba á la contemplación todo el do, en oir las confesiones, y en esplicar la doctri-
tiempo de que podia disponer. na cristiana.
Sin embargo, como no era el único objeto de a- Cuando ya estuvo todo definitivamente arregla-
quellos padres, al querer tener á Felipe en su do, se dedicó el santo á formar sus obreros evan-
compañía, edificarse solamente con sus virtudes, gélicos. H e aquí desde luego cuales fueron sus
se reunieron, y de unánime consentimiento le eli- preceptos respecto á la predicación. "Cuidareis,
gieron por su superior. Este honor no pudo agra- les decia, de evitar los refinamientos de una vana
dar á un hombre como Felipe que mas quería obe- elocuencia, que consiste en la elección y disposi-
decer que mandar; pero tuvo que imponer silencio ción de las palabras. L a misión del predicador,
á su repugnancia y que inclinar la cerviz á un yu- no es lisongear el oído de los oyentes, sino ilustrar
go tan odioso á su humildad; aunque para que no sus entendimientos y mover sus corazones. E s -
quedase esta sin esperanza., el primer uso que hi- tudiareis vuestros discursos, no con el objeto de
zo de su autoridad, fué el disponer que este em- haceros estimar como sábios y eruditos, sino con
pleo solo habia de durar tres años. Los padres el de convertir las almas. Procurareis arrancar
no creyeron conveniente contradecirle, porque es- las lágrimas de vuestros oyentes y no sus aplau-
taban decididos á reelegirle luego que se cumplie- sos. Los medios con que lo conseguiréis son: ha-
se este tiempo, lo que hicieron en efecto; mas des- blar siempre en un estilo sencillo, fácil y fervoro-
pués se avergonzaron de esta condescendencia y so; pintar con vivos coloridos la fealdad del vicio
el mismo año le nombraron superior perpétuo. y la hermosura de la virtud 2 tomando algunos
Protestó Felipe contra esta determinación, y por ejemplos útiles é interesantes de las vidas de los
mucho tiempo no quiso acceder á ella; pero al fin santos." P a r a que llegasen á acostumbrarse á la
tuvo que resignarse á la inflexible voluntad de práctica de estas reglas, les hablaba de ellas con
sus hijos. Esta congregación, digámoslo de paso, frecuencia, asistía á sus discursos, á lo ménos en
no era ciertamente un órdén religioso; los que en- los primeros años, y les interrumpía la palabra
traban á ella no hacían votos, promesas, ni jura- cuando se separaban de sus prescripciones.
mentos, y por consiguiente eran libres para dejar-
Sabia muy bien que el orgullo siempre quiere
la sin gravámen de sus conciencias. Diéronse,
saber mas y mas, y por lo tanto no permitía á sus
pues, unas constituciones que sancionó de propia
discípulos que estudiasen cuanto querían, sino que
autoridad el p a p a Paulo V. Su ministerio con-
les señalaba una medida prudente, según aquella
sistía en dar los ejercicios de que y a hemos habla-
expresión del Espíritu Santo: Conviene saber so-
briamente: " O portel sapere ad sobrietatem." E r a m mucho ménos que ella se encargase de gober-
su grande objeto mantener y robustecer en ellos nar las que se formaban á su imitación. " P u e d e n
el espíritu interior; y de aquí es que les recomen- tomar nuestras reglas, decía, pero sin filiación con
daba mucho la oracion de por la mañana, no per- nosotros: que c a d a una se conduzca como le p a -
mitiéndoles faltar á ella por ningún pretesto, y ve- rezca." Esta medida no fué por entonces de la
laba también en la ejecución de los demás ejer- aprobación de algunos padres; pero mas adelante
cicios que ordenaba el instituto. Quería que sus echaron de ver cuán prudente era, y elevaron una
sacerdotes celebrasen diariamente, lo que por des- súplica al sumo Pontífice, para q u e la confirmase
gracia era muy raro en aquel tiempo, recomen- con su autoridad, lo que hizo su Santidad por un
dándoles fuesen mas bien ligeros que largos en la decreto irrevocable.
celebración del divino sacrificio, aunque siempre Constituida ya de esta suerte la congregación,
sin detrimento de las rubricas. Si alguno se de- la creyó su fundador una obra indestructible; sien-
jaba llevar de las dulzuras de su devocion, le re- do tal su convicción, que hubiera visto desertar á to-
prendía sèriamente y le m a n d a b a reprimir esas dos sus discípulos sin causarle la mas. mínima tur-
consolaciones importunas. E n la oracion les de- bación. " E s obra de Dios, decia, y ella ha de
cía, es donde puede uno entregarse con toda liber- permanecer, pues su conservación no depende d e
tad á los afectos del corazon; pero en la misa de- los hombres; ¿nó tiene dicho en su Evangelio que
ben guardarse consideraciones á los que la oyen. puede hacer de las piedras hijos de Abraham?"
Prevenia que los domingos y dias de fiesta, todos L a envidia y el temor nunca tuvieron entrada en
los confesores permaneciesen en la iglesia desde su corazon. Vino un dia un sugeto á decirle cuan-
el amanecer hasta el medio dia, para recibir á los do se hallaba rodeado de los padres, que algunos
penitentes que se acercasen al santo tribunal; pero religiosos habían establecido en la iglesia de su
en el resto de la semana solo dos de ellos estaban convento, unas distribuciones semejantes á las su-
encargados de este ministerio. yas. Los padres censuraron esta imitación, y
T a n sábia institución no podia dejar de producir, fueron de parecer que no debia permitirse. "¿Y
y produjo en efecto, abundantes y copiosos frutos. por qué no? replicó con presteza el siervo de Dios.
D e aquí es que otras muchas ciudades de Italia, ¡Ojalá y todos profetizaran!" Este mismo espíri-
se apresuraron á establecer casas semejantes; pe- tu de desinteres, hizo que en vez de aumentar, co-
ro el santo fundador no quiso por entonces permi- mo lo hubiera sido muy fácil, el número de sus
tir que su congregación se este'ndiese á otro lugar, •subditos, aconsejase á los hombres de capacidad
que le consultaban, que entrasen en diversos ór-
—105—
denes religiosos. duzca la turbación en la comunidad. Por lo de-
mas estoy firmemente resuelto á no permitir que
T a n hábil como prudente en el desempeño de
se relaje el nervio de la disciplina. Si perdono la
su cargo, supo concillarse todas las voluntades
primera falta contra la autoridad, seré inflecsible
y mantener entre sus discípulos tal unión, que
para con la segunda; y ó el culpable se castigará
uno mismo era el corazon y el alma de todos ellos.
así mismo pidiendo permiso para retirarse, ó bien
Sin embargo no le costó poco trabajo el conseguir-
yo le despediré."
lo. "Apenas puede creerse, decia algunas veces,
E s t e sábio superior velaba también con sumo
cuan difícil cosa sea gobernar á hombres libres.
cuidado sobre la buena administración de las co-
E l único medio de conseguirlo, es hacerles sentir
sas temporales, en el gasto y en la conservación
poco la autoridad y tratarlos suavemente." Así es
de los muebles y provisiones. "Somos, decia,
que mandaba poco y oraba mucho; y de esta suer-
usufructuarios y no propietarios; lo que nos sobra»
te conseguía cuanto quería. Sin embargo, era
despues de cubrir nuestras necesidades, pertene-
firme cuando se necesitaba, y aun severo en los
ce al tesoro de los pobres y es el patrimonio de
casos graves; pero no eran tanto las palabras co-
Jesucristo." P a r a dar mayor fuerza á sus amo-
mo la expresión de sus miradas, lo que corregía
nestaciones sobre el particular, citaba las autori-
á los delincuentes.
dades de Casiano, y de San Antonino de Florencia.
Demasiado prudente p a r a con la humana debi-
H e aquí en efecto lo que refiere el primero: " L a -
lidad, recomendaba no obstante á sus discípulos
vaba un dia un monge unas lentejas, y arrojó la
la obediencia sobre todas las demás virtudes. "Sin
agua, en la que aun se contenían tres granos. E -
ella, decia, no podrá mantenerse la congregación.
chó de ver su superior este descuido ó negligencia
Ella es el móvil de cuanto bien se hace en 'ella, y
y le penitenció públicamente por muchos dias."
el lazo que une á sus miembros. Es, pues, indis-
Respecto á San Antonino, arzobispo de Florencia,,
pensable espulsar de su ceno á cualquiera que rehu-
aderezaba por sí mismo las lámparas de su cate-
se obedecer ó que no obedezca sino por fuerza.
dral, con el objeto de economizar en favor de los
E s fácil, según me parece la observancia de a n a
pobres el salario que hubiera tenido que dar al en-
regía tan suave como la nuestra; mas si hay algu-
cargado de este trabajo. Uno de sus sacerdotes
no que no pueda someterse á ella ¿por qué ha de
que le vió en este ejercicio, le manifestó su desa-
permanecer entre nosotros, supuesto que nadie le
grado de encontrarle en aquella, ocupacion, y el san-
detiene? Vale mas que se valla, y no que intro-
to le dijo:- "Probadme que no pertenece á los pobre»
- m -
¿o que tenemos, y entonces os claré gusto." Podría mandatos: nada había por repugnante ó difícil que
« aun estenderme m a s sobre otros hechos relativos fuera, que no fuese emprendido y ejecutado en el
a l gobierno d e Felipe; mas lo haré con mayor o- momento, á l a mas ligera insinuación de su parte.
portunidad al hablar de sus virtudes. Esto hacia decir al cardenal Tarugi, que los fun-
dadores de órdenes monásticos, no tuvieron nun-
ca súbditos mas obedientes que los que tuvo Felipe
en sus Oratorianos, á pesar de no estar ligados con
voto alguno. " H e visto, decía, entre ellos, hombres
cuya obediencia rivalizaba con la de los antiguos
monges de Egipto. Si este grande hombre les
hubiera mandado andar sobre las aguas ó arro-
C A P I T U L O XI.
jarse á una hoguera encendida, estoy seguro que

lo hubieran hecho sin vacilar un momento; porque
Habilidad de Felipe en hacer practicar la tan íntima así era la persuasión que tenían de que
obediencia. Dios hablaba por su boca." E n apoyo de ésta
verdad, puedo citar algunos hechos.
Paseábase un dia el santo con algunos de los
suyos á la orilla de un pequeño lago, cuyas aguas
tenían bastante profundidad. Recayó la conver-
sación sobre la obediencia en las cosas difíciles,
y les dijo: "¿quién de vosotros está dispuesto á
arrojarse en ese lago, si yo se lo mando?"—"Yo,
O era debido ciertamente al deseo de con- padre mío," respondió uno de sus oyentes; y en
I tentar el amor propio, el gran cuidado que prueba de ello se lanzó á las aguas, donde hubie-
— P o n i a en
la pronta obediencia ra muerto sino le hubieran ayudado á salir de
j de sus subditos, sino antes bien' era el ellas sus hermanos.
Interes de ellos y el de la mayor gloria del Señor: Otra vez queriendo probar la obediencia de tres
y de aquí es que le dió su magestad un poder de sus discípulos, les mandó que se desnudasen
maravilloso sobre las voluntades agenas. En efec- hasta donde lo permitiese la estricta decencia, y
to, apenas podrá creerse la grande eficacia de sus que en tal estado saliesen á pasearse por las calles
- m -
¿o que tenemos, y entonces os claré gusto." Podría mandatos: nada habia por repugnante ó difícil que
« aun estenderme m a s sobre otros hechos relativos fuera, que no fuese emprendido y ejecutado en el
a l gobierno d e Felipe; mas lo haré con mayor o- momento, á l a mas ligera insinuación de su parte.
portunidad al hablar de sus virtudes. Esto hacia decir al cardenal Tarugi, que los fun-
dadores de órdenes monásticos, no tuvieron nun-
ca súbditos mas obedientes que los que tuvo Felipe
en sus Oratorianos, á pesar de no estar ligados con
voto alguno. " H e visto, decia, entre ellos, hombres
cuya obediencia rivalizaba con la de los antiguos
monges de Egipto. Si este grande hombre les
CAPITOL, © X I . hubiera mandado andar sobre las aguas ó arro-
jarse á una hoguera encendida, estoy seguro que

lo hubieran hecho sin vacilar un momento; porque
Habilidad de Felipe en hacer practicar la tan íntima así era la persuasión que tenían de que
obediencia. Dios hablaba por su boca." E n apoyo de ésta
verdad, puedo citar algunos hechos.
Paseábase un dia el santo con algunos de los
suyos á la orilla de un pequeño lago, cuyas aguas
tenian bastante profundidad. Recayó la conver-
sación sobre la obediencia en las cosas difíciles,
y les dijo: "¿quién de vosotros está dispuesto á
arrojarse en ese lago, si yo se lo mando?"—"Yo,
O era debido ciertamente al deseo de con- padre mió," respondió uno de sus oyentes; y en
I tentar el amor propio, el gran cuidado que prueba de ello se lanzó á las aguas, donde hubie-
— P o n i a en
la pronta obediencia ra muerto sino le hubieran ayudado á salir de
j de sus subditos, sino antes bien' era el ellas sus hermanos.
Interes de ellos y el de la mayor gloria del Señor: Otra vez queriendo probar la obediencia de tres
y de aquí es que le dió su magestad un poder de sus discípulos, les mandó que se desnudasen
maravilloso sobre las voluntades agenas. En efec- hasta donde lo permitiese la estricta decencia, y
to, apenas podrá creerse la grande eficacia de sus que en tal estado saliesen á pasearse por las calles
—108— ' -109-
mas públicas y frecuentadas. Corrieron al mo- se encontraba sano. Otras muchas personas lle-
mento á despojarse de sus vestidos, é iban y a á sa- garon á esperimentar que cuanto se hacia por dis-
lir, cuando les mandó revolver de los humbrales posición d e este santo hombre, tenia un feliz resul-
de la puerta. tado. H e aquí algunos ejemplos: Fabricio Mas-
P a s a n d o un dia por el coliseo, p a r a ir á San J u a n simi, señor d e Arsolo, tenia dos hijos que á un
d e Letran, encontró á un hombre tirado en el lodo y mismo tiempo cayeron enfermos d e peligro, y
próximo }*a á espirar. Movido de una tierna com- persuadido que el aire de R o m a tenia gran parte
pasión, dijo á uno de sus discípulos que le acom- en su enfermedad, quiso llevarlos á Arsolo distan-
p a ñ a b a , tornase á ese moribundo sobre sus espal- te algunas léguas d e la ciudad. Opusiéronse á
das y le llevase al hospital. E s t e obedeció al ello los médicos, diciendo que no podia hacerse co-
instante y le llevó m u y gustoso, á pesar de la lar- sa mejor p a r a violentar m a s su muerte. No sa-
ga distancia que tuvo que andar. biendo Fabricio que resolución tomar, fué á ver
T r a b a j a n d o Cesar Baronía sus Anales, había á Felipe, con uno de los médicos, y le pidió consejo.
contraído una debilidad de estómago tal, que no " P o d é i s , le dijo el santo, hacerlos llevar en lite-
le permitía tomar sino m u y pocos alimentos, y r a m a ñ a n a mismt) y acompañarlos; yo respondo
aun así le costaba gran trabajo digerirlos. F u é un de las consecuencias." Fabricio obedeció sin va-
dia despues d e comer á la c á m a r a del santo, y es- cilar, y apenas se pusieron en camino los enfer-
te puso en sus manos un limón y una pieza de mos, cuando se sintieron mejor, abandonando uno
pan demasiadamente grande, y le dijo: " C o m e d de ellos la litera y haciendo el resto del viaje á
esto al momento." Baronio lleno d e confianza en caballo sin incomodidad alguna.
la virtud d e la obediencia, hizo la señal de la cruz Unjóven hermano del cardenal C r e s c e n d o , acos-
y cumplió con lo qne se le m a n d a b a . No por es- tumbraba no hacer n a d a sin permiso de F e l i p e .
to dejó de cenar poco despues con los demás, y Quiso un dia pasearse á coche fuera de la ciudad
este alimento extraordinario, no solo no le hizo y fué á pedir licencia al santo y á recibir su b e n -
m a l alguno, sino que desde aquel dia no volvió y a dición. Al volver p a r a su casa tropezó el car-
á sentir su enfadosa incomodidad. E l mismo car- ruage y dió una fuerte sacudida que lo hizo
denal dió testimonio, despues de la muerte del volar f u e r a de él sobre un e m p e d r a d o desi-
santo, que muchas veces fué por orden suya á ser- gual, p a s á n d o l e por encima una d e las ruedas
vir á los enfermos de los hospitales, estando él Sus compañeros dieron un grito d e espanto
mismo acometido de fiebre, y que al salir d e allí creyendo encontrarle muerto. Mas ¡cuál fué su
—in-
admiración al verle levantarse sin ninguna herida! te acto de independencia, y f u é á acusarse de éí~
" N o os sorprendáis, les dijo, no le p u e d e ir mal al pidiendo continuar legítimamente. Viendo Feli-
que obedece al p a d r e F e l i p e . " p e que este fervor tenia un mal principio, respon-
Marco Antonio M a f f a e r a un h o m b r e q u e tenia dió á su solicitud con u n a formal negación. Insis-
s u m a dificultad p a r a p o d e r h a b l a r en público. tió el penitente de u n a m a n e r a tan insinuante,,
" N o h a y penitencia, decia d e s p u e s , q u e no hu- q u e el confesor creyó debia a c c e d e r y dejar á
biera y o preferido á este ministerio." Sin e m b a r - Dios el cuidado d e curarlo. " P u e s bien, le dijo,
go, quiso F e l i p e q u e hablase en el Oratorio; obe- no solamente os lo permito, sino que aun quiero
deció, y le f u é t a n bien, q u e d e s d e a q u e l dia ade- q u e os disciplinéis tal dia de la s e m a n a : no dejeis
lantó tanto en el egercicio de la p a l a b r a , q u e llegó d e o b e d e c e r m e . " — " C u i d a r é , respondió, d e no fal-
á a v e n t a j a r á sus c o m p a ñ e r o s . tar, porque á la v e r d a d , es bien poca cosa lo que m e
Mu}'' al revez acontecía á aquellos que preferían m a n d a i s . " Sin embargo, c u a n d o llegó el dia se-
su propio p a r e c e r al d e nuestro Santo. T a r u g i , ñalado, esperimentó una repugnancia invencible
discípulo suyo t a n obediente en todo lo demás, á hacer lo q u e se le m a n d a b a , y no p u d o obtener
cometió u n a vez la f a l t a siguiente* q u e le costó bien la obediencia, lo que en otras veces hacia con tan-
caro. to gusto por sola su voluntad.
E n un esceso d e fervor indiscreto, rogó á su san- Veamos ahora e l m o d o con que Felipe inculca-
to director llevase á bien se l e v a n t a s e á orar á b a esta h e r m o s a virtud con sus palabras y e j e m -
m e d i a noche. L a r e s p u e s t a f u é negativa. E n plos. A u n q u e es cierto que él no estaba ligado
vez de someterse el j o v e n i m p r u d e n t e sacrifican- por voto alguno, y que su e m p l e o le d a b a una
do su deseo, volvió otras v e c e s con la m i s m a pre- gran superioridad sobre los d e m á s , gustaba tanto
tencion y vino al c a b o á permitirse lo que el san- d e la obediencia, que no d e j a b a escapar ocasion
to le negaba. No se dilató el castigo, p o r q u e des- de practicarla. P o r lo mismo, si el portero venia
d e l a p r i m e r a n o c h e e s p e r i m e n t ó tal debilidad de á avisarle que le a g u a r d a b a alguno en el locutorio ,
cabeza, que le inutilizó p a r a la oracion por el e s - al momento d e j a b a lo que e s t a b a haciendo, y b a -
pacio de once m e s e s . jaba á d e s p a c h a r al q u e le solicitaba. No faltó
Otro, llevado r e p e n t i n a m e n t e d e l a m o r á las p e - quien le dijese la sorpresa que le c a u s a b a el verle
nitencias, comenzó á u s a r d e la disciplina diaria por esta c a u s a i n t e r r u m p i r su oracion, y contestó,
mente, sin ponerlo e n conocimiento de m direc- agradablemente, que la oracion cedía voluntaria-
tor. M u y presto, sin e m b a r g o , se echó en cara es- m e n t e á la obediencia. Dijo á otro que se a d m i -
- 1 1 2 -
r a b a d e v e r que, en semejantes casos, no reser- cion; pero también exige, que u u a vez electa es-
vase ni a u n el tiempo en que se p r e p a r a b a p a r a t a guía, no se a b a n d o n e sin graves razones. L a
celebrar. " P a r e c e q u e Dios así lo quiere, pues inconstancia tiene e n v e r d a d g r a n d e s inconvenien-
m e l l a m a á otra p a r t e . A d e m a s , un sacerdote de- tes; de los que p u e d e j u z g a r s e , por lo m u c h o q u e
b e vivir d e tal modo, que á cualquier hora esté dis- el demonio^trabaja en p r o c u r a r l a ; lo q u e no h a r í a
p u e s t o á o f r e c e r el santo sacrificio." ¿Estaba en- c i e r t a m e n t e s i n o sacase d e ella gran p r o v e c h o . "
fermo? no solo t o m a b a todas las medicinas que " L a obediencia, d e c í a también, e s el camino
los m é d i c o s le prescribían, sino que aun se abs- m a s corto p a r a llegar & la perfección, y se h a c e n
t e n í a d e la misa y del oficio divino, c u a n d o aque- santos mas p r o n t a m e n t e los que llevan una vida
llos l o j u z g a b a n conveniente; ni tampoco d u d a b a c o m ú n sujeta á la obediencia, que los que por su
sacrificar la oración, inmolando en las aras d e la propia voluntad, se ejercitan en g r a n d e s m a c e r a -
obediencia, lo que p a r a él era m a s caro en esta ciones. L a obediencia, a ñ a d í a p o r último, es un
vida- holocausto que se o f r e c e á Dios en el altar del co-
M a s e s preciso oírle hablar d e esta virtud, p a r a razon." Lleno d e estimación hacia tan alta vir-
saber h a s t a d o n d e la estimaba, y cuanto a p r e c i a - tud, no economizaba la p r á c t i c a d e ella á sus dis-
b a h a c e r l a g u s t a r á los demás. '-'Es un medio in- cípulos, y p a r a hacerlos obedientes e n las cosas
d i s p e n s a b l e , decía, p a r a p o d e r caminar en las sen- difíciles, los hacia e j e c u t a r minuciosas prescripcio-
d a s d e Dios, entregarse absolutamente en las m a - nes. H e aquí un ejemplo. I b a un día de su ca-
nos d e los superiores. Los que no le tienen, de- s a á Vallicella, con Francisco de Molania, noble
b e n b u s c a r un director p r u d e n t e y sabio, á quien romano q u e c a m i n a b a p o r la senda d é l a perfec-
han d e abrir su corazon como al mismo Dios, y ción: quizo experimentar su obediencia, y el Cie-
no d e b e n h a c e r n a d a sin su parecer. Cualquiera, lo le a y u d ó á ello, como lo vamos á ver. " Q u e r r í a -
a n a d i a , q u e viva en esta dependencia, v e r á acer- le dijo, tener aquí tal cosa q u e dejé en m i aposento,'
carse su última hora con s u m a paz, y no t e m e r á he aquí la llave; id á t r a e r m e l a . " obedeció el jo-
el juicio d e Dios. P e r o supuesto que es preciso ven; pero c u a n d o quiso abrir la p u e r t a la llave no
entregarse c o m p l e t a m e n t e al director ó confesor, p u d o franquear la c e r r a d u r a : p o r m a s diligencias
y en cierto m o d o poner en sus manos la propia al- que hizo, todas fuero» inútiles. Convencido d e
su impotencia, bajó la escalera p a r a volverse; m a s
m a , es necesario convenir en que es cosa difícil
le detuvo la vergüenza. "¿Cómo, se decía á sí
su elección. L a p r u d e n c i a quiere que e s t a no se
mismo, he de ir yo ahora á decirle .al padre, que
h a g a sino d e s p u é s d e una m u y m a d u r a delibera-

i-
é
— r o - —lid—
ño lie podido abrir una puerta que él abre todbs-- que habia hecho entrar al claustro, les decia: " E s
los dias? Algún modo h a de haber de abrirla, y, en-efecto, una cosa excelente trabajar en la salva-
es preciso que yo dé con él." Sube otra vez la ción de los prógimcs; pero solo cuando es de la
escalera y pénese á hacer nuevas diligencias; pe- aprobación de Dios; él no aprueba las obras de
ro por desgracia la llave,.que antes daba siquiera celo que los superiores nos mandan dejar. Pres-
una media vuelta, ahora no puede ni - aun mover- cindid de ellas con gusto, siempre que os las pro-
se. Fuéle preciso resolverse á ir á confesar su hiban, y cumplid con alegría las funciones que os
mala ventura. Ya á vuscai* á Felipe y le dice confien, aun cuando os parezcan de poca utilidad.
que 110 habia podido entrar á *u cuarto. "Sois Para agradar á Dios, no es nece'sario hacer gran-
un nécio, le replicó el Santo, volved y abrid." des cosas, sino hacer las que él quiere que haga-
Vuelve con docilidad, y abre sin trabajo alguno. mos; en el tiempo que lo quiere; y de la manera
E l joven no comprendió el miste rio;, mas luego que que lo quiere. Puede querer que una cosa se ha-
llegó á donde estaba Felipe, éste le dijo: "¿Veis ga, sin que seáis vosotros los que la hayais de ha-
lo que es obedecer sin replicar?" cer; que no se haga hoy sino de aquí un mes; que
Este sábio superior, quería que sus discípulos, no se haga de este modo, sino de aquel otro: y so-
dejasen cualquier ocupacion, que tuviesen entre lo la obediencia puede instruiros sobre todo esto.
manos, por entregarse á las prácticas comunes lue- No hay cosa que santifique mas á un religioso, que
go que sonaba la campana: ordenó que no se per- el someter su propia voluntad y su mismo enten-
mitiera á ninguno de los padres escojer la hora en. dimiento á la obediencia.
que había de celebrar, los ornamentos,, el altar; si-
no que todo esto dependiese de la voluntad del
sacristan, á la que c a d a uno habia de sujetarse.
Por último, para asegurar la perfección en esta
virtud, exigia que se le obedeciese pronta y cie-
gamente, sin exámen de ninguna clase. "¿A qué
fin, decia él, ponerse á razonar sobre las órdenes
de los superiores? N a d a es tan bueno ni tan per-
fecto, como lo que se nos m a n d a hacer, diga lo
que quiera nuestro propio juicio."
Cuando venían á visitarle los jóvenes religiosos

^ xn -
-ne-

mismo ardor; pero c u a n d o llegaba á "inflamarse,


apenas era dueño F e l i p e d e sí mismo. Entonces
era cuando e x c l a m a b a con el Apóstol "Chipio dis-
CAPITULO XII. solvi et esse cum Cliristo: deseo morir p a r a unirme
á Jesucristo." A u n a n d a n d o por las calles se le
escapaba el Cupio; pero avisado por su humildad,
Tierno amor á Dios d e Felipe. tenia que hacerse violencia p a r a no decirlo demás.
Ignacio Festino, religioso Dominico que habia
sido su discípulo, atestiguó haberlo visto muchas
veces casi f u e r a d e sentidos, en tal estado d e con-
solacion, que pudo m u y bien decir con el mismo
Apóstol: "Rebozo d e alegría: Superabundo gau-
dio," ó con San E f r e n : " D e t e n e d Señor las on-
A he dicho desde el principio de esta d a s impetuosas de vuestra gracia, y retiraos de mí,
historia, cuán ferviente era el amor porque no puedo soportar tal torrente de dulzura."
* C r ^ / ' 9 - ¡ q u e tenia Felipe á Dios desde sus Si entraba en algún templo, su amor se a b r a s a b a
primeros años; pero desde enton- d e tal manera, que tenia que apresurarse á huir,
ces este fervor fué adquiriendo nuevas creces, despues de una corta genufleccion, p a r a no d a r á
y dió lugar á hechos demasiado edificantes para los presentes el espectáculo de. un éxtasis. Llegó al
que puedan pasarse en silencio. Muchas veces estremo de no poder orar, sin ser arrebatado. A-
cuando oraba ó desempeñaba alguna función sa- penas se arrodillaba' y levantaba los ojos al cielo,
grada, se vieron saltar centellas de sus ojos y de, cuando se encontraba f u e r a d e sus sentidos, absor-
su rostro, signo indudable del incendio que le con- to en la inmensidad divina, en donde descubría
s u m í a interiormente; y de aquí es que se le veía las mas altas v e r d a d e s y gustaba d e inefables dul-
d e ordinario sumamente lánguido, teniendo que zuras. No era esto, sin embargo, lo que él busca-
echarse muchas veces sobre su lecho, á c a u s a de b a en la oracion. T o d o su deseo era a m a r á Dios
que sus fuerzas lo abandonaban. E s t e fuego di- por Dios, y se quejaba d e estas delicias celestia-
vino no se agitaba siempre en su. pecho con el les, las que hubiera querido no sentir.
Su amor hácia Jesucristo, en el adorable Sa-
cramento del Altar, era incomparable. Desde jó-
ven comulgaba diariamente, elevado al subdiaco- goque h a y a comulgado." E n efecto, se quedó dor-
nado, no podia tocar un cáliz sin estremecerle de mido poco despues de haber tomado este divino
alegría, no se hartaba de besarlo y de llenarle alimento; y á la mañana siguiente se encontró y a
de sus mas tiernas caricias. Ya sacerdote, no de- en estado de convalecencia. Otra noche le trajo
jó pasar un dia sin celebrar, á no ser que se lo im- Antonio Gallonio el adorable Sacramento, y mien-
pidiesen sus enfermedades. Siendo y a anciano, tras que pronunciaba, acaso con suma lentitud,
solicitó y obtuvo del Sumo Pontífice la gracia de las palabras preparatorias, no pudiendo contener-
tener al Santísimo Sacramento, en un gabinete se el santo enfermo, le dijo. "Antonio ¿.por qué
c u y a puerta comunicaba á su cuarto: luego que deteneis á mi Señor en vuestros dedos, en vez de
se le habia dado la com unión, se cubría el rostro apaciguar la hambre que me devora?" Profunda-
con un lienzo, para no distraerse con los objetos mente enternecido y deshecho en lágrimas Anto-
exteriores, y bebia á grandes tragos en la fuente nio, se apresuró á satisfacer su deseo.
infinita de las delicias celestiales. D e muy diversa manera sucedía cuando ofrecía
•el tremendo sacrificio, y no puede darse una idea
E n 1577, padeció una enfermedad tan grave,
-de lo fervoroso de su amor en tales ocasiones.
que los médicos llegaron á desesperar de su vida.
Así, pues, mientras que los demás sacerdotes, en
Recordó una noche á la hora en que las campanas
semejante caso, tienen tanto trabajo para conser-
llamaban á maitines en los monasterios, y ellas
varse atentos á lo que hacen; él por el contrario,
despertaron su deseo de la comunion, el que le
buscaba como distraerse, temeroso de un éxta-
obligó á decir á lo§ que le cuidaban: " T e n g o
sis que le impidiera concluir el santo sacrificio.
hambre de mi Dios, por vida vuestra traedmele."
-Sin embargo, por mas que hacia, el amor divino
Tarugi, que se hallaba allí, hi2o señal á los de-
acababa por triunfar de su resistencia. Porque
más que no le respondiesen. T e m i a que la abun-
ó bien perdia la voz y se veía obligado á detener-
dancia de sus lágrimas, y la vehemencia de su
se, ó bien experimentaba un estremecimiento im-
amor, le quitasen completamente el sueño, y que
petuoso que hacía temblar todo el altar; ó bien
la privación de éste, acabase con su vida y a tan
permanecía inmóvil y fuera de sentido: y en tales
débil y estenuada. Felipe adivinó su pensamien-
circunstancias era indispensable tirarle de' los pa-
to, y haciéndole acercar á su cama, le dijo: " E s
ramentos, para llamarle sobre sí y decirle en qué
tal el deseo que tengo d e recibir á nuestro Señor,
parte de la misa estaba á fin de que pudiese aca-
que sin satisfacerlo no m e será posible dormir;
bar. Por este motivo no le agradaba celebrar pú-
traedmele que yo os prometo tomar el sueño lúe-
-42CT—
blicamente; y cuando no podía dispensarse d e h a - contentaba su santa ansia, c h u p a n d o indefinida-
cerlo, t o m a b a un ayudante, iniciado en su secreto, mente las gotas que habían quedado pegadas en los
y le recomendaba que cuidase d e prestarle estos bordes del cáliz, el que oprimía tan fuertemente con
servicios. Los asistentes echaban m u y bien d e sus lábiosy aun con los dientes, que al cabo de cierto
ver estos accidentes singulares; pero este espectá- tiempo llegó á gastarlo considerablemente. Para
culo en vez d e servirles de incomodidad, los edifi- que no se le distrajese de feste santo deleite, y ocul-
c a b a hasta el punto d e moverlos á llorar. tar al mismo tiempo la alegría con que brillaba su
Ordinariamente en el ofertorio comenzaban, s* semblante, cuidaba de prevenir al que le a y u d a b a
p u e d o hablar d e esta manera, los arrebatos d e su no le llevase la ablución, hasta que él se la pidie-
amor. Entonces su corazon rebozaba d e alegría, se. Ordinariamente celebraba en el altar princi-
y se agitaban d e tal manera todos sus miembros, pal, p a r a que su distancia del pueblo impidiese
que le era indispensable tomar grandes precau- que este observase los extraordinarios efectos que
ciones, tanto p a r a no d e r r a m a r el vino al prepa- se obraban en él. Si se encontraba con alguno,
r a r el cáliz, como p a r a conservarlo en él durante al salir d e la iglesia, despues d e dar gracias, no le
el sacrificio. Sin embargo, no aconteció j á m a s ac- echaba d e ver, porque su espíritu estaba comple-
cidente alguno, lo que puede atribuirse á mila- tamente absorto en Dios; y no podia dejarse d e
gro, porque regularmente ponia mucho vino, y notar en la palidez d e su rostro y en lo embarazo-
su cáliz era m u y pequeño. Cuando elevaba la so de sus pasos, que le costaba sumo trabajo usar
s a g r a d a hostia para hacerla adorar del pueblo, se- de sus sentidos. Esto dió motivó á que solicitasen y
entiezaban sus brazos de tal modo, que le costaba obtuviesen los padres de su congregación, del pa-
g r a n trabajo bajarlos; motivo por el que hacia p a Gregorio XIV, que pudiese celebrar en una
este movimiento con grande celeridad. D e igual capilla contigua á su cuarto.
prontitud usaba al comulgar, p a r a librarse d e los Desde entonces pudo Felipe entregarse, y se
éxtasis, que sin esta precaución le eran inevitables. entregó en efecto, á los transportes de su amor; y
Resultaba d e aquí el inconveniente de abreviar la sus discípulos se apresuraron á. remover cuanto
visita d e Jesucristo en su alma; pero él procuraba pudiera servirle d e abstáculo. H e aquí lo que p a -
evitarlo, escogiendo las hostias mas gruesas que saba diariamente mientras decia misa. Luego
encontraba. que consumía, todos los circunstantes salían d e la
D e s p u e s d e tomar el precioso sángüis, olvidando, capilla; el ayudante encendía la l á m p a r a , apaga-
sus precauciones, ó no creyéndolas y a necesarias» ba las velas, p a r a que no. fuera á quemarse algu-
—123—
lia cosa, cerraba las persianas, la puerta de l a ca- amor. F u é necesario que Neri la tomase respe-
pilla y también la del cuarto que servia de entra- tuosamente, y la mantuviese con fuerza, hasta que
d a ; colgando en élla u n a tabla en que se leían es- pudo tomar la sagrada forma. Otra vez acercán-
tas palabras: ;¡SILENCIO; EL PADRE DICE ¡VIISAÜ Dos dose á comulgar una religiosa Ursulina, se escapó
horas despues, volvia á entrar al cuarto el ayudan- la hostia de los dedos del santo, y se mantuvo en
te y esperaba en él hasta que el repique de una cam- el aire á la vista de todos los espectadores.
panilla le anunciaba que y a el santo le llamaba; No parece ciertamente, sino que la Providencia
entónces abría las puertas, volvia á encender las permitía estos acontecimientos prodigiosos para
velas, y Felipe a c a b a b a sus ceremonias. Lo que mover á los sacerdotes á celebrar con frecuencia
p a s a b a entre Dios y él durante-estas largas horas, los sagrados misterios, lo que en aquella época
se ignora completamente. »Solo puede decirse qua hacian rara vez. Comprendía esto muy bien el
-al salir del altar, se le encontraba sumamente dé- siervo de Dios, pues no cesaba de exhortarlos á
bil, pálido, y tan sin fuerzas, que parecía y a que la diaria celebración. "¿Por qué, decia, se ha de
iba á espirar. abstener un sacerdote de decir misa? Será tal
Cuando daba la comunion á los fieles, se infla- vez por tener mas tiempo de dormir ó de pasear-
maba su fervor d e tal manera, que todos sus se. ¡Ah! así se prefieren los deleites de la tierra
miembros se estremecían. Esto lo observaron mu- á los deleites del cielo. Este sí que puede llamar-
chas personas, que despues dieron testimonio se el error de los errores. Fuera de Dios y lejos
d e ello. Ál comulgar un día de mano del santo, de Jesucristo, solo hay falsos placeres y consuelos
-a muger de un j u d í o recien convertido, lo mismo engañosos." D e aquí resultó que se hiciese mas
que élla, le vió en t a l agitación, que hacia saltar frecuente el uso de la sagrada comunion. Exigía
las sagradas formas del copon. Su rostro estaba de sus discípulos que comulgasen todos los Do-
mingos y dias festivos solemnes; y aun los excita-
sumamente encendido, mas poco despues se cu-
ba á hacerlo con mayor frecuencia, cuando su es-
brió de una palidez mortal. Un noble Florenti-
tado interior lo merecía; y este fué uno de los me-
no, vino un dia á oír su misa acompañado del ar-
dios mas poderosos que empleó para elevar á tan-
cediano del patriárca d e Alejandría; el Florentino
tas almas á una eminente perfección. Cuanto á
llamado Neri de Nigri, quiso tener el consuelo de
la confesion, se las ordenaba dos veces á la sema-
•comulgar de la p r o p i a mano del santo; y he aquí
na, y muchas ocasiones diariamente.
que ésta mano permaneció en el aire, privada de
¡iodo movimiento en fuerza de la acción del divino L a devocion al santo sacrificio de la misa y á la
s a g r a d a comunion, se h e r m a n a demasiado con el
misterio d e la cruz, p a r a que dejase de atraer á
ella á la a l m a con una fuerza irresistible; y he aquí
p o r q u e este santo h o m b r e no se c a n s a b a de medi-
t a r en la pasión y m u e r t e del Salvador. De CAPITULO XIII.
• aquí aquel v e h e m e n t e deseo d e d e r r a r m a r su
sangre p o r su Dios, y que su Magestad satisfizo Devocion d e Felipe p a r a con la Santísima
en cierto modo; p u e s t o d a s sus e n f e r m e d a d e s fue- Virgen y d e m á s Santos.
ron a c o m p a ñ a d a s d e un flujo de sangre, la que
vertía e n t a n t a a b u n d a n c i a , que creían los que le
a c o m p a ñ a b a n hubiese luego d e morir. Refiérese
d e S a n t a L u g a r d a , que p a d e c í a el mismo acci-
dente e x p e r i m e n t a n d o de tiempo en tiempo la ro-
t u r a d e una v e n a del pecho que le ocasionaba
u n a considerable p é r d i d a de sangre, que Jesucris-
f
E L I P E a m a b a d e m a s i a d o á Jesús, p a r a
to le dijo u n dia, que esta gracia la debia á su ar-
que dejase d e a m a r t a m b i é n á su a u g u s t a
diente deseo del martirio. P o d i a y o también ha-
\QMadre; h a b l a b a d e ella incesantemente y
b l a r aquí d é l a devocion de nuestro santo h a c i a el
/()la traía e n su corazon. "AmadaMaría,
dulcísimo nombre d e J e s ú s , que núnca pronuncia-
V j ^ d e c i a en sus sermones; élla es despues d e
ba sin d a r manifiestas señales de la alegría que
Dios, el objeto m a s digno d e a m o r ; confiad en élla,
i n u n d a b a su corazon, y podría también estender-
pues es la distribuidora d e todos los tesoros del cie-
m e sobre otras m u c h a s cosas, m u y propias en
lo." E m p l e a b a algunas veces toda la noche e n ha-
v e r d a d , p a r a atestiguar el ardor d e l fuego divino
blar con la Santísima V i r g e n ; y entonces agotabalos
q u e a b r a s a b a su alma; pero b a s t a y a lo dicho.
términos d e l a m a s afectuosa ternura, hasta llegar á
llamarla con el cariñoso n o m b r e d e m a m á , que dan
á sus m a d r e s los niños. Citémos algunos hechos
que nos proporciona su devocion, los que habla-
rán mejor que cuanto p u d i é r a m o s decir.

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i •
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s a g r a d a comunion, se h e r m a n a demasiado con el
misterio d e la cruz, p a r a que dejase de atraer á
ella á la a l m a con una fuerza irresistible; y he aquí
p o r q u e este santo h o m b r e no se c a n s a b a de medi-
t a r en la pasión y m u e r t e del Salvador. De CAPITULO XIII.
• aquí aquel v e h e m e n t e deseo d e d e r r a r m a r su
sangre p o r su Dios, y que su Magestad satisfizo Devocion d e Felipe p a r a con la Santísima
en cierto modo; p u e s t o d a s sus e n f e r m e d a d e s fue- Virgen y d e m á s Santos.
ron a c o m p a ñ a d a s d e un flujo de sangre, la que
vertía e n t a n t a a b u n d a n c i a , que creían los que le
a c o m p a ñ a b a n hubiese luego d e morir. Refiérese
d e S a n t a L u g a r d a , que p a d e c í a el mismo acci-
dente e x p e r i m e n t a n d o de tiempo en tiempo la ro-
t u r a d e una v e n a del pecho que le ocasionaba
u n a considerable p é r d i d a de sangre, que Jesucris-
f
E L I P E a m a b a d e m a s i a d o á Jesús, p a r a
to le dijo u n dia, que esta gracia la debia á su ar-
que dejase d e a m a r t a m b i é n á su a u g u s t a
diente deseo del martirio. P o d i a y o también ha-
\QMadre; h a b l a b a d e ella incesantemente y
b l a r aquí d é l a devocion de nuestro santo h a c i a el
/()la traía e n su corazon. "AmadaMaría,
dulcísimo nombre d e J e s ú s , que núnca pronuncia-
V j ^ d e c i a en sus sermones; élla es despues d e
ba sin d a r manifiestas señales de la alegría que
Dios, el objeto m a s digno d e a m o r ; confiad en élla,
i n u n d a b a su corazon, y podría también estender-
pues es la distribuidora d e todos los tesoros del cie-
m e sobre otras m u c h a s cosas, m u y propias en
lo." E m p l e a b a algunas veces toda la noche e n ha-
v e r d a d , p a r a atestiguar el ardor d e l fuego divino
blar con la Santísima V i r g e n ; y entonces agotabalos
q u e a b r a s a b a su alma; pero b a s t a y a lo dicho.
términos d e l a m a s afectuosa ternura, hasta llegar á
llamarla con el cariñoso n o m b r e d e m a m á , que dan
á sus m a d r e s los niños. Citémos algunos hechos
que nos proporciona su devocion, los que habla-
rán mejor que cuanto p u d i é r a m o s decir.

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— m -
En una enfermedad que padeció cuando vivía a » c e s a b a de colmarle de sus favores, 15 que p e n e -
en San Gerónimo, llegaron á ser los síntomas tan traba del mas vivo reconocimiento el corazon de
alarmantes, que temeroso el médico de una muer- Felipe; por lo mismo cuando se trató de decorar
te repentina, mandó que no se le dejase solo de las capillas de la iglesia que acababa de construir;,
diani de noche; y por consiguiente, sus discípulos quiso que las pinturas representasen los diversos
se repartieron entre sí el cuidado de velarlo. Vi- misterios de la redención, y que en cada uno d e
no una tarde Antonio L u c c i o para pasar allí la ellos hubiese una imagen de su augusta bienhe-
noche con nuestro santo, y creía no le seria posible chora. "Ella favorecerá, decia él, á todos los que
soportar el aire sofocante de aquella pieza tan es- la contemplen y la ruegen: lo sé por experiencia;
trecha; pero pronto se desvanecieron sus temores, siempre que oro delante de la que está en mi.
pues nunca pasó noche mas deliciosa, hasta el es- cuarto, escucha mis votos." D e aquí vino la cos-
• tremo que cuando sonó la alba, le pareció que eran tumbre de representar á l a divina María en todos los
las oraciones de la noche. P e r o no sin razón, pues cuadros consagrados á la gloria del Santf) P a d r e .
creyendo Felipe que e s t a b a solo, no paró toda la L a erección del nuevo templo, de que ya he h a -
noche de hablar familiarmente con la augustísima blado, se hizo notable por un aconteneimiento que
María. merece referirse. Cuando se demolía la antigua
Usaba frecuentemente de esta su invocación fa-* iglesia, Antonio Luccio, encargado del cuidado de
vorita. "Virgen María, Madre de Dios, rogad á la obra, hizo conservar el techo de una capilla de
Jesús por mí." "¡Oh Virgen y Madre! estas pa- la Santísima Virgen, en que se encontraba una
labras son cortas, decia, pero contienen la m a y o r imagen de la Señora, muy milagrosa, y venerada.
honra que puede darse á esta gran Reina, y no E l religioso respeto que tenia á aquella sagrada
pueden dejar de serle agradables." Con tal per- efigie, le determinó á aguardar á que se constru-
suasión, aconsejaba á s u s discípulos la repitiesen yese la nueva capilla, para trasladarla á ella s o -
sesenta y tres veces, e n forma de corona, lo que lemnemente? y así- lo hizo en efecto. Una tarde
hacia él mismo con tanto fervor, como confianza. daba Luccio á los operarios esta orden, y á la ma-
Muchos reconocieron p o r experiencia la eficacia ñana siguiente le mandó llamar Felipe, y le dijo.
de esta devocion, m u y especialmente en las ten- "Apresuraos á hacer demoler eae techo ruinoso
taciones de impureza; p o r cuyo motivo se hicieron que María detiene por milagro, solo por conser-
familiar esta santa práctica. var su imagen." F u é Luccio á dicho lugar, y vió
Movida María del tierno amor de su fiel siervo, en efecto, que las vigas que-formaban la a r m a d u r a
W

- 1 2 8 -
se habian y a despegado d e las paredes y estaban
al aire. Vieron esto también los operarios y pu- var consigo ninguna d e ellas, y así lo aconsejaba
blicaron á grandes voces el milagro. ' Luego que á sus discípulos. " L a costumbre, decía, espone
ge acabó el templo, quiso el santo que fuese dedi- á tratarlas con m u y poca reverencia; luego andan
cado á la Santísima Virgen, á fin d e vivir en cier- d e mano en mano, y acaban muchas veces por
ser profanadas." Mas no se oponía á que c a d a
to modo con élla bajo de un mismo techo, y tam-
uno las tuviese en su cuarto, con tal q u e estuvie-
bién, para hacerla a m a r m a s d e sus discípulos
ran encerradas en un relicario. E l mismo tenía
E s t e era uno d e sus mas ardientes deseos; por lo
dno, que despues d e su muerte pasó á manos del
cual les decía continuamente: " S e d devotos de
c a r d e n a l Baronio, y fué instrumento d e muchos
la Madre de Dios, hijos mios; a m a d mucho á
milagros. P e r o nunca probó mejor su religioso
María."
amor p a r a con los restos sagrados d e los amigos
_ S u ternura p a r a con esta augusta Madre, no le d e Dios, que en el celo con que los solicitó p a r a
hizo olvidar la devociou que debia también á los enriquecer su nueva iglesia, y en el pomposo apa-
santos. L o s honraba d e todo corazon, y los invo- rato con que hizo su traslación. H e aquí la re-
c a b a con fervor y confianza; leía continuamente lación de este ceremonial memorable, escrita por
sus vidas, y gustaba en estremo de referir algunos Baronio.
d e sus pasajes, ó d e oirlos contar á otros. E n los
" P o r complacer á nuestro bienaventurado pa-
últimos años d e su vida, se los hacia leer duran- dre, el p a p a Sixto V, quiso que el cardenal Cusa-
te m u c h a s horas c a d a día. Aunque es cierto que no, del título d e San Adrián, le diese 'los cuerpos
á todos tenia gran veneración; profesaba sin em- de San Pápias y San Mauro, que reposaban en su
bargo á algunos un particular afecto. D e este nú- iglesia. E l cardenal ejecutó esta orden, no solo
mero eran S a n t a María Magdalena; porque él ha- sin disgusto alguno, sino con-una v e r d a d e r a satis-
bía nacido la víspera d e su fiesta, y San Felipe facción, pues nos apreciaba ciertamente. Hizo
patrón suyo. E l dia en que la Iglesia honra á mas todavía; quiso secundar las intenciones d e
este santo, era p a r a él un dia de santa alegría, y nuestro bienaventurado padre, que quería que la
acostumbraba dar un pequeño festín á su comuni- traslación se hiciese con magnificencia, y él se hi-
d a d ; uso que sigñió en lo sucesivo c a d a uno de zo cargo de p a g a r todos los gastos. L a ceremo-
los padres del Oratorio. nia se verificó el 11 d e Febrero del a ñ o d e 1590
Tenia también una particular devocion á las con una pompa verdaderamente extraordinaria.
santas reliquias, aunque no era d e su agrado lle- Diez cardenales nos honraron con su presencia y

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a c o m p a ñ a r o n h a s t a n u e s t r a iglesia el precioso te-
m a n e r a sensible. L a v i n i a d e Rustici, esposa d e
soro con que se la enriquecía-. ¡Guán dichosos
F a b r i c i o Massimi, hizo u n a feliz experiencia d e
fuimos los oratorianos a l visitarnos aquellos noble«
este don comunicativo. Antes de entrar en rela-
mártires romanos, q u e se dignaron venir á fijar su
ciones con el santo, todo lo de él le d a b a motivo
domicilio en n u e s t r a propia casa! No podíamos
d e contradicción, y era-tanta la adversión q u e le
d e j a r d e contemplar, d e tocar, de b e s a r sus hue-
tenia, que no podia ni aun oir su n o m b r e sin g r a n d e
sos sagrados; y la disposición en que se hallaban
repugnancia. Fabricio que por el contrario, le
nuestros corazones d e irlos á ver c a d a rato, dé
profesaba u n a religiosa adhesión, se esforzaba en
rogarles con g r a n d e fervor, y de a m a r l o s con ter-
destruir las injustas prevenciones de su muger.
nura, nos hacia estar ciertos de su f u t u r a benevo-
D e s p u e s d e l a r g a s é inútiles tentativas, logró por
lencia.
último llevarla á h a c e r una visita al siervo de Dios.
" S i n e m b a r g o , e r a n a d a nuestra gozosa devo-
Esto f u é lo bastante. Quedó- tan a d m i r a d a de su
ción c o m p a r a d a con l a del bienaventurado padre.
a m a b l e virtud, que se puso b a j o d e su dirección,
Si le hubierais visto riéndose y lleno d e anima-
y aprovechó tanto con este hábil maestro, que en
ción, saltar d e alegría, arrojarse e n medio d e la
m u y poco tiempo f u é otra. Sustituyó la m o d e s t i a
m u c h e d u m b r e como u n h o m b r e delirante, ir y ve-
cristiana á la v a n i d a d ; el m u n d o perdió p a r a ella
nir á la iglesia, sin c a s i saber lo q u e hacia. La
todos sus atractivos; y a no se o c u p a b a sino d e
preciosa urna se depositó en un altar ricamente
buenas obras; se a c e r c a b a á los sacramentos tres
adornado, en medio d e la n a v e d e la iglesia, y
veces á l a s e m a n a , y se aplicó de tal suerte y con
permaneció allí e s p u e s t a por cuatro dias á la pú-
tan buen éxito á l a oracion, que no tardó en expe-
blica veneración, y d e s p u e s se colocó bajo del al-
rimentar algunos éxtasis. Pocos años d e s p u e s .
t a r principal e n d o n d e debia p e r m a n e c e r p a r a lo
plugo á Dios poner fin á su vida, y su santo di-
sucesivo."
rector supo por revelación q u e d i s f r u t a b a de la
E n t r e los dones q u e Dios.se dignó dispensar á gloria e t e r n a .
su siervo f u é uno, y e n el mas alto g r a d o cierta- Constancio de D r a g o d e Crescendi, asistía un
mente, el.de c o m u n i c a r á los d e m á s el íervor- de dia á la misa d e Felipe con un criado suyo llama-
su a l m a . Los que ocurrían á él, aun c u a n d o fue- do Eugenio; y repentiñamente sintió abrasarse su
sen de hielo, sentian m u y pronto encenderse en corazon, y experimentó tan viva compunción, que
sus corazones el divino fuego. Si por el contrario, no p u d o i m p e d i r que sus ojos d e r r a m a s e n abun-
dejaban de tratarlo, luego se resfriaban de una dantes lágrimas. A d m i r a d o d e u n a devocion que

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i •
no le era ordinaria, quiso saber si otsos también leche, porque sois t o d a v í a niños." C u a n d o se
participaban d e ella. Se volvió, pues, á su cria- sentaba en el tribunal d e la penitencia, su cora-
do, y le dijo: "¿Sientes alguna cosa extraordina- zon a b r a s a d o en c a r i d a d , c o m u n i c a b a su f u e g o á
r i a ? — T e n g o el corazon hechos pedazos le respon- los penitentes, quienes, especialmente al tiempo
dió," y en efecto las lágrimas corrían abundante- d e la absolución, se sentían p e n e t r a d o s d e u n a
m e n t e p o r sus mejillas. C u a n d o salieron del tem- compunsion consoladora y maravillosa.
plo se comunicaron m u t u a m e n t e sus ideas, y uno B a s t a b a recibir d e él a l g u n a demostración d e
y ptro se persuadieron firmemente que debian es- amistad, p a r a experimentar estas influencias d e
t a gracia al fervor del santo. devocion. " N o sé pbr qué, decia J u a n Anzina, no
Neri d e Nigri, noble Florentino d e quien y a he- podia y o entrar al cuarto d e este b u e n p a d r e , sin
mos h a b l a d o antes, padecia continuas distraccio- p o s e e r m e d e temor; porque y o lo a m a b a m u c h o y
nes en la oracion. P e r o ¿cúal f u é su sorpresa, le iba á v e r de m u y b u e n a voluntad. Sensible
c u a n d o asistiendo por la p r i m e r a vez á la misa él á m i temor, m e c o l m a b a d e caricias, y esto so-
d e l santo, vió que su espíritu entraba y permane- lo c a m b i a b a enteramente m i interior; entonces sen-
cía fácil y sosegadamente en la meditación? Por tía y o no se qué gracia celestial en m i corazon que .
entonces no dió con la c a u s a de esta m u d a n z a ; pe- me inflamaba en deseos de los bienes eternos. A l sa-
ro m a s t a r d e observó que la misa d e Felipe pro- lir d e su cuarto, m e iba á la iglesia, en d o n d e te-
ducía en él siempre el mismo efecto, y juzgando nia y o una oracion deliciosa." M a r c o Antonio
q u e era u n a emanación d e la virtud del santo, Mafia, habia hecho t a m b i é n igual experiencia, y
procuró e n lo sucesivo aprovechar las ocasiones he aquí como se esplicaba sobre el particular.
d e oiría. " A u n siendo y o un g r a n d e pecador, el m a s a b y e c t o
T o d o s los q u e oraban en su compañía, experi- y despreciable de los hombres, luego q u e conocí
m e n t a b a n tal alegría espiritual, que las horas les al buen p a d r e Felipe, le tuve por un santo. Atraí-
parecían instantes. Algunos afirmaron que hubie- do p o r el a m o r y la confianza, m e hice su discí-
r a n pasado con él, de b u e n a voluntad, los dias y pulo, é iba á verlo siempre que* mis ocupaciones
las noches. D o s de sus primeros discípulos que me lo permitían. L e elegí por m i confesor, y ex-
hicieron este d u l c e experimento, no pudieron mé- perimenté en su tribu nal los efectos d e la gracia,.,
nos que manifestarle su admiración: pero, él les como no los habia experimentado en los d e los
respondió: " y o no veo en esto m a s que u n a cosa d e m á s ; c u a n d o m e dirigía la palabra, y sobre to-
d e m a s i a d o sencilla: y es que nuestro Señor os d a do, c u a n d o m e absolvía, se derretía m i corazon
- m - —135—
d e amor, y d e r r a m a b a y o un torrente d e lágrimas. cion, no p u e d o dispensarme de decir de él algu-
¡Cuántas v e c e s m e llegué á sus piés con mi alma n a cosa, pues según el sagrado Evangelio, por los
a c o n g o j a d a y en un m a l e s t a r inexplicable! Pero frutos conocerémos el árbol. Seria difícil encon-
a p e n a s le d e s c u b r í a y o las tentaciones que m e t r a r un corazon tan tiernamente caritativo como
acongojaban, c u a n d o luego renacía e n m i espíritu el de este santo hombre. B a s t a b a p a r a hacerlo
la c a l m a y la serenidad. D e s d e q u e está en el llortr, referirle una desgracia pública ó particular;
cielo, s i e m p r e que imploro su favor sieuto su . pero t o d a v í a m u c h o mas-si se t r a t a b a de la m u e r -
p r e s e n c i a d e u n a m a n e r a q u e no p u e d o esplicar. te d e u n a alma. Entonces se le oía e s c l a m a r co-
Si digo misa con los ornamentos que usaba, lo que mo otro J e r e m í a s : "¡Quién diera a g u a á m i ca-
hago a l g u n a s veces, experimento u n a devocion b e z a y á mis ojos una fuente de lágrimas, p a r a
que m e d e r r i t e en lágrimas." H a y otros muchos llorar noche y dia las desgracias d e la hija de m i
testimonios sobre el particular q u e se hicieron ba- pueblo!" E n . l a información que se hizo d e s p u e s
j o d e j u r a m e n t o d e s p u e s d e la m u e r t e del santo: d e su m u e r t e , declaró como testigo el c a r d e n a l
p e r o b a s t a n y a los citados. F e d e r i c o Borromeo, q u e le habia visto m a s d e
u n a vez, llorar por los pecadores, con los gritos
y sollozos de un niño, á quien corrige su p a d r e .
Confesándose con él un dia un h o m b r e ó l e 'dis-
C A P I T U L O XIV. tinción, ocultó por vergüenza sus m a s graves p e -
r cados. I g n o r a b a , sin d u d a , que el santo tenia el
S u s l á g r i m a s y su espíritu d e Oración. don de profecía. M a s ¿cuál f u é su sorpresa al
oirle declarar todas sus torpezas? T u v o á lo m é -
nos la suficiente c o r d u r a p a r a confesar su crimi-
nal vergüenza; y entonces el confesor queriendo
preservarlo d e un orgullo tan peligroso, le pintó
vivamente las funestas consecuencias de un sacri-
I N e m b a r g o , d e que al presente estamo» legio; y c u a n d o y a le vió contrito, llevado d e u n a
M ^ t r a t a n d o d e las virtudes d e l bienaventurado tierna compasión, d e r r a m ó una a b u n d a n c i a d e
^ F e l i p e , y que he de hablar de sus done» lágrimas, que fué bastante p a r a a c a b a r de p e n e -
m a s a d e l a n t e ; como el de lágrimas e s uno trar el corazon de este hombre arrepentido. D e s -
d e los f r u t o s m a s r e c o m e n d a b l e s d e la devo- pues de h a b e r llorado largo rato uno y otro, le
- m - —135—
d e amor, y d e r r a m a b a y o un torrente d e lágrimas. cion, no p u e d o dispensarme de decir de él algu-
¡Cuántas v e c e s m e llegué á sus piés con mi alma n a cosa, pues según el sagrado Evangelio, por los
a c o n g o j a d a y en un m a l e s t a r inexplicable! Pero frutos conocerémos el árbol. Seria difícil encon-
a p e n a s le d e s c u b r í a y o las tentaciones que m e t r a r un corazon tan tiernamente caritativo como
acongojaban, c u a n d o luego r e n a c í a e n m i espíritu el de este santo hombre. B a s t a b a p a r a hacerlo
la c a l m a y la serenidad. D e s d e q u e está en el llortr, referirle una desgracia pública ó particular;
cielo, s i e m p r e que imploro su favor sieuto su . pero t o d a v í a m u c h o mas-si se t r a t a b a de la m u e r -
p r e s e n c i a d e u n a m a n e r a q u e no p u e d o esplicar. te d e u n a alma. Entonces se le oía e s c l a m a r co-
Si digo misa con los ornamentos que usaba, lo que mo otro J e r e m í a s : "¡Quién diera a g u a á m i ca-
hago a l g u n a s veces, experimento u n a devocion b e z a y á mis ojos una fuente de lágrimas, p a r a
que m e d e r r i t e en lágrimas." H a y otros muchos llorar noche y día las desgracias d e la hija de m i
testimonios sobre el particular q u e se hicieron ba- pueblo!" E n . l a información que se hizo d e s p u e s
j o d e j u r a m e n t o d e s p u e s d e la m u e r t e del santo: d e su m u e r t e , declaró como testigo el c a r d e n a l
p e r o b a s t a n y a los citados. F e d e r i c o Borromeo, q u e le habia visto m a s d e
u n a vez, llorar por los pecadores, con los gritos
y sollozos de un niño, á quien corrige su p a d r e .
Confesándose con él un día un h o m b r e ó l e 'dis-
C A P I T U L O XIV. tinción, ocultó por vergüenza sus m a s graves p e -
r cados. I g n o r a b a , sin d u d a , que el santo tenia el
S u s l á g r i m a s y su espíritu d e Oración. don de profecía. Míuj ¿cuál f u é su sorpresa al
oírle declarar todas sus torpezas? T u v o á lo m é -
nos la suficiente c o r d u r a p a r a confesar su crimi-
nal vergüenza; y entonces el confesor queriendo
preservarlo d e un orgullo tan peligroso, le pintó
vivamente las funestas consecuencias de un sacri-
I N e m b a r g o , d e que al presente estamos legio; y c u a n d o y a le vió contrito, llevado d e u n a
M ^ t r a t a n d o d e las virtudes d e l bienaventurado tierna compasión, d e r r a m ó una a b u n d a n c i a d e
^ F e l i p e , y que he de hablar de sus done» lágrimas, que fué bastante p a r a a c a b a r de p e n e -
m a s a d e l a n t e ; como el de lágrimas e s uno trar el corazon de este hombre arrepentido. D e s -
d e los f r u t o s m a s r e c o m e n d a b l e s d e la devo- pues de h a b e r llorado largo rato uno y otro, le
—136— -137—
m a n d ó Felipe que hiciese una confesion g e n e r a l ; pan; p e r o estimaba d e m a s i d o á este noble perso-
consintió en hacerla el penitente, y se aplazó dia naje, y sabia condescender con los deseos d e sus
p a r a ella. A l despedirse se abrazaron m u t u a - amigos. Aceptó, pues, el convite, advirtiendo que'
mente, y el santo,, cuyo corazon se hallaba s u m a - llevaría consigo á cuatro de sus discípulos. F u e -
m e n t e enternecido, se puso e n oracion p a r a p o d e r ron estos Marcelo Vitelleschi, C é s a r Baronio, F r a n -
llorar á solas cuanto h a b i a menester p a r a desao- cisco Bordini y T o m a s Bozzio. L u e g o q u e se
garse. Volvió el penitente el dia señalado, y el con- a c a b ó la comida, dijo el p a d r e á Patricio: " N o -
fésor le dijo al verles " ¡ C u á n t o m e a g r a d a hoy la sotros a c o s t u m b r a m o s en el Oratorio, mezclar con
s e r e n i d a d d e vuestro rostro! Confiad h e r m a n o m i ó ; la c o m i d a algún piadoso discurso, p a r a alimentar
venís con m u y felices disposiciones." Despues á un m i s m o tiempo, el a l m a y el cuerpo. P e r m i -
de la confesion, le rogó el penitente le obtuviese tidnos, Señor, que sigamos n u e s t r a c o s t u m b r e . "
del Señor, u n a m u y p r o f u n d a contrición. Dios Patricio respondió, que esto le seria agradable, y
escuchó esta súplica; p u e s el corazon d e a q u e l F e l i p e hizo señal á Bozzio p a r a que t o m a s e la
hombre, parecia hacerse pedazos, h a s t a el e s t r e - p a l a b r a . E s t e obedeció, y contó no se qué p a s a -
m o de llegarse á t e m e r q u e espirase. j e edificante. L u e g o que acabó su narración, a ñ a -
Si el bienaventurado p a d r e h a b l a b a d e las co- dió F e l i p e algunas reflexiones; p e r o m u y pronto
sas divinas, tenia que callar, ó que m u d a r de con- sus l á g r i m a s le cortaron la p a l a b r a y le impidie-
versación; porque la a f l u e n c i a de sus l á g r i m a s le - r ó n p a s a r adelante.
i m p e d i a el uso d e l discurso. D e aquí e s q u e acos- N u n c a j a m á s leía las vidas d e los santos, sin
t u m b r a b a mezclar en sus piadosas conversaciones e x p e r i m e n t a r igual enternecimiento. Entró un dia
y a u n en sus discursos públicos, algunas citas d e un obispo á su cuarto, c u a n d o él e s t a b a o c u p a d o
autores p a g a n o s . E s t a m e z c l a e s t r a v a g a n t e , no d e e s t a lectura, y encontrándole b a ñ a d o en llanto,
se a c o m o d a b a á su gusto ni á su p i e d a d , y solo le p r e g u n t ó c u á l era la causa d e su p e n a . No
la e m p l e a b a p a r a t e m p l a r algún tanto el a b r a s a - q u e r i e n d o F e l i p e confesar que su devocion p r o v o -
d o a r d o r d e su a l m a , á fin d e poder concluir su c a b a s u s lágrimas, supo salir del conpromiso di-
discurso. Un señor d e P a t r i e i, m a s distinguido c i e n d o al prelado: " ¡ A h Monseñor! he perdido á m i
a ú n p o r su virtud q u e p o r su nacimiento, le con- p a d r e y á mi madre,* j u z g a d si tengo razón p a r a
vidó un d i a á ir .á c o m e r con él á sus j a r d i n e s . llorar." E n otra circunstancia parecida á la p r e -
N a d a e r a ménos c o n f o r m e á las c o s t u m b r e s d e l sente respondió: "¿Cómo no he de llorar al vol-
santo, q u e no comia otra c o s a q u e un pedazo d e que este santo c u y a vida estoy leyendo, dejó e l
-139-
mundo y todo cuanto poseía, á fin de no vivir si- E l cardenal Ferrerio del título de los santos
no para Dios solo, al paso que yo no soy mas Vito y Modesto, convidó á Felipe y á los suyos
que un pobre secular á quien ningún voto separa á que fuesen á su iglesia á hacer la fiesta de es-
de las cosas de la tierra?" tos ilustres mártires. Concluida la ceremonia,
Pero n a d a le movia tan sensiblemente como la los llevó consigo á comer al convento de Santa
pasión del divino -Salvador. No podia meditar, Práxedis. Al levantarse la mesa, conociendo bien
leer ni aun hablar de ella, sin experimentar J a las costumbres del Oratorio, dijo al santo padre:
mas tierna y penetrante compasion. Se cubría "Vamos, padre mió, proponednos alguna cosa es-
% su rostro de una palidez mortal; sudaba, lloraba piritual, para que nos alegremos en el Señor."
Obedeció Felipe, y lo que propuso olió lugar á una
y sollozaba interminablemente.
conferencia tan alegre como edificante. Quiso
Cuando, en la semana Santa, tenia que leer la
despues volver á hablar sobre el mismo asunto
Pasión en el altar, hacia cuanto estaba.de su par-
para desenvolver su sentido; pero llevado de su
te, por pensar en otra cosa de lo que leía; pero
instinto á hablar del amor del Salvador, luego se
por mas que hacia no podia evitar que se apode-
enterneció su corazon, y c o m e n z a r ^ á correr sus
raran de él las lágrimas y sollozos. E n sus pre-
lágrimas, las que por mas que hizo, no pudo con-
dicaciones, su amor le traía incesantemente hácia
tener; hasta que por último, tuvo el cardenal que
Jesucristo; y su dolorosa Pasión se presentaba al
mudar de conversación.
instante á su memoria; entonces se enternecía su-
Encontrándose una vez en un estado enfermiso,
corazon, y sus lágrimas y sollozos le impedían
á causa de lo agotado de sus fuerzas, le presenta-
continuar. Por esta razón renunció al púlpito mu-
ron una taza de caldo de pollo, la que tomó en su»
chos años antes de su muerte; y él mismo lo ma-
manos; mas antes de llevarla á la boca, se estreme-
nifestó así varias veces. Pero si alguno le pre-
ció, y arrojando profundos gemidos, dijo con
guntaba porque no predicaba ya, se escusaba con
una voz dolorida. "¡Oh mi Jesús! ¡qué diferen-
su impotencia. No faltó quien opusiese á esta
cia entre vos y yo! vos clavado en un duro leño,
respuesta, lo bien que lo hacia en otro tiempo; pe-
y yo reclinado en un blando lecho; á vos os ofrecie-
ro él contestó: "Cuando el Oratorio aun no tenia
ron á beber hiél y vinagre, y á mí me dan regalos
hombres capaces d e desempeñar este ministerio,
y dulzuras; vos estabais rodeado de enemigos que
era preciso ciertamente que nuestro Señor me diese
os insultaban y escarnecían, y yo me veo circun-
la gracia de poder hablar; pero ¿puedo hoy contar
dado de amigos que me halagan y consuelan."
con este favor, cuando y a tenernos predicadores
,en abundancia?"
Y se puso á llorar de tal suerte, que no le fué posible servar la tendencia de los ejercicios que en ella
ya tomar aquel alimento, del cual tenia gran necesi- mandó practicar; y acordarse del nombre de Ora-
dad* torio que le dió. Echase de ver en todo esto, que
El canto del oficio divino y de los salmos le el qui§o formar una sociedad de hombres apostóli-
enternecia también hasta el estremo de empapar cos, entregados á la oracion y contemplación. So-
sus vestidos con sus lágrimas. Finalmente", en lo un hombre interior, un hombre de muy alta
sus últimos años, llegaron éstas á ser perpétuas oracion, era capaz de concebir una institución co-
para decirlo de una vez; y sin embargo, cosa ma- mo esta. Por lo demás estamos reducidos sobre
ravillosa, su vista nunca llegó á debilitarse; á la este particular á simples conjeturas, atestiguando
edad de ochenta años, veía lo mismo que en su muchos hechos su eminente espíritu de oracion.
mocedad. Su humildad tuvo mucho que mortifi- D e s d e su mas tierna infancia se dedicó á es-
carse por este don tan precioso y tan raro; y aunque te santo ejercicio, y el Señor le ayudó tan po-
es cierto que nuestro santo se juzgaba dichoso en derosamente, que pudo cumplir á la letra aquel
tenerlo; no obstante hubiera querido de buena ga- consejo evangélico: "Conviene siempre orar, y
na ocultarlo á^Jps ojos de los hombres. Por lo do- orar sin intermisión." A toda hora y en todo lu-
mas el sabia m u y bien disimularlo con sus santas gar se le encontraba ocupado en la contemplación
industrias. Este don de lágrimas, decia algunas de las cosas celestiales, y acontecia que muchas
vecés, no siempre es una señal del divino amor, y veces se elevaba su espíritu con mucha mas faci-
por consiguiente no prueba de ninguna manera lidad hácia los bienes eternos que el de los misera-
que los que le tienen sean santos. H a y naturale- bles mundanos, va en pos de las cosas de la tierra
zas lloronas, y se suelen encontrar mugeres perdi- Esto era para él Como una necesidad imperiosa *
das que se deshacen, en llanto cuando oyen hablar de que no podia sustraerse; y aunque se prestaba
de Dios. Creía de esta suerte hacerse pasar por graciosamente á las demás buenas obras; no obs-
un hombre vulgar; mas no hacia otra cosa que a- tante, guiado * de su ardiente caridad, se de
ñadir el mérito d e la humildad al honor que l e re- dicaba del todo á la oracion. Por lo mismo,
sultaba por esta gracia que el Cielo le habia dis- aunqué su habitación no se desocupase desde que
pensado. amanecía hasta que anochecía, á causa de los
Si no fuera tan conocida la vida d e nuestro san- muchos negocios que se le encomendaban, su re-
to, bastaría p a r a apreciar su espirítu de oracion, cogimiento interior no padecía alteración alguna:
estudiar las reglas que dió á su congregación; ob- muchas veces se le veía juntar las manos devota-
—142—
mente, ó elevar sus ojos hacia e l cielo, escapándosele cir: " Q u i e r o que s u c e d a tal cosa," y ella salia ;
ardorosos suspiros d e lo íntimo de su pecho, y te- en efecto según sus deseos. Sin embargo de q u e
niendo mucho trabajo en ocultar á los q u e le ro- era continua su unión con Dios, no d e j a b a por eso
d e a b a n los afectos de su corazón. C u a n d o ' a n d a - de tener algunas horas destinadas á la oracion. •
b a en la calle, iba t a n f u e r a d e sentidos, que tenia C u a n d o el tiempo era favorable, á no ser que la
necesidad d e un compañero para q u e le advirtiese c a r i d a d lo impidiese, no d e j a b a por m a ñ a n a y tar-
c u a n d o tenia que saludar á alguna persona q u e d e de s u b i r á la azotea d e la casa, p a r a gozar de
mereciese esta atención. D e s p u e s de comer, se la vista del cielo, y con .este hermoso espectáculo,
veían sus discípulos obligados á inventar mil in- contemplar en la grandeza de Dios d u r a n t e m u c h a s
dustrias, temerosos de que su aplicación espiri- horas. Si el portero venia á esta sazón á avisarle
tual no d a ñ a s e á su salud. E l mismo rogó.á uno que alguno le b u s c a b a , b a j a b a jal momento, y vol-
de ellos, le prestase continuamente este servicie, v í a d e s p u e s á continuar su ejercicio con s u m o so-
y como q u e la cosa no e r a tan fácil, él mismo le siego y tranquilidad. " N o se deja la oracion, de-
indicó el secreto d e lograrla: " C u a n d o queráis, cia á este propósito, c u a n d o se d e j a á Dios por
le dijo, que no contemple las cosas celestiales, Dios; lo sé por experiencia, y p u e d o decir que las-
leedme algún libro que no hable d e mis amores: obras de caridad, que se ofrecen en estas ocasio-
el disguste que m e c a u s a r á e s a lectura, m e h a r á nes, léjos d e d i s t r a e r m e a u m e n t a n mi fervor y m e
volver e n m í . " L a fuerza de la inclinación q u e h a c e n m a s fácil la contemplación." E n el invier-
tenia á las cosas celestiales, le hacia decir, como no meditaba dos ó tres horas por la rfbehe á los-
si hablase d e otro: " C u a n d o llega un h o m b r e á piés d e su crucifijo.
* a b r a s a r s e con el divino amor, sufre su corazon tal R e z a b a su oficio divino con u n a devocion a n -
violencia, q u e se vé obligado á decir á Dios: P e r - gélica, mas siempre le a c o m p a ñ a b a uno d e los
mitid, Señor, que descanse un poco; porque m i s a c e r d o t e s d e la casa; porque si le rezaba solo,
naturaleza no p u e d e m a s . " luego al momento se inflamaba su corazon y se
N u n c a e m p r e n d í a cosa alguna, por insignificante extasiaba. P o r esta consideración le dispensó de
que fuera, sin consultar antes al Espíritu Santo, é rezarlo el p a p a Gregorio X I V ; m a s nunca hizo
i m p l o r a r s u socorroj.pero u n a vez hecho esto, e s t a b a uso de esta dispensa, y c u a n d o p o r sus enferme-
seguro de q u e saldría bien e n su e m p r e s a . "Es d a d e s se lo prohibían, quería que á lo ménos
toy cierto, decia, d e conseguir d e Dios lo q u e le lo rezase en s u presencia algún otro p a r a si-
p i d a . " Llegó s u confianza alguna vez h a s t a de- quiera oírlo. P o r consiguiente*, venían, algunos
—144—
—145—
padres á salmodiar cerca de su c a m a , y ¡cosa ad-
•"¡Oh Dios todo amable! ¿cuándo os amaré con
mirable! aunque estuviese extasiado, notaba la
menor falta, y al momento la corregía. un amor verdaderamente filial?
. D a b a también diariamente cierto tiempo á la "Dios trino y uno, apiadaos de mí.
lectura d e la s a g r a d a Escritura, ó del libro d e la " E n c e n d e d m e en el fuego de vuestro amor.
Imitación d e Cristo, ó d e las vidas d e los. santos; Maria, Madre d e gracia, Madre de -misericordia,
pero leía de una m a n e r a que m e r e c e no pasarse protejednos durante la vida, y recibidnos en la
en silencio. C u a n d o encontraba algún pasaje que hora de la muerte.
excitaba su fervor, le leía detenida y atentamente, "No os he conocido hasta aquí ¡oh buen Jesús!
y se esforzaba en sacar de él cuanto jugo p o d i a porque no os he buscado.
p a r a que le sirviera d e materia en su meditación. " S i no me ayudais, ¡oh mi Jesús! ¿qué cosa
Así es como debe leer quien desee aprovecharse buena podré yo hacer?
de lo que lee. " E n s e ñ a d m e lo que he de practicar p a r a cumplir

C u a n d o el deber le obligaba á dejar la con- con vuestra santa voluntad.


templación por las obras exteriores, su amor echa- " C o n c e d e d m e ¡oh mi Jesús! concededme el
ba mano, p a r a r e c o m p e n s a r aquellas, d e oracio- que os sirva por amor, y no por temor.
nes jaculatorias. Seguía en esto el ejemplo d e "¡Oh mi Jesús! yo querría comenzar á amaros.
Casiano y ' lo inculcaba e m p e ñ o s a m e n t e á sus "Desconfio de mí, y confio en vos ¡oh Dios
hijos espirituales. P a r a hacerlo m a s fácil, escri- mió!
bió una colección d e piadosas fórmulas que no me "Si no me ayudais, nada bueno puedo hacer ¡oh
parece inútil reproducir aquí. mi Jesús!
"¡Dios mió! cread en m í un corazon puro y re- "Mi único deseo es cumplir siempre en todo
novad en mis e n t r a ñ a s un espíritu recto. vuestra santa voluntad.
" A y u d a d m e ¡oh Dios mió! y no tardéis, Señor, "Yo no os a m a r é j a m á s ¡oh mi Jesús! si vos
en socorrerme. no me concedeis esta gracia.
" E n s e ñ a d m e á cumplir vuestra santa v o l u n t a d . "Yo deseo amaros ¡oh Dios de mi alma! pero
"Señor, no m e ocultéis vuestro rostro. no sé como os he de amar.
" S e ñ o r padezco violencia, responded por mí. "¡Oh mi Jesús! yo os busco y no os encuentro.
"Yo soy el camino., l a verdad y la v i d a . H á g a - "¡Ah si llegase al fin á conocerme á mí, v á
se vuestra voluntad así en la tierra como en e ¡ conoceros á vos J e s ú s mu»
cielo. " A u n cuando haga cuanto esté de mi parte,
¿hago otra cosa mas d e lo que debo? 10
-147—
"Yo cairé' sin remedio, ¡oh m i Jesús!" sí v o s no» Santo. " No conviene, d e c í a , abreviar la oracion, p o r -
m e sosteneis con vuestra m a n o poderosa. que p a d e z c a uno e n ella s e q u e d a d , ó porque Dios
" S i quereis que v a y a á vos, ¡oh Dios mió! a p a i r nos dilate sus favores-; prosigamos n u e s t r a t a r e a
t a d de m i camino todo lo que p u e d a d e t e n e r m e . con humilde paciencia, porque la longanimidad
"Virgen María, reina y señora mia, acordaos- p u e d e mucho- en el corazon d e Dios. S i o r a n d o
constantemente de m í . " fervorosamente sentís g r a n d e paz, a c o m p a ñ a d a
Aconsejaba repetir en forma de rosario algunas- d e u n a dulce confianza d e obtener lo q u e pedís,-
d e estas jaculatorias, y principalmente ésta: sabed que esta es u n a señal cierta de la eficacia
" A y u d a d m e ¡oh Dios mió!—Señor no tardéis- d e vuestras súplicas. U n hombre,, a ñ a d í a , que
en socorrerme." c a m i n a por la via espiritual, hace m a l en conten-
C r e e r í a y o d e f r a u d a r á mis lectores, si no r e f i - tarse con un estado de perfección á m e d i a s ; d e b e
riese en este lugar, ó en otro, los preceptos d e e s - p r o c u r a r a r r i b a r lo m a s alto que le sea posible.
te hombre d e oracion, relativos á este santo e g e r - Si no consigue llegar h a s t a donde se propone, a l -
cicio. Quiero p o r lo tanto aprovechar la ocasiona c a n z a r á por lo ménos- la perfección de sus de-
p a r a relatar algunos de los principales. Decía,-, seos."
pues, que p a r a encontrar la verdadera p u e r t a d é - R e c o m e n d a b a á- los- q u e se egercitaban en l a
la oracion, e r a indispensable reconocerse indigno» meditación,, no-fijasen por m u c h o tiempo sus ojos
de tan alta gracia. A ñ a d í a que l a mejor p r e p a - sobre el crucifijo, ó* a l g u n a otra s a g r a d a imágen;:
ración p a r a esta importante práctica, es el uso d e porque esta m a n e r a de meditar, si se prolonga
l a mortificación. " Q u e r e r tener oracion, decía,, mucho, lastima la cabeza y p u e d e d a r ocasion á
sin mortificarse, es querer volar sin 'tener a l a s . " ilusiones d e l demonio. H e aquí su modo d e pen-
P o r consiguiente, esta era la respuesta que d a b a sar respecto del estado en que suele encontrarse
á los que le pedían reglas p a r a a p r e n d e r este ar- una a l m a a m o d o r r a d a á c a u s a del e n f a d o ó dis-
te importante. " S e d humildes y obedientes, y el gusto que h a e x p e r i m e n t a d o en la oracion: " C o n -
E s p í r i t u Santo os enseñará lo d e m á s . " Aconse- viene,. d e c í a , qjre se considere esta alma como un*
j a b a á sus discípulos que escogiesen los puntos pobre m e n d i g o que- v a á l l a m a r á las p u e r t a s de
d e su meditación, según la inclinación que nues- Dios, de la S a n t í s i m a Virgen y de los-santos, p a r a
tro Señor le diere, y que en la oracion siguiesen, pedir una limosna. Ordinariamente se hace esto
los movimientos d e la gracia, dejando sus propias en espíritu;, mas seria bueno hacerlo d e cuando-
ideas por abandonarse á la dirección del.Espíritu. en c u a n d o corporal mente, visitando sus iglesias,.
—148—
ú orando ante sus imágenes." Quería que los
principiantes meditasen de continuo en las verda-
des eternas, que aterrorizan é inspiran horror al
pecado; porque, decía, que ante todo debían pu-
rificar su alma. P a r a dar á sus discípulos una C A P I T U L O XV.
alta idea de la oracion, acostumbraba decirles,
que el hombre que no conoce este santo egercicio, Caridad de Felipe para con el prógimo.
es un animal sin razón; y estaba tan persua-
dido de esta verdad, que una vez que el médico
le prohibió este santo egercicio, á causa de su
enfermedad, dijo á Gallonio: "¡Ah querido An-
tonio! heme aquí con toda verdad hecho una bés-
tia." Afirmaba que no hay en el mundo cosa
que mas disguste al demonio, que la oracion, y
que esta es la causa porque no omite diligencia L tierno amor que nuestro santo tenia á
alguna, á fin de estorbarla; y por lo tanto quería iDios, no podía dejar también de estenderse
precisamente que ninguno de sus padres la deja- )en favor de sus hermanos. D e aquí
se; por lo que agradado Dios nuestro Señor, le con- aquel celo por la salvación de las
cedió la gracia de que supiese diariamente por almas, que lo consumía; y aquel carácter lleno
revelación, si algunos faltaban á ella, y de la ma- de dulzura, á que no era posible resistir. Nin-
nera que cada cual se aprovechaba de este santo guno supo mejor que él tratar con los hombres,
egercicio. y poner e n j u e g o medios mas eficaces para insi-
nuarse en sus corazones. Echaba mano de unos para
los jóvenes, y de otros para los ancianos. D e un
modo trataba á los ricos y de otro á los pobres.
Sabia aprovecharse admirablemente de la varie-
dad de génios y caractéres, y hablaba á cada uno
de la manera que mas le convenia; de suerte, que
podia decir con el Apóstol: "Me hago todo para
todos, para ganarlos á todos para Jesucristo."

i
i.
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ú orando ante sus imágenes." Quería que los
principiantes meditasen de continuo en las verda-
des eternas, que aterrorizan é inspiran horror al
pecado; porque, decía, que ante todo debían pu-
rificar su alma. P a r a dar á sus discípulos una C A P I T U L O XV.
alta idea de la oracion, acostumbraba decirles,
que el hombre que no conoce este santo egercicio, Caridad de Felipe para con el prógimo.
es un animal sin razón; y estaba tan persua-
dido de esta verdad, que una vez que el médico
le prohibió este santo egercicio, á causa de su
enfermedad, dijo á Gallonio: "¡Ah querido An-
tonio! heme aquí con toda verdad hecho una bés-
tia." Afirmaba que no hay en el mundo cosa
que mas disguste al demonio, que la oracion, y
que esta es la causa porque no omite diligencia L tierno amor que nuestro santo tenia á
alguna, á fin de estorbarla; y por lo tanto quería iDios, no podía dejar también de estenderse
precisamente que ninguno de sus padres la deja- )en favor de sus hermanos. D e aquí
se; por lo que agradado Dios nuestro Señor, le con- aquel celo por la salvación de las
cedió la gracia de que supiese diariamente por almas, que lo consumía; y aquel carácter lleno
revelación, si algunos faltaban á ella, y de la ma- de dulzura, á que no era posible resistir. Nin-
nera que cada cual se aprovechaba de este santo guno supo mejor que él tratar con los hombres,
egercicio. y poner e n j u e g o medios mas eficaces para insi-
nuarse en sus corazones. Echaba mano de unos para
los jóvenes, y de otros para los ancianos. D e un
modo trataba á los ricos y de otro á los pobres.
Sabia aprovecharse admirablemente de la varie-
dad de génios y caractéres, y hablaba á cada uno
de la manera que mas le convenia; de suerte, que
podia decir con el Apóstol: "Me hago todo para
todos, para ganarlos á todos para Jesucristo."

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—1*1—
¡De aquí es que todo aquel que una vez entraba Se'hizo desear conocerle, y p a r a satisfacer este d é -
en relaciones con él, no podia dejar d e volverlo seo, se fué á confesar con el santo. Usábase
á ver, ni resistir á la fuerza d e su ascendiente; e n el pais d e su nacimiento, que los penitentes
y d e aquí es también que adquirió tantos discípu- obsequiasen á sus confesores con alguna limosna.
los y convirtió tantos pecadores. Hablemos d e E s t a b a recien llegado á R o m a , para estudiar en
estos últimos, cuya conquista e s m a s difícil y su- ella filosofía, y creia que se practicaba en esta
pone m a s heroica caridad. ciudad lo mismo que en su pátria; pero al irse á
D e s p u e s d e haber confesado á un hombre que confesar, olvidó llevar consigo alguna cosa. Dijo
no dejaba pasar dia alguno sin cometer varios al padre, despues d e confesarse: "Yo os suplico
pecados mortales, le impuso por penitencia que m e dispenséis el que ahora no os traiga nada,
volviese á sus piés, luego la primera vez q u e tu- pues he dejado mi dinero en casa; pero en la pri-
viera la desgracia de recaer. Volvió en efecto, m e r a ocasion que vuelva á veros, procuraré no
y recibió la m i s m a penitencia, lo que estuvo acae- ser tan desmemoriado. " M u y bien, hijo mió, le dijo
ciendo por el espacio d e muchos meses, con gran •el padre sonriéndose, prometedme volver á con-
provecho suyo, pues las caídas iban siendo mas fesaros dentro de ocho dias, y os perdono lo de-
raras, y al fin, llegó á ser un ángel de virtud, se- mas." E l joven lo ofreció y cumplió. Despues,
gún opinion d e su santo confesor. enamorado d e la dulzura y caridad del santo, se
U n joven de costumbres sumamente disolutas, hizo discípulo suyo, y llegó á ser bajo su direc-
debió también su curación, á un remedio bastante ción, un hombre espiritual.
sencillo. D e s p u e s de haberle confesado y absuel- J u a n Arena, jóven opulento, y d e una impruden-
to, según acostumbraba, le ordenó que por peni- cia poco común, venia con frecuencia al Oratorio,
tencia rezase siete veces por dia la Salve, y besa- no con el fin d e aprovecharse de los piadosos eger-
se la tierra diciendo: "No es difícil que m a ñ a n a cicios que en él se prácticaban, sino con el de mo-
sea el último dia de mi vida." No tardó en vol- farse y burlarse d e ellos. Indignados los asisten-
ver hecho y a otro hombre; vivió en lo de adelante tes, le manifestaron enérgicamente su disgusto;
en la práctica de todas las virtudes, y murió san- pero no se dió ni aun por entendido, y continuó en
t a m e n t e catorce años despues. su mala costumbre, lo que obligó á aquellos, á
Domingo Saraceni, de quien hablaremos ade- •quejarse á Felipe. " E s jóven respondió, el siervo
lante, tenia un condiscípulo que continuamente d e Dios: conviene ser un poco indulgentes con los
hablaba d e la santidad del siervo d e Dios. Esto •defectos .de .la j u v e n t u d ; cerrad los ojos á sus
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necedades, y no os inquietéis m a s . " Sin e m b a r - to, r o d e a d o d e muchos penitentes. T o m ó su lu-
go, m u y léjos de corregirse, se hizo- c a d a dia m a s gar el joven, y esperó con paciencia que llegáse
insolente, como si se hubiera propuesto poner á su vez. L u e g o que le vió acercarse el santo, le
prueba la paciencia d e los concurrentes al Orato- dijo con cierto desprecio, q u e un h o m b r e como
rio. Mas su impudencia no pudiendo d a ñ a r á él, no d e b i a llegar al confesonario, h a s t a que hu-
otro que á él, llegó al fin á cansarse; reflexionó so- biesen a c a b a d o todos los demás. Se retiró al mo-
b r e su conducta, tuvo algunas conversaciones con mento, y fué el último que llegó; pero el santo no
nuestro santo, y la b o n d a d genial de éste y sus quiso oirle, y le dijo que volviese á los dos meses,
oraciones, rindieron á este hombre. L e tomó por sin dignarse darle el motivo d e ' e s t a dilación. Sin
sü confesor, le obedecia con una perfecta docili- embargo, el joven no llevó á mal la cosa, y ántes
lidad, y en poco tiempo hizo tan grandes progre- por el contrario, se encendió m a s y m a s su deseo
sos en la virtud, que disgustado del mundo, en- d e volver á la gracia d e Dios. Volvió al dia si-
tró en la orden de Santo Domingo, en donde vi- guiente y fué n u e v a m e n t e desechado; p e r o él re-
vió y murió santamente. pitió esta misma diligencia por muchos dias, h a s t a
U n joven Napolitano, infatuado con las v a n i d a d e s que Felipe, q u e no quería otra cosa que probarlo,
del siglo, fué conducido por uno de sus amigos á los según la inspiración que había recibido de lo alto, lo
egercicios d e la congregación. E l lujo afeminado acogió con un afecto v e r d a d e r a m e n t e paternal; des-
de su vestido, atrajo sobre él la atención de Feli- cargó su conciencia, y lo despidió gozoso y consola-
p e , quien no cesó de mirarle desde que comenzó do. E l joven hizo desde entonces grandes progresos
la distribución, h a s t a que acabó. L a s m i r a d a s en la perfección, y f u é uno de los mas queridos
del santo, le preocuparon del tal manera, que al discípulos de nuestro santo. Permaneció en el
principio se halló m u y mortificado, luego se apoderó estado secular; se casó y quiso el Señor acabarlo
d e él el temor, y por último sintió no se qué cosa de santificar, por medio de los g r a n d e s reveses
en su corazon, que quiso, tener con él una conver- de fortuna, que permitió sufriera e n sus últimos
sación, la q u e m u d ó á este hombre completamen- dias.
te. A u n q u e F e l i p e no le habló acerca de con- Concedióse á Marcelo Ferri, noble romano, aun
fesión, el joven conoció que tenia necesidad d e siendo demasiadojóven, un rico beneficio en una d e
hacer u n a general; se examinó desde luego, y á las basílicas m a s ilustres de la ciudad. A u n no estaba
pocos dias volvió al Oratorio p a r a comenzarla. iniciado en los sagrados órdenes, pero una vez ton-
H a l l á b a s e sentado e n el confesonario nuestro san- surado debia d e portar el hábito, eclesiástico, y
- m - — m -
v
vionrarlo por medio de una conducta conforme á u n a seña de su vecino, se lo habia hecho conooer.
rsu dignidad. No obstante, vestia el trage secu- •Se arrodilló Felipe casi delante de ellos, y se cu-
lar, y llevaba una vida del todo licenciosa. Se brió el rostro con sus manos, para ocultar la im-
paseaba un dia bajo el peristilo de Santa -Maria presión del ardiente amor que abrasaba su cora-
Minerva, vestido con elegancia y casi á lo militar? zon. Esta acción, cuyo fin no comprendió el jo-
y se encontró con un joven secular de una modes- ven clérigo, le desagradó y aun le escandalizó, se
tia verdaderamente angélica, discípulo d e nues- gun lo confesó despues.
tro santo, á quien las primeras vísperas de la fies- Durante este tiempo, Juan Animuccia, que acom-
ta d e Santo Domingo, atraían á Santa Maria. E l ñ a b a al santo, notó la atención de Marcelo, y se
eclesiástico tenia la misma intención, y como que acercó á hablar con él; este le hizo saber el deseo
aun faltaba algún tiempo para que comenzase el que tenia de entrar en relaciones con el siervo de
oficio, quiso aprovecharlo trabando conversación Dios. "Teneis razón, le dijo Animuccia, y pro-
-con el secular. Este, despues de algunos discur- curaré complaceros." F u é y dijo al oido una pa-
sos indiferentes, llegó á hablar de la santidad de labra á Felipe, quien salió al momento, siguiéndole
•su maestro Felipe, y dijo al eclesiástico, que pa<- Marcelo, á quien el santo abrazó con tierna cari-
aecia escucharle con vivo Ínteres: "Quisiera que dad, y convidó á que fuese á verlo al Oratorio.
•tuvierais la dicha de conocerle: estoy seguro que Este, movido hasta lo íntimo de su alma, por no se
luego que le hablaseis, os había de costar trabajo que virtud que salia del siervo de Dios, le suplicó
dejar su conversación. E s m u y probable que permitiese que lo siguiera en el acto, para hacer
venga también ahora á este templo, atraído como con él una confesion. " E s preciso que sea gene-
nosotros por la festividad que se celebra en honra ral, respondió el padre, preparaos bien, y venid á
de Santo Domingo, á quien profesa particular d e . verme dentro de cuatro ó cinco dias." Obedeció
vocion." Marcelo, lleno de curiosidad por conocerá Marcelo, y al tiempo señalado, volvió á buscar á
un hombre tan santo, rogó á su panegirista -se lo se- Felipe, quien o}'ó su confesion, y despues de ha-
ñalase si llegaba efectivamente á SantaMaria. Este berle absuelto le condujo á su cuarto; en donde este
prometió darle gusto, y por consiguiente tomó lugar pobre jóven fué testigo de una maravilla que aca-
•en la iglesia cerca de él, y en parte donde pudiese bó su conversión. Platicando con el santo, notó
ver á los que entraban. No tardó el santo enllegar que su semblante palideció repentinamente, levan-
con algunos de los suyos, y se hizo desde luego ob- tó los ojos al cielo, y experimentó uno de aquellos
jeto de .la atención del joven eclesiástico, á quieta estremecimientos ó sacudidas de que ya he habla-
-156- -157-
do en el curso de esta historia. En seguida lo mandan virtudes que exceden á ella, y esto les
abrazó diciéndole: "Guardaos hijo mió, de re- causa desmayo y desaliento: se les reprende con
sistir al espíritu de Dios, que os persigue y solicita, rigor sus pequeñas faltas, y esto ocasiona que se
pues quiere que os salvéis." Marcelo depuso sus alejen del santo tribunal de salud. Esto no es
vestiduras mundanas, engalanándose con las ecle- propio de la caridad, sino del rigorismo.
siásticas, y á poco tiempo, bajo la dirección de Demos aquí un ejemplo de estos dos métodos
tan hábil maestro, hizo grandes progresos en la opuestos. Una muger mundana, llena de peca-
virtud. dos, y apasionada por los afeites y adornos, se pre-
Sería imposible enumerar los hombres de to- sentaba al tribunal de un confesor rigoroso. Este
da clase y condicion, que debieron á la dulce y altamente disgustado de sii lujo, exigia inmediata-
persuasiva caridad de Felipe, haber abrazado una mente su reforma; ella resistía y no volvía á con-
vida cristiana y espiritual. No pocos en el lecho fesarse. Felipe por el contrario, comenzaba en h
de la muerte, llenaron de bendiciones el dichoso semejante caso á trabajar en la enmienda de los
dia en que el Cielo les deparara tan santo confe- grandes defectos, y acababa por venir á reformar
sor. Admirados muchos del feliz ascendiente que la vanidad, cosa que hacia y a sumamente fácil el
tenia sobre ellos, le colmaban de alabanzas, y de- cambio del corazon. "Ante todo, deciaél, haced
cían en el exceso de su entusiasmo: "Así como el venir á l a s almas el espíritu del Señor; pues cuan-
imán atrae al hierro, así la caridad de este santo do hava venido, él quitará de ellas lo que le desa-
sacerdote, atrae las almas: el que una vez se ha grade." Una dama noble le preguntó un dia, si
confesado con él, 110 puede ya dejarlo y hace de sus podía en conciencia usar un calzado de tacones
penitentes todo cuanto quiere." Convencido nuestro elevados, y el santo se contentó con responderle:
santo, por una dichosa experiencia de la bondad de " E s o os espone á daros un golpe." Vino á verlo
su método, lo recomendaba eficazmente á sus discí- un joven adornado con un enorme cuello m u y al-
pulos." Ved, lesdecia, los inconvenientes que trae midonado y encarrujado, y le dijo sonriéndose:
una conducta opuesta:.enlugar de excitar álos peca- "Yo querria de buena gana daros un abrazo; pero
dores habituales á la contrición»absolviéndolos cuan- no me es posible hacerlo, sin estropear vuestro ves-
do ya se notan contritos, se les somete á pruebas que tido." Comprendió el joven perfectamente lo
los disgustan. E n lugar de tener consideración con que se le dió á entender, y en lo sucesivo pudo
la flaqueza de los principiantes, exigiéndoles única- abrazarlo el santo á toda su satisfacción.
mente lo. que pueda soportar su flaqueza, se les
Pero nada prueba mejor su ardiente caridad,
—T5S—
(fie el fácil acceso que daba á los que tenían nece- alguna' buena obra. Si se ofrecía retirar á un p e -
sidad de él. E s t a b a su cuarto abierto desde que sador, de la orilla del abismo, partía inmediamente
amanecía hasta que anochecía. Sano ó enfermo,, á-pesar del viento y de la lluvia, del excesivo frío»
recibía álos que le visitaban con un rostro alegre, y calor, sin que nádie le llamara ni esperara, y r e -
y los escuchaba todo el tiempo que querían. Acon- putando por nada los quebrantamientos de su sa- -
tecía algunas veces, que jóvenes tímidos, despues- líid. Vinieron á decirle un dia, que cierto joven -
de haber abierto su. puerta, retrocedían avergon- de un distinguido nacimiento, habia concebido-
zados, en lugar de entrar;, entonces-salia Felipe, respecto d e una muger, una pasión que lo traía
los tomaba de la mano, y se les manifestaba tan. perdido. Partió al momento en medio de un tiempo
cariñoso, que se cambiaba su. temor en una dulce horroroso, para trabajar en la conversión de aquel
confianza^ Obligado frecuentemente á tirarse en-, pobre pecador. N o e r a la cosa- tan fácil; porque sus
su.lecho, áiCausa d e su decaimiento de fuerzas, no- parientes y amigos, y aun algunas personas principa-
por esto dejaba d e recibir á todos los que le b u s - les no habían podido conseguir romper sus cadenas;-
caban, y no permitía que se retirase uno solo sin. pero ¿qué corazon puede núnca resistir á las elo-
que le hubiera hablado. Supo un día que Gallo- cuentes insinuaciones de la caridad de un santo?
nio había impedido á una persona entrase á hablar- Fueron tah eficaces las-razones y oraciones de F e -
le, á causa de estar á l a sazón ocupado de un n e - lipe, que- estinguió en aquella alma el fuego que
gocio importante, y se le quejó diciendo:. "¿Nó 03- la: abrasaba, y obtuvo de ella la promesa de un
he dicho que quiero estar siempre dispuesto p a r a rompimiento completo. Cumplió«!joven su p a -
o i r á todos, sin reserva de tiempo ni de negocio?, labra, y para hacerla mas-eficaz, tomó la resolución
¿.Por qué, pues, me desobedeceis de esta suerte?' r dfe no volver á pasar por la. calle en que vivia aque-
Nunca estaba mas contento, que cuando recibia¡ Ma muger; y fué-tan fiel á su.palabra, que a c o m p a -
visitas importunas? entonces se mostraba mas a f a - ñando-un dia á un príncipe con quien iba al campo,,
ble y comedido. Uno-de sus discípulos le suplicó al llegar w aquella^ calle aborrecida, bajó del coche
se reservase algunas horas de descanso. "¿Igno- y. fué á juntarse-con su amigo á otra, despues de
ráis sin duda, le respondió', que mis mejores hijos haber evitado aquella.
son el fruto de mis vigilias y fatigas?"
Ya no es de admirar que este hombre apostólico
No bastaba á su caridad el continuo trabajo que hubiera hecho tan innumerables conquistas, pues-
tenia en la iglesia y dentro de su casa;, se le veía por el dilatado espacio de cuarenta años, su ar-
también, acudir á donde quiera que podia hacer diente caridad para con sus hermanos los p e c a d o -
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res echó mano del celo mas activo, acompañado bien usaba d e severidad. L e llamaron un día pa-
de la dulzura mas tierna y eficaz. No dejó d e en- r a un criminal condenado á muerte, y que en su
contrarse algunas veces con hombres graves y desesperación no queria sufrir con paciencia el
piadosos que vituperaran su celo como desorde- merecido de su delito. H a b í a n hecho y a los úl-
nado y aun le hicieran amargas indicaciones: pe- timos esfuerzos p a r a convencerlo muchos religio-
ro el siervo d e Dios era demasiado humilde p a r a sos, pero todo habia sido infructuoso. Entró Felipe
que intentase defenderse; calló y dejó que la es- á la capilla, y aquel miserable v a g a b a de un es-
periencia justificase con el tiempo sus procedi- tremo á otro, agitándose como un frenético, y
_ mientos. E n efecto, Uegó la vez en que todo el dando furiosos ahullidos. Hizo Felipe salir á los
mundo echó d e ver que los rígidos principios de guardas, le cogió vigorosamente de un brazo, y de
sus censores, estaban m u y lejos de procurar el un empujón le echó á tierra, diciéndole con una
bien de las almas, como lo hacia la caridad de F e - voz terrible: "¡¡Cállate!!" E s t e tono d e autori-
lipe. E r a uno de esos censores, Theseo R a p s a , dad, le aterró de tal manera, que repentinamente
padre de los de la iglesia de San Gerónimo. L o aquel furioso león, se trocó en manso cordero.
austero de su carácter, formaba un contraste de- Quiso confesarse y á poco marchó al suplicio vo-
masiado opuesto con la dulce caridad d e nuestro luntariamente, arrepentido sinceramente d e sus
santo; y no podia dejar de llevar á mal su suavi- crímenes.
dad en el tribunal de la penitencia: pero mu3r pron-
to pudo decidirse quién de los dos sacaba mayor
provecho d e su método. Tenia Theseo una mul-
titud de penitentes de ambos secsos; pero lo rigo-
roso de sus principios, hizo que poco á poco fuesen
desertando los hombres de su tribunal, hasta el
estremo de quedarle solo algunas mugeres. P o r
el contrario, el rebaño de Felipe iba siempre en
aumento, especialmente respecto de hombres, los
que hacían lpajo su dirección admirables progre-
sos. No, no usaba Felipe de su caridad ciega é in-
discretamente. Sabia m u y bien moderarla cuan-
do la prudencia lo exigia, y si era necesario, t a m -
-163-
mitaba á solo instruirlos y confesarlos; sino que
llegaba hasta dejar á Dios, por condecender con
ellos en halagarlos y divertirlos. L a ciudad de
R o m a veia con placer á éste venerable anciano
CAFITUIiO XVI. recorrer sus calles rodeado d e una multitud d e
jóvenes, prestándose con una afabilidad encanta-
Santas industrias del siervo de Dios, p a r a dora, á todo aquello que podía agradarles y en-
preservar del vicio á los jóvenes. tretenerles, y mostrando en la alegría de su sem-
blante, el placer que en darles gusto disfrutaba
su corazon. Los conducía al campo, y los exci-
taba á divertirse como niños: durante aleun tiem-
po los miraba j u g a r ; y despues se iba alejando
poco á poco en busca de un lugar solitario, donde
pudiese meditar libremente, ó leer alguna cosa
del Nuevo Testamento que llevaba siempre con-
sigo. •
U N Q U E es cierto que la caridad de F e -
Si l'egaba á observar que alguno de ellos tar-
l i p e era universal, y que su celo se es-
d a b a en venir á confesarse, ó no venia á los eger-
-x ""^tendía á todos sin distinción; no obs- cicios del Oratorio, le hacia llamar, provocaba
tante, excitaban mas vivamente los j ó - eon su bondad la confesion del motivo de su infi-
-
CZ^)" ''venes su solicitud, y hacia cuanto estaba delidad, y lo remediaba tan eficazmente, que el
^ de su parte para preservarlos del vicio y joven se sentía animado d e un nuevo iervor.
formarlos en la virtud. Sabia cuanto interesa co-
L o s felices resultados de su ministerio en favor
menzar bien, según aquellas palabras del Espíritu
de la juventud, persuadieron á todos que había
Santo, en el libro de los Proverbios: "No dejará
recibido de Dios un don particular, p a r a formar-
el hombre en su vejez, la vida que llevó en su j u -
la en la virtud. D e aquí aquella confianza d e
ventud." Consagrado al cuidado d e una é p o c a
ios superiores de diferentes órdenes, en confiarle
de la vida tan interesante, se olvidaba de sí mis-
sus novicios con toda seguridad. E l superior de la
mo, y su caridad le d a b a fuerzas para t r a b a j a r
Minerva, por ejemplo, le entregaba á los suyos
por el bien de sus almas. Este trabajo no se li-
cuantas veces se los pedía, convencido m u y bien
- m -
tar su arrogancia y sus necedades, otros que esta-
del gran provecho que sacaban de sus lecciones
ban en la puerta, se introducían á su placer como
y ejemplos. E l santo iba por ellos de cuando en
en una plaza pública, gritando á voz en cuello y
cuando, y visitaba en su compañía las siete igle-
riendo á carcajadas; y el santo sufría todo esto
sias; luego los llevaba á los jardines de un pue-
con una paciencia verdaderamente admirable.
blo inmediato, donde hacían una frugal colacion,
Algunas veces aconteció que otros padres, indig-
y no sé yo si el placer de aquellos jóvenes era
nados por la mala crianza de aquellos jóvenes, los
mayor que el de aquel bienaventurado padre.
reprendieran severamente. Pero estos fueron á
Iba y venía al rededor de ellos con la sonrisa en
quejarse con el santo, y no pudo dejar de prote-
los labios, y la bondad de su corazón le hacía de-
jerlos contra sus censores. "Dejad, dijo á los pa-
cirles: "Comed, hijos míos, comed sin escrúpulo,
dres, que estos niños se diviertan; y si no quereis
vuestra alegría me recrea, y vuestro apetito me
tomar parte en su alegría, idos por otra parte."
alimenta." Despues d e la comida los hacia sen-
Les encargaba que jugasen á la ralluela en su
tar delante de él, en forma de medio círculo, y
corredor, temeroso que el enfado les hiciese per-
les dirigía una fervorosa exhortación á la práctica
der la paciencia.
de las virtudes, y muy particularmente á la per-
severancia. "¡Oh! sí, les decia, orad, apreciad Un noble que venia á verle con frecuencia,
vuestra vocacion, y conservadla cuidadosamente, disgustado por la boruca que hacían aquellos jó-
porque ella es sin d u d a el mayor beneficio que venes, le preguntó un dia cómo podia aguantar
Dios os ha dispensado; no solo lo creo así, sino tanta algarabía: "Esto es nada, respondió el
que puedo deciros que lo siento." Aquellos jó- santo; si les diera gana de subírseme encima,
venes novicios, inflamados con estos discursos, los sufriría de buena voluntad, por tal de que no
volvian gozosos á su monasterio, llenos de un nue- cometiesen ningún pecado." Un hombre de gran
vo celo por sus progresos en la perfección. mundo, á lo último de sus dias, decia á uno de
sus amigos con las lágrimas en los ojos: "No pue-
Apenas podrá creerse hasta donde llegó su pa-
do dejar de confesar, para gloria del bienaventu-
ciencia con respecto á algunos jóvenes seculares,
rado Felipe, que mientras tuve la dicha en mi
á quienes pretendía ganar para Jesucristo. Ani-
juventud de tenerle por mi director, no cometí ni
mados por la estrema bondad de nuestro santo,
un solo pecado mortal; pero apenas le perdí, per-
no le guardaban consideración alguna ni en el nú-
dí también mi inocencia, y «fui el juguete del vicio
mero, ni en la duración de sus visitas; y mientras
de impureza."
que unos estaban en su cuarto haciéndole sopor-
—166— -167-
E s t e sabio director, no permitía que sus discí- migrante, sino que ni siquiera perdió su calma y
pulos se abandonasen á la tristeza. Cuando al- buen humor. No sucedió lo mismo con su com-
guno de ellos parecía andar mas sombrío que lo pañero; pero Felipe no hizo caso de nada, y con-
ordinario, le preguntaba el motivo, ó le daba un tinuó su esperiencia, diciendo al primero: "Qui-
golpecito en el hombro, diciéndole: "Alegraos." taos esa c a p a que trais; ese es un vestido honroso
Sabia por una larga esperiencia, que la espansion que no mereceis.—Padre mió, teneis razón, res-
del corazon es tan favorable, como hostil la me- pondió el religioso obedeciendo; no solamente des-
lancolía á los progresos de la virtud: por lo mismo honro esta c a p a con mis groserías, sino que tam-
mostraba una benevolencia muy particular á los bién estoy bastante robusto y disfruto de buen ca-
que se acercaban á él con un aire alegre y franco. lor natural para no necesitarla;" en seguida se
A este propósito referiré un pasaje interesante. arrodilló, y pidió penitencia al siervo de Dios.
Vinieron á verle un dia dos religiosos jóvenes E s t e l e mandó algunas cosas ridiculas, que ejecu-
Capuchinos, y creyó observaren uno de ellos mas tó con perfecta tranquilidad. Sin embargo, Felipe
disposición á la virtud que en el otro; pero como para acabar de probarlo, le miró con ceño le arro-
esta calificación no tenia otro fundamento que la jó su c a p a y le despidió. E l buen religioso se
simple inspección de sus rostros, quiso asegurarse fué triunfante y alegre, seguido de su compañero
si le engañaba su modo de veer. E n concecuen- que representaba una figura bien triste. Luego
cia, aprovechó la ocasion qüe voj" á decir. Aquel que llegaron al estremo de. la escalera, los llamó
á quien juzgaba mas favorablemente, tuvo la in- el santo padre, y recibiéndole en sus brazos, le di-
discreción de escupir en el suelo del cuarto del jo: "Continuad, hijo mió, guardando vuestra san-
santo, quien le reprendió fuertemente su poca ur- ta alegría, este es el mejor camino para llegar á
banidad, diciéndole; "¿Qué clase de hombre sois la perfección á q u e Dios os destina."
vos? ¿Porqué estáis tan mal educado? No sé Así como este santo hombre quería en sus dis-
como p u e d a ser religioso un hombre tan grosero." cípulos la alegría que viene del Espíritu Santo,
E l joven capuchino no pareció alterarse con este así también desaprobaba la disipación y ligereza.
apostrofe, y Felipe llevó adelante la cosa fingien- " L o s que aspiran á la perfección, decía, no sa-
do estar exasperado; tomó uno de sus zapatos en brán nunca precaverse demasiado contra este de-
a d e m a n d e arrojarlo sobre su cabeza, y le dijo: fecto; porque él destruye las gracias recibidas, y
"Salid para fuera, hombre rústico y malcriado." se opone á que vengan otras nuevas." P o r con-
Este no solo recibió sin cólera esta invectiva de- siguiente, velaba con sumo cuidado en precaver á
s
u s discípulos de la causa que lo produce, es de-
cir, de la ociosidad. "No esteis nunca, les decía,
en una regalada inacción; porque de aquí viene
la corrupción de la juventud. Si los deberes de
vuestro estado no bastan para llenar vuestro tiem- CAPITULO XVII.
po, ocupaos en cosas inocentes, haced vuestras ca-
mas, barred vuestro cuarto, cambiad de lugar Santa pericia d e Felipe en la asistencia áloe
vuestros muebles, engarzad rosarios, ó bien leed ó moribundos.
escribid." Sus ejemplos confirmaban sus leccio-
nes; porque á cualquiera hora que se le fuera á
ver, siempre se le encontraba ocupado.
Exigía de sus amados jóvenes, el uso frecuente
del sacramento de la penitencia; pero no era tan
fácil en admitirlos á la sagrada mesa. Quería
indispensablemente que se preparasen para este
acto sagrado, con egercicios espirituales que él
mismo les prescribía. Todavía mas, solia suce- fUEGO que alguno de sus hijos espiritua-
der que viniesen y a dispuestos para gozar de esta Mes llegaba á enfermarse, dejaba cuanto
v
inefable dicha, y él los remitía para otro dia, in- X_._9^\tenía entre manos para volar á conso-
dicándoles nuevas prácticas. Preguntándole uno en G C ^ v 3 ~ i a r a q u e l hijo querido en el lecho del
cierta ocasion el motivo de esta conducta, respondió:
primero, que la comu.nion es con bastante frecuen-
cia una ocasion de graves tentaciones, á las que
no es raro sucumban los jóvenes; segundo, que
W dolor, y hé aquí el método que obser-
vaba en esta clase de visitas. Al entrar
al cuarto del enfermo, se arrodillaba y oraba por
él, encargando á los presentes que hiciesen otro
cuando se les admite muy fácilmente á éste sagra- tanto. Exhortaba después al paciente á q u e supie-
do convite, lo reciben con muy poca reverencia: ra aprovecharse de sus sufrimientos, y le indicaba
tercero, que la mejor preparación es el deseo, se- el modo de hacerlo. Sus visitas eran cortas pero
gún aquella expresión de la Escritura: "Los que te- continuadas, y las repetia con tanta mas frecuen-
neis sed venid á las aguas;" y que la dilación es el cia, cuanta mayor era la necesidad de la persona.
medio mas seguro de excitar esta sed abrasadora. Si la enfermedad tocaba ya ios últimos estremos,
s
u s discípulos de la causa que lo produce, es de-
cir, de la ociosidad. "No esteis nunca, les decia,
en una regalada inacción; porque de aquí viene
la corrupción de la juventud. Si los deberes de
vuestro estado no bastan para llenar vuestro tiem- CAPITULO XVII.
po, ocupaos en cosas inocentes, haced vuestras ca-
mas, barred vuestro cuarto, cambiad de lugar Santa pericia d e Felipe en la asistencia áloe
vuestros muebles, engarzad rosarios, ó bien leed ó moribundos.
escribid." Sus ejemplos confirmaban sus leccio-
nes; porque á cualquiera hora que se le fuera á
ver, siempre se le encontraba ocupado.
Exigía de sus amados jóvenes, el uso frecuente
del sacramento de la penitencia; pero no era tan
fácil en admitirlos á la sagrada mesa. Quería
indispensablemente que se preparasen para este
acto sagrado, con egercicios espirituales que él
mismo les prescribía. Todavía mas, solia suce- fUEGO que alguno de sus hijos espiritua-
der que viniesen y a dispuestos para gozar de esta Mes llegaba á enfermarse, dejaba cuanto
v
inefable dicha, y él los remitía para otro dia, in- X _ _ 9 ^ \ t e n í a entre manos para volar á conso-
dicándoles nuevas prácticas. Preguntándole uno en G C ^ v 3 ~ i a r a q u e l hijo querido en el lecho del
cierta ocasion el motivo de esta conducta, respondió:
primero, que la comunion es con bastante frecuen-
cia una ocasion de graves tentaciones, á las que
no es raro sucumban los jóvenes; segundo, que
W dolor, y hé aquí el método que obser-
vaba en esta clase de visitas. Al entrar
al cuarto del enfermo, se arrodillaba y oraba por
él, encargando á los presentes que hiciesen otro
cuando se les admite muy fácilmente á éste sagra- tanto. Exhortaba después al paciente á q u e supie-
do convite, lo reciben con muy poca reverencia: ra aprovecharse de sus sufrimientos, y le indicaba
tercero, que la mejor preparación es el deseo, se- el modo de hacerlo. Sus visitas eran cortas pero
gún aquella expresión de la Escritura: "Los que te- continuadas, y las repetia con tanta mas frecuen-
neis sed venid á las aguas;" y que la dilación es el cia, cuanta mayor era la necesidad de la persona.
medio mas seguro de excitar esta sed abrasadora. Si la enfermedad tocaba ya ios últimos estremos,
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no abandonaba al paciente: lo consolaba, lo alen-
dolorosos gritos, dijo con una voz imponente:
taba, le d a b a armas contra las tentaciones del
"¿Qué es esto, hijo mió? ¿Qué significan estos la-
espíritu de tinieblas, y hacia todo esto con un fru-
mentos?" Despues acercándose á su cama y po-
to maravilloso. Citemos algunos hechos.
niéndole la mano sobre su cabeza, le dijo: "Sose-
Entre sus discípulos mas adictos y piadosos, se
gaos." A esta palabra calló el enfermo, y luego
encontraba un hábil maestro de música, llamado
dijo en alta voz: " E l diablo teme; vedle como
Sebastian. Este pobre joven cayó enfermo de
se va: ¡oh! ¡Felipe puede mucho! ¡qué admirable
muerte, y se le apareció el demonio bajo una figu-
virtud la suya! ¡Viva Jesús! ¡Viva Felipe! A
ra horrible, no omitiendo nada que pudiera indu-
este padre debo el verme libre. Sin él hoy baja-
cirle á la desesperación. Resistió desde luego á
ría yo á los infiernos." Se confesó y recibió la
sus pérfidas insinuaciones; pero llegaron á ago-
absolución; y transportado de alegría, entonó un
tarse sus fuerzas, y á faltar su valor. Entonces
cántico del Oratorio, en el que se nombra cien
comenzó á exclamar amargamente diciendo: ¡Po-
veces el dulcísimo nombre de Jesús. Despues,
bre miserable de mí! ¡Ojalá y núnca j a m á s hu-
levantando sus ojos al cielo, exclamó: " H e aquí
biera }ro nacido! Me hubiera estado mejor haber
ájlos ángeles, he aquí á los arcángeles," y diciendo
permanecido para siempre en la nada, que haber
esto espiró en los brazos de su santo director.
recibido la vida para ser arrojado en las llamas eter-
Persiano Rosa, que habia llegado á una emi-
nas. H é aquí pues la horrorosa suerte que me espe-
nente perfección bajo la conducta del siervo de
ra, pues que y a no hay para mí esperanza alguna de
Dios,, caj'ó gravemente enfermo, y fué asaltado
salvación." Avisado el cura de aquella parro-
de horribles tentaciones. En su apuro se le veia
quia del estado de este feligrés, acudió á conso-
resguardarse con la señal de la santa cruz, y apar-
larlo; pero el desgraciado no quiso verle ni oírle.
tar sus ojos de no sé que objeto. Corrieron á avi-
Apartó sus ojos de él, y le dijo con furor: "Li-
sar á Felijie, que voló al instante á ausiliar al mo-
bradme de vuestra inútil presencia, nada podéis
ribundo, que le dijo con una voz lastimera: "San-
en mi favor: yo soy perdido." Se retiró el cura,
to Felipe, rogad por mí, y echad para fuera ese
y el enfermo volvió á sus trisies lamentaciones,
mastin negro tan horroroso, que quiere devorar-
que duraron dos horas. En fin, tuvo el buen pen-
me." El santo se arrodilló, invitó á los asisten-
samiento de llamar á Felipe. El santo, penetra-
tes á que hiciesen otro tanto, y rezó con ellos la
do de compasion, ocurrió al momento. Al abrir
Oración dominical y la Salutación angélica. A-
la puerta del cuarto que el enfermo llenaba de
penas acabaron estas cortas oraciones, exclamó
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el enfermo: " D e o grafías, y a no está aquí el per-
Volvió á v e r al enfermo después de su misa, y
ro; se há espantado." Felipe se levantó, roció
le encontró m u d a d o enteramente: al deseo d e la
de agua bendita al enfermo y le bendijo. No fué
menester mas para que el paciente recobrase su vida, habia sucedido el deseo de la muerte, y no
paz y serenidad. Dos dias pasó con todo socie- cesaba de repetir aquellas palabras del Apóstol:
go y murió lleno d e esperanza. " D e s e o morir p a r a vivir con Jesucristo." Felipe
le presentó el crucifijo; lo besó amorosamente y lo
Gabriel T a n a , jóven de diez y ocho años y
regó con sus lágrimas: despues se volvió á sus
d e una piedad ejemplar, cayó enfermo y se
amigos y los exhortó á que consagrasen á Dios to-
vió desauciado de los médicos; sin embargo,
dos sus afectos, y despreciasen las vanidades del
no quiso persuadirse d e su próxima muerte, y
* mundo. " C r e e d m e , les dijo, no solo muero sin
alucinado del demonio, tenia un deseo tan gran-
pesar, sino que deseo la muerte p a r a volar al cie-
de de la vida que ocupado completamente d e él,
no le permitia prepararse p a r a morir L a fami- lo: por lo mismo, p a d r e mió, dijo á Felipe, no es
lia lloraba y a su pérdida, y en su aflicción lla- y a la vida la que os suplico pidáis á Dios p a r a
mó á su confesor, que vino luego á verle, y le pre- mí, es mi pronta disolución, es mi salida de este
guntó por el estado de su salud: " P a d r e mió, le triste lugar d e destierro para marchar á mi pátria;
contestó riéndose, estoy m u y aliviado, y aun y a casi obtenedme, os ruego, esta gracia, lo mas pronto
estoy seguro d e mi curación; a y u d a d m e con vues- posible." Permaneció en estos sentimientos has-
tras oraciones á dar gracias á nuestro Señor." E l ta la tarde; y cuando el p a d r e se despidió de él,
santo sacerdote, á quien Dios habia -revelado su todavía le dijo. "No veo la hora, padre mió, no
próxima muerte, y que veia la astucia del demo- veo la hora d e ir al paraiso: por amor de Dios, ro-
nio, le dijo: " H e e e d m e donacion de vuestra vo- gad porque se cumpla mi deseo."—Pero hijo mió,
luntad, p a r a que yo la ofrezca á Dios en unión de respondió el santo, si nuestro Señor quisiera pro-
la víctima inmaculada, y decid al demonio cuan- longar vuestra vida hasta la vejez ¿no os somete-
do venga á inquietaros con el pensamiento d e vi- rías á su santa voluntad?—Me someteria induda-
vir: "No tengo y a voluntad, porque y a la he sa- blemente, repuso el enfermo, pero vale mas que
crificado á Jesucristo," E l enfermo respondió a- me valla, y vos me podéis conseguir esta gracia.
firmativamente, y Felipe dijo á los asistentes: Pedidle que muera yo ántes d e media noche; ¿me
"Voy al altar, unid vuestra intención á la mia, lo prometeis?—Si, hijo mió, respondió el bienaven-
miéntras ofrezco por este hijo querido la víctima turado padre, yo os prometo pedirlo y conseguirlo."
sacrosanta."
E l buen jóven tuvo gran trabajo en contener su
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alegría; pero aun no estaba libre de nuevas prue- piadosos amigos, se lo recordasen c u a n d o lo olvi-
bas y el santo creyó debia advertírselo. " F a l t a m u - d a r a . E l demonio á quien d e s a g r a d a d e m a s i a d o
cho tiempo de aquí á la media noche, le dijo, y pre- oir este nombre sacrosanto, procuró quitarlo de
veo que el demonio ha de volver á la carga. E s t a d a - los labios del paciente; primero se lo hizo olvidar d e
lerta, y no olvidéis que habéis hecho á Dios el sa- tal suerte, q u e en vano lograba recordarlo, y cuando
crificio de vuestra voluntad. Con tal que no re- d a b a con él, se encontraba su lengua tan e m b a r a -
voquéis esta donacion, no teneis que temer; J e s u - zada, que no podia absolutamente pronunciarlo.
cristo peleará por vos contra ese peligroso enemi- Afligido en estremo por este incidente, dijo á sus
go, y lo v e n c e r á . " P a r a a s e g u r a r mejor su triun- amigos: " A y u d a d m e , h e r m a n o s mios, a y u d a d -
fo, le predijo las diversas tentaciones que habia de m e : no puedo y a pronunciar. . . . " — " ¿ Q u e cosa, le
sufrir. E n seguida se retiró p a r a poder orar por preguntaron, éstos? ¿el nombre de J e s ú s ? " E l en-
él con mas l i b e r t a d ; p e r o al irse le dejó á Salviato fermo hizo una 'demostración afirmativa y añadió:
y á Tarugi, encargándoles fuesen- á avisarle si " ¡ Q u é terrible tentación ésta, que no me deja pro-
acontecía alguna cosa extraordinaria. Apenas nunciar este dulce nombre que hace t o d a la de-
habia p a s a d o una hora, c u a n d o dió principio el licia de mi alma!" Al momento se puso á repe-
demonio á la batalla, y hé a q u í de que m a n e r a : tirlo m u c h a s veces, quejándose de no poderlo ha-
L o s dos sacerdotes amigos del enfermo, r e z a b a n cer con toda libertad. E s t a tentación lo atormen-
j u n t o á su c a m a la recomendación del alma, y al taba hasta el grado d e hacerlo s u d a r á mares: en-
llegar á aquellas palabras: " d e u n a m a l a m u e r t e , li- tónces fueron á llamar á Felipe, c u y a presencia
bradlo, Señor," el joven se rió y dijo: " Q u i e n tie- regocijó en estremo a l paciente, y la tentación
ne á Jesucristo en su corazon, no tiene que t e m e r desapareció.
morir m a l . " No f u é larga la ilusión, porque co- Sin embargo, no fué esta una victoria decisiva,
nociendo que esto era una sugestión del espíritu porque al momento m u d a n d o d e plan el demonio,
d e orgullo, exclamó: " R o g a d por mí, mis her- le dió dos nuevos asaltos, uno contra su fé, y otro
manos, el demonio ha h e c h o pecar á m i lengua; contra su abandono á la divina voluntad. E n su
pero lo que acabo de decir no tiene cabida en m i aflicción volvió los ojos á Felipe, y le dijo: " S o -
corazon." corredme, padre mió, porque me parece que no
Hasta entónces habia tenido constantemente en creo en las verdades d e la salvación, y que no m e
la boca, el dulcísimo nombre de Jesús; este era conformo con m o r i r . " — " N o hagais caso de eso,
su consuelo y esperanza, y habia rogado á sus le dijo el santo,, son e m b u s t e s del espíritu maligno;
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decid conmigo: Yo creo, y o creo." L o dijo así Y vos, hijo mió, alentaos y decid conmigo:" D e s -
m u y claramente, p e r o la ilusión en q u e e s t a b a su es- a p a r e c e d vosotros todos, autores de los pecados
píritu le hizo pensar que pronunciaba mal aquellas del mundo, d e s a p a r e c e d . ¿Porqué, hijo mió, os
palabras, y q u e tampoco creia. E n t o n c e s F e l i p e entregáis al temor? Si habéis ofendido á Dios,
hizo rezar el Símbolo á los asistentes, y le m a n d ó Jesucristo ha m u e r t o por vos y os redimió con el
al enfermo q u e lo repitiese en voz b a j a . A este valor infinito de su preciosa sangre; entraos en la
golpe, el demonio rindió las a r m a s , y el moribun- llaga de su adorable corazón, ocultaos en sus sa-
do se sintió tan fortificadc, q u e se atrevió á insul- crosantas heridas, y no tengáis ningún c u i d a d o . "
tar á su adversario, diciendo: " Q u i e r a s q u e no D e s p u e s d e estas palabras, se arrodilló el santo y
quieras, he de creer h a s t a mi última hora." Des- oró. F u é su oración poderosa, porque casi al mo-
pues se vió m u y fatigado, y el espíritu infernal mento exclamó el enfermo: " A y u d a d m e á d a r
creyó poder a p r o v e c h a r e s t a circunstancia para gracias á Dios, hermanos mios, los perros se van;
inducirlo á la desesperación, apareciéndosele bajo Felipe los ha lanzado. ¡Oh! ¡qué carrera llevan;
u n a figura horrorosa. A este espectáculo, el pobre como desaparecen!" é indicaba con el d e d o el
joven m u d ó de color, y manifestó su e s p a n t o , h u - lugar por d o n d e iban. " E n fin, añadió, el triun-
y e n d o la vista y p r o c u r a n d o a c e r c a r s e c u a n t o po- fo es nuestro. Y a podré pronunciar el dulce nom-
dia á su confesor. D e s p u e s , h a c i e n d o un g r a n d e bre de J e s ú s con t o d a satisfacción; sí, lo repetiré
esfuerzo, exclamó con un tono lastimero: "¡Des- u n a y mil veces p a r a mi consuelo y salvación."
graciado d e mí, c u á n t o s p e c a d o s he cometido! H a b l a n d o de esta suerte, m i r a b a a m o r o s a m e n t e
¡cuántos crímenes y m a l d a d e s ! ¡Señor, tened el crucifijo, y d e r r a m a b a d u l c e s lágrimas. Vol-
misericordia d e mí! P a d r e mió, echad p a r a fue- vió luego sus ojos hácia sus amigos, y les dijo con
ra estos perros h e d i o n d o s q u e m e rodean y que un tono que penetró sus corazones: " ¡ Q u é hermo-
m e quieren h a c e r p e d a z o s . " F e l i p e con su acos- sa luz a l u m b r a á mi alma! ¡Ahora c o m p r e n d o lo
t u m b r a d a confianza, puso sus manos sobre la ca- que nuestro buen p a d r e nos ha dicho tantas ve-
b e z a del enfermo, y dijo al espíritu d e las tinie- ces; que quitamos al Criador el afecto que pone-
blas: "¿Cómo te atreves, espíritu i n m u n d o , á mos en las criaturas: a m a d pues, hermanos mió?,
resistir tan t e n a z m e n t e á la divina gracia? Yo le a m a d os suplico, á Dios solo, con todo vuestro
m a n d o en nombre d e J e s u c r i s t o , á quien h a n to- corazon!" A estas palabras, tomó el crucifijo, y
c a d o mis manos esta m a ñ a n a e n el altar, q u e h u y a s fijando en él sus m i r a d a s a b r a s a d a s de amor, le
al instante y dejes y a tranquilo á este cristiano. besó tiernamente, y estendió su otro brazo, dicicn-
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do con una voz. m u c h o m a s elevada: "¡Viva J e -
consiguió tan perfectamente, que el enfermo reco-
sús en. todo el mundo! ¡viva J e s ú s por los siglos
bró su serenidad, y murió alegre y contrito.
de los siglos!" Felipe vió que se e s t e n u a b a , y le
Un p a d r e francés del Oratorio, llamado Nicolás
indicó que callase, diciéudolet " Y a está, hijo
Gigli, se hizo m u y amigo de nuestro santo por sus
mió, y a está; d e j a d á Dios el cuidado d e v u e s t r a
r a r a s virtudes. C a y ó enfermo, y el mal hizo tales
a l m a . " Obedeció el joven y calló. Los mé-
progresos, que no dejó y a esperanza a l g u n a de vi-
dicos que o b s e r v a b a n la energía que aun t e n i a , '
d a . T a l era su estado, c u a n d o un dia se oyó en la
presumieron que aun viviría hasta el dia siguien-
casa un ruido formidable. Felipe que e s t a b a en su
te; pero F e l i p e les dijo:. " O s engañais, en c u a n -
•capilla, llamó al p a d r e Consolini, y le dijo: " P a -
to haga e l menor movimiento morirá." E n efec-
sad prontamente á la enfermería, y volved á. d e -
to, antes q u e p a s a r a m e d i a hora quiso volver-
decirme qué es lo q u e h a y por allá." F u é cor-
se sobre el lado derecho, y el esfuerzo que
riendo y encontró al p a d r e Nicolás en una alegría
hizo le trajo la muerte. Miró por última vez
difícil de describir. T e n i a sus manos levanta-
á su bienaventurado p a d r e , pronunció el dulce
d a s al cielo,- y decia: " G r a c i a s sean d a d a s a l
nombre d e J e s ú s , y espiró.
Señor. Vino, se fué, venció." Volvió Consolini á
Santiago Marmita, otro discípulo del santo no ver al santo, quien d e s p u e s d e saber lo q u e p a s a -
menos virtuoso que T a n a , pagó como él, el tributo ba, respondió: "¡Bendito sea Dios! todo va bien."
impuesto á. la miserable h u m a n i d a d . P r e s a de P o c o d e s p u e s f u é á v e r al enfermo, el q u e le di-
una. ardiente fiebre, que m u y presto le redujo al jo luego q u e llegó: " ¡ A y p a d r e mió! hasta hoy
último extremo, la vista de la muerte lo sumer- lie vivido sin conoceros; ¿porqué h e comenzado
gió en un dolor inconsolable. Avisado Felipe de tan tarde á apreciar vuestras virtudes?" Parece
su estado, vino á socorrerlo y le dijp: "¿A dónde que era d e u d o r al santo d e la victoria que a c a b a -
esiá vuestro antiguo valor, hijo mió? Invocad al ba de a l c a n z a r sobre el monstruo infernal, y q u e
Señor y decidle: ¡Oh Dios mió, mi refugio y Dios se lo habia hecho conocer. P o d r i a aun a ñ a -
virtud, rni apoyo en la tribulación!"—"Que m e ha dir otros muchos ejemplos; pero bastan y a p a r a
agoviado, repuso el enfermo, completando el tex- mi objeto los referidos.
to" J u z g a n d o el santo por esta respuesta, que
no e s t a b a m u y resignado en la voluntad d e Dios,
se esforzó en consolarlo, y sobre todo en ha-
cerlo conformarse con el querer del Señor, y lo
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descubrió su e n f e r m e d a d , y le rogó le' aplicase el
conveniente remedio. ¡Cosa admirable! al mo-
mento sintió que se disipaban sus temores, y que
renacía su casi estinguido valor. " E s t o y curado,
CAPITULO XVIII. p a d r e mió." exclamó lleno de gozo y de recono-
cimiento. E n efecto, no volvió á ser molestado
Eficacia de los consejos de Felipe, contra las de aquella peligrosa tentación.
t e n t a c i o n e s y escrúpulos. Un soldado joven, penitente d e nuestro santo,
íué asaltado d e una d e las mas peligrosas tenta-
ciones. Hacia m u y poco tiempo que se había
casado, c u a n d o observó que un lacayo de un g r a n
Señor p a s a b a con d e m a s i d a frecuencia por su c a -
sa, m i r a n d o siempre á las , ventanas. Poseido un
dia d e un exceso de zelo, aguardó á que p a s a s e
el lacayo, y le dijo con un aire amenazador, q u e
se g u a r d a r a de volver á p a s a r por allí. E s t e le
. R A t a n conocida la c a r i d a d de Felipe,
respondió que sí lo haría, y en efecto continuó p a -
' q u e las a l m a s afligidas ocurrían á él,
sando según su costumbre. E l soldado, á quien
e s c o m o p o r instinto, y n ú n c a se iban esta tenacidad encendía en cólera a u m e n t a n d o
su presencia, sin q u e quedasen sus zelos, se resolvió á matarlo. E n este tiempo
- ^ l i b r e s d e s u s penas, ó á l o menos v e r d a d e - llegó no sé que festividad en que a c o s t u m b r a b a
^ ¿ / r a m e n t e consoladas. Dejémos que hablen irse á confesar; pero su pasión le i m p e d i a dispo-
( los hechos. A g i t a b a á un noble d e Monte nerse como era debido p a r a este acto sagrado; y
Policiano, u n a t e n t a c i ó n tan i m p o r t u n a como pe- por lo mismo juzgó conveniente no hacerlo: m a s
ligrosa. Su c o n f e s o r , viendo q u e no podia librar- en esta lucha salió la gracia vencedora. F u é y
lo d e ella ni a s e g u r a r l o á lo ménos contra sus ve- se echó á los piés del santo, y con la franqueza d e
h e m e n t e s i n s i n u a c i o n e s , le dijo un d i a : "Solo un v e r d a d e r o soldado, le confesó su criminal re-
conozco un h o m b r e q u e p u e d a curaros, y es el solución. Felipe, pasá.idole la mano sobre la c a -
p a d r e F e l i p e ; si q u e r e i s c r e e r m e id á verlo." beza, como tenia d e costumbre, le dijo: "Hijo,
Dócil á este c o n s e j o , fué á b u s c a r al santo, le mió, no estáis bien dispuesto: volved otra vez."
Al instante sintió este hombre una alegría interior ele la p a l a b r a , dijo á F e l i p e entre lágrimas y so-
que apagó el fuego d e su pasión y le restituyó á llozos: " P e r d o n o , p a d r e mió, perdono á este
su p r i m e r a tranquilidad. " E s t o es hecho, dijo hermano, y haré en s u obsequio -cuanto m e m a n -
p a r a sí; que p a s e el lacayo las veces que le dé la déis."
g a n a . " P e r o sea u n a casualidad, ó una n u e v a Vino un dia P e d r o Focili á confesarse con el
gracia, el lacayo no volvió á verse por allí: con- santo, quien no quiso oirle y le reprendió fuerte-
tinuó el soldado confesándose con nuestro santo mente no sé por qué desobediencia. E l joven, c u -
d u r a n t e treinta años, y fué un santo bajo su direc- y o orgullo aun e s t a b a d e m a s i a d o vivo, se resintió
ción. m u c h o de este recibimiento, y dijo p a r a sí: " ¿ Q u é
Otro penitente del santo resistía perdonar u n a in- quiere este p a d r e decir con esto? creerá que no
juria que otra persona le habia hecho. Viendo Felipe hay en R o m a otro confesor como él." Salió' lle-
que nada podian p a r a con este hombre todas sus ra- no de cólera y se f u é á confesar con un p a d r e de
zones, tomó en la m a n o un crucifijo, y dijo á este la C o m p a ñ í a de J e s ú s . D a d o este paso, se en-
p e c a d o r e n d u r e c i d o : " V e d y considerad el ejem- contró poseído de u n a p r o f u n d a turoacion y d e
plo que os dió este buen Maestro, qué no solo per- u n a tristeza tan a m a r g a , que no le era posible
donó á los que lo crucificaban, sino que t a m b i é n hallar ningún reposo. A los dos dias le m a n d ó decir
se dignó rogar por ellos á su E t e r n o P a d r e . Felipe que q u e r í a verlo, y luego sintió renacer la
P a d r e mío, exclamó, perdonadles porque no saben alegría en su alma. L l e g a d o q u e fué á l o s piés d e l
lo que hacen. Vos rezáis c a d a dia, añadió el santo, 'e pidió perdón d e su falta deshecho en lá-
santo, la oracion del P a d r e nuestro, y , ¿nó cono- grimas, ofreciéndole obedecerlo siempre en todo;
céis, miserable, que en ella pedis, no vuestro per- lo que cumplió con toda fidelidad.
don sino v u e s t r a condenación?. Arrodillaos ante Isabel, condesa de T i p h e r n e , hacía cuatro me-
esta imágen de vuestro Dios moribundo, y decid- ses que le a t o r m e n t a b a noche y dia no sé q u e ten-
le: 8 e ñ o r J e s ú s , es d e m a s i a d o poco p a r a m i sal- tación. Angel Vellio, su confesor, no pudiéndo
vación, q u e h a y a i s muerto una vez en medio de librarla de ella, le aconsejó fuese á manifestar su
los mas a c e r b o s tormentos; morid de nuevo si corazon al p a d r e Felipe. Hízolo así; m a s cuál
quereis q u e y o perdone á mi enemigo." Fueron fué su admiración al oír á este hombre d e Dios
dichas estas p a l a b r a s de una manera tan significa- hablarle de su pena, ántes q u e ella le hubiera di-
tiva, que el joven quedó como.mudo y poseído de cho una sola palabra. " S o i s m u y dichosa, hija
un temblor universal. L u e g o que recobró el uso mia, le dijo el santo, porque os persigue esta ten-
- m -
taeion tan p e s a d a y peligrosa: consolaos, voy á b e r qué su rival habia a b a n d o n a d o su pretensión.
decir la misa por v u e s t r a intención, y espero en Dios " E s un milagro del P a d r e Felipe, le dijo ella: a n -
que no volverá á molestaros." E f e c t i v a m e n t e , tes d e decir la misa por el buen resultado de este
mientras q u e el santo celebraba, el demonio dejó su negocio, me lo garantizó c o m p l e t a m e n t e . " — " N o m e
presa y no volvió y a la tentación. L l e n a de con- sorprende esto, respondió Gerardo, d e r r a m a n d o
tento y de reconocimiento Isabel, cobró gran con- lágrimas; porque siempre he tenido á este h o m b r e
fianza en su bienhechor, y no quiso ya tener á otro por un santo; pero d e s d e hoy con m a s razón, y
confesor m a s que á él. mientras que yo viva no le tendré por otra cosa."
L u e g o que Sixto V. a s c e n d i ó al s u m o pontifica- J u a n B a u t i s t a Magnano, c a m a r i s t a del P a p a
do, G e r a r d o Caraccio, q u e d e s e a b a con ansia ser Gregorio X I I I , perdió en el juego una cantidad
su boticario, encontró en B e r n a r d i n o Cotta un te- considerable, lo cual lo conducia y a casi á las
mible rival. D e las opuestas pretensiones d e uno ^ p u e r t a s de la desesperación: m a s quiso la Provi-
y otro, resultó u n a discordia que resolvieron ter- dencia que se encontrase con nuestro santo. E s -
minar por medio de las a r m a s . E s p a n t a d a j u s - te, sin conocerle ni aun d e vista, le detuvo y le di-
tamente la h e r m a n a de G e r a r d o de u n a resolu- jo tomándole d e la mano: " L a p é r d i d a que ha-
ción tan homicida, se f u é m u y de m a ñ a n a al O r a - béis sufrido no deja de tener remedio; venid con-
torio á pedir.consejo al P a d r e Bordini su confe- migo, os confesáré y vereis lo que Dios hace en
sor; pero no encontrándolo se dirigió á F e l i p e y le vuestro favor. Llevóle á la iglesia de S. Geróni-
hizo saber el cuidado que tenia. "Tranquilizaos, m o y oyó su confesion, siendo esto lo bastante
le dijo el santo, lo que t e m e i s no h a de llegar á su- para restablecer la paz y la alegría en la alma de
c e d e r . — P a d r e mió, a ñ a d i ó e s t a piadosa m u g e r , aquel hombre, quien no dilató en reponer sus in-
y o querría hacer decir tres misas por este nego- tereses sin tener necesidad de volver á la casa del
cio.—Está bien, respondió Felipe, y y o también juego.
voy á aplicar otra por v u e s t r a intención; p o r lo Un joven eclesiástico de R o m a , sabedor de que
d e m á s no tengáis cuidado: vuestro deseo es b u e - su p a d r e habia caido en manos de unos bandidos,
no y Dios os lo ha de c o n c e d e r . " Consolada con corrió al Oratorio p a r a que Felipe lo encomendase
estas dulces palabras, quiso oir su misa, la q u e á nuestro Señor. E s t e a c a b a b a de decir misa y
concluida volvió p a r a su c a s a . Mas ¿cuál f u é su se desvestía de los sagrados paramentos, c u a n d o
sorpresa al encontrar á su h e r m a n o rebozando de el joven entró á la sacristía. E s c u c h ó Felipe el
alegría? E n aquel mismo instante a c a b a b a d e sa- motivo de su pena, con aquella compasion que le
—ISG-
-187-
era habitual, y le dijo:' "No tengáis cuidado, hijo
dia que se hallaba atormentada de su melancólico
mió, no tendrá novedad vuestro padre." Sin em-
humor mas de lo acostumbrado, se fué á la igle-
bargo, aquel mismo dia recibió una caita por la
sia del Oratorio y se confesó con el Padre Angel
que se le prevenía, que si no enviaba á los ladro-
Vellio, quien despues de oir el relato de sus peca-
nes mil y quinientos escudos, harían morir á su
dos, que no tenían otro principio que su misma
padre. El pobre joven, no sabiendo donde conse-
aflicción, quiso consolarla, pero no lo pudo conse-
guirlos, volvió á ver al santo y le manifestó el
guir. L e aconsejó volviese con frecuencia al san-
• apuro en que se hallaba. Viendo Felipe que so-
to tribunal, lo que ella no dejó de hacer; pero su
lo un milagro podia remediar esta necesidad, se
carácter se hacia cada dia mas insoportable en lu-
propuso conseguirlo de Dios; pero para que la
gar de mejorarse. Movido á compasion y no sa-
gloría que de él resultaba no se atribuyese á su
biendo ya que hacer, la rogó fuesé á abrir su co-
persona, dijo al joven: " I d y encomendad este
razon al P a d r e Felipe, que estaba allí haciendo
negocio á los padres Capuchinos." Hizo lo que
oracion cerca de su confesonario. Ella se dirigió en
le mandaba y á pocos dias dejaron libre los ladro-
efecto hacia el santo, quien sin conocerla le dijo
nes á su padre, sin exijir rescate alguno.
luego que la vió: "¿Aquí estáis vos, muger coléri-
Una princesa italiana habia y a diez años que ca; que siempre, estáis de mal humor?" Arrodi-
padecía una tristeza de corazon que le hacia la vi- llaos y oid l o q u e o s voy ádecir. "Entonces le puso
da muy amarga. Habiéndolo sabido Felipe, tal Felipe á la vista todala historia de su vida, le indicó
vez por revelación, le escribió una carta muy con- sus faltas, asi como también su remedio; en seguida
soladora; y apenas la leyó esta señora cuando des- oró por ella y con el dedo le hizo una cruz sobre
apareció su tristeza y se llenó de tan dulce ale- su frente. Al momento se obró en su corazon una
gría, que no la hubiera cambiado por todo un rei admirable mutación. Su tristeza y su mal hu-
no, según ella misma decia. Desde entonces no mor se disiparon y los remplazó una dulzura ce-
cesaba de alabar públicamente al santo y de re- lestial. "Ahora bien, le dijo el santo ¿cómo os
petir que á él, despues de Dios, debia su felicidad. sentís, hija mia?—Muy bien padre mió, respon-
Prudencia Diaz, noble señora española estable- dió ella.—Volved ahora, añadió el santo, á ver
cida en Roma, llevaba una vida muy desgraciada; á vuestro confesor." Despues de darle las gra-
pues agobiada por una dilatada série de calamida- cias, con las lágrimas en los ojos, se volvió muy
des, no disfrutaba d e ningún reposo, no quería ha- gozosa al Padre Vellio, y le dió parte de su pro-
blar con nadie, y la menor cosa la enfadaba. Un digiosa y defintiva mutación. Igual cosa acón-
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teció á. L i v i o d e los Ursinos, á quien h a c i a
narse su razón. L o s exhorcismos que en su locu-
m u y d e s g r a c i a d o una viva inquietud. ''Vues-
ra se hizo aplicar, aumentaron el mal en vez d e
tro temor e s quimérico," le dijo el santo, y basta-
remediarlo: los médicos que le asistieron agotaron
ron estas p a l a b r a s p a r a restablecer en su a l m a la
inútilmente los recursos d e su facultad, y vino á
m a s p e r f e c t a tranquilidad.
p a r a r en un estado horrible p a r a su cuerpo y su
C a m i l o P a m p h i l i , p a d r e del P a p a Inocencio X, alma. No dormia ni comia ya, y d e s e s p e r a b a
se acostó u n a noche con el espíritu p r e o c u p a d o á c o m p l e t a m e n t e de su salvación. T e n i a u n a tia,
c a u s a d e u n g r a n cuidado, y no p u d o cerrar los oblata de la Tour-des-Miroirs, y vino á verlo un
ojos en t o d a la noche. A la m a ñ a n a siguiente se dia, y y a se retiraba llena de a m a r g u r a , c u a n d o le
fué á v e r á F e l i p e p a r a recobrar la p a z de su al- ocurrió el pensamiento de encomendarlo á la ca-
m a ; este le dijo luego que lo vió: " S e á i s bien ridad de Felipe. Se fué derecho al Oratorio, y
venido C a m i l o ; quiero m e digáis vuestro estado suplicó al santo se apiadase de aquel infeliz. Mo-
d e s p u e s d e u n a tan mala noche como habéis p a - vido vivamente con la relación que a c a b a b a de ha-
s a d o . " Q u e d ó maravillado Camilo al ver que cerle aquella m u g e r , fué á ver al pobre joven y
le habia sido revelado á F e l i p e su interior; m a s le i m p u s o las manos diciéndole: "Sosegaos, j a -
creció d e p u n t o su admiración al notar la eficacia m á s habéis estado poseido del demonio." Luego
d e estas p a l a b r a s tan cortas, q u e le restituyeron la le hizo c a n t a r p a r a disipar su negra tristeza, y le
m a s c o m p l e t a tranquilidad. invitó á q u e fuese á verlo á Vallicella.
Un j o v e n r o m a n o , de u n a familia distinguida, se E l joven, g a n a d o por una b o n d a d tan paternal,
encontró con un hombre que él sabia estar poseí- y y a consolado, no dejó de ir desde la m a ñ a n a si-
do del d e m o n i o , y tuvo la i m p r u d e n t e curiosidad d e guiente á ver á nuestro santo. Este, notando
preguntarle á cerca de su desgracia: esta pregunta aun en él alguna tristeza y desconfianza, le abra-
irritó al e n e r g ú m e n o , quien le contestó con una zó y apretó tiernamente á su corazon. Ya he dicho
voz de t r u e n o y un rostro espantoso: "¿qué nece- mas de u n a vez cuan poderosas eran las e m a n a -
sidad teneis d e p r e g u n t a r m e todo esto, vos que ciones de aquel corazon a b r a s a d o de c a r i d a d .
. como yo, estáis también poseído del diablo?" E s - E x . erimentó esto aquel enfermo, pues al momen-
ta r e s p u e s t a lo estremeció de pies á c a b e z a y le to se sintió singularmente alegre y fortificado.
hizo tal i m p r e s i ó n , que llegó á t e m e r f u e r a v e r d a d " A h o r a bien, le preguntó Felipe, ¿cómo os sen-
lo que a c a b a b a d e oír; y cargó sobre esto de tal tís?"—"No p u e d o estar mejor, p a d r e mío, r e s p o n -
suerte su imaginación, q u e al fin llegó á trastor- dió el joven; mi curación es perfecta." Q u i s o en-
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tónces manifestarle su reconocimiento, pero el no hay nacesidad que os espliqueis m a s . " D e s -
santo, que no podia sufrir las alabanzas, le d i ó u n a pues le m a n d ó en penitencia que besase la tierra,
palmadita diciéndole: " I d , hijo mió, y no queráis le dió la absolución y le despidió lleno d e paz y
pecar." alegría.
Domingo Saraceni, uno de los mas famosos m é - Un eclesiástico se habia persuadido, por un ca-
dicos de su tiempo, se posesionó d e una negra m e - ' pricho de su imaginación, q u e era indispensable la
lancolía que le hacia y a insoportable la vida. D e s - atención actual para el rezo d e l oficio divino; y como
pués de agotar todos los recursos d e su arte, sin ex- le era imposible tenerla, el h o m b r e se moria d e aflic-
perimentar alivio alguno, se fué á ver á Felipe, ción. S e fatigaba terriblemente la cabeza, p a s a b a to-
cuyo poder le era conocido, y le descubrió su pe- . do su tiempo rezando, y d e s p u e s d e todo creia no
na: " T e n e d ánimo le respondió el santo, dándole h a b e r cumplido con el precepto. L u e g o q u e sus es-
un cariñoso abrazo, e s t a tristeza se va á a c a b a r . " crúpulos llegaron á su m a s alto punto, se sintió
E n efecto, d e s a p a r e c i ó d e s d e aquel momento, y f u e r t e m e n t e tentado de desesperación; pero el Cie-
n u n c a mas volvió. lo vino á su socorro inspirándole recurriese á F e -
J u l i á n F u se he no, s a c e r d o t e de una e n c u m b r a - lipe. Marchó al momento a l Oratorio, y se presen-
d a virtud, tenia un penitente á quien atormenta- tó á la puerta del cuarto del santo; m a s este le dió
ban los escrúpulos de un modo horrible; y des- con ella en la cara, diciéndole: " N o tengo tiempo
pues de e c h a r mano de todo v a n a m e n t e p a r a cu- d e oiros; yo rogaré por vos." Ignórase c u a l fué el
rarlo, tomó el p a r t i d o de conducirlo al siervo- de motivo que tuvo p a r a mostrarse tan p o c o comedi-
Dios, quien al verlo entrar, le dijo con u n a voz ca- do en esta oeasion: tal vea los escrúpulos d e aquel
riñosa: "¿Sois vos, hijo mió? seáis bien venido, co- hombre tenian su origen en algún secreto orgullo
nozco perfectamente vuestro maS, son tentaciones que exijía un remedio humillante. S e a lo que fue-
las que os afligen; pero tened valor, van y a á ter- re, el pobre eclesiástico se f u é sin quejarse, y tomó
minar." Diciendo esto lo abrazó, y le preguntó si su breviario d e r r a m a n d o lágrimas. P e r o desde
q u e r í a confesarle sus faltas. " D e m u y buena vo- entonces desaparecieron sus escrúpulos y p u d o re •
luntad, respondió; no e s la vergüenza ni el temor lo zar y a su oficio con una facilidad a d m i r a b l e . l i é
q u e me impide decirlas; y o no p u e d o explicarlas." aquí de paso, los remedios principales q u e este sa-
— " H a c e d la p r u e b a sin e m b a r g o , " le dijo Felipe. bio médico prescribía á las almas escrupulosas.
S e arrodilló y se confesó m u y detenidamente, 1.° " S i e m p r e que un escrupuloso en el rao
hasta que al fin le dijo nuestro santo: " Y a está; m e a t o que le asalta cualquiera tentación se dice á
si mismo: Me parece que resisto, ó que he resis-
tido á esta sujestion; con esto basta, y no d e b e y a . confesaban que era bastante que él pusiera la
hacer mas examen por ver si h a ó no consentido. mano sobre sus cabezas, para que los inflamase
2. ° Si en lo mas fuerte d e la tentación, echa d e hasta el punto de hacer saltar sensiblemente sus
ver que su corazon se inclina aún á la virtud con- corazones. Peregrino Altobello, canónigo de San
traria, puede creer con certeza que no h a sucum- Marcos, interrogado como testigo, declaró lo si-
bido. 3. ° Si no está bastante seguro d e haber guiente: "Me causaban interiormente tal placer
consentido hasta el estremo d e poderlo afirmar ba- sus conversaciones, que me costaba mucho traba-
jo d e juramento, entonces no ha habido consenti- j o separarme d e él. Siempre que le encontraba
miento: esta es una cosa ciertísima. 4. ° Todo, en la calle, me cogía la cabeza entre sus manos,
escrupuloso debe sujetar su juicio y voluntad á la preguntándome por mis cosas, y sentía yo una
autoridad del confesor y despreciar los vanos terro- alegría indecible, aspirando al mismo tiempo un
res d e su conciencia. 5. ° E s conveniente obli- olor celestial que exhalaba su cuerpo. Me acuer-
gar d e cuando en cuando á estas pobres almas á do particularmente que un diale encontré cerca del
que comulguen sin confesarse. 6. ° Solo la hu- palacio del cardenal Sforze, y me cogió de las
mildad puede curar radicalmente esta enfermedad sienes, según lo acostumbraba, diciéndome: ¿A-
tan penosa y peligrosa." dónde vais, santo hombre Peregrino? E s t a cari-
ñosa acción produjo en mí un consuelo tan inefa-
Volvamos y a á nuestra narración. Quiza ntin- ble, que no sabia yo ni donde estaba, ni qué
ca hubo hombre que poseyese en tan alto grado el hacía."
don de consolar y alentar á las a l m a s . T o d o en Su cuarto tenía la misma virtud que su perso-
él producía estos efectos maravillosos: sus palabras, na. Bastaba entrar en él para verse uno libre
su a d e m a n , y aun su mismo aspecto. Esto está pro- de la tristeza y de cualquiera otra turbación es-
bado por las deposiciones d e respetables y nume- piritual. P o r eso le llamaba Marco Altisri el
rosos testigos. Tiverio Ricciardelli decia después paraíso terrenal. E l cardenal Federico Borro-
d e la muerte del santo, que s i e m p r e que le tocaba meo, iba á él expresamente para buscar allí la
el pelo, experimentaba un consuelo indecible. El alegría. E l cardenal d e Médicis, despues L e ó n
cardenal Baronio afirmaba q u e las palmaditas que XI, pasaba en él por lo ménos seis horas c a d a se-
!e d a b a de chanza su buen p a d r e , producían en él mana, halagado de las dulzuras que en él experi-
un efecto semejante. E l c a r d e n a l Baudini daba mentaba. Los que por discreción no querían en-
:n testimonio análogo, y casi todos sus penitentes trar, sentían los mismos electos con solo arrimar-
13
se á la p u e r t a . Fabricio de Massimi, n u n c a d e -
j a b a en sus tristezas de venir á buscar su r e m e -
dio en aquella p u e r t a , de la que n ú n c a se separó
desconsolado E l c a r d e n a l C u s a n a , le encontró
en ella u n dia d e centinela, y le preguntó porqué
no e n t r a b a : " ¿ P a r a qué, le respondió, he d e in-
t e r r u m p i r al padre? y o encuentro aquí el consue-
lo que busco, y esto m e b a s t a . " Neri d e Nigri» T i e r n a c a r i d a d de F e l i p e p a r a con los pobres, ó
a u n d e s p u e s de la muerte del santo, no d e j a b a por mejor decir, p a r a con todo el m u n d o .
d e venir á su cuarto siempre que tenia alguna
aflicción, y recobraba en él al momento toda su
tranquilidad. No sé yo d e ningún otro santo que
h a y a recibido d e Dios un don como éste, á lo m é -
nos en un g r a d o tan extraordinario. Dios nues-
tro Señor se gloría en prodigar de diversas m a -
neras, sus preciosos favores á sus escogidos. Cr:) I" A S T A aquí h e m o s visto el celo del sier-
JíijJyvo de Dios, e n t r a b a j a r p o r el bien d e
v<VÍ) f A ' ~ > ? l a s a l m a s ; vamos y a á ver su tier-
(
o cuidado en remediar las necesi-
r w / T ) ) d a d e s corporales del prógimo; porque
este h o m b r e e s t a b a dotado de una ver-
d a d e r a c a r i d a d , y esta virtud c o m p r e n d e á todo
el hombre. C u a n d o se le llamaba á ver algún
enfermo, d e s p u e s d e poner su a l m a en b u e n esta-
do, se e n c a r g a b a d e su cuerpo, llamando á u n
médico que lo curase, y proporcionándole las m e -
dicinas necesarias. No satisfecho con r e m e d i a r
las miserias que llegaban á su noticia, salía d e
casa en b u s c a d e las necesidades agenas y no
era raro que Dios se las manifestase por re-
se á la p u e r t a . Fabricio de Massimi, n u n c a d e -
j a b a en sus tristezas de venir á buscar su r e m e -
dio en aquella p u e r t a , de la que n ú n c a se separó
desconsolado E l c a r d e n a l C u s a n a , le encontró
en ella un dia d e centinela, y le preguntó porqué
no e n t r a b a : " ¿ P a r a qué, le respondió, he d e in-
t e r r u m p i r al padre? y o encuentro aquí el consue-
lo que busco, y esto m e b a s t a . " Neri d e Nigri» T i e r n a c a r i d a d de F e l i p e p a r a con los pobres, ó
a u n d e s p u e s de la muerte del santo, no d e j a b a por mejor decir, p a r a con todo el m u n d o .
d e venir á su cuarto siempre que tenia alguna
aflicción, y recobraba en él al momento toda su
tranquilidad. No sé yo d e ningún otro santo que
h a y a recibido d e Dios un don como éste, á lo m é -
nos en un g r a d o tan extraordinario. Dios nues-
tro Señor se gloría en prodigar de diversas m a -
neras, sus preciosos favores á sus escogidos. Cr:) I" A S T A aquí h e m o s visto el celo del sier-
JíijJyvo de Dios, e n t r a b a j a r p o r el bien d e
v<VÍ) f A ' ~ > ? l a s a l m a s ; vamos y a á ver su tier-
(
o cuidado en remediar las necesi-
r w / T ) ) d a d e s corporales del prógimo; porque
este h o m b r e e s t a b a dotado de una ver-
d a d e r a c a r i d a d , y esta virtud c o m p r e n d e á todo
el hombre. C u a n d o se le llamaba á ver algún
enfermo, d e s p u e s d e poner su a l m a en b u e n esta-
do, se e n c a r g a b a d e su cuerpo, llamando á u n
médico que lo curase, y proporcionándole las m e -
dicinas necesarias. No satisfecho con r e m e d i a r
las miserias que llegaban á su noticia, salía d e
casa en b u s c a d e las necesidades agenas y no
era raro que Dios se las manifestase por re-
-197-
velación. Al saber cualquiera de ellas, no se per- comprasen el sacrificio de su virtud. Uno de sus
mitía ningún reposo hasta aliviarla por todos los discípulos tenia unas sobrinas jóvenes, á las que
medios posibles. Se le veía recorrer las calles dia no podia sostener á causa de su pobreza; pero
y noche, visitando á sus queridos pobres,' llevan- el caritativo padre se encargó de su alimento é
do á unos recursos pecuniarios, á otros vestidos, instrucción, y cuando llegaron á una edad en que
á éstos alimentos, á aquellos remedios. ¡Oh! ¿cuán- podian casarse, les dió á cada una un dote de
tos necesitados vergonzantes, vieron venir á este seiscientos escudos. Dos jóvenes florentinas que
hombre en socorro de su indigencia que ellos pen- sus padres trajeron á Roma, donde murieron, se
saban no ser conocida mas que de solo Dios"? E n - encontraron espuestas, por su miseria, á los mas
tremos y a en el pormenor de algunos de sus ac- grandes peligros. Llegó esto á noticias de. nues-
tos de caridad, cuya memoria nos han conserva- tro santo, y las colocó en una casa segura, en la
do sus historiadores. que proveyó á su manutención, y costeó despues
ü n hombre noble llegó á perder su fortuna á los gastos de su admisión en un convento de Flo-
causa de una multitud d e calamidades que le so- rencia. Omito una multitud de hechos semejantes,
brevinieron, y Felipe los sostuvo por muchos" a- por no fastidiar con repeticiones á mis lectores.
ños en una situación conforme á su nacimiento. Tres mugeres piadosas, pero que carecían de
Una muger tenia á una madre anciana, y cuatro bienes de fortuna, emprendieron sin consultarlo
hijos pequeños, sin recurso alguno para alimen- con su director, abrir un asilo para niñas huérfa-
tarlos; y él tomó á su cargo proporcionar á c a d a nas, con la intención de pedir limosna para ali-
uno lo que hubiera menester según sus necesida- mentarias. Llegaron á recibir hasta veinte, lle-
des, por el espacio de cuatro años. Vicente Ilu- nas de confianza en la caridad pública; pero ésta
minator, dejó al morir u n a muger con seis hijos, no correspondió á sus esperanzas, y conocieron
sin recurso alguno, y movido Felipe á con.pasión, demasido tarde, que tendrían que morir de ham-
se constituyó proveedor de esta familia, no permi- bre con sus hijas. Llegó á oidos de Felipe su
tiéndo que careciese d e ninguna cosa. Mas ade- triste situación, mandó llamar á estas mugeres
lante procuró á una d e las niñas su entrada á un imprudentes, las reprendió como merecían, y se
monasterio, y la proveyó de todo lo necesario. encargó de las pobres huérfanas: casó á unas,
Resplandecía aún m a s su generosa caridad en otras abrazaron la vida religiosa, y colocó á las
favor de las doncellas pobres, impidiendo que vi- demás en casas particulares, que merecieron su
les corruptores se aprovechasen de su miseria, y confianza.
—199—
No llamaban ménos su atención los pobres en- •amero que llevaba. "Muy bien, le dijo el pobre
carcelados: muchas veces á la semana les envia- aparente, queria yo hacer prueba de vuestra mi-
ba dinero, vestidos ó víveres; y mandaba á algu- sericordia" y luego desapareció. Por donde quie-
nos de sus discípulos á que los instruyesen y r a se formaban conciertos de alabanzas en honor
consolasen. Habia en la ciudad muchos monas- de su generosa caridad; pero sobre todo, despues
terios reducidos á una excesiva indigencia; pero d e su muerte fué cuando pudo conocerse bien el
sus nombres estaban escritos en la tabla provi- alto concepto que se tenia de ella. Recordaban
dencial de Felipe, y no dejaba de enviarles en los pobres los bienes que les habia hecho, y no
tiempo oportuno los socorros necesarios. Si en- pudiendo contener sus lágrimas, decían los testi-
contraba algunos jo'venes propios para los estu- gos de su dolor: " T i e n e n razón de llorar, por-
dios, los tomaba bajo su protección, y subvenía á que para ellos es ésta una pérdida irreparable, y
todas sus necesidad: dos de ellos, que con el tiem- jamás volverán á tener otro padre como el que
po llegaron á ser cardenales, le ocasionaron es- la muerte les ha arrebatado." Cuando se trató
pecialmente gastos considerables, siendo tal su d e su canonización, el cardenal Bellannino, en-
generosidad para con ellos, que llegó hasta ven- cargado del exámen de su causa, sorprendido de
der sus libros por sostenerlos. A mas de esto* las prodigiosas caridades en que abunda, excla-
ningún pobre mendigo se dirigía á él, sin que re- mó: " E s t e venerable padre, era otro J u a n limos-
cibiera de sus manos alguna limosna: en fin, eran nero." Aún fué mas elocuente el elogio que de
tantas sus liberalidades, que ciertamente no hu- él hizo una muger del pueblo. Testigo de la ca-
biera podido llevar al cabo muchas de ellas, sin nonización de Santa Francisca Romana, tan céle-
hacer milagros: tal era por lo ménos la opinion de bre por su caridad, exclamó: "Nuestro buen pa-
los confidentes de su caridad. dre Felipe, también ha hecho caridades seme-
Ella le valió un dia un favor singular; porque jantes ¿cuándo se le colocará igualmente en el
agrada tanto á Dios esta virtud, que le cuesta catálogo de los santos? D e esta santa señora se
gran trabajo á su Magestad, si me es lícito ha- dice que llevaba envoltorios d e ropa á los des-
blar así, esperar á la otra vida para premiarla. graciados; pero mi padre no se contentaba res-
Caminaba por una calle apartada, y se le apareció pecto de mí, con tan poca cosa: me llevaba pan,
un ángel bajo la figura de un pobre, que le ten- vino, aceite y aun dinero. L o digo ante todo el
dió una mano suplicante. Al momento, sin infor- mundo; Felipe hizo esto cien mil veces por mí y
marse el santo de sus necesidades, le dió todo el por muchos otros."
Sin embargo, no era solo con los pobres en —201—
quienes hacía brillar la bondad de su corazon, es- ' guido por unos hombres poderosos. Obtuvo del
tendíase élla á todos los que se le acercaban, y papa Pió V el perdón de muchos pobres estran-
m u y especial mente á aquellos que le hacían al- geros á quienes se condenaba á galeras con de-
gún bien ó le prestaban algún servicio , »Este masiada injusticia. Unos personages de gran cré-
santo hombre, decia el cardenal Panphíli cñ su dito, perseguían obstinadamente ante la justicia
deposición, era de un excelente y raro corazon, á un paisano amigo suyo: tomó su defensa y le
agradecía con efusión el mas ligero beneficio, y libró de las manos de sus enemigos . . . . Basta;
siempre se acordaba de él." "Felipe, decía' el porque nunca acabaría si quisiera hablar de
abad Mufle, quedaba tan agradecido al menor todos aquellos á quienes salvó la vida, el ho.ior y
servicio que se le prestaba, que su corresponden- la fortuna
cia era de cuatro por uno: lo sé por experiencia." En una época de hambre, una persona le en-
vió cinco panes para que socorriese sus necesida-
Los cuidados ágenos lo afectaban de tal ma-
des propias. Los tomó luego, y se los llevó á un
nera, que. muchas veces parecía perder la pa-
sacerdote estrangero, cuya indigencia le era co-
ciencia. Bastaba la vista de un pobre medio des-
nocida, y él se alimentó aquel dia con unas pocas
nudo, para hacerlo llorar, sin.que le fuera posible
de aceitunas. Supo esto su bienhechor, y fué á pre-
sosegar hasta no verle cubierto; y mas de una vez se
guntarle con algún mal humor ¿por qué era tan com-
despojó de sus propios vestidos para cubrir con
pasivo con otros y tan duro consigo mismo? " A l o m é -
ellos las carnes de algunos miserables. Cuando
nos, añadió, no debiais haber dado mas que la mi-
se veia reducido á contemplar u s rivaciones de
tad guardando la otra para vos."—"Perdonadme,
sus semejantes, sin que le fuera dable consolarlos,
respondió el santo; yo tengo aquí muchos amigos,
se estremecía, y exclamaba, olvidando el horror
y este pobre estrangero no tiene ninguno; ved pues,
que siempre habia tenido á las riquezas: "¡Qué
como nuestra posicion no es igual."
no tenga yo tesoros para poder remediar tantos
males!" También interesaban altamente su caridad los
pobres artesanos desprovistos de trabajo, y su ce-
L a inocencia perseguida, encontraba en él un
lo inventor apuraba todos los recursos para arran-
ntrépido defensor. Libró de una inevitable muer- carlos de la miseria. Puedo citar á este propósi-
te á un noble romano, á quien se acusaba de un to algunos hechos. Dos franceses, fabricantes de
homicidio que no habia cometido. Defendió, é reloxes de madera, no vendían lo bastante para
hizo triunfar la inocencia de un sacerdote perse- poder alimentar á su numerosa familia: súpolo
—202— -203—
Felipe, y en su cornpasion se hizo en cierta ma- pobre animal, p a r a que le tratéis de esa manera?"
nera su corredor. No fué en vano; porque m u - •Otra vez vió que un hombre azotaba cruelmente
chas personas solo por complacer á Felipe, com- á un perro, y esto le causó tal turbación, que tuvo
praban de aquellos reloxes. Comprometía u n gran trabajo en serenarse. Uno de los niños que
dia el santo á un hombre rico, á que comprase concurrían á su puerta, tenía un dia en su mano
cierta porcion de éllos, lo que al fin consiguió; y un pajarillo que había cojido, y temeroso el santo
testigo d e este empeño uno d e sus discípulos, le de que lo hiciese morir, le dijo: "Hijo mió, vale
pareció q u e el santo no hacia bien en esto, y dijo m a s que le deis libertad, p a r a que vaya á ver á
para sí: " V a y a una idea singular ¿no podía este su m a d r e . " Dijo esto, y pasó adelante: pero á
buen p a d r e aconsejar á este señor que empleara .poco rato volvió á encontrar al niño, y le pregun-
mejor su dinero en otra cosa que en reloxes?" tó si habia soltado al pajarito.—"Sí, padre, res-
Ignoraba entónces cual era la intención de Felipe; pondió: abrí la ventana y le eché á volar.—¡Po-
pero cuando llegó á conocerla, no pudo menos brecito! esclamo Felipe, hubiera sido mejor criar-
qne a d m i r a r s e de aquella ingeniosa caridad. Un lo, porque como es todavía chiquito no podrá co-
jardinero d e la c a m p i ñ a d e Roma, que vendía le- mer y se morirá d e h a m b r e . " Si llegaban á co-
gumbres en la c i u d a d , llegó una tarde según su jerse en la casa algunas ratas, se oponia á que se
costumbre, á tiempo que una lluvia copiosa le o- les matase, y las hacia llevar á un lugar desierto
bligó á refugiarse bajo el portal de la caridad. en donde él se figuraba no podrían hacer daño. Si
Seguía lloviendo, y el pobre hombre se desolaba montaba algún carruage p a r a ir á alguna parte,
por no poder vender su mercancía. Felipe, que no dejaba de encargar al cochero que no fuera á
se hallaba por allí, oyó sus lamentaciones, y mo- lastimar á los hombres ó á los animales. Si al-
vidas sus entrañas, no pudo dejar de consolarlo. guno le daba alguna ave viva, la m a n d a b a de re-
•Se acerca á aquel hombre, le ajusta toda su mer- galo á otra parte, porque no la mataran en su ca-
cancía: y el gusto que manifestó aquel pobre al- sa. Se hubiera dicho que estos seres desprovis-
deano, fué mas apreciable p a r a nuestro santo que tos de razón, conocian la humanidad d e este santo
el valor de su dinero. hombre; porque por ariscos que fuesen con los
T e n i a un corazon tan excelente, que se compa- demás, se dejaban acercar y manosear d e él sin
decía aun d e los mismos animales. Vió un dia que manifestar miedo alguno.
uno de sus discípulos a n d a b a tras de un gato, y Uno de sus discípulos le ofreció un pajarillo
le dijo con cierta emocion: "¿Qué os ha hecho ese cantador, encerrado en su jaula. " L o recibiré de

uf m\
m u y buena voluntad, le dijo el santo, si habéis de
venir todos los dias á p r o v e r á sus necesidades.—
M u y bien, padre mió, respondió el joven; yo me
encargo de su c u i d a d o . " D e s e m p e ñ ó , en efecto,
su compromiso, y u n a m a ñ a n a q u e Felipe estaba
enfermo, vió al animalito saltando sobre su cuello,
picoteando y c a n t a n d o con m u c h o contento. " D e -
A d m i r a b l e castidad de nuestro santo.
cidme, le preguntó el santo, ¿hacía lo mismo con
vos c u a n d o e s t a b a e n v u e s t r a casa? No, padre
mío, respondió el j o v e n . " E l santo se avergonzó
y espantó á la avecita. E s t a se f u é , pero volvió
al momento, y estuvo h a c i e n d o esto por largo ra-
to. Quiso cogerlo su antiguo dueño, pero no lo
p u d o conseguir. E n t o n c e s le dijo Felipe: " T r a e d
la jaula, y voltiadle l a puerta hácia d o n d e está,
M O Felipe esta angélica virtud d e s d e
verémos si quiere e n t r a r . " H e c h o ésto, entró al
Jsu m a s tierna e d a d ; y de aquí es que no
momento el pajarito. Son estas, en v e r d a d , mi-
omitía precaución alguna p a r a conser-
nuciosidades que no d e b i e r a n contarse pero que
varla. ¿Cuáles eran pues, estas precau-
sin e m b a r g o manifiestan p e r f e c t a m e n t e la bondad
ciones? Voy á decirlas, p a r a que los e -
d e l corazon d e nuestro santo, y por lo mismo m e
j e m p l o s de este g r a n d e hombre sean d e
h a parecido no debia p a s a r l a s en silencio.
provecho á mis lectores. Sabedor por
el Apóstol, que el hombre lleva este precioso teso-
ro en un frágil vaso de barro, y que las desgra-
cias d e nuestros semejantes, nos p r u e b a n d e m a -
siado esta terrible v e r d a d , adoptó p a r a su conser-
vación, ilustrado por la divina gracia, las m e d i d a s
siguientes.
P r i m e r a . C u i d ó m u c h o d e ocultar este don
inapreciable, b a j o el manto de la h u m i l d a d , á fin
de que los ladrones espirituales no pudieran nún-
m u y buena voluntad, le dijo el santo, si habéis de
venir iodos los dias á p r o v e r á sus necesidades.—
M u y bien, padre mió, respondió el joven; yo me
encargo de su c u i d a d o . " D e s e m p e ñ ó , en efecto,
su compromiso, y u n a m a ñ a n a q u e Felipe estaba
enfermo, vió al animalito saltando sobre su cuello,
picoteando y c a n t a n d o con m u c h o contento. " D e -
A d m i r a b l e castidad de nuestro santo.
cidme, le preguntó el santo, ¿hacía lo mismo con
vos c u a n d o e s t a b a e n v u e s t r a casa? No, padre
mío, respondió el j o v e n . " E l santo se avergonzó
y espantó á la avecita. E s t a se f u é , pero volvió
al momento, y estuvo h a c i e n d o esto por largo ra-
to. Quiso cogerlo su antiguo dueño, pero no lo
p u d o conseguir. E n t o n c e s le dijo Felipe: " T r a e d
la jaula, y voltiadle l a puerta hácia d o n d e está,
M O Felipe esta angélica virtud d e s d e
verémos si quiere e n t r a r . " H e c h o ésto, entró al
Jsu m a s tierna e d a d ; y de aquí es que no
momento el pajarito. Son estas, en v e r d a d , mi-
omitía precaución alguna p a r a conser-
nuciosidades que no d e b i e r a n contarse pero que
varla. ¿Cuáles eran pues, estas precau-
sin e m b a r g o manifiestan p e r f e c t a m e n t e la bondad
ciones? Voy á decirlas, p a r a que los e -
d e l corazon d e nuestro santo, y por lo mismo m e
j e m p l o s de este g r a n d e hombre sean d e
h a parecido no debia p a s a r l a s en silencio.
provecho á mis lectores. Sabedor por
el Apóstol, que el hombre lleva este precioso teso-
ro en un frágil vaso de barro, y que las desgra-
cias d e nuestros semejantes, nos p r u e b a n d e m a -
siado esta terrible v e r d a d , adoptó p a r a su conser-
vación, ilustrado por la divina gracia, las m e d i d a s
siguientes.
P r i m e r a . C u i d ó m u c h o d e ocultar este don
inapreciable, b a j o el manto de la h u m i l d a d , á fin
de que los ladrones espirituales no pudieran nún-
- 2 0 6 -
ca quitárselo. Segunda. Cumplió fielmente el en socorrerme," ó á aquellas otras: "Cread en
precepto protector que habia leido en el libio de mí, ¡oh Dios mió! un corazon puro, y renovad la
los Proverbios (4—23):. "Guarda tu corazon con rectitud de mi alma." "Postraos en seguida, y
toda custodia, porque de él procede la vida." besad la tierra con humildad." L e s encargaba
Tercera. Veló constantemente sobre sus sentidos también que rezasen al acostarse, el himno de
esteriores, pues sabia muy bien que estos son las completas, para preservarse de las ilusiones noc-
puertas y ventanas de nuestra alma. Núnca se turnas. Por último, repetía continuamente esta
oyó salir de su boca la menor palabra que pudie- grande máxima: " P a r a sobreponerse á los de-
ra ni aun remotamente ofender el pudor. Jamás más vicios, es necesario resistir valerosamente;
pareció delante de ninguna persona, sin estar cu- pero este no se puede vencer mas que huyendo:
bierto de pies á cabeza. Se privó constantemen- en los combates de la carne, no triunfa la intrepi-
te de los manjares y licores que encienden la san- dez, sino la cobardía,
gre, y no permitió á su olfato los perfumes y olo- i
res deleitables. Sus oidos estuvieron rigorosa-
mente cerrados á los cantos mundanos y á las
conversaciones que dicta el espíritu de la carne; y
ejercitaba muy principalmente sobre su vista una
severa vijilancia. Como el santo Job, hizo pacto
con sus ojos para ponerse al abrigo de los malos
pensamientos y lo observó con toda fidelidad.

Este hábil maestro solia decir, que los jóvenes 0 1 O le costó poco trabajo al siervo de Dios
que quieran escapar del enemigo de la castidad, M i l llegar á tan encumbrada perfección. Des-
deben manifestar francamente á su confesor los 1 ¡ p d e sus mas tiernos años, se dedicó á cru-
malos pensamientos que les asalten, para que pue- c i f i c a r su carne y sus deseos, y muy lé-
da curar el mal desde sus principios. Asi lo hacia jos de aflojar este rigor con el tiempo, an-
él por medios que nada tenían de penosos ni ver- tes por el contrario, aumentó sns austeri-
gonzosos. " L u e g o que os asalte una tentación, de- dades. Ya sacerdote, adoptó la costum-
cía á sus hijos espirituales, ocurrid con paz y una bre de no comer nada hasta el anochecer,
dulce confianza á aquellas palabras del Salmista:'' y si al medio día le urgía la necesidad de
"Dios mió, venid en mi ayuda: Señor, no tardéis alimento, solo tomaba un pedazo de pan, con un
-209-
poco d e vino. Su única comida, y que podemos d a b a que sus Oratorianos imitásen su conducta;
llamar principal, se c o m p o n í a de una sopa de yer- la que b u e n a p a r a él, porque no hacía otra cosa
bas c r ú d a s , y d e uno ó dos huevos pasados por q u e seguir en ella los impulsos de su virtud; en
agua, contentándose m u c h a s veces con uno solo d e los d e m á s hubiera sido una v e r d a d e r a locura.
estos dos alimentos. N ú n c a comia queso ni leche; " T o d o s los q u e viven en c o m u n i d a d , decia,
r a r a vez pescado, y aun mucho menos otras vian- deben c o m e r indistintamente las v i a n d a s que les
das, pues solo u s a b a de ellas c u a n d o lo exigia el es- sirvan." P o r otra p a r t e , él habia c u i d a d o d e
t a d o de su salud ó el bien p a r e c e r social. A u n q u e prohibir en las cónstitituciones d e su casa, los platos
era m u y poco el pan que tomaba, aun g u a r d a b a al- separados, p a r a evitar y c e r r a r la p u e r t a á sin-
gunos pedazos de él, que hacia comer á sus discí- gularidades y caprichos, dispensándose esta reg-
pulos, creyendo con esto mortificar su gusto; pero la únicamente en favor d e los enfermos, y eso
se e n g a ñ a b a , porque hacian de él un regalo de d e - solo e n la enfermería. No podia sufrir que nin-
voción, y aun le hurtaban algunos p a r a darlos á guno d e los suyos c o m i e r a algo fuera d e refecto-
otros. rio, y u n a vez dijo á u n o q u e lo hacia con fre-
C u a n d o m a n d a b a n los médicos que se le sirvie- cuencia: " N ú n c a llegareis á ser hombre espiri-
sen m a n j a r e s esquisitos, alegaba que le hacian d a - tual, si no os corregís d e este vicio."
ño en vez de provecho, y costaba el m a y o r t r a b a j o No dormía m a s que cuatro horas, y e m p l e a b a
del m u n d o hacer que los tomase. Acostumbra- lo restante de la noche e n la contemplación d e
do á c o m e r pobremente, no queria que los d e m á s las cosas celestiales. No había en su cuarto m u e -
lo e c h á s e n d e ver. P o r esto comia regularmente ble superfino y todos ellos eran conformes con la
solo en su cuarto, y no b a j a b a sino r a r a vez al re- simplicidad, por no decir con la pobreza religiosa.
fectorio c o m ú n . Sin embargo, á pesar de sus in- N a d a m a s humilde que su calzado y vestido.
dustrias, su abstinencia'era conocida de todos los Aquel era d e un cuero grueso y sin ninguna ele-
p a d r e s d e casa, q u e no hacian misterio de ella gancia en su hechura, y éste d e tejidos comunes
p a r a ninguno. Muchos médicos á quienes habla- y de bajo precio; p e r o al a t e n d e r á la pobreza
ron de ella, convinieron que tan corto y sencillo ali- no descuidaba el bien p a r e c e r propio d e su esta-
mento no podia conservarle'la vida, y no dudaron do; de m a n e r a que n ú n c a estaba súcio ni roto.
que l a s a g r a d a E u c a r i s t í a fuese su alimento m a s E s t e dicho d e san B e r n a r d o , le a g r a d a b a d e m a -
sustancial. siado y le traía en la boca frecuéntemente: " S i e m -
P o r lo d e m á s , como p r u d e n t e director no cui- pre me ha g u s t a d o la pobreza; pero n ú n c a la m a -

14
- 2 1 1 -
la crianza." " L a suciedad, a ñ a d í a nuestro santos
va una tibieza lamentable; de suerte, que por h a -
en la ropa y e n la m e s a , es una mortificación
ber querido d a r s e mucho al espíritu, viene uno á no
p a r a los d e m á s , y p o r consiguiente es un vicio
vivir y a mas que p a r a la carne. Si os excedeis un
contrario á la c a r i d a d . "
poco en vuestro alimento, podréis disminuirle
M u y léjos d e mitigar sus p r á c t i c a s d e mortifi-
c u a n d o gustéis: pero si quebrantáis v u e s t r a salud,
cación, las a u m e n t ó á m e d i d a q u e e n t r a b a en
d e c i d m e , ¿qué será de vos?"
iqayor e d a d . Reprendiéronle sobre esto sus ami-
N u n c a hizo voto d e pobreza, y sin embargo,
gos e n sus últimos años, diciéndole que este r é -
t u v o un estremo d e s a p e g o á las riquezas. A u n
gimen, si bien era bueno p a r a un joven, no con-
siendo joven, como lo h e b o s visto y a antes, re-
venía de ninguna m a n e r a á un anciano. E n t o n -
nunció voluntariamente á la brillante fortuna con
ces, ó h a b l a b a d e o t r a cosa, haciéndo como que
q u e le b r i n d a b a su tio, y se r e d u j o gustoso á . las
no oia, ó decia sonriéndose, que el paraiso no se.
privaciones de la mendicidad. Ya sacerdote, rehu-
b a b i a hecho p a r a los sensuales. M a s así como
só los ricos presentes q u e le ofrecieron algunos
era severo p a r a consigo mismo, así tanbien era
principes, y aquello que creyó d e b e r a c e p t a r de
indulgente p a r a con los d e m á s . Si notaba que
su munificencia, lo dedicó e n t e r a m e n t e al ornato
alguno se e x c e d i a en la abstinencia, le d e c í a ;
de su iglesia, y al alivio de los desgraciados, l i -
" D a d á vuestro c u e r p o m a s bien m a s que m é -
no de sus discípulos le dijo cierta vez, q u e debía
nos alimento d e l q u e necesita: porque si arruinais
reclamar algunos bienes raices que le correspon-
.susáuerzas, n o servireis p a r a n a d a . ¿Sabéis en q u é
dían por parte d e su m a d r e , y él respondió: "Ha-
consiste la v e r d a d e r a abstinencia? E n q u e b r a n -
ced m e favor de no volverme á h a b l a r d e e s o . "
tar nuestra propia voluntad y propio juicio, a c o m -
O t r a vez le escribió uno d e sus parientes, dicién-
p a ñ a n d o este quebrantamiento' con algunas peni-
dole que su p a d r e había nombrado en su testa-
tencias corporales m o d e r a d a s . D e este m o d o n o
mento, en lugar suyo, h e r e d e r a á su h e r m a n a C a -
p u e d e el demonio s a c a r provecho alguno, v s u c e d e
tarina; y contestó q u e podia d e s d e luego entrar
lo contrario con una abstinencia excesiva, de la q u e
eu posesión d e aquellos bienes, pues que él la ce-
me p a r e c e ser él m u c h a s veces el autor. Lo que es-
día todos sus derechos. Su h e r m a n a Isabel que-
te enemigo quiere, e s destruir las f u e r z a s físicas, v
n a dejarle su fortuna por acto testamentario, y ' la
si llega á conseguirlo, es cierta su -victoria; p o r q u e
rogó q u e no hiciese tal cosa, diciéndole que habia
entonces uno y a no p u e d e obrar el bien, y las mal-
escogido al cielo por herencia y que no quería
veces viene á r e m p l a z a r á u o a abstinencia exe&si-r
tote. Sucedió m u c h a s veces que algunos enfer-

\ / • ' '
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-213—
mos amigos suyos, quisieron testar á su favor, v
c a r d e n a l e s q u e quisieron contribuir á d a r este
él les m a n d ó decir, que no los volvería á visitar
gusto á nuestro santo. Con t a l objeto, el carde-
hasta que le hubieran asegurado que no lo harían.
nal d e Montalte, le d a b a de c a r i d a d el vino q u e
Vicente Teccozio le legó, sin que lo supiese, una
t o m a b a diariamente, y el c a r d e n a l Alexandrino
m a n d a d e cien escudos de oro, y nuestro santo
le envió sus zapatos viejos, que nuestro santo usó
los donó á sus herederos. T a m b i é n volvió la sa-
m u y gustoso, como lo v e r é m o s adelante. Una.
lud á otro bienhechor moribundo, por d e s e m b a -
vez dijo al p a d r e Bozzio: " H a llegado y a el
razarse de su herencia. J a m á s quiso recibir na-
tiempo d e disponerme p a r a morir, y por eso pro-
d a de sus parientes, y cuando vivia en San Geró-
curo d e s p r e n d e r m e d e las cosas d e este m u n d o ;
nimo, contento con el alojamiento que se le d a b a ,
v como deseo vivir y morir pobre, recibo de m u y
n ú n c a quiso recibir la parte que le tocaba en la
b u e n a g a n a lo que m e d a n de limosna."
distribución mensual, a c o r d a d a á los sacerdotes
No satisfecho con fomentar en sí mismo el des-
q u e sirven aquella iglesia.
precio de las cosas t e r r e n a s y el a m o r á la pobre-
Creció de tal suerte con los años su a m o r á la za, se esforzaba e n inculcar sus nobles sentimien-
pobreza, que se le oía e x c l a m a r en su vejez con tos á los p a d r e s que dirigía. " L a perfección, les
u n a especie d e t e r n u r a : "¡Ojalá y me viera o- decia, es incompatible con el afecto á los bienes
bligado á buscar m i pan p a r a vivir! Querría y o perecederos. Si yo viera q u e alguno d e vosotros
v e r m e reducido á la última miseria, y no encon- procurara atesorar, j u z g a r í a sin temeridad algu-
trar sino corazones insensibles á mis necesidades- na, que no perseveraría e n la v i d a espiritual." Mas
Si Dios p e r m i t i e r a que y o a c a b a s e mis dias en un adelante, uno d e ellos manifestó alguna inclina-
hospital público, reputaría esto como un especial ción á la codicia, y le dijo nuestro santo: " C u a n -
favor q u e su Magestad m e dispensaba." L e gus- do no penseis y a en g u a r d a r el dinero, entonces
t a b a considerarse en el Oratorio como un pobre tendré m u c h o gusto en veros, hijo mió: vuestra
á quien se d a un lugar p a r a que viva por amol- íisonomia tenia antes p a r a mí no sé q u é de a n g é -
de Dios, y t o m a b a su alimento como una limosna lico; pero hoy y a no es así. E n lugar d e la ale-
q u e le d a b a n los p a d r e s . Dijo una vez á Gallo- gría d e vuestro rostro, noto una negra tristeza y
nio: " H a c e d m e f a v o r de suplicar al cardenal una f e a l d a d que no p u e d o esplicar. ¡Ah! procu-
Borromeo, que de c a r i d a d m e m a n d e todos los rad recobrar vuestra p r i m e r a h e r m o s u r a . " Esta
dias, un pedazo de p a n y dos huevos." Hízoío r e p r i m e n d a bastó p a r a cubrirle d e confusion y
el cardenal de b u e n a voluntad, v lo contó á otro» lograr su conversión. O t r a vez preguntó á uno
m -
de sus discípulos- seculares: " D e c i d m e , hijo m i ó , s;ra fortuna." Francisco se regocijaba en su interior,
¿deseáis amontonar dinero?—No, á Dios gracias, c r e y e n d o que el santo l e ' h a b l a b a formalmente.
respondió éste.—Si es así, repuso el santo, iremos Entonces Felipe le abrazó con ternura, y le
los dos j u n t o s al paraíso; sí, y o m e encargo d e dijo al oido: " Y d e s p u e s ¿cuál será el fin d e to-
conduciros al cielo, bajo la condicion de que no d a s estas grandezas?" E s t a s p a l a b r a s penetra-
habéis d e desear j a m á s ese vil metal. P e d i d con ron h a s t a lo íntimo del corazon del joven, hacien-
fervor e s t a gracia á nuestro S e ñ o r . " P a r a d a r á d o e n él una m u y p r o f u n d a impresión. Yuelto á
conocer los bienes d e la pobreza de espíritu, acos- su casa, las meditó m u y seriamente, y llegó á con-
t u m b r a b a decir: " Q u e c u a n t a m a s afición se po- vencerse tanto de la v a n i d a d de las cosas d e la
ne en las cosas d e la tierra, otro tanto se quita al tierra, que se entró al Oratorio poco tiempo des-
Criador." pues.
Francisco Z a z z a r a , se d e d i c a b a con m u c h o e m - I g u a l cosa sucedió á un joven m e r c a d e r que
p e ñ o al estudio d e l derecho, con intención d e lle- a m a b a á Felipe como á su p a d r e . P ú s o s e un dia
g a r á las m a y o r e s dignidades y al colmo d e la á contarle las ganancias que habia tenido y las
fortuna. T e m e r o s o el santo d e los peligros con- q u e aun esperaba tener en el porvenir: "¿Y des-
siguientes á esta ambición, se propuso curar á es- pues? le preguntó el santo." E s t a p a l a b r a fué
te hijo suyo, y un dia que vino á visitarle, le dijo: p a r a él un r a y o d e luz que alumbró su entendi-
" ¡ Q u é dichoso sois, hijo mío; estudiáis con m u - miento: á poeos dias dejó el comercio y abrazó el
cho provecho l a j u r i s p r u d e n c i a , y según t o d a s las e s t a d o eclesiástico.
apariencias, dentro d e m u y poco tiempo os reci- E s t e maestro experimentado decía, que es m a s
biréis d e doctor; entonces ganareis m u c h o dinero fácil la conversión d e un libertino, que la de un
y vuestra c a s a s e r á m u y opulenta. Ascenderéis a v a r o . Añadía, que d e todas las e n f e r m e d a d e s
g r a d u a l m e n t e á los primeros puestos d e la m a - d e l alma, la m a s perniciosa es el a m o r al dinero;
gistratura, y no será difícil q u e vengáis á ser h a s - y de aquí es que hacia cuanto e s t a b a d e su par-
ta cardenal." T a l e s eran, en efecto, los p e n s a - te, p a r a p a r a preservar de él á sus penitentes.
mientos del joven, y es d e p r e s u m i r q u e D i o s se L u e g o que le p a r e c í a observar en alguno d e ellos
los habia revelado á nuestro santo. " ¡ Q u é feliz alguna inclinación á esta pasión, le imponía por
sois, mi querido Francisco! añadió el p a d r e : po- penitencia algunas limosnas. Antes d e terminar
dréis a n d a r con la c a b e z a erguida c u a n d o h a y a i s este capítulo, referiré algunas de sus sentencias
llegado al apogéo de vuestra g r a n d e z a y de v u e s - «obre esta materia, q u e ciertamente merecen no
olvidarse.
—216—
-217-
"Cualquiera que se dedica á enriquecer, nun-
pendió mas que de su querer el colocarse en Ios-
ca llegará á ser hombre espiritual.
destinos mas ambicionados de los demás; pero su
" H u y a n los jóvenes de la impureza y los vie-
humildad le puso al abrigo de estas tentaciones
jos de la avaricia, y yo les prometo que serán
tan delicadas ó hijas del amor propio. Ofrecié-
.santos.
ronsele algunas canongíasen las principales basí-
" D a d m e diez hombres que desprecien verda- licas, y las rehusó: las mitras de los mas insignes
deramente los bienes de este mundo, y y 0 me en- obispados y aún el capelo cardenalicio no pudie-
cargo de convertir con ellos á todo el universo. ron vencer su humilde repugnancia á toda digni-
"Nadie puede á un mismo tiempo ganar almas dad. Pero lo que no puede dejar de admirar es,
y dinero."
su admirable industria en motivar su resistencia,
de manera que no pudiera ella acarrearle algún
honor. Los hechos nos van á manifestar su ad-
mirable comportamiento en tales circunstancias.
• *
CAPITULO XXII. Cuando ascendió al pontificado el p a p a Gregorio
XIV, fué Felipe á presentársele y á besar el pié
de su santidad. E l pontífice, luego que le vió le
Admirable humildad del santo, y sus precep- ¿alió al encuentro, le abrazó tiernamente y tuvo,
tos acerca de esta virtud. con él una larga conversación. En seguida fué á
traer su propio birrete y lo puso sobre la cabeza de
Felipe en presencia de muchas personas, y le dijo.-
"Nos os creamos cardenal," y mandó á su secre-
tario que estendiese el diploma acostumbrado.
Entonces el santo le dijo al papa no sé que cosa
al oido que le hizo reír mucho y se fué en segui-
da. A pocos dias llegó un prelado al Oratorio,
,yjO-AS dignidades, á la par que las riquezas, encargado de poner en manos del santo el birrete
núnca pudieron tener entrada en el y el diploma. Felipe respondió, que no tenía lí-
*ran corazon de Felipe. Venerado mites su reconocimiento por el honor que su San-
/de grandes y chicos, amado de los tidad se dignaba dispensarle; pero que 110 pudien-
cardenales y aún de ios mismos pontífices, no d e - do aprovecharse de él por entonces, le suplicaba
—216—
—217—
"Cualquiera que se dedica á enriquecer, nun-
pendió mas que de su querer el colocarse en Ios-
ca llegará á ser hombre espiritual.
destinos mas ambicionados de los d e m á s ; pero su
" H u y a n los jóvenes d e la impureza y los vie-
humildad le puso al abrigo d e estas tentaciones
jos d e la avaricia, y yo les prometo que serán
tan delicadas ó hijas del amor propio. Ofrecié-
.santos.
ronsele algunas c a n o n g í a s e n las principales basí-
" D a d m e diez hombres que desprecien verda- licas, y las rehusó: las mitras d e los mas insignes
deramente los bienes d e este mundo, y y 0 me en- obispados y aún el capelo cardenalicio no pudie-
cargo d e convertir con ellos á todo el universo. ron vencer su humilde repugnancia á toda digni-
"Nadie puede á un mismo tiempo ganar almas dad. Pero lo que no puede dejar de admirar es,
y dinero."
su admirable industria en motivar su resistencia,
de manera qua no pudiera ella acarrearle algún
honor. L o s hechos nos v a n á manifestar su a d -
mirable comportamiento en tales circunstancias.
• ^
CAPITULO XXII. C u a n d o ascendió al pontificado el p a p a Gregorio
XIV, fué Felipe á presentársele y á besar el pié
de su santidad. E l pontífice, luego que le vió le
Admirable humildad del santo, y sus precep- ¿alió al encuentro, le abrazó tiernamente y tuvo,
tos acerca de esta virtud. con él una larga conversación. E n seguida fué á
traer su propio birrete y lo puso sobre la cabeza d e
Felipe en presencia d e muchas personas, y le dijo?
"Nos os creamos c a r d e n a l , " y mandó á su secre-
tario que estendiese el diploma acostumbrado.
Entonces el santo le dijo al p a p a no sé que cosa
al oido que le hizo reír mucho y se fué en segui-
da. A pocos dias llegó un prelado al Oratorio,
,yjO-AS dignidades, á la p a r que las riquezas, encargado d e poner en m a n o s del santo el birrete
n ú n c a pudieron tener entrada en el y el diploma. Felipe respondió, que no tenía lí-
*ran corazon de Felipe. Venerado mites su reconocimiento por el honor que su San-
/de grandes y chicos, a m a d o d e los tidad se dignaba dispensarle; pero q.ue no pudien-
cardenales y a ú n d e ios mismos pontífices, no d e - do aprovecharse de él por entonces, le suplicaba
-219-
l o reservase h a s t a el momento en que reclamase os habéis dignado p a r e c e r e n esta n u e s t r a c a s a
e s t e insigne f a v o r . P e r s u a d i d o el p a p a que tenía una sola vez. Jesucristo es al mismo tiempo
algún i m p e d i m e n t o temporal, no insistió y este ne- Dios, y vos no sois m a s que un hombre. Y o con-
gocio acabó p o r el olvido. vengo e n q u e vuestro p a d r e e r a ilustre; pero no
E l p a p a C l e m e n t e V I I I no d i s p e n s a b a menor tanto como el d e Jesucristo: vuestra m a d r e Agne-
estimación y a m i s t a d á Felipe q u e su antecesor: sina e r a una santa m u g e r ; pero la de J e s ú s e s la
así es que no e s d e e s t r a ñ a r que al recibir sus feli- Reina de los ángeles. P o d r í a yo aun decir mu-
citaciones le h u b i e r a dicho: " A h o r a sí no os es- cho m a s si la c a r i d a d no me obligara á ser indul-
capareis de ser c a r d e n a l . " P e r o el santo con su gente. Sin e m b a r g o , supuesto que Vuestra San-
a c o s t u m b r a d a d e s t r e z a , echó la cosa á la c h a n z a , t i d a d no ha obrado bien conmigo y m e debe una
y con esto salió del a p u r o por segunda vez; p e r o satisfacción, y o exijo me la d é proporcionando lu-
el pontífice volvió m u y pronto á la carga, como lo gar en el monasterio de la T o r r e d e Miradores, á
p r u e b a su r e s p u e s t a á u n a c a r t a del siervo d e u n a niña d e Claudio de Neri, c u y a vocacion ten-
Dios, cuyos dos documentos quiero copiar aquí go por cierta: vos habéis ofrecido al p a d r e prote-
p a r a satisfacción de mis lectores. ger á sus hijos, y un soberano pontífice d e b e ser
"¿Cómo e s esto, S a n t í s i m o P a d r e , que estos fiel á su p a l a b r a . Me pongo á los pies de Vues-
ilustres c a r d e n a l e s se dignan h o n r a r m e con sus vi- tra Santidad y los beso con el mas p r o f u n d o res-
sitas? Dos d e ellos han venido a y e r á v e r m e , peto."
•como si y o f u e r a un personage importante, y uno, L e y ó el p a p a , sonriéndose, esta carta, y luego es-
el cardenal d e Médicis, m e h a d a d o dos onzas de cribió en el mismo p a p e l de su propio puño, las si-
•oro, d e que tenia y-o g r a n necesidad y que he re- guientes lineas.
cibido con s u m o agradecimiento. Su eminencia " D i c e el pontífice, que h a y j a c t a n c i a en vos en
prolongó su visita h a s t a e n t r a d a la noche, y alabo' gloriaros d e la visita q u e os han hecho los c a r d e -
tanto á vuestra b e a t i t u d , que m e p a r e c e haberse nales d e que m e habíais, á no ser q u e con esto
e x c e d i d o . C o m o soberano pontífice debeis aven- hayais pretendido exaltar su h u m i l d a d , que es
t a j a r á todos en h u m i l d a d ; y sin embargo, j u z g a d , bien conocida de todos. El pontífice a ñ a d e q u e
santísimo P a d r e , j ú z g a o s á vos mismo. J e s u c r i s - al negaros^á a c e p t a r la p ú r p u r a con t a n t a tenaci-
to vino á v e r m e á la séptima hora de la noche, v d a d , habéis merecido la privación d e su visita.
no e r a esta su p r i m e r a visita, p o r q u e él viene to- Respecto á la e n t r a d a de la joven e n la T o r r e de
d a s las veces que quiero; y vos, Santo P a d r e , no Miradores, le parece bien que la exijáis como un
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derecho y con esa autoridad que os es tan propia, tanto mas, añadía, cuanto que este hombre no vi-
lo mismo que ese tono regafiador que acostum- ve como Hilarión en los desiertos de Egipto, sino
bráis. En fin, él os manda á su vez que cuidéis en la primera ciudad del mundo, donde por estar
de vuestra salud, y que rogueis á Jesucristo cuan- mas próxima la ocasión es mas fuerte la tenta-
do vuelva, por las necesidades del pontífice v de
ción."
su Iglesia."
Pero he aquí lo que acabó de poner en todo su
Algunos meses antes de su muerte, obligado de esplendor la humildad de Felipe. Como funda-
nuevo nuestro santo á aceptar la púrpura, dijo á dor del Oratorio, se le habia obligado á encargar-
uno de sus discípulos, llamado Bernardino Coro- se de su gobierno, lo que parecía m u y natural ;'¡
na. " E l papa quiere precisamente hacerme car- todo otro que no fuera él. Le nombraron sus hi-
denal, ¿qué me aconsejáis?"—"Yo creo, respondió jos perpétuo superior, no obstante SU3 reclama-
este, que deberíais aceptar esa dignidad por ínte- ciones y resistencia: mas repugnando siempre á
res de vuestro Oratorio." Felipe descubrió en- su humildad esta superioridad, continuamente bus-
tonces su cabeza, y levantando las manos al cie- caba ocasión de dejarla, y creyó conseguir su in-
lo, exclamó: "¡Paraíso, paraíso, Bernardino!"— tento dos años antes de su muerte, en que volvió
"Perdonadme, padre mió, replicó este hombre sen- á renunciarla formalmente. Reunió, pues, un día
cillo, yo no me acordaba de esto." á su Congregación y le dijo: "Ya me veis aquí
Un dia dijo á algunos de los suyos que parecían perdido de vejez, incapaz de poder llevar el peso
estimar demasiado las dignidades eclesiásticas: que habéis puesto sobre mis hombros: volved me
"Permitidme, hijos míos, que os manifieste mi la libertad, para que pueda pensar únicamente en
modo de pensar sobre esto. Deseo con todo mi mi última hora. Elegid otra persona que sea mas
corazon tener las virtudes de los cardenales v á propósito para gobernar y hacer feliz vuestta pe-
obispos; pero prefiero la muerte á sus dignidades." queña sociedad." E s t a proposi'cion que dictaba
El abad Mafia, movido de este profundo despre- solo la humildad del santo, no encontró éco alguno
cio de las grandezas humanas, dijo un dia en su en aquella asamblea: todos dijeron á una voz que
alabanza lo que había ya dicho San Gerónimo no tendrían otro superior que él, mientras Dios les
del grande Hilarión: " Q u e admiren en él los de- conservase la vida. Viendo Felipe que de nada
nlas sus austeridades y milagros; yo no admiraré servían sus palabras, recurrió á sus amigos los
minea otra cosa lamo, como el desprecio que ha cardenales Gusano y Borromeo, y les suplicó 1«
hecho de las honras humanas. Esto sorprende consiguiesen de su Santidad, obligase á los pa-
- 2 2 2 — —223—
dres á hacer nueva elección. E s t o s prelados cre- que d e s p u e s fué c a r d e n a l y le hizo canónigo d e l
yeron no d e b e r rehusarle un servicio que d e s e a b a Vaticano, en testimonio de su agradecimiento.
con tanta ansia: y d e s p u e s d e h a b e r recibido las No d e j a b a Felipe de p r e d i c a r contra todo lo que
convenientes órdenes d e su S a n t i d a d , vinieron al excita la ambición d e los mundanos; y d e aquí es
Oratorio, y convocaron á los p a d r e s á j u n t a gene- que se le oía repetir continuamente: " N a d a b u e -
ral en la que les dijeron: "Vuestro venerable su- no h a y en este mundo; todo es v a n i d a d d e v a n i d a d
perior insiste en su resolución: el p a p a d e s e a q u e y n a d a m a s que v a n i d a d . " P e r o profería estas
admitais su renuncia y q u e penseis en otro que sentencias con un tono tan penetrante, que c a u -
le sustituya. Bien conocernos c u a n costoso os e s ¡bttba gran conmocion en sus oyentes, y muchos de
este sacrificio; pero nos p a r e c e t a m b i é n que seria ellos, disgustados del siglo, abrazaron elestado re-
m u c h a dureza negaros á concederle esta g r a c i a / ' ligioso. D e c í a a ú n , que en ninguna p a r t e e r a
L o s p a d r e s consideraron q u e d e b i a n c e d e r á la mas necesario el desprecio d e los honores V rique-
autoridad del soberano pontífice, y eligieron d e zas como en R o m a , porque e n ninguna otra p a r t e
común acuerdo, á C é s a r Baronio: pero p u e d e se m o s t r a b a n con m a y o r brillo y a b u n d a n c i a . C í a -
decirse que esta elección solo f u é nominal, p o r q u e sele e x c l a m a r m u c h a s veces: " N a d a h a y en la
n a d a se bacía en la c a s a q u e n o se consultase co- tierra que me deleite; el único placer que tengo e n
mo antes con el santo, c u y a c o n d u c t a se observó este mundo, es sentir q u e n a d a de lo que hay en él
hasta su muerte. me a g r a d a . Si los justos, a ñ a d í a , pudieran librar-
No satisfecho Felipe con huir d e toda dignidad, se d e los pecados veniales, no h a b r í a p a r a ellos-
no omitía n a d a p a r a p r e s e r v a r de ellas á sus Ora- mayor tormento que la vida p r e s e n t e . "
tonanos. P o r lo mismo, no p e r m i t í a con gusto Si alguno preguntare d e dónde le venía este a l -
que frecuentasen las casas de los c a r d e n a l e s ni e l io desprecio d é l a s cosas h u m a n a s , le responderé
palacio d e l p a p a . Sin e m b a r g o , uno d e ellos le que era deudor de él á la a b u n d a n c i a de luces di-
pedia m u y seguido esta licencia, y le dijo un d i a : vinas que le hacían ver las cosas tales cuales son,
" T a n t o habéis de ir á los palacios, q u e al fin os v al humilde sentimiento que t e n í a de sí mismo. F i
quedeis en uno d e ellos: p e r o no por eso llegareis se consideraba en efecto, y realmente a s í lo creja-
á ser c a r d e n a l . " E s t a fué u n a v e r d a d e r a profecía, eomo el mas perverso de los mortales. P o r eso
porque á pocos afios despues, el p a p a C l e m e n t e c u a n d o oia hablar de algún g r a n d e crimen, decía
M i l , q u e conocía su habilidad y p r u d e n c i a , lo suspirando: " ¡ Q u i e r a Dios que no haya yo co-
nombró preceptor d e su sobrino Aldobrandino m e t i d o todavía mayores'faltas!" L e i a frecuente-
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mente la eonversion de santa María E g i p c i a c a , á ver á algunos niños ó jóvenes, no d e j a b a de decir-
la q u e consideraba como el modelo que d e b í a imi- les: " U s a d bien del tiempo que teneis d e vida; á
lar; y no h a b í a día q u e no dijese á Dios de lo ínti- mí me p e s a m u c h o d e no haberlo hecho, así."'
m o de su a l m a : "Desconfiad de mí, hoy, Señor, y Decía también á los religiosos: " ¡ Q u é dichosos
c u i d a d m e , porque soy c a p a z h a s t a de venderos sois en h a b e r dejado el siglo! yo no he tenido v a -
c o m o otro J u d a s . " Algunas veces se le oía excla- lor p a r a ello y m e veo reducido á envidiar vues-
m a r : M u y g r a n d e e s la llaga d e l corazon de J e - t r a d i c h a . " M u c h a s veces se le e s c a p a b a n estas
sús, y sin embargo, y o la a g r a n d a r é a ú n todavía, si expresiones: " A la v e r d a d , desespero d e m í . "
su Magestad no se g u a r d a d e m i c r u e l d a d . " Uno E s t o dió lugar á u n a p e q u e ñ a a v e n t u r a m u y in-
vez le preguntó cierta persona, cuál, e r a su p r e p a - teresante. Se encontró un dia con dos religiosos
ración c u a n d o se a c e r c a b a á celebrar el santo sa- d e Santo Domingo, y*les dijo: " P e r m i t i d m e q u e
crificio de la misa: " C o n f e s a r á D i o s , le respon- pase adelante; p o r q u e estoy d e s e s p e r a d o . " Y al
dió, que por mí m i s m o no p u e d o h a c e r otra cosa decir esto, hizo u n movimiento p a r a huir d e ellos.'
que p e c a r . " D e aquí es que decía todos los dia* L o s Dominicos tomaron la cosa seriamente, le
antes d e comulgar: " T o d o m i poder, Señor, se li- detuvieron d e l hábito, y se pusieron á aconsejarle
m i t a r á á h a c e r hoy c o m o siempre el mal, si vos no q u e tuviera paciencia. Yiendo el santo la in-
m e asistís con v u e s t r a gracia." quietud q u e les había c a u s a d o , les dijo sonrién-
dose: " P e r d o n a d , mis p a d r e s , mi imprudencia; es
D u r a n t e m u c h o s años acostumbró decir en su?
cierto que desespero d e mí* p e r o no por esto d e -
e n f e r m e d a d e s : " S i el Señor permite que yo m r
j o n u n c a d e e s p e r a r e n D i o s . " Un corazon tan
v u e l v a á levantar, quiero m u d a r d e conducta y
h u m i l d e como el suyo no podia d e j a r d e aborre-
convertirme e n t e r a m e n t e . " P e r o en su vejez»
cer en estremo la vanagloria, 4 m a n i f e s t a n d o este
m a s ilustrado d e la divina g r a c i a y por consiguien-
sentimiento siempre que las circunstancias lo per-
te m a s h u m i l d e , t u v o un lenguaje m u y diferente:
mitían. " P a d r e mió, le dijo un dia, u n a señora
" D i o s m i o , le decia, si m e curáis seré todavía peor
piadosa, d a d m e os suplico, alguna cosa que h a y a
de lo q u e he sido. T a n t a s veces me he resuelto á
sido d e vuestro uso: la l e n d r e como u n a reliquia:
m e j o r a r d e v i d a sin hacerlo, q u e y a no me atrevo á
porque y o sé bien que sois un s a n t o . " — " M e co-
contar c o n m i g o mismo." S u s confesiones eran
nocéis m u y mal, respondió todo t u r b a d o : tan po-
a c o m p a ñ a d a s d e a b u n d a n t e s lágrimas, y al ter-
c a v e r d a d es que y o soy santo, que antes por el
minarlas, decia por lo c o m a n : " E n fin, no he he-
contíario, soy un demonio." E s , u n a e n f e r m e d a d
cho hasta aquí bien alguno." C u a n d o llegaba ¿
15
-227—
que sufrió y que hizo t e m e r m u c h o por su viday
braban, esperando que la santidad del lugar suplie-
uno d e sus discípulos le dijo: " P a d r e mió, dirijid &
ra á la indignidad del celebrante. S i e m p r e que
Dios aquella súpfica d e San Martin: Señor, si a u n
iba á ver á los novicios de algún convento, les en-
soy necesario á vuestro pueblo, no rehuso prolongar
c o m e n d a b a su m u c h a miseria; y j j e d i a á sus pe-
mi m i n i s t e r i o . " - " D e ninguna tíianera lo haré y o eso*
nitentes una p e q u e ñ a parte en las satisfacciones
respondió con un tono enojado: ¿quién soy y o p a -
que les imponia. Rico con tantos sufragios, soli-
ra, c r e e r m e necesario, y de qué p u e d o servir?
citaba con confianza los dones del Cielo, y atri-
Nunca, á Dios gracias, me h a venido á la imagi-
bula su consecución á los méritos y oraciones d e
nación este pensamiento, y si tuviera d e mí tai
tantas b u e n a s a l m a s á quienes se liabia e n c o m e n -
opinion, d e s e s p e r a r í a de m i salvación." Un p e r -
dado.
sonaje distinguido, le hablabS. un dia del bien q u e
N a d a le d a b a mayor afliccio.i que ver ú oir d e -
hacia, y concluyó por decirle:. " L o s santos han
cir que se le a p r e c i a b a y r e s p e t a b a . ' E n t o n c e s
¡hecho g r a n d e s cosas, p a d r e m i ó . " — " N o soy d e
decia llorando: " L o s hombres no me conocen, y
ese parecer, respondió F e l i p e ; y o creo q u e Dios
por eso me j u z g a n favorablemente; pero Dios que
ha hecho g r a n d e s cosas e n sus santos." U n o d e
m e conoce no me j u z g a de esta suerte. ¡Oh!
sus penitentes le dijo cierta ocasion en el confeso-
cuántos pobres jornaleros y c u á n t a s m u g e r e s sen-
nario: "Me persigue m u c h o la tentación d e c r e e r
cillas t e n d r á n mejor lugar que yo, en el reino d e
que vos no sois tan bueno como el m u n d o
los cielos!" Volvía de Loreto uno de sus discí-
se lo p e r s u a d e , y este p e n s a m i e n t o m e h a c e p a -
pulos, y le dijo que en aquel lugar todos le te-
decer mucho."-?'Yo ; m e parezco á los d e m á s hom-
nían por santo: esto bastó p a r a traerle triste todo
bres, respondió el h u m i l d e Felipe, y n a d a t e n g o
aquel día, en el que no cesó de repetir esta la-
mas que ellos. No_os inquiete, pues, esta tenta-
mentación: "¡Ojalá y f u e r a yo tal como los'hom-
ción, que ciertamente no vale la p e n a . "
b r e s piensan!" L a s alabanzas le eran insoporta-
P r o f u n d a m e n t e convencido que ' ¿ r a el m a s bles: no permitía que ninguno le sirviese, ni sufría
g r a n d e de los pecadores, suplicaba á todos los que los pobres estuviesen p a r a d o s delante d e él
que le trataban, que regasen á Dios p o r él, y n o ó que le hablasen con la cabeza descubierta.
d e j a b a de enviar limosnas á los monasterios con C o s t a b a g r a n t r a b a j o aun á sus mas jóvenes dis-
el m i s m o objeto. R o g a b a q u e se oyesen misas cípulos, el conseguir de él les permitiese besarle
por su intención, y en las festividades principales la mano, según costumbre d e l pais! C u a n d o se
iba á decir la s u y a á las iglesias d o n d e se c e l e - . encontraba con hombres de alta virtud, evitaba
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h a b l a r d e cosas espirituales. E n c a r g a d o á su y m u y léjos de llevar á mal que los d e m á s no
p e s a r , como lo h e m o s dicho antes, d e l go- pensasen como él, e x p e r i m e n t a b a en ello una ale-
bierno d e su congregación, n ú n c a quiso q u e se le gría sincera; tanto así se habia impresionado d e
llamase superior, ^ i n o p a d r e , porque este título aquellas p a l a b r a s d e S a n Pablo: " S i alguno en-
indica m a s bien a m o r que pocler, y d e aquí vie- tre vosotros p a s a por sábio, hágase nécio, p a r a
ne el uso q u e h a s t a hoy subsiste en el Orato- q u e llegue á ser sábio d e v e r d a d . " P o r lo mis-
rio, d e l l a m a r nuestro p a d r e , al p a d r e Prepósito. mo se d e c í a d e él lo q u e S a n Gregorio Naciance-
No podía hacérsele m a y o r agravio, que llamarle no dijo d e San E f r e n : " Q u e queria mejor ser
f u n d a d o r , y no d e j a b a d e rechazar este título sábio q u e p a r e c e r l o . "
con cierta indignación. " N o penseis n ú n c a , de- Dios hacia por medio d e Felipe, numerosos mi-
cía, en c o s a semejante: el Oratorio es o b r a d e lagros; p e r o éste los o b r a b a con t a n t a astucia,
Dios, y si su m a g e s t a d quiso servirse d e mí pa- que los mismos q u e e r a n testigos de ellos, no sos-
r a esta institución, f u é porque quiso asegurar me- pechaban f u e s e su instrumento. Refiére la his-
jor su gloria, valiéndose de un instrumento mise- toria que S a n Francisco d e P a u l a hacía tomar
rable." E n efecto, no podia concebir cómo Dios y e r b a s insignificantes á los enfermos que q u e r i a
h a b i a e c h a d o m a n o d e él, p a r a esta obra tan s a n a r milagrosamente, á fin que su curación se •
grandiosa. atribu} r ese á ellas, y no se le considerase como á
T o d o el m u n d o podia libremente contrariar un T a u m a t u r g o . F e l i p e c u r a b a á los suyos rién-
sus opiniones, p o r q u e él n ú n c a procuraba defen- dose y j u g a n d o , por decirlo así, con el objeto d e
derlas. S u l e n g u a j e e r a sencillo, así como sus distraer la atención d e los que e s t a b a n presentes.
m a n e r a s , y n ú n c a se notó en él n a d a que indica- Lográbalo ordinariamente, y aquellos q u e m a s
se afectación. " D e j é m o s , decía, esos modales es- avisados veian bien lo que p a s a b a , no se atrevían
tudiados p a r a los cortesanos; á nosoti^s solo nos á decir nada>5 por no contristar al santo. ¡Cuán-
está bien la simplicidad cristiana. Cualquiera tas personas al oír publicar, d e s p u e s d e su m u e r -
cosa q u e se resintiese d e doblez ó de mentira, le te, los milagros q u e ellas m i s m a s habían visto, se
horrorizaba e n estremo. A pesar de la excelen- maravillaron d e h a b e r sido testigos d e ellos sin
cia d e su juicio y d e su - grande experiencia, no conocerlos! Entonces a d m i r a r o n la ingeniosa h u -
hacia cosa a l g u n a sin consultarla con sus p a d r e s , mildad d e aquel g r a n d e hombre, y no d u d a r o n
y queria, q u e tanto los ménos instruidos, como que el Cielo le habia concedido, como á otro A n d r é s
los m a s sabios, le diesen libremente su opinion: Salus, el don d e ocultar los favores q u e de él re-
* —231—
cibiera. H á c i a al fin de su vida, dijo un dia á Baro- -se esforzase en inculcarla á sus discípulos. P o r
nio: " H e sabido con m u c h o dolor, que por f u e r a d e 4o mismo les h a b l a b a d e ella sin cesar; y así co-
casa se m e atribuyen milagros, ¿qué h a b r á d a d o m o San J u a n no se c a n s a b a de decir á sus hijos es-
lugar á ese rumor qué tanto m e mortifica? P o r - pirituales: " A m a o s unos á otros," Felipe decía á
que si es cierto que en mi presencia, u n a q u e o- los suyos: " H u m i l l a o s , hijos mios, humillaos." Un
t r a vez han sucedido cosas inusitadas ó sobrena- d i a que T a r u g i p r e d i c a b a de l a dicha d e p a d e c e r
turales, m e p a r e c e que debieran mejor atribuirse por J e s u c r i s t o , de m a n e r a que provocó los aplau-
á la fé de los que las han e x p e r i m e n t a d o , q u e á sos d e su auditorio; el santo que e s t a b a sentado
mis propios méritos. E n lugar de pedir á Dios -enfrente del pulpito, se -estremeció f u e r t e m e n t e
semejante poder, n ú n c a dejo d e rogarle q u e no h a s t a el estremo d e llamar la atención de todos*
h a g a por mi medio, cosa que p u e d a a t r a e r m e laa Entónces se subió sobre la silla, y dijo á todos los
m i r a d a s d e los h o m b r e s . " que le oian: " H e aquí lo q u e nos debe humillar
L a h u m i l d a d hacia q u e siempre estuviese aten- á mí, y á los mios: no solo no hemos d e r r a m a d o
to y cuidadoso, p a r a no c a u s a r molestia á n á d i e . -una gota d e n u e s t r a sangre por Jesucristo, s i n 0
R a r a vez m a n d a b a , y eso casi siempre p o r Ínte- •que recogemos alabanzas y h o m e n a g e s por nues-
res d e los que recibían sus órdenes. Cuando tros t r a b a j o s . " A ñ - d i ó aún otras m u c h a s cosas
se t r a t a b a del bien c o m ú n , no m a n d a b a á que llenaron de ad.niracion á sus oventes.
otro cosa que p u d i e r a él hacer por si, y n a d a " G u a r d a o s , decía, frecuenlemente á los p a d r e s
ó casi n a d a p a r a su persona. S i rostro e s t a b a d e su congregación, d e contar aun d e c h a n z a co-
siempre sereno, su h u m o r era alegre, y a m a b l e sas d e que os pueda resultar a l a b a n z a . " E n c a r -
su conversación. L l e g a b a su atención • h a s t a el g á b a l e s q u e rogasen á Dios incesántemente, no
estremo d e usar, c u a n d o estaba en su cuarto, za- permitiese q u e ellos pusieran la vista en sus do-
patos d e lana, p a r a q u e el ruido de sus pasos no nes y progresos, en la virtud, á fin de que no ca-
incomodase á los que vivian debajo d e él. L e yesen en los lazos de la vanidad: y si alguno de-
eran insoportables, el orgullo y la arrogancia. j a b a escapar ante él alguna p a l a b r a que anun-
A b r a z a b a con el m a s g r a n d e afecto á los m a y o - ciase jactancia, le r e c o r d a b a al m o m e n t o aquella
res pecadores, deseoso d e ganarlos p a r a J e s u - sentencia del E s p í r i t u Santo: "Mi secreto no
cristo; pero los soberbios le inspiraban p r o f u n d o d e b e guardarlo otro que yo."
disgusto. Aconsejaba á sus penitentes que comenzasen
L e era m u y a m a b l e l a h u m i l d a d , p a r a q u e no en confesion por lo mas gráve q u e hubieran co-
—232—
metido, porque, decía, este es el medio d e c a u - desconfiar d e lo q u e lleve este carácter. E s tam-
sar gran despecho al demonio, y de h a c e r m a s bién u n a ilusión peligrosa dejar de h a c e r el bien
meritoria la acusación. N a d a le era m a s insopor- por temor d e la v a n i d a d : no caigais, pues, en esta
table, q u e oirles e s c u s a r sus faltas. " E s mal ca- tentación. H a y , decia, una vanagloria que ante-
mino p a r a la perfección, decía, a n d a r con escu- cede á la o b r a q u e se hace, y que viene á ser co-
sas: vale m a s sufrir una acusación no m e r e c i d a mo su fin: otra que se l l a m a concomitante; por-
humillándose y pidiendo p e r d ó n . " Si alguno pre- que viene á a c o m p a ñ a r á la operacian que se co-
tendía justificarse, le p r e g u n t a b a riéndose, si le p a - menzo' con u n a r e c t a intención: y otra, por últi-
recía que E v a e r a digna de ser t o m a d a p o r modelo. mo, qije no acontece sino d e s p u e s q u e se hizo la
" G u a r d é m o n o s , a ñ a d í a , de que la tristeza c a u s a - buena o b r a . " D e aquí d e d u c í a lo importante q u e
d a por la reprensión nos h a g a m a s culpables q u e es considerar e n toda obra, que se tenga entre
la m i s m a falta, porque es seguro que la tristeza manos, su principio, medio y fin.
i n m o d e r a d a , tiene p o r origen al orgullo. E n el
momento que deis u n a caída, decios á vos m i s m o :
" S i yo f u e r a humilde, ciertamente que no h a b r í a
caido." No a p r o b a b a el q u e ninguno,-fiado en sus
propias fuerzas, se atreviese á pedir á Dios tribu-
laciones. "Contentaos, decía, con preveerlas y
pedir á Dios p a c i e n c i a . " A s e g u r a b a también
que n a d a es m a s peligroso á Tos recien entrados
á la v i d a espiritual, que pretender ser maestro»
y d a r reglas d e bien vivir á los d e m á s . P o r úl-
timo, n a d a omitía paivt p r e c a v e r á los su} r os del
vicio d e la vanagloria, y hé aquí sus p r e c e p t o s
respecto de esta materia: " C u a n d o hagais ora-
cion, encerraos en vuestro cuarto, p a r a q u e el
público no v e a las gracias que Dios os d i s p e n s a
en élla; id por la vía común y g u a r d a o s de las
singularidades; el orgullo a p e t e c e d e m a s i a d o todo
lo extraordinario, y por lo mismo, es necesario.
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fuerte, para que llegase á sus oídos; y él quedó
muy satisfecho porque esto era j u s t a m e n t e lo que
queria. Otra vez iba por una calle m u y concur-
C A P I T U L O X X I I I . rida, y mirando á uno que llevaba unos cántaros
d e agua, corrió hácia él, le detuvo d e la mano y
le pidió d e beber en uno de sus trastos, lo que hi-
S a n t a habilidad de Felipe en humillarse á sí j zo en efecto, con gran gusto de los que pasaban,
en hacer humillar á los demás. que se agolparon á su rededor y le gratificaron
con algunas búrlas.
Un dia encontró en el puente de San Angelo,
uno de los lugares mas frecuentados d e R o m a , á
su amigo Félix de Cantalicio, que volvía d e su de-
m a n d a cargado de un cántaro lleno d e v i n o Des-
pués d e saludarse y abrazarse, según su costum-
IT
bre, Félix le preguntó si tenia sed. "Ciertamen-
O consiste en otra cosa l a virtud d e k
te que la tengo, respondió F e l i p e . " — " E n t o n c e s ,
mortificación que en destruir las m a l a s in-
repuso el primero, se me presenta ocasion de ver
c l i n a c i o n e s de la naturaleza; y difícilmen-
si eres hombre mortificado." Y al momento le
t e se encontrará otro maestro mas mor-
presentó su cántaro, y le dijo: "¡Bébe!" Felipa
t i f i c a d o y m a s industrioso en mortificar á
bebió, ó hizo que bebia, afectando un g r a n d e aire
'sus discípulos que Felipe. Dejemos que
de sensualidad, para atraerse la burla d e los que
'hablen los hechos.
lo veian; pero se engañó en esta vez su piadosa
Acontecíale m u c h a s veces d a r señales d e una
industria. L o s que se encontraban y conocían á
alegría desacostumbrada, no solo en su casa,
uno y otro, en lugar de que les repugnase esta
sino aun en los palacios d e los grandes, y en las
acción, se decían en voz baja: " V e d á un santo
calles y plazas públicas. Así, por ejemplo, se en-
que hace beber á otro s a n t o . " — " A h o r a , dijo F e -
c o n t r a b a un dia en la plaza de San P e d r o Advín-
lipe á Félix, quiero también yo saber si entien-
cula, á la hora en que la multitud se agitaba ea
des alguna cosa de mortificación espiritual," y
élla, y él se.puso á bailar, haciendo creer á los
diciendo y haciendo le puso su sombrero, el que
•que no lo conocían, que habla perdido la cabeza.
sobre la capilla del religioso, le hacia tener una
*fo faltó quien lo dijera así, en voz bastantemente
—230— • -237-
figura b a s t a n t e ridicula, y le m a n d ó q u e caminase. liquias d e S a n Mauro y S a n t a Pap'ía, al llegar á la
" S i m e quitan tu sombrero, le dijo Félix, allá te puerta con toda la m u c h e d u m b r e de concurrentes,
lo h a y a ; por mí no h a y inconveniente en llevarlo; se detuvo delante de un suizo de l á guardia del
te obedezco." Y continuó su camino d e esta p a p a y le tomó c a r i ñ o s a m e n t e de la b á r b a , dicien-
suerte, p o r largo tiempo, h a s t a que Felipe se dió do: " E s t á i s honrando, amigo mió, á los santos
por satisfecho. mártires; m u y bien, m u y bien; este servicio no
Notando el cardenal Gesualdí, que le estimaba q u e d a r á sin r e c o m p e n s a . O t r a ocasion se hizo
en e x t r e m o , la sencillez de los vestidos del santo r a s u r a d l a b a r b a de un solo lado y luego salió á la
en lo m a s cruel de un rigoroso invierno, le regaló ciudad con un aire triunfante, como Si hubiera he-
su propia c a p a de piéles finas, bajo la precisa cho a l g u n a cosa d e que le p u d i e r a resultar m u c h a
condicion que se la h a b i a d e poner. Se la puso, honra. Mas d e u n a vez se hizo cortar el pelo y la
en efecto, d u r a n t e todo un m e s , p e r o d e la m a n e - b á r b a , en la p u e r t a d e l Oratorio, delante de una
r a m a s graciosa, p u e s iba por las calles envuelto multitud d e curiosos q u e le m i r a b a n . Después
hasta la b a r b a , con l a cabeza m u y erguida, y mi- ' p a s a b a la mano sobre su cabeza y rostro y habla-
rándose d e c u a n d o en c u a n d o d e arriba abajo, b a de su b u e n a figura, elogiando á su peluquero.
con u n a afectación pueril que hacia reir g r a n d e - T o d a v í a con m u c h a m a s frecuencia salía por los
m e n t e á los. q u e le encontraban. paseos públicos con sus discípulos, ó recorría las
E l c a r d e n a l Alejandrino le convidó un día á calles con un gran ramillete de flores e n la mano.
c o m e r . Aceptó, y f u é en c o m p a ñ í a d e uno de sus También solia a n d a r p ú b l i c a m e n t e sin manteo, á
padres, que le llevó la sopa de casa, y la puso e n pesar del uso contrario, por tal d e p a r e c e r estra-
medio d e ^ J a m e s a en lo mejor del festín. Cono- vagante. Si se le ofrecía leer alguna cosa en p ú -
cía d e m a s i a d o el c a r d e n a l al santo p a r a d a r s e por blico, lo .hacia como h o m b r e que no c o m p r e n d í a ,
ofendido d e e s t a singularidad; y antes por el con- lo que leia.
trario, quiso él t a m b i é n c o m e r de aquella sopa, y O t r a s veces, sabedor d e que h a b í a n de venir
á su ejemplo hicieron otro'tanto todos los convida- á visitarle algunas personas distinguidas, se po-
dos, c h a s q u e á n d o s e esta vez Felipe q u e e s p e r a b a nía un birrete viejo encarnado, un m a n t e o corto
le vieran como un hombre ridículo, ó por lo ménos del m i s m o color sobre su sotana negra, y unos
que el p r e l a d o le e c h a s e en presencia de los con- zapatos blancos; y en este trage singular recibía
currentes alguna reprensión. á sus visitas. A l g u n a s veces acontecía que lle-
E l dia en que se trasladaron á su iglesia las re- gaba á la iglesia en dias m u y solemnes con su
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birrete hasta la nariz y su manteo al revez, ó bien ?éríos son m u y propios para instruir y edificar?
cubiertas las espaldas con una muceta blanca vie- estas lecturas me gustan demasiado y me son
ja que habia sido del p a p a San Pió V. Un dia d e muy útiles." Admirados los polacos, se m i r a -
la Natividad d e la Santísima Virgen, fiesta que so ban unos á «tros sin hablar una palabra, y pare-
celebraba en su iglesia con grande solemnidad, cían poco satisfechos de esta singular conversa-
entró al coro donde habia muchos cardenales, con ción, que procuraron cortar y se despidieron del fts
su vestido burlesco. Estos se levantaron por ho- santo. •

nor, y querían que se sentase en medio de* ellos. Yendo un dia Felipe á visitar á una señora de las>
"No, eminentísimos señores, les dijo, mi asiento Ursulinas, se encontró allí con el conde de Olivares,
está entre vuestros caudatarios," y se sentó á sus embajador español, y con la señora embajadora.
pies. Esta, que habia oído hablar clelsanto sin conocerle,
Se habia procurado algunos libros chistosos, se puso á hacerle algunas preguntas dictadas por
compuestos p a r a divertir niños, y se los hacia leer mera curiosidad. " ¿ H a c e mucho tiempo, padre
en público, escuchándolos con un Ínteres verda- mió, que habéis dejado al mundo"? le dijo.-- S e -
deramente cómico. Hízolo así un dia delante d e ñora, respondió el santo, no le he dejado todavía,,
muchos nobles polacos, á quienes envió el p a p a á porque aun conservo ciertos gustos que me son
que le visitaran para que pudiesen d e paso, a d m i - comunes con él y de que mi compañero os podrá
rar su rara santidad. Instiuido d e su venida, cu- i '
dar razón. ¿No es verdad, dijo á Gallonio vol-
va causa, acaso adivinó el humilde santo, llamó á viéndose á él, que me' gustan mucho los poetas y
uno d e sus discípulos, y le puso en las manos no fabulistas?" No queriendo Gallonio, que el s a n -
sé qué cuento, diciéndole: " L e e d m e esto, y n o to comprometiese d e esta suerte su reputación,
interrumpáis vuestra lectura hasta que yo os lo respondió: " E s cierto, p a d r e , que recurrís á ellos
diga." L u e g o que entraron los polacos, los salu- para templar el fuego del divino amor, que sin es-
dó con la cabeza y les hizo seña p a r a que se te medio os consumiría." E s t a inesperada r e s -
sentasen, y dejó continuar la lectura hasta termi- puesta desconcertó al santo, quien todo turbado, a -
nar el capítulo. Entonces despidió al discípulo- brevió su visita, y luego que salió á 1a- calle, dijo á
v recibió m u y cortezmente á los estrangeros, n o su indiscreto elogiador: " H a b é i s d a d o una bue-
hablándoles d e otra cosa que d e la lectura que na respuesta, Gallonio; Dios os perdone, creia y o
acababan d e oir. "Bendito sea Dios, les d'jo, tene- que teníais mas discreción."
mos buenos libros, que sin embargo d e no ser Lorenzo Altierí. noble Romano, se sorprendió e a
—241—
la primera visita que hizo á Felipe, de verle con llamaba y preguntaba la causa de su timidez:
un genio pueril hablando necedades. Al sahr no *'Yo creia, respondía aquel, que erais una emi-
pudo ménos que manifestar á uno de sus amigos, nencia." Entonces se quitaba el birrete, y decia
que no podia concebir cómo se tenia «por santo á riéndose: "Bien veis que no soy mas que un in-
semejante hombre. "Si él supiera la opinion que sensato." Por lo demás, todos sus discípulos sa-
tenéis de él, le respondió su amigo, se alegraría bian á donde tendía este piadoso manejo, y cada
sobre manera, porque hace todas esas cosas que dia estaban mas convencidos de su eminente san-
habéis visto para que le tengan por mentecato y tidad.
no por santo: volved á verle y no tardareis en co- Depues de haber manifestado el modo con que
nocerle mejor. "Refirió esta conversación á F e - este grande hombre se mollificaba á sí mismo, re-
lipe, y le suplicó desengañase á Altieri cuando feriré ya las industrias de que se valia para probar
volviera á visitarlo. "¿Qué personage quereis, á aquellos de sus discípulos que aspiraban á la
le dijo el santo, que represente yo entonces? ¿Con- perfección. Desde luego, cualquiera que fuera su
vendrá que yo afecte una. gravedad magistral que condicion en el siglo, los mandaba á barrer la igle-
le haga creer que soy un grande y sublime doctor? sia, ó ápedir limosna de puerta en puerta, cosaque
Estad seguro que si vuelve alguna vez, me mos- no se usaba en aquel tiempo. Cuando edificaba
traré todavía mas nécio que lo que me vió la pri- su Oratorio, los hacia ir á servir á los operarios lle-
mera. Hízolo así en efecto; pero Altieri mas avi- vándoles piedras y mezcla,lo que les hacia pare-
sado en estudiarlo, conoció su artificio y fué des- cer mercenarios. Algunas veces los enviaba al
de entonces uno de sus mas adictos discípulos. coro de los Dominicos, á que asistiesen á comple-
No solo se humillaba, de la manera que hemos tas, con orden de estar postrados todo el tiempo
visto, ante los estraños y desconocidos, sino tam- que durase el canto de la Salve Regina.
bién ante los suyos y amigos, á fin de que todos Tenia en su cuarto un surtido de anteojos, no
lo despreciaran. Ora tenia con ellos discursos para su uso, porque él núnca tuvo necesidad de
desprovistos d e sentido, ora se entrggaba en su ellos, sino para probar la humildad de sus discí-
presencia á ocupaciones pueriles. Muchísimas pulos jóvenes. No era usado este instrumento en
veces abria la puerta de su cuarto y se paseaba aquella época mas que de los ancianos, cuya vista
en él gravemente, cubierta su cabeza con un bir- estaba ya demasiado cansada, y ningún joven po-
rete de cardenal; y si acontecía que alguno al dia usarlos sin que le tuvieran por ridículo; y es-
querer entrar retrocedía engañado por su trage, le te es el motivo por qué Felipe obligaba á los su-
16
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vos á que los portasen de c u a n d o en cuando.- p a r e c e m u y bien, le respondió, pero bajo la .con-
" T o m a d , les decia, este p a r de espejuelos é id á dición q u e lo habéis d e llevar á modo de cinturon
tal p a r t e á haceros a d m i r a r . " Cierta ocasion dio- •sobre la ropa." Aceptó el joven, y mandó hacer
á uno de ellos u n a campanilla y le mandó q u e la- una a n c h a faja de crines, que no dejó de llevar
íuera á repicar al c a m p o de Flora, lo que ocasio- exteriormente durante los años que aun vivió.
nó que se reuniese á su rededor el populacho y le Uno d e los señores m a s principales de R o m a ,
tuviese por loco. A otro hizo recorrer la ciudad,, tenia, c o m o otros muchos cuyo corazon está v a -
llevando sobre sus espaldas una tablilla, sobre la cio de a m o r de Dios, afectos ridículos y desarreg-
que e s t a b a n escritas esta palabras: " P o r h a b e r lados. P o r tal motivo, habia g a n a d o d e tal suer-
satisfecho su sensualidad." te su cariño un perrillo, q u e parecía no ocuparse
F u é un dia á visitar al cardenal Alejandrino,, m a s q u e d e él, llegando al extremo d e cuidar d e
a c o m p a ñ a d o de algunos de sus jóvenes, según te- q u e se le diese d e c o m e r espléndidamente. U n
nia de costumbre, y antes d e retirarse rogó á su dia siguió este animal á un amigo de su amo, que
eminencia le diese alguna golosina que distribuir- fué á ver á F e l i p e , y se engrió tanto con los cari-
les. E l cardenal, que adivinó m u y bien lo que ños q u e este le hizo, q u e no quiso y a volverse á
queria hacer, le dió un hermoso panal. A p e n a s su c a s a .
salió f u e r a cuando lo partió Felipe y lo distribuyó E n v a n o le hizo llevar el santo repetidas v e c e s
entre ellos, p a r a qué lo comiesen al ir por las ca- a su d u e ñ o ; él siempre volvía, y por mas q u e le
lles, lo que hicieron los jóvenes m u y graciosamente. e n c e r r a b a n e n su casa, el animalito encontraba
H a b i e n d o notado una ocasion que uno d e ellos siempre m o d o de t r e c o b r a r su libertad y se volvía
tenia el pelo peinado con mucho estudio, le dijo« luego a l Oratorio. E l caballero, d e s p u e s d e p a -
" E s t e pelo está d e m a s i a d o largo; id de mi parte sado su mal humor, echó la cosa á la chanza, y
á v e r al h e r m a n o Félix de Cantalicio, p a r a que os dijo riéndose: " N o sé q u é quiere h a c e r con m i
lo corte." E l joven obedeció, y el bueno d e F é - casa este p a d r e Felipe: si tengo un buen criado
lix, q u e se habia puesto d e acuerdo con Felipe, se lo lleva p a r a monje; y c u a n d o ya no tengo hom-
lo rasuró completamente. L a humillación era bres que m e quite, se t o m a mis animales; ¡valla!
ciertamente m u y dura p a r a un novicio; pero no supuesto que le ha g u s t a d o mi perro, que se lo co-
obstante, la sufrió con s u m a paciencia. j a . " Cogióselo en efecto, y este a.iimalito f u é en
Un joven ebanista que se confesaba con el san- sus m a n o s un instrumento d e mortificación p a r a
to, le pidió licencia p a r a ponerse un cilicio. " M e sus discípulos. L e s m a n d a b a que lo peinaran..
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que lo pelaran, que lo lavaran, que lo pasearan, lícacion. Acababa de ponerse bajo la dirección del
bien sea llevándolo en brazos, ó bien jalándolo de santo, César Baronio, jóven'distinguido por su talen-
su cadenita. Esto hizo decir con mucha gracia toy buenas cualidades, y queriendo experimentar su
ál cardenal Tarugi, que este perro era un verda- humildad, le dijo un dia: " I d á la proveeduría y
dero azote para la vanidad. Vivió catorce años, y tomad un cántaro en que puedan caber doce pin-
Felipe no cesó de emplearlo durante este tiempo tas ( # ); lavadlo muy bien, é id á tal tienda y decid
en este ministerio. No hay necesidad de decir á su dueño que os dé á probar de todos los vinos
que nadie lo sintió cuando se murió. de su bodega. No os vayais á engañar acerca de la
Cuando el santo dejó á San Gerónimo, para ir cualidad, porque quiero que el que traigáis sea exce-
á vivir á la casa de Valliceíla, no quiso que su ga- lente: y luego que hayais escogido el que os pa-
to cambiase de domicilio, previendo el partido rezca mejor, comprareis un cuarto de pinta (**).
que podia sacar de dejarlo allí, para ejercitar en Aquí teneis una moneda de oro con la que pagareis
la mortificación á sus hijos espirituales. E n efec- y recogereis lo vuelto.'* Bien previo Baronio las
to, durante seis años 110 dejó pasar un solo dia consecuencias de semejante orden; pero no obs-
sin encargar á alguno de ellos el llevar de comer á tante la ejecutó al pié de la letra. "Vengo á com-
esta bestiezuela. Muchas veces les mandaba á prar vino, dijo al mercader, dueño de la tienda á
comprar carne para ella á las tocinerías, pertene- donde lo mandaba Felipe; pero antes quiero pro-
ciendo estos jóvenes en su mayor parte á familias bar los mejores que tengáis en vuestra bodega."
distinguidas y estando destinados á vivir en el es- Animado el mercader al ver lo grande del cánta-
tado secular. Sin embargo, él 110 los creia excep- ro, se prestó gustoso á la pretensión del comprador,
tuados de una práctica tan humillante. Obligados quien le hizo sacar vino de todos sus toneles; los
á venir á darle cuenta de su misión, le encontra- probó muy despacio, comparó unos con otros y al
ban conversando con cardenales ú otros grandes fin fijó su elección en uno de ellos. Pero ¿cuál
hombres, ante los que les dirigía las preguntas fué la sorpresa del mercader, al saber la friolera
inas propias para mortificar su vanidad. "¿Mi que se le iba á comprar? " E s t a miseria que vos
gato está bueno? les preguntaba. ¿Se mantiene quereis llevar, dijo al joven Baronio, no v a l í a l a
gordo? ¿comió como siempre? &c." y decia todo
esto con un tono tan serio, como si tratase de un [*] Mas de diez y ocho cuartillos.
negocio de suma importancia.
I**] Poco menos de medio cuartillo; cosa de seis
Pero he aquí todavía un pasage de mayor morti- onzas..
preciso que yo os vista de la manera conveniente.*'
pena d e hacerme perder tanto tiempo como el
En seguida se quitó la capa de pieles, la volteó ai
que me habéis embromado," y algo mohino se
reves y se la puso á Marcelo enviándole con un
volvió á su mostrador. Mas luego que vió que le
recado insignificante á Baronio, que. estaba en el
daban un moneda de oro para que se pagase de
coro cantando vísperas. Luego entró Felipe á la
unos cuantos óbolos (*), teniendo que devolver el
iglesia para ver cómo desempeñaba su discípulo
exceso, se creyó burlado y dió libertad á su có-
aquella comision. Este, que era de un carácter
lera diciendo á Baronio cuantas injurias le vinie-
tímido y encogido, se encaminó á paso de lobo por
ron á la boca, y previniéndole que le moleña á
uno de los lados menos concurridos del templo,
palos si volvía á su casa con semejante gracia.
hasta llegar por detras d e la silla de Baronio quien
En la muerte del papa Paulo III, hizo anunciar
se agachó para oír lo que tenía que decirle. Lue-
el cardenal Farnesio, que daría ropa de luto á to-
go se volvió con la mayor presteza al santo padre
dos los pobres que quisieran asistir á la ceremo-
á quien le dió la respuesta de Baronio. "Bien, le
nia fúnebre. Felipe, que de todo sabia sacar par-
dijo el santo, pero es preciso que también sepa es-
tido, dijo á Tomás Bozzio, joven muy rico
ta otra cosa: volved por enmedio de la nave muy
que fuera á hacerse inscribir para que se
despacito, entrad al coro y decídsela." Esta or-
le diese una librea fúnebre. Obedeció el humil-
den fué un rayo terrible para la cortedad y ver-
de discípulo y se presentó entre los mendigos á
güenza de este joven; pero á todo se sobrepuso, y
recibir el vestido que como á uno de tantos le
cumplió con lo mandado.
dieron.
Gallonio, uno de sus mas distinguidos discípu-
Vino un dia el portero á avisar al santo, que
los, era de tal calor natural que aun en el mas ri-
una señora principal queria hablarle. Hacía á la
goroso invierno, le era bastante abrigo un vestido
sazón un calor sofocante, y no obstante se envol-
. ligero. Durante los tres meses mas calorosos del
vió Felipe en su capa de pieles, y bajó á la iglesia
estío, le hizo traer el santo su temible capa de pie-
en donde le aguardaba la señora. Luego que és-
les, para mortificar su carácter naturalmente gráve
ta se fué y aun estando Felipe en el pórtico, llegó
y circunspecto, obligándole también á cantar can-
uno de sus discípulos llamado Marcelo Vitelleschi.
ciones de pastores, no solo en lo privado sino aun
"Seáis bien venido, le dijo sonriéndose: tengo que
en presencia de las personas mas eminentes.
encargaros una comision importante; pero antes es
Agustín Manno, uno de sus Oratorianos, pre-
dicó un sermón tan famoso, que se a t a j o los
[*J El óbolo equivale á un centavo de nuestro peso.
- m - - m -
aplausos d e su auditorio. E l b u e n p a d r e , t e m e r o - que el p a p a le habia señalado. Baronio, á pesar
so del d a ñ o q u e p u d i e r a a c a r r e a r l e cualquier or- de su habitual obediencia, tuvo mucho trabajo en
gullo, quiso preservarlo d e este peligro, y le m a n - someterse á e s t a orden de su superior: le pareció
d ó repetir el mismo discurso seis dias seguidos en mucho lo que se le exigia y que no se cumplía con
refectorio. S u s oyentes que ignoraban que lo h a - la intención de su bienhechor. Vió á varios pa-
cia por obedecer á su superior, llegaron á enfadar- dres para que hablasen por él á Felipe, pero no
se con tanta repetición; le escucharon con disgusto, y pudieron hacerle variar de resolución. Entonces
acabaron por decir m u y alto á fin d e q u e él lo oye- se dirigió á T o m á s Bozzio, cuyo ascendiente p a r a
se? " P a r e c e que h a puesto todo su talento en e s - con el santo le era conocido, y le suplicó hiciese
te sermón." P o r lo d e m á s este sábio m a e s t r o no retirar e s t a orden, q u e le obligaría á d e j a r el Ora-
prescribía estos remedios indistintamente y á cual- torio. Bozzio se f u é al momento á ver al santo,
quiera persona, sino solo á aquellas q u e conocía ser y abogó fuertemente por la c a u s a d e su amigo;
demasiado virtuosas, y q u e sabía h a b i a n d e a p r o - mas sin fruto alguno. " Q u e o b e d e z c a César, le
vecharse de ellos. contestó Felipe, ó q u e se valla. Dios no necesita
L o mas difícil d e mortificar e n el hombre, es la de los hombres aquí ni en ninguna p a r t e . " E s -
propia v o l u n t a d ; y a l a v e r d a d , n a d a h a y m a s ne- pantado Bozzio con esta respuesta, dejó d e insistir,
cesario que esta mortificación. F e l i p e conocía y se volvió á Baronio rogándole que se sometiera á
d e m a s i a d o el corazon d e l hombre, p a r a que p u d i e - la voluntad del superior. César e r a d e m a s i a d o
ra descuidarse d e e s t a virtud, y por lo m i s m o n a - dócil p a r a que d e j a r a d e recibir bien un consejo
da omitía p a r a q u e b r a n t a r la voluntad de sus hi- tan sábio. Marchó al momento al cuarto del p a -
jos espirituales, y m u y principalmente la d e los dre, se echó á sus pies y le pidió perdón d e su te-
p a d r e s de su congregación. Referiré algunos nacidad. Hizo mas a ú n ; ofreció poner á su dis-
ejemplos que probarán lo rigoroso q u e e r a en este posición toda su pensión: " A h o r a , le dijo él san-
punto. E l papa Sixto V , que t e n í a g r a n d e Ínteres to, que os someteis como debeis, desisto de mi
en los anales de Baronio, le señaló u n a f u e r t e p e n - pretensión. G u a r d a d vuestro dinero, y y a cono-
sión eclesiástica, p a r a proporcionarle algunos escri- ceréis que no era él lo que yo queria, sino el sacri-
bientes que le a y u d a s e n en su laboriosa t a r e a . Lle- ficio d e v u e s t r a voluntad, y ciertamente que sin es-
gó esto á noticias de F e l i p e , y le m a n d ó decir con te yo n u n c a habría cedido."
el procurador de la c a s a , que en lo sucesivo c a d a Superior d e una esperiencia c o n s u m a d a no de-
año hiciese ingresar e n la c a j a c o m ú n e s a pensión j a b a que se aflojase la observancia d e l a discipli-
r J3L

—251—
na, y sabedor que el ejemplo de los mas distingui- dre mió, le dijo, vengo á conducir una obeja á sn
dos, es u n a ley para los demás, exigía de ellos u n a pastor, y no dudo que la recibiréis con indulgen-
obediencia mas puntual, y castigaba con grande cia" Adivinando Felipe d e lo que se trataba, lla-
severidad sus mas pequeñas faltas. H e aquí un mó á TarugWque vino á echarse á sus pies sin po-
ejemplo. No sé que tuvo un día que reprender á der articular palabra. "Yo os perdono, le dijo el
Tarugi, uno co 'os padres mas remarcables; se- santo; pero en lo sucesivo portaos de modo que no
rían sin d u d a algunas ligeras infracciones: pero os hagais indigno de vivir en esta santa casa." E r a
sea lo que fue n , lo cierto es que le mandó decir tan viva su emocion que solo con sus lágrimas pu-
con Bozzio, que no iban de acuerdo sus costum- do manifestar su agradecimiento. Luego que sa-
bres con su ii.stituto, y que por consiguiente, de- lió, dijo Felipe á Bozzio: " M u c h o ha adelantado
bía retirarse. E s t e golpe inesperado consternó á vuestro amigo en el camino de la perfección de dos
T a r u g i y le sumergió en un dolor inconsolable. dias á esta p a r t e . "
Empleó todo el resto del dia y la noche siguiente, Acostumbraba decir este gran maestro, que to-
en examinar su conciencia y buscar en ella lo que. da la santidad de un hombre se puede cubrir con
le hubiera pee alo merecer tan cruel castigo; pero tres dedos; y al decir esto ponia tres de los suyos
nada encontró. A la mañana siguiente fué á ver sobre la frente de alguno d e los que le escucha-
á Bozzio, que sabia era sensible á su peria, y le di- ban, y esplicaba de t este modo su pensamiento:
i i jo: " E s necesario que sea yo m u y culpable, p a r a No se p u e d e decir que un hombre es perfecto
que mi padre que es tan bueno, quiera despedir- hasta que llega á inmolar su propia voluntad: y
me de la congn g; cion, como indigno de permane- según este principio, mortificaba á aquellos que le
cer en ella: mas \ o no sé cuál es mi delito, y esta visitaban y tenían reputación d e santos, experi-
ignorancia me quita la vida. Si os d a lástima mi mentando su virtud, y juzgaba d e ellos según la
triste situación, os suplico, amigo mió, que os em- paciencia con que sufrían esta prueba. Esto' es-
peñeis con uui-sr.ro'"caritativo padre, á fin de que plica su celo y dedicación en humillar á los que
me diga mis folias y me imponga la pena que crea se ponían en sus manos, y que él creía á propó-
justa; estoy dispuesto á hacer cuanto guste, pero sito p a r a la perfección. Algunas veces oía pre-
q u e no me eche de su casa, porque fuera d e ella dicar elocuéntemente á alguno de sus padres, y le
yo no podré vivir." Bozzio se enterneció hasta interrumpía en medio d e su discurso, diciendo
llorar, y se fué á ver al santo, llevando consigo á que él queria predicar, y le hacía bajar del pul-
Tarugi, que se quedó en la puerta del cuarto. " P a - pito. Muchas ocasiones esperaba el momento del
sermón p a r a designar el predicador, obligándole- hábito viejo, loshumillaba con ponerles un mal som-
á subir al pulpito sin estar p r e p a r a d o . E s ver- brero, ó un rosario grueso en el cuello, &c., y los
d a d que él sabia y a que Dios le inspiraría lo que enviaba unas veces á un barrio d e la ciudad, y otras
habia de decir; p e r o el predicador q u e no tenia á otro. D e tiempo en tiempo les decia p a r a animar-
esta seguridad, no podia ménos de inquietarse en los: "Someteos gustosos á las mortificaciones pe-
extremo. P o r lo d e m á s , no tardaron ellos en c o - queñas, p a r a que os hagais capaces d e soportar
nocer que les valía m a s obedecer en semejantes las g r a n d e s . "
casos, q u e cualquier otro estudio preparatorio.
T a l vez no dejará d e p a r e c e r estraña á m u c h o s
O t r a s veces les m a n d a b a que fuesen á las librerías
esta c o n d u c t a del santo; pero lo cierto es, que el
á c o m p r a r libros ridículos, ordenándoles que los.
espíritu d e Dios le impulsaba á obrar d e esta
pidiesen en alta voz, á fin de que los oyesen todos
suerte. P o r q u e de otro modo, ¿cómo p o d r á es-
los que por allí anduvieran; otras los enviaba á p a -
plicarse el dominio que tenia sobre la voluntad
searse por la ciudad, cubiertos d e unos vestidos,
agena, h a s t a el estremo de hacer ejecutar sin con-
que se caian á pedazos. E s t o dió lugar á u n a
tradicion los actos humillantes que hemos visto?
anécdota que quiero referir. L l e v a b a un dia uno-
Solo Dios q u e inspiraba á Felipe, podia a y u d a r
de sus discípulos un hábito viejo, c u y a s m a n g a s e s -
con su g r a c i a la obediencia d e sus discípulos: y
taban en tan deplorable estado, q u e compadecido,
m e p e r s u a d o m a s de esta v e r d a d , al v e r q u e á al-
al verlas uno d e los q u e p a s a b a n , le ofreció darle
gunos d e ellos los humillaba constantemente, al
unas nuevas. E l j o v e n , que todo podia ser, m é -
paso q u e n u n c a mandó una cosa de estas, á otros
nos pobre, a g r a d e c i ó cortcsmente este favor, y no.
de ellos q u e vivieron en su c o m p a ñ í a treinta ó
quiso aceptarlo: m a s al volver á casa, dió. c u e n t a
cuarenta años.
de e s l a aventura a l santo p a d r e . "¿Conocéis á
P u e d e decirse, que era su virtud favorita, la
ese S e ñ o r ? " le p r e g u n t ó Felipe . - - " S í , p a d r e , le-
mortificación del orgullo h u m a n o . Oíansele repe-
conozco m u y bien, respondió.—En talcaso, r e p u s o
tir continuamente aquellas memorables p a l a b r a s
Felipe, id á verle y decidle que sentís haber r e h u -
de S a n Bernardo: " D e s p r e c i e m o s al m n n d o sin
sado una gracia q u e os era m u y de provecho, y que
despreciar á nádie: despreciándonos á nosotros
vais á reclamarla d e s u c a r i d a d , " Obedeció el joven,
mismos, lograremos despreciar al mismo d e s p r e -
y honró como, d e b í a el regalo, u s a n d o por algún,
cio " "No he llegado áeste grado, a ñ a d í a nuestro
tiempo aquel hábito viejo con m a n g a s nuevas. Si
santo, pero deseo llegar." Y a en sus últimos
algunas veces d i s p e n s a b a á sus discípulos usar ur>
años, casi no ejercitaba á nadie en estos actos de
-254-
mortifícacion, y preguntándole uno cierta vez el dios. Los cortesanos principalmente, esa cías«
motivo, contestó: " T o d a s estas rúbricas son ya de hombres acostumbrados á mofarse mas bien
demasiado conocidas, para que sean de provecho: de la virtud que del vicio, dieron rienda suelta ó
podría suceder que se envaneciesen con ellas; en su mordaz locuacidad. Si algún discípulo del
fin, ya son cosas usadas." santo entraba al palacio de .algún príncipe,.á don-
de le llamaban sus negocios, luego se le presen-
taban con el aire mas burlesco, y 'e agobiaban
con insultantes preguntas. "Dadnos noticias, le
deeian, de vuestro padre Felipe. ¿Qué hace
ahora? ¿Va bien su comercio? ¿Gana mu-
cho dinero? ¿Le llevan muchos pollos y gallina»
sus hijas espirituales?". Estas perversas burlas
Admirable paciencia de Felipe, en sufrir injuria* pasaron de los palacios á las tiendas y tabernas.,
y males corporales. de modo que por muchos años fueron el santo y
su. Oratorio objeto de la burla y diversión del po-
pulacho. Afligidos sus discípulos, no dejaban de
referirle todas estas cosas; pero en lugar de enfa-
darse, saltaba de alegría; cosa que no podia me-
nos que excitar en ellos la admiración. Vino un dia
á verlo por curiosidad uno de esos burlones malie-
nos del alto Kirio, y fué testigo de la paciencia
L hablar de esta preciosa virtud que los con que oía el.relato de las burlas que le inferían,
hombres espirituales consideran corno la lo que penetró su corazoh, é hizo que despues de
^ / p i e d r a de toque de la santidad, puedo encomendarse á sus oraciones, saliese á publicar
asegurar sin exageración, que Felipe por todas partes la rara santidad de Felipe.
;
la tuvo en su mas alto grado. P a r a Los progresos siempre crecientes de tan santa
'convencer de ello á mis lectores, bastará obra, causaban un rabioso despecho á sus enemi-
~y que hablen los hechos. gos, el cual los condujo á cometer ios mas grandes
T a n pronto como estableció I03 ejercicios de su excesos. F u é encerrado en una,prisión por una infa-
Oratorio, se desencadenó la malignidad contra mia, un hombre del pueblo, llamado Felipe, y lúe-
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ínortifícacion, y preguntándole uno cierta vez el ellos. Los cortesanos principalmente, esa cías«
motivo, contestó: " T o d a s estas rúbricas son ya de hombres acostumbrados á mofarse mas bien
demasiado conocidas, para que sean de provecho: de la virtud que del vicio, dieron rienda suelta ó
podría suceder que se envaneciesen con ellas; en su mordaz locuacidad. Si algún discípulo del
fin, ya son cosas usadas." santo entraba al palacio de .algún príncipe,.á don-
de le llamaban sus negocios, luego se le presen-
taban con el aire mas burlesco, y 'e agobiaban
con insultantes preguntas. "Dadnos noticias, le
deeian, de vuestro padre Felipe. ¿Qué hace
ahora? ¿Va bien su comercio? ¿Gana mu-
cho dinero? ¿Le llevan muchos pollos y gallina»
sus hijas espirituales?" Estas perversas burlas
Admirable paciencia de Felipe, en sufrir injuria* pasaron de los palacios á las tiendas y tabernas',
y males corporales. de modo que por muchos años fueron el santo y
su. Oratorio objeto de la burla y diversión del po-
pulacho. Afligidos sus discípulos, no dejaban de
referirle todas estas cosas; pero en lugar de enfa-
darse, saltaba de alegría; cosa que no podia mé-
nos que excitar en ellos la admiración. Vino un dia
;í verlo por curiosidad uno de esos burlones malie-
nos del alto Kirio, y fué testigo de la paciencia
L hablar de esta preciosa virtud que los con que oía el relulo de las burlas que le inferían,
hombres espirituales consideran corno la lo que penetró su corazoh, é hizo que despues de
^ / p i e d r a de toque de la santidad, puedo encomendarse á sus oraciones, saliese á publicar
asegurar sin exageración, que Felipe por todas partes la rara santidad de Felipe.
;
la tuvo en su mas alto grado. P a r a Los progresos siempre crecientes de tan santa
'convencer de ello á mis lectores, bastará obra, causaban un rabioso despecho á sus enemi-
~y que hablen los hechos. gos, el cual los condujo á cometer los mas grandes
T a n pronto como estableció I03 ejercicios de su excesos. F u é encerrado en una,prisión por una infa-
Oratorio, se desencadenó la malignidad contra mia, un hombre del pueblo, llamado Felipe, y lúe-
—25.7—
go publicaron por toda la ciudad que aquel crimi- ner Su coche, y dirigió al santo las mas d u r a s re-
nal era nuestro santo; cosa que se creyó con tan- convenciones, quien las recibió con su calma (Or-
ta mas facilidad cuanto que el culpable vivía en dinaria, y luego acercándose al prelado, le dijo
la casa de San Gerónimo. Esta calumnia causó en voz baja no sé qué cosa que desarmó su cólera,
un rumor general; no se hablaba mas que de ella en términos que este se echó á reir y le abrazó di-
en todas partes, y la indignación llegó á su colmo. ciéndo: "Animo, padre; continuad intrépidamen-
Vinieron algunos amigos del santo á decirle lo que t e la obra que habéis comenzado."
pasaba; pero cuál fué su admiración al ver que re- Pero este grande hombre, no solo tuvo que su-
cibía alegre esta noticia y que decia con la risa frir insultos de parte de los estraños; sus mismos
en los lábios: "No os ocupéis de esto, hijos mios, Oratorianos le faltaron algunas veces al respeto
esto no vale la pena." que le debían. Citaré un ejemplo. Recibió un
F u é un dia á casa de un magistrado para ha- dia una carta relativa á no sé que asunto que in-
blar á favor d e un acusado, cuya inocencia le era teresaba á la congregación, y quiso leerla en pre-
conocida. Prevenido el juez contra el que reputa- sencia de los padres. Sospechando uno de ellos
ba reo, no quiso oír á Felipe y despues de tratar- que aquella carta contenia algunas cosas relativas
le ásperamente le despidió. Recibió el santo este á su persona y temiendo que se divulgaran, la ar-
desaire no solo sin quejarse ni afectarse, sino con un rebató de las manos del santo padre, diciendo
aire tan alegre, que desde lejos manifestaba su im- que la pública lectura de aquello era un grande
vencible paciencia. Otra vez le insultó tan grose- abuso de confianza. Al pobre le engañaron sus
ramente un criado de cierta casa, que Fabricio sospechas, y ademas, con este acto impolítico hi-
Zacchetti, canónigo del Vaticano que presenció es- zo ver su poca virtud, porque siendo como era,
ta escena, se vió tentado á dar su merecido á es- un súbdito, debía en todo sujetarse á las disposi-
te insolente; mas se contuvo, desarmándolo la ciones de su superior. Sufrió Felipe esta grosería
inalterable dulzura del santo, por la que desde con su acostumbrada paciencia, sin alterarse ni
entonces le profesó el mas profundo respeto. proferir una sola palabra; solo encargó poco des-
Salía otra ocasion Felipe de San Gerónimo a- pues á uno de los amigos de aquel hombre, l e ¡re-
compañado d e una multitud de gentes, según prendiese aquella falta, para que se arrepintiese
acostumbraba, y se encontró con un cardenal á y pidiese perdón á Dios de ella.
quien algunos calumniadores habían prevenido No puedo omitir aquí una observación impor-
muy mal en su contra. E l cardenal hizo dete- tante: ella se reduce á que aquellos que ofendían
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intimidarle las amenazas d e los hombres; y por lo
al santo, ó se arrepentían d e su falta y le iban á
mismo continuó visitando como siempre á su en-
dar una satisfacción, ó no tardaban en recibir un
ferma. P e r o aquel hombre, poderoso y temible
rigoroso castigo del Señor. Un hombre se tomó
al mismo tiempo, se expresó c o n t a l e s amenazas
l a licencia d e hablar de él injuriosamente; y á la
que llegaron á atemorizar á los oratorianos, quie-
m a ñ a n a siguiente se desbarrancó en una excava-
nes creyendo que su padre ignoraba lo que pasa-
ción donde se quebró una pierna. Al sacarlo de
ba, le dieron parte de todo y le suplicaron que no
allí, exclamó: "Me ha sucedido esto por haberme
volviese á aquella casa. "No me lleva á eila otra
burlado del padre Felipe: por fortuna solo provi-
cosa, respondió el santo, m a s que la salvación de
no mi falta de la ligereza d e mi lengua; porque
la señora; ¿no sería una gran dicha para mí, mo-
si lo que dije lo hubiera dicho por desprecio ú ó-
rir víctima d e la caridad?" Insistiendo los pa-
dio, estoy persuadido que en lugar de la pierna
dres en que dejase á otro aquella buena obra, les
me hubiera estrellado la cabeza." Quedó tan bien
dijo: "No tengáis cuidado; yo sé bien que no me
g r a b a d a esta lección en su memoria, que desde
h a d e suceder nada. E s t a enferma que se tiene
entonces nunca permitió que se hablase del santo
hoy y a como desauciada, recobrará dentro de po-
delante d e él sino con el respeto que &e merecía.
co una perfecta salud, y ese hombre tan codicioso
Atacaba á una señora ilustre de Roma, una en-
por heredar, dentro de quince dias no pertenece-
fermedad de languidez, que según tocias las apa-
rá y a a! número de los vivientes." E n efecto,
riencias debía conducirla m u y presto al sepulcro.
una y otra profecías se cumplieron al pié de la
Era Felipe su confesor, y como tal le impelía su
letra.
caridad á irla á visitar con frecuencia. Eslo des-
agradó á uno d e los herederos de la señora, por- Visitaba el santo u n d i a , según su costumbre, las
que se persuadió que las continuas visitas del santo, siete Basílicas, en compañía d e oíros tantos de sus
tenian por objeto el que ella no se olvidase de él en hijos espirituales, y se encontró con dos hombres, de
su testamento; y por lo tanto le hizo decir por me- los cuales el uno, acérrimo enemigo de esta devo-
dio de su criado, que se g u a r d a r a de volver á l a casa. ción, dijo al otroen voz a l t a p a r a q u e le oyeran: "Ved
Felipe, fiado en la pureza d e sus intenciones, no á ese Gerónimo, con sus siete asnos cargados de
creyó que debía por tranquilizar la codicia d e dulces, que van á pasearse d e iglesia en iglesia
aquel hombre, privar á su penitente de los con- para darse en espectáculo á un pueblo que, en su
suelos que le daba su presencia. P o r otra parle, simplicidad, los cree santos." Dijo otra porcion
confiaba demasiado en Dios para que puedierau de chistes de que su compañero se reia de muy
buena gana; pero esta burla les costó bien caro, Instruido el culpable de- la acusación que se ha-
pues á muy pocos dios ambos fueron asesinados. bía hecho en su contra y cuyos terribles resultados
Sin duda no habrá olvidado el lector la perse- preveía, se aterrorizó de tal suertg que caj'ó en-
cución que el santo sufrió cuando fundó los ejer- fermo de muerte. Luego que el santo supo su
cicios del Oratorio. E r a el perseguidor un carde- estado, se compadeció de él y le visitó, muchas ve-
nal engañado por falsas acusaciones, y el mas ces sin que le llamasen; pero parece que el des-
furioso de los delatores un antiguo religioso que graciado no se convirtió, y murió á pocos dias.
despues fué elevado á una prelacia. Este hom- Vino uno d e los discípulos, del santo á darle esta
bre eñ su delirio se habia propuesto hacer cerrar triste noticia, la que le afectó, profundamente y le
el Oratorio, y para comprometer al cardenal á hizo reflexionar en silencio por algunos momen-
que diese este golpe de autoridad, no se cansaba tos, y luego tomando una Biblia que se encontra-
de declamar, en su presencia, contra Felipe y su ba allí delante de él, se la presentó á su discípu-
buena obra. Este, instruido perfectamente de lo, diciendo: "Abrid y leed." Abrióla en efecto,
todo cuanto hacia y decia su enemigo, j a m á s se y leyó estas palabras del libro de los Proverbios
,quejó de él ni intentó disculparse; sino que fiado (c. vi, v. 12): " E l apóstata es un hombre pernicio-.
en el testimonio de su conciencia, dejó que des- so, no habla mas que iniquidades, guiña los ojos,
cargase aquella tremenda tempestad. Todavía hace señas, con el pié y se dá á entender con los
mas, presentábase con frecueneia á la audiencia dedos; maquina el mal en su depravado corazón,
del cardenal engañado, para procurarse actos de y no se ocupa mas que en sembrar la discordia,
mortificación, en los malos recibimientos que a- Su ruina será pronta, será hecho añicos, y no ha-
quel le hacia. Llegó Dios á compadecerse de los brá ya remedio para él."
sufrimientos de su siervo é hizo suya su causa; Si aun quisiera yo seguir citando de estos tre-:
porque á esto se debe sin d u d a el que los supe- mendos casos, ¡oh! ¿á cuántos hombres enemigos
riores d e la congregación del Monte Olivete, de de nuestro santo, no nombraría yo aquí, que vie-
donde el detractor del santo habia sido monje du- ron resplandecer sobre ellos y sus familias la ira
rante cinco años, le persiguiesen ante el mismo de Dios? Y no se crea que esto se dehe á que
cardenal, cuya confianza habia tan criminalmente Felipe invocara para ellos las venganzas del Cie-
engañado; en efecto, estos padres llegaron á pro- lo: no; él sufría con una paciencia heroica las inju-r
bar la apostasía de aquel mal sacerdote, y pidie- lias que se le hacían y amaba sinceramente á sus
ron su castigo con arreglo á los sagrados cánones. perseguidores; oraba por ellos, visitaba las iglesias
—282—
—263—
¿ e volver á la primera edad, fué tanto el gusto que
y encargaba á los suyos hiciesen otro tanto para
le dió esta noticia, que manifestaba su gozo desde
conseguir que Dios les perdonase. Así es como
léjos en su semblante.
llegó á adquirir aquella dulzura tan rara, con la
cual no solo jamás llegó á incomodarse, sino que ¿Qué diremos ahora de su paciencia en sufrir
ni aun tuvo tentaciones de ira. Si acontecía las penalidades de su cuerpo? Sus excesivos tra- 1
alguna vez que al corregir á alguno, pusiese un bajos, juntos con su estremada abstinencia, le
rostro severo; al momento que el culpable se reti- causaban una enfermedad cada año. Ellas eran
raba, volvia á su fisonomía la dulzura y serenidad, por lo común muy lárgas y penosas; y sin embar-
y decía á los que estaban presentes: . " T a l vez go de los dolores que padecía no se menoscaba-
me habréis creido enojado y acaso os habré dado ba su alegría. Solo á su médico manifestaba sus
motivo de desedifieacion." sufrimientos, ocultándolos tanto á los que le ro-
deaban, que aun creían algunos que nada le dolia:
Salía un día de la iglesia en que acababa de
en lo mas fuerte de sus achaques continuaba con-
celebrar, y en la calle encontró á Gallonio, á quien
fesando á los q'ie se le presentaban, siempre que se
sin ninguna apariencia de razón le echó una bue-
olvidaba el médico de prohibírselo: y si los padres
na reprensión. Este procuró justificarse modes-
d é l a Congregación le rogaban que no lo hiciese, les
tamente, y el santo aun aumentó su aparente as-
contestaba, que este ministerio le quitaba el enfado
pereza, tratándole tan mal que llegó Galonio á dar-
que natural mente trae consigo toda enfermedad. Sa-
se por sentido. "Abrazadme, le dijo entonces el
bía disimular de tal suerte-la alteración de su voz,
padre, y no penseis ya en lo que ha pasado." Re-
que al oiría cualquiera hubiera dicho que no estaba
flexionó despues Gallonio sobre este acontecimien-
enfermo; y si alguno de los que le visitaban esta-
to, y no le costó ningún trabajo dar con el motivo
ba melancólico, lo consolaba y recreaba con su
que lo habia causado. El santo quiso impedir
alegre conversación. Apenas comenzaba á con-
que su discípulo reparase en el estado casi extáti-
valecer, cuando luego volvia á decir misa, entre-
co en que venía, y al mismo tiempo ejercitarlo en
gándose á sus funciones ordinarias. Esto no
la humildad. Nadie vió jamás triste á este hom-
quiere decir que 110 les costase gran trabajo ob-
bre extraordinario; siempre y en todas circunstan-
servar esta conducta; sino que como era amigo de
cias presentaba su rostro la expresión de la mas
padecer, iba en pos de los trabajos en lugar de evi-
suave alegría, y las injurias que se le hacían solo
tarlos, porque se aborrecia á sí propio y amaba á
servían para aumentarla mas y mas. Sabedor
Jesucristo-
una vez de que se le acusaba ya de chochear y
- m — -265-
E s t e divino Maestro, movido d e la paciencia d e que no a m a s e singularmente esta virtud. Por lo
su siervo, se la premió algunas veces con milagros. mismo h a b l a b a d e élla fi-ecuentemente á sus dis-
Al salir d e u n a e n f e r m e d a d q u e le h a b í a llevado' cípulos. Referiré algunas de sus principales doc-
hasta el borde del sepulcro, su médico sorprendi- trinas a c e r c a de ella. D e c í a que no h a y cosa
do1 al verle lleno de fuerza y energía, no p u d o mé~ m a s gloriosa p a r a el cristiano que p a d e c e r algo
uos q u e manifestarle su admiración, y el santo le por Jesucristo, y que los amigos d e Dios sienten p e -
respondió riendóse: " E s que no sois vos quien n a en dejar d e p a d e c e r . "No h a y , añadí i, señal
m e ha curado: he aquí mi médico y m i remedio:" m a s segura del a m o r divino q u e la a d v e r s i d a d . "
y le enseñó un relicario que S a n Garlos Borromeo Un dia se q u e j a b a con él un confesor, d e los traba-
l e h a b i a dado. E n otra e n f e r m e d a d , no ménos pe- jos q u e tenía en su ministerio: " V e o q u e care-
ligrosa, le curó Nuestro Señor por medio d e un céis d e paciencia, le dijo, y siendo así ¿cómo la po-
milagro que merece referirse. A b r a s a d o de una dréis aconsejar á los d e m á s , si vos mismo no la
sed devoradora, suplicó á P e t r u c c i o le llevase u n practicáis? E l camino mas corto decía a ú n , para
vaso d e a g u a fria con sumo de g r a n a d a . P e r s u a - llegar á d e s p r e n d e r s e de las cosas de la tierra, e s
dido éste q u e semejante b e b i d a no podia m é n o s la tribulación; por lo mismo considero yo m u y des-
que d a ñ a r l e , á no ser que la endulzase con algu- graciados á aquellos á quienes el Señor no juzga
na azúcar, la cual no tenía, ignoraba que d e t e r m i - dignos d e ser admitidos e n esta escuela. R e p e t í a
nación h a b i a d e tomar. Sin embargo, salió del muchas veces que la v i d a presente es un paraíso
cuarto d e l enfermo y bajó las escaleras p a r a re- ó un infierno, pero no un purgatorio. Paraíso
flexionar lo q u e debia hacer, cuando se le p r e s e n - para los que saben aprovecharse de sus sufrimien-
tó un joven desconocido que puso e n sus manos- tos, é infierno para los que sufren sin resignación.
un p a n d e a z ú c a r m u y b l a n c o y se retiró sin de- N a d a es m a s cierto, que este sublime p e n s a -
cirle u n a p a l a b r a . A d m i r a d o Petruccio, p r e p a r ó miento d e Felipe, porque c a d a dia v e m o s que los
i n m e d i a t a m e n t e la bebida que quería el santo y primeros tienen su corazon inundado d e celestia-
subió luego á darsela. El enfermo, d e s p u e s d e les consuelos, mientras que los segundos se e n t r e -
haberla bebido se durmió, y á pocos instantes des- gan á la desesperación.
p u e s despertó, y dijo á su discípulo: " P e t r u c c i o , Sabedor por experiencia, que las dulzuras espi-
estoy c u r a d o . " E n efecto, al día siguiente se le- rituales son comunmente precursoras de las tribu-
vantó y volvió á sus ocupaciones ordinarias. laciones, advertía d e ello á sus discípulos para,
S u paciencia le servia d e m a s i a d o bien p a r a consolarlos y animarlos. " N o permite Dios, de *
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cía, que los consuelos ó las desolaciones de sus hi-
jos sean p e r m a n e n t e s ; ha querido en su misericor-
dia que se sucedan unas á otras, y hagan de su v i d a
un tejido d e a d m i r a b l e v a r i e d a d . Guardémonos,
pues, de huir de las cruces que su p r o v i d e n c í a n o s
envia, no nos atraigamos otras m a s p e s a d a s : el p a r -
tido m a s prudente, es hacer d e la necesidad vir-
tud; por lo d e m á s , contentémonos con sufrir las Constancia de Felipe en caminar por el sendero
tribulaciones que él nos envia, y no pidamos otras que se habia propuesto. Sus doctrinas
mayores: él conoce bien nuestras necesidades y sobre esta materia.
sabe proporcionar á nuestras fuerzas los remedios
q u e e m p l e a p a r a curarnos."

m u y t e m p r a n o llegó á entender
para dar feliz cima á cual-
es necesario t r a b a j a r
tesón y perseverancia, y que nin-
guna obra grandiosa se c o n s u m a r á sin
^ " c ^ ' q u e el que la acometa sea constante. P o r
( eso desde que Dios le dió á conocer q u e le
quería en R o m a , p a r a que trabajase por la salva-
ción d e las almas, no proyectó ni pensó y a en
otra cosa, y nunca p o d r á admirarse d e m a s i a d o q u e
en el dilatado espacio de sesenta años que vi-
vió e n aquella ciudad, j a m á s puso sus piés
fuera de su territorio. T o d a s las tentativas de
—266—
cía, que los consuelos ó las desolaciones de sus hi-
jos sean p e r m a n e n t e s ; ha querido en su misericor-
dia que se sucedan unas á otras, y hagan de su v i d a
un tejido d e a d m i r a b l e v a r i e d a d . Guardémonos,
pues, de huir de las cruces que su p r o v i d e n c í a n o s
envia, no nos atraigamos otras m a s p e s a d a s : el p a r -
tido m a s prudente, es hacer d e la necesidad vir-
tud; por lo d e m á s , contentémonos con sufrir las Constancia de Felipe en caminar por el sendero
tribulaciones que él nos envia, y no pidamos otras que se había propuesto. Sus doctrinas
mayores: él conoce bien nuestras necesidades y sobre esta materia.
sabe proporcionar á nuestras fuerzas los remedios
q u e e m p l e a p a r a curarnos."

m u y t e m p r a n o llegó á entender
para dar feliz cima á cual-
es necesario t r a b a j a r
tesón y perseverancia, y que nin-
guna obra grandiosa se c o n s u m a r á sin
^ " c ^ ' q u e el que la acometa sea constante. P o r
( eso desde que Dios le dió á conocer q u e le
queria en R o m a , p a r a que trabajase por la salva-
ción d e las almas, no proyectó ni pensó y a en
otra cosa, y nunca p o d r á admirarse d e m a s i a d o q u e
en el dilatado espacio de sesenta años que vi-
vió e n aquella ciudad, j a m á s puso sus piés
fuera de su territorio. T o d a s las tentativas de
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aus parientes p a r a conprometerlo á que los fuese quiero mas una poca de lentitud, que demasiada
á ver á Florencia, lo mismo que las frecuentes precipitación; porque es mas fácil hacer que cor-
invitaciones d e sus mas íntimos amigos, fracasa- ra un corcel que v a despacio, que detener en
ron con su espíritu d e estabilidad. J a m á s se s u impetuosa carrera á otro que se h a desbocado.
vió un sacerdote m a s entregado exclusivamen- Guardaos, les decía, d e ocuparos d e tal suerte
te á su ministerio. Todo el dia, ménos aquellas d e los medios que olvidéis el fin. Acontece mu-
horas qne reservaba á la oracion y á piadosas chísimas veces, que los que se dedican á mace-
lecturas, lo empleaba en confesar, anunciar la rar su cuerpo, se olvidan d e trabajar en someter
divina palabra, visitar enfermos é iglesias, é ins- su espíritu; y sin embargo, esto es lo principal;
truir y dirigir á los que aspiraban á la perfección. porque la mortificación interior es el fin, y la ex-
Al establecer su congregación del Oratorio, rio terior no es mas que un medio. C a d a uno debe
permitió que ella se ocupase mas que de l a ora- apreciar sus ejercios espirituales, pero no los ha
cion, d e administrar los santos sacramentos y d e de adoptar, sino con s u m a prudencia. Muchas
predicar. Decía que si se hacen muchas cosas á personas se cargan de tantas oraciones y prácti-
un mismo tiempo, se perjudican unas á otras, y cas devotas, que á la larga las dejan, ó las des-
que un artesano que no tiene mas que un solo empeñan maquinalmente y sin fervor; por lo mismo,
oficio, le d e s e m p e ñ a con m u c h a .mas perfec- vale m a s contentarse con poco, con tal que se
ción, si se dedica exclusivamente á él. Por haga bien. Núnca podré recomendaros demasiado
lo mismo no se cansaba d e decir á sus p a - la fidelidad en aquellos ejercicios que con toda
dres: " N a d a vale trabajar por capricho ó humo- prudencia hallais electo y determinado practicar.
rada; se necesita ademas, fervor en nuestras ope- Si el demonio llega á conseguir que faltéis á ellos
raciones; porque la corona solo ceñirá las sienes sin razón suficiente para elio, os sugerirá mil pre-
del que persevere." P o r otra parte, como hom- testos p a r a que multipliquéis vuestras infraccio-
bre prudente, preveía el otro extremo, y para pre- nes, y acabará por haceros abandonarlos comple-
caver d e él á los suyos, les encargaba la discre- tamente." L o s exhortaba también á que reno-
ción. " T o d a s las virtudes, les decía, tienen ne- vasen con frecuencia las resoluciones que habían
cesidad d e la moderación: un paso demasiado tomado cuando entraron á la vida espiritual, sin
violento en la vida espiritual,, es desde luego inú- dejarse amedrentar por las tentaciones. "¿Sabéis
til, porque nadie se hace santo en tres dias; y ade- porqué, les decía, permite Dios que tal alma sea
mas,'esta inconsideración nos espone á mil peligros; tentada fuertemente contra tál virtud? Para que
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la adquieraen sumo grado. Y no me digáis, aña- D e aquí es que cuando le venian á decir que al-
dia, que teníais mas fervor cuando comenzasteis guno adelantaba rápidamente en la virtud, res-
á servir á Dios, que al presente. L a s gracias pondía: " A g u a r d a d á que sus álas se arraiguen
sensibles son necesarias á los que empiezan; pero bien, p a r a que veáis hácia donde dirije su vuelo,"
luego que Dios los tiene y a prendidos en sus amo- Los exhortaba eficazmente á que todos los dias
rosos lazos, los prueba para purificar sus corazo- asistiesen al santo sacrificio de la misa, á no e m -
nes y afirmar su virtud. Si os mantenéis firmes prender nada sin implorar ántes la protección de la
en la tentación, estad seguros que no t a r d a r á en siempre augusta Madre de Dios, y no dejar pasar
consolaros." P a r a hacer comprender mejor esta un solo' día, sin pedir á Dios el precioso don de
doctrina, descendía á las explicaciones siguientes. la perseverancia.
P u e d e decirse que hay tres grados diferentes en Guando notaba que alguno d e ellos era llama-
la vida espiritual, la sensitiva, la racional, y la an- do al estado religioso, cuidaba mucho de mor-
gelical. E l primero es propio de los que comien- tificar su amor propio, y de acostumbrarlo á que-
zan, á quienes Dios á í h a g a con delicias sensibles, brantar su voluntad. No dejó esta conducta de
p a r a conducirlos á vivir espiritualmente. E l se- parecer á muchos un poco • dura; pero despues
gundo es de los que van progresando, y priva- confesaron que si el padre no la hubiera observa-
dos de las dulzuras, declaran g u e r r a abierta á sus do, no habrian perseverado en su vocacion. Uno de
defectos por amor de la virtud. E l tercero per- ellos, que se hizo capuchino, vino á verle un dia?
tenece á los que habiendo vencido sus pasiones, y despues de besarle la mano con una demostra-
despues de crudos combates, gozan d e las dulzu- ción de gratitud, le dijo: "¡Qué poca cosa eran
ras de la paz, y llegan á una vida casi semejante padre mió, las pruebas á que me sujetásteis en
á la de los ángeles del cielo. E l bienaventurado otro tiempo, comparadas con las qus he venido á
padre, quería que sus discípulos salvasen el pri- encontrar en la religión! y sin embargo, es cierto
mer grado, y se afirmasen bien en el segundo, pa- que á aquellas debo haber podido soportar estas.
ra que pudiesen merecer llegar al tercero. Sin el noviciado que vos me hicisteis hacer, no*
Indicaba á sus jóvenes seglares, como medios -seria yo hoy hijo d e San Francisco."
de perseverancia, la fuga d e malas compañías, la Muchos jóvenes religiosos que anhelaban por
amistad de hombres virtuosos, y la frecuencia de la perfección, y pertenecían á algunas órdenes
sacramentos. Dábale sumo placer verlos fer- que habían aflojado en la observancia d e su pri-
vorosos; pero nunca confiaba d e ellos enteramente. mitivo instituto, consultaron al santo acerca d e
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los deseos q u e tenían d e p a s a r á otras órdenes íió o b e d e c e n p e r o llevado d e otros consejos, no
m a s observantes. " N o soy d e ese parecer, les tardó en dejar su puesto, lo que fué p a r a él una
respondió el p r u d e n t e director, porque os basta verdadera desgracia, porque no p u d o encontrar
c u m p l i r con v u e s t r a s obligaciones, y tal vez Dios en lo sucesivo d o n d e colocarse, y pasó una vida
se servirá d e vosotros p a r a r e f o r m a r insensible- miserable.
m e n t e vuestros conventos." E n general, no le Hacia y a c u a t r o años que había entrado á la
g u s t a b a que los religiosos cambiasen d e estado, congregación un jóven de bello natural, y que
a u n c u a n d o f u e r a p a r a p a s a r á otro m a s perfecto. prometía esperanzas m u y lisongeras; pero su salud
" E s a s ideas, d e c í a , las sugiere frecuentemente el llegó á alterarse g r a v e m e n t e . Algunos d e sus ami-
demonio, t r a n s f o r m a d o e n ángel de luz, y envi- gos le aconsejaron que f u e r a á respirar el aire na-
dioso del bien q u e hacen ciertos religiosos d e una tal; mas el santo p a d r e no fué de este parecer. Sin
v i r t u d común, haciéndoles d e j a r su estado, por embargo, tanto le instó el jóven, que al fin le dejó
c o r r e r tras de otro q u e les p a r e c e mejor y q u e no partir, permitiendo que f u e r a con él uno de sus com-
les conviene." pañeros, e x p r e s á n d o s e de esta suerte al tiempo de
P e r o no e r a solamente respecto d e los religio- su marcha: " D e dos que se van, solo uno volverá."
sos d e quienes exigia constancia: también la re- Volvió en efecto el compañero al tiempo prefijado;
c o m e n d a b a á todos los estados, y á todas las con- pero el otro j ó v e n no p u d o resolverse á alejarse de
diciones. L l a m a n d o el príncipe á su corte á su familia. Consternado Felipe de la ceguedad de
Maximiano Burgo, no consintió en ir, sino bajo su discípulo, le escribió del m o d o m a s insinuante
la condición q u e no se había d e encargar de p a r a hacerle volver á su vocacion; pero todo fué
n i n g u n a función q u e f u e s e inconciliable con sus inútil: detenido por la carne y sangre, le contestó
ejercicios espirituales. No fué respetado este c ]ue renunciaba á vivir en l a congregación. Otros mu-
convenio por el príncipe, y Maximiano resolvió chos experimentaron la misma suerte por haber
s e p a r a r s e d e la corte: p e r o ántes de tomar este sido como él, indóciles á los consejos de este ilus-
partido, creyó d e b i a consultar con su antiguo di- tre maestro. ¡Qué peligroso es ciertamente que-
rector, quien no aprobó su determinación, dicién- rer conducirse uno por su propio juicio en lo con-
dole: " E s cierto q u e e s t a privación es una cruz; cerniente á la salvación eterna!
p e r o no sea que por evitarla, vayais á d a r con E s t a b a tan p e r s u a d i d o nuestro santo, que Dios
otra m a s penosa. Creed me, hijo mío, haréis bien exige de c a d a uno q u e sea constante en el estado
en llevarla por a m o r de D i o s . " E l jóven prome- en que se le h a puesto, que aun el motivo de un.
18
- m -
—275-
bien mayor no influía n a d a sobre su.espíritu. Pv'e
acusa d e sensualidad; y si yo pudiera hacer á un
puede esto probarse mejor que refiriendo su res-
lado el respeto que os debo, os diría que también
puesta á San Carlos Borromeo, que le pedia le
a vos se os acusa d e otra cosa: de robo, ¿lo cree-
diese á Baronio. " H e leido en algún lugar, por-
reis? Sí, Illmo. Sr., de robo: y si fuere preciso ci-
que en esto no .puedo hablar por propia e x p e r i e n -
tar testigos, yo citaré á los señores obispos de
cia, que el que no está, dispuesto á creerse culpa-
Verceil y de Armini,y ellos declararán que siempre
do, en aquello mismo que imagina ser inocente, no
que encontráis un buen sugeto que no os perte-
merece llamarse hombre espiritual. Con m u c h a
nece, os lo usurpáis, despojando así al altar ageno
mas razón debe obrarse de esta manera c u a n d o
por adornar el vuestro. No debia hablaros d e es-
se tiene alguna duda, y yo d e b o ciertamente es-
ta suerte: pero ¿qué quereis que haga? Amicus
tar dudoso de mi convicción, Illmo. Sr., en un.
Sócrates, amicus Plato, magis amica neritas." Pa-
caso en que vuestro modo de pensar es tan dife-
rece que el cardenal, en defecto de Baronio, quiso
rente al mió. Yo me echo á los piés d e vuestra,
llevarse á otro de sus padres, y el santo le res-
eminencia, y le suplico me obtenga d e Dios, que
pondió: " Q u e era grande su embarazo, porque los
rae dé á conocer lo e r r a d o de mi juicio, 3r lo incli-
jóvenes, ocupados únicamente de su estudio, no
ne enteramente al yugo de la obediencia. E s t o
están aún aptos p a r a nada, y los ancianos son ¿
es lo que me hace dilatar la.respuesta á vuestra
estos indispensablemente necesarios."
solicitud; y esto lo que m e ha impedido también
Concluyó, en fin, suplicando al santo prelado,
daros, antes de que salieseis d e casa, una prue-
que dejase en paz á sus Oratorianos seguir su vo-
b a d e mi respeto }r rendimiento. Contrariar
cación.
el deseo d e vuestra eminencia, hubiera sido p a r a
mí una cosa insoportable; y por otra parte, yo no
podia, ni puedo ahora, daros á Baronio, una d e
las mas firmes columnas de nuestra congregación.
Dios sabe cuánto os a m o , y también cuánto me cues-
t a dejar de complaceros. ¡ O j a l á y me f u e r a posible
sostener por mí solo el peso d e nuestro ministerio!
no me veria entonces en la triste necesidad d e o-
poner mis ideas á vuestros designios por la glo-
ria de Dios! Vos me decís. Illmo. Sr., que se me-.
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nerva, hacían en su iglesia, por no sé qué grave
necesidad de su casa, un jubileo d e cuarenta ho-
ras, y rogaron, al santo, q u e les estimaba en ex-
CA-PITUIiO XXVI. tremo, tomase p a r t e en aquellas oraciones. Feli-
pe, tan sensible siempre á la tribulación agena, se
prestó en el m o m e n t o á e s t a invitación. Arrodi-
Extasis, arrebatos y visiones del Santo. llóse ante el altar m a y o r en q u e e s t a b a espuesto
el Divinísimo Señor S a c r a m e n t a d o ; fijó sus ojos
en l a s a g r a d a hostia, y e n el momento fué arreba-
tado í u e r a de sí. E l superior d e l monasterio, no-
tó que hacia m u c h o tiempo q u e el santo no se mo-
vía y temió le hubiese s u c e d i d o alguna cosa. Cor-
rió, p u e s , á él y le preguntó q u é tenía, repitiendo
m u c h a s veces la m i s m a p r e g u n t a , sin lograr que
le respondiera ninguna cosa. L e tomó entonces
D E M A S d e las gracias y virtudes que
de la mano, y se la encontró h e l a d a y tiesa. E s -
constituyen á los santos, Felipe habia
pantado m a s y mas, llamó á l o s otros p a d r e s é hi-
,recibido d e Dios los altos y exquisitos
zo llevar al santo á un cuarto inmediato. P a s ó
jfávores q u e los h o n r a n y consuelan; así todavía largo tiempo sin que diese señal alguna '
es pues, q u e él se e n c o n t r a b a frecuen- de vida; m a s al fin volvió en sí y exclamó: "¡Vic-
, temente a n e g a d o en la luz contempla- toria! ¡victoria! ¡ha sido e s c u c h a d a nuestra ora-
tiva y allí se descubrían á sus ojos, se- cion!" Seguro y a el prior d e su salud, pero no
cretos c u y o velo no es permitido al comprendiendo n a d a d e aquella enagenacion y d e
hombre levantar. Anonadado en los aquel lenguaje, le preguntó q u é le habia sucedido
sentimientos de su p r o f u n d a humildad, hacia y qué victoria e r a la que h a b i a alcanzado. E l
cuanto podia p a r a no entrar, al menos en público, santo se avergonzó y calló; p e r o se le hicieron
en aquel e s t a d o extraordinario; pero á pesar de tantas instancias, q u e al fin tuvo que esplicarse
sus esfuerzos, le era m u c h a s veces imposible repri- diciendo: " E l p a p a , dijo al religioso, a c a b a d e
mir los impetuosos a r r e b a t o s d e su amor. pronunciar su sentencia en el negocio en cuestión,
L o s religiosos dominicos d e Santa María Mi- y ha fallado á vuestro favor." E l hecho era cier-
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te; pero no había podido saberlo sino por revela- singularmente al siervo de Dios; y con este moti-
ción, y es de creerse que sus oraciones le alcanza- vo pasaba mucho tiempo en aquella capilla sen-
ron este favor. tado en un banquillo, con los ojos fijos en aquella
Fabricio d e Massimi, vino u n dia á confesarse al imágen de su cariño, que le procuraba frecuentes
cuarto del santo, y encontrando la puerta entre- éxtasis. Algunas de sus piadosas penitentes, le
abierta, entró sin tocar. E l p a d r e estaba en ó ra- encontraron un dia en este estado, y escusado es
ción con las m a n o s y los ojos levantados al cielo, decir que quedaron a d m i r a d a s al verlo. Se pusie-
y sus rodillas no tocaban la tierra. A d m i r a d o ron delante de él y le estuvieron observando lar-
Fabricio d e un espectáculo que veía por prime- go rato; despues, p a r a juzgar mejor d e su estado,
r a vez, se estuvo un rato contemplándolo; y des- le llamaron muchas veces, y Como vieron que no
pués, como el santo estaba con la espalda voltea- oía se pusieron á moverlo violentamente hasta que
da hácia la puerta, se adelantó p a r a verle d e ros- volvió en sí. No pudo menos d e alarmar al santo
tro, y juzgó por su entera inmobilidad que no veía la presencia de sus hijas; pero aun creyó poder-
ni oía. Luego que Felipe volvió en sí, que fué las hacer vacilar, en la opinion que d e su estado
despues de un largo rato, echó d e ver que F a b r i - habian formado, ocurriendo á una d e sus acos-
cio estaba allí, y le preguntó con un aire a d m i r a - tumbrados ardidez. Se lavantó bruscamente, y
do y confuso, que cómo habia entrado. E s t e le manifestándose encolerizado, llamó á Gallonio que
respondió que habia hallado la puerta abierta, y estaba por allí cerca, y le dijo: " E c h a d p a r a f u e -
que por eso se h a b i a introducido: entonces oyó el ra estas mugeres insolentes, que vienen aquí á in-
santo su confesion y le despidió. terrumpirme cuando duermo."
Francisco d e Molaria, llevado de la misma in- Gallonio tenía un cuidado extremado d e su
tención que el anterior, y viendo que el p a d r e es- buen padre, y velaba noche y dia por su conser-
taba sentado en su silla, se arrodilló á sus piés y vación. F u é á verle una vez m u y d e m a ñ a n a
comenzó á confesarse; pero á poco advirtió que para saber cómo habia pasado la noche, y le en-
estaba en éxtasis y le fué preciso aguardar que contró, contra su costumbre, acostado aún en su
volviese de él, lo que no sucedió hasta d e s p u e s cama. "Quizá, se dijo á sí mismo, se desveló, ó
d e mucho tiempo. estará en contemplación," y en esta persuasión se
H a b í a en la capilla de la Santísima Virgen, de retiró lo mas quedo que pudo. Ya muy entrado
la iglesia del Oratorio, un cuadro de la Visitación, el dia volvió otra vez, y le encontró sin voz ni mo-
primorosamente ejecutado, y cuya vista movia vimiento, con una palidez que le hizo creer iba á
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espirar. Espantado y aflijido, corrió á llamar á Hado en los aires. Y ¿cuántos otros testigos,
los padres, é hizo llamar á toda priesa al médico. igualmente dignos de fé, no podría yo citar en
Este, sin perder tiempo, le dió una sangría, y mi- prueba de esta maravilla? Encontrábase un dia
rando que la sangre no salia, recurrió al cauterio tan malo J u a n Bautista Medio, que estaba casi al
y á los sinapismos. Estos remedios enérgicos no morir; y avisado Felipe de este accidente se fué
produjeron efecto alguno, y el médico declaró que luego á verle, y mirando el grave peligro en que
el enfermo iba á espirar de un momento á otro. se encontraba, [»asó á un cuarto inmediato para
Entonces se apresuraron á darle la extremaun- conseguir su alivio con sus oraciones, y permane-
ción, y apenas habían acabado de administrárse- ció allí desde por la tarde hasta media noche.
la, cuando el santo volvió á su conocimiento sor- Entonces un criado, cuidadoso de su larga ausen-
prendido de lo que veía. "¡Ay! habéis estado sia, entró al-cuarto y le vió elevado en los aires
m u y malo, padre mió, le dijeron algunos de los resplandeciendo todo su cuerpo con una celestial
asistentes, enjugándose las lágrimas.—Os enga- claridad. Arrebatado de admiración, corrió por
ñáis, respondió Felipe, yo no he tenido otro mal toda la casa gritando á mas 110 poder: "¡Vengan
que el que m e habéis techo." Entonces com- á ver, vengan á ver!" Todos vinieron y fue-
prendieron todos el engaño que habían padecido, ron testigos de aquel raro espectáculo. A la me-
y comenzaron á excusarse diciéndole que aquel dia hora despues, volvió Felipe á su estado natu-
éxtasis no se parecía á los que acostumbraba te- ral, se acercó al enfermo y le puso la mano sobre
ner. " I d á vuestros negocios, les dijo el santo, y la frente, diciéndole: "No tengáis cuidado, no mo-
dejadme dormir: si mañana me encontrareis muer- riréis." A estas razones recobró el moribundo el
to enterradme." uso de la palabra y se puso á platicar con su bien-
Al salir un dia para ir á -ver al Papa, dijo á al- hechor, como un hombre bueno y sano. A pocos
gunos padres que se encontraban cerca de éls dias despues, pudo ya entregarse á sus ocupacio-
"Orad por mí, para que Dios me libre de mis nes ordinarias.
accesos de locura." Decía esto porque sabía por No dispensaba el Cielo estos favores á nuestro
experiencia, que la presencia del vicario de Jesu- santo únicamente en los lugares privados, sino ha-
cristo le causaba transportes de amor, que no po- cia también, á pesar de Felipe, que su alma entra-
día reprimir y le hacian quedar extático. El car- se en éxtasis y arrebatos en la iglesia llena de gen-
denal Sfondrate, referia ai P a p a Paulo Y, haber te, y á la vista de todo un pueblo.
visto con sus propios ojos á nuestro, santo, arrodi-
Estaba un dia en oracion en la basílica del Y a -
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ücano, delante del sepulcro de los santos apósto- á reconciliar á la m a ñ a n a siguiente, y quiso co-
les, y se levantó casi medio pié sobre la tierra, menzar por ahí: " P a d r e , me acuso de haber ha-
volviendo inmediatamente á su estado natural. blado mal " le faltó ánimo p a r a decir lo de-
Temeroso entonces que esto se repitiese, y llega- mas. " A c a b a d , hija, y decid que habéis hablado
sen á notarlo los asistentes, se quitó inmediata- mal d e m í . " Ella respondió afirmativamente, y
mente de aquel lugar. Se hicieron tan fre- el buen padre le dijo: "Yo os perdono, no os dé
cuentes estos accidentes sobrenaturales, que vergüenza a c a b a r vuestra confesion.—Padre mió,
no entraba ya, por decirlo así, sino temblan- repuso ella temblando, yo estaba oyendo ayer
do en las iglesias. A d o r a b a al Señor por me- vuestra misa, y os vi levantado en el aire." A es-
dio d e un Valer noster, saludaba á la Santísima ta palabra, el santo, humillado en extremo, le di-
Virgen con una Ave Maña, y se levantaba al mo- jo: "Basta, cállate tonta." Ella continuó dicien-
mento p a r a no dar tiempo á que su amor se infla- do, porque la detracción del padre le hacía cos-
mara. P o r esta m i s m a razón, como y a lo hemos quillas: "Entonces dije á mi compañera, que vos
dicho antes, no le g u s t a b a decir misa en público, erais un encantador." E l santo que esperaba
aunque no podía dispensarse d e hacerlo algunas otra cosa, se llenó d e alegría y le dijo riéndose:
veces, y entonces le eran inevitables los éxtasis. " P e r o eso es m u y cierto, hijita mía, 3ro soy una
Viósele una vez, en l a iglesia d e la T o r r e d e Mi- especie de encantador; por lo mismo esto es n a d a .
radores, elevado d e tres á cuatro codos sobre la no penseis mas en ello."
tierra. Igual cosa le sucedió en la iglesia de la
M u y frecuentemente también aparecía su ca-
Caridad, en donde viéndole una niña en tal esta-
beza, cuando celebraba, rodeada d e una aureola
do, dijo en su admiración á su madre: "Mira, ma-
resplandeciente. Decía un dia misa en el altar
má, ese padre vuela; es un mago ¿no es verdad?
mayor de su iglesia, y al llegar á los Mementos
— T e engañas, hija mia, respondió la señora; es un
de vivos, le vió uno d e los asistentes coronado d e un
santo, y si lo ves así, es porque está en éxtasis."
brillante resplandor. A\ principio creyó que era
Otra joven, testigo d e un hecho semejante, juz- una ilusión de su vista, y con esto, se limpió bien
gó casi lo mismo que la anterior. " E s m u y sin- los ojos y se puso á ver otros objetos p a r a exami-
gular esto, dijo á otra que la acompañaba; parece nar si le sucedía lo mismo con ellos; pero no vió
que este padre es u n encantador." Esta palabra aquella luz mas que sobre la cabeza del santo, en
le costó caro, porque se confesaba con él y no sa- la que permaneció hasta despues d e que consu-
bía como podría decírsela. Sin embargo, se fué mió. U n a joven de doce años d e e d a d , declaró
-284— —285—
que le habia visto m u c h a s veces en el aire mien- tar, reiteró tanto sus preguntas y urgió de tal m a -
tras decía misa, y que entonces una n u b e blanca nera, que al fin Felipe temió contristarlo, y le di-
le c u b r í a de m o d o que no se distinguía el color d e j o : " A h o r a bien, y o os confieso que Dios m e
sus ornamentos. P a s e m o s á las visiones y reve- d e s c u b r e algunas veces, d e s p u e s d e la consagra-
laciones con que Dios le favorecía, y que no son ción, la gloria d e los bienaventurados; p e r o esto os
menos ciertas que sus éxtasis y arrebatos. lo digo p a r a vos solo, y os prohibo que habléis d e
Siendo a ú n joven, rogaba al Señor le diese á co- ello á persona a l g u n a . "
nocer su vocacion, y se le apareció San J u a n B a u - P o r otro favor singular, ninguno d e sus dis-
tista, manifestándole por medio de una revelación cípulos iba al cielo d e s p u e s de su m u e r t e , sin
interior, que Dios quería que f u e r a sacerdote v que él fuese testigo d e su gloria. Citaré al-
(jue trabajase e n R o m a por la salvación de s u s gunas de estas gozosas apariciones. Mario T o -
prógimos, pobre y sin dignidad alguna. P o c o smien la noche q u e murió, entró al c u a r t o del p a -
tiempo d e s p u e s d e su promocion al sacerdocio, d r e c u a n d o e s t a b a durmiendo, y llamó dos veces
haciendo oracion en la noche d e navidad en no sé e n alta voz. E l santo abrió los ojos, y le vió su-
qué iglesia, en c o m p a ñ í a de Constancio Tassonio y bir al cielo lleno de resplandores. A la m a ñ a n a
Sebastian Músico, se le apareció el niño J e s ú s siguiente recibió la noticia de su m u e r t e , y supo
d e pié sobre el altar. Lleno de gozo, preguntó á h a b e r acaecido á la hora precisa d e aquella visión
sus compañeros si veian esta m a m i l a ; y como le consoladora. Vicente Uluminator, al partir p a r a
respondiesen negativamente, serró sus labios y el cielo, apareció cubierto de gloria al santo, y le
continuó su oracion. encomendó á su muger é hijos, d e quienes cuidó
D e c í a un día misa, y T o m á s Ripani que en efecto eficacisímamente. Marco Antonio Cor-
se la a y u d a b a , observó que se detenia d e resella, á quien el santo a p r e c i a b a por sus eminen-
m a s i a d o d e s p u e s d e la consagración antes d e tes virtudes, tuvo u n a m u e r t e digna de su, vida.
elevar el cáliz. Notó en seguida, d e s p u e s d e Depositóse su cuerpo en la iglesia d e S a n t a C a t a -
volver á la sacristía, q u e el rostro del santo esta- rina, y fué allí Felipe á verle, a c o m p a ñ a d o de Ga-
ba extraordinariamente alegre; y como tenia m u - llonio. L e estuvo m i r a n d o por mucho tiempo, y
c h a intimidad con él, le preguntó la c a u s a de a - luego hizo venir á un pintor p a r a que le r e t r a t a s e .
quel contento que no podia ocultar. Sonrióse el Un sacerdote que se encontraba allí, se manifestó
santo y no quiso responderle. P e r o Ripani c a d a a d m i r a d o del deseo del padre, y Gallonio le dijo
vez m a s curioso p o r saber lo que le quería ocul- al oidoí " A n o c h e vió al difunto en un e s t a d o glo-
-287-
rioso, y se h a estado platicando con él cuatro con sus discípulos, y se levantó repentinamente-
horas. Esto os esplicará el motivo porque quiere diciendo: " P o s t r a o s , h e r m a n o s mios, y rogad á
hacerlo r e t r a t a r / ' T u v o a ú n otras m u c h a s visio- Dios: el demonio está ahí en la p u e r t a . " S e ar-
nes semejantes que seria m u y largo referir. rodilló él también y puso la señal d e la cruz ai
No ignoraba tampoco la suerte de las a l m a s enemigo de la salvación, diciéndole: " N o entra-
que b a j a b a n á las prisiones" del purgatorio. Un rás aquí." D e s a p a r e c i ó en efecto, y el santo vol-
(lia dijo en plena asamblea en el Oratorio, que su vió á continuar apaciblemente su ejercicio. E n
discípulo A n i m u c c i a a c a b a b a d e salir de él y ha- otro dia también encontró en la p u e r t a de la igle-
bia subido al cielo. Otra vez anunció á Antonio sia á este espíritu infernal, bajo la f o r m a d e u n
Luccio, que su p a d r e se habia librado de aquellas niño; pero le bastó mirarle con ojos severos p a r a
prisiones. T a m p o c o le era ménos conocido el hacerle huir. "¿Visteis aquel niño? preguntó á
estado de las almas, d u r a n t e la vida. D e c í a d e l Gallonio que lo a c o m p a ñ a b a , quien respondién-
p a d r e San Ignacio, f u n d a d o r de la c o m p a ñ í a d e dole que sí, repuso el santo: " N o os engañéis:
J e s ú s , que era a d m i r a b l e la h e r m o s u r a de su al- ese no e r a un niño, sino el demonio que quería
m a , y a s e g u r a b a h a b e r visto brillar m u c h a s v e c e s sin d u d a alguna, jugaros una m a l a p a r t i d a . "
sobre su rostro un celestial r e s p l a n d o r . E n otra oca- P a s a b a u n a vez p o r J a s T h e r m a s de Dioclesia-
sion que se encontró con S a n Carlos Borromeo, no, y vió á la p u e r t a de este antiguo edificio, á un
dijo que su rostro era p a r a sus ojos el d e un án- joven que presintió ser un mal espíritu. Fijó en.
oel. Otro tanto manifestó d e J u a n Bautista S a - él su atención, y notó que c a m b i a b a continuamen-
raseno, que con el tiempo fué general de los D o - te de figura, pareciéndole ya joven, y a viejo, y a
minicos y murió en olor de santidad. hermoso y y a feo. L e m a n d ó interiormente que
desapareciese, y desapareció al. instante. Mucho
Quiso Dios t a m b i é n , q u e aun los demonios se
tenia que sufrir dia y noche, de las persecucio-
le apareciesen p a r a stf propia utilidad y la d e
nes del espíritu, infernal; p o r q u e este monstruo,
otros. Un dia m a n d ó á x\ntonio L u c c i o que ex-
hacia cuanto podía p o r aterrarlo, y se le m o s t r a b a
orcizase á u n a m u g e r e n e r g ú m e n a , y que la azo-
a u n q u e inútilmente, bajo t o d a clase d e formas...
tase para insultar al demonio. Irritado viva-
P e r o no hacia m a s que invocar, á la dulcísima
mente éste espírítu orgulloso, se le apareció la
María, y q u e d a b a tranquilo.
noche siguiente y dejó en su cuarto u n a horrorosa
Ninguno podia hablar con m a s propiedad que él,
hediondez, que se notaba aun d e s p u e s d e m u c h o
respecto de visiones, por la larga experiencia q u e
tiempo. Otra vez conversaba de cosas d e Dios.
—288—
hábia adquirido tanto de las buenas, como de las mano p a r a dicernir los favores del Cielo, délas que
malas. P o r lo mismo, sus doctrinas sobre este no son mas que ilusiones." Esto mismo hacia él en
punto, merecen llamar nuestra atención. H é casos semejantes: por ejemplo; hablaba un dia á
aquí algunas de sus sentencias en esta materia. su congregación, y sintiéndose atraido por un éxta-
"No debe confiarse ligeramente en visiones, decía, sis, hizo cuanto pudo p a r a evitarlo, y cuando vió
porque esta es una cosa m u y peligrosa. Las vi- que y a no podía continuar su discurso, se dió un
siones, tanto buenas como malas, las tienen ordi- golpe d e pecho y dijo: " E l que quiera tener éxta-
nariamente los que no las desean; pero aun estos sis y visiones, no sabe lo que quiere." Despues
deben temer mucho alusinarse. L e es difícil al de lo cual, se puso á llorar y se retiró prontamente.
favorecido d e visiones divinas, no envanecerse con H a b l a b a en otra ocasion el p a d r e Bordini acerca
ellas; mas difícil creerse poco digno de ellas; y d e esta materia, en un sermón que predicaba en el
m u y difícil considerarse indigno absolutamen- Oratorio, y Felipe que estaba presente, tomó la
te, y preferir á sa suavidad, la humildad, la o- palabra despues d e él, y dijo: "Yo tuve en-
bediencia y las demás sólidas virtudes, que va- tre mis penitentes, una m u g e r m u y santa, favore-
len incomparablemente mucho mas. No de- cida d e éxtasis casi continuos, durante un largo
be hacerse caso alguno d e aquellas visiones y tiempo, pero que despues no volvió á tener uno.
revelaciones que no traen utilidad p a r a nosotros? Ahora bien ¿cuando os parece q u e me ha admi-
para nuestros prógimos, ni p a i a la iglesia. No de- rado m a s esta muger? Cuando la he visto r e d u -
ben los confesores, decía, creer ligeramente en re- cida á un estado común.
velaciones, qne pretenden tener sus penitentes, Le consultaba un dia un director, qué consejo
especialmente las mugeres. E s t a s cosas mara- debería d a r á una muger piadosa que veia frecuen-
? villosas p u e d e sujerirlas la malicia del demonio; temente á Jesucristo y á santa Catalina de Se-
y muchas veces son juegos d e su imaginación; pe- na, y le respondió: " L a s visiones son un lazo en
ro juegos crueles que han perdido ó comprometi- que las mugeres se dejan prender c o n m u c h a f a c i -
do muchas a l m a s . " lidad. O r d e n a d l e que no haga ningún caso de e-
R e c o m e n d a b a á sus discípulos que se abstu- sas visitas, que las despida, y si no se quieren ir,
vieran, cuanto estuviera de su parte, d e toda cosa que les escupa á la cara." Aquella hija verdadera-
extraordinaria, que trajera consigo el temor d e des- mente obediente, hizo lo que se le m a n d a b a , y le
agradar á Dios. " E s t a resistencia, añadía, es uno fué tan bien, que desde aquel dia hizo admirables
d e los mas seguros medios de que podréis echar p regresos en la virtud.
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Uno de sus discípulos creyó ver una noche á l a mentó á contar la cosa al padre Felipe; pero ape-
Santísima Virgen María, coronada d e u n celestial nas habia entrado á su casa cuando se sintió m a -
resplandor, y vino m u y gozoso al dia siguiente lo, y se fué á acostar. Su enfermedad progresaba
á contar al santo esta aparición. "Vos habéis ele dia en. dia, y conoció que debia prepararse pa-
visto á un demonio, le dijo, y no á l a Santísima ra morir. Estando en esta resolución vino á visitarle
Virgen. " S i vuelve otra vez, escupidle en señal un médico desconocido, y le aseguró que sauaríaj^
del desprecio que merece ese monstruo del abis- viviría aun por largo tiempo. P e r o habiendo venido
m o . " Volvió en efecto, la noche siguiente, y el dis- también Felipe pocas horas despues, le dió parte
cípulo obediente hizo lo que su maestro le había de las esperanzas que le habia dado aquel médi-
mandado, con lo cual desapareció aquella visión. co. "¿Qué médico ni qué-médico? le dijo el san-
Sin e m b a r g o , no tardó en volver á aparecer: to. E s el demonio que quiere engañaros cerran-
pero aquella vez era en efecto la augusta y bon- do los lazos que os detienen á la vida." Avisado
dadosa María. No lo creyó así el discípulo Antonio d e aquel fraude, se sometió enteramente
d e Felipe, é iba á escupirle el rostro; pero la á las órdenes de la providencia, y á pocos dias
Señora le dijo: " E s c ú p e m e si p u e d e s . " En- murió santamente.
vano lo procuró, porque su boca estaba comple- Matias Maffé, sacerdote m u y amigo de nuestro •
. tamente seca y no le proporcionó saliva alguna. santo, tuvo una noche la visión siguiente: le pare-
"Apruebo t u obediencia, hijo mió, añadió la Ma- ció que iba, acompañado d e este buen padre, por
dre de Dios, y solo he venido p a r a premiártela." una vasta llanura en que se encontraba una multi-
Ai decir esto r desapareció la Señora, dejando la al- tud ¡numerable de hombres que parecían ser o-
m a de aquel hijo suyo inundada en un m a r de ele- tros tantos reyes; y mientras contemplaba la ri-
licias. queza d e sus vestidos, toda aquella pompa se des-
Un médico llamado Antonio Tucci, soñaba en vaneció, y fué remplazada por un horrible incen-
nna e n f e r m e d a d gráve, con una religiosa d e emi- dio: en seguida apareció un ejército de demo-
nente virtud. Encontróla un dia sumergida en un nios que se formaron en batalla al derredor d e
éxtasis,y a d m i r a d o de l o q u e veía, aguardó á que aquella hoguera. Matias estaba en un rincón cre-
volviese en sí. Entonces ella fijó en él sus ojos, yéndose seguro; pero llegó á verlo uno de aquellos
cosa que no acostumbraba hacer con nadie, monstruos infernales, el cual corrió hácia él, é hi-
y le dijo: " ¡ O h doctor, os he visto tan lin- zo cuanto pudo para arrastrarlo á aquellas llamas.
do en el paraiso!" El médico se fué a l mo- E l se defendió fuertemente, y sonriéndose Felipe
—293—
de su valor, le tomó de la mano y le condujo po r le lo que le habia sucedido; pero el santo le inter-
un sendero lleno de abrojos y espinas que lo des- rumpió, y le dijo mirándole con ojos severos: "No
pedazaban de una manera extraordinaria. Por se va al cielo soñando; es la buena vida tal cual
último, llegaron á un bello prado terminado por conviene á un hijo de Dios y de la Iglesia, la que
una colina del mas gracioso aspecto, en cuya fal- os ha de llevar allá. Repetía frecuentemente
d a se encontraban tres ángeles ricamente vestidos, que los que no tienen álas, deben caminar por tier-
de los cuales, dos tenian en sus manos unas antor- ra y no querer volar por el aire. E n lo que daba á
chas encendidas, y el tercero llevaba una cruz entender, que las visiones y revelaciones, solo son
procesional. Se pusieron en movimiento, y vinie- propias d e las almas que vuelan en álas de la per-
ron á encontrarlos, marchando tras ellos en ar- fección, y que lo demás 110 es mas que un verda-
monioso concierto dos dilatadas filas de bien- dero embuste del espíritu de mentira.
aventurados, y al pasar por delante del santo y su
discípulo, unos saludaban al primero, y otros com-
prometían al segundo para que los siguiese; pero CAPITULO XXVII.
este no se movia á causa de una gran timidez;
mas Felipe tomó la palabra diciendo: "No, toda- Predicciones del espíritu profético de Felipe.
vía no es tiempo; todavía no." T o d a aquella
multitud, despues de haber dado una vuelta, se
dirigió hacia la colina por un camino lleno de flo-
res y sembrado de frondosos árboles, en cuyas ra-
mas se mecían pequeños angelitos, que con vo-
ces encantadoras entonaban el Gloria in excelsis
Deo. E n la cima de la colina, habia un palacio
luminoso, en el cual entró la procesión, dejando O emprenderé referir aquí todas las co-
todo lo demás solitario y silencioso. Pasado todo sas que anunció nuestro santo, á conse-
esto, Maffé despertó de su sueño. cuencia de las revelaciones
Cuando amaneció, quiso confesarse, y se fué 1 con que Dios le favorecía.
á ver al padre, quien le dijo luego que entró: 1 Diré, sin embargo, lo bas-
"Vos sois un hombre que dais mucho crédito á lo tante para convencer á mis
que soñáis." Sonrióse Maffé, y se puso á contar- lectores, que pocos santos le igualaron en el don
—203—
de su valor, le tomó de la mano y le condujo po r le lo que le habia sucedido; pero el santo le inter-
un sendero lleno d e abrojos y espinas que lo des- rumpió, y le dijo mirándole con ojos severos: " N o
pedazaban d e una m a n e r a extraordinaria. P o r se v a al cielo soñando; es la buena vida tal c u a l
último, llegaron á un bello prado terminado por conviene á un hijo d e Dios y de la Iglesia, la que
u n a colina del mas gracioso aspecto, en cuya fal- os ha d e llevar allá. Repetía frecuentemente
d a se encontraban tres ángeles ricamente vestidos, que los que no tienen álas, deben caminar por tier-
d e los cuales, dos tenian en sus manos unas antor- ra y no querer volar por el aire. E n lo que daba á
chas encendidas, y el tercero llevaba una cruz entender, que las visiones y revelaciones, solo son
procesional. Se pusieron en movimiento, y vinie- propias d e las almas que vuelan en álas d e la per-
ron á encontrarlos, marchando tras ellos en ar- fección, y que lo d e m á s 110 es mas que un verda-
monioso concierto dos dilatadas filas de bien- dero e m b u s t e del espíritu d e mentira.
aventurados, y al pasar por delante del santo y su
discípulo, unos saludaban al primero, y otros com-
prometían al segundo p a r a que los siguiese; pero CAPITULO XXVII.
este no se movia á causa d e una gran timidez;
m a s Felipe tomó la palabra diciendo: "No, toda- Predicciones del espíritu profético de Felipe.
vía no es tiempo; todavía no." T o d a aquella
multitud, despues d e haber dado una vuelta, se
dirigió hácia la colina por u n camino lleno de flo-
res y sembrado de frondosos árboles, en cuyas ra-
mas se mecían pequeños angelitos, que con vo-
ces encantadoras entonaban el Gloria in excelsis
Deo. E n la cima d e la colina, habia un palacio
luminoso, en el cual entró la procesión, dejando O emprenderé referir aquí todas las co-
todo lo d e m á s solitario y silencioso. P a s a d o todo sas que anunció nuestro santo, á conse-
esto, Maffé despertó de su sueño. cuencia d e las revelaciones
C u a n d o amaneció, quiso confesarse, y se fué 1 con que Dios le favorecía.
á ver al padre, quien le dijo luego que entró: ) Diré, sin embargo, lo bas-
"Vos sois un hombre que dais mucho crédito á lo tante p a r a convencer á mis
que soñáis." Sonrióse Maffé, y se puso á contar- lectores, q u e pocos santos le igualaron en el don
- m -
d e profecía. P o r lo demás, hé aquí el testimonio mi muger está buena completamente."—"Sea lo
que le ha tributado la sagrada congregación de ri- que fuere, repuso el santo, haréis bien en prepa-
tos. In prophetiae dono non est inventus similis raros para volverla al que os la dió." Diez dias
illi. T r e s cosas encierra en sí el don de profecía: despues fué arrebatada de una violenta fiebre que
primero, el conocimiento d e lo que ha d e suceder; la condujo al sepulcro.
segundo, el de los hechos que pasan á lo lejos; y Gerónimo Cordella, célebre médico m u y esti-
tercero, el d e los secretos de los corazones. Los m a d o de nuestro santo, cayó gravemente enfermo,
acontecimientos que voy á referir, probarán que y su muger mandó al momento á avisárselo á Feli-
Felipe recibió de Dios este triple conocimiento. pe, para que orase por él. Mientras que el en-
J u a n Angel Cribelli, queriendo comulgar el viado iba apenas subiendo las escaleras d e la ca-
Juéves Santo, f u é á ver á Felipe m u y de ma- sa, dijo el siervo de Dios á sus discípulos: " S e
ñana, para que lo confesara, gozando hasta en- muere nuestro buen Cordella: llegó su hora." A d -
tonces de robusta salud. Fijó su vista en él el miráronse los que le oian, porque todos ignoraban
Santo, le miró con mucho Ínteres, y le dijo: P r e - que Cordella estuviese enfermo; pero su ad-
paraos, hijo mió, al sacrificio que Dios exije d e miración subió de punto, al ver que en aquellos
v o s . " — " E l es nuestro dueño, respondió Cribelli: momentos entró el criado á dar el recado que
que se cumpla en mí su v o l u n t a d . " — " P e r o , re- traia á nuestro santo. Despues que se despidió,
puso el santo, se t r a t a d e un sacrificio m u y costo- repitió Felipe que Cordella había llegado al fin d e
so; ¿se lo haréis con gusto?"—"Con muchísimo, su carrera, y que no le quedaban y a mas que li-
p a d r e mió, a y u d a d o de su gracia, que n ú n c a falta nos cuantos dias de vida. "Pero, p a d r e mió, le
en tales c a s o s . " — " P u e s supuesto que es así, le di- dijeron sus oyentes, si no podéis hacer n a d a por
jo el santo, disponeos á morir el domingo d e P a s - su cuerpo, id á lo menos á ocuparos de su salva-
c u a . " E n aquella misma tarde se enfermó de fie- c i ó n . " — " N o dudéis de ello, replicó Felipe, yo
bre, y murió el dia de esta gran solemnidad. haré en su favor cuanto esté de mi parte." Ocho
dias despues, vinieron m u y d e m a ñ a n a al cuarto del
Viniendo un dia Francisco de Molaria á visitar
santo, Gallonio y Consolini, y les dijo: "Cordella
á este buen p a d r e , le dijo éste: Si nuestro Señor
ha muerto anoche á tal hora ¿no es verdad?" Re-
se llevara á vuestra esposa, ¿sufriríais este golpe
flecsionando luego que no lo podían saber todavía,
con una resignación cristiana?"—"Ignoro, respon-
mudó d e conversación. Ambos padres mandaron
dió, lo que produciría en mí tan espantosa desgra-
á averiguar el hecho, y resultó que Cordella habia
cia; pero felizmente no tengo porque temerla, pues
-297-
muerto efectivamente á la hora q u e el santo habia ron á un mismo t i e m p o enfermos, y e s p a n t a d a la
indicado. H a b í a l e s a d m i r a d o que el santo n o m a d r e d e Elena, corrió á ver al santo é imploró
hubiera ido á ver u n a sola vez á este médico por el ausilio d e sus oraciones, diciéndole q u e temia
quien manifestaba tan tierno ínteres; y estaban p e r d e r á una y otro á la vez. " D i o s se llevará al
tan seguros de ello, cuanto que d u r a n t e todo el marido, respondió Felipe, y d e j a r á á la esposa."
tiempo d e su e n f e r m e d a d , no habia puesto un pié E n efecto murió Domingo de aquella e n f e r m e d a d ,
f u e r a d e l Oratorio. P e r o se e n g a ñ a b a n completa- y E l e n a sanó, la q u e reconocida á este beneficio
mente, porque él visitó al moribundo sin salir d e d e Dios, se encerró en un monasterio. T e n i a dos
s u cuarto, según se lo confesó él mismo al c a r d e - h e r m a n a s , u n a en el mundo, y o t r a religiosa en el.
nal Cuzano. convento d e la T o r r e d e Miradores. L a p r i m e r a ,
Orinthia, esposa d e P o m p e y o Colone, m a s ilus- q u e se l l a m a b a Victoria, f u é un dia á confesarse
tre todavía p o r sus virtudes q u e por su alto na- con Felipe, y le preguntó éste si hacia m u c h o
cimiento, cayó e n f e r m a , y su marido hizo llamar tiempo q u e no h a b i a visto á Visencia; y como le
á los m a s hábiles médicos de R o m a , quienes f u e - respondiese que sí, añadió: " P u e s os aconsejo
ron de p a r e c e r q u e no habia absolutamente moti- q u e vayais pronto á visitarla, p o r q u e y a le q u e d a
vo d e temor. P o c o confiada la e n f e r m a con la opi- m u y poco tiempo d e v i d a . " Algunos dias des-
nion d e los facultativos, pidió que le llamasen á pues dejó d e existir.
s u confesor. Vino luego nuestro santo, y d e s p u e s S e disponía Marcelo Ferri p a r a un dilatado via-
d e hablarle un g r a n rato acerca d e cosas espiri- je, y encontrándose con el santo, le comunicó su
tuales, le e n c a r g ó q u e tuviese presente la pasión proyecto. E s t e reflecsionó un poco y le dijo:
d e Nuestro Señor Jesucristo. A l salir de allí se " V u e s t r o p a d r e no tiene y a m a s q u e unos cuantos
encontró con los médicos, y les dijo q u e aquella dias d e vida, y conviene qne le asistais en sus úl-
señora e s t a b a eñ g r a n d e peligro. " O s engañais, timos momentos: así pues, no os v a y a i s . " Dióle
p a d r e , respondieron ellos riéndose; su estado no crédito Marcelo, aunque su p a d r e no estaba en-
presentá g r a v e d a d a l g u n a . " — " V o s o t r o s así l o fermo ni tampoco m u y entrado en e d a d , y le t u v o
creeis, respondió el santo; pero y o os a s e g u r o q u e cuenta, porque éste algunos dias d e s p u e s fué a t a -
m o r i r á antes d e ocho días." L o s doctores se rieron c a d o d e u n a violenta e n f e r m e d a d y conducido a l
todavía con m a s g a n a s ; pero no obstante esta riza, sepulcro. •
la profecía tuvo su exacto cumplimiento.
S e hallaba atormentado Virgilio C r e s c e n d o , d e
E l e n a Cibo y su esposo Domingo Mazzé, c a y e - u n a e n f e r m e d a d q u e no p a r e c i a ser g r a n cosa, p e -
- 2 9 B - - m -
r o Felipe, m a s instruido t j u e el médico del enfer- guida, acercándose al otro, le puso su m a n o sobre
mo, fué á visitarle. Salióle á recibir su esposa 1 a cabeza, con lo que le hizo cesar el delirio, y
Constancia, y le dijo de luego á luego: " H i j a mia, le dijo: "No temáis, vais á sanar." Restablecióse
e s preciso conformarse con la voluntad de D i o s . " en efecto, y el primero murió á pocos dias.
Comprendió la muger el sentido d e estas p a l a - Esto hace ver, que si el santo profetizaba la
bras, y haciéndole entrar á la sala, se echó á sus m u e r t e , también con igual c e r t i d u m b r e anuncia-
pies hecha un m a r de lágrimas, y le suplicó le b a la salud. P a r a mejor probar e s t a v e r d a d ,
conservase á su esposo. " D i o s quiere que m u e r a multiplicaré los hechos. E l cardenal Sforce, es-
ahora, replicó el santo; y en ello e s t á interesada taba enfermo hacia y a veinte dias d e una fiebre
su salvación. ¿Quereis oponeros á su e t e r n a fe- pútrida, y ya se le habian administrado los últi-
licidad?" No insistió mas Constancia, y Crescen- mos sacramentos. Desolada su m a d r e , m a n d ó
d o murió pocos días despues. rogar á Felipe que lo encomendase en sus oracio-
Patricio d e Patricci, s u f r í a una e n f e r m e d a d q u e nes: este se recogió un instante, y luego dijo al en-
según la opinion del médio no e r a n a d a . Sin e m - viado: " D e c i d á esa señora que e n j u g u e sus lá-
bargo, fué á verle Felipe, le confesó y aun le a d - grimas, porque su hijo no morirá de e s t a e n f e r m e -
ministró los últimos sacramentos. H e c h o esto, y d a d . " E l resultado hizo ver la v e r d a d d e la p r o -
luego que el santo se retiró, la m u g e r del enfer- mesa.
mo desahogó su mal humor, diciendo q u e aquel Miguel Mercato, médico tan piadoso como há-
viejo deliraba. E l mismo P a t r i c i o confesó, a u n - bil, y m u y amigo d e nuestro santo, f u é a t a c a d o
que lleno d e respeto hacia su confesor, q u e le p a - de una e n f e r m e d a d que le llevó h a s t a el b o r d e
recía excesiva aquella precipitación: sin embargo; del sepulcro. Viendo Felipe á su p a d r e a n e g a d o
a p e n a s había p a s a d o un cuarto d e hora c u a n d o en llanto, le dijo: "¡Animo! vuestro hijo v i v i r á . "
murió. — " ¡ A y ! respondió el anciano, ¡será m u c h o q u e
F u é un dia el santo á ver á d o s dominicos ata- viva unas cuantas horas!"—"Yo os digo, replicó
cados de la peste: e l uno, que e r a el P a d r e Con- el santo, qué no morirá de esta e n f e r m e d a d . " S a -
salvi, parecía estar y a en las últimas: el otro, el nó en efecto, fué médico del p a p a Clemente V I I I ,
P a d r e Bencini, no estaba sino l i g e r a m e n t e malo, y y vivió todavía once años, al cabo de los cuales,
el santo le dijo que ofreciese gustoso á nuestro S e - el santo que le habia anunciado la vida, le pre-
ñor el sacrificio de su vida, a ñ a d i e n d o al que lo dijo su próxima m u e r t e p a r a que se p r e p a r a s e á
cuidaba, que s u muerte e s t a b a p r ó x i m a . E n se- ella, lo que hizo m u y santamente.
-300— -301-
Barthelemy Dotto, uno d e los empleados en el p a r a su familia. H a r é m o s violencia al Cielo, y
palacio del p a p a , f u é acometido d e una fiebre nos la d e j a r á . " D e s d e aquel momento se en-
lenta, cuyo resultado, en sentir d e los médicos, contró mejor la enferma, y á pocos días curó
debia ser la muerte. E n efecto, llegó á tal extre- completamente. P o d r í a aun añadir otros casos
mo su consunción, q u e parecía no habia y a espe- semejantes; pero prefiero p a s a r á otro género d e
ranza alguna. Se le administraron los último* predicciones.
sacramentos, y le velaba su familia p a r a conso-
T e n i a P e d r o Focili, u n a hija de cuatro años, y
larlo y socorrerlo en su agonía. E n estas circuns-
pedia á nuestro Señor con s u m a instancia le
tancias, uno de sus sobrinos que debia h e r e d a r
diese un hijo varón. C a y ó e n f e r m a m u y peligro-
su empleo, si su tio lo habia tenido el tiempo q u e
samente la niña, y él y su esposa corrieron á S a n
e n derecho era indispensable p a r a q u e lo p u d i e r a
Gerónimo á implorar d e F e l i p e la curación d e
transmitir, f u é á v e r y suplicar á F e l i p e q u e se
aquel objeto d e sus caricias. " E s mejor que se
a p i a d a s e d e su tio y d e él. "Vuestro tio, le res-
la deis á Dios, respondió el santo, supuesto q u e
pondió el santo, triunfará d e esta e n f e r m e d a d , p e -
os la p i d e . " No les pareció bien esta respuesta,
ro la otra q u e llegue á tener, se lo llevará al se-
é insistieron, suplicando y llorando, que consi-
pulcro. R e s p e c t o al empleo, n ú n c a lo obtendréis."
guiese del Cielo la conservación d e aquella hija
Sanó en efecto B a r t h e l e m y , y no murió h a s t a des-
querida. " P u e s bieif, r e p u s o Felipe, una vez q u e
pues d e h a b e r vivido otros cuatro años m a s : pero
así lo quereis, os lo concede nuestro Señor, y a d e -
como este tiempo aun no e r a el debido p a r a que
mas, os d a r á también el hijo que le pedis, en cas-
pudiera d e j a r á su sobrino el empleo q u e disfru-
tigo d e vuestros deseos desarreglados que quie-
t a b a , f u é d a d o á otro.
ren a c o m o d a r la voluntad d e Dios á la vuestra."
Asaltó á O l y m p i a d e Nigri, muger d e Marco Sanó la niña, y á l o s dos años d e s p u e s les nació un
Antonio Vitelleschi, u n a fiebre maligna, cuyos hijo, que f u é el tormento d e sus p a d r e s , por las
síntomas llegaron á ser tan alarmantes, que los continuas p e s a d u m b r e s que les dió mientras vi-
médicos desesperaron de salvarla. Uno de ellos, vieron.
manisfestó q u e e n su larga práctica, no se le h a - Pablo d e Petri, c u y o p a d r e casi e s t a b a reduci-
bían presentado m a s q u e tres casos semejantes, y do á la indigencia, no tuvo t r a b a j o alguno en con-
que todos ellos habían terminado con la m u e r t e . seguir de él le permitiese entrar á 1^. congregación
E n c o n t r á b a s e allí Felipe, y les dijo: " L a m u e r t e del Oratorio. P e r o á poco tiempo ganó en
d e esta señora, seria ahora u n a g r a n d e p é r d i d a el juego u n a s u m a considerable, y a p e s a d u m b r a d o
—302— -303—
d e estar sin su hijo, le persiguió d e t o d a s m a n e - raís que entonces trendreis ménos libertad q u e
ras p a r a hacerlo volver á su lado. Fiel el joven hoy para hablar con Dios, á c a u s a de las m u c h a s
á su vocácion, fué á v e r a l santo una t a r d e y le ocupaciones de vuestro empleo? Ahora q u e po-
pidió permiso p a r a p a s a r al Oratorio de Ñapóles, déis, haced provisión p a r a el tiempo d e necesi-
en donde podría vivir tranquilo. Felipe se lo d a d . " A este discurso que anunciaba u n a cosa
permitió y le dió su bendición; en seguida llamó m u y poco probable, las cuatro- religiosas se p u -
a l portero, y le dijo: " M a ñ a n a c u a n d o v a y a á sieron á reír. "Ríos h e r m a n a s mias, les dijo el
salir P e d r o , le diréis, que no quiero que se v a y a . " santo, ríos cuanto queráis, y vos también, h e r m a s
Recibió P e d r o esta orden, y se sometió á ella con na Anguillaria; pero con toda y vuestra risa, acor-
resignación; subió á v e r al santo, y este le dijo: daos de lo que acabo de predeciros." L a c a u s a
" H e m u d a d o de parecer; p o r q u e sé m u y bien, d e que se rieran las religiosas, era la corta e d a d
q u e y a podréis vivir tan tranquilo en R o m a , co- d e Anguillaria, que a p e n a s tenia veinte años, y
mo en Ñapóles." E n efecto, el p a d r e d e a q u e l no podia ser superiora h a s t a los sesenta. Pocos
joven se habia arruinado n u e v a m e n t e por los a z a - áños antes q u e llegase á e s t a e d a d , f u é n o m b r a -
res del juego, y y a no volvió á molestar á su hijo. d a otra tan robusta y tan sana, que p a r e c í a h a r í a
F u é un dia Felipe al monasterio de la T o r r e mentir la profecía de Felipe; pero ésta religiosa
d e Miradores, y le recibieron cuatro religiosas perdió la vista, y la h e r m a n a Anguillaria f u é elec-
q u e le llevaron á la iglesia. Eii el c a m i n o dijo ta p a r a sucederle.
á una d e ellas, l l a m a d a S o r Porcia: "¿Queréis T o m á s Minervetti y P e d r o Antonio Morelli, vi-
q u e oremos un buen r a t o ? " — " N o puedo, respon- nieron un dia á consultar al santo sobre su voca-
dió, no me lo permite m i e m p l e o . " — " ¿ Y vos? di- ción, enviados por el p a d r e J e s u í t a Bincio; T o -
j o á Sor Magdalena Anguillaria."—"¡A}'! p a d r e m á s queria ser sacerdote, y P e d r o religioso. D i -
mió, respondió ella, y o soy u n a pobre que no sé j o el santo al segundo:. "Vos n o sereis religioso,"
t e n e r oracion ni hacer n a d a b u e n o . " — " ¿ Q u é , re- y al primero "ni vos sacerdote." Sin embargo,
puso el santo, vos no sabéis hacer el bien, estan- uno y otro insistieron en su designio; p e r o inútil-
do destinada á conducir y d a r ejemplo á las de- mente. T o m á s acabó por casarse, y P e d r o que
mas? ¿vos no sabéis h a c e r oracion, siendo así no pudo ser admitido en ninguna de las comuni-
(¡ue un dia habéis de t e n e r m u y g r a n d e necesi- dades religiosas á que pretendió pertenecer, se
d a d d e ella; porque ¿qué p u e d e sin la oracion ordenó de sacerdote.
la superiora de una comunidad? ¿Nó conside- Vino á R o m a un virtuoso oficial llamado
-304-
Ottonelli, con objeto de fundar un convento
de religiosas, en cuya empresa tropezó con mul- luego que aquellos padres recibieron su carta, sa-
titud de dificultades. Un amigo suyo le lle- lieron sin tardanza para R o m a . Apenas se pusieron
vó á ver al padre Felipe, para encomendar á en camino, cuando se declaró la peste en Milán.
sus oraciones aquel negocio, y luego que le vió Pasó por Roma un clérigo secular, llama-
venir desde lejos, el santo dijo en voz baja á los do Domingo Rudulsio, á quien sus superiores
padres qne estaban con él: "Ved, allí viene uno de Nápoles enviaban á Cremona, y durante su
de vuestros compañeros." Despues de saludar- mansión en la capital del cristianismo, no faltó
lo, le preguntó cúal era su profesión. Soldado, quien le hablase de la santidad del siervo de
respondió Ottonelli. "Soldado por ahora, repuso Dios, lo que despertó en él un vivo deseo de co-
Felipe, pero vos sereis sacerdote mas adelante." nocerlo. Fué, pues, á la iglesia del Oratorio, en
Y diciendo esto le bendijo. "Pero, padre, le di- donde se encontraba aquel, se le acercó y le sa-
j o el oficial, yo no puedo esperar esta gracia; ludó besándole la mano. " I d , padre mío, le dijo
porque tengo una muger y algunos hijos.—"No nuestro santo, id á donde la obediencia os llama,
importa, respondió el santo, esta predicción se y trabajad con empeño en la salvación d e las al-
cumplirá." Poco tiempo despues perdió á su mas. Con el tiempo os llamará Dios al obispa-
muger y á sus hijos varones; las niñas que le do, para que podáis hacerles mayores bienes. Yo
quedaron, entraron á un convento, y él, impulsa- os prevengo que os aguarda un grande peligro en
do por la divina gracia, recibió el sacerdocio. el viaje que vais á hacer; pero gracias á la pro-
tección de la Santísima Virgen, saldréis de él
En 1576, partieron para fundar en Milán una
bueno y sano, aunque sí os costará mucho traba-
casa de la congregación, cuatro sacerdotes hijos
jo." E l buen secerdote partió al dia siguiente
de Felipe. H a c i a muy poco tiempo que se ha-
para continuar su viaje, y pasaron algunas jorna-
bían establecido, cuando el santo dijo á Tarugi,
das sin que le aconteciese ningún accidente. P e -
que les escribiese se volviesen cuanto antes á Ro-
ro la profecía de Felipe debia cumplirse en la
ma. Admirado éste de semejante orden, cuyo
Toscana. Al llegar nuestro viajero á la falda de
motivo le era desconocido, se tomó la libertad de
los Alpes, arremetió su caballo, sin preveer el pe-
hacer observar á su padre, que semejante provi-
ligro, en una horrible ciénega, en que se hundió
dencia podría indisponer á los protectores de la
hasta el pescuezo. Sus compañeros le creyeron
obra. "Obedeced, replicó el santo, y no hagais
perdido, y lamentaban su desgracia; pero él, que
caso de vuestro juicio." Escribió en efecto, y
no habia olvidado las palabras de nuestro santo,

20
—30a—
imploró con confianza el socorro ele la Santísima»
sa como os
Virgen, y luego sintió desembarazarse sus brazos,
avergonzar y le pareció m u y penoso; pero acos-
y contra toda e s p e r a n z a llegó á salir d e aquel a-
tumbrado á obedecer en todo á nuestro santo, lo
bismo, dejando en él su caballo; m a s los aldea-
cumplió al pié d e la letra. No tardó en cumplir-
nos d e aquel lugar, acudieron á socorrerle y le
se aquella profecía, porque á poco tiempo murió
sacaron haciéndole tirar por cuatro bueyes. Algu-
el papa Inocencio, y le sucedió el cardenal H i p o -
nos años despues a c a b ó de verificar P a u l o V. la
lito Aldobrandini, quien hizo vestir la p ú r p u r a á
predicción d e nuestro santo, elevando á aquel sa-
su sobrino.
cerdote á la dignidad episcopal.
E l general Aldobrandini, en una vez que visitó
al santo, vió colgadas de la pared d e su cuarto,
dos pinturas en papel que representaban las in-
signias d e los cardenales, y una calavera en m e -
dio d e aquellas dos alegorías. Sospechó que en
CAPITULO XXVIII.
aquello se encerraba algún misterio, y rogó á F e -
lipe se lo esplicase. Excusóse al principio; pero
Continuación del mismo asunto. fueron tales las instancias del general, que al fin
hubo d e ceder, y le dijo riendose: " S o y tan loco
que se m e ha puesto en la cabeza, que despues
d e mi muerte nuestra congregación ha de d a r á
la Iglesia dos cardenales." Verificóse esta profe-
cía á los tres años de haber sido vaticinada; por-
que apenas habian transcurrido tres meses des-
p u e s d e la muerte del santo, cuando T a r u g i y
N dia q.ue el cuarto d e nuestro santo- es~ Baronio fueron condecorados con la p ú r p u r a c a r -
_ taba lleno d e jóvenes, salió f u e r a con- denalicia. Felipe anunció á sus amigos este a-
l ^ X j ^ ' i ) o P e d r o Aldobrandini, y le dijo: " I d á contecimiento, como cosa cierta, mas de veinte
v^rQjy decir á vuestros amigos las palabras años antes de que se verificase, y esto dió lugar
siguientes: Me m a n d a el p a d r e F e l i - á un incidente que merece referirse. H a b l a b a
pe, que os diga q u e he d e llegar á ser car- un día de los talentos d e Baronio, al padre Nerio
denal, y que entonces no entrareis en mi c a - d e la compañía d e Jesús, quien estaba al tanto
—30a—
imploró con confianza el socorro ele la Santísima»
sa como os
Virgen, y luego sintió desembarazarse sus brazos,
avergonzar y le pareció m u y penoso; pero acos-
y contra toda e s p e r a n z a llegó á salir d e aquel a-
tumbrado á obedecer en todo á nuestro santo, lo
bismo, dejando en él su caballo; m a s los aldea-
cumplió al pié d e la letra. No tardó en cumplir-
nos d e aquel lugar, acudieron á socorrerle y le
se aquella profecía, porque á poco tiempo murió
sacaron haciéndole tirar por cuatro bueyes. Algu-
el papa Inocencio, y le sucedió el cardenal H i p o -
nos años despues a c a b ó de verificar P a u l o V. la
lito Aldobrandini, quien hizo vestir la p ú r p u r a á
predicción d e nuestro santo, elevando á aquel sa-
su sobrino.
cerdote á la dignidad episcopal.
E l general Aldobrandini, en una vez que visitó
al santo, vió colgadas de la pared d e su cuarto,
dos pinturas en papel que representaban las in-
signias d e los cardenales, y una calavera en m e -
dio d e aquellas dos alegorías. Sospechó que en
CAPITULO XXVIII.
aquello se encerraba algún misterio, y rogó á F e -
lipe se lo esplicase. Excusóse al principio; pero
Continuación del mismo asunto. fueron tales las instancias del general, que al fin
hubo d e ceder, y le dijo riendose: " S o y tan loco
que se m e ha puesto en la cabeza, que despues
d e mi muerte nuestra congregación ha de d a r á
la Iglesia dos cardenales." Verificóse esta profe-
cía á los tres años de haber sido vaticinada; por-
que apenas habían transcurrido tres meses des-
p u e s d e la muerte del santo, cuando T a r u g i y
N dia que el cuarto d e nuestro santo- es~ Baronio fueron condecorados con la p ú r p u r a c a r -
_ taba lleno d e jóvenes, salió f u e r a con- denalicia. Felipe anunció á sus amigos este a-
l ^ X j ^ ' i ) o P e d r o Aldobrandini, y le dijo: " I d á contecimiento, como cosa cierta, mas de veinte
decir á vuestros amigos las palabras años antes de que se verificase, y esto dió lugar
siguientes: Me m a n d a el p a d r e F e l i - á un incidente que merece referirse. H a b l a b a
pe, que os diga q u e he d e llegar á ser car- un día de los talentos d e Baronio, al padre Nerio
denal, y que entonces no entrareis en mi c a - d e la compañía d e Jesús, quien estaba al tanto
-300-
vereis cómo s u c e d e tal c u a l os lo he dicho. D e s -
del alto mérito del sugeto, y dijo á F e l i p e que
pues d e r e í r m e mucho, m e d e s p e d í d e él, m a s
acaso aquel discípulo suyo, llegaría á ser algún
incrédulo que n ú n c a . Sin e m b a r g o , algunos m e -
diapapa. "No, respondió el santo, no llegará
ses despues, m e m a n d ó llamar el c a r d e n a l - Aldo-
h a s t a allá." E l jesuita no echó en olvido estas
brandini, y m e dijo que el s o b e r a n o Pontífice a c a -
p a l a b r a s ; y por lo mismo, c u a n d o d e s p u e s d e la
b a b a d e elevarme á esta dignidad. Corrí lleno
m u e r t e d e C l e m e n t e VIII, supo que se t r a t a b a d e
d e gozo á v e r al padre, y le di p a r t e d e m i nom-
elegir pontífice á Baronio, dijo con m u c h a seguri-
bramiento.—Eso es poca cosa, m e dijo, en c o m -
dad: " E s o no p u e d e ser; y a Felipe lo predijo."
paración d e lo q u e os reserva, p o r q u e os ha d e
E l cardenal Pamphili, se complacía e n contar h a c e r c a r d e n a l . Yo no p u d e creerlo: tan alto fa-
la anécdota siguiente. " Y e n d o yo un dia á c a s a vor m e p a r e c i a imposible. Mas adelante caí e n -
d e l bienaventurado p a d r e á confesarme, m e dijo: fermo en F r a n c i a , y m i h e r m a n a le llevó la noti-
Vos deseariais ser c a r d e n a l ¿nó es verdad?—Ja- cia al santo y le comunicó los t e m o r e s que tenia
m a s h e tenido, le contesté, pensamiento tan atre- por m i vida; pero el buen p a d r e la consoló, di-
v i d o . — P e r o á p e s a r d e eso, repuso el santo, vos ciéndole, q u e yo no moriría sino d e s p u e s d e ser
lo habéis d e s e r . — Y ¿quién, p a d r e mió, le dije, c a r d e n a l . D e s p u e s d e esto ¿quién p o d r á p o n e r
será el Pontífice q u e quiera echar sobre su con- en d u d a el q u e este h o m b r e extraordinario reci-
. ciencia tal nombramiento?—El m e respondió: y o bió el espíritu d e profecía?"
repito que sereis c a r d e n a l . Yo ni lo creí ni vol-
Igual testimonio le t r i b u t a b a e l cardenal D i c -
ví á p e n s a r en ello: y sin embargo, el P a p a me
tricstain. " S i e n d o yo a ú n joven, decía, y c a m a -
elevó á este honor, sin mérito alguno mió, y estoy
rero del p a p a C l e m e n t e V I I I , m e llevó un dia el
p e r s u a d i d o que todo lo debo á las oraciones del
c a r d e n a l Aldobrandini á visitar al bienaventurado
santo." p a d r e . A q u e l anciano venerable, d e s p u e s d e ha-
" R e c i e n ordenado, decía el c a r d e n a l d e B ú b a - berme visto, m e hizo p a s a r á u n a pieza interior,
lo, no c e s a b a el santo de decirme que algún dia y m e p u s o en la c a b e z a un virrete viejo encarna-
habia y o de ser canónigo de la basílica del Vati- no, diciendo al mismo tiempo ¡oh q u e guapo c a r -
. cano: y yo m e reia de esta predicción, á la que denal! Yo q u e no conocía entonces ni la santi-
no d a b a ningún crédito; y u n a vez le dije: pero, d a d de este b u e n p a d r e , ni s u don d e profecía,
p a d r e mió, ¿cómo p o d r á ser esto? j a m á s m e ha m e incomodé interiormente j u z g a n d o que se b u r -
visto el p a p a y ni aun sabe q u e h a y a tal h o m b r e laba d e mí; p e r o m e c a y é en atención á su vejez.
entre los v i v i e n t e s . - T e n e d paciencia, replicó, y y a
-311-
Sin embargo, el acontecimiento vino m u y pronto
D e s p u e s del fallecimiento del p a p a Sixto V, vi-
á verificar la profecía, y á c o n d e n a r m i increduli-
no a visitar á nuestro santo el cardenal Sfondrato,
dad. Me avergoncé entonces del sentimiento
en c u y a presencia hizo reunir F e l i p e á muchos de
irrespetuoso que experimenté, respecto d e l sier-
sus discípulos, y les m a n d ó que le besasen los pies.
vo de Dios, y a h o r a n o p u e d o ménos que pedir
T u v o en seguida u n a conversación particular cors
perdón con todas las v e r a s d e m i alma, á su res-
él, y en ella le anunció su próxima elección. E l
petable m e m o r i a . "
dia siguiente vino este prelado á la iglesia del 0 -
Siempre que se t r a t a b a de elegir soberano Pon- ratorio, y uno d e los p a d r e s fué á decírselo á
tífice, sabia y a con anticipación nuestro santo, nuestro santo. " S a b e d , respondió Felipe, q u e es-
quién habia d e ser el electo. D u r a n t e el cóncla- te cardenal va á ser p a p a . " L o fué en efecto, y
v e que se verificó por m u e r t e de Pió IV, salió un tomó el n o m b r e de Gregorio X I V . No ignoró
dia del Oratorio con algunos de sus discípulos, y tampoco Felipe quién sería su sucesor, y con cua-
levantó los ojos al cielo, diciendo: " P a r a el lu- tro m e s e s de anticipación, predijo la elección del
nes próximo t e n d r é m o s p a p a . " Ové esto M a r c e - cardenal Aldobrandini, así como el n o m b r e que
lo Ferri, y pensó que y a el santo sabia quién de- habia de tomar.
bería obtener aquella s u p r e m a dignidad; y d e Siendo aun secular Alejandro de Médicis, y e m -
aquí es que se propuso preguntárselo p a r a salir b a j a d o r del gran d u q u e de E t r u r i a cerca d e su
d e dudas. E n efecto, se p a s e a b a solo con él por santidad, le dijo un dia Felipe en confianza: " V o s
la ciudad en la m a ñ a n a siguiente, y le rogó le di- sereis cardenal, y d e s p u e s os sentareis en la silla
jese en lo amistoso, quién reuniría los votos del d e P e d r o ; pero permanecereis en ella poco tiem-
cónclave. " E l c a r d e n a l Alejandrino, le respon- po." Gerónimo Ghtetti, religioso Agustino, refirió
dió el santo; y esta elección se verificará precisa- este hecho predicando un panegírico de nuestro
m e n t e el lunes en la t a r d e . " L a predicción se santo, y aseguró habérselo o i d o a l mismo p a p a : y
cumplió al pié d e la letra. Gregorio X V , á quien se hablaba un dia d e este
Muerto San P i ó V , preguntó á F e l i p e el testimonio, añadió el suyo diciendo: E r a y o au-
m i s m o Marcelo, quién sería su sucesor. " ¿ A quién ditor de la rota á la subida al trono pontificio d e
designa la opinion pública?" le dijo F e l i p e . — A l L e ó n X I ; fuimos en cuerpo á besarle los piés, y
cardenal Moron, respondió M a r c e l o . — " N o será nos dijo entre otras cosas, qué su pontificado se-
él, repuso el p a d r e ; l a elección r e c a e r á en el ría corto, porque sabia q u e habia de morir m u y
cardenal B u o n c o m p a g n o . " E n efecto, este f u é el presto." P o r lo d e m á s , Felipe no hablaba d e es-
electo, y tomó el n o m b r e de Gregoiro X I I I .
—313 —
tas cosas á tocio el m u n d o , sino á sus mas familia- Igual servicio prestó el santo á un oficial cuyo es-
res discípulos, á quienes cuidaba d e aconsejar n o tado d e s e s p e r a d o , solo p u d o saber d e un modo
se creyesen de sueños y revelaciones inútiles, q u e sobrenatural.
no son por lo c o m ú n mas q u e ilusiones d e l espíri-
Volvía un d i a p a r a el Oratorio, Antonio F a n t i -
tu e n g a ñ a d o r .
no, y d e s d e un balcón lo bañó c o m p l e t a m e n t e u n a
E s t e santo hombre habia recibido también d e l m u g e r con u n a gran c a n t i d a d d e a g u a . Indignó-
cielo el don d e v e r lo que p a s a b a en su ausencia, se con este insulto, pero no obstante calló, temero-
lo m i s m o que en su presencia. E n t r a b a á su so de indisponerse p a r a confesarse. Luego que
cuarto Baronio un domingo por la m a ñ a n a tem- llegó a l cuarto del p a d r e , le refirió éste lo que le
prano, con el objeto d e que lo confesara, y le dijo: h a b i a sucedido y le reprendió severamente por el
" I d al m o m e n t o a l hospital del E s p í r i t u Santo á movimiento de cólera que no reprimió completa-
visitar á los e n f e r m o s . " — " E s demasiado t e m p r a - m e n t e . F a n t i n o se q u e d ó m u d o d e admiración
no, p a d r e mió, replicó Baronio, y aun estarán viendo por lo q u e presenciaba, el don d e profecía
todos d u r m i e n d o . " - " H a c e d lo que os digo, re- que h a b i a recibido el santo p a d r e .
puso Felipe, y hacedlo con prontitud." P a r t i ó a l
A t r a v e s a b a éste u n a vez la c i u d a d p a r a ir al
m o m e n t o Baronio, y en una d e las salas del hos-
c a m p o en c o m p a ñ í a d e muchos d e sus hijos espi-
pital encontró á un enfermo que e s t a b a a c a b a n d o ;
rituales: y al llegar al c a m p o d e F l o r a , experi-
lo confesó, le administró los últimos sacramentos,
mentó un movimiento extático, y al momento se
y a p e n a s habia a c a b a d o estos oficios cuando es-
puso la m a n o sobre los ojos, y l l a m a n d o á su fiel
piró. A l volver á c a s a dió cuenta de este suceso
Marcelo, le dijo: " ¿ A qué hombres habéis d a d o
á nuestro santo, quien le dijo: " A p r e n d e d d e
alojamiento en vuestra casa? A u n o s hombres-
a q u í á obedecer siempre sin contradicción. "Vi-
bien nacidos, respondió, y d e un trato m u y agra-
no T a r u g i á confesarse en otra ocasion, y el p a -
d a b l e . — T e n e d m u c h o cuidado, replicó el santo,
d r e le dijo: " H a c e m u c h o tiempo que no vais á
están maquinando en este m o m e n t o un asesinato.
v e r á tal s e ñ o r a . L o he sentido mucho, y por lo
E s p a n t a d o Marcelo, se volvió á su casa, llegó f e -
m i s m o id á verla a h o r a mismo, y m a ñ a n a os con-
lizmente á descubrir sus intenciones, y con su p r u -
f e s a r é . " A q u e l l a m u g e r , á quien estimaba m u c h o
d e n c i a logró remediarlo todo.
F e l i p e por s u s virtudes, estaba al morir c u a n d o
T u v o una t a r d e P a b l o R e c u p e r a t i u n a c o n v e r -
T a r u g i llegó á su casa, y no tuvo m a s tiempo d e
sación secreta con un amigo suyo; y á la m a ñ a n a -
v i d a q u e el preciso p a r a recibir los sacramentos.
siguiente vino á ver al santo, quien le refirió p a l a -
- S a -
fcra por p a l a b r a cuanto h a b i a pasado entre él y su rniento lo que pasaba, y confesarse al mismo tiem-
amigo. A u n q u e él sabia m u y bien que este no po. "Yo os confesaré de muy b u e n a gana, le
era conocido de Felipe, c r e y ó sin embargo que tal contestó, pero renunciad al viaje de que m e ha-
vez la h a b r í a contado á algún otro que h a b r í a v e - bíais, porque iréis d e valde, á c a u s a de que vues-
nido á referírsela. P a r a salir de d u d a s f u é á in- tro tio está en plena convalescencia, y no tardareis
formarse de su amigo, quien le protestó formalmen- en recibir u n a c a r t a amistosa s u y a a c o m p a ñ a d a
te que no habia confiado a q u e l secreto á n a d i e : y de un regalo que os envia." Dió crédito J u a n á.
entonces no le cupo d u d a q u e el santo lo h a b i a sa- las palabras de su confesor, y ocho dias d e s p u e s
bido por revelación. recibió la c a r t a y el presente de q u e el santo le
Mucio Achillé tuvo en su j u v e n t u d por direc- habia hablado. F u é al momento á darle cuenta
tor de su conciencia al siervo de Dios, y se habia de esto, y mirándole Felipe con ojos severos, le di-
hecho bajo su dirección, un hombre espiritual. S e jo: " Q u i e r o que esto q u e d e sepultado en el m a s
volvió á su pátria y allí se descuidó en velar so- profundo silencio." L a m b e r t i obsequió la orden
bre su a m o r propio y este pérfido enemigo lo puso de su confesor mientras vivió y no reveló esta p r e -
en un camino de ilusión. P o r fortuna s u y a reci- dicción h a s t a despues de su muerte.
bió una c a r t a del santo en la que le avisaba los p e - J o s é Marsi tuvo noticias de la muerte d e s u
ligros de su estado, y le e n c a r g a b a m u c h o m u d a - m a d r e , y f u é luego á ver al santo p a r a encomen-
se d e vida. Su lectura hizo e n su espíritu todo d a r l a á sus oraciones; pero e r a tal su dolor, que
el efecto que era d e desearse, porque Mucio se- no le fué posible articular una sola p a l a b r a . " H i -
persuadió enteramente q u e su antiguo director j o mió, le dijo Felipe, lo que os han escrito no e s
no habría podido saber las cosas que le repren- mas que u n a falsedad: vuestra m a d r e está b u e -
día, si el Cielo no se las hubiera revelado p a r a su na." A pocos dias le remitió la Señora una c a r t a
bien. escrita por ella m i s m a .
Recibió J u a n Bautista L a m b e r t i una carta d e Supo u n a m a ñ a n a Julio S a v e r a la m u e r t e d e
su padre, en la que le a v i s a b a que a c a b a b a d e mo- su m a d r e , antes de tener noticia siquiera q u e h u -
rir en Messina un tio suyo, y que le habia consti- biera estado enferma, y al momento se f u é á con-
tuido su heredero. E n consecuencia, se dispuso fesar con nuestro santo. E n t r ó al cuarto del p a -
el joven p a r a p a s a r á Cicilia á recoger aquella for- dre, triste y silencioso, y sin decirle n a d a , se arro-
t u n a que e r a considerable; y la víspera de su via- dilló p a r a confesarse. Queriendo Felipe conso-
j e fué á ver al santo, p a r a poner e n su conocí- larlo, le dijo: "Regocijaos, hijo mió, y daos mil
—316—
parabienes; vuestra madre está en el cielo,"
Quedó admirado Julio, al oirle hablar de la muer-
te de su madre, la que no podia haber sabido sino
por un conducto sobrenatural, quedando suma- CAPITULO XXIX.
mente consolado por la seguridad que le d a b a de
»
la salvación de aquella á quien debia la vida.
Encargó un dia Marcelo Vitelleschi, á uno de Penetra Felipe los secretos de los corazones.
sus criados, llevase al santo dos vasos llenos de
agua de flor de naranja. Por una torpeza del
criado solo pudo llevar un solo vaso, á causa de
haber roto el otro en el camino; y al recibirlo Fe-
lipe le dijo riéndose: "¿Y el otro os lo habréis be-
bido sin duda?" Quedó admirado el pobre hom-
bre y le contó lo que le habia sucedido. D e vuel-
ta á casa, preguntó á su amo, si le habia dicho al-
go al santo del presente que iba á hacerle; y como
la respuesta fué negativa, comprendió desde lue- E C I B I O el siervo de Dios este don en
go que lo habia sabido por revelación. J u n grado tan admirable, que nada se le
£ ^ X o c u l t a b a de la conducta de sus
y S Hhijos espirituales. Cuanto de-
c O c © ¿ 0 3 c í a n , cuanto pensaban, cuanto
bueno ó malo hacian, todo lo sabia y se los conta-
ba á ellos mismos tal cual habia pasado. No po-
dían dejarla o r a c i o n , ó disminuir el tiempo q u e d e -
bian emplear en ella, sin que él dejara de saber-
lo perfectísimamente: y le eran tan conocidas las
conversaciones que habian tenido, como si él mis-
m o l a s h u b i e r a estado oyendo con sus propios oídos.

Por lo mismo, aquellos á quienes su propia con-


ciencia tenia algo que reprender, huían de su pre-
—316—
parabienes; vuestra madre está en el cielo,"
Quedó admirado Julio, al oirle hablar de la muer-
te de su madre, la que no podia haber sabido sino
por un conducto sobrenatural, quedando suma- CAPITULO XXIX.
mente consolado por la seguridad que le d a b a de
»
la salvación de aquella á quien debia la vida.
Encargó un dia Marcelo Vitelleschi, á uno de Penetra Felipe los secretos de los corazones.
sus criados, llevase al santo dos vasos llenos de
agua de flor de naranja. Por una torpeza del
criado solo pudo llevar un solo vaso, á causa de
haber roto el otro en el camino; y al recibirlo Fe-
lipe le dijo riéndose: "¿Y el otro os lo habréis be-
bido sin duda?" Quedó admirado el pobre hom-
bre y le contó lo que le habia sucedido. D e vuel-
ta á casa, preguntó á su amo, si le habia dicho al-
go al santo del presente que iba á hacerle; y como
la respuesta fué negativa, comprendió desde lue- E C I B I O el siervo de Dios este don en
go que lo habia sabido por revelación. J u n grado tan admirable, que nada se le
£ ^ X o c u l t a b a de la conducta de sus
y S Hhijos espirituales. Cuanto de-
c O c © ¿ 0 3 c í a n , cuanto pensaban, cuanto
bueno ó malo hacian, todo lo sabia y se los conta-
ba á ellos mismos tal cual habia pasado. No po-
dían dejarla o r a c i o n , ó disminuir el tiempo que de-
bían emplear en ella, sin que él dejara de saber-
lo perfectísimamente: y le eran tan conocidas las
conversaciones que habían tenido, como si él mis-
m o l a s h u b i e r a estado oyendo con sus propios oídos.

Por lo mismo, aquellos á quienes su propia con-


ciencia tenia algo que reprender, huían de su pre-
*

—319—
sencia, al paso que otros que n o se hallaban en es- sobre l a cabeza, y le dijo: " E n vano, hijo mió, q u e -
te caso la solicitaban con ansia. Si alguna vez se réis e n g a ñ a r á mi vejez. E l Espíritu Santo m e ha-
d a b a el caso que algunos d e ellos p a s a b a n un ra- revelado todos vuestros pecados;-confesadlos con
to en vanos discursos ó en algo que p u d i e r a ser toda v e r d a d á vuestro Dios, y e s p e r a d en su m i -
reprensible, bastaba p a r a q u e se ocupasen de otra sericordia." Herido con estas p a l a b r a s el falso-
cosa, decirles: "¡Cuidado! lo s a b r á el P a d r e F e - penitente, m u d ó al momento de sentimientos; hizo
lipe.-' V a n a m e n t e p r o c u r a r í a algún penitente en- una sincera confesion d e toda su vida, y d e s d e
gañarlo, porque al momento d e s c u b r í a su pérfida aquel dia f u é tan prodigiosa su mutación, q u e ya>
intención; pero al mismo t i e m p o podían estar se- no f u é el mismo hombre. Reformó sus costum-
g u r a s en sus confesiones las p e r s o n a s de concien- bres ejercitándose en obras piadosas, y por últi-
cia delicada, c u a n d o él q u e d a b a satisfecho de mo, entró á la religión d e San Francisco en la q u e
ellas; porque p u e d e decirse q u e él veía tanto el vivió y murió santamente.
bien como el mal. P r o b e m o s lo dicho con ejem-
María Magdalena de Anguillara, se fué á c o n -
plos.
fesar un dia con Felipe con tan corta disposición,-
R a f a e l L u p o , joven libertino, tenia por amigo á que no p u d o a c o r d a r s e d e algunas faltas i m p o r -
un discípulo cíe nuestro santo, y urgido por él á tantes, d e q u e debia acusarse. Conociólo el san-
m u d a r d e vida, y queriendo librarse de sus instan- to y le dijo: " I d á examinaros un poco m a s , y
cias, le ofreció hacerlo así y a u n ir en su c o m p a - clespues volvereis." F u é á hacerlo así, y encon-
ñ í a á ver al siervo de Dios. C r e í a que con ha- tró en efecto m u c h a s faltas que vino á decirle;
cer una visita á Felipe, s a l d r í a del apuro; pero despues de lo cual, temerosa de que aun algo se
no era esta la intención de su amigo. " A q u í t e - le olvidase, le rogó que la a y u d a r a con sus p r e -
neis, p a d r e mió, le dijo s e ñ a l a n d o á L u p o , á un guntas. " E s inútil eso,, le respondió el santo,
joven arrepentido de su vida p s a d a , y que desea vuestra conciencia e s t á y a c o m p l e t a m e n t e lim-
expiar sus faltas con la penitenciar hacedle la gra- p i a . " A l salir de allí, se dijo esta m u g e r á s í m i s -
cia de confesarle. Se estremeció L u p o al oír lo m a : " S i n d u d a alguna, me ha dicho esto el pa-
q u e proponía su amigo, pues n a d a estaba m a s le- dre p a r a tranquilizarme; porque él no p u e d e v e r
j o s de su intención; pero p o r n o disgustarlo, se ar- ciertamente lo que p a s a en mi interior." Volvió-
rodilló é hizo una confesion fingida. Ilustrado á verle á poco tiempo, y el santo le declaró u n a
Felipe por Dios del m a l e s t a d o de la conciencia- á una todas las faltas que habia cometido d e s d e
d e aquel hombre, le puso la m a n o c a r i ñ o s a m e n t e su última confesion. Comprendió ella entonces-
-321-
—320—
este padre fuera un santo, como lo decia la opi-
muy bien el objeto de esta lección, y miró ya á
nion pública. Se fué á reconciliar á la mañana
su confesor, como á un profeta.
siguiente con él, y no se acusó del juicio de que
Santiago Crecenti estaba un dia m u y afligido
hemos hablado; acaso porque por la severidad de
por el temor de haber olvidado algún pecado gra-
sus principios le juzgaba justo! Felipe, que veia
ve en sus confesiones, y se lo manifestó así al san-
en su corazon lo que pasaba, le dijo: "¿Porqué
to. "Tranquilizaos, hijo mió, le dijo el siervo d e
no me habíais de la admiración que os causó ayer
Dios; porque si vuestra conciencia estuviera aún
la ligereza de mi conducta?" Admirado el peni-
manchada, yo la veria claramente: tened esto por
tente de ver que aquel hombre sabia lo que él solo
cierto." Francisco de Molaria se confesó gene-
guardaba en su corazon, creyc que 'recibía de lo
ralmente y despues volvió á acusarse de las faltas
alto las luces proféticas, y no pudo dudar ya de
que aun habia encontrado. Así que acabó, le
su eminente santidad.
preguntó el santo si no habia cometido un pecado
Yino un dia una muger á rogar á este buen pa-
de tal especie. "Sí padre, respondió.—Y ¿por-
dre quisiese confesarla: pero esta confesion no
qué no lo confesáis?" Replicó el santo. Fran-
era para ella, mas que una ocasion que quería a-
cisco respondió que porque creía haberlo hecho y a
provechar para que el santo le diese una limos-
así. " O s engañais, le dijo el padre; estad seguro
na. Felipe que conoció su intención, le dijo:
que núnca os habéis acusado de él." Este, des-
"Marchaos, buena muger; no hay aquí limosna
pues de una m a d u r a reflecsion, advirtió en efecto
para vos." Como confesor experimentado, no po-
que lo habia olvidado en todas sus confesiones an-
día sufrir que se hiciera comercio de la devocion;
teriores. José Zerla, afirmaba que no contento el
pero por lo demás, tenia buen cuidado de socor-
santo con descubrirle sus faltas mas ocultas, le in-
rer las necesidades de sus penitentes pobres, por
dicaba las tentaciones que le habían de asaltar, y
medio de manos estrañas, á fin de que nadie vi-
le señalaba los medios de que debía servirse para
niese á su tribunal con otra mira, que con la de
combatirlas.
remediar sus necesidades espirituales.
Un grave eclesiástico de Siena, amigo íntimo Si alguno le ocultaba á sabiendas alguna falta,
d e muchos de los miembros de la congregación, luego al momento lo reprendía severamente, y le
vino una vez á R o m a y paró en la casa del Ora- hacía hablar con sinceridad. Héctor Modio, no
torio. En la misma tarde de su llegada notó el le manifestó un dia en su confesion, ciertas tenta-
humor festivo de Felipe, que 110 pudo ménos de ciones de que no habia salido muy limpio. "¿Qué
repugnar á sus ideas, y de hacerle dudar de que 21
—322—
confesion es ésta? le dijo el santo. ¡Habéis t e n i -
do pensamientos impuros,, los habéis d e s e c h a d o
con s u m a negligencia, y los calíais!" E s t a cor-
rección produjo s u efecto, porque el joven se c o n -
T hasta entonces.
-323-
hombre- tan piadoso, como perverso- h a b i a

Otro temblaba á sus pies, como la hoja de un.


sidio>

árbol, y p e r m a n e c í a m u d o d e vergüenza y dolor..


fesó y a desde entonces con la franqueza c o n v e - "¿Por qué no me habíais ,hijo mió? le dijo el s a n t o -
niente. — P a d r e mió, le respondió, tengo u n p e c a d o t a n
Otro d e sus penitentes, d e s p u e s de una b o r r a s c a gráve, que no me atrevo á confesároslo.—Sosegaos,,
nocturna d e que no salió, m u y limpio, no se atre- le dijo Felipe: lo estoy mirando en. v u e s t r a con-
vió á ir á ver al santo la m a ñ a n a siguiente, como ciencia, es- tal cosa."
se lo habia propuesto. Sin embargo, se resolvió Uno de sus discípulos jóvenes, cometió, por una.
á ir en la tarde al Oratorio c u a n d o y a habia en él desgracia,, un p e c a d o vergonzoso:, le faltó valor
u n a b u e n a reunión y p r o c u r ó ponerse en un lu- p a r a írselo á manifestar á su p a d r e , y f u é á con-
gar apartado, p a r a que el p a d r e no le viese. P e - fesarse con otro sacerdote. L u e g o q u e vino des-
ro vana precaución. Felipe se f u é derecho á é l pues á reconciliarse, le dijo Felipe: "Temisteis,,
y sacándolo aparte, le refirió c u a n t o le h a b i a p a - hijo mió, venir á acusaros conmigo de la desgra-
sado en aquella tentación. O t r a vez f u é este mis- cia que os sucedió, y fuisteis- á manifestársela á
m o hombre á un. lugar peligroso, temiendo siem- otro, ¿qué habéis ganado con eso? Dios m e la h a
' p r e que su confesor lo. llegase á saber. L o supo- revelado, p a r a que tengáis dos vergüenzas en lu-
en el acto, y no dejó d e decírselo en primera o~ gar de una: es tal cosa." P o d r í a citar muchos-
casion, dándole una m u y b u e n a r e p r i m e n d a . e j e m p l o s semejantes; pero y a sobra con los que
Otro procuró engañarle, ocultándole ciertos pe- llevo dichos á c e r c a de este género de profecías:,
cados gráves. L u e g o que acabó su confesion, le hablaré ahora del conocimiento que tenía de- las
dijo el santo: " A g r e g a d a h o r a tal p e c a d o que m e tentaciones que afligían á las almas, y ele los di-
ocultáis por vergüenza, y despues tales otros que- versos secretos encerrados en lo íntimo d e los co-
vuestro orgullo os h a hecho callar hasta h o y . " razones, sabidos d e solo Dios.
Confundido el pobre penitente no p u d o contener Blas B e t t i e r a presa, hacia y a m a s d e u n año, d e
sus lágrimas, y solicitó h a c e r una confesion de t o - unas tentaciones tan violentas, q u e nilaoracion ni la
d a su vida. Mudóse s u corazón d e s d e aquel m o - maceracion de su cuerpo h a b i a n podido librarlo cie-
mento é hizo su acusación con toda la f r a n q u e z a d l a s . Ocurrióle el pensamiento de ir á pedir
que era de desear, siendo y a e n lo sucesivo uní consejo á Felipe; y en consecuencia, se fué á l a
-324-
iglesia del Oratorio, á d o n d e el santo estaba con- —325—
fesando. Viendo que tenía y a poca gente, se de- he venido á v i s i t a r o s . — S í , sí, replicó el santo,
terminó á aguardarle, paseándose entretanto, bajo vos teneis que c o m u n i c a r m e cierta cosa que os in-
el peristilo. Felipe inspirado del Cielo, luego que teresa.—No, p a d r e , y o os aseguro que no, respon-
acabó de confesar, se f u é á buscarle, y le dijo: dió Neri; cuyo espanto se echaba de ver c a d a vez
"Ya sé á lo que venís. I d á ver á vuestro confesor, m a s y m a s . — S u p u e s t o que no quereis hablarme,
y liaced lo que os m a n d e . L a s tentaciones que oíd lo q u e os voy á decir. T e n í a y o un amigo
os atormentan no podrán resistir á la obediencia." m u y querido á quien asaltaban unas graves tenta-
Admirado Blas d e oirle hablar con tanta instruc- ciones q u e debió h a b e r m e manifestado, pues la
ción á cerca d e su estado interior, cosa que no le gracia y la a m i s t a d así lo exijian: pero le faltó valor
era posible saber por medios humanos, le obe- p a r a ello, y prefirió q u e d a r s e sin consejo y sin a -
deció con tanta prontitud como confianza y consi- poyo; por lo c u a l vino á ser m u y presto el j u g u e -
guió verse libre de sus terribles tentaciones. te de su enemigo, q u e lo ha obligado á dejar .una
Claudio Neri, célebre jurisconsulto, era t a m b i é n t r a s otra sus devociones; lo h a alejado de la sa-
un hombre de eminente p i e d a d é íntimo amigo g r a d a mesa, y ha puesto en g r a n peligro su sal-
del p a d r e Felipe. Violentamente tentado por el vación. Si él hubiera sido un poco mas humilde,
espíritu d e tinieblas, dejó poco á poco sus egerci- m e habría d e c l a r a d o que el demonio impuro le
cios espirituales, y renunció á la frecuente comu- a t o r m e n t a b a d e tal y tal manera, y y o le h a b r í a
nión. Mas de u n a vez tuvo el pensamiento de a - indicado el r e m e d i o . " E l pobre Neri se quedó
brir su corazon á su amigo; pero siempre se lo im- d e una pieza, sin p o d e r articular u n a palabra; pe-
p e d í a un m a l h a d a d o temor, y f u é preciso á su pe- ro se aprovechó del remedio y consiguió su cura-
sar, que la bondad divina le entregase á los bené- ción.
ficos consejos d e éste hábil médico. H é aquí con Vicente Begeo, joven lisonjeado por las vanida-"
que ocasion tuvo lugar esta gracia del Cielo. Ca- des del m u n d o , tuvo un dia el pensamiento de ha-
yó enfermo Felipe, y el afecto que Claudio le pro- cerse religioso dominico, y sin meditarlo mas, se
fesaba, le condujo al lecho del santo, quien des- f u é al convento de S a n t a María Minerva, pidió
pues de hablarle sobre diversas cosas, se le que- audiencia al p a d r e maestro de novicios, y le dió
dó mirando, y le dijo: " E s t o y dispuesto á oír lo parte de la inspiración que habia tenido. " ¿ H a -
q u e m e quereis d e c i r . — Y o no tengo cosa que c e mucho tiempo, le preguntó el religioso, que os
de- iros, p a d r e mió, respondió Neri: únicamente ocupa este p e n s a m i e n t o ? — N o , padre, respondió
Vicente; m e ha venido ahora y e n d o por tal calle.
—326—
E s , sin d u d a u n a inspiración; tal la creo y podéis 'determinarlo, le propuso se sujetase al dictámen
estar cierto de e l l o . — E s t a sería una i m p r u d e n - d e Felipe, y habiendo consentido e n ello, le con-
cia, hijo mió, le dijo el religioso. Y o os aconsejo dujo al santo. E s t e le exhortó eficazmente á que
q u e vayáis á ver al p a d r e Felipe y que le consul- siguiese la inspiración d e la gracia, asegurándole
téis este negocio; y entonces volvereis á d a r m e q u e ella era la que le inclinaba á hacerse religioso.
p a r t e de su modo de pensar, que p a r a mí será el D e s p u e s le llevó a p a r t e , y le dijo al oido: " T e -
d e Dios." Vicente se encaminó al Oratorio, y ned ánimo, esa pobreza q u e temeis ahora, será
encontró en la p u e r t a de la iglesia al santo h a - un delicioso consuelo p a r a vos." Sorprendióse
blando con una persona. L u e g o que estuvo b a s - Domingo al ver que el santo leia lo que p a s a b a
t a n t e cerca d e él, levantó Felipe la cabeza, y le en su corazon; porque su indecisión no tenía otra
dijo: " A g u a r d a d , hijo mió, mientras a c a b o con c a u s a ciertamente que aquel temor, el cual no h a -
este-señor; y a sé á lo que venís." L u e g o que se bia j a m á s confiado á persona alguna. D e s d e en-
retiró aquella persona, se acercó al joven, le puso tonces no vaciló y a en su vocacion, y experimen-
cariñosamente la m a n o en l a cabeza, y le dijo: tó lo que el santo le habia prometido.
" E l maestro de novicios del convento de Minerva, L u i s de T o r r e s , discípulo joven d e nuestro san-
os envía á mí p a r a q u e m e consultéis si teneis vo- to, reparó un .dia en la vejez del vestido del p a d r e
cación p a r a dominico. I d á decirle d e mi p a r t e , y resolvió comprarle uno nuevo. A la m a ñ a n a
que el deseo que sentís viene de Dios." Asom- siguiente volvió de su casa provisto d e l dinero ne-
b r a d o Vicente de aquella respuesta profética, cor- cesario, con intención de ir á c o m p r a r el géne-
rió á comunicarla al maestro de novicios, quien le ro propio p a r a el efecto. Felipe, instruido por
dijo riéndose: " S u p u e s t o que Dios quiere q u e Dios del designio d e su discípulo, le llevó á su
seáis dominico, yo también lo quiero; venid lo cuarto, y abriéndole el estante en que g u a r d a b a su
m a s pronto que podáis." Cinco dias despues vis- ropa, le dijo: " Y a veis que no m e faltan vestidos;
tió el hábito religioso e n presencia de Felipe, á no hagais, pues, un gasto inútil." F u é a r r e b a t a -
quien el joven habia convidado p a r a que f u e r a d o T o r r e s d e admiración, porque á nadie habia
testigo de su dicha. •comunicado su pensamiento; y m a s tarde, hallán-
Domingo Scoppa, á quien el Cielo l l a m a b a al dose y a revestido d e la p ú r p u r a r o m a n a , depuso
estado religioso, se detenía en el siglo á c a u s a d e este hecho bajo la s a g r a d a religión del j u r a m e n t o .
algunos temores quiméricos, que no se atrevía á T e n í a Claudio Neri una hija que d e s e a b a ser re-
manifestar á su confesor. Viendo éste que no p o d í a ligiosa d e cierto convento, p e r o él quería que io
—328- -329—
fuese de otro. Sabedor de esto Felipe por el Cie- de un pensamiento de desesperación, no se habia
lo, fueron tales sus oraciones, q u e llegó á conse- atrevido á descubrirlo á nadie. Sin embargo, lle-
guir que la joven m u d a s e de inclinación y entra- na d e confianza en las luces del santo, se resolvió
ra gustosa al monasterio que su p a d r e h a b í a es- á confesárselo. Luego que ella estuvo c e r c a de
cogido, que f u é el de la Torre de Miradores. (ñ, y antes que abriera la boca, el siervo de Dios
A c a b a b a de p e r d e r á su esposo Constancia de- le dijo riéndose: " V á y a que lo habéis hecho bien,
Drago, y se hallaba con tal motivo e n t r e g a d a á un hija mía, os estáis creyendo condenada á las lla-
acerbo dolor. Creyó nuestro santo un deber su- m a s eternas, siendo así que es vuestro e l paraiso.
yo, hacerle u n a visita d e consuelo, y esta señora, —No lo puedo creer, p a d r e mió, respondió ella.—
al verle, se dijo á sí m i s m a : " M a s valiera que se E s o quiere decir que sois una tonta, replicó el santo,
hubiera múerto este viejo que no mi esposo q u e y os lo voy á probar. D e c i d m e , Escolástica, ¿por
era todavía tan j o v e n . — T e n e i s razón, hija mía, le quién murió nuestro Señor Jesucristo?—Ella res-
dijo el santo, respondiéndo á su pensamiento. Yo pondió: P o r los pecadores.—Ahora, añadió Felipe,
no soy y a mas que un c a d á v e r a m b u l a n t e , y vues- decidme, ¿qué cosa sois v o s ? — Y o soy una g r a n d e
tro esposo era un h o m b r e en la flor d e su e d a d . " pecadora, respondió Escolástica l l o r a n d o . — L u e -
Constancia se llenó de vergüenza y pretendió dis- go Jesucristo murió por vos, repuso el santo, y
culparse; pero su turbación se lo impidió. E n s u murió también para abriros las puertas del cielo.
pesar, habia resuelto h a c e r no sé qué b u e n a obra, E s t á claro, pues, que el paraiso es vuestro; porque
que y a despues no quiso ejecutar: pero este se- no m e cabe d u d a que vos detestáis vuestros pe-
creto había p e r m a n e c i d o en su corazon. Sin e m - cados." Movida milagrosamente la religiosa con
bargo, Felipe la vió un dia en su iglesia, se acer- estas palabras, d e s d e aquel momento comenzó á
có á ella, y le dijo: " Y aquella b u e n a obra que respirar, y aquella dulce palabra, " e l paraiso es
prometisteis ¿cuándo l a cumplís? Ya sabéis que vuestro," no cesó durante su vida d e consolar y
no es conveniente a b a n d o n a r una buena resolu- de regocijar su alma.
ción." Prometió Constancia ponerla en práctica
Un joven de diez 3" seis años, revestido y a del
y cumplió su palabra.
sacerdocio, vino un dia con trage de seglar á ver
F u é un dia el santo á ver á l a s religiosas de San- al santo. E s t e , despues de habérsele q u e d a d o
ta Marta, y m u c h a s d e ellas aprovecharon la oca- mirando, le dijo: " A pesar de vuestro disfraz, es-
sion p a r a abrirle sus corazones. E n t r e ellas ha- toy mirando que sois s a c e r d o t e . — ¡ O h ! sí, respon-
bia una que a t o r m e n t a d a hacía y a mucho t i e m p o dió él. Mis parientes m e han obligado á t o m a r
e s t e estado, por despojarme de una rica heren-
cia." Felipe le recibió en su casa, le hizo instruir
e n las ciencias necesarias á su profesión, cúidó
m u y particularmente d e su formación espiritual, v
c u a n d o ya hubo hecho de él -un sacerdote virtuoso
y capaz, le envió m u y gozoso á su pais. ¿Pero
cómo p u d o conocer-que este joven e r a sacerdote, Prudencia y discreción de Felipe, en el
e n una e d a d tan tierna y •bajo tan completo dis- gobierno de las almas.
fraz? Esto mismo le preguntó Tarugi, y él le r e s -
pondió, que habia visto brillar en el rostro d e este
joven el esplendor de su carácter.
E l cardenal Federico Borromeo, atestiguaba
que el santo conocía, con solo ver á sus discípu-
los, los cámbios que haeian en el bien ó en el
mal. Dijo un dia á uno de ellos: " ¡ A y , hijo mió,
U N Q U E F e l i p e e s t a b a lleno de des-
q u e féa está vuestra fisonomía!" Comprendió el
hácia su persona, y quería que
joven lo que le quería decir, y movido con esta
( ^ \ } l o s d e m á s también lo despi'eciasen, á.
reprensión, se apresuró á poner su a l m a en buen C
\ V cuyo fin se fingía siempre nécio y aun
estado. L u e g o que volvió á ver al padre, aun-
" insensato, ninguno se engañó con sus
q u e éste ignoraba lo que habia hecho su discípu-
estratagemas, antes bien, todos los que le trataban
lo, notó m u y bien que su corazon estaba y a purifi-
reconocían en él una s u m a prudencia y habilidad,
c a d o , y le dijo sonriéndose: " ¡ Q u é hermoso es-
por lo que de todas p a r t e s le consultaban como
tais hoy, hijo mió! así es como y o os quiero."
un oráculo. E l p a p a Gregorio X I V seguía su
p a r e c e r en los negocios de alta g r a v e d a d . Cle-
mente V I I I hizo otro tanto, m u y especialmen-
te cuando se trató de volver, á la fé católica al rey
de F r a n c i a E n r i q u e IV. L e ó n X I recurría aún
con mas frecuencia a la sabiduría d e sus conse-
jos. San Cárlos Borromeo tenía con él conferen-
cias d e muchas horas. No se desocupaba su
e s t e estado, por despojarme de una rica heren-
cia." Felipe le recibió en su casa, le hizo instruir
e n las ciencias necesarias á su profesión, cúidó
m u y particularmente d e su formación espiritual, v
c u a n d o ya hubo hecho de él u n sacerdote virtuoso
y capaz, le envió m u y gozoso á su pais. ¿Pero
cómo p u d o conocer-que este joven e r a sacerdote, Prudencia y discreción de Felipe, en el
e n una e d a d tan tierna y bajo tan completo dis- gobierno de las almas.
fraz? Esto mismo le preguntó T a r u g i , y él le r e s -
pondió, que había visto brillar en el rostro de este
joven el esplendor de su carácter.
E l cardenal Federico Borromeo, atestiguaba
que el santo conocía, con solo ver á sus discípu-
los, los cámbios que haeian en el bien ó en el
mal. Dijo un dia á uno de ellos: " ¡ A y , hijo mío,
U N Q U E F e l i p e e s t a b a lleno de des-
q u e féa está vuestra fisonomía!" Comprendió el
hácia su persona, y quería que
joven lo que le quería decir, y movido con esta
( ^ \ } l o s d e m á s también lo despx'eciasen, á.
reprensión, se apresuró á poner su a l m a en buen C
\ V cuyo fin se fingía siempre nécio y aun
estado. L u e g o que volvió á ver al padre, aun-
" insensato, ninguno se engañó con sus
q u e éste ignoraba lo que había hecho su discípu-
estratagemas, antes bien, todos los que le trataban
lo, notó m u y bien que su corazon estaba y a purifi-
reconocían en él una s u m a prudencia y habilidad,
c a d o , y le dijo sonriéndose: " ¡ Q u é hermoso es-
por lo que de todas p a r t e s le consultaban como
tais hoy, hijo mío! así es como y o os quiero."
un oráculo. E l p a p a Gregorio X I V seguía su
p a r e c e r en los negocios de alta g r a v e d a d . Cle-
mente V I I I hizo otro tanto, m u y especialmen-
te cuando se trató de volver, á la fé católica al rey
de F r a n c i a E n r i q u e IV. L e ó n X I recurría aún
con mas frecuencia a la sabiduría d e sus conse-
jos. San Carlos Borromeo tenía con él conferen-
cias d e muchas horas. No se desocupaba su
-333-
Procedía con tanta seguridad en el discerni-
cuarto cié cardenales, de obispos y de príncipes miento de espíritus, que en esta materia parecían
que veniau á someter á su jucio sus embarazos y infalibles sus juicios. Todos los que por su dic-
dificultades. El célebre general de la compañía tamen abrazaron el estado religioso, vivieron fe-
de Jesús, Claudio Acuaviva, no obstante su mu$- lices y contentos en él hasta el fin de su^carrera:
conocido saber, tenía con él largas y frecuentes con- y por el contrario, los que se entraron á él contra
ferencias sobre los negocios de su religión. Los su- su parecer, mas tarde ó mas temprano, tuvieron
periores de las demás órdenes hacían otro tanto, y motivos de arrepentirse. Y á pesar de los peli-
uno de ellos, despues de la muerte del santo, depuso gros del siglo, aquellos que por seguir la opinion
lo siguiente, bajo la sagrada religión del juramento: de este grande hombre, se quedaron en el mundo,
"Yo.he tenido ocasion de consultar á cuantos hom- hicieron grandes progresos en la virtud; prueba
bres eminentes en ciencia y virtud encierra Roma, evidente de que estaban en su verdadera voca-
y no he encontrado otro que haya resuelto mis du- ción. H é aquí algunos ejemplos.
das con tanta prudencia y tino como el padre F e - Juan Bauti sta Yitellio, joven de una conducta
lipe." arreglada, vino expresamente desde Foligno á Ro-
No habia para él negocio embrollado, y sabia ma, para saber de boca de Felipe cuál era su vo-
siempre encontrar medio para salir de los mas in- cación. Al comenzar su confesion, le dijo: " P a -
trincados. E s cierto que algunas veces parecían dre mió, os entrego enteramente mi voluntad, y
sus consejos atrevidos y aun imprudentes; pero estoy dispuesto á seguir la -vocación que Dios me
los resultados venían siempré á justificarlos, suce- manifieste por vuestro medio. Pero como es ne-
diendo entonces la admiración al temor que se ha- cesario que ante todo me conozcáis, voy á haceros
bia tenido en seguirlos. Por lo demás, no le gusta- una coníésion general." Y al dec r ésto, sacó un
ba ingerirse en asuntos ágenos, y no se entregaba papel de su bolsa é iba á darle lectura; pero el san-
nunca sino con una prudente reserva á su humor to se lo quitó de la mano y lo hizo pedazos, di-
oficioso. Encargábale uno en cierto dia, que fuera ciendo: "Ya está; basta." Quería sin duda expe-
á hablar al papa á cerca de un negocio que no le rimentar su obediencia, la cual fué perfecta, pues
interesaba, y respondió: "Cualquiera otro que el joven no se permitió la menor observación.
yo, puede hacer eso con mejor éxito: la pruden- Lo admitió el santo desde entonces á su amistad,
cia exige que economice mis recomendaciones al con el objeto de poderlo humillar y mortificar á
pontífice, para tenerle grato cuando sea necesario; su gusto; pero el nuevo discípulo salió triunfante
de lo contrario pareceré importuno."
ete unas pruebas tan difíciles que costaba trabajó' Francisco Puccio se creyó igualmente llamado-,
soportarlas á algunos religiosos. Mas á pesar de- á tomar el hábito de capuchino, y manifestó su de-
todo, nada le decía el santo respecto á-su voca- seo al bienaventurado padre: "No penseis en eso,
eion, no obstante que por eso se había puesto en hijo mió, le decía, se opone vuestra salud á que
«ns maijos. Callaba, pues, y aguardaba tran- séais admitido en e s a orden; y no sois á propósito
quilo la resolución de Felipe. Un día se fué á para el estado religioso: permaneced en el siglo,
orar á la iglesia de San Buenaventura,}'le pareció, v e n élsereis mas útil para vos y para los de-
oir una voz que le decía interiormente:. " J u a n mas." Este razonamiento, en lugar de conven-
Bautista, vuélvete á Foligno." Luego qne volvió cer á Puccio, encendió mas sus deseos, y volvió
á ver al santo, no le dijo una palabra respecto de tantas veces á la carga, con nuevos argumentos,
esta orden del Cielo;, pero Felipe que ya la sabía, que al fin, vencido el padre p o r su tenacidad, le
le dijo: " E s voluntad de Dios que permanezcáis- dijo un día: "Id, pues, á los capuchinos, supues-
en el siglo: volveos á Foligno, donde os quiere to que creéis que Dios os llama allá; pero yo se-
por ahora, y peimaneced allí hasta que os mande que no permanecereis entre ellos." En efecto,
otra cosa." Bien sabía, al decir esto, que la Pro- entró en el convento de capuchinos de Viterbo, en
videncia nunca le llamaría á otra parte; pero que- el que estuvo seis meses como un fervoroso novi-
ría que tuviese libre su corazon de todo apego á cio; pero en seguida se quebrantó su salud, v tuvo
su familia y á su patria; disposición importante que volverse á su patria, en donde se enfermó
para la vida espiritual.- J u a n Bautista volvió en gravemente. Parece que esto era suficiente para
efecto al país de su nacimiento; en donde no cesó que conociese este hombre su error y renunciara á
, de edificar á sus habitantes, habiendo muerto san- un proyecto que le dictaba su propia prudencia.
tamente despues de una vida de mas de ochen- Pero sucedió todo lo contrario, pues hizo voto de
ta años-.
continuar su noviciado si llegaba á sanar. Res-
Cuando Baronio era todavía joven, quiso ser ca- tablecióse en efecto, y á penas recobró sus fuer-'
puchino, y Felipe le negó su consentimiento, el que zas, cuando se puso en camino para volver al mo-
no pudo conseguir á pesar de sus continuas instan- nasterio. Al pasar por Roma, e l s a n l o procuró
cias. Murmuraron algunos de este consejo, y aun detenerle, pero no lo consiguió, porque el voto que
se atrevieron á decir que Felipe no apreciaba las había hecho le servía de excusa. Felipe le ofre-
órdenes religiosas. Supo estos rumores; pero no ció conmutárselo; pero no quiso. Entonces el
hizo aprecio de ellos, porque sabía ya lo que buen padre escribió al general de los capuchinos,
Dios quería hacer de su joven discípulo.
—336-
instruyéridole de lo que p a s a b a , y le envió á su
-337-
c u a n t o pudo. Insistió el joven y fueron tantas
joven al dia siguiente. " ¿ Q u é quereisV" le dijo el
sus instancias, cpre al fin llegó á decirle Felipe:
prelado al verle e n t r a r á su c u a r t o . — " V e n g o , res-
" I d , hijo mió; y supuesto que así lo quereis, yo os
pondió Francisco, á solicitar d e v u e s t r a reveren-
entrego á los deseos ele vuestro corazon." E s t e
cia la gracia de continuar m i noviciado, q u e u n a
lenguage hubiera debido espantarle; pero era tal
e n f e r m e d a d me obligó á c k j a r . — E s o no p u e d e ser,
la violencia de su deseo, que no le dió lugar á la
respondió el general; porque v u e s t r a salud es
reflexión. A pocos elias entró al monasterio q u e
d e m a s i a d o débil p a r a que podáis g u a r d a r nues-
habia elegido, pasó su noviciado de una m a n e r a
tra regla, y es preciso que penseis en otra co-
edificante y se le admitió á la profesión. Convi-
s a . " Francisco alegó el voto que h a b í a hecho;
dóse á Felipe p a r a aquel acto y asistió á él con
m a s el superior le contestó: " E s o está bueno p a r a
T a r u g i y algunos otros p a d r e s del Oratorio; p e r o
vos, pero no p a r a mí que no lie hecho voto
se retiró á un rincón d e la iglesia y se puso á llo-
d e admitiros," y le despidió. S u p r e t e n d i d a voca-
rar a m a r g a m e n t e . Notó esto T a r u g i , y acercán-
ción no p u d o y a resistir y se desvaneció como un
dose á él le preguntó la causa de a q u e l copioso
sueño. Dócil y a este joven á los consejos d e l san-
llapto. "Lloro, le dijo Felipe, las virtudes de es-
to, se ordenó de sacerdote y llegó a ser arcediano
te hijo q u e r i d o . " No comprendió por entonces
d e Prenestino, en donde hizo innumerables bienes.
T a r u g i esta respuesta enigmática; pero la conduc-
Un joven portugués d e diez y siete años, llegó ta del joven religioso vino á revelar m u y pronto
á ser bájo la dirección de Felipe, uno d e los mas su significado. Se llegó á relajar de tal suerte,
raros hombres espirituales. No solo excedía en que y a no g u a r d a b a ninguna de sus reglas, y aca-
virtud á los d e m á s discípulos del santo, sino que bó por salirse del convento sin dejar por esto el
h a b l a b a d e las cosas ele Dios con u n a sabiduría hábito; y empleó el resto de su vida en v a g a r por
prodigiosa y de un modo s u m a m e n t e agradable. el mundo.
L o s directores m a s eminentes en ciencia y virtud,
P o r aquel mismo tiempo vivía en Nápoles una
solicitaban su conversación, y no se c a n s a b a n de
doncella l l a m a d a Ursula Benincasa, c u y a santi-
oírle discurrir sobre las cosas m a s sublimes de la
d a d era tan a f a m a d a en aquella poblacion, que
mística teología. D e s p u e s de llegar á tan eleva-
llegó á noticias del p a p a Gregorio X I I I , quien la
d a perfección, le vino el deseo ele hacerse religio-
hizo venir á R o m a y encargó á Felipe, c u y o espí-
so y se lo manifestó á su santo director, quien en
ritu de discernimiento conocía, la e x a m i n á s e y le
lugar de aprobarle su pensamiento, lo combatió
diese cuenta de sus observaciones. Nuestro san-
22
-339-
fco probó p o r muchos días su h u m i l d a d , su p a c i e n - el servicio que m e hacéis e n abatir m i indomable
cia y obediencia, afectando no d a r crédito á sus- orgullo." E n c a n t a d o Felipe d e ver en aquel hom-
éxtasis y raptos, tratándola con aparente d e s p r e - b r e tanta humildad y tanta afabilidad, se apresu-
cio, y privándola por mucho tiempo de la s a g r a d a ró á levantarlo, y le dijo abrazándole con ternu-
eomunion. L u e g o que se cercioró que el espíritu ra: " S o i s un sacerdote digno de anunciar la p a -
d e Dios guiaba á aquella muger, manifestó su jui- labra d e Dios; y su Magestad b e n d e c i r á siempre
cio al sumo pontífice, y cuidó antes d e que vol- vuestro ministerio. I d pues, y rogad al Señor
viese á su pátria esta santa joven, de p r e c a v e r l a por m í . "
con sus consejos d e los embustes d e l demonio. H a b í a entonces en R o m a un tercero de la orden
" C u a n d o se quiere saber, decía, si el espíritu d e San Francisco, q u e gozaba de u n a alta r e p u t a -
d e Dios guia á u n a alma, es preciso mortificarla. ción d e santidad. E l cardenal Cusano, protector d e
L a mortificación e s una p i e d r a d e toque, c u y o e s t a religión, le envió un dia á nuestro santo p a r a
efecto es infalible." Así es q u e no d e j a b a d e que le probase, según se lo tenia y a e n c a r g a d o .
aplicarla á tcdos aquellos c u y a santidad quería Felipe al verle entrar, le miró de arriba á bajo, y
calificar p a r a gloria de Dios ó provecho d e otros- dijo con un tono d e desprecio: " ¿ Q u é casta d e
E l insigne orador Alfonso L u p o , fué á predi- h o m b r e es este?" E n seguida le presentó su bol-
car un dia al Oratorio, y se disponía y a p a r a su- sa diciéndole: " T o m a d de aquí lo q u e queráis."
bit "al pulpito, cuando se le presentó Felipe y le Gozoso con e s t a humillación el buen religioso, y
dijo en voz alta mirándole con un aire m u y des- deseando t o d a v í a aumentarla, se arrojó sobre la
deñoso: "¿.Vos sois L u p o , ese predicador a f a m a d o , bolsa con cierta ansiedad, y fingió querer t o m a r
q u e e n g a ñ a d o eon los aplusos del pueblo, se ere todas las piezas d e m o n e d a q u e contenia, a u n q u e
mejor d e lo que es; y que se gloría neciamente d e al fin no tomó ninguna. Notólo Felipe, y dijo á
subir á los pulpitos m a s distinguidos de la Euro- uno de los suyos: " P a r e c e que m a s necesita d e
p a católica? T e n e d entendido que la Italia po- pan que de dinero: id á t r a e r algo con que satisfa-
see oradores cristianos que os aventajan mucho en g a su n e c e s i d a d . " L u e g o q u e trageron el p a n ,
doctrina y santidad." E l virtuoso L u p o no se comió aquel hombre algunos bocados d e una m a -
desconcertó con aquel apostrofe tan inesperado y nera voraz, y echó el que le sobró en su saco.
humillante: antes bien se arrodilló á los piés " Q u e r r í a saber, le dijo Felipe, cual es vuestra ora-
d e l santo, y le dijo llorando: " E s cierto lo q u e cion." E l le rezó con un aire necio la oracion do-
decís, p a d r e mió; y os estoy m u y reconocido por minical. T o d o este manejo agradó demasiado á
—340— -341-
nuestro santo, y no pudo d u d a r que aquel hom-
"No aprobaré jamás, decia, que los penitentes
bre tenia una virtud sólida. P a r a acabar la prue-
muden de confesor sin que haya motivo suficien-
ba, le dijo bruscamente que se fuera. Despues
te para ello. D e esto resultan mas inconvenien-
escribió al cardenal diciéndole que una virtud tan
tes que ventajas; y d e aquí es que convie-
humilde y tan paciente, no d e j a b a lugar á que se
ne no recibir á aquellos que vienen á uno sin un
sospechase de ella, y que con toda seguridad po-
motivo legítimo, y volver á enviar á su primitivo
dia decirse que aquel hombre era un santo.
confesor á los que se habia recibido por una utili-
Los consejos que d a b a este maestro consuma- dad pasagera." Así lo hacia él mismo en seme-
do á los directores d e almas, iban siempre marca- jantes casos. Ñero de Nigri se confesaba ordina-
dos con el sello d e una admirable sabiduría. E l riamente con un religioso servita, y Felipe le reci-
lector podrá juzgar d e ellos por los pocos que nos bió durante una enfermedad d e su confesor: pero
han conservado sus historiadores. " H a y algunos luego que este sanó hizo que volviese á él. Alto-
directores, decia á sus padres, que no conocen otro bello, Canónigo de San Marcos, se puso bajo la di-
aliciente que el que Dios les ha dado, ni otro ca- rección de nuestro santo, durante un viaje que hi-
mino p a r a las almas que el que ellos siguen: y zo á Polonia el P a d r e Bordini, su confesor habi-
quieren que por bien ó por mal, todos sus peniten- tual; y le agradó tanto el modo d e Felipe, que y a
tes pasen por él. No imitéis semejante ejemplo. no quería dejarlo cuando volvió su director; pero
E l que obra de esta suerte, u s u r p a los derechos el santo no fué d e este parecer. D e s d e la m a ñ a -
del Espíritu Santo; expone á las almas á estra- na siguiente al dia d e su llegada, dijo al canónigo
viarse, y detiene sus progresos en la virtud, suje- que venia á confesarse según su costumbre: " ¿ H a -
tando sus movimientos espirituales. H a y tam- béis visto á vuestro padre espiritual?—No, respon-
bién, añadia, otro m a l que temer, y es el dejarles dió este.—Pues bien, repuso el santo, es preciso
libertad de hacer cuanto quieran. E n este difícil que vayais á verle y que os pongáis de nuevo bajo
camino es preciso ir paso á paso, so pena d e ago- su dirección.—Quiero mejor quedarme con vos, le
tar las propias fuerzas, y entonces detenerse, ó ir dijo Altobello; os ruego me dispenséis esta gracia.
para atras: por otra parte, un fervor poco pruden- —Seré siempre vuestro amigo, respondió Felipe,
te nace por lo común d e un principio de orgullo. pero conviene que os volváis con Bordini."
P o r último, conviene que la alma descanse algu-
nas veces, y se enseñe á someter su entendimien- L e gustaba ver á los casados escoger libremen-
to y voluntad. te á un mismo confesor; porque decia, le es mas
fácil á este hacerlos vivir en b u e n a armonía. R e -
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comendaba mucho á los penitentes que aspiraban t a d o malo á otro 'bueno; pero para cambiar un©
á la perfección, que se conformasen en todo con bueno por otro mejor, es necesario pensarlo mu-
la voluntad de su confesor; que no procurasen nun- cho, consultarlo y pedir á Dios su luz. Lo que es
ca el hacerlos pensar como ellos en ninguna cosa; mejor en sí, no puede serlo para todos. E s una
que no se permitiesen interpretar sus pareceres; y ilusión creer que tiene uno derecho de pasar de
sobre todo, que núnca emprendiesen ninguna ma- un instituto á otro, cuando este último es mas per-
ceracion sin haber antes obtenido su licencia- fecto. P a r a hacer tal cosa, es necesario saber si
Tampoco aprobaba que hiciesen voto alguno sin tal es la voluntad de Dios." Ningún confesor di-
prévia consulta de su director, y decia que en es- rigía con mas prudencia y sabiduría á las muge-
to debian proceder los confesores con mucho tien- res: les exigía precisamente el que se ocupasen en
to. F u n d a b a este dictamen en aquellas palabras sus trabajos domésticos, y que permaneciesen en-
del Eclesiástés: "Vale mas no hacer voto algu- cerradas en sus casas, hasta donde les fuese posi-
no, que'hacerlo y no cumplirlo (Eccles. 5,4)." E r a ble. Una persona quedó admirada un día de
enemigo d e la inconstancia, y quería que cada uno oirle alabar, con un encarecimiento extraordinario,
permaneciera en su estado, mientras en él no hu- á una Señora de Spoleto, y le preguntó el motivo
biera ocasion de pecado." "¿Se busca la perfec- porque la elogiaba tanto, y respondió: " L a alabo
ción? decia; pues esta se puede adquirir tanto en porque hila lana." Esta respuesta provocó la ri-
medio del siglo, como en la soledad del claustro, sa de su interlocutor; pero el siervo de Dios le ci-
y no hay profesión honesta que sea incompatible tó aquellas palabras del Espíritu Santo en el libro
con el servicio de Dios."' Muchos de sus discípu- de los Proverbios: " L a muger fuerte ha hecho
los se hallaban empleados en las cortes de los grandes cosas, porque sus dedos manejaron el hu-
príncipes, en las que vivían virtuosamente; y cuan- so." Basta lo dicho para hacer resaltar la pru-
do alguno quiso desprenderse de ellas, núnca lo dencia y discreción de este gran santo.
consintió. E s t e grande hombre que formó una
multitud de religiosos, tuvo también muchos peni-
tentes, que con placer de él vivieron santa-
mente en el seno de sus familias. Darán á co-
nocer su espíritu sobre el particular algunas d e
las máximas que le eran familiares. " E s inútil
consultar, decia, cuando se quiere pasar de un esr
-345-
tales sus fuerzas físicas, que no la podían conte-
ner muchos hombres de completa robustez. C u a n -
do el santo m a n d ó que se la llevasen, ella lo su-
CAPITULO XXXI. po á pesar de su ausencia, y decia: " E s e p a d r e
m a n d a que m e lleven;" huyó al momento, y se
A r r o j a Felipe los demonios, a p a r e c e á los au- fué á ocultar en el m a s secreto rincón d e la
sentes y resucita un muerto. hospedería, siendo necesario conducirla por me-
dio de la violencia á la iglesia. No necesitó nues-
tro santo d e ocurrir á los exorcismos p a r a librar
aquella muger. Hizo llevarla á la iglesia de S a n
J u a n de los Florentinos, y se puso en oracion.
Esto fué lo bastante p a r a que el tirano que opri-
m í a aquella infeliz, huyése y la dejáse libre p a r a
siempre.
L u c r e c i a Cotta padecía y a , d e s p u e s del largo
espacio de ocho años, un maleficio que c a u s a b a
lIN e m b a r g o d e q u e repugnó siempre á lastima el verla. Unas veces volteaba sus ojos
nuestro santo todo lo q u e pudiese gran- d e un modo espantoso, y otras q u e d a b a ciega
earle la estimación de los hombres, se completamente. E x p e r i m e n t a b a también u n a s
vió no obstante algunas convulsiones tan terribles, que no eran suficientes
veces obligado á obrar á contenerla m u c h a s mugeres j u n t a s . No comia
prodigios que indicaron manifiestamente e l poder ni dormia, y estas privaciones unidas á sus sufri-
q u e el Cielo le dispensaba. Confirmen los hechos mientos, la habían reducido á un estado de m a -
lo que acabo d e decir. L e trajeron de la C a m p a - rasmo, que m a s bien parecía un espectro q u e
nía á u n a joven l l a m a d a Catarina, p a r a que la li- una muger. E n esta extremidad, se hizo llevar
brase con sus oraciones d e un demonio que la po- á la iglesia del Oratorio, p a r a llamar á Felipe y
seía. E s t a posesion se m a n i f e s t a b a de un modo suplicarle la confesase. E l santo no p u d o m é n o s
que no dejaba lugar á la d u d a : porque aquella que c o m p a d e c e r s e de ella, al ver la miseria d e s u
m u g e r á pesar de no tener ningunos principios, se estado; pero esta compasion fué mucho m a y o r
esplicaba fácilmente en griego y en latin: y eran luego que oyó la relación d e sus padecimientos-
L l e n o d e l á s t i m a , p a r a c o n aquella m u g e r , le tocó dia. E n efecto, l l e g a d o e s t e p l a z o , f u é l a muger
c o n u n a m a n o los ojos, y con la otra el corazon. á la iglesia d e S a n t a M a r í a d e los Mártires, y allí
E s t e sanó al m o m e n t o , p e r o pareció aumentarse se vió libre d e l d e m o n i o , el c u a l n o volvió y a á
e l m a l d e los ojos; p o r q u e la m u g e r exclamó: molestarla. E s d e p r e s u m i r s e q u e t a l sería l a
" ¡ A y p a d r e mió! y a no veo a b s o l u t a m e n t e ; me o r d e n que le dió n u e s t r o santo e n lo p r i v a d o , hu-
habéis c e g a d o . — T e n e d una poca d e paciencia, y e n d o d e l honor q u e d e b i a t r a e r l e e s t e golpe de
hija m í a , le respondió el santo, y vuestros ojos autoridad.
volverán á ver lá luz." E n efecto, u n a h o r a des- E n t r ó u n d i a F e l i p e á la B a s í l i c a d e L e t r á n , p a r a
p u e s se verificó el milagro t a n p e r f e c t a m e n t e , q u e v e n e r a r las s a g r a d a s c a b e z a s d e los santos Apóstoles
d e s d e entonces gozó d e u n a vista p e r f e c t a . P e d r o y P a b l o , y oyó c e r c a d e sí los a h u l l i d o s d e u n
P o s e í a el d e m o n i o á u n a m u g e r d e A u s b o u r g , y energúmeno. Dirigióse i n m e d i a m e n t e á él, le to-
l a trajeron s u s d e u d o s a R o m a , á d o n d e se e n c o n - m ó d e los cabellos, y le escupió e l rostro, dicién-
t r a b a su obispo el c a r d e n a l O t t o n t r u e h s é z , quien l a dole: "¿No m e conoces t ú ? — ¡ A y d e mí! Sí te
hizo llevar á la iglesia d e S a n t a C r u z d e J e r u s a - conozco, t ú e r e s q u i e n s i e m p r e m e aflije." Al
len, y o r d e n ó q u e la exorcizasen en p r e s e n c i a d e m i s m o t i e m p o c a y ó en t i e r r a el p o s e s o y perma-
F e l i p e , y d e a l g u n o s otros d e sus p a d r e s . Man- neció p o r a l g u n o s i n s t a n t e s c o m o muerto. Que-
d ó el p r e l a d o d e s c u b r i r el s a g r a d o Leño de la d a b a y a libre d e l tirano, sin d u d a a l g u n a por or-
v e r d a d e r a cruz, y luego q u e le vió la e n e r g ú m e n a d e n d e nuestro santo, quien al ver que acudia
se sintió a t o r m e n t a d a h o r r i b l e m e n t e , c r e y e n d o to- u n a m u l t i t u d , h u y ó p r o n t a m e n t e y se f u é á ocul-*
d o s los q u e la o b s e r v a b a n , q u e el demonio iba y a t a r á su m o r a d a , p a r a e s c a p a r d e s u s a p l a u s o s .
á d e j a r l a ; p e r o se q u e d ó c o m o siempre, sin que E r a tal su imperio c o n t r a los espíritus malig-
hiciesen efecto a l g u n o los exorcismos. Recurrió nos, q u e c u a n d o éstos i m p e d í a n á s u s p o b r e s v í c -
e n t o n c e s el c a r d e n a l á n u e s t r o santo, y le rogó se timas confesar y c o m u l g a r , b a s t a b a u n a o r d e n s u -
compadeciese de aquella miserable. Este co- y a p a r a q u e c e s a s e e s a oposicion. P u e d o probarlo
m e n z ó p o r decir en alta voz, q u e aquella muger con a l g u n o s e j e m p l o s . S e presentó u n dia á la sa-
no se h a l l a b a a ú n libre, á c a u s a d e la i n c r e d u l i d a d g r a d a m e s a en la iglesia d e l Oratorio, u n a m u g e r
d e u n o d e los asistentes. E n s e g u i d a se dirigió p o s e í d a , y c u a n d o llegó su vez d e c o m u l g a r , se
a l d e m o n i o , y le obligó á que d e c l a r a s e el dia en resistía á recibir l a s a g r a d a forma. Felipe que
q u e d e b í a d e salir d e a q u e l l a m u g e r . Obedeció e s t a b a c o n f e s a n d o no léjos d e allí, s u p o por reve-
a q u e l monstruo, y dijo en alta voz q u e saldría tal lación lo q u e p a s a b a , y se f u é al comulgatorio, y
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puso su m a n o sobre la cabeza d e la muger. No vil y afrentosamente. No le incomodaba ménos
f u é menester mas p a r a que cesase aquella re- ver que se servia d e sus discípulos p a r a arrojarlo,
pugnancia y la muger comulgara devotamente. en lugar d e hacerlo , él mismo, y procuraba ven-
Otra vez la llevó uno de sus parientes á confesar- garse de ellos, siempre que podia. H é aquí un
se con el santo, quien avisado d e ello por el sa- ejemplo. Uno de ellos, despues de haber exor-
cristán, se negó á bajar á la iglesia, diciendo: cizado cierta ocasion á un energúmeno, quiso cla-
" ¿ Q u é quereis que baga 3^0 con e s a pobre posei- v a r un clavo en un lugar elevado, y el demonio
da? decidle que se va3 r a." L u e g o , movido de sacudió el banco sobre que habia subido, y le hizo
compasion, m u d ó de p a r e c e r y dijo: " P e r o no, caer en tierra: mas el joven se levantó bueno y sa-
q u e m e aguarde." L u e g o que aquella m u g e r se no, con gran disgusto de su enemigo, que se quejó
acercó al confesonario, se puso á temblar y f u é por boca del e n e r g ú m e n o de no haberlo podido
necesario llevarla á él á viva f u e r z a . Entonces matar.
le dijo Felipe con una voz d u l c e y animosa: " V e - Aun era del n ú m e r o de los vivientes Felipe, y
nid, hija mia, venid á confesar á J e s u c r i s t o . " Al y a se apareció á muchos de sus amigos ausentes,
momento se arrodilló, hizo su confesion, a c e r c á n - bajo una forma visible, cuando tenian necesidad
dose en seguida á la s a g r a d a mesa, donde recibió de su asistencia. Uno de los p a d r e s á quienes
la comunión de mano del santo con una tranqui- habia encargado el cuidado de Ballicella, mién-
lidad que admiró á los asistentes. tras él p e r m a n e c í a en San Gerónimo, estaba su-
N a d a era mas insoportable al demonio, que m a m e n t e disgustado, porque le parecía no des-
verse obligado á obedecer á este g r a n d e hombre, e m p e ñ a r bien su empleo. Se acostó una noche
y de aquí es que manifestaba la m a s viva indig- con el corazon lleno de a m a r g u r a , y d u r a n t e mu-
nación, cuando le trataba d e u n a m a n e r a despre- cho tiempo le fué imposible dormirse. L a puer-
ciativa. Uno de los p a d r e s del Oratorio estaba ta de su cuarto e s t a b a cerrada, a s e g u r a d a inte-
exorcizando un dia á un energúmeno, y no p a - riormente con un p a s a d o r de hierro,- y con sor-
recía sino que el demonio se b u r l a b a d e su auto- presa suya la vió abrirse repentinamente, 3r entrar
ridad. E s t a b a presente Felipe, 3" m a n d ó azotar por ella á su bienaventurado padre, que a c e r c á n -
á ese espíritu soberbio en las e s p a l d a s de su víc- dose á su lecho le preguntó cómo se hallaba. " M i
tima. Ultrajado el demonio con e s t a afrenta, se cuerpo está bueno, le respondió, pero no está así mi
le apareció al santo la noche siguiente, y le a m e - a l m a . " Felipe entonces le bendijo, diciéndole al
nazó de un modo terrible por haberle t r a t a d o tan mismo tiempo: " L a paz sea con vos." Y desa-
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pareció en seguida, dejándole completamente li- los hombres que venian á bordo. Espantado Marce-
bre de su turbación. lo á vista de los grillos y esposas, imploró el ausi-
Uno de sus discípulos jóvenes, le manifestó un lio de Felipe. Al instante mismo le pareció ver-
dia, que queria ir á Nápoles por mar. "No soy d e lo y oir que le decía: "Confiad en Dios, no os
esa opi nion, respondió el santo; porque veo, y po- encadenarán." E n efecto, luego que llegaron á
déis creerme ciertamente, que este viaje os será fu- él, el capitan del navio cristiano intercedió por él,
nesto." Sin embargo, no pudiendo resistir c-1 joven á alegando su corta e d a d ; y los piratas, contra su
sus deseos, se puso en camino, y al llegar á no sé costumbre, le dejaron en libertad. Vuelto ya á Ro-
qué puerto, se embarcó en un navio que levó ma, supo por sus amigos, que en el momento er
ancla al momento. E l mar estaba sereno, el que imploraba el socorro del santo, este dijo é
viento favorable, y los corazones todos rebosaban 3us discípulos: "Marcelo Ferri está en peligro; ha-
de alegría; pero no duró esto mucho tiempo; por- gamos oracion por él."
que un corsario turco que los llegó á percibir, les Constancio de Drago recibió una injuria de
dió caza, y los puso en tal apuro que se vieron uno de sus parientes, y concibió contra él ur
obligados á arrojarse al mar, para escapar de la odio tan profundo, que de día en dia se aumen-
esclavitud y quizá de la muerte. No estaba m u y taba mas y mas. Dormía una noche, y sintié
distante la rivera para unos hábiles nadadores; una mano que le sacudía con fuerza. Record«
pero nuestro joven imprudente nadaba muy mal; sobresaltado, y oyó la voz de Felipe que le decía
y viendo que se le agotaban las fuerzas y que es- "¿Cuándo perdonareis á vuestro enemigo?" Lue-
taba próximo á ahogarse, se acordó de su deso- go que amaneció se fué á confesar con nuestro
bediencia, y la lloró en la amargura de su cora- santo, y despues le contó lo que le habia pasado;
zon, implorando en aquel lance crítico, el socorro pero él se quedó callado y le despidió.
de su buen padre. ¡Cosa admirable! se le apa- Cayó enfermo César Baronio, en la casa de
rece Felipe al instante, le consuela con sus dul- los Florentinos, cuando aún Felipe vivía en San
ces palabras, le toma de la mano y le conduce á Gerónimo. Desauciado de los médicos, se le ad-
la rivera, donde desaparece á sus ojos. ministraron los últimos sacramentos, y no le que-
Volvía de Egipto para Italia Marcelo Ferri, en daba ya mas que un lijero soplo de vida. Estan-
un buque mercante, que á la altura de la isla d e do un rato como aletargado, vió á su bienaventu-
Chipre, fué hecho presa de unos piratas. Al mo- rado padre arrodillado á los piés de Jesús y d e
mento aquellos ladrones echaron cadenas á todos María, y oyó que le decía á aquel adorable due-
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fio: " S e ñ o r , C é s a r es m i hijo, no os lo lleveis,
bricio prometió darle el nombre que el santo le
dejádmelo aún. Yo quiero y espero esto d e
ordenase; y este le indicó el del apóstol San P a -
v u e s t r a b o n d a d . " H a b i e n d o sido la respuesta d e
blo. Volvía p a r a su casa, y en el camino encon-
nuestro S a l v a d o r negativa, se volvió á María y le
tró á un criado que v e n i a á avisarle que su espo-
suplicó intercediese por su c a u s a con su divino Hijo.
sa a c a b a b a de d a r á luz un niño. F a b r i c i o se
Hízolo así la Señora, y su Hijo querido, respondió
apresuró á hacerle bautizar, y fiel á su compro-
con una demostración favorable, que no se esca-
miso, le llamó P a b l o . Al llegar este niño á la e d a d
pó á la atención del enfermo, no dejándole ningu-
d e catorce años f u é atacado de una fiebre violen-
na d u d a de su curación. C u a n d o á la m a ñ a n a
ta, que le atormentó por sesenta y cinco dias. E r a
siguiente vino á verle Felipe, le habló el enfermo
esto m u c h o ciertamente p a r a un niño de tan corta
de esta visión, y le manifestó su justo reconoci-
e d a d , y sin embargo, sufrió con una paciencia tan
miento. " E s peligroso, le respondió el santo, fiar
inalterable, que p r e g u n t a d o por su confesor si
en sueños. Entregaos completamente á la vo-
quería mejor ir al cielo que padecer, contestó, que
luntad de Dios." Baronio conservó su fé y no
no quería otra cosa, sino lo que f u e r a del agrado
se engañó: porque d e s d e a q u e l mismo dia se sin-
d e Dios. E l mal iba siempre en aumento, y y a
tió mejor, y no tardó en sanar completamente.
fué necesario administrarle los últimos s a c r a m e n -
P a s o en silencio otros hechos semejantes, p a r a
tos, por temor de que f u e r a á morir de un m o -
d a r lugar á otros que p r o b a r á n todavía mejor el
mento á otro. Sabedor Felipe d e su gráve esta-
admirable poder sobre la m u e r t e que Dios habia
do, f u é á visitarlo y dijo cuando salió á los que lo
d a d o á éste hombre singular.
cuidaban, que quería que le avisaran c u a n d o es-
Fabricio Massimi h a b i a tenido y a cinco hijas tuviese y a próximo á morir. Pasó aquella noche
de su matrimonio; d e s e a b a en extremó tener un con un poco de sosiego; pero á la m a ñ a n a siguien-
hijo, y varias veces h a b i a suplicado á Felipe le te comenzó á agonizar, y sus deudos, obsequiando
consiguiese esta gracia d e l Cielo. C u a n d o su los deseos de Felipe, le mandaron á a v i s a r de su
muger estuvo á punto d e p a r i r nuevamente, f u é á situación. E s t a b a entonces diciendo misa, y mien-
rogar al santo se interesase con Dios para que su tras murió el niño. Media hora despues e n t r a b a
esposa saliera con bien d e aquel cuidado. F e l i p e Felipe á la casa, sin saber lo que habia sucedido.
se recogió por un momento, y le dijo: " E n esta Salió Fabricio á recibirle y le manifestó, deshecho
vez os d a r á nuestro S e ñ o r un hijo varón; permi- en llanto, que y a su hijo habia espirado. No obs-
tidme que yo diga como s e ha d e llamar." Fa- t a n t e esta noticia, el santo entró al cuarto en don-

23
contró sumamente grave; y se puso á animarla y
ti'e yacía el cadaver; se arrodilló á sus pies, j es- consolarla como si no hubiera de morir aquella
tuvo en oración un largo rato; en seguida lo roció vez. Parecía que tenia intención de sanarla con
con agua bendita, le echó una poca en la boca y sus oraciones; pero al irse, se detuvo repentina-
poniéndole la mano sobre la frente, le llamó dos mente y dijo á los que le acompañaban: " M e
veces con una voz clara y distinta:. Pablo, Pablov siento impulsado de volver á ver á la enferma, y
E l niño, como si dispertara de un profundo sue- es preciso que así lo haga." Volvió á entrar al
ño, abrió los ojos y dijo:. " P a d r e mió, y o quisie- cuarto de la señora y puso la mano sobre su ca-
ra confesaros una falta." Salieron fuera todos los beza diciendo: "Yo te mando, ¡ó alma! en nom-
presentes y el padre lo- confesó. Concluida la bre de Dios, que salgas al instante de la prisión
eonfesion, volvió a entrar la familia al cuarto, y fué- de este cuerpo." Apenas acabó de pronunciar
testigo durante media hora, de la- conversación estas palabras, cuando la señora dejó de existir.
del Taumaturgo eon su resucitado. Felipe habla- Admirados sus compañeros le preguntaron, al
b a al niño de su madre Lavinia y de una de sus volver á casa, el motivo de lo que había hecho.
hermanas que el Cielo había arrebatado de la tier- "Supe, respondió, que habia de asaltarle una gra-
ra; y el niño respondía con una voz firme y pron- ve tentación á la que no habia de resistir; y por
ta, estando su rostro animado como el de un hom- esto supliqué á Dios la librase de ella por medio-
bre completamente sano. Preguntóle el santo, si de una muerte pronta, y su mag.estad se dignó
quería irse al cielo á juntarse con su madre y her- escucharme."
mana: y respondiéndole que sí, le dijo: " P u e s
bien, id en hora buena, y rogad á Dios por mí."
Cerró Pablo los ojos, y espiró nuevamente en pre-
sencia de su padre, de su madre política, de dos-
de sus hermanas, de una criada, y de algunos a -
migos de la familia.
Bastaría ciertamente este solo hecho para pro-
bar el poder que tenia nuestro santo sobre la muer-
te; mas sin embargo, referiré otro no ménos admi-
rable. Padeció una dilatada enfermedad una de
las señoras principales de Roma, y Felipe iba á¡
verla diariamente. En una de sus visitas- la en»-
-357-
se estar cubierto en su presencia: que un Clemen-
te V I I I confiase tanto en sus oraciones, que d e
ellas esperaba la conservación d e su salud y que
cuando se enfermaba atribuyese sus males al ol-
CAPITULO XXXII.
vido de nuestro santo. " I d , decia en tales circuns-
tancias á los que le rodeaban, á recordar al P a d r e
Opinión que todos tenían de la santidad de Felipe, la promesa que me tiene h e c h a d e rogar á
Felipe. Dios por m í . " S i e m p r e que el santo iba á verlo, lo
abrazaba con ternura al entrar y al salir. No h a y
que estrañar por último, que también el Señor
Gregorio XIV, acostumbrase besarle la mano, va-
liéndose d e su autoridad d e pontífice, p a r a obte-
ner de nuestro santo este acto d e condescenden-
cia.
Respecto de los cardenales, todos le a m a b a n , le
buscaban á porfía, y le tributaban la mas profun-
N O S dones tan maravillosos, acompaña- d a veneración. P u e d o probarlo con auténticos
dos d e las mas eminentes virtudes, lle- testimonios y hechos muy interesantes. E l car-
' '(y í "'^S~DS a r o n ^ f ° r m a r nuestro santo el o h . denal Valeri, Obispo d e Verona, prelado tan reco-
et0 a
í^S/'VX J ' admiración y apre- mendable por su ciencia y piedad, escribió en elo-
universal. L o s mismos gio de nuestro santo, a ú n cuando estaba en la tier-
soberanos pontífices le consideraban y veneraban ra, un libro intitulado: Felipe ó la Alegría cris-
como á un santo. D e aquí es qüe no hay que ex- tiana. E r a un panegírico completo del siervo d e
t r a ñ a r que un P a u l o IV no perdiese ocasion de en- Dios, en que se le llamaba despreciador del mun-
comendarse á sus oraciones: que un P i ó I V le ¡la- do, enemigo del vicio, cultivador de las virtudes,
mase á su lecho d e muerte: que Pió V se felicita- maestro d e la sinceridad, propagador d e la humil-
se d e tener en R o m a á un hombre tan poderoso d a d , apoyo del débil, padre de los pobres, guia d e
en obras y palabras: que un Gregorio X I I I , no sa- la juventud, providencia d e todos, y el santo a m a -
tisfecho con consultarle en los negocios difíciles, ble por excelencia. ¿Podría yo escoger mejor tes-
gustase de hablar familiarmente con él y le hiele- timonio?
llegué á descubrir la menor falta ni el mas peque-
E l cardenal Paleotti, arzobispo de Bolonia, e n ño vacío."
una obra sobre las excelencias de la vejéz, hacia El cardenal Octave Paravicini, todavía podia
del santo aun en vida suya, el mas lisongero elogio. hablar sobre este particular con mas propiedad
"Podría yo,' decia, ir á bascar en nuestros libros que los otros.; porque desde la edad de seis años
sagrados y en las historias eclesiásticas, antiguos hasta la de veintiocho, fué testigo diario de todas
modelos que ofrecer á mis lectores: pero ¿para qué sus palabras y acciones. Alabábale continua-
tomarme este trabajo, cuando el Cielo nos ofrece mente; y la adhesión que tuvo hácia su persona
hoy uno sobre la tierra? Id á Roma y allí encon- aun despues que fué revestido de la púrpura, ha-
trareis un anciano venerable de ochenta años, sen- bla mas elocuentemente aún que todos sus dis-
cillo y alegre como un niño, puro como un ángel, cursos. No satisfecho con pasar en su compañía,
ilustrado con las luces de Dios como un querubín, durante el día, todo el tiempo de que podia dis-
abrasado de amor como un serafín, cuya vida toda poner, prolongaba sus visitas por las noches, y
se ha empleado en convertir á los pecadores, per- con este fin tenia por suj^o un cuarto en el Orato-
feccionar justos y hacer santos. E s e admirable rio. Cuando el santo estaba enfermo no se sepa-
anciano nació en Florencia y se llama Felipe Neri." raba de su laclo, y le servía como acostumbraba
E l cardenal Gusano, que vivió por largo tiempo hacerlo en su juventud. Un día q u e estaba cer-
en la intimidad de nuestro santo, da de él el si- ca de su cama, hizo salir Felipe á todos los con-
guiente testimonio: "Ningún siervo de Dios he currentes, y le dijo: "Mi querido Octave, deseo
conocido tan venerado y justamente apreciado hablar con vos á solas; pero si me viene la tos y
como Felipe, á causa de la opinion que se tenía tengo necesidad de escupir, me presentareis la
de su eminente santidad. Admitido yo á vivir en bacinica como lo hacíais en otro tiempo ¿no es
su familiaridad, pude entonces ser testigo de sus v e r d a d ? — D e m u y buena voluntad, padre mió,
virtudes y decir ahora, que mientras mas las con- respondió el cardenal; siempre tengo por una di-
templaba, mas brillantes me parecían." cha el poderos servir en alguna cosa." No lo ig-
noraba el santo, y es m u y de creerse que era su
E l cardenal Federico Borromeo, decia que no
intención darle este gusto. E n su última enfer-
habia habido en los siglos anteriores un santo que
medad fué un verdadero dolor para el prelado 110
pudiera compararse con su padre Felipe, en ta-
poder y a acreditarle su amor en los pequeños ofi-
lentos y en virtudes. "Muchas veces, decia, me
cios ordinarios, y así lo declaró en su deposición,
he puesto de intento á indagar qué podría faltar
á su perfección: pero trabajo inútil, porque núnca
-361-
a ñ a d i e n d o que n ú n c a le sirvió sin dejar d e e x p e -
H e aquí también el elogio que el cardenal P a m p h i -
rimentar un consuelo extraordinario.
li tributaba á nuestro santo. " F e l i p e recibia á cuan-
E l cardenal Bandini se gloriaba d e h a b e r en su
tos se le acercaban con u n a e x t r e m a d a c a r i d a d ,
niñez servido la m e s a á nuestro santo, y m u y par-
los alentaba y recreaba; de modo que todos se re-
ticularmente d e q u e le h u b i e r a d a d o una de aque-
tiraban contentos y llenos d e admiración por sus
llas cariñosas p a l m a d i t a s que d a b a á l o s niños des-
eminentes virtudes. Mirábanle como un santo;
p u e s de haberles dicho alguna cosa importante,
y tenian razón, porque p u e d o decir que reunía en
q u e d e s e a b a conservasen en la memoria.
su persona todas las cualidades que distinguen á los
H é aquí lo que escribía el cardenal T a r u g i , ar- amigos de Dios, y que las conservó h a s t a su última
zobispo de Avignon, en alabanza del santo, c u a n - hora." P e r o b a s t a y a d e testimonios de cardenales,
d o aun estaba en este m u n d o : " ¡ Q u e y a no pue- quienes a d e m a s se honraban todos con la a m i s t a d
d a yo participar d e la dicha de los que oran en la de este hcmbre sigular y le b u s c a b a n á porfía.
capilla en que m i santo p a d r e celebra los divinos
No e r a ménos unánime la veneración que le
misterios! A p e s a r d e la distancia á que m e ha-
profesaban los religiosos de las diversas órdenes.
llo, yo m e transporto con el pensamiento á ese re-
Recibíase su visita en los monasterios como un fa-
cinto sagrado á l a h o r a d e su misa, persuadido de
vor del Cielo: a c u d í a n todos á su r e d e d o r ; se ar-
q u e cuando eleva sus manos al cielo, se a c u e r d a
rodillaban p a r a besarle la mano, y le pedían su
d e sus hijos; y y o estoy cierto que no soy el últi-
bendición llenos de confianza. Unos, m e serviré
m o en su memoria. S a n t a Catarina d e S e n a se
de sus propias expresiones, creían v e r en él mas
habia formado un l u g a r secreto en su propio co-
bien un ángel que un hombre; otros le considera-
razon, en el que se retiraba con su J e s ú s , p a r a huir
b a n como una reliquia a n i m a d a ; los superiores
del ruido de los h o m b r e s y de la discipacion d e
acudían á él en sus dificultades, como á un orácu-
los negocios d e l siglo. P o r lo que á mí toca,
lo, y no hacian cosa alguna de importancia sin su
b u s c o el mió en el corazon d e mi p a d r e , seguro
p a r e c e r . Sin embargo, no igualaban estos tan pro-
d e encontrar t a m b i é n e n él á ese dulce Salvador,
fundos y respetuosos sentimientos hácia nuestro
y de poder allí á m i sabor conversar con él. ¡Ah!
santo, á los que le tenian los p a d r e s del Oratorio.
gozad, gozad, mientras podéis, d e la dicha de vi-
Testigos perpétuos de sus virtudes y milagros, le
vir en c o m p a ñ í a d e ese hombre angelical. Yo
rendían anticipadamente, á lo ménos en parte, el
también disfruté por m u c h o tiempo de este i n e s -
culto debido á los santos: de aquí es que á escon-
timable favor; p e r o no usé de él como debia, v
didas se llevaban d e su cuarto sus vestidos viejos,
Dios m e privó d e él en castigo d e mis p e c a d o s . " *
íos cabellos que caían de su cabeza, y todos los
Siempre que el ilustre Arzobispo de Milán venia
.pequeños objetos de que se servia, para conservar-
á Roma, no dejaba d e pasar muchas horas en con
los en su poder como unas preciosas reliquias.
versación muy familiar con nuestro santo. Si es-
T a m b i é n recogían cuidadosamente la sangre que
taba ausente, le escribía con frecuencia y no ha-
se le sacaba en sus enfermedades; y algunos re-
cia cosa importante sin ocurrir á sus luces. E r a
zaban diariamente en forma de corona esta peque-
tal la veneración d e este gran cardenal para
ala oración: "Santo Felipe, ruega por nosotros;"
con el siervo de Dios, que muchas veces se le vió
otros hicieron gravar su imagen y la colocaron en
echarse á sus piés, y besar devotamente su mano.
sus cuartos entre las de los santos. Los mas acos-
Nadie le alababa tanto como él, ni se encomen-
tumbraban pedirle diariamente de rodillas su ben-
daba con mayores instancias á sus oraciones. Al
dición, y otros pedían incesantemente al Señor no
salir un dia de su cuarto, despues de una larga
permitiese que muriese el santo primero que ellos,
conferencia, dijo á los que le acompañaban: "Cier-
persuadidos que no les sería tolerable vivir sin el
tamente que este padre, es de una santidad ad-
dulce trato y conversación de aquel hombre admi-
mirable."
rable.
San Félix de Cantalicio siempre que le encon-
No había uno que no estuviera seguro de con-
traba en la calle, se arrodillaba para recibir su
seguir cuanto el santo, le ofreciera pedir para él.
bendición, y venia siempre que podia al Oratorio,
"Dios no le niega nada, decían todos, resucitará
gustando tanto de la conversación de Felipe, que
los muertos, y retirará de las puertas del infierno
le costaba gran trabajo separarse de su compañía.
á los mayores pecadores, con solo que así lo quie-
No le estimaba ménos Ursula Benincasa, como
ra." Cuando el Vicario de Jesucristo lo colocó
se podrá ver por sus propias palabras: "Envia-
en el catálogo de los santos, su infalible senten-
da por el p a p a al bienaventurado Felipe, á que
cia nada añadió á la opinion que y a ellos tenían
juzgase de mi estado espiritual, luego conocí que
d e su santidad. "Hemos visto con nuestros ojos,
se abrasaba su corazon en el amor divino. P a r a
decían, y oído con nuestros oidos, todo lo que hoy
discernir el espíritu que me animaba, fingió estar
se nos manda creer." Por otra parte, el juicio
enojado y me dijo aquellas cosas que creyó me
q u e habian formado de su santidad, se hallaba
habian de mortificar. Yo me postré á sus piés, y
confirmado por el de las personas mas eminentes
le dije: No necesitáis, padre mió, de estas prue-
en virtud, que entonces existían. Puedo citar á
bas para conocerme; sé de cierto que estáis vien-
S a n Cárlos Borromeo, á San Félix de Cantalicio,
do interiormente mi corazon."—"Volvedme aho-
á Ursula Benincasa y á Francisca de Serrone.
ra, me dijo enlónces, las injurias que os he dicho;
porque yo también tengo necesidad de que m e
mortifiquéis." Y me exigia esto con tan buena
voluntad, que yo quedé sumamente edificada de
su profunda humildad. Muchas veces fué testi- CAPITULO XXXIII.
go de mis éxtasis, y entonces yo no oia nada de
lo que decian, ni podia sentir el mal que me qui-
sieran hacer: pero al momento que este buen pa- Ultima enfermedad y muerte del santo.
dre me llamaba, resonaba su voz hasta lo ínti-
mo de mi alma, y luego volvia al uso de mis sen-
tidos exteriores."
Desde la primera vez que Francisca de Serro-
ne tuvo la dicha de ver á Felipe, reconoció en él
una eminente santidad, la que fué inmediatamen-
te conocida de ella porque era una alma m u y
adelantada en los caminos de Dios. Por lo de-
mas, tal era la opinion que acerca de este hom- principios del año de 1596, asaltó al
bre verdaderamente grande tenia todo el mundo; siervo de Dios una continua fiebre, a-
por lo que acudían de toda Europa á consultarle vJMC ^ a c o m p a ñ a d a de tan atroces dolores,
y admirarlo. Aun los mismos enemigos de la re- ( C ^ ^ S X ' o 1 q ue 1° condujo, en el espacio de diez
ligión, si llegaban una vez á conocerlo, no po- Mias, á los bordes del sepulcro. E r a admi-
dían dejar de amarlo y de profesarle la mas pro- rable su paciencia: no se le escapaba una
funda veneración. sola queja, ningún movimiento, ningún gesto
que diera á entender lo que padecía; y en lugar
de que pidiera á nuestro Señor algún consuelo,
antes le rogaba que hiciese mas pesada aquella
cruz: "Dios mió, le decía, en voz baja, aumen-
tad mis dolores; pero también aumentad mi. pa-
ciencia." Hiciéronse venir dos médicos para que
lo viesen: llegan, le toman el pulso, se consultan
ra, me dijo enlónces, las injurias que os he dicho;
porque yo también tengo necesidad de que m e
mortifiquéis." Y me exigia esto con tan buena
voluntad, que yo quedé sumamente edificada de
su profunda humildad. Muchas veces fué testi- CAPITULO XXXIII.
go de mis éxtasis, y entonces yo no oia nada de
lo que decian, ni podia sentir el mal que me qui-
sieran hacer: pero al momento que este buen pa- Ultima enfermedad y muerte del santo.
dre me llamaba, resonaba su voz hasta lo ínti-
mo de mi alma, y luego volvia al uso de mis sen-
tidos exteriores."
Desde la primera vez que Francisca de Serro-
ne tuvo la dicha de ver á Felipe, reconoció en él.
una eminente santidad, la que fué inmediatamen-
te conocida de ella porque era una alma m u y
adelantada en los caminos de Dios. Por lo de-
mas, tal era la opinion que acerca de este hom- principios del año de 1596, asaltó al
bre verdaderamente grande tenia todo el mundo; siervo de Dios una continua fiebre, a-
por lo que acudían de toda Europa á consultarle vJMC ¿Tacompañada de tan atroces dolores,
y admirarlo. Aun los mismos enemigos de la re- ( C ^ ^ S X ' o 1 q ue lo condujo, en el espacio de diez
ligión, si llegaban una vez á conocerlo, no po- Mias, á los bordes del sepulcro. E r a admi-
dían dejar de amarlo y de profesarle la mas pro- rable su paciencia: no se le escapaba una
funda veneración. sola queja, ningún movimiento, ningún gesto
que diera á entender lo que padecía; y en lugar
de que pidiera á nuestro Señor algún consuelo,
antes le rogaba que hiciese mas pesada aquella
cruz: "Dios mió, le decía, en voz baja, aumen-
tad mis dolores; pero también aumentad mi. pa-
ciencia." Hiciéronse venir dos médicos para que
lo viesen: llegan, le toman el pulso, se consultan
-367—
ambos, y declaran q u e no h a y remedio. V a n á
?eis, p a d r e , si quereis conservar la poca vida q u e
sentarse lejos d e su c a m a , llenos d e aflicción y d e
os q u e d a . - - H o m b r e s d e p o c a fé, repuso el santo y
a m a r g u r a , porque le a m a b a n e n t r a ñ a b l e m e n t e ,
persuadios que la R e i n a d e los ángeles me h a cu-
y comienzan á hablar con algunos de los p a d r e s
rado." E n efecto, se convencieron que no tenia
d e la pérdida q u e van á tener. D u r a n t e este
y a ninguna fiebre. Al dia siguiente dejó el santo
tiempo, oyen todos que el enfermo levanta su
la c a m a , y volvió á sus ordinarias ocupaciones.
voz y dice: " ¡ O h santísima y bellísima Seño-
ra! ¡oh tiernísima Reina m í a ! " Repitió m u c h a s A p e s a r d e h a b e r prohibido F e l i p e á los m é d i -
veces estas p a l a b r a s con tanta energía, que to- cos que divulgasen lo que habian visto, ellos lo
do su cuerpo se a g i t a b a y t e m b l a b a su c a m a . contaron á todo el que quiso oírlos, y m u y pronto
Acercáronse los médicos, corrieron las cortinas- no se h a b l a b a y a de otra cosa en la ciudad. Los
d e su pabellón, las cuales le cubrián, y le vieron cardenales C u s a n o y F e d e r i c o Borromeo, se a p r e -
suspenso en el a i r e abriendo y cerrando sus b r a - suraron á ir á ver al santo, y á darle la enhora-
zos, como si abrazara á alguno con ternura. E n b u e n a por el doble favor q u e a c a b a b a d e obtener;
seguida volvió á decir: " N o soy digno, no soy y fueron tales sus instancias p a r a que les refiriese
digno: ¿cómo, dulcísima Señora, os dignáis visi- el hecho, que al fin no p u d o escusarse. L u e g o
tar á un p e c a d o r como yo?" S e deshacían en que volvió el c a r d e n a l B o r r o m e o á su casa, p u s o
lágrimas todos los presentes, y a g u a r d a b a n ' con por escrito la relación d e I b q u e a c a b a b a de o ir,
ansiedad el resultado d e aquella visión, cuyo ob- y se la envió al p a p a C l e m e n t e V I H , que tuvo su-
jeto envano procuraban descubrir. P o r último, mo placer al leerla. E n a q u e l dia no habló de-
volvió á caer suavemente sobre su lecho, y p e r - otra cosa Felipe á los m u c h o s amigos que le f u e -
maneció e n quietud y silencio. Acercáronse e n - ron á visitar, que d e la devocion á la santísima
tonces de nuevo los médicos y le preguntaron có- Virgen. " F i a o s de mi experiencia, les decía, no
mo se sentía: " E s t o y y a sano,, respondió; ha ve- hay medio tan seguro p a r a obtener todo género
nido la Santísima Virgen, y la e n f e r m e d a d h a de gracias, como pedirlas por medio de la augus-
huido á su p r e s e n c i a . " A l decir esto, se cubrió ta María: J e s ú s no p u e d e n e g a r n a d a á su a m a n -
el rostro p a r a ocultar las lágrimas que coirial* d e tísima M a d r e . "
sus ojos con a b u d a n c i a . P o c o convencidos los Sin embargo, no d u r ó m u c h o .tiempo esta cura-
médicos d e su curación, temieron que le f u e r a ción; porque á principios de Abril, volvió la fiebre
nociva aquella emocion, y le dijeron: " N o lio- con m a s violencia y continuó atormentándole has-
ta fines de aquel m e s . E l primero d e Mayo, a u n
-360-
pudo decir misa y dar la comunion á m u c h a s per- me hacéis, de poderos d a r mi sangre por la vues-
sonas, con un aplomo, q u e hizo creer á los que lo tra." Siguió á este accidente una tos tan fuerte y
veian, que habia vuelto á ser milagrosamente cu- violenta que le hacia perder la respiración: las be-
rado; pero aquella no era m a s que una aparente bidas que se le hicieron tomar no causaron efecto
y transitoria mejoría. A los tres dias sufrió u n a alguno, y aquel terrible estado duró toda la noche.
pérdida de sangre tan considerable, que creyendo A la m a ñ a n a siguiente m u y temprano, mandó
Baronio que iba y a á morir, se a p r e s u r ó á a d m i - Felipe algunas limosnas á las comunidades reli-
nistrarle la extremaunción. Cesó al momento la giosas, para que se le aplicaran misas. Dijerónse,
hemorragia; pero siendo s u m o el estado d e debi- y al momento quedó sano. Vinieron los médicos
lidad, el cardenal Borromeo creyó deber adminis- á verle, temerosos de y a no encontrarle vivo; y
trarle al instante el sagrado viático. Bajó á ia igle- luego que entraron, les dijo riéndose: " I d á
sia, tomó al santísimo Sacramento, y se lo llevó. aplicar á otros vuestras pobres medicinas; las mias
Luego que entró á su cuarto, Felipe, que casi pa- son mucho mejores." Quedaron s u m a m e n t e a d -
recía un muerto, abrió los ojos, y exclamó fuerte- mirados al ver que habían desaparecido todos los
mente: "¡Aquí está el a m o r mío, el amor mió aquí accidentes, y que lg, firmeza de su pulso anuncia-
está! este es todo mi bien; d á d m e l e prontamente ba una arreglada salud. No pudieron ménos d e
os suplico." Al decir el c a r d e n a l el Domine non exclamar que aquello era un milagro, como lo era
sum dignus, replicó el enfermo: "¡Oh! es cierto, en efecto; porque durante un mes, se dedicó com-
yo no soy ni he sido n u n c a digno; porque en t o d a pletamente á sus ocupaciones ordinarias. S u m a -
mi larga vida, no he hecho ninguh bien; pero sin mente contentos sus discípulos, le dijeron un dia,
embargo, añadió, ¡ven, J e s ú s mió, ven! D e s p u e s que esperaban aún conservarlo por muchos años.
d e haber comulgado, dijo con un tono d e voz m u y "No lo creáis, les respondió el santo; no me faitea
alegre: " A c a b o de recibir al médico d e mi alma. y a mas que un mes de vida." Y aprovechando
El es todo para mí; y todo lo demás no es m a s esta ocasion les predijo el dia, la hora y el modo
que vanidad de v a n i d a d e s . " Permaneció suma- de su muerte, designándoles también el lugar de
mente tranquilo hasta la t a r d e ; pero entonces co- su sepultura.
menzó otra vez á d e s a n g r a r s e abundantemente.
Vino Ñero de Nigri á felicitarlo por su restable-
T o d a aquella noche la pasó con sus ojos fijos en el
cimiento, y le dijo el siervo de Dios: " E n efecto,
cielo, y se le oía decir: " S e ñ o r , yo os tributo hu-
estoy sano ahora y no siento mal alguno; pero esto
mildes agradecimientos por este nuevo favor que
no obstante, sabed que moriré dentro de pocos
24
—371—-
áias al caer de la tarde, y cuando méiios se p i e n - to, nueve dias antes de su muerte, le hizo venir á
se." E n aquellos- dias no se encontraba con n i n - su cuarto, y le comunicó todas las revelaciones
guno de sus p a d r e a sin que le dijera: "Hijo mió,- que habia tenido respecto de él.
es preciso morir." Enfadados de oirle repetir L a tarde anterior, estaba con J u a n Bautista
una misma cosa y con tanta frecuencia, le respon- Guerra, y le preguntó el santo dónde estaría en el
dieron un dia algunos de ellos;. "Ya sabemos es- mes de Julio; " E s t a m o s hoy á 15 d e Mayo, res-
to, padre, y ninguno de nosotros espera vivir aquí pondió Bautista.--Pues bien, repuso Felipe, aña-
para siempre. No se trata de eso, repuso el s a n - did diez dias mas á esta quincena, y nos irémos
to; yo hablo de mi próxima muerte, y ninguno d e de aquí." En el mismo dia dijo á otro de sus
vosotros la quiere creer,', y por lo mismo ya no discípulos: " H a s t a hoy, querido Germán, os ha
volveré á hablar de ella." Vino también á v i s i - causado mi poca salud muchas penas; pero y a se
tarle Marco Antonio Maffé y le significó sus espe- va á acabar tanto trabajo." Despues añadió apre-
ranzas, diciéndoler " T e n e d por cierto, p a d r e tándole la mano: "Dentro de algunos dias ha de
mió, que Dios os conservará todavía largo tiempo suceder una cosa que os h a de a.fligir mucho: ar-
entre nosotros, para bien de nuestras almas." E l maos pues de valor." Germán, ántes de partir al
santo anciano respondió riéndose:: " H a c e d m e vi- dia siguiente para Caiboniano, lugar de la campi-
vir dos meses solamente y os daré una rica recom- ña de Roma, rogó al santo le diese su bendición^
pensa." y luego le dijo: "Aseguradme, padre mió, que
os volveré á ver bueno y sano. P a r a poder aho-
Tenia prometido á Francisco Zázzura decirle-
ra irme contento, necesito que me deis esta segu-
ántes de su muerte, todo aquello que debería
ridad.—¿Qué tiempo tardareis en volver? le pre-
practicar despues-por la salvación de su a l m a -
guntó el santo.—Siete dias, respondió Germán:
Temiendo sin duda éste, que el santo muriera re-
quiero estar aquí la víspera de Corpus." Felipe
pentinamente, le recordaba de cuando en cuando
reflexionó por un momento, y dijo: "Podéis mar-
su promesa,-y le rogaba se la cumpliera-.. "Nadie
char sin temor; pero no demoreis mas vuestra
nos corre, respondía Felipe:- sosegaos: todos los
vuelta." Se puso en camino, y permaneció seis
dias en el altar os encomiendo á Dios de una ma-
dias en Carboniano sin inquietud alguna; pero en
nera especial; no me ha de negar nuestro Señor
la noche que precedió á la víspera de la gran so-
sus luces respecto de vos; y antes de morir yo os
lemnidad, tuvo un sueño que le puso en gran cui-
cumpliré lo que tengo ofrecido. Tened confianza.,
dado. Parecíale que veía á Felipe tendido en su
y yo os aseguro que no será frustrada." En efec-
-373-
c a m a , y que le decía: " G e r m á n , me muero." L u e - reís transportar á otra p a r t e . " Cumplióse esta
go que amaneció, se puso en camino, y en el mo- profecía, como lo dirémos mas adelante.
mento que llegó á R o m a se fué al cuarto del san- E l día d e Corpus, se sentó á confesar desde
to, al que tuvo el gusto d e encontrar bueno y sa- por la mañana m u y temprano, y parecía que'adi-
no. L e tomó la mano y se la besó con g r a n d e vinaban sus penitentes que era la úlima vez que
a m o r y respeto; y el santo le dijo estas p a l a b r a s : el santo les prestaba este servicio. E n efecto, les ma-
"Llegáis á buena hora: si os hubierais dila tado un nifestó en aquella ocasion mas ternura de la que a-
poco mas, y a no m e hubierais encontrado." costumbraba, los exhortó á la frecuencia de sacra-
mentos, á la lectura d e las vidas d e los santos, y
Aquel mismo día se hallaba enferma m u y gra-
acabó por dar á todos en penitencia el que reza-
vemente una muger llamada Bernardina; y movi-
sen un rosario por él, despuet de su muerte. L u e -
do de lástima su confesor por tres chiquitos que
go que acabó de confesar, rezó sus H o r a s meno-
dejaba en la horfandad; corrió á ver al santo, y le
res con una devocion singular; despues de lo cual,
suplicó le consiguiese d e nuestro Señor la conser-
celebró el santo sacrificio de la misa en su oratorio
vación d e aquella pobre muger. "Volved á v e r .
privado dos horas antes que de ordinario, y esta mi-
la, respondió el santo, y decidle que tenga con-
sa fué a c o m p a ñ a d a de circunstancias extraordina-
fianza: ella sanará y yo moriré." Dos dias después,
rias. Al ir d e medio del altar al lado d e la Epísto-
aquella muger estaba b u e n a y sana y Felipe no
la, para rezar el Introito, se detuvo y miró al aire
era y a de este mundo.
hácia el occidente, con tal atención, que creyeron
E n aquel mismo tiempo, J u a n Bautista Guerra,
los presentes que veia alguna cosa del cielo. Al llegar
prefecto de la iglesia, hacia construir un panteón
al Gloria in excelsis, lo cantó, con grande admiración
para los individuos d e l a congregación. L u e g o
d e los asistentes, cuyos corazones no pudieron menos
que se concluyó la obra, lo dijo delante de Felipe,
d e enternecerse al oir el acento d e piedad y san-
y-éste le preguntó si y a tenia allí su lugar. " I n -
t a alegría con que lo entonó. Luego que ofreció
dudablemente, padre mió, respondió Guerra; vues-
el santo sacrificio, dió gracias y se retiró á su
tro lugar está debajo del altar mayor, al lado del
cuarto á desayunarse. Entonces entraron los car-
Evangelio. "Vos no habéis de permitir, le replicó
denales Borromeo y Cusano, y se estuvieron con
el santo, que yo repose en ese lugar. Ciertamen-
él hasta medio dia. L e trajeron en seguida un
te que sí, p a d r e mió, contestó Guerra, estad segu-
ligero alimento, el que despues de tomarlo, se
ro de que será así.—Yo se bien, insistió el santo,
quedó dormido. Luego que recordó, á poco rato,
que me dejareis poner allí; pero despues me h a -
A estas p a l a b r a s , -corrió Gallonio á avisar á s u s
rezó v í s p e r a s y c o m p l e t a s , y e m p l e ó el resto d e l
c o m p a ñ e r o s , y m a n d ó l l a m a r á los m é d i c o s á to-
d i a en oir l e e r v i d a s d e santos y en recibir algu-
d a prisa. E s t a b a el santo anciano s e n t a d o e n su
n a s visitas. Y a al a n o c h e c e r vino el cardenal
c a m a y p r ó x i m o á l a agonía. L o s m é d i c o s le hi-
C u s a n o , a c o m p a ñ a d o d e P a m p h i l i , a u d i t o r d e rota,
cieron t o m a r u n a b e b i d a q u e r e a n i m ó su f u e r z a s
y d e l obispo d e Monte Policiano, y todos j u n -
y le volvió el uso d e l a p a l a b r a ; p e r o e s t a m e j o r í a
tos rezaron m a i t i n e s y l a u d e s , y al a c a b a r llegó
no d u r ó m a s q u e u n instante. Desaparecieron to-
el m é d i c o , q u i e n d e s p u e s d e h a b e r t o m a d o el p u l -
dos los s í n t o m a s d e v i d a , y solo el m o v i m i e n t o
so al santo anciano, le dijo: " P a d r e mió, d e diez
d e l corazon a t e s t i g u a b a q u e a u n v i v í a . Entonces
a ñ o s á e s t a p a r t e , n u n c a h a b é i s estado mejor q u e
todos su hijos c a y e r o n d e ¡rodillas deshaciéndose
áhora." T o d o s se r e t i r a r o n entonces, m e n o s el
e n llanto. B a r o n i o , u n poco^rnas d u e ñ o d e su do-
c a r d e n a l q u e q u e r i a ^reconciliarse. Despues de
lor q u e s u s c o m p a ñ e r o s , l e dijo eon u n a voz d e -
h a b e r l o c o n f e s a d o F e l i p e , lo a c o m p a ñ ó h a s t a la
mudada: " P a d r e mió, os v a i s sin d e c i r n o s n a d a ;
e s c a l e r a ; y al decirle adiós, le a p r e t ó l a m a n o , m i -
dadnos siquiera vuestra bendición." E l santo a -
r á n d o l o d e la m a n e r a m a s e x p r e s i v a . Vinieron
brió los ojos y los fijó en el cielo p o r a l g u n o s m o -
otras m u c h a s p e r s o n a s á confesarse, y en esto o-
mentos, pidiendo, sin d u d a , al S e ñ o r , b e n d i j e s e a -
c u p ó t o d o el t i e m p o h a s t a q u e llegó la h o r a d e c e -
quella f a m i l i a q u e l e e r a t a n q u e r i d a . Hecho es-
nar. T o m ó u n corto alimento, y d e s p u e s se f u e -
to, espiró.
ron los p a d r e s á r e c r e a r c o n él según su c o s t u m -
bre. C u a n d o salieron, hizo su oracion d e la tar-
d e , y se acostó b u e n o y sano, diciendo al h e r m a -
no q u e lo c u i d a b a : " A h o r a d e b o m o r i r . " A po-
co rato p r e g u n t ó q u e hora .era. " L a s siete, r e s -
p o n d i ó el h e r m a n o - . — A u n f a l t a n dos h o r a s p a r a
irnos, dijo el s a n t o . " U n a hora d e s p u e s se le-
vantó, y se p u s o á p a s e a r por su c u a r t o . Gallo-
nio, q u e v i v í a a b a j o d e él, o y e n d o el r u i d o d e s u s
pasos, subió p a r a s a b e r el motivo; p e r o y a el s a n -
to se h a b i a v u e l t o á su c a m a , y se contentó con
p r e g u n t a r l e q u é tenía: " S i e n t o , le r e s p o n d i ó el
b u e n p a d r e , q u e se a c e r c a y a l a m u e r t e . "
blanca resplandeciente. S e detuvo un momento,
y le dijo: "Adiós, hija mia, marcho al lugar d e
m i reposo, c o n t i n ú a cumpliendo con fidelidad tus
CAPITULO XXXIV. votos y tus reglas, y vendrás, no lo dudes, á ver-
m e otra vez e n el cielo. D e aquí p a r a adelante
y o rogaré por tí con m a s eficacia q u e cuando vi-
Apariciones del santo, su entierro, traslación
vía e n la tierra." A la m a ñ a n a siguiente supo la
de su santo cuerpo, y su canonización.
religiosa que el santo habia muerto á la misma
hora q u e se le apareció.
Otra religiosa, m a e s t r a d e novicias en el con-
vento d e S a n t a M a g d a l e n a del Quirinal, le vió en-
trar en su celda, con u n a rica corona en sus sie-
nes, y rodeado d e celestial claridad. Transporta-
d a d e alegría, le hizo varias preguntas sobre su es-
t a d o espiritual, y a c e r c a d e otras cosas relativas á
L mismo tiempo en que nuestro santo la salvación d e su a l m a . D e s p u e s d e satisfacerla
.¡cambiaba la tierra por el cielo, se apare- en pocas palabras, le dijo el santo: " D é j a m e con-
c i ó á m u c h a s personas, adornado con tinuar m i camino: y a otros m e han detenido b a s -
Jlas insignias de la gloria. Un anciano, tante, y y a no p u e d o p e r m a n e c e r por mas t i e m -
\ llamado Guerrio, le vió cerca de su c a - po a q u í . "
lma, despidiendo rayos de luz, y oyó L a m i s m a noche se apareció á Victoria de M a s -
que le decia: " H e r m a n o , la paz sea sitni, religiosa d e S a n t a M a r t a , que habia sido su
con vos. D e j o la tierra, y m e voy á hija espiritual, y le dijo: " V e n g o á verte antes de
u n a c i u d a d m a s dichosa." A la m a ñ a n a siguien- d e j a r la tierra, p a r a que no p u e d a s quejarte
te recibió u n a carta d e R o m a , en la que se le no- de m í . — ¿ L u e g o os vais al cielo, p a d r e mió?
ticiaba que el santo habia muerto, justamente á la respondió e l l a . — S í , hija mia, respondió el santo;
misma h o r a en que él habia tenido aquella visión. pórtate d e m a n e r a q u e vengas algún dia á a c o m -
Hortensia Anellia, religiosa del monasterio d e p a ñ a r m e . " D o r m í a la religiosa mientras p a s a b a
S a n t a Cecilia d e R o m a , le vió pasar cerca de ella, esto; pero luego que el siervo de Dios d e s a p a r e -
en manos d e ángeles y cubierto d e una vestidura ció, recordó d e s h e c h a en llanto,, y esclamó: "¡Ah,
-378- —370—
padre mió, y a no tendré el consuelo d e veros en p a r e c í a estar dormido que muerto; porque en vez
este mundo! <de estar pálido, contraído y enflaquecido, estaba
Al amanecer recibió el mismo favor Catarina ¡rubicundo, lleno, y adornado de u n a encantadora
d e Morlupo, religiosa d e l tercer órden d e Santo serenidad. No quedó al momento ni una d e las
Domingo, muger de m u c h a f a m a por sus singu- flores con que se habia cubierto el santo cuerpo;
lares virtudes. B e s p u e s d e haber comulgado, vió porque el pueblo se las disputaba y arrancaba
á un anciano venerable, adornado con las vesti- mutuamente d e las manos que y a las tenían, p a r a
duras sacerdotales y sentado sobre un trono d e conservarlas en sus casas como preciosas reli-
gloria, á cuyo rededor flotaban varios estandartes, quias. Procedióse al oficio fúnebre, al que asis-
en los que estaban inscritos con letras d e oro los tieron muchos prelados. E n seguida llegaron los
nombres de las virtudes que adornaron su precio- cardenales amigos del santo, que le besaron los
s a vida. A sus pies se oprimía una multitud d e piés y las manos, no sin derramar copiosas lágri-
sacerdotes, religiosos y seculares d e ambos sexos mas. L a nobleza, los príncipes y embajadores
que le debian la salvación d e sus almas. De- remplazaron á sus Eminencias; y c u a n d o llegó la
seando la religiosa saber quién era aquel santo á t a r d e , Baronio, á la cabeza de su c o m u n i d a d , vi-
quien n ú n c a habia conocido en el mundo, se lo no á velar los exánimes restos de su bienaventu-
describió á su confesor. Este, creyendo recono- rado padre. Iban á comenzar el rezo cuando
eer á Felipe en el retrato que la religiosa hacia ocurrió á Baronio esta reflexión: "¿Hemos d e
d e él, fué á traer una imagen del santo, y se la orar, se dijo á sí mismo, por u n hombre "que
.mostró. "¡Oh! él es, exclamó la piadosa virgen; segurísimamente reina ya en los cielos?" No
él es ciertamente, j o os lo aseguro." sabiendo lo que habia de hacer, abrió maqui-
Hácia el amanecer, los padres del 'Oratorio, nalmente su Breviario, y leyó e s t a s palabras:
despues d e haber revestido el santo cuerpo "Mira desde el cielo y atiende. Perfeqpiona es-
d e los ornamentos sacerdotales, le llevaron á t a viña que plantaste con tu diestra." ( P s m . 79
l a iglesia y dejaron expuesto al público p a r a vs. 15 et 16.) ¿Será una casualidad, dijo á los
satisfacer su devocion. Al momento que se es- otros padres, que al abrir este libro, se hayan pre-
parció esta noticia en la ciudad, acudió la mul- sentado á mis ojos estos versículos, ó será que
t i t u d á aquel espectáculo religioso. Fácilmente h a y aquí una conducta providencial?—Es d e creer-
-se vendrá en conocimiento d e su ternura y vene- se, respondieron, que el Cielo quiere, que en lu-
ración, á vista de aquel rostro venerable que mas gar de orar por este hombre, le p i d á m o s que se
-381-
interese por nosotros." Y desde aquel momento habia amado tanto, vinieron en cuerpo, y edifica-
comenzaron á implorar su asistencia. ron á todo el mundo con el espectáculo de su re-
L a m i s m a inspiración tuvieron otras muchas per- conocimiento y su dolor. Luego que se dismi-
sonas. Al saber Santiago Vitelleschi que habia nuyó la multitud, llegaron también los enfer-
muerto el santo, no pudo resolverse á rezar un mos y entonces comenzaron los milagros. Por
Ve profanáis; sino antes bien, dijo el Laúdate Do- último, tres horas despues de anochecer, se cer-
minum omnes gentes que canta la iglesia en los fu- , raron las puertas de la iglesia, y se trasladó el san-
nerales de los niños, cuya inocencia asegura su to cuerpo á una pieza interior, donde lo aguarda-
bienaventuranza. Santiago Crescenti, quiso ofre- ban los médicos para hacer la autopsia.
cer por él, el santo sacrificio de la misa, y no se Con objeto de satisfacer los deseos d e muchas
determinó, sino despues de mucha repugnancia, personas, se permitió á un artista moldar en yeso
á celebrar de Réquiem. E n aquel mismo dia hi- el rostro del santo, para que pudiera reproducirlo
zo su panegírico el general de los Dominicos, en en cera al natural, lo que ejecutó á satisfacción de
Santa María Minerva, diciendo á sus oyentes: los amigos del siervo de Dios. H é aquí su re-
"No aprovecharán á Felipe las misas que se ce- trato, tal cual nos lo trazó su primer historiador.
lebren por él; porque es indudable que está en el E r a de mediana talla, de tez blanca y encarna-
cielo: ellas servirán de sufragio á las almas del da, y tenia una fisonomía franca y graciosa. Su
purgatorio." En fin, no habia en R o m a quien no frente era ancha, su nariz aguileña, ojos vi-
tuviera por cosa segura su canonización. vos, mucho pelo, barba rara y negra en su juven-
tud y blanca en su vejéz: por último, tenia un aire
Durante los dos dias que el santo cuerpo estu-
de santidad que le hacía singularmente amable.
vo expuesto á la veneración pública, no cesó el
Esto esplica el ascendiente que tenia sobre todos
concurso, y los guardas no pudieron impedir que
1 os que le trataban. Despues de una exposición
el pueblod:e cortase las uñas, el pelo, la barba, é
de cerca de cincuenta horas, se colocó su cuerpo
hiciese pedazos sus vestidos. Las señoras roma-
en una caja, y se llevó al panteón destinado para
nas le pusieron sus anillos en los dedos, y se los
sepultar á los padres de la congregación. Esto
quitaron en seguida, llevándoselos como una cosa
llegó á noticia de los cardenales de Médicis y
santificada. No se veian mas que religiosos de
B orromeo, y no tuvieron á bien esta determina-
todas las órdenes, que venían á postrarse á sus
ción, pues quisieron que tan santo cuerpo, reposa-
piés, besándoselos y regándoselos con sus lágri-
se por separado en un sepulcro adornado. Por
mas. Los novicios de Santo Domingo, á quienes
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consiguiente, fué exhumado tres dias despues,-. espirar. Su padre,, sumamente afligido y conster-
como él mismo lo habia predicho, y se le colocó> nado, se encerró en una recámara inmediata y
en una caja preciosa, depositándosele en la igle- echándose lleno de amargura sobre una cama, di-
sia, en un mausoleo p i r a m i d a l Cuatro años d e s - jo al y a bienaventurado Felipe: "¿Habéis de per-
pues, Ñero de Nigri, noble y rico Florentino, quiso' mitir, padre mió, que yo levante un sepulcro á es-
que se colocase el santo cuerpo en una caja mas- te niño, que debe la vida á vuestras súplicas, en
magnífica, y fué necesario proceder á una nueva la capilla que mi amor erigió á gloria de vuestro
exhumación; pero ¿cuál fué el asombro de t o - nombre?" Apenas acabó de pronunciar estas
do el mundo, al verle perfectamente conservado* palabras, cuando el chiquillo, como si volviese de
á pesar de q u e la humedad del sepulcro,- un profundo sueño, llamó repetidas veces á su p a -
habia hecho podrir el ataúd y aún los orna- dre. Fueron á avisárselo á éste, y corrió inmedia-
mentos con que estaba revestido? Allí estaba ma- tamente al cuarto de su hijo, quien al verle entrar,
nifiesto el dedo de Dios, porque la carne estaba le dijo- "Pápá,. y a estoy bueno; el abuelito vino
suave, los miémbros flexibles, y la actitud era mas á visitarme y me sanói" Este título de abuelito-
bien de un hombre dormido, que de un difunto. era el que habían acostumbrado al niño diera á
Maravillado Ñero, á vista de este espectáculo, nuestro santo. Ñero, para asegurarse mejor d e
mejoró su primer intento; y en lugar de ^ conten- la verdad de esta visión, respondió;: " T u papá
tarse con darle una caja preciosa á su bienaven- grande es el qpe viste ¿no es verdad?—No, no, re-
turado padre, le hizo construir una arrogante ca- plicó con una voz mas elevada:: fué mi abuelito; y
pilla, á donde fueron trasladados solemnemente señalando-con el dedo un retrato de Felipe que
sus preciosos restos, en el mes de Junio de 1602. allí colgaba de la pared, añadió, aquel, aquel fué-
—¿Y hizo' P a r a curarte? le preguntó su padre..
No quedó sin prémio este generoso acto de pie-
—Pliso la mano sobre mi cabeza, respondió el ni-
d a d . Ñero recurrió á la intercesión del santo
ño, y he quedado bueno." Efectivamente, cesó la
para que el Cielo le diese un hijo, el que le nació'
fiebre y recobró sus fuerzas prontamente. Paso
á l o s nueve meses despues de su petición, y le dió
en silencio los milagros casi innumerables- que hi-
el mismo nombre de su santo protector. Este mi-
cieron abreviar la canonización del siervo de Dios.
lagro que acaso pudiera ponerse en duda, dió mo-
tivo dos años despues á otro del todo indubitable. Despues de una información en que se oyó á
Enfermóse el niño repentinamente, y de una ma- mas de cuatrocientos testigos, le beatificó el papa
nera tan grave y violenta, que se creia iba y a á Paulo Y, el 9 de las calendas de Mayo del año»
- m -
1615; y por último, el pontífice Gregorio XV, le
colocó en el catálogo de los santos, el 12 de Mar-
zo del año de 1622.

ÍNDICE

QUE CONTIENE ESTA OBRA.

C A P I T U L O I. Infancia de Felipe. Sus


estudios y piedad 1
C A P . II. Felipe estudia filosofía y teología:
despues deja los estudios por las prácticas
ascéticas y las obras de caridad 13
C A P . III. Nuevos aumentos de su amor á
Dios, y de su caridad para con el prógimo. 2 1
C A P . IV. Establece Felipe la Congrega-
ción de la Santísima Trinidad. E s pro-
movido á los Sagrados ordenes, y entra en
la casa llamada de S. Gerónimo 3-3
C A P . V. Quiere Felipe partir á las Indias.
Se le aconseja permanezca en Roma para
trabajar en la conversión de los judíos y he-
reges, lo que hace con m u y felices resulta-
dos.. - 42
C A P . VI. Felipe manda á Baronio que es-
criba losanáles eclesiásticos 53
C A P . VIL Felipe pone los fundamentos de
su congregación, tal vez sin s a b e r l o . . . . . . 62
- m -
1615; y por último, el pontífice Gregorio XV, le
colocó en el catálogo de los santos, el 12 de Mar-
zo del año de 1622.

ÍNDICE

QUE CONTIENE ESTA OBRA.

C A P I T U L O I. Infancia de Felipe. Sus


estudios y piedad 1
C A P . II. Felipe estudia filosofía y teología:
despues deja los estudios por las prácticas
ascéticas y las obras de caridad 13
C A P . III. Nuevos aumentos de su amor á
Dios, y de su caridad para con el prógimo. 2 1
C A P . IV. Establece Felipe la Congrega-
ción de la Santísima Trinidad. E s pro-
movido á los Sagrados ordenes, y entra en
la casa llamada de S. Gerónimo 3-3
C A P . V. Quiere Felipe partir á las Indias.
Se le aconseja permanezca en Roma para
trabajar en la conversión de los judíos y he-
reges, lo que hace con m u y felices resulta-
dos.. - 42
C A P . VI. Felipe manda á Baronio que es-
criba losanáles eclesiásticos 53
C A P . VIL Felipe pone los fundamentos de
su congregación, tal vez sin s a b e r l o . . . . . . 62
C A P I T U L O VIH. Sufre Felipe crudas per- C A P I T U L O XXV. Constancia de Felipe en
secuciones, y establece su congregación del caminar por el sendero que se habia pro-
Oratorio --- '1 puesto. Sus doctrinas sobre esta m a t e r i a . . 267
C A P . IX. Quienes fueron los principales C A P . XXVI. Extasis, arrebatos y visiones
discípulos del santo - del Santo \ 276
C A P . X. Admite Felipe el cargo de gober- CAP. X X V I I . Predicciones del espíritu pro-
nar su congregación 9S fético de Felipe 293 '
C A P . XI. Habilidad de Felipe en hacer C A P . XXVIII. Continuación del mismo a-
practicar la obediencia 106 ^ sunto. 306
C A P . XII. Tierno amor á Dios de F e l i p e . . 116 CAP. XXIX. Penetra Felipe los secretos de
C A P . XIII. Devocion de Felipe para con la los corazones
Santísima Virgen y demás Santos 125 C A P . XXX. Prudencia y discreción de Fe-
C A P . XIV. Sus lágrimas y su espíritu de lipe en el gobierno de las almas 331
Oración 134 C A P . X X X L Arroja Felipe los demonios,
C A P . XV. Caridad de Felipe para con el aparece á los ausentes y resucita un muer-
to.. 344
prógimo 149
C A P . XVI. Santas industrias del siervo de C A P . XXXII. Opinión que todos tenían de
Dios, para preservar del vicio á los jóvenes. 162 la santidad de Felipe 3.56
C A P . XVII. Santa pericia de Felipe en la C A P . X X X I I I . Ultima enfermedad y muer-
asistencia á los moribundos 169 te del santo
C A P . XVIII. Eficacia de los consejos de F e - C A P . XXXIV. _ Apariciones del santo, su en-
lipe contra las tentaciones y e s c r ú p u l o s . . . 3 SO tierro, traslación de su cuerpo, y su canoni-
C A P . X I X . Tierna caridad de Felipe para zación 376
con los pobres, ó por mejor decir, para con
todo el mundo 195
C A P . X X . Admirable castidad de nuestro
santo 205
C A P . X X L Su abstinencia y pobreza 207
C A P . X X I I . Admirable humildad del santo,
y sus preceptos acerca de esta virtud 216
C A P . X X I I I . Santa humildad de Felipe en
humillarse á sí y en hacer humillar á los
demás 234
C A P . XXIV. Admirable paciencia de Feli-
pe, en sufrir injurias y males c o r p o r a l e s . . 254

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