Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Diego Herranz
Público
Fotografía de una trabajadora de una oficina postal con varios billetes de yuanes, en Pekín (China). EFE/Archivo
China tiene una clara estrategia para amortiguar la guerra comercial declarada
por EEUU contra su sector exterior. En un campo de operaciones concreto,
Asia, su continente, donde ha empezado ya a diversificar sus exportaciones e
inversiones. Junto a sus vecinos, están cambiado el paso ante el nuevo orden
económico instaurado desde la Casa Blanca, de forma súbita y multilateral.
Hacia el mayor mercado global, que acapara casi la tercera parte del PIB (28,6
billones de dólares) y más del 60% de la población del planeta (4.500 millones
de habitantes). Con sociedades cada vez más propensas al consumo . El FMI
lleva desde el último decenio declarando esta región como la más dinámica.
Con tasas de crecimiento medio del 5% anuales. Y sin obstáculos a la
actividad a la vista. Porque las perspectivas privadas apuntan a que hasta 2023
registrará incrementos anuales de su PIB del 4,22% frente al 1,65% de Reino
Unido, el 1,29% de EEUU o el 1,21% de Alemania.
La cumbre del G-20 de este fin de semana en Argentina dará lugar, a buen
seguro, al reencuentro entre el presidente estadounidense y su homólogo chino
Xi Jinping. A petición de Washington. En las últimas semanas, tras los
comicios de mitad de mandato en EEUU y la pérdida de la mayoría
republicana en la Cámara de Representantes, el Gabinete Trump ha decidido
buscar puntos de encuentro. En la misma dirección que emprendió con
Canadá y México, con quienes sellaron un consenso para la refundación del
Nafta. Algo impensable sólo unas semanas antes de proclamarlo. Aunque el
pacto esté a expensas de la aprobación del Congreso americano y los expertos
enfaticen que los cambios han sido mínimos y poco substanciales.
Fuentes del régimen de Pekín reconocen que los cauces de entendimiento con
la Casa Blanca "se han complicado de manera notable", pero que "tratan de
entender la nueva bilateralidad y trabajar para solventar los riesgos que
comporta que una guerra comercial entre las dos mayores economías del
planeta se traslade el conjunto de los mercados globales y propicie —o
acelere— una nueva crisis financiera". O que las acusaciones mutuas sobre el
cumplimiento de las reglas comercialesdeterioren sus ritmos de crecimiento -
el PIB chino perderá medio punto de dinamismo el próximo ejercicio por su
sector exterior- y condicionen las carteras de inversión de sus empresas
transnacionales.
El régimen de Pekín ha acaudillado el dinamismo de sus vecinos, donde ha
dirigido las compras exteriores de sus empresas, mientras modula su estrategia
digital y el fomento de su demanda interna
Todo el sector privado mundial está en esta tarea. Pero China lleva ventaja.
Ha acaudillado el vigor asiático y las ansias de liderar la digitalización desde
el continente. Porque parte de sus hogares se han convertido al consumismo,
sus rentas per cápita se han incrementado y sus empresas no han dejado de
salir de compras al exterior, de forma intensiva, desde la crisis de 2008.
Bajo este contexto, naciones de su círculo próximo como Taiwán, que está
ganando peso como un destino donde las grandes multinacionales
tecnológicas, han elevado sus pedidos informáticos con empresas foráneas que
necesitan ensamblar sus catálogos de ordenadores o móviles a precios
competitivos y sin alteraciones en las fechas de entrega; también el software o
las baterías que precisan para su uso.
De igual manera que Malasia o Tailandia rivalizan para absorber la elevada
demanda de bienes electrónicos, una de las señas de identidad del made
in China en tiempos no tan pretéritos. Pero también han tomado nota
economías de rentas bajas de estas latitudes. Como Camboya, que se está
haciendo con el rol como fabricante de calzado; Bangladesh, en el segmento
textil y, sobre todo, Vietnam, donde ha emergido una rentable industria de
alimentos procesados ya están disfrutando de estos procesos de
deslocalización. Países en los que, a buen seguro, los directivos de empresas
americanas estarán menos preocupados por una de las amenazas que más
reiteradamente revelan en las encuestas globales sobre los obstáculos para
hacer negocios: el ciberespionaje. Práctica ilícita para la obtención de secretos
de gestión, de estrategias de capital o know-how corporativo que, según sus
propias confesiones y las pesquisas de servicios secretos occidentales -entre
ellos, las agencias estadounidenses- se propaga desde el propio Ejército chino.
India aparece como un caso aislado. Sus trabajadores obtienen un 75% menos
de ingresos medios que los que logran los empleados por cuenta ajena chinos,
pero con menores tasas de producción. Es decir, con tasas de efectividad
laboral substancialmente menores. A diferencia de Vietnam que añade avales
y crédito precisamente en este terreno. Su mercado de trabajo ha visto
incrementos salariales rápidos en los últimos años, al igual que se ha
disparado el coste del suelo; sobre todo, el industrial. Al igual que India
levanta aún dudas de rentabilidad o que Vietnam gana en atractivo como
destino de inversiones, otras economías boyantes, ya con la vitola de
industrializada desde hace un decenio, como Corea del Sur, puede ser una de
las perdedoras de este movimiento táctico de empresas en Asia. La nueva
potencia digital está viendo cómo su floreciente sector textil se está
deslocalizando a Myanmar. De momento, bajo una atmósfera general de
sectores exteriores vigorosos en todo el continente . Tanto de países con rentas
altas, como el propio Corea del Sur, Japón o Taiwán, como de naciones como
Filipinas, que navegan con tasas exportadoras de dobles dígitos. Tampoco a
China le va mal en este sentido. En septiembre, sus ventas fueron un 15% más
altas en términos interanuales. De momento.
Por si fuera poco, a los ojos de Trump, Vietnam, que provoca un déficit en la
balanza comercial de EEUU de 38,3 millones de dólares, es un actor esencial
en su estrategia para frenar la expansión de Pekín en el Mar de China. De ahí
que no sólo haya aconsejado a patronales y lobbies empresariales americanos
este país como plataforma productiva y logística para abordar el mercado
asiático, el más boyante en la actualidad, sino que ha impulsado contratos de
8.000 millones de dólares para las firmas de EEUU con intereses en Hanoi en
la visita del primer ministro vietnamita, Xuan Phuc, a Washington en 2017.
Fuente: https://www.publico.es/economia/empresas-chinas-encuentran-tigres-
asiaticos-coraza-guerra-comercial.html