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2. a.

¿Qué es lo que lleva a que el grupo cambie de actitud frente a la docente

y la tarea que les propone?

Creo que el cambio de actitud se debe a varias causas:

1. Que la docente les propone un ejercicio disruptivo: Tradicionalmente, a

los adolescentes problemáticos se los oculta, se los estigmatiza y,

finalmente, se los subestima. Lo que les propone la docente es una

actividad para lo que yo llamo “estudiantes estrella”, aquellos

estudiantes que poseen facilidad para la investigación y el desarrollo

autónomo, que se destacan del promedio de su clase por el nivel cultural

al que han logrado llegar y, que dotados de carisma y seguridad

personal, asumen los retos académicos con normalidad, como si fuera

una tarea más. Personalmente, no me gusta hablar de excelencia

académica, ya que es un término que ha perdido fuerza o que, con el

devenir de los años, ha adquirido una connotación negativa. Si se

quiere, podríamos decir que habitualmente, se ve a los alumnos

“excelentes” como representantes de los establecimientos educativos en

este tipo de concursos al que convoca la docente de la película.


2. La representación personal con la temática de estudio: si bien

claramente hablar de comparación de adolescentes actuales con los del

periodo nefasto del holocausto judío, es trivializar uno de los actos más

aberrantes de los humanos contra los humanos, creo que podríamos

encontrar algún parangón. Podríamos ver que existen variables similares

respecto de las edades, pero con más fuerza aún, podemos suponer

que los alumnos de esta profesora sintieran una exclusión fuerte dentro

de la comunidad educativa, así como verse víctimas de una

estigmatización.
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3. Que la docente defienda, ante los directivos, la capacidad de trabajo de

sus alumnos: si algo aprendí con los adolescentes estos 3 años que

llevo trabajando en la escuela secundaria, es que valoran a los docentes

que son capaces de no atenerse a las indicaciones de los directivos

cuando no comparten la visión de sus proyectos pedagógicos. Esto

generalmente, o al menos en mi experiencia, deriva en una

representación personal de paridad. El docente se convierte en un

rebelde, como el adolescente, aunque con causa y con capacidad de

guía, que se convierte en uno más con quien trabajar a la par.

La tarea que les propone es participar de un concurso en el cual deben

investigar sobre los niños y adolescentes víctimas de las fuerzas nazis. Los

alumnos, finalmente, proponen investigar sobre los niños y adolescentes que

sobrevivieron al proceso y pudieron contar sus historias (claro que para

comprender esto, tuve que ver otro video más amplio que el tráiler, cuyo link es

el siguiente https://www.youtube.com/watch?v=j--Yu3okNsM)

2. b. ¿Consideran que la experiencia logra interpelar a los jóvenes? Si la

respuesta es afirmativa, ¿a qué lo atribuyen?

Sí, creo que interpela a los jóvenes y parcialmente respondí en la respuesta

anterior.

Entiendo que el principal estímulo que reciben estos alumnos proviene de la

empatía que pudieron establecer con el objeto de estudio. En un momento de

la película, los alumnos le cuentan a la profesora que han puesto en la pared la

foto de aquellas personas a quienes estaban estudiando, porque en algún

momento se convirtieron en parte de ellos, del grupo. Esto lo demuestran

llamando por el nombre de pila a cada persona estudiada. Ya no hay lejanía


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con el tema que los convoca. Está en cada en cada uno de ellos, la motivación

por conocer a ese ser, que como ellos aunque en otro tiempo, sentía y vivía un

mundo incómodo y doloroso.

2. c. ¿Qué creen que la profesora se propone cuando les dice “Hablen como

niños (o jóvenes), no como estudiantes”?

Precisamente creo que recurre a esta idea de la empatía, a hablar desde el

nosotros, desde el lugar que se comparte con ese otro.

Involucrarse con el tema, implica hacer una lectura vívida, una lectura

empática. Es más enriquecedor el análisis de la situación desde la paridad, que

desde la observación lejana de un interlocutor incapaz de sentir, ya que éste se

convierte en un mero relator de eventos.

d. ¿Podrían afirmar que la experiencia en la que los jóvenes se embarcan es

un aporte hacia una escuela inclusiva?

Creo que hablar de una escuela inclusiva es una falacia, una generalización

utópica e imposible de implementar. Creo que lo correcto es hablar de una

escuela con tendencias inclusiva, ya que es imposible incluir a todos en el

mismo lugar. Podemos hablar de una escuela con tendencias inclusivas y

respeto por las diferencias, pues pensar una escuela totalmente inclusiva no

respeta a aquel que no quiere ser incluido y que marcadamente manifiesta su

derecho a ser una isla. (Esto es un desliz filosófico, pero que me hace mucho

ruido, ya que es realmente imposible lograr la inclusión de todos en un espacio,

en un grupo de saberes, en un grupo de personas, en un tiempo determinado,

en una oportunidad, etc.)

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Sí creo que la experiencia propuesta por la docente es un ejercicio que tiende a

la apertura e invita a incluirse a quienes lo consideren pertinente y oportuno, e

invita a respetar en armonía a quienes no quieren estar incluidos en el ejercicio

que convoca a ese grupo de personas (adolescentes y adultos) y en ese

momento del espacio/tiempo en el que se encuentran para lograr un propósito

común.

3. Relaten una experiencia institucional o áulica en la que consideren que se

han logrado conmover en alguna medida los intereses, inquietudes,

problemáticas de los jóvenes (puede ser de la propia práctica o alguna otra que

haya vivenciado).

Precisamente, este año tuve que realizar un adaptación en la estrategia con la

que enseño Desarrollo de Software (nivel inicial) en uno de los dos cursos

donde doy la asignatura.

En tercer año de la escuela técnica 728, los alumnos eligen la orientación

técnica que finalmente le darán a su formación secundaria. Pueden optar entre

Turismo e Informática. Durante el ciclo básico cursan asignaturas que les

permiten conocer el ámbito de estudio, por el cual optan cursar a partir del 4º

año.

Este año, más del 70% de los alumnos optaron por la especialización en

informática, lo que llevó a reconfigurar la estructura de áulica que todos los

años solíamos tener, dos cursos en informática y dos de turismo, para tener 3

de informática y uno de turismo. Más allá de la problemática en la organización

de horarios y designaciones de los docentes, los alumnos también sufrieron la

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readaptación de la organización a este nuevo esquema, víendose separados

de los compañeros con quienes habían hecho el primer trayecto educativo. Eso

fue una fuente de excusas, para que uno de los cursos se plantara en rebeldía,

desde la completa desmotivación para realizar cualquier tipo de actividad,

académica o no.

Dado que la asignatura se basa en el aprendizaje de técnicas básicas de

programación mediados por lenguajes que permite el abordaje conceptual

desde el ejercicio de programar videojuegos y animaciones, los alumnos

encontraron en este espacio una distracción, por así llamarla, de la

incomodidad que les ocasionaban el resto de las asignaturas.

Llegado el primer parcial, del total de los 12 alumnos, solamente 4 habían

alcanzado los conocimientos mínimos para desarrollar la solución que se puso

en evaluación.

Escuchando el relato de los propios alumnos, profesores de otras asignaturas y

su tutora, con el MEP les propusimos que ellos mismos se enseñaran entre sí,

siempre con la excusa de demostrarles como trabajamos los programadores en

la vida laboral. Para ello, firmamos un acuerdo en los cuadernos de

comunicaciones en el que los 4 aprobados se comprometían al rol de tutores

de otros dos compañeros. En cada cuaderno se especificó el rol que cada uno

debía asumir y todos firmamos, ya que este fue un ejercicio contractual.

El MEP y yo nos dedicamos a intervenir solamente en las dudas que nos

llegaban a través de los tutores, además de prestar atención a cómo se

explicaban los temas entre ellos.

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Para sorpresa nuestra, fueron las primeras clases en las que no tuvimos

necesidad de convocarlos al trabajo. Llegaban a la sala de informática, se

distribuían en grupos, se cruzaban integrantes de los grupos a fin de conocer lo

que hacían los otros, el murmullo era mucho pero siempre vinculado al tema.

Cuatro clases más tarde realizamos la evaluación, en la que los 4 tutores

decidieron como debían ser evaluados sus tutorandos. Fácilmente, 6 de los 8

alumnos, lograron desarrollar un ejercicio más complejo que el propuesto

originalmente para la evaluación. Los 2 alumnos que no lograron llegar a los

objetivos, demostraron encontrarse más preparados que en la primer

oportunidad.

Ese mismo día, al finalizar la clase, tuvimos reunión con los familiares de los

chicos de ese curso. Al oír al resto de los docentes contar sus experiencias, en

las cuales no encontraron forma de motivar a estos alumnos al trabajo, uno de

los padres contó lo que había escuchado de su hijo como contextualización a

ese contrato que habíamos realizado entre tutores y tutorandos.

Finalmente, comprobamos que las características que tiene la asignatura,

convocan más fácilmente al grupo y por ello, fueron permeables a la nueva

estrategia.

Para mi satisfacción personal, sigo encontrándolos motivados a trabajar de

manera independiente, en equipo, investigando solos en internet como resolver

los problemas que les llevamos al aula.

Es por esta experiencia y por las previas que me han fallado, que no creo

posible lograr la inclusión total. Estos mismos alumnos manifiestan

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abiertamente que no les interesan las otras materias, que solamente quieren

programar videojuegos.

Lamentablemente, dado el nivel inicial del conocimiento en programación, no

podemos articular con las otras asignaturas. Aun así, les propuse a mis colegas

que si podían encontrar una propuesta de trabajo en la que estos mismos

alumnos, desde la programación, abordaran otros saberes, estaba plenamente

dispuesta a ponerme a disposición de ellos, pero a 3 meses de dicha reunión,

ningún colega se puso en contacto conmigo. Asumo que les pasa lo mismo que

a mí, la pluralidad de actividades a las cuales debemos responder y el

promedio de 40 hs que tenemos en aula, nos entorpece la capacidad para

articular proyectos disruptivos.

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