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FANDANGOS LOCALES

Andalucía es tierra de fandangos, las variantes tanto locales como personales se extienden
en el tiempo y el espacio como ningún otro género musical ha conseguido. Pero no todos
los fandangos por ser andaluces son flamencos. Los fandangos que han logrado aflamencar
su acento convenientemente han sido los que han logrado introducirse en el repertorio (a
pesar de muchos supuestos puristas que denigran del estilo).
De las variantes locales algunos cantaores han logrado dar el paso a lo artístico
aflamencando su acento
Del frondoso árbol del fandango andaluz se desprenden numerosas variantes,
diferenciándose claramente los de Huelva -provincia donde, partiendo de Alosno, se han
ido desarrollado numerosas variantes-, del resto de la Andalucía Oriental, con origen
común malagueño y su característico ritmo abandolao o de verdial que se toma del bolero.
Pero no sólo los comarcales o personales son fandangos, también las malagueñas,
las granaínas y los cantes de Levante y mineros se realizan sobre el armazón armónico del
fandango andaluz, por eso los incluimos también en este gran complejo genérico.
Estos se describen en un enlace aparte.
El fandango andaluz tiene elementos musicales que lo define y caracteriza. Uno es formal,
ya que todos los fandangos se estructuran en la alternancia de letras cantadas y
variaciones de guitarra. Otro corresponde rueda de acordes con que se acompaña el
cantable, con las variantes propias de una música de tradición oral.
Para diferenciarlos entre sí hay que prestar atención al compás (Huelva o Verdial-
abandolao) o la tonalidad (malagueña, granaína, taranta y demás estilos levantino-
mineros).
En referencia concreta a los fandangos locales en la discografía flamenca se encuentran
numerosas variantes. Los hay del Albaicín, de Albuñol, de Alcalá la Real, del Alcaudete, del
Almendro, de Almería, de Almonaster, de Almuñecar, de Alora, de Almodóvar, del Alonso,
de la Alpujarra, del Andévalo, de Baza, de Cabezas Rubias, de Cabra, de Calañas, de la
Caleta, Camperos, de Caracuel, de Castillo de Locubim, de Cazorla, de El Cerro, de Comares,
de Cúmbres, de Cómpeta, de Córdobade Cruz del Llano, de Chavilla, de Charilla, de Chilche,
de Encinasola, de Facinas, Floreño, de Fregenal, de Granada, de Güejar Sierra, de Herrera,
de Hinojales, de La Hiruela, de Huelva, de Huescar, de Huétor-Tájar, de Itrubo, de Jerez, del
Lagar, Leperos, de Loja, de Lucena, de Málaga, Marismeños, de Membrilla, Mineros, de
Mojácar, de Molrízar, de Motril (Robao), Olvereños, de Osuna, de Otívar, de Palma del Río,
primitivos de Pardalera, de Pérez Guzmán, de la Peza, de Puebla de Guzmán, de Puente
Genil (Zángano), de Puerta el Segura, de Rajer, de la Ribera, de Río Tinto, Rocieros, de La
Roda, Romero, de Ronda, del Rosal, de la calle Rute, de Salas, de Salobreña, de San Julián,
de Sanlúcar de Guadiana, de Santa Bárbara, de Santa Eulalia, de Santa Olalla, de Sevilla, de
Triana, de Villanueva de los Castilejos, de Valdalamusa, de Valverde, de Zafarralla, de
Zufre. También los hay del Alba, valientes, y en Alosno es muy conocido el llamado
fandango cané.
Aquí traemos una selección de aquellos que consideramos más emparentados con la
estética flamenca, ya que no todos los fandangos anteriores pueden considerarse
flamencos, sino aquellos que han sido llevados a un terreno musical artístico, flamenco.
FANDANGOS DE HUELVA
En origen el fandango en Huelva fue bailable y formaba parte del repertorio folclórico de
la provincia onubense. Así sonaban aquellos fandangos antes de aflamencarse
definitivamente.
El fandango de Huelva tiene en Alosno su cuna y es la localidad que mayor número de
variantes conserva. Los artistas flamencos lo han cultivado a lo largo del siglo XX, hasta
convertirlo en un subgénero más del arte jondo restándole su primitivo carácter folclórico,
por otra parte hermoso. De todos los fandangos que se han “compuesto” en el estilo de
Huelva, muchos han pasado la prueba y han llegado hasta hoy formando parte de un
repertorio formidable que se cultiva día a día, manteniéndose vivo y renovándose
constantemente.
Cuando se canta a coro, para iniciar o concluir una tanda, ese cante en Alosno se llama
cané. Aquí el llamado gané bajo.
Y el cané alto.
Paco de Lucía aprovechó la magia del cané para incluirlo en uno de sus números por
Huelva.
Paco Toronjo ha sido el máximo exponente en estos fandangos altaneros, como queda
patente en este que interpreta con su personal estilo. Aquí el llamado valiente.
El joven cantaor Arcángel figura hoy como primer espada en estos, y otros muchos, estilos.
Aquí el alosnero antiguo.
El alosnero de Antonio Abad, por Pedro Juan Macías.
El de Bartolo, por un coro alosnero.
El corrío de Alosno, por Paco Toronjo.
El alosnero de Diego Perrengue, por Antonio El Raya.
El alosnero de Fernando Camisa, por Diego Clavel.
El alosnero de Juan María, por Paco Toronjo.
La versión alosnera de Rebollo, por Antonio El Raya.
En el clásico modelo de Alosno también se realiza el de Huelva capital, aquí por la Niña de
los Peines.
El de Valverde, canta el gran Paco Toronjo.
La variante de Pinos de Almonaster, interpretado aquí por Eduardo Garrocho.
También de Almonaster el llamado aldeano, interpreta Josefa Vázquez Camacho.
O la variante de Cruz del Llano (Almonaster) por Eduardo Garrocho.
Otra variante es la de Zalamea la Real, que en verdad tiene varias dependiendo del
intérprete. Aquí uno de ellas interpretada por María Isabel Ballesteros.
También de Almonaster se conocen otros que vemos más adelante, aquellos que se hacen
sobre el homónimo mayor (La Mayor tocando por arriba), el corto y el largo de Santa
Eulalia.
Y el fandango de El Cerro, también siguiendo la línea armónica del clásico de Alosno.
Un precioso fandango es el de Puebla de Guzmán, municipio cercano a Alosno y con una
línea melódica muy particular que lo convierte en una variante singular y, como decimos,
de gran belleza. Algunos estudiosos dicen que este fandango es de Riotinto. Lo traemos en
la versión del gran Cojo de Huelva.
Otras muchas localidades onubenses tienen su propio fandango. La diferencia de muchos
de estos fandangos es la cadencia para el cantable que en vez de ir al relativo mayor (de mi
por arriba a do mayor), se van al La mayor parra cadenciar en el modal por arriba. Este es
el caso de Santa Eulalia, en su versión corta de cinco tercios (el único fandango que no
tiene los seis versos melódicos propios del género).
Y el largo de Santa Eulalia, con los seis tercios de rigor.
Idéntica estructura armónica tiene el de Calañas.
También existe una versión bailable de Calañas que escuchamos a continuación.
El de Encinasola marca de nuevo la diferencia en los acordes con que se acompaña,
manteniéndose en el tono modal todo el tiempo.
Incluso hay una modalidad que cambia del mayor al menor durante los primeros versos
cantables, es el caso de Santa Bárbara.
El de Cabezas Rubias, que está en modo menor.
Por su parte, la versión bailable del fandango de Huelva es muy popular y número casi
obligado en los tablaos flamencos.
FANDANGOS DE MÁLAGA
Málaga es la cantaora, todo el mundo lo sabe, en otros enlaces como la rondeña,
malagueña, jabera o verdiales nos ocupamos en detalle de los principales fandangos de la
provincia, sin embargo hemos querido incluir aquí el conocido como cante de marengos
también llamado cante de jabegotes, en la portentosa voz de Naranjito de Triana.
El amigo Andrés Raya nos hace notar que este fandango nominado de jabegotes es el
mismo que el atribuido al cantaor granaíno Paquillo el del Gas, con idéntica melodía, lo
que hace pensar que en realidad este cante tiene origen en Granada y no en Málaga como
es comúnmente reconocido. Cita las grabaciones de Juan Valderrama y su tocayo Varea
que hicieron este cante con letras referidas a la capital nazarí. Tiene una factura musical
bellísima.
FANDANGOS DE GRANADA
En la provincia granadina también es muy frecuente el fandango. Uno de los que más
influyeron en el cante flamenco ha sido el fandangos de Albaicín, un cantable de enorme
belleza que aquí se lo escuchamos a Marcela Riego.
De este fandango se desprende el de Frasquito Yerbabuena que, en opinión de destacados
autores, fue el germen para que el jerezano Antonio Chacón crease la granaína, que hoy
llamamos media granaína. Marchena grabó este cante como granaína primitiva,
seguramente basándose en esa teoría. Aquí lo escuchamos en la versión magnífica de
Enrique Morente.
FANDANGOS DE ALMERÍA
En Almería también se cultivan, además de los tarantos que es de donde proceden, los
fandangos, como es este que se interpreta en la capital.
FANDANGOS DE CÁDIZ
El fandango de Cádiz, el primitivo fandango bailable andaluz, se disolvió en soleares y
otros estilos afines durante la primera mitad del siglo XIX, de ahí que no se conozca un
fandango folclórico de la provincia más flamenca, exceptuando el que se interpreta en
Facinas.
FANDANGOS DE CÓRDOBA
Córdoba es tierra de fandangos. En la provincia cordobesa abundan las variantes aunque
aquí traemos las que de forma más contundente se han integrado en el repertorio de los
cantaores flamencos, como es el caso del fandango de Lucena.
Otra variante de Lucena es el conocido como el de la Calle Rute.
Y cordobesa es también la recreación que el gran cantaor cordobés Fosforito hizo del
fandango de su pueblo, Puente Genil, conocido como Zángano.
EL COMPÁS
La métrica del fandango popular responde a un compás de 3/4. Los diferentes tipos
de rasgueo en los de Huelva y en los abandolaos presentan numerosas variantes locales. El
compás por Huelva es acéfalo, esto con el primer tiempo reservado exclusivamente para el
golpe en la tapa de la guitarra.
LA TONALIDAD
La letra se canta en tonalidad mayor, con una rueda que se mantiene en casi todas las
variantes el siguiente orden de acordes (en Do mayor), para cadenciar en el Mi, y dar paso
así a las variaciones de la guitarra sobre la cadencia andaluza: la menor – Sol – Fa – Mi. en
el siguiente esquema lo vemos de manera más gráfica
Algunas variantes de estos ostinatos las escuchamos en fandangos de huelva, malagueñas,
tarantas o granaínas, sin embargo, el patrón armónico del fandango siempre subyace ante
cualquier sustitución de un acorde por otro.
LAS LETRAS
La estrofa sobre la que se cantan los fandangos es de cuatro o cinco versos octosílabos de
los que se repiten uno o dos versos respectivamente para formar los seis versos de los que
consta su estructura melódica. Así es habitual en toda la gama de fandangos encontrar
supuestas estrofas de seis versos. En realidad son cuartetas o quintillas en las que se
repite algún verso, así en una quintilla el segundo verso –que pasaría a ser tercero- sirve
también para abrir la estrofa, quedando la rima a, b, a, b, a, b. En realidad la copla del
fandango lleva dos únicas rimas –a, b- que pueden combinarse como se quiera

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