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Tras el fin del segundo Banco de Estados Unidos siguió un período de casi 80 años
caracterizado por la inestabilidad financiera. Entre 1836 y el inicio de la guerra civil,
Estados Unidos no tuvo un banco central y los bancos privados dominaban el
sistema en el más absoluto desorden.
En el período de la Guerra Civil (1861-1865), Abraham Lincoln creó el primer y único
Banco Central público del país, con el objetivo de garantizar los pagos de guerra.
Esto permitió mejorar la eficiencia del sistema de pagos y proporcionar una moneda
uniforme basada en los billetes de los bancos estatales. Este Banco Central no tenía
la facultad de ser prestamista de último recurso, pese a estar en una época plagada
de graves pánicos bancarios. Pero este Banco Central público sucumbió tras el
asesinato de Lincoln.
Antecedentes
Las crisis financieras que se sucedieron en Estados Unidos tras el fin de la Guerra
Civil tuvieron en 1907 la gota que colmó el vaso. Esto fue lo que condujo a la
creación de la Reserva Federal en 1913, en una reunión de los principales
banqueros del país. La Reserva Federal recibió el mandato de proporcionar una
moneda uniforme y elástica que diera amplia cabida a los movimientos estacionales,
cíclicos y seculares de la economía de Estados Unidos, y también para que sirviera
como prestamista de último recurso a los bancos privados.
El patrón oro, que prevaleció hasta 1914, significaba que cada país definía su
moneda en términos de un peso fijo de oro. Los bancos centrales mantenían
grandes reservas de oro para asegurarse que sus billetes de papel moneda se
podrían convertir en oro. Cuando las reservas se reducían debido a un déficit de la
balanza de pagos o de las circunstancias internas adversas, podían elevar sus tasas
de descuento (las tasas de interés a los que les prestan dinero a los otros bancos).
Esto aumentaba las tasas de interés de manera más general, lo que atraía la
inversión extranjera y con ello el ingreso de más oro al país.