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Microscopía y célula: un viaje en el tiempo.

¿Te imaginas lo que sería de la humanidad si no se hubiera inventado el microscopio? seguiríamos pensando
que las enfermedades son causadas por brujerías, mal de ojo o castigos divinos, no conoceríamos la gran
diversidad de pequeñísimos organismos que existen y que nuestros ojos no alcanzan a observar. Por lo tanto,
ignoraríamos la existencia de las células y por consiguiente, no podríamos comprender los diferentes procesos
que hacen posible la vida y muchos de los beneficios de los que ahora disfrutamos serían imposibles.

La invención del microscopio (del griego micros – pequeño y skopein - observar) es producto de un largo
camino que se inició en el siglo XVI y que fue el resultado del trabajo, creatividad e ingenio de muchas
personas. Los primeros aparatos eran muy sencillos y aumentaban el tamaño del objeto observado entre 15 y
20 veces, conforme fue pasando el tiempo y perfeccionándose, el poder de resolución se incrementó hasta
alcanzar, en los microscopios electrónicos actuales, entre 1 y 2 millones de aumentos.

Para poder conocer y entender el funcionamiento de los seres vivos fue necesario el descubrimiento de la
célula y, como podrás darte cuenta, se necesitó del microscopio para poder hacerlo, pues con éste se inició el
estudio de la célula y se continuó durante los siguientes años en los que se acumuló una gran cantidad de
conocimientos que llevaron a la formulación de la teoría celular a mediados del siglo XIX, convirtiéndose ésta
en uno de los grandes pilares de la biología.

Una de las características del ser humano es ser curioso por naturaleza, razón por la que siempre ha querido
conocer todo lo que lo rodea; es así que las ideas sobre el fenómeno del aumento y la modificación de las
imágenes se fueron formando desde mucho tiempo antes de que apareciera el primer microscopio, por
ejemplo, los árabes decían que el agua modificaba las imágenes, los egipcios usaban esferas de cristal de
murano para ampliarlas y los romanos sabían que los cristales que ellos llamaban "impertinentes", modificaban
los objetos observados.

El descubrimiento de la célula se encuentra estrechamente relacionado con el desarrollo de los primeros


microscopios, ya que al ser una estructura cuyo tamaño oscila entre 1 y 100 micras (1 micra= a la milésima
parte de un milímetro), escapa al poder de resolución del ojo humano, que es aproximadamente de 0.2
milímetros, por lo que se requirió del uso de un instrumento que permitiera su observación.

Este proceso se llevó a cabo desde finales del siglo XVI hasta el XIX, periodo en el que hubo aportaciones de un
gran número de científicos que contribuyeron con sus conocimientos a la formulación de la teoría celular.

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